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Se llama representación sucesora cuando los descendientes tienen el derecho de entrar en lugar y en el grado
de su ascendiente, a recibir la herencia que a éste correspondía si viviese, o la que hubiera renunciado o perdido
por indignidad o desheredación.
Derecho de representación.
Cuando el llamamiento a suceder se dirige a alguien para que haciendo las veces de otra persona que no hereda,
suceda al difunto en puesto de ella y desempeñando su papel, se dice que se le llama por derecho de
representación, o representado a aquel cuyo lugar ocupa. En otro caso se dice que el heredero es llamado por
derecho propio, porque lo es, en atención a él mismo, omisión hecha de su vinculación con el que no sucedió.
Así, el derecho de representación sucesoria se conoce como una excepción al principio de mejor derecho a
suceder, siendo que otra excepción es la indicada por Fernández Arce quien menciona que una segunda
excepción al principio general del derecho preferencial está dada por el derecho del cónyuge sobreviviente, que
no siendo pariente del causante y estando ubicado en el tercer orden, pueden sin embargo, heredar en
concurrencia con los herederos de los primeros órdenes.
La representación tiene lugar cuando el representado no puede o no quiere aceptar la herencia, ya sea por haber
fallecido o por otra causa. Así, la representación será posible, de acuerdo con la doctrina, en los siguientes casos:
a) cuando el representado hubiere fallecido; b) cuando hubiere renunciado a la herencia; c) cuando hubiere sido
declarado ausente con presunción de fallecimiento; d) cuando hubiere sido declarado indigno; y, e) cuando
hubiere sido desheredado
El Código Civil peruano en el artículo 681 regula la representación sucesoria del siguiente modo:
“Por la representación sucesoria los descendientes tienen derecho de entrar en el lugar y en grado de su
ascendiente, a recibir la herencia que a este correspondería si viviese, o a la que hubiera renunciado o perdido
por indignidad o desheredación”.
El jurista peruano Juan Guillermo Lohmann en una impecable fundamentación refiere que tal
definición es imprecisa: en primer término, porque en cuanto a los descendientes, esto no se limita solo a los
descendientes directos del causante, ya que de acuerdo con el numeral 683, la representación se reconoce en la
línea colateral en algunos casos; segundo, que no es que los descendientes tengan un derecho, sino que por
voluntad legal los descendientes son colocados, lo quieran o no, en la situación sucesoria de su directo antecesor,
y solo cuando estén colocados en tal posición entra en juego la voluntad y pueden ejercer los derechos
respectivos como si hubiesen sido llamados ab initio y sin solución alguna de continuidad; tercero, que no es
correcto que los descendientes tengan derecho a recibir a la herencia, pues a lo que tienen derecho los
descendientes, por efecto de la representación, es al mismo derecho del ascendiente. Y el derecho del
ascendiente no es a recibir la herencia, sino a decidir si la recibe o no, esto es, si la acepta o la renuncia, entonces,
concluye, que por la representación no se recibe la herencia, sino que una persona queda situada en la posición
jurídica que otra persona ha dejado vacante. Es esa posición jurídica la que, a su vez, contiene la mera
posibilidad de recibir la herencia. Posibilidad, pues, pero nada más.
LA REPRESENTACION SUCESORIA.
Existen dos maneras de tomar la herencia dejada por el causante:
1) POR DERECHO PROPIO (ius proprio).
Habrá sucesión por derecho propio cuando el único heredero o todos, si son varios, acceden a la herencia por
tener directa e inmediata relación de parentesco con el causante (la relación filial del hijo con el padre, por
ejemplo).
En la sucesión por derecho de representación, en cambio, los que reciben la herencia carecen de relación
inmediata con el causante (hay por lo menos un grado más entre el causante y el sucesor) y al acceder a ella lo
hacen en lugar de su antecesor. Quienes reciben la herencia del causante se hallan emparentados con éste en
segundo o más grados, nunca en primer grado. Asimismo, en la sucesión por representación no basta el
fallecimiento del causante, además, es necesario que el futuro llamado a una herencia por derecho propio
haya premuerto o haya estado incurso en algunas de las causas por las que no puede recibir directamente la
herencia.
La sucesión que opera por representación constituye una excepción al principio conforme al cual los parientes
más cercanos del causante en grado de parentesco excluyen a los más remotos. Aunque representar desde el
punto de vista jurídico significa actuar en nombre de otro, esto no sucede en la representación sucesoria en la
que el representante “actúa” por derecho propio y en defensa de sus intereses personales
La Representación según el artículo 681 del código civil es el derecho que tienen todos los descendientes de
entrar en el lugar y en el grado de su ascendiente, a recibir la herencia que a éste correspondería si viviese, o la
que hubiere renunciado o perdido por indignidad o desheredación.
Por la representación no se recibe la herencia, sino simplemente, la ley coloca al representante en aptitud de
poder tomarla o rechazarla. Cuando el Código civil en el art. 681º pretenda exigir al representante hacerse
cargo de la herencia, será una equivocada interpretación del dispositivo en cuestión, pues su espíritu no puede
llegar a tremenda exigencia. La aceptación de la herencia renunciada es una mera posibilidad, como tal puede
no ser aceptada por los herederos del renunciante. No hay propiamente herederos sino hasta cuando la
herencia haya sido aceptada en cualquiera de sus formas (expresa, tácita o legal)
CLASES DE REPRESENTACIÓN
La representación, como una forma de recibir la herencia de manera indirecta, puede tener lugar en línea
recta y en línea colateral.
