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Nos llevó la ventolera...

NOS LLEVÓ LA VENTOLERA...

El Proceso la Emigración Rural al Extranjero en Sinaloa. Los Casos de


Cosalá, San Ignacio y El Verde.

1
Arturo Lizárraga Hernández

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Nos llevó la ventolera...

NOS LLEVÓ LA VENTOLERA...


El Proceso la Emigración Rural al Extranjero en Sinaloa. Los Casos de
Cosalá, San Ignacio y El Verde.

Arturo Lizárraga Hernández

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Arturo Lizárraga Hernández

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Nos llevó la ventolera...

‘‘Hay que definir las diferentes fases de su emigración,


que no es sencilla, sino compleja;
hay que remontarse a sus distintos orígenes,
hay que exponerla con los elementos históricos que la integran,
pues no es un fenómeno de estos días’’.

(Enrique Santibáñez, 1930)

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Arturo Lizárraga Hernández

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ÍNDICE

Agradecimientos

Capítulo I. Construcción del tema de


investigación.
Introducción
El caso de Sinaloa
Los efectos en las sociedades locales
Una asignatura pendiente
Modelos en el estudio de la migración
Preguntas de investigación acerca del proceso
Los posmodernistas y el estudio de la cultura
¿Y dónde está el estudio de las culturas locales?
El método de análisis que adoptamos
Una reflexión a manera de autocrítica y una periodización
resultado de ella
Delimitación del estudio
El procedimiento que utilizamos
Estructura de la tesis

Capítulo II. Un perfil de los municipios y localidades


de estudio.

1. Los municipios
Actividades económicas
Los municipios son de emigrantes
La presencia del narcotráfico

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Arturo Lizárraga Hernández

La violencia en los municipios de estudio


2. Un perfil de las localidades de estudio
Cosalá, Cosalá
Es pueblo de migrantes
San Ignacio, San Ignacio
Fiestas Tradicionales
La leyenda negra
El Verde, Concordia
Un poco de historia
La leyenda negra
Es un pueblo de migrantes
3. Sobre las fiestas tradicionales
Espacios para la interacción social
A manera de conclusiones

Capítulo III. Minería en la sierra, agricultura en


los valles, migración.
Los antecedentes
De los primeros casos de emigración
El siglo XX
El marco binacional
El declive de la minería en la región de estudio
El movimiento de reforma y contrarreforma agraria
Los efectos demográficos del declive minero y del
movimiento agrario

1940–1949: Incremento de la emigración por el


desarrollo de la agricultura en los valles de
Sinaloa y la 2da. Guerra Mundial
El contexto regional
Los efectos demográficos 1940–1949
El contexto internacional
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Nos llevó la ventolera...

La migración internacional
Llega el cultivo de amapola
A manera de conclusiones
Capítulo IV. Narcotráfico, violencia institucional,
migración

Naturaleza y posición geográfica de Sinaloa


Truculenta historia
La primera prohibición
El impulso al cultivo de amapola
La segunda prohibición y cómo los campesinos
defendieron el narcocultivo
1950–1969: Decremento relativo de la emigración
por la siembra de estupefacientes
El contexto regional
Migración Nacional
b) El contexto internacional: 1950–1969
La emigración internacional
El combate al narcotráfico y la violencia institucional

1970–1979: Incremento de la emigración por el


combate al narco y la violencia
Migración nacional
Migración internacional:
La violencia que genera el narco
A manera de conclusiones

Capitulo V. Cultura, violencia social, migración


Migración rural y violencia
En búsqueda de «lo sinaloense»
Violencia como elemento identitario

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Arturo Lizárraga Hernández

La tradición selectiva en Sinaloa


De otras elaboraciones culturales: el corrido
De los nuevos héroes
La violencia internalizada
La violencia en Sinaloa
La violencia en las zonas rurales
1980–1999: consolidación de la emigración por la
violencia
La emigración al interior del país
El contexto internacional
Migración Internacional
A manera de conclusiones

Capítulo VI. Características generales de la


emigración
La emigración por sexo
Las nuevas generaciones
Otras características de la emigración en la actualidad
La tradición migratoria o cuando la vida está en otra parte
Relación entre antigüedad y magnitud de la migración
Organización social de la emigración
Corredor migratorio / circuito migratorio
Características de los viajes
Ocupación de los migrantes
La emigración por grado escolar
Impacto socio-económico
A manera de conclusiones

Capítulo VII. Migración y cultura o caben dos


patrias
en el mismo corazón

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Nos llevó la ventolera...

El caso de los migrantes sinaloenses


‘‘No me llamen traicionero: El caso de (pueblos)
migrantes en Sinaloa. A manera de conclusiones

Capítulo VIII. Conclusiones Finales


Anexos
Bibliografía

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Arturo Lizárraga Hernández

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Nos llevó la ventolera...

Agradecimientos

En primer lugar deseo agradecer al Dr. Jorge Durand –de la Universidad


de Guadalajara– el apoyo que me brindó en asesorías, sugerencias y
críticas durante el desarrollo de la investigación; sin ellas no hubiera
llegado a la culminación de este trabajo. Igualmente a los doctores
Agustín Escobar Latapí –del Centro de Investigaciones y Estudios
Superiores en Antropología Social (CIESAS–Occidente) y René Zenteno
–del Instituto Tecnológico de Monterrey, Campus Guadalajara– por
haber dedicado parte importante de su tiempo en revisar cada una de
las fases de su desarrollo.
Esta investigación no hubiese sido posible sin el apoyo de tres
instituciones: el proyecto binacional Mexican Migration Project (MMP),
codirigido por el Dr. Douglas Massey –de la University of Pensylvania,
en Estados Unidos– y a quien también va mi agradecimiento, y el
mismo Dr. Jorge Durand. El MMP apoyó la investigación logística y
financieramente para la aplicación de las encuestas en las tres
comunidades de estudio, así como una estancia en Estados Unidos
para que pudiese realizar las entrevistas a sinaloenses que residen en
aquel país. A todas las personas que colaboraron conmigo en el
levantamiento de las encuestas y en la captura de la información, les
estoy agradecido.
Mi agradecimiento para la Universidad Autónoma de Sinaloa (UAS)
y, a través de ella, a la Facultad de Ciencias Sociales, por haberme
proporcionado la licencia con goce de salario que me permitió dedicar
el tiempo completo a este trabajo. La tercera institución que hizo posible
la investigación es el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología
(CONACyT), por haberme proporcionado el apoyo económico para
sufragar diversos gastos del proyecto.
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Arturo Lizárraga Hernández

Los habitantes de las localidades, salvo en algunos casos más o menos


comprensibles dada la naturaleza del contenido de una parte de la
investigación, siempre fueron amables y colaboradores: me
proporcionaron pistas para mis indagaciones, me acompañaron en más
de una ocasión en busca de personas claves, respondieron las preguntas
de las encuestas con solicitud y, cuando fue conveniente, me concedieron
entrevistas sobre el tema principal y los subtemas de investigación.
Hubo algunos que colaboraron de la manera más desinteresada e
incondicional: de El Verde, el Sr. Clemente Lizárraga y su hermano
Rogelio –este último residente en Torrrence, Cal.–; en San Ignacio,
las familias Vivanco Fonseca y Lafarga; en Cosalá y en La Puente,
Cal., el señor Arnulfo Urrea. Va a todos ellos mi agradecimiento.
A mis hijos Omar y Rocío, que en no pocas ocasiones tuvieron que
soportar mis tensiones y ausencias, les dedico este trabajo.

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Nos llevó la ventolera...

I
Construcción del tema
de investigación

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Arturo Lizárraga Hernández

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Nos llevó la ventolera...

Introducción

Es ya lugar común decir que las investigaciones sobre las causas, monto,
destino y efectos de la emigración de mexicanos hacia Estados Unidos
habían puesto su atención, principalmente, en lugares del centro–
occidente de México. También lo es decir que esa atención tiene sus
explicaciones, una de las cuales, y seguramente la más importante, es
que precisamente tales lugares son donde el fenómeno se ha presentado
de manera más nítida y desarrollada debido a su historia y magnitud.
Y en efecto, durante mucho tiempo —podríamos decir que desde
los años veinte hasta los setenta / ochenta del siglo XX—, los
investigadores, preocupados porque el fenómeno crecía de manera
acelerada y porque aún se ignoraban los efectos que tendría en las
sociedades locales, buscaron con toda razón espacios en los que las
características fuesen más claramente observables y desarrolladas las
consecuencias: mayor antigüedad, mayor monto numérico que en
otras regiones del país, mayores efectos visibles en las culturas. En fin,
los estados del centro-occidente del país contaban con un expediente
más antiguo y más completo. Y más a la mano de los investigadores,
quienes pertenecían o eran egresados de las instituciones educativas de
aquellos lugares o cercanas a ellos.
¿Las causas de que eso fuese así? Una de las de mayor peso fue el
hecho de que, a esas entidades, debido a su densidad de población y
predominio del sector primario de la economía, fue a donde los
‘‘enganchadores’’ de ‘‘braceros’’ de fines del siglo XIX e inicios del XX
se dirigieron en busca de hombres para llevarlos a trabajar al suroeste
de Estados Unidos. En ese tiempo, en aquel país los campos agrícolas
(fields) se expandían aceleradamente y, con el mismo ritmo, se llevaba

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Arturo Lizárraga Hernández

a cabo la construcción de vías de ferrocarril (traques), por lo que urgía


mano de obra altamente productiva: barata y con buena disposición
para el trabajo; elementos de los que carecían los trabajadores
estadounidenses, quienes se negaban a emplearse en tales actividades
dada la rudeza de su naturaleza y la poca paga que ofrecían los
empleadores. Ante esa situación, los granjeros y empresarios
ferroviarios voltearon al sur del río Grande. La pobreza en que estaban
miles de campesinos los hacía idóneos para ser contratados en aquellos
trabajos. Así se inició, en aquellas entidades, lo que al paso del tiempo
sería una ‘‘antigua y extensa tradición migratoria’’ (Durand, 1988:26)
que llamó la atención de los investigadores sociales. Antropólogos,
sociólogos, economistas, demógrafos, se desplazaron libretas de trabajo
de campo o encuestas en ristre, según el caso, hacia los estados de
Michoacán y Jalisco.
Pero los tiempos cambian. Luego de transformaciones económicas
y sociales en ambos lados de la frontera norte, la emigración de
mexicanos a Estados Unidos se ha hecho extensiva (e intensiva) a casi
todas las entidades que componen la República Mexicana. Es tan
recurrente y tan elevado el monto en todas ellas, que algunos científicos
consideran que se ha convertido en una forma de vida cotidiana o que
ha sido incorporada a las estrategias de sobrevivencia de numerosas
sociedades y grupos étnicos locales. De esta suerte, prácticamente hoy
ningún estado escapa a aportar una cuota de emigrantes que se dirigen
al norte del Río Bravo.
La afirmación anterior no es exagerada, pues se observa que en
entidades y localidades que hasta hace poco tiempo —digamos antes
de la década de los ochenta— carecían de investigaciones al respecto,
ahora ya cuentan con especialistas y publicaciones abocados al
seguimiento de ese hecho social. Así, tenemos estudios en los estados
de Puebla (Cortés, 1997), Jalisco (Cabrales, 1997), Nuevo León
(Hernández, 1997), Nayarit (Pacheco, 1984 y 1985; Sifuentes, 1995;
Lizárraga, 1995), por citar sólo unos ejemplos.
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El caso de Sinaloa

Mientras los estudios de población coinciden en que los estados del


centro-occidente de México tienen fuerte emigración poblacional, a
los del noroeste, entre los que se ubican Sinaloa, Baja California, Baja
California Sur, Sonora y Nayarit1, se les consideraba de inmigración
(Bataillon, 1967) o por lo menos no se les clasificaba entre los expulsores
de población.
La clasificación de Sinaloa entre los estados no expulsores de
población tiene explicaciones. La población de esta entidad se ha
incrementado notoriamente en los últimos setenta años (de 395,618
en 1930 a 2,536,844 en 2000), y en algunos periodos lo ha hecho con
Índices de Crecimiento de Población (ICP) superiores a los de la media
nacional. Este hecho puede indicar que es un estado con Saldos Netos
Migratorios (SNM) con signo positivo; es decir, que aquí llega para
quedarse gente de otras entidades federativas, razón por la cual nos
encontramos con municipios de crecimiento explosivo: son aquéllos
donde se practica agricultura de gran escala, es decir, los ubicados en
los valles de las regiones centro y noroeste2 de la entidad, como Guasave
y Culiacán, de la primera, y Ahome de la segunda; que han alcanzado
Indices de Crecimiento tan altos como 6.30% anual, en el caso de
Ahome en la década 1960-1970; 5.10% en el de Guasave y en Culiacán
5.60% en la misma década, por citar los casos extremos (anexo 1).
En efecto, tal aumento en el número de habitantes se debe a que ahí
llega gente en busca de trabajo que proveniene de otras regiones socio–
económicas, ya sea del propio estado o de otros de la República
1
Algunos investigadores (Arroyo, 1986 y 1989) incluyen a Nayarit en la región
occidente de México.
2
Existen diversas regionalizaciones de la entidad (Bassols, 1972; CEPES-PRI, 1986;
Gobierno del Estado, 1987). Marcial Martínez , investigador de la UAS, presenta una
diferente a las anteriores. Las regiones que propone son: noreste, noroeste, centro y sur
(mapa 1).

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Arturo Lizárraga Hernández

Mexicana. En 1980 Florencio Posadas calculaba en 180,000


trabajadores empleados en actividades agrícolas en los valles sinaloenses;
de ellos, según él, aproximadamente el 55% eran trabajadores
inmigrantes, y de esos 101,000, el 75% conformaba una corriente
migratoria ligada a los cultivos de hortalizas en el circuito Sinaloa-
Sonora-Baja California-Estados Unidos (Posadas, 1980:43).
Por su parte, algunos años después (en 1998) Teresa Guerra Ochoa,
con diferencias en el cálculo de los montos, estimaba que sólo en el
valle Culiacán-Navolato se empleaban de 100,000 a 180,000 jornaleros
año con año (Guerra, 1998:55). De ellos, dice que ‘‘sólo 10% lo
componen trabajadores establecidos y habitantes de las comunidades
aledañas a los campos de cultivo’’ (Guerra, 1988:57), y que alrededor
de 90% de estos trabajadores son migrantes. Ahora bien, del total de
inmigrantes de los valles aproximadamente el 70% pertenece a la
corriente de trabajadores que vienen de Oaxaca, Guerrero, Michoacán,
Zacatecas, Guanajuato, Veracruz, Durango y Chihuahua; mientras que
el 30% restante del interior del estado, que se trasladan desde las
zonas altas y alejadas de la sierra (Guerra, 1988:57). Es por demás
decir que alguna cantidad de trabajadores con sus familias se quedan a
vivir en estos valles, con lo que se acelera el ritmo de crecimiento.

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Nos llevó la ventolera...

Mapa 1

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Arturo Lizárraga Hernández

Pero los agregados estadísticos suelen engañar. En este caso, existe


otro lado de la medalla: el de los municipios que desde hace años han
tenido pérdida de población. Son aquéllos cuyos habitantes se
encuentran mayoritariamente en las zonas serranas y que no se han
visto beneficiados por las obras de infraestructura para el riego agrícola
ni para alguna otra ocupación productiva. En esos municipios, fuera
del cultivo de estupefacientes no existe una actividad económica que
les permita ingresos suficientes para una vida holgada en términos
materiales. Son los municipios de Choix y Badiraguato en la región
noreste del estado, Cosalá en la región centro y San Ignacio y Concordia
en la región sur de Sinaloa, mismos que presentan un ICP por abajo de
la media estatal; inclusive, en algunos periodos éstos han sido de signo
negativo: Badiraguato, en las décadas 1980-1990 y 1990-2000, decreció
en –0.30% y –0.06%, respectivamente; Choix, en la década 1950-
1960, obtuvo –2.60% y –2.15% en la de 1980-1990; Cosalá, con –
1.20% entre 1940 y 1950, –0.60% entre 1960 y 1970 y –0.68% entre
1980 y 1990; San Ignacio con –0.80% entre 1940-1950, y –0.03%
entre 1980 y 1990; y el municipio de Concordia, que decreció en –
0.80% entre 1930-40, –0.10% entre 1960 y 1970, además de que en
otras décadas el mismo ICP, si bien fue positivo, lo fue más bajo que las
medias estatal y nacional (anexo 1).
En tanto que no se encuentran registrados casos de epidemias o
guerras que diezmen la población, se puede suponer que tan bajos
índices de crecimiento se deben a la emigración de sus pobladores.
Esta conjetura es válida si contrastamos las proyecciones de población
por decenio —con la Tasa de Crecimiento Natural de Población (TCNP3)
municipal— con la población real al término de cada periodo
intercensal. Según los resultados, en algunos municipios la diferencia
alcanza hasta los (–) 10,065 personas como es el caso de Cósala, y (-)
11,122 personas el de San Ignacio durante el decenio 1980-1990,
3
Tasa de Crecimiento Natural de Población = Tasa de Natalidad - Tasa de Mortandad.

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Nos llevó la ventolera...

o (-) 12,001 personas en el periodo intercensal 1900–2000 para el


municipio de Concordia (anexos 2 y 3).

Los efectos en las sociedades locales

Por supuesto, la emigración tiene sus efectos en las sociedades locales.


Por ejemplo, se observan repercusiones en la estructura demográfica:
los índices de masculinidad tienden a disminuir en los grupos de edad
productivos, la pirámide de edades tiende a adelgazarse en esos grupos,
lo que se debe a que quienes los integran prefieren buscar trabajo fuera
de sus localidades de origen, en las que éste escasea.
Otros ejemplos los vemos en la organización social. En los lugares
de fuerte emigración las madres tienden a asumir el rol de los padres
ausentes, y a insertarse, de manera directa, en el mercado de trabajo
hasta hace poco reservado socialmente para los hombres; los migrantes
de retorno, cuando son exitosos, ocupan los puestos más altos de las
jerarquías sociales y las instituciones tradicionales se reestructuran o
giran alrededor de la migración.
Unos ejemplos más los encontramos en el subsistema político de
las localidades. Los actores del subsistema recurren con mayor frecuencia
a los migrantes para diversas acciones, entre otras para ser apoyados
políticamente en sus campañas electorales y gestiones, y se recurre a
las organizaciones de migrantes en el extranjero (como los clubes) para
lograr su adhesión simbólica y apoyo económico para determinados
partidos o gobiernos municipales.
En lo que respecta a la emigración a Estados Unidos, podemos
obser var sus efectos en los patrones culturales locales. En las
comunidades rurales en que la emigración al extranjero es notoria, es
común ver sujetos portar símbolos originalmente generados en la cultura
anglosajona, como siglas en inglés sobre sus ropas, gorras con la bandera
de Estados Unidos, tatuajes. Se podrían agregar otros ejemplos, pero

23
Arturo Lizárraga Hernández

lo más importante es que se está llevando a cabo un conjunto de


transformaciones en la vida cotidiana y en las mentalidades de los
diversos actores sociales: elementos de la «otra» cultura se incorporan
a las tradiciones y costumbres locales, si bien acomodadas a las
particularidades regionales, de manera tal que se crea una suerte de
hibridez —o intersección— en el subsistema cultural.
Ahora bien, a lo largo de la historia migratoria de estos lugares se
han estado adecuando, creando y desarrollando estructuras sociales y
patrones culturales ad hoc con la migración: en Sinaloa es posible —a
reserva de demostración—, hablar de una tradición migratoria, que las
redes sociales de la migración (Massey, Durand, González y Alarcón, 1988)
y los circuitos migratorios (Durand, 1988, Rouse, 1988 y 1991) están
sólidamente constituidos, sobrepasando ya los límites nacionales. Así,
aquí se obser van las llamadas comunidades transnacionalizadas o
comunidades migrantes transnacionales (Roberts, 1996), que existen lo
que se ha dado en designar como hogares transfronterizos (Murria, 1981)
u hogares binacionales (Gledhill, 1995), cuyos componentes, si bien
comprometidos con el modo de vida de la nueva sociedad que los
hospeda, siguen manteniendo vínculos y compromisos con las familias,
los hogares y las localidades de procedencia. Ya en lo individual, son
infinidad de personas de carne y hueso, originarios del estado o
descendientes de sinaloenses, que transitan por una zona fronteriza
(Kearney, 1994:49; Rosaldo, 1989) cotidianamente, esto es, que viven
entre el aquí y el allá de manera permanente.

Una asignatura pendiente

Sin embargo, a pesar de que estas realidades son cada vez más palpables,
en el Estado de Sinaloa no hay estudios de los movimientos de población
hacia el extranjero. Son escasas las referencias bibliográficas al respecto
porque no existen trabajos de investigación que traten el problema. A

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Nos llevó la ventolera...

pesar de la magnitud que alcanza la emigración internacional, de su


previsible aumento y de los vacíos en su tratamiento, ninguna institución
educativa de la entidad ha realizado estudios a profundidad.
Tan sólo investigadores del Instituto de Investigaciones
Económicas y Sociales (IIES) de la Universidad Autónoma de Sinaloa
(UAS), hace años hicieron un intento en la revista Ciencia y Universidad
(núm. 13, 1980) de la misma institución. En ella, y como producto
de un simposio que organizaron junto con la Universidad de
California —Berkeley— en las ponencias presentaron elementos
aislados del movimiento de población —inmigración y
emigración— que afecta al estado. Por ejemplo, el monto de
inmigrantes que llega en busca de trabajo a los campos agrícolas
del centro y norte de la entidad, provenientes de los estados del
centro de la República (Delgado y García, 1980; Posadas, 1980).
En aquel número de la revista un artículo tocó la migración rural-
urbana al interior del estado (Retamoza, 1980), limitándose a
mencionar el hecho pero sin profundizar en sus causas; otro esbozó
la emigración de sinaloenses al suroeste estadounidense (López A.,
1980) en periodos históricos pasados —hasta el siglo XIX—; y sólo
un investigador (De la Herrán, 1980) aludió la emigración de
sinaloenses al extranjero durante la década de los setenta como
producto de una operación gubernamental para el combate del
cultivo y distribución de estupefacientes. Desgraciadamente,
ninguno de los investigadores mencionados continuó sus
indagaciones al respecto.
De manera más específica y directa, sobre la migración rural de
habitantes al extranjero hay en la actualidad solamente un par de tesinas
de licenciatura, en la Facultad de Ciencias Sociales de la UAS en Mazatlán
(Castro, 1983; Reyeros, 1985), y uno que otro artículo periodístico
en un diario local (Lizárraga, 1999). Es lo que se ha producido. Ninguno
de los trabajos mencionados ha indagado las fases, causas, monto,

25
Arturo Lizárraga Hernández

destino y efectos de diversos tipos en las localidades expulsoras: existe


un vacío académico muy notorio en el tratamiento de la emigración
internacional.4

Modelos para el estudio de la migración

El estudio de la emigración en América Latina y de manera particular


en México, se ha abordado desde diferentes disciplinas sociales
(economía, sociología, demografía) y variadas perspectivas teóricas.
Aunque de manera muy esquemática —pero ya se ha escrito mucho
y bueno sobre ello—, en este apartado se describen algunas de esas
perspectivas y se retoma la síntesis que propone Douglas Massey
(1998).
La formulación de modelos teóricos para el estudio de la
migración se remonta al trabajo pionero de E. G. Ravenstain,
quien estableció en su obra algunas leyes por las que está regido el
fenómeno en cuestión. Estas leyes pueden resumirse así: a) la
intensidad de la migración entre dos lugares es inversamente
proporcional a la distancia entre ellos; b) los migrantes del campo
tienden a migrar primero a pequeños pueblos y luego a ciudades
más grandes; c) a cada flujo migratorio pertenece un reflujo; d) la
propensión a emigrar es mayor conforme menor es el lugar de
origen; e) el mejoramiento en las comunicaciones incrementa la
emigración; f) la motivación económica es una causa que predomina
como factor de emigración (Ravenstain, 1885: 167-227).
Las formulaciones de Ravenstain, si bien pudieron ser pertinentes
en un contexto académico en el que no existía ningún antecedente al
4
Actualmente se está desarrollado un esfuerzo bastante encomiable en el estudio de la
emigración sinaloense al extranjero: es el realizado por el grupo académico de la maestría
en relaciones internacionales y políticas públicas, integrado por los doctores Ana Luz
Ruelas y Guillermo Ibarra Escobar, por un lado, y los doctorantes Erika Cecilia Montoya,
Blas Valenzuela Camacho e Ismael García Castro.

26
Nos llevó la ventolera...

respecto, hoy ya son demasiado generales como para su utilización en


contextos específicos. Por eso, una vez que la migración se ha convertido
en un asunto de interés internacional, a partir de los años cincuenta del
siglo XX ha surgido una serie de planteamientos para el estudio de las
nuevas realidades.
Una teoría que ha influido en este tipo de estudios, principalmente
los realizados por economistas, es la basada en modelos de la economía
neoclásica surgida para explicar la migración obrera en el proceso de
desarrollo económico de los países (Lewis 1954; Ranis y Fei 1961).
En resumen apretado, se puede decir que esta teoría y sus derivaciones
asumen que al interior de los países (o en contextos más amplios)
existe un sector rural de subsistencia caracterizado por una
productividad marginal muy baja o de cero, con mano de obra excesiva,
y otro sector urbano y moderno de alta productividad. En estas
condiciones el salario urbano es mayor que el rural, con la consecuencia
de que toda la mano de obra excesiva en el sector tradicional emigra a
las ciudades en su búsqueda. La velocidad de la transferencia de mano
de obra del campo a la ciudad, sostiene el enfoque, depende de la
velocidad de acumulación de capital del sector moderno.
Inmediatamente después, en la segunda mitad de esa misma
década de los cincuenta surgió otra teoría, la de la acumulación
causativa (Myrdal, 1957). Según Jesús Arroyo (1986: 9-10) esta
teoría de Myrdal ofrece una explicación alternativa al modelo de
Lewis, Ranis y Fei: el fenómeno de ‘‘acumulación causativa’’ que
origina la concentración espacial de actividades económicas urbanas,
principalmente industriales–manufactureras en las ciudades, es
producto de las características propias del proceso productivo
industrial, que requiere y genera economías de escala y de
aglomeración. Las relaciones de intercambio entre la producción
urbana moderna y rural se deterioran, igual que los salarios reales
en esta última. Al transferirse recursos del medio rural al urbano
las oportunidades de empleo crecen en las ciudades, al mismo

27
Arturo Lizárraga Hernández

tiempo que la tecnificación y maquinización del campo desplaza


población trabajadora.5
Pero íntimamente relacionada con la teoría neoclásica formulada para
macro niveles existe la postura asumida por Michael Todaro (1976),
que enfoca el fenómeno en sus niveles micro. Hay que decir, sin
embargo, que este autor hace una crítica a la propuesta de la teoría
basada en la economía neoclásica en el sentido de que aquélla asume que
en las áreas urbanas existe pleno empleo, cuando en realidad la
experiencia indica que existe desempleo y subempleo en casi todas las
ciudades del tercer mundo; además, dice Todaro, aquel modelo presenta
el problema de que considera que los salarios urbanos reales son
constantes hasta terminar con la sobreoferta de trabajadores en el sector
tradicional, cuando empíricamente se demuestra que los salarios se
aumentan —institucionalmente o por otras razones—, a la par que
existe el desempleo (Todaro, 1969: 133–148).
Al margen de la crítica que hace Todaro, su propio modelo está
íntimamente asociado con la propuesta de la economía neoclásica,
decíamos, aunque con la salvedad de que Todaro considera que en el
contexto económico son los actores sociales individuales los que toman
las decisiones de emigrar: realizan un cálculo de costo beneficio que
los lleva a esperar un ingreso neto positivo, normalmente monetario,
de su decisión de emigrar (Todaro 1969, 1976, 1989). Así, la migración
internacional se conceptúa como una forma de inversión en capital
humano, pues las personas deciden movilizarse a donde, dadas sus
habilidades, pueden ser más productivas. Entre los cálculos está el que

5
Si lo dicho es cierto, entonces esa teoría se puede considerar como precursora de las
teorías del sistema mundial (centro-periferia y dependencia externa). Inclusive, se puede decir
que, incorporando a ésta la explicación histórica de cómo las relaciones de clases sociales
antagónicas y de explotación —de aquélla que posee los medios productivos sobre las que
no los poseen— conforman los determinantes de la concentración de recursos en las
ciudades y por pocos individuos, se pasaría a la teoría explicativa de la migración llamada
histórico-estructural (ver infra).

28
Nos llevó la ventolera...

deben emprender inversiones que incluyen los costos materiales del


viaje, los costos de manutención, el esfuerzo que involucra el aprendizaje
de idioma y cultura diferentes, la dificultad que se experimenta para
adaptarse a un nuevo mercado de trabajo, los costos psicológicos de
cortar antiguos lazos sociales y, para los trabajadores migratorios ilegales,
la necesidad de evitar la deportación.
Ahora bien, la crítica que se hace a esta teoría de Todaro es que
asume implícitamente la movilidad perfecta de los trabajadores y que
ellos están suficientemente informados sobre las oportunidades de
empleo en las diferentes regiones. Y es que la realidad muestra que la
movilidad de la fuerza de trabajo no es perfecta, como tampoco lo es la
información que poseen los migrantes potenciales sobre los mercados.
Todavía más, podemos afirmar que los individuos y familias en las
áreas rurales de los países subdesarrollados no hacen complicadas
evaluaciones, pues la mala situación económica los presiona para tomar
una «decisión involuntaria» (Menéndez, 1985). En efecto, debido a la
tensión económica en la que viven decidirán emigrar y emplearse en
otra área que ofrezca mejores condiciones de vida.... y escogerán - en
que se encuentren amigos y parientes, o bien aquélla sobre la que
poseen mayor información obtenida, digamos, al azar. Desde luego
que existen casos de migrantes privilegiados económicamente que
pueden emigrar para tratar de maximizar sus ingresos reales mediante
un cálculo, pero éstos son una minoría del grueso éxodo de trabajadores
rurales (Arroyo: 1986:11).
La nueva economía de la migración (Stark y Bloom 1985), también
desafía las asunciones y conclusiones de la teoría neoclásica. El punto de
vista de este acercamiento es que las decisiones de migrar no son
practicadas exclusivamente por los actores individuales, sino que las
personas actúan dentro de unidades familiares o comunales para
aumentar al máximo el ingreso, minimizar los riesgos y aumentar el
estatus dentro de una jerarquía social y cubrir las fallas del mercado

29
Arturo Lizárraga Hernández

local. Y es que las familias como tales, u otros grupos sociales, pueden
diversificar sus fuentes de ingreso asignando los miembros a mercados
de trabajo, los que pueden ser diferentes: algunos pueden trabajar en la
economía local, otros en un lugar diferente del mismo país y todavía
otros pueden trabajar en el extranjero, de manera tal que las familias o
comunidades podrán controlar los riesgos económicos a través de la
diversificación de los lugares de destino.
Como se puede ver, las teorías neoclásica y nueva economía de la
migración coinciden en un aspecto: ambos modelos asumen que la
decisión de emigrar o no es una decisión racional de los actores. La
teoría del mercado laboral segmentado, por su parte, da por sentado que si
bien las decisiones son tomadas por los individuos racionalmente,
argumenta que la migración internacional sirve para contrarrestar las
demandas obreras intrínsecas de las sociedades industriales modernas.
En su argumentación, Michael Piore (1979), su postulante, dice que la
migración internacional no es causada por los factores de expulsión de
los países —como sueldos bajos o desempleo alto—, sino por factores
estructurales6 de atracción en los países receptores, mismos que se
concretan en una demanda crónica e inevitable de obreros para que
ocupen los puestos más bajos en una jerarquía laboral y con salarios
bajos. Y sucede eso debido a que los integrantes de la fuerza de trabajo
de los países desarrollados consideran que el empleo no sólo provee
ingresos económicos, sino también estatus social. De esa manera,
aquellos trabajadores locales se niegan a emplearse en las labores más
bajas, por considerarlas inadecuadas para sí, pues en su percepción
cultural está el que son ‘‘propias para inmigrantes’’.

