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Luis Manuel López | Mitología | 3/04/2015 - 18:26Comenta
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Troya
Homero
tetis
Héctor
pelida

Aquiles es uno de los principales


protagonistas del ciclo troyano. De todos los héroes que combaten en Troya, Aquiles es
sin duda el mejor guerrero, el que combina con un equilibrio más preciso la fuerza, la
velocidad y la inteligencia. Conocido en los poemas homéricos como “el de los pies
ligeros”, destaca por su coraje en el combate, su orgullo, su tesón y su ansia de gloria.
Aquiles es el personaje central en torno al cual gira la Ilíada de Homero, que no en vano,
ha sido definido como el poema de la cólera de Aquiles.
INFANCIA
Aquiles desciende de Eaco, uno de los héroes que acabó siendo nombrado juez de los
infiernos junto a Minos y Radamantis. El hijo de Eaco, Peleo, fue recompensado por sus
hazañas con un matrimonio extraordinario para un mortal, pues se le concedió el honor de
desposarse con una diosa, la nereida Tetis. Tal honor no fue una decisión gratuita de
Zeus, sino que ocultaba un motivo más profundo. Zeus y su hermano Poseidón, después
de disputarse el amor de la bella nereida durante un tiempo, abandonaron sus
pretensiones al recibir del titán Prometeo un oráculo que afirmaba que Tetis engendraría
un hijo que sería mucho más poderoso que su padre. Zeus, temeroso de que alguna
divinidad engendrara con Tetis una criatura tan poderosa que fuera capaz de disputarle el
mando del Olimpo, optó por obligar a la nereida a desposarse con mortal. El elegido no fue
otro que el héroe Peleo, que, ajeno a la verdadera causa, recibió la oferta con orgullo y
agradecimiento al señor de los dioses.
Fue durante las celebraciones de las bodas de Tetis y Peleo cuando se produjo el
incidente de la aparición de Eris, diosa de la discordia, y la disputa entre Atenea, Hera y
Afrodita por la manzana de oro que las coronaría como la divinidad más bella del Olimpo.
Tras la boda, Tetis y Peleo no gozaron de una larga felicidad conyugal. La indomable
divinidad marina era demasiado voluble y cambiante para soportar la vida en el mundo de
los hombres, por lo que abandonó a Peleo y regresó al océano junto al resto de las
nereidas. Sin embargo, antes de producirse la separación, Tetis dio un hijo a Peleo, un
niño fuerte y robusto al que pusieron como nombre Aquiles.
Una tradición tardía afirmaba que Aquiles era invulnerable debido a un episodio ocurrido
durante su infancia. Según la versión de Estacio, poeta latino de época imperial, Tetis
habría sumergido el cuerpo de su hijo en la laguna Estigia para acercar al pequeño a la
inmortalidad. Sin embargo, para evitar que se ahogara o fuera arrastrado por la corriente,
Tetis tuvo que sostener al bebé por uno de los talones, motivo por el cual esta parte de su
cuerpo no recibió los efectos mágicos de las aguas. Según otra versión, lo que hizo Tetis
fue cubrir el cuerpo de Aquiles con ambrosía y ponerlo sobre el fuego, pero al ser
descubierta en este acto por Peleo la operación quedó incompleta y el talón de Aquiles no
fue bañado por el líquido divino. Aunque se duda de la antigüedad de estas tradiciones, es
seguro que para los escritores del Bajo Imperio el talón de Aquiles era uno de los puntos
débiles del héroe y finalmente se convertirá en la causa de su muerte. ¿Conocía Homero
esta tradición acerca de la invulnerabilidad de Aquiles? Todo apunta a que no, pues en el
trascurso de los acontecimientos narrados en la Ilíada el héroe es herido en alguna
ocasión, llegando a derramar sangre.

