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Por ejemplo obtener el gen que protege a un pez del frio y colocarlo en la cebada para
que resista mejor las heladas.
1. Cultivos que se pueden utilizar directamente como alimento y que han sido
modificados genéticamente (por ejemplo, plantas de maíz o soya manipuladas
genéticamente para ser tolerantes a un herbicida o resistentes al ataque de plagas).
Los cultivos transgénicos más utilizados en la industria alimentaria son, por el momento, la
soya tolerante al herbicida glifosato y el maíz resistente al barrenador europeo, un insecto.
Tanto el maíz como la soya pueden consumirse directamente o bien, podemos encontrar en
el mercado proteína de soya o la harina de maíz y sus productos. La soya se utiliza también
como materia prima para obtener aceite y lecitina. El maíz se utiliza como fuente de almidón,
que tiene aplicaciones directas, y que a su vez es materia prima para fabricar glucosa, ésta
última con aplicaciones directas o como materia prima para fabricar fructosa.
La única forma de saberlo con total certeza es mediante la información que ofrece el productor,
es decir, se deberá leer la etiqueta. Pero habrá que tener en cuenta que, debido a la dudosa
fama que tienen los alimentos transgénicos, los productores no añaden esa información por
voluntad propia, sino que lo hacen por la legislación que las autoridades pertinentes han
creado de forma específica para estos casos. En otras palabras, si la ley es exigente y vela
por la libertad elección de los consumidores, los alimentos transgénicos deberán informar de
que lo son en el etiquetado. Mientras que, en el caso de leyes más laxas que restrinjan la
libertad de elección de los consumidores, es posible que aparezca “disfrazado” con
eufemismos o, simplemente, no figure en ninguna parte del etiquetado.
En el caso de la Unión Europea, los alimentos que contengan más del 0,9% de transgénicos
deberán advertirlo en la etiqueta. Esto deberá aparecer usando expresiones
como “modificado genéticamente”, “alimento modificado” o, simplemente, añadiendo el
adjetivo “modificado” después de uno de los ingredientes que figuren en el etiquetado.
En la ganadería
En la medicina y salud
DESVENTAJAS O EFECTOS DE LOS TRANSGÉNICOS:
Los efectos de los alimentos transgénicos solo se podrán ver entre un mediano y largo plazo,
sin embargo hay varias preocupaciones por las potenciales amenazas para la salud de las
personas que podrían ser causadas por estos organismos modificados genéticamente.
Distintos científicos han revelado que Monsanto omitió reportar efectos negativos serios en
salud, como los signos detoxicidad en órganos internos de las ratas.
Es importante destacar que muchos de los genes usados en esta clase de alimentos no
habrían integrado jamás la dieta humana si no fuera por la ingeniería genética.
1. Alergias.
La Sociedad Británica de Médicos alertó sobre la resistencia a los antibióticos en los seres
humanos que consumen transgénicos en forma reiterada. Es decir: existe la posibilidad de
que los genes resistentes a los antibióticos presentes en los alimentos genéticamente
manipulados emigren a bacterias patógenas que afectan la salud humana, y desarrolle su
propia resistencia.
En bacterias patógenas para el organismo. Esto quiere decir que algunas de las bacterias
recibirán la fuerza que necesitan para ser inmunes a ciertos medicamentos.
3. Daños por ingesta de carne y leche proveniente de animales alimentados con semillas
trangénicas u hormonas.
Mal de la Vaca Loca. (Generado por la alimentación de elementos ajenos a la dieta de las
vacas). La Soil Association con muestras analizadas por Genetic ID en Alemania concluyó
que es muy probable que los consumidores estén expuestos a ADN genéticamente
modificado a través del consumo de leche y carne de animales alimentados con cultivos
transgénicos, aunque a niveles mínimos.
Actualmente ya existen numerosas evidencias sobre los efectos de los cultivos transgénicos
sobre los animales, pero además han comenzado a surgir pruebas que confirman que si los
animales son alimentados mediante estos cultivos un porcentaje de las substancias
modificadas en forma genética pueden apreciarse posteriormente en los productos
alimenticios que se derivan de la carne y los lácteos.
