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Autores
T. Winkel (1), H. D. Bertero (2), P. Bommel (3), J. Bourliaud (4), M. Chevarría Lazo (4), G. Cortes (5), P.
Gasselin (6), S. Geerts (7), R. Joffre (8), F. Léger (9), B. Martinez Avisa (10), S. Rambal (8), G. Rivière (11),
M. Tichit (9), J.F. Tourrand (3), A. Vassas Toral (5), J.J. Vacher (1), M. Vieira Pak (3)
1. IRD, CEFE‐CNRS, F‐34293 Montpellier cedex 5, Francia
2. Universidad de Buenos Aires, Facultad de Agronomía, Cátedra de Producción Vegetal, C1417DSE,
Buenos Aires, Argentina
3. CIRAD, UR GREEN, F‐34398 Montpellier cedex 5, Francia
4. INRA, UR MONA, Ivry‐sur‐Seine, Francia
5. Université Paul Valéry, UMR 5281 ART‐Dev, F‐34199 Montpellier cedex 5, Francia
6. INRA, UMR INNOVATION, F‐34060 Montpellier cedex 1, Francia
7. Katholieke Universiteit, Department of Earth and Environmental Sciences, B‐3001 Leuven, Bélgica
8. CNRS, UMR 5175 CEFE, F‐34293 Montpellier cedex 5, Francia
9. INRA, UMR SAD‐APT, F‐75231 Paris cedex 5, Francia
10.ANAPQUI, Asociación Nacional de Productores de Quinua, La Paz, Bolivia
11.EHESS, CERMA, UMR 8168 MASCIPO, F‐75013 Paris, Francia
Contactos
Thierry Winkel
CEFE‐CNRS/IRD
F‐34293 Montpellier cedex 5, France
Email: thierry.winkel@ird.fr
Citación del artículo original
Winkel T, Bertero HD, Bommel P, Bourliaud J, Chevarría Lazo M, Cortes G, Gasselin P, Geerts S, Joffre
R, Léger F, Martinez Avisa B, Rambal S, Rivière G, Tichit M, Tourrand J‐F, Vassas Toral A, Vacher J‐J,
Vieira Pak M. 2012. The sustainability of quinoa production in southern Bolivia: from
misrepresentations to questionable solutions. Comments on S. Jacobsen (2011, J. Agron. Crop Sci. 197:
390‐399). Journal of Agronomy and Crop Science: DOI: 10.1111/j.1439‐1037X.2012.00506.x.
Sostenibilidad de la producción de quinua en el sur de Bolivia
Resumen
Analizando la situación de la producción de quinua en el altiplano sud de Bolivia, Jacobsen (2011, J.
Agron. Crop Sci. 197: 390) sostiene que el auge del mercado de exportación tiene un impacto negativo
sobre el medio ambiente y el consumo nacional de la quinua, lo que lleva a un desastre ambiental en la
región. Considerando la escasez de estudios científicos y las dinámicas social y ambiental muy rápidas en
esta región, consideramos que la reseña de Jacobsen deforma la situación de la producción de quinua
en el sur de Bolivia. Específicamente, sostenemos que: i) los datos presentados por Jacobsen (2011) no
demuestran ninguna caída en los rendimientos de quinua que, supuestamente, tendrían que reflejar
una degradación de los suelos, ii) la demonstración de Jacobsen (2011) respecto al consumo interno de
quinua es infundada tanto del punto de vista nutricional como social. Sugerimos que la difusión de estos
argumentos, aunque científicamente inconsistentes, puede tener graves impactos negativos sobre los
que se preocupan por la producción sostenible de alimentos y el comercio justo con países en
desarrollo. Concluimos que la creciente competición en el mercado internacional de la quinua necesita,
más que de reforzados controles agrotécnicos sobre los productores locales, de nuevos ajustes hacia
una economía y una cooperación científica más éticas.
