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D H- Desarrollando Habilidades
DERECHO PRIVADO 1
Caracteres
Estos derechos son:
1. Absolutos: se dan contra todos, son erga omnes, ya que todos y cada uno de los
miembros que constituyen la comunidad jurídicamente organizada están
obligados a respetar la persona de los demás.
2. Extrapatrimoniales: importan de manera directa e inmediata a la propia persona
y no a su patrimonio.
3. Irrenunciables y vitalicios.
4. Relativamente disponibles por las partes y por ende no transmisibles. Decimos
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Naturaleza
Los atributos no son derechos ni deberes, sino cualidades inherentes a la calidad de la
persona que no se adquieren luego, sino que son contemporáneos a la persona, a su
existencia, y la acompañan toda su vida protegiéndola e identificándola.
Caracteres
Los atributos participan de los siguientes caracteres:
1-Son necesarios e inherentes a las personas: no se concibe que la persona física
pueda carecer de alguno de estos atributos por cuanto, la determinan en su
individualidad.
2-Son únicos: una misma persona no puede poseer más de un atributo de cada clase
en un momento determinado. Así, la persona humana no puede ser capaz e incapaz a
la vez de adquirir un derecho, no puede tener más estados civiles familiares del mismo
orden, por ejemplo soltero-casado.
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3-Son indisponibles: no pueden ser transferidos, pues están fuera del comercio.
4-Son inmutables: sólo se modifican cuando se verifica el supuesto normativo que así
lo prevé.
5-Son imprescriptibles: por cuanto no se adquieren ni pierden por el transcurso del
tiempo.
Nombre
Noción
El nombre es el atributo de la persona que la identifica y la individualiza del resto. Está
compuesto por dos elementos: el pronombre o nombre de pila (o apelativo) y el apellido
(o cognomen o patronímico). Ambos cumplen funciones diferentes; el nombre de pila
individualiza a la persona en su familia y el apellido la individualiza en la sociedad.
El art., 62 CCyC establece: “Derecho y deber. La persona humana tiene el derecho y el
deber de usar el prenombre y el apellido que le correspondan”. Siguiendo a Rivera el
nombre es un elemento que integra la personalidad contribuyendo a la identificación de
las personas en relación a los demás y por el otro no es posible desconocer el interés
social que conlleva.
Régimen legal
• El prenombre
La elección del prenombre está sujeta a las siguientes reglas del art., 63 CCyC:
1. Corresponde a los padres o a las personas a quienes ellos den su autorización
para tal fin; a falta o impedimento de uno de los padres, corresponde la elección
o dar la autorización al otro, en defecto de todos, debe hacerse por los
guardadores, el Ministerio Público o el funcionario del Registro del estado civil y
capacidad de las personas.
2. No pueden inscribirse más de 3 prenombres, apellidos como prenombres,
primeros prenombres idénticos a primeros prenombres de hermanos vivos;
tampoco pueden inscribirse prenombres extravagantes.
3. Pueden inscribirse nombres aborígenes o derivados de voces aborígenes
autóctonas y latinoamericanas.
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En cuanto al tipo de proceso por el que tramitan estas causas se ha dispuesto que el
cambio del nombre tramitará por “el proceso más abreviado que prevea la ley local con
intervención del ministerio público”, debiendo “el pedido publicarse en el diario oficial
una vez por mes en el lapso de dos meses”, a fin de que se presenten las oposiciones
dentro de los 15 días hábiles a contar desde la última publicación y se soliciten
informes respecto de las medidas precautorias que existieren con relación al
interesado.
Una vez inscripta la sentencia en el Registro del Estado Civil y Capacidad de las
Personas será oponible a terceros, debiendo rectificarse todas las partidas, títulos y
asientos registrables que sean necesarios.
Acciones de protección
Art. 71. “Acciones de protección del nombre. Puede ejercer acciones en defensa de su
nombre:
a) aquel a quien le es desconocido el uso de su nombre, para que le sea reconocido y
se prohíba toda futura impugnación por quien lo niega; se debe ordenar la publicación
de la sentencia a costa del demandado;
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b) aquel cuyo nombre es indebidamente usado por otro, para que cese en ese
uso;
c) aquel cuyo nombre es usado para la designación de cosas o personajes de fantasía,
si ello le causa perjuicio material o moral, para que cese el uso.
En todos los casos puede demandarse la reparación de los daños y el juez puede
disponer la publicación de la sentencia. Las acciones pueden ser ejercidas
exclusivamente por el interesado; si ha fallecido, por sus descendientes, cónyuge o
conviviente, y a falta de éstos, por los ascendientes o hermanos.”
Con respecto al seudónimo el art., 72 del CCyC dispone que “el seudónimo notorio
goza de la tutela del nombre”.
El seudónimo es la designación, diferente del nombre verdadero, que una persona
voluntariamente se da a sí misma, en el desarrollo de alguna actividad específica
cultural, artística, comercial o profesional, sea con el objeto de ocultar su verdadera
identidad o para darle realce en el ejercicio de esa actividad. Puede formarse con un
nombre y apellido, con un prenombre, o con una designación de fantasía. Como el
seudónimo notorio goza de la tutela del nombre, el titular para su protección, podrá
interponer las acciones previstas para proteger el nombre, es decir las previstas en el
art. 71. Asimismo, el art. 69 ha receptado el cambio de nombre cuando existan justos
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motivos a criterio del juez y el inc. “a" dispone que se considera justo motivo al
supuesto en que el seudónimo hubiese adquirido notoriedad.
Domicilio
Noción. Caracteres
El ordenamiento jurídico requiere situar a la persona en un determinado lugar, aun
cuando no actúe necesariamente allí. Domicilio, en sentido jurídico, es el lugar que la
ley considera como centro o sede legal de la persona.
Existen distintas clases de domicilio, el domicilio general y el especial.
1. El domicilio general es el atributo, cualidad o propiedad inherente a la persona
que representa su indispensable asiento o sede legal para el ejercicio de sus
derechos y cumplimiento de sus obligaciones (Tagle, 2002). Este domicilio
general puede ser a su vez real o legal:
Domicilio legal, es decir instituido por la ley. Está definido por el art. 74 del
CCyC como el “lugar donde la ley presume, sin admitir prueba en contra,
que una persona reside de manera permanente para el ejercicio de sus
derechos y el cumplimiento de sus obligaciones”.
Así, prevé los casos de personas que tiene domicilio legal:
a) los funcionarios públicos tienen su domicilio en el lugar en que deben
cumplir sus funciones, no siendo éstas temporarias, periódicas, o de
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Capacidad
Noción.
La capacidad es uno de los atributos más importantes de la persona. Como se expuso
anteriormente, este atributo forma parte del concepto mismo de persona.
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Clases.
La noción de capacidad no se agota en la capacidad de derecho –atributo de la
persona– puesto que comprende también la capacidad de hecho o de obrar, que
consiste en la aptitud de las personas físicas para ejercer por sí mismas los actos de la
vida civil. La capacidad tiene los siguientes caracteres: a) las reglas que gobiernan la
capacidad son de orden público y no pueden ser modificadas por voluntad de los
particulares; b) es principio general que tanto las incapacidades como las restricciones
a la capacidad son la excepción; c) las restricciones a la capacidad son de
interpretación restrictiva.
Capacidad de derecho.
El artículo 22 del CCyC define la capacidad de derecho:
“Capacidad de derecho. Toda persona humana goza de la aptitud para ser titular de
derechos y deberes jurídicos. La ley puede privar o limitar esta capacidad respecto de
hechos, simples actos, o actos jurídicos determinados.”
Así, la capacidad de derecho se define como la aptitud de que goza toda persona
humana para ser titular de derechos y deberes jurídicos. Esta aptitud se vincula muy
directamente con la personalidad humana; por ello, todas las personas son capaces de
derecho y no puede concebirse una incapacidad de derecho absoluta, es decir, que
comprenda todos los derechos y obligaciones, porque sería contrario al orden natural,
equivaldría a una muerte civil. Se dice entonces que no hay personas incapaces de
derecho sino con incapacidad para determinados actos.
Por el contrario, sí existen incapacidades de derecho relativas, es decir referidas a
ciertos derechos en particular, como lo prevé el art. 1002 del Código Civil y Comercial
al referir, por ejemplo, que: “No pueden contratar en interés propio los funcionarios
públicos, respecto de bienes de cuya administración o enajenación están o han estado
encargados; a) los jueces, funcionarios y auxiliares de la justicia, los árbitros y
mediadores, y sus auxiliares, respecto de bienes relacionados con procesos en los que
intervienen o han intervenido; b) los abogados y procuradores, respecto de bienes
litigiosos en procesos en los que intervienen o han intervenido; c) los cónyuges, bajo el
régimen de comunidad, entre sí. Los albaceas que no son herederos no pueden
celebrar contrato de compraventa sobre los bienes de las testamentarias que estén a
su cargo.
Estas incapacidades se caracterizan porque se sustentan en razones de orden ético o
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Estado civil
El estado es un atributo propio de las personas físicas y hace referencia a la posición o
rol que ocupa una persona en la sociedad, por ejemplo estado civil, o en una familia,
por ejemplo estado de padre, de hijo, etc.
El estado participa de los siguientes caracteres: a) las normas que regulan el estado de
las personas son de orden público; no pueden ser modificadas por la voluntad de los
interesados; b) es indivisible y oponible erga omnes; c) generalmente es recíproco o
correlativo, porque a cada estado de una persona le corresponde el de otro que resulta
correlativo; d) es inalienable, es decir intransmisible; e) es necesario, indisponible y
único, es decir que no se puede tener dos estados correlativos a la vez (por ejemplo,
no ser casado y soltero al mismo tiempo, no ser padre e hijo al mismo tiempo).
Efectos
El estado genera deberes jurídicos como el de usar un apellido o suministrar alimentos;
en el ámbito del derecho procesal es causal de excusación o de recusación de los
jueces o funcionarios, quienes no podrán entender en aquellos pleitos en que
intervengan parientes que se hallen en los grados previstos en las leyes rituales.
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La redacción del artículo parecería dejar en claro que el embrión concebido fuera
del cuerpo de la madre es también persona gozando de igual tutela jurídica que
aquellos formados intrauterinamente. Esto al considerar a la concepción, como la
fecundación del ovulo por el espermatozoide. Ahora bien en el año 2012 la Corte
Interamericana de los Derechos Humanos dictó una sentencia (caso Artavia Murillo)
muy importante en cuanto al status jurídico de los embriones no implantados. Para la
Corte en este caso la concepción ocurre cuando el embrión se implanta en el útero
materno, por lo que el embrión no implantado no es persona.
