¿Cómo podría afectar "el pensamiento abismal" el funcionamiento del estado y el
establecimiento de una ética del servidor público en Venezuela? El pensamiento abismal, es el pensamiento occidental moderno, que consiste en un sistema de distinciones visibles e invisibles, donde las distinciones invisibles son establecidas a través de líneas esenciales que dividen la realidad social en dos universos, en donde uno de ellos desaparece como realidad, se convierte en no existente, en ninguna forma relevante o comprensible de ser, en consecuencia es radicalmente excluido porque se encuentra más allá del universo de lo que la concepción aceptada de inclusión considera. Fundamentalmente lo que más caracteriza al pensamiento abismal, es la imposibilidad de la copresencia de los dos lados de la línea de pensamiento. El lado de la línea prevalece en la medida en que ajustada al campo de la realidad relevante. En Venezuela a raíz del auge petrolero abrió las puertas a la inversión de capital extranjero, incrementando el interés en la participación de las empresas trasnacionales y condicionando la dinámica nacional de los modos de producción hasta transformarla con lo establecido por el pensamiento occidental moderno. Desde entonces, Venezuela habría dejado de ser un país agrícola y que se transformaría al pasar de los años, en un país 100% dependiente del rentismo petrolero. Este hecho no sólo afecto el sector económico, sino que también influenció en lo social, político y especialmente en la cultura. Como consecuencia de ello, la desigualdad social se acentúo, fueron cedidos derechos sobre los recursos y sobre las tierras a los intereses imperiales, que por años extrayendo la materia prima a muy bajos costos a cambio de productos procesados a muy altos costos; condenando y sometiendo a Venezuela a la dependencia de las grandes potencias, instaurando como única realidad la línea de pensamiento del mundo moderno como la vía al desarrollo. En 1999, con la llegada de la Revolución Bolivariana, liderada por el Presidente Hugo Chávez, se inicia un proceso de refundación republicana anti-imperialista con acciones estratégicas bien definidas, entre ellas la formación de un hombre nuevo, que se refería a reeducar a la ciudadanía para que creara una nueva conciencia y rescatar los valores históricos y nacionales que permitieran deslastrarse de la dinámica pasada. Esos nuevos valores debían reorientar a una nueva dinámica social que influyera en el cambio sobre los modos de producción. La ética debe constituir el componente esencial de toda actividad humana, y con más razón, de la sagrada conquista de la Revolución Bolivariana, y debe ser el hilo conductor en el proceso de su implantación, consolidación y desarrollo mediante la acción política colectiva. “Moral y luces son los polos de una República; moral y luces son nuestras primeras necesidades”, es una de las joyas que componen el inmenso patrimonio ideológico y moral que, como un tesoro, nos lego Bolívar. El conjunto de principios y preceptos que conforman la ética bolivariana ha sido extraído de los más valiosos ejemplos de la vida de nuestro Libertador, y de la experiencia de las luchas por la emancipación de la humanidad entera, y los asumimos con honor y compromiso en la obra colectiva y nobles objetivos del ser humano, como la reafirmación de la dignidad y la libertad, la búsqueda de la verdad, la bondad y la belleza, el desarrollo pleno de su potencial creador en función de la felicidad, la justicia y la solidaridad entre iguales, esencia y fin de del ideal bolivariano. Son estos los valores que debería regir la ética del servidor público actual en Venezuela.