Los primeros años de la infancia de Aquiles transcurrieron en Ftía, en la corte de su padre


Peleo. Fénix, un hombre de confianza de Peleo, fue el responsable de su formación de
niño, estableciendo unos vínculos con Aquiles que perdurarán a lo largo de la vida de
ambos. Durante estos primeros años, el príncipe Aquiles entabló una gran amistad con
Patroclo, un joven exiliado en Ftía tras haber sido expulsado de su patria por haber
cometido un crimen de forma involuntaria. Aquiles y Patroclo fueron iniciados juntos en las
artes del combate, así como en disciplinas más elevados como la oratoria, necesarias para
ser un buen general y soberano.
Al llegar a los primeros años de la adolescencia y buscando potenciar las virtudes
innegables que observaba en su hijo, Peleo envió a Aquiles a completar su formación junto
al centauro Quirón. A diferencia de sus salvajes semejantes, Quirón era un centauro
civilizado que había llegado a dominar todo tipo de técnicas en campos tan dispares como
el tiro con arco, la medicina, la retórica y un largo etcétera. Durante los años que pasó a su
lado, Aquiles terminó de formarse como el gran guerrero que estaba llamado a ser.

AQUILES EN LA CORTE DE ESCIROS


Una tradición tardía, que también era desconocida por Homero, afirmaba que el adivino
Calcante había predicho a los reyes griegos que, sin la ayuda de Aquiles, Troya nunca
caería. Para evitar que su hijo fuera reclutado, Tetis decidió ocultarle en la corte de
Esciros, una isla del Egeo en la que reinaba el anciano Licomedes. Este rey tenía una gran
cantidad de hijas, pero ningún hijo, por lo que la nereida pensó que los monarcas aqueos
no acudirían a su reino a reclutar tropas al no haber ningún príncipe que pudiera dirigirlas.
Aprovechando que Aquiles aún era muy joven y no le había salido la barba, Tetis vistió a
su hijo de muchacha y le pidió a Licomedes que le admitiera en su corte para educarle con
sus hijas. Licomedes, ignorando el engaño, aceptó la propuesta. Aquiles, bajo la identidad
de la joven Pirra, pasó un tiempo indeterminado viviendo con las hijas de este rey. Sin
embargo, no pudo contener su lujuria y dejó embarazada a una de las princisas de
Esciros, la joven Deidamía, que nueve meses después, ya con Aquiles combatiendo en
Troya, daría a luz al pequeño Neoptólemo.
La forma en la que fue descubierto el engaño de Tetis también difiere en la tradición. Para
algunos autores, el rey Odiseo, que estaba buscando a Aquiles por todas las islas del
Egeo, se presentó en Esciros trayendo consigo una gran cantidad de regalos para las hijas
de Licomedes. Entre los presentes había todo tipo de vestidos, perfumes, joyas y artículos
femeninos, así como un escudo y una lanza. Aquiles, aún disfrazado de doncella, escogió
para si las armas, revelando con ello a Odiseo su verdadera identidad. El rey de Ítaca hizo
uso de su habilidad retórica para convencer al joven de que le acompañara a combatir en
Troya. Otra tradición afirma que lo que Odiseo hizo fue tocar una trompeta como señal de
alarma, fingiendo que un enemigo estaba atacando la isla de Esciros. Aquiles no pudo
reprimir su ardor guerrero y se lanzó a por las armas para defender a sus anfitriones,
revelando que no era en realidad una muchacha y cayendo de este modo en la trampa del
rey de Ítaca.

LA GUERRA DE TROYA
Al tratar de dirigirse a Troya, los ejércitos griegos pasaron por un sinfín de problemas
puestos en su camino por los irritados dioses. Uno de los errores más graves lo
cometieron al desembarcar por error en la tierra de Misia, donde, creyendo que estaban ya
en el reino de Príamo, atacaron a la población. El rey de Misia, Télefo, fue herido por la
lanza de Aquiles, y, pese a que finalmente se descubrió el malentendido y los griegos
abandonaron su reino, la herida se infectó y fue imposible sanarla. Desesperado, Télefo
consultó a un oráculo, que le dijo que sólo el que le había herido podría sanarle.
Télefo peregrinó hasta Áulide, el lugar en el que estaban reunidas las tropas griegas, para
suplicar a Aquiles que le sanara. Aquiles, a pesar de tener algunos conocimientos de
medicina transmitidos por Quirón, fue incapaz de curar la herida. Sólo Odiseo tuvo la
habilidad de interpretar el oráculo de forma correcta. Dado que había sido la lanza de
Aquiles la que había herido a Télefo, debían ser limaduras de esa misma lanza los que le
sanaran. Aquiles raspó trozos de bronce de su lanza sobre la herida de Télefo y ésta se
curó.
Una vez en Troya, Aquiles se mostró desde el comienzo del conflicto como el mejor de los
guerreros aqueos, el único junto al gran Áyax capaz de hacer frente a Héctor en el campo
de batalla. Una prueba temprana de su valía fue la derrota y muerte de Cicno, héroe hijo
de Poseidón que combatía junto a los troyanos y que se caracterizaba por su
invulnerabilidad.

