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1. Introducción
La organización territorial del Estado, cuyas bases están establecidas en la tercera parte de
la Constitución Política del Estado aprobada por referendo el 2009, significa la apertura de
tres procesos de profunda transformación en la estructura de nuestro país.
El primero tiene que ver con la configuración del territorio del Estado, su división política
para el ordenamiento de la administración pública. Debería desarrollarse dinámicamente en
el tiempo, de manera que vaya cambiando la fisonomía del propio mapa de Bolivia, para
superar una serie de deficiencias en su ordenamiento espacial.
Su importancia radica, además, en que es una de las bases para que puedan desarrollarse los
otros dos procesos: el régimen de autonomías, punto de quiebre entre un Estado centralista
y otro nuevo, con mayor descentralización, a través de la distribución del poder hacia
espacios más cercanos a la población, a gobiernos subnacionales elegidos de manera
democrática. Su conformación y desarrollo será, qué duda cabe, el centro de la atención
ciudadana y de la política boliviana en las siguientes décadas
Y finalmente, a través de los dos anteriores, se abre el tercer proceso, que tiene que ver con
la construcción de lo plurinacional: dar paso al autogobierno de los pueblos y naciones
indígena originarios1 de nuestro país. Así, y en función de corregir una de las más grandes
injusticias de nuestra historia, que fue su exclusión de la propia conformación del Estado
boliviano, impulsar la restitución de sus derechos.
1 No menciono el concepto “indígena originario campesino” establecido en la Constitución Política del Estado, ya que
intento visibilizar un importante elemento que su uso acrítico hace perder de vista: los derechos de los pueblos, les son
propios por su carácter de indígenas –o, como prefieren autodenominarse en general los pertenecientes a las tierras
altas del país, originarios–. Estos derechos no les son atribuidos por pertenecer a la categoría social de campesino. La
inserción de esta categoría a continuación de los otros dos términos, que son evidentemente apelativos a la identidad
étnica y cultural, se dio en la Constitución Política del Estado para poner de manifiesto que la forma de organización
sindical campesina adoptada ya desde mediados del siglo pasado en gran parte del país, no debería ser óbice para el
reconocimiento de los derechos colectivos inherentes a su identidad.
En lo que hoy es la parte andina de Bolivia, los suyus delimitaban los territorios aymaras y
quechuas, cada suyu constaba de markas y éstas de ayllus. La colonia reorganizó el espacio
en provincias dependientes de las audiencias y luego la república se conformó sobre la base
de los departamentos y la división de éstos en provincias, en secciones de provincia, en
cantones y en determinados momentos también se establecieron distritos y hasta
vicecantones.
Pero, por el otro lado, con la excepción mencionada de Beni y Pando, en el nivel de
departamentos se anquilosa la organización territorial, desnudando que la lógica localista y
provinciana es la que impera, mientras que la visión global y regional del territorio
boliviano resulta prácticamente ignorada.
Bolivia en 1859
Por otro lado, la desordenada creación de unidades político administrativas que a lo largo
de nuestra vida republicana que, por ejemplo, multiplicó las menos de 40 provincias
originales a las actuales 112, sin criterios mínimos de homogeneidad territorial, poblacional
ni ecológica, en su generalidad. Apenas el 5% de las actuales provincias sobrevivieron al
fraccionamiento, manteniéndose sin alteración desde la creación de cada departamento 6. En
los extremos, y para graficar esta la falta de criterios lógicos al respecto, una provincia es
5 El mapa ofrece una información extraordinaria, incluyendo planos de las ciudades de La Paz, Sucre y un detalle de la
población de la República por departamentos, provincias, área urbana y rural, así como una estimación de las “tribus
salvajes” en el país. La referencia del mapa dice, textualmente: MAPA DE LA REPUBLICA DE BOLIVIA. MANDADO
PUBLICAR POR EL GOBIERNO DE LA NACION EN LA ADMINISTRACION DEL PRESIDENTE Doctor José María Linares Y
SECRETARIO DE INSTRUCCION PUBLICA Doctor Lucas Mendoza de La Tapia. LEVANTADO Y ORGANIZADO EN LOS AÑOS
1842 A 1859 Por el Teniente Coronel Juan Ondarza, Comandante Juan Mariano Mujía y Mayor Lucio Camacho. AÑO DE
1859.