6
Según la teoría del mercado de trabajo segmentado, son cuatro características estructurales
de las sociedades industriales avanzadas: a) inflación estructural; b) contracción social en
las motivaciones dentro de las jerarquías ocupacionales; c) dualidad inherente de la
relación entre trabajo y capital, y d) nuevas tendencias demográficas (Michael Piore,
1979).

30
Nos llevó la ventolera...

Como una respuesta a las teorías funcionalistas surgieron, en la


segunda mitad de los años sesenta, propuestas genéricamente conocidas
como teoría del sistema mundial. Los autores más conocidos son Celso
Furtado (1965) y André Gunder Frank (1969) con su teoría de la
dependencia, y Paúl Sínger (1981) con su teoría histórico–estructural. De
manera general, podemos decir que estos autores parten de una
conceptualización de la migración hecha desde el marxismo. Según
esta teoría, en su afán por lograr las más grandes ganancias con los
recursos agrícolas y estar en condiciones para competir en los mercados,
los granjeros capitalistas en las áreas periféricas aumentan la mecanización
y la aplicación de insumos industrialmente producidos, como
fertilizantes, insecticidas y semillas de alto rendimiento. Los efectos
son de dos tipos: por un lado, destruye los sistemas tradicionales de
tenencia basados en la herencia y los derechos comunales de usufructo
y, por otro, la mecanización de las labores disminuye la necesidad de
fuerza de trabajo, lo que provoca un exceso relativo de mano de obra
en el campo que es proclive a la migración.
Al mismo tiempo, los países del centro construyen y extienden
medios de transporte y comunicación en los países dependientes (o
periféricos) para facilitar la salida de los productos, información y capital,
pero que promueven el movimiento de las personas al reducir los costos
de la movilización geográfica. Luego, la globalización económica crea
los eslabones ideológicos y culturales entre los países capitalistas del
centro y sus periferias a través de otros medios, como los administrativos
y del sistema de educación, con el propósito de reforzar un orden de
gobierno. Estas conexiones ideológicas y culturales se refuerzan por
las comunicaciones de masas: los programas de televisión transmiten
información sobre estilos y normas de vida en el mundo desarrollado,
e inculcan modos de consumo extranjero en las personas de los países
dependientes. El conjunto de factores trae como resultado la migración
de las regiones periféricas a las centrales.

31
Arturo Lizárraga Hernández

Pero la teoría histórico-estructural también es criticada. Una crítica


que se le ha hecho, es en el sentido de que considera a los individuos
y grupos sociales inermes ante impersonales e implacables leyes de la
economía en una región o país. Es decir: acepta implícitamente que
los actores sociales son moldeados sin resistencia alguna y que son
incapaces para cambiar la realidad social. En efecto, si bien es cierto
que la teoría del sistema mundial ayuda a explicar los grandes flujos de
población, la consideramos incompleta como para explicar el hecho
social de la migración a plenitud. Sería pensar a los individuos totalmente
vacíos de poder y atrapados en procesos estructurales que están más
allá de su influencia, o como miembros sin rostro de la categoría ‘‘mano
de obra’’, y no agentes sociales que actúan dentro de determinadas
estructuras y que son capaces de transformarlas. Olvida esa teoría, en
fin, que los sujetos sociales son capaces de oponer resistencia, y de
que son ellos capaces de elaborar estrategias para permanecer o no en
los lugares de origen7. Por ejemplo, ante las mismas condiciones
estructurales, dos individuos o grupos sociales pueden realizar acciones
diferentes: uno emigrará en tanto que el otro, si lo desea, permanecerá
en el mismo lugar en que se ha desarrollado, utilizando estrategias para
ello.
Una teoría importante, ‘‘contrapuesta’’ a la anterior y surgida más
o menos en el mismo periodo, es la propuesta a la que algunos llamaron
teoría de la modernización (Germani, 1970; Sito, 1970). Gino Germani
dice, en franca alusión al enfoque histórico-estructural, que los enfoques
que ven a la migración como resultado de consideraciones objetivas,
históricas y estructurales y que la reducen a una ‘‘especie de equilibrio
mecánico de fuerzas impersonales externas’’, no toman en cuenta la
‘‘posible complejidad del proceso psicológico que da lugar a la decisión

7
Aunque el empleo del término estrategia sugiere la acción humana, es simplemente la
acción de improvisar y casi siempre se emplea en términos económicos (Goldring,
1992:322).

32
Nos llevó la ventolera...

de ir o quedarse’’ (Germani, 1969:125). Y es que el enfoque sostenido


por Germani hace hincapié en las precondiciones de personalidad, de
valores o de relaciones personales de los actores deseosos de aventuras
o con identificación en términos de empatía con valores culturales que
existen fuera de sus comunidades. De esta manera, según esta teoría,
las personas emigran cuando la comunidad de origen ya no puede
satisfacer esos valores diferentes a ellos: ‘‘están orientados hacia afuera
del aquí y ahora, tienen empatía con otros lugares, con el pasado y el
futuro, no sólo quieren moverse, sino que lo hacen realmente. En
resumen, para ellos el pueblo es una prisión. (...) Si quieren lograr más
deben moverse, lo que se refleja en esas medidas indicando la capacidad
de su alma, mente y pensamientos de comprometerse en la emigración
anticipatoria, aunque sus cuerpos estén obligados a quedarse’’
(Galtung,1970:96).
Una de las principales críticas que se hacen a esta corriente, es en
el sentido de que se olvida de que los individuos pertenecen a grupos
sociales y, por lo tanto y en gran medida por ello, sujetos a las presiones
de los cambios sociales. De esta manera, dice la crítica, esta corriente
echa sobre la espalda de los actores sociales individuales la
responsabilidad de emigrar o no, siendo que existen condiciones
materiales que los obligan a realizar una u otra acción, esto es, de
emigrar o de no hacerlo (Arizpe, 1985).
En el año 1997 el economista Glenn Loury (1997) introdujo en la
discusión el concepto capital social. Aunque Loury lo considera un juego
de recursos intangibles en las familias y comunidades que ayudan a
promover el desarrollo social entre los jóvenes, el concepto original no
se refiere sólo a ese segmento social. El concepto capital social fue
elaborado por Pierre Bordieu y Loic Wacquant: ‘‘el capital social es la
suma de recursos, reales o virtuales, que incrementa un individuo o un
grupo en virtud de poseer una red duradera de relaciones más o menos
institucionalizadas de conocimiento y reconocimiento muto’’ (1992,

33
Arturo Lizárraga Hernández

119). Las personas ganan el acceso al capital social a través del número
de miembros en redes sociales e instituciones sociales, para proveer capital
económico y mejorar o mantener su posición en la sociedad (Massey,
1998).
En el contexto de la migración, las redes son juegos de lazos
interpersonales que relacionan a trabajadores migratorios, ex migrantes,
migrantes potenciales y no migrantes en los lugares de origen y de
destino, a través de lazos de parentesco, amistad y comunidades de
origen compartidas. Este conjunto aumenta la probabilidad del
movimiento internacional, porque reduce los costos y riesgos del
movimiento y aumentan los ingresos netos esperados de la migración.
Así, las conexiones de la red constituyen una forma de capital social
que las personas pueden utilizar para ganar el acceso a varios tipos de
capital financiero: mejores empleos, sueldos más altos y la posibilidad
de aumentar la economía y enviar remesas. Douglas Massey et al (1987)
las identificaron como catalizadores de la migración: los lazos cotidianos
de amistad y parentesco proporcionan ventaja para las personas que
deciden emigrar. Es decir, que una vez que alguien ha emigrado crea
una red personal y esos lazos se transforman en un recurso —capital
social— que puede usarse para ganar el acceso al empleo en el extranjero
mientras vence las dificultades de su acción de migrar. Una vez que se
han establecido las redes sociales surge otro tipo de organización formal
entre los migrantes, sobre todo cuando se da de manera constante la
represión contra ellos y cuando existe una gran cantidad de cruce de
fronteras políticas de manera ilegal para proteger los derechos humanos
de éstos. Los grupos humanitarios ayudan a los migrantes con consejos,
servicio social, albergue, consejo legal sobre cómo obtener los papeles
legales. Con el tiempo los individuos, empresas y organizaciones se
vuelven un tejido conocido por los migrantes, que pueden utilizar para
ganar el acceso en los mercados obreros foráneos. La teoría del capital
social acepta el punto de vista que la migración internacional es una

34
Nos llevó la ventolera...

decisión individual no decisión de comunidad, pero sostiene que se


actúa en un momento dado en el tiempo y en un contexto más amplio
(Massey, 1998).
Ahora bien, los investigadores en la actualidad reconocen la
multicausalidad de la migración y los procesos que la ponen en marcha;
se expresa tal reconocimiento en la preocupación por tender puentes
interdisciplinarios que enriquezcan el abordaje del problema: el creciente
‘‘préstamo’’ de teorías y estrategias metodológicas entre diversas
tradiciones disciplinares de las ciencias sociales es la tónica que define
las investigaciones sobre el tema: el creciente intercambio conceptual
entre diversas tradiciones de las ciencias sociales parece ser la tónica
en la actualidad, la que define los estilos de las investigaciones sobre el
tema.
En ese sentido es que Douglas Massey (1998), después de una
revisión y clasificación de las proposiciones teóricas en la literatura
sobre el tema, considera que es necesario incorporar los principios
económicos y sociales que proponen diferentes teorías, como economía
neoclásica, nueva economía de la migración, sistema mundial, mercado
segmentado, capital social, acumulación causativa (1998:50–52). Por su
parte, Massey, Durand, Alarcón y González consideran a la migración
como un proceso social autosostenido que ‘‘se origina históricamente
en los cambios de la estructura socioeconómica de las sociedades de
origen y destino; que una vez implementadas, las redes de relaciones
sociales sirven para apoyar e incrementar el flujo migratorio; que al
aumentar la accesibilidad a la migración internacional, las familias las
hacen parte de sus estrategias de sobrevivencia y las utilizan sobre todo
cuando están en la etapa del ciclo familiar en que es mayor el número
de dependientes; que las motivaciones individuales, las estrategias
familiares y las estructuras de la comunidad son afectadas por la
migración de tal manera que hacen plausible la emigración posterior;
que aun entre los emigrantes temporales hay un proceso inevitable de

35
Arturo Lizárraga Hernández

establecimiento en el extranjero, y que entre los emigrantes establecidos


existe un proceso de migración de retorno’’ (Massey, Durand, González
y Alarcón, 1991:15).
Estos autores, en consecuencia, articulan los métodos y técnicas no
sólo de diferentes corrientes teóricas, sino de diferentes disciplinas de
las ciencias sociales. Los métodos y técnicas de la demografía, de la
economía, de la antropología, de la historia de la sociología están
siempre presentes en sus estudios, lo que les permite tener una visión
de conjunto de la migración como el proceso complejo que es.

Preguntas de investigación acerca del proceso

Para el caso del Estado de Sinaloa, podemos afirmar que esta


investigación es pionera en el género. La aseveración no es por buscar
protagonismos, sino para explicar por qué tocamos aspectos que quizá
en otras entidades del país hubiesen sido redundantes. Algunas de las
preguntas que creímos pertinentes para iniciar —y plantear líneas para
futuras investigaciones— son las referentes a los procesos sociales de
producción y reproducción de la migración. Así, hemos considerado
necesario hacer un análisis de su desarrollo histórico, presentar los
cambios en la economía regional que la promueven, evidenciar las
estructuras sociales que lo facilitan y algunos efectos culturales que ya
se manifiestan. Es decir, quisimos estudiar las causas de diverso tipo
—históricas, económicas, sociales y culturales— y explicar cómo se
interrelacionan entre sí creando las circunstancias y las estructuras de
opciones (Jelin, 1986:109-126) para que los actores sociales individuales
o colectivos decidan salir de sus tierras. Para completar la visión,
consideramos necesario plantear las interrogantes sobre los destinos a
los que se dirigen, cómo realizan sus viajes y los cruces de la frontera
jurídico-política, en qué condiciones viven y cómo se adaptan los que
no regresan, y qué percepción tienen los migrantes al momento de su
partida.
36
Nos llevó la ventolera...

Es cierto que varios autores se han ocupado de responder preguntas


similares en otros estados de la República Mexicana. Desde los estudios
pioneros de Manuel Gamio (1930 y 1969) hasta Massey, Durand,
González y Alarcón (1991) la intención de formular marcos teóricos
para explicar cómo se ha originado y desarrollado la emigración al
extranjero mediante preguntas de investigación similares, ha estado
presente en las investigaciones. Juntas las preguntas en algunas ocasiones,
separadas en otras. En algunos autores privilegiando los factores
estructurales, en otros los culturales, en otros más considerando las
imbricaciones de los dos tipos de causales; el asunto es que se ha
producido una basta y buena bibliografía al respecto, producto de los
intentos por desentrañar los procesos sociales de la emigración de la
población rural hacia Estados Unidos.
Son obligatorias las lecturas de autores entre los que consideramos,
además de los anteriores con otras publicaciones que han hecho, a
Dinnerman (1983) con su trabajo comparativo sobre Huecorio e
Ihuatzio en Michoacán; Arizpe (1973 y 1985) con la investigación
comparativa de las comunidades Toxi y Dotejiare; Arroyo (1983, 1986
y 1995) con sus investigaciones sobre la emigración rural en el Estado
de Jalisco; Morales (1987) con la revisión histórica de emigración de
indocumentados; Bustamante (1998) con su investigación participante
en el cruce de la frontera política; Espinoza (1998) con su estudio
sobre el dilema permanente de los emigrados en Estados Unidos por
regresar o no a sus lugares de origen; Escobar, Bean y Weintraub (1999)
mostrando las fases y dinámica de la emigración de mexicanos a Estados
Unidos.
Sin embargo, a pesar de constantes generales en el proceso social,
siempre pensamos que el Estado de Sinaloa tiene sus especificidades,
las que deberíamos explorar retomando los aportes que han hecho los
autores mencionados, aunque con una actitud abierta para aprehender
las peculiaridades propias de esta región sociocultural. Porque por sus

37
Arturo Lizárraga Hernández

recursos naturales, por su posición geográfica, por sus microhistorias,


por ser región sociocultural con sus propios elementos identitarios y,
por lo tanto, por la forma como se insertó en el desarrollo nacional, en
Sinaloa la emigración adquirió tintes particulares. Tanto en sus causas
como en sus modalidades, aun reconociendo la presencia de elementos
plenamente similares con otras regiones, como el estar inserto en la
ejecución de políticas económicas nacionales y de los momentos
históricos en la relación binacional con Estados Unidos.

Los posmodernistas y el estudio de la cultura

En torno al estudio de la migración en el contexto de la relación


binacional y, más aún, de la globalización en que los movimientos de
personas y símbolos vencen las barreras políticas y las fronteras
culturales, un nuevo derrotero ha surgido: el estallido de la llamada
posmodernidad.
El estudio de la migración rural, hoy por hoy, no se puede llevar a
cabo integralmente si no se contemplan nuevas circunstancias que
tienen que ver con los comportamientos de los sujetos de estudio en el
tránsito y con las circunstancias encontradas en los lugares de destino.
De acuerdo con ello, algunas corrientes teóricas han impulsado la
reconceptualización de los términos con los que se venía estudiando la
migración (comunidad, migrante temporal, inmigrante, etc.), además de
las categorías más generales presupuestas a que remitían tales conceptos.
Categorías como ciudadanía y nación (sin mencionar el territorio) ocupan
el centro de discusión, pues éstos, con el contenido que tenían, ahora
son insuficientes para la explicación de lo que está sucediendo en el
proceso amplio y acelerado del mundo en globalización. El empuje es,
pues, para rebasar la acostumbrada ecuación entre sociedad civil y
Estado-nación.

38
Nos llevó la ventolera...

Uno de los llamados a la discusión es el que hace Roger Rouse para


rediscutir el concepto comunidad. En los términos tradicionales, dice
él, resulta poco apropiado para analizar adecuadamente los procesos
migratorios en el mundo actual. El argumento central es que «identifica
una población definible con un espacio único y limitado —un territorio
o sitio—. Al hacerlo, se indica que las relaciones sociales de los mismos
miembros de la comunidad serán mucho más intensas dentro que fuera
de este espacio, y también que los miembros tratan el sitio de la
comunidad como el medio natural al que se ajustan sus acciones»
(Rouse,1988:8).
La crítica al concepto comunidad es válida, pero sólo en una de las
acepciones, la utilizada hace décadas en los estudios antropológicos y
la que, efectivamente, remite a un asentamiento humano en el que se
comparte un espacio. Porque aunque el uso cotidiano del espacio es un
elemento de suma importancia ‘‘para la consolidación de una cultura
local y para compartir experiencias comunes, no es el territorio per se
el que define a la comunidad, sino los usos y significados del espacio
en tanto compartidos’’ (Morán, 1997:32). La comunidad, en la acepción
que queremos retomar del término, ‘‘refiere a elementos menos
sustanciales, calificados como ventajas intangibles por quienes estudian
los procesos de asentamiento económico, que podrían delimitarse a
partir de la identificación de elementos como el lenguaje, la memoria,
el proyecto de sociedad, las creencias y los valores compartidos por los
miembros de la comunidad’’ (Morán, 1997: 32). Por eso la crítica de
Rouse, si bien llamativa, es cuestionable, pues el concepto al que se
refiere ha dejado de utilizarse hace ya algunos años.
En el mismo sentido pero con una visión más amplia, se critica la
imagen idealizada del Estado–nación. Y es que tal concepto, surgido
para designar los resultantes políticos de las revoluciones de los siglos
XVIII y XIX, se refería a las comunidades amplias, asentadas en un territorio
específico claramente delimitado, regidas por una sola ley, dirigidas

39
Arturo Lizárraga Hernández

por un solo gobierno (nacional) y con un mercado y una moneda


diferenciados respecto a los de otras comunidades similares. Hoy, en
cambio, vemos que las fronteras políticas son franqueadas de manera
permanente y rápida, tanto por personas como por bienes de consumo
materiales y simbólicos, lo que obliga a la crítica del concepto Estado-
nación.
A decir de los posmodernistas, tal concepción resulta hoy anacrónica
en el contexto de las incontenibles macro tendencias económicas
registradas en la era del poscolonialismo. Fenómenos como la
desagregación espacial de las actividades económicas y la relocalización
de sus operaciones, desactivación del fordismo y la flexibilización de
las formas de producción y acumulación, la transmisión rápida de
información, de bienes, servicios y capitales, informalización de la
economía, ‘‘libre’’ mercado, entre los más destacados, son los que han
obligado a volver a repensar el concepto Estado-nación. Porque hoy, en
el marco de estos procesos que dominan el llamado espacio
‘‘posmoderno’’ en el que tiempo y espacio resultan compactados,
acudimos a una ‘‘periferialización del núcleo’’ o, en sentido inverso, a
una implosión del tercer mundo en el primer mundo.
Ese proceso es reflejado, para el caso que nos ocupa, en las nuevas
migraciones. Y es el motivo por el cual consideramos pertinente el
concepto comunidades migrantes Transnacionales. Bryan Roberts las define
como ‘‘las agrupaciones de inmigrantes que participan de una base
rutinaria en un campo de relaciones, prácticas y normas que incluyen
ambos lugares, el de origen y el de destino’’ (Roberts, s/f:1, traducción
libre)8. Tales bases rutinarias tienen sus efectos en las culturas locales,
las que incorporan elementos de las lejanas a ellas geográficamente.

8
‘‘Aun en los casos en que no son los actores sociales los que trasladan, sino las fronteras
políticas las que cambian, los migrantes internacionales tienden a establecer comunidades
de carácter transterritorial, transnacional, que en muchos casos perduran más allá de las
primeras generaciones’’ (Morán, 1997:34).

40
Nos llevó la ventolera...

Y en términos teóricos, el estudio de las culturas por el cruce de


valores debido a la migración empieza a ser frecuente en las bibliotecas.
Están los de García C., 1989, 1994 y 1999, quien ha mostrado la
tendencia de las culturas a hacerse ‘‘híbridas’’, puesto que cada vez
más incorporan elementos de otras ajenas; y el de Rosaldo, 1989 y
1984, para quien el centro de atención de las preguntas de investigación
de la antropología se han desplazado hacia las fronteras culturales, en los
que se entrecruzan elementos de diferentes culturas que comparten los
mismos espacios geográficos.

¿Y dónde queda el estudio de las culturas locales?

El estudio de la emigración es importante por los efectos que tiene el


fenómeno en las localidades de origen, tanto en los aspectos económicos
como demográficos, sociales y políticos. A nivel nacional existe una
¿basta? bibliografía al respecto, producto de investigaciones de caso, y
hay una serie de autores que ya son clásicos en la literatura del tema.
Algunos de ellos son Calvo y López C. (comp.), 1986, con sus estudios
en algunos pueblos de migrantes en Michoacán; Rionda, 1992, también
en Michoacán; Durand, 1988, 1991 y 1996, con sus estudios
comparativos en los estados de Michoacán y Jalisco.
Donde escasea la bibliografía es en lo referente a los efectos que
está teniendo en las culturas locales, a pesar de que éstas también son
afectadas por el movimiento de personas a través de la frontera. Porque
como dice el citado Jorge Durand, ‘‘son varios los indicadores que
pueden dar cuenta de la profunda imbricación de la migración en la
cultura cotidiana de los occidentales: los sistemas de normas, sanciones
y valores; la expresión y vivencia religiosas; las costumbres acuñadas o
modificadas a partir del contacto; el conjunto de concepciones, juicios
y evaluaciones sobre la vida, el trabajo y el futuro en ambos lados de la
frontera’’ (Durand, 1994: 294).

41
Arturo Lizárraga Hernández

Y es que la migración al norte es un componente de la cultura


contemporánea de México, ya que implica que los migrantes tienen
una mayor probabilidad de exposición a valores, códigos y creencias a
los que difícilmente estarían expuestos en sus culturas locales si no
fuese por los movimientos de personas: el regreso de los ausentes, al
pueblo o al barrio de la ciudad, puede originar y de hecho origina una
mutua fecundación que, a su vez, conecta de lleno con recientes o
renovadas identidades. Por eso llamamos a la migración rural ventana
del pueblo: al que está en la parte de adentro le permite ver lo que
sucede fuera; y lo que sucede fuera se puede meter con relativa facilidad
en la vida cotidiana de las comunidades.
Pero a pesar de que los pueblos de migrantes están siendo afectados
de manera cada vez más notoria, decíamos, a diferencia de lo que
sucede en el otro lado de la frontera, en México es necesario insistir en
el estudio de los efectos en la cultura. Son excepciones los casos de
Miranda, 1988; López C., 1986 y 1988; y Alarcón, 1986, quienes
tratan los cambios en las costumbres de las nuevas generaciones,
fenómeno al que Alarcón ha llamado ‘‘norteñización’’. Entre otras
razones, por eso Jorge Durand mismo, respecto a las investigaciones
en este rubro en el país, en 1994 decía que ‘‘a diferencia de los aspectos
económico, geográfico y de política binacional que han sido trabajados
de manera sistemática, los aspectos culturales y los efectos políticos
internos de la migración han sido prácticamente ignorados. Los cambios
y adaptaciones culturales, el reforzamiento o modificación de las
sociedades locales, el impacto sobre los sistemas de valores, la cuestión
religiosa y el ámbito simbólico son todavía temas a tratarse’’ (Durand,
1994:64). Si bien es cierto que de la fecha en que hizo esta afirmación
hasta hoy ya se ha realizado una serie de estudios sobre el tema (Arias,
1997; Espinoza, 1997), éstos aún son insuficientes. Huelga decir que
en Sinaloa estudios de este tipo brillan por su ausencia.

42
Nos llevó la ventolera...

El método de análisis que adoptamos

Esta investigación se desarrolló de acuerdo con las siguientes


consideraciones: si la migración es practicada sólo por unos cuantos
individuos aislados, integrantes de una comunidad, se pueden encontrar
con relativa facilidad causales explicativas de orden psicológico, como
la audacia o el afán de superación personal, o motivacionales como el
deseo de aventura y la aspiración por el logro de nuevos valores
culturales; en este sentido, la teoría de la modernización (Germani, 1969)
puede ser de gran utilidad. Pero si quienes la practican son diferentes
grupos que conforman grandes flujos coincidentes en periodos históricos
específicos, entonces es conveniente buscar causales externas a los
actores sociales individuales, como son los cambios en las estructuras
económica y social de las regiones que expulsan habitantes. En este
sentido, la utilización de otras teorías (economía neoclásica, del sistema
mundial, histórico–estructural) es pertinente.
Entonces consideramos lo siguiente: para estudiar los procesos de
emigración, en los primeros niveles de análisis es conveniente considerar
las medidas que impactan la estructura productiva regional. La creación
o desaparición de fuentes de trabajo depende de la ubicación geográfica,
de los recursos naturales, de obras de infraestructura y de las
características de la fuerza de trabajo. Si disminuye el empleo, se creará
un exceso relativo de mano de obra, misma que se verá presionada
para emigrar en busca de mejores condiciones de vida a dentro del
territorio nacional o en el extranjero.
En el nivel de análisis local se debe tener presente que existe una
relación entre sociedad y recursos naturales, por lo que es necesario
conocer su distribución, control, validación y uso a través del tiempo,
lo que obliga, además de a una revisión de las estadísticas al respecto,
de la historia regional. Pues los cambios estructurales en las comunidades
no afectan de la misma manera a los diferentes grupos sociales; por lo

43
Arturo Lizárraga Hernández

tanto, su comportamiento será diferente: mientras los que ocupan las


posiciones más altas de la estructura social pueden verse favorecidos,
los que están en las más bajas son afectados, por lo que es de esperar
que realicen acciones diferentes. Unos, los privilegiados, pueden
permanecer en sus comunidades realizando las mismas actividades, las
que, inclusive, pueden verse favorecidas. En caso de emigrar, los actores
sociales lo harán por diferentes motivos: unos para buscar una mejor
cualificación o en busca de estatus social; otros, los desposeídos, se
verán obligados a emigrar en busca de trabajo y mejores condiciones
de vida.
Las características culturales específicas de las comunidades imponen
sellos ya sea en la forma, en el destino o en las actividades a que se
dedica la población en general. Inclusive, ante las mismas condiciones
de existencia, dos comunidades pueden realizar acciones en sentido
contrario: en una de ellas se emigrará, en tanto que en la otra las personas
permanecerán en el lugar, adecuándose a las nuevas condiciones que se
les imponen desde fuera. La elección dependerá de cómo se hayan
tejido los factores económicos, sociales y culturales (Jelin, 1980).
El fenómeno de la migración es facilitado por estructuras sociales
como las redes sociales (Massey et al., 1987; Durand, 1988) y, aparejado
a ello, cuando lleva algún tiempo de realizarse se crea una tradición que
coerciona a los individuos a emigrar, ya no sólo por motivos económicos.
De esta manera, es necesario hacer un seguimiento del fenómeno,
describir las etapas por las que haya atravesado y observar el momento
en que se unió la vida cotidiana de la comunidad con la vida del exterior.
Luego, revisar cuáles son los diferentes grupos (sociales, de edad,
económicos, etc.), para diferenciar los efectos que ejercen sobre ellos
las modalidades de las transformaciones en las estructuras económicas
y sociales. Factores culturales como la tradición presionan a los individuos
a tomar una decisión, que es tomada en uno u otro sentido. Pero en
ello el grupo de pertenencia (familia, comunidad) tiene una gran

44
Nos llevó la ventolera...

importancia, pues el beneficio o perjuicio de la emigración a todos


atañe de una manera u otra; para ello pone a disposición del migrante
el capital social con que se cuenta. En ese conjunto de condiciones es
en el que el individuo toma decisiones y elabora estrategias de sobrevivencia,
que pueden ser en el sentido de migrar o permanecer en lugar de
nacimiento. Podríamos decir, en síntesis, el ‘‘yo soy yo y mis
circunstancias’’.