En una patrulla de exploración, Aquiles descubrió junto a una fuente al joven Troilo, uno de
los hijos menores de Príamo. Las fuentes difieren en este punto respecto a lo que ocurrió
entre ambos. Mientras unos defienden que Aquiles quedó prendado de la belleza del joven
y pretendió forzarle a tener relaciones sexuales con él, otros afirman que el caudillo de los
mirmidones ya conocía el oráculo según el cual Troya nunca caería si Troilo seguía con
vida. Todos los autores antiguos coinciden en que Troilo consiguió escapar hasta un
templo de Apolo para buscar refugio en el lugar sagrado. Aquiles, sin embargo, ignorando
el carácter sacro del recinto, penetró en él y acabó con la vida del príncipe troyano,
ganándose el odio del dios Apolo.

El comienzo de la Ilíada de Homero cuenta la disputa que surgió entre Agamenón y Aquiles
cuando el primero, obligado por un oráculo del dios Apolo, tuvo que desprenderse de su
esclava Criseida y exigió como compensación que el caudillo de los mirmidones le
entregara a su propia esclava, Briseida. Aquiles cede ante la exigencia del rey, pero,
irritado, decide retirarse de la batalla junto a sus hombres.
Sin Aquiles, los griegos comienzan pronto a ser derrotados por las tropas comandadas
por Héctor. Los troyanos llegan a traspasar la muralla del campamento e incendian algunas
de las naves griegas. Sólo el valor y la fortaleza de Áyax consiguen que el desastre no sea
total y que las tropas de Héctor sean expulsadas de nuevo del campamento aqueo. A
pesar de que una embajada de reyes griegos enviada por Agamenón trató de convencer a
Aquiles de que regresara al combate, éste, aferrándose a su cólera, se negó en redondo a
hacerlo.
Patrocolo, desesperado ante la visión de la masacre entre las tropas griegas, suplica a su
amigo que regrese a la batalla o al menos le permita a él hacerlo llevando sus armas.
Aquiles se niega a combatir, pero concede su permiso a Patroclo para que lo haga en su
ausencia. Patrocolo se ciñe las armas de Aquiles y parte al campo de batalla. Aunque
cosecha algunos éxitos en un primer momento, el príncipe Héctor le descubre y se dirige
hacia él, dispuesto a acabar con su vida. Patroclo, aunque es un notable guerrero, no
puede medirse en igualdad de condiciones con Héctor. El joven mirmidón muere a manos
de su enemigo, que se apresura a despojarle de sus armas y armadura. Sólo la
intervención de Áyax y otros reyes griegos evita que Héctor se lleve consigo el cuerpo de
Patrocolo para causarle más humillaciones.
Cuando los reyes llevaron ante Aquiles el cadáver de su compañero caído, el caudillo
mirmidón cayó presa del dolor. Lloró durante horas junto al cuerpo de su amigo, y sólo
cuando sus lágrimas se hubieron agotado, se alzó y preparó unos funerales dignos de un
héroe en el que hubo todo tipo de competiciones atléticas en honor del difunto.
La relación exacta que había entre Aquiles y Patroclo ha generado una gran controversia
ya desde la misma Antigüedad. Leyendo los versos de Homero es muy difícil precisar si
entre ambos guerreros existía algo más que una profunda amistad. Nada hay en los
versos de la Ilíada que permita argumentar de forma rotunda que Aquiles y Patroclo
mantenían una relación de tipo sexual.
Es evidente, sin embargo, que tal era la interpretación que de la misma hacían los griegos
de época arcaica y clásica. Son numerosas las obras poéticas y teatrales en las que se
habla del amor entre ambos, siendo un ejemplo y modelo para las relaciones
homosexuales que estructuraban el sistema educativo en ciudades como Esparta y
Atenas. Sabemos que, por ejemplo, Alejandro magno y Hefestión se veían a si mismos
como una suerte de herederos espirituales de Aquiles y Patroclo. Esto no quiere decir en
absoluto que a Aquiles se le pueda achacar un comportamiento homosexual exclusivo,
pues son muchos los datos que tenemos acerca de sus relaciones con mujeres como

Pirra, Políxena o Briseida.