En la línea colateral la representación adviene tanto en la sucesión intestada como testada, salvo que el
testador haya dispuesto (tratándose de una sucesión testamentaria), de conformidad con lo señalado en el
arts. 685º del Código civil, respetándose en este último caso, la voluntad del testador. La razón por la que
deben acatarse las disposiciones testamentarias establecidas en este sentido, constituye el hecho que los
parientes colaterales no tienen la calidad de herederos legitimarios y por tanto el causante no puede ser
obligado, en forma alguna, de dejarles su patrimonio.
Por lo demás, respecto a la representación en general, no hay posibilidad de que otros parientes accedan a la
herencia por este medio. No hay representación con respecto a los cónyuges, éstos heredan solamente por
derecho propio, la representación ha sido instituida por el sistema jurídico para favorecer a los descendientes,
mediante el sistema de estirpes.
Un ejemplo. Juan quien tiene un patrimonio cuantioso solo tiene dos hermanos; Carlos y Joel, Carlos padre
soltero a su vez dos hijos John y Max, de dicha familia resulta que producto de un accidente Carlos muere
antes que Juan dejando en la orfandad a John y Max; Juan quien fallece años después deja el “patrimonio
cuantioso”.
Por la representación sucesoria en línea colateral estos hijos (sobrinos de Juan) ocupan el lugar de su padre
para poder heredar la herencia de su tío Juan, pero la ley establece que necesariamente concurran con su otro
hermano Joel.
Para que internamente se haga la distribución de los bienes, derechos y obligaciones que a cada miembro de la
estirpe le corresponde. La representación acaece únicamente en la sucesión por estirpes, debido a la normal
disparidad de miembros en cada tronco familiar, por consiguiente jamás la encontraremos en la sucesión in
cápita. Aun cuando, fallecieran todos los hijos del causante, heredarían los nietos (si todos son únicamente
nietos) por derecho propio y no por representación, así no encontremos la disparidad antes señalada, según
parece establecerlo el sistema jurídico en los arts. 684º, 818º y 819º del Código civil13.
La solución a la que se arriba, puede dar lugar a situaciones en las que maliciosamente se renuncie a una
determinada herencia con la exclusiva finalidad de propiciar una sucesión por cabezas, de esta manera, muy
sutilmente, se mejore exagerada e injustamente a los miembros de una determinada estirpe, en detrimento de
los miembros de las otras. Esta circunstancia, que si bien aparenta un origen lícito, otorga a los herederos
perjudicados el derecho de intentar su nulidad, alegando finalidad ilícita, evidenciándose en el acto jurídico de
renuncia una conducta dirigida a menoscabar determinados derechos hereditarios, el hecho encuadra dentro
de la prohibición normativa del inc. 4º del art. 219º del Código civil.
a) Que el representado no pueda o no quiera aceptar la herencia por las razones previstas en la ley. Cuando no
desea la herencia la repudia mediante la renuncia. En cambio, si ha premuerto o muerto conjuntamente con el
causante, si ha sido desheredado o declarado indigno, no puede recibirla porque ya no existe, en consecuencia
deja de desplegar su personalidad: ya no es sujeto de derecho.
b) Que el representante sea pariente del causante, en línea recta o colateral, siempre de manera descendente,
pues nuestro Código regula la representación en ambas líneas, pero del tronco hacia las ramas.
c) Que el representante sea descendiente consanguíneo del representado, tanto en la representación en línea
recta o en línea colateral.
d) Que el representante tenga aptitud para suceder, se exige que sea hábil para suceder al causante, no
importando, de otro lado, que no lo fuera en relación al representado. Podría especularse esté, habiendo sido
declarado indigno o desheredado de la herencia del representado, no estaría habilitado para ocupar su lugar
mediante la representación sucesoria. Semejante afirmación es insostenible, para que haya representación se
requiere que el representante tenga aptitud con relación al causante y no con relación a otra persona, además
que sea pariente directo del representado; y,
e) Que no exista sucesor con mejor derecho que el representante, pues de haberlo, éste toma la herencia y no
el posible representante por la regla mediante la cual el pariente más próximo excluye al más remoto
Que el ejercicio de aquel derecho de representación los hace actuar por otro, el representante actúa por
atribución normativa y exclusivamente a su favor.
Si la renuncia es impugnada, por haberlo así establecido el art. 676º del Código civil, por los acreedores del
renunciante y se declara fundada la impugnación, los herederos del renunciante reciben el remanente, una vez
pagadas las deudas del renunciante. Por lo tanto aun cuando la renuncia fuere impugnada, la representación
sucesoria se mantiene incólume y los herederos del renunciante pueden llegar a tomar la herencia (o parte de
ésta) a través de la representación. Esta circunstancia permite contrarrestar los efectos que la renuncia
maliciosa produce: La renuncia es maliciosa e ineficaz únicamente cuando daña los derechos de los
acreedores, y es eficaz en cuanto al exceso, que permite a los herederos del renunciante recibir el saldo por vía
de representación.
La representación sucesoria no impide el pago de las deudas del renunciante. Quien renuncia a una herencia
con la intención de perjudicar a sus acreedores, provoca la ineficacia de su renuncia respecto de sus
acreedores, pero es válida para sus descendientes en cuanto al exceso.
La indignidad debe ser judicialmente declarada, no basta que el llamado haya incurrido en alguna de las
causales por las que se pierde la herencia por indignidad, es necesario que haya sentencia firme que la
establezca. La inacción de los herederos dentro del plazo para intentar la acción de exclusión por indignidad,
consolida la calidad de sucesor en el heredero y a quien se atribuyó una causal de indignidad.