Palabras claves
Andes; Bolivia; agricultura sostenible; consumo de alimentos; degradación de los suelos; ética de la
investigación; quinua
Abstract
Reviewing the situation of quinoa production in southern Bolivia, Jacobsen (2011, J. Agron. Crop Sci.
197: 390) argues that the booming export market has a negative effect on the environment and on the
home consumption of quinoa, thereby leading to an environmental disaster in the region. In view of the
scarcity of scientific knowledge on the rapid social and environmental dynamics in the region, we
consider that Jacobsen's review misrepresents the situation of quinoa production in southern Bolivia.
Specifically, we argue that: i) the data presented by Jacobsen (2011) does not support any drop in
quinoa crop yield supposed to reflect soil degradation, ii) his demonstration regarding home
consumption of quinoa is ill‐founded from both a nutritional and a cultural point of view. We suggest
that the diffusion of the arguments exposed by Jacobsen (2011), because of their flaws, might have
strong negative impacts on those concerned with sustainable food production and fair‐trade with
developing countries. We conclude that, rather than reinforced agro‐technical controls on local farmers,
the rising competition in the international quinoa market requires a shift towards an ethical economy
and ethical research cooperation with quinoa producers.
Keywords
Andes; Bolivia; Chenopodium quinoa; food consumption; soil degradation; scientific ethics; sustainable
agriculture;
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Sostenibilidad de la producción de quinua en el sur de Bolivia
Introducción
Una publicación reciente de Jacobsen (2011) repasa la situación de la producción de quinua en el sur de
Bolivia considerando los cambios ambientales y socioeconómicos vividos por este cultivo nativo de los
Andes desde que ha entrado en un floreciente mercado de exportación al final de los años 1980.
Basándose en estos cambios, el autor sostiene que "el desarrollo de un mercado de exportación puede
tener un efecto negativo para el medio ambiente y el consumo interno del mismo producto", lo que
conduce a un desastre ambiental en la región. La producción de quinua, según dice Jacobsen (2011),
necesita entonces de urgentes ajustes técnicos, sean sofisticados sistemas de riego o controles
reforzados sobre la producción local de quinua.
A pesar de un creciente interés comercial en el mundo, la literatura científica sobre la quinua sigue
escasa en comparación con otros cultivos básicos, y más aun si uno se centra en una zona particular de
producción como es el altiplano sur de Bolivia. Reportando las conclusiones de un taller internacional
sobre la sostenibilidad de la producción biológica en esta región, Reynolds et al. (2008a: 11) señalan que
"hay muy pocos datos publicados con respecto a los cambios en las tasas de erosión en diferentes
partes del paisaje, y todavía menos con respecto a los factores críticos que determinan la
sustentabilidad de producción biológica en esta región". Considerando esta falta de estudios científicos
por un lado, y las muy rápidas dinámicas social y ambiental en la región por otro lado, consideramos que
la reseña de Jacobsen deforma la situación de la producción de quinua en el sur de Bolivia. Discutimos
aquí los puntos siguientes:
1. un re análisis de los mismos datos presentados por Jacobsen (2011) no muestra ninguna caída en los
rendimientos de quinua que, supuestamente, tendría que reflejar una degradación ambiental durante el
periodo de creciente producción;
2. la demonstración de Jacobsen (2011) respecto al consumo interno de quinua es infundada tanto del
punto de vista nutricional como sociocultural.
Después de señalar otras equivocaciones en el diagnóstico y las soluciones presentadas por Jacobsen
(2011), sugerimos que la difusión de estos argumentos, aunque científicamente inconsistentes, puede
tener graves impactos negativos sobre los que se preocupan por la producción sostenible de alimentos y
el comercio justo con países en desarrollo.
¿Pruebas de un desastre ambiental?