Tras la muerte de Patroclo, buscando venganza, Aquiles regresa al combate. Presa de la


cólera, acaba con la vida de centenares de troyanos, llegando incluso a enfrentarse al dios
Escamandro, divinidad protectora del río que regaba las llanuras troyanas. El mismo
Escamandro se retira ante la furia de Aquiles.

El objetivo de la venganza de Aquiles no era otro que Héctor, asesino de su amigo


Patrocolo. Cuando por fin se produce el enfrentamiento entre ambos, el dios Zeuspone en
una balanza las almas de los dos héroes. El destino decide que es Héctor el que debe
morir, por lo que el padre de los dioses infunde un gran miedo en el cuerpo del príncipe
troyano. Héctor, aterrado de forma sobrenatural, trata de escapar hacia la ciudad,
buscando la protección de las murallas de Troya. Aquiles, ayudado por una argucia de la
diosa Atenea, consigue matar a Héctor y, para humillar al caído y a todos los troyanos, ata
el cadáver a su carro y da varias vueltas en torno a la ciudad de Troya, para que todos sus
habitantes puedan ver el destino que les aguarda. Después de esto, Aquiles abandona el
cadáver de Héctor junto a su propia tienda de campaña, para que los perros y las aves de
rapiña se alimenten con él.
Pese a su persistente odio hacia su enemigo muerto, cuando el anciano Príamo, con
ayuda del dios Hermes, se presenta en su tienda de campaña a suplicar por el cuerpo de
Héctor, Aquiles cede y permite que el rey de Troya recupere el cadáver de su hijo para
celebrar unos funerales dignos.
La obra de numerosos escritores
posteriores a Homero nos ofrece información acerca de la suerte corrida por Aquiles
después de la muerte de Héctor. Uno de los principales episodios protagonizados por él es
el que tiene como eje central a Pentesilea, reina de las amazonas. Tras la muerte de
Héctor, Príamo decide pedir ayuda a todos sus aliados para derrotar de forma definitiva a
los griegos. Uno de los pueblos que escucha la llamada del anciano rey es el de las
amazonas, sociedad formada por mujeres guerreras. Pentesilea, la reina de las amazonas,
es una notable guerrera que no duda en enfrentarse a Aquiles en el campo de batalla.
Éste, creyendo que se trata de un hombre debido a la armadura, mata a Pentesilea sin
compasión alguna. Sin embargo, al despojarla del yelmo descubre que es una hermosa
mujer y, según algunos autores, queda prendado de su belleza.

El último gran combate de Aquiles antes de su muerte se produce contra el etíope


Memnón, hijo de la diosa Eos, la aurora, y aliado de Priamo. El rey de los etíopes había
matado en combate a Antíloco, hijo del rey Néstor, por lo que, en un episodio que recuerda
al de la muerte de Patrocolo, Aquiles decide cobrarse venganza y asesina a Memnón. La
diosa Eos envía a sus hijos, los cuatro vientos a recoger el cadáver de su hermano mortal,
y llora sobre su cadáver día y noche, de forma que sus lágrimas se convierten cada
mañana en rocío.

MUERTE DE AQUILES
Durante la Antigüedad hubo muchas versiones acerca de la muerte de Aquiles. Todas
ellas tienen en común que el héroe fallece antes de la caída de Troya, consiguiendo con
ello, tal y como su madre le había predicho, una muerte temprana seguida de una fama
inmortal. La versión más extendida es que Paris, ayudado por el dios Apolo, dispara una
flecha que se clava en Aquiles causándole la muerte. La versión tardía de Estacio cuenta
que la flecha se calvó en el talón, el único punto del cuerpo de Aquiles que era vulnerable.

Tras incinerar el cuerpo del héroe, los griegos celebraron unos fastuosos funerales. Las
cenizas de Aquiles reposaron en monumento funerario mezcladas con las de Patroclo,
quedando de este modo unidos ambos amigos para toda la eternidad.

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