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LA MUSICA BRASILEÑA
POR
ÜTTO MAYER-SERRA
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Sobre este fondo popular, esbozado muy someramente en sus ras-
gos generales, se erigió el edificio del moderno nacionalismo musical
brasileño, triunfador en el conflicto secular entre la música importada
de Europa y las prácticas musicales originadas en el Brasil, cuya esti-
lización dentro del arte culto produjo la tendencia nacionalista.
Como en toda la América Hispánica, la importación de música eu-
ropea empezó con la Conquista. Desde que militares y colonos pisaron
tierra brasileña, introdujeron los cantos y los bailes de sus países de
origen. Con los primeros misioneros se implantó la música litúrgica de
la Iglesia como importante elemento para la propagación de la religión
católica. Los jesuítas, anticipándose a las demás Ordenes, no solamente
familiarizaron a los indios con el canto llano y tradujer~n al tupi los
cá_.riticos e himnos eclesiáticos, sino que también compusieron para edifi-
cación de indígenas y colones autos de diálogos y dramas religiosos repre-
sentadós con abundante música en los muchos teatros fundados en todo
el país. Asimismo instituyeron en muchas' ciudades y aldeas escuelas de
música, en las que los indios aprendían los fundamentos de la música
litúrgica e instrumental. Las noticias sobre las actividades de los maes-
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Trompeta con embocadura lateral y reso-
nador de calabaza. De los indios Kraho,
Estado brasih!ño de Goiaz. (Fot. ·Mu seo
Nacional de Río de Janeiro)
Danza "Cahoclinhos"
Bailado "Coco de roda"
Bailado "Barca"
Antonio Carlos Gómez
LA MUSICA BRASILEÑA 1027
tros de capilla y organistas, durante los siglos XVII y XVIII, son esca-
sas. En el transcurso del siglo XVIII, las principales ciudades tuvieron
ya sus teatros de ópera; con el traslado d.e la Corre portuguesa al Brasil
( 1808), a raíz de la invasión francesa, la vida .musical brasileña !Ogró
un auge extraordinario. Continuando la gran tradición musical de la
familia de los Bragarn;as, d.on Juan VI reorganizó la Capilla Real con
excelentes instrumentistas y con cantantes italianos; puso a su frente
a Marcos Portugal, el más destacado compositor lusitano de su época,
quien llegó a Río en 1811. Como el viejo teatro de Río no era apropia-
do para las representaciones operísticas de la Corte, se construyó el Tea-
tro de Sao Joao, que se inauguró, el 12 de octubre de 1813, con el drama
lírico O Juramento dos Nunes, cuya música se atribuye a Marcos Por-
tugal (según otros autores la escribió Bernardo da Souza Queiroz). Entre
los compositores de la época destaca el sacerdote· mula to José M aui-icio
Nunes García ( 1767-1830)., autor de abundante música religiosa, de
gran frescura melódica e impecable estructuración musical. Durante
la regencia de don Pedro I -el emperador compOsitor-, se sentaron
las bases para el futuro florecimiento del arte musical en el Brasil. A
la vez que decaía la música religiosa, se abrían nuevos teatros, en los
que actuaban con frecuencia compañías de ópera italiana y concertistas
extranjeros. El compositor Francisco Manuel da Silva ( 1795-1865), crea-
dor del Himno Nacional, fundó en 1841 el Conservatorio de Río de Ja-
neiro, predecesor de la actual Escala Nacional de Música de la Univer-
sidad del Brasil. Un refugiado español, que llegó en 1848 al país, después
de la derrota del movimiento carlista, José Amat, fundó,· en 1857, la
Imperial Academia de Música e Opera Nacional en la que, por oposición
a la invasión del género italiano, se representaban preferentemente óperas
de autores nacionales y zarzuelas' españolas. Florecieron igualmente
las sociedades musicales y surgió una legión de nuevos compositores.
Entre ellos ganó inmortalidad la primera gran figura de la historia de
la música en el Brasil, Carlos Gomes (1836-1896).
' "Después de la figura extraordinaria de José l\1auricio -dice Rena-
to de Almeida-, no surgió ningún creador y nos redujimos a un esfuerzo
de imitación, en el. cual porfiaron artistas menores. El romanticismo
que florecía en las letras con altos ingenios, no llegó a la música hasta·
que Carlos Gomes lo afirmó gloriosamente. Se ha dicho. que el músico
paulista fué la primera manifestación de una música brasileña que, si
no logró con él toda la amplitud que pudo alcanzar, fué porque la des-
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