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DERECHO PENAL
PARTE GENERAL
Primera Edición
TOMO II
HVCA-2014
Primera edición: setiembre, 2014
E
s de menester mencionar que el presente trabajo, es un
material que está dirigido a todos los hombres que tienen
las intenciones de saber acerca del Derecho Penal Parte
General, para ello ha de exponer sistemáticamente cada una de
las partes, iniciando con los conceptos, características, princi-
pios del derecho penal, ya habiendo estudiado la teoría de la
ley penal, abarcando la teoría del delito y la teoría de las penas,
básicamente las ideas doctrinarias que servirán como una guía.
Ya que, el esfuerzo está orientado a enfocar del modo más
conciso el contenido, demostrando en su base la cultura jurídica
del saber humano. La misma que facilitara especialmente cuya
asimilación a los estudiantes de derecho, puesto que su conte-
nido muestra relación existente en las expresiones de nuestra
realidad.
El autor.
9
10
INDICE GENERAL
PRESENTACIÓN ...................................................................... 9
INDICE GENERAL ................................................................. 11
LECCIÓN I
DELITO
ACCIÓN
OMISIÓN
1. Concepto de omisión...................................................... 77
2. Clases de omisión .......................................................... 77
a. Omisión simple ............................................................. 77
b. Comisión por omisión ................................................... 78
3. Ausencia de acción......................................................... 79
1) La fuerza física irresistible ........................................ 80
2) Movimientos reflejos ................................................. 80
3) Estados de inconciencia ............................................ 81
4. Teorías que explican sobre la acción ........................... 81
a. Teoría causalista ........................................................... 81
b. Teoría finalista .............................................................. 84
c. La teoría de la acción social ......................................... 85
LECCIÓN VI
1. La tipicidad .................................................................... 87
a. Definiciones .................................................................. 87
b. Tipicidad objetiva y tipicidad subjetiva ....................... 89
LECCIÓN VII
DOLO
1. Definiciones ................................................................... 93
2. Estructura del dolo ......................................................... 94
2.1. Conocimiento............................................................. 94
13
2.2. Voluntad ..................................................................... 95
3. Teorías que explican del dolo ........................................ 96
3.1. La teoría de la voluntad ............................................. 96
3.2. La teoría de la representación................................... 97
4. Formas de dolo.............................................................. 97
4.1. Dolo directo................................................................ 97
4.2. Dolo indirecto ............................................................ 98
4.3. Dolo eventual ............................................................. 98
5. Teorías de dolo eventual ............................................... 99
5.1. Teoría del consentimiento ......................................... 99
5.2. Teoría de la probabilidad ......................................... 100
6. Ausencia del dolo ........................................................ 100
6.1. El error que recae sobre el tipo ............................... 100
6.2. La exclusión del dolo ............................................... 101
6.3. Error descriptivo y normativo ................................. 101
LECCIÓN VIII
TIPO PENAL
14
III. Clasificación de los tipos penales por la construcción
técnica del tipo ...................................................................115
IV. Clasificación de los tipos penales según la forma de
consumación ......................................................................116
V. Clasificación de los tipos penales según su relación con
el bien jurídico ...................................................................117
VI. Clasificación de los tipos penales según su
estructura: ..........................................................................119
LECCIÓN IX
ANTIJURICIDAD
15
LECCIÓN X
CULPABILIDAD
ITER CRIMINIS
16
LECCIÓN XII
PARTICIPACION DELICTIVA
17
LECCIÓN XIV
19
1. El comiso ..................................................................... 350
2. Privación de beneficios a personas jurídicas ............. 350
3. Consecuencias accesorias aplicables a las personas
jurídicas ............................................................................. 351
BIBLIOGRAFIA
20
LECCIÓN I
E
n la evolución del Derecho Penal se han presentado diver-
sos sistemas que definen al delito y que constituyen cada
uno un modelo de análisis diferente y que han sido cons-
truidos sobre la base del modelo anterior con la perspectiva de
superar sus carencias1. La dogmática jurídico-penal a desarro-
llado dos grandes sistemas: los sistemas teóricos antiguos o
bipartitos y los sistemas teóricos contemporáneos o tripartitos.
1
Cfr. Bustos, 2004, I, p. 623.
21
tor de la conducta como obra suya de la parte externa u objeti-
va del hecho y se le atribuía también dicha conducta por la acti-
tud interna o subjetiva ante las normas. La antijuridicidad no
es un elemento integrante del delito, sino más bien la esencia
del delito, ya que viene a ser la resultante de la conjunción del
elemento objetivo y subjetivo2. Aun así. La antijuridicidad se
presenta como una categoría entremezclada en dichos elemen-
tos y sin una función propia.
2
En el sistema tripartito la antijuridicidad debe separarse del hecho y de la
ubicación de ese hecho a una persona concreta a título de dolo o de culpa
(Quintero Olivares, 2000, p. 247).
22
mana, los países de la Europa continental, los países de Ibe-
roamérica y algunos países asiáticos los sistemas tripartitos, a
diferencia del anterior sistema, fundamentan al delito a través
de la acción toda persona, sin consideración de su capacidad de
imputabilidad de tal modo esta pasa de ser un presupuesto de
la acción a uno de la culpabilidad.
23
En la primera mitad del siglo XIX se logra distinguir entre
el injusto y la imputación del hecho en la obra de K. Stubel
(1805). El elemento acción aparece claramente como piedra
angular de la estructura básica del delito en los trabajos de Al-
bert Friedrich Bernen (1857), y se insinuaba en la del profesor
Luden (1840), quien había elaborado un concepto tripartito del
delito integrado por los elementos generales: acción, antijuridi-
cidad y culpabilidad. La acción, como base de la estructura del
delito, se va reiterando en cada una de las propuestas, sólo que
con diferentes contenidos.
25
Causalismo naturalista y pensamiento positivista
26
Franz Von Liszt adoptó el pensamiento científico de las
ciencias naturales y lo adecuó a la explicación del delito, como
un sistema de sucesivas determinaciones. Este se regía por el
principio objetivo-subjetivo: lo injusto objetivo y la culpabilidad
subjetiva. El pensamiento adoptado actuaba de contrapeso a
las exigencias de la prevención especial de la escuela dirigida
por Von Liszt. Este sistema clásico se expresaba como una es-
tructura bipolar: de un lado, debía garantizar un máximo de
seguridad jurídica mediante la objetividad y el formalismo de
los presupuestos penales; de otro, debían alcanzar un máximo
de efectividad gracias a un sistema de sanciones orientados
hacia el delincuente. La plasmación del delito en este modelo se
enfoca como un fenómeno matizado normativamente donde el
delito es, sobre todo, una conducta acompañada por tres atri-
buciones: tipicidad, antijuridicidad y culpabilidad. Sin embargo,
no abandona la diferenciación clásica italiana y pone como fun-
damentación sistemática la distinción entre el aspecto objetivo
y el aspecto subjetivo: en el primero encontramos a la acción,
al tipo y a la antijuridicidad; y en el segundo, a la culpabilidad.
29
La punibilidad en Von Liszt
La crítica de Radbruch
31
ción por la realización concreta del tipo, siendo este último, el
concepto fundamental de la teoría del delito.
32
Injusto-tipicidad en el Causalismo Valorativo
35
Elementos de la Culpabilidad
36
lorativo se encuentran principalmente Luis Bramont Arias, San-
tiago Benites Sanchez, Luis Roy Freyre, Raúl Peña Cabrera y
José Hurtado Pozo.
c. Sistema Finalista
39
El sistema finalista se basó en dos corrientes filosóficas: el
ontologismo fenomenológico y la filosofía epistemológica. El
ontologismo fenomenológico, que se propugnó en las dé-
cadas de los años 30 hasta los 60 del siglo pasado, establecía
que el mundo se organizaba de acuerdo a las finalidades. Wel-
sel precisa que el uso de la palabra “ontológico” no procedía de
la Ontología (posterior) de Hartmann y tenía mucho menos que
ver con la ontología de la antigua metafísica (precrítica). Ade-
más, afirmaba que el ámbito ontológico viene a ser el concepto
de la acción y sirve de base a la ciencia del Derecho Penal. Di-
cho concepto no es causal sino final. La filosofía epistemoló-
gica que nos lleva a una teoría del conocimiento, entiende que
todo fenómeno se logra explicar a través del fin por el cual se
orienta. Para Welzel, “las categorías del conocimiento son tam-
bién categorías del ser, es decir, que no son sólo categorías
gnoseológicas, sino (de modo primario) categorías ontológicas.
Esto era a lo que yo me refería principalmente con la palabra
“ontológico”.
La Acción en el Finalismo
Lo Injusto en el Finalismo
La Antijuridicidad en el Finalismo
41
La antijuridicidad es un juicio desvalorativo “objetivo” al
recaer sobre la conducta típica; es pues, una “relación de dis-
cordia entre la acción y el ordenamiento jurídico”. Todas las
causas de justificación tienen elementos subjetivos: intención y
conocimiento. Se llega a una subjetivización del concepto de la
antijuridicidad.
La culpabilidad en el finalismo
El Error en el Finalismo
42
cada uno de los elementos generales del delito, valorado siem-
pre éticamente.
La Omisión en el Finalismo
43
Terminó estableciendo que la finalidad viene a ser lo mis-
mo, pero que lo esencial en los delitos culposos es la forma en
que se realiza la acción final, tomando en cuenta que si se ha
observado el cuidado necesario sólo puede llevarse a cabo tras
una valoración del proceso ocurrido en el plano axiológico y no
sólo ontológico. En los delitos culposos se requiere la presencia
de un elemento subjetivo: el cuidado necesario.
Criticas al Finalismo
Posturas Neofinalistas
44
sólo operaría como condición objetiva de la punibilidad. Ante
esto, el contenido del injusto quedaría recortado terminante-
mente. Se habla de una postura neofinalista dirigida por Hirsch,
quien sigue un finalismo welzeliano más ortodoxo criticando los
postulados del posfinalismo político-criminal y del sistema fun-
cionalista.
d. Sistema Funcionalista
Sistema Funcionalista
Sociología Sistemática
45
(acogido por Jakobs), donde se aborda el problema a través del
sistema.
46
Se reemplaza la orientación neokantiana de los valores
culturales por un criterio de sistematización específicamente
jurídico-penal, que es la base político-criminal de la moderna
teoría de los fines de la pena. Ello ocurre porque en el neokan-
tismo se determina la dimensión valorativa de los elementos de
la teoría del deliro, pero no su significado político. Ante la obje-
ción que las decisiones político-criminales del legislador pueden
desatender las garantías del Estado de Derecho, lo que podría
originar la arbitrariedad del legislador o incluso el despotismo,
Roxin precisa que “una política criminal forjadora de un sistema
tiene que recoger en sí los derechos y libertades reconocidos
internacionalmente. Allí donde esto no suceda, las disposiciones
e interpretaciones solamente constituyen simples elementos del
ejercicio de poder pero no normas jurídicas ni juicios de cogni-
ción”.
El Injusto en Roxin
d. 2. Funcionalismo Extremo
50
Sistema Funcionalista de Jakobs
52
tad correcta con las normas jurídicas y morales, su vigencia ha
de garantizarse a través de la pena. “La sanción contradice el
proyecto del mundo del infractor de la norma; éste afirma la
no-vigencia de la norma para el caso en cuestión, pero la san-
ción confirma que esa afirmación es irrelevante”.
55
d.3. Escuela de Frankfurt
56
LECCIÓN II
1. Conceptos generales
L
a teoría general del delito comprende un conjunto de
proposiciones sistemáticas organizadas que pretenden ex-
plicar la naturaleza del hecho punible3. O en palabras del
maestro Villavicencio la teoría del delito o teoría de la
imputación penal, se encarga de definir las características
generales que debe tener una conducta para ser imputada co-
mo un hecho punible. Esta es producto de una larga evolución
de la dogmática penal. “la teoría del delito no se ocupa de los
elementos de los tipos delictivos concretos sino de aquellos as-
pectos del concepto de delito que son comunes a todos los he-
chos punibles4.
3
VILLA STEIN, Javier; derecho penal parte general, cit., P 187.
4
VILLAVICENCIO TERREROS, Felipe; derecho penal parte general, cit., p
223.
5
MUÑOZ CONDE, Francisco; teoría general del delito, cit., p 02.
57
sas penadas por la ley. En ese concepto se condensa lo que se
entiende globalmente por –digno de represión- o por merece-
dor de pena”6, pero poco dice de su índole distintiva.
6
BACIGALUPO, Enrique; manual de derecho penal, parte general, cit., p 69.
7
CARRARA, Francesco; programa I, cit., p 60.
8
CARRARA, Francesco; programa I, cit., p 60.
9
LISZT, franz; tratado de derecho penal, cit., p 254.
10
MEZGER, Edmundo; tratado de derecho penal, cit., p. 156
58
Entonces se puede decir que la teoría del delito se funda-
menta en aspectos teóricos que le permiten desarrollarse ple-
namente en el campo práctico, al determinar con precisión si
existen o no elementos constitutivos del tipo penal en los com-
portamientos humanos gestados en la sociedad. Por ello, la teo-
ría del delito es la parte medular del Derecho penal. Conocerla,
adentrarse en ella, constituye el mecanismo más adecuado para
familiarizarse con el ilícito, renglón fundamental del universo
jurídico.
60
exige a los estudiantes de derecho y cuyo aprendizaje debe ser
en su totalidad o cabalidad.
61
62
LECCIÓN III
DELITO
E
l delito es una conducta típica, antijurídica y culpa-
ble. Los niveles de análisis sin tipo, antijuridicidad y cul-
pabilidad. Estos distintos elementos del delito están en
una relación lógica necesaria. Solo una acción u omisión puede
ser típica, solo una acción u omisión típica puede ser antijurídi-
ca y solo una accion u omision antijuridica puede ser culpable11.
11
CEREZO Mir; 2003, p. 23.
63
Desde el punto de vista jurídico, Muñoz Conde define
que el delito es toda conducta que el legislador sanciona con
una pena. En el presente apreciamos un concepto totalmente
formal, pues no hace referencia sobre los elementos del delito.
Además considera que la conducta no es un elemento sino es
parte de la tipicidad12.
12
MUÑOZ CONDE, Francisco/GARCÍA ARAN, Mercedes; "Derecho Penal.
Parte General", Editorial Tirant lo Blanch, Valencia, 1998.
13
CARRARA, Francesco; “Opúsculos del Derecho Criminal", Volumen II, Edi-
torial Tennis, Bogotá, 1976.
14
FERRI, Enrico; "Principios de Derecho Criminal", Traducción de Rodríguez
Muñoz, Editorial Reus, Madrid, 1933.
15
ROXÍN, Claus; "Derecho Penal. Parte General, Tomo I, Fundamentos de la
Estructura de la Teoría del Delito", Trad. 2- edición, por Diego-Manuel Luzón
64
El delito para Franz Von Liszt es un acto humano, cul-
pable, antijurídico y sancionado con una pena16. Descubre el
tercer y segundo elemento del delito.
peña, Miguel Díaz García Conlledo, Javier de Vicente Remesal, Editorial Civi-
tas, Madrid, 1997.
16
LISZT, Von Frank; Tratado de Derecho penal. Cit. P. 254.
17
Tomas Y Valiente; Derecho Penal. Parte General, Madrid, 1969.
65
b. Sujeto del delito
18
BACIGALUPO, Enrique; Libro de Derecho penal parte general 2da. Edición.
66
LECCIÓN IV
ACCIÓN
1. Concepto de acción
E
l concepto de acción no es sólo tan antiguo como la pro-
pia dogmática jurídica, sino que dicho concepto ha sido
utilizado en las distintas ciencias humanas y naturales. Por
esta razón, el análisis que se hará en esta lección se circunscri-
birá necesariamente al desarrollo que ha tenido la categoría de
la acción en la dogmática jurídico-penal. Puede decirse que, a
lo largo de la historia de la discusión dogmática, la configura-
ción jurídico-penal de la acción ha girado fundamentalmente en
torno a dos modelos de interpretación. Por un lado, la acción ha
sido entendida como la base material sobre la cual se van pre-
cisando los predicados que configuran el hecho punible, de ma-
nera tal que un delito sólo puede afirmarse si parte de determi-
nada base real que sería una acción. La otra línea de interpre-
tación ha procurado, por el contrario, exigir en la definición
misma de la acción una referencia a criterios jurídico-penales,
lo que significa definirla en un sentido jurídico-penal. Al interior
de estos modelos de interpretación se ha discutido, a su vez,
sobre las particularidades del punto de partida asumido, lo cual
conviene exponer brevemente antes de tomar una posición al
respecto.
