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La antropología social: una prospectiva

en la salud pública
Uriel Andrade Camacho

Análisis por: Christian Toral Matos


E.P. Odontología

Andrade nos menciona en su artículo que, el antropólogo social tiene dos formas de ayudar a
los profesionales de la salud: una perspectiva que facilita al sanitarista un conocimiento del
grupo social en el que va a trabajar, y algunos métodos y técnicas específicas para hallar la
solución a los problemas de la localidad.

Referente al primer punto: Nos refiere como que es necesario conocer el lugar en donde el
profesional de la salud va a trabajar. El ser humano, en un sentido cultural, posee una gran
riqueza de culturas y costumbres y, no todos conocemos a profundidad el cómo es la convivencia
en dichos lugares. Por ejemplo, es usual que un médico tenga sus estudios en una universidad
ubicada en una urbe. El médico se relaciona y vive entre citadinos, por lo que posee ya una visión
de cómo reaccionan sus pacientes frente a las indicaciones que el da. Pero, si el médico va a salir
a trabajar a un pueblo rural, se va a encontrar con un ambiente completamente distinto a su
zona de confort. El médico no conoce la forma en cómo se comunica la gente en dicho lugar,
puede que tengan una visión distinta al trabajo del médico, o que no reaccionen igual a cómo lo
hace la gente de la ciudad. Aquí es donde tiene protagonismo un antropólogo social, quien
previamente ha estudiado dicha población, ya posee el conocimiento de dicha sociedad, sabe
cómo se relacionan, cuál es su visión del mundo. El antropólogo facilitará el trabajo del
profesional de la salud en enorme manera.

Pasando al segundo punto: El conocimiento que posee el grupo social útiles para la salud,
algunos métodos y técnicas específicas. Todas las personas no vivimos igual la enfermedad, sus
procesos y lo que ello conlleva (tratamiento, hospitalización, estigmas, depresión, etc,
dependiendo de qué proceso patológico se trate). Son importantes las interacciones entre
factores biológicos, ambientales y sociales y solo hay que darse una vuelta por un hospital o
centro de salud para comprobar que la gente vive las enfermedades de diferente manera, con
diferentes reacciones dependiendo de la enfermedad, situación social, económica, etc. Los
hospitales, sobre todo, como sistema, tienen sus propias reglas de funcionamiento, lenguaje,
horarios, pruebas médicas… a la que es difícil adaptarse en general e incluso a la gente autóctona
del país. Cuando llega gente migrante de países tan diferentes en culturas, tradiciones, a los
países de acogida, el choque cultural es brutal. La entrada en el sistema sanitario de un país
occidental, por ejemplo, puede suponer en algunos aspectos traumático: pruebas médicas,
reconocimientos (por ejemplo, en el caso de mujeres por ginecólogos masculinos), comidas,
intimidad, tradiciones religiosas… lo que obliga a un cambio en el estilo de vida de las personas
y de los inmigrantes en concreto y suponen fuertes contradicciones entre su mundo y el mundo
que les acoge. Esto puede hacer que muchas veces las personas migrantes no acudan a los
centros de salud u hospitales, con lo que pone en peligro su salud y de la gente que está a su
alrededor, como por ejemplo de ciertas enfermedades infecciosas y de la vacunación en los
niños y niñas.
El planteamiento antropológico de la curación contempla la necesidad de articular todos los
ámbitos de expresión y relación de la persona enferma. Las patologías no solo se curan con
medicación y tratamiento, también hay que tener en cuenta que en muchas culturas y personas
necesitan interactuar con las familias (familia aquí como contexto amplio de la palabra-
diferentes concepciones de la palabra familia) y su comunidad, necesitan su mundo con sus
concepciones religiosas, costumbres, cultura, medicina tradicional… como ellos entienden la
enfermedad, proceso, tratamiento y curación.

Así, podemos ver la importancia que tiene la antropología con las ciencias médicas. Gracias al
trabajo de la antropología, los profesionales de la salud pueden adaptarse y funcionar mejor en
su área de trabajo. Por otro lado, es importante y necesario escuchar a las poblaciones a la hora
de adoptar decisiones sobre cómo tratar la enfermedad en las diferentes comunidades, darles
los conocimientos necesarios para que puedan tomar sus propias decisiones, en el caso por
ejemplo de los entierros y los derechos del fallecido, la importancia de permitir a las familias
comunicarse con sus seres queridos enfermos, etc. En una palabra, si estos derechos no se
respetan, las personas pierden credibilidad y respeto en sus comunidades.

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