6 Se trata de las provincias Cercado (hoy Murillo) de La Paz, Cordillera de Santa Cruz, Cercado (hoy Frías) de Potosí y
Fuente: Elaboración propia a partir de: Costa Ardúz, Rolando: El mito del Orden Territorial.
FUNDAPPAC / Konrad Adenauer Stiftung, La Paz, 2006.
7 La provincia Cordillera de Santa Cruz tiene 86.245 Km2, mientras que la provincia Manco Kápac de La Paz solamente
tiene una extensión de 367 Km2.
8 Son los casos de las provincias Cercado y O’Connor de Tarija; Moxos de Beni; Belisario Boeto de Chuquisaca; Cercado,
Tapacarí y Bolívar de Cochabamba; Saucari, Tomás Barrón, Totora, Sebastián Pagador y Nor Carangas de Oruro; Omiste y
Baldivieso de Potosí; y Sandóval de Santa Cruz.
9
Costa Ardúz, Rolando, 2006. Op. Cit.
4
Las actuales 112 provincias de Bolivia
5
Municipios de Bolivia
Fuente: Sistema de Información Geográfico de la Condición Étnico Lingüística: Sistema de Naciones Unidas.
Pero también, y en virtud a la demanda de los pueblos indígenas de tierras bajas, expresada
de manera dramática en la Marcha por el Territorio y la Dignidad de 1990, la propuesta de
territorios indígenas resultó tibiamente recogida en el debate de la reforma constitucional de
1994, aunque disminuida a la figura de “tierras comunitarias de origen” (TCO), por la
mezquindad de un Congreso Nacional que, pese a estar aprobando la reforma al artículo
primero de la Constitución, que incorporaba el carácter multiétnico y pluricultural a la
República, lo negaba de esta manera en la práctica, revelando su profunda incomprensión
respecto a su país y, una vez más, la exclusión de los pueblos indígenas.
6
Pese a ello, también con la movilización de los pueblos indígenas del oriente fue
incorporada y aprobada la figura de la TCO en la Ley INRA en 1996, creándose desde
entonces como una forma colectiva de propiedad de la tierra. Con ello y el apoyo de
algunas instituciones como el Centro de Estudios Jurídicos e Investigación Social (CEJIS),
diversos pueblos indígenas y originarios impulsaron la concresión de estas disposiciones,
reconociéndose, hasta la realización de la Asamblea Constituyente, cerca a un centenar y
medio de ellas en todo el país, entre efectivamente tituladas, saneadas, en proceso y
demandadas, cuya ubicación es la que muestra el mapa que se presenta a continuación.
Esta breve y esquemática revisión histórica, que por supuesto no tiene ninguna pretensión
de ser exhaustiva ni mucho menos, permite tener una idea aproximada de la complejidad
del tema que abordamos, pero al mismo tiempo refleja la dramática realidad de una
organización territorial caprichosamente definida, sin un derrotero, estrategia ni políticas al
respecto. Por ello mismo, se puede afirmar que es inútil pretender que sobre esta base
territorial se pueda dar un proceso de desarrollo del país que alcance el conjunto de su
territorio y a la totalidad de sus habitantes.
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Justamente una de las evidencias de ello es la gran cantidad de demandas y propuestas para
una reconfiguración territorial que se han dado históricamente desde la sociedad civil, y que
resurgieron con mayor vigor en el período inmediatamente anterior a la Asamblea
Constituyente, desde el momento en el que su realización se incorporó en la agenda oficial,
en octubre de 2003. El siguiente acápite de este trabajo abordará las más relevantes de
éstas.
