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FACULTAD DE HUMANIDADES

ESCUELA ACADÉMICO PROFESIONAL DE PSICOLOGÍA

INFORME ACADÉMICO
MALTRATO INFANTIL EN EL PERÚ Y SU REPERCUSIÓN EN LA
CONDUCTA

AUTORES:
ESCOBEDO HERRERA, GIANELLA
MARTINEZ FERNANDEZ, VERÓNICA
VÁSQUEZ VERAMENDE, KIARA

ASESOR:
Mg. RICHARD JOSUÉ CRUZ GONZÁLES

NUEVO CHIMBOTE – PERÚ


2018
ÍNDICE

Pág.

INTRODUCCIÓN 3
CAPÍTULO I: MARCO CONCEPTUAL 7
MALTRATO INFANTIL 7
1. Definición 7
2. Características 9
3. Tipos 9
4. Causas 12
5. Consecuencias 14

CAPÍTULO II: MALTRATO INFANTIL EN EL PERÚ

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
INTRODUCCIÓN

Uno de los hechos cotidianos y traumáticos en la vida de muchos niños es el maltrato

infantil, como práctica que impone autoridad, busca sumisión generacional como

ejercicio de poder transgeneracional. A pesar de los diversos cambios sociales en las

últimas décadas y el avance sistemático de la ciencia y la tecnología, este problema

subsiste como estilo de vida que dicta la pauta formativa de los niños y niñas,

manteniéndose en la medida que en la sociedad moderna se vive obsesionado por fijar

normas de regulación, es en este contexto que en nuestro país encontraremos que de

acuerdo a cada colectividad cultural hay peculiaridades en cuanto al tipo de valoración de

cada uno de sus integrantes y en cuanto a la relación entre ellos, es fundamentalmente de

dominación y sumisión que relegan y limitan los derechos de sus hijos.

Esta situación convertida en un aspecto cotidiano, es decir, entendida como el pan de cada

día, que es la de castigar, son réplicas de aquellos padres que han sido castigados,

aflorando de alguna manera sentimientos contradictorios, de impotencia, desesperación,

rabia, culpa, afectuosidad que en sus bases tienen grandes carencias de afecto, tratos

igualmente duros, en edades muy tempanas y que influyen en el desarrollo de actitudes

de intolerancia y agresividad. El maltrato, por lo tanto, es común en diferentes estratos y

grupos sociales, se ha hecho presente a lo largo de distintos tiempos y espacios.

La historia nos ha demostrado que el maltrato infantil ha sido y es una práctica común

dentro de la humanidad, pero en las últimas décadas esta situación ha aumentado en


frecuencia, generando una creciente preocupación sobre las incontables secuelas en cada

dimensión de la vida de los niños y niñas, sus familias y la sociedad en general.

No obstante, esta situación pasa desapercibido en la comunidad, e incluso en el ambiente

familiar se considera normal, propio de la educación del menor, por un sentimiento

ancestral de propiedad de los hijos. Tradicionalmente, la cultura de la violencia contra la

infancia está presente en la vida cotidiana, sin embargo, no es reconocida como tal, se

acepta como parte del orden social establecido, va en aumento, y afecta a todas las edades,

especialmente a la infancia.

Sin embargo, cuando se trata de abordar el tema del maltrato infantil nos vemos

enfrentados a una serie de problemas, puesto que por un lado existe desconocimiento de

la verdadera magnitud del fenómeno, toda vez que no se cuenta con datos precisos, por

lo que el tema, en muchos casos, se remite a los espacios más íntimos de la convivencia

familiar. Por otro lado, las tradiciones culturales e históricas repercuten en la forma con

que cada sociedad afronta el problema. Finalmente, existen diversas opiniones en cuanto

a su definición y clasificación, así como también a las consecuencias que el maltrato

infantil pueda tener y su consecuente manejo terapéutico y repercusión.

El maltrato infantil es un delito a los derechos más primordiales de los niños, niñas y

adolescentes glorificados a partir de la Declaración Universal de los Derechos Humanos.

Bajo esta premisa, la Convención sobre los Derechos del Niño (CDN), adoptada por las

Naciones Unidas en el año 1989 en su artículo 19º, exige a su Estados Partes, adoptar

“todas las medidas legislativas, administrativas, sociales y educativas para proteger al


niño frente a toda grafía de perjuicio o abuso físico o intelectual, descuido o trato

negligente, malos tratos o explotación, incluso el abuso sexual, mientras que el niño se

halle bajo la protección de sus progenitores, de único tutor, o de cualquier otra sujeto que

lo posea a su cargo. De similar modo, el Comité de los Derechos del Niño de Naciones

Unidas ha destacado la importancia que los naciones miembros impidan toda forma de

correctivo físico y tratos degradantes hacia los niños.

Estudios realizados en Estados Unidos indican que en 6 de cada 10 nacimientos se

presentan malos tratos, lo que arroja un número total de 30 mil á 50 mil niños maltratados

por año en dicho país.