Parecería entonces existir una contradicción entre nuestro art., 19 CCyC y la posición
de la CIDH, lo que nos obliga a preguntarnos si las sentencias de dicho tribunal tienen
efectos erga omnes y si obligan a nuestro país. Rivera dice que no porque la
Convención Americana de los Derechos Humanos expresamente manifiesta que las
decisiones de la Corte obligan a los Estados que han sido parte en el expediente
tramitado ante ella.
El art., 20 del Código Civil y Comercial prevé: “Duración del embarazo. Época de la
concepción. Época de la concepción es el lapso entre el máximo y el mínimo fijado
para la duración del embarazo. Se presume excepto prueba en contrario que el máximo
del tiempo de embarazo es de 300 días y el mínimo de 180, excluyendo el día del
nacimiento.”
La determinación del tiempo de duración del embarazo tiene sentido a los fines de
establecer la época en que ha ocurrido la concepción. Entonces sin contar el día del
parto se cuentan 300 días hacia atrás y luego 180 días también hacia atrás. En el
período de 120 días que hay entre uno y otro término, la ley presume que se ha
producido la concepción.
El art., 21 del Código Civil y Comercial prevé: “Nacimiento con vida. Los derechos y
obligaciones del concebido o implantado en la mujer quedan irrevocablemente
adquiridos si nace con vida. Si no nace con vida, se considera que la persona nunca
existió. El nacimiento con vida se presume.”
Como el art., 19 CCyC no hace distinción alguna entre el concebido intrauterinamente y
el concebido fuera del cuerpo de la mujer la distinción entre “concebido o implantado”
que hace el art., 21 es innecesaria.
Los derechos y obligaciones adquiridos por el nasciturus quedan sometidos a una
suerte de condición suspensiva: el nacimiento con vida. Producida ella se produce su
“adquisición irrevocable” de todos los derechos que le correspondan, caso contrario, es
decir en caso de nacer muerto o sin vida, se extinguirán retroactivamente la totalidad
de los derechos que pudo haber adquirido durante la concepción.
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Por otra parte de manera expresa se considera que el nacimiento con vida se
presume, por lo tanto la carga de la prueba recae en quién sostenga lo contrario.
Ausencia de la persona
Definición
El Código Civil y Comercial contempla en seis artículos (79 a 84) las normas
sustantivas y procedimentales correspondientes a la simple ausencia y al
procedimiento previsto a los fines de obtener tal declaración. El fin último de esta
regulación es la protección del patrimonio del ausente, pues lo que se pretende es la
designación de un curador especial a los bienes para que estos puedan ser
administrados en debida forma mientras dure el estado de ausencia.
El art., 79. Define a la Ausencia simple: “Si una persona ha desaparecido de su
domicilio, sin tenerse noticias de ella, y sin haber dejado apoderado, puede designarse
un curador a sus bienes si el cuidado de éstos lo exige. La misma regla se debe aplicar
si existe apoderado, pero sus poderes son insuficientes o no desempeña
convenientemente el mandato”.
Presupuestos.
De conformidad a dicho artículo, para configurarse el presupuesto de la ausencia
simple es preciso que:
• La persona haya desaparecido de su domicilio, sin que se tenga noticias sobre su
existencia;
• Haya dejado bienes que exijan protección;
• No haya dejado apoderado o que los poderes del apoderado del ausente resulten
insuficientes o que éste haya incurrido en un desempeño inconveniente de su mandato.
Como se advierte, la ley no exige que haya transcurrido plazo alguno para peticionar
ante el juez competente la declaración de ausencia simple, ni que la desaparición se
vincule con un hecho extremo del cual se presuma la muerte del ausente; sólo se
impone que existan bienes para cuidar, de manera tal que se adopten aquellas
medidas necesarias para proteger el patrimonio del ausente.
Procedimiento Los artículos 80, 81, 82, 83 y 84 regulan el procedimiento para obtener
la declaración de ausencia.
Así, el art. 80 establece quiénes se encuentran legitimados para incoar el proceso de
ausencia:
• El Ministerio Público
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• Toda persona que tenga interés legítimo respecto de los bienes del ausente.
La solicitud de la declaración deberá incoarse ante el juez el domicilio del ausente; si
éste no lo tuvo en el país o no es conocido, es competente el juez del lugar donde
existen bienes, y si hubiere bienes en distintas jurisdicciones, el que haya prevenido;
todo ello conforme lo prevé el art. 81.
El artículo 82 regula el procedimiento para la petición de la declaración de ausencia
simple, disponiendo, en primer término, que el presunto ausente debe ser citado por
edictos durante cinco días, y, si vencido el plazo no comparece, se debe dar
intervención al defensor oficial o, en su defecto, nombrarse un defensor al ausente,
debiendo nombrarse un abogado de la matrícula. La publicación se hará en el Boletín
Oficial y en otro diario de circulación de la zona del domicilio del ausente. Asimismo se
prevé que el Ministerio Público es parte necesaria en el juicio y su intervención resulta
imprescindible.
En caso de urgencia, el juez puede designar un administrador provisional o adoptar las
medidas que las circunstancias aconsejan a fin de la preservación del patrimonio.
Una vez oído el defensor y producida la prueba correspondiente, que tendrá por fin
acreditar la desaparición del ausente y que podrá rendirse por cualquier medio, si
concurren los extremos legales, el juez estará en condiciones de dictar la sentencia de
declaración de ausencia simple y designar al curador.
Dictada la sentencia de simple ausencia, se designará un curador a fin de que realice
los actos de conservación y administración ordinaria de los bienes, es decir aquellos
que importen el mantenimiento de las condiciones existentes en el patrimonio del
ausente. Para el supuesto de que deba realizar un acto que exceda la administración
ordinaria, tal como la realización de cualquier acto de disposición o de aquellos que
alteren o modifiquen la conformación del patrimonio, deberá requerir autorización al
juez, la que debe ser otorgada sólo en caso de necesidad evidente e impostergable.
Los frutos de los bienes administrados deben ser utilizados para el sometimiento de los
descendientes, cónyuge, conviviente y ascendiente del ausente.
La curatela del ausente termina por su presentación personalmente o por apoderado;
por su muerte o por su fallecimiento presunto declarado judicialmente (art. 84).
Muerte presunta
Régimen legal. Casos y términos
La presunción de fallecimiento, al igual que la muerte, constituyen supuestos jurídicos
extintivos de la persona humana. Así, los efectos de la sentencia judicial que declara el
fallecimiento presunto son idénticos a los de la muerte, pero la ley establece diferencias
fundadas en la eventual reaparición del declarado muerto presunto y en la necesidad
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Las averiguaciones sobre la existencia del ausente que arrojen resultado negativo
deben realizarse en aquellos lugares en los que era dable esperar que estuviese o se
supiese del buscado.
El artículo 88 prescribe el procedimiento que debe seguir el juez en orden al trámite del
pedido de declaración de fallecimiento presunto.
• Deberá nombrarse un defensor al ausente a fin de garantizarle el derecho de defensa
durante la tramitación del juicio.
• Deberá citarse al ausente por edictos que se publicarán una vez por mes durante seis
meses, publicación que deberá disponerse en el Boletín Oficial y en otro que resulte de
importancia.
• En el supuesto de que existan bienes y no haya mandatario, o, si el que hubiere,
ejerciera incorrectamente el mandato, deberá nombrarse un curador a sus bienes a los
fines de que los administre y conserve.
Por último, el artículo 88 aclara que la declaración de simple ausencia no constituye
presupuesto necesario para la declaración de fallecimiento presunto, ni suple la
comprobación de las diligencias realizadas para conocer la existencia del ausente.
Así las cosas, pasados los seis meses –tiempo en que se publican los edictos–,
recibida la prueba que acredite que la búsqueda del ausente dio resultado negativo y
oído el defensor, el juez debe declarar el fallecimiento presuntivo si están acreditados
los extremos legales, fijar el día presuntivo del fallecimiento y disponer la inscripción de
la sentencia en el Registro Civil.
Por su parte, el art. 90 dispone qué día debe fijare como el presuntivo del fallecimiento.
a) en el caso ordinario, el último día del primer año y medio;
b) en el primero de los casos extraordinarios, el día del suceso y si no está
determinado, el día del término medio de la época en que ocurrió o pudo haber
ocurrido;
c) en el segundo caso extraordinario, el último día en que se tuvo noticia del buque o
aeronave perdidos;
Si es posible, la sentencia debe determinar también la hora presuntiva del fallecimiento;
en caso contrario, se tiene por sucedido a la expiración del día declarado como
presuntivo del fallecimiento.
Efectos de la declaración
En orden a los efectos patrimoniales, dictada la declaratoria, el juez mandará abrir, si
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Noción. Clasificación
La incapacidad es la falta de aptitud para ser titular de derechos y deberes jurídicos y
de ejercerlos por sí.
De esta definición se desprenden que tenemos dos clases de incapacidades:
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Enumeración legal
El art. 24 del Código Civil y Comercial dispone: “Personas incapaces de ejercicio. Son
incapaces de ejercicio:
a. la persona por nacer;
b. la persona que no cuenta con la edad y grado de madurez suficiente;
c. la persona declarada incapaz por sentencia judicial, en la extensión dispuesta en esa
decisión.
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según su edad y madurez hay entonces actos que realicen a través de sus
representantes legales, otros que ejerzan por sí mismos bajo un régimen de asistencia
y otros que podrán ejercer libremente ya que el código les reconoce capacidad plena
de ejercicios en esos casos (art., 26 y siguientes).-
La persona incapaz por sentencia judicial. Este supuesto implica que, mediante
sentencia, se puede restringir la capacidad para determinados actos, debiendo partirse
siempre del presupuesto de la capacidad, y que sus limitaciones son de carácter
excepcional. Cuando la persona se encuentre absolutamente imposibilitada de
interaccionar y expresar su voluntad, el sentenciante puede declarar la incapacidad y
designar un curador. Por último, comprende a los inhabilitados por prodigalidad, a
quienes se les designará un apoyo para el otorgamiento de actos de disposición ente
vivos y en los demás actos que determine la sentencia.
Las personas con capacidad restringida ejercen sus derechos por los apoyos que se
les designen en tanto que la persona incapaz el curador que se les nombre (art., 101
inc c).
Cabe aclarar que la persona con capacidad restringida y los inhabilitados no son
incapaces sino que son por regla capaces aunque con incapacidad para celebrar los
actos especificados en la sentencia.