Una reflexión a manera de autocrítica,


y una periodización resultante

A diferencia de otros científicos sociales, el método de investigación


que practican los seguidores de una de las tradiciones de la sociología
está lejos de considerar al trabajo de campo como fundamental para el
desarrollo de la teoría. Seguidores del deductivismo elaboran hipótesis
generales en el gabinete y, con ellas bajo el brazo, se van a la realidad
social con el propósito exclusivo de confirmarlas con evidencias
empíricas. Pero la realidad real es más rica que la teoría, y no se deja
asir tan fácilmente desde la distancia del cubículo, por muy adecuadas
que sean las categorías de análisis que se utilicen. Las entrevistas a los
informantes, y las obser vaciones directas en el campo de los
acontecimientos, difieren de las prenociones y obligan a reformular las
reflexiones hechas bajo la óptica de cualquier propuesta a priori.
En el caso de esta investigación la estancia en las comunidades,
desarrollando trabajo de campo, obligó —no sin cierta resistencia—
a hacer correcciones a consideraciones previas sobre el tema. Primero,
el trabajo de gabinete —con sus estadísticas y tasas de crecimiento de
población por decenios— sugería que la emigración masiva en Sinaloa
empezó en los años treinta; el trabajo de campo me enseñó que no era
así: empezó mucho antes, desde los años veinte o, inclusive, desde el
siglo XIX. De la misma manera, me decían algunas lecturas que ciertos

45
Arturo Lizárraga Hernández

hechos sociales —en este caso el cultivo de estupefacientes— son un


factor de expulsión de población —por la violencia que se genera a su
alrededor—; pero los informantes de la realidad real me corrigieron y
me hicieron entender que el cultivo también ha sido factor de arraigo
de las personas en sus lugares de origen, dada la derrama económica
que genera la actividad: ‘‘cuando hay dinero arriba (en la sierra), hay
dinero abajo (en los valles)’’, insistieron los entrevistados. Cuando me
decían las estadísticas que disminuía la emigración, según yo el hecho
se debía a factores externos como la reducción de empleo en el extranjero
y la aplicación de medidas político-legales para frenar el ingreso de
indocumentados a Estados Unidos. La realidad me corrigió: tuvo que
ver, además, la realización de obras en las regiones y la creación, aunque
transitoria, de fuentes de trabajo, por decirlo de alguna manera, poco
ortodoxos: nos referimos a la siembra de estupefacientes que se da en
determinados periodos del año.
Es cierto que los datos empíricos no hablan por sí mismos —lo
hacen a través de una teoría— y que, en ese sentido, haber ido al
trabajo de campo sin consideraciones teóricas previas hubiese
significado el riesgo de recoger ‘‘una inmensa masa de datos’’ sin ningún
orden y ni relación entre sí. Pero de eso a sobrevalorar la teoría y
menospreciar el trabajo de campo —como antes lo hacía– existe ya
una enorme diferencia. Porque me convencí de que el conocimiento
científico se desarrolla en un ir y venir de la teoría al dato empírico y
de éste a la teoría: ni sólo deducción de los grandes sistemas teóricos,
ni sólo inducción partiendo de los datos, como sugieren los empiristas.
En ese sentido, el trabajo de campo ejerce presión para el desarrollo
teórico: inicia, formula de nuevo, desvía y clarifica la teoría (Merton,
1995).
De ninguna manera se quiere decir con ello que el etnógrafo desdeñe
la teoría. Da por sentado que sus intereses teóricos participan en cada
fase de la escritura de las notas de campo, así como en la selección de

46
Nos llevó la ventolera...

los eventos sobre los que escribe. La teoría participa en cada fase no
sólo influyendo en la selección, sino en el análisis de cómo los hechos
sociales llegan a ser realizados; los datos, por su lado, influyen en la
teoría. Dicho en breve: el etnógrafo considera que es un proceso de
interacción reflexiva entre la teoría y los datos. En este sentido, una
meta del trabajo de campo es generar conocimiento nuevo.
En consecuencia con lo dicho, y con la información obtenida en
‘‘el lugar de los hechos’’ a través de entrevistas a los personajes de las
localidades con experiencia migratoria o conocedores de ella,
reconsideré mis prenociones y desarrollé un modelo histórico para su
estudio en Sinaloa. La hipótesis de trabajo subyacente, va en el sentido
de que cada una de las fases por las que han atravesado rubros
importantes de las economías regionales —minería y el narcotráfico—,
influyeron en gran medida para que se arraigara la población en los
lugares donde se llevaban a cabo; o bien ésta emigrara porque dejaban
de realizarse tales actividades. Así, supusimos que en el auge de la
minería, que duró hasta fines del siglo XIX, nacieron las principales
poblaciones serranas, por ser lugares de concentración de trabajadores
mineros o por ser centros de abastecimiento de mercancías para su
consumo. El declive de la actividad comenzó al entrar el siglo XX, y su
casi desaparición a partir de los años treinta. Mientras eso sucedía, y
en tanto no se desarrollaron otras actividades económicas en las regiones,
la emigración fue inminente, máxime que tales condiciones locales se
combinaron con otras de carácter nacional e internacional.
El cultivo masivo de amapola para la obtención de la goma de opio,
que se inició en los años cuarenta, tuvo un gran incremento durante el
periodo comprendido entre los años cincuenta y los sesenta (década,
esta última, en que se introdujo el cultivo masivo de mariguana en la
región). Pero durante los años setenta fue combatido, diríamos
ferozmente, a sangre y fuego por el ejército, la Procuraduría General
de la República y la Policía Judicial del Estado, alcanzando el más alto

47
Arturo Lizárraga Hernández

nivel de crueldad con la Operación Cóndor. A raíz de ello, los


habitantes de las regiones donde se cultivan esas plantas se
convirtieron en víctimas de la violencia institucional y, por lo
mismo, familias enteras emigraron de esas zonas recónditas hacia
las cabeceras municipales, hacia los valles agrícolas o hacia el
extranjero. Una vez disminuida —que nunca desaparecida— la
violencia institucional la migración persiste debido, de manera
importante, a la violencia generada por las gavillas dedicadas al
narcotráfico. En las zonas rurales de Sinaloa cuando no llueve,
llovizna.
Además de las condiciones locales otras circunstancias regionales e
internacionales se entrecruzan, favoreciendo o disminuyendo el
movimiento poblacional: cambios en las políticas migratorias de Estados
Unidos, carencia o exceso relativos de mano de obra y exigencias
políticas, vienen a cerrar un panorama ante el cual los actores sociales
se ven obligados a enfrentarse... y a tomar decisiones. De esta manera,
ante el dilema ‘‘¿emigrar o no emigrar?’’ a que se enfrentan los actores
sociales, lo más probable —aunque no necesariamente— es que la
respuesta sea ‘‘sí emigrar’’.
En este contexto histórico, podemos afirmar que por eso es alta la
emigración rural en Sinaloa9. En lo que se refiere a la que se realiza al
interior del país tenemos estos resultados iniciales: en la cabecera
municipal de Cosalá el 88% de las familias tiene, por lo menos, un
miembro que ha realizado algún viaje fuera de su municipio con fines
de vender su fuerza de trabajo temporalmente; el 78% de las de San
Ignacio está en la misma situación, y en el municipio de Concordia, en
El Verde, 79.00% de ellas (encuesta MMP, 1999).
También es alta la emigración al extranjero, específicamente hacia
Estados Unidos. En algunos de los casos de los municipios sinaloenses
es comparable a la que se lleva a cabo en otros de la República Mexicana
9
Activa e inactiva, por utilizar los criterios de Massey, Alarcón, Durand y González
(1987).

48
Nos llevó la ventolera...

—del occidente del país— en los que tiene una larga historia o, por
decirlo con una cita, ‘‘donde existe una larga y extensa tradición
migratoria’’ (Durand, 1988:26). De hecho, en los municipios de nuestro
estudio, y particularmente de nuestras localidades, la emigración que
se practica al extranjero afecta a una gran cantidad de familias. En
Cosalá, por ejemplo, el 43.5% de las familias tiene por lo menos un
miembro que ha estado alguna vez en el extranjero, y que pueden ser
los padres o los hijos, y en periodos tan lejanos a nuestro tiempo como
es la década de los años treinta. Aunque por las particularidades
históricas de San Ignacio este tipo de emigración es menos intensa,
afecta ya al 29.4% de las familias de la localidad. En El Verde, Concordia,
a pesar de que el inicio del proceso migratorio está más cercano a
nuestros días (década de los cuarenta) que en las comunidades
mencionadas, el ritmo con el que se ha desarrollado —más acelerado
que en las anteriores— ha llevado a una proporción de familias con
migrantes al extranjero casi igual a la de Cosalá, pues alcanza al 42% de
las familias (encuesta MMP).
Como derivación de lo dicho anteriormente elaboramos, a manera
de modelo hipotético, el siguiente esquema temporal10 de la emigración
de los lugares serranos:

Primera fase: Hasta 1930: inicio de la emigración por declive de la


minería.
Segunda fase: 19401949: incremento de la emigración por el desarrollo
de la agricultura en los valles y la Segunda Guerra Mundial.
Tercera fase: 1950-1969: decremento relativo por la siembra de
estupefacientes (y fin de la Guerra de Corea).

10
Y, en lo general, tiene coincidencias con la periodización que hace Jorge Durand de
la emigración al extranjero. Según su propuesta, los periodos son: 1890-1941; 1942-
1964; 1964-1986; 1986-1996 (Durand, 1998).

49
Arturo Lizárraga Hernández

Cuarta fase: 1970-1979: Explosión migratoria por el combate al


narcotráfico.
Quinta fase11: 1980-1999: Consolidación de la emigración por la
violencia.

Adoptada esta periodización, me aboqué a hacer un seguimiento


de los factores que consideré más importantes: minería, narcotráfico,
violencia, procurando descubrir los diferentes momentos por los que
han atravesado, para contrastarlos con los datos captados por la encuesta
MMP y ver si existe correlación o no con la emigración. Los resultados
de la encuesta hablan de que existe coincidencia de los cambios de
aquellos factores con la emigración, tanto nacional como internacional
(anexos 2 y 5; gráficas 1 y 2):

Gráfica 1

Evolución de la Población: 1930-2000

30000
25000
20000 Cosala
15000 San Ignacio
10000 Concordia
5000
0
30
40
50
60
70
80
90
00
19
19
19
19
19
19
19
20

11
La periodización se pudieran reducir a tres etapas: emigración masiva: 1930-1949;
declive: 1950-1970; reactivación: 1970-1999.

50
Nos llevó la ventolera...

Gráfica 2

Evolución de la emigración total, 1920-


1999.

300
250
200 Cosalá
150 San Ignacio
100 El Verde
50
0
19 -29
19 -39
19 -49
19 -59
19 -69
19 -79
19 -89

9
19 odo

-9
20
30
40
50
60
70
80
90
ri
Pe

En la gráfica 2 se puede observar que los primeros casos de


emigración —captados por la encuesta— se presentaron en los años
treinta y que en los años cuarenta el número de casos tuvo con un
ligero incremento. Entre los años cincuenta y sesenta el incremento fue
ligero en comparación con el de la década de los setenta, periodo en
que se disparó hacia arriba. Una vez disminuidas las acciones violentas
de las instituciones en los años ochenta, la emigración volvió a disminuir,
aunque manteniendo niveles altos12. El comportamiento, en general,
es similar en los tres municipios.

12
La encuesta MMP fue levantada en diciembre de 1998 y enero de 1999, por lo que los
casos que se pudieron haber presentado este último año y el 2000 se quedaron sin
contabilizar. Esta puede ser la causa de que, en la última década, se observe una caída
brusca en el número de casos de migrantes captados.

51
Arturo Lizárraga Hernández

Delimitación del estudio

Por la escasez de recursos económicos, por la cercanía geográfica de


las localidades de estudio —entre sí y respecto al investigador—, por
la actividad común del narcotráfico y por tener signos de identidad
cultural específicos, escogimos tres localidades —de tres municipios—,
de tamaño diferente. Uno de la región centro del estado y dos de la
región sur. Por ello, con diferencias y con similitudes; los tres, con
fuerte emigración; los tres teniendo al narcotráfico como una actividad
económica considerable, los tres por ser catalogados entre los que tienen
altos índices de violencia.
Las localidades fueron seleccionadas, convencionalmente,
considerando su rango poblacional. Sin entrar en mayores detalles por
el momento, diremos que tomamos las tres comunidades teniendo como
referente el número de habitantes más o menos predominante en las
partes altas de Sinaloa; ello teniendo en mente hacer un estudio
comparativo del proceso migratorio en ellas. La primera localidad es
la cabecera municipal de Cosalá, que cuenta con más de cinco mil
habitantes y perteneciente a la región centro del estado, cuyo eje
económico y político es Culiacán, la capital sinaloense. La segunda es
San Ignacio, cabecera del municipio del mismo nombre, con un número
de habitantes que se encuentra arriba de los tres mil, pero abajo de los
cinco mil habitantes. La tercera es una pequeña localidad del municipio
de Concordia; ésta es una cabecera de sindicatura que lleva por nombre
El Verde, misma que en la actualidad cuenta con menos de dos mil
habitantes. La región socio-económica a la que pertenecen estas dos
últimas tiene como eje económico y social la ciudad y puerto de
Mazatlán, Sinaloa.

52
Nos llevó la ventolera...

El procedimiento que seguimos

En esta investigación buscamos articular los métodos cuantitativos y


cualitativos. Los primeros de manera especial para el seguimiento de la
migración en su origen y desarrollo y para lograr una apreciación
objetiva de la magnitud del fenómeno: transformaciones de la estructura
económica de la región de estudio, Índices de Crecimiento Poblacional
(ICP), Saldos Migratorios destinos de los migrantes, ocupación y
condiciones en los lugares de origen y destino. Para esta parte, la
utilización de la información estadística sobre la economía y la
demografía fue indispensable.
Utilizamos los métodos cualitativos buscando tener elementos para
comprender los componentes de la cultura regional y las motivaciones
que llevan a los actores individuales a emigrar, y así poder entender y
explicar el proceso migratorio. En este sentido, las técnicas de la
entrevista a profundidad resultaron claramente útiles; de hecho, a partir
de ellas hicimos un primer intento de periodización de la emigración,
pues encontramos casos —y causas— que no imaginamos al inicio de
la presente investigación en la fase primaria del trabajo de gabinete.
En el primer caso —la cuantificación de la migración— con apoyo
financiero y logístico del Mexican Migration Project (MMP), de la
Universidad de Pennsylvania y la Universidad de Guadalajara,
codirigido por Douglas Massey y Jorge Durand, de esas instituciones,
aplicamos el mismo cuestionario en las tres localidades de estudio. El
tamaño de la muestra fue de doscientas unidades domésticas en Cosalá,
ciento cincuenta en San Ignacio y cien unidades muestrales en El Verde.
Para determinar el universo de la muestra en cada localidad hicimos,
junto con un equipo de trabajo de campo proporcionado por el MMP,
un conteo de las casas habitadas y deshabitadas; luego, a través del
método aleatorio simple procedimos a hacer la selección de las unidades

53
Arturo Lizárraga Hernández

domésticas en las que se levantaría la información, actividad


implementada en el periodo comprendido entre el 8 de diciembre de
1988 y el 10 de febrero de 1999. En esta fase también nos hicimos de
mayor información sobre natalidad, mortalidad y morbilidad de las
localidades, proporcionada por los Centros de Salud de la Secretaría
de Salubridad y Asistencia (SSA) de cada localidad de estudio e
información sobre características de otros servicios y de la estructura
productiva.
Por otra parte, con el apoyo del MMP, durante el mes de agosto de
1999 entrevistamos en Estados Unidos a cuarenta y cinco sinaloenses,
con sus respectivas familias, que tienen años de radicar en diferentes
ciudades del Estado de California. En este caso, el tamaño de la muestra
fue de diez originarios de El Verde, quince del municipio de San Ignacio
y veinte del de Cosalá. Tanto los datos obtenidos en las localidades de
origen, como los de los entrevistados en los lugares de llegada, fueron
capturados por personal adscrito al MMP en la parte correspondiente a
la Universidad de Guadalajara, concretamente al Departamento de
Estudios de Movimientos Sociales (DESMOS).
A lo largo de la investigación, pero principalmente entre febrero y
junio de 1999, realizamos una serie de visitas a las comunidades para
llevar a cabo otra parte importante del trabajo de campo, como es la
realización de entrevistas a informantes clave relacionados de una manera
u otra con la migración. Así, las entrevistas las llevamos a cabo con los
presidentes municipales de Cosalá y San Ignacio, con los cronistas de
esos dos municipios y con funcionarios de instituciones relacionadas
con la temática agropecuaria. Por supuesto, entrevistamos a los actores
directos de la migración que contaban con amplia experiencia, fuese
ésta de periodos recientes o ya distantes en el tiempo. Otro grupo de
entrevistas fue llevado a cabo entre personajes que, por una razón u
otra, conocen de cerca la actividad del narcotráfico y sus personajes;
por obvias razones, los nombres que aparecen más adelante no

54
Nos llevó la ventolera...

corresponden a los reales. La revisión de hemerografía y bibliografía


acerca de migración, narcotráfico y violencia fue de las primeras
actividades realizadas antes de incursionar en el trabajo de campo.

Estructura del libro

En el capítulo que sigue, ‘‘Un perfil de los municipios y localidades de


estudio’’, hacemos un estudio comparativo de las condiciones
socioeconómicas en la actualidad de los municipios de Cosalá, San
Ignacio y Concordia, en los cuales se encuentran las comunidades
seleccionadas. Se trata de encontrar diferencias y/o similitudes entre
ellos: la intención subyacente es encontrar las causas condicionantes de
la emigración, las cuales están relacionadas con las estructuras
económica, social y cultural. Algunas de las características de estos
municipios, como de otros de la sierra, es que el narcotráfico y la
violencia campean en su territorio y en sus diferentes grupos sociales.
En la segunda parte de este mismo capítulo se hace un abordaje
particular de las tres localidades de estudio, tanto en sus vertientes
económicas, demográficas y sociales, como en su microhistoria, su
‘‘leyenda negra’’, algunas de sus tradiciones y manifestaciones en la
cultura de la ‘‘norteñización’’. Quizá llame la atención el cambio de
estilo en esta parte del capítulo —respecto a la primera y otros capítulos
de la misma tesis—; lo que lo explica es que partimos haciendo crónica
de sus fiestas tradicionales, consideradas como un espacio importante
de interacción social en el que se recrea la tradición migratoria, además
de que son un escaparate idóneo para atisbar la vida cotidiana de esos
pueblos.13
En el capítulo III, ‘‘Minería en la sierra, agricultura en los valles,
migración’’, se revisan los movimientos de población en espectros más
amplios, como son el nacional y el regional, pero teniendo a éstos
13
En diferentes capítulos nos permitimos hacer algunas digresiones para tratar las raíces
histórico-culturales de las variables consideradas: son licencias permitidas en la
antropología, principalmente la posmoderna.

55
Arturo Lizárraga Hernández

como referente para valorar lo que sucede en los niveles micro de las
zonas de estudio. Aquí, de la misma manera, se hace el intento por
destacar los primeros movimientos migratorios en el estado relacionados
con la actividad minera, la que ocupó un lugar importante en la
economía regional. Se considera que en un primer momento esta
actividad fue factor de atracción de población durante casi dos siglos
—desde el siglo XVII hasta fines del siglo XIX—, mientras que su declive
en un segundo momento —a partir de los años treinta del siglo XX—,
provocó el inicio de la emigración masiva tanto nacional como
internacional.
Uno de los aspectos nodales de la tesis es considerar que el cultivo
de estupefacientes —amapola y mariguana— en las zonas serranas de
Sinaloa es de gran importancia para explicar los movimientos de
población en los municipios que ahí se localizan: cuando se expande el
cultivo hay propensión a arraigar a la población; cuando se le combate
se provoca que la gente emigre, pues se limita una considerable fuente
de sus ingresos económicos. Íntimamente relacionada con el
narcotráfico —y con la migración— se encuentra la violencia, tanto
institucional la de los grupos que se dedican al cultivo y distribución
de goma de opio y mariguana. Pensamos que en su origen tienen que
ver situaciones históricas específicas de la región, es decir, que tienen
como origen las condiciones naturales, sociales, políticas y culturales,
todo inmerso en un marco internacional. Se pretende hacer un análisis
de esas condiciones históricas que permitieron se asentara la actividad.
Así, juzgamos pertinente dedicar el capítulo IV, ‘‘Narcotráfico, violencia
institucional, migración’’, a hacer una revisión histórica de cómo nació,
se desarrolló y consolidó el narcotráfico.
La violencia social, que es una causa importante de la emigración
en la actualidad, la abordamos en el capítulo V, ‘‘Cultura, violencia
social, migración’’. Y pensamos que existe un sustrato cultural que
crea y recrea la violencia, mismo que tiene que ver con la historia y el

56
Nos llevó la ventolera...

ambiente cultural de Sinaloa. Lo anterior propicia que la violencia


alcance niveles verdaderamente espeluznantes: en algunos de los
municipios serranos alcanza el primer lugar como causal de muerte, y
es el caso de Badiraguato; en otros, como en los municipios de estudio,
la violencia alcanza la segunda y tercera causa de mortandad. En este
capítulo, como en cada uno de los anteriores, hacemos una
cuantificación de la migración e introducimos historias de vida para
reforzar la argumentación y para ilustrar las diferentes fases de la
emigración, pero también para dar voz a los actores que han participado
en ella, y acercarnos a las motivaciones que como individuos tuvieron
para viajar al extranjero.

En el capítulo VI, ‘‘Análisis cuantitativo de la migración’’, se hace


una valoración de la migración con sus características actuales, como
son los grupos de edad, sexo, destino, rutas y modalidades específicas
del proceso en el que participan los grupos sociales. Lo anterior a
partir de los datos captados en la encuesta aplicada entre los meses de
diciembre de 1998 y febrero de 1999 en las tres localidades, la que
considera a la unidad doméstica para el levantamiento muestral.
El capítulo VII, Migración e identidad: caben dos patrias en el mismo
corazón, es un primer acercamiento a la integración socioeconómica y
cultural de los migrantes ya establecidos en Estados Unidos. Varios de
ellos se han convertido en puntos clave para reforzar o ampliar las
redes sociales migratorias. Son algunos casos de quienes viven en el
aquí y el allá de manera permanente: son los que componen los hogares
transfronterizos u hogares binacionales, aquéllos que, como dice Renato
Rosaldo, ‘‘hacen malabares con la cultura’’. A ellos los entrevistamos
durante el viaje que hicimos al Estado de California durante el mes de
agosto de 1999, con el apoyo del MMP. Al final de este capítulo se
muestran algunas imágenes bastante sugerentes de lo que sucede en «el
allá», en Estados Unidos, y en ‘‘el acá’’, en las culturas locales.

57
Arturo Lizárraga Hernández

Finalmente, el capítulo VIII nos sirve para obtener —y mostrar—


las conclusiones generales de la tesis. En la parte final se anexan algunos
cuadros estadísticos, así como la bibliografía consultada. El cuestionario
aplicado puede consultarse en la dirección de internet del Mexican
Migration Project: http://lexis.pop.upenn.edu/mexmig/welcome.html

58
Nos llevó la ventolera...

II
Un perfil de los municipios
y localidades de estudio

59
Arturo Lizárraga Hernández

60
Nos llevó la ventolera...

1. Los municipios

El grueso de la población de los municipios de este estudio habita en


la sierra sinaloense. Sobre todo la de Cosalá, pues este municipio, a
diferencia de San Ignacio y Concordia, carece de valles cercanos al
mar. Metidas en la serranía, también se encuentran las tres cabeceras
municipales. Tienen muchas similitudes entre sí, pero considerando
sus relaciones socioeconómicas pertenecen a regiones diferentes. El
municipio de Cosalá, junto con otros tres14, forma parte de la región
centro del estado, cuyo eje económico es la ciudad de Culiacán, capital
de Sinaloa, hacia donde se dirigen las personas para intercambiar bienes
materiales y simbólicos. Los otros dos municipios de estudio forman
parte de la región sur, misma que tiene como centro la ciudad de
Mazatlán, alrededor de la cual gira la vida económica, social y cultural
de otros tres municipios.15
Cosalá colinda al norte con el municipio de Culiacán y el Estado de
Durango, al sur con los municipios de Elota y San Ignacio, al oriente
también con San Ignacio y al poniente con Culiacán y Elota. San Ignacio,
por su parte, además de colindar con Cosalá, lo hace al norte con
Elota y al sur con el municipio de Mazatlán. Finalmente, teniendo
como vecino a Mazatlán por el lado norte y al sur a El Rosario, está el
municipio de Concordia (mapa 2). De los tres, sólo San Ignacio tiene
litoral en el Océano Pacífico, y éste es de treinta y un kilómetro de
largo (Monografías municipales).

14
Los cuatro municipios que componen la región centro son Culiacán, Navolato, Cosalá
y Elota.
15
Los municipios que integran la región sur son Mazatlán, Concordia, San Ignacio,
Escuinapa y El Rosario.

61
Arturo Lizárraga Hernández

Mapa 2: Colindancias de los municipios

Los tres municipios tienen fijados sus linderos al este, en la parte más
alta de la Sierra Madre Occidental, con el Estado de Durango. De esa
entidad, por cierto, reciben constante afluencia de población. Algunos
duranguenses llegan ahí en su tránsito hacia el norte, otros para vender
sus productos o adquirir mercancías necesarias para su subsistencia y
unos más para quedarse a vivir. Los que llegan para quedarse han
formado sus propias colonias en las cabeceras municipales de Cosalá,
Concordia y San Ignacio. Y es que, por cuestiones orográficas y de
vías de comunicación, una buena cantidad de localidades pertenecientes

62
Nos llevó la ventolera...

al Estado de Durango, está más integrada económica y socialmente a


Sinaloa. Así ha sido siempre. De hecho, de no ser por la división
política la zona serrana de Durango y Chihuahua podría considerarse
una sola región socieconómica.
Los municipios de estudio tienen otras similitudes entre sí a pesar
de pertenecer a regiones diferentes, muchas de ellas en cuanto a las
condiciones naturales. Por ejemplo, el clima predominante en los tres
es tropical, con lluvias en verano y temporadas de sequía bien marcadas.
Se puede decir que es confortable durante seis meses y caluroso el
resto del año, pues sólo en primavera y verano asciende a más de 40°.
Sin embargo, los habitantes de la parte más alta de la sierra, durante
los días de invierno, deben andar bien protegidos del frío ya que las
temperaturas tienen descensos bruscos que suelen llegar a menos de
10°. Por ahí la gente recuerda más de alguna ocasión reciente en que,
inclusive, ha llegado a nevar. La temperatura promedio durante el año
es de 24.6° (Madariaga, 1996).
Difieren los tres municipios en cuanto a su extensión territorial,
pero considerados en conjunto representan el 15.2% del total estatal.
Y es que se pueden contabilizar en su haber 8,840.12 kilómetros
cuadrados, suma de la extensión territorial de los tres municipios.
Estimado este dato, podríamos decir que el que está mejor dotado de
territorio es San Ignacio, ya que cuenta con el 8.0% de la superficie
estatal, mientras que el peor es Concordia, que sólo cuenta con el
2.6%. Entre ambos está el municipio de Cosalá con el 4.6% (cuadro
1).
Cuadro 1: Extensión Territorial
Municipio Extensión
Cosalá 2,665.12 Km2
San Ignacio: 4,651.00 Km2
Concordia 1,524.30 Km2
Estado: 58,092.00 Km2
Fuente: Monografías municipales.

63
Arturo Lizárraga Hernández

Actividades económicas

Es conveniente, para una valoración más completa, revisar cómo está


distribuido el uso del suelo en cada municipio. De los tres municipios,
donde está más extendido el cultivo de estupefacientes es en Cosalá, en
lo que posiblemente tenga que ver su extensión territorial en la sierra.
En cuanto a recursos forestales, el que está en mejores condiciones es
Cosalá, pues del total de hectáreas boscosas concesionadas para su
explotación en el estado, el 10.5% pertenece a éste; le sigue Concordia
con el 8.9% y San Ignacio, que cuenta con el 5.6% del total estatal
concesionadas para la obtención de maderas (Fuente: SAGAR, SEMARNyP).
Considerando la actividad pecuaria vemos que en números relativos
es más importante en San Ignacio, pues del total de tierras utilizadas
en el estado en esa actividad ahí se encuentra el 11.4%. Lo es también
por la existencia, en números absolutos, del hato ganadero: asciende a
104,873 cabezas. La ganadería, en Cosalá, ocupa el 5.9 % del total del
suelo estatal destinado a esa actividad. El número de cabezas asciende
a 75,365, y su explotación, al igual que en el municipio anterior, es
totalmente de tipo extensivo. La situación es parecida en Concordia,
aunque hay que decir que ahí también hay ganado estabulado, si bien
en cantidad poco significativa. La actividad en este municipio ocupa el
1.7% del uso del suelo estatal, y existen 59,584 cabezas de ganado.
El mercado de carne y leche principalmente se encuentra, además del
local, en Mazatlán y Culiacán, para los tres municipios (cuadro 2).

64
Nos llevó la ventolera...

Cuadro 2: Hato ganadero por municipio

Concordia Núm. de Cabezas % del Total estatal

Ganadería: 59,584 2.60


Bovinos: 45,698 2.90
Porcinos: 8,541 4.00
Ovicaprinos 5,345 1.20

Cosalá.
Ganadería: 75,365 3.30
Bovinos 57,158 3.60
Porcinos 9,845 4.60
Ovicaprinos 8,362 1.80

San Ignacio.
Ganadería: 104,873 4.60
Bovinos: 85,487 5.30
Porcinos: 11,697 5.50
Ovicaprinos: 7,689 1.70
Fuente: SAGAR, SEMARNyP.

El Estado de Sinaloa es famoso por su agricultura. Se sabe de los


grandes valles cuyos productos hortícolas —principalmente tomate y
chile— tienen como destino principal el mercado de Estados Unidos.
Pero los datos agregados ocultan las particularidades. En este caso, las
grandes extensiones que le dan fama a Sinaloa se encuentran en los
valles del centro y noroeste del estado. En las partes serranas lo que
existe es descuido gubernamental y condiciones naturales adversas para
la agricultura, por lo abrupto del terreno.

65
Arturo Lizárraga Hernández

En lo que respecta a los municipios, la extensión de tierras dedicadas


a la actividad agrícola es escasa. En total, la de los tres municipios
representa apenas el 4.9% del total de extensión agrícola en el estado.
La diferencia entre ellos es mínima: Cosalá cuenta con el 1.6% estatal,
pero a no ser por las tierras que se encuentran en las veras de los ríos
y la regada por uno que otro pozo artesiano, toda es de temporal; San
Ignacio es el mejor dotado con el 1.8%, pero las más grandes
explotaciones y donde se encuentran algunas regadas artificialmente es
en los pequeños valles de la costa; las explotaciones serranas se reducen
a pequeñas parcelas de temporal donde se siembra, principalmente,
maíz. Por último, el municipio de Concordia tiene el 1.5% de la tierra
dedicada a la actividad agrícola en el estado, y está en las mismas
condiciones que los otros dos municipios.
Cada uno de estos municipios cuenta con sus respectivos ríos, que
nacen en las partes más altas de la Sierra Madre Occidental, en las
inmediaciones del Estado de Durango o ya adentrados en esa entidad.
Las tierras de Cosalá son cruzadas por los ríos Elota y San Lorenzo, las
de San Ignacio por el río Piaxtla y las de Concordia por el Presidio.
Sin embargo, ninguno de los municipios cuenta con obras de
infraestructura hidráulica para riego de sus tierras, con agua de sus
propios ríos. El caso más patético es el de Cosalá, que a pesar de
contar con la presa Lic. José López Portillo (también conocida como
El Comedero) cuya construcción se inició en 1976, su agricultura no
obtiene algún beneficio: las aguas son destinadas a regar el extenso y
rico valle agrícola Culiacán-Navolato. Dice don Ángel Aragón, un
viejo migrante cosalteco, que en tanto duró la construcción de la presa
hubo trabajo en la zona: ‘‘El problema fue cuando se terminó la presa.
Toda esa gente se quedó sin nada. Tuvieron que irse’’. Los beneficios
de la presa son para la planicie del municipio de Culiacán: ‘‘Para Cosalá,
nada’’, nos dice don Ángel Aragón, pues esta presa no riega las tierras
del municipio, sino exclusivamente las de los valles agrícolas de Culiacán.

66
Nos llevó la ventolera...

Y tiene razón, pues 50% el 2.7% de la superficie cosechada es agricultura


de riego. Las hectáreas que se riegan, sin embargo, lo son a partir de
bombas instaladas en pozos artesanales o por encontrarse en la orilla de
los ríos y arroyos.
En el rubro referente a riego, los otros dos municipios —San
Ignacio y Concordia— también están considerados entre los más
atrasados del estado. Ninguno de ellos se caracteriza por tener grandes
extensiones de tierra con riego: sólo el 15.1% de las propias tierras en
el caso de San Ignacio, y 8.5% en el de Concordia (cuadro 3).

Cuadro 3: Área cultivada

Municipio Total Temporal Riego

Cosalá. 18,180 Has. 17,689 491


San Ignacio.25,051 Has. 210,259 3,792
Concordia. 20,990 Has. 19,200 1,790
Fuente: SAGAR. Oficinas delegacionales

Lo abrupto del terreno, las costumbres de los habitantes y la lejanía de


los proyectos del gobierno, propician que se los cultivos tradicionales
los que demanden el mayor de los esfuerzos campesinos. Los principales
cultivos son maíz, frijol, chile verde, cacahuate, cártamo y sorgo. La
labor de la mayor parte de ellos se hace con arados de fierro, pues la
orografía abrupta, por un lado, y la pobreza de los habitantes, por
otro, no permiten el uso de tractores y otra tecnología.
Los principales cultivos perennes son los frutales, como limón,
papaya, ciruela y mango, que demandan mano de obra sólo para su
cosecha. Destino de estos productos son exclusivamente los mercados
local y regional.

67
Arturo Lizárraga Hernández

Pesca:
Por ser el que tiene salida al mar, San Ignacio es el único que tiene
actividad pesquera, pero la explotación del recurso es con métodos
artesanales y básicamente para autoconsumo. Aprovechando las aguas
de sus esteros, sin embargo, operan dos granjas de camarón en una
superficie de 198 hectáreas. Estas unidades reportan 170 toneladas del
crustáceo al año, mismas que comercializan en el puerto de Mazatlán
(Madariaga, 1996).

