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Historia
UNIVERSIDAD
CORREO ELECTRÓNICO
hgvanthoff@gmail.com
1
Disputas en torno al aprovechamiento del agua en la ciudad de Tlaxcala durante el
Porfiriato (la ley de junio de 1894)
Resumen
El presente estudio monográfico tiene como objetivo analizar las cuestiones relativas a las
concesiones para el uso del agua en la ciudad de Tlaxcala como fuente de ingreso para el erario
municipal y federal. Se evaluarán también las disputas que surgieron en torno a la aplicación de
la legislación que sobre materia de aguas aplicó el gobierno federal a partir de 1894. Los
principales archivos que servirán de soporte a esta investigación serán los cortes de caja
practicados por el ayuntamiento municipal de la ciudad de Tlaxcala del año 1890 al de 1898. El
ensayo girará sobre dos ejes centrales: por un lado, examinar las medidas impulsadas por el
gobierno federal para asegurarse la exclusividad de los frutos de las rentas recaudadas por el
otorgamiento de mercedes de agua;1 por el otro, reconocer las características de la población
beneficiada con dichas dotes.
Introducción
A finales del siglo XIX la ciudad de Tlaxcala poseía un tamaño y una población mucho menores
en comparación con los de las capitales de otros estados, no obstante, dicho aspecto no demerita
la realización de estudios analíticos sobre los procesos de gestación y desarrollo de las prácticas
vinculadas con el uso y el aprovechamiento del agua, pues, como veremos, Tlaxcala estuvo
íntimamente vinculada con el panorama nacional. Las problemáticas surgidas en torno al
usufructo del agua en México a finales del siglo XIX serían, en última instancia, consecuencia de
las políticas implementadas por los sucesivos gobiernos liberales quienes tendrían que hacer
frente a la oposición de los estados, municipios y comunidades.
En 1867, después de una larga lucha, el gobierno republicano derrotó a las fuerzas
imperiales. Como consecuencia, el bando más conservador de la política mexicana quedó
relegado a un segundo plano, mientras que el bando triunfante pudo imponer el proyecto que
1
Los documentos consultados en los archivos se refieren siempre a mercedes de agua, sin embargo, cabe aclarar que
dicho concepto es un tanto anacrónico pues hace alusión a una mentalidad propia del periodo novohispano. Aun así
se respetará dicho término a lo largo del ensayo no sin antes mencionar que es más apropiado referirnos a tomas de
agua antes que a mercedes o dotes.
2
había comenzado a gestarse desde la década anterior a través de la Constitución de 1857 y de las
Leyes de Reforma. Con esa legislación en mano, los gobiernos de Benito Juárez, Sebastián Lerdo
de Tejada y Porfirio Díaz se abocaron a la tarea de implementar una serie de medidas que
promovieran la incorporación de México al imperante modelo económico propugnado,
principalmente, por Estados Unidos e Inglaterra: el liberalismo económico.
...se puede notar una acentuación del papel económico del Estado Federal que empieza
a ser considerado como un actor fundamental en el proceso de producción de nueva
riqueza a través del estímulo a los empresarios nacionales y favoreciendo a una mayor
asociación entre éstos y el capital extranjero.”4
Bajo esta óptica, hubo un cambio en la forma en que el gobierno concebía a los recursos
naturales. Las políticas liberales se encaminaron hacia una intervención directa en la legislación
de bienes patrimoniales como el agua, la tierra y el subsuelo, con el fin de que el Estado pudiera
obtener de ellos una fuente ingresos.
2
Diana Birrichaga, “Legislación en torno al agua, siglos XIX y XX”, en Semblanza histórica del agua en México,
México, CONAGUA, 2009, p. 46.
3
Marcello Carmagnani, Estado y mercado. La economía pública del liberalismo mexicano, 1850-1911, México, El
Colegio de México/Fondo de Cultura Económica, 1994, p. 202.
4
Ibid., p. 49.