67
El modelo conceptual de la acción previa tiene sus ante-
cedentes en la definición de Luden, quien señaló que el delito
era un fenómeno delictivo provocado por una acción humana,
por lo que exigió la corporalidad y la voluntariedad de la puesta
de la causa. Sin embargo, este autor no mantuvo, ni desarrolló
en escritos posteriores esta afirmación, sino que fue propia-
mente con la propuesta metodológica del causalismo cuando la
acción se erigió como una categoría autónoma del delito, en-
cargada de establecer la base empírica del hecho delictivo.
19
BRAMONT-ARIAS TORRES, Luís Miguel; Lecciones de Parte General y
Código Penal. P.77.
20
RECASÉNS SICHES; Introducción al estudio del Derecho Penal, cit., P. 21.
68
a) Un comportamiento humano, es decir, un hacer positivo
del hombre.
b) Dominio efectivo de ese comportamiento o cuando me-
nos, posibilidad de ser dominado por la voluntad huma-
na.
c) Relevancia social, es decir, que se trate de un compor-
tamiento que relacione al hombre con el mundo que le
rodea, susceptible de ser objeto de un juicio de valor se-
gún las consecuencias deseables o indeseables que pro-
voca en la esfera social”21.
21
J. WESSELS, Strafrecht; Allgemeiner Teil, 3ra. Edición Karlsruhe, 1973).
22
L. JIMÉNEZ DE ASÚA; La ley y el delito.
69
mientos o actitudes internas, tampoco sucesos del mundo exte-
rior que como por ejemplo los movimientos reflejos o los ata-
ques convulsivos son sencillamente indominables para la volun-
tad humana”23.
2. Elementos de la acción
A. La acción como manifestación
1. No son acciones
23
ROXÍN, Claus; "DERECHO PENAL, PARTE GENERAL, TOMO I, FUNDAMEN-
TOS DE LA ESTRUCTURA DE LA TEORÍA DEL DELITO", Trad. 2- edición, por
Diego-Manuel Luzón peña, Miguel Díaz García Conlledo, Javier de Vicente
Remesal, Editorial Civitas, Madrid, 1997.
70
como consecuencia de la acción del autor. Se llama resulta-
do a la modificación del mundo exterior, a la cual el derecho
acuerda o pone significación constitutiva para una figura del
delito24.
C. Relación de causalidad
24
PEÑA CABRERA, Raúl; Tratado de Derecho Penal Parte General I. Cit.
P.167.
71
D. Teorías de la relación de causalidad
72
ulteriores circunstancias que hayan influido en el suceso la
construcción de la calzada, la invención del motor, etc.
25
ROXIN, Claus; Derecho Penal. Parte General, 2002, págs. 122-123.
73
El defensor de la teoría ha sido Von Bar, porque la teoría en
principio pretendió restringir el concepto de la conexión cau-
sal al amparo del Derecho, limitando por tanto la corriente
naturalista sobre el nexo causal al solo ámbito de lo jurídico.
Conforme a ella, es causa en la producción del resultado no
toda condición, sino aquella apropiada para producirlo.
74
tado no existiría relación de causalidad26. Por ejemplo si una
persona “A” dispara y mata a la persona “B”, de acuerdo a
esta teoría, se restringe la relación de causalidad. La perso-
na “C” padre de la persona “A” engendrador y la persona
“D” el fabricante del arma de fuego, ambas condiciones
desaparecen porque para la teoría de relaciones de causali-
dad adecuada, solo recoge el principio de la ley penal en
tiempo y espacio y al autor.
26
LUZÓN PEÑA, D. M. (1996): Curso de Derecho Penal. Parte General, I,
Madrid.
27
SILVA SÁNCHEZ, J. M. (1992): Aproximación al derecho penal contempo-
ráneo, Barcelona-España.
75
La imputación objetiva para configurarse se requiere: a) La
acción humana produzca un riesgo o lo aumente más allá de
lo permitido por la ley, es decir, debe ser desaprobada le-
galmente. b) El riesgo debe haberse realizado en el resul-
tado. c) Debe estar dentro del ámbito de protección de la
norma.
a. Riesgo aceptado
b. Aumento de riesgo
76
LECCIÓN V
OMISION
1. Concepto de omisión
L
a omisión, es de dejar de hacer algo que se debía hacer, el
Derecho penal debe determinar los requisitos en que la
omisión puede configurar delito –debe existir una norma
imperativa que obligue a actuar, no debe haber impedimento
físico ni psicológico y por último se debe constar el no actuar, y
de esta forma afecte al bien jurídico.
2. Clases de omisión
a. Omisión simple
77
La omisión simple u omisión impropia, son aquellos en los
que la acción típica se describe como una conducta pasiva;
desde el punto de vista natural la acción es un no hacer.
Por lo tanto, si se le castiga es el no hacer, el mandato que
se desconoce es el que impone un determinado hacer, o
sea, en estos delitos el autor desobedece un mandato impe-
rativo.
28
JAKOBS, GÜNTHER; Derecho Penal, Parte General, Fundamentos y teoría
de la imputación, Madrid, trad. Por Joaquín cuello Contreras y José Luis Se-
rrano González de Murillo, 1995, cit., p. 1040.
78
tar, es equivalente a realización activa del tipo penal que
prohíbe la producción activa del resultado”29.
3. Ausencia de acción
29
Bacigalupo, Lineamientos..., cit., p. 118.
30
Bacigalupo, Lineamientos..., cit., p. 119; el mismo, Principios..., cit., p.
257.
79
Existen circunstancias en las que a pesar de existir una
modificación del mundo exterior, no existe voluntad en el sujeto
o carece de posibilidad de dominarla, en estos casos se produce
la ausencia de acción. Estos supuestos de ausencia de acción
son:
2) Movimientos reflejos
31
MUÑOZ CONDE, Francisco; "EL DERECHO PENAL Editorial Tirant lo
blanch, Valencia - España, 2003.
80
sino son reflejos producidos por el cuerpo, un ejemplo seria
cuando una persona que sufre con ataque epiléptico empuja
a otro y éste cae y muere. Por falta de acción no constituye
responsable penalmente.
3) Estados de inconciencia
81
La acción es un proceso causal, un movimiento corporal que
produce un cambio en el mundo exterior de manera “ciega”,
en donde no interesa analizar aspectos internos, sino exter-
nos; se pone énfasis en el resultado, más que en la acción
misma; debe constatarse la causa, y el nexo entre ésta y el
resultado.
32
STRAFRECHT; 1970, pág. 141, Nro. 24.
33
HURTADO POZO, José; Manual de Derecho Penal. Parte General I. Cit.
P.384.
82
En esta perspectiva, se ha definido, también la acción como
un “comportamiento humano generalmente factible de ser
controlado por la voluntad”. Así mismo, se ha sostenido que
basta concebirla como un simple “comportamiento hu-
mano”, sin hacer referencia de un factor común a los diver-
sos tipos de acciones, por ejemplo, Sujeto “A” de espaldas
lanza una piedra sin pensar que podría ocasionar daño a
otro, pero, circunstancialmente cae sobre la cabeza del suje-
to “B” y éste como consecuencia de ello muere y analizando
el ejemplo seria que existe acción voluntaria pero netamen-
te mecánica, pero ocasiona el resultado letal; entonces para
esta teoría, basta la acción causal, para que exista delito y
sanción. No interesando la finalidad o la intencionalidad,
porque en la actualidad para que exista delito tiene que ha-
ber necesariamente la intención que no es otra cosa que el
dolo, sin ello, no hay delito.
84
teniendo en cuenta que la culpabilidad es otra cosa con re-
lación a la estructura de la imputabilidad o inimputabilidad.
85
Ejemplo: El sujeto “A” causa muerte a la persona “B”, pero,
para ello ha tenido el móvil “venganza” porque el sujeto “B”
anteriormente había violado sexualmente a su menor hija de 07
años de edad; entonces la teoría que más valora o resulta es la
acción, porque dentro de la acción se encuentra la “voluntad”
de hacer o no hacer.
86
LECCIÓN VI
1. La tipicidad
a. Definiciones
E
s la cualidad o característica que se atribuye a la con-
ducta que se adecua al tipo penal. A esta determina-
ción de cualidad le antecede un proceso de verificación
o adecuación, denominado “juicio de tipicidad”, el cual es un
proceso intelectual en el que el intérprete va a establecer si
un hecho puede o no ser atribuido a lo contenido en el tipo
penal.
34
BRAMONT-ARIAS TORRES, Luís Migue; Lecciones de la Parte General y el
Código Penal. Cit. P. 83.
88
Sucintamente para Villa Stein, “La tipicidad significa tan
sólo que la conducta contradice la prohibición o mandato
asegurados penalmente”35.
a) Bien jurídico
35
VILLA STEIN, Javier, Derecho Penal Parte General, Editorial San Marcos,
Lima 2001.
36
HURTADO POZO, José; MANUAL DE DERECHO PENAL PARTE GENERAL,
EDITORIAL JURIDICA GRIJLEY, 3 ed., 2005.
89
mente es considerado como la Base del Sistema Jurídico
que sea digno del nombre jurídico.
b) Acción típica
90
Los delitos –en general- y los delitos de comisión –en con-
creto- pueden manifestarse, desde una perspectiva subjeti-
va, como delitos dolosos o delitos culposos. Esto según el
elemento subjetivo del tipo penal, sea el dolo o la culpa”37.
37
BACIGALUPO, Enrique; Manual de Derecho Penal, Parte General, Editorial
Temis, 1984.
91
92
LECCIÓN VII
DOLO
1. Definiciones
A
Propuesta de Lapa Rivera “El dolo es la conciencia y
voluntad del agente activo de realizar el tipo objetivo de
un delito. En otra palabra el dolo es el conocimiento o
discernimiento entre el mal y el bien por sujeto; sin embargo;
uno actúa con voluntad a sabiendas que hacer el mal es injusto
penal”. Resumiendo diríamos que el dolo es “saber y querer”,
como por ejemplo: si matar a otra persona es malo, pero lo
hace, entonces será delito.
93
El sistema clásico de Liszt-Beling conceptuaba al dolo no
solo como conocimiento y voluntad de los hechos, sino también
como “conciencia de la antijuricidad” (actualmente con algunas
variantes, sostiene lo mismo la teoría de los elementos negati-
vos del tipo), concepto entendido como “dolus” y “malus”.
2.1. Conocimiento
38
BECCARIA, Cesare; "DE LOS DELITOS Y LAS PENAS", Edición Latinoameri-
cana, Bogotá - Colombia, 1994.
39
CEREZO MIR, José; "PRINCIPALES REFORMAS DEL CÓDIGO PENAL ES-
PAÑOL INTRODUCIDAS EN 1983. LOS PROGRESOS EN LA REALIZACIÓN
DEL PRINCIPIO DE CULPABILIDAD". En; Revista jurídica española La ley,
1988.
94
sario que el sujeto lleve a cabo una valoración o subsunción
jurídicamente exacta.
2.2. Voluntad
40
GARCÍA PABLOS DE MOLINA, Antonio; "INTRODUCCIÓN AL DERECHO
PENAL", Universidad de Complutense, Madrid - España, 2000.
95
3. Teorías que explican del dolo
41
BUSTOS RAMÍREZ, Juan; "MANUAL DE DERECHO PENAL. PARTE GENE-
RAL", Editorial Ariel, Barcelona, 1986.
96
3.2. La teoría de la representación
4. Formas de dolo
4.1. Dolo directo
42
ANTÓN ONECA, José; "DERECHO PENAL PARTE GENERAL", Tomo I, Gráfi-
ca, Madrid, 1949.
97
con el objeto de disparar a Jorge y de que el mismo le pro-
duzca la muerte. Juan en efecto se acerca a Jorge y estando
a tres metros de él dispara y le provoca la muerte.
43
CALDERÓN CEREZO, Ángel/CHOCLAN MONTALVO, José Antonio; "DERE-
CHO PENAL. PARTE GENERAL", Editorial Bosch, Barcelona, 1999.
98
bles. Sin embargo, posibles son múltiples consecuencias de
una acción y, por lo tanto, la teoría y la jurisprudencia han
tratado de delimitar lo como se vio, tienden en la actualidad
a dejar de lado las exigencias que imponía la teoría de la vo-
luntad. Por lo tanto, el autor habrá obrado con dolo even-
tual cuando haya sabido que las consecuencias accesorias
posibles de su acción no son improbables. Ejemplo, Los co-
muneros de Chopcca-Huancavelica, capturaron a un abigeo
“Satuco”, a quién dan paliza con la finalidad de que no vuel-
va a robar los ganados y los conduce a la Comisaria de la
PNP de Yauli, pero el abigeo llega y muere como conse-
cuencia de las lesiones recibidas por los comuneros.
102
ii. Error invencible
d) La culpa
44
COUSIÑO MAC IVER, Luis; "DERECHO PENAL CHILENO. PARTE GENE-
RAL", Tomo I, Editorial Jurídica de Chile, Santiago de Chile - Chile, 1975.
103
cial"; en la jurisprudencia de los tribunales alemanes gana
terreno constantemente”45.
1) Formas de culpa
i. La impericia
ii. La imprudencia
iii. La negligencia
45
LUZÓN PEÑA, Diego-Manuel; "CURSO DE DERECHO PENAL. PARTE GE-
NERAL", Editorial Universitas, Madrid, 1996.
104
LECCIÓN VIII
TIPO PENAL
1. Definiciones
E
l Tipo, es la descripción legal de un delito. La figura delic-
tiva creada por el Estado a través de una norma jurídica o
ley". Ejemplo: Violación Sexual encuadra en el Art. 170
del C. P., Peculado encuadra en el Art. 387 del C. P., etc.
46
BACIGALUPO, Enrique; Principios de Derecho Penal. Cit. P. 146.
105
Hurtado Pozo, señala que el tipo legal es “toda disposi-
ción jurídico-penal completa está constituida por dos partes:
106
plo: “El que mata a otro será sancionada con la pena privativa
de libertad de menor de 6 ni mayor de 20 años”.
Esta función del tipo penal deriva del principio “nullum cri-
men sine lege”, previsto en el art. II del T.P. del C.P. A par-
tir de dicha función cada tipo penal cumple con la función
de informar al ciudadano receptor de la norma que determi-
nada conducta se encuentra prohibida y garantiza que toda
conducta que toda conducta será susceptible de pena sólo
cuando se halle prescrita previamente como delito en la ley
penal.
107
3. Clasificación de los tipos penales
Delitos Pluripersonales
Delitos
Especiales
Delitos de Convergencia
108
A. Según la delimitación típica del sujeto activo
1. Delitos comunes
2. Delitos especiales
47
BACIGALUPO, Enrique; "EL PRINCIPIO DE CULPABILIDAD, REINCIDENCIA
Y DILACIONES INDEBIDAS DEL PROCESO". En: Principios constitucionales
del Derecho penal, Editorial Hammurabi, Buenos Aires - Argentina, 1999.
109
2.1. Delitos especiales propios
110
B. Según el número de sujetos que intervienen en su
ejecución
1. Delitos unipersonales
2. Delitos pluripersonales
111
II. Clasificación de los tipos penales según la ac-
ción
A. Según la acción
b. Delitos de omisión
48
Art. 27 del Código Penal de 1991.
49
MAURACH, Reinhart. GOSSEL/ZIPF, Hans; "TRATADO DE DERECHO PE-
NAL PARTE GENERAL", Tomo II, Editorial Astrea, Buenos Aires, 1994.
113
ción de ilícito. El problema de la imputación objetiva pierde
relevancia en ésta clase de ilícitos.
b. Delitos de resultado
114
III. Clasificación de los tipos penales por la cons-
trucción técnica del tipo
Delitos de un acto
1. Delitos de un acto
115
IV. Clasificación de los tipos penales según la for-
ma de consumación
Delitos Instantáneos
Delitos Permanentes
Delitos de estado
1. Delitos instantáneos
2. Delitos permanentes
3. Delitos de estado
1. Delitos de lesión
117
nio del sujeto pasivo. Otro ejemplo: “A” mata a “B”, en este
caso existe el resultado letal la que viene a ser muerte.
