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Mesa: Arte y literatura en la posmodernidad: discursos y escritores emergentes

Trilce Etel Chávez Suárez

Universidad Mayor de San Andrés (UMSA)

La confabulación de los elementos narrativos en la obra de Mario Bellatin

Resumen

Esta ponencia analiza la foto novela del escritor mexicano-peruano Mario Bellatin; Nagaoka Shiki: una
nariz de ficción. En esta señalaré algunos rasgos narrativos como la intertextualidad, la metatextualidad
y la alusión, que hacen de esta composición narrativa el paradigma del acto de creación como
performance. El tema de la creación que se performatiza es un concepto que se ha tratado
insistentemente desde el siglo XX en la literatura y en el arte en general. Partiré de la propuesta de
género literario que propone el autor, biografìa, y señalaré todos los elementos que apuntan a cumplir
ese objetivo. Posteriormente señalaré los elementos que nos señalan, a través de falsas referencias,
alusiones equívocas y pruebas engañosas; la falsedad de todas esas intenciones de cumplir el objetivo
postulado. Así, a través de la tensión generada por esa aparente contradicción, trataré de comprender el
tipo de performance que se da en torno a la pregunta por la creación del autor como recreador de la
realidad.

Palabras clave

Performatividad, género, identidad, personaje, autoconocimiento, realidad, ficción cinismo


metalingüístico, verosímil, Bellatín, Nagaoka Shiki.

A finales de los sesenta y principios de los setentas aparece el cuerpo como elemento participante del
objeto artístico bajo el nombre de performance. En esta idea, la presencia física supone un elemento
esencial para la autocomprensión mediada por la experiencia de y en el cuerpo del otro como soporte de
la obra. Esto, con el objetivo de cuestionar los límites entre arte y obra. Visto desde esta perspectiva, el
arte se inserta en y desde el punto de enunciación. Esto supondrá un emparentamiento con la búsqueda
de identidad y con el autoconocimiento que se produce en uno mismo. En el espacio de la narrativa, estos
elementos los podemos relacionar fácilmente en el género de la biografía, donde el yo es objeto de la
composición artística, a partir del cual podemos experimentar la búsqueda de una construcción de
identidad basada en el autoconocimiento del ser biográfico.

Nagaoka Shiki: una nariz de ficción de Mario Bellatin problematiza primeramente el género de la biografía
y nos pregunta respecto a la relevancia de hechos que narran y definen una vida. Es desde este inicio que
la cualidad performativa se presenta; el texto interpela nuestra existencia en favor de definir la suya. En
el caso de la novela, la vida de Nagaoka Shiki inicia determinada por su nariz (rasgo físico con una larga
tradición de carácter grotesco), así también determina a su personaje1; en las primeras líneas de la novela
se lee, “la presencia de una nariz descomunal, hizo que fuera considerado por muchos como un personaje
de ficción” (Bellatín, 2013: 201). Es necesario resaltar que, al decir que este personaje será visto como
personaje de ficción el narrador nos estaría anunciando que la narración pertenecería a la biografía de un
personaje histórico, al marcar su distinción con un personaje de ficción.

Es así que lo performativo de la vida de un personaje que sale de lo ficcional al demarcarse como tal
chocará con la idea de una biografía instaurada en la ficción. Esto supone una ruptura entre el personaje
y el género literario al que este debe pertenecer. Además de lo que el narrador hace con este personaje,
contradiciendo su naturaleza en tanto perteneciente a un género.2

Continuando la narración, la nariz aparece como rasgo ajeno, extranjero a la normalidad. Esto, dentro de
la historia, se presenta en el debate respecto a la nariz como la traición a un origen que deviene en un
castigo en forma de nariz como estigma social. Esto se intensifica cuando se cuenta que la obra de
Nagaoka, además de estar inundada de temas relacionados con narices, era una doble traducción; de
entrada el texto era escrito en un idioma extranjero, inglés o francés, a partir de su hablante
perteneciente a una lengua materna, y luego traducida nuevamente al idioma original, esto con la
intención de extraer la “verdadera esencia de lo literario”, lo cual, según el narrador respondería a la tesis
de un ensayo del propio Nagaoka, donde este afirmaría que “únicamente por medio de la lectura de textos
traducidos puede hacerse evidente la real esencia de lo literario, que de ninguna manera, como algunos
estudiosos afirman, está en el lenguaje”(Bellatín, 2013: 202). Sin embargo, esto se contrapone a la
insistencia en aclarar que la obra de Nagaoka jamás tuvo ningún rasgo de influencia extranjera. Aunque
esto nuevamente se contrapone después con el hecho de que finalmente la obra de Nagaoka influye a
otros autores extranjeros (este espacio en lo desarrollaré después).