Sin entrar aquí a mayor detalle al respecto, lo que cabe es presentar una provocadora
propuesta publicada en el libro de Albó, que intenta “visualizar lo que podría ser un
nuevo mapa administrativo del país, basado en las nueve o diez regiones que
eventualmente pudieran sustituir a los actuales departamentos”: Amazonía, Llanos de
Moxos, Aymara Norte, Altiplano sur11, Sur Andino, Quechua Norte, Tarija, Santa
Cruz, Chiquitanía y Chiriguanía.
10 Cuadros, Diego (Comp.): La revuelta de las nacionalidades. UNITAS, La Paz, 1991; y CIPCA: Por una Bolivia diferente:
Aportes para un proyecto histórico popular. Cuadernos de investigación No. 34, La Paz, 1991.
11 Si primase un criterio más lingüístico para su conformación, el Altiplano Sur podría no establecerse, para lo cual la
parte marcada “A” en el mapa, estaría incluida en la Aymara Norte, y la “B” en la siguiente, el Sur Andino.
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Posibles regiones en reemplazo de los departamentos
Fuente: Albó, Xavier–CIPCA: Por una Bolivia diferente: Aportes para un proyecto histórico
popular. Cuadernos de investigación No. 34, La Paz, 1991.
Nota: En este gráfico hay un error, ya que en lugar de marcarse las regiones A y B
(encerradas en círculo), hay dos regiones A. La inferior debe ser B.
9
circunscripciones que se plantearon en un estudio encomendado por la Corte Nacional
Electoral, que recogían de alguna manera las aspiraciones de sus organizaciones.12
Fuente: Arnold, Denise: Pueblos indígenas y originarios de Bolivia: Hacia su soberanía y legitimidad
electoral. Corte Nacional Electoral, La Paz, 2004.
12 Arnold, Denise: Pueblos indígenas y originarios de Bolivia: Hacia su soberanía y legitimidad electoral. Corte Nacional
Electoral, La Paz, 2004.
13 El 17 de enero de 2004 se conformó en Vallegrande el Bloque cívico de los valles cruceños.
10
Vaca Diez del Beni, pero también propuesta desde otra vertiente incluyendo todo el
departamento de Pando y las provincias Vaca Diez de Beni e Iturralde de La Paz14; y
los Lípez, en Potosí, integrados por las provincias Nor y Sur Lípez, Enrique
Baldivieso, Daniel Campos y Antonio Quijarro, que lograron la aprobación de una ley
el año 2004, para impulsar un plan de desarrollo regional y a través de ello el
reconocimiento a esta región.
14 Propuesta ciudadana: Creación de la Región Amazónica Boliviana. Hugo Leigue, Riberalta, 2005.
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Posibles regiones al interior de los departamentos
Es por ello imprescindible separar claramente los dos conceptos que aparecen subsumidos
en el de unidad político administrativa: el de unidad territorial y el de entidad territorial. El
primero está ligado a la geografía política y se refiere a la espacialidad o territorialidad.
Mientras que el segundo, hace referencia a la administración o gobierno de la unidad
territorial, a cargo de la administración pública en su jurisdicción.
Más adelante podremos ver que ignorar esta diferencia puede conducir a lecturas equívocas
de la Constitución, pero también se hará referencia a los debates respecto al sujeto de la
autonomía que tienen que ver con lo aquí mencionado.
Artículo 158.
I. Son atribuciones de la Asamblea Legislativa Plurinacional, además de las que determina esta
Constitución y la ley:
(…)
6. Aprobar la creación de nuevas unidades territoriales y establecer sus límites, de
acuerdo con la Constitución y con la ley.
Artículo 269.
(…)
II. La creación, modificación y delimitación de las unidades territoriales se hará por voluntad
democrática de sus habitantes, de acuerdo a las condiciones establecidas en la Constitución y la
ley.
Esto coincide con lo que pasa en la mayoría de los países unitarios del mundo y en
particular de América Latina, con excepción de Colombia. Por otro lado, en los países
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federales se establece de manera generalizada la fórmula en la que, en base a una ley
orgánica nacional, los Estados tienen la potestad de conformar municipios y resolver
sus asuntos limítrofes.