2. Delitos de peligro
118
concreto, delitos de peligro presunto, delitos de peligro idó-
neo, etc.
1. Tipos básicos
119
2. Tipo derivados
120
LECCIÓN IX
ANTIJURICIDAD
1. Definición
L
a categoría de la antijuridicidad constituye el elemento del
delito que termina de perfilar el injusto pena. Para que una
conducta tenga el carácter de injusto penal no basta con
que sea típicamente relevante, sino que resulta necesario que
cuente con un nivel de desvalor que permite sustentar su con-
trariedad al ordenamiento penal. En la doctrina Penal se ha dis-
cutido sobre cuál es el contenido de dicho desvalor, maneján-
dose al respecto diversas perspectivas a las que nos referire-
mos brevemente antes de dar a conocer nuestro parecer. Una
vez precisado el contenido del desvalor que sustenta la antijuri-
dicidad penal, podremos entrar en su faz negativa, es decir, en
las llamadas causas de justificación. Dado que la tipicidad de la
conducta adelanta, por lo general, su antijuridicidad, la utilidad
dogmática de esta categoría se ha encontrado fundamental-
mente en las causas que niegan la antijuridicidad penal de la
conducta típica.
121
Muñoz Conde define que “la antijuricidad, es la ofensa a
un bien jurídico protegido por la norma que se infringe con la
realización de la acción. Ejemplo: no es antijurídico imitar la
firma de un personaje famoso por diversión; tampoco es antiju-
rídico la confección de una letra de cambio en una clase de Tí-
tulos Valores con un fin educativo”50.
50
MUÑOZ CONDE, Francisco / GARCÍA ARAN, Mercedes. "DERECHO PENAL.
PARTE GENERAL", Editorial Tirant lo Blanch, Valencia, 1998.
51
ZAFFARONI, Eugenio Raúl. "MANUAL DE DERECHO PENAL. PARTE GENE-
RAL", Tomo II, 5- edición, Ediciones Jurídicas, Lima, 1986.
122
Por ultimo para Fontán Balestra, la antijuridicidad es el
resultado de un juicio en cuya virtud se afirma el disvalor obje-
tivo y substancial de una acción humana, confrontándola con el
ordenamiento jurídico en su totalidad; incluyendo los principios
generales del derecho.
b) Antijuricidad material
52
LUZÓN PEÑA, Diego-Manuel; "CURSO DE DERECHO PENAL. PARTE GE-
NERAL", Editorial Universitas, Madrid, 1996.
123
portamiento se refleje el bien jurídico, esto es, que la antiju-
ricidad formal del comportamiento implique:
b) Antijuricidad negativa
b) Objetivo de antijuridad
a) Legítima defensa
53
FERRAJOLI, Luigi; DERECHO Y RAZÓN TEORÍA DEL GARANTISMO PENAL.
2a edición, Editorial Trotta, Valladolid, 1997.
54
JIMÉNEZ DE ASÚA, Luís; TRATADO DE DERECHO PENAL, Tomo V, Edito-
rial Losada, Buenos Aires, 1959.
125
La legítima defensa plantea la permisibilidad, es decir, la
conformidad al derecho, de determinados comportamientos
antijurídicos frente a la concurrencia de determinados requi-
sitos establecidos en la ley. Para definir si un determinado
supuesto de defensa puede constituir “legitima defensa” de-
be analizarse – en el caso concreto – la concurrencia de los
requisitos legislativamente admitidos: agresión ilegitima, ne-
cesidad racional del medio empleado y falta de provocación
suficiente.
55
Inc. 3 del Art. 20 del Código penal de 1991.
126
i. Requisitos de la legítima defensa
Agresión ilegítima
128
Estado de necesidad "no es punible, el que causare un mal
por evitar otro mayor inminente a que ha sido extraño". En
este caso la ausencia de antijuridicidad proviene de la nece-
sidad de evitar un riesgo cuya concreción no puede ser evi-
tada sino mediante el sacrificio de un bien jurídico. Ej.: arro-
jar la mercancía que transporta un avión para no caerse por
sobrepeso.
129
ESTADO DE NECESIDAD JUSTIFICANTE
c) El miedo insuperable
56
PEÑA CABRERA FREYRE, Alonso; LA LEY PENAL, Rev. Actualidad Jurídica,
Gaceta Jurídica, Lima - Perú, 2006.
130
esta situación A empuja a una puerta fracturando ingresa al
interior del inmueble.
d) El consentimiento
- Requisitos de consentimiento:
131
5) El consentimiento debe ser previo a la realización de la
conducta típica. El perdón tendrá efectos, a lo sumo, en
la determinación y graduación de la pena a imponer.
132
LECCIÓN X
CULPABILIDAD
1. Definiciones
L
a culpabilidad es el concepto definitorio de la teoría del
delito. “No hay pena sin culpabilidad del autor” es un prin-
cipio elemental del Derecho Penal, Sin embargo, el signifi-
cado dogmático del término culpabilidad, así como su ubicación
sistemática en la teoría del delito no son temas resueltos en la
dogmática penal, sino que, por el contrario, han sido perma-
nente discutidos desde distintas perspectivas y con variados
argumentos. Por esta razón, antes de entrar a precisar lo que
es la categoría de la culpabilidad, su contenido y los supuestos
en los que queda excluida, resulta necesario hacer un recuento
de las propuestas más importantes a lo largo de la historia de la
dogmática penal sobre cómo deber ser entendida jurídico-
penalmente esta categoría del delito.
133
Vela Treviño, “la culpabilidad”, es el elemento subjetivo
del delito y el eslabón que asocia lo material del acontecimiento
típico y antijurídico con la subjetividad del autor de la conducta.
2. Naturaleza de la culpabilidad
57
JIMÉNEZ DE ASÚA, Luís. "EL DELINCUENTE HABITUAL Y EL "RECIDIRIS-
MO". En: "El Criminalista", 2da. serie, Buenos Aires, 1958.
134
a) La teoría normativa
135
Cuando esa motivación es anormal, es decir, cuanto está
fuera del razonamiento o de la cabal comprensión del acto,
queda excluida la culpabilidad.
b) La teoría psicológica
3. Elementos de la culpabilidad
3.1. La imputabilidad
a) Capacidad de culpabilidad
136
conjunto de condiciones que ha de reunir el sujeto para que
un hecho realizado por él, pueda atribuírsele).
b) Capacidad de deber
137
c) Capacidad de pena
a) Minoría de edad
b) Anomalía psíquica
i. La psicosis
58
JESCHECK, Hans-Heinrich, "TRATADO DE DERECHO PENAL. PARTE GE-
NERAL", 4a edición, Completamente corregida y ampliada, Trad. De Luis
Manzanares Samaniego, Editorial Comares, Granada, 1993.
139
lectual o emocional que escapan al marco de un contexto
vivencial comprensible y responden a una lesión o enferme-
dad del cerebro”.
ii. La oligofrenia
a) El error
141
ii. Error de derecho: Es el que recae sobre la existen-
cia, la extensión, el alcance, la vigencia u obligatorie-
dad de una norma jurídica.
b) Error de prohibición
142
bido tener relaciones sexuales con menores de 18 años, sin
embargo para nuestro Código Penal, es prohibido.
143
Una de las formas más usuales de graficar el denominado
error de comprensión culturalmente condicionado es a tra-
vés del ejemplo de las relaciones de convivencia en los pue-
blos amazónicos.
144
jurídico que persiste. Mientras para nuestro caso se ve obli-
gada a sacrificar un bien jurídico para salvaguardar otro de
igual valor, su conducta es disculpada por el derecho penal.
Ejemplo, Tres alpinistas “A”, “B” y “C”, se encuentran su-
biendo en una sola soga a un cerro, “A” delante mientras
“B” como segundo y “C” como último, la “A” observa que
la soga se encuentra punto de romperse por el peso de tres
personas y para salvar su vida corte la soga y la “B” y la “C”
cae al barranco y muere.
b) Obediencia debida
145
146
LECCIÓN XI
ITER CRIMINIS
1. Nociones generales
egún el art. IV del Título Preliminar del Código Penal, “la
1. Concepción
2. Deliberación
3. Resolución
59
JIMÉNEZ DE ASÚA, Tratado, vil, núm. 1986). El principio tiene jerarquía
constitucional. (Constitución argentina, Art. 19; Constitución española, implí-
citamente Arts. 24 y 25, 1).
60
BACIGALUPO, E. (1994): Principios de Derecho Penal español, II: El hecho
punible, Madrid-España.
149
2.2. Fase externa
A. Actos preparatorios
61
OLIVÉ, J. C. y SERRANO Piedecasas, J. R. (1996): Lecciones de Derecho
Penal. Parte General, Barcelona.
150
insumos como son la coca, reactivos, ácidos, kerosene, ex-
cavación de pozas para la maceración de coca.
i. La proposición
ii. La conspiración
62
GARCÍA Pablos, A. (1995): Derecho Penal. Introducción, Madrid.
151
debe haber una cooperación entre los sujetos conspirado-
res.
152
sus características. Se exige que incite directamente a la
comisión del delito exaltando el crimen o los sujetos del cri-
men.
B. Fase de ejecución
I. La tentativa
i. Elementos de tentativa
Elemento subjetivo
153
ducción de una infracción determinada; en el delito consu-
mado doloso se trata más bien de la conciencia de la antiju-
ricidad y del hecho (condiciones de la acción y del resulta-
do).
Elemento objetivo
63
SCHMIDHÄUSER G. (1982): Derecho Penal. Parte General. I [trad. de G.
Romero
154
Sin embargo, es de observarse que esta concepción condu-
ce a una interpretación demasiado formal de la ley y a una
restricción excesiva de la represión, que desde un punto de
vista de política criminal es inaceptable.
155
Generalmente, la doctrina y la legislación reconocen que los
delitos de tentativa deben ser sancionados desde punto de
vista subjetivo y objetivo.
Doctrina subjetiva
Doctrina objetiva
156
de acción del agente; es decir, el contenido de su voluntad
criminal.
b. Tentativa acabada
157
balas de su arma fuego (seis balas), la víctima cae al suelo
en charco de sangre y el agente pensando que ha muerto
se retire en su moto. Pero, el agente pasivo es auxiliado por
los bomberos y conducido al hospital, en donde los médicos
salvan la vida.
c. El desistimiento
d. El arrepentimiento
159
el resultado no tendrá lugar. En doctrina, se denomina a es-
te último caso delito frustrado.
e. Delito imposible
160
Esta es obviamente, factible de realizarse; lo que es imposi-
ble es la producción del resultado querido.
f. Delito putativo
161
Se trata de un delito putativo, cuando el agente mayor de
edad, por ejemplo, práctica libremente el acto contra natura
con otro mayor de edad, creyendo que la ley penal reprime
esta práctica homosexual; o cuando el preso piensa que
comete delito, al fugarse sin violencia del centro penitencia-
rio, donde se halla recluido.
II. Consumación
Ejemplo:
162
i) En el delito de Usurpación, se consuma con el ingreso al
inmueble y el perjuicio.
III. Agotamiento
163
igual que lo consiga la finalidad, lo que le interesa es que se
haya consumado.
164
LECCIÓN XII
PARTICIPACIÓN DELICTIVA
I. Introducción
64
Los artículos 302 y 307 GJNI, que prevén los delitos de rebelión y de sedi-
ción también presuponen la participación de varias personas. En efecto, de
ninguna otra mallera puede darse un “alzamiento en armas”.
65
Roxin, 2000, p. 1.
166
sión del delito. El nuevo Código, con mejor criterio, hace refe-
rencia expresa a la autoría.
66
Roxin, 2003, S 25 Nº 2, 4; idem, 1976, p. 241 ss.; Jakobs, 1991, 21/25.
168
En Italia, el legislador, abandonando el modelo del Código
de Zanardelli de 1889, parte también de un criterio causal y
reprime, en principio, con la misma pena a todos los partícipes.
En efecto, en el art. 110 de su CP de 1930, dispone que, en
caso de que varias personas concurran en la comisión del mis-
mo hecho punible, “cada una de ellas será reprimida con la pe-
na prevista para este delito”. La doctrina italiana considera, sin
embargo, que la aplicación de este sistema ha dado lugar a una
excesiva ampliación de la responsabilidad a título de participa-
ción, causa de la tendencia de la jurisprudencia de tomar a la
ligera los requisitos objetivos mínimos de la legítima responsa-
bilidad por colaboración. Esta constatación permite subrayar el
carácter anticonstitucional de las normas del Código referentes
a la participación, por contradecir las exigencias del principio de
legalidad. No obstante, este mismo criterio ha sido consagrado
en los art. 121-6 y 121-7 del CP francés.
170
Dada la adopción de una noción restrictiva de autor éste
constituye un concepto primario del sistema. Sirve, en efecto,
de referencia central respecto al tratamiento de la participación.
La condición de autor está muy relacionada con la tipicidad del
acto ejecutado67: no hay acto sin autor. De esto se desprende
tanto que quien es autor no puede ser partícipe y viceversa,
como que no existe participación sin autor (carácter accesorio
de la participación).
2. Criterio objetivo
67
Peña Cabrera, 1995, p. 298.
171
Según esta teoría, es autor quien, por sí mismo, realiza total
o parcialmente la acción descrita en el tipo legal. Poco importa
el peso causal de su intervención. Los otros implicados que no
llegan a intervenir de la misma manera, sólo pueden ser partí-
cipes. La ventaja que tiene este criterio es que permite distin-
guir quién es autor y quién no lo es. Sin embargo, presenta la
grave desventaja de las lagunas a las que da lugar; por ejem-
plo, no permite considerar la categoría del autor mediato. Así,
no podría ser reprimido por hurto quien se apodera de un bien
ajeno, haciendo que lo sustraiga un tercero a quien ha engaña-
do diciéndole que el bien le pertenece. Como no ha sustraído él
mismo el bien, no ha realizado parcial ni totalmente la acción
descrita en el art. 185. Otro ejemplo, en el caso del aborto, an-
tes citado, es que la madre y el marido no podrían jamás ser
considerados coautores porque no han ejecutado, ni siquiera en
parte, la acción delictuosa.
3. Criterio subjetivo
68
Gimbernat, 1966, p. 45 s.
69
Bockelmann, 1979, p. 167.
70
La jurisprudencia alemana ha llegado a negar la calidad de autor y a con-
siderar como cómplice a quien con una pistola victima a dos personas, por
mandato de altas instancias gubernamentales extranjeras, debido a que “no
lo quiso como propio [...] a que no tenía ningún interés en su comision...”
174
otro indicio del contenido de la voluntad del agente, su tenden-
cia a dominar el desarrollo del acto. Según este autor, quien
desea dominar el “sí” y el “cómo” de la acción delictuosa, so-
brepasa la simple fase que consiste en querer apoyar su comi-
sión, y no podrá reconocérsele, a pesar de su eventual o apa-
rente desinterés en el resultado, como un mero participante
secundario. También, se ha afirmado que el partícipe “somete”
su voluntad a la del autor (agente principal), de quien depende
que se consuma o no la infracción, de modo que el animus so-
cii, consistiría en “remitir al criterio del autor” la fase decisiva de
la acción delictuosa. Finalmente, estos intentos de limitar el
criterio subjetivo no han desembocado en resultados satisfacto-
rios y, por lo tanto, no han logrado la aceptación general.
71
RN Nº 4354-97-Callao, 02 de octubre de 1997, en Rojas Vargas, 1999, p.
159.
176
A pesar de estas objeciones, hay que admitir que el dominio
del hecho es el criterio que, no obstante sus deficiencias, mejor
permite definir al autor del acto y distinguir los casos de partici-
pación en sentido estricto. No es un criterio clave para resolver
clara y definitivamente, todos los problemas, pero constituye un
esfuerzo meritorio para superar los puros criterios subjetivo y
objetivo. Aun cuando hay que reconocer, como lo hace el mis-
mo Roxin, que sólo en apariencia existe unanimidad entre los
defensores del “dominio del hecho” por lo que se refiere al con-
tenido de esta expresión, esta concepción se ha impuesto tanto
en la jurisprudencia y en la doctrina alemanas, como en las de
los países influenciados por la dogmática germana.