La degradación del suelo a causa del uso creciente de tractores y el acceso reducido al abono animal es
el mayor problema ambiental señalado por Jacobsen (2011: 392, 393). Para apoyar el argumento de que
"una grave degradación de la fertilidad del suelo" ha ocurrido debido a la expansión del cultivo de
quinua, Jacobsen cita publicaciones del PIEB (2009) y ASPA II (2008). Sin embargo, el primer documento
es una convocatoria para formulación de propuestas de investigación, y el secundo es un informe
interno de financiamiento, ninguno de los dos presentando pruebas científicas de la degradación de los
suelos en la región. En nuestra opinión, las conclusiones sacadas por Jacobsen (2011) de estas
publicaciones sobrepasan los conocimientos actuales sobre la fertilidad del suelo en el altiplano sur
Bolivia, sin hablar de sus factores subyacentes (duración del barbecho, aplicación de abono o uso del
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Sostenibilidad de la producción de quinua en el sur de Bolivia
tractor). Sin embargo, con referencia a una figura mostrando el rendimiento de la quinua en Bolivia en
el periodo 1961‐2009, Jacobsen (2011: 391) afirma que: "con el aumento de las superficies en los
últimos 10 años, el rendimiento ha bajado de casi 700 hasta 570 kg/ha en 2009". Este autor sugiere una
relación directa entre una reducida duración de barbecho y "la progresiva reducción del rendimiento de
la quinua en los últimos 20 años", citando a Félix (2008). A parte del hecho de que el informe de Félix
(2008) no ha sido concebido para demostrar científicamente una relación causal entre la duración del
barbecho, la fertilidad del suelo y el rendimiento del cultivo, la serie de datos de rendimiento de la
quinua presentada por Jacobsen (2011) en su Figura 1 obviamente no respalda su aseveración de un
decreciente rendimiento en el periodo del auge de la quinua. Al contrario, reanalizando esta misma
serie de datos se muestra que la pendiente de la regresión temporal no es diferente de cero en el
periodo 1961‐2009, e incluso crece de manera significativa en los últimos 20 años, contradiciendo la
afirmación de Jacobsen (nuestra Figura 1). En realidad, esta serie de datos de rendimientos de quinua
alterna dos periodos de aumento (1961‐1975, 1991‐1997) con dos periodos de disminución (1976‐1990,
1998‐2009). Tales variaciones interanuales de los rendimientos de quinua son difíciles de interpretar sin
informaciones adicionales sobre las tendencias climáticas, los cambios territoriales, las prácticas de
cultivo y la fertilidad de los suelos en la zona (sin hablar de posibles cambios en los métodos de los
institutos de estadísticas…). De hecho, con un coeficiente de variación del 20 % en el periodo 1961‐
2009, la producción nacional de quinua sigue dentro del rango normal de variabilidad interanual de los
rendimientos para un cultivo producido con pocos insumos en un clima árido, sin ninguna tendencia
decreciente que pueda sugerir un desastre ambiental.
Figura 1: Regresiones estadísticas sobre la serie de datos de rendimiento de la quinua publicada por
Jacobsen (2011). Periodo 1961‐2009 (línea de puntos): pendiente = 0.112 ± 1.18, P = 0.92. Periodo
1990‐2009 (línea continua): pendiente = 8.64 ± 2.18, P = 0.0009.
En efecto, difundiendo un error común de otros autores citados por él (Cossio 2008, Félix 2008),
Jacobsen (2011) relaciona la supuesta tendencia decreciente del rendimiento anual con el proceso de
degradación del suelo, olvidando que, debido a varios fenómenos entremezclados (brotes de plagas,
estrés climático, prácticas de cultivo, etc.), una variable rápida como es el rendimiento anual de granos
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Sostenibilidad de la producción de quinua en el sur de Bolivia
es inadecuada para caracterizar un proceso lento como es la degradación del suelo (Reynolds et al.
