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Cazadores, recolectores y pescadores arcaicos


del Desierto de Atacama. Entre el Pacífico y los
Andes, norte de Chile (ca. 10.00....

Chapter · December 2016

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15 authors, including:

Calogero Santoro Paula C. Ugalde


University of Tarapacá The University of Arizona
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Marcela SEPULVEDA Isabel Cartajena


University of Tarapacá University of Chile
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CAPiTULO III

ANTIGUOS CAZADORES DE LA PUNA


(9.000 a 6 .000 a. C.l
Calógera San tora V.

,
,

1. INTRODUCCIÓN!') silencio. Últi ma mente. con nuevas secuen-


cias estratigráficas se ha intentado defi nir pa-
Suponer la existencia de cazadores que per- trones de asentamiento humano, en un proce-
manecían duran te todo el año en los diferen- so propio de las ti erras altas 10). Pero, al mismo-
tes pisos de la región seca y salad a de los An- tiempo , posiciones más conservadoras man-
des, podría parecer atrevido, especialm ente si tienen la idea de que los grupos de cazadores
se consi dera que sus hábitat y expresiones se movilizaban entre la puna y el mar! 7,)ó',;;h:;i~p~ó~-..I.__....,
cu lturales se encuentran aún en el terreno de tesis que, en parte , se apoya en las evid nCJas ,
las hipótesis . encontradas en Tojo Tojone. eDJa sierr . y en
Hace poco más de cuarenta años se suge- Camarones Purlta Norte , en la costa.
ría que, en esta región, los cazadores y reco- Otro sitio del área de Camarones, con un
lectores habitaban só lo a lo largo de la cos ta y
en las desembocadu ras de los rios . Más aú n,
se supo nía que an imales como el guanaco de-
nivel más elaborado de dato.§, sugiere una for-
ma de "control social de la territorialidad"!"), \ .
es dec";r, un iñterCaIñ15io a e territorios, acor:-"
I
bieron estar confinados a los valles bajos y, dado específicamente entre las poblaciones
por es ta razón , habrían tenido escasas posibi- de las tierras altas y las bajas, para obtener un
lidades de sobrevivir ante la aparición de los acceso directo a los recursos que ofrecían los
cazadores{2l,
sectores alejados de sus lugares de origen . Sin
Recientemente se ha hablado de un " pro- embargo, mayoritariamente se considera que
ceso de andinización"(3 ) para referirse a la "algunos de los productos foráneos de cam[J-
adaptación del hombre a los ambientes de la rones-14 representan bienes de intercambioy
"puna sa lada " de Atacama, desde el post- no el producto de expediciones por la propIa
pleistoceno temprano y durante el periodo comunidad ".
arcaico. En parte, este proceso ya había sido Las bases de estos análisis más complejos
vislumbrado por Gustavo Le Paige en 1970, a de las sociedades de cazadores tuvi eron un
pesar de que éste trabajó sólo en colecciones origen crítico en los estudios de colecciones
de superficie. de superficie, en varias regiones de Sudamé-
Más al norte, después de pioneras exca- rica l "). Finalmente se aclaró que muchos de
vaciones estratigráficas!;) y de algunos estu- los artefactos encontrados en los talleres-
d"ios en los Andes de lquiqu e, concretamente canteras, que habían sido califi cados como
en la laguna del HuascaI5), se produjo un largo instrumentos , eran , en realidad , desechos o
preformas!'O). Este tipo de análisis se compli-
(I)EI autor hace presen te qu e las ideas y los tmbajos
de ca mpo qu e han hecho pos ib le es te Cap íLulo. han s ido
una labor conjunta con Pece)' Dauel sbe rg. Por razones de l IfilSAl>ITORO y Cl IACM,-[A, 1982 y Ms.
alejamie nto del país del autor, no ha sido posib le con tar PJOAUELSDERG, 1983: 38.
co n la valiosa conutaria del mencionado arqueó logo.
IHISCHI /\PP/\CASSE y NIE/I.!EYER, 1984, ci tando a CI\ SH-
12IB JRD, 1943: 183-186. DAN,1983.
(J)NÚÑEZ, 1980 b. 1!lIL ANNING Y HAMMEL, 1961: 145; Bt\RFIELD, 1961 :
(-1IRAVINES . 1967 y 1972. 97-99: LE PAIGE, 1958; 1960.
15 1NüÑEZ y VAREl. t\, 1966. 110 JBATE. 1974 b.

33
có en la puna de Atacama por la falta de exca- rellenar las cavidades de los morteros
vaciones estratigráficas, que hubiesen podido para mantener alejadas a las ratas y utili-
ordenar la secuencia o antigüedad de los indi- zarlos en la próxima temporada"I").
cadores culturales, más aún con la ausencia
de fech ados absolutos obtenidos por medios
físicos y por la elaboración de series tipológi- Más tarde se ha reafirmado la interpreta ]
cas u ordenamiento de los artefactos cultura- ción de Cona noxa como "campamento trans i-
les sobre la base de modelos europeosl l1l . Sin torio perteneciente a grupos recolector-caza-
embargo , hay estudios recientes de bifaces y dores trashumantes"1151, y reconocida la in-
colecciones de superfi cie del norte de Chi- flu encia dese mpeñada por las id eas de Davis .
le l12l . En los Andes, el modelo de trashumancia
Durante los sesenta, al mismo ti empo fue sugerido sobre la base de la variedad de
que se debatían y reconstruían secuencias ti- recursos complementarios jalonados en sus
pológicas con artefactos encontrados en su- dos vertientes, alternados estacionalmente
perfici e, se gestaban nuevas ideas para enten- en tre el llamado " invierno " alto andino entre
der las formas de vida de cazadores recolecto- octubre a abril (húmedo entre enero a marzo),
res en los Andes, que iban más allá de la mera versus la tem pora da húmedo-brumosa de la
clasificación de sus "instrumentos" de pie- cos ta entre mayo a septiembre. Se supuso, en
dra. Se proponía, en co nsecuencia, un mode- consecuencia, que los cazadores situaron sus
lo de trashumancia l1 31 . ca mpamen tos base en la costa, entre mayo a
Estas ideas influyeron en los arqueólogos septiembre, y subieron , temporalmente, a la
nacionales; s in embargo, mas temprano aún y puna durante el verano o "invierno andino".
en forma independiente Niemeyer y Schiap- Tambi én se supuso que las condiciones de la
pacasseen 1963 habrían sido los primeros en puna eran extremadamente drás ticas durante
Chile en usar el modelo de trashumancia para el invierno (mayo a septi embre) como para
intentar una interpretac ión de la forma de permitir la permanencia de hombres y ani-
vida del yacimiento arqueológico de Conano- males(lrIl.
xa. Es necesario desta car el eficiente uso que Con el inicio de estudios locales surgie-
hicieron de los datos arqueológicos yetnográ- ron limitaciones y críticas al modelo general.
ficos para identificar este sistema de asenta- Sin embargo , el concepto de trashumancia
miento y cuyo argumento es el que sigue : continúa usándose en sus términos fund a-
mentales, a pesar de que no sólo ha sufrido
"Conanoxa corres pondería a pe- modificaciones l17l , sino que también ha per-
queños grupos que establecieron transi- mitido el desarrollo de posiciones teóricas
toriamente sus ca mpamentos en dicho opuestas que han enriquecido la discusión y
lugar y en terrazas vecinas. La senc illez análisis del problema11BI.
de sus viviendas, constituidas probable- El balance general de los estudios de po-
mente de toldos de material ligero, y el blaciones arcaicas tiend e a ser positivo. Por
carácter "transportable" de su inven- un lado , las realísticas y hasta escépticas con-
tario cultural, excepción hecha de sus clusiones publicadas en los años sesenta se-
morteros, parecen indicar un régimen ñalaro n la dificultad de comprobar, arqueoló-
de vida nómade. La posición "inverti- gicamente, patrones de movilidad entre la
da" de los morteros encontrados in silu costa y la puna. Esto debido a la incompatibi-
cerca de las viviendas refuerza esta idea, lidad de los tipos de instrumentos de ambas
puesto que existen antecedentes etnoló- zo nas . Al mismo tiempo se reconocía que no
gicos como los Kusedika de California, se contaba con suficiente información de los
pertenecientes a la Desert Culture. Al pisos altos y, en consecuencia, se indicaba
abandonar sus campamentos de prima-
vera, acostumbran invertir sus me tates y .
Ii'¡JN I E~IEYER Y S CHI ..WI'¡\CASSE, 1963: 142 ·143, y de
ac uerdo con O. \\'IS, 1963.
11l )MoNTANE, 1972; N ÚNEZ, 1980 a; ver FOIWIS, 1974, (I5JSCHIAPPAC/\ SSE y NIEMEYF.R, 1975: 53.
en LYr\CH. 1983: 94, para un análi sis criti co de los sitios 411l ILYr\Cli , 1967 ü; 1980 él.
tem pranos de Sudameri ca .
07ILYNCH , 1980 él: 4·5; 1981: 223·224.
mJIOIINSON . 19 78, y TRUE, 1980.
UflJCARDlCH, 1980: 115-121: Ri ck, 1980; 1983. Para más
1963: 262; LYNCH, 1967 a: 39, definido
11J)L :\NNING, de tall es sobre la his toria del concepto de trashum ancia ,
más claram ente por LrNcli, 1967 b; 1971; 19 73. ver LYNCH, 1981 .