Más adelante se hará referencia a este tema, en virtud a que la adopción del régimen de
autonomías en una entidad territorial cuya base territorial no esté ya reconocida por la
Ley, requerirá la conformación de la unidad territorial sobre la que la autonomía tendrá
jurisdicción, necesariamente a través de un procedimiento establecido en una ley
nacional y cada caso individual debe culminar con otra ley específica aprobada por la
Asamblea Legislativa Plurinacional.
Recién la mencionada ley de UPAs del año 2000 incorpora algunos criterios de
consulta, pero –y en particular para la resolución de conflictos de delimitación– el
protagonismo sigue estando en las autoridades ya sea municipales o departamentales,
según sea el caso.
15
De acuerdo a la Ley 2150, para la creación, modificación y delimitación de provincias, secciones de provincia (hoy
municipios) y cantones, el Prefecto del Departamento es la autoridad de primera instancia.
14
la zona específica, acuerdan –o en realidad impiden, casi en la totalidad de los casos–
la resolución del conflicto que, casi con seguridad, si estuviera solamente en manos de
los afectados podría llegar a soluciones más expeditas, razonables y prácticas.
Artículo 269.
I. Bolivia se organiza territorialmente en departamentos, provincias, municipios y territorios
indígena originario campesinos.
(…)
III. Las regiones formarán parte de la organización territorial, en los términos y las condiciones
que determinen la ley.
a) Departamentos
16
El Artículo 17 de la Ley Marco de Autonomías y Descentralización establece que deberá hacerse un
referendo entre los afectados para resolver las disputas limítrofes.
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la creación de nuevos departamentos con la inclusión del listado de los nueve
departamentos que conforman la República, retrocediendo de esta manera incluso
respecto a la Constitución hasta entonces vigente y la Ley 2150, que dejan abierta
la posibilidad de que se creen nuevos departamentos. Por supuesto que el motivo
no era finalmente que nazcan nuevos a partir de los ya existentes, sino el fantasma
de que, al crearse el departamento del Chaco, las riquezas hidrocarburíferas de esta
región dejarían a Tarija, Chuquisaca y Santa Cruz sin éstas y sin los ingentes
recursos que les llegan principalmente por la vía de las regalías.
Pero tampoco las propuestas del bloque de mayoría recogieron las demandas de
creación de nuevos departamentos en la propia CPE, de manera que dejaron
implícita la posibilidad de que esto pudiese ocurrir, al igual que en la Constitución
anterior. Finalmente el debate respecto a la integridad de los departamentos más
bien se trasladó al tema del respeto a sus límites, por el supuesto peligro que
podría acarrear para éstos la creación de las nuevas unidades territoriales
planteadas: las regiones y los territorios indígenas.
Este es el caso de la mayoría de los países del mundo, cuya organización territorial
se entiende como un proceso dinámico y que debe responder a las propias
necesidades del Estado. Francia, por ejemplo, definió hace más de dos siglos como
un ideal el que todos sus departamentos tengan una superficie territorial
relativamente similar, de manera que la administración pública llegue en las
condiciones más homogéneas posibles a todo el territorio nacional y se pueda
establecer, también, similar peso específico tanto a la administración como al
poder de representatividad de cada uno de los departamentos en el conjunto del
país17. De esta manera el Estado adopta de manera expresa una política para que su
organización territorial no genere mayores inequidades, más allá de las inevitables
diferencias que aspectos como la existencia de recursos naturales valiosos, su
ubicación estratégica en función del comercio o su condición insular, o la
diferencia en la cantidad de habitantes entre unos y otros, incorporan ya, de suyo,
suficientes diferencias como para que el Estado no aliente o mantenga otras que
vayan en desmedro de la equidad interterritorial.
17La consigna que se puso en práctica entonces fue que ningún ciudadano esté más lejos de sus representantes y
autoridades que el equivalente a una jornada a caballo.