Minería:
Aunque antaño fue la minería el renglón más importante de su economía,
hoy, sin embargo, prácticamente en los tres ha quedado en el olvido.
Se obtienen oro y plata, pero el monto muy poco tiene que ver con las
cantidades de otros tiempos. Su explotación se limita a la persistencia
de los gambusinos y a la actividad en una que otra mina. Dicen los
lugares que, dada la pobreza de los yacimientos, ‘‘para explotar una
mina de oro o plata, se necesita otra mina de dinero’’. Incluso a nivel
estatal la actividad decayó; por el monto del metal obtenido, el primer
lugar lo tiene el municipio de San Ignacio (cuadro 4).

Cuadro 4: Producción minera (1995)

Mcpio. Oro (Kg.) Plata (Kg.)

San Ignacio. 727 22,213


Cosalá: 82 4,300
Concordia: 42 4,336
Fuente: Tomado de Madariaga, 1996.

En Cosalá existen en la actualidad dos molinos para la obtención de


metales —La Estrella y la Compañía Minera Campanillas, con una

68
Nos llevó la ventolera...

capacidad de molienda de 250 toneladas—, pero son hierro y plomo


los que se explotan básicamente.

Vías y medios de comunicación

Lo abrupto del terreno dificulta que, como en todos los municipios de


la sierra, se cuente con carreteras suficientes y adecuadas para
comunicar entre sí las diferentes localidades. Las estadísticas hablan
de carreteras pavimentadas, pero éstas se reducen a la Internacional
México-Nogales y a los entronques que comunican a las cabeceras
municipales y a algunas sindicaturas (mapa 3; cuadro 5).

Cuadro 5: Existencia de carreteras, 1995

Municipio Total Pavimentadas % de Pav/total

Cosalá 385.10 Km 58.00 Km 15.06


San Ignacio513.00 Km 106.00 Km 20.66
Concordia:425.90 Km 144.00 Km 33.81
Fuente: Monografías municipales.

Esta situación hace que en los tres municipios existan localidades a las
que sólo es posible llegar a lomo de remuda y en vehículos
acondicionados para transitar por caminos improvisados, o por los
lechos de los ríos y los arroyos en tiempo de secas. Son escasas las
comunidades a las que es posible llegar por transportación aérea pues,
reconocidas por las autoridades, son pocas las aeropistas. En total son
trece, mismas que se encuentran distribuidas de la siguiente manera:
dos aeropistas en Cosalá y once en San Ignacio. Concordia, según la
información oficial, carece de ellas.

69
Arturo Lizárraga Hernández

En los tres municipios existe servicio postal y telegráfico, pero las


unidades se encuentran en las mayores concentraciones de población.
Su distribución, es así: el que está peor dotado es Cosalá, con sólo una
oficina postal y una oficina de telégrafos, ambas en la cabecera
municipal; en San Ignacio se encuentran diez oficinas postales y cinco
telegráficas; en Concordia se ubican once oficinas postales y una
telegráfica (Madariaga, 1996).

Concentración de la población

Los municipios estudiados se caracterizan por estar escasamente


poblados. En el año 1995, la densidad de población en el municipio de
Cosalá era de 6.7 habitantes por Km2; 6.4 por Km2 en San Ignacio y en
Concordia era de dieciocho habitantes por Km2. Como la distribución
de esta manera limita la vida en sociedad, entonces los habitantes se
congregan; aun así, la dispersión persiste. En lo tres municipios es
notoria y grave, pues dificulta la prestación de los servicios públicos.
Los tres municipios son eminentemente rurales, con gran dispersión
de la población. La mayor dispersión se encuentra en Cosalá. Este
cuenta con un total de 142 localidades, de las cuales sólo una, la cabecera,
es urbana, de acuerdo con los criterios de INEGI (2,500 o más habitantes);
en cambio, más de la mitad no rebasan los cincuenta habitantes. San
Ignacio cuenta con 327 localidades, de las cuales 256 no rebasan los
cincuenta habitantes. En este municipio, dos localidades concentran
el 25% de la población; y esas son la cabecera —San Ignacio— y
Piaxtla de Abajo. Por su parte, en el municipio de Concordia, el 74.9%
de los habitantes vive en localidades de menos de 2,500 habitantes y,
de las 224 localidades que componen el municipio, 165 de ellas no
rebasan los cincuenta habitantes; sólo la cabecera municipal es
considerada urbana.

70
Nos llevó la ventolera...

Vivienda:

Es en las viviendas donde se manifiesta negativamente la dispersión de


la población: no es posible que lleguen a todas ellas los servicios públicos.
Por ejemplo, respecto al servicio de electricidad, en el año 2000, del
total de casas habitación en Cosalá, el 36.1% carecían de la energía
eléctrica; en el municipio de San Ignacio, el 22.5% de ellas carecían
del servicio. En Concordia, durante ese mismo año el 13.3% no contaban
con el servicio. Algo similar sucede con los otros servicios como el de
agua entubada y el drenaje, si bien las cosas vienen cambiado década a
década (cuadro 6). Como puede observarse, el peor dotado es Cosalá.

Cuadro 6: Condiciones de la vivienda

Cosalá: 1980 1990 2000

Viviendas con:
Agua entubada 37.50 61.00 N.D
Drenaje 10.10 27.40 N.D
Electricidad 21.40 56.60 63.90

San Ignacio
Agua entubada 54.90 71.40 N.D.
Drenaje 21.40 38.50 N.D.
Electricidad 53.60 69.90 77.50

Concordia:
Agua entubada 63.60 76.50 N.D.
Drenaje 25.80 48.80 N.D.
Electricidad 55.70 79.60 86.70
Fuente: Censos Generales de Población, años respectivos.

71
Arturo Lizárraga Hernández

Población Rural– Urbana

Por las actividades económicas predominantes, por las características


de su población y por las representaciones simbólicas de los actores
sociales, podemos afirmar que nuestros municipios son
predominantemente rurales. Pero basta seguir los criterios del Instituto
Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI) para darse
cuenta de ello. En el año 2000 la población rural de los tres casos era
poco más de dos terceras partes (cuadro 7): 64.6% para San Ignacio y
Concordia y una variación de 4.3 puntos porcentuales más en el caso
de Cosalá. La tendencia, en los tres municipios, es a decrecer.
Según los criterios nuestros toda la población es rural, ya que las
mismas cabeceras municipales pueden ser consideradas pueblos
grandotes. Esto lo decimos por los niveles de urbanización: las calles,
en los mejores de los casos, son empedradas, el alumbrado público,
cuando existe, es deficiente y las actividades culturales prácticamente
son inexistentes. En las cabeceras municipales respectivas sólo existe
una sala de cine en cada una de ellas, y en malas condiciones. En
Cosalá la sala está sin techo y los asistentes se sientan en incómodas
bancas de madera.

Cuadro 7: población urbana-rural (1980-2000)

Cosalá: 1980 1990 2000


Habitantes: %
Total 18,184 16,975 17,269
Urbana 22.50 31.50 31.10
Rural 77.50 68.90 68.90

San Ignacio
Ttotal 24,825 24,085 26,762

72
Nos llevó la ventolera...

Urbana 11.10 35.40 35.40


Rural 88.90 64.60 64.60

Concordia:
Total 23,742 26,314 27,815
Urbana 26.60 25.30 35.40
Rural 77.40 74.70 64.60
Fuente: Censos de Población y Vivienda, años respectivos.

Ocupación de la población

La estructura ocupacional de la Población Económicamente Activa (PEA)


ha tenido cambios durante las últimas décadas (cuadro 8), pero siguen
predominando las actividades primarias. Si bien los censos registran
actividad industrial en los tres municipios, ésta se reduce a la
desarrollada en talleres tradicionales a cargo de la familia y que son de
poca monta —como talleres de talabartería, carpintería y alfarería—
, que se localizan en las cabeceras municipales respectivas.

Cuadro 8: Evolución de la PEA por sector

Cosalá: 1980 1990 1995


%
Agropecuario 65.70 53.40 56.20
Industria 10.90 15.90 17.70
Servicios 13.80 22.00 23.20
Otros 9.60 8.70 2.90
Desocupados 1.10 5.00 0.00–

73
Arturo Lizárraga Hernández

San Ignacio
Agropecuario 65.30 67.20
Industria 11.50 8.10 8.20
Servicios 9.60 19.10 24.60
Otros 27.70 4.60 0.00
Desocupados 0.60 2.90 0.00

Concordia:
Agropecuario 37.90 40.60 40.60
Industria 16.40 24.50 24.50
Servicios 18.30 29.10 29.14
Otros 26.90 3.70 5.76
Desocupados 0.50 2.10 0.00
Fuente: Censos Generales de Población y Vivienda y Conteo de Población, 1995 (INEGI).

El caso de Concordia es significativo en el sentido del tipo de actividad


industrial, ya que lo que está registrado en el Instituto Nacional de
Estadística Geografía e Informática (INEGI) como ‘‘establecimientos
industriales’’ (84 unidades) son talleres de carpintería (Madariaga, 1996)
que se localizan en la cabecera municipal y en Mesillas, a dos kilómetros
de la cabecera. En Cosalá existen veinte unidades; en San Ignacio trece
(Monografías municipales). Para otorgar servicios financieros Cosalá, San
Ignacio y Concordia cuentan con una oficina bancaria en cada una de
las cabeceras.

Escolaridad:

Existe un rezago educativo importante. El más grave se encuentra, otra


vez, en Cosalá, donde el 21.9% de los cosaltecos mayores de quince
años es analfabeta. En San Ignacio, alcanza el 13.1% de los mayores de
quince años, aunque en la zona rural es del 14.6%. En Concordia,
considerando las poblaciones de más de dos mil quinientos habitantes,

74
Nos llevó la ventolera...

es del 12.4%, y en el área de localidades de menos de tal cantidad


aumenta al 14.8% (Consejo Estatal de Población, 1998).
En Cosalá se ubican sesentaiuno escuelas primarias y cinco
secundarias, en San Ignacio existen setenta y tres escuelas primarias y
ocho secundarias; y en Concordia cincuenta y dos primarias y ocho
secundarias. El máximo nivel de estudios al que pueden aspirar los
jóvenes, si estudian dentro de los municipios, es el bachillerato. Existen
dos escuelas preparatorias en cada uno de los municipios, las cuales
pertenecen a la Universidad Autónoma de Sinaloa y al Colegio de
Bachilleres del Estado de Sinaloa.
Los jóvenes que quieren estudiar alguna carrera profesional lo tienen
que hacer en Mazatlán o Culiacán dentro del estado, y los más pudientes
—que a pesar de todo los hay en los tres municipios— se dirigen
hacia la ciudad de Guadalajara, Jalisco.

Unidades de salud

Las unidades de salud no están equitativamente distribuidas en el estado.


San Ignacio, tiene trece centros de atención, de los cuales son ocho de
la SSA, ocho del IMSS, uno del ISSSTE y uno del DIF. Concordia cuenta con
diesiseis unidades médicas, de las cuales seis son del IMSS, siente de la
Secretaría de Salud, uno del ISSSTE y dos del DIF. Cosalá, en total, cuenta
con diez unidades: cinco del IMSS-Solidaridad, uno del IMSS, tres de la
Secretaría de Salud y uno del DIF, lo que lo hace ser el peor dotado de
los tres (Secretaría de Salubridad y Asistencia).
Obviamente, en los tres municipios es insuficiente el servicio de
salud pública, lo que ayuda a explicar los principales indicadores de
hechos vitales: es alta la tasa de natalidad, pero también lo es alta la de
mortalidad (anexo 15).

75
Arturo Lizárraga Hernández

Crecimiento de la población

Los municipios de estudio no solamente han tenido un crecimiento


bastante modesto en cuanto al número absoluto de sus habitantes desde
la década de los treinta hasta el año 2000 (anexo 1) sino, inclusive,
hasta han tenido descenso en el número de sus habitantes en términos
absolutos.
El primer acercamiento a los ICP, es lo que nos hizo sospechar que
en estos municipios existen fuertes flujos de emigración —si bien
éstos son indicadores gruesos—, ya que, invariablemente han sido
menores que las medias estatal y nacional. Pero existe otro indicador
que nos permite acercarnos aún más, y es el Índice de Masculinidad.
En Cosalá, del total de habitantes en el año 2000, eran más los hombres
que las mujeres, en una proporción de 1.03 hombres por cada mujer y
en el grupo de treintaicinco-cuarenta años, uno de los grupos más
importantes de la edad productiva, la relación es de 1.01 (XII Censo
General de Población, 2000).
En San Ignacio, en el año 2000 la población total era de 26,762, de
los cuales eran 14,125 hombres y 12,637 mujeres (1.12 hombres por
cada mujer) —más hombres que mujeres— y en el grupo de
veinticinco y treinta años el Indice de Masculinidad fue de 1.14.
Algo similar ocurre en el municipio de Concordia. Según el Censo
General de Población y Vivienda de ese año, la población total era de
14,220 hombres mientras que mujeres eran 13,595 (1.046 hombres
por cada mujer). En el grupo entre los quince y los veinte años de
edad, el Índice de Masculinidad fue de 1.042, mientras que en el grupo
de los de trentaicinco a cuarenta años es de 1.03.

Los municipios son de emigrantes

Los Índices de Crecimiento de Población (ICP) reales han sido menores


que las Tasas de Crecimiento Natural de Población (TCNP)16 en los tres
16
TCN P = Tasa de Natalidad (TN) - Tasa de Mortalidad (TM).

76
Nos llevó la ventolera...

municipios en la mayoría de los decenios, diferencias que nos permiten


constatar que estos municipios son de emigrantes. Por ejemplo, al
hacer las proyecciones con las TCNP en cada uno de los municipios y
compara con la población real existente en el año final de esos decenios,
observamos cuantiosas diferencias, las que son negativas para los tres.
En el decenio 1980-1990, encontramos lo siguiente (cuadro 9):

Cuadro No. 9: Proyección de Población, 1980–1990

1980 1990 1990


Municipio Proyectada Real Diferencia
Cósala 18,184 27,040 16,975 –10,065
San Ignacio 24,825 35,207 24,085 –11,122
Concordia 23,742 34,490 26,314 –8,176
Fuente: Cálculos personales con TCNP municipales.

Lo mismo sucedió en el decenio 1990-2000: la diferencia entre la


población proyectada con las Tasas de Crecimiento Natural es diferente,
con diferencias para los municipios de (–) 5,590 en el caso de Cosalá,
de (–) 8,223 en San Ignacio y de (–) 12,001 en el municipio de
Concordia (cuadro 10). Este hecho se debe a que la población continúa
abandonando estos municipios para dirigirse a otras regiones del estado
o del extranjero.

Cuadro 10: Proyección de Población, 1990-2000

1990 2000 2000


Municipio Proyectada Real Diferencia
Cosalá 16,975 22,859 17,269 –5,590
San Ignacio 24,085 34,984.54 26,762 –8,223
Concordia 26,314 39,816.40 27,815 –12,001
Fuente: Cálculos personales con TCNP municipales.

77
Arturo Lizárraga Hernández

En efecto, la emigración ha sido patente desde hace varios años,


según es constatado por diferentes fuentes, por ejemplo, en el municipio
de Cosalá. Ahí los censos de población, hasta el de 1980, reportan una
gran cantidad de rancherías de hasta ciento cincuenta habitantes o más
que ya no aparecen en el censo de 1990. En la cabecera municipal
recientemente el profesor Juan Manuel Ley Ramos, profesor de la
Preparatoria Heraclio Bernal de la Universidad Autónoma de Sinaloa,
nos dijo que lo que fueron algunas comunidades de más de 2,500
habitantes hace treinta años, ahora son pueblos fantasmas: ‘‘si acaso
habrá dos o tres familias’’. Entre estos casos están los de Nuestra Señora
(antiguo mineral que llegó a ocupar más de trecientos trabajadores
—según un informante—, pero que en la actualidad tendrá cuarenta o
cincuenta habitantes), y Guadalupe de los Reyes. Además del declive
de la minería, se debe a que ‘‘cuando no era el ejército el que maltrataba
a los habitantes —por la Operación Cóndor—, eran los narcos’’, según
nos contó otro informante, cuyo nombre solicitó no ser mencionado.
En San Ignacio también hay pueblos fantasmas. Igual que en el caso
anterior, los censos de población, hasta el de 1980, reportan rancherías
de hasta ciento cincuenta habitantes o más que ya no aparecen en el
censo de 1990. Aquí, según el profesor Manuel Enríquez Bastidas Peña,
quien es el cronista municipal, en los últimos años se han perdido
miles de habitantes por ese motivo (‘‘alrededor de diez mil’’, dice).
Algunas de las localidades que se caracterizan por sus éxodos a Estados
Unidos, son San Javier, Camacho, El Chaco, La Quebrada de los
Sandoval, Ixpalino, Coyotitán, Estación Dimas y Piaxtla de Abajo.
En Concordia la corriente migratoria es de los pueblos de la sierra
a Mazatlán, para emplearse en los servicios y la pesca. La migración
de esta región hacia Estados Unidos es permanente, dada la poca
productividad de la agricultura. Las localidades que se distinguen por
ser de emigrantes son Copala, Pánuco, Agua Caliente de Gárate, El
Huajote, Zavala, La Concepción, Tepuxta y El Verde.

78
Nos llevó la ventolera...

La presencia del narcotráfico

En los tres municipios, el narcotráfico es una actividad constante.


Respecto a Cosalá, un ex -presidente municipal dice que alrededor del
60% de los ingresos de la economía proviene de la emigración, y el
restante 40% son del narco y de las actividades primarias. Es tan
importante el narcotráfico para el municipio que, al llegar el periodo
de siembra de mariguana —que es en verano—, familias enteras ‘‘se
van pa´ arriba a trabajar en el cultivo’’. Lo mismo sucede después del
periodo de lluvias para el cultivo de la amapola. En 1999, según Juana
Fernández17, comerciante de ese municipio, ese año contrataban
personal de todas las edades para trabajar en la sierra, en la siembra de
amapola y mariguana, porque ‘‘aquí —la cabecera municipal— no
hay trabajo’’. Y eso le alegra, pues, dice la misma Juanita, que ‘‘cuando
hay dinero arriba (en las rancherías serranas), hay dinero abajo’’, es
decir, en la cabecera municipal, pues el comercio se reanima.
En San Ignacio, Mario Rodríguez, funcionario público, cuando le
preguntamos sobre la siembra de estupefacientes dijo que ‘‘el que esté
libre de culpa, que lance la primera piedra’’. Luego se echó un discurso
justificando la siembra. Juan Manuel Moreno, sanignacense que trabaja
en la Universidad Autónoma de Sinaloa, dice que todos los jefes del
ejército que llegan lo hacen con la encomienda de combatir el cultivo
de estupefacientes, pero cuando se van salen ricos de ahí: ‘‘¿por qué
será?’’
En Concordia, Manuel Wong, funcionario público, para explicar la
violencia en el municipio dice que ‘‘se debe a la gente que está
relacionada con las actividades ilícitas como el narcotráfico’’.
Por eso el general Guerrero Caudillo, quien fue comandante de la III
Región Militar con sede en Mazatlán, dijo que el problema del
17
Todos los nombres de quienes nos proporcionaron este tipo de información, a lo largo
de la tesis, están cambiados para su protección.

79
Arturo Lizárraga Hernández

narcotráfico es una lucha muy difícil ‘‘porque se trata de un enemigo


muy poderoso económicamente. (...) Hay contagio de una familia a
otra, entre vecinos que ven al de al lado progresar de un día para otro,
luego se dan cuenta que es narco y posteriormente se deciden a hacer
lo mismo—, critica (Noroeste, I/6/1998, 6–B). Pero en asuntos como
éste, mejor es no menearle, pues, como dice la canción, —quisiera
aclarar el rollo, pero me está prohibido, porque hay muchos allá arriba
que se sienten ofendidos, primero encuban el huevo y luego esconden
el nido— .18

La violencia en los municipios de estudio

La lucha entre las gavillas por controlar zonas de cultivo y mercado


incrementa los hechos delictivos. Respecto a ello, el comandante de la
III Región Militar en 1998, decía: ‘‘Es que hay muchas gavillas, lucha
de narcos por robarse entre ellos la droga y mantener sus territorios.
Se matan unos con otros y crean un ambiente de tensión entre la
población. Nomás hay que ver cuantas muertes por ajusticiamiento
hubo el año pasado para darnos cuenta del clima de violencia y la lucha
por la droga, que impera en las regiones altas’’. ‘‘Porque —dice— hay
muchos gavilleros armados allá arriba, que se matan entre sí por la
posesión de la droga y del territorio’’. Por eso, concluye el general
Guerrero Caudillo: «las casas en muchos poblados de la sierra se están
quedando solas, la gente acude a los centros urbanos en busca de trabajo
y mayor seguridad» (Noroeste, I/6/1998, 6–B).
¿Qué tan grave es la violencia en estos municipios? Al comparar las
tasas de mortalidad por violencia en estos municipios con los del estado
durante 1998, nos damos cuenta de ello (cuadro 11). En efecto, si
bien Sinaloa ya es reconocido como uno de los más violentos de la

18
Carga ladeada, corrido de narcotraficantes.

80
Nos llevó la ventolera...

República Mexicana, en estos tres municipios la violencia superó la


media estatal en 1999:

Cuadro 11: Tasa de homicidios, 1999

No. Homicidios Tasa X 100,000 Hab.


Sinaloa: 573 23.2
Cosalá: 8 49.9
San Ignacio: 14 60.4
Concordia: 8 28.2
Fuente: Secretaría de Salubridad y Asistencia, Oficinas delegacionales.

De hecho, en Cosalá las agresiones ocupan el cuarto lugar como causal


de muerte; en San Ignacio, el tercero y en Concordia el quinto lugar
entre veintidós causales en 1999 (anexo 7).
Y respecto a la violencia en Cosalá, Jorge Ernesto Arredondo,
empleado universitario, sin pregunta expresa, dice que es un factor de
emigración, ya que él mismo prefiere que sus hijos se vayan a EUA
porque aquí corren mucho peligro: ‘‘muchos, que nada tienen qué ver
con el narco, han caído muertos. Nomás van caminando y dizque porque
van acompañados por un soplón, al que ajustician. Pero el problema es
que agarran parejo, no distinguen’’. Por cierto, la familia que vive
frente a su casa, en La Estancia, ya tiene varios muertos. ‘‘Por eso yo
les digo a mis hijos que por nadita tengan ese tipo de amistades. Prefiero
que se vayan al norte’’.19
Refiriéndose al municipio de San Ignacio, el 19 de mayo del año
2000, un periódico regional, en una de sus notas destacó: ‘‘Emigran
pobladores de El Chilar’’. Ya en el cuerpo de la noticia, firmada por
José Guadalupe Ortega, decía: ‘‘Los habitantes del pueblo El Chilar,
apoyados por el ayuntamiento, lograron abandonar su lugar de
19
Entrevistado en Cosalá, Cos., el 16 mayo de 1999.

81
Arturo Lizárraga Hernández

asentamiento para instalarse en la cabecera municipal, San Ignacio,


orillados por los hechos violentos suscitados el domingo antepasado,
cuando unos malhechores quisieron raptar a una joven de trece años y
victimaron a una persona. Los pobladores de dicho lugar, que en su
mayoría se dedican a la cría de ganado y a la siembra de temporal’’
(Noroeste, V/19/2,000, 13–D).
Las notas no son aisladas. Continuamente aparecen. El día 15 de
febrero de 2001, en la localidad de El Limoncito fueron asesinados por
un grupo armado doce campesinos, al parecer por cuestiones
relacionadas con el narcotráfico. Por supuesto, El Limoncito, después
de tales hechos, quedó abandonado. Unos días después el ejército,
luego de hacer la búsqueda de los responsables, declaró que detectó
‘‘36 gavillas en Cosalá’’ (Periódico Noroeste, 1 de marzo, 2001: 11–B).
En consecuencia, la emigración rural es un hecho que está presente
en todos los municipios serranos. Al quedar entre la pobreza, la
marginación, las incursiones violentas del ejército y las de los narcos,
a la población no le queda otra salida que huir de sus pueblos. Los
habitantes bajan a las concentraciones de población mayores donde la
violencia es menor, y de ahí algunos siguen su peregrinar rumbo a
Estados Unidos. Por eso, don Antonio, personaje de la novela en Diario
de un Narcotraficante, dice que ‘‘los hombres de ahora, en lugar de sacar
el oro, se van a los Estados Unidos, porque allá ganan dólares’’. Por lo
menos esa es la esperanza, aun cuando tengan que correr el riesgo de
afrontar a los ‘‘cazamigrates’’; al parecer ese riesgo es menor que el
que corren por estas tierras.

82
Nos llevó la ventolera...

2. Un perfil de las localidades de estudio

Cosalá, Cosalá.

Por sus calles y callejuelas empedradas, angostas y empinadas, con


banquetas de ladrillo y piedra, por sus casas de tipo colonial con
ventanales de hierro forjado y techos de teja colorada, por sus
antiquísimos templos —uno, dedicado a Santa Ursula; otro, a la Virgen
de Guadalupe— y por sus Fuentes de cantera, a la ciudad de Cosalá
también se le conoce como El Taxco sinaloense. Ubicada entre los
cerros San Nicolás, Barreteros, El Carrizal y La Cobriza, esta pequeña
ciudad se encuentra enclavada en la Sierra Madre Occidental, al sureste
de la capital del estado y al noreste de Mazatlán.
Su fundación se remonta a los tiempos de la Colonia, cuando
cruzaron estas tierras los soldados de la Corona Española y encontraron,
en los ríos Elota y San Lorenzo, importantes yacimientos de oro y
plata. Al tiempo, en zonas aledañas se encontraron otros importantes
yacimientos minerales, los cuales llegaron a ocupar los primeros lugares
en producción en todo lo que ahora es el noroeste de México. Entre
ellas se pueden mencionar las explotaciones de Guadalupe de los Reyes,
Nuestra Señora, Tapacoya y La Rastra, las que hasta las primeras décadas
del siglo XIX fueron famosas por su producción.
Esta ciudad se convirtió en un centro de intercambio de bienes
muy importante, tanto que por acuerdo de la Corona fue denominada
Real de Minas de las Once Mil Vírgenes de Cosalá. Durante el siglo XIX
adquirió muncha importancia como centro económico, político, social
y cultural, al grado que, un tiempo aquí se asentaron los poderes políticos
del estado. De ese tiempo, es el famoso Heraclio Bernal, quien habiendo
nacido pobre, después de trabajar en el mineral de El Tajo fue acusado
de robarse unos pilones de plata. Luego de haberse hecho justicia, se
convirtió en un salteador de caminos y de minas para ayudar a los de

83
Arturo Lizárraga Hernández

su clase social, los pobres. Fue tanto su arraigo en la población que su


historia se transmitió de generación en generación para que, aún ahora,
los pobladores lo recuerden con cariño.
Quienes conocen Cosalá, otra similitud le encuentran con Taxco, y
ésta es la de la celebración de Semana Santa. Su población, mayoritari-
amente religiosa, vive el catolicismo, como otros aspectos de su vida,
con verdadero fervor. Las representaciones de la Pasión de Cristo son
tan realistas y vívidas por todos los participantes, que las lágrimas de
quienes asisten a observarlas no se hacen esperar. En el templo de
Santa Ursula se concentran los matachines —danzantes con atuendos
indígenas— y, como en otros lugares del estado, la Danza del Venado
es practicada por los jóvenes cosaltecos como parte de la celebración.
Otra fiesta importante es la que celebran el 21 de octubre, en
honor de la santa patrona, que es Santa Ursula, a quien está dedicado
el templo más importante. Ése, desde muy tempranito se encuentra
lleno de gente, pues Santa Ursula es muy milagrosa, según se dice. El
contento de la comunidad es tal que todos participan en la celebración.
Desde antes del 21 de octubre los vecinos cuelgan ‘‘de esquina a esquina
un cordel, y banderas de papel’’, y las calles amanecen barridas y regadas.
Como en la mayoría de los pueblos rurales, otra de las principales
fiestas tradicionales es la que llevan a cabo para celebrar a San Juan
Bautista el 24 de junio y, por supuesto, el 12 de diciembre, cuando se
celebra a la Virgen de Guadalupe, a la que está dedicado otro templo
importante.
Durante los días que duran las fiestas el pueblo se aroma por la
tierra recién regada y por las muchachas, que amanecen más bonitas
que de costumbre. Abundan las altas, blancas y de ojos claros, pues
habiendo sido El Real de Cosalá tierra de inmigrantes en su esplendor,
además de españoles llegaron aquí italianos, griegos y alemanes.

84
Nos llevó la ventolera...

Economía y demografía

Una vez decaída la minería, el crecimiento poblacional de la cabecera


municipal ha sido errático, ya que en algunos decenios ha descendido
el ritmo —cuando no existen actividades en las que se puedan emplear
las personas—, en tanto que en otros ha crecido de manera acelerada,
provocado ello por la creación de fuentes de trabajo. Por ejemplo, en la
década de los setenta cerca de ahí se inició la construcción de la presa
José López Portillo, lo que provocó una importante derrama económica
por la ocupación en ella de personas, pues llegaron ahí gentes de otros
municipios de Sinaloa y de Durango para emplearse en las obras.
Como en todo el municipio, existe una marcada marginación social.
Por ejemplo, de todos los habitantes mayores de quince años que habitan
en esta cabecera, son analfabetas el 14.4%. Ello se debe a que una gran
proporción de las personas adultas han llegado aquí procedentes de
localidades ubicadas en las partes más altas de la sierra, y que carecen
de los servicios públicos más elementales. Esto podría parecer una
exageración, pero los datos captados por la encuesta MMP hablan, por
ejemplo, de que del total de los jefes de familia el 27.36% proviene de
alguna localidad de la sierra del Estado de Durango.
Para proporcionar la educación, existen tres escuelas primarias y
una secundaria. El máximo nivel de estudios al que pueden aspirar los
jóvenes es el bachillerato, del cual existe una escuela preparatoria.
Los habitantes de esta localidad moran en 930 casas habitación.
con las siguientes características:

85
Arturo Lizárraga Hernández

Cuadro 12. Características de la vivienda

Número %
Con más de un cuarto 901 96.88
Con piso diferente a tierra 677 72.79
Con electricidad 846 90.96
Con drenaje 581 62.47
Con agua entubada 820 88.17
Fuente: XI Censo General de Población y Vivienda.

Siendo un pueblo en el que confluyen habitantes de distintos puntos


serranos, tanto de Sinaloa como de Durango, no es casualidad que las
actividades predominantes sean las del sector terciario.

Cuadro 13. Ocupación de la PEA

Número %
Sector Primario 226 20.25
Sector Secundario 251 22.49
Sector Terciario: 639 57.25
Total: 1,116 100.00
Fuente: XI Censo General de Población y Vivienda.