En América Latina y el Caribe, la cifra es alarmante, pues hay 185 millones de personas

menores de 18 años, de los cuales el 50% son niños y adolescentes, teniéndose que cerca

de 6 millones de niños, niñas y adolescentes sufren agresiones psicológicas y físicas

severas, y al año mueren cerca de 80000 niños y niñas.

En el Perú, diariamente miles de niños, niñas y adolescentes son maltratados física y

psicológicamente por sus padres, madres, parientes, profesores, o por cualquier adulto

que considere al castigo físico como normal, aceptable y hasta “necesario”. Sin embargo,

las víctimas de estos casos no aparecen en los registros estadísticos, salvo que los

“castigos” hayan originado graves secuelas o la muerte de quienes recibieron los golpes.

Aunque esto ocurre con mucha frecuencia, las diferentes formas de castigo físico siguen

siendo vistas como un método de disciplina y aprendizaje.


Sin embargo, podemos ver que el Estado ha puesto gran interés en la familia los niños y

los adolescentes como sujetos de derecho, la antigua atribución romana de páter familias

de poner de la existencia de la mujer y de los hijos, es suplida por el vigente poder del

Estado de albergar la vida, la entereza y la personalidad de los componentes de la familia,

derechos humanos que corresponden a todo ciudadano en un Estado de Derecho.

A todo ello hay que definir al maltrato infantil como indisoluble labor que perpetra un

experimentado con la finalidad de crear un deterioro inmediato al niño, niña y

adolescente. El vilipendio infantil no constituye un inconveniente nuevo, lo que ocurre es

que recientemente en estas postreras décadas la sociedad se ha interesado en ponerlo de

expreso.
CAPÍTULO I: MARCO CONCEPTUAL
MALTRATO INFANTIL

1. Definición:

Este problema se trata de uno de los más amplios y extensos en relación a la niñez
y que se manifiesta en sus diferentes formas, desde la desatención y la falta de afecto
que se les debe brindar, hasta una violencia Psicológica y física, que en todos los casos
repercuten terriblemente en el desarrollo individual y social de los niños.

Una de las definiciones más claras, de las hasta ahora publicadas, es la que
considera el maltrato infantil como toda acción, omisión o trato negligente, no
accidental, que priva al niño de sus derechos y su bienestar, que amenaza o interfiere
en su desarrollo físico, psíquico o social y cuyos autores son personas del ámbito
familiar.

Diversos autores han tratado de definir el maltrato infantil, así tenemos que Musito
y García (1993) mencionaron que el maltrato infantil “es cualquier daño físico o
psicológico no accidental a un menor, ocasionado por sus padres o cuidadores, que
ocurre como resultado de acciones físicas, sexuales o emocionales o de negligencia,
omisión o comisión, que amenazan al desarrollo normal tanto físico como psicológico
del niño”.

De acuerdo con Valencia (2000), señala que “el maltrato infantil es u omisión que
provoca daño y pone en riesgo el desarrollo físico, social y/o emocional de un niño o
adolescente”, así mismo considera que el maltrato está vinculado al ejercicio abusivo
del poder, autoridad o fuerza, por parte de los adultos que tienen bajo su
responsabilidad niños o adolescentes”.

Asimismo la convención sobre los derechos del niño de las Naciones Unidas en
su artículo 19, se refiere al maltrato infantil como: “forma de perjuicio o abuso físico
o mental, descuido o trato negligente, malos tratos o explotación, incluido el abuso
sexual, mientras el niño se encuentre bajo la custodia de sus padres, de un representante
legal o de cualquier otra persona que lo tenga a su cargo”.
También la propia Organización de Las Naciones Unidas para la Infancia
(UNICEF), define al maltrato de la siguiente manera (1989): Niños que sufren
ocasional o habitualmente actos de violencia física, sexual o emocional, sea en el grupo
familiar o en el entorno social. El maltrato puede ser ejecutado por omisión, supresión
o transgresión de los derechos individuales y colectivos e incluye el abandono
completo y parcial. (Pg. 54)

Para Martínez y Ochoterana (1993) una definición de maltrato infantil: Debe hacer
mención a un sujeto receptor y a los sujetos responsables del daño, objetivar las
manifestaciones, reflejar una conducta y referir las posibles repercusiones en el
desarrollo. La definición debe tener estos contenidos concretos, pero también debe ser
lo suficientemente amplia como para que puedan ser incluidos las diferentes tipologías,
y que no quede el maltrato como lo opuesto a “buen trato”. (Pg. 74).

Según Martínez & Ochoterana (1993, pág. 21) para una adecuada definición del
maltrato infantil es necesario realizar una serie de consideraciones, tales como:
(a) Amplitud o restricción a determinados aspectos del problema, es decir, qué vamos
a entender por maltrato infantil y qué no.
(b) Contraposición o no con el concepto de “buen trato” en relación a los distintos
modelos culturales.
(c) Grado de intencionalidad por parte del maltratador.
(d) Utilización posterior de la definición: acción legal, acción social, toma de
decisiones, etc.
(e) Percepción de la víctima y del maltratador del hecho abusivo.
(f) Disciplina y ámbito profesional en la que vaya a aplicar la definición.
(g) Estatus evolutivo y desarrollo del niño.