2007, 2008b). Además, estadísticas nacionales brutas, con todas las limitaciones que sufren en un país
en desarrollo como Bolivia, difícilmente pueden constituir indicadores confiables de una crisis ambiental
a nivel local. Entonces, una conclusión de este re análisis de la argumentación de Jacobsen es que
estudios detallados, con una base científica, faltan y se necesitan urgente para caracterizar el estado de
la fertilidad del suelo en esta región donde se experimentan cambios rápidos en el uso de la tierra y las
prácticas de cultivo.
El consumo interno de la quinua
Considerando ahora el problema del consumo interno de quinua, Jacobsen (2011: 392) sostiene que "las
exportaciones de quinua han crecido desde 2001 mientras que el consumo interno ha caído", haciendo
referencia a un ajuste de estadísticas nacionales. Primero, mantenemos que el uso de un ajuste por
regresión polinomial en una serie temporal de sólo 12 puntos, con una fuerte variabilidad interanual,
difícilmente puede llevar a conclusiones sólidas. Se precisa de una serie mucho más larga para sacar
conclusiones válidas respecto a cambios significativos en el consumo interno de quinua. Segundo, no se
entiende cómo datos nacionales brutos pueden reflejar la dieta de los productores de quinua en el
altiplano sur de Bolivia: esto es el mismo problema ya mencionado arriba, a saber: extrapolar a un nivel
regional conclusiones sacadas de datos nacionales. No obstante, Jacobsen (2011: 396) afirma que "los
campesinos en la región del altiplano, donde se produce y se exporta la quinua Real de granos grandes,
ya no consumen su propia quinua, a causa de su elevado valor en el mercado", y continua: "Datos de
encuestas en los hogares han mostrado que la mayoría de las comidas en el tiempo de la encuesta no
incluían ninguna quinua, lo que sugiere que tal vez la quinua se está volviendo un cultivo subutilizado
entre los productores de quinua". Pero el autor no presenta ningún dato de ningún estudio
antropológico o sociológico para apoyar este supuesto cambio en el consumo local. Sin embargo,
existen datos recientes sobre el consumo de quinua en las familias campesinas del altiplano boliviano.
Laguna (2008: 130) nota que el autoconsumo de quinua por los campesinos de la región es
aproximadamente del 12 al 14 % de su propia producción. Más reciente, en un estudio con 275 familias
del altiplano sud, Astudillo (2007: 24) reporta que el 40 % de las comidas preparadas el día antes de la
encuesta incluían quinua, y con cifras todavía más elevadas en las familias alejadas de las carreteras.
Acosta‐Alba (2007: 25) en una encuesta con 36 familias del norte y el oeste del Salar de Uyuni observa
que todos los productores de quinua guardan cerca del 10 % de su producción total para el
autoconsumo y las semillas. Héran (2011) menciona que, cual que sea el volumen de su producción, los
productores de quinua del este de la misma región siempre guardan una cantidad de quinua suficiente
para el consumo familiar, entre 40 y 200 kg/año. Ofstehage (2010: 23) en un estudio etnográfico en el
sur del Salar de Uyuni (Los Lípez) indica que "Una cantidad importante de quinua se queda en la región
de Uyuni para el autoconsumo". Aunque centrado en el consumo de quinua en zonas urbanas, el
estudio de Montoya (2007: 22, 25, 27) confirma que la mayor parte de la quinua producida en el
altiplano boliviano es consumida por las familias de productores.