Es pueblo de migrantes

Durante los días de fiesta, llama la atención el que por las calles circule
gran cantidad de automóviles y camionetas con placas de otros estados
de la República Mexicana, y principalmente del vecino país del norte.
Estas últimas unidades pertenecen a cosaltecos que por una razón u
otra han tenido que abandonar su tierra para irse a trabajar a Estados
Unidos. Porque ahora, como todo el municipio, Cosalá es tierra de

86
Nos llevó la ventolera...

emigrantes. Es tanto el éxodo de personas hacia la ciudad, que hoy


apenas supera los cinco mil habitantes. Y eso porque hasta aquí llegan,
como de paso hacia el norte, habitantes de la zona serrana del mismo
municipio y del Estado de Durango. Porque es cierto, la sierra se está
quedando sola. Los censos de población, hasta el de 1980, reportan
una gran cantidad de rancherías de ciento cicuenta habitantes —o
más— que ya no aparecieron en el censo de 1990.
Los que se dirigen a algún otro lugar del país van hacia los
valles agrícolas de Culiacán, Guasave y Los Mochis —en el mismo
Sinaloa— o a Ciudad Obregón, en el Estado de Sonora, y a Tijuana y
Mexicali, del Estado de Baja California. Por su parte, los que emigran
a algún lugar del extranjero se dirigen principalmente al Estado de
California, a lugares como Los Ángeles, Early Mar, Modesto, Indio,
San Diego, San Francisco, La Puente, Beckefill, Lompock, Pasadena,
Sacramento, Stockton. Allá se dedican a prestar servicios como
jardineros, pintores de brocha gorda y a trabajar en restaurantes y en la
construcción.

San Ignacio, San Ignacio

La población de la cabecera municipal de San Ignacio está dividida en


dos grandes sectores sociales, asentado cada uno en su respectivo espacio
geográfico. Si nos situamos en el frente del edificio que ocupa el H.
Ayuntamiento y miramos hacia el poniente, observaremos a ‘‘los san
ignacenses’’ —por utilizar sus palabras— que son las familias que han
vivido ahí varias generaciones, algunas incluso desde tiempos de la
Colonia; si damos media vuelta y observamos hacia el oriente, hacia
‘‘Los Lotes’’, veremos familias cuyo origen es predominantemente
serrano, tanto de la parte sinaloense como de la de Durango y, salvo
algunas excepciones, con antigüedad en el lugar que no excede treinta
años.

87
Arturo Lizárraga Hernández

Los habitantes de Los Lotes comenzaron a llegar ahí expulsados


por la violencia que gira alrededor del cultivo de estupefacientes: por
un lado, la que llevan a cabo gavillas de narcotraficantes; por otro, la
que genera su combate y cuyas acciones dieron comienzo con la
Operación Cóndor, implementada en la segunda mitad de los años
setenta. Situados en medio de dos fuegos, no les dejaron otra alternativa
que abandonar sus tierras y sus muertos, los que se quedaron en las
comunidades de las sindicaturas de Ajoya, Contra-Estaca, las de la
parte más alta de la de San Juan y muchas del Estado de Durango.
Todos ellos vieron en San Ignacio un lugar donde podrían llevar una
vida más tranquila, aunque muchas de las personas que bajaron no se
quedaron a vivir ahí definitivamente, sino que siguieron una larga ruta
que llega hasta las entrañas del país del norte. Algunos informantes del
San Ignacio tradicional dicen entre los de ese otro sector, por la
forma de vestir, por las costumbres y por los gustos, ‘‘es difícil distinguir
quiénes son emigrantes y quiénes son narcos’’. Pero esa expresión, en
todo caso y sin descartar que haya secuelas de narcotráfico, es reflejo
de la división social que existe en el poblado. Un sanignacense
tradicional nos dice que en esa parte es posible adquirir drogas, que la
prostitución es frecuente y que esa gente se diferencia de ‘‘los san
ignacenses’’ hasta por sus rasgos físicos: ‘‘son más prietitos’’.
Aunque en menor medida, en el otro sector de la pequeña ciudad
también existen emigrantes a Estados Unidos. Pero la historia es
diferente, pues su origen está más relacionado con la declinación de la
minería en El Tambor, de la sindicatura de Ajoya, al principio de la
década de los cuarenta. Sucede que durante años allí existió mucho
trabajo extrayendo oro y plata, actividad que fue el elemento
dinamizador de la economía municipal.
Todos los migrantes, con su audacia, su esfuerzo personal y su
solidaridad con sus coterráneos construyeron durante décadas una
densa red migratoria que abarca puntos de dentro y de fuera del

88
Nos llevó la ventolera...

territorio nacional. De dentro, Culiacán, Los Mochis, Ciudad Obregón,


Mexicali y Tijuana; de fuera, San Diego, Los Ángeles, La Puente,
Pomona, San Francisco, Stockton, Corona, Redwood y Santa Ana,
aunque también hay sanignacenses en Las Vegas y en Washington,
DC, muy al norte de Estados Unidos. A esos lugares llegan cruzando la
frontera con la ‘‘ayuda’’ de los coyotes por falta de documentos
migratorios. Los parientes o amigos que ya están establecidos allá,
responden por los mil quinientos dólares o más que cobran los polleros
por la faena. Para alguien que vive de explotar las tierras en pequeña
escala puede parecer exagerado semejante pago, equivalente a diez o
quince mil pesos; sin embargo, están dispuestos a cubrirlo con la
esperanza de recuperar pronto ese monto con los dólares que,
supuestamente llegarán enseguida.
En tanto que las medidas sanitarias incrementan los índices de
natalidad y disminuyen los de mortandad, que las fuentes de trabajo
son cada vez más insuficientes, que las redes sociales migratorias se
consolidan, y, en gran medida afán de superación de los de ahí, la
emigración al extranjero es cada día más notoria. Ahora, aprovechando
que en todos esos lugares hay gente de este municipio, los emigrantes
nuevos viajan sin tantos riesgos como cuando aquéllos iniciaron la
tradición migratoria.

Fiestas tradicionales

En San Ignacio hay dos fiestas tradicionales importantes. Una dedicada


al santo patrono, San Ignacio de Loyola; otra para celebrar el día en
que fue cambiado el rango de villa a pueblo, lo que sucedió el 18 de
marzo de 1833. Este día lo toman como el de la fundación del lugar, y
para celebrarlo año con año llevan a cabo una feria agrícola y ganadera,
bailes y elección de reina.

89
Arturo Lizárraga Hernández

Sin embargo, para este caso el periodo de Semana Santa es cuando


mayor cantidad de migrantes regresa a su pueblo. Muchos de ellos
esperan estos días. Tienen razón los autores de Los Ausentes, cuando
afirman que ‘‘la fiesta del pueblo aparece frecuentemente en el
pensamiento y las conversaciones de los emigrantes; es un día del año
en que todos los que pueden regresar a casa lo hacen, trabajan más
duro para ganar suficiente dinero y regresan a la fiesta con regalos para
familiares y amigos y, de alguna manera, la fiesta sostiene y alienta a los
emigrantes en su prolongada diáspora’’ (Massey, Durand, González y
Alarcón, 1991: 1991: 175). Automóviles con placas estadunidenses y
muchachas y muchachos que sólo hablan inglés, es posible encontrarlos
en las calles. Son los hijos de los migrantes que ya nacieron en el otro
país.
En estos días todos los habitantes participan en las fiestas, sin
consideraciones de edad ni de condiciones económicas; antes al
contrario, los más viejos estimulan la tradición con sus consejos y
recuerdos, mientras que los más ricos se hacen cargo de algunos de los
gastos de la festividad. Así, al fortalecerse las relaciones de solidaridad
comunitaria, las fiestas desempeñan una función cohesionadora de los
sistemas social y cultural de la localidad, como sucede en todo México:
las celebraciones tradicionales son ‘‘más que un día de fiesta religiosa:
es una reafirmación de la comunidad y sus gentes. Como tales, las
fiestas siempre han representado un importante mecanismo de
integración dentro de la sociedad mexicana’’ (Massey, Durand, González
y Alarcón, 1991: 175). En este caso, no sólo con los que todavía habitan
el lugar, sino con originarios de ahí que viven en el extranjero, pues
ellos mismos, por dondequiera que andan, son portadores del
simbolismo.

Aspectos económicos y demográficos

El número de pobladores ha variado en los diferentes periodos


intercensales, aunque los incrementos han sido leves. Además, hay que

90
Nos llevó la ventolera...

considerar que a este lugar llegan personas de la parte alta de la sierra,


tanto de localidades que pertenecen al propio Estado de Sinaloa como
del Estado de Durango. Estas personas habitan en 587 viviendas y
cuentan, en la inmensa mayoría, con los servicios públicos elementales.
Tienen las siguientes características:

Cuadro 14. Características de la vivienda, 2000.

Número %
Con agua entubada 544 92.67
Con drenaje 415 70.79
Con electricidad 524 89.26
Fuente: XII Censo General de Población y Vivienda.

En esta cabecera municipal, de la población mayor de quince años el


9.4% es analfabeta. Existen cuatro escuelas primarias, una secundaria
y una escuela preparatoria.
Este lugar representa un punto a donde llegan los habitantes de las
partes serranas, tanto de Sinaloa como de Durango, a intercambiar
productos. Ese es el motivo por el cual se observa una tendencia
marcada a la terciarización, pues parte importante de la PEA predominante
se dedica al comercio:

Cuadro 15. Ocupación de la PEA, 2000

Número %
Sector Primario 130 18.9
Sector Secundario 146 21.2
Sector Terciario 412 59.9
Total 688 100.0
Fuente: XII Censo General de Población y Vivienda.

91
Arturo Lizárraga Hernández

Según testimonios orales de algunas personas nacidas ahí, existe una


considerable producción de mariguana y amapola.

La ‘‘leyenda negra’’

A unos cuatro kilómetros de esta cabecera está San Juan de Los Frailes,
reconocido por el carácter recio de su gente. Los de ahí, incondicionales
con los amigos, son, sin embargo, implacables con los enemigos, a los
que se enfrentan —como quieran, donde quieran y a la hora que
quieran— hasta que alguien muere. Es una vergüenza para la familia
recibir una afrenta y no responder a ella en cualquier terreno. Nadie se
echa para atrás; más aún: si alguno del núcleo familiar cae, los que le
sobreviven están obligados moralmente a vengar la sangre.
Es difícil encontrar una familia que no tenga, por lo menos, un tío,
un hermano o un primo muerto en hechos violentos. Con tales
antecedentes, se explica por qué abundan las narraciones de
enfrentamientos a balazos o con arma blanca, a veces hasta con tres
muertos. Por ejemplo, una muy conocida es de una ocasión, hace
muchos años, en que dos sujetos se enfrentaron con cuchillos, dando
muerte uno de ellos al otro. El sobreviviente, herido, trató de huir
corriendo, pero las fuerzas no le alcanzaron para cruzar siquiera la
placita del lugar. Para socorrerlo llegó Papá Martín, quien era una especie
de comisario honorario por el respeto que le tenía la gente. Cuando se
acercó con el herido, éste le propinó tremenda puñalada en el pecho
hiriéndolo de muerte. En el momento que Papá Martín se dio cuenta
de lo que le sucedió, sacó la pistola y le asestó un balazo en la cabeza a
su ofensor. Ahí quedaron los cuerpos, justo enfrente de la capilla.
En ese ambiente social nació y creció Manuel Salcido, uno de los
narcotraficantes más poderosos de Sinaloa y todo el noroeste de México.
Sin padre y criado junto con sus tres hermanos por su abuela —quien
para mantenerlos ponía vendimia de antojitos los domingos— durante

92
Nos llevó la ventolera...

su infancia vivió en la miseria. Ya de joven se dedicó al comercio de


todo tipo de mercancías y del que obtenía buenas ganancias, las que se
incrementaron cuando floreció el cultivo de yerbas prohibidas.
Dice la gente que en numerosas ocasiones, ya siendo poderoso, él
organizaba —y pagaba— las fiestas del 24 de junio, en las que el
pueblo comía y bebía como no podría hacerlo el resto del año: a la
orilla del Río Piaxtla o del Arroyo Grande, mandaba limpiar de maleza
una amplia zona y hasta allí llegaban los camiones de cerveza, las cazuelas
y cazuelas de comida y las dos o tres bandas de música sinaloense, de
las más famosas. Y todos a gozarla con protección armada de las policías
judicial y municipal.
Dicen también, en contradicción con la común imagen de
sanguinario e implacable que es conocida, que Manuel Salcido era un
sentimental. Platicaba con los ancianos y con los amigos de la infancia
—a los que hacía cuantiosos regalos— y las lágrimas le brotaban cuando
le recordaban su niñez, sus juegos y el maltrato de alguno de sus tíos.
Lo mismo sucedía cuando escuchaba canciones que le trajeran otras
memorias tristes; si era ‘‘Los sufrimientos’’ la que le tocaban, toda la
noche hasta el amanecer del 25 de junio, de verdad lloraba por la
ausencia de sus hermanos ya muertos. Ahí, acompañándolo cada año
en que duró aquel poderío, las gentes de San Juan y pueblos
circunvecinos esperaban el inicio del periodo de siembras. De ajonjolí,
de maíz, de frijol o de un producto mucho más redituable, aunque de
alto, muy alto riesgo por las implicaciones legales. «Pero ahora ni
siquiera eso, porque el gobierno está pesado», dicen los sanjuanenses
con cierta pesadumbre.
En su carrera como narcotraficante, Manuel Salcido Uzeta, conocido
también como El Gallo de San Juan, en una ocasión, en 1974, fue
aprehendido en Guadalajara. De allá fue trasladado a Mazatlán y
enseguida a la cárcel de Culiacán. Fue acusado de homicidio, portación
ilegal de armas y asociación delictuosa, pero no de tráfico de drogas.

93
Arturo Lizárraga Hernández

Escapó un domingo de noviembre de 1975, previo pago de medio


millón de pesos a los guardias, según se dice. El gobernador de la
época, Alfonso G. Calderón, declaró lo evidente: ‘‘El Cochiloco se salió
cuando quiso’’. En abril de 1976 El Gallo de San Juan fue al funeral de
su padre en Mazatlán protegido por una docena de tipos que portaban
armas de alto poder. Ninguna autoridad lo molestó.
Años después murió, abatido por cerca de noventa impactos de
bala de diferente calibre, en Guadalajara el 9 de octubre de 1991. Fue
mencionado como otra víctima de El Güero Palma» (Noroeste, I/11/
2000, Culiacán, Sin.). La gente de San Juan, empero, sigue creyendo
que Manuel Salcido sigue vivo en alguna parte del mundo. Eso es lo
que quieren creer: se ha convertido en leyenda.

El Verde, Concordia

En El Verde se encuentra un conjunto arquitectónico que puede


considerarse el centro del poblado, pues es ahí donde se reúnen los
lugareños con los propósitos más diversos: las mujeres para ir a misa o
al rosario; los adolescentes para esperar a las muchachas cuando salen
de la iglesia; los niños para hacer sus tareas escolares; los ancianos para
despejar sus dudas sobre la muerte, el cielo, el infierno y otras cuestiones
trascendentales, como los remedios para la reuma. Los adultos varones
se reúnen para amarrar tratos financieros, echar un poco de relajo o
refrescarse la garganta, pues muy cerca se encuentran una sala de billar
y dos cantinas generosas, una de ellas con un espléndido nombre: El
Paraíso.
El conjunto está compuesto por la capilla, la plaza pública, la
biblioteca y unas canchas de básquet y voleibol. La capilla fue construida
por los jesuitas y está dedicada a San Jerónimo, es de una sola torre y
está orientada hacia el sur. A su izquierda, es decir hacia el oriente, se
encuentra la plaza que cuenta con quiosco, bancas a su alrededor y

94
Nos llevó la ventolera...

frondosos tabachines. Al lado sur de la plaza está la biblioteca Marcelo


González y al norte ‘‘las canchas’’, mismas que tienen una función en la
vida comunitaria, pues son un espacio físico importante para la
interacción social. Las cantinas se encuentran ‘‘a´i nomás, a la
vueltecita’’.
Es en ‘‘las canchas’’ donde se llevan a cabo dos de los periodos de
fiestas más duraderos de la región: uno en mayo, otro en diciembre.
Del primero, podemos decir que es de los más interesantes del sur de
Sinaloa, ya que, de las fiestas tradicionales de origen cívico, la que se
celebra esos días congrega a todos los del pueblo para celebrar la derrota
que infligió el general Ignacio Zaragoza al ejército francés. Sucede
que en este lugar vivió, se casó y vio sus últimos días un general
sinaloense que estuvo a las órdenes del general Ignacio Zaragoza, cuando
la invasión francesa. Este general se llamó Domingo Rubí, comandó
las fuerzas nacionales en el Estado de Sinaloa e impuso derrotas en
algunas batallas a los franceses en la región. Cubierto de gloria llegó a
ser gobernador del estado, y una vez que terminó su carrera política
regresó de nuevo a esta tierra.
La fiesta20 consiste, el primer día por la mañana, en un acto cívico
en el que participan las autoridades municipales; después, en un desfile
por las calles del lugar protagonizado por los alumnos de las escuelas
del propio El Verde y de los pueblos vecinos. Con sus carros alegóricos
que cargan muchachos vestidos a la usanza del siglo pasado, permiten
mantener en la memoria colectiva la invasión francesa, misma que,
por cierto, hizo sus incursiones en esta zona desvastando pueblos. Aquí
se recuerda al general Castagny, que mandó quemar lo que ahora es la
cabecera del municipio. Después, en ‘‘Las Canchas’’, se lleva a cabo
un acto simbólico que representa la Batalla de Puebla. En él, los chinacos
20
Llama la atención el hecho de que, siendo un pueblo de migrantes, la celebración
sea de tanta importancia para ellos como es importante la celebración conocida como
Fiesta Brodway (Rodríguez, 1997) que hacen, también este día, los chicanos en el
Estado de California, Estados Unidos.

95
Arturo Lizárraga Hernández

y los soldados franceses se enfrentan a balazos con sus respectivas armas


de palo. Por fin, por las noches, se lleva a cabo una serie de bailes
amenizados por importantes bandas musicales de la región, en los que
participan habitantes de las localidades circunvecinas. Todos los
asistentes le dan vuelo a la hilacha durante días, tantos que tienen que
empalmar la fiesta con la del 10 de mayo, cuando festejan a las madres
del lugar.
El otro periodo de gran algarabía en el pueblo, es del 15 al 31 de
diciembre. Durante este periodo se lleva a cabo un baile cada día, que
puede tener como motivo una boda, un bautizo, una primera comunión,
una quinceañera; los padrinos, invariablemente, son gentes que, por
una razón u otra, han dejado el poblado y ahora vienen de regreso a
pasarse unos días con sus parientes y amigos. En ambos periodos, las
calles amanecen barridas y regadas y la gente más contenta y platicadora
que de costumbre, pues los bailes son de lo más alegres; siempre
amenizados con famosas bandas musicales del propio pueblo o de la
región, como la de Los Hermanos Osuna o Los Texanos de Tepuxta.
Es común que en ambos periodos se tome cerveza en abundancia
mientras que por las calles ‘‘rolan’’ las ‘‘trocas’’ con placas ‘‘gringas’’ y
‘‘estéreos’’ a todo volumen que lo mismo tocan música de la Banda de
El Recodo que de algún grupo de ‘‘rap’’. Algunos de los que conducen
las ‘‘trocas’’ nacieron en Estados Unidos, pero son hijos de verdeños
que radican en aquel país. Tales acciones se deben a que los visitantes
aprovechan para demostrar —al pueblo, a ellos mismos— que aunque
con elementos de una cultura diferente, quieren seguir formando parte
de la comunidad. Por eso vienen de tan lejos; muchos de California,
otros de Arizona, algunos de Colorado. Todos ellos esperaron con ansias
esta fecha para venir al pueblo. Y es que, ‘‘la fiesta proporciona un
marco práctico en el cual se pueden reunir familiares y amigos. Bajo el
patrocinio de reuniones periódicas de los paisanos se facilita la
reintegración de los emigrantes y se reafirma en un continuum en la
vida social, al proporcionarse una demostración pública de que los

96
Nos llevó la ventolera...

emigrantes son verdaderamente paisanos, son los hijos ausentes’’


(Massey, Durand, González y Alarcón, 1991: 175).
La función explícita de la fiesta que se inicia el 5 de mayo puede
que no sea tan importante; de mayor importancia para la comunidad,
por sus efectos, es la función latente: consolidar los sistemas social y
cultural afianzando los lazos comunitarios, extendiendo las redes sociales
e internalizando los signos identitarios. Porque ‘‘entre los que viven en
la diáspora, la fiesta constituye un elemento simbólico de singular
importancia. El hecho de estar esperando el festejo ayuda a una
comunidad a mantener la identidad en una tierra extraña; reafirma la
integración a una comunidad donde son queridos y respetados, y donde
otros comparten su idioma y su cultura’’ (Massey, Durand, González y
Alarcón, 1991: 175). Si bien estos autores lo dicen a propósito de la
recreación de la fiesta tradicional de su pueblo que hacen los migrantes
en sus lugares de llegada, esta tesis puede aplicarse a la fiesta en el lugar
de partida.
A pesar de que son largos los dos periodos de fiesta mencionados,
los de ahí se quedan con ganas de seguirle y de seguir platicando con
los amigos. Hasta con los conocidos en las mismas fiestas, pues en
cuanto saben sus nombres y se convencen que no traen malas
intenciones, les brindan amistad, las puertas de su casa y hasta los
botes de cerveza. Porque los de aquí son amistosos de verdad.
Amistosos y derechos. El maestro Pedro Brito Osuna —hijo de un
emigrante de Zavala, pueblo vecino— cuenta algo que ilustra muy
bien lo que estamos diciendo. En cierta ocasión, un verdeño —de
nombre José— bailaba tranquilamente en la fiesta de Tepuxta —otro
pueblo vecino—, cuando se le acercó alguien con quien tenía una
deuda económica pendiente. Este segundo, con discreción y como no
queriendo la cosa, pero mostrando su ingenio, le dijo:

97
Arturo Lizárraga Hernández

–De qué santo me valdré


Para que José se acuerde
De tres reales que le fié
De plátanos en El Verde.

El primero, herido en su orgullo pues quedaba en evidencia ante la


muchacha con quien bailaba, sin perder la cabeza ni la compostura, le
contestó en el mismo nivel:

–Yo te los voy a pagar


Porque deber no me gusta
Tu me los fiaste en El Verde
Yo te los pago en Tepuxta.
Luego sacó el dinero, le pagó y siguió bailando.

Un poco de historia21

La tradición oral dice que El Verde, cuyo nombre original es San


Jerónimo de El Verde en honor al santo patrono, nació con la llegada a
la región de religiosos de la orden jesuita. Su ubicación en un valle y la
presencia de áreas verdes con excesivo follaje, hizo que recibiera el
nombre de El Valle Verde. La zona originalmente estuvo habitada por
sociedades precolombinas, que fueron despojadas de sus tierras, pero
durante la Colonia se les restituyeron sus derechos por tener títulos de
la Nueva España, con sellos originales de Carlos IV. Existen documentos
escritos a mano y con sellos reales de España, fechados en 1616. Durante
esa época fue considerado como la zona agrícola y ganadera más
productiva del municipio, y su función en la economía era suministrar
21
Contada, en lo fundamental, por don Gilberto Lizárraga con algunos documentos a la
mano.

98
Nos llevó la ventolera...

carne y productos agrícolas a los pueblos mineros, que se encontraban


más hacia el este, enclavados en la sierra.
En tiempos de la Reforma, en el siglo XIX, se despojó a los comuneros
de sus tierras, pero éstos se organizaron en una sociedad civil que
continuó trabajándolas. Durante el periodo del gobierno presidencial
de Porfirio Díaz se regularizó la tenencia de varias propiedades privadas,
con lo que los dos regímenes (comunal y privado) quedaron aceptados
en la localidad. Después de la revolución, en tiempos del cardenismo,
como otras comunidades de la región, El Verde se vio convulsionado
por las acciones que giraron alrededor de la reforma agraria, pues
aquí, mientras unos se inclinaron porque se repartiera la tierra (la
comunal y la privada) en la forma ejidal, otros las defendieron. De
hecho, se formó un ejido afectando las propiedades comunal y privada,
con lo que la violencia social se hizo patente.
Este periodo fue muy controvertido, pues los que se oponían a la
reforma consideraban que tales decisiones eran ‘‘comunizantes’’, que
pretendían acabar con la pequeña propiedad y la comunidad agraria;
para el otro bando, para los que luchaban por el reparto agrario, los
que se oponían a ellos eran emisarios del nazi-fascismo. Ese factor,
más la II Guerra Mundial que estalló en la década siguiente, dieron
lugar para que emigraran a Estados Unidos los primeros verdeños, al
igual que otros campesinos del sur de Sinaloa.
En 1942 el presidente Manuel Ávila Camacho devolvió las tierras a
los antiguos propietarios comuneros y privados, quedando
definitivamente ambos tipos de propiedad en el pueblo. Los ejidatarios
y simpatizantes, con sus familias, tuvieron que abandonar el pueblo.

Economía y demografía

Según los censos de población de los años respectivos, el número de


habitantes ha venido disminuyendo en números absolutos (cuadro 19),

99
Arturo Lizárraga Hernández

lo que nos hizo pensar en un primer momento de la investigación que


El Verde es una localidad, como otras del mismo municipio, de fuerte
emigración de población:
De la población mayor de quince años, son analfabetas el 16.8%. El
resto que sí sabe leer y escribir, estudió en la escuela primaria y la
única escuela secundaria ubicadas en el lugar. Los que desean estudiar
el bachillerato, tienen que trasladarse a la cabecera municipal, Concordia,
que se encuentra a siete kilómetros de distancia.
Los habitantes de aquí viven en 428 casas-habitación, la mayoría
de las cuales cuentan con los servicios públicos básicos.

Cuadro 16. Características de la vivienda

Número %
Con electricidad 423 98.83
Con piso diferente a tierra 405 94.62
Con agua entubada 411 96.02
Con drenaje 353 82.47
Con más de 2 cuartos 408 95.37
Fuente: XII Censo General de Población y Vivienda.

Este pueblo es centro social y político de una serie de rancherías


aledañas, pues es cabecera de sindicatura. Por esos días de fiesta llegan
visitas de pueblos como Tepuxta, Santa Catarina, San Juan Jacobo y,
sobre todo, La Concepción o La Barrigona, pues junto con los
habitantes de este pueblo son los propietarios de las tierras que dan
sustento a la comunidad agraria.
Como en todos esos pueblos del municipio, son las actividades
primarias a las que se dedica la mayor parte de la PEA:

100
Nos llevó la ventolera...

Cuadro 17. Ocupación de la PEA

Número %
Sector Primario 229 54.3
Sector Secundario 56 13.3
Sector Terciario 136 32.4
Total 421 100.0
Fuente: XII Censo General de Población y Vivienda.

La ‘‘leyenda negra’’

Es secreto a voces que en El Verde hay otra actividad no clasificada en


la economía formal, que es mucho más lucrativa que las anteriores,
aunque de alto riesgo. Se inició en la década de los sesenta. Durante
esos años, en el estado el cultivo de mariguana y amapola tuvo uno de
sus momentos más espectaculares debido a la demanda de drogas
característica de la época y por la protección de los políticos que
gobernaban la entidad. El Verde no estuvo al margen de la actividad,
antes al contrario. Inclusive, llegó a hacerse tan cotidiana que hasta
llegó a ser reconocida explícitamente por la sociedad local. Según dice
un informante, Florencio Ruiz, había una especie de competencia,
‘‘por a´i en los años sesenta’’, que consistía en que se exhibían las
plantas de mariguana para ver quien era el que las cultivaba más grandes.
‘‘Luego se paseaban por todo el pueblo con las plantas triunfadoras
trepadas en las camionetas’’. Según otro informante, Manuel Solórzano,
originario de un pueblo cercano, los narcos de ahí por esos años
utilizaban las carreteras de terracería para que aterrizaran las avionetas
para levantar cargamentos. Por cierto, uno de sus primos, Luis
Solórzano, en una ocasión llevó una carga de mariguana a Estados
Unidos, pero lo agarraron. Argumentó, en su defensa, que hizo ese
viaje porque, aun siendo profesionista, no encontraba trabajo en
México. Esto le sirvió de atenuante para su defensa.

101
Arturo Lizárraga Hernández

Entonces surgieron tres grandes narcos en esta comunidad, el más


famoso José Zataráin Morales (Trini Morales). Ellos hicieron dinero
durante ese tiempo: compraron ganado, compraron tierras a los que
necesitaban dinero. Uno de ellos, ahora, es dueño de líneas de transporte
en el municipio. Trini Morales, uno de los narcotraficantes ‘‘más
pesados’’, ‘‘el chaca’’ (jefe) de muchos, fue asesinado en la ciudad de
Guadalajara, Jalisco, el mes de marzo del 2000. Fue dueño de una
gran cantidad de negocios en Mazatlán, Culiacán, Guadalajara y otros
lugares. Pero éstos eran tan sólo negocios que le servían para ‘‘lavar’’
dinero, ya que su principal entrada económica se encontraba en el
tráfico de drogas.
El día en que lo mataron, según un periódico regional, funcionarios
de la ‘‘Procuraduría General de la República, lo señalaron como posible
sucesor del también sinaloense Juan Manuel Salcido Uzeta, El Cochiloco’’.
Esa misma fuente señala que este personaje era dueño de ‘‘miles de
hectáreas en El Verde, Sinaloa, donde tenía asentado su rancho (…) en
el cual tenía animales exóticos y construcciones ostentosas’’ (Noroeste,
III/11/ 2000: 10–A). Este personaje, en otros tiempos organizaba y
pagaba las fiestas tradicionales, y contaba con la protección de los mismos
cuerpos policiacos.
Aunque son pocos los que quieren hablar sobre el asunto, llega a
trascender que los propietarios agrícolas, cuando necesitan de mano
de obra para sus cultivos lícitos, tienen que recurrir a trabajadores de
otras localidades, pues los de ahí se niegan a trabajar porque el pago
que les ofrecen se les hace bajo: ‘‘quieren cobrar como si estuvieran en
el narco’’. Y es que, cuando suben a la sierra a la siembra o cosecha de
mariguana o amapola, obtienen buenas ganancias. Desgraciadamente,
el narcotráfico genera violencia; y ésta es una de las causas de la fuerte
emigración que aquí se registra.

