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LA GUERRA DE TROYA
Al tratar de dirigirse a Troya, los ejércitos griegos pasaron por un sinfín de problemas
puestos en su camino por los irritados dioses. Uno de los errores más graves lo
cometieron al desembarcar por error en la tierra de Misia, donde, creyendo que estaban ya
en el reino de Príamo, atacaron a la población. El rey de Misia, Télefo, fue herido por la
lanza de Aquiles, y, pese a que finalmente se descubrió el malentendido y los griegos
abandonaron su reino, la herida se infectó y fue imposible sanarla. Desesperado, Télefo
consultó a un oráculo, que le dijo que sólo el que le había herido podría sanarle.
Télefo peregrinó hasta Áulide, el lugar en el que estaban reunidas las tropas griegas, para
suplicar a Aquiles que le sanara. Aquiles, a pesar de tener algunos conocimientos de
medicina transmitidos por Quirón, fue incapaz de curar la herida. Sólo Odiseo tuvo la
habilidad de interpretar el oráculo de forma correcta. Dado que había sido la lanza de
Aquiles la que había herido a Télefo, debían ser limaduras de esa misma lanza los que le
sanaran. Aquiles raspó trozos de bronce de su lanza sobre la herida de Télefo y ésta se
curó.
Una vez en Troya, Aquiles se mostró desde el comienzo del conflicto como el mejor de los
guerreros aqueos, el único junto al gran Áyax capaz de hacer frente a Héctor en el campo
de batalla. Una prueba temprana de su valía fue la derrota y muerte de Cicno, héroe hijo
de Poseidón que combatía junto a los troyanos y que se caracterizaba por su
invulnerabilidad.
En una patrulla de exploración, Aquiles descubrió junto a una fuente al joven Troilo, uno de
los hijos menores de Príamo. Las fuentes difieren en este punto respecto a lo que ocurrió
entre ambos. Mientras unos defienden que Aquiles quedó prendado de la belleza del joven
y pretendió forzarle a tener relaciones sexuales con él, otros afirman que el caudillo de los
mirmidones ya conocía el oráculo según el cual Troya nunca caería si Troilo seguía con
vida. Todos los autores antiguos coinciden en que Troilo consiguió escapar hasta un
templo de Apolo para buscar refugio en el lugar sagrado. Aquiles, sin embargo, ignorando
el carácter sacro del recinto, penetró en él y acabó con la vida del príncipe troyano,
ganándose el odio del dios Apolo.
El comienzo de la Ilíada de Homero cuenta la disputa que surgió entre Agamenón y Aquiles
cuando el primero, obligado por un oráculo del dios Apolo, tuvo que desprenderse de su
esclava Criseida y exigió como compensación que el caudillo de los mirmidones le
entregara a su propia esclava, Briseida. Aquiles cede ante la exigencia del rey, pero,
irritado, decide retirarse de la batalla junto a sus hombres.
Sin Aquiles, los griegos comienzan pronto a ser derrotados por las tropas comandadas
por Héctor. Los troyanos llegan a traspasar la muralla del campamento e incendian algunas
de las naves griegas. Sólo el valor y la fortaleza de Áyax consiguen que el desastre no sea
total y que las tropas de Héctor sean expulsadas de nuevo del campamento aqueo. A
pesar de que una embajada de reyes griegos enviada por Agamenón trató de convencer a
Aquiles de que regresara al combate, éste, aferrándose a su cólera, se negó en redondo a
hacerlo.
Patrocolo, desesperado ante la visión de la masacre entre las tropas griegas, suplica a su
amigo que regrese a la batalla o al menos le permita a él hacerlo llevando sus armas.
Aquiles se niega a combatir, pero concede su permiso a Patroclo para que lo haga en su
ausencia. Patrocolo se ciñe las armas de Aquiles y parte al campo de batalla. Aunque
cosecha algunos éxitos en un primer momento, el príncipe Héctor le descubre y se dirige
hacia él, dispuesto a acabar con su vida. Patroclo, aunque es un notable guerrero, no
puede medirse en igualdad de condiciones con Héctor. El joven mirmidón muere a manos
de su enemigo, que se apresura a despojarle de sus armas y armadura. Sólo la
intervención de Áyax y otros reyes griegos evita que Héctor se lleve consigo el cuerpo de
Patrocolo para causarle más humillaciones.
Cuando los reyes llevaron ante Aquiles el cadáver de su compañero caído, el caudillo
mirmidón cayó presa del dolor. Lloró durante horas junto al cuerpo de su amigo, y sólo
cuando sus lágrimas se hubieron agotado, se alzó y preparó unos funerales dignos de un
héroe en el que hubo todo tipo de competiciones atléticas en honor del difunto.
La relación exacta que había entre Aquiles y Patroclo ha generado una gran controversia
ya desde la misma Antigüedad. Leyendo los versos de Homero es muy difícil precisar si
entre ambos guerreros existía algo más que una profunda amistad. Nada hay en los
versos de la Ilíada que permita argumentar de forma rotunda que Aquiles y Patroclo
mantenían una relación de tipo sexual.
Es evidente, sin embargo, que tal era la interpretación que de la misma hacían los griegos
de época arcaica y clásica. Son numerosas las obras poéticas y teatrales en las que se
habla del amor entre ambos, siendo un ejemplo y modelo para las relaciones
homosexuales que estructuraban el sistema educativo en ciudades como Esparta y
Atenas. Sabemos que, por ejemplo, Alejandro magno y Hefestión se veían a si mismos
como una suerte de herederos espirituales de Aquiles y Patroclo. Esto no quiere decir en
absoluto que a Aquiles se le pueda achacar un comportamiento homosexual exclusivo,
pues son muchos los datos que tenemos acerca de sus relaciones con mujeres como
MUERTE DE AQUILES
Durante la Antigüedad hubo muchas versiones acerca de la muerte de Aquiles. Todas
ellas tienen en común que el héroe fallece antes de la caída de Troya, consiguiendo con
ello, tal y como su madre le había predicho, una muerte temprana seguida de una fama
inmortal. La versión más extendida es que Paris, ayudado por el dios Apolo, dispara una
flecha que se clava en Aquiles causándole la muerte. La versión tardía de Estacio cuenta
que la flecha se calvó en el talón, el único punto del cuerpo de Aquiles que era vulnerable.
Tras incinerar el cuerpo del héroe, los griegos celebraron unos fastuosos funerales. Las
cenizas de Aquiles reposaron en monumento funerario mezcladas con las de Patroclo,
quedando de este modo unidos ambos amigos para toda la eternidad.
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