De acuerdo con Martínez y Paul (1993), es primordial determinar lo que se


entiende por maltrato infantil, es así que se puede definir como “cualquier daño físico
o psicológico producido de forma no accidental ocasionado por sus padres o
cuidadores que ocurre como resultado de acciones físicas, sexuales o emocionales de
acción u omisión y que amenazan el desarrollo normal tanto físico, psicológico y
emocional del niño”. (p. 50)
Por su parte, el Programa de Mejora del Sistema de Atención Social a la Infancia
(S.A.S.I.), dependiente del Ministerio de Asuntos Sociales de España, se refiere al
maltrato infantil como:

Diversos tipos de situaciones, diferentes en su detección, etiología, tratamiento y


prevención. Todas ellas, no obstante, tienen varias características comunes:

- Constituyen la manifestación y resultado de un conjunto de problemas que afectan


al bienestar psicológico de los padres/tutores, y a su entorno presente y pasado.
- Afectan negativamente a la salud física y/o psíquica del niño(a) y comprometen su
adecuado desarrollo.
- Sus efectos negativos aumentan en intensidad a medida que la situación se
cronifica o es más severa

2. Características:
Las características más resaltantes son:
 Frustración
 hostilidad
 alto potencial
 antecedente de haber sido maltratado
 no se auto reconoce como maltratador
 Incapacidad para buscar ayuda profesional
 Idea distorsionada del niño
 Exige más de lo que el niño puede hacer
 Tiende frecuentemente a la depresión
 Problemas de adicción alcohol, drogas
 Problemas económicos
 Problemas en la relación de pareja

3. Tipos:

Muchísimos niños son sometidos a prácticas violentas que en nombre muchas


veces del amor, de la educación, de la disciplina atentan contra sus derechos y
dignidad.
Una de las principales distinciones realizadas a la hora de establecer tipos de
maltrato, es aquella que distingue entre abusos que ocurren al interior de la familia y
aquellos que ocurren al exterior de ésta y que, por ende, son realizados por una persona
ajena al núcleo familiar inmediato o extendido. Tal distinción ha presentado aportes
interesantes desde la perspectiva de la explicación del problema, así como de las
posibles consecuencias en la víctima, situación por la cual ha sido considerada en
primer lugar.

La definición que se podría aplicar a este tipo de maltrato señala que se trata de
“cualquier legislación, programa, procedimiento, actuación u omisión procedente de
los poderes públicos o derivada de la actuación individual del profesional o funcionario
que conlleva abuso, negligencia, detrimento de la salud, seguridad, bienestar
emocional y físico o que viola los derechos básicos del niño” (Martinez y Ochoterana,
1993)

De acuerdo con Musitu y García (1993), se distinguen cinco tipos básicos de


maltrato infantil:

- El abuso físico
- El abuso sexual
- El maltrato emocional
- El abandono físico
- El abandono emocional (1993, p. 22)

3.1.El maltrato o abuso físico:


Según Arruabarrena y Ochoterana (2005), se define como “cualquier
acción no accidental por parte de los padres o cuidadores que daño físico o
enfermedad en el niño o le coloque en grave riesgo de padecerlo”.

El abuso físico de un menor de edad se manifiesta por algunos factores


distintivos e inequívocos como son las magulladuras en diferentes partes del
cuerpo, los moretones, dislocaciones, entre otros. Las quemaduras, las fracturas
de mandíbula o nariz sin que el niño pueda explicar debidamente cuáles son sus
orígenes hacen parte de este abanico de manifestaciones mediante lo cual se puede
reconocer un estado de maltrato.
3.2.El abuso sexual:
Fernández, Lameiras y Failde (2008), afirman de manera genérica que se
considera abuso sexual infantil o pederastia a toda conducta en la que un menor
es utilizado como objeto sexual por parte de otra persona con la que mantiene una
relación de desigualdad, ya sea en cuanto a la edad, la madurez o el poder.

Por otro lado, para Echeburúa (2000), el abuso sexual constituye una
experiencia traumática y es vivido por la víctima como un atentado contra su
integridad física y psicológica, y no tanto como su sexo, por lo que constituye una
forma más de victimización en la infancia, con secuelas parcialmente similares a
las generadas en casos de maltrato físico, abandono emocional, etc.; si la víctima
no recibe un tratamiento psicológico adecuado, el malestar pueda continuar
incluso en la edad adulta.

3.3.Maltrato emocional:
Es más difícil de detectar y se manifiesta a través de insultos, expresiones
humillantes, de rechazo, falta de atención o afecto, marginación, interrupción del
sueño, amenazas, etc., que perjudican el normal desarrollo del niño o adolescente.