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Dos elementos vale la pena destacar a partir de lo dicho y también con referencia
al ejemplo francés. Primero que la Constitución reconoce la organización
territorial en departamentos –al igual que en todas las otras unidades territoriales–
como un proceso inacabado y por lo tanto dinámico. Si bien no establece
explícitamente el desequilibrio existente entre los actuales departamentos del país,
los propios datos de la realidad son elocuentes al respecto. Pero tampoco establece
explícitamente ni la mantención de los departamentos en su actual configuración
ni alienta la creación de nuevos. Podrá ser el desarrollo normativo, a expresarse en
la mantención o modificación de lo establecido en la actual ley 2150 de UPAS, el
que, o mantenga distancia respecto a estos procesos o, por el contrario, establezca
una política de Estado definida al respecto.
Si bien en todo lo dicho en esta parte se hace una especial referencia a los
departamentos, en función a que fue un tema de controversia en el proceso
constituyente, es también válido por lo menos para los municipios, entre las otras
unidades territoriales establecidas en la Constitución. Pero es preciso puntualizar
aún varias cosas al respecto en las siguientes líneas.
b) Municipios
Si bien la existencia de los municipios llegó a ser puesta en cuestión por algunos
sectores indígenas en la Asamblea Constituyente, no resultó ser un debate de
fondo. Para ciertas visiones “reconstitutivas” del territorio ancestral, la nueva
Constitución debía ignorar la existencia de todas las unidades político
administrativas del país, especialmente las municipales, con la desaparición de los
gobiernos locales. De esta manera, y sobre la base de un territorio boliviano sin
mayor delimitación que la de sus fronteras internacionales, se pretendía que los
pueblos “redibujen” –sin tomar en cuenta la actual configuración de las unidades
territoriales existentes– la nueva organización territorial del país. Pero el
reconocimiento de los municipios como unidades territoriales no tuvo mayor
dificultad que las que más bien se plantearon en función del respeto o no a sus
límites para la conformación de los territorios indígenas, como se menciona más
adelante.
Pero este cambio de nombre, en sus efectos, por lo menos trasciende a otro aspecto
más: todas las secciones de provincia del país tenían, de manera inmediatamente
anterior a su nombre propio, un número ordinal: “Primera sección de la provincia
…” o “Cuarta sección de la provincia …”, definido en función al orden
cronológico en que se reconoció o creó cada una de ellas. Tal la relevancia que se
le dio a este orden que todos los atlas o colecciones cartográficas lo tomaban en
cuenta en la organización de su contenido, y cuando se consultan documentos o
instrumentos oficiales, como las actas finales de cómputo de las elecciones o la
página web de la Corte Nacional Electoral en Internet, solamente se podía acceder
a los datos de determinado municipio seleccionando el número de sección de
provincia que era, dato sin el cual la búsqueda era imposible, haciendo inútil el
nombre propio de la unidad territorial. Entonces, la “emancipación” del municipio
como sección de determinada provincia –que no significa de ninguna manera el
que deje de estar dentro de su jurisdicción– significa de hecho la desaparición del
dato ordinal.
No deja de ser importante esta desaparición, ya que, entre otras cosas, la sección
de provincia era la única unidad territorial en la que constaba esta numeración: no
existe en los departamentos, provincias ni cantones. En algunos lugares del país se
había creado la equívoca idea de que ser la primera sección de una provincia
determinaba, si no un estatus mayor, por lo menos un valor simbólico superior al
de, por ejemplo, la cuarta sección. Queda inequívoca entonces, a partir de lo
mencionado, la igualdad jerárquica entre los municipios, y por lo tanto el orden
cronológico de su reconocimiento o creación pasa a ser un dato histórico y ya no
parte de su nombre.
c) Provincias
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mayor protagonismo y participación de estas zonas, olvidadas de los procesos de
desarrollo y tan venidas a menos en el ejercicio de la administración pública.
Desde las propuestas conservadoras se dio, al igual que en otros temas, una lógica
de apuntalar los menores cambios posibles no sólo en el ámbito territorial sino en
general en el conjunto de la Constitución, por lo que sin mayor presencia
discursiva al respecto simplemente propusieron mantener la provincia, al igual que
todas las unidades territoriales establecidas hasta entonces.