Más generalmente, queremos subrayar una confusión común en el discurso de los que se preocupan
por la importancia de la quinua en la dieta de las familias de los campesinos locales. Es una observación
general que, con una base cuantitativa, la quinua representa una fracción menor en la dieta que los
fideos o el arroz (Rojas et al. 2004). Muchos nutricionistas, considerando el elevado y balanceado
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Sostenibilidad de la producción de quinua en el sur de Bolivia
contenido de proteínas del grano de quinua, consideran como muy beneficioso para la salud de las
poblaciones locales un incremento substancial de la quinua en su dieta. Sin embargo, uno tiene que ser
cuidadoso en la apreciación del papel de la quinua en la dieta local: una opinión común es que la quinua
tiene que ser equivalente a otros alimentos feculentos, sean tubérculos andinos, leguminosas, choclo,
avena, fideos, pan o arroz. Aunque la quinua se promociona en los mercados del los países del Norte
como el "arroz de los Incas", las poblaciones Andinas nunca la consumieron como cereal de base, a la
manera del arroz en Asia o del trigo en el Medio Oriente y en Europa. De hecho, los pueblos nativos
andinos tienen la quinua por un alimento "fuerte" y consideran como perjudicial comerla en gran
cantidad en la cena (Johnsson 1986: 107). Tradicionalmente, la quinua se usa para espesar sopas o
bebidas (lahua, pesqe) o en forma de galletas o masitas (kispiña, mukuna), y con menor frecuencia como
plato principal (phisara) (National Research Council 1989, Tapia et al. 2000). Entonces, una comparación
cuantitativa de las contribuciones relativas de la quinua, los fideos, el arroz y las papas en la dieta de las
poblaciones locales es una base incorrecta para evaluar el balance de su consumo de alimentos. En
nuestra opinión, las estadísticas presentadas por Jacobsen (2011: 396) mostrando que "el consumo de
quinua en Bolivia es de sólo 2 kg por persona al año, mientras que el mismo para el arroz y los fideos es
de 25 kg" son entonces inconsistentes en una base tanto nutricional como cultural. Concordamos con
Jacobsen (2011: 396) con que la quinua ha sido parcialmente reemplazada por los fideos y el arroz ya
que estos productos no necesitan de un proceso incómodo de limpiar y lavar antes de consumir, al
contrario de la quinua común que se encuentra disponible en los pueblos y los mercados de Bolivia.
Pero este cambio ocurrió mucho antes de que la quinua entre en el mercado de exportación (véase
Johnsson 1986: 167, con referencia a los principios de los 1980's) y refleja una tendencia general en los
países Latino Americanos de importar cereales subsidiados de América del Norte, tendencia iniciada por
lo menos hace 50 años atrás (Hellin & Higman 2003: 168). Resulta entonces incorrecto, como lo hacen
Jacobsen (2011) y varios periodistas, relacionar un decreciente consumo interno de quinua con el
reciente éxito de este grano en el mercado internacional de alimentos. De hecho, el análisis de Jacobsen
desconoce los esfuerzos recientes desarrollados por el gobierno boliviano para promover el consumo
interno de la quinua a través de programas de seguridad alimentaria como "Desnutrición cero",
"Desayuno escolar" y "Subsidio de lactancia familiar" (MDRyT (Ministerio de Desarrollo Rural y Tierras) –
CONACOPROQ (Concejo Nacional de Comercializadores y Productores de Quinua), 2009).
Un diagnóstico viciado y posible soluciones… ¿para amenazar todavía más a la sostenibilidad agrícola?
El diagnóstico de la situación reseñada por Jacobsen (2011) está lleno de errores y de simplificaciones
(p.ej. pág. 391, el rango de temperaturas de ‐11 °C a 30 °C mezcla el valor promedio estacional de las
temperaturas mínimas con un valor absoluto de temperatura máxima diaria, lo que no tiene sentido).
Más crítico para su demostración es la afirmación que: "La frontera agrícola ha sido extendida, con la
roturación de tierras vírgenes en las pampas" (Jacobsen 2011: 392). Aquí hay una confusión, pues las
áreas roturadas en las pampas del altiplano sur no son tierras vírgenes sino áreas pastoriles, usadas
desde tiempos remotos para alimentar los rebaños de llamas y ovejas. El cultivo de quinua se extiende
al detrimento de las tierras de pastoreo (no de tierras vírgenes) como el resultado del cambio de
estrategia decidido por los mismos campesinos locales. Un problema real, a saber la conversión de
pastos comunales en parcelas privadas, con los cambios consecuentes en la tenencia de la tierra y la
marginalización de la ganadería, se encuentra aquí simplificado por Jacobsen (2011) en un proceso de
expansión agrícola sobre tierras vírgenes. Esta simplificación lleva el autor a escribir después que: "la
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Sostenibilidad de la producción de quinua en el sur de Bolivia
incorporación de tierras vírgenes en la producción viene en contrario de los estándares del IFOAM"
(Jacobsen 2011: 393). En nuestra opinión, esto es una conclusión equivocada que deforma el complejo
tema socio‐ambiental del cambio de uso de la tierra en la región.