De acuerdo con Arruaberrena y Ochoterana (2005), este tipo de maltrato


está definido como definido como la hostilidad verbal crónica en forma de insulto,
burla, desprecio, crítica o amenaza de abandono, y constante bloqueo de las
iniciativas de interacción infantiles (desde la evitación hasta el encierro o
confinamiento) por parte de cualquier miembro adulto del grupo familiar.

Este tipo de maltrato, ocasiona que en los primeros años del niño, éste no
pueda desarrollar adecuadamente el apego, y en los años posteriores se sienta
excluido del ambiente familiar y social, afectando su autoestima y sus habilidades
sociales.

3.4.Abandono físico:
Arruabarrena (1999), lo define como aquella situación donde las
necesidades físicas (alimentación, vestido, higiene, protección y vigilancia en las
situaciones potencialmente peligrosas, educación y/o cuidados médicos) y
cognitivas básicas del menor no son atendidas temporal o permanentemente por
ningún miembro del grupo que convive con el niño.

También Martínez y Ochoterana (1993), lo definen como aquellas


actuaciones inconvenientes por parte de los responsables del cuidado y educación
del niño, ante sus necesidades físicas, sociales, psicológicas e intelectuales,
incluyendo también una falta de previsión del futuro.

3.5.Abandono Emocional:
Según Bringiotti (2000), lo define como la falta persistente de respuesta a
las señales o expresiones emocionales y conductas procuradoras de proximidad e
interacción iniciadas por el niño. Los tipos de conducta de esta índole más
frecuentes son: ignorar, desconocer las actividades cotidianas de la niña o del
niño, carencia de respuestas o iniciativas ante conductas de apego hacia el niño o
niña y la ausencia de responsabilidades parentales. (p. 100)

Asimismo Martínez y Ochoterana (1993), definen al abandono emocional


como la falta persistente de respuestas por parte de los padres /tutores o figura
adulta estable, a ciertas señales o expresiones emocionales del niño/a (llanto,
sonrisa...) o a los intentos de aproximación, interacción o contacto hacia dichos
adultos.

4. Causas:

Según Cantón y Cortés (2000), entre las causas fundamentales del maltrato infantil
se pueden citar:

 Personalidad o modelo psiquiátrico/psicológico:

Postula una relación entre abuso/abandono infantil y la presencia de enfermedades


mentales o de algún síndrome o desorden psicológico específico; en la actualidad
varios autores admiten que sólo el 10 y un 15% de los padres abusivos han sido
diagnosticados con un síntoma psiquiátrico específico.

 Económicas:
El desempleo traer consigo que los padres que se encuentran en esta situación
desquiten sus frustraciones con los hijos y los maltraten ya sea física no
psicológicamente, el maltrato infantil se presenta en mayor medida en los estratos
de menores ingresos, aunque se ha encontrado en diversas investigaciones que
esta conducta no es propia de determinada clase social y se suele dar en todos los
grupos socioeconómicos.

 Culturales:

En este grupo se incluye a las familias donde los responsables de ejercer la tutela
o custodia de los menores no cuentan con orientación y educación acerca de la
responsabilidad y la importancia de la paternidad y consideran que los hijos son
objetos de su propiedad.

 Sociales:

Cuando entre los padres se produce una inadecuada comunicación entre ellos y
sus hijos, se da pie a la desintegración familiar (modelo psiquiátrico/psicológico).
En la mayoría de los casos, esta causa va paralela al nivel socioeconómico de los
padres y el ambiente que rodea a la familia. Asimismo, es inducida por la
frustración o la desesperación ante el desempleo, los bajos ingresos familiares y
la responsabilidad de la crianza de los hijos.

 La historia del maltrato de los padres.

De acuerdo con múltiples estudios, es muy alto el promedio de padres agresores


que sufrieron maltrato en su infancia. Además, en la mayoría de estos casos, los
progenitores no reciben instrucción alguna acerca de la forma de tratar a sus hijos
y aunque la recibieran, sin una intervención psicológica adecuada caerían de
nuevo en la misma forma de tratar a sus hijos; a esto se le llama transmisión
intergeneracional, malas experiencias en la niñez, etc. (modelo
psiquiátrico/psicológico).

 Biológicas:

Se trata del daño causado a los menores que tienen limitaciones físicas, trastornos
neurológicos o malformaciones. Por sus mismas limitaciones, estos niños son
rechazados por la sociedad y por consiguiente sus padres o tutores los regalan o
aceptan con lástima. En estas circunstancias, el daño que se ocasiones a los
menores con discapacidad es mayor, pues agrede a un ser indefenso que no puede
responder en forma alguna.

5. Consecuencias:

Las consecuencias del maltrato infantil se hacen visibles a mediano y largo plazo
en el desarrollo psicosocial y físico de las personas. Es probable que detrás de
problemas de aprendizaje, de comportamiento y agresividad se escondan situaciones
de maltrato físico, abuso y/o abandono.