177
En cuanto a las infracciones especiales, mejor llamadas “in-
fracciones de deber”, se sostiene que sólo puede ser calificado
de autor quien reúna la cualidad exigida por el tipo legal res-
pectivo. Teniendo en cuenta esta circunstancia determinante,
se afirma que la cualidad de autor no depende, en estas infrac-
ciones72, del hecho de si el agente tiene o no el dominio fáctico
de la realización del comportamiento típico. El factor decisivo
sería, más bien, el incumplimiento del deber específico que tie-
ne el sujeto activo por el papel particular que desempeña. El
mismo que le es atribuido por las instituciones que se instauran
en la sociedad para garantizar su funcionamiento. Así, el aspec-
to decisivo es la relación institucional entre el titular del deber
especial y los bienes de terceros (deberes en función de la
competencia institucional). De modo que si un funcionario pú-
blico, en tanto intraneus, utiliza un tercero (extraneus) para,
abusando de sus atribuciones, causar un perjuicio arbitrario a
una persona, será autor del delito previsto en el art. 376 (abuso
de autoridad). Poco importa, en este caso, que no haya tenido
en realidad el dominio del hecho73. Este criterio va más allá de
la determinación de quien debe ser considerado autor, en la
medida en que la lesión del deber es considerada como el fun-
damento de la imputación penal74.
V. Autoría
1. Introducción
72
Criterio desarrollado, conforme a su concepción normativista, por Jakobs,
1991,
1/7, 7/56 ss., 7/70 ss., 21/115 ss., 28/213 ss., 29/29 ss.,29/57. Cf. Derksen,
p. 163 ss., 170 ss.; Lesch, 1992, p. 263 ss.
73
Lesch. 1992. p. 264.
74
Jakobs, 1993, p. 2; Lesch, 1992, p. 264.
178
tiva. La autoría, en verdad, no constituye una manera de ejecu-
ción colectiva del delito, pero es el punto de referencia de las
demás formas de participación75.
75
Bochelmann, 1979, p. 165, sostiene que el lugar en el cual debería ser
estudiada
la autoría, de acuerdo con la realidad, es al final de la teoría de la antijurici-
dad y de la culpabilidad, pero concluye diciendo de que no sería conveniente
separar su estudio del análisis de la participación; cf. Zaffaroni/Alagia/Slokar,
p. 739 ss.
76
El CP de 1924, art. 12. Nº 1, decía: “son autores: los que perpetran el
hecho
Criminal”. El empleo del plural (los que...) en esta frase hace pensar que el
legislador trató de regular así la coautoría (una forma de participación lato
sensu) .
179
La existencia de un autor es el presupuesto indispensable
para la existencia de la participación (stricto sensu). Es imposi-
ble imaginar esta última sin la presencia de un autor77. Respec-
to a este problema, un sector de la doctrina se ha referido a
una autoría limitada, es decir, la de los incapaces de culpabili-
dad, que realizan una acción típica y antijurídica. Según ellos, la
ley debe considerar a éstos como autores para poder castigar
ciertas formas de participación. Esta opinión es debida al hecho
de que dichos autores consideran que el autor propiamente
dicho debe cumplir con todos los elementos del delito: donde la
ley penal dice “hecho punible”, ellos leen “delito”.
3. Autoría mediata
77
Esta relación de dependencia es llamada “accesoriedad de la participa-
ción”, cf.
Infra Nº 2266 ss.
180
El autor mediato aprovecha o utiliza la actuación de un in-
termediario para alcanzar su fin delictuoso78. Se trata de un
caso de autoría, en el que el agente (autor mediato) realiza el
tipo legal sirviéndose, consciente y voluntariamente79, del “au-
tor directo de la acción típica”, quien debe tener la capacidad
de cometer acciones. No es un partícipe (en el sentido técnico),
pero tampoco puede ser calificado de mero “instrumento”. Esta
expresión, sin embargo muy utilizada, resulta poco apropiada
por dos razones: primera, puede inducir a pensar que también
hay que considerar los casos en que el agente utiliza como cosa
a una persona (por ejemplo, con la intención de romper el vi-
drio de un escaparate, el agente empuja violenta y sorpresiva-
mente a la persona que va junto a él), y segunda, hace pensar
que sólo se da la autoría mediata cuando el intermediario es un
incapaz o alguien privado de toda voluntad. Por todo esto, es
preferible hablar simplemente de intermediario material. Este
intermediario, en razón a una serie de circunstancias particula-
res, se encuentra en una situación de inferioridad respecto al
autor mediato.
78
Roxin, 2003 25 Nº 45 ss.
79
RN Nº 3840-Ayacucho, 09.10.1997, en Rojas Vargas, 1999a, p. 168.
181
Si el autor mediato coacciona al intermediario, éste debe ac-
tuar por lo menos con voluntad limitada. Por ejemplo, a fin de
ganar el campeonato, un tenista ordena a su preparador físico,
bajo la amenaza de matarlo, lesionar a uno de sus rivales. El
tenista es, en este caso, autor mediato de lesiones; el prepara-
dor físico no es responsable si ha actuado en estado de necesi-
dad exculpatorio. De no ser éste el caso, se trataría de un caso
de instigación. Además, si el intermediario se viera del todo
privado de su voluntad, por ejemplo mediante fuerza física irre-
sistible o incurso en alguna otra causa de ausencia de acción,
no sería posible la autoría mediata, puesto que quien recurre a
este medio es en efecto autor directo, ya que tiene en sus ma-
nos un verdadero instrumento y no un intermediario material.
80
Según el DL Nº 22095, art. 55 A, inc. 6, modificado por el DLeg Nº 122,
constituye
un hecho agravante del tráfico ilícito de drogas, la utilización de un inimpu-
table para su comisión.
182
en el tipo legal previsto. Dada la falta de consciencia del inter-
mediario respecto a la ejecución del delito, el autor mediato
controla totalmente el desarrollo del hecho. Según las circuns-
tancias, el intermediario podrá sin embargo ser responsable a
título de culpa. Un ejemplo, bastante citado por la doctrina, es
el del médico que con dolo induce a error a la enfermera, en-
tregándole en lugar del medicamento una dosis de veneno. El
enfermo ingiere dicho veneno que le causa la muerte. En este
caso, el médico es responsable del homicidio doloso y la enfer-
mera puede serlo de homicidio culposo, si incurrió en imprevi-
sión culpable81.
81
En el caso del error de tipo vencible, no hay que olvidar que el artículo 14
prevé
la imposición de una pena, a título de culpa, siempre y cuando la ley reprima
expresamente la modalidad imprudente del delito cometido.
183
luego al agente se encuentra bajo el dominio de ambos, lo que
dificulta la admisión de la autoría mediata. Pero tampoco es
posible concebir la participación, por no existir un acto princi-
pal: el intermediario no comete hurto alguno, ya que carece del
propósito específico de aprovecharse del bien sustraído.
184
Un caso particular de autoría mediata, por falta de culpabili-
dad del intermediario material, es el que se presenta cuando
éste comete una infracción obedeciendo una “orden obligatoria
de la autoridad competente, expedida en el ejercicio de sus
funciones”. La no punibilidad estatuida por el inc. 9 del art. 20,
tiene su fundamento en el error inevitable del inferior jerárquico
sobre el carácter ilícito de su acto82. El que mediante su orden
determina a otra persona a obrar merece ser reprimido y debe
serlo a título de autor mediato, pero nunca a título de instigador
por no concurrir los elementos de la instigación. Este caso sin-
gular debe ser claramente distinguido de aquellos en que el
aparato del Estado es utilizado para delinquir. Así, por ejemplo,
los casos de abuso de autoridad, tortura y desapariciones co-
metidos por miembros del aparato estatal para combatir la cri-
minalidad organizada, el tráfico de drogas o el terrorismo. El
que secuestra y mata a una persona sospechosa de pertenecer
a una organización terrorista, conforme a las directivas y a las
órdenes recibidas de sus superiores, actúa de manera autóno-
ma y voluntariamente. Así el superior (hombre de atrás, Hin-
termann) no tiene el dominio del hecho requerido por la autoría
mediata. En realidad, ambos son autores porque tienen el do-
minio del hecho, respecto a los delitos cometidos consciente y
voluntariamente (coautores o autores accesorios).
82
El art. 19, inc. 7, del Código de Justicia Militar declara exento de respon-
sabilidad criminal al “que procede en virtud de obediencia al superior siem-
pre que la orden de éste no sea notoriamente ilícita”.
185
de darle la sustancia nociva al paciente. Por esto, no puede ser
considerada como un instrumento utilizado por el médico para
causar la muerte de éste. Algunos autores admiten que se trata
de una tentativa de homicidio mediante autoría mediata, mien-
tras que otros afirman que se trata de un caso de instigación.
Sin embargo, lo cierto es que sólo se puede afirmar que se tra-
ta de un caso de autoría mediata si se aplica el criterio subjeti-
vo: el agente tenía la voluntad de dominar el hecho y el dolo de
matar. De acuerdo con este mismo criterio, la enfermera será
también reprimida por homicidio.
186
su comisión por autoría mediata, siendo aplicables las reglas
generales sin considerar ninguna particularidad.
188
la cual puede ser influida por un error o no abarcar todo el tre-
cho ilícito realizado por el intermediario material (exceso)83.
83
RN Nº 3840-Ayacucho, 09 de octubre de 1997, en Rojas Vargas, 1999a,
p. 169.
84
Código Penal (1991), p.8.
189
El art. 27 no comprende, por lo tanto, los casos de respon-
sabilidad penal de la empresa (personas jurídicas, entes colecti-
vos). Esta responsabilidad no es admitida ahora, pero aun en la
hipótesis de que llegará a admitirse la regla es indispensable
para resolver los casos que regula y que no serían resueltos con
el solo reconocimiento de la responsabilidad penal de los entes
colectivos, respecto a los cuales se tienen, sobre todo, en cuen-
ta sus deficiencias de organización como condicionante de la
comisión de infracciones.
b. Campo de aplicación
85
Mir Puig, 1998, p. 176; Garcia Cavero, 2002a, p. 103 ss.
190
2004, art. 27, se dice “aunque los elementos especiales que
fundamentan o agravan la pena...”.
86
'Terradillos, 1987, p. 71 ss.; Martínez-Bujan, p. 178 ss.
191
posible interpretarlo de manera amplia en el sentido de com-
prender también a los directores o administradores de hecho87.
Una interpretación restrictiva sería contraria a la misma finali-
dad de la disposición, la cual persigue colmar, justamente, un
vacío en la represión de los delitos especiales propios cometidos
al amparo o en favor de las actividades de entes colectivos. Los
cuales, sobre todo en países como el nuestro, no siempre fun-
cionan con todas las formalidades legales.
87
Meini, 1999a , p. 144 ss. Esta imprecisión en el texto vigente es corregido
en la
propuesta del Anteproyecto 20004, art. 27.
192
e. Participación en el actuar en lugar de otro
VI. Coautoría
1. Introducción
4. Contribución propia
196
de lo que sucedía bajo la regulación del código derogado88, el
cual establecía que debían “tomar parte en la ejecución”, no es
necesario actualmente interpretar el art. 23 en el sentido de
que los participantes deben realizar actos ejecutivos, es decir
en el sentido que la teoría objetiva da a la fórmula “comienzo
de la ejecución” utilizada respecto a la tentativa.
5. Condiciones personales
88
ver la edición anterior del presente Manual, Hurtado Pozo, 1987a, p. 528
ss.
197
éstos, el que sufre el daño no podrá ser reprimido como autor,
por la simple razón de que no puede ser autor de un delito de
daños contra la propiedad en su propio perjuicio. Es decir,
mientras que los otros dos cometían dicho delito en coautoría,
éste sólo cometía una tentativa imposible. En el ejemplo antes
citado de los asaltantes que deciden en común atracar un ban-
co y que llegado el caso emplean sus armas tanto para ejecutar
el delito como para escapar, al delincuente que es lesionado
por uno de sus compañeros que lo confundió con uno de los
policías que los perseguían, no se le podrá imputar de ningún
modo la tentativa de homicidio porque él mismo no hubiera
podido cometer dicha infracción en su propia persona. Así mis-
mo, no se les puede imputar a los coautores los actos que ex-
ceden los hechos sobre los cuales se habían puesto todos de
acuerdo. Por ejemplo, al decidir cometer un hurto sin que nin-
guno llevara un arma consigo, no se les imputará la muerte
cometida por el que no respetó la decisión colectivamente to-
mada.
7. Circunstancias particulares
10. Jurisprudencia
89
La Corte Suprema equivocadamente califica de cómplice y no de coautor a
quien interviene en la ejecución del delito de estafa prestando su nombre
202
Sin embargo, en diversas resoluciones, la Corte Suprema
subraya la importancia del acuerdo entre los agentes, con el
objeto de demostrar la existencia de la coautoría o, en general,
para diferenciar la coautoría de la complicidad. Así, en su Ejecu-
toria del 4 de diciembre de 1934, a pesar de afirmar que “V. N.,
formaba parte de la banda criminal y, como tal, intervino en el
concierto delictuoso”, concluye diciendo que “la forma como
participó en el acto delictuoso, permaneciendo fuera de la tien-
da, como simple correo, lo coloca en la condición de cómplice”.
En este caso, también consideró como cómplice al chofer J. R.,
“que condujo en su automóvil a los delincuentes al lugar del
suceso, conociendo su propósito criminal y les esperó para faci-
litarles la fuga”.
204
VII. Participación stricto sensu
91
según la corte Suprema, “complicidad se encuentra ubicada en un nivel
accesorio y dependiente de un hecho principal dominado por el autor o los
coautores”, ES 22 de marzo de 1999. Exp. Nº 64-99 La Libertad, en ROJ,
año I-Nº 2, p. 323.
205
directamente contra el bien jurídico protegido, pero lo hacen a
través del hecho punible cometido por el autor. Por esto, ellos
sólo son reprimidos si el acto principal ha sido ejecutado o si, al
menos, su ejecución había comenzado (tentativa). Respecto a
esto, los autores del Proyecto de 1985 (agosto) consideraron
conveniente prever de manera expresa que “los partícipes son
punibles desde que se ha iniciado la ejecución del hecho puni-
ble”. El Código derogado no contenía sin embargo disposición
semejante y tampoco ha sido mantenida en el vigente.
206
El primer problema que se presenta al analizar esta relación
de dependencia, estriba en saber en qué consiste el acto prin-
cipal o, como dice nuestro legislador, “el hecho punible”. En
efecto, de la significación que se le reconozca a éste depende-
rán los alcances de que se den al carácter accesorio.
208
El art. 26 fue elaborado sobre todo siguiendo el art. 104 del
Código derogado, de raigambre helvética92. Esta norma consa-
graba el criterio de la “accesoriedad limitada”93, conforme al
cual, para poder reprimir al partícipe, bastaba que el autor prin-
cipal hubiera cometido un hecho ilícito, en el sentido de típico
(objetiva y subjetivamente) y contrario al orden jurídico (au-
sencia de una causa de justificación). Por lo tanto, no era preci-
so que el autor fuera además culpable, o sea responsable se-
gún la terminología de la ley y punible.
1. Instigación
a. Noción
92
Se puede comparar dicha disposición con el art.27 del Anteproyecto suizo
de 1915.
93
Aunque sin mencionar expresamente la norma, Peña Cabrera, 1995, p.
317, opina que el CP recoge el principio de la “accesoriedad limitada”.
209
que pudiera tener y que le impidieran pasar al acto. Al contra-
rio, no puede instigarse al que ya decidió cometer el delito
(omnímodo facturus). Pero tampoco es necesario que el insti-
gado sea indiferente u opuesto a su comisión: también puede
tratarse de alguien dispuesto, en general, a actuar criminalmen-
te. Por ejemplo, el sicario profesional que es determinado a
cometer un delito concreto.
210
autor94 y, por consiguiente, una forma accesoria de participa-
ción.
94
En relación con el derecho suizo, Schultz, 1982b, T. 1, p. 234, dice clara-
mente que el hecho de que el instigador sea sancionado como “autor” no
significa que sea un “autor intelectual”, sino sólo que merece la misma pena
que este último.
95
Bramont Arias, 1966, p. 220.
96
por lo que se refiere a los “coautores”, ver supra Nº 2236 ss.
211
A menudo, el instigador recurre, por ejemplo, a los ruegos,
al ofrecimiento de recompensas, a la sugestiva indicación de los
provechos que pueden derivar de la comisión de la infracción, a
exigencias, al aprovechamiento de los sentimientos que lo vin-
culan al instigado. Pero también puede recurrir a la violencia, a
la amenaza o al abuso de autoridad. En estos casos, es necesa-
rio, sin embargo, verificar que estos medios no sean de tal in-
tensidad que transformen al tercero en el intermediario material
de la autoría mediata.