34
que la hipótesis de una trashumancia de largo hipótesis plausibles que requieren de mayor
aliento requería del acopio y análisis de nue- acop io y análi sis de los datos. Se presentan,
vos datos(19}. Por otro lado , se establecieron en consecuencia, e n forma sumaria las evi-
como hipótesis cada vez más plausible siste- dencias arqueológicas del área de puna seca y
mas de movilidad estacional restringidos al salada, como forma para avanzar en la hipóte-
interior de zonas eco lógicas mayores, como la sis de la existencia de patrones de trashuman-
puna o la costa, tomando en cuenta que cada cia nucleados dentro de esa área mayor y que-
uno ofrece una ampli a variedad de recursos da como elemento secundario la interacción
complementarios. entre la puna y la distante zona costera.
Nuevas excavaciones y análisis arqueo ló- 1,
gicos han confirmado mejor esta última hipó-
tesis; se mantiene en una posición más difícil 2. EFICIENCIA DE BOFEDALES y
de demostrar la existencia de sistemas trashu- VICUÑAS
mantes de alta movilidad que cubran durante
un año nichos eco lógicos en las dos áreas eco- En el perfil ecológico entre la puna y la costa
lógicas mayores mencionadas( 20 I. se y uxtaponen varios nichos que integran
Sin embargo, se mantuvo la idea de de- esas dos áreas ecológicas mayores. La costa y
sestimar la potencialid ad y hospitalidad de la su Hinterland (0-2.500 ms. m.) incluyen: el
puna como hábitat de ocupación de año com- litoral, la cord ill era de la Costa y la pampa
. pleto(21} y, por otro lado, la inevitable tenden- desértica intermedia; esta última está interca-
cia a definir patro nes de alta movilidad cuan- lada, de Camiña al norte, por vall es y que-
do se analiza el área en su tota lidad. bradas, y constitu ida al sur de esta quebrada
por la Pampa del Tamarugal. Al sur del río Loa
"Se ha definido una exp lotación in- da paso al "Despoblado de Atacama" hasta el ,J
cipiente de zonas ecológicas locales o río Copiapó. Tiene niveles de P1Uviosida[J 'J "iV"
enclaves más productivos por grupos cercanos a cero, lo que define cond iciones de
andinos y costeños dentro de sus respec- desierto absoluto. Los recursos y activida-
tivas regiones. Habría una exp loración des de subsistencia se concentraron en ellito-
estacional con énfasis en desplazamien- ral, preferentemente en desembocaduras de
tos de larga distancia por grupos de ríos; enclaves menores con aguadas; cursos
puna-altiplano hacia los ambientes cos- bajos. de los valles y en zonas de bosques del
teros cruzando transitoriamente espa- género Prosopis, como en la Pampa del Tama-
ruga[(23}.
cios desérticos y valles intermedios en-
tre tierras altas y bajas"(22}. La puna, segunda área ecológica mayor,
estaría compuesta por va ll es prepuneños o
Incluso se postula que estos movimien- precordillera y praderas de interflu vio (2.5 00
a 3.500 ms. m.), ubicados en una depresión
tos habrían incluido puntos tan distantes
intermedia aIta, intercalada entre una s ierra
como la costa y la foresta tropical de la ver-
tiente oriental de los Andes. menor (que toma el nombre de Huailillas en
Arica) y la cordillera occidental de los Andes.
La diversidad de argumentos basados en
Este primer piso, prepuneño, correspondería
un cuerpo de datos todavía no muy numeroso'
a las cuencas interand inas al interior de la
demuestra que los intentos por compren-
Pampa del Tamarugal(24}, y a los oasis de
der los modos de vida de los cazadores reco-
Atacama, más hacia el sur. La cordillera Occi-
lectores en el norte de Chile descansan sobre
de ntal. a su vez, es interca lada por valles se-
rranos que representarían el segundo piso en-
(IlIJSCHIAPPACASSE y NIEI'"IEYER, 1975: 55-56; NÚÑEZ, tre 3.500 a 4.500 m, aproximadamente. Por
1975 a : 73; NÜÑEZ el 01., 1975; SERR:\C!NO, 1975: 17 y SS.; Y último, se ubica el piso pu neño propiamente '
NIEl\.[EYER y SCHI,\PPACASSE, 1979: 116-117.
tal, o plateau altiplán ico, alterado por vol-
(:!olVer por ejemplo NÚÑEZ y MOR/\GAS, 1977 - 78, pa- canes y montañas aisladas de hasta más de
lrón Tiliviche-Pampa del Tamarugal; NÚr'mz 1980 b y 1980 6.000 m. Corresponde a lo que se denomina
e, Puna de Atacamn; SCHIAPP:\CASSE y NIEl\.1EYER, 1984. alta puna en la región del Salar de Atacama ..
Quebrada de Camarones; TRUE y CREW, 1980: 78; TRUE y
GILDERSLEEVE, 1980: 57, Quebrada de Tarapacá-Pampa del
Tamarugal-Pisagua; SAl'.'TORO y CI·IACAMA Ms., Puna de I:!JIDefinición más detallada de es tos enclnves en Nú·
Arica. ÑEZ , 1968: 145-149; seguido recientemente por TRUE,
(:!l!TRUE, 1975: 114. 1975.
mlNúÑEZ y DU. LEHAY. 1978: 41. ( 24 INúÑEz. 1968: 146-147.

35
ARICA
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Figura 1. Perfiles fitogeográficos a la latitud de Arica (A) ya la latitud del Trópico de Capricornio {B). (Quintanilla,
1976-77, en Geografía de Chile, Institulo Geográfico Militar, 1983, Santiago.)

sobre los 4.000 m; inhabitable en el invierno males en la actualidad y la actividad pastoril


(Figura 1). es mu y deprimida . Sin embargo, la presencia
En estos relieves de los pisos puneños de oc upaciones humanas arcaicas supondría
desaparecen las estrictas condiciones áridas la existencia de condiciones suficientemente
de la costa, ya que hay un aumento gradual de favorables para cazadores recolectores , que
la pluviosidad en sentido ascendente para al- consumieron camélidos, roedores y algunos
canzar en el altiplano promedios de 300 mm tubérculos, corno ha sido constatado en la
anua les, lo que define condiciones margina- cueva de Patapatane (Ca. 8.000-3.500 a. P')I 27 I.
les de desierto. Se distinguen tres zonas vege-
tacionales en una transecta en los pisos altos b) Formación de talar (3 .000-4.000 m) o
de Arica, con comunidades de plantas bien piso prepuneño l28 J: corresponde a lo que de-
determinadas y adaptadas a las condiciones nominamos valles serranos y las áreas de in-
de temperatura, humedad y altitud, de tal terlluvio y laderas de montañas de la vertien-
modo que muy pocas especies comparten te occidental. Presenta la mayor cobertura
más de un piso ecológico l25J . Estos pisos han (50%) con varias comunidades vegetaciona-
sido clasificados como: les exclusivas; destaca la riqueza de arbustos
y subarbustos "siempre verdes" y caducifo-
a) Formación desértica (1.500-3.000 m: se lios (tolas, tolillas o talar).
caracteriza por vegetación de matorra les ba- No obstante este rico potencial favorable
jos de escasa cobertura: 10%). Dominan los 'para la concentración de presas como guana-
arbustos como Atriplex niicrophilum y Fran- cos y tarucos (Hl'Ppocamelu s antisiensis) y
cerio meyeniana; abundan las sucu lentas variedades de tamaño menor (roedores y
como cactos columnares Bromingia candela - aves), no se han registrado , hasta la fecha, ocu-
ris y cactos de menor tamaño del género paciones de cazadores arcaicos tempranos,
Opuntia. También se encuentran algunas es- los que prefirieron áreas menos abruptas. y
pecies de hierbas: Coldenia paronichioides y . aunque en el Arcaico Tardío se establecieron
Phillippiamra fastigiata l261 . A pesar de que algunos campamentos, recién e n las etapas
varias de aquellas especies tienen valores fo- agropecuarias este piso alcanzó s u mayor im-
rrajeros, su escasa cobertura atrae pocos ani- portancia a juzgar por las grandes ald eas de
i
125 JV rLLAGRÁN et 01., 1902. 12 1 !SANTORO y CHACAMA, Ms.
12°!jbid . 12U)VILL/\GRÁN et al., 1982.

36
agricultura extensiva, y donde probablemen- Los escasos estudios biológicos del área
te se concentró la mayo r población del Perío- han demostrado que cada nícho cuenta con
do Tardío. especies de plantas y anímales muy caracte-
c) Formación de pajonal o piso alto andi- rísticos!'2). También , gran parte de los ani-
no (4.000-5.200 m.s.m.): corresponde a lo que males no presenta movilidad estacional. Al
denominamos piso puneño o altiplano. La contrario, realizan un ciclo anual en su piso
formación vegetacional está dominada por de origen sin mudarse a otro nicho.
gramíneas perennes de crecimiento en cham- Actualmente, durante todo el año, es po-
pas (paja o wichu) ; comp lementado con for- sible encontrar en los bofeda les vicuña (Ví-
maciones inlrazonales de vegas o bofedales cugna vicugna), vizcacha (Lagidium visca- ,
(Oxychloe andina y Distinchia mu coides): CÍa), tórtola o tortolita boliviana (Metropelia "
bosquecillos discontinuos de queñoas (Poly- ceciliae), pato o jergón chico (Ana flacirotis),
lepis tarapa ca na) y agrupaciones de llaretas entre una larga li sta de roedores y aves. En las
(Azorella compacta). En promedio presentan praderas adyacentes se encuentran el aves-
un 26% de cobertura, pero llega excepcional- ' truz!-) y la kiu la o perdiz de la puna (Tinamo-
mente a 70% en los bofedales , en torno a los tis pentlandii), de los que se reco lectan sus
cuales se desarrolla importante vida animal. huevos como recurso adicional. Este tipo de
Tal como ocurre en los pisos anteriores, mu- enclave, con alta concentración de recursos,
chas especies de plantas son exclusivas, lo dentro del piso puneño o alto andino, fue efi-
que junto a los factores de temperatura yalti- ciente y atractivo en invierno (junio-septi em-
tud, definen una fau na especializada repre- bre), cuando se seca n los pastos de los pisos
sentada, especialmente, por la vicuña. Los más bajos (prepuna y va lles serranos) y las
bofedal es ejercieron gran atracción en los ca- praderas más elevadas dentro de la puna son
zadores, considerando que se trata de encla- afectadas por bajas temperaturas.
ves con recursos de flora y fauna permanentes El diagrama de los pastores actu ales de
todo el año. Varias especies de animales pue- Cariquima, sobre el uso estacional de la pra-
den organizar una vida estable en torno a es- dera y vertiente occidental andina, podría
tas cuencas que constituyen una fuente segu- ilustrar el comportamiento de los cazadores.
ra de subsistenc ia. Si se agrega que las Los "cariquimeI1os" reservan las praderas al-
temperaturas bajas extremas, incluso en in- tas (sobre 4.000 m) para el verano (diciembre
vierno, no inhiben la supervivencia de hom- a marzo) y las bajas (Ca. 3 .700-4.000 m) para
bres, animales y plantas, se podría concluir el invierno [junio-septiembre)"'3). Este patrón
que estos factores pudieron provocar e incen- podría estar representado por los campamen-
tivar, más que limitar, la convergencia de ca- tos de Las Cuevas y Hakenasa, ubicados en
zadores-recolectores desde épocas tempra- niveles bajos dentro de la puna.
nas, para establecer campamentos en cual- Otro aspecto importante de destacar es la
quier época del año. En la actualidad, en el inexistencia de un stock de plantas de reco-
área correspondiente a la puna seca (a l norte lección. Tanto los reportes botánicos como et-
de Cariquima) las comunidades de pastores nográficos reconocen que un alto porcentaj e
aymara no abandonan este nicho por razones de la flora tiene funciones forrajeras, en cual-
eslacionales l291 , quiera de los tres pisos puneñostJ 4 ). Las pocas
Ya varios años atrás se definieron los en- plantas de consumo humano (bayas de cactá-
claves costeros más estables para cazadores- ceas y unas pocas hierbas del bofedal) no so n
recolectores como "zonas de eficiencia de de- susceptibles de molienda y fueron un rec urso
sembocaduras"(30), cuyos homólogos en la secundario y temporal. Esto coincide con la
puna se encontrarían en lo que podríamos de- ausencia de elementos de molienda , tales
nomínar "zonas de eficiencia de bofedales", como metates, morteros y moletas.
considerando las características y concentra- Los drásticos cambios de zonación ecoló-
ción de recursos que ofrecen, entre los que gica descritos en sentido vertica l, no ocurren
destaca la vicuña, cuyos hábitos gregarios han
sido resaltados en relación a los cazadores an-
dinoslJ 11 , Cl 21VELQSO y BUSTOS, 1982.
('JAveslru z de Tarapacá o Suri (Pleron ecmia pe/lnoto
larapocensis).
t~III VAN KESSEL, 1976. (:IJIV i\N KESSEL, 1900: 10.
!30 I NúÑEZ, 1971. (HIVILLAGRÁN el 01.,1982; KALlNC! al., 1962; CASTRoet
(3 il FRANKLlN ,1974. oJ., 1962; y VAN KESSEL, 1960: 10.