Estos puntos que se contradicen y se demandan entre sí, nos devuelve a una pregunta que viene desde el
inicio de la pregunta por el lenguaje, el idioma y la identidad. ¿Es posible que el uso de una lengua ajena
a la de origen cambie nuestra construcción sintáctica, y por lo tanto el sentido de nuestro discurso y
consecuentemente de nuestra existencia? ¿En qué medida nos determina el lenguaje que usamos? ¿Qué
diferencia una lengua de la otra con respecto a los individuos que pertenecen a una u otra lengua? Otra
pregunta sería, nuevamente respecto a la pertenencia a un género determinado; Nagaoka escribe esta
teoría sobre lo literario, entonces, ¿eso hace que la lectura de su obra, que en este caso la hace el
narrador, deba estar determinada por esa concepción de lo literario o por el género al que cada obra
pertenece (novelas, ensayos)? Este conflicto, gracias a la cualidad performativa de la novela, nos rebota
inmediatamente al preguntarnos ¿qué teoría de lo literario se nos estaría presentando en esta obra o es
un género el que se está trabajando?, ¿esta narración es una biografía o una propuesta estética de lo
literario? ¿Qué tan propio y único es lo que nos es dado de origen?

En tanto al hecho de que la obra de Nagaoka Shiki, a pesar de sus intentos por no tener contacto con la
producción exterior, el narrador confiesa la influencia que Nagaoka habría tenido en América y Europa. El

1
De hecho, la obra inicia con dos epígrafes, uno es un anónimo y el otro es de Ryunosuke Akutagawa; tampoco
está de más recordar obras como La nariz de Gogol o el Soneto a una nariz de Quevedo, en las que la nariz como
rasgo grotesco determina tanto al sujeto de la obra, como a la obra mísma.
2
La relación entre sujeto y su género al que pertenece es una relación que se problematiza en toda la obra de
Bellatín, tanto en lo que se escribe como en cómo se escribe
narrador nos menciona a dos autores en especial; José María Arguedas y Juan Rulfo, lo cual hace que uno
se pregunte por el tipo de juego o confabulación en el que el autor nos ha metido.

Como es sabido, José María Arguedas y Juan Rulfo son conocidos personajes históricos, ambos inscritos
en la tradición literaria, además de que uno era un gran reivindicador de lo nacional a través de su obra,
y el otro cultivaba el ámbito de la fotografía, ambas cualidades pertenecientes a Nagaoka Shiki. El narrador
nos dice que las similitudes de Nagaoka con los otros autores van más allá de la influencia literaria, el
narrador alude a similitudes en la forma de vida. Con afirmaciones de este calibre, la ficcionalización de
lo real, se torna en un cinismo metalingüístico. La mentira se desnuda pornográficamente sin dejar de
lado el descaro de mantenerse verosímil bajo la firma de la ficción. Esto nos devuelve al punto anterior
donde nos preguntábamos por la influencia de la teoría de lo literario de Nagaoka en la lectura del
narrador sobre la obra de Nagaoka. Ahora somos nosotros los que nos preguntamos ¿debo aceptar para
mi lectura los principios de la ficción, donde lo literario es la capacidad de recrear la realidad de forma
verosímil y con esto aceptar que se me mienta en la cara con semejantes afirmaciones? O simplemente
considerar esta narración como posible más allá de que esté inscrita en la ficción, es decir ¿acaso no es
posible que Nagaoka Shiki haya existido? ¿Por qué resulta complicado aceptar un conocimiento ajeno a
lo que consideramos real? ¿Qué sabemos nosotros de lo que es o no real? Y para terminar de aniquilar
cualquier certeza respecto a la historia de Nagaoka quien se ha metido a nuestra vida, aniquilándola de la
misma manera, la obra termina con una colección fotográfica que no hace más que rompernos otra
ilusión, la posibilidad de que, a través de las fotografías, lleguemos a la verdad ya que estas,
supuestamente, no nos pueden mentir, con esa ilusión de verdad que tiene su lente devorador de
imagenes “concretas”.

Se nos muestra a los padres de Nagaoka, un hombre y una mujer con rasgos asiáticos lo cual ya nos tiene
que servir para validar la afirmación de que esos sujetos son quienes el pie de foto afirma. De la misma
manera, se nos muestra una foto borrosa y con rostros indefinibles con un circulo en lo que, según el pie
de foto, es Nagaoka Shiki graduándose de la escuela de lenguas extrajeras. También se muestran algunos
papeles escritos con ideogramas que validan la existencia de la obra de y entorno a Nagaoka. Incluso,
llegando al límite, una de las fotos es el perfil del mismísimo Nagaoka Shiki, en la que no se le puede ver
la nariz, ya que, como reza el indiscutible pie de foto, esta foto habría sido “manipulada por su hermana,
Eisuko, con el fin de evitar que el autor fuera considerado un personaje de ficción”.

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