Jacobsen (2011: 394) propone varias soluciones posibles para tratar con el rango de problemas agro‐
técnicos identificados por él. Algunas de estas soluciones parecen bastante raras y uno se pregunta, por
ejemplo, como la tecnología prehispánica de suka kollos, diseñada para humedales cerca del Lago
Titicaca o en las llanuras amazónicas (Denevan 2001), podría establecerse en una zona tan árida como el
altiplano sur de Bolivia. Cuanto al riego, se usa de manera tradicional en la zona, pero siempre en una
escala muy pequeña, aprovechando de escasas fuentes de aguas superficiales. Este riego tradicional se
maneja en una escala sin comparación con lo previsto por el proyecto del CPTS (2011) donde proponen
perforar 200 pozos para regar 1 millón de hectáreas de tierras nuevas en el altiplano sur de Bolivia (para
comparar con los 52.000 ha presentemente cultivados en toda Bolivia). De convertirse este proyecto en
una realidad, es de esperar que las agencias financiadoras llevarán a cabo una evaluación muy rigurosa
de su posible impacto sobre la sostenibilidad ambiental, social y económica en la región.
El riego deficitario se presenta a menudo como una solución posible para una producción sostenible de
quinua, con el argumento de que un rendimiento de granos más alto y más estable en las parcelas bajo
riego permitiría aliviar la necesidad de expandir el área de cultivo para incrementar la producción total
de quinua. De hecho, Jacobsen (2011: 394‐395) desarrolla ampliamente los beneficios potenciales del
riego deficitario, en especial bajo la forma de riego alterno (alternate irrigación o ARD por su sigla en
inglés) y riego por goteo. Aunque se mencionan brevemente los riesgos potenciales de pérdida de los
acuíferos por exceso de bombeo, o de salinización de los suelos, Jacobsen (2011: 395) sigue
concluyendo que el riego deficitario tiene un "gran potencial para aumentar la producción agrícola y
mejorar la vida de las poblaciones en zonas áridas". Basada en estudios realizados en el Medio Oriente y
en África del Norte (Oweis & Hachum 2006), su conclusión omite los resultados del proyecto de
investigación QUINAGUA sobre el riego deficitario en el mismo altiplano boliviano (Geerts et al. 2008a).
En el caso específico del altiplano sur donde los recursos de agua son escasos y a menudo salinos,
Geerts et al. (2008b) insisten en que "el riego deficitario con aguas de mala calidad y el cultivo en
parcelas con capa freática superficial plantea una amenaza seria para un cultivo sostenible de la
quinua". Estos autores concluyen entonces que "aunque que potencialmente beneficioso, el riego
deficitario de la quinua en zonas áridas como es el altiplano sur de Bolivia debe ser considerado con
precaución". Casualmente, otra pregunta todavía sin repuesta es de saber cómo sistemas de riego por
goteo y técnicas sofisticadas como el riego ARD podrían funcionar de manera fiable en una zona de
3.600 m de altura expuesta a una radiación solar extrema y frecuentes heladas nocturnas durante la
estación de cultivo (Pouteau et al. 2011). Tampoco se ve claro cómo, sin grandes fuentes de
financiamiento externo (y con la dependencia que ellas implican…), técnicas tan avanzadas podrían
implementarse y manejarse de manera sostenible en una de las zonas más pobres de América Latina.
