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COMENTARIOS Y APORTES A LA DISERTACION Q:.H:.

JORGE CHEDIAK

Es un tópico muy extendido el de vincular los deberes con los derechos. La mayor parte de las
explicaciones sobre su “establecida e inherente equivalencia”, apenas sugieren la posibilidad de
una existencia separada, los derechos de los deberes y viceversa. Sobre la misma línea de
razonamiento el Q:.H:. Jorge Chediak, enfatiza la ruptura de la relación, argumentando que los
derechos en nuestra época histórica, están sobredimensionados frente a los deberes. Sin
embargo, su punto de partida es el mismo: los derechos no pueden existir sin los deberes.

El comentario que se plantea, parte de una concepción que sin negar la precedente, propone
otro abordaje. Si bien las sociedades han desarrollado mecanismos económicos, políticos,
religiosos (incluyendo los educativos) para reforzar la dualidad derechos-deberes, la
permanente discusión sobre su mayor o menor divergencia -según el lugar y la época- nos hacen
inferir que ambos, derechos y deberes, no son constitutivos de una misma dimensión moral y
conceptual. Los sistemas de control social, sobre todo los religiosos y morales, han utilizado la
necesidad evolutiva de creer y trascender para formular códigos y normas que persuadan
(¿obliguen?) a integrar en una misma dimensión derechos y deberes. “…si cumples –deberes-
con este mandamiento o con esta costumbre, tienes derechos…”

Los mecanismos psicológicos de culpa y recompensa coadyuvan en ese mecanismo ya que


nuestra naturaleza social necesita del reconocimiento de los demás miembros del grupo. Quizás
por eso hipostasiamos el cumplimiento de los deberes y los formulamos grandilocuentemente:
deber con la patria, con la familia, con la sociedad…etc; por supuesto es un mecanismo positivo
de crecimiento moral, ya que en el fondo busca la cohesión y convivencia pacífica.

El problema radica cuando esos deberes contradicen las dimensiones éticas (individuales) y los
comportamientos autoindulgentes que, como seres conscientes primero y falibles segundo,
todos poseemos. Tomemos como ejemplo la acción revolucionaria de masones como Bolívar y
O Higgins. Su deber “patriótico” de lealtad a la corona española debía ser superior a su criterio
individual de búsqueda de igualdad política o su concepción moral (históricamente reivindicada
por la masonería) de libertad, ¿debía prevalecer por encima de la otra? Tomamos como ejemplo
dicha acción por ser conocida por todos nosotros, sin embargo, podemos encontrar muchos más
que evidencian la separación de los derechos y deberes en ámbitos separados.

Nuestra conducta personal, después de un reflexivo análisis, es la mejor cantera de donde


podemos extraer ejemplos de esas contradicciones: palabras en templo o en planchas llenas de
referencias idealistas; una retórica bien ensayada y admoniciones solemnes frente a desvíos
sobre el ritual y lo que debe hacerse. Una vez más, todo ello necesario en función de la
construcción de la Obra. Pero una vez más la inevitable pregunta: ¿corresponden esos deberes
como tales (quiere decir su cumplimiento) con la transformación individual –ética- y social –
moral- de tal manera que no generen esa consabida llamada a la ausencia de valores, a la
perdida de principios y a la relativización de los juramentos?

Difícil tarea. Sin embargo, la masonería nos ha dado los principios y las herramientas. Queda
únicamente vivirlos filosóficamente, esto significa acercando en lo posible, con coherencia
deontológica y calor humano estas dos dimensiones.

M:.M:. Roberto Camacho Salinas

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