37
en el sentido longitudinal a lo largo de los Estas diferencias entre la puna seca y la
Andes l35J , Se reconocieron , s in embargo, sen- sa lada deben ser cons ideradas por su influ en-
sibles variaciones que han permitido definir cia en la defi ni ció n en los patrones-de asenta-
diferentes enclaves. Como en este caso las miento. Por datos arq ueológicos, climáticos y
áreas de puna seca y de puna desértica o sa la- zoo lógicos, se ha propuesto para el Arcai co
da(3"). La puna seca comparte rasgos co n la Tardío la hipótes is de un mod elo de trashu-
puna normal y se distinguen por la carga de mancia de caza y recolección netamente esta-
humedad definida por su posición longitudi- cional entre el salar y la puna alta de
nal. Comparten un nivel de 5.000 m para las Atacama , con eje principa l en los pisos ba-
nieves eternas; agric ul tura h as ta por sobre joS('9). En tanto, para Arica hemos s ugerid o
4.000 m y la posibilidad de asen tamientos ex- como hipótesis un patrón de caza con eje
tremos hasta 2.500 m "en la forma de pob la- principa l en el piso más alto, puneño , de me-
ciones a base de pasta les"(:i7). nor presión o determ inac ión es lacional( 411 1.
En la puna desértica o sa lada , en cambio , Estas diferencias ecológicas e hipotéti cos
descienden cons iderablemente " los límites patrones de asentamien to influyeron en las
de la agricul tura y de la población permanen- expresiones tecnológicas. La puna es un fac-
te". Basado en estas defi ni ciones , Tro ll diseñó tor de unificación cultura l, qu e se apreci a en
un mapa donde el límite norte de la puna sa- "la semejanza tipológica de l material lilico
lada alcanzaría justo hasta la puna de Arica. de l Sa lar de Surire con los materiales de los
Sin embargo, de acuerdo a los elemen tos sa lares más meridionales"(411. Otro tant o ha
diagnósticos de Tro ll y los entregados por Vi- ocurrido con ciertos tipos de puntas tempra-
llagrán el al., sería posible bajar, longitudina l- nas recogidos en la puna de Arica y de forma s
mente, el límite de la puna sa lada hasta Cari- simil ares en los Andes centra les(").
quima-I sluga, sec tor a lt o andino de la Podría sugerirse que la unidad ambiental
provincia de Iquique. de los Andes(4:11 habría incentivado tem pra-
De esta manera el área Arica-Cariquima namente a cazadores andinos centrales a ex-
quedaría dentro de la puna seca. Este límite, plorar las punas meridionales de aspecto pa-
Cariquima-Isluga, ha s ido ca lificado co mo el reci do, pero una vez enfrentad os a sus parti-
"ú ltimo refugio" hasta d onde han podido re- cularidades, debiero n readaptar sus patrones
plegarse los ayma ras contemporáneos('''(. Ha- de asen tami en tos y en menor grado sus tecno-
cia el sur, en lo que corresponde a la puna logías.
salada, hasta el Sa lar de Atacama , las condi-
ciones de temperatura y sequedad se tornan
tan severas que impiden una pe rmane ncia
dura nte el año compl eto. Se entra, en conse- 3. LA EVIDENC IA ARQUEOLÓGICA
cuencia, a ni vel de alta puna (sobre 4.000 m),
en territorios que deben o sólo pueden ser Se entrega a con tinuación una descr ipción
usados en el verano, en actividades de caza o sumaria de las evidencias para proponer una
pastoreo estacional. Probablemente, la fronte- secuencia para el Arcai co de la puna seca .
ra Cariquima-Isluga no varió substancia lmen- correspondiente a excavaciones en Toqu epa-
te en el pasado. Aparte de las diferencias cli- la, Caru, Las Cuevas, Patapanane y Tojo-Tojo-
máticas, es importante anotar las diferencias ne(44), y se agrega nueva información de los
ecológicas. Mientras en la puna seca hay un sitios Hakenasa y Tojo-Tojone; todos localiza-
rico ambi ente forrajero -ganadero, com ple- dos en la puna seca. Además se aporta in for-
mentado con animales menores , aves y roe- mación de sitios en la puna salada, ta les
dores , y ausencia de plantas de sem illas, en la como: Thina, San Lorenzo, Puripica , Thlán ,
puna salada de Atacama, un ambiente forraje- Tambillo , Confluencia e Isla Grande. Desde
ro más deprimido es complementado con
plantas de recolección y molienda (i. e., alga-
rrobo , chañar) que se encuentran en las altu- -
PUlNúÑEZ. 1980 b y e; y N I E~IEYEH. Y SCHI APPACt\SSE ,
ras moderadas de los oasis. 1966 y 1976.
HnlSANTORO y Cllt\Ct\MA M s.
(:JS1HEsTER, 1966: 378. ("I nSCHIAPPAC/\ SSE y N IB ·IEYER, 19 75.

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1:101VAN KESSEL, 1980: 37. ¡oIoIlSAmDRO y CUACAMA Ms.

38
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Figura 2, Sitios arcaicos'y enclaves eco lógicos mayores, Puna Seca y Puna Salada en el norte de
Chile.

39
épocas tempranas representan distintos mo- en las etapas tempranas de la ocupacJOn ,
mentos y manejos espaciales, con modelos de mientras que en las tardías adquirió mas im-
instrumentos y patrones de asentami entos di- portancia la proporción de roedores.
vergentes. (Figura 2.) San Lorenzo, no lejos de Tuina, presenta
fechas tempranas, una de 10.400 ± 130 a. p.,
asociada a "hoja triangular de pequeIla fa ctu-
3.1 . AReAl eo TEMPRANO (e,. 11.000-U.000 , . p.1 ra de obsidiana". Se recuperaron también una
seri e de artefactos, entre los que des tacan pe-
Se trata de un largo período que se ha se para- queIlas hojas triangulares, raspadores de dor-
do en dos fas es : una temprana llam ada Tui- so alto y otros e lementos qu e sugieren un én-
na 145 ) y una tardía que denominamos Patapa- fasis en la caza de roedores y ca méli dos, lo
tane[4GJ. que representa un patrón ge nerali zado de
caza, aprop iado al med io de quebrada y reli e-
ve de altura.
Ambos sitios, Tuina y San Lorenzo, re-
Fose Tuino (11.000 al 9.500 a. p.)
presentarían tempranas ocupaciones bajo un
patrón de alta movilidad, de caracter no tras-
Sólo representada por dos sitios de la puna humanti co, circunscrita, es pecialmen te, a los
salada: Tuina y San Lorenzo, por lo que se ha pisos por debajo de la alta puna, que habría
seguido la nominación dada por L. NÚIlez, s ido inhóspita la mayor parte del año. Este
pero no así su cronología, que fija el final de la patrón pudo funcionar e n é pocas anteriores a
fa se I47 ). Esta fase representa el inicio de caza- 9.500 a. p. , en la puna de Arica, y no hasta
dores andinos con patrones de alta movilidad 9.000 a. p. , como lo sugiere Núñez al incluir
adaptados a los ambien tes holocéni cos tem- los datos de Tojo-Tojon e como ejemplo de la
pranos. Contemporáneamente , en la puna continuación del modelo de alta movilidad
seca habrían exist ido patrones de movimi en- tempran a de los cazadores.
tos mas regulari zados. Es obvio que es ta suge- Las evidencias de Las Cuevas y Hakenasa
rencia deberá ser contrastada con nueva infor- demostrarian, a partir de 9.500 a. p. , la pre-
mación de ambas areas . sencia de tempranos asentamientos en la
El sitio Tuina, no lejos del cam ino de puna seca, que forman parte del inicio de
Calama a San Pedro de Atacama, fechado en circu itos más regu larizados de asentamiento ,
10.820 ± 630 a. p. y 9.080 ± 130 a. p. (sin que inclu ye ron luga res como Tojo-Tojone y,
referencia), correspondería a cazadores que por esta razón , se sugiere esta segunda fase
ocuparon serranías de alturas moderadas, dentro del Arcaico Temprano deno minada
con "posibles desplazamientos estacionales Patapatane.
hacia la alta puna" , afectada por clima frío y
lluviosoI 4.). Se observa predominio de raspa- Fase Patapatane (Ca. 9.500-8.000 a. p.)
dores de dorso alto y "puntas triangulares pre-
sionadas de pequeIla factura". También rae- Dentro de esta fase las evidencias se polarizan
deras, artefactos cortantes y yunques. Camé- hacia los extremos temprano y tardío. Esta re-
li dos habrían sido consumidos, mayormente, presentada por las ocupaciones tempranas de
los sit ios Toquepala, Tojo-Tojone y Las Cue-
vas . Toquepala tiene dos dataciones radiocar-
H 5 lNúÑEZ, 1983 b.
bónicas, una de 9 .580 ± 160 a. p., sin asocia-
(46)$e podrííl ílgregar, co mo lo ha sugerid o Núñez ciones culturales, tomada de la base del depó-
(com. pers.), una fílse de TRANSICIÓN previa, que conec lara
los "últimos" eventos de l período inicial P ALEO· sito. La segunda, 9.490 ± 140 a . p., proviene
INDIO. Hasta la fecha no se han registrado ocupaciones del estrato mas profundo de la cueva, también
para 105 dos pe rfodos más anli guos. Paleo indi o y Trans i· sin asociaciones arqueo lógicas, pero con evi-
ción (ver cUíldro cronológico , Fig. 9) , pero se ha insi stido dente asociación humana[.j9¡.
en su posibilidad s i se consid era n los restos fo s ilizados
de un milodontino, id enlificado pre liminílrmente por R.
La fecha de Tojo-Tojone, 9.580 ± 1.950 a.
Casamiquela (com. pers.). Tambi én Núñez ha suge rido p. , presenta amplios márgenes de variación
los e nclaves de la puna como potenciales hábitals para porque la muestra proveniente de un fogón
cazadores de l Paleo indio. En e l mismo sentido . Lynch fu e enriquecida con carbones de otro fogón
(Ms.) ha ori entado su proyecto de es tudio en el salar de
Punta Negra, e n la puna de Atacamn.
(HJNúÑEZ, 1983 b.
(4n INúNEZ, 1983 a. (-I{lJR.:WINES. 1967: 54.