Los daños emocionales causados a temprana edad pueden significar “marcas


imborrables” para toda la vida. Un niño maltratado podría llegar a ser un adulto
maltratador y violento, con lo cual reproduce la violencia física o psicológica hacia
sus parejas o en sus propios hijos.

El maltrato infantil trae serias consecuencias tanto en el individuo como en la


sociedad en general. Independientemente de las secuelas físicas que desencadena
directamente la agresión producida por el abuso físico o sexual, todos los tipos de
maltrato infantil dan lugar a trastornos conductuales, emocionales y sociales. En los
primeros momentos del desarrollo evolutivo se observan repercusiones negativas en
las capacidades relacionadas de apego y en la autoestima del niño, así como
pesadillas, problemas de sueño, cambios de hábitos en la comida, deficiencias
psicomotoras, trastornos psicosomáticos.

De acuerdo con Pons (2007), Los niños que crecen en hogares donde hay violencia
de pareja tienen mayor probabilidad de ser víctimas de maltrato, tienen problemas de
aprendizaje y habilidades sociales limitadas, aumenta la probabilidad de que se
conviertan en delincuentes y sufran depresiones y ansiedades.

Además de lesiones o cicatrices de diferentes épocas que han tornado a los niños
temerosos y suspicaces, encontramos una marcada dificultad para establecer
relaciones interpersonales profundas y estables. Los sentimientos de estima personal
no se desarrollan adecuadamente, porque se acepta al maltrato como algo que se
merece por sus incapacidades, asumiéndose que esto es normal y hasta en cierto punto
bueno para ellos.
Para Arredondo (1998) las consecuencias del maltrato infantil, son las siguientes:

 Ambivalencia emocional frente al agresor/a: Dado que la agresión es recibida


de parte de una figura afectiva fundamental para el niño/a y que como tal es la
asignataria de las funciones básicas de protección y seguridad, los niños/as
maltratados desarrollan tanto sentimientos negativos (rabia, rencor, resentimiento,
deseos de venganza) como positivos (amor, necesidad de atención y afecto) hacia
ellos/as.

 Trastornos de la conducta: Habitualmente, el impacto emocional que produce


la violencia en los niños/as genera expresiones conductuales diversas, que pueden
ir desde un aumento de la actividad del niño/a (hiperactividad), hasta conductas
agresivas abiertas hacia sus pares o hacia otros adultos, pasando por la rebeldía,
el oposicionismo, la hostilidad, el aislamiento, etc.

 Trastornos emocionales: El nivel de estrés al cual está expuesto un niño/a que


vive maltrato al interior de su familia, sumado al daño afectivo concreto que sufre
al ser el sujeto de las acciones violentas, conlleva un impacto emocional y
afectivo tal, que habitualmente, genera efectos en el funcionamiento y adaptación
psicológica del niño/a a corto, mediano y largo plazo. Este tipo de consecuencias
se traduce en una serie de manifestaciones de angustia como: alteraciones del
sueño, trastornos alimenticios, fobias y miedos inespecíficos, ansiedad manifiesta,
tensión, crisis de llanto, entre otros.

 Sentimientos de desconfianza e hipervigilancia: Un efecto frecuentemente


observado en los niños/as que han sufrido Maltrato en forma crónica, es el
desarrollo de una actitud hipervigilante y de desconfianza hacia su entorno. Esta
manifestación se arraiga en la percepción que tiene el niño/a de su medio como
un “mundo amenazante”, fuente de agresiones y dolor, del cual, por lo tanto, debe
desconfiar y tratar de protegerse para evitar nuevos malos tratos.

 Sentimientos de culpa y vergüenza: Producto de las características cognitivas


que se presentan en la niñez y adolescencia - esto es, pensamiento egocéntrico y
concreto- el niño/a que sufre Maltrato se atribuye a sí mismo la responsabilidad
de las agresiones, sintiéndose “culpable por enojar al padre/madre” y, por lo tanto,
“arrepentido de ser malo/a”. Esta característica implica una carga emocional de
tal magnitud, que tiene un impacto directo en el desarrollo psicológico del niño/a.

 Problemas escolares: La diversidad de secuelas emocionales que conlleva a un


niño/a estar expuesto/a a una situación de Maltrato y las consecuentes
manifestaciones conductuales que acarrea, habitualmente influyen en problemas
de adaptación en su medio escolar, de distinta magnitud. Esto, sumado a los
efectos cognitivos específicos que se pueden producir en un niño/a maltratado/a:
problemas de atención y concentración, desmotivación y sentimientos de
ineficacia, se constituyen en elementos que alteran su desarrollo escolar normal,
influyendo negativamente en su desempeño.

 Secuelas física: La exposición continua a malos tratos físicos, genera alteraciones


múltiples en el plano somático, las que van desde cicatrices diversas en el rostro,
cabeza, manos, etc., hasta lesiones de mayor gravedad, tales como: lesiones
neurológicas, malformaciones, parálisis, déficit sensoriales, daños funcionales,
etc.