Así pues, en la medida que se vayan conformando regiones, queda abierta más de
una alternativa: que los departamentos estarán organizados en regiones y además
en las provincias que no hubiesen adoptado esta nueva forma, o que las provincias
subsistan incluso pese a que se hayan conformado las regiones, estableciendo una
suerte de yuxtaposiciones territoriales, una como referencia histórico–territorial o
de identidad y la nueva como efectivo espacio de gestión y administración pública.
Al respecto no debe dejarse de lado, además, que mientras la norma que vaya a
sustituir o modificar la ley 2150 no aborde este tema para su aplicación
generalizada en el país, la región como tal no es una unidad territorial sino hasta
que una Ley así lo determine, por lo que podrá ser, en cada caso, esta norma
expresa la que establezca la pervivencia o no de la o las provincias que quedasen
completamente incorporadas en el alcance territorial de la región.
d) La Región
La región resultó ser el término que dio cabida a las más diversas propuestas; en
los extremos unas que la concebían como la panacea para superar todos los males
territoriales, o prácticamente como el caballo de Troya para la destrucción de los
departamentos y el propio país, por otro lado.
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exageraciones que las propias posiciones conservadoras habían atribuido a la
regionalización, con el afán de desacreditarla) los temores de sus detractores.
La región resultó siendo una salida para evitar, desde este punto de vista, el
despropósito del reconocimiento de autonomías provinciales, lo que significaría la
consolidación de la fragmentación territorial y, lo que es peor, dentro de una
división territorial en su gran mayoría incongruente con los objetivos del
desarrollo territorial, por la división de las lógicas sociales, productivas, culturales,
etc. que había introducido la creación desordenada de provincias.
Artículo 280
I. La región, conformada por varios municipios o provincias con continuidad geográfica y
sin trascender límites departamentales, que compartan cultura, lenguas, historia, economía y
ecosistemas en cada departamento, se constituirá como un espacio de planificación y
gestión.
Excepcionalmente una región podrá estar conformada únicamente por una provincia, que
por sí sola tenga las características definidas para la región. En las conurbaciones mayores a
500.000 habitantes, podrán conformarse regiones metropolitanas.
II. La Ley Marco de Autonomías y Descentralización establecerá los términos y
procedimientos para la conformación ordenada y planificada de las regiones.
El que las regiones puedan ser parte de la organización territorial, quiere decir lo
siguiente: primero, que la propia Constitución no reconoce ninguna anterior a su
propia vigencia ni crea ninguna región. Segundo, que unas regiones podrán, en
función a lo que vaya a definir la Ley, ser reconocidas como unidades territoriales,
que es la manera como se expresará su incorporación a la organización territorial.
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Esto a su vez supone que podrán haber algunas regiones que no cuenten con este
reconocimiento: región que se constituya no es, necesariamente, unidad territorial.
¿Qué es entonces?, más adelante veremos que la propia Constitución lo establece:
un espacio de planificación y gestión para la administración pública.
18
En el más serio esfuerzo por superar las diferencias políticas que polarizaron al país respecto del texto de
propuesta de nueva Constitución Política del Estado aprobado por la Asamblea Constituyente, entre
septiembre y octubre del 2008 se logró instalar en Cochabamba el denominado Diálogo Nacional, que
reunió a los actores regionales y políticos para buscar acuerdos, sobre todo sobre el régimen de autonomías.
Sus resultados fueron determinantes para que ese mismo mes de octubre el Congreso Nacional aprobara el
texto corregido de la propuesta constitucional que sería sometido a referendo en siguiente año.
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características y funcionamiento de las regiones metropolitanas, que en función de
los datos de la realidad son al momento tres: las existentes alrededor de las
capitales de los departamentos de La Paz, Cochabamba y Santa Cruz19.
Artículo 290.
I. La conformación de la autonomía indígena originario campesina se basa en los territorios
ancestrales, actualmente habitados por esos pueblos y naciones, y en la voluntad de su
población, expresada en consulta, de acuerdo a la Constitución y la ley.
Artículo 291.