40
más tardío ISO). Se asocian a estas fechas pun- Entre las puntas se distinguen tres tipos
tas lanceoladas espesas, aserradas, de base re- de formas. Dos ejemplares son triangulares
dondeada y con una saliente lateral para fa- con pedúnculo, diferenciados entre sí por el
cilitar la amarra al astil. Se comparan estas tamaño (Fig. 3: 1 y 2). Este tipo estaría empa-
formas con modelos aparecidos 3.000 años rentado con el ejemplar de hoja triangular y
más tarde en la costa de Camarones, para pedúnculo convergente levemente enuncia-
confirmar movimientos trashumánticos "sie- do (Fig. 3: 3). El tercer tipo es una punta trian-
rra-valle-costa"; pero al mismo tiempo se su- gular isósceles sin pedúnculo (Fig. 3: 4). Se
gieren movimientos "sierra-puna ", agregan a este tipo formas alargadas triangu-
. Debe agregarse como nuevo elemento lares y ovoidales, interpretadas como cuchi- 1,
diagnóstico en Tojo-Tojone la presencia de llos por la asimetría y la distribución lateral
puntas triangulares con pedúnculo, similares de sus filos (Fig. 3: 5-8). Dos formas de cuchi-
a las de Las Cuevas. Estas fueron encontradas llos lanceolados de limbo ancho: uno bilacial
en una ampliación de la excavación, cuyos doble punta y otro monofacial de base recta
materiales se encuentran en proceso de estu- (Fig. 3: 9 y 10). Además, un raspador ovalado
dio l51l . Este modelo de punta triangular se re- de lomo alto y otro semicircular menos espe-
cuperó en el estrato más profundo, sin asocia- so (Fig. 3: 11 y 12). Finalmente, cabe señalar la
ción a puntas lanceoladas espesas. Estas ausencia de las típicas puntas lanceoladas.
aparecen en niveles más tardíos, pero en ver- Cas i todos los tipos reseñados se agrupan en
siones más delgadas y anchas . el nivel superior, a excepción del raspador
En Las Cuevas l52 ), el 79,5% de los artefac- ovalado y la punta pequeña triangular con el
tos excavados pertenece al período Arcaico pedúnculo, en el nivel intermedio y el cuchi-
Temprano. Afortunadamente, este depósito ll o bifacial en el inferior. (Figura 3).
está sepultado por una gruesa capa de arci lla
El sitio Las Cuevas representaría un típi-
y espesos bloques de roca liparítica del techo
co campamento temporal en el borde del bo-
de la cueva, a un metro de profundidad. Esta
redal para la explotación eficiente de sus re-
ocupación fue subdividida en tres niveles. El cursos concentrados . Pudo ser una banda
superior o tardío presenta la mayor concen-
pequeña de cazadores o microbanda, si se
tración de artefactos y está datado en 8 .270 ± consideran el reducido espacio interior de la
250 a. p. Los niveles medio e inferior repre- cueva y la baja densidad de los restos de ocu -
sentan la fase temprana (Las Cuevas), datada pación. La alta incidencia de lascas y dese-
en 9.540 ± 160 a. p.I'3).
chos de percusión y presión demostraría que
Considerando los niveles en conjunto, la gente se instalaba a preparar sus instru-
destaca una alta proporción de artefactos líti- mentos de caza y faenamiento .
cos, en especial de lascas, microlascas y dese-
chos de percusión. Huesos y otros restos Cons iderando su tamaño se hi zo una se-
orgánicos son escasos por mala conservación. gregación tentativa de los huesos en animales
Se distinguieron 16 formas de instrumentos pequeños (roedores y aves) y animales mayo-
clasificados en puntas, raspapores y cuchi- res (camélidos y vena dos), de lo que resultó
llos. Como elementos misceláneos destacan una proporción de 45% mayores y 23% meno-
piedras pintadas sin diseños definidos y pig- res. La mala conservación engruesa la catego-
mentos de color rojo y un resto de diente de ría de huesos sin identificar en un 32%. Estas
tiburón, que evidencia cierto tipo de contacto cifras demostrarían, preliminarmente , un ni-
con la costa. vel de caza diversificado, lo que se correspon-
de con la diversidad de instrumentos emplea-
dos. Señalaría también un manejo especiali-
zado e integral del área, si se toma en cuenta
su posición en un nive l bajo dentro de la puna
f!\OIDAUELSBERG. 1983: 16. (Ca . 4.000 m). Se sugiere que correspondería a
t!Iil ISANTORO y D AUELSIlERG Ms. b. campamentos reservados para e l invierno
{52JSANTORO y ClIACAMA, 1982 y Ms. (mayo-septiembre), cuando las condiciones
t ~3ISANTORO y CH ACAMA Ms . Las dos muestras están son más inhóspitas en cualquier otro nivel
separadas por S cm de profundidad en la estratigrafia: dentro o fuera de este piso y semejante a la
pero su alta diferencia lemporalse debe a que fue necesa- manera como organizan la vida pastoril hoy
rio reunir carbones dispersos en un área de 30 x 40 cm y día en Cariquima. Se puede esperar en el futu-
de 5 cm de espesor, De esta manera, las fec has represen-
tan perfectamente bien el promedio temprano y tardío de ro hallar los campamentos temporales de ve-
la ocupación. rano , en enclaves más altos, abiertos (i. e., pra-

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LAS CUEVAS ,
Figuro 3. Las Cuevas, Arcaica te mprano . fase Patapatane (Ca. 9.500 a. p.).

42
deras) y cuencas de bofeda les. Más aún, se cuchillo lanceolado, de lados estrechos para-
podría sugerir que estos asentamientos cons- lelos , sección espesa y extremos redond ea-
titu yeron los campamentos bases o nucleares, dos . También podría corresponder a la prefor-
comp lementados con otros más transitorios y ma de una punta reuti li zada como cuchillo
destinados a actividades específicas dentro y (Fig. 4: 19). b) cuch illo raedera lanceolado an-
fuera de este piso , bajo un modelo de movi li- cho y delgado (fragmentado) (Fig. 4: 20) y cu-
dad de baja pres ión estacional. chillo de lasca, sem icircu lar (F ig. 4: 21). El
El segmento tardío de la fase Patapatane instrumento de hueso está pulido y ag uzado .
del período Arca ico Temprano compromete probablemente por el uso, en su extremo dis-
los estratos tempranos de los sjtios Patapata- tal y pudo usarse como retocador.
ne, Hakenasa y Caru. Para este último, se ob- Patapatane sería el campamento de un 1,
tuvo una fecha de 8.190 ± 160 a. p.I") Eviden- pequeño grupo de cazadores de caméli dos,
temente, ésta es muy cercana a la fe cha de probablemente gua nacos (45% de huesos ma-
Patapatane de 8.160 ± 160 a. p., y a la segunda yores), roedores y aves (18% de animal es me-
muestra de Las Cuevas, de 8.270 ± 250a. p. En nores). Las cond iciones eco lógicas en es te
Patapatane los residuos excava dos se dividie- piso prepuneño debieron ser menos áridas de
ron en cuatro ocupaciones sucesivas, de lo que son hoy día, como para ofrecer una
acuerdo a la estratigrafía, tipología y datacio- alternativa a los cazadores en la búsqueda de
nes radiocarbónicas. El depósito excavado recursos comp lementarios. La a lta propor-
presenta una profundidad máxima de 125 cm ción de huesos (75%) en relación a l resto del
y está subd ividido en doce niveles y estratos. depósito señala gran activid ad de faenami en-
Los componentes de la fase Patapatane pro- to de animales ll evados por presas desde los
vienen de los niveles G y H con es pesores silios de matan za.
totales que varían entre 5 a 35 cm . Esta s itua- La elaboración de artefactos fu e una
ción es provocada por la irregu laridad e incli- actividad secundaria, a ju zgar por los escasos
nación de depos itación de las basuras y por- desechos de percusión. Ambos factores seña-
que , seguramente, fue alterado durante las su- larían que Patapata ne fue, principa lm ente.
cesivas ocupaciones; de tal manera que no es una estación de caza disponible en cua lqui e-
posible reconocer niveles horizontales bien ra época de l año. Debido a la presencia de
definidos como los encontrados en I-Iakena- guanacos y roedores fue más prop icia su ocu-
5a(55). pación en verano y parte del oloño (¿octubre-
Se inventariaron 284 artefactas que re- abril?), complementada con los cam pamen-
presentan el 11% en relación a la muestra total tos bases de invi erno loca li zados en la puna.
del sitio. La mayor cantidad de artefactos son alrededo r de los bofedales.
líticos : lascas, micro lascas, desechos e instru- En estos circuitos debe cons iderarse la
mentos, más uno de hueso. Destacan como obtención de algunos objetos de la costa como
elementos misceláneos fragmentos de Charo las conchas de Charo mytílus. Patapatane se
mylilus; uno con señas de uso, pigmento rojo encuentra a 60 km, en línea recta de la costa.
y un fragmento de piedra arenisca re bajada. Esta misma distancia lo separa del sitio Las
Entre las puntas se distinguen dos tipos, no Cuevas, donde se halló el diente de tiburón.
conocidos en el siti o Las Cuevas. El primero, Desafortunadamente, esta ev idencia costera
en posición estratigráfica más profunda, es de tiene la misma fuerza para sostener que los
. forma romboidal, con aletas. Se obtuvieron cazadores habrían alcanzado hasta el litoral o
dos ejemplares completos y uno in completo que habrían obtenido estas conchas y quizás
(Fig. 4 : 13-15). El segundo tipo es lanceolado otros materiales a través de intercambios.
de base redondeada y aletas en el tercio proxi- Finalmente, se incluye entre los sitios de l
mal. Se recuperaron un ejemp lar completo arcaico temprano el sitio de I-Iakenasa, que
partido y tres fragmentos que podrían corres- aún se encuentra en proceso de estudiol 56 1. A
ponder a este tipo: (Fig. 4: 16-18). Recuerda las . pesar de que la muestra excavada es pequeña,
salientes de las puntas Tojo-Tojone, pero en la riqueza del contenido del depós ito y la ex-
versión de hoja más ancha y sección delgada. traordinaria disposición de los estratos cultu-
Las formas interpretadas como cuchillos rales en forma horizontal multiplican su valor
fueron clasificadas en los s igu ientes tipos: a) estrat igráfico. Su profundidad alcanzó hasta
230 cm y cubren desde épocas arca ico tem-
prano hasta ¡nka y reciente. -
(:i4 JRAvINES, 1967: 46.
(55ISANTORO y DAUELSllERG Ms. a. ISflISt\NTORO y D,\UELSDERG Ms. Q.

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PATAPATANE

F igura ..J. Patu palane. A rcaico temprano . fa se Pilla pala ne (Ca. U. OOO a. p.).

Los niveles 21 al 24 correspond en a esta nadas) sobre la caza de an imales menores


fase tardía , Pata pata ne. del período Arca ico (aves y roedores). Estas evidencias óseas y
te mprano. con baja dens id ad de res tos de ocu- cultura les indicarían que Hakenasa fue un
pación. Entre los indi cadores cultura les des- campamento estacional que aprovec haba e l
taca una punta triangu lar con pedúncu lo con- refugio cerrado de la cueva , lo que aseguró el
vergente. levemente insinuado (Fig. 5: 22). un acceso a los establ es recursos de caza, ofreci-
fragme nto de posible punta triangul ar co n pe- dos por los bofedales de An copujo y Cosapi-
dúncu lo insinuado convergente de base recta lIa. Su altura de 4.000 m sugeriría que pud o
(Fig. 5: 23). raedera y raspador de dorso alto haber sido ocupad o preferentemente en el in-
(Fig. 5: 29 y 30). Y cuc hillo de lasca sem icircu: vierno, o en cualquiera otra estació n del año.
lar (Fi g. 5: 31). Con excepc ión de este cuchillo. En re lació n a los sitios reseñados de la
que pertenece al ni ve l 21. los dem ás in stru- puna seca se podrían menci onar cuatro nu e-
mentos se encontraron en el ni vel 23, datado vos aleros descubiertos recientemente, en los
en 8.340 a. p. pisos serrano y puneño del sur peruano(57);
Los pocos restos de hueso seña laría n un
ligero predom inio de la caza de animales ma-
(!i1) ALDENDERFEH M s .
yores (posibl emente vicuñas o guanacos y ve-
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HAKENASA

figura 5. Ha kcnasa, 22 -25 , Arcai co temprano. fase Patapatane (Ca. 8.000 a. p.); 26 -34 , Arcaico medio (8 .000-6.000 a.p.'?)..

45
algunos de cuyos elementos excavados pare- p., enriquec iendo cuencas como las de To-
cen corresponder a épocas arca icas tempra- quepala, Llula Alto, Hakenasa, Las Cuevas y
nas y tardías, lo que podrá confirmarse cuan- Tojo-Tojone.
do se conozcan los informes fina les de estos La tendencia a ocupar regul ar y sistemá-
si tios. Del mismo modo se puede menci onar ticamente los diferentes ni chos de la puna, se
el sitio de Chulqui, en la puna sa lada I5"), don- deprimió, en forma consid erable, después de
de se han documentado elementos compara- los 8.000 a. p., hasta los 6.000 a. p., aproxima-
bles al sitio Tuina, datados en 9.520 a. p .. damente.
Al entrar en el terreno de las hipótes is en
re lac ión al cuerpo de datos presentados, des-
taca la notabl e aparició n de varios paraderos 3.2. ARCA)CO MEDIO (Ca. B.000·6. 000 a. 1'.1
de caza dores tempranos en una restringida
área de la puna seca. Esto señalaría que las
condiciones climáticas fueron favorab les Por crono logía relativa se sitúa este período
para que los cazadores andinos tempranos entre 8.000 a 6. 000 años a. p.I "". Los registros
adoptaran como propia esta auspici osa pero arqueo lógicos mu estran un vac ío durante este
no abu ndante región. De ac uerdo a las corre- período. Por esta razón no se defi nen fases
laciones climáticas propuestasl;"I, este perí- más específicas. Todos los s iti os tempranos
odo correspondería a la etapa fina l de la sube- reseñados muestran un marcado descenso de
dad Younger Dryos, dat ado entre 10.000 a ac ti vidades e inclu so largos abandonos, co n
8.000 a. p.II;IJ). Po r su parte, Lynch, discutien- cortos y esporá dicos relamas. Este "a bando-
do las posibilid ades de comprender las con- no" de los am bi entes puneños corresponde al
diciones climáticas que pudieron existir en e l Optimun Clim aticum, de clima seco y cáli-
Sa lar de Punta Negra , señala que éstas son doI6 ' ). lo que pudo repercutir en la disminu-
variables y hasta cont rad ictorias, dependien- ción de los recursos de la puna presiona ndo a
do del modelo hi potéti co pa leocl im át ico e m- los cazadores a buscar fue ntes compl emen-
pleado. Así Markgraf y Mercer, quienes estu- tarias de rec ursos como la cos ta. donde. co in-
di aro n los cambios cl imáticos glacial-tardío y ci dentemente, se ini cian ocupaciones inte n-
postglacia l en los Andes del sur, sugieren un sivas yes tables l"41.
período de alta pluviosidad entre 13.000 a Las escasas evid encia s reclI pe ra das en
10.000 años a. p., con su clímax alrededor de Patapa tane correspond en a puntas lanceo la-
11 .300 años a. p. Esto parece contradecirse da s con pequeñas aletas cerca de la base. con-
con las conclusiones de Bradbury et 01. para tinuadas del período anterior (Fig. 4: 16). y un
los Andes del norte refere ntes a condi ciones punzón de hueso poco elaborado. Los restos
de aridez en el período mencionado, seguido óseos señalan una caza diversificada, co n ma-
de un período lluvioso después de los 10.000 yor incidencia de camélidos sobre los ani-
8 ¡i os(fi1I, males de menor tamaño.
Si se considera que ambos fenómenos En Hake nasa, los ni veles 15 a119, as igna-
obedecen a diferentes orígenes, podrían ser dos a este período, también presentan escasos
complementarios y no excl uye ntes. El des- restos de ocupación cuyos indicadores cultu-
plazamiento de las lluvias hacia e l norte, pro- rales incl uye n una punta romboida l con pe-
puesto por Markgraf y Mercer, habría favore- queñas aletas (Fig. 5: 26); cuchill os lanceola-
cido enclaves de la puna salada, como Punta dos de hoja ancha (Fig. 5: 27 y 28); cuchillos
Negra, y ambientes de quebrada como San Lo- de lascas retocadas (Fig. 5: 31 y 32). Y una
renzo y Tuina, en fechas anteriores a 10.000 preforma laminar lanceolada espesa (Fig. 5:
años a. p., corroborado po r los datos rad iocar- 33).
bónicos. Por su parte, la puna seca habría sido En ambos silios las formas de los instru-
favorec ida por los aumentos de precipitacio-
nes en la zona ecuatorial , propuestos po.r tfi2 1En atención a que la fecha m ás tard ia del A rca ico
Bradbury el al., un poco después de 10.000 a. temprano es de 8.160 a. p., obtenida en Pa topata ne. y la
más tem prana del Arcaico tardio es d e 4.890 =13 0 a. p.,
también de Patapalane. Santero y Chacama Ms.
t 511 JEsl udiad o po r SINCLt\ IRE, c., como pers. U1lIVe r esquema en NUÑEZ el al., 1983.

15U)NüÑEZ 1983 a: 60. tH4 Ip.e,: Q uiani, Cuma rones-14 . CH marones . Punta
Norte, QUÍLmi·9: Bllm, 19 43: NJEt-IEVE I! y S Cllit\I'P,\CASSE,
(GO)NÚÑEZ e l 01., 1983. 1979; SCHIAPPACASSE y Nn::l>.IEYER, 1984; D,\ uELSBERG, 1982 y
( fi llMARKGRAF, 1983; MERCER . 1983; BIL\DDURY el aJ.. MUÑoz y C1IACAMA, 1982: ver tambi én WILLEY, 1971:199.
1901: todos c itados en LVNOI MS. 1971 :199,

46
mentas derivan de las tradiciones tempranas, El sitio Hakenasa posee para el Arcaico
lo que podría indicar que se trataba de grupos tardío, en la puna seca, una fecha de 4.380 ±
relictuales que, esporádicamente, retornaban 120 a. p., obtenid a en el estrato intermedio del
a los pisos de la puna, s in que se pueda esta- depósito correspondiente a esta época y re-
blecer con claridad, ahora, si sus campamen- presenta el clímax de ocupación. Se recuperó
tos bases estuvieron en la costa o en algún una gran cantidad de puntas de proyectil, cu-
nicho de la puna que todavía no hemos locali- chillos, raederas, raspadores, un perforador
zado. cilíndrico, un afilador, sobadores de cuero,
percutores, una cuenta de collar, pigmentos
3.3. ARCAICO TARDío (6.000-4 .000 años a. p.) de color rojo, un canto rodado con señas de ,
uso y dos machacadores. "