3
En 1888 se expidió la primera ley de ámbito nacional en materia de aguas cuya finalidad
era permitir la injerencia del gobierno federal en la administración de los recursos hídricos. La
llamada Ley de Vías Generales de Comunicación “...inició la reglamentación por parte del
gobierno federal, en un momento en que el asunto de las aguas llamaba la atención por que
empezó a ser utilizada en grandes cantidades para generar energía eléctrica y regar abundantes
extensiones de cultivo.”5 Seis años después, el 6 de junio de 1894, se decretó una nueva ley, en
esta ocasión se “... facultaba al ejecutivo federal para conceder derechos de aguas a particulares y
compañías que así lo solicitaran.”6 Estas dos legislaciones supusieron un menoscabo en los
intereses de los gobiernos estatales y de los ayuntamientos, que hasta entonces habían sido los
únicos beneficiarios de las entradas percibidas por el uso de las aguas pertenecientes a sus
demarcaciones. Antes de analizar las consecuencias generadas a raíz de la implementación de
estas leyes, examinaremos algunas de las características de la ciudad de Tlaxcala hacia finales del
siglo XIX.
Desde finales del periodo colonial y hasta bien entrado el Porfiriato, la cantidad de habitantes de
la ciudad de Tlaxcala osciló entre los 2000 y los 3500 (tabla 1). El crecimiento poblacional se
ralentizó y en algunos momentos se retrajo. La población era mucho menor que la de las capitales
de otros estados, inclusive que la de algunas localidades vecinas como Santa Ana Chiautempan,
Huamantla y, a finales de siglo, Apizaco. Las manzanas ubicadas en las cercanías del río
Zahuapan estaban deshabitadas a pesar de tener una traza señalada.7
5
Jesús Edgar Mendoza García, “Los municipios de San Gabriel Chilac y San Juan Teotihuacan ante la federalización
de las aguas, 1888-1960”, en Relaciones, N° 136, otoño 2013, Centro de Investigación y Estudios Superiores en
Antropología Social, p. 373.
6
Armando Méndez Zárate, “Readecuaciones hídricas: el paisaje y el agua del río Ameca (Jalisco-México) 1880-
1900”, en Boletín de Antropología (versión en línea), Medellín, Universidad de Antioquia, vol. 31, N° 52, 2016, p.
97, [consultado en mayo del 2017] disponible en: http://dx.doi.org/10.17533/udea.boan.v31n52a08
7
Carlos Bustamante López, “La ciudad de Tlaxcala del siglo XVI al XX” en Eugenio Delgado (coord.), La ciudad
de Tlaxcala y su zona conurbada, México, Universidad Autónoma de Tlaxcala/Centro de Investigaciones
Interdisciplinarias Sobre Desarrollo Regional/Secretaría de Obras, Desarrollo Urbano y Vivienda/Altres Costa Amic,
2007, p. 20.
4
fuera de la ciudad...”8 Los proyectos generados en 1830 y 1832 para establecer una industria
textil en la ciudad que se aprovechara de las corrientes traídas por los manantiales de los cerros
circundantes no cuajaron debido principalmente al escaso caudal de las mismas.9 Esto tuvo como
consecuencia que la ciudad de Tlaxcala se mantuviera ajena a la industrialización durante todo
este periodo. Las fábricas más cercanas a la región, y que harían uso de la fuerza del agua como
motor, se establecerían en Puebla a orillas del río Atoyac formando un corredor fabril: La
Constancia Mexicana (1835), El Valor (1839), La Economía, El Patriotismo, La Beneficencia, El
Mayorazgo, Molino de Enmedio, entre otras.10
Como podemos ver, el uso del agua con fines industriales en la ciudad de Tlaxcala fue nulo
y aún al finalizar la centuria se limitaría, en todo caso, al consumo por parte de los habitantes, al
regadío de las pequeñas huertas, en la producción de aguardiente y de loza. Las cuentas
municipales de aquellos años nos permiten apreciar, en términos generales, el peso que tenían las
mercedes de agua concedidas dentro de las finanzas del ayuntamiento.