 Replicabilidad de las conductas agresivas: Tal vez uno de los efectos más
dramáticos de una situación de Maltrato Infantil, es el hecho de que aquel niño/a
o joven sujeto de las agresiones, posee una alta probabilidad de repetir esta misma
conducta violenta, esta vez como agresor/a. En este sentido, se ha observado que
una consecuencia de una experiencia de agresiones en la infancia es la necesidad
de modificar la posición de víctima que se tuvo en algún momento y transformarse
en victimario.

Por otro lado Mc Millan (2010), argumenta que todos los subtipos de maltrato dan
ligar a diversos trastornos, conforme se puede apreciar a continuación:

CONSECUENCIAS CONSECUENCIAS CONSECUENCIAS


EMOCIONALES COGNITIVAS CONDUCTUALES
A Corto Plazo o en el Periodo Inicial a la Agresión
- Sentimientos de tristeza y - Baja en rendimiento escolar. - Conductas agresivas.
desamparo - Dificultades de atención y - Rechazos a figuras adultas
- Cambios bruscos de estado de concentración. - Marginación
ánimo - Desmotivación por tareas - Hostilidad hacia el agresor.
- Rebeldía escolares. - Embarazo precoz.
- Desmotivación general. - Enfermedades de Transmisión
Sexual
A mediano Plazo
- Depresión enmascarada o - Repitencias escolares. - Fugas del hogar.
manifiesta. - Trastornos del aprendizaje. - Deserción escolar.
Trastornos ansiosos. - Ingestión de drogas y alcohol.
- Trastornos de sueño: terrores - Inserción en actividades
nocturnos, insomnio. delictuales.
- Trastornos alimenticios: anorexia, - Interés excesivo por juegos
bulimia, obesidad. sexuales.
- Distorsión de desarrollo sexual. - Masturbación compulsiva.
- Temor a depresión sexual. - Embarazo precoz.
Intentos de suicidio o ideas suicidas. - Enfermedades de Transmisión
Sexual
A Largo Plazo
- Disfunciones sexuales - Fracaso escolar - Prostitución
- Baja autoestima y pobre - Promiscuidad sexual
autoconcepto. - Alcoholismo
- Estigmatización: sentirse diferente - Drogadicción
a los demás. - Delincuencia
- Depresión. - Inadaptación Social
- Trastornos emocionales diversos
CAPÍTULO I: EL MALTRATO INFANTIL EN EL PERÚ

1. Antecedentes del problema:

En el Perú en los últimos años se le está daño mayor importancia al problema de


la violencia. Se estima que cientos de miles de niños han recibido maltrato a manos
de sus padres, los que sobreviven el abuso viven marcados por el trauma emocional,
que perdura mucho después de que los daños físicos aunque hayan desaparecido.

Asimismo Díaz (2008), manifiesta que las consecuencias del maltrato infantil son
su carácter intergeneracional y su relación directa con el deterioro del desarrollo
intelectual y emocional de los niños además, las estadísticas señalan que entre el 70 y
80% de padres que fueron maltratados, generan maltrato a sus propios hijos.

Así tenemos que Inglés (1995) en un estudio realizado en Cataluña, España refiere
que para 1988 calculó un total de 7,590 niños maltratados, lo que suponen un 5.09 por
mil de la población estudiada: niños entre cero y dieciséis años, cifra que no difiere la
que encuentran otros estudios europeos y norteamericanos; de todos los niños
maltratados el 57.2% eran varones y el 42.8% niñas. Tomando como referencia el
estudio de Inglés, para el Perú manejaríamos una cifra de 32,500 niños maltratados.
CEDRO informa una cifra de 25, 242 niños maltratados en zonas urbano marginales
en menores de 15 años.

De igual forma De La Cruz (1990) en un estudio realizado en Villa El Salvador,


sobre tipos y formas de castigo aplicados por madres solteras y casadas concluyó que
no existían diferencias significativas entre ambas categorías y que la aplicación del
castigo físico era más frecuente que otros tipos de castigo.

Trillo (1991) realizó un estudio de tipo de familia y cómo manejaban las


contingencias aversivas en Comunidades campesinas de Santa Lucía de Pacaraos,
Huaral, encontrando que el nivel de autoritarismo en los padres es muy alto y que la
aplicación de estímulos aversivos sobre sus hijos como forma de control es muy
frecuente. Asimismo, el mismo Trillo (1993) realizó un estudio descriptivo sobre la
percepción del maltrato infantil en 22 comunidades de Lima. Señala que un factor
determinante del maltrato infantil es la concepción del rol paterno y el autoritarismo
presente en las familias.

Por otro lado Ponce (1995) llevó a cabo una investigación sobre la prevalencia del
maltrato infantil en la población escolarizada en Lima y Callao, en 1 100 niños de
ambos sexos, de 9 a 14 años. En dicha investigación el autor encontró que el 86.7%
que pertenecían al estrato alto, presentaban maltrato psicológico y emocional. El
maltrato físico se presentaba con mayor incidencia en el estrato bajo, con un 64.4%
que reportaba golpes físicos.