Este período correspondería al clímax de ocu- Entre las puntas se encuentra una gran
pación de los cazadores arcaicos con uso ex- variedad de formas de tamaño pequeño, tales
tensivo de una mayor diversidad de enclaves como punta romboidal [preforma) [Fig. 5: 34);
dentro del área de la puna y patrones de asen- pentagonal [Fig. 6: 35-3 7); pentagonal con pe-
tamiento particularizados tanto en la puna queñas aletas [Fig. 6: 38); triangu lar de hoja
seca como en la sa lada . aserrada y pedúnculo redondeado ancho
En la puna seca, durante el Arcaico tem- [Fig. 6: 39 y 40) o convergente [Fig. 6: 41-43);
prano hubo una fuerte tendencia a ocupar si - triangu lar de pedúnculo ancho [Fig. 6: 44-46),
tios de praderas abiertas, tanto de la prepuna con un ejemplar en miniatura [Fig. 6: 47).
como de la puna propiamente tal. Mientras También se asocia una variedad de puntas
que en el Arcaico tardío se ocuparon además lanceoladas [Fig. 6: 48-50); lanceoladas de
las quebradas profundas del piso serrano. Va- hoja ancha [Fig. 6: 52 y Fig. 7: 53 y 54); lanceo-
rios sitios documentan este período, tales lada con pedúncu lo levemente enunciado
como Patapatane en la prepuna, Puxuma, Pi- [Fig. 7: 55) y lanceo lada de base recta ancha
ñuta, Guañure y Tojo-Tojone en la sierra IOS ). A [Fig. 7: 56 y 57). Se inclu yen, además, como
los que se agregan recientes descubrimientos tipo aberrante, una forma lanceolada de base
en el piso puneño: Hakenasa, Lipiche y Puka- ancha escotada y una punta triangular ancha
ra, que se encuentran en proceso de estudio. [Fig. 7: 58 y 59). Las formas de éstas pudieron
Se propone el nombre de fase Hakenasa, con- derivarse de las puntas triangulares y lanceo-
siderando que este sitio representa mejor al ladas tempranas.
Arcaico tardío . Entre los cuchillos se reconocen diversas
La explotación extensiva de los recursos formas de hojas lanceoladas [Fig. 7: 60-65);
fue realizada con técnicas especiali zadas evi- fo liáceas [Fig. 7 Y 8: 66-69); ova ladas [Fig. 8:
denciadas por amplia utilización de distintas 70-72) y sem icirculares [Fig. s: 73-76); raspa-
formas de instrumentos; algunos continúan o dores pequeños circu lares o de "uña" [Fig. 8:
recuerdan tradiciones anteriores evo luciona~ 77-78).
das en diversos sentidos. En t.é rminos genera- Se asocian formas triangulares de cuchi-
les, se observa una reducción del tamaño de llos [Fig. 8: 79 y 80) Y los primeros ejemp lares
los instrumentos, como reflejo de nuevas tec- de puntas triangulares de base escotada [Fig.
nologías o por simp le adopción de nuevas 8: 81-83). Estos nuevos tipos triangulares, con
modas, destinadas a la misma actividad de o sin escotad ura, reemplazan en el período
caza de camélidos, venados, roedores y aves. siguiente, Formativo, a las tradicionales for-
Este tradicional énfasis cazador se debió mas fo li áceas, ovaladas, lanceo ladas y trian-
a las condiciones del medio puneño: ausen- gulares con pedúnculo. Cabe señalar que este
cia de plantas de recolección susceptibles de proceso de cambios enunciado a través de la
molienda versus el dominio de plantas forra- transformación de los instrumentos de pie-
jeras que soportan diversas presas de caza. dra, se ratifica por la presencia de fragmentos
Esta situación no se repite con el mismo de cerámica y una plaquita de oro datada en
acento en la puna salada donde la recolección 2.850 ± 200 años a. p. Tanto la cerámica de
de Prosopis y otros frutos, en las quebradas y desgrasante vegetal como las puntas triangu-
oasis de Atacama, jugó un significativo rol en lares escotadas son comparables a los regis-
la definición del patrón de asentamiento tras- tros del mismo tipo obtenidos en Huancara-
humante. ni t661 .

(1I5)SANTORO y CHAC/\M/\, 1982, y Ms.; DAUELSDERG, ((IOlW ,\LTER, 1966, lám. 7 u; PONCE SANl lNt S. 1970 a: 23
1983. y 44 , Y lám. 16.

47
HAKENASA

Figuro 6. H akentlstl. Arca ico tardfo, füse Hükení:lsa (Ca. 6.000-4 .000 u. p.,.

El recuento general de los huesos seña la Distinta s itu ación presentan una serie de
un mayor predominio de animales mayores ocupaciones más temporales en refugi os de
so bre los menores, en una proporción de dos a c uevas excavados e n e l piso serrano, e ntre los
uno , aproximadamente. que se encu entran el alero de Puxuma, Piñu-
La presenci a de abundantes desechos de ta, Guañure y Tojo-Tojone, donde se han data-
percusión, instrumentos como perforadores y do evidenc ias de cazadores arcaicos tardíos
obj etos de adornos (cuentas), indicaría que en los estratos del inicio de la ocupación. Es-
Hakenasa no sólo fue paradero de caza, s ino· tos siti os se ubican en fondos de quebradas en
tambi én centro de acti vidades de tipo tecno- e l piso serrano , el que comenzó a usarse en
lógico y social, con una larga permanencia en forma más intensiva a partir de esta época . En
el lugar. Por otro lado, Hakenasa pudo ser un el Arca ico tem pran o, encl aves de este tipo no
campamento base, se miperma nente, de caza- fueron ocupados. Tojo-Tojone es una excep-
dores que viviendo casi todo el año allí , arti- c i ó n~~ e no es tá ubicado precisamente en
cularo n, temporalmente, los otros pisos de la el fo~do ~ la quebra da .
puna durante las estaciones más cálidas y hú- ' fuxuma, localizado en la qu ebrada del
medas (octubre-abril). mismo- nombre (Ca. 3.600 ms.m.), presenta
48
,
"

<::7
63._"""
"",.... ,
HAKENASA F=:-""'Il...

Figura 7. Hakenasa, Arcaico tardío . fase Hakenasa (Cil, 6.000-4.000 a. p.}.

dos fechas casi contemporáneas tomadas del asocian además a es tas fechas una cuenta de
mismo nivel al com ienzo de la ocupación . La coll ar y un fragmento de hueso pulido (¿reto-
primera de 4.010 ± 100 a. p. y la segunda de ca dor?).
4.240 ± 95 a. p. En el nivel inmed iatamente su perior al
Aunque se recuperaron escasos instru- estrato datado, se registraron una punta foliá-'
mentos , destaca como elemento diagnóstico cea , romboidal, y una triangu lar pequeña.
un fragmento de punta pentagonal alargada También el extremo de un fragmento de punta
con pedúnculo convergente, comparab le a las lanceolada, un cuchillo lanceolado y uno se-
descritas para Hakenasa (Fig. 6: 35-37). Se micircular.
49
CJ
68.. Ot.:i20r
N,vIU ..

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~~O

78 .. o=, 52. 0<6-, 83_ ...,.


HAKI!Ñ'ASA .~. ... · .... 7

Figuro B. Hakenasa, Arcaico tardío. fa se Hakenasa ¡Cil. 6.000-4.000 a. p.).

Los escasos res tos de huesos señalan un de manga neso!ü7 1• Estos pigmentos deben es-
predominio de animal es mayores sobre ani- tar re lacionados con a lgunas de las figuras
males menores. Los pocos elementos de este pintadas en una de las rocas del alero. Estas se
pequeño alero representarían un campam en- encontraron mu y des dibujadas, cubi ertas con
to tempora l, para el aprovechamiento de re- una pátina de polvo, no observado en otros
cursos localizados de caza, de grupos co nec- paneles de la zona!ü"), lo que indicaria una
tados, probablemente, con algún campa- larga exposición a la intemperi e. De esta ma·
mento base en el piso puneño. nera, al¡¡unos de los diseIlos podrían corres-
Debe seIlalarse la presenci a de pigmen-
tos co lor rojo, amari llo y negro. Los dos pri - IB11De acuerdo a los análi sis químicos rea li zados por
meros son óxidos de hierro , mientras el pig- L. FIGUEROA (co m. pers.J.
mento negro presenta un a alta concentraCión (1lfI1N JEMEYER,1972.

50
ponder al Arcaico tardío. Se pueden mencio- en los estratos que s iguen a la ocupaCIOIl
nar como e jemp los más seguros figuras natu- arca ica tardía ; señala la culminac ión de un
ralistas de camélidos y la pos ible represen- proceso de cambios ocurrid o duran te este
tación de un perro , ambas de co lor negro. Pig- período. La cerámica está datada en 2.540 :t
mentos de este co lor no se repiten en los estra - 180 a. p. y 2.520 :t 90 a. p.
tos tardíos qu e se v in cul an con e l período in - El tercer s itio correspon de a un campa-
kaico. Figuras natura li stas de ca mélidos de mento m᧠eFmero~todavía , loca li zado en la
color rojo y ama rillo aparecen superp ues tas quebrada de Cuañur ,en el piso serrano , don-
alternarlamente, y los pigmentos se registran de se obtuvo b na_f cha de 4.380 :t 105 a. p"
hasta épocas tardías, lo que dificulta su id en- asociada a pi gmentos de co lor roJO usados en
tifica ción cultu ra l. las pictografías, mu y mal conservadas, en las 1,
Por es ta razón es m ás dudoso relacio nar paredes de es te peque ño alero : Aunqu e no
es tas expresiones de arte rupestre con las ocu- hay instrum entos de tormas diagnósticas, la
pacio nes del Arca ico temprano, a pesar del presencia de lascas y desechos de percus ión y
registro seguro de pigmentos usados con estos algunos huesos de an im ales mayores y meno-
propós itos. Este fue el argumento dado para res demuestra que és te fue un ~a mpam e nt o
postular una época temprana para las picto- tem poral de un grupo mu y reducido de caza-
graf~~ Toquepa la!""J. dores de guanacos y ve nados , que todavía es
( Pi~u t8'. el segundo ca mpamento, es una pos ibl e encontrar e n e l área.
peq~¿u eva e n el piso serrano y presenta Nuevamente , como ocurre en los s iti os
una fecha de 3.750 :t 140 a. p., ob tenida del anteriores, la calidad de la conservac ión de
com ienzo de la ocupación. Se asocian a esta las pinturas y la presenc ia de pigmentos de
muestra un fragmen to de punta lanceo lada , co lor sug ieren que estas prácti cas de caza fue -
una pu nta triangular pequeña levemente es- ron reforzadas or ritos ro iciator ios ex re-
cota da, una punta fo li ácea y un cuchillo ova- ' 5a os en as picto rafía-s.----........
lado; fragmento de un posib le perforador y tercer sitio e Tojo-Toj0I19:S ituado en
. lascas con re toques usados como cuchillos. la cabecera de un va ll e rano;-en el que se ha
En el estrato inmediatamente s uperior al ni- obtenido una fecha de 3 .740 :t 130 años a. p.,
vel datado se recuperaro n una punta tipo lan- desafortunadamente tambi én sin asociacio-
ceolada con pequeñas a letas y pedúnculo le- nes cu lturales!71J. Sin embargo, la fecha debe
ve mente escotado, una punta pequ eña foliá- correspond er a otro paradero tempora l de ca-
cea, una punta lanceo lada de hoja ancha y zadores para e l aprovecham iento, en espe-'
base redondeada y un cuchi llo pentagona l. cia l, de venados y guanacos y de la pequeña
El recuento de h uesos muestra una leve cantera de pi edra volcán ica que se encue ntra
superiori dad de an imales mayores (cam éli- en el luga r.
dos y ve nados) sobre los menores (aves y roe- La am pli ació n de las excavaciones rea li-
d ores ). También se registraron pigmentos de zadas rec ien teme nte en el sitio ha demostra-
co lores amarillo y rojo, usados' para pintar al- do la efímera ocu pación de este campamento
gu nas de las figuras del Ranel ue adornan las en el Arcaico tardío 172J. Se puede mencionar
paredes de la cueva . Anteriormente hemos su- como elemento diagnósti co, no encontrado
gerido que una hil era de fi guras humanas qu e e n la prim era excavación, una punta lanceo-
corona el panel podría corresponder a esta lada de base redondeada simil ar a las de Pata-
época y representaría una reminiscencia del patane, campam en to ubi cado en la pradera
patrón de caza co lecti vo, de arrinconamiento alta del piso prepuneño. Se obtuvo una fecha
de animales!70J. Igualmente, la información de 4.890 :t 130 años a. p.
de este sitio correspondería a un paradero Se asocian a esta fecha puntas lanceola-
temporal para la explotación de los res tringi- das con O sin pedúncu lo leve , simil ares a las
dos recursos de caza de la quebrada. de Hakenasa; fragmento de una posible punta
Aunque no hay una transición evid ente lanceolada con pedúnculo y aletas, heredada
en la transformación de los instrumentos de épocas anteriores, y una pequeña punta
como ocurre en Hakenasa, la presencia de pentagonal. En los cuchillos se repiten las tí-
cerámica, también con desgrasante vegetal, picas formas anchas, ovaladas y foliáceas ,
mencionadas en Hakenasa.