El porcentaje que representan las concesiones de agua en los ingresos totales del municipio varía
año con año oscilando entre un 2.82 y un 5.55%, cantidad mínima en comparación con lo
recaudado por los réditos de fincas rústicas y urbanas (entre 32.76 y 64.54%), por los réditos de
montes y terrenos (entre 7.8 y 29.22%) y por la renta de los puestos del mercado público (entre
6.54 y 10.63%).11 La gráfica 1 muestra la participación porcentual de los principales rubros de
ingresos del Ayuntamiento de Tlaxcala.
Los cortes de caja de los años 1890 a 1898 nos muestran un incremento en las cantidades
recaudadas por concepto de mercedes de agua (gráfica 2), sin embargo, es necesario comparar
dichas cifras con los ingresos totales (gráfica 3) para así tener un punto de comparación y cotejar
8
Jesús Barbosa Ramírez, “Transformaciones del espacio de la ciudad de Tlaxcala en el siglo XIX”, en Juan Uvaldo
Estrada Ramos, et. al., Configuraciones de la modernidad. Tlaxcala y sus transformaciones espaciales (1780-1940),
Tlaxcala, Universidad Autónoma de Tlaxcala, 2014, p. 55.
9
Ibidem, pp. 55-56.
10
Sergio Francisco Rosas Salas, Agua y tecnología en la industrialización de Tlaxcala. Las fábricas textiles La
Tlaxcalteca y La Josefina (1881–1892) [en línea], El Colegio de Michoacán, p. 4, [consultado en mayo del 2017]
disponible en www.amhe.mx/jornadas/ponencias2012/Sergio_Rosas.pdf
11
Archivo histórico del estado de Tlaxcala, fondo incorporado, sección ayuntamiento, serie archivo municipal, años
de 1890 a 1898.
5
si el incremento es proporcional al de las entradas totales. Al confrontar los datos tenemos que,
en ambos casos, la tendencia es a la alza, si bien encontramos algunos declives: para los ingresos
totales del municipio, en los años de 1894, 1896 y 1898, y para las mercedes de agua en los años
de 1894, 1897 y 1898.
Otra comparación que debemos hacer es entre los ingresos percibidos por el ayuntamiento
y los que eran destinados a la federación, la razón es porque el gobierno federal a partir de la
década de los 90’s comenzó a implementar un mayor control sobre distintos ramos que hasta
entonces eran de titularidad casi exclusiva de los ayuntamientos y gobiernos estatales. Hasta
mediados de 1894, las cantidades asignadas a la federación quedaban comprendidas bajo el
concepto «Sellos federales por los ramos que causa esta contribución», también citado en
ocasiones como «Productos del impuesto federal», pero desde el mes de septiembre de ese año, el
rubro es eliminado y se sustituye por una nueva columna, con el encabezado «Federal», al lado
de la de ingresos. Los ramos que son contabilizados en esa columna incluyen el expendio de
vinos, licores y aguardiente, las carnicerías y tocinerías, la pensión a los billares, lo recaudado por
casas de empeño, por aparadores y por mercedes de agua.
Como ya se había mencionado, en junio de 1894 se emitió una ley que facultaba al poder
ejecutivo de un control más directo en la administración de los recursos hídricos. La medida
estuvo contextualizada dentro de un proceso que Carmagnani llama «segunda desamortización»
(considerando como primera desamortización la iniciada en 1856 con la Ley Lerdo), que cobró
fuerza entre 1883 y hasta principios del siglo XX.12 La legislación generada repercutió en las
finanzas relativas al mercado de tierras, a la minería y al agua. En lo concerniente a la tierra se
12
Para profundizar más sobre el proceso de desamortización, véase Carmagnani, op. cit., pp. 32-44.
6
dictó en 1883 una ley que facilitaba a compañías privadas la colonización de terrenos baldíos y,
en 1894 otra más “...que tenía que ver con la difusión de los derechos de propiedad de las tierras
baldías, de propiedad nacional...”13, Carmagnani menciona que, a raíz de esto, “...entre 1883 y
1896 fueron privatizados 74.5 millones de hectáreas con efectos especialmente significativos
tanto para los ingresos federales como para el crecimiento de la agricultura comercializada...”14.