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mayoría de edad”.
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Incapacidad:
1-que la persona se encuentre absolutamente imposibilitada de
interaccionar con su entorno,
2-que el sistema de apoyos resulte ineficaz.
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Hay situaciones particulares que no permiten dilaciones, por eso es posible que antes
del dictado de la sentencia y durante el proceso se ordenen medidas para garantizar
los derechos personales y patrimoniales de la persona (art., 34).-
Iniciada la acción el juez debe tener un contacto directo con la persona garantizando la
inmediatez en el proceso y hacerle una entrevista personal, en donde un letrado que
preste asistencia al interesa y el Ministerio Público deben estar presentes. Esta
entrevista personal no es facultativa sino obligatoria para el juez (art., 35).
La persona en cuyo interés se lleva a cabo el proceso es parte y como tal puede
aportar en su defensa todas las pruebas que estime necesarias.
Previo al dictado de la sentencia, se efectuará un examen interdisciplinario, de la cual
sin su existencia no puede procederse al dictado de una sentencia válida.
Sentencia. Alcances
Luego de la valoración del dictamen interdisciplinario, y las demás pruebas traías al
proceso, incluidas las pruebas aportadas por el propio interesado, el juez debe resolver
con relación al ejercicio de la capacidad jurídica, considerando especialmente la
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Revisión
La sentencia declarativa puede ser revisada en cualquier momento, a instancias del
interesado.
Asimismo, se impone al juez la carga de impulsar de oficio la revisión de los términos
de la sentencia en un plazo no mayor a tres años, a partir de la realización de nuevas
evaluaciones interdisciplinarias y tras haber entrevistado nuevamente en forma
personal al interesado; de lo que se desprende el rol activo que se le asigna al juez. En
caso de que ello no ocurra, será el Ministerio Público quien deberá instar a que se lleve
a cabo la revisión. El plazo de los tres años es un plazo máximo; es posible instar su
revisión con anterioridad si las circunstancias del caso así lo aconsejan.
Esta revisión implica la posibilidad de disponer el cese de la incapacidad o de la
capacidad restringida, mantener las declaraciones anteriores o ampliar la nómina de
actos que la persona puede realizar por sí o con la asistencia de un curador o un
sistema de apoyos.
A esta altura del apunte resulta importante abordar que se entiende por sistema de
apoyos, tan nombrado a lo largo del mismo. En este sentido el art., 43 CCyC lo define a
cuya lectura remitimos.
Inhabilitados
Noción. Presupuestos fácticos
De conformidad al art. 48 del Código Civil y Comercial, podrán ser inhabilitados quienes
por prodigalidad en la gestión de sus bienes expongan a su cónyuge, conviviente o a
sus hijos menores de edad o con discapacidad a la pérdida del patrimonio. A estos
fines se considera pródigo a toda persona que padece una alteración funcional
permanente o prolongada, física o mental, que, en relación a su edad y medio social,
implica desventajas considerables para su integración familiar, social, educacional o
laboral. La acción solo corresponde al cónyuge, conviviente y a los ascendientes y
descendientes.
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Presupuestos facticos.
En definitiva, para que proceda la inhabilitación se requiere:
1-personas a quienes proteger: cónyuge, conviviente, hijos menores de edad o con
discapacidad. No obstante es una cuestión que debe interpretarse a la luz de posibles
pactos alimentarios con la persona que se pretende inhabilitar con respecto a los hijos
mayores hasta los 25 años.
2-prodigalidad en la gestión del patrimonio por parte de la persona que se pretende
inhabilitar, entendida en el sentido de dilapidar o malgastar los bienes.
3-exposición a la pérdida del patrimonio,
Efectos de la declaración
Declarada la inhabilitación, se restringe la capacidad jurídica de la persona, quien ya no
podrá ejercer libremente determinados actos por sí misma. Así, no podrá ejercer actos
de disposición entre vivos, -si en cambio los de última voluntad- para los que necesitará
de un sistema de apoyos, como para aquellos actos que el juez fije en la sentencia.
La figura del apoyo es necesaria a fin de evitar que el inhabilitado realice actos de
otorgamiento que puedan perjudicar la integridad del patrimonio y perjudicar así a las
personas del cónyuge, conviviente e hijos menores o con discapacidad.
El juez, en la sentencia, deberá establecer las condiciones de validez de los actos y la
modalidad de actuación del apoyo, debiendo inscribirse esta sentencia en el Registro
de Estado Civil y Capacidad de las Personas a fin de resguardar a los terceros que
contratan con la persona del inhabilitado.
El cese de la inhabilitación se decreta por el mismo juez que la dictó, previo examen
interdisciplinario que dictamine sobre el restablecimiento de la persona. Si el
restablecimiento no es total el juez puede ampliar la nómina de actos que la persona
puede realizar por sí o con apoyos.
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Persona jurídica
Noción
El artículo 141 del Código Civil y Comercial precisa el concepto de persona jurídica.
Dispone que “Son personas jurídicas todos los entes a los cuales el ordenamiento
jurídico les confiere aptitud para adquirir derechos y contraer obligaciones para el
cumplimiento de su objeto y los fines de su creación.”
Así, puede conceptualizarse a la persona jurídica como categoría normativa
conformada por una colectividad de individuos o un conjunto de intereses humanos
considerados intelectivamente como un solo ser con individualidad, o como un centro
de imputación con capacidad para adquirir derechos y contraer obligaciones, y
determinar las consecuencias de las diversas concepciones en el ámbito jurídico
(Tagle, 2002).
Según Buteler Cáceres (2000), las personas de existencia ideal son abstracciones que
se originan en la realidad social y representan la posibilidad de los hombres de unir sus
esfuerzos en pos de un fin común; por ello, estos entes se encuentran provistos de
personalidad jurídica y están dotados de capacidad para adquirir derechos y contraer
obligaciones.
Naturaleza jurídica
Existieron tres grandes posturas a lo largo de la historia que trataron de descifrar la
naturaleza jurídica de estos entes de existencia ideal; al respecto de las teorías existen
distintas maneras de agruparlas.
Buteler Cáceres (2000), las clasifica o agrupa de la siguiente manera:
a. La teoría de la ficción: elaborada por Savigny, parte de la proposición de que el
derecho subjetivo es un poder que se sustenta en la voluntad moral, por lo tanto, la
única persona que lo puede detentar es la real, la persona física. Pero la realidad
demuestra la necesidad de los hombres de actuar conjuntamente y administrar bienes
durante esa actuación, por lo tanto sólo pueden lograrlo a través de la creación de un
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Clasificación
Las personas jurídicas se clasifican en públicas y privadas (art., 145).
La distinción de las personas jurídicas en públicas y privadas tiene gran interés
práctico. As personas jurídicas públicas serán aquellas cuya existencia y
funcionamiento depende del derecho público aunque parte de su actividad esté
regulada por el derecho privado; mientras que las personas jurídicas privadas serán
aquellas que tienen reglamentada su existencia y sus actividades por el derecho
privado auqnue dependan de una autorización estatal para funcionar.
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Patrimonio
El patrimonio constituye un elemento esencial de la persona jurídica; es un atributo y,
consecuentemente, no se concibe la idea de persona jurídica sin patrimonio.
Es por ello que el art., 154 CCyC estatuye: “la persona jurídica debe tener un
patrimonio”.
Así, el patrimonio comienza a formarse desde el mismo momento en que los socios se
comprometen a realizar aportes y es el conjunto de bienes de la persona jurídica con el
cual la sociedad actúa y afronta el pasivo que lo integra.
Este patrimonio no se confunde con el de los individuos que concurren a conformar el
sustrato material de la entidad.
Este patrimonio así concebido estará compuesto por todos los bienes de que ella es
titular, como de las cargas que lo gravan.
La última parte del art., 154 permite a la persona jurídica en formación inscribir
preventivamente a su nombre los bienes registrables (para sustraerlos de los
acreedores de los socios hasta la constitución definitiva y proteger los derechos de
terceros que contratan con la sociedad en formación).
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Representación
Noción. Régimen legal
Las personas jurídicas desarrollan su actividad por medio de personas físicas que
actúan en su nombre y por su cuenta, de modo tal que su gestión es atribuida a la
misma entidad. Así, las personas jurídicas actúan a través de sus órganos, es decir
aquellas personas autorizadas a manifestar la voluntad del ente y a desarrollar la
actividad jurídica necesaria para la consecución de sus fines.
El artículo 159 establece una pauta general a la cual debe adecuarse la conducta de
los administradores sociales, disponiendo que los administradores de la persona
jurídica deben obrar con lealtad con la persona que les encarga la función de
administrar sus intereses y con diligencia, es decir con idoneidad, con aptitud
profesional para el exitoso desenvolvimiento de la clase de actividad que constituye el
objeto social.
El deber de obrar con lealtad tiene por fundamento la obligación de fidelidad del
mandatario (art. 1324 CCCN), que se extiende a todos los casos de representación de
intereses ajenos, y el deber de buena fe (art. 9 CCCN). El administrador se debe
conducir con la corrección de un hombre honrado, en defensa de los intereses cuya
administración se le ha confiado, por encima de cualquier otra consideración, evitando
obtener un beneficio particular a expensas de la persona jurídica. Tiene prohibido
contratar con ésta, salvo que se trate de contratos referidos a su actividad ordinaria y
en las mismas condiciones en que el ente lo hubiera hecho con terceros. Deberá
abstenerse de intervenir en la toma de decisiones en las que tenga un interés contrario
a la persona jurídica y no podrá competir con ella. (Roitman, 2006).
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Responsabilidad civil
La responsabilidad civil por daño, entendida en sentido amplio, incluye tanto la
responsabilidad dimanada del incumplimiento de obligaciones contractuales cuanto la
proveniente de los daños causados por los actos ilícitos obrados por los
administradores o representantes de la persona jurídica.
Así, los administradores y representantes de la persona jurídica son responsables
ilimitada y solidariamente frente a la persona jurídica, sus miembros y terceros, por los
daños causados por su culpa en el ejercicio o con ocasión de sus funciones por acción
u omisión (arts. 160 y 1763 del CCCN).
Responderán ilimitadamente con todo su patrimonio por los daños que produzcan a la
persona jurídica, pues quien causa un daño debe repararlo, y solidariamente entre los
administradores que faltaren a sus obligaciones de lealtad y diligencia en los casos de
administración plural. Para que surja la responsabilidad, es necesario que hayan
ocasionado un daño causado ya sea por dolo o culpa, en el ejercicio o con ocasión de
sus funciones.