(60IMuELLE , 1969 Y SANTORO Ms.


171IDt\UELSElERG, 1983: 12.
11 0 JSAl\'TORO
y CHACAMA. 198 2: lá m . 2; SANTORO y
D AUELSBERG, 1985. r72.ISANTORO y DAUELSllERG Ms . b.

51
Entre los elementos miscéláneos se en- pobladas en es te ambiente auspiciosa pero no
cuentran un punzón o retocador de hu eso y ab undante de la puna seca.
fragmentos de Choromytilus, dos de ellos co n En la puna salada varios sitios documen-
aparentes señales de uso. También se pu ede tan este período tardío de los cazadores , en
mencionar una pequeila muestra de tubérc u- los que se ha r.econocido un patrón especiali-
los identifica dos, tentati vamente, como oca o zado de trashumancia estaci onal entre la alta
apilla (Oxalis luberos um). En los ni ve les in- puna , va lles, oasis del Salar de Atacama y el
mediatamente s uperiores a esta ocupaci ón se curso medio del río Loa(73).
registraron ullu co o papa lisa (Ullu cus tubero- Destacan , entre ellos, los si tios Tu lán-51
sum) e ¡sa ña (Tropaelum tuberos um). Estas y Tulán-52 como ejemplos de cazadores reco-
especies pueden ser silvestres o cultiva das. lectores que ocuparon el ni cho intermedio de
Resultan muy sugerentes por aparecer en épo- la quebrada del mismo nombre qu e conecta la
cas tardías de caza dores cuando , probab le- alta puna con los oasis. Los eventos de Tu-
mente, se gestaban los cambios qu e so n más lán-51 fueron datados en 4.990 ± 110 a. p. En
ev identes en el períod o Formativo. el segund o sitio se obtuvieron dos fechas cer-
Como en los sitios anteriores , la propor- canas de 4.34 0 ± 95 años a. p. y 4.270 ± 80
ción de huesos de animales mayo res supera años a. p. Los restos de ocupación, principal-
en cantidad a aquellos de especies menores. mente huesos y líticos, están asociados a es-
Estas evidencias sugieren qu e se trató de un tru cturas de habitación circulares, semisub-
campamento estacional destinado, especia l- terráneas, definida s por grandes lajas vertica-
mente, al aprovechamiento de los recursos de les . En el piso se hallaron pozos de almacena-
caza de la pradera adyacente. Por otro lado, je que se repiten en pequeños nichos situados
los restos de Choromytilus señalan que de al- en las paredes. Las industrias liticas de ambos
guna manera estos caza dores estab lecieron sitios son similares , destaca ndo varios tipos
contactos con la costa. de puntas lanceo ladas, al mismo tiem po que
disminuyen las pedunculadas, lo que se com-
Procedentes de este período se recupera-
ron elementos de arte rupestre. Des taca un para con lo seña lado para la puna seca. Se
bloque , asociado a la fecha seña lada, co n un incluyen además distintos tipos de cuchillos,
perforadoxes , raspadores y choppers{").
diseño de tres figuras humanas en hil eras, si-
milares a las de Piñuta. El desarroll o de estas Merecen destacarse, como elementos dis-
expres iones, posiblemente de tipo religioso, tintivos, ausentes en la puna seca, implemen-
mostraría parte de la complej idad de estas so- tos de molienda con varios tipos de moletas y
ciedades de cazadores tardíos en la puna morteros, usa dos en la preparación d e ali-
mentos y molienda de pigmentos, a pesar de
seca.
que no se registraron restos de plantas en las
La inform ación obtenida y presentada excavaciones. La alta frecuencia de puntas
hasta ahora muestra a lta concentración de lanceoladas e impl ementos de uso co rtante ,
actividades en el piso puneño; esto podría de- demuestra una alta es peciali zació n en la ca-
mostrar qu e allí se locali zaban campamen tos za, que hab ría perm itido una vida sedentaria
más estables o semi permanentes, con acceso comp lementada con recursos de la alta puna
tem poral a las praderas altas del piso prepu- y oasis más bajosli 5 J, (
neño. Mención aparte merecen los pequeños El esquema de trashumancia propuesto
campamentos en los fondos de las quebradas sugiere que los cazadores recolectores del
en el piso serrano, de ocupación tempora l pa- Arca ico tardío ubi caron su campamento base
ra la exp lotación de recursos mu y localizados en la quebrada de Tulán. Durante el verano
de caza. Si los campamentos del piso prepu- habrían subido a la alta puna para caza r y
neño representan actividades semiperma- obtener obsidiana {7B). Otro tanto habría ocu-
nentes , los sitios del pi so serrano habrían si- rrido al final del verano , en la desembocadura
do campamentos menores dependi entes de de la quebrada , para la recolec'ción de a lgunos
aquell os núcleos semi permanentes. De 1'0 fruto s (i. e., Prosopis). Este esquema habría
contrario, y enlrando en un terreno más espe-
cu lati vo, se podría s ugerir que presiones de-
mográfica s habrían llevado a los cazadores a P:lINt)ÑEZ. 1980 e; 1983 a y b.
ocupar estos abruptos territorios de la s ierra, 1NiNll!'mz , 1903 b: 176.
cuando las praderas de la prepuna y puna, 175li bid.
donde se encu entran las mejores posibilida- (lHI /. e .. campamen tos Miscanti y Meniques: NIF.:\IE-
des de caza, estaba n sobreexplotadas o sobre- )'EI( Y SC W Al'f 'ACAS~E. 1968 y 1976.

52
sostenido campamentos de vida semiperma- Por otro lado, un patrón de trashumancia
nente en las quebradas que unen la alta puna dentro de un área más restringida y correla-
y los oasis del salar. Al mismo tiempo se ha cionada con fluctuaciones del medio ambien-
sugerido que, durante este período, se inicia- te ha sido definido como complejo Chiu-
ba un proceso de incipiente domesticación de Chiu!OO). Se localiza en el curso medio del río
camélidos(77). Loa y está datado entre q . 66~ ± 110 a. p. y
En este último sentido la situación de Pu- 3.625 ± 85 a. p. Se registraron más de setenta
ripica es más sugerente, ya que parece repre- sitios correspondientes a pequeños campa-
sentar un nivel más avanzado dentro de este mentos transitorios o semipermanenles y m á~
proceso de domesticación propio de la puna complejos. Se ha sugerido que durante condi-
de Atacama. Puripica comparte rasgos simila- ciones más húmedas se mantuvieron ambien- 1,
res a Thlán, como puntas lanceoladas, morte- tes cenagosos que permitieron mayor abun-
ros tipo cónico y estructuras habitacionales, dancia de recursos de caza, mientras que en
pero asociados a un ambiente más rico para la los períodos secos, fueron abandonados para
recolección que Thlán. Núñez, al considerar recurrir a nichos más altos. Estos cambios am-
la alta frecuencia de cuchillos frente a la baja bientales no habrían s ido de tipo estacion al,
frecuencia de puntas, sugiere que se producía sino más bien cíclicos, comprometiendo al-
un descenso en las prácticas de caza reempla- gunos años o varias décadas. Entre la indus-
zadas por un franco proceso de domestica- tria lítica de estos sitios destacan puntas lan-
ción de camélidos. Estos eventos han sido da- ceoladas, dobles puntas simétricas, cuchillos
tados entre 4.815 ± 70 años a. p. y 4.050 ± 95 bifacial es , microlitos de sección triangular e
años a. p. Por otro lado , el sitio presenta evi- implementos de molienda, asociados a una
dencias de movilidad o contacto con el curso amplia variedad de recursos consumidos, ta-
medio del río Loa, a juzgar por unos microli- les como camélidos, roedores, aves, pescados
tos similares a los del Complejo Chiu-Chiu. y semillas.
Además, unas conchas del Pacífico señalan La presencia de lana parece indi car una
comunicación con la costa. incipiente domesticación, cuyo proceso es in-
La orientación del sitio Tambillo es dis- terpretado como consecuencia c.e una alta es-
tinta en relación a los sitios anteriormente pecialización en los patrones trashumánticos
descritos de la puna salada, debido a que se de caza y recolección. Varias bandas habrían
trata de una adaptacíón a un medio ambiente aprovechado los recursos intercalados entre
de recursos lacustres favorables para otro tipo el río Loa medio y áreas altas como Puripica,
de caza y recolección. Destaca la escasez de cuya eficiente adaptación y conocimiento del
puntas lanceoladas, mientras prevalecen las medio permitieron un proceso de domestica-
formas triangulares de puntas, cuchillos y ción.
abundancia de raspadores con formas espe- Por su parte, los sitios Isla Grande y Con-
cializadas. fluencia, situados en el curso medio del río
Puede señalarse como elemento similar a Loa, podrían mostrar los inicios del patrón
la puna seca la figura naturalista de camélido, Puripica-Chiu-Chiu. Isla Grande está datado
grabada en un bloque de piedra, interpretado en 6.850 ± 130 a. p., en tanto que Confluencia
como elemento de prácticas rituales propicia- ti ene~una fecha de 5.380 ± 130 a. p. En el
torias de cazadores!'"J. primero destacan puntas lanceoladas e im-
Los análisis de huesos(79) permitieron plementos de molienda, asociados a abun-
identificar los elencos de animales cazados y dantes restos de plantas y huesos de caméli-
las proporciones con que aparecen en los tres dos. En Confluencia se hallaron viviendas se-
sitios antes descritos, lo que sumado a las es- misubterráneas asociadas a puntas lanceola-
tadísticas de los tipos de instrumentos, de- das y pedunculadas y grandes cuchillos de
muestra que en estos tres enclaves fueron usa- hojas anchas lanceoladas y de formas triangu-
das estrategias distintas de subsistencia, con lares!"'J. Finalmente Núñez ha sugerido que
una alta especialización y conocimiento del estos eventos representan un desarrollo más
medio. eficiente de adaptación trashumántica que
controlan pisos entre el curso medio del río
Loa y nichos más altos en la puna seca, basada
P1INÚÑEZ. 1983 b: 178 . en la caza de camélidos y avifauna.
pOINúÑEZ, 1980 c.
11 ulRea li zados por HESSE y H ESSE (1979), citado por IftllJDRUSS , 1977 b.
NÚÑEZ, 1983 a. f01ILANNING. 1968, citado por NÚÑEZ, 1963 b.