No obstante, a nivel estatal estas disposiciones no rindieron muchos frutos ya que:
Desde esta perspectiva, el agua era el único bien patrimonial del estado y de las
comunidades del que podía hacer uso el gobierno federal para obtener algún provecho, pero al no
haber empresas interesadas en aprovecharse de los escasos recursos hídricos con los que contaba
el municipio, el gobierno federal se limitó a fijar una cuota que fuera directamente proporcional a
las ganancias que la ciudad de Tlaxcala obtenía por las concesiones de agua otorgadas a sus
habitantes. En el estado, la ley en materia de aguas decretada por el gobierno porfirista se puso en
práctica en septiembre de 1894, tres meses después de su emisión. El porcentaje impuesto por el
gobierno federal fue del orden del 30% con respecto a las cantidades correspondientes al
municipio por concepto de mercedes de agua otorgadas (ver tabla 3), dicho porcentaje era, de
hecho, el mismo que se exigía para los distintos rubros concernientes al ramo de arbitrios de la
ciudad.16
13
Carmagnani, op. cit., p. 39.
14
Carmagnani, op. cit., p. 41.
15
Jenny Zapata de la Cruz, “Tlaxcala: entre la modernización y la frontera del retroceso (del Prosperato a la
Revolución Mexicana)”, en LiminaR (versión en línea), Vol. 8, N° 1, San Cristóbal de las Casas, jun. 2010,
[consultado en mayo del 2017] disponible en http://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1
665-80272010000100009
16
El ramo de arbitrios se constituía por: gravámenes establecidos por actividades comerciales como lo eran el
expendio de licores, la venta de carnes y las curtidurías; por la ejecución de diversiones públicas como bailes, rifas,
7
La legislación significó un descenso en la cantidad de ingresos percibidos por el
ayuntamiento y, como se aprecia en la gráfica 5, durante el periodo que estuvo en vigor este
sistema fiscal (septiembre 1894 a junio 1895), la curva que representa los ingresos del
municipio por concepto de dotes de agua sufrió una serie de irregularidades cuya nota principal
fue la tendencia a la baja. Hasta mayo de 1895 fue cuando la curva se estabilizó, en torno a los
$40.00 recaudados por mes. Sin embargo, hay que señalar que el valor promedio mensual de
las cantidades percibidas en los primeros meses de 1894 –es decir, antes de implementarse
la ley– no difiere mucho del promedio mensual cobrado entre septiembre de 1894 y junio de
1895: $ 33.28 para el primer periodo señalado y $ 32.41 para el segundo.
Podríamos suponer que el gobierno municipal mantuvo una postura de oposición a las
nuevas cuotas exigidas, pero en realidad, el hecho fue que muchas otras legislaturas estatales y
autoridades de comunidad protestaron también ante esta mayor injerencia de la federación en las
cuentas fiscales. El caso del lago de Chalco es significativo al respecto pues precisamente en
1894 el hacendado Iñigo Noriega solicitó permiso a la federación para desecarlo amparándose en
la pertenencia de dicho cuerpo de agua a los terrenos de su hacienda. Las ventajas que reportaría
esta acción incluirían “...la creación de empleos con las obras y luego en las tierras desecadas, el
abastecimiento de productos agrícolas y la contribución a la higiene de la ciudad de México al
desviar las aguas excedentes para el lavado de las atarjeas de México.”17 Noriega sin duda debió
aprovechar la postura del gobierno porfirista que favorecía la concesión de recursos hídricos a
particulares. En cambio para los habitantes de los pueblos circundantes al lago de Chalco, la
desecación del mismo significaba la pérdida de un medio que les había pertenecido por siglos y
del que había dependido su subsistencia; la lucha en los tribunales se prolongaría por varias
décadas.
Una situación similar ocurrió en el municipio de San Ángel, en la ciudad de México, pues
las fábricas que se instalaron a lo largo del siglo XIX en torno al río Magdalena (que atravesaba
el municipio) fueron acaparando cada vez con mayor celo el recurso vital al grado de impedir su
libre curso a los pueblos situados en los alrededores. Para 1897 “...[Díaz] concedió al señor
peleas de gallo, billares y funciones de teatro; e incluía también impuestos sobre casas de empeño, cárceles y
productos del fiel contraste.
17
Alejandro Tortolero Villaseñor, “El agua y los conflictos sociales en la cuenca de México: 1890-1925” en
Naturaleza transformada. Estudios de historia ambiental en España, Barcelona, Icaria, 2001, p. 343.
8
Ángeles Sánchez y su compañía aprovechar las aguas del río Magdalena para producir energía
eléctrica...”,18 aunado a este acaparamiento los vecinos de los poblados tenían que sufrir la
contaminación de otros de sus ríos en donde eran arrojados los desechos producidos por las
fábricas.19
El gobierno de Jalisco, para evitar que las leyes federales le arrebataran el usufructo de las
aguas del río Ameca generó su propia legislación que le permitiera otorgar concesiones a
particulares por cuenta propia. La situación sin embargo no se desenvolvió en términos
favorables para el estado ya que en 1899 se declaró el río Ameca como propiedad federal.20
Hubo en cambio regiones donde la centralización ejercida por la federación tardó más
tiempo en hacerse sentir, tal fue el caso de los ayuntamientos de Ajalpan y de San Gabriel Chilac
en Puebla que “...siguieron distribuyendo el agua para riego y uso doméstico hasta el momento en
que las aguas fueron declaradas de propiedad federal en la segunda década del siglo XX.”21 El
relativo aislamiento de estos dos municipios y la composición de su población, dominada por
indígenas y mestizos, apegados todavía a un orden de estilo colonial, fueron los factores que
coadyuvaron a este retardo en la aplicación de las políticas federales.
18
Mario Camarena Ocampo, “Fábricas naturaleza y sociedad en San ángel (1850-1910)” en Alejandro Tortolero
Villaseñor (coord.), Tierra, agua y bosques. Historia y medio ambiente en el México central, Instituto
Mora/Universidad de Guadalajara/Centro de Estudios Mexicanos y Centroamericanos /Potrerillos Editores, México,
1996, pp. 322-323.
19
Camarena Ocampo, op. cit., pp. 322-323.
20
Méndez Zárate, op. cit., p. 97-100.
21
Mendoza García, op. cit., pp. 370-374
9
constantes discusiones que entablaba la federación con los particulares y comunidades de otros
estados para sumarse a estos últimos y exigir igualmente que se respetara el libre usufructo de las
mercedes de agua concedidas.
La reducción en los ingresos que le correspondían a la federación fue notoria en los años de
1895 y 1896, pero en los años siguientes volvería a cobrar interés el afán del poder federal por
aumentar su injerencia en las finanzas municipales. En los meses de junio a septiembre de 1897,
y en los de septiembre a diciembre de 1898, la cuota del 30% sobre los ramos de arbitrios que
percibía el municipio (productos de carnicerías; expendio de licores; licencia para bailes, rifas,
peleas de gallo; etcétera) volvió a aplicarse,22 y se pretendió incluso extender este pago al rubro
de mercedes de agua o al menos así lo solicitó por oficio el mismo tesorero municipal en
diciembre de 1897,23 pero a pesar de la anuencia del ayuntamiento podemos deducir, de acuerdo
con los cortes de caja de 1898, que la petición del tesorero no se puso en práctica. Si volvemos a
la gráfica 4 será más comprensible ahora aquella cresta alcanzada por los ingresos federales en
1894, su declive en los años posteriores y su repunte hacia 1898 a raíz del esfuerzo constante de
la federación por imponerse al ayuntamiento.
22
Archivo histórico del estado de Tlaxcala, fondo incorporado, sección ayuntamiento, serie archivo municipal, años
1897 y 1898, cajas 210, 216, 217 y 218.
23
Archivo histórico del estado de Tlaxcala, fondo incorporado, sección ayuntamiento, serie archivo municipal, año
1897, caja 214, expediente 3.
10
El mes primero y los últimos de cada año son los que reportan regularmente una mayor
cantidad de pagos. Seguramente la presión fiscal ejercida durante los últimos meses de cada
periodo anual orillaba a la población a ponerse al corriente con sus adeudos.
Con respecto a los domicilios que contaban con mercedes de agua, podemos identificar un
patrón regular en su localización dentro de la ciudad. Para esto nos hemos basado en los reportes
de ingresos por concepto de aguas de los meses de noviembre y diciembre de 1895. Los últimos
meses de este año fueron los que registraron una mayor cantidad de pagos por lo que es probable
que todos los beneficiados con mercedes de agua hubieran reportado por lo menos un pago en
dichas fechas. En la tabla 4 se muestra el número de tomas existentes por calle.
Para identificar las secciones a las que pertenecían cada una de las calles nos auxiliaremos
del estudio hecho por Barbosa Ramírez quien, basándose en el «Padrón del censo de almas que
tiene el municipio de Tlaxcala en 1885», señala algunas de las particularidades demográficas con
las que contaba la ciudad, entre ellas, el número de habitantes por sección y la densidad
poblacional de cada sección,24 los datos, aunque pertenecientes a una temporalidad apartada unos
cuantos años de nuestro periodo de estudio, resultan de utilidad si tomamos en cuenta que la
ciudad no tuvo cambios demográficos ni económicos significativos que repercutieran en su
configuración espacial durante las últimas décadas del siglo XIX.
Si identificamos en el mapa 1 las calles señaladas en la tabla 4 notaremos que aquellas que
cuentan con un mayor número de tomas (Guerrero, Iguala, Plaza principal, Portal grande,
Victoria, Dolores, León, Angostura, Cuautla y Xicohtencatl) se ubican en las secciones tercera,
cuarta y segunda, es decir, al oriente de la ciudad, las primeras dos son las secciones más
densamente pobladas, ubicadas en la zona más alta y con menor riesgo de sufrir inundaciones.
Sus habitantes se encontraban pues en una zona relativamente privilegiada. Los vecinos de las
secciones cercanas al río, aunque ubicados en una zona menos favorecida, tenían en cambio la
ventaja de poder extraer el vital líquido a través de pozos que requerían de muy poca
excavación.25
Entre los habitantes que contaban con mercedes de agua para el consumo propio podemos
identificar a algunos personajes importantes dentro de la política del municipio, tal es el caso del
24
Barbosa Ramírez, op. cit., pp. 44-50.
25
Barbosa Ramírez menciona que la profundidad de los pozos iba de los 3.32 a los 6.64m; Barbosa Ramírez, op. cit.,
p. 41
11
señor Camilo Perales quien ya desde la década de 1860 había adquirido una buena posición
económica con base en el cuasi monopolio que ejercía con la venta del pulque26 y que para estos
momentos ejercía el cargo de juez local. Otros individuos como Miguel D. Fierro, Manuel M.
Canales, Trinidad Vela Farfán y Venancio Tangle desempeñaban también puestos importantes en
el ayuntamiento27 y algunos más pertenecían a distinguidas familias de la ciudad como era el caso
de los Herrerías, los Chumacero, los Lira y los Márquez.28
Como ya se mencionó, las mercedes de agua eran ocupadas, no sólo para el consumo
habitual sino también para la fabricación de loza y aguardiente. En la ciudad se tienen
identificadas cuatro fábricas de aguardiente de las que Bustamante menciona que “...cada una
contaba con dos empleados y producía alrededor de 180 barriles de aguardiente al año, los cuales
eran vendidos principalmente en Chiautempan y Apetatitlán...”29. Los propietarios de las mismas
eran los señores Baltazar Gómez, Santiago Santos, Julio Mendoza y Jesús Ramos; contamos con
el nombre de una de las fábricas, la del señor Santos, con la paradójica denominación «La Agua
Santa».30 El señor Julio Mendoza, por cierto, había sido regidor de la ciudad en distintas
comisiones.31
De las fábricas de loza se conoce la del señor Francisco Márquez y sobre ella se generó un
suceso que pone en evidencia otro nivel de conflicto en las disputas en torno al agua: el que
enfrentaba a empresarios particulares con las comunidades. Hasta este punto del ensayo se habían
mencionado solamente los problemas surgidos por la cada vez mayor intromisión del gobierno
federal en las cuestiones relativas al uso del agua por parte del ayuntamiento, sin embargo, a
pesar de la ausencia de grandes empresas estacionadas en los alrededores de la ciudad, Tlaxcala
26
Para profundizar más sobre este personaje véase José Juan Juárez Flores, “La «aristocracia pulquera» de
Maximiliano de Habsburgo: introducción, venta y consumo de pulque en la ciudad de Tlaxcala en la época del
segundo imperio, 1835-1870”, en Del mundo hispánico a la consolidación de las naciones, Tlaxcala, Instituto
Tlaxcalteca de la Cultura/El Colegio de historia de Tlaxcala/Universidad iberoamericana, 2010.
27
Archivo histórico del estado de Tlaxcala, fondo incorporado, sección ayuntamiento, serie archivo municipal, años
1890 a 1893.
28
Juárez Flores señala que las actividades comerciales constituían la base del poder local de muchos de los miembros
de estas familias; vid. Juan Uvaldo Estrada Ramos, María Elizabeth Jaime Espinosa, Jesús Barbosa Ramírez y José
Juan Juárez Flores, El siglo XIX en Tlaxcala, continuidades y rupturas 1808-1884, México, Universidad Autónoma
de Tlaxcala/Altrés Costa-Amic, 2013, pp. 95-102.
29
Bustamante López, op. cit,, p. 27.
30
Archivo histórico del estado de Tlaxcala, fondo incorporado, sección ayuntamiento, serie archivo municipal,
año1896, caja 209, expediente 1.
31
Archivo histórico del estado de Tlaxcala, fondo incorporado, sección ayuntamiento, serie archivo municipal,
año1893, caja 193, expediente 1.
12
no se vio exenta de contrariedades similares a las que se vivieron en sitios como Chalco o San
Ángel. A principios de 1893, los vecinos del barrio del alto (correspondiente al actual barrio de
Miraflores), levantaron una queja ante las autoridades por la carestía de agua que estaban
sufriendo, y que, aseguraban, se debía a que la ladrillera del señor Márquez acaparaba en demasía
el agua que iba a parar a las fuentes públicas. La prefectura ordenó luego a la comisión del ramo
correspondiente que investigara el caso y lo remediara. 32 Al respecto, no hay que olvidar que las
comisiones del ayuntamiento estaban formadas por los regidores y, como ya se mencionó, uno de
ellos era don Julio Mendoza dueño de una fábrica de aguardiente, este dato es significativo pues
revela que por lo menos uno de los miembros de la élite económica de la ciudad tenía en sus
manos la mediación de los conflictos que pudieran surgir entre las comunidades y los
particulares.
Conclusiones
Hoy como ayer, los intereses de la federación, del estado, de los ayuntamientos, de las
comunidades y de los particulares se contraponen unas veces y otras más convergen acorde con
las utilidades que les representen estas alianzas. Las diferencias radican en el significado que se
le otorga a los recursos hídricos que pueden ser vistos como fuente de ingresos, como fuerza
motriz, como materia prima, como reservorio ecológico o como fuente de vida. La priorización
de todas estas características requiere de una visión de conjunto que permita elaborar políticas
que no atenten contra la sustentabilidad y que redunden en beneficios para toda la población.
32
Archivo histórico del estado de Tlaxcala, fondo incorporado, sección ayuntamiento, serie archivo municipal,
año1893, caja 193, expediente 1.
13
La reflexión sobre el peso y el valor que se le ha asignado al agua en épocas pasadas nos
permite comprender el devenir de este recurso y el porqué de su constante deterioro, causado
sobre todo, por la valoración que se hace de él en función de su utilidad económica.
14
Anexos
Tabla 1. Población de la ciudad de Tlaxcala a lo largo de la segunda mitad del siglo XIX
Número de
Año
habitantes
1855 2439 *
1857 3463 *
1860 2234 *
1862 2107 *
1867 2011 *
1868 2538 *
1885 2585 **
1895 2760 *
1900 2715 *
Fuente: *Juan Uvaldo Estrada Ramos, María Elizabeth Jaime Espinosa, Jesús Barbosa Ramírez y José Juan Juárez
Flores, El siglo XIX en Tlaxcala, continuidades y rupturas 1808-1884, México, Universidad Autónoma de
Tlaxcala/Altrés Costa-Amic, 2013. ** Jesús Barbosa Ramírez, “Transformaciones del espacio de la ciudad de
Tlaxcala en el siglo XIX”, en Juan Uvaldo Estrada Ramos, et. al., Configuraciones de la modernidad. Tlaxcala y sus
transformaciones espaciales (1780-1940), Tlaxcala, Universidad Autónoma de Tlaxcala, 2014.
Tabla 2. Relación porcentual entre ingresos federales y municipales entre 1890 y 1898.
Ingresos Ingresos
destinados destinados Relación
Año
al municipio al gobierno porcentual
($) federal ($)
1890 9,330.79 146.25 1.57%
1891 9,331.47 159.78 1.71%
1892 9,728.45 207.96 2.14%
1893 10,887.19 268.96 2.47%
1894 9,174.21 328.96 3.59%
1895 11,535.33 276.10 2.39%
1896 9,749.72 175.71 1.80%
1897 11,909.83 210.27 1.77%
1898 9,096.54 207.72 2.28%
Fuente: Archivo histórico del estado de Tlaxcala, fondo incorporado, sección ayuntamiento, serie archivo municipal,
años de 1890 a 1898, cajas 186 a 218.
15
Tabla 3. Porcentaje de ingresos por mercedes de agua asignado a la federación
Tabla 4. Número de tomas de agua por calle de acuerdo con los datos registrados de noviembre y
diciembre de 1895
Número
Calle
de tomas
Angostura 6
Dolores 5
Iguala 5
Plaza principal 5
Guerrero 3
Leon 3
Mercado 3
Portal grande 3
Victoria 3
Cuautla 2
Xicohtencatl 2
Costado del palacio 1
Del rastro 1
La ladrillera 1
Ocotlán 1
Pánuco 1
Plazuela San Nicolás 1
Santo sepulcro 1
Soledad 1
Fuente: Archivo histórico del estado de Tlaxcala, fondo incorporado, sección ayuntamiento, serie archivo municipal,
año1895, caja 205, expediente 1.
16
Gráfica 1
Fuente: Archivo histórico del estado de Tlaxcala, fondo incorporado, sección ayuntamiento, serie archivo municipal,
años de 1890 a 1898, cajas 186 a 218.
Gráfica 2
Pesos
Años
Fuente: Archivo histórico del estado de Tlaxcala, fondo incorporado, sección ayuntamiento, serie archivo municipal,
años de 1890 a 1898, cajas 186 a 218.
17
Gráfica 3
Pesos
Años
Fuente: Archivo histórico del estado de Tlaxcala, fondo incorporado, sección ayuntamiento, serie archivo municipal,
años de 1890 a 1898, cajas 186 a 218.
Gráfica 4
Porcentaje
Años
Fuente: Archivo histórico del estado de Tlaxcala, fondo incorporado, sección ayuntamiento, serie archivo municipal,
años de 1890 a 1898, cajas 186 a 218.
18
Gráfica 5
Meses
Fuente: Archivo histórico del estado de Tlaxcala, fondo incorporado, sección ayuntamiento, serie archivo municipal,
años de 1894 y 1895, cajas 198 y 205.
Gráfica 6
Año
Meses
Fuente: Archivo histórico del estado de Tlaxcala, fondo incorporado, sección ayuntamiento, serie archivo municipal,
años de 1890 a 1898, cajas 186 a 218.
19
Mapa 1. Secciones en que se dividía la ciudad de Tlaxcala hacia 1885 y porcentaje de población
por sección.
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Archivos consultados
Archivo histórico del estado de Tlaxcala, fondo incorporado, sección ayuntamiento, serie archivo
municipal, años de 1890 a 1898, cajas 186 a 218.
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