Finalmente, Villanueva, M et al (2001) en Variables relacionadas al maltrato


infantil en un programa de atención ambulatoria – Iquitos, encuentran que el 56.1%
de los niños sufrían de maltrato físico – psicológico, mientras que el 44.9% sólo
maltrato psicológico. El maltrato físico y psicológico fue dos veces más frecuente en
los niños de 2 años de edad, con mayor ocurrencia en el sexo masculino, niños que
cursaban segundo y cuarto grado de educación primaria, cuyas madres tenían estudios
secundarios, con alta frecuencia de antecedentes de madres maltratadas, embarazo
adolescente, consumo de alcohol parental, conflicto familiar existente y producto de
embarazo no deseado. (cit por Bardales, 2003)

De acuerdo a estimaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS), en el


año 2002 sobrevinieron 31,000 defunciones consideradas como homicidios en
menores de 15 años. Es probable que a esta cifra no se le hayan aumentado cierto
número de defunciones, incluso en los países de alto nivel de ingresos que registran
tales casos, por lo que dicha anterior subestima al número real de muertes por maltrato
infantil. Las estimaciones de los casos de homicidio infantil en todo el mundo indican
que el mayor riesgo recae sobre los lactantes y niños pequeños, con unas tasas para el
grupo de 0 a 4 años que duplican con crecen a las grupo de 5 a 14.

Las muertes representan sólo una pequeña parte del problema del maltrato
infantil. Todos los años, millones de niños son víctimas de abusos y desatenciones
que no llegan a causarles la muerte. Varios estudios internacionales revelan que, en
función del país, entre una cuarta parte y la mitad de los niños declaran padecer abusos
físicos graves y frecuentes en forma de palizas, patadas o inmovilización por ataduras.
Una gran parte de la violencia física descargada sobre los niños responde a fines de
castigo, y está aceptada tanto por los padres como por las normas sociales vigentes, e
incluso en las legislaciones, como forma de disciplina adecuada.

Por lo general, las niñas están más expuestas a los abusos sexuales, mientras que
los niños lo están al castigo físico severo. En algunas regiones, la desigualdad de
género y la discriminación conllevan para las niñas un riesgo adicional de muerte
como consecuencia de algún maltrato. Pertenecen a este grupo el infanticidio de niñas,
el asesinato “en defensa del honor” o la desatención específicamente vinculada a una
circunstancia de ser niña.

En el caso de los niños de 6 á 11 años, la figura del agresor cambia de rostro: en


estos casos es el padre quien los maltrata y recurre primero a la violencia psicológica.
Por otro lado el tipo de violencia que se registra en los menores de 18 años tiene su
punto más alto (71%) en la violencia psicológica con insultos, gritos,
desvalorizaciones o rechazos, amenazas de muerte y amenazas de daño físico. Luego
le sigue la violencia física (43.9%) en la que se utiliza las diversas modalidades de
golpes en el cuerpo con armas como el látigo y la correa; también se administran
bofetadas, patadas o puntapiés, puñetazos y heridas con armas punzo cortantes.

El 60% de niños en el Perú es víctima de castigos físicos y humillantes, advirtió


un informe elaborado por la ONG Save The Children sobre la situación que viven los
menores del país. Alrededor de 8 mil niños, niñas y adolescentes del Perú
sufrieron maltrato psicológico y otros 4 mil maltratos físicos durante el 2012, según
reportes de los Módulos de Atención al Maltrato Infantil y del Adolescente
en Salud (Mamis), instalados en hospitales públicos.

Según el estudio realizado el 2014, titulado Alarmantes cifras sobre violencia


contra la niñez, el 41% de padres de familia reconoce que castiga a sus hijos con
golpes. En otros escenarios como el colegio, esta práctica aún es utilizada en un 38%
de planteles.

2. Intervención psicosocial:

Según Arinero (2006), nos dice que es de conocimiento y bien sabido que la
violencia forma parte de los acontecimientos trágicos diarios de nuestro mundo. Su
variedad de manifestaciones asola regiones y países, es responsable de lesiones y
muertes en los individuos y de pobreza en las sociedades. Establece, además, una
dinámica social confusa que se torna altamente insegura para la supervivencia
cotidiana de muchas personas.

Continuando con Arinero (2006), señalado la eficacia de la intervención en los


síntomas clínicos y psicosociales se confirma en su totalidad: los síntomas
postraumáticos, la sintomatología asociada y las variables psicosociales presentan una
mejoría evidente en el postratamiento. Además, estos cambios se mantienen de modo
general en los seguimientos.