El otro 20% de transgénicos son cultivos insecticidas (llamados Bt). Esto genera una amenaza
para la fauna beneficiosa, como abejas o insectos que controlan las plagas de forma natural.
También puede afectar a bacterias, hongos y otros organismos del suelo imprescindibles para
su fertilidad.
Maíz
Algodón
Soya
Canola
En segundo orden están las calabazas, arroz, melones, achicoria, lechuga y girasol.
Gran cantidad de alimentos elaborados pueden ser transgénicos sin que el consumidor lo
imagine ya que en la mayoría de los países no existe una reglamentación que obligue a las
empresas a identificar los alimentos modificados.
EJEMPLOS EMPRESAS:
La Empresa Multinacional Monsanto tiene el 80% del mercado de las plantas transgénicas,
seguida por Aventis con el 7%, Syngenta (antes Novartis con el 5%, BASF con el 5% y DuPont
con el 3%. Estas empresas también producen el 60% de los plaguicidas y el 23% de las
semillas comerciales.
Cada año se lanza una nueva edición de esta guía, pero dado el volumen de cambios, la
actualización se ha realizado antes de lo previsto. Al parecer, son varias empresas
agroalimentarias las que han pasado a formar parte de la guía verde, Nutrexpa, Gallina
Blanca, Guillón, Grupo Pascual, Siro y algunos distribuidores alimentarios como Carrefour o
Alcampo, han cambiado la política que mantenían y ahora ofrecen información sobre el
contenido de sus productos favoreciendo la negativa contra los alimentos obtenidos a través
de la manipulación genética.
Sin embargo, se ha detectado mediante los análisis que realiza periódicamente Greenpeace,
que algunas empresas se saltan la ley a la torera abusando del contenido de productos
transgénicos. El ejemplo que nos proporciona la organización ecologista es Celigueta, una
empresa fabricante de snaks, patatas fritas, etc., que según Greenpeace ofrece unos snack
de soja con un porcentaje en contenido transgénico que ronda el 48% y no está debidamente
indicado en las etiquetas de los productos.
La polémica en torno a los OGM aumenta y cada vez son más los consumidores que no
quieren este tipo de productos en su alimentación. La verdad es que muchos consumidores
están comiendo productos modificados genéticamente sin saberlo.
El tema del etiquetado es sumamente complejo. Estados Unidos le dio un plazo de dos años
a la USDA para que establezca el reglamento. Con todas sus capacidades técnicas, a la Unión
Europea le tomó cuatro años afinar su norma de etiquetado. Aunque si la empresa conoce la
procedencia de sus insumos, lo puede hacer. Aquí un ejemplo:
Una moratoria a los cultivos transgénicos, de cualquier duración de tiempo, beneficia a los
países competidores del Perú, a ciertas ONGs cuyos ingresos derivan de la financiación
externa, a determinados intereses mercantilistas que tratan de hacer aparecer a los cultivos
transgénicos como opuestos a los orgánicos, cuando no lo son; posiblemente a ciertos
vendedores de pesticidas cuyo uso disminuye con el empleo de variedades transgénicas
resistentes a insectos y que requieren menor número de herbicidas y a los competidores
comerciales de EE.UU. al otro lado del Atlántico.
El debate sobre los transgénicos no es nuevo en el Perú. Frente a quienes promueven los
transgénicos con el argumento de que podrían solucionar problemas de alimentación y
potenciar nuestra agricultura, están quienes sostienen que en nuestro país no son necesarios,
considerando las condiciones sociales, ecológicas, ambientales, culturales y tecnológicas.
Durante el año 2007 se dieron a conocer en el Perú los resultados de un estudio realizado por
una investigadora de la Universidad Nacional Agraria, La Molina, sobre la presencia de maíz
transgénico en el Valle de Barranca, afirmaban que era un riesgo, ya que los genes podrían
ser trasmitidos a otros cultivos aledaños a través del polen.
CONCLUSION:
Los conocimientos actuales son insuficientes para evaluar los beneficios y riesgos de los
alimentos transgénicos, especialmente a la luz de las consecuencias a largo plazo que estas
tecnologías puedan tener no sólo en la salud humana, sino en el medio ambiente y en la vida
de los pequeños productores.