53
4. SUMARIO y DISCUSiÓN no y prepuneño , las praderas pierden parte de
su potencial y los anima les ti end en a disper-
sarse, mientras en 'el bofeda l se mantiene una
La información arqueológica presentada , co- adecuada co ncentración de ellos, entre los
rrespondiente en especial al Arcaico tempra- que des taca la vicuña.
no y Arca ico tardío, muestra en general una
identidad de formas en sus industrias y en los Más aún, los sitios tempranos se ubican
procesos socioculturales comprometidos. De en enclaves más bajos, dentro del piso pune-
esta manera , la sugerencia en el sentido de ño. De esta manera , durante la estación más
que los pisos altos son un factor de unifica- húmeda y cá lid a, los caza dores pudi eron
ción cultural l ") queda corroborada con la in- aprovechar enclaves más altos dentro de este
formación presentada. piso, como as í también en los más bajos, en
Sin embargo, estudios más recientes qu e especial en las praderas altas de la prepuna.
han incorporado datos faunísticos, botánicos En ambas region es [puna seca y sa lada)
y medio ambientales, permiten distinguir pa- se propusieron cinco períodos [Fig. 9). El más
trones diferenciados dentro de los dos tipos temprano, Paleoindio , no tiene registros y, po-
de puna señalados, incluidos en los territo- s iblemente , es anterior a 11.000 a. p., pero la
rios del norte de Chile y extremo sur de Perú. tendencia a ocupar lugares abiertos y a usa r
Se ha sugerido correr el límite de la puna seca puntas triangulares por los cazadores del Ar-
has ta las localidades de Cariquima e ¡sluga, ca ico te mprano ha s id o s ugerida como here n-
límite qu e Troll ubi ca ra más al norte. Mien- c ia del Paleoi ndio .
tras, la puna sa lada o desértica abarcaría des- El segundo periodo corresponde al Ar-
de el sur de este límite has ta la puna de Ata- ca ico temprano, separado en una fa se tempra-
cama. na y otra tardía. La prim era, denominada Tui-
Para la primera área, puna seca, se ha de- na. se ha restringido entre cerca de 11.000 a
finido en términos generales un patrón tras- 9.500 a. p. y no 9.000 a. p.. ya que se ha exclui-
humántico persistente de caza, considerando do el s itio Tojo-Tojone, co nsiderado en el es-
la ausenc ia de plantas de reco lección ti. e., quema de N úi18Z. Esta fase se caracterizaría
tamaru go, al garrobo); la presencia de un am- por un patrón de movilidad interambiental,
biente forraj ero rico en los tres ni chos que pero no en el sentido trashumántico estricto,
componen es ta área: prepuneilo, serrano y articul ando el perfil regional en su totalidad.
puneño , y, consecuentemente, la concentra- Se trata de "cazadores de camélidos que op-
ción, aunque no abundante pero s í permanen- tan por alturas moderadas, inmed iatamente
te, de recursos de caza representados por ca- prealtipláni cas, estableciendo un hábitat par-
mélidos, venados. roedores y el avestruz , en- ticular en los valles serranos "11l3). Se conside-
tre otras aves. Estos recursos , contrariamente ra qu e los pisos más altos, sobre 4.000 m. ,
a lo que ocurre en la puna salada, no presen- habrían sido inhóspitos [helados y secos) pa-
tan una marcada alternativa estacional. ra el establecimiento de poblaciones arcaicas
Se han presentado como eje nuclear los tempranas. Este patrón funciona bien cuando
enclaves de bofedal es, loca li zados en el piso se refi ere a la puna salada de Atacama y parti-
puneño. dond e se concentran recursos esta- cu larmente relacionado con los eventos sen-
bl es todo el año , por lo que hemos sugerido el s iblemente más tempranos de Tuina y San Lo-
término de "zonas de efici encia de bofedal es" renzo [Ca. 10.500 a. p.). En cambio, la presen-
para seña lar que las condiciones de la puna cia en la puna seca de tres sitios ubicados en
seca son habitables para hombres y anima les distintos pi sos dentro del área, con fechas que
en cualquier época del año, contrari amente a se agrupan alrededor de 9 .500 a. p. ti. e., To-
lo que se ha señalado en a lgunas oportuni- quepa la, Tojo-Tojone, Las Cuevas), sugiere
dades an teriores. De es ta manera , consideran- que se trataba de cazadores que comenzaron
do es tos elementos en su co njunto , se formula patrones más regularizados de asentamiento ,
la s igui ente hipótes is: desde épocas tempra- inscritos principalmente en los ambientes de
nas los caza dores habrían ubicado sus campa- altura, al mi smo ti empo que abandonaban el
mentos bases en refugio s y aleros alrededor patrón de alta movilidad ambienta l [Tuina-
de los bofeda les . principalmente durante el San Lorenzo}. Por es ta razón, estos eventos se
invierno [mayo-septiembre). Durante es ta es- han separado como una fase tardía dentro del
tación seca y he lada.. en los otros pisos serra- período Arcaico temprano, la que hemos de-

11l2lSClUAPP:\C/\SSE y N1EMEYER, 1975. (lIJIN üÑEZ. 19U3 a: 60 .

54
FIGURA 9
ESQUEMA DE SECUENCIA CRONOLÓGICO-CULTURAL. PUNA SECA y PUNA SALADA O DESERTlCA

Años Período PUNA SECA PUNA SALADA


Q. p. Cultural
Patrón Patrón
Asentamiento Fase Fase Asentamiento

2000 Transición
Formativo
4000 Arcaico Campamentos semi· PURIPICA Trashumancia caza 1,
permanentes, caza HAKENASA recolección, cam-
especializada, posi- pamentos semiper-
Tardío ble domesticación. TULÁN manen tes, domesticación.

6000 Arcaico
7000 Medio

8000 Arcaico Trashumancia de PATAPATANE


cazadores nucleada en
9000 torno a los pisos
puneños. Alta movilidad
no estaciona l.
10.000 TUINA? TUINA caza y recolección.
Temprano

11.000 Paleo-
indio
12.000

nominado Pata¡Jatane, ubicada temporalmente Atacama, valle, puna alta y pisos más bajos
entre 9.500 a 8.000 a. p. Durante los episodios (como el curso medio del río Loa), organiza-
iniciales de esta fase continúan las formas dos en eficientes circuitos de trashumancia
triangulares de puntas, al mismo tiempo que estacional y con un creciente desarrollo de
comienza a aparecer el clásico patrón lanceo- campamentos semi permanentes, lo que coin-
lado que se populariza más tarde. La distribu- cide con un proceso local de domesticación
ción de sitios, principalmente en los pisos de de camélidos.
puna y prepuna, asociados a praderas abier- Para la puna seca, aunque la evidencia no
tas, seña laría el inicio de un patrón más regu- es tan clara, se vislumbra el surgimiento de
larizado de asentamiento, de carácter esta- campamentos estables o semi permanentes en
cional y circunscrito a los pisos altos. Esta las zonas de eficiencia de bofedales sosteni-
fase tardía no está representada en la puna dos por una caza especializada y posible do-
salada, por lo que se podría mantener para esa mesticación de an imales, cuyo proceso he-
área el límite tardío de la fase Tuina estableci- mos sugerido considerando la aparición gra-
do por Núñez. dual, en el Arcaico tardío, de tipos de ins-
El período Arcaico medio, ubicado por trumentos (j. e., puntas escotadas y cuchillos
cronología relativa cerca del 8.000 al 6.000 a. triangulares) que se popularizan en el perío-
p., presenta escasos restos de ocupación y los do siguiente asociados a fragmentos de ce-
sitios muestran un significativo abandono, rámica inicial y elaboración de objetos de oro,
cuyas causas no se han podido explicar, pero y son expres ión del desarrollo de un nuevo
coincide con el inicio de la ocupación inten- estadio en las auspiciosas, aunque no abun-
siva del litoral. dantes, punas del norte de Chile!1l4}.
El período Arcaico tardío está mejor do-
cumentado en ambas punas, donde coinci-
den en mostrar una especializada adaptación
en actividades de caza y recolección. Las evi- (fIolIAgradecimientos:
dencias son más elocuentes en la puna sala- Se agradecen los auspicios de las Univers id ades del Nor-
te y de Tarapacá, así como la cooperación de la Corpora-
da. El conjunto de instrumentos y los restos ción Naciona l Forestal de Chite . Se reconoce y aprecia la
de ocupación demuestran un uso especializa- ayuda de ,. Chacama, P. Dauelsberg. M. 1. Arrieta, T.
do de los recursos jalonados entre el Salar de Lynch, D. Sandweiss, N. Rosales, M. Santos y R. Rocha.

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