213
te97 Si el agente desarrolla su actividad en público y ante un
número indeterminado de individuos, entonces podrá ser re-
primido como autor de un atentado contra la “paz pública” (art.
315, “provocación para cometer delito contra la seguridad o
tranquilidad públicas” o art. 6 del DL Nº 25475, incitación al
terrorismo).
e. Casos especiales
97
Siguiendo a Koehler y a Mezger, Solis, 1976a, T. II, p. 277, considera que
“no parece que sea necesario tanta concreción” y que “bastaría que estuvie-
se comprendida dentro del dolo eventual del instigador”. En apoyo del crite-
rio sostenido en el texto, ver Jescheck/Weigend, art. 64 III 2b.
214
Además, la responsabilidad del instigador está limitada al
delito que en concreto quiso que cometiera el instigado. Si éste
mata en lugar de sólo lesionar o si comete un robo en lugar de
un simple hurto, el instigador sólo será reprimido por lesiones o
por hurto (hechos queridos por él). Cualquier variación secun-
daria entre lo esperado por el instigador y lo realmente realiza-
do por el instigado no hace variar la responsabilidad del prime-
ro. Por lo que se refiere a estas variaciones, hay que considerar
sobre todo el error in objecto, la aberratio ictus o el error in
persona (en caso de homicidio, por ejemplo).
215
quería consumar. Y si no se reprime la tentativa, el instigador
permanecerá impune.
h. Agente provocador
2. Complicidad
a. Noción
e. Causalidad de la complicidad
98
Roxin, en LK art. 27 Nº 28 ss.;
221
f. Momento de la intervención del cómplice
99
Bockelmann, 1979, p. 186.
222
porque no ha existido acuerdo previo, asistencia [...] que sería
el caso en que pudiera considérasele como cómplice...”. En de-
cisiones basadas en el código vigente, afirma que “el acto de
complicidad no puede darse después de consumado el delito,
sino tan sólo en la etapa de preparación y de ejecución”.
100
Villa Stein, p. 311.
101
Art. 404 y 405 CP, respectivamente.
223
actos de simple auxilio o cooperación mediata que no entran en
la esfera de ejecución del delito y por tales sin los cuales se
hubiera producido también el mismo resultado”.
g. Tentativa de complicidad
102
Sobre la noción de acto ejecutivo. ver supra Nº 2064 ss.
224
grar ubicar a la persona interesada en hacerlo. La situación es
diferente cuando el hecho punible principal sólo queda al nivel
de la tentativa. En este caso, puede reprimirse la complicidad,
puesto que la tentativa constituye en sí un hecho punible.
103
Otro caso parecido es el del art. 167, en el que se regulan las llamadas
lesiones
con resultado fortuito.
227
i. Represión de la complicidad: cómplice primario y
cómplice secundario
104
A este criterio se hacía referencia en el CP derogado, junto a la importan-
cia “principal o secundaria”.
229
cundario”. Todo esfuerzo tendiente a ese fin se revela inútil y
los resultados obtenidos son muy poco satisfactorios. Conviene
citar, por ejemplo el criterio de la “naturaleza intercambiable de
las conductas”. Según su defensor, Rodríguez Devesa, circuns-
critas a los participantes efectivos en la comisión del delito, no
resta más posibilidad que preguntarse si sus conductas son in-
tercambiables o no105. En el caso del “campana”, si los que ac-
túan son dos, la complicidad será necesaria mientras que si son
varios, innecesaria. Según el derecho peruano, esto implicaría
castigar siempre “como autor” al partícipe único en la acción
delictuosa de un agente, sin considerar la importancia de su
contribución.
105
Rodríguez Devesa, p. 817.
106
Cerezo Mir, 2001, p. 245 ss.
230
de pesetas”. Sin embargo, a esto se puede objetar en función
de las circunstancias personales relativas al agente107 que, en-
tre gente adinerada casi nunca podría darse una complicidad
necesaria consistente en la entrega de dinero. Además, también
se puede criticar el hecho de que la imprecisión es trasladada al
nivel de saber cuánto dinero debe de tener el autor, “en su
cuenta corriente”, para poder estimar que las 200,000 pesetas
son para él un bien escaso. Gimbernat indica que si el autor
tiene ya 200,000 pesetas, las 200,000 pesetas que se le entre-
gan todavía constituyen un bien escaso para él, pues no puede
decir a mí 200,000 pesetas me sobran, no me hacen falta”. Pa-
ra que tal suma no sea un bien escaso, debería poseer “mucho
más que una cuenta corriente de 200,000 pesetas”. ¿Pero,
cuánto implica este “mucho más”?.
107
Quintero Olivares, p. 635 ss.
231
cedida al juez, por el legislador, pues éste ha sido consciente de
la imposibilidad de dictar reglas exhaustivas. En efecto, cuando
se intenta establecerlas, se cae en un causalismo que nunca
puede estar a la altura de la riqueza de variaciones de la reali-
dad. Esta técnica también ha sido escogida por el legislador
para redactar las disposiciones de la parte especial. Sucede así,
por ejemplo, en el caso de los elementos normativos de los ti-
pos legales.
108
Es 6 de octubre de 1999, Exp. Nº 3086-99 Lima, en Rojas Vargas, 2000,
p. 87
232
cómplice secundario a quien “tuvo la labor de vigilancia y de
favorecer a sus coinculpados”109.
109
Sentencia de la Sala Penal de la Corte Superior de Justicia de Huaura, 05
de agosto de 1999, Exp. Nº 98-174-81, en Serjur 4, p. 213; Es 10 de no-
viembre de 1998, Exp. Nº 4188-98-Callao, en Rojas-Vargas, 1999c, p. 279
110
Hurtado Pozo, 2002, Nº 810 ss.
233
ser considerada autora o autor (mejor dicho coautor) el que
comete tales actos, pues, no constituyen actos ejecutivos del
delito (“tomar parte en la ejecución”). Se trata, en realidad, de
un cómplice primario.
111
DL Nº 19910 del 30 de enero de 1973, art.4.
234
caso del art. 8 del hoy abrogado DL Nº 19910, según el cual,
en el caso de los delitos de “ataque a miembros de las Fuerzas
policiales”, es decir de robo y asesinato, “cuando no constare
quiénes practicaron las acciones o quién causó individualmente
la muerte, se tendrá por autores a todos los protagonistas del
hecho delictuoso”.
236
mediante la interpretación diciendo que la intención del legisla-
dor era indicar los cómplices secundarios solamente y no los
primarios, pues sólo con respecto a los primeros se prevé la
atenuación obligatoria de la pena. El respeto al principio de la
legalidad lo impide tanto porque la misma regla supone un des-
conocimiento de los tipos legales ampliados relativos a la parti-
cipación, como porque no se puede imponer una sanción no
prevista por la ley (en este caso, no establecida para los cóm-
plices secundarios).
237
238
LECCIÓN XIII
I. Introducción
L
a realización de un comportamiento (o de varios) puede
caer dentro del ámbito de regulación de diferentes tipos
penales de la Parte Especial. Ante esta situación tenemos
que decidir cómo se presenta la relación entre las infracciones a
afectos de determinar no sólo la imputación del hecho, sino
también la pena aplicable al caso concreto. La doctrina penal ha
agrupado las formas de concurso en dos grandes grupos. Por
un lado, se encuentra el llamado concurso aparente de delitos
(o concurso de leyes), en el que la aplicación de un tipo penal
desplaza al resto de los tipos concursantes y, por el otro, está
el concurso propio de delitos, en donde diversos tipos penales
resultan aplicables. En lo que sigue, vamos a ocuparnos de ex-
poner los criterios de solución previstos por la legislación y la
doctrina penales para resolver ambas formas de concurso.
239
sólo uno de ellos resulta suficiente para determinar el delito112.
Si bien la conducta juzgada puede subsumirse en varios tipos
penales, solamente uno de los mismos engloba completamente
el sentido jurídico-penal de la conducta del autor y desplaza,
por ello, al resto de los tipos penal. Esta situación explica por
qué un sector de la doctrina califica también al concurso de le-
yes como concurso aparente de delitos, pues entiende que no
existe propiamente un concurso de delitos para la determina-
ción de la responsabilidad penal en el caso concreto. En princi-
pio, parece ser que a este punto de partida le asiste toda la
razón, sobre todo porque permitiría una clara delimitación fren-
te a los concursos de delitos propiamente dichos113. Sin embar-
go, debe reconocerse que también en estos casos existe un
concurso, en la medida que el comportamiento del autor cum-
ple diversos tipos penales.
112
Jakobs, Derecho Penal, PG, Apdo 31, n.m. 11. En nuestro país, Bramont
Arias, la ley penal, p. 121 y s.; Escobar Antezano, Gaceta Penal & procesal
Penal, 24, junio de 2011, p. 67.
113
Peñaranda Ramos, Concurso de leyes, p. 182 y s.
114
Jakobs, Derecho Penal, PG, Apdo 33, n.m. 11. Sigue este ‘planteamiento
en España; Peñaranda Ramos, concurso de leyes, p. 184 y s.
115
Peñaranda Ramos, Concurso de Leyes, p. 185.
240
Por esta razón, resulta plenamente indiferente si se trata de
una doble valoración de un hecho delictivo idéntico (concurso
real aparente) o de acciones parcialmente idénticas (concurso
ideal aparente).
1. Fundamento dogmático
116
Geerds, Zur Lehre, p. 229
117
Mitsch, Jus 1993, p. 226.
118
Seier, Jura 1983, p.226.
241
pronunciemos sobre el fundamento dogmático del concurso de
leyes antes de entrar en sus particularidades y consecuencias.
119
Jakobs, Derecho Penal, PG, Apdo 31, n.m. 11.
120
Por ello, no le falta razón a Jakobs, Derecho penal, PG, Apdo 31, n.m. 12
y ss., cuando sostiene que los principios del concurso de leyes podrían for-
mularse de manera completa con la idea de la especialidad. Atiende también
solo al principio de especialidad, puppe, Idealkonkurrenz, p. 355. Considera,
más bien, que el-principio fundamental es el de consunción, Peñaranda Ra-
mos, Concurso de leyes, p. 186.
242
El código penal actual no contiene una regulación expresa de
los supuestos de concurso de leyes121. Ante esta situación, re-
sulta necesario recurrir a la doctrina penal para poder identificar
los criterios con los que se pueda precisar cuál de los tipos pe-
nales en concurso resulta el preferente frente al resto de los
que reclaman su aplicación. Al respecto la doctrina penal ha
desarrollado los siguientes principios.
A. El principio de especialidad
121
Pese a que los Proyectos de 1984 y 1985 sí contenían reglas para resol-
ver los concurso de leyes. (vid., al respecto, Paredes Vargas, Gaceta penal &
procesal penal 12,junio 2010, p. 79). Se ha dicho que una regulación especí-
fica de la relación de concurso entre las leyes no tendría sentido debido a las
inabarcables posibilidades de vinculación entre las leyes e incluso una regu-
lación general de las consecuencias del concurso de leyes se tiene por inne-
cesario, pues solamente se aplica una ley. Por el contrario, lamenta la au-
sencia de regulación expresa, Geppert, Jura 1982, p. 42I.
122
Jakobs, Derecho Penal, PG, Apdo 31, n.m. 18.
123
Bramont-Arias Torres, Luis A., Diálogo con la jurisprudencia 18 (2000), p.
20. En
el mismo sentido, la sentencia de la corte Suprema N. 1052-97 de 31 de
agosto de 1998. (Rojas Vargas, Jurisprudencia Penal, I, p. 192 y ss.).
243
- Los tipos penales agravados y los compuestos exclu-
yen la aplicación del tipo penal básico o de los tipos
penales simples respectivamente. Ejemplo del primer
caso sería el delito de asesinato que desplaza al deli-
to de homicidio simple. Un supuesto de delito com-
puesto se presenta en el artículo 257-A inciso 4 del
CP que sanciona al que falsifica billetes o monedas y
luego los mezcla con billetes y monedas genuinas pa-
ra facilitar su circulación. En este caso, este delito
complejo desplaza el delito simple de falsificación de
monedas del artículo 252 del CP.
- Una aplicación preferente tienen los tipos penales
que sancionan supuestos graves recurriendo a la co-
misión de un delito como agravación124. Así está con-
figurada, por ejemplo, la circunstancia agravante del
delito de contrabando del artículo 10 literal d de la
Ley 28008, en el sentido de utilización de violencia o
intimidación para evitar el descubrimiento del hecho
o la incautación de los bienes.
Un supuesto problemático en la discusión penal tiene
lugar cuando se presentan conjuntamente varios ti-
pos penales derivados (atenuados o agravados) de
un mismo tipo básico con sus propios marcos penales
abstractos. En caso que sea posible establecer una
relación general-especial, no habrá mayores proble-
mas para aplicar el más específico125. Por el contrario,
si se trata de tipos atenuados o agravados indepen-
dientes, debería procederse a una acumulación de los
mismos126. un sector de la doctrina ha propuesto, en
esta línea, considerar todos los delitos en una rela-
ción de concurso ideal. Sin embargo, en el caso de ti-
124
Geerds, Zur Lehre, p. 196; Jakobs , Derecho penal, PG, Apdo 31, n.m.
21.
125
Jakobs, Derecho penal, PG, Apdo 31 n.m. 19, nota 21, n.m. 23.
126
Jakobs, Derecho penal, PG, Apdo 31 n.m. 19, nota 21, n.m. 24.
244
pos agravados debe reconocerse que solamente hay
un concurso entre las agravantes, pero no respecto
del tipo básico, por lo que un concurso de delitos lle-
varía consigo el peligro de una doble valoración127.
La solución debe operar, a nuestro entender, inclu-
yendo todas las cualificaciones en el tipo penal básico
con el mayor marco penal correspondiente128. Por
ejemplo: En caso de un concurso de dos agravantes
previstas en el artículo 297 del CP respecto del delito
de tráfico ilícito de drogas, debe utilizarse el marcó
penal previsto en dicho artículo, considerando la exis-
tencia de la otra agravante en la determinación de la
pena concreta. En caso de concurso de un tipo agra-
vado con otro atenuado, la solución tampoco puede ir
por el concurso ideal129, pues afectaría igualmente la
prohibición de doble valoración respecto de los ele-
mentos constitutivos del tipo básico130. Ante esta si-
tuación, habría que recurrir al principio de alternativi-
dad, aplicando el delito agravado sin negar la posible
influencia en la medición de la pena de los tipos pe-
nales privilegiados desplazados. Por ejemplo: El tráfi-
co de drogas realizado por el funcionario público en
cantidades pequeñas que configuran una micro-
comercialización.
B. Principio de subsidiariedad
127
Garcia Albero, Non bis idem, p. 418.
128
Jakobs, Derecho penal, PG, Apdo 31 n.m. 19, nota 21, n.m. 24.
129
García Martin, Delitos, p. 144 y ss.
130
Garcia Albero, Non bis idem, p. 379 y ss.
245
to de actos contra el pudor en relación con el delito de violación
sexual. En efecto, en el artículo 176 del CP se tipifica el delito
de actos contra el pudor de manera subsidiaria a la violación
sexual del artículo 170 del CP. Esta relación de subsidiariedad
no debe entenderse como una relación de género-especie,
pues, de ser así, no habría ninguna diferencia con el principio
de especialidad131. Se trata, más bien, de tipos que comparten
un elemento jurídico-penal común en la protección del mismo
bien jurídico, y si bien ciertos casos pueden subsumirse en am-
bos tipos penales, hay otros casos que se subsumen solamente
en uno o en otro132.
131
Matus Acuña, El concurso aparente de leyes, p. 309.
132
Matus Acuña, El concurso aparente de leyes, p. 313.
246
La relación de subsidiariedad no se manifiesta únicamente
en los tipos penales de la Parte Especial, sino que puede tener
lugar también respecto de las diversas modalidades o formas
de responsabilidad penal en general. En este sentido, se ha
afirmado la subsidiariedad en cuanto al grado de realización del
delito, la intervención delictiva y los grados de lesividad del
comportamiento típico. Veamos estos aspectos de manera más
específica:
247
mediatamente, en la medida que el castigo al autor o
al cómplice contiene, como hecho anterior igualmen-
te sancionado, el que se haya determinado a los
otros intervinientes a cometer el delito. Como puede
verse, la inducción debe tratarse de la misma forma
que se hace con el encubrimiento.
