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Rosmini sostiene que en toda idea o concepto que tenemos de las cosas cabe
distinguir dos elementos: el pensamiento del ser en general y el de un modo de ser.
Ambos conforman el concepto de una cosa, pero el segundo es una determinación
del primero y se concibe a su luz. Nada puede pensarse si no se piensa
simultáneamente como algo que es, sobre el trasfondo del ser en general. Este ser,
como determinación del cual se piensa todo lo que se piensa, es intuido
inmediatamente por la inteligencia, ya que mientras todos los conceptos son
formados gracias a él, él mismo no es formado, sino que está supuesto en todo acto
de pensar. A él corresponde propiamente el nombre de idea, en el sentido de una
presencia, mientras que los demás objetos del pensamiento son mejor llamados
conceptos, ya que son concebidos, formados o pronunciados por la inteligencia. La
idea del ser, por el contrario, es dada objetivamente, intuida de manera inmediata,
recibida y no formada por ningún acto intelectual.
Según Rosmini en nuestra mente existe una forma a priori a través de la cual
nosotros conocemos la realidad, esta forma no es un producto o una creación del
sujeto sino una idea que, estando en el sujeto, a la vez lo trasciende y lo supera
infinitamente: a esta idea es precisamente la que Rosmini llamó “idea del ser”.
La idea del ser, no muestra por sí sola el ser particular de ninguna cosa,
tampoco del sujeto que conoce, menos aún de Dios o de algo que cayera
fuera de la percepción. Por esa razón no confiere por sí sola ningún
conocimiento completo, sino que es el principio objetivo de todo
conocimiento, ya que contiene en potencia todas las cosas. El signo de la
existencia real es el sentirla o la inferencia a partir de lo sentido, mientras que
la sola idea muestra la posibilidad, que puede pensarse independientemente
de la existencia de la realidad en cuestión. En virtud de su naturaleza, la idea
no se opone al sujeto que la piensa como una cosa real se distingue de otra
cosa real. La idea del ser, y lo mismo dígase de todo concepto en cuanto tal,
no es una cosa particular, sino su misma posibilidad. Tampoco es un acto del
sujeto, que es también individual y una realidad él mismo, sino el término
inmanente de la inteligencia y por ello es esencialmente objeto de
conocimiento. No por no ser una cosa individual deja de ser objeto, sino al
contrario, puesto que las demás cosas, incluso el mismo sujeto y sus actos,
pasan a ser objeto de la mente gracias a ella, que es objeto por sí misma.
Aunque parezca paradójico, sólo la idea es esencialmente objeto de la
inteligencia.
Vinculando estas pequeñas ideas con la educación se puede afirmar que Rosmini
la ve como un proceso que apuesta por la formación de toda la persona, y, en este
sentido, se propone ser una educación integral. Una educación que no conlleve a
formar principios y valores, en la misma idea del ser es una educación fatua, y esta
tipo de educación lleva al gran vacío de la existencia humana.
Referencias bibliográficas:
Buganza Tenorio, Jacob. (2010). La Ética de Antonio Rosmini a partir del Sistema
filosófico. En-claves del pensamiento, 4(8), 107-122. Recuperado en 08 de
septiembre de 2018, de
http://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1870-
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Franck, Juan Francisco, Antonio Rosmini, en FERNÁNDEZ LABASTIDA, Francisco
– MERCADO, Juan Andrés (editores), Philosophica: Enciclopedia filosóficaonline,L
Recuperado en 08 de septiembre de 2018,
de:http://www.philosophica.info/archivo/2011/voces/rosmini/Rosmini.html