Por otro lado, como lo indican Vite, López y Negrete (2010), un enfoque que se
viene trabajando es la variable molar sensibilidad materna, que surge de las
investigaciones realizadas sobre sincronía interaccional y prácticas parentales
positivas en el área de los problemas de comportamiento infantil. De manera
particular, la sensibilidad materna es un constructo que describe las respuestas de los
individuos que se encuentran involucrados en interacciones sociales diádicas. Cuando
se aplica al dominio paternal, se traduce en interacciones sincrónicas, reguladas y
oportunas, propias de un cuidador hábil en adaptarse al estado, necesidades y señales
de su hijo. Los niños, quienes tienen padres sensibles, reaccionan a ésta en forma de
aproximaciones positivas y cooperativas hacia sus padres a diferencia de los hijos de
padres poco sensibles quienes son más probables de mostrar afecto negativo

Asimismo la Fundación Van Leer (2011) en su Informe sobre La violencia Oculta,


nos refiere haber sacado a la luz de los hallazgos de uno de sus trabajos en Perú, el
potencial de las intervenciones de enfoque múltiple, donde se combinó el concepto de
defensorías con la educación pública, las visitas al hogar y la organización de jóvenes
voluntarios para construir parques de juego. Aunque sin grupo de comparación, la
evaluación cualitativa sugirió que la combinación de la mayor concienciación sobre
los efectos negativos del maltrato infantil y los controles sociales proporcionados por
la supervisión de las defensorías condujo a una disminución de la incidencia de la
negligencia y el maltrato.

Más recientemente, la Fundación refiere su participación en un proyecto de


mejora de las condiciones de vivienda con TADEPA, una ONG fundada por un grupo
de ingenieros peruanos. Aunque las consecuencias de las mejores condiciones de
vivienda sobre la morbilidad infantil han quedado claramente establecidas (y así se
anticipó), han comenzado a recibirse anécdotas sobre la reducción de la violencia, lo
que nos lleva a preguntarnos si esta podría ser una versión doméstica de la “teoría de
las ventanas rotas” de Wilson y Kelling: al igual que un vecindario en buenas
condiciones de mantenimiento parece tener un efecto disuasor sobre el vandalismo y
la delincuencia, quizá proporcionar a las personas unos hogares en mejores
condiciones dé lugar a menos tensiones y a menor incidencia de la violencia dentro
de la familia.

Las concepciones actuales de la orientación hablan de prevención y desarrollo


personal e integral del sujeto. Prevenir de manera diferenciada, ordenada y procesual
el desarrollo del individuo (Boronat, 1999; Álvarez, 1998, citado por Letosa, 2005).
La orientación se define como un proceso de ayuda continua a todas las personas, en
todos sus aspectos, con el objeto de potenciar el desarrollo humano (Bisquerra, 1998,
citado por Letosa, 2005). Los conceptos de prevención y desarrollo están
profundamente ligados a los seis primeros años de vida del ser humano.

La mayoría de los niños que son criados en un entorno confortable, en el que sus
padres y otros cuidadores les brindan toda la orientación positiva, seguirán el camino
hacia un comportamiento socialmente apropiado.

Educar para la promoción del desarrollo integral de los niños y jóvenes supone
una actitud de valoración positiva de las necesidades en la infancia y la adolescencia
por parte de todos los agentes educativos y sociales implicados en la educación.
La idea clave en las nuevas propuestas pedagógicas sobre la atención en la infancia
y en la adolescencia: ir de la prevención del maltrato a la promoción del buentrato o
la necesidad de construir fundamentos educativos sobre las necesidades de la infancia

En este punto, resulta de gran interés el análisis que hace el profesor Félix López
cuando hace referencia a los condicionantes sociales que dificultan, en muchos casos,
el desarrollo óptimo y armónico de niños y jóvenes. La crítica se centra sobre todo en
el modelo de sociedad que estamos creando de manera aparentemente neutra pero
llena de significados.
Una sociedad donde se exalta el consumismo exacerbado y donde la violencia es
«consumida» por muchos niños y jóvenes cuando juegan con videojuegos de alto
contenido agresivo, sexista y violento.

También, el papel de los medios de comunicación en la propagación de mensajes


violentos es un aspecto básico y de gran importancia en el análisis e interpretación de
las situaciones sociales y educativas que viven nuestros jóvenes en su desarrollo, en
una sociedad de la información y del conocimiento. Muchos jóvenes sufren, afectiva
y cognitivamente, las consecuencias de un modelo social que antepone el tener al ser,
con todas las implicaciones que esto supone en el desarrollo integral de un joven. Por
esta razón, y ante los riesgos que existen en la sociedad en que vivimos, el autor
propone el replanteamiento de la familia como el agente socializador primordial.

López (2008), manifiesta que las funciones de cuidado y de protección de la


familia son cada vez más importantes no sólo en el ámbito de la satisfacción de las
necesidades básicas de alimentación y protección de la salud, sino en el fomento de
la autoestima y de los cuidados eficaces para que los hijos puedan desenvolverse sin
miedos y sin ataduras en una sociedad cada vez más exigente y compleja en multitud
de entornos sociales. Adicionalmente a ello, debemos considerar, el rol de la
comunidad que puede contribuir como red de solidaridad, como espacio de
referencia complementario del familiar, y sobre todo, como actor responsable de
niños, niñas y adolescentes en su seno.

3.
4.

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