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ELEMENTOS
Cada elemento posee características y leyes propias y, en función de la época, de la
personalidad del director o de otras circunstancias, estos elementos son:
Texto
Las obras dramáticas se escriben en diálogos y en primera persona, en el que existe las acciones
que van entre paréntesis, (llamado lenguaje acotacional)
Dirección
La personalidad del director como artista creativo por derecho propio sólo se consolidó, según se
apuntó anteriormente, a fines del siglo XIX. Su figura, de cualquier forma, había existido
siempre, en cuanto responsable de la coordinación de los elementos que representan, desde la
escenografía a la interpretación. A él corresponde, en definitiva, convertir el texto, si existe, en
teatro, por medio de los procedimientos que juzgue precisos.
Actuación
Un actor es una persona que interpreta a un personaje en cine, televisión, teatro, doblaje o
radio. En ópera la actuación se consideraba más importante que el canto. En el momento actual
se está llegando a un lógico mismo nivel de importancia entre actuación y canto, por lo que
muchos directores de escena llaman también actores a los cantantes de ópera. La mujer
dedicada a esta actividad se le llama actriz, en lugar de actora.
Aproximación histórica
La mayoría de los estudios consideran que los orígenes del teatro deben buscarse en la evolución
de los rituales mágicos relacionados con la caza, al igual que las pinturas rupestres, o la
recolección agrícola que, tras la introducción de la música y la danza, se embocaron en
auténticas ceremonias dramáticas donde se rendía culto a los dioses y se expresaban los
principios espirituales de la comunidad. Este carácter de manifestación sagrada resulta un factor
común a la aparición del teatro en todas las civilizaciones.
- Los autores dramáticos deben contar una historia en un lapso de tiempo bastante limitado, con
lo que no se pueden permitir demoras innecesarias.
- El hilo argumental debe captar la atención del público durante toda la representación. El
recurso fundamental para conseguirlo consiste en establecer, cada cierto tiempo, un momento
culminante o clímax que vaya encaminando la historia hacia el desenlace.
- Aunque podamos leer una obra de teatro, los personajes que intervienen en ella han sido
concebidos por el autor para ser encarnados por actores sobre un escenario.
- El autor queda oculto detrás del argumento y los personajes. Si leemos una obra teatral,
observaremos que de vez en cuando aparecen indicaciones sobre cómo debe ser el escenario o
cómo deben actuar los personajes. Estas instrucciones se denominan acotaciones. Por lo demás,
los sentimientos del autor, sus ideas y opiniones se encuentran diluidos en la amalgama de
personajes y ambientes que forman una obra de teatro.
Oberón y Titania, rey y reina de las hadas, que habitan en el bosque, han reñido por causa de
un paje. Oberón pide al duendecillo Puck, símbolo de la volubilidad del amor, que le procure
cierta flor mágica cuyo jugo, vertido en los ojos de Titania mientras duerme, hará que se
enamore del primer ser a quien vea cuando despierte. Oberón oye en el bosque a Demetrio
reprochar a Elena que ande siguiéndolo, y deseoso de reconciliarles, ordena a Puck que vierta
un poco de aquel filtro amoroso en los ojos de Demetrio cuando Elena esté junto a él.
Pero Puck, tomando a Lisandro por Demetrio, le da el filtro, y como Elena es la primera
persona que Lisandro ve al despertar, le dirige palabras de amor; pero no consigue sino
irritarla porque piensa que Lisandro se burla de ella. Oberón, descubierto el error de Puck,
vierte el jugo en los ojos de Demetrio, de modo que ahora son dos los que cortejan a Elena.
Las dos mujeres se pelean mientras los hombres se preparan a desafiarse por Elena.
Mientras tanto el rey Oberón ha puesto el filtro en los párpados de la reina Titania, quien, al
despertar, halla a su lado al tejedor Bottom con una cabeza de asno en lugar de la propia.
Bottom, con una compañía de artesanos atenienses, se hallaba en el bosque ensayando un
drama que había de representarse para festejar las bodas del duque Teseo, y Puck le había
puesto la cabeza de asno. Titania se enamora de Bottom en cuanto lo ve, y lo requiebra por su
belleza. Los sorprende Oberón, quien compadece a Titania, y después de recuperar al raptado
paje, frota los ojos de su esposa con una hierba que la libera del encanto.
Puck, por orden del rey Oberón, rodea a los amantes humanos y los reúne: mientras duermen
unos junto a otros, exprime en sus ojos la hierba que deshace el encanto, de manera que al
despertar vuelven a los amores de antes. Se presentan el duque Teseo y el padre de Hermia,
Egeo; los fugitivos son perdonados y las parejas se casan. El drama termina con una escena de
Píramo y Tisbe recitada de manera grotesca por Bottom y sus compañeros para las bodas de
Teseo e Hipólita, reina de las Amazonas.
Amor y fantasía
Los diversos hilos del drama (las bodas de Teseo e Hipólita, la disputa de Oberón y Titania, la
fuga de los cuatro amantes, la representación de los artesanos) se enlazan del modo más ágil
en un suntuoso tapiz de vivaces colores sobre un fondo de mágica floresta. El mundo clásico y
el mundo de las hadas se funden como en un "triunfo" del Renacimiento tardío: en la pareja
Oberón -Titania hay un reflejo de la antigua disputa entre Júpiter y Juno, y aquellos dos seres
parecen participar de la serena belleza de los dioses de Grecia, mientras el duendecillo Puck
pertenece al mundo tenebroso y mítico de la superstición nórdica.
La encantadora ligereza del mundo de los elfos concierta con la vicisitud humana; hasta los
movimientos y las pasiones de los enamorados parecen desarrollarse según arabescos de
ensueño, se desenvuelven en absurdas dificultades y se disipan en encanto como una danza
elegante y abstrusa gobernada por el capricho de Amor. Una alegre y absurda metamorfosis
se apodera hasta de los humildes artesanos, que no son fantoches marginales en el cuadro,
sino que se hallan envueltos en una misma atmósfera mágica; y Bottom, con la cabeza de
asno, y la grotesca representación de Píramo y Tisbe, no parecen tan emparentados con el
mundo clásico de Luciano de Samósata y de Ovidio como con las singulares invenciones y
absurdos fantasmas de El Bosco. El mundo fantástico de las alegorías del Renacimiento y el
mundo amoroso de las novelas caballerescas, con sus fuentes que encienden o hielan el amor,
hallan aquí su más perfecta y poética expresión.