102
Nos llevó la ventolera...

Es un pueblo de migrantes

El ambiente bullanguero durante los días de las fiestas tradicionales se


presenta, especialmente, porque entre los visitantes están quienes,
nacidos aquí, radican en otros lugares del país o del extranjero. Y es
que, como otras localidades este es pueblo de emigrantes. Todos los
verdeños quieren ir, por lo menos, a conocer Estados Unidos. Tan es
así que, entre los varones, el principal rito de tránsito de la juventud a
la edad adulta es cruzar indocumentados la frontera del norte: ‘‘si El
Socio fue y vino, que no lo haga yo…’’, comentan los muchachos para
darse valor, reconociendo al mismo tiempo los méritos de un joven
minusválido, José Manuel Peraza, que volvió hace poco al terruño;
pero una gran cantidad de ellos se queda a vivir allá, en el otro lado de
la línea.
Es muy fuerte la emigración, tanto nacional como internacional, de
tal manera que se manifiesta en el decremento de población en números
absolutos. Es decir que, a pesar de los nacimientos, la Tasa de
Crecimiento Poblacional es negativa. La población emigra, dentro del
país, a lugares como Mazatlán, Culiacán y Los Mochis, en el Estado de
Sinaloa, y a Ciudad Obregón y Hermosillo, en el de Sonora, y Tijuana,
BC, pero el grueso de los verdeños se va a Estados Unidos.
Para ilustrar que una gran cantidad de los de aquí viven en el
extranjero, los que se quedan dicen que en Paramount, Cal., hay más
verdeños que en. El Verde. Y la afirmación, ciertamente, no es exagerada.
Según el médico del lugar ‘‘más del 50% de los habitantes de esta
población radica en el Estado de California’’.
A diferencia de los habitantes de otros lugares de la República
Mexicana, éstos no se van a trabajar a los fields sino a los servicios o a
la industria de la ciudad. En la Unión Americana, los originarios de El
Verde viven al sureste de Los Ángeles, como Norwalk, Paramount,
Torrance, Belle Flower, Dawny, San Diego y Long Beach. En esos

103
Arturo Lizárraga Hernández

lugares se encuentra gente inquieta y valiosa que perdió nuestra tierra:


nacidos aquí, tuvieron que emigrar ante la falta de oportunidades, y
allá se quedaron. Algunos de ellos, con el afán de ayudar a sus
coterráneos, fortalecen y hacen crecer las redes sociales de la migración.
Como ellos hay otros ya perfectamente establecidos y nacionalizados
americanos, lo que significa importantes pérdidas humanas para el
Estado de Sinaloa.
Todos vienen durante estos días; con sus camionetas, su forma
diferente de vestir y hablar, con sus historias y anécdotas de por allá.
Salvo por algún incidente durante el cruce de la línea, todos hablan
bien de sus viajes a quienes los quieran escuchar; y son muchos los que
quieren. Durante toda la semana una atmósfera de fiesta prevalece en
todo el pueblo, con reuniones —en las casas o cantinas—, en las que
se gasta gran cantidad de dinero en música, alcohol y comida. Es una
ocasión esperada por los que han emigrado, pues aprovechan para
visitar a sus familias, reencontrarse con sus amigos, contar sus aventuras
y presumir de lo bien que les ha ido por allá... aunque no siempre sea
cierto.
Se puede decir, para esta fiesta, lo que se ha escrito para la del
santo patrono en otros lugares del país: ‘‘la emigración a Estados Unidos,
ha dado un nuevo valor simbólico al santo patrono y lo ha adaptado a
la realidad de una comunidad emigrante, por lo que la importancia
tradicional de esta fiesta ha aumentado en forma considerable’’ (Massey,
Durand, González y Alarcón, 1991:175). Por esas razones, es más que
una celebración de la entrega de tierras, es una reafirmación de la
comunidad y un recordatorio a los ausentes de que no deben olvidar
sus raíces. Por eso participa todo el pueblo, independientemente de
que sean ejidatarios o no: es la representación simbólica de la comunidad
para todos sus habitantes.
Todos los que han emigrado hablan bien de su viaje: de los dólares
que ganaron, de la ropa que compraron, de los ‘‘markets’’, de las luces,

104
Nos llevó la ventolera...

de las calles. A excepción del viaje, nadie reconoce haberla pasado mal
al ‘‘otro lado’’. Hasta puede decirse, sin temor a equivocarse, que para
el caso de El Verde es válido lo que se dice de los migrantes de Jaripo,
Michoacán: ‘‘Desde luego, no a todos los que van al norte les va bien;
de hecho muchos han quedado endeudados y sin posibilidades de pasar
a trabajar. Pero bastaría con que a uno solo le fuera bien para que
muchos más quisieran ir a probar suerte al otro lado de la frontera
(...). El que regresa olvida que lo asaltaron los cholos en Tijuana, que
a los oficiales migratorios mexicanos les tuvo que dar cierta cantidad
de dinero para que no lo ‘confundieran’ con centroamericano, que la
patrulla fronteriza lo deportó en dos ocasiones antes de lograr llegar a
Watsonville, que una vez allí no pudo trabajar dos semanas (...). Todo
lo olvida y sólo platica de lo bien que se paga el trabajo mexicano en
Estados Unidos, de lo que le rindieron los dólares que pudo ahorrar, y
de que nomás pasando la fiesta de los Santos Reyes se irá nuevamente’’
(López, 1986:110).
Debido a ello, estos días de fiestas son un periodo en que nuevas
camadas de jóvenes dejan el lugar subyugados por las historias de los
que regresan, e invitados por ellos. Así nacieron y se desarrollaron las
redes y la tradición migratorias del pueblo y, como dicen los autores de
Los Ausentes, ‘‘Así, la manifestación cultural tradicional del paisanaje y
la fiesta (…) han llegado a ser una institución social muy importante
en la que se sustenta y justifica la emigración’’ (Massey, Durand,
González y Alarcón, 1991:176).
Si bien algunos de ellos ya internalizaron su situación, en la mayoría
siempre está presente el dilema del retorno, lo que se manifiesta en
que historias, cuentos, leyendas locales y regionales siempre están en
su imaginario. Una forma en que se manifiesta la nostalgia es mediante
frases que refuerzan su identidad; como la que nos cuenta César Brito,
emigrante de la localidad de Zavala: ‘‘Para azúcar, los de El Verde; para
locos, los de Zavala’’. Por supuesto, quienes las dicen son los de la
primera localidad.

105
Arturo Lizárraga Hernández

Por similares razones y como una manifestación de su añoranza,


todos cuentan con gusto sus aventuras, desventuras y anécdotas curiosas;
otros, con buen sentido del humor, hacen bromas sobre sí mismos o
sus paisanos. Como lo que alguien nos contó: en cierta ocasión, unas
mujeres verdeñas, en Los Ángeles, fueron abordadas y cuestionadas
por elementos de ‘‘la migra’’. A una de ellas le preguntaron:
– Ey, tú, ¿cómo te llamas?
–Fulana de Tal y vivo en Paramount–, contestó.
A la otra, que recién había cruzado la frontera, le cuestionaron
sobre su identidad étnica:
–Y tú, ¿eres latina?
–No —contestó—, yo soy La Petra. La Tina se quedó en El Verde.

3. Sobre las fiestas tradicionales

Los habitantes de estas localidades siempre hablan bien de su fiesta y,


chauvinismos aparte, tienen razón en realzar su significación. Existen
argumentos para ello, algunos relacionados con los valores materiales y
simbólicos que circulan ampliamente en ella. Para empezar, todos esperan
la conmemoración con ansiedad durante meses, puesto que es en ella
donde se sienten a plenitud, muy en su modo de ser.
También porque es alta la cantidad de dinero que por esos días
corre, pues de otros lugares de la región y hasta del estado vienen a
gastar su dinero ganaderos, agricultores y personajes de otras
actividades, no siempre lícitas aunque sí muy lucrativas. Los locales
hacen lo propio con los ahorros que hicieron durante meses, dinero
producto de sus actividades en la fruticultura, en la cría de animales.
Parece que a nadie afecta la crisis, pues compran en la feria, para sí o
para sus invitados, cerveza y comida en abundancia, derrochando los
centavos que guardaron durante meses esperando tal acontecimiento.
Por eso es que por la fiesta se benefician comerciantes de comida,

106
Nos llevó la ventolera...

artesanías y músicos originarios de la región que amenizan las carreras,


las peleas de gallos o el jaripeo. Si bien es cierto que algunos pierden
su dinero en las apuestas que se cruzan en el taste para las carreras,
éste pasa, mano por mano, a ser distribuido entre los habitantes. A su
vez, se benefician por lo que se cobra de impuestos y por la concesión
de la fiesta, pues el dinero debe ser invertido en obras materiales del
poblado.
Son importantes las fiestas, también, por la circulación de símbolos
de todo tipo, y porque ahí, en ese tipo de socialización, empiezan a
internalizarlos las nuevas generaciones. Igual que en otros espacios
públicos, abundan los que representan la religiosidad del pueblo, como
el de la virgen de Guadalupe, el de los santos y capillas de México, los
que son portados por las muchachas en sendas medallas de oro, o por
los muchachos en sus camisas brillantes y gorras de beisbolista. Portan
también símbolos que recuerdan la mexicanidad, que la promueven,
como el águila y la serpiente, como la bandera mexicana que llevan en
sus camisetas y cachuchas, los jóvenes que recién han regresado de
Estados Unidos.
Tierra de gente ‘‘de carácter’’, en la celebración predominan los
símbolos que exaltan lo macho, lo bravío, la disposición hacia el dominio
de lo otro. Y es que las actividades propias del medio rural como la
doma de las bestias de campo y el cultivo de la tierra, hacen del hombre
de la región —junto con la historia cultural, por supuesto—, un hombre
rudo y, para el punto de vista de la gente de los medios urbanos y del
sur del país, hasta violento. Se refleja el carácter en las canciones que
escuchan, por ejemplo El rey de mil coronas, La mula prieta, Catarino
y los rurales, las que son tocadas por las rockolas y grupos musicales
originarios de la zona.
Pero también circulan los que enaltecen otros valores interactuando
con los primeros, con los que establecen verdaderas batallas: unos, por
reforzar la identidad; otros, por transformarla. Sobran los que hacen

107
Arturo Lizárraga Hernández

alusión al tráfico de estupefacientes, como los dibujos de ‘‘cuernos de


chivo’’ y hojas de mariguana en las camisas imitación seda que portan
algunos individuos. Éstos, por cierto, piden a los grupos que les toquen
corridos que narran hechos del narcotráfico: Los dos plebes, La camioneta
roja, También las mujeres pueden.
Curiosamente, en un ‘‘puesto’’ durante la fiesta en Concordia, los
parroquianos —ataviados con sombrero texano, pantalón de mezclilla
y recias botas— pretenden obtener premios como botes de cerveza,
un mono de peluche o algunas cajetillas de cigarros. Para lograrlo tienen
que derribar de la tabla donde se encuentran acomodados en forma de
pirámide, cinco pinos de madera. Ahí está pintado con letras grandes,
bien visibles, un letrero que parece un reto y una burla para todos
ellos: ‘‘Sólo para hombres. No se vale chillar’’.

Espacios para la interacción social

Las fiestas son importantes también por la interacción social que se


establece. En busca de la diversión que proporcionan la música, el
juego, el baile, la belleza de las muchachas, llegan por estos días gentes
de diferentes localidades.
Espacio físico y social, en las fiestas que se llevan a cabo se
entrecruzan valores culturales y se tejen o consolidan redes sociales.
Una forma es mediante el baile, amenizado por bandas de música
sinaloense. Y todos a bailar, contoneando a la mujer, que de este modo
se deja conquistar. Otra manera de establecer o fortalecer las redes
sociales es que, aprovechando la festividad, además de las sociales algunos
concretan relaciones de negocios, comerciales, políticas. Otros más,
establecen relaciones consanguíneas.
Las estrellas de la fiesta son los migrantes jóvenes. Hasta puede
decirse que, entre ellos, haberse ido a Estados Unidos es símbolo de
estatus social. Por eso se saludan en inglés: –Jai; –Jau ar yu, se dicen y

108
Nos llevó la ventolera...

se contestan con voz fuerte, como para que los demás escuchen. Estos
jóvenes son los que más pegue tienen con las muchachas. Los muchachos
que no han salido escuchan con atención las aventuras de los que han
regresado. Los que emigran, lo hacen entre los deciseis y venticinco
años. Se diferencian de los demás por su forma de vestir. Algunos
traen camisetas con leyendas en inglés: University of California at Los
Ángeles, Lakers, New kids on the block, California.
Debido a ello, la fiesta es una ocasión en que nuevas camadas de
jóvenes dejan el lugar subyugados por las historias de los que regresan,
e invitados por ellos. También así nacieron y así se desarrollan la
tradición y las redes migratorias.

A manera de conclusiones

En este capítulo se pudo observar que en tanto comparten parte


significativa de la sierra, en los tres municipios de estudio (Cosalá,
San Ignacio y Concordia) existen poco más o menos las mismas
condiciones naturales. Esta característica natural condiciona el que la
Población Económicamente Activa se dedique a las actividades primarias
como son la agricultura, ganadería, silvicultura. Coinciden los tres
municipios en que todas las actividades económicas que se realizan es
utilizando métodos tradicionales, y las explotaciones son de manera
extensiva.
A pesar de que en los tres municipios la actividad minera fue en el
pasado el más importante renglón de su economía, en la actualidad
ésta es prácticamente inexistente, reduciéndose a unas cuantas
explotaciones y a la actividad persistente de los gambusinos. En los tres
municipios un renglón de la economía informal ocupa un importante
lugar, y éste es el del cultivo de enervantes —específicamente la
mariguana y la amapola— en las partes más aisladas de la sierra.
Íntimamente relacionada con el narcotráfico, la violencia en sus

109
Arturo Lizárraga Hernández

diferentes manifestaciones (simbólica, física) alcanza altos niveles, y lo


es tanto que ocupa los primeros lugares como causal de muerte entre
los habitantes.
Pero estos municipios, en tanto microrregiones socioeconómicas,
también tienen diferencias. El hecho de que San Ignacio tenga salida al
mar permite que sus habitantes puedan variar sus actividades
económicas, si bien no de manera altamente significativa. De los tres
municipios el que está en peores condiciones socioeconómicas es
Cosalá, lo que se manifiesta en la escasez de servicios públicos a la
población, tales como agua potable, electricidad, carreteras; el que
está en «mejores» condiciones es el de San Ignacio.
Ahora bien, de las localidades seleccionadas de cada municipio para
la aplicación de nuestra encuesta, Cosalá y San Ignacio son cabeceras
municipales, y su origen tiene que ver con el haber sido fundadas como
centros de suministro y acopio de bienes materiales para las actividades
agrícola, ganadera y minera; son ciudades mercado, lo que explica que
las actividades terciarias sean las predominantes. Otro rasgo común es
que a esos dos lugares —Cosalá y San Ignacio— llegan gentes de otras
localidades —principalmente serranas— para asentarse ahí. El Verde,
en cambio, es cabecera de sindicatura y su origen y desarrollo se debió
más a su función de suministrador de productos agropecuarios para
los centros mineros del municipio de Concordia, actividad en la que,
dado que se sustenta en recursos limitados, no es posible se inserten las
nuevas generaciones.
Rasgo común entre las tres localidades es que son, aunque en mayor
o menor medida, localidades de emigrantes, tanto al interior del país
como del extranjero. Y a propósito de la emigración, la principal causa
en las tres es el incremento del desempleo, pues en estas zonas la
creación de fuentes de trabajo, fuera de actividades ilegales, es
prácticamente inexistente. Ha incidido, también, en el incremento de
la emigración el retorno de quienes han vivido fuera de las localidades,

110
Nos llevó la ventolera...

pues ellos han creado la tradición migratoria. Los migrantes, al volver,


causan fascinación entre los que no han dejado su tierra por su forma
diferente de vestir, de hablar, por la presunción de una bonanza —real
o ficticia—, la narración de sus aventuras y de una forma de vida
diferente, llena de confort, en el extranjero.
También ha sido fomentada porque es común ver, por las calles del
pueblo, camionetas o automóviles con placas de Estados Unidos, a sus
ocupantes vistiendo a la usanza de aquel país, a los jóvenes saludándose
en inglés y a las muchachas vistiendo ropa que allá está de moda. Con
todo ello se transmiten diferentes valores culturales a los jóvenes, quienes,
una vez que los han internalizado, ponen sus motivaciones fuera de la
comunidad. De esa manera difícilmente pueden resistir la monotonía
del pueblo.
Hoy por hoy, es tan importante esta parte de las culturas locales
que, más allá de probables necesidades económicas, los jóvenes realizan
su primer viaje para lograr un estatus social dentro de la localidad.
Sucede, además, que la primera salida al extranjero es un rito de
iniciación que debe cubrirse, forzosamente, para ingresar a la edad
adulta. De no hacerlo, serán objeto de bromas de los amigos o desprecios
amorosos por parte de las mujeres.

111
Arturo Lizárraga Hernández

112
Nos llevó la ventolera...

III
Minería en la sierra, agricultura
en los valles, migración

113
Arturo Lizárraga Hernández

114
Nos llevó la ventolera...

Los antecedentes

–Mmmm, sí, yo les contaré,


hay tanto qué contar sobre esto.
Aquí se han hecho ricos muchos, muchos hombres.
Españoles, franceses, gringos.
(Don Antonio, Diario de un narcotraficante.

La historia de Sinaloa ha estado ligada indisolublemente a la minería;


así ha sido durante siglos, desde que sus habitantes originales tuvieron
el primer encuentro con los europeos. Durante la Colonia, la Conquista,
el periodo Independiente, la Reforma y los primeros años del siglo XX
esta actividad fue el elemento dinamizador de la economía y de la
sociedad. En la costa se construyeron puertos para transportar los
metales extraídos y para importar mercancías de otros países para el
consumo de los dueños de las minas; en los valles se impulsó la agricultura
y la ganadería para suministrar alimentos a los trabajadores; en las
partes altas, en la sierra, las más grandes localidades nacieron por
concentración del personal que laboraba en las minas o por ser centros
de intercambio de mercaderías que tenían aquel origen o destino. Era
tal el movimiento que la constante era el ir y venir de gente de la costa
a la sierra, de la sierra a la costa y de ésta a otras regiones del país y lo
que ahora es el Estado de California, en Estados Unidos. De allá venían
mercancías; hacia allá iban productos locales. Y personas; el número
de ellas en la región aumentaba o disminuía según aumentara o
disminuyera la actividad minera.
Los principales yacimientos de oro y plata dejaron su marca en
periodos de la historia del estado (Sinagawa, 1986; INEA, 1995; López
C., 1998). El origen de ellos se remite al siglo XVI, cuando se hicieron
los primeros descubrimientos mineros en la sierra de lo que hoy es el
municipio de Culiacán. Ahí, se sabe que en 1545 se hicieron los
hallazgos de las minas Guachinango, Purificación y otras (Martínez,

115
Arturo Lizárraga Hernández

2000). Muy cerca, en los ríos Elota y San Lorenzo y ya específicamente


en lo que es nuestra zona de estudio, en lo que ahora es el vecino
municipio de Cosalá (mapa 1) aquel mismo año se realizaron
descubrimientos de grandes vetas de plata. Fue tal el movimiento de
personas que promovieron a su alrededor que se dio origen a la
fundación de El Real de Minas de las Once Mil Vírgenes de Cosalá, hoy
denominado Cosalá, cabecera del municipio del mismo nombre. Tal
hecho sucedió, según unos historiadores, alrededor del año 1550, según
otros en el de 1562 (López, 1998:26).
Durante muchos años ese asentamiento fue un importante centro
económico, político, social y cultural en la región, pues en el transcurso
de la historia otras minas se descubrieron en su periferia. Fueron San
José de las Bocas, Tapacoya, La Rastra, Alayá y la Ciénega. Cerca del
Real de las Once Mil Vírgenes de Cosalá, en el año 1800, también se
descubrió la mina de Guadalupe de los Reyes, la que es considerada la
más rica que ha existido en el Estado de Sinaloa junto con los minerales
de Nuestra Señora, a escasos once kilómetros del Real de las once mil
Vírgenes. Estas dos minas alcanzaron su esplendor entre los años 1816
y 1830, pero llegó, con alzas y caídas, hasta la primera mitad del siglo
XX (Martínez, 1997:254-256). Otras minas cercanas, de menor
importancia pero que dieron trabajo a cientos de personas durante
años, fueron Tapacoya y La Rastra, también famosas por su
productividad en el siglo XIX.
En el siglo XVII, en la zona que hoy es municipio de San Ignacio, se
descubrieron y florecieron las minas de Santa María de Guadalupe y,
principalmente, las de San Francisco del Oro, hoy conocidas como
Minas de El Chilar (Carranza, 1998:33). Si bien es cierto que estas
minas tuvieron una corta vida, mientras decaían entraron en actividad
otras más, como las de San Vicente, Contra Estaca, Tayoltita, Región
del Candelero y Jocuiztita. En total, en el siglo XIX en este municipio
—entonces Villa de San Ignacio— estuvieron las explotaciones de más

116
Nos llevó la ventolera...

de cien minas existentes de oro y plata. Fueron famosas, además, las


minas de Ajoya, San Javier, Ixpalino, El Aguaje y La Quebrada Honda
(Romero, 1995). Como efecto de ello, en la parte costera de la zona,
a mediados del siglo XIX y hasta finalizar el mismo adquirió importancia
el puerto Barras de Piaxtla (Carranza de Del Castillo, 1998:33) en el
mismo municipio.
Más al sur de esos municipios, según narra la historia regional, uno
de los conquistadores españoles, Francisco de Ibarra, después de
explorar y conquistar lo que ahora es el Estado de Zacatecas y fundar
la población de Durango, en el año 1564 llegó a estas tierras que ahora
son el Estado de Sinaloa. En su tránsito de conquista y destrucción de
las culturas asentadas, al año siguiente descubrió los yacimientos de
San José de Copala, San Nicolás de Pánuco, San Marcial, Santa Rosa y
Las Charcas (Martínez, 2000), dentro de lo que ahora es el territorio
del municipio de Concordia. Para tener el control político y económico
de la región de los minerales por él descubiertos, fundó —con presidio
y misión— el 20 de enero de 1565 un poblado al que nombró Villa de
San Sebastián, y que hoy es la ciudad de Concordia cabecera municipal
(González N., 1997). Aledaños a la Villa de San Sebastián,
posteriormente adquirieron fama los minerales de Barreteros, con lo
se creó un amplio complejo minero.22
El más importante descubrimiento fue el que se hizo en el año
1655, en El Rosario, hoy municipio que colinda con Concordia. En
consecuencia, se dio origen a otro Real de Minas que también gozó
de gran prestigio y logró mantenerse activo en todo el periodo colonial.
22
Aquí mencionamos sólo los minerales de la región de estudio, pero lo mismo sucedía
en el resto de la parte serrana de Sinaloa. De hecho, durante el siglo XVIII, en el noreste
de la provincia de Sinaloa se descubrieron otros yacimientos. Concretamente, en
Badiraguato fueron famosos los minerales Santiago de los Caballeros —a la postre famoso
por el narcotráfico— y Atotonilco, y en el siglo XIX se laboraba en los reales de las minas
Tepeaca, Alisos, Tameapa, San Luis Gonzaga, Lobito, Alicitos, San Javier y Yedras, donde,
según Héctor R. Olea, estaban en actividad treinta y ocho minas productoras de oro y
plata (Olea, 1988: 81).

117
Arturo Lizárraga Hernández

El asentamiento, debido a su producción de metales preciosos y a lo


crecido de su población, se constituyó en el eje de la región que
abarcaba desde el norte del Estado de Nayarit hasta Álamos, en lo que
hoy es el de Sonora (Ramírez, 1993:26). En 1772 aquí se estableció
una Caja Real, misma que, junto con la de Álamos, hacía los diversos
cobros de la Real Hacienda en ambas provincias. Gracias a su doble
vida como ciudad minera y mercantil, El Rosario en momentos logró
monopolizar el tráfico de bienes de todo el noroeste (Martínez, 2000:2).
De esta manera la región adquirió gran importancia a nivel nacional,
de tal suerte que se convirtió en un importante polo de atracción de
población de otras zonas del país. En ello desempeñaron un importante
papel otros descubrimientos en el sur de Sinaloa, con lo que se consolidó
un amplio corredor minero y un generalizado movimiento de personas.
La producción minera de Sinaloa creció tanto, que adquirió
importancia sobresaliente en el noroeste del país durante todo el siglo
XIX. Los reportes que el gobierno remite en 1883 a la Secretaría de
Fomento, denotan una importante activación durante esos periodos.
En los últimos catorce años del siglo, las minas de Cosalá, El Rosario
y Copala, en Concordia, aportaron el 72% del oro y el 42% de plata de
la región (Romero Gil;1991:16,17). Y es que existía una gran cantidad
de explotaciones mineras con diversa magnitud. En 1890, así estaba la
minería en el estado, de acuerdo a la configuración municipal actual:
Mocorito: 2 minerales, 6 minas, 1 placer de oro.
Sinaloa: 5 minerales, 39 minas, 5 placeres de oro.
El Fuerte: 5 minerales, 39 minas, 5 placeres de oro.
Culiacán: 3 minerales, 52 minas, 1 placer de oro.
Cosalá: 9 minerales, 68 minas.
San Ignacio: 8 minerales, 56 minas, 1 placer de oro.
Concordia: 2 minerales, 31 minas, 16 placeres de oro.
El Rosario: 2 minerales, 31 minas, 16 placeres de oro.
Mazatlán: 18 minas, 1 placer de oro.
(Romero., 1991:19).
118
Nos llevó la ventolera...

Cada una de ellas, cuando estuvieron en su apogeo, fue factor


de atracción de población, en algunos casos espectaculares. Por ejemplo,
El Rosario y Cosalá duplicaron la cantidad de habitantes sólo entre los
años 1900 y 1910. Y es que ahí se desplazaban trabajadores de Jalisco,
Zacatecas, Durango y Nayarit, según cuenta el historiador Juan Manuel
Romero Gil. De hecho, Cosalá —la cabecera municipal— llegó a tener
una concentración superior a los ocho mil habitantes (hoy apenas
sobrepasa los 5 mil), y entre 1880-1910 fue el segundo centro económico,
cultural y político de todo el estado (Romero, 1991: 31,32). Únicamente
era precedido por Culiacán, donde se asentó el poder gubernamental.
Los centros mineros, y con ellos los de las zonas aledañas, se
convirtieron en agitadas comunidades que gozaban de intensa actividad
social y comercial. Porque la prosperidad rebasó los límites de los centros
mineros. Su consumo activó la economía de toda la provincia, y las
áreas inmediatas de los emporios mineros se fueron modificando
mientras más se articulaban a los intereses de las compañías
(Romero;1991: 31,32). En consecuencia, también los puertos se
desarrollaron. En la región sur, el puerto de Mazatlán y el de Barras de
Piaxtla, en el municipio de San Ignacio, tuvieron gran actividad desde
la época de la Colonia y durante todo el siglo XIX, lo mismo que Altata
en el municipio de Culiacán, de la región centro. Los barcos que de ahí
zarpaban hacían paradas en el puerto de Guaymas, Sonora, para
continuar su travesía rumbo a la bahía de San Francisco, que forma
parte del Estado de California, en Estados Unidos. Así, la región
sinaloense quedó comunicada, vía marítima, con aquella región del
norte del país, lo que habría de tener repercusiones en los movimientos
de población.

119
Arturo Lizárraga Hernández

De los primeros casos de emigración

A pesar de ser escasas las referencias bibliográficas sobre la emigración


de sinaloenses a Estados Unidos, el inicio de ésta es, quizá, más antiguo
que en otros lugares del país en los que los investigadores han centrado
su atención. Aquí lo es tanto como la historia de las relaciones entre
México y aquel país; todavía más, como la de la historia de la
colonización de aquellas tierras que, hasta el siglo XVIII, eran parte de la
Nueva España y que fueron perdidas por México en el siglo XIX.
En efecto, como es sabido, los primeros colonos de lo que hoy es el
Estado de California fueron los soldados del ejército que llegaron allá
para establecer fuertes y presidios como parte de la estrategia de
colonización. Esos soldados fueron reclutados mayoritariamente de lo
que ahora son los estados del noroeste de México y, entre éstos, los
que proporcionaron mayor cantidad de reclutas fueron, específicamente,
lugares que forman parte de lo que hoy son los Estados de Sonora,
Baja California y Sinaloa.
El historiador Antonio Nakayama cuenta que, en 1774, un capitán
—apellidado de Anza—, con el propósito de colonizar aquellas tierras
reclutó voluntarios en distintos lugares de esta región; con ellos se
dirigió al norte hasta llegar a lo que es la bahía de San Francisco, donde
fundó un presidio con ese nombre. Posteriormente, en 1775, otro jefe
militar, don Gaspar de Portolá, regresó al noroeste para reclutar nuevos
soldados y ya con ellos, partió rumbo a las tierras californianas. El
mismo año algunos hombres más, también del noroeste, sirvieron al
ejército español bajo las órdenes del capitán Fernando Rivera y Moncada.
Todos ellos, con sus familias, se quedaron en aquella lejana región
donde enraizaron en forma definitiva (Nakayama, 1980:22–23). Unos
años después de que se inició la colonización, los sinaloenses destacaron
por su cuantía en California. Según el mismo historiador Nakayama,
‘‘se calcula que Sinaloa, Sonora y Baja California dieron de un 75 a un

120
Nos llevó la ventolera...

80% de la población adulta que vivía en las tierras californianas en el


año de 1790 y que de este porcentaje, el 40% fue aportado por
sinaloenses’’ (Nakayama, 1980:46,47). La referencia bibliográfica,
documentada en archivos de la época, habla de que aquellos aventureros
eran originarios de localidades que a la postre pertenecerían a los
municipios de este Estado de Sinaloa, tales como el (municipio) de
Sinaloa y El Fuerte de la región noroeste, Culiacán y Cosalá de la centro,
y San Ignacio y El Rosario de la región sur.
Hay un hecho que llama la atención, mismo que apuntamos para
futuras exploraciones: precisamente los lugares de donde eran aquellas
personas hoy son los que se distinguen por ser de emigrantes y donde
existe una gran tradición en ese sentido23. Según el autor citado, Antonio
Nakayama, algunos de aquellos soldados eran originarios de lo que hoy
es el municipio de El Rosario. Unos de el Real de Minas de Nuestra
Señora de El Rosario —hoy cabecera municipal— y otros del pueblo
de Chametla, que se encuentra a unos kilómetros de ahí. De Chametla
eran los soldados Máximo Alaniz y Patricio Ontiveros, quienes
participaron en la fundación del Presidio de San Diego; también
Francisco Javier Beltrán que aparece en el padrón de Monterey en
1776. Del Real de Minas de El Rosario eran José Miguel Espinoza, de
los primeros que llegaron a California, y José Carlos Rosas, quien
participó en la fundación del Presidio de San Diego. Originarios de
ahí también eran Tomás González, fundador de Santa Bárbara, Joaquín
Beltrán —y su esposa— de la Misión de San Carlos de Monterey, así
como Manuel Camero y José Moreno de los primeros habitantes del
pueblo de Los Ángeles.

23
Por cierto, como un hecho curioso y sin pretender mostrarlo como argumento,
debemos mencionar que los primeros clubes de migrantes en California, EU, que
integraron la Fraternidad de Sinaloenses, A. C., son originarios de estas localidades o
descendientes de nacidos ahí.

121
Arturo Lizárraga Hernández

De lo que hoy es la cabecera municipal de Cosalá —antes El


Real de Las Once Mil Vírgenes de Cosalá, según vimos— los señores
Felipe de Goicoechea, José Calixto Ayala y Francisco Calvo, Carmen
Arana, Vicente Rodríguez y María Paula Segunda Cortés participaron
en la fundación del Presidio de Santa Bárbara, California.
Otros que participaron en aquella aventura de colonización eran de
lo que hoy es el municipio de San Ignacio, concretamente del pueblo
de San Javier Cabazán (hoy San Javier), que se encuentra a diez
kilómetros de lo que es la cabecera municipal. Ellos fueron, por ejemplo,
Santiago de la Cruz Picó (sic), su esposa la señora María Josefa Bastidas
y sus hijos José Dolores, José Darío, José Miguel, Francisco Javier,
Patricio, María Antonia Tomasa y María Josefa. Algunos de ellos luego
se fueron a vivir a Los Ángeles, como Santiago de la Cruz Picó. Por
cierto, el nieto de este personaje, Pío Picó (sic), fue el último
gobernador mexicano de California (Nakayama, 1980:31). Los
apellidos mencionados aún existen en la región.
La explicación de que se haya reclutado gente en estos lugares se
encuentra en las explotaciones mineras, pues ahí se concentraban
conocedores de los métodos para la obtención de metales preciosos,
que era lo que buscaban en California. Esta población, por la naturaleza
de su oficio, era muy dada a la movilización geográfica, la que fue
incentivada para dirigirse al norte con la esperanza de encontrar el
mítico El Dorado. Y lo que llama la atención es que precisamente esas
localidades de las que partieron, según el historiador, hoy se distinguen
por la magnitud de emigrantes. Claro, habría que hacer una investigación
histórica para corroborar si la presencia de los soldados en aquéllos
presidios y misiones facilitó —y obligó— el viaje hacia aquellas tierras
de los familiares que se quedaron. De ser así —lo que puede ser una
conjetura válida— aquel fue el inició de la construcción de redes sociales
distribuidas a lo largo del noroeste de México.
Durante muchos años después de la fundación de aquellos presidios
y fuertes, la relación de Sinaloa y el noroeste de México con lo que es

122
Nos llevó la ventolera...

el Estado de California en Estados Unidos continuó vía marítima por


el intercambio de mercancías. De acuerdo con el historiador Gilberto
López Alaniz, la comunicación también era por tierra, gracias al traslado
de ganado de aquí para allá. Con ello, dice, el movimiento de personas
entre estas regiones fue permanente, aunque decayó en la segunda
mitad del siglo XIX, en 1848, debido a la guerra entre ambos países,
cuando se fijaron las fronteras políticas actuales (López A., 1980: 68).
Las relaciones, sin embargo, entraron en nuevo auge por la llegada
del ferrocarril. Resulta que durante las décadas de 1870 y 1880, las
redes ferroviarias se expandieron constantemente a través de los estados
del suroeste estadunidense. Con ese apoyo, se abrieron minas de carbón
y cobre en Nuevo México, Arizona, Colorado y Oklahoma y los campos
agrícolas empezaron rápidamente a producir (Cardoso, 1980). En esa
década, el Estado de Sinaloa se conectó por ese medio con aquella
región americana. La construcción de las vías ferroviarias fue por
segmentos: en 1881 se inauguró el servicio entre Guaymas y Hermosillo,
Sonora; en 1882 se terminó la extensión a Nogales; partiendo de
Empalme, a un lado de la bahía de Guaymas, en 1905 se inició la
construcción rumbo a Navojoa, quedando concluido el tramo en 1907.
Este último año (1907) se inauguró el ramal de la ciudad de Álamos
procedente de Navojoa. Por el otro lado, partiendo del puerto de
Mazatlán hacia el norte, en 1909 se pusieron en contacto las cuadrillas
de trabajadores que venían de las ciudades de Culiacán y Guaymas
(González D., 1982). Una vez concluida la línea a lo largo del noroeste
(con el nombre Sub–Pacífico de México primero, después Ferrocarril
Pacífico de México, SA de CV) fue de trascendental importancia para el
movimiento de población, pues éste facilitó la ida y vuelta de los nativos.
Así se creó y se consolidó un corredor migratorio que perdura hasta
nuestros días.
Es posible que en ese tiempo algunos sinaloenses se hayan enlistado
para irse al otro lado. La conjetura es validada por Gilberto López

123
Arturo Lizárraga Hernández

Alaniz, historiador sinaloense quien afirma que se creó una ‘‘importante


red de transportación de las manadas y rebaños de ganado, a través del
noroeste mexicano en lo que anteriormente se conocían como caminos
reales’’ (López A., 1980:67,68). Este corredor migratorio duró hasta
las postrimerías del Porfiriato o, mejor dicho, hasta el movimiento
revolucionario, cuando los grupos armados se apoderaron de él y del
ferrocarril, impidiendo el traslado de personas y mercancías entre el
noroeste mexicano y California. Una vez terminado el proceso
revolucionario, sin embargo, el movimiento de personas se reanudó,
llevando de nueva cuenta fuerza de trabajo hacia los campos agrícolas
californianos (López A. 1980:69).
No contamos con referencias bibliográficas o documentales de la
emigración durante el Porfiriato y la revolución, que muy probablemente
existió como en otros lugares de la República; a través de referencias
orales, empero, sabemos de un caso. Nos lo refiere el profesor Ricardo
Santos, cronista de Cosalá. Según él hubo, por lo menos, un migrante
cosalteco a Estados Unidos en ese periodo. Se trata de don Ismael
Zazueta, quien según el profesor Santos estuvo en Cananea cuando se
llevó a cabo la famosa huelga de obreros en 1908, ‘‘luego se pasó a
Estados Unidos y anduvo por todo ese país’’. Entre los hechos
anecdóticos que se cuentan en el lugar, está el que él fue quien, años
después, trajo a Cosalá el primer automóvil.24
Ya bien entrado el siglo XX siguió existiendo emigración, pero ésta
no fue tan marcada como en los años anteriores. Y es que, durante el
proceso armado, algunas actividades que involucraban económicamente
a ambas regiones —como la del comercio de hortalizas— se vieron
interrumpidas debido al uso de los ferrocarriles por parte de los
revolucionarios (López A:70). Inmediatamente después de culminado
el conflicto armado en México, pero iniciada la Primera Guerra
Mundial, el flujo de mexicanos al norte se reactivó. De tal periodo,
24
Entrevista realizada el 8 de enero de 1999, en Cosalá, Cosalá.

124
Nos llevó la ventolera...

tenemos otra referencia transmitida de manera oral. Es el caso del


señor Roberto D. Urrea Echeverría, quien cruzó la línea en el año de
1918. Según cuenta su hijo, cuando realizó el viaje ya tenía parientes
en el otro país, a donde viajó junto a uno de sus hermanos con la
pretensión de hacerse de —algún capital—. Trabajó, ahorró y cuando
regresó a Cosalá de la aventura, se estableció ahí definitivamente. A la
postre inició un negocio de curtiduría de pieles, y luego logró ser
presidente municipal.25
Seguramente existió emigración a Estados Unidos durante todos
esos años, pues en este tiempo se abrió el cultivo en Valle Imperial, por
lo que se necesitaron trabajadores, pero por la carencia de referencias
que estén a la mano no es posible evaluar su magnitud. Dos hechos
históricos ocurridos, empero, aceleraron el proceso y lo hicieron
claramente visible. Uno que afectó a todo el estado, otro que
básicamente lo hizo en la región sur. El primero, fue el declive de la
explotación minera en toda la parte serrana de Sinaloa, el otro fue el
movimiento de reforma y contrarreforma agraria en los municipios de
Concordia, Mazatlán, El Rosario y San Ignacio. Durante los años en
que se efectuaron tales hechos nosotros situamos, convencionalmente,
el inicio de la emigración de esta parte del estado hacia Estados Unidos.
Fue cuando dejó de ser sólo de casos individuales, para alcanzar niveles
significativos como amplio fenómeno social.

25
Información proporcionada por Jorge G. Urrea, su hijo, entrevistado el 15 de agosto
de 1999 en La Puente, California.

125
Arturo Lizárraga Hernández

El siglo XX

El marco binacional

Para tratar con seriedad el problema


de la emigración mexicana a Estados Unidos,
es absolutamente necesario considerarlo
en su condición bilateral, pues los mexicanos
no podríamos entenderlo si no estudiamos el caso
en su medio y teniendo en cuenta
los intereses americanos.
(Santibáñez, Enrique, 1930).

Las transformaciones económicas y sociales en México y Estados


Unidos han sido causa de flujos migratorios de población del territorio
nacional, tanto hacia adentro como hacia fuera del país. En lo que se
refiere a la que se dirige hacia el país del norte, es claro que los más
altos niveles de vida debido a la oferta de empleos mejor remunerados
ha ejercido atracción intermitente sobre los habitantes, lo que ha
beneficiado, a su vez, los intereses norteamericanos.
En ese entendido, como amplio fenómeno social se tienen detectados
los orígenes y las causas de la emigración masiva de mexicanos hacia
Estados Unidos. Se encuentran en los finales del siglo XIX, cuando en
los estados de Oklahoma, Nuevo México, Arizona y Colorado se creó
una gran demanda de fuerza de trabajo para la construcción de vías de
ferrocarril y para la ampliación de tierras para la agricultura, labores
para las que los nativos o eran insuficientes o se resistían a realizar. En
contraparte, de este lado prevalecían condiciones de vida que tenían a
los trabajadores pobres y sin tierra, por lo que se ejercía presión para
que salieran los habitantes en busca de mejores condiciones de vida.
Esa coyuntura creó la ecuación para que la emigración fuera inevitable:
Factores de expulsión + Factores de atracción = Emigración.
126
Nos llevó la ventolera...

Cierto que el asunto no es tan sencillo como una ecuación de primer


grado; hay que anotar que otros factores intervienen. En este caso,
para facilitar la contratación y el traslado eficaz de los trabajadores
mexicanos que allá se necesitaban, representantes de las granjas, minas
y ferrocarriles se establecieron en las ciudades fronterizas, y en México
surgió un grupo de ‘‘enganchadores’’ que recorría las ciudades y pueblos
mexicanos buscando mano de obra dispuesta para hacer el viaje. A
través de unos y otros, los trabajadores lograron cruzar la frontera con
la promesa de una mejor vida. Eran, mayoritariamente, de los estados
que componen el occidente de México, concretamente de los estados
de Guanajuato, Michoacán y Jalisco. Se recurrió a estos Estados —y
no a los norteños como parecería lógico— porque estaban densamente
poblados a diferencia de los cercanos a la frontera (Morales, 1989). En
esta primera fase, los trabajadores mexicanos en Estados Unidos llegaron
a representar el 70% de las cuadrillas (López C., 1986:23) ocupadas en
las actividades mencionadas. Como consecuencia, para 1910, según
Patricia Morales, en aquel país había trecientos mil mexicanos por
nacimiento (Morales, 1989:20).
La Revolución Mexicana de 1910-1917, en la que participaron miles
de campesinos contra el gobierno que sostenía a las haciendas,
desencadenó el proceso del éxodo. Los peones campesinos, que habían
Estado prácticamente atados a las grandes propiedades agrarias, al quedar
liberados de los compromisos que los mantenían en ellas pudieron
cambiar de lugar de residencia si así lo querían. Los enfrentamientos
armados que llegaron a la mayoría de las regiones del país, también se
convirtieron en una fuerza importante en el reordenamiento de la
distribución de la población, pues obligaron a los campesinos que no
participaron en los conflictos a refugiarse fuera de sus comunidades las
que, muchas de ellas, quedaban abandonadas (Bataillon, 1967; Morales,
1989).
Después, en México, una vez culminado el proceso armado e
iniciado el desmantelamiento de las haciendas, los conflictos agrarios
127
Arturo Lizárraga Hernández

obligaron a los propietarios a refugiarse en las grandes ciudades junto


con los que, en el proceso revolucionario, se habían opuesto al
movimiento de cambio social (Bataillon, 1967:29). Todavía más: en
algunos lugares, puesto que no todos los grupos colgaron las armas
de manera inmediata, la violencia posrevolucionaria promovida por
las luchas entre los caudillos, obligó a los habitantes, que a pesar de
todo permanecían en sus lugares de origen, a dirigirse ya fuese a algún
lugar de dentro del país como del exterior.
El éxodo en ese tiempo fue facilitado por los propios Estados Unidos,
pues precisamente en esos años estalló la Primera Guerra Mundial, en
la que participó mandando a combate a su población económicamente
activa, por lo que la industria y el campo se quedaron sin los brazos
que se necesitaban. Fue de esta manera como tuvo que recurrir a la
fuerza de trabajo mexicana para cubrir sus necesidades en aquéllos
rubros. Para facilitar la medida, implementó junto con el gobierno de
México un programa de contrataciones a corto plazo y dirigido hacia
áreas de trabajo que particularmente eran deficitarias. El arreglo es
conocido como el Primer Programa Bracero, y se instrumentó entre
1917 y 1921 (Morales, 1989).
En el periodo siguiente, en la década de los veinte, fue un toma y
daca de trabajo para los mexicanos en Estados Unidos, o un entre
abrir y medio cerrar la puerta de doble batiente, como ha llamado Jorge
Durand a la frontera Estadounidense. Al inicio de la década, la
emigración al extranjero vio decrecer su monto, pues el conflicto
internacional había terminado y, con ello, el ejército de mano de obra
nativa volvió a ocupar las plazas que había ocupado antes de la guerra.
No sólo eso, sino que los mexicanos que en los periodos anteriores
habían logrado algún empleo allá, tuvieron que regresar a la patria
debido a la recesión económica que afectó a aquel país. Miles de
trabajadores tuvieron que repatriarse, aunque luego, alrededor de 1923
y 1927 el patrón se reanimó. Tal reactivación de los flujos llamó la

128
Nos llevó la ventolera...

atención de las autoridades gubernamentales de ambos países (Durand,


1994:122), principalmente las de EU, pues vieron una luz roja en la
magnitud de los mexicanos que para entonces se encontraban e
ingresaban a su país. A propósito —y dicho entre paréntesis—, fue
durante este periodo cuando se iniciaron las investigaciones metódicas
del proceso migratorio en ambos lados de la frontera.
A inicios de la década de los treinta, durante la gran crisis que azotó
al sistema capitalista mundial, disminuyó la oferta de trabajo que
otorgaba Estados Unidos a los mexicanos, pues la poca existente se
otorgó a los propios norteamericanos. Así, debido a la escasez de
empleos, miles de mexicanos, que a pesar de todo habían permanecido
allá, fueron deportados a México. Se estiman en 415,000 los mexicanos
que se vieron forzados a salir forzosamente, y en 85,000 los que lo
hicieron de manera voluntaria (Hoffman, 1974). No obstante la crisis
y las deportaciones que trajo consigo, para 1930 se calculaba que se
encontraban en Estados Unidos un millón y medio de mexicanos
(Morales, 1989:20).
Durante esos años fue tan grande la afluencia de mexicanos que
regresaban a sus lugares de origen, que hubiese tenido efectos negativos
sobre la economía y la sociedad de no haber existido, en este lado de la
frontera, una nueva política implementada por el gobierno de la
posrevolución. El impacto negativo de las deportaciones en México
fue atenuado porque el gobierno dirigía su política hacia el sector
agrario, repartiendo grandes extensiones de tierra a los campesinos.
Dicha política alcanzó su máximo esplendor durante el cardenismo, en
la segunda mitad de los años treinta. Ésta tuvo como efecto el que se
reorientara el movimiento de población en el interior del país, pues
abrió nuevas tierras al cultivo, incrementó la demanda de fuerza de
trabajo en el campo y, como consecuencia, se multiplicó la población
rural en algunas regiones que antes estaban escasamente pobladas (Stern,
1970). Hasta puede precisarse la parte correspondiente a las principales

129
Arturo Lizárraga Hernández

zonas de atracción: se observa que el noroeste (Nayarit, Sonora, las


Baja Californias y Sinaloa) ocupa un lugar importante, pues acoge el
18% del total de migrantes en México durante 1940 (Bataillon, 1967:31).

El declive de la minería en la región de estudio

Los hombres de ahora,


en lugar de sacar oro,
se van a los Estados Unidos;
por allá ganan dólares.
(Don Antonio, Diario de un narcotraficante).

La actividad minera, que dio empleo durante años a miles de personas,


empezó a declinar en todo el estado al arribar el siglo XX. En 1905 se
clausuró la Casa de Moneda de Culiacán y, a decir de algunos (Olea,
1988), la agitación social durante los últimos años del Porfiriato dio
origen al abandono de la explotación. En el año 1907 existían
únicamente alrededor de 369 minas paralizadas en todo el estado, y
solamente 51 en explotación. En lo que respecta exclusivamente a los
municipios de estudio, la situación era reflejo de lo que sucedía a nivel
estatal. En Cosalá, eran diez minas las que estaban explotándose y sesenta
y seis las paralizadas; en San Ignacio, cuatro en explotación y sesenta y
siete las paralizadas; en Concordia, diecinueve explotándose y ochenta
y seis eran las que habían paralizado la explotación (Carrillo, 1994:48).
La decadencia de la minería continuó en todos los municipios en
las siguientes décadas del siglo XX. En Cosalá y en las zonas cercanas
del Estado de Durango —integradas económica y socialmente a
Sinaloa26—, antes de los años treinta los yacimientos minerales
comenzaron a agotarse o simple y sencillamente dejaron de explotarse
por la violencia posrevolucionaria. Si bien el municipio tuvo una
26
En tiempos de la Colonia lo que ahora son estos estados estaban bajo la jurisdicción
del reino de la Nueva Vizcaya.

130
Nos llevó la ventolera...

reacción de la economía durante la década de 1930-1941 debido a la


reactivación del mineral de Nuestra Señora, ya jamás recuperó el
esplendor que había alcanzado en el siglo XIX.
En el contexto del declive de la minería y la violencia
posrevolucionaria, entre los casos de emigración de cosaltecos hacia
Estados Unidos encontramos el de la familia de don Benito Cháidez27.
Su papá, Félix Cháidez, nació en un mineral en el municipio de Topia,
del Estado de Durango, en los límites con Sinaloa. Cuando bajó la
producción se fue a otro, San Andrés de la Sierra, Durango, donde se
casó y procreó, entre otros hijos, a don Benito. Se dedicaba a elaborar
carbón para el mineral de ahí. Cuando se agotó San Andrés de la Sierra,
en 1921, don Félix decidió irse a Estados Unidos con todo y familia
(don Benito ya tenía quince años), presionado también porque por ese
tiempo en la sierra de Durango todavía quedaban secuelas de la violencia
de la revolución:
‘‘En ese entonces estaba un grupo que constantemente estaba
molestando. Una vez lo agarraron (a su papá) las Defensas y tuvo que ir
a una campaña allá con una gavilla que estaba contra el gobierno. Y
anduvo allá como algunos quince días, mataron a un montón de los
contrarios, pero cuando él regresó ya decidió y nos dijo a nosotros
‘nos vamos a ir de aquí. Yo ya no quiero estar ni un día más aquí.
Vamos a empezar a vender lo que tenemos. Todos los bienes, hasta una
casita’. Y nos vinimos, en 1921. Yo tenía quince años. Era el mayor de
los de mi padre. Llegamos a Culiacán, a un rancho que se llama Soyuca.
Y ahí se encontró mi papá unos amigos, que eran hijos o nietos de
unos que habían sido dueños del mineral donde él había trabajado. Se
apellidaban Murillo. Lo querían mucho a mi papá. Le dijo ´pa donde
vas, Chato, —así le decían a mi papá, el Chato Félix—. Y les dijo
´voy pa Estados Unidos´. Y lo quisieron convencer de que no se fuera,
hasta le daban, dadas, unas vaquillas para que se quedara’’. Pero él les
27
Entrevistado el 20 de mayo de 1999 en Cosalá, Cosalá.

131
Arturo Lizárraga Hernández

dijo que no, que ya traía eso en la cabeza y que se iba. Nos fuimos a
Nogales’’.
Por supuesto, dadas las condiciones en que se encontraba la economía
norteamericana, no les fue fácil cruzar la línea, pues en ese tiempo
estaban regresando a México miles de trabajadores que se habían
internado hacía tiempo. Don Benito Cháidez dice que ‘‘ahí estuvimos
batallando un poquito para emigrar, porque en ese tiempo estaban
regresando a México mucha gente que trabajaba allá, en el otro lado.
Pasaban los trenes con puros mexicanos de regreso. Hasta en el techo
de los furgones. Pero nosotros tuvimos suerte y pudimos pasar. Llegamos
hasta Centro, California. Ahí vivían unos hermanos de él (de su padre),
y ‘‘de ahí nos fuimos a Paso Robles, California, donde trabajó mi papá
haciendo leña de encino. Mi tío (también de Topia, Durango) conocía
mucho, pos él ya tenía mucho tiempo viviendo allá’’.
El declive de la minería continuó durante los años siguientes en
Cosalá. En este municipio cerró la mina de Guadalupe de Los Reyes en
1942 (Trujillo, 1998) que daba empleo a decenas de personas y, según
referencias escritas, el más importante yacimiento de toda la historia
de Sinaloa (el pueblo llegó a tener más de 2,500 habitantes durante el
apogeo, pero, según el Conteo de Población de 1995, en ese año tenía
131 habitantes). Otros minerales de menor importancia en Cosalá
también cerraron, como La Chiripia, Tatemas, Pachuca y El Zapote.
En este mismo municipio, después del repunte de la economía durante
el periodo 1930-1940 debido a la reapertura del mineral de Nuestra
Señora, sin embargo, se desactivó cuando en la década de los años
1940-1950, también se cerró la mina. En los mejores tiempos, esta
mina llegó a ocupar trecientos trabajadores.
El declive de la minería era también obvio en el municipio de
Concordia. Ahí, una serie de minas vieron decrecer su producción,
tales como Copala, El Arco, Chupaderos, Pánuco, Santa Lucía, La
Petaca, San Buenaventura, San José del Tabú (sic), Tepalcate, Piedra

132
Nos llevó la ventolera...

Bola y, en el Estado de Durango, en las inmediaciones con el municipio


de Concordia, el del Palanochin (sic). En Concordia otro mineral
cerró en 1957: el mineral de Mala Noche de don José Aguilar. De los
minerales de este mismo municipio alrededor de los años treinta bajaron
su producción las minas de Pánuco, Santa Lucía, Copala y La Petaca,
así como en las zonas cercanas del Estado de Durango. Aunque la
tradición minera de Concordia todavía persiste en los poblados de
Chupaderos, Copala, Pánuco y El Coco. (Romero Mercado, Federico,
1996:4-8), esta actividad se reduce a la obtención de unos cuantos
kilogramos de oro y algunas toneladas de plata, en alguna de las minas
que se resistieron a cerrar, y por la actividad tenaz de los gambusinos.
En consecuencia la dinámica económica del municipio tendió a bajar.
En lo que se refiere a este municipio de San Ignacio, fueron los
yacimientos de Los Metates y otros en los linderos con el municipio de
Mazatlán, los que cerraron alrededor de 1934. Sin embargo, para el
caso de San Ignacio existen algunas diferencias pues, si bien algunos
minerales perdieron importancia o francamente dejaron de explotarse,
por otro lado se hicieron descubrimientos de otros minerales por esos
mismos años. Por ejemplo, en este municipio, en el año de 1931
‘‘denunciaron el fundo minero ‘La Chapaneca’ compuesta de ochenta
pertenencias, ubicada en El Tambor, comisaría de Campanillas, del
municipio de San Ignacio, Estado de Sinaloa, México.(…).
‘‘Posteriormente fueron denunciados los siguientes fundos mineros:
‘‘San Justo del Oro 80 pertenencia el 4 de febrero
Guadalajara 360 pertenencia el 4 de febrero
Soquititán 150 pertenencias el 14 de febrero
La Tambora 261 pertenencias el 14 de febrero
Bajo los expedientes 52, 59 y 61" (Manjarrez de Landgrave, 1998:14)
(Manjarrez, 1998:209–214).

133
Arturo Lizárraga Hernández

A finales de 1931 se descubrió el placer de El Tambor (Manjarrez,


1998:211), que fue de gran importancia para la economía municipal y
que atrajo gran cantidad de pobladores. La oferta de empleos se reflejó
en las tasas de crecimiento poblacional en este municipio, pues creció
al más alto ritmo a lo largo de su historia, debido a que ‘‘llegaron
estadunidenses, griegos, árabes, chinos’’ (Manjarrez de Landgrave,
1998:210). Estos descubrimientos mineros, y su consecuente
explotación, hicieron que, en este periodo el municipio de San Ignacio
se diferenciara, en términos de crecimiento de población de los otros
dos de nuestra investigación.28
Los efectos negativos en la población por parte del cierre de algunas
minas fueron minimizados, en términos de contabilización a nivel
municipal, por los efectos de atracción de población que ejerció el
descubrimiento y explotación del placer de El Tambor, puesto que éste
retuvo a la población nativa y atrajo población de otras zonas, no sólo
del municipio sino, inclusive, de otros del estado. Es decir, en este
municipio de San Ignacio lo que sucedió fue un reacomodo de
población de unos minerales, de la sindicatura de Contra Estaca hacia
la de Ajoya. Tal tendencia, sin embargo, fue revertida a partir de la
siguiente década, según lo veremos más adelante.

El movimiento de reforma y la contrarreforma agraria

Para los sinaloenses el final de la década de los años treinta, fue el


inicio de una etapa importante en términos demográficos. En los
municipios de Elota, Concordia, Mazatlán y San Ignacio29 el origen de
la emigración está íntimamente relacionado, además de la declinación
28
En efecto, éste, en la década 1930-1940 presentó una tasa inusual, ya que alcanzó el
2.3% de crecimiento por año.
29
Con la salvedad de que en San Ignacio la lucha entre agraristas y antiagraristas se dio,
exclusivamente en las inmediaciones de la cabecera municipal y los linderos con el
municipio de Mazatlán.

134
Nos llevó la ventolera...

de la minería, con el enfrentamiento armado que hubo durante el


periodo del reparto agrario durante el periodo presidencial cardenista.
A partir de 1935 se expidieron decretos de dotación y restitución de
tierras, además de que se vino un alud de invasiones que rebasó a las
autoridades de la reforma agraria.
En ese entonces se comenzó el reparto de tierras y la afectación de
latifundios en algunos lugares. Los afectados, si bien en algunas regiones
aceptaron pacíficamente las decisiones, en otras no se quedaron con
los brazos cruzados frente a las acciones gubernamentales, sino que
respondieron, muchas de las veces, con grupos armados para defender
sus tierras. Ante esta situación, los principales afectados, que fueron
pequeños propietarios, organizaron grupos armados de ‘‘guardias
blancas’’, que adoptaron el apodo de ‘‘Los dorados’’ o ‘‘Los del monte’’.
Es el caso del sur del estado, donde los grandes propietarios respondieron
armando grupos para perseguir a los agraristas, quienes respondieron
igual (Padilla, 1993; Rubio, 1978). Durante este periodo, a los lugares
donde se repartía la tierra sin conflictos llegó gente de otras regiones,
pero donde se registraban actos de violencia armada —en todos los
del sur— familias enteras abandonaban las comunidades, principalmente
los simpatizantes con los agraristas. Esa dinámica, de inmigración-
emigración, se acentuó a partir de la década siguiente, si bien por
motivos de otra índole.
En mayo de 1936 los antiagraristas armados tomaron por asalto las
oficinas del Comité Agrario y quemaron archivos, banderas y mataron
al agrarista Macario Flores. Se dio la consigna de asesinar a los dirigentes
agrarios en toda la región. Ante esa situación, los agraristas resolvieron
la formación de ‘‘las defensas sociales’’, armadas que hicieron frente a
‘‘Los dorados’’. Durante el año de 1937 se afectaron algunas
comunidades agrarias, lo que hizo que se sumaran los afectados a la
lucha antiagrarista (Padilla, 1993:35–49). Fue época de violencia
armada entre los años 1934 y principios de los cuarenta, ya que, según
referencias bibliográficas (Rubio, 1978) y orales (Florentino Peraza,

135
Arturo Lizárraga Hernández

líder campesino, hijo, a su vez, de otro líder agrario), hubo cientos de


muertes, con lo que se creó un intenso clima de terror, orillando a
muchas personas a abandonar esos lugares.
Ejemplos de lo que sucedía los presenta Lázaro Rubio Félix (1979).
En su libro da cuenta de asesinatos de líderes agrarios que pertenecían
a la Central Campesina Independiente (CCI). Al respecto, un ejemplo:
‘‘A un lado del cerro de Sacanta, casi al pie de la imponente mole, se
encuentra la ranchería La Embocada (…).
‘‘Toribio Mendoza se había ido a trabajar a los Estados Unidos. Su
padre ‘‘Nicho’’ y demás hermanos se quedaron en la Embocada
trabajando la porción de tierra que les correspondía como comuneros.
Toribio llegó al rancho mejor vestido que los demás y con deseos de
servir a los suyos, aprovechando los conocimientos adquiridos en la
agricultura moderna. Encabezó el Comité de solicitantes de ejidos.
Toribio cayó asesinado en una emboscada cuando se dirigía a caballo
de la parcela a su casa’’, según parece, en el año 1936 (Rubio, 1979:19).
En este contexto, en El Verde, los campesinos tomaron las tierras
que formaban parte de la comunidad agraria y de la pequeña propiedad,
con el propósito de formar un ejido; con ello se creó un clima tenso en
el que murieron algunas personas. Al tiempo, y ante las amenazas
constantes de muerte, los líderes ejidales, con sus seguidores, tuvieron
que emigrar. Unos lo hicieron hacia el norte del país, otros hacia
Mazatlán u otros municipios donde existieran mejores condiciones
para la lucha. Así se encontraba la familia Peraza Sánchez. Don José
Natividad Peraza encabezó una lucha por dotación de tierras a
campesinos de El Verde, Concordia. En su batallar recibió amenazas
constantes, hasta que se vio obligado a dejar el lugar, lo que hizo en
1937. La familia emigró al puerto de Mazatlán, concretamente a lo que
se conoce como Isla de la Piedra. De ahí, uno de los miembros,
Florentino, cuando estalló la Segunda Guerra Mundial se fue a Estados
Unidos, junto con otros de El Verde y de La Concepción (La Barrigona)
a la edad de diecisiete años de edad. Un cuñado, que era zacatecano,
136
Nos llevó la ventolera...

ya tenía experiencia migratoria, y fue él quien, estando en Estados


Unidos, lo invitó a realizar el viaje, cuando estaban las contrataciones
masivas por la escasez de mano de obra provocada por la Segunda
Guerra Mundial. Así, a don Florentino y a otros que lo acompañaron
les fue relativamente fácil animarse a ir al otro lado.
En el municipio de San Ignacio la historia agraria es parecida a la
de Concordia, con la salvedad de que aquí la lucha entre agraristas y
antiagraristas se dio, exclusivamente, en las inmediaciones de la cabecera
municipal y los linderos con el municipio de Mazatlán. Posteriormente
a aquellos años se dotaron de tierras ejidales a pobladores de localidades
cercanas a la costa.
Pero este municipio, de vocación minera, también vio su franca
declinación durante esta época, lo que con lo que disminuyó la demanda
de fuerza de trabajo. En San Ignacio, se acabaron los minerales de
Los Metates y el placer de El Tambor, que en la década anterior había
propiciado una especie de fiebre del oro, al mismo tiempo que el
mineral de Contra Estaca vio disminuida su producción. Y en este
marco de cierre de los minerales está el caso de la familia Vivanco
Fonseca. Cuando se acabó el ‘‘placer’’ de El Tambor —a fines de los
años treinta, según doña Rosalva de Vivanco; en 1940 según el actual
presidente municipal Lic. Octavio Guerrero Mendoza—, la familia
Vivanco Fonseca —que se dedicaba al comercio— se fue a vivir a
Ajoya, donde se encuentran otros minerales, hoy en decadencia. En
ese lugar murió el jefe de la familia. Después de este acontecimiento la
viuda, doña Flavia Vivanco, haciendo gala de audacia vendió todo:
ganado, comercio, bienes, y se fueron a Mexicali, Baja California, en
busca de una mejor vida. Se estableció en California, aunque al principio
venía muy seguido a San Ignacio, ya que ‘‘antes era bien fácil entrar y
salir; no como ahora’’. Estando ahí sus hermanos la invitaron a cruzar
la frontera, cuando vieron la oportunidad de irse a Estados Unidos.
Después de años de trabajar en diferentes actividades, espació sus viajes
hacia San Ignacio, cuando en el otro país logró su residencia legal:
137
Arturo Lizárraga Hernández

‘‘más o menos en 1964, cuando mataron a Kennedy’’, según nos dice.


Ahora ella, sus hijos José Aristeo y Juanita viven en La Puente, Cal. y
una hija más en Mexicali, Baja California, apoyando a nuevos migrantes
de San Ignacio.
El proceso de declive en la serranía de Sinaloa se hizo de manera
notoria en la década de los cuarenta. Este hecho provocó que se dieran
los primeros casos de emigración masiva durante el periodo. Hacia
Culiacán y Mazatlán, lugares de donde, luego, algunos partieron hacia
el norte. De esta manera, esas dos ciudades se convirtieron en un
peldaño de la ruta hacia Estados Unidos.

Los efectos demográficos del declive minero


y del movimiento agrario

El declive de la minería en los municipios serranos de Sinaloa se


manifestó plenamente en los movimientos de población durante la
tercera década del siglo XX. Por lo menos eso es lo que indica el ritmo
en el crecimiento de población. En Cosalá, en la década de los treinta,
si bien fue todavía positivo en un orden del 1.5% anual, sin embargo,
es muy bajo comparándolo con la media estatal, que fue del 2.22%.
Para el caso del municipio de San Ignacio en esos mismos años fue del
2.30%, considerablemente alto, pues el pasajero repunte de la minería
atrajo población hacia la zona (cuadro 18).

Cuadro 18. Población e ICP

Mcpio. 1930 1940 %


Cosalá 12,940 15,075 1.50
Sn. Ignacio 16,769 21,112 2.30
Concordia 18,045 16,614 –0.80
EDO. 2.22
PAIS 2.68
Fuente: Censos de Población y Vivienda, años respectivos.

138
Nos llevó la ventolera...

Un caso radical de pérdida de población es el del municipio de


Concordia, pues éste tuvo fuertes decrementos en el número absoluto
de habitantes durante la década 1930-1940 llegando a ser negativo su
ICP en un orden de –0.80%. Esto tiene qué ver con su historia muy
particular, pues en estos años estaba en su apogeo la pugna entre
agraristas y quienes se oponían al reparto de tierras y a la conformación
de los ejidos.

Cuadro 19. Saldos netos migratorios, 1930–1940

Municipio 1930 1940 1940 Diferencia


Cosalá 12,940 17,616 15,075 –2,541
San Ignacio 16,679 22707 21,112 –1,595
Concordia 18,045 24568 16,614 –7,954
Fuente: Cálculos personales con T.C.N.P. estatal durante esos años.

1940-1949: Incremento de la emigración por el desarrollo


de la agricultura en los valles de Sinaloa
y la Segunda Guerra Mundial

Durante las décadas de los treinta y los cuarenta (y hasta los cincuenta),
en el interior de México se llevó a cabo un marcado proceso de
redistribución geográfica de la población. Áreas del país que estaban
densamente habitadas proporcionaron población a las que requerían
mano de obra por desarrollarse en ellas políticas económicas federales
que constituían fuertes inversiones. En esos años, aprovechando la
coyuntura mundial de la Segunda Guerra Mundial, la estrategia del
desarrollo nacional se sustentó en un proceso de sustitución de
importaciones y ‘‘desarrollo hacia adentro’’. Esta política fue el elemento
dinamizador de la economía mexicana y hacia donde se dirigieron los
principales esfuerzos del gobierno: se realizaron fuertes inversiones en

139
Arturo Lizárraga Hernández

obras de infraestructura (ciudades industriales, carreteras, puentes,


presas, obras de riego) y ciudades que contaban con cierta planta
industrial y una posición estratégica en el mercado —Distrito Federal,
Monterrey, Guadalajara y Puebla— se vieron favorecidas (Stern, 1970;
Morales, 1987:109). La industria, las actividades comerciales,
administrativas y financieras que ahí se incrementaron, fueron factores
de atracción de habitantes de regiones con escasas fuentes de trabajo.
Dicha política de apoyo a la industria del país, por otro lado, fue
traducida en subsidios al campo e incentivos para la producción de los
insumos necesarios para la planta industrial: elevación de precios de
los productos agrícolas con ese destino y control de los de consumo
popular. También fuertes inversiones lograron diversificar la producción
agrícola, destacando los estados del noroeste del país, donde se realizaron
grandes obras de riego, porque, según se dijo, ‘‘el papel de la agricultura
en la nueva era de la economía era servir de base a la fundación de la
grandeza nacional’’. Con esa perspectiva ‘‘entre 1941 y 1952, por
ejemplo, el 18% de todo el presupuesto federal y el 90% del agrícola, se
destinaron a grandes obras de irrigación que transformaron en entidades
comerciales a algunos estados norteños (sobre todo Sonora, Baja
California, Tamaulipas y Sinaloa)’’ (Hewit, 1973: 459). Así, en la región
de los valles de Sinaloa —y de Sonora— se llevaban a cabo grandes
obras de infraestructura agrícola, como la construcción de presas y
canales de riego y el abrir nuevas tierras al cultivo; el objetivo era
crear, de Sinaloa, ‘‘el granero de la nación’’. 30
Luego, para disminuir costos de producción se buscó incrementar
los índices de capitalización en el campo. Y fue en este marco de rápida
industrialización y urbanización, relativa escasez de mano de obra en
las ciudades y masivas inversiones públicas para favorecer el sector

30
Además, por esos mismos años se terminó la construcción de la carretera internacional
México-Nogales para integrar la economía mexicana a la norteamericana, lo que facilitó
el traslado de mercancías y personas.

140
Nos llevó la ventolera...

agrícola comercial y privado, que la Fundación Rockefeller empezó sus


labores en México para incrementar la producción agrícola. Dada la
estrategia de desarrollo que prevalecía, con la cual estaban de acuerdo
los funcionarios de la fundación, era de preverse cuáles habrían de ser
las características básicas de la tecnología elaborada por los científicos
del programa conjunto, implementado entre 1943 y principios de los
años cincuenta. Así, se implementó la llamada Revolución Verde: ‘‘Las
investigaciones genéticas produjeron semillas de altos rendimientos,
para ser utilizadas en las zonas de riego con un alto acceso al crédito
para insumos químicos y una población lo bastante instruida para
dominar con facilidad un nuevo complejo de técnicas agrícolas. (…)
La nueva tecnología se diseñó para elevar espectacularmente la
producción agrícola en las zonas de agricultura comercial relativamente
bien dotadas, no para contribuir al bienestar de las masas rurales
desnutridas, sino para alimentar a las ciudades’’ (idem:461). El plan
económico alcanzó su apogeo a principios de la década de los cincuenta.
El conjunto de acciones, evidentemente, influyó en los movimientos
de población, pues creó un exceso relativo de fuerza de trabajo en el
campo.
Lo que motivó los movimientos de población en el interior del país
en estas etapas fueron, en síntesis, los siguientes elementos: fin a la
distribución de tierras de la reforma agraria, cambios en el carácter
de la industrialización, incremento en las tasas de crecimiento
poblacional, facilidad para el traslado por la apertura de nuevos ejes
carreteros, y motivación para el mismo por la extensión de los medios
masivos de comunicación (Stern, 1970: 91-107).
¿Quiénes eran los migrantes? Dice el mismo Stern que en una
primera época, la caracterizada por el reparto agrario y la construcción
de grandes obras de infraestructura, los principales migrantes fueron
los de origen urbano, seguidos por los campesinos cuyas comunidades
no resultaron beneficiadas por la política agrarista. Durante la segunda

141
Arturo Lizárraga Hernández

época, a partir de los años cincuenta y una vez terminado el reparto


agrario y aumentadas las Tasas de Crecimiento Natural de Población
(TCNP) —debido a las medidas sanitarias— predominaron los migrantes
de origen rural sobre los urbanos. En tal marco contextual quedó
Sinaloa.

El contexto regional

La política nacional aterrizó en estados como Sinaloa, Sonora y norte


de Nayarit, los que cuentan con grandes valles. En lo que respecta a
Sinaloa, al inicio de la década de los años cuarenta, en tanto contaba
con recursos naturales en abundancia y buena fertilidad de sus tierras,
le fue asignado el papel de suministrador de materia prima para la
industria y de alimentos para la población. En esa tesitura, grandes
obras de irrigación (presas, canales) se construyeron durantes aquellos
años en los valles de las regiones centro (Culiacán, Navolato) y noroeste
(Guasave y Ahome) de la entidad. Por ejemplo, en 1940 se inició la
construcción de la presa Sanalona, misma que fue inaugurada en
1948 por el presidente Miguel Alemán. Los beneficiarios de las obras
de riego fueron los propietarios de tierras en los grandes valles de los
municipios de Culiacán y Guasave, los que se convirtieron en emporios
con enormes extensiones de agricultura moderna. Por tal razón, hoy
Sinaloa es el principal productor de hortalizas en México (Rocha, 1994;
Guerra, 1998; Ibarra, 1995).
Los municipios que cuentan con aquellos valles se convirtieron en
poderosos polos de atracción de población, ya que se multiplicó en
ellos la demanda de fuerza de trabajo y fue imposible satisfacerla sólo
recurriendo a la mano de obra local. Y llegó ahí no sólo gente de otras
regiones del Sinaloa —principalmente de las serranas, pues éstas fueron
prácticamente abandonadas a su suerte—, sino de otros estados de la
República Mexicana. Así las cosas, Sinaloa fue adquiriendo y

142
Nos llevó la ventolera...

confirmando las características de su dinámica demográfica que


perviven hasta nuestros días: por un lado, municipios con fuerte
atracción de población —los cercanos a los valles agrícolas— por otro,
municipios con fuerte expulsión de la misma —los enclavados en la
sierra— con agricultura y actividad pecuaria de tipo extensivo, pues
estos municipios fueron dejados en el olvido por las políticas económicas
oficiales.

Los efectos demográficos 1940–1949

Los contextos regional e internacional provocaron que se incrementara


el éxodo de población de los municipios de estudio, lo que se manifestó
en los ICP. Si ya eran bajos en la década anterior, durante ésta
empeoraron y se tornaron en negativos para dos de ellos: de –
1.20% para el caso de Cosalá y de –0.80% para el de San Ignacio
durante la década 1940-1949. En Concordia, por su parte, cuando se
terminó el conflicto social de la reforma y contrarreforma agraria de la
década de los treinta y una vez estabilizada la situación, aunque logró
recuperar un ritmo de crecimiento positivo éste fue apenas del 1.40%,
todavía menor que la media estatal y nacional (cuadro 20), que significa
pérdida de población.

Cuadro 20. Población e índices de crecimiento, 1940–1950

1940 ICP 1950 ICP


Cosalá 15,075 1.5 13,366 –1.20
San Ignacio 21,112 2.3 19,482 –0.80
Concordia 16,614 –0.8 19,176 1.40

Estado 2.22 555,674 2.57


País 2.68 3.06
Fuente: Censos de Población y Vivienda, años respectivos.

143
Arturo Lizárraga Hernández

Cuadro 21. Saldos netos migratorios, 1940–1950

Proyectada Real
Municipio 1940 1950 1950 Diferencia
Cosalá 15,075 18498 13,366 –5,132
San Ignacio 21,112 25916 19,482 –6,434
Concordia 16,614 20856 19,176 –1,680
Cálculos personales con TCNP Estatal.

En este periodo los municipios con población en la Sierra Madre


Occidental aceleraron el proceso de éxodo, y las personas se dirigieron
básicamente hacia las principales ciudades del estado y después hacia
Estados Unidos.
Cierto que las evidencias encontradas indican que la mayor parte se
dirigió a algún lugar dentro del propio país, pues representó el 89.48%
del total de emigrantes. El desplazamiento de la población fue dirigido
principalmente al interior del estado, dada la presencia de polos de
desarrollo agrícola relativamente cercanos. En el caso de Cosalá, del
total de los migrantes que tuvieron como destino algún lugar del interior
del país, el 75% se dirigió al valle de Culiacán y un 12% hacia el puerto
de Mazatlán, mismo que ya despuntaba como un polo de atracción al
ser convertido, mediante obras del gobierno federal, en puerto de altura.
El resto de los migrantes nacionales se dirigió hacia Sonora y Baja
California. Por su parte, del total de personas que salieron de San
Ignacio, el 40% se dirigió al valle de Culiacán, cantidad similar que la
que se dirigió al puerto de Mazatlán, Sin., destino que escogieron
también los de El Verde, pues los de este lugar se dirigieron
predominantemente hacia el puerto de Mazatlán, en un 50%. El resto
de los migrantes de estos municipios tuvo como destinos la ciudad de
Culiacán y los estados de Jalisco y Sonora, específicamente a Empalme,
donde se realizaban las contrataciones para trabajar en Estados Unidos,
y a Tijuana y Mexicali, BC, ciudades que los ponían en la antesala de
‘‘el otro lado’’.

144
Nos llevó la ventolera...

Cuadro 22. Primera salida del municipio


de nacimiento: 1920–1999
Cosalá San Ignacio El Verde
Periodo México USA México USA México USA Total
1920–29 1 0 0 0 0 0 1
1930–39 1 0 2 1 2 0 6
1940–49 9 2 6 0 2 0 19
1950–59 30 6 16 1 17 6 76
1960–69 64 9 63 3 17 3 159
1970–79 154 41 91 22 55 18 381
1980–89 206 60 131 27 68 27 519
1990–99 179 78 144 28 52 19 500
Fuente: Encuesta MMP

Y ya aparece prefigurada —grosso modo— una ruta migratoria


que los llevaba a Estados Unidos. Así se establecieron puntos de apoyo
a las nuevas generaciones de migrantes, los que con menos dificultad
cruzan la frontera para extenderse hacia las ciudades y campos del
suroeste de aquel país. El proceso fue lento, pero fue efectivo. Pero ¿a
Estados Unidos?, siendo Sinaloa un estado al que llegan miles de
trabajadores año con año, parece paradójico que los propios se vayan
al extranjero. Pero así es, y se enmarca en el contexto internacional.

El contexto internacional

La repartición de tierras en México durante la reforma agraria de los


años treinta, disminuyó la presión que se ejercía sobre los habitantes
para abandonar los lugares de origen e irse hacia Estados Unidos —si
bien no la desapareció—. Esa digamos válvula de escape, sin embargo,
fue minimizada por la atracción que se ejerció de nueva cuenta por
otro factor externo. El factor de atracción fue provocado por la Segunda
Guerra Mundial, que fue determinante para que se diera de nuevo
empleo y un nuevo trato a los mexicanos al otro lado de la línea, diferente

145
Arturo Lizárraga Hernández

al que se les había proporcionado en los años de la gran crisis económica.


Y es que, a raíz de la participación de Estados Unidos en el conflicto,
el campo y la industria se quedaron de nueva cuenta sin mano de obra,
ya que la población adulta se enlistó en el ejército. Los campos agrícolas
y la industria de Estados Unidos se vieron sin personal.
En aquel contexto, para Estados Unidos era imposible reclutar
trabajadores de Europa, a los que habían recurrido en ocasiones
anteriores. Esta coyuntura fue lo que obligó al gobierno de aquel país a
recurrir a la oferta extensa de trabajadores de México que, además de
dispuestos, contaban con la característica adicional de su alta
productividad. Pero lo hizo tomando las medidas necesarias para
satisfacer sus necesidades, y al mismo tiempo, procurando minimizar
los riesgos que le podrían significar la importación de miles de gentes.
Así las cosas, y con las experiencias de los periodos pasados, el gobierno
de aquel país implementó medidas reguladoras para el ingreso y
contratación. De esta manera fue como las relaciones entre México y
Estados Unidos, en este rubro, culminaron con las firmas del Programa
de Braceros en agosto de 1942 (Morales, 1989:146). Tal convenio, a
pesar del recuerdo de las deportaciones de años anteriores (Durand,
1998), tuvo un efecto multiplicador de la emigración, pues ésta se
practicó no sólo siguiendo los señalamientos del convenio, sino de
manera ilegal a espaldas de los gobiernos respectivos31. El destino, los
campos agrícolas del sureste norteamericano.

La migración internacional

El trabajo en el norte ejercía una gran atracción en la población mexicana


en general, lo que comenzó a reflejarse en los indicadores respectivos
de los municipios de estudio: la emigración a ese país comenzó a ser
31
Otros convenios similares se firmaron en febrero de 1947 y, el último, en julio del
mismo año y que duró hasta 1964 (Morales, 1989:146).

146
Nos llevó la ventolera...

considerable, pues alcanzó el 10.52% del total. Y algo muy importante:


observada ésta última de manera aislada, tenemos que fue más del
triple respecto al decenio 1930-39 (cuadro 26).
La atracción que ejercieron las transformaciones en la economía
norteamericana sobre los habitantes del municipio de Cosalá fue bastante
considerable, o quizá porque era más fuerte la tradición de viajar al
extranjero. En efecto, en este municipio el 20% de los habitantes que
lo dejaron se fueron hacia Estados Unidos, proporción sorprendente
tomando en cuenta que en el decenio anterior ni siquiera apareció un
migrante en la encuesta. Y, como es de esperarse, los viajes los hicieron
hacia los campos agrícolas de California. Fue a ese estado,
específicamente a San José y a Cantúa en la misma proporción, hacia
donde se dirigieron los cosaltecos.
Además de los captados en la encuesta hubo otras personas que se
dirigieron a Estados Unidos. Un caso contado por el mismo personaje,
es el de Reynaldo Arredondo Cebreros. No sabía leer ni escribir, y en
una ocasión cayó a la cárcel de Cosalá. Duró un año encerrado y ahí
aprendió a leer y escribir. Saliendo de la cárcel se casó y tuvo dos hijos,
pero como algunos de sus amigos se habían ido a Estados Unidos a
trabajar, y ante la invitación insistente de los parientes para que hiciera
lo mismo, ‘‘luego, luego’’ decidió seguir el camino. Después de todo,
‘‘allá había trabajo’’ y, por otro lado, temía alguna venganza. En 1949,
cuando tenía veinte o veintiun años, viajó en tren a Tijuana, por donde
cruzó la línea sin documentos hasta llegar a San Francisco, California,
donde se empleó en los fields.
Trabajó en San Francisco con un ruso y aprendió a hablar aquel
idioma. En el ir y venir periódicamente, tuvo otros hijos con su esposa.
A pesar de que en la actualidad es pensionado, sigue trabajando allá
como pintor de brocha gorda: ‘‘me llaman para que vaya a pintar casas’’.
Para conseguir su residencia legal allá se casó en 1954 con una señora
mucho mayor que él. Lo hizo nomás por puro interés. La señora se

147
Arturo Lizárraga Hernández

murió. Aquella señora también era de Cosalá, pero ya tenía años viviendo
en EU porque ya tenía su residencia legal. Ahora don Reynaldo tiene
curenta y cinco años como residente, viviendo siempre en la ciudad de
San Francisco. Viene a Cosalá nomás de vez en cuando, cuando se casa
alguna de sus nietas. Dos de sus hijos de la primera esposa viven con
él, en San Francisco. También se llevó a dos de sus hermanos menores,
uno de ellos Armando Arredondo, que se emigró también y con el
dinero logrado se compró una huerta que ha hecho florecer: de naranja
y mango ‘‘petacón’’. Él mismo ha apoyado el fortalecimiento de la
migración, pues siempre ayuda a todos aquéllos quienes están
interesados en irse a vivir al otro lado y le piden ayuda.
En el caso del municipio de San Ignacio, si bien la encuesta no
captó casos de emigración internacional, sí es posible afirmar que ya
existía, puesto que, para la década anterior, en el año 1936, se captó
una persona que había viajado a San Joaquín, Cal. Igual que ahí, en la
localidad de El Verde la encuesta no captó emigración al extranjero, ni
en este decenio ni el anterior, posiblemente porque quienes viajaron a
Estados Unidos son los que fueron echados definitivamente del pueblo
por los que se opusieron a la reforma agraria.
El grueso de los migrantes de la región de estudio cruzó la línea
fronteriza de manera ilegal y, ya establecidos, invitaron a irse a parientes,
vecinos y amigos, con lo que se creó, lentamente, una amplia red social
que facilita, desde entonces, la incorporación a la diáspora de las nuevas
generaciones.

Llega el cultivo de amapola

Y mientras se facilitaba la ida a Estados Unidos dada la Segunda Guerra


Mundial, por el otro lado, en los municipios serranos de Sinaloa se
extendía el cultivo de amapola entre los campesinos que se quedaron
porque no pudieron o no quisieron dejar sus lugares de origen. Entre

148
Nos llevó la ventolera...

1942 y 1945 el gobierno de Estados Unidos habría pedido al de México


que cultivara amapola para la extracción de heroína y morfina, con
fines médicos, para los heridos durante la Segunda Guerra Mundial32.
Manuel Ávila Camacho accedió a la medida y de esta forma la siembra
masiva de la planta inició en la sierra de Sinaloa con el financiamiento,
se dice, del gobierno de Franklin D. Roosvelt. Los municipios donde
se inició la siembra fueron Badiraguato, Choix y Mocorito, pero pronto
se extendió a la parte serrana de todos los municipios. Entre esos
municipios productores están Cosalá y la parte alta de San Ignacio y
Concordia. Pero esa historia se verá en el capítulo que sigue.

A manera de conclusiones

Los municipios que integran la región de estudio han presentado


importantes movimientos de población y siempre ligados a las
transformaciones del eje dinamizador de su economía, que fue la
minería. Así fue desde la colonia, cuando se descubrieron los primeros
yacimientos de metales preciosos por lo que llegó ahí una gran cantidad
de personas que dieron origen a localidades enteras alrededor de las
explotaciones mineras. Esta característica, empero, dio un giro de 180
grados cuando, en los años treinta del siglo XX, la minería entró en
franco declive lo que propició la expulsión de población.
En estos municipios, durante la década de los cuarenta, la emigración
se vio incrementada, por una parte, debido al impulso que recibió la
agricultura de gran escala en los valles del centro y noroeste del propio
estado; por otra a la demanda de fuerza de trabajo en los campos de
Estados Unidos provocada por el conflicto bélico internacional durante
esos años, hechos que actuaron como factores de atracción de población.
Durante los años cuarenta se establecieron los primeros puntos de
las redes sociales migratorias extendidas hacia el norte, con lo que se
32
Esta versión, sin embargo, no es confirmada por información documental.

149
Arturo Lizárraga Hernández

consolidó una ruta que cuenta con puntos de apoyo a lo largo de los
estados de Sinaloa, Sonora y Baja California en México, y California
en Estados Unidos. También, se inició una tradición en el mismo sentido
en las sociedades locales, pues los migrantes de retorno, vistos a través
de las breves historias de vida que presentamos, hablan de que detrás
de ellos, otros sinaloenses viajaron al otro país.
Ahora bien, en términos generales, podemos decir que sobre las
condiciones materiales macro (regionales, nacionales e internaciones)
y micro (zonales y locales) se crea un ambiente socioeconómico que
ejerce presión para emigrar sobre los actores sociales. Sin embargo, como
también se pudo observar en las historias de vida, las condiciones
específicas de los individuos y el entorno familiar y social son los que
componen lo que se ha dado en llamar factor precipitante de la migración;
si no fuera así, y dado que la mayoría de los integrantes de las
comunidades se encuentran en similares condiciones materiales de vida,
todos abandonarían sus lugares de nacimiento.

150
Nos llevó la ventolera...

IV
Narcotráfico, violencia institucional,
migración

Lo más admirable es que trabajan


sin ninguna malicia, tal parece que están
haciendo un trabajo completamente normal.
¿Qué en realidad no sabrán que están violando las leyes?
(A. Nakaveva, Diario de un narcotraficante).

151
Arturo Lizárraga Hernández

152
Nos llevó la ventolera...

Aunque por la naturaleza del narcotráfico se desconoce el número de


personas que se dedican a él en Sinaloa, es sabido que es una de las
actividades económicas más importantes en el estado. Por él, se han
construido grandes fortunas y se emplean tantas personas, que sus
periodos de auge y contracción se manifiestan en la demografía de los
pueblos serranos. Cuando se incrementa retiene población; cuando se
le combate la gente deja las comunidades rurales que habita.
¿Cómo se inició, creció y se sostuvo el cultivo de drogas ilegales en
Sinaloa a pesar de las políticas para su combate? Históricamente se
entremezclan las más complejas causas; entre ellas, sin duda, factores
geográficos, económicos, políticos, sociales y culturales. Lo importante
al hacer su seguimiento histórico en esta investigación, radica en que
se puedan detectar sus periodos y estar en condiciones para corroborar
su correlación, o no, con la emigración rural.

Naturaleza y posición geográfica de Sinaloa

Los municipios sinaloenses ubicados en la Sierra Madre Occidental se


parecen entre sí: el clima predominante es tropical con lluvias en verano
y temporadas de sequía bien marcadas. Se puede decir que durante
una parte del año es confortable en todos ellos, pues sólo en verano
asciende a más de 35º., y únicamente en invierno desciende a menos
de diez. Y eso sólo en las partes altas donde, inclusive, ocasionalmente
neva. Estas condiciones naturales, además de lo feraz de la tierra, son
óptimas para que se desarrollen bosques de maderas preciosas y
semipreciosas —caoba, caobilla, cedro, amapa, pino, etc.—, por lo
que en algunos lugares que cuentan con bienes de capital suficientes se
dedican a la explotación forestal.
Los únicos medios de transporte en que se puede llegar a ciertos
centros poblados son las avionetas, las camionetas especialmente
equipadas para transitar por improvisados caminos de terracería y las

153
Arturo Lizárraga Hernández

recuas, que lo hacen por veredas y lechos de los arroyos en tiempo de


secas. Debido a ello, los habitantes están totalmente incomunicados
con las principales ciudades del estado buena parte del año.
Por la dificultad de la comunicación y lo intrincado de la sierra, no
es posible que se desarrollen ahí actividades económicas en gran escala.
En consecuencia, la falta de trabajo es la constante. Aunque algunos
municipios tienen salida al mar y cuentan con ciertos valles, salvo en
contadas localidades en la subsierra, la población se dispersa por las
mesetas por lo que carecen de los servicios públicos más elementales,
como electricidad, agua potable, instituciones de salud y educativas
(Martínez, 1998; Madariaga, 1996). Pero precisamente por ese conjunto
de características, estos lugares son los más propicios para la siembra
de amapola y marihuana.

Truculenta historia

Dicen los que saben de esto, que el opio de Sinaloa es de la mejor


calidad en el mercado internacional, y que en el bajo mundo del hampa
y la adicción se le considera igual o mejor que el que se produce en
Pakistán y Turquía. Como garantía de calidad, en el mercado negro se
menciona la región donde se produce. Por eso Badiraguato, que es el
municipio serrano donde se inició su cultivo en este estado, ha adquirido
fama internacional. Incluso, en Hong Kong una calle y un restaurante
llevan su nombre (Valenzuela, 1979).
El cultivo no es cosa nueva. El Lic. Manuel Lazcano Ochoa,
procurador General de Justicia en el Estado de Sinaloa en tres sexenios
gubernamentales y secretario General de Gobierno siendo gobernador
el Lic. Francisco Labastida Ochoa, así lo reconoce. Después de
responsabilizar a los inmigrantes chinos de haberla introducido a Sinaloa,
en un libro autobiográfico dice: ‘‘Acaso se informaron de las
características de la región —en una tierra en la que precisamente se

154
Nos llevó la ventolera...

daba y crecía de manera silvestre una amapolita pequeña— y ese hecho


quizá fue un polo de atracción para algunos de los inmigrantes chinos»
(Lazcano y Córdova, 1992: 203). Y todos sabemos que ellos llegaron
aquí en oleadas desde las dos últimas década del siglo XIX, buscando su
ingreso a Estados Unidos.
La variedad que encontraron los chinos, a la que se refiere Lazcano
es una que trajeron los españoles. En las regiones por donde pasaron
en su labor de colonización, sin embargo, la planta era sólo ornamental,
y sus efectos narcóticos eran casi desconocidos. Era tan común, que
se le encontraba en los jardines y parques a la vista del público.
‘‘Amapolita adorada, de las lomas de Tepic, si no estás enamorada,
enamórate de mí’’, dice una canción popular.
Pero sí hay que reconocer que una vez que llegaron los chinos
dirigieron sus esfuerzos a buscar plantas de la región que tuviesen
propiedades ‘‘narcóticas, excitantes, afrodisíacas o puramente tóxicas’’
(Olea, 1988:76). Descubierta la amapolita local, y al ver que crecía sin
intervención del hombre, introdujeron la variedad de amapola que se
explota para la obtención del opio, al que eran adictos.
Desde entonces se comenzó a cultivar y obtener la goma de la
planta, de acuerdo con la técnica de los orientales. Y a comerciar con
ella sin persecusiones las autoridades: ‘‘Desde ese tiempo. Sí señor,
desde esos lejanos ayeres, aunque todavía estaba a nivel local y con
horizontes al norte. Políticos, comerciantes, empresarios, policías,
campesinos, todo el mundo sabía que se sembraba amapola. Lo fuerte
era la amapola. Había marihuana, aunque en menor escala. Ésta se
consumía en los cuarteles y en los rumbos muy marginados. La que ya
empezaba a ser un negocio en ciernes, una industria era la amapola.
(...) Vecinos, conocidos, campesinos y pequeños propietarios; aunque
desde ese tiempo se habría de notar que los campesinos nunca serían
los dirigentes de la actividad. Más bien los han usado’’ (Lazcano y
Córdova, 1992:198). Manuel Lazcano Ochoa también comenta que la

155
Arturo Lizárraga Hernández

policía sabía quiénes sembraban, cómo se distribuía y hasta quiénes la


consumían e n Culiacán.
Socialmente, de acuerdo con la moral de la época, a los consumidores
se les relacionaba con determinada condición; esto es, con los
marginados sociales. El estigma empero no era impedimento para que
existiesen y fuesen visitados los fumaderos construidos ex profeso ‘‘en
Culiacán, Mazatlán, Navolato y Sinaloa de Leyva’’, los que abrían las
puertas a gente acomodada (Rivera, 2000).
A la amapola no sólo se le requería por sus efectos enervantes, pues
los propios orientales se encargaron de extender la fama de los
terapéuticos. Reales o imaginarios, había certeza de que los tenía. Desde
entonces, y aun en estos tiempos, la flor de la amapola es recomendada
entre los campesinos serranos para combatir el insomnio y dolores de
cabeza y muelas. Así, el opio tuvo demanda como medicamento, por
lo que era común encontrarlo en las farmacias citadinas (Astorga,
1997:24). En ese sentido Antonio Hass, economista, agricultor y
periodista descendiente de familias poderosas en el sur del estado,
afirma que en Sinaloa algunas familias chinas sembraron amapola para
uso doméstico, aunque no faltaban farmacias que vendieran opio con
fines no propiamente terapéuticos (Hass, 1988). Nunca como entonces
fue válido el dicho de ‘‘de todo como en botica’’. Y sin llamar la
atención de las autoridades ni que ellas llamaran la atención a los
farmacéuticos. Luego de buscar en archivos, hemerotecas y demás,
Luis G. Astorga da cuenta de ello señala la botica de la familia de
origen italiano L.B. Canobio, en Mazatlán, Sinaloa, como vendedora
de opio (Astorga, 1997:24).
No había problema, porque esas drogas no eran prohibidas entonces.
Quizá era el motivo por el que la venta de opio no era un gran negocio.
Los que se dedicaban a su comercialización no obtenían grandes
recursos y la consideraban una actividad más bien marginal. Por lo
menos en Sinaloa, hasta que se expidieron las primeras leyes reguladoras

156
Nos llevó la ventolera...

de su uso, con lo que la actividad pasó a ser ilícita… y altamente


redituable.

La primera prohibición

Las medidas contra el tráfico de drogas se iniciaron, ‘‘formalmente’’,


luego del primer tratado internacional sobre estupefacientes suscrito
por el Estado mexicano emanado de la Convención Internacional del
Opio, en La Haya, en 191233 (Ortiz, Cabildo, Campbell y Rodríguez,
1981). Sin embargo, en México las recomendaciones de la convención
pasaron desapercