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AUTISMO: Ser diferente, ser autista.

Todas las personas somos diferentes, por ello cada uno tenemos características físicas y
psicológicas que nos distinguen de otros como por ejemplo la altura, la estatura, el color
de piel, las habilidades, los gustos, los miedos, etc. Asimismo, nuestra forma de ver el
mundo es diferente. ¿A qué se debe esto? Pues, cada cerebro funciona de una forma
diferente a los demás, por eso tenemos distintas formas de aprendizaje, de reacciones
a los mismos estímulos, de cómo comunicarnos y relacionarnos con otros. A esto se le
conoce como Autismo.

Según la Organización Mundial de la Salud, el trastorno del espectro autista afecta a uno
de cada 68 niños en el mundo. En el Perú no existen cifras exactas sobre la cantidad de
afectados, pero hay un promedio de 2,000 personas con este diagnóstico inscritas en el
Consejo Nacional para las Personas con Discapacidad. (Perú 21, 2016).

La presidenta de la Asociación de Padres y Amigos de Personas con Autismo del Perú,


Marina García, nos cuenta que la gente se asusta y critica a los padres. Además, algunos
invitan a la familia a retirarse de los restaurantes y de colegios. Esto nos muestra que a
pesar de las campañas de concientización que se realiza en nuestro país por el Día
Mundial del Autismo, mucha gente los discrimina ya que no conocen, que es, a qué se
debe o cómo es el día a día de estas personas.

Por lo tanto, es importante empezar explicando que es el autismo.

Si bien el autismo es conocido como un trastorno que afecta el desarrollo cerebral,


también ayuda a crear conexiones que les facilita algunas actividades que para algunas
personas nos puede parecer difíciles como las matemáticas, el dibujo, la música, etc. Sin
embargo, estas conexiones producen dificultades en la comunicación y la interacción
social, y resistencia al cambio que son las deficiencias que los caracterizan.

De acuerdo a los trabajos de Baron Cohen, el autismo tiene dos formas de aparición:
una es la Precoz y Progresiva y la otra Regresiva.

La forma precoz y Progresiva consiste en la aparición de síntomas de los primeros meses


de vida como por ejemplo, el sueño excesivo, el tono muscular disminuido; pero hay

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casos donde puede ocurrir lo contrario. Otras evidencias dentro de primer año de vida
son cuando el niño presenta una sonrisa social ausente o débil, no levantar los brazos
para que lo alcen, no sonreír al ver el biberón, alimentación selectiva, poco interés en
los juguetes, etc. Sin embargo, podemos pasar estas señales inadvertidas, ya que a veces
lo relacionamos con el carácter aislado.

A medida que el niño empieza a andar, esta conducta de aislamiento se ve más clara
incluso hacia los padres. Siguiendo con las investigaciones de Cohen, este nos cuenta
que en muchas historias clínicas de niños con autismo, se manifiesta que solo se acercan
a sus padres por sus necesidades básicas como comer, beber, etc. A los 12 meses, el
niño no presenta un lenguaje oral y existe un déficit de comprensión de este lenguaje
además del mímico y gestual.

Estas son las primeras expresiones que hace que los padres empiecen a preocuparse,
debido a que los niños a partir de los 10- 12 meses, empiezan a tratar de comunicarse
y mejorar con el paso del tiempo.

Luego tenemos a la forma regresiva. Aquí es cuando los signos aparecen sin previo aviso
y después del desarrollo normal de los primeros meses de vida del niño. Estas señales
no duran más de 6 meses y como primer síntoma está el aislamiento, no tener ninguna
respuesta al llamarlo, morder y golpear los juguetes, deambular incontroladamente,
desaparición del lenguaje, emitir gritos al propósito.

Ante todo esto, podemos decir que el autismo presenta señales tempranas en la vida
del individuo, en una etapa donde dependemos de nuestros progenitores y donde
necesitamos de todo su apoyo. Al leer el capítulo del “Compromiso de los padres” por
Marie Bristol y Ronald Wiegerink, puedo considerar que no solo las personas con este
trastorno sufren de estas discriminaciones, sino que también los padres de estos reciben
comentarios negativos acerca de su falta de afecto como principal causa de este
trastorno aunque esta afirmación no sea cierta.

Si bien todos los padres ven con ilusión a sus hijos como una pequeña versión suya, los
que conciben un niño autista sienten confusión e incomprensión. Generalmente los
padres que alardean en cada momento de sus hijos, pero en este caso, ellos no se
sienten orgullosos y solo guardan silencio.

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Para ello, se necesita asistencia profesional donde los ayude a asimilar el choque
emocional que trae consigo y enseñándoles a lidiar con su coraje, pues algunos no llegan
a aceptar a su hijos y prefieren ocuparse en otras cosas que en mantener un relación
filial con ellos, otros se unen para rechazar al niño. También, hay padres que consideran
al niño el centro del universo y cumplen con todos sus deseos, así mismo hay otros que
llevan una vida normal apoyándose entre ellos y al niño.

El rol del resto de la familia es muy importantes para los padres y niños y les permite a
los padres sentirse menos desesperanzados y les alivia los sentimientos de culpa y estrés
que estén pasando.

Actualmente, existen comunidades que aceptan a personas con impedimentos físicos,


emocionales e intelectuales donde ellos se pueden realizar actividades cotidianas con la
mínima supervisión o hasta sin supervisión mostrando así signos de independencia
aunque con un poco de dificultad para las relaciones interpersonales, pero mostrando
habilidades en otras áreas.

Si bien sigue existiendo la discriminación, se debe a las ideas equivocadas que tienen del
autismo. Estas personas merecen ser respetadas, aceptadas y valoradas en nuestra
sociedad, pues “tener autismo no significa no ser humano, sino ser diferente” (Jim
Sinclair, 1992).

ZAMBRANO SANDOVAL, STEPHANIA CELESTE


REFERENCIA BIBLIOGRÀFICA

Bristol, M. y Wiegerink, R. Compromiso de los padres. México: Trillas, 1987.

Paluszny, M. Autismo: guía práctica de padres y profesionales. México: Trillas, 1987.

Perú 21. Día Mundial del Autismo: ¿Cómo se vive siendo autista en el Perú?” Perú:
Lima, 2016.

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