I. Son autonomías indígena originario campesinas los territorios indígena originario
campesinos, y los municipios, y regiones que adoptan tal cualidad de acuerdo a lo
establecido en esta Constitución y la ley.
Artículo 293.
I. La autonomía indígena basada en territorios indígenas consolidados y aquellos en
proceso, una vez consolidados, se constituirá por la voluntad expresada de su población en
consulta en conformidad a sus normas y procedimientos propios como único requisito
exigible.
II. Si la conformación de una autonomía indígena originario campesina afectase límites de
distritos municipales, el pueblo o nación indígena originario campesino y el gobierno
municipal deberán acordar una nueva delimitación distrital. Si afectase límites municipales,
deberá seguirse un procedimiento ante la Asamblea Legislativa Plurinacional para su
aprobación, previo cumplimiento de los requisitos y condiciones particulares que señale la
Ley.
19
La región metropolitana de Cochabamba, denominada “Kanata”, ya fue aprobada por ley el año 2014.
22
III. La Ley establecerá requisitos mínimos de población y otros diferenciados para la
constitución de autonomía indígena originario campesina.
IV. Para constituir una autonomía indígena originario campesina cuyos territorios se
encuentren en uno o más municipios, la ley señalará los mecanismos de articulación,
coordinación y cooperación para el ejercicio de su gobierno.
Disposición transitoria Séptima. A efectos de la aplicación del parágrafo I del artículo 293
de esta Constitución, el territorio indígena tendrá como base de su delimitación a las Tierras
Comunitarias de Origen. En el plazo de un año desde la elección del Órgano Ejecutivo y
Legislativo, la categoría de Tierra Comunitaria de Origen se sujetará a un trámite
administrativo de conversión a Territorio Indígena Originario Campesino, en el marco
establecido en esta Constitución.
La base territorial para la autonomía indígena queda definida ya sea en los límites
actuales del municipio, o en los de la Tierra Comunitaria de Origen (TCO) una vez
titulada como territorio. El primer caso queda muy claro, ya que todos los
municipios son unidades territoriales con una jurisdicción definida
(independientemente de la existencia de imprecisiones o conflictos de
delimitación).
Si bien el texto constitucional no hace mención expresa a qué pasa con los
territorios que cruzan límites departamentales, debe tomarse en cuenta que todo
límite departamental es, simultáneamente, un límite entre municipios, de manera
que queda claro que es solamente una ley la que podrá modificar los límites entre
ellos –y por lo tanto los departamentales– para dar lugar a la creación de la nueva
unidad territorial basada en el territorio indígena originario campesino. No es
específica tampoco la Constitución respecto a si en la organización territorial todas
las unidades territoriales menores deben estar claramente circunscritas al interior
de un departamento –o unidad territorial mayor–, pero esto ocurre no sólo en
nuestro país, sino en absolutamente todas las organizaciones territoriales del
mundo, por lo que podría colegirse que así debe ser, y no podrían reconocerse
como unidades territoriales territorios que no queden claramente incorporados,
simultáneamente, en uno u otro departamento, de manera excluyente.
Artículo 303.
I. La autonomía indígena originario campesina, además de sus competencias, asumirá las de
los municipios, de acuerdo con un proceso de desarrollo institucional y con las
características culturales propias de conformidad a la Constitución y a la Let Marco de
Autonomías y Descentralización.
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f) El cantón
5. La reconfiguración territorial
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esté sujeta a los anteriores cantones, y por otro lado en la escala intermedia entre
municipios y departamento, con la conformación de regiones.
Con seguridad que en la medida en que este proceso de reconfiguración se vaya dando de
manera paulatina, en los siguientes años asistiremos a cambios en el propio mapa de
nuestro país, que le darán un nuevo rostro, reflejo de una territorialidad diferente, más
adecuada a la realidad, a las demandas de nuestros pueblos y a una racionalidad territorial
mucho más apta para que el Estado garantice el cumplimiento de derechos y la prestación
de servicios a todos los bolivianos, cualquiera sea el lugar y el espacio territorial en el que
habiten.
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