El daño se considera ocasionado en ejercicio de la función cuando existe congruencia
entre el daño y la actuación propia de la esfera de competencia del órgano, cuando es
el resultado directo del desempeño de la función. El daño se causa con ocasión de la
función cuando el hecho que lo produce es extraño por su índole, contenido o
naturaleza, a la actividad propia del órgano de la persona jurídica, aunque mantiene
alguna vinculación con ésta. Es decir, son actos ajenos a la función propiamente dicha,
pero que sólo han podido cometerse por el órgano de la persona jurídica en esa
calidad. (Tagle, 2002).
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Puesto que las relaciones jurídicas y los derechos subjetivos que ellas contienen son
de diferente naturaleza, el objeto variará según la clase de relación y de derecho
subjetivo de que se trate.
Así, en las relaciones que tienen por contenido los derechos personalísimos o los
derechos humanos, el objeto está dado por las diversas manifestaciones o
proyecciones que integran la personalidad de la persona física, como su honor,
libertad, integridad física o espiritual; en las que tienen por contenido los derechos
subjetivos potestativos, el objeto está dado por el conjunto de deberes y prerrogativas
de los padres para la educación y pleno desarrollo de la personalidad de sus hijos. En
las que tienen por contenido los derechos reales, el objeto es la cosa, objeto material
susceptible de valor, sobre las que se ejercen las facultades o prerrogativas del titular.
Por otro lado, en las relaciones jurídicas que recaen sobre derechos personales o de
crédito, el objeto se proyecta sobre la conducta del deudor, denominada prestación y
por último, en los derechos intelectuales el objeto es la obra científica, literaria o
artística, la expresión de ideas, procedimientos, es decir, el producto del intelecto
humano. En una palabra, objeto de las relaciones jurídicas puede ser: cosas, hechos u
objetos inmateriales. (Tagle, 2002).
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Distintas clasificaciones
El Código Civil y Comercial contiene varias clasificaciones de las cosas consideradas
en sí mismas: a) muebles e inmuebles; b) cosas divisibles e indivisibles; c) cosas
principales y accesorias; d) cosas consumibles y no consumibles; e) cosas fungibles y
no fungibles. La importancia de estas clasificaciones radica en que, según el estatuto
que reciba la cosa, el régimen jurídico que se le aplique variará.
• Así por ejemplo, la distinción entre muebles e inmuebles tiene
importancia desde diferentes aspectos: a) Por un lado, la determinación de la ley
aplicable. Las cosas inmuebles se rigen por la ley del lugar de su situación, mientras
que las cosas muebles se rigen por el domicilio del demandado si se trata de las cosas
que lleva consigo o son de uso personal, o bien por el lugar de situación de los bienes.
b) También tiene incidencia en relación al régimen de prescripción adquisitiva, que es
un modo de adquirir el dominio por la continuación de la posesión en forma pública,
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pacífica, continua e ininterrumpida durante el tiempo que establece la ley. Así, las
cosas inmuebles se adquieren por la posesión continua de diez años cuando ésta es
con justo título y buena fe o bien, veinte años sin necesidad de título y buena fe por
parte del poseedor. Ahora bien, el dominio sobre cosa mueble se adquiere por la
simple posesión de buena fe, salvo que se trate de cosas muebles hurtadas o perdidas,
en cuyo caso el dominio se adquiere por la posesión continua y de buena fe de dos
años. Si no hay justo título y buena fe y se trata de una cosa mueble registrable, se
adquiere si se posee durante diez años. c) Asimismo, esta clasificación influye en los
derechos reales. Así por ejemplo, el derecho real de propiedad horizontal sólo puede
recaer sobre inmuebles, tal como el derecho de superficie y el de hipoteca. En tanto, el
derecho real de prensa sólo puede recaer sobre cosas muebles no registrables o
créditos instrumentados.
• En relación a la división de cosas fungibles y no fungibles,
habrá contratos como el de locación, en virtud del cual se entrega a otra persona el uso
y goce temporario de una cosa a cambio del pago de un precio en dinero; el alquiler o
arrendamiento deberá recaer sobre una cosa no fungible, es decir sobre una cosa que
conserve su individualidad, pues la persona que recibe una cosa para usarla estará
obligada al término del contrato a restituir la misma cosa que le fue entregada y no otra.
Lo mismo sucede en el comodato, acerca del cual, “hay comodato si una parte se
obliga a entregar a otra una cosa no fungible, mueble o inmueble, para que se sirva
gratuitamente de ella y restituya la misma cosa recibida”. Mientras que el contrato de
mutuo, por ejemplo, sólo puede recaer sobre cosas fungibles, pues el mutuario, al
término del contrato, no estará obligado a devolver lo mismo que recibió sino igual
cantidad de cosas de la misma calidad y especie.
• La distinción entre cosas consumibles y no consumibles tiene
importancia debido a que determinados contratos sólo pueden tener por objeto a las
primeras y otros únicamente a las segundas, como el mutuo y el comodato,
respectivamente. Además, la distinción es importante en materia de derechos reales,
pues el usufructo sólo puede recaer sobre cosas no consumibles, puesto que el
usufructuario y el usuario pueden usar y gozar de la cosa ajena sin alterar su sustancia.
• La clasificación entre cosas divisibles y no divisibles tiene
importancia pues, al dividirse un condominio o la partición de una herencia, sólo las
cosas divisibles pueden ser objeto de partición en especie.
Criterios de distinción
El Código Civil y Comercial realiza una clasificación de las cosas:
a) Cosas consideradas en sí mismas; distingue inmuebles y muebles, cosas
fungibles y no fungibles, cosas principales y accesorias, cosas consumibles y no
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• Art. 227: “Cosas muebles. Son cosas muebles las que pueden
desplazarse por sí mismas o por una fuerza externa”.
Este concepto engloba las cosas que pueden transportarse fácilmente de un lugar a
otro, movidas ya por una influencia extraña, como son los automóviles, o por sí
mismas, como son los animales que se denominan semovientes.
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cuán fértil sea la tierra o la extensión del terreno o el clima). Es por ello que, en
materia de inmuebles, la reglamentación del fraccionamiento parcelario les
corresponde a las autoridades locales, pues es un problema de política económica
agraria.
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Frutos y productos
Dispone el art. 233:
Frutos y productos. “Frutos son los objetos que un bien produce, de modo renovable,
sin que se altere o disminuya su sustancia.
-Frutos naturales son las producciones espontáneas de la naturaleza.
-Frutos industriales son los que se producen por la industria del hombre o la cultura de
la tierra.
-Frutos civiles son las rentas que la cosa produce.
Las remuneraciones del trabajo se asimilan a los frutos civiles.
Productos son los objetos no renovables que separados o sacados de la cosa alteran o
disminuyen su sustancia. Los frutos naturales o industriales y los productos forman un
todo con la cosa, si no son separados.”
Los frutos y los productos son cosas que se extraen de otra que la produce, pero entre
ambas categorías existen diferencias sustanciales: a) los frutos se producen y
reproducen en forma periódica y regular; los productos no se reproducen; b) la
extracción de los frutos no altera ni disminuye la sustancia de la cosa, que continúa
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El patrimonio
Definición. Caracteres
El patrimonio constituye una unidad jurídica compuesta por elementos singulares que lo
integran, los cuales pueden ingresar o egresar, aumentar o disminuir o aun ser nulos,
sin que el patrimonio deje de ser tal. El patrimonio como universalidad jurídica está
integrado por los bienes materiales (cosas), inmateriales (prestaciones, derechos) y por
las relaciones jurídicas y derechos que se ejercen sobre ellos, existiendo acuerdo en
que integran la categoría de derechos patrimoniales: los derechos crediticios, reales, y
de propiedad intelectual (Rivera y Medina, 2014).
El patrimonio, conjunto de bienes susceptibles de valoración económica del que es
titular la persona, junto con las cargas que lo gravan, responde al concepto de
patrimonio general, al que se contrapone el de los patrimonios especiales, conjunto de
bienes afectados a un fin determinado y sometidos a un régimen especial.
El patrimonio general presenta los siguientes caracteres:
-Es único e indivisible: la persona no puede ser titular de más de un patrimonio general.
-Es inalienable e intransmisible: no puede ser enajenado ni transmitido en su totalidad
como unidad.
-Es idéntico a sí mismo: las variaciones en los elementos singulares que lo componen
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Como principio general del derecho, el deudor responde ante sus acreedores con el
conjunto de bienes que conforman su patrimonio ya que constituye la “garantía común
de sus acreedores”(art., 242). No obstante, no es un principio absoluto ya que existen
previsiones legales específicas sobre la inembargabilidad de determinados bienes.
Justamente bajo el régimen de “vivienda” se regula uno de estos importantes
supuestos de excepción a la regla general.
Vivienda
Concepto
Los fundamentos del anteproyecto del Código Civil y Comercial de la Nación, refieren
en relación a este instituto:
“El derecho de acceso a la vivienda es un derecho humano reconocido en diversos
tratados internacionales. Esto justifica que se dedique un Capítulo especial para la
vivienda. El régimen proyectado sustituye al del -bien de familia- de la ley 14.394”. Las
modificaciones son importantes, en tanto:
(a) se autoriza la constitución del bien de familia a favor del titular del dominio sin
familia, atendiendo a la situación, cada vez más frecuente, de la persona que vive sola;
se permite que el bien de familia sea constituido por todos los condóminos, aunque no
sean parientes ni cónyuges;
(b) la afectación también puede ser decidida por el juez, a petición de parte, en la
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El efecto de la afectación está previsto en el art., 249 CCyC que dispone: “La
afectación es inoponible a los acreedores de causa anterior a esa afectación. La
vivienda afectada no es susceptible de ejecución por deudas posteriores a su
inscripción, excepto:
a) obligaciones por expensas comunes y por impuestos, tasas o contribuciones que
gravan directamente al inmueble;
b) obligaciones con garantía real sobre el inmueble, constituida de conformidad a lo
previsto en el artículo 250;
c) obligaciones que tienen origen en construcciones u otras mejoras realizadas en
la vivienda;
d) obligaciones alimentarias a cargo del titular a favor de sus hijos menores de
edad, incapaces, o con capacidad restringida.
Los acreedores sin derecho a requerir la ejecución no pueden cobrar sus créditos
sobre el inmueble afectado, ni sobre los importes que la sustituyen en concepto de
indemnización o precio, aunque sea obtenido en subasta judicial, sea ésta ordenada
en una ejecución individual o colectiva.
Si el inmueble se subasta y queda remanente, éste se entrega al propietario del
inmueble.
En el proceso concursal, la ejecución de la vivienda sólo puede ser solicitada por los
acreedores enumerados en este artículo.
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La voluntad jurídica
Concepto. Importancia
La voluntad individual apreciada en el mundo de las relaciones jurídicas juega un papel
fundamental. La voluntad individual, mirada en sí misma y a través de su ejercicio
efectivo, a través de su declaración y condicionada de antemano por la ley, es el factor
predominante destinado a reglar las relaciones jurídicas de carácter privado.
El discernimiento. Concepto.
El discernimiento se refiere a la aptitud general de conocer, es decir, a la madurez
intelectual para razonar, comprender y valorar el acto y sus consecuencias. Se trata, en
definitiva, de tener una conciencia cabal de nuestras propias acciones, de su
conveniencia e inconveniencia, de su bondad o maldad, de su licitud o ilicitud (Buteler
Cáceres, 2000). Esta aptitud depende del grado de madurez que se haya alcanzado y
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caso de que hubiera sido objeto de una declaración (Rivera y Medina, 2014).
En relación a la edad, debe señalarse que, de acuerdo al sistema que adopta el Código
Civil y Comercial, según el cual se presume, sin admitir prueba en contrario, que las
personas obran con discernimiento a partir de determinadas edades, éstas deben ser
capaces de distinguir entre actos lícitos y actos ilícitos.
En el caso de actos ilícitos, la ley ha entendido que el ser humano capta antes la
noción de lo bueno y de lo malo que la apreciación de lo que para él puede ser
conveniente o inconveniente y, por ello, presume, sin admitir prueba en contrario, que
los menores mayores de diez años tienen discernimiento para ejecutar actos ilícitos y
por ende habrán de responder por sus consecuencias, es decir que responderán
civilmente con su propio patrimonio. Esto, sin perjuicio de la responsabilidad de los
padres y del derecho de repetición que, en razón de este discernimiento, estos tienen
contra sus hijos (art. 1754 CCCN).
En cambio, respecto de los actos lícitos, la ley considera que se tiene discernimiento
desde los trece años, pero no para todos los actos, sino sólo para que aquellos que la
ley expresamente les permite realizar, como ser: la persona adolescente de entre trece
y dieciséis años puede tomar decisiones respecto de aquellos tratamientos que no
resultan invasivos; a partir de los dieciséis años, el adolescente puede tomar
decisiones sobre el cuidado del propio cuerpo (art. 26 CCCN); puede ejercer profesión
si ha obtenido título habilitante aunque sea menor de edad (art. 30 CCCN).
La intención. Concepto.
Se ha definido la intención como el discernimiento aplicado al acto concreto de que se
trata. Es representarse los motivos determinantes de la acción y tener conocimiento
concreto del estado de casos (Buteler Cáceres, 2000). Aun cuando haya
discernimiento, puede faltar la intención. Ya veremos, más adelante, que pueden
concurrir vicios como el error o la ignorancia o bien el dolo y en ese caso faltará la
intención. Pero, a la inversa, la intención presupone siempre el discernimiento, ya que
no se puede concebir intención sin discernimiento (Buteler Cáceres, 2000). En una
palabra, es la conciencia plena y cabal del acto de los alcances de un acto
determinado.
La libertad. Definición
La libertad consiste en el imperio de sí, en la posibilidad de elección sin coacción, en la
determinación propia, la independencia de la voluntad. Consiste en la posibilidad de
elegir entre distintas opciones sin presiones de ninguna naturaleza. Este concepto
comprende dos aspectos: la libertad física y la libertad moral o libre albedrío. Así, la
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Elemento externo
La manifestación de la voluntad: noción
Tal como hemos señalado anteriormente, la voluntad jurídica debe manifestarse a
través de un hecho exterior. Esta exigencia luce razonable, dado que, de no existir
alguna exteriorización, el mero suceso interno no puede ser valorado por el
ordenamiento. Es decir que una voluntad no manifestada no es de interés para el
derecho, ya que, sin exteriorización, no sólo no puede haber hecho voluntario, sino
tampoco involuntario: a los efectos legales, en ambos casos no habría modificación
alguna susceptible de ser aprehendida por el derecho (Rivera y Medina, 2014).
Conforme al art., 262 CCyC los actos pueden exteriorizarse oralmente, por escrito, por
signos inequívocos o por la ejecución de un hecho material:
-la expresión verbal u oral adolece de inseguridad ya su emisor puede
más tarde negar lo dicho haciendo difícil probar su existencia.
-la expresión escrita brinda más certeza se trata de documentos públicos
o privados
-signos inequívocos son gestos o actitudes dirigidos a otro u otros
respecto de determinados objetos que no deja dudas sobre la voluntad del sujeto, tal
como aquel que sube a un autobús y paga un boleto sin emitir palabras.
-la ejecución de un hecho material no es más que una exteriorización
tácita de la voluntad. Implica realizar un comportamiento de hecho que dada sus
características y las circunstancias en que tiene lugar da lugar en forma indirecta a la
voluntad, ej., la adquisición por parte de quién ha recibido mercaderías y la consume.
El art., 263 se ocupa del silencio. Y dice “el silencio opuesto a actos o a una
interrogación no es considerado como una manifestación de voluntad conforme al acto
o la interrogación, excepto en los casos en que haya un deber de expedirse que puede
resultar de la ley, de la voluntad de las partes, de los usos y practicas o de una relación
entre el silencio actual las declaraciones precedentes.”
En términos generales el que calla, nada dice salvo que:
-el ordenamiento impone un deber de expedirse, estamos frente a un
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El error. Noción
El primero de los vicios que afecta la intención es el error, y consiste en un
conocimiento inexacto de la realidad que supone creer verdadero lo que es falso y falso
lo que es verdadero. Es el falso conocimiento o la falsa noción acerca de alguno de los
elementos de las circunstancias vinculadas al acto que se ejecuta-error de hecho- o a
su régimen legal-error de derecho-.
Clases de error:
Cabe distinguir entre
-error de derecho y error de hecho. El error de derecho consiste
en desconocer la existencia o contenido de una norma jurídica, o interpretar su
significado de una manera distinta a la real, o hacer una aplicación inexacta de esa
norma a una situación jurídica que no la regula, o atribuir a un hecho o una situación
jurídica una calificación jurídica incorrecta, o suponer en vigor una norma inexistente.
En una palabra, es la defectuosa imputación de las consecuencias jurídicas vinculadas
a una determinada relación o negocio, en razón de una falsa noción sobre el alcance,
sentido y significación de la ley (Tagle, 2002).
El artículo 8 del Código Civil y Comercial dispone “Principio de inexcusabilidad. La
ignorancia de las leyes no sirve de excusa para su cumplimiento, si la excepción no
está autorizada por el ordenamiento jurídico”.
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regalando.
b) sobre un bien o un hecho diverso o de distinta especie que el que se
pretendió designar; o una calidad, extensión o suma diversa a la querida; es
el error sobre el objeto, donde la falsa noción se da respecto del objeto
mismo del acto jurídico, ej., creo estar comprando un departamento en una
localidad y lo estoy comprando en otra.
c) sobre la cualidad sustancial del bien que haya sido determinante de la
voluntad jurídica según la apreciación común o las circunstancias del caso;
sobre, es el error en la sustancia el que se refiere a aquella calidad sin la cual
no se hubiese contratado ej., creo estar comprando oro de 24 quilates
cuando es de 18 quilates.
d) los motivos personales relevantes que hayan sido incorporados expresa o
tácitamente; es el error en la causa.
e) sobre la persona con la cual se celebró o a la cual se refiere el acto si ella
fue determinante para su celebración (art. 267 del CCCN), es el error en la
persona cuando el sujeto ha sido determinante en la celebración del acto, ej
en un contrato de obra donde se procura un retrato por un determinado
artista.
En una palabra, sobre los aspectos primordiales del acto, que el art.,
establece en sus distintos incisos que son taxativos.
El error es espontáneo si se ha cometido por una falsa noción de la persona
misma y no porque la otra parte del negocio jurídico la indujo a error, pues sería
un error provocado.
Es reconocible cuando el destinatario de la declaración lo pudo conocer según la
naturaleza del acto, las circunstancias de persona, tiempo y lugar (art. 266 del
CCCN). El error debe ser reconocible en los actos jurídicos bilaterales –por
ejemplo el contrato– y en los actos unilaterales recepticios, en los que la
declaración va dirigida a otra persona y, una vez conocida por ella, comienza a
producir efectos (por ejemplo una oferta contractual, una notificación de la
cesión del deudor cedido). El error reconocible parte de la “teoría de la
confianza” que significa que al entrar al mundo de los negocios cada persona
debe comportarse diligentemente, y sólo se habilita la anulación del acto a favor
del emisor cuando el yerro tendría que haber sido conocido por el receptor de
haber actuado con diligencia. Es decir que lo que hay que determinar es si la
persona afectada por la declaración del que yerra estuvo o no en condiciones de
percibir que el emisor se había equivocado y, en consecuencia, de haberle
advertido, ya que, de ser efectivamente así y no haberlo hecho, sería anulable el
acto por haber actuado de mala fe.
No debe perderse de vista el art., 269 del CCyC que reza: “la parte que incurre
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en error no puede solicitar la nulidad del acto si la otra ofrece ejecutarlo con
las modalidades y el contenido que aquella entendió celebrar”. Significa que si la
persona afectada por el acto acepta realizarlo en la manera en que la entedió el
otro el error desaparece.
Por otro lado, el art. 270 del Código prevé el error en la declaración y el error en la
transmisión. El primero consiste en que lo querido queda desvirtuado en su
manifestación externa por distracción, apresuramiento o inadvertencia. Esta categoría
tiene dos variantes: la primera, cuando hay una divergencia entre la voluntad interna y
la declaración, que puede darse al haber escrito algo incorrecto (lapsus calami) o
empleado palabras no queridas (lapsus linguae), por ejemplo, si escribo “compro”
cuando, en realidad, quiero decir “vendo”. La segunda variante se da cuando ni siquiera
tenía la intención de manifestar algo, por ejemplo: si alguien ingresa a una sala de
remate y levanta la mano para saludar, y se interpreta que está ofertando.
El error en la transmisión se origina en una persona distinta del emisor que, encargada
de trasmitir la declaración de voluntad del sujeto dueño del negocio jurídico, la expresa
desvirtuándola. Ambos errores, tanto en la declaración como en la transmisión, pueden
referirse a cualquiera de los casos de error esencial y, por ende, invalidar el acto.
(Rivera y Medina, 2014).
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consiste en maniobras engañosas empleadas por una de las partes para inducir a
la otra a celebrar un determinado acto jurídico.
El régimen legal aplicable al dolo como vicio de la voluntad que afecta la intención en
los actos voluntarios está contenido en los arts. 271 a 275 del Código Civil y Comercial.
El art. 271 expresa:
Acción y omisión dolosa. Acción dolosa es toda aserción de lo falso o disimulación de
lo verdadero, cualquier artificio, astucia o maquinación que se emplee para la
celebración del acto. La omisión dolosa causa los mismos efectos que la acción dolosa,
cuando el acto no se habría realizado sin la reticencia u ocultación.
De tal modo, el dolo es toda maniobra tendiente a engañar, a fin de inducir a alguien a
la realización de un acto que no habría sido celebrado de no mediar este vicio. Puede
consistir tanto en una acción como en una omisión dolosa. En el primero se realizan
maniobras o ardides destinados a provocar una falsa visión en la víctima para que
realice un acto que, de otra manera, no habría decidió ejecutar; en tanto, en el
segundo, se aprovecha el engaño de otro, pese a no haber realizado nada concreto
para que cayera en el mismo.
Para que el dolo provoque la invalidez del negocio jurídico, será imprescindible que
concurran las siguientes circunstancias:
a) Que el dolo haya sido esencial, es decir grave,
b) determinante de la voluntad.
b) Que haya ocasionado un daño importante.
c) Que no haya habido dolo recíproco, es decir de ambas partes.
El artículo 272 del Código prevé “Dolo esencial. El dolo es esencial y causa la nulidad
del acto si es grave, es determinante de la voluntad, causa un daño importante y no ha
habido dolo por ambas partes”.
De tal modo, el dolo esencial es el que ha sido causa determinante, causa eficiente del
consentimiento del engañado para la celebración del acto y puede ser invocado para
anularlo. Para determinar si el dolo es esencial, habrá que verificar que se reúnan los
cuatro requisitos que fija el precepto:
1-Que sea grave: la maniobra dolosa debe tener entidad como para confundir a
una persona prevenida. La gravedad del dolo alude a la entidad del engaño, astucia o
ardid. La conducta o maniobra empleada debe ser apta para inducir a engaño a una
persona que pone la diligencia necesaria en los asuntos, calidad que ha de ser
evaluada en función de las circunstancias y condiciones personales del sujeto
engañado.
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Finalmente, debemos señalar que el dolo esencial y el dolo incidental pueden ser
directo, si es cometido por una de las partes del acto jurídico, su dependiente o
representante; o indirecto, si proviene de la conducta de un tercero ajeno a la relación
de que se trata para beneficiar a alguna de las partes (art. 274 del CCCN).
El autor del dolo esencial o incidental debe reparar el daño causado. Responde
solidariamente la parte que al tiempo de la celebración del acto tuvo conocimiento del
dolo del tercero. (art., 275). Es decir que el autor del dolo sea tercero o no, es también
autor de los daños y tiene la obligación de indemnizarlos, pero con una variante: si el
autor era un tercero y la parte beneficiada estaba al tanto de las maniobras dolosas
termina siendo asimilada a la condición de coautor, disponiéndose la responsabilidad
solidaria de ambos.
La violencia. Noción
La libertad como tercer requisito de la voluntad es aquélla que permite
autodeterminarse sin influencias mayores a las habituales. Precisamente, la violencia
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Clases. Efectos
El artículo 276 del Código Civil y Comercial prevé:
“Fuerza e intimidación. La fuerza irresistible y las amenazas que generan el temor de
sufrir un mal grave e inminente que no se pueden contrarrestar o evitar en la persona o
bienes de la parte o de un tercero, causan la nulidad del acto. La relevancia de las
amenazas debe ser juzgada teniendo en cuenta la situación del amenazado y las
demás circunstancias del caso”.
Así, de acuerdo al precepto mencionado, la violencia se puede ejercer a través de dos
modalidades: la fuerza irresistible y las amenazas o intimidación.
La fuerza irresistible es la coacción física o material que suprime la libertad
constriñendo al sujeto a obrar en determinado sentido o a dejar de hacerlo. Se trata de
una fuerza suficientemente grave como para impedir a la víctima repelerla (Tagle,
2002).
Esta fuera gravita sobre la persona de quien la padece a modo de reducirla a mero
instrumento pasivo de la voluntad y del designio de otro. Indiscutiblemente invalida el
acto jurídico. Por una parte, entenderemos que el acto no sólo no es voluntario, sino
que antivoluntario y por otra parte, que en este caso se configura un tipo penal, vale
decir cuando se ha ejercitado violencia sobre una persona humana. (Buteler Cáceres,
2000, p. 259).
Por otro lado, tenemos la violencia moral o intimidación, que consiste en inspirar temor
por medio de amenazas para infundir miedo, alterando el ánimo y la libertad de obrar
para que el amenazado ceda en perjuicio de sus propios intereses.
Estas amenazas deben ser graves, es decir, deben tener aptitud para crear el temor
racionalmente fundado, lo que se valorará de acuerdo a la situación del amenazado y
las demás circunstancias del caso (art. 276 del CCCN). La gravedad se valorará
teniendo en cuenta los bienes jurídicos –que pueden ser de naturaleza patrimonial o
no; la vida, la salud, la honra, la reputación, la intimidad, etc.– del propio amenazado,
así como de cualquier otro sujeto en tanto y en cuanto se demuestren aptos para
alterar la conducta del afectado. Asimismo, el mal amenazado ha de ser inminente, no
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Definición.
El artículo 259 del Código Civil y Comercial define al acto jurídico en los siguientes
términos: “El acto jurídico es el acto voluntario lícito que tiene por fin inmediato la
adquisición, modificación o extinción de relaciones o situaciones jurídicas”.
Así, dentro de las clasificaciones y subclasificaciones en las que se funda el Código, tal
como hemos señalado anteriormente, el acto jurídico se presenta como un hecho
humano –acto– voluntario y lícito que tiene además la particularidad de tener por fin
inmediato la adquisición, modificación o extinción de relaciones o situaciones jurídicas.
De tal definición se advierten los caracteres que presenta el acto jurídico:
1) Es un acto voluntario: el acto jurídico es en esencia un acto voluntario, es decir
ejecutado con discernimiento, intención y libertad. Esta voluntad interna debe traducirse
en una acción material que la dé a conocer.
2) Acto lícito: el acto jurídico debe ser conforme a los preceptos del derecho, pues no
podría concebirse que el ordenamiento tutelara actos contrarios al ordenamiento
mismo. De modo que, cuando aparece en sus elementos lo contrario a la ley, al orden
público o a las buenas costumbres, la ilicitud se comunica a todo el acto que, en
consecuencia, es inválido.
3) El fin jurídico inmediato: el fin jurídico es la realización de un interés que la ley
considera digno de tutela, característica sobresaliente del acto jurídico porque en ella
se manifiesta el aspecto funcional del negocio jurídico como instrumento destinado a
cumplir una función económico- social. Este aspecto funcional es el que permite
distinguir el acto jurídico de otros actos que, siendo voluntarios y lícitos, no son actos
jurídicos, ya que la voluntad no está encaminada a establecer relaciones jurídicas, o no
tiene por objeto inmediato la producción de efectos jurídicos (Tagle, 2002).
Elementos esenciales
Los elementos esenciales del acto jurídico son: sujeto, objeto, causa y forma que
necesariamente deben estar presentes para que el acto sea válido.
a) Sujetos.
Diferentes personas o sujetos pueden intervenir en el otorgamiento de
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b) Objeto.
En cuanto al objeto del acto jurídico el art., 279 CCyC dispone que: “el
objeto del acto jurídico no debe ser un hecho imposible o prohibido por la ley, contrario
a la moral, a las buenas costumbres, al orden público o lesivo de los derechos ajenos o
de la dignidad humana. Tampoco puede ser un bien que por un motivo especial se
haya prohibido que lo sea”.
El artículo restringe el objeto de los actos jurídicos a los hechos y a los bienes. Dentro
de esto el objeto puede ser elegido libremente por las partes aunque se establecen
normativamente los recaudos que debe reunir expresándolo en forma negativa:
Requisitos comunes a los hechos y a los bienes
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-la posibilidad: si bien el art., solo habla de hechos imposibles, este requisito
se hace extensivo también a los bienes. La imposibilidad puede causar la nulidad del
acto cuando es (i) originaria, es decir está presente desde que el acto se celebró sin
perjuicio del supuesto de convalidación de los actos jurídicos sujetos a plazo o
condición suspensiva-art., 280-; (ii) absoluta, es decir que el objeto debe ser imposible
para todos y o solo para el sujeto obligado.
-la determinabilidad: el objeto del acto jurídico debe ser determinado o
determinable. Este requisito surge de los arts., 1005 y 1006 del CCyC. Es determinado
cuando se encuentra designado con exactitud al tiempo de celebración del acto
jurídico, y determinable cuando legal o convencionalmente se prevén los mecanismos o
herramientas que permitan precisarlo al momento de cumplimiento del acto.
Requisitos en relación a los hechos
-la licitud: el hecho es ilícito cuando es contrario a la ley, por ej., ejercer la
profesión sin título habilitante.
-hechos contrarios a la moral, las buenas costumbres y el orden público.
-hechos no lesivos de los derechos ajenos o de la dignidad humana: ej., del
primero el fraude, ej., del segundo el que lesiona la honra o reputación.
Requisitos con relación a los bienes
-bienes prohibidos: ej. aquellos cuya comercialización está prohibida como los
estupefacientes.
Aunque el art., 279 no lo dice expresamente resulta claro que el acto cuyo objeto no
cumple con recaudos anteriores podrá ser declarado nulo. La nulidad será absoluta o
relativa según el interés afectado sea el general-absoluta-o el particular-relativa-.
c) Causa.
El art., 281 del CCyC dispone: “la causa es el fin inmediato autorizado
por el ordenamiento jurídico que ha sido determinante de la voluntad. También integran
la causa los motivos exteriorizados cuando sean lícitos y hayan sido incorporados al
acto en forma expresa, o tácitamente si son esenciales para ambas partes”.
La causa es la razón de ser del negocio jurídico poseyendo una doble
significación: objetivamente hace referencia a la finalidad perseguida por el negocio
jurídico que es unitaria para las partes, subjetivamente son los móviles perseguidos
para contratar estén expresa o tácitamente previstos en el acto.
Aunque la causa no esté expresada en el acto se presume su
existencia mientras no se pruebe lo contrario (art., 282).-
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d) Forma.
Dispone el art., 284 del CCy C: “si la ley no dispone una forma
determinada para la exteriorización de la voluntad, las partes pueden utilizar la que
estimen conveniente. Las partes pueden convenir una forma más exigente que la
impuesta por la ley”.
La forma es la manera como se exterioriza la voluntad del sujeto respecto del objeto en
orden a la consecución del fin jurídico propuesto.
Nuestro código prevé el principio general de libertad de formas con excepción de
aquellos casos que por seguridad o finalidad requieren de una forma impuesta. De ahí
que el criterio de la libertad de formas no sea absoluto y reconozca excepciones, como
aquellas que ordenan la celebración de los actos bajo forma escrita, el instrumento
público, incluso aún la propia autonomía de la voluntad puede imponer formas más
severas que las previstas legislativamente para dar mayor seguridad jurídica al acto.
El art., 285 dispone el supuesto de “forma impuesta”, esto es que si el acto no se
otorga en la forma que la ley exige, no queda concluido como tal en tanto no se haya
otorgado el instrumento respectivo, pero no le quita validez al acto ya que vale como
acto en que las partes se obligan a cumplir con la formalidad expresada, salvo que
aquella forma se exija bajo pena de nulidad. Esto último significa que si la forma es
exigida como condición del nacimiento del acto, la misma no puede ser suplida ni
sometida a una obligación posterior y ese acto carecerá de efectos desde su
nacimiento.
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Elementos accidentales
Se denominan modalidades o elementos accidentales del acto jurídico aquellas
disposiciones accesorias introducidas por las partes, que modifican los efectos
normales del tipo legal, subordinando a un acontecimiento futuro la adquisición de un
derecho o la resolución de un derecho ya adquirido, postergando su exigibilidad, o
imponiendo un deber jurídico excepcional y accesorio al adquirente de un derecho. Las
modalidades que las partes, de conformidad a la autonomía de la voluntad, pueden
introducir a los actos jurídicos son: a) condición; b) plazo; c) cargo.
a) La condición.
Conforme al artículo 343 del CCCN Se denomina condición a la cláusula de los actos
jurídicos, por la cual las partes subordinan su plena eficacia o resolución a un hecho
futuro e incierto.
De este concepto surgen los caracteres de la condición:
a) debe ser un hecho futuro,
b) incierto, contingente, “que puede o no llegar a suceder”, característica esencial y
propia de la condición que la distingue del plazo, que es también un hecho futuro pero
necesario o fatal.
Por su parte, el art. 344 del CCCN prevé las condiciones prohibidas, disponiendo la
nulidad del acto jurídico cuando se haya establecido el acto sujeto a un hecho
imposible, contrario a la moral y a las buenas costumbres, prohibido por el
ordenamiento jurídico o que dependa exclusivamente de la voluntad del obligado.
Finalmente, la norma prevé que se tendrán por no escritas las condiciones que afecten
de modo grave las libertades de la persona, como la de elegir domicilio o religión, o
decidir sobre su estado civil; debiendo entender que el dispositivo es meramente
enunciativo y por lo tanto comprensivo de otros casuismos que impliquen afectar las
libertades individuales.
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futuro es la extinción del derecho ya adquirido. Ello implica que los efectos del acto
comienzan a producirse desde el momento mismo de la celebración del acto, pero
cesan si la condición no tiene lugar.
De acuerdo al art. 346 del CCCN, la regla general es que, cumplida la condición, sea
ésta suspensiva o resolutoria, produce efectos hacia el futuro, lo que implica que el
acto jurídico bajo la modalidad suspensiva cobrará eficacia el día del suceso previsto
como condición; en el caso del negocio jurídico bajo condición resolutoria, producido el
acontecimiento, se extinguirán los efectos a partir de ese momento.
La excepción es que las partes libremente modifiquen dicho efecto hacia el futuro,
dándole a la condición –suspensiva o resolutoria– efectos retroactivos.
Conforme al artículo 348 del Código, el cumplimiento de la condición suspensiva
convierte en puro y simple el derecho del acreedor. Esa conversión produce efectos
desde el momento mismo en que se cumple la condición.
Es decir que, acaecido el hecho futuro e incierto previsto como condición suspensiva, el
sujeto que tenía un derecho eventual pasa a tener un derecho efectivo y, por ende,
podrá hacer valer las prerrogativas que ese derecho conlleve, de acuerdo a la
naturaleza, los fines y el objeto del negocio jurídico celebrado.
En tanto, en el caso del acto sujeto a condición resolutoria, cumplida la condición se
produce el aniquilamiento del derecho constituido. Es decir: desaparecen los efectos
jurídicos del negocio para el futuro, en virtud del art. 346 de este cuerpo legal, y,
consecuentemente, la otra parte pasa a ser titular de este nuevo derecho, pudiendo
exigir todas las facultades que ese derecho le genera, de acuerdo a la naturaleza, los
fines y el objeto del acto jurídico.
Ahora, si las partes hubieren pactado libremente darle a la condición efecto retroactivo,
en el caso de la condición suspensiva, el derecho se adquiere desde la fecha de la
celebración del acto y, en el caso de la condición resolutoria, el derecho se extingue,
considerándose como si nunca hubiese existido.
b) El plazo
El plazo es la fijación en el tiempo del momento a partir del cual el acto jurídico
comenzará a producir efectos o dejará de producirlos
Los caracteres del plazo son:
a) debe ser un hecho futuro,
b) fatal.
El plazo puede ser suspensivo o resolutorio. Será suspensivo cuando la exigibilidad del
acto jurídico depende del acaecimiento del término; en tanto que será resolutorio
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c) El cargo.
Es una obligación accesoria impuesta al adquirente de un derecho sin carácter de
contraprestación. Se caracteriza por:
-tratarse de una obligación cuyo cumplimiento es coercitivamente exigible
-es impuesto al adquirente de un derecho
-es accesorio, en cuanto sigue la suerte del derecho al que accede.
-su incumplimiento no impide ni extingue los efectos normales del acto.
La lesión
Concepto. Presupuestos de procedencia: subjetivos y objetivos
La lesión viene definida por el artículo 332 que dispone: “Puede demandarse la nulidad
o la modificación de los actos jurídicos cuando una de las partes explotando la
necesidad, debilidad síquica o inexperiencia de la otra, obtuviera por medio de ellos
una ventaja patrimonial evidentemente desproporcionada y sin justificación. Se
presume, excepto prueba en contrario, que existe tal explotación en caso de notable
desproporción de las prestaciones. Los cálculos deben hacerse según valores al
tiempo del acto y la desproporción debe subsistir en el momento de la demanda. El
afectado tiene opción para demandar la nulidad o un reajuste equitativo del convenio,
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Presupuestos de procedencia
Para que se configure la figura de la “lesión subjetiva-objetiva”, es necesario que
concurran:
a) la grave desproporción en las prestaciones que debe existir al momento
de la celebración del negocio jurídico – elemento objetivo– y
En relación al primer presupuesto, es decir “la ventaja patrimonial evidentemente
desproporcionada y sin justificación”, éste debe ser concomitante a la celebración del
negocio y la desarmonía entre las prestaciones debe ser “notable”, “evidente” a la
época en que el negocio tuvo nacimiento y no surgir con posterioridad por
acontecimientos ajenos a la voluntad de las partes y que no eran previsibles al tiempo
de celebrarse el acto, pues, en tal caso, se podrá revisar el negocio por aplicación de la
cláusula rebus sic statibus (López Mesa, 2008).
Además, se exige que esa ventaja excesiva se obtenga sin justificación, lo que implica
efectuar una indagación acerca de la causa fin del negocio, pues, si quien celebró el
negocio pretendió efectuar una liberalidad, dicho acto jurídico escapará a la teoría de la
lesión.
Por último, “la desproporción debe subsistir en el momento de la demanda”, lo que
resulta lógico en razón del axioma “el interés es la medida de la acción”; por ende, si, al
momento de entablarse la acción, las prestaciones por diversas circunstancias se
tornaron equivalentes, desaparece el interés jurídicamente protegido para promoverla.
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como de excepción, la nulidad (“nulidad relativa” en los términos de los arts. 386 y
388 del Código Civil y Comercial) como la modificación del acto lesivo, es decir, un
reajuste equitativo del convenio. Si el lesionado opta por esta segunda opción, el litigio
queda “trabado” en ese aspecto y el demandado no puede reconvenir por nulidad.
Ahora bien, en el caso de que el lesionante demande por nulidad, el demandado
puede, al contestar la demanda, modificar dicho reclamo en acción de reajuste, si
ofrece suprimir la desproporción de las prestaciones.
La simulación
Concepto.
El vicio de simulación, es definido como el defecto de buena fe del acto jurídico
consistente en la discordancia consciente y acordada entre la voluntad real y la
declarada entre los otorgantes del acto efectuada con ánimo de engañar de donde
puede resultar o no, lesión al ordenamiento normativa o a los terceros ajenos al acto.
Clases de simulación
simulación absoluta y relativa.
La simulación absoluta tiene lugar cuando se celebra un acto jurídico que nada
tiene de real; el acto es completamente ficticio, irreal. Es decir, las partes no
quieren en realidad celebrar ningún negocio jurídico, sino que quieren modificar
la apariencia de una disminución del activo o un amento ficticio del pasivo de
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por las partes o el beneficiario del acto simulado, normalmente destinado a quedar
secreto en el que se declara el verdadero contenido o carácter del acto y tendiente a
restablecer la realidad de las cosas.
En primer lugar, debe señalarse que la acción de simulación no procede contra los
acreedores adquirentes de buena fe que hubiesen ejecutado los bienes simuladamente
enajenados.
En relación al subadquirente que adquirió a título gratuito o de mala fe, sí procede la
acción de simulación; en cambio, la invalidez del negocio simulado no alcanza a los
terceros subadquirentes de buena fe –es decir, quien, al momento de la transmisión,
ignorase que el derecho tiene como antecedente un acto simulado– y a título oneroso,
respecto a los cuales la sentencia resulta inoponible.
Se entiende que son subadquirentes de mala fe aquellos que conocieron o pudieron
conocer, obrando con cuidado y previsión, la simulación. Efectos
Todo tercero que se ha visto perjudicado por la simulación tiene derecho a ser
resarcido del daño sufrido.
En el supuesto en que, promovida la acción por el acreedor, el bien se haya enajenado
a un subadquirente de buena fe y a título oneroso, por lo que no le alcanza la
oponibilidad del pronunciamiento judicial, éste podrá demandar tanto a quien contrató
con él como al subadquirente – ambos de mala fe– por daños y perjuicios, quienes
responderán de manera solidaria.
Desde otra perspectiva, en el supuesto que el acreedor promueva acción en contra de
subadquirente de buena fe pero a título gratuito, éste responderá sólo en la medida de
su enriquecimiento.
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El fraude
Noción
La noción de fraude implica una inmediata referencia al engaño, al acto contrario a la
verdad y al recto proceder. Tiene múltiples posibilidades: el fraude a la ley: que supone
una conducta tendiente a eludir los efectos de una norma imperativa o de origen
convencional, utilizando otra vía negocial no reprobada por ley; y el fraude a los
acreedores que hace referencia a los actos otorgados por el deudor, que tienen como
nota común una afectación de su patrimonio de tal magnitud que provoca o agrava su
insolvencia, impidiendo así la satisfacción de los créditos concedidos con anterioridad a
aquéllos y con evidente perjuicio para los mismos. Es decir que el fraude a los
acreedores es la provocación o agravación de la insolvencia del deudor mediante actos
u omisiones del deudor en perjuicio de sus acreedores, sustrayendo bienes de su
patrimonio.
Esta caracterización permite señalar tres notas que se hallan presentes en la noción de
fraude a los acreedores:
a) otorgamiento por el deudor de actos o negocios jurídicos;
b) provocación o agravación de la insolvencia del deudor y
c) sustracción de bienes del patrimonio del deudor en perjuicio de los derechos de los
acreedores.
La acción de inoponibilidad
En primer lugar, cabe señalar que el efecto de la acción de fraude no es la nulidad, sino
la inoponibilidad. Este efecto implica que el acto otorgado por el deudor en fraude a los
acreedores es válido entre éste y el tercero con quien celebró el acto y sólo queda
privado de eficacia frente al acreedor que acciona, es decir que no puede hacerse valer
contra él en la medida necesaria para la satisfacción de su crédito.
El Art. 338 del Código Civil y Comercial, prevé: “Declaración de inoponibilidad. Todo
acreedor puede solicitar la declaración de inoponibilidad de los actos celebrados por su
deudor en fraude de sus derechos, y de las renuncias al ejercicio de derechos o
facultades con los que hubiese podido mejorar o evitarlo empeorar su estado de
fortuna”.
Como se advierte, la norma legitima para la acción de fraude a “todo acreedor”, es
decir, a cualquier acreedor, incluso los acreedores con privilegio general, especial,
condicionales, a plazo, etc., puedan incoar la acción, pues sólo deberán acreditar su
calidad de acreedor y los requisitos que prevé el artículo 339 del CCCN.
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Requisitos de procedencia
El artículo 339 del código unificado establece las condiciones generales para la
procedencia de la acción de inoponibilidad. Dispone: “Requisitos. Son requisitos de
procedencia de la acción de declaración de inoponibilidad: a) que el crédito sea de
causa anterior al acto impugnado, excepto que el deudor haya actuado con el propósito
de defraudar a futuros acreedores; b) que el acto haya causado o agravado la
insolvencia del deudor; c) que quien contrató con el deudor a título oneroso haya
conocido o debido conocer que el acto provocaba o agravaba la insolvencia”.
Tenemos, entonces, tres condiciones de procedencia de la acción de inoponibilidad.
a. El crédito por el que se acciona debe ser anterior al acto.
El primer presupuesto es que el crédito de quien acciona sea de causa anterior al acto
impugnado, excepto que el deudor haya actuado con el propósito de defraudar a
futuros acreedores.
La razón de ser de este primer recaudo es que los acreedores de fecha posterior al
acto del deudor no podrían invocar fraude en su perjuicio, pues, cuando llegaron a
constituirse en acreedores, sea por contrato, sea por disposición de la ley, los bienes
habían salido del patrimonio del deudor y, por ende, no conformaban parte de su
garantía patrimonial.
Ahora bien, la norma establece una excepción, y es en el caso de que el acto
impugnado, aunque posterior al origen del crédito, haya sido realizado en previsión de
la obligación que nacería más tarde. Es decir que, si el deudor hubiere realizado el
negocio teniendo en miras perjudicar a futuros acreedores, estos podrán incoar la
acción de inoponibilidad. Ello así, en razón de castigar la conducta dolosa del deudor.
b. Relación de causalidad entre la insolvencia y el acto del deudor.
El segundo requisito supone que entre el acto que se ataca y la insolvencia del deudor
haya una relación de causalidad. Este recaudo se explica porque lo que caracteriza al
negocio fraudulento es el perjuicio que acarrea para el patrimonio del deudor el generar
o agravar su insolvencia, toda vez que se verá imposibilitado de responder a todas su
obligaciones contraídas y, por ende, el daño que causa al acreedor es no satisfacer su
acreencia.
En otras palabras, la procedencia de la acción requiere la existencia de un perjuicio
causado al acreedor, el que proviene de la insatisfacción actual o futura de los créditos
vigentes producto de un estado de impotencia patrimonial, provocado o agravado
precisamente por los negocios inoponibles
c. Mala fe del tercero contratante.
El último de los presupuestos exige que el tercero que contrató con el deudor a título
oneroso haya obrado de mala fe, es decir, haya conocido o debido conocer que dicho
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Efectos.
Efectos frente a terceros (art., 340). El fraude no puede oponerse a los acreedores del
adquirente que de buena fe hayan ejecutado los bienes comprendidos en el acto.
La acción de acreedor contra el subadquirente sólo procede si adquirió a título gratuito
o si siéndolo a título oneroso es cómplice del fraude (es decir actuó de mala fe). La
complicidad se presume si al momento de contratar conocía el estado de insolvencia.
El subadquirente de mala fe y quien contrato de mala fe con el deudor responden
solidariamente por los daños causados al acreedor que ejercitó la acción, si los
derechos se transmitieron a un adquirente de buena fe y a título oneroso o de otro
modo se perdieron para el acreedor. El que contrató de buena fe y a título gratuito con
el deudor responde en la medida de su enriquecimiento.
Aclarando el tema
Si el adquirente a quién el deudor le transmite los bienes es de buena fe y a titulo
oneroso: la acción de fraude no procede contra ellos.
Si el adquirente a quién el deudor le transmite los bienes es de buena fe y a titulo
gratuito: responde en la medida de su enriquecimiento.
Si el adquirente a quién el deudor le transmite los bienes es de mala fe: la acción de
fraude procede ya que es cómplice del fraude. El tercer adquirente puede paralizar la
acción dando garantías suficientes o pagando el crédito sin perjuicio de sus acciones
contra el deudor.
Con respecto al subadquirente, la acción procede si adquirió a título gratuito (sea de
buena o mala fe) o si siéndolo a título oneroso y de mala fe (cómplice del fraude).
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1)- Nulidad.
La nulidad es una sanción legal que priva a un acto jurídico de sus efectos propios o
normales con efecto retroactivo y frente a todos (partes y terceros) por adolecer de
defectos originarios, estructurales y esenciales a través de un proceso de impugnación
y declaración.
El acto defectuoso no es automáticamente ineficaz (nulo), sino que a la nulidad, sino
que hay que invocarla. De ahí el concepto “impugnación y declaración” y dicha
impugnación puede hacerse por vía de acción-tomo la iniciativa y pido la nulidad del
acto- o de excepción-cuando me reclaman el cumplimiento me defiendo e interpongo
esta nulidad como excepción-.
La nulidad puede ser absoluta o relativa según el interés predominantemente protegido.
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Si los vicios o defectos que padece un acto jurídico afectan intereses generales o
colectivos dados por el orden público, la moral y las buenas costumbres la nulidad será
absoluta. En cambio si el interés afectado por el acto es particular, individual de los
sujetos del negocio la nulidad es relativa (art., 386).
La nulidad absoluta funciona de la siguiente manera:
ـ La nulidad absoluta puede declararse por el juez, aun sin petición de parte si es
manifiesta al momento de dictar sentencia. Algo que no ocurre con la nulidad
relativa porque solo está en juego el interés particular.
ـ Puede alegarse por el Ministerio Público: porque actúa en defensa del interés
público y vela por la observancia y cumplimiento de la ley.
ـ Puede ser invocada por cualquier interesado: sean las partes o un tercero que
tenga interés legítimo.
ـ No puede ser alegada por la parte que invoque la propia torpeza para lograr un
provecho como el que actuó de mala fe y quiere obtener un provecho de su
declaración.
ـ No puede sanearse ni por la confirmación del acto ni por la prescripción.
La nulidad relativa funciona de la siguiente manera:
ـ La nulidad relativa solo puede declararse a instancia de las personas en cuyo
beneficio se establece y por ende no procede de oficio. Ej, en los casos de vicio
de error, violencia, dolo o lesión quién resulta víctima de dichos vicios. Si el acto
es celebrado por un incapaz de ejercicio sus representantes legales.
ـ Puede sanearse por la confirmación del acto y por la prescripción de la acción.
La confirmación es cuando la parte que puede pedir la declaración de nulidad
relativa del acto manifiesta expresa o tácitamente su voluntad de tener al acto
como válido siempre que haya desaparecido la causa de la nulidad.
ـ La parte que obró con ausencia de capacidad de ejercicio para el acto, no puede
alegarla si obró con dolo.
La nulidad según la extensión de la nulidad puede ser total-cuando se extiende a todo
el acto- o parcial-afecta a una o varias de sus disposiciones-.
El art., 390 CCyC se ocupa del efecto de la nulidad y dispone que la nulidad declarada
por los jueces vuelve las cosas al estado anterior en que se encontraban antes de la
celebración del acto, lo que significa que sea la nulidad absoluta o relativa sus efectos
son para el pasado y la sentencia tiene efecto retroactivo. Habrá que en consecuencia
devolverse lo que se recibió por el acto nulo y se extinguen los derechos que aquel
hubiese generado. No obstante se mantienen intactos los derechos reales o personales
adquiridos por un tercero de buena fe y a título oneroso sobre un inmueble o mueble
registrable.
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2)- Inoponibilidad.
La inoponibilidad es un supuesto de ineficacia establecido por la ley que priva a un acto
jurídico válido y eficaz entre partes de sus efectos respecto de determinados terceros
para quienes el acto es como si no existiera, ej., en el fraude.
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