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Fotografía de la Galaxia Gran Nube de Magallanes con las posiciones marcadas de los sistemas de
dos estrellas eclipsándose utilizadas para determinar la distancia. / ESO/R. GENDLER
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La Gran Nube de Magallanes, una galaxia enana vecina de nuestra
Vía Láctea y visible en el cielo del hemisferio Sur, está a una
distancia de la Tierra de 162.902 años luz, según han determinado
con precisión unos astrónomos. Ellos han logrado así reducir la
incertidumbre en el valor de dicha distancia hasta un 2,2%,
mientras que hasta ahora estaba entre el 5% y 10%. La medida de
las distancias en el universo es siempre una tarea ardua y la mejora
de la precisión en el caso de la Gran Nube de Magallanes es
importante en sí misma. Pero los investigadores señalan que este
resultado ayuda también a precisar el valor de un parámetro clave
de la cosmología: la Constante de Hubble, que mide la tasa de
expansión del universo al relacionar las distancias de las galaxias
con la velocidad a la que se alejan.
“Las distancias a las que están los cuerpos celestes son cruciales en
la astronomía. Permiten a los astrónomos comprender la estructura
del universo, desde la organización del Sistema Solar al
reconocimiento de que las galaxias están más allá de la Vía
Láctea”, escribe en Nature el experto Bradley E. Schaefer
(Universidad del Estado de Luisiana, EE UU). Las distancias, añade,
se deducen mediante una escala, de manera que, con las medidas
correspondientes a los cuerpos más cercanos, se determinan las de
los lejanos. La distancia de la Gran Nube de Magallanes, afirma
Schaefer, es un cuello de botella en los primeros peldaños de esa
escala, de manera que si hay un error del 10% en ella, igualmente
lo habrá en la determinación de la distancia de todas las galaxias.
El astrónomo estadounidense Edwin Hubble descubrió hace más de
80 años que las galaxias se están alejando unas de otras, y que
cuanto más lejos están, mayor es su velocidad de recesión. Fue una
revolución en el conocimiento del universo y un pilar fundamental
de la teoría del Big Bang, pero medir las distancias con exactitud
sigue siendo un reto de primer orden para los astrónomos.