Conclusión
El auge actual de la producción de quinua en el altiplano sur de Bolivia suscita legítimas preocupaciones
cuanto a la sostenibilidad social y ambiental en la región (Reynolds et al. 2008ª,b, Winkel 2008, Winkel
2011). Considerando los cambios rápidos en los sistemas de cultivo y sus amenazas potenciales para la
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Sostenibilidad de la producción de quinua en el sur de Bolivia
base ecológica de una producción sostenible de quinua, algunos observadores tienen la tendencia de
tomar sus "impresiones personales" como pruebas fidedignas de un desastre ambiental y de amenazas
para la seguridad alimentaria local. Dejando de lado las relaciones especulativas entre el rendimiento de
la quinua y la fertilidad del suelo, así como las aseveraciones poco sustentadas respecto a la dieta de los
campesinos Bolivianos, debemos admitir que sabemos todavía poco sobre las bases agro‐ecológicas y
social de la sostenibilidad de la quinua en el altiplano sur de Bolivia. Recientemente, varios programas
nacionales e internacionales de investigación examinaron el tema complejo de la sostenibilidad agrícola
en esta región (p.ej. ARIDnet, EQUECO, IFAD‐NUS, PIEB‐MDRT‐MPD, QUINAGUA). Los resultados
preliminares de estos programas muestran la importancia de las cuestiones agro‐ambientales, en
particular las relacionadas con la estructura y la organización de los territorios (Winkel 2011). Junto a
preocupaciones ambientales, las conclusiones de estos programas subrayan también el papel
fundamental de temas socioeconómicos tal como la tenencia de la tierra y la conversión de pastos
colectivos en parcelas de cultivo privadas, así como la complejidad de las actividades agrícolas y no‐
agrícolas en las estrategias desarrolladas por las familias de los productores de quinua en búsqueda de
una vida mejor (Chaxel 2007, Vassas et al. 2008).
Sugerimos que la difusión de los argumentos presentados por Jacobsen (2011), aunque científicamente
inconsistentes, puede tener un impacto muy negativo sobre los que se preocupan por la producción
sostenible de alimentos y el comercio justo con los pequeños productores en países en desarrollo.
Alarmados por las supuestas consecuencias negativas de sus decisiones de compra, algunos
consumidores en los países del Norte podrían revocar su decisión de apoyar a los productores Andinos
de quinua. Concluimos que, más que de reforzados controles agrotécnicos sobre los productores
pobres, la creciente competición en el mercado internacional de la quinua necesita de nuevos ajustes
hacia una mayor ética en las relaciones económicas y la cooperación científica con los productores de
quinua. El fundamento de estas relaciones éticas en la economía y la investigación es la participación
activa de los principales beneficiarios o sea: los productores locales. Esto implica focalizarse en sus
propias necesidades y realidades, asociándoles de manera continua en el proceso de definición de los
problemas, elaboración de los conocimientos y toma de decisiones (ISE 2006). Respecto a la gestión y la
investigación agrícolas, este tipo de enfoque permitiría evitar lo que Holling & Meffe (1996) califican
como patología del manejo de los recursos naturales por mando y control (command and control)
(véase también Stallman 2011), abriendo una perspectiva basada en la gestión colectiva de los recursos
naturales (Ostrom 1990) y el derecho humano a una alimentación adecuada (De Schutter 2011).
Agradecimientos
Los autores agradecen a varios investigadores Bolivianos y a los lectores anónimos por sus comentarios
del manuscrito. Este trabajo benefició del apoyo financiero de la ANR "Agence Nationale de la
Recherche – Agencia Nacional de la Investigación (Francia)" en el marco del programa "Agricultura y
Desarrollo Sostenible", proyecto "ANR‐06‐PADD‐011, EQUECO".
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Sostenibilidad de la producción de quinua en el sur de Bolivia
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