- La responsabilidad penal por la lesión de un objeto
valorado positivamente resulta preferente a la puesta
en peligro de este objeto en concreto. No obstante, si
el tipo penal de peligro protege algo más que el obje-
to lesionado, una relación de subsidiariedad no podrá
ser afirmada133. En este sentido, los delitos de peligro
abstracto que no estén referidos a la lesión de obje-
tos específicos, no pueden ser subsidiarios frente a
un delito de lesión concreta, sino que darán lugar a
una situación de concurso ideal de delitos. Esta situa-
ción se presenta, por ejemplo, en el tipo penal básico
de responsabilidad por el producto del artículo 288
del CP y los delitos de homicidio y lesiones.
C. Principio de consunción
133
]akobs, Derecho Penal, PG, Apdo 31, n.m. 29; Jescheck/Weigend, Lehr-
buch, AT, p. 735.
248
Hay que tener presente que la consunción no resuelve el
concurso de leyes con base en la mayor penalidad del delito
más grave, sino mediante el criterio de inclusión de un delito en
otro. Si el delito que consume a otro prescribe una pena menor,
estaremos igualmente ante un supuesto de consunción que se
asemeja a las circunstancias atenuantes del principio de espe-
cialidad. Una consunción similar a la atenuación se presenta,
por ejemplo, en el delito de falsos informes sociales del artículo
198 inciso 2 del CP respecto del delito de falsificación de docu-
mento privado del artículo 427 del CP. Debido a la relación de
consunción, solamente se podrá sancionar por el delito de fal-
sos informes sociales, aunque el delito de falsificación de do-
cumentos contenga un marco penal mínimo más grave y ade-
más una pena de multa. La consunción puede incluso liberar de
responsabilidad por un hecho acompañante punible respecto de
un hecho liberado de pena134, como sería el caso, por ejemplo,
del delito de falsificación de documento cometido por el autor
de un delito de defraudación tributaria que luego se somete a
un proceso de regularización de la deuda tributaria conforme al
artículo 189 del Código Tributario135.
134
Jescheck/Weigend, Lehrbuch, AT, p. 736; Jakos, Derecho Penal, PG,
Apdo 31, n.m. 33, quien, sin embargo, en el caso del delito posterior niega
la liberación de pena del hecho principal en caso de exclusión del injusto o
culpabilidad (n.m. 37).
135
En este artículo se señala además de forma expresa que “la improceden-
cia de la acción penal contemplada en el párrafo anterior, alcanzará igual-
mente a las posibles irregularidades contables y otras falsedades instrumen-
tales que se hubieran cometido exclusivamente en relación a la deuda tribu-
taria objeto de regularización”.
249
conducta, resulta lógico que el conocimiento menor de la culpa
se encuentre consumido en el conocimiento que fundamenta la
imputación subjetiva a título de dolo. La realización culposa
constituye un hecho acompañante de la realización dolosa y,
por tanto ésta consume plenamente a la primera. Así, por
ejemplo, la comisión dolosa del delito de producción o comer-
cialización de productos defectuosos del artículo 288 del CP
consumirá la realización culposa del mismo delito.
136
De otro parecer, Oehler, ZStW 69 (1957), p. 519, quien considera que se
trata de un concurso de delitos, en la medida que el delito básico en los
delitos cualificados por el resultado constituye además un delito de peligro
frente al resultado cualificante. Consideran, por el contrario, los delitos cuali-
ficados por el resultado dentro del concurso de leyes, Geerds, Zur Lehre, p.
197; Hruschka, GA 1967, p. 42; Jakobs, Derecho Penal, PG, Apdo 31, n.m.
25, aunque como una cuestión del principio de especialidad.
250
parte, el delito cualificado por el resultado será con-
sumido por la realización dolosa directa del resultado
más grave, a no ser que este delito doloso no abar-
que valorativamente el delito básico. En este último
caso, tendrá lugar una situación de concurso de deli-
tos137.
- En caso que el delito cualificado por el resultado no
exija expresamente la producción culposa del resul-
tado cualificante, debe procederse a una interpreta-
ción teleológica de los tipos penales para precisar la
imputación subjetiva del resultado cualificante. Si la
exigencia de una imputación dolosa del resultado
cualificado lleva a una atenuación injustificada de la
pena respecto del delito doloso que sanciona la pro-
ducción directa del resultado más grave, deberá exi-
girse, más bien, únicamente una imputación culposa
respecto del resultado cualificante (combinación dolo-
culpa). Si la imputación dolosa del resultado cualifi-
cante lleva justificadamente a una pena mayor que la
del delito doloso que sanciona directamente la pro-
ducción del resultado más grave, entonces la impu-
tación subjetiva del resultado en el delito cualificado
por el resultado deberá ser a título de dolo (combina-
ción dolo-dolo). En estos casos, el delito doloso que
sanciona la producción directa del resultado más gra-
ve resulta consumido por el delito cualificado por el
resultado.
D. ¿Principio de alternatividad?
137
Señala, sin embargo, la posibilidad de una doble valoración en estos ca-
sos, Jakobs, Derecho Penal, PG, Apdo 31, n.m.25.
251
mente precisar cómo tiene lugar una relación de alternatividad.
Si esta relación se presenta entre dos tipos penales cuando
ambos se excluyen recíprocamente, no tiene sentido hablar de
un concurso de leyes, ya que una unidad de leyes solamente
existe si los tipos penales se cubren siquiera parcialmente. Un
concurso de leyes se reconoce, por el contrario, cuando la rela-
ción de alternatividad se entiende como la concurrencia de dos
tipos penales de igual rango. Para solucionar este concurso de
leyes equivalentes la doctrina penal recurre por lo general al
criterio de la mayor penalidad. No obstante, antes de establecer
el criterio de solución es necesario hacer una exposición dife-
renciada de los supuestos de alternatividad.
138
García Albero, Non bis in idem, p. 403.
139
Jakobs, Derecho Penal, PG, Apdo 31, n.m. 12, nota 13.
140
Jakobs, Derecho Penal, PG, Apdo 31, n.m. 12, nota 13; García Albero,
Non bis in
idem, p.406.
252
leyes. El legislador no ha previsto un tipo intermedio, por lo que
habrá que elegir uno solo de ellos. Como la elección del tipo no
se puede resolver por especialidad, consunción o subsidiarie-
dad, no quedará más remedio que elegir alternativamente un
tipo penal. A diferencia del Código penal español, nuestro Códi-
go penal no ha establecido un criterio para elegir uno de los
tipos penales. La necesidad de que el legislador ofrezca al juez
un mayor marco penal para individualizar la pena, aconsejaría
seguir la regla del delito con la pena más grave.
253
A. La modificación de las consecuencias jurídicas del
tipo penal desplazante
141
Jakobss, Derecho Penal, PG, Apdo 31, n.m. 39; Peñaranda Ramos, Con-
curso de leyes, p. 56.
254
puestos de las consecuencias jurídicas, sino que debe tener
lugar también en las propias consecuencias jurídicas142.
142
Jakobs, Derecho Penal, PG, Apdo 31, n.m. 39.
143
Geerds, Zur Lehre, p. 155.
144
Considera, sin embargo, que desde este punto de partida también puede
fundamentarse el recurso a tipos penales desplazados, Bornemann, Das
Zusammentreffen, p. 45 y ss.
145
Vogler, FS-Bockelmann, p. 719 y s.
255
Ejemplo: Si el delito de uso fraudulento de procedimiento
concursal del artículo 211 del CP no se castiga por ausencia de
denuncia de parte (artículo 2I3 del CP), el delito de fraude pro-
cesal del artículo 416 adquiere aplicación. Por el contrario, el
cuentacorrentista que gira un cheque sin fondos, pero que paga
dentro del tercer día del requerimiento de pago, no necesita ser
sancionado penalmente por delito de estafa, pues el conflicto se
soluciona completamente mediante la reparación del daño que
contempla el artículo 215 del CP.
146
Jakobs, Derecho Penal, PG, Apdo 32, n.m.I; Jescheck/Weigend, Lehr-
buch, AT, p.
709 y s., con referencias históricas. Por su parte, Geerds, Zur Lehre,p.
257,prefiere utilizar la distinción unidad de aplicación de pena y pluralidad
de aplicación de pena.
256
concepto natural de acción y el llamado concepto jurídico de
acción147.
147
Debe señalarse, sin embargo, que la doctrina penal dominante considera
que la unidad de acción se determina en un doble sentido, en un sentido
natural y en uno jurídico [vid., sólo, Schmitt, ZStW 75 ( I963), p. 46] . No
obstante, consideramos que al final de cuentas se asume o un concepto
ajeno al Derecho o un concepto propiamente jurídico.
148
Mir Puig, derecho penal, PG, L27/3.
149
Hellmer, GA 1956, p. 68. En la misma línea se encuentra la jurisprudencia
del RG alemán al afirmar que en determinados casos puede afirmarse una
unidad natural de determinados actos del autor por medio del contexto so-
cial.
257
hay una unidad de acción150. Pero, sobre todo, se le ha cuestio-
nado que una perspectiva ajena al Derecho no permite una fácil
adaptación del concepto a su contexto normativo, sin contar
con el hecho de que no existen unidades de acción pre-jurídicas
a las que la perspectiva jurídica pueda recurrir sin más. Por es-
tas razones, sólo una comprensión de la unidad de acción que
utilice una perspectiva jurídica (más exactamente, jurídico-
penal151) resulta adecuada para resolver la problemática del
concurso de delitos.
150
En este sentido, Kindhauser, Jus 1985, p. 103.
151
Hurtado Pozo/Prado Saldarriaga, Derecho penal, PG,II, S 21, n.m. 2407 y
ss.; Mir Puig, Derecho Penal,PG,L27/6.
152
Mir Puig, derecho penal, PG, L27/11.
258
se determina con criterios naturales153, sino con criterios jurídi-
co-penales. En el concurso ideal de delitos la misma conducta
penalmente relevante realiza varios tipos penales. Estos tipos
penales pueden ser de la misma o de distinta naturaleza, lo que
permite diferenciar los casos de concurso ideal de delitos ho-
mogéneo (infracciones a la misma ley penal) de los casos de
concurso ideal de delitos heterogéneo (infracciones a distintas
leyes penales).
153
Afirma en estos casos una unidad natural de hecho, Schmitt, ZStW 75
(1963), p. 47; Sowada, Jura 199 5, p. 246.
259
una acción realice varios tipos penales (unidad de delito). Fren-
te a esta teoría se opone la llamada teoría de la pluralidad, la
cual señala que una acción puede dar lugar perfectamente a
varios delitos. Esta comprensión parte de la idea de que una
acción puede ser apreciada jurídicamente desde distintas pers-
pectivas y dar lugar, por ello, a consecuencias jurídicas distin-
tas. La teoría de la pluralidad es la que mejor se ajusta a la re-
gulación positiva del concurso ideal de delitos, por lo que una
teoría de la unidad sólo podría resultar relevante en determina-
dos supuestos especiales de concurso de delitos, como es el
caso, por ejemplo, del delito continuado.
154
En este sentido, Jakobs, Derecho Penal, PG, Apdo 33, n.m. 5.
260
b. Identidad parcial
C. Consecuencias jurídicas
155
Stratenwerth, Strafrechf, AT s 18, n.m. 34; Jakobs, Derecho Penal, PG,
Apdo 33, n.m. 12, quien señala además la posibilidad de incluir las reglas de
concurso ideal en la pena determinada conforme a las reglas de concurso
real. En esta línea, aunque admite la posibilidad muy excepcional de una
identidad en el injusto y la culpabilidad.
262
a. La exasperación del marco penal
156
Como en el Derecho penal alemán, Jakobs, Derecho Penal, PG, Apdo 33,
n.m. 1. Sobre el principio de absorción, vid., Geerds, Zur Lehre, p. 329;
Schmitt, ZStW 75 (1963), p. 54; Hurtado Pozo/Prado Saldarriaga, Derecho
Penal, PG, II, S 21, n.m. 2435.
157
Jakobs, Derecho Penal, PG, Apdo 33, n.m. 1.
263
b. El principio de combinación
158
Jescheck/Weigend, Lehrbuch, AT, p. 726 y s.
264
pena del delito más grave159. Incluso ni siquiera se contempla-
ba la posibilidad de una pena global que permitiese aumentar la
pena individual que le correspondía al delito más grave (princi-
pio de exasperación)160, por lo que la doctrina penal se mostró
poco de acuerdo con esta solución penológica del concurso de
delitos. Las cosas han cambiado radicalmente con la última re-
forma del Código penal. Conforme a la actual redacción del ar-
tículo 50 del CP las penas se acumulan en caso de concurso
real de delitos, teniendo esta acumulación un doble límite: el
doble de la pena más grave y finalmente el tope de los treinta y
cinco años. Se ha pasado así de un sistema de absorción o, en
159
La acumulación de penas es un tema altamente discutido. Algunos recu-
rren al argumento de que el padecimiento de la pena no aumenta lineal,
sino progresivamente (así la antigua jurisprudencia alemana, vid., la refe-
rencia, Jakobs, Derecho Penal, PG, Apdo 33, n.m. 14). A este argumento se
le ha reprochado basarse en una especulación hasta ahora no comprobada.
Otros afirman que una acumulación de penas hace que la pena privativa de
libertad pierda precisamente su carácter temporal (Montenbruck, JZ 1988, p.
332), lo cual ofrecería en cualquier caso un fundamentación que no se haría
extensiva a las penas que no son privativas de libertad. La renuncia a la
acumulación ha intentado fundamentarse también en una reducción de la
culpabilidad que se produce paulatinamente en cada delito mientras no sea
condenado (Schoreit, FS-Rebmann, p. 453 y ss.). Esta fundamentación deja
muy difusa la idea de culpabilidad y parecería llevar a una comprensión psi-
cológica del poder querer actuar distinto (así Frister, NK 53, n.m. 5). En un
factor ajeno a la dogmática penal quieren fundamentar la renuncia a la
acumulación, aquéllos que sostienen que el juzgador tiene una visión redu-
cida del injusto cometido (ver en perspectiva), lo que favorece al autor
(Bohnert, ZStW 105 (1993), p. 859 y ss.], pero precisamente su punto débil
se encuentra en otorgar relevancia normativa a un dato empírico. La discu-
sión sobre la procedencia o no de una acumulación de penas debe enfocar-
se, a nuestro entender, en la función de restabilización de la pena, en el
sentido de si es necesario sumar todas las penas individuales para restable-
cer la vigencia de la norma defraudada o si el sentido comunicativo de la
pena puede llevarse a cabo con una pena individual o global (vid., Jakobs,
Derecho Penal, PG, Apdo 33, n.m. 14; Frister, NK 53, n.m.9).
160
Aunque distinto era el parecer señalado por la Corte Suprema en la sen-
tencia Exp. 2041-99, Lima de 12 de julio de 1999 Revista peruana de juris-
prudencia 3 (2000), p. 295 y s.I.
265
el mejor de los casos, de exasperación, a un sistema de acumu-
lación de penas.
161
Jakobs, Derecho Penal, PG, Apdo 32, n.m.26.
266
sucesiva, en los delitos de organización, en los delitos perma-
nentes y en los delitos compuestos.
162
Jakobs, Derecho Penal, PG, Apdo 32, n.m.17.
268
considerarlos un solo delito. Esta unidad de delito se pierde
cuando el delito permanente ha terminado y se vuelve a come-
ter nuevamente. En estos casos estaremos ante dos delitos
permanentes. Ejemplo de delito permanente es el delito de se-
cuestro del artículo 152 del CP que castiga al que priva injustifi-
cadamente de la libertad personal a otro.
269
a. El delito continuado
163
El Pleno Jurisdiccional de Ica de 1998 señala que el delito continuado
consiste en varias infracciones a la ley que responden a una única resolución
criminal fraccionada en su ejecución (tema 2).
164
Castiñeira, El delito continuado,p.20.
270
culpabilidad. Adicionalmente se dan también argumentos pro-
cesales en el sentido de que la aceptación de un solo delito
continuado limitaría denuncias posteriores y mantendría estable
el carácter de cosa juzgada.
165
Destaca la razones puramente procesales Timpe, JA 1991, p. 14.
166
A diferencia del Derecho penal alemán, en donde no sólo la doctrina, sino
la jurisprudencia (Resolución en sala plena de asuntos penales del BGH del 3
de mayo de 1994) han abandonado la figura del delito continuado (vid., con
detalle, R¡ssing-van SAAN, LK preliminares al 52, n.m. 46 y ss.).
271
cual debe presentarse siempre respecto del sujeto
activo y en el caso del sujeto pasivo solamente si se
trata de delitos que afecten bienes jurídicos de natu-
raleza eminentemente personal (vida, integridad cor-
poral y libertad). La limitación de la exigencia de uni-
dad en el caso del sujeto pasivo se desprende de lo
dispuesto en el último párrafo del artículo 49 del CP.
Por lo tanto, en el caso de delitos que afecten bienes
jurídicos que no son personales, podrá sostenerse su
continuidad aunque los afectados por las acciones
continuadas del autor no sean los mismos.
- El elemento objetivo: La faceta objetiva del delito
continuado exige primeramente una pluralidad de ac-
ciones del autor167 y que estas acciones se dirijan a
lesionar el mismo interés penalmente protegido. Esta
unidad de bien jurídico genera cierta confusión frente
a los casos de realización típica iterativa y de realiza-
ción sucesiva. Mientras algunos aceptan que se trata
de la misma cuestión, otros consideran que este as-
pecto objetivo del delito continuado admite supuestos
que superan la sola realización típica iterativa y suce-
siva. Al respecto consideramos que no cabe un delito
continuado cuando, pese a haber varias infracciones
legales, hay una unidad de acción. Por ejemplo, si el
autor agrede a la víctima con varios golpes y aun
cuando cada golpe pudiese ser una infracción penal
autónoma, existe una unidad de acción que permite
afirmar un solo delito de lesiones y no, por lo tanto,
un delito continuado de todos los golpes propinados.
Tampoco habrá un delito continuado cuando una plu-
ralidad de acciones se interpreta como una sola reali-
zación típica. Así, por ejemplo, no será un delito con-
tinuado la actividad contaminante realizada desde
167
Choclán Montalvo, El delito continuado, p. 186 y ss.
272
una misma fábrica, pues si bien se pueden haber rea-
lizado diversos vertidos de residuos tóxicos, la con-
ducta típica definida como “contaminar”, permite
considerar los distintos vertidos como un solo delito
de contaminación medioambiental. En el delito conti-
nuado tienen lugar varias acciones, cada una configu-
radora de una infracción penal, pero que, por una re-
lación de continuidad, se consideran un solo delito.
La regulación del delito continuado no presta aten-
ción a una continuación de la misma infracción típica,
sino que admite jurídicamente un solo delito a pesar
de haber tenido lugar una nueva realización del tipo
penal.
La faceta objetiva del delito continuado requiere, en
segundo lugar, que las acciones del autor constituyan
realizaciones de varias violaciones de la misma ley
penal, de igual o semejante naturaleza. Esta identi-
dad objetiva respecto de los tipos penales realizados
se afirma sin mayores inconvenientes en caso de rea-
lización continuada de un delito básico y sus tipos
cualificados, así como también en caso de tentativa y
consumación. Por el contrario, la doctrina penal des-
conoce tal identidad respecto de los tipos penales
que regulan modos distintos de ataque al mismo inte-
rés penalmente protegidot3003l. La similitud de reali-
zaciones típicas exige, pues, que se trate de la misma
forma de ataque al interés jurídico protegidot300al.
Sumamente dudoso es que en este elemento objetivo
del delito continuado se puedan incluir también las
infracciones administrativas o faltas que sumadas
cuantitativamente puedan considerarse un delito. Es-
to no parece ser el criterio del legislador penal que,
para el caso de las infracciones aduaneras, por ejem-
plo, ha regulado la figura especial del delito de con-
trabando fraccionado.
273
Como tercer aspecto objetivo del delito continuado, la
doctrina penal considera necesario también una uni-
dad temporal entre los distintos actos. Nuestra legis-
lación penal prescinde, sin embargo, de tal unidad de
tiempo, en tanto admite la existencia de un delito
continuado tanto para acciones que se dan en un
mismo momento, como para acciones que tienen lu-
gar en momentos diversos. En este sentido, puede
decirse que nuestra legislación se corresponde con el
parecer doctrinal que sostiene que en el delito conti-
nuado el momento temporal no tiene ninguna rele-
vancia normativa. Este aspecto marca otro elemento
de distinción frente a la realización típica sucesiva.
- El elemento subjetivo: El aspecto subjetivo del delito
continuado tuvo al principio una importancia central,
en tanto la relación de continuidad estuvo basada
fundamentalmente en una unidad subjetiva. En la ac-
tualidad se reconoce la concurrencia del aspecto ob-
jetivo, centrándose la discusión, más bien, en la ma-
nera de comprender el elemento subjetivo del delito
continuado. Un dolo global exige una interpretación
que se remonta a la antigua jurisprudencia alemana,
la cual requería que el dolo incluyera las acciones
posteriores antes de la primera acción o cuando me-
nos al momento de realizarse. Esta comprensión
mostró pronto ciertas consecuencias ilógicas, como el
hecho de favorecer al autor que planeó su actuación
de manera minuciosa frente al autor que no lo hizo y
que tiene que responder, por tanto, con base en un
concurso real de delitos. Por esta razón, la posterior
jurisprudencia alemana aligeró la exigencia del dolo
global (ampliación del dolo global) y se conformó con
un dolo que en la primera acción no cierre el paso a
las siguientes acciones. Una flexibilización mayor lleva
a cabo la interpretación doctrinal de este elemento
274
subjetivo, en tanto exige solamente un dolo conti-
nuado, es decir, que cada hecho posterior debe ser
considerado por el autor como continuación de los
actos anteriores. Finalmente, existen también inter-
pretaciones que renuncian a un dolo global o conti-
nuado y se centran en una unidad de conducción de
vida punible o en elementos externos de la vincula-
ción global. Por nuestra parte, debemos tener en
cuenta que nuestra regulación penal requiere expre-
samente que el autor realice actos “de la misma reso-
lución criminal”, lo que parece conducir a la necesi-
dad de un dolo global. El requerimiento de una mis-
ma resolución criminal obliga, por tanto, a determinar
subjetivamente desde un primer momento un dolo
global en el autor, siquiera eventual, respecto de los
actos futuros.
4. Concurrencia posterior
168
Villavicencio Terreros, Derecho penal, PG, p. 696.
277
ceso y se le imponía al autor la nueva pena correspondiente.
Para determinar si la pena era inferior o superior a la impuesta,
el precedente vinculante R.N. Exp. Nº 367-2004 dispuso que se
debía efectuar una comparación entre la pena concreta impues-
ta en la primera sentencia y la pena legal conminada para el
delito recién descubierto, pero cometido antes de la primera
sentencia. En caso de ser la pena superior, la pena ya cumplida
por el autor era computada en la pena que establecía la nueva
sentencia.
278
LECCIÓN XIV
I. Nociones generales
P
ara que el Derecho penal cumpla su prestación social no
basta con imputar el hecho penalmente relevante a un
sujeto imputable. La reacción frente al delito debe objeti-
varse en el mismo nivel que el propio hecho del autor, por lo
que la pena debe constituir el retiro de los medios de interac-
ción incorrectamente administrados, En la medida que la priva-
ción de los medios de interacción requiere una base cognitiva
que muestre el fracaso del autor, resulta necesario que la pena
constituya la aflicción de un dolor. En consecuencia, el efecto
comunicativo de la pena debe estar orientado socialmente a
mostrar el fracaso del autor, pues, de lo contrario, la pena no
podrá restablecer la vigencia de la norma infringida. Está claro
que la forma y la medida aflictiva de la sanción penal depende-
rán de consideraciones históricas y culturales de cada sociedad.
Por otro lado tocando la teoría de las penas, sin temor al-
guno podemos decir, que desde una orientación dogmática ju-
rídico-penal y porque no decirlo desde consideraciones político
criminales, la teoría de la pena siempre es analizada aposteriori
de la teoría general del delito o como actualmente la ciencia del
Derecho Penal la considera o asigna como una teoría general
de la imputación, en aquella ultima se identifican marcadamen-
te dos elementos categoriales dogmáticamente delimitantes: el
Injusto y la Culpabilidad, pues a un individuo, en el marco del
Estado de Derecho, únicamente se le puede imponer una pena
después de haberse comprobado que con su obrar conductual
ha cometido un verdadero injusto penal no justificado) y luego
de acreditarse que posee capacidad de responsabilidad penal.
169
BECCARIA, Cesare. De los Delitos y las Penas. Trad. Francisco Tomás y
Valiente, Orbis, Barcelona 1984.
281
En un Estado de Derecho solo se les puede sancionar pu-
nitivamente a todos aquellos que racionalmente se les puede
hacer responder por la producción del conflicto social, un con-
flicto que merece una respuesta jurídica y esta respuesta es la
pena, pero para que aquella se legitime necesita de límites. Es-
tos límites vienen contenidos por la pena justa tanto para el
agente como para la colectividad, pues mediante la pena el Es-
tado legitima su actuación y se afirman nítidamente sus relacio-
nes con el ciudadano.
282
pedirá desarrollar en armonía sus futuras relaciones con el ex-
terior”170.
170
HANS WELZEL. Derecho Penal alemán. Parte General. 11*. edición.
2da.edicion castellana. traducción del alemán por los profesores Juan Bustos
Ramírez y Sergio Yánez Pereza. editorial jurídica de chile, 1976. p. 326.
171
RIVACOBA Y RIVACOBA, Manuel: hace una nueva concepción de la pe-
na: Grijley. Lima-Perú, 1995.
283
basa los derechos fundamentales del individuo, cuando la pena
se somete a determinados principios garantizadores, de huma-
nidad de las penas, de culpabilidad, de proporcionalidad, digni-
dad de la persona humana”172.
III. Definiciones
172
DONNA, EDGARDO Alberto. Teoría del Delito y de la Pena. Editorial
Astrea de Alfredo y Ricardo Depalma, Buenos Aires. 1996, página 40.
173
MIR PUIG, Santiago. "Derecho Penal. Parte General", 7ma. Edición, B de
F, Montevideo, 2004.
174
RORIGUEZ, José María. Derecho Penal Guatemalteco Pág.264.
284
Lapa Rivera, “La pena viene a ser una manifestación di-
recta del poder punitivo estatal, se aplica siempre y cuando se
haya afectado - lesión o puesta en peligro - un bien jurídico y
no viene a ser otra cosa que, una formalización de la violencia”.
175
MEZGER, Edmundo; Derecho Penal, Libro de estudio Parte General, Edi-
torial Bibliográfica Argentina S.R.L. Buenos Aires, Julio de 1958. Pág. 353.
285
IV. Función y los fines de la pena
176
RUIZ ANTON, Luís Felipe. El fundamento material de la pena en la parti-
cipación, en cuadernos de política criminal No. 11, 1980.
286
vamente, ha sido una víctima (y no u delincuente ni tampoco al
protagonista de un simple accidente)”.
V. Principios de la pena
a) Principio de personalidad de las penas
177
ANTOLISEI, Francisco. Manual de Derecho Penal. Parte General. Temis,
Bogotá-1988.
287
ponsable del delito, a la que se sanciona con una pena. El
juzgamiento, por tanto, es personal, y lo que se persigue es,
la rehabilitación y reincorporación del individuo a la socie-
dad. No cabe, bajo ninguna circunstancia, que otra persona
reemplace al sentenciado por que al que quiere rehabilitar
es a éste. Por ejemplo: no se puede aceptar que la madre
de Juan cumpla una condena por el delito cometido por su
hijo. Ahora, esta característica nos parece elemental, pero
en este principio es el resultado del proceso humano, dado
que, en épocas pasadas la pena se imponía a personas ex-
trañas al hecho delictivo: a personas que integraban un
grupo social o a la familia del procesado.
178
TEJEDOR, curso de Derecho Criminal. Primera Parte Cit. No.114.
288
a fuego y los azotes, de las cuales, en nuestro ordenamiento
jurídico, subsiste la pena de muerte en el caso de tradición a
la patria en caso de guerra exterior y el terrorismo (art.
140º de la constitución Político de Perú).
179
BUSTOS RAMIREZ, Manual de Derecho Penal. Parte General, cit.
Pág.389.
289
b) Definiciones
290
c) Penas alternativas a las penas privativas de liber-
tad de corta duración
180
Art. 57 del Código Penal de 1991.
291
2. Prohibición de ausentarse del lugar donde reside sin au-
torización del Juez;
3. Comparecer personal y obligatoriamente al Juzgado, pa-
ra informar y justificar sus actividades;
4. Reparar los daños ocasionados por el delito, salvo cuan-
do demuestre que está en imposibilidad de hacerlo;
5. Que el agente no tenga en su poder objetos susceptibles
de facilitar la realización de otro delito; y
6. Los demás deberes que el Juez estime convenientes a la
rehabilitación social del agente, siempre que no atente
contra la dignidad del condenado.
292
El profesor Jescheck se refiere a la exención denominándola
dispensa de pena, señala: “(…) es la declaración de culpabi-
lidad sin condena penal. (…) La dispensa de pena no es un
acto de gracia, sino que se basa, en los casos citados ante-
riormente, en la falta de merecimiento de pena ante el in-
significante grado de injusto y culpabilidad o, en su caso,
en la compensación de la culpabilidad con el desistimiento
voluntario. No se trata sólo de una modalidad de determina-
ción de la pena, sino de una sanción especial del Derecho
Penal, cuya peculiaridad consiste en que se condena al reo
por el delito cometido, pero no se le impone una pena”181.
181
JESCHECK, Tratado de Derecho Penal. Parte General, cit. P.677 y siguien-
tes.
293
El Artículo 62 de nuestro Código Penal, establece: Reserva
del fallo condenatorio. Circunstancias y requisitos El Juez
podrá disponer la reserva del fallo condenatorio cuando la
naturaleza, modalidad del hecho punible y personalidad del
agente, hagan prever que esta medida le impedirá cometer
un nuevo delito. La reserva será dispuesta: 1. Cuando el de-
lito está sancionado con pena privativa de libertad no mayor
de tres años o con multa; 2. Cuando la pena a imponerse no
supere las noventa jornadas de prestación de servicios a la
comunidad o de limitación de días libres; o 3. Cuando la pe-
na a imponerse no supere los dos años de inhabilitación. El
plazo de reserva del fallo condenatorio es de uno a tres
años, contado desde que la decisión adquiere calidad de
cosa juzgada.
182
COBO DEL ROSAL/VIVES ANTON. Derecho Penal. Parte General, cit. Pág.
641.
294
gresar al país – de por vida–. La medida de expatriación re-
sulta contraría a las estipulaciones de la Convención Ameri-
cana de Derechos Humanos. El art. 22º núm. 5 del pacto de
San José de Costa Rica señalada que: “Nadie puede ser ex-
pulsado del territorio del Estado del cual es nacional, ni ser
privado del derecho a ingresar en el mismo”.
6) Pecuniarias
i. Pena de multa
295
antigua y se remonta a la época preromana e incluso preco-
lombiana, y a la india antigua”183
Artículo 44.- Plazo del pago de multa. La multa deberá ser pa-
gada dentro de los diez días de pronunciada la sentencia. A
pedido del condenado y de acuerdo a las circunstancias, el
Juez podrá permitir que el pago se efectúe en cuotas mensua-
les. El cobro de la multa se podrá efectuar mediante el des-
cuento de la remuneración del condenado cuando se aplica
aisladamente o cuando se aplica acumulativamente con pena
183
MAPELLI CAFFARENA/TERRADILLOS BASOCO. Las consecuencias jurídi-
cas del delito, cit. Pp.95-96.
296
limitativa de derechos o fuere concedida la suspensión condi-
cional de la pena, conforme a los límites previstos en el artícu-
lo 42.
A. Según su gravedad
En el caso de los delitos las penas son mas graves que las
faltas, además, se debe tener en cuenta que los procesos
penales pueden ser de dos tipos, de acuerdo al Código de
Procedimientos penales son: ordinarios o sumarios; los pro-
cesos ordinarios están destinados para los casos más graves
y por tanto tienen una pena mayor.
B. Según su autonomía
i) Principales
ii) Accesorios
C. Según su aplicabilidad
iii) Paralelas
iv) Alternativas
7) La pena de muerte
298
neral se define por las concepciones vigentes sobre la vida y
la muerte.
8) Medidas de seguridad
184
GARCCIA VALDEZ, no a la pena de muerte, Madrid, 1975.
300
evitar que estas personas consideradas como peligrosas,
cometan nuevos delitos185.
185
PEÑA CABRERA, Tratado de Derecho Penal, Estudios Programática de la
Parte General.
301
ambigua y de corte estrictamente normativo, afectando así
el Principio de Legalidad”186.
a) Internación
b) Tratamiento ambulatorio
186
PRADO SALDARRIAGA, Víctor Roberto. Derecho Penal. Jueces y Jurispru-
dencia, Palestra, Lima-1999.
302
tiempo de cumplimiento de la pena sin duración atendiendo
al éxito del tratamiento. Este sistema se denomina “vicarial”.
9) Teorías de la pena
303
ya no existan, y Hegel cuya fundamentación de la pena pú-
blica, fue la base que permitió la sistematización de la teoría
del delito, (elaborada a partir de la teoría de las normas de
Binding) concibe al delito como al negación del derecho, y a
la pena, como al negación de la negación, como anulación
del delito, como restablecimiento del derecho, entiende que
al superación del delito es el castigo.
187
GARRIDO MONTT , Mario. Derecho Penal. Parte General, Tomo II. San-
tiago de Chile: Ed. Jurídica de Chile, 4ª ed, 2005
304
la única motivación admisible es la que surge de la propia
norma, concebida como una orden –no matarás- que prece-
de a la descripción legal –al que matare a otro...se le im-
pondrá una pena de..., cuya existencia es independiente de
la sanción.
307
Esta concepción, influenciada por el determinismo, no admi-
te la libertad de voluntad, niega que la culpabilidad pueda
ser fundamento y medida de la pena. Von Liszt se dedicó a
clasificar delincuentes considerando que la eficacia de la in-
criminación exige que ella se adapte a cada sujeto, procu-
rando corregir, intimidar o inocuizar, según la personalidad
de cada individuo sobre el que la pena deba cumplir su fun-
ción preventiva, de modo que para dicho autor la preven-
ción especial actúa de tres maneras:
Intimidando al intimidable
309
Delincuentes habituales: a veces no hay posibilidad de
resociabilizarlos.
310
toda la colectividad con el fin de limitar al peligro derivado
de la delincuencia latente en su seno.
312
unión que procuran articular una síntesis entre las doctrinas
en pugna.
315
316
LECCIÓN XV
MEDIDAS DE SEGURIDAD
I. Introducción
189
Silva Sanchez, Aproximación, p. 27.
190
Así la crítica de Roxin, en Problemas básicos, p. 16, pues la pena tenía que per-
seguir un tratamiento hasta que se dé la definitiva corrección, incluso aunque su
duración sea indefinida.
191
Roxin, en Problemas básicos, p. 17.
192
Silva Sanchez, Aproximación, p. 200..
318
La introducción de la idea de la resocialización en la ejecu-
ción de la pena no es, sin embargo, la única incidencia del posi-
tivismo italiano en el sistema penal contemporáneo. De la mano
de la llamada Escuela de la Política Criminal, la idea de la peli-
grosidad criminal logró abrir paso a una segunda vía del Dere-
cho penal: Las llamadas medidas de seguridad. Se trata de me-
didas de carácter preventivo que se imponen a los sujetos peli-
grosos para evitar que cometan nuevos hechos antijurídicos.
Estas consecuencias jurídicas del delito no se asentaron, como
las penas, en la culpabilidad del autor, sino en la lógica de la
peligrosidad del autor y en la necesidad del tratamiento193. De
esta manera, el sistema de consecuencias jurídicas del delito
asumió una doble vía, en tanto se permitía la imposición de
penas y de medidas de seguridad194. En esta lección nos vamos
a ocupar de los aspectos centrales de las llamadas medidas de
seguridad.
193
El sistema de doble vía fue considerado en textos legales por primera vez en el
Anteproyecto de Código penal suizo de 1893 (vid., Jorge Barreiro, RPCP7-8, p.285).
Este sistema fue seguido por nuestro Código penal de 1924 (Prado Saldarriaga, las
consecuencias jurídicas, p. 154 y s.).
194
Jorge Barreiro, en LH-Juan del Rosal, p. 726.
319
antijurídicos, no siempre autoriza la imposición de medidas es-
pecíficas contra los sujetos peligrosos. En efecto, para ordenar
una medida de seguridad no basta el interés público de eliminar
o reducir la peligrosidad criminal, sino que este interés debe ser
lo suficientemente relevante como para predominar sobre los
derechos individuales (como el derecho a la libertad) que se
afectarían con la imposición de la medida de seguridad.
195
Ziffer, Medidas de seguridad, p. 3I.
320
pués de cumplida su condena (la llamada custodia de seguri-
dad), lo que evidentemente abandona el paradigma vicarial y
asume un sistema de acumulación196. Se trata de una medida
excepcional aplicable a supuestos muy específicos, en los que la
prognosis de reincidencia es bastante alta.
196
Jakobs, InDret 1/2009, p. 10.
197
Ziffer, Medidas de seguridad, p. 95. Anteriormente Welzel, Das Deutsche Stra-
frecht, p. 244 y s., hablaba de una admisibilidad ética frente al afectado por la me-
dida de seguridad., en el sentido de un deber de tutela del Estado a los ciudadanos
con un déficit de determinación moral.
321
responsable del imputable a cometer delitos198. En nuestro país
aún no se ha desarrollado esta moderna orientación de la políti-
ca criminal, pero las actuales demandas de seguridad puede
que pronto terminen por incorporarlas.
198
Por el contrario, con cuestionamientos a la legitimidad de este tipo de medidas,
Sanchez Lazaro, InDret 2/2010, p. 22.
199
Z¡ffer, Medidas de seguridad, p. 101 y s.
322
guridad, en el sentido de que el cambio de situación (la ausen-
cia de peligrosidad) puede dar lugar a una decisión inmediata
de suspender la ejecución de la medida sin que sea necesario
esperar la expiración de un plazo fijo200. Esta idea está recogida
legalmente en el artículo 77 del CP al permitir que en el caso
del imputable relativo se prescinda de la pena si la medida de
seguridad ha sido exitosa, así como judicialmente recogida en
la sentencia vinculante R.N. Nº 104-2005 Ayacucho.
200
Z¡ffer, Medidas de seguridad, p. 96 y s.
201
Z¡ffer, Medidas de seguridad, p. 224 y s.
323
III. Naturaleza jurídica
202
Bacigalupo, S., la responsabilidad penal, p. 256.
324
una especificación o adaptación al proceso penal de la idea más
general de peligro social. Este criterio orienta la actividad ase-
gurativa y coercitiva de la Administración Pública en atención al
bien común. Por lo tanto, las medidas de seguridad no consti-
tuyen sanciones penales, sino medidas administrativas orienta-
das por el bien común203. El argumento de que solamente do-
tando a las medidas de seguridad de un carácter penal podría
asegurarse el debido respeto de las diversas garantías del ciu-
dadano, resulta cuando menos engañoso, pues las garantías
individuales que evitan una ingerencia abusiva del Estado son
aplicables a cualquier medida que restrinja o limite los derechos
de los ciudadanos204.
326
le hace intolerable que el Estado omita frente a esta situación
una labor de prevención específica.
V. Clases
206
Ziffer, Medidas de seguridad, p. 30.
327
vo fundamental, pero no puede negarse en la primera la inci-
dencia de una función asegurativa.
207
Crítico ante la reducción de opciones de las medidas de seguridad, Prado Salda-
rriaga, Las consecuencias jurídicas, p. 163.
208
Hurtado Pozo/Prado Saldarriaga, Derecho Penal, PG, II, art. 26, n.m. 3031.
328
Cuando la medida de internamiento se aplique a un impu-
table relativo, el juez dispondrá que esta medida se cumpla an-
tes que la pena que se corresponde a su culpabilidad. El artícu-
lo 77 del CP se pone en este caso y se adhiere a lo que se co-
noce como el sistema vicarial209, al disponer que el tiempo de
privación de la libertad que implique el internamiento se
computará como tiempo de cumplimiento de la pena. El disposi-
tivo penal es incluso más flexible, en la medida que autoriza al
juez a dar por extinguida la condena o reducir su duración
atendiendo al éxito del tratamiento.
209
Bramont Arias/Bramont Arias Torres, código penal anot ado, p.291, con aprecia-
ciones críticas.
210
Sánchez Velarde, El nuevo proceso penal, p. 378.
211
Neyra Flores, Manual, p. 450.
329
artículo 75 del CPP le da al juez de la investigación preparatoria
o al juez penal colegiado o unipersonal, según el estado de la
causa, la potestad de ordenar un examen al procesado por un
perito especializado. Con el informe pericial convoca a una au-
diencia con participación de las partes y del perito en la que, de
estimar acreditada la inimputabilidad del procesado, dispone el
inicio de un proceso especial de seguridad. Como puede verse,
esta primera vía de acceso a la aplicación del proceso de segu-
ridad depende de una iniciativa y decisión jurisdiccional.
212
Prado Saldarriaga, INCIPP, www.incipp.org.pe, p. 23 y ss
213
Neyra Flores, Manual, p. 451.
214
Prado Saldarriaga, INCIPP, www.incipp.org.pe, p. 24.
331
entender que el Código Procesal Penal hace referencia, más
bien, a la imputabilidad prevista en el artículo 20 inciso I del CP.
215
Prado Saldarriaga, INCIPP, www.incipp.org.pe, p. 25.
216
Neyra Flores, Manual, p. 453.
332
y sobre la duración probable de su tratamiento (necesidad mí-
nima y máxima del régimen de internación)217.
217
Prado Saldarriaga, INCIPP, www.incipp.org.pe, p. 26.
333
recurso de apelación debe ser autorizado218. Una vez firme la
resolución de transformación, se debe suspender el juicio para
reiniciarse antes del octavo día conforme al inciso 3 del artículo
360 del CPP.
218
Prado Saldarriaga, INCIPP, www.incipp.org.pe, p. 29.
334
LECCIÓN XVI
I. Generalidades
El artículo 78º del Código Penal señala como causas que ex-
tinguen la acción penal las siguientes:
335
1. Muerte del imputado
2. Prescripción
219
Maurach, Tratado de Derecho penal. parte general cit., T. II, p. 969.
220
Porto, Jesús Edelmiro, Causas de extinción de la acción penal y de la pena, Libre-
ría Jurídica de Valerio Abeledo, Buenos Aires, 19b6, p. 10.
336
actividad probatoria. Finalmente, se añade un criterio de segu-
ridad jurídica.
221
Welzel, Hans, Derecho penal alemán., cit., p. 359.
222
Roy Freyre., Luis Eduardo, Causas de extinción. de la acción penal y de la, pena,
Grijley, Lima, 1997, p. 50.
337
a. Plazos de prescripción
338
el tipo conmina, y no con la pena pronóstico para el caso con-
creto.
223
Según Acuerdo Plenario Nº 9-2007/CJ-116, en el supuesto en que el delito co-
metido merezca la pena de cadena perpetua el plazo ordinario de prescripción de
la acción penal será de treinta años, mientras que el plazo extraordinario de pres-
cripción de la acción penal será de cuarenta y cinco años.
224
Roy Freyre, Causas de extinción de la acción penal y de la pena, cit., p. 63.
339
El artículo 82º del Código Penal, muy claramente señala el
momento en que comienza a computarse el plazo de prescrip-
ción.
c. Interrupción de la presripción
La prescripción se interrumpe:
340
d. Prescripción suspendida
a. Cuestiones previas
b. Cuestiones prejudiciales
225
Roy Freyre , Causas de extinción. de la acción penal y de la pen a, cit., p. 91.l
342
bertad temporal siempre será de veinte años y en hechos puni-
bles reprimidos con pena de cadena perpetua de treinta años.
No obstante, es de destacar que tales límites excepcionales sólo
operan en relación al plazo ordinario de prescripción de la ac-
ción penal; no afectan en nada, ni menos excluyen la operativi-
dad de las reglas que regulan el cómputo del plazo extraordina-
rio de prescripción de la acción penal, y que se precisan en el
párrafo final del artículo 83º del Código Penal. 10. En conse-
cuencia, cuando se trate de delitos cuya pena conminada priva-
tiva de libertad tiene un máximo legal superior de veinte años,
el plazo ordinario de prescripción de la acción penal será de
veinte años, En tales supuestos el plazo extraordinario de pres-
cripción de la acción penal será de treinta años. Y cuando la
pena que reprime el delito sea la de cadena perpetua, el plazo
ordinario de prescripción de la acción penal será de treinta
años. Para estos delitos el plazo extraordinario de prescripción
de la acción penal será de cuarenta y cinco años” (Pleno Juris-
diccional de las salas permanente y transitoria de la Corte Su-
prema, Acuerdo plenario Nº 9-2007/CJ-1 16).
3. Amnistía
4. La cosa juzgada
344
5. El desistimiento
6. La transacción
345
Lo norma el inciso 1 del artículo 85º del Código penal.
2. La amnistía
3. El indulto
4. La prescripción
226
O’donnell, Daniel, Protección internacional de los Derechos Humanos. Comisión
Andina de Juristas, Lima, 1989, p. 63.
346
guir la pena ya impuesta y no cumplida. Si son varias penas, se
extinguen por separado (artículo 88º del CP), aclarar que no es
la condena la que se extingue por prescripción, pues subsistirá.
5. La cosa juzgada
6. La exención de la pena
227
Landrove Diaz, Gerardo, Las consecuencias jurídicas del delito, 3a ed., Tecnos
Madrid, 1991, p. 139
348
LECCIÓN XVII
I. Reparación civil
228
Quintero Olivares, Curso de Derecho penal. Parte general cit., p. 670
349
Es oportuno que el juez administre el punto con el Derecho
civil que regula en ese ámbito, la materia y entre otros concep-
tos se atenderá al daño emergente lo mismo que al lucro ce-
sante.
1. El comiso
El artículo 102º del Código Penal preceptúa que, “el juez re-
solverá el decomiso o pérdida de los efectos provenientes de la
infracción penal o de los instrumentos con que se hubiere eje-
cutado, a no ser que pertenezcan a terceros no intervinientes
en la infracción”.
229
Manzanares Samaniego, José Luis, “La pena de comiso en el proyecto de código
Penal”. en: ADPCP. Número Monográfico en memoria del profesor José Antón
Oneca, fascículos II y III, Madrid, 1981, p. 620.
351
dores y de los acreedores de la persono jurídica hasta por un
periodo de dos años.
230
Mir Puig, Derecho penal. Parte general, cit., pp. 183 y ss.; Gracia Martin, Luis,
“La cuestión de la responsabilidad penal de las propias personas jurídicas”, en:
Revista Peruana de Ciencias Penales, Nº 4, Lima, 1994, p. 449.
231
Silva Sánchez, Jesús María, “Responsabilidad penal de las empresas y de sus
órganos en el Derecho penal”, en: Silva Sanchez/Schunemann/de Figuereiro Dias,
Fundamentos de un sistema europeo de Derecho penal, Bosch, Barcelona, 1995, p.
357.
232
Jakobs, Derecho penal. Parte general, cit., p. 183.
233
Castillo Alva, José Luis, Las consecuencias jurídico-económicas del delito,
ldemsa, Lima, 2001, p. 303.
352
III. Notas acerca de la Reparación Conciliatoria
353
ner la dedicación de tiempo o trabajo en beneficio de la vícti-
ma”234.
234
Perez Sanzberro, “Reparación y conciliación en el sistema penal ¿apertura de
una nueva vía?”, cit., p. 20.
354
De cualquier modo se confrontan dos sistemas: el represivo
centrado en el castigo y el económico centrado en la resolución
de conflicto mediante la negociación235. Todo con amparo cons-
titucional que permite democráticamente elegir el sistema a los
protagonistas, sobre todo, y principalmente, tratándose de deli-
tos menores o menos graves. El Derecho penal peruano debe
atender esta urgencia.
235
Varona Martinez, Gema, “La mediación reparadora como estrategia de control
social. Una perspectiva criminológica”, en Estudios de Derecho penal, Comares,
Granada, 1998, p. 129.
355
356
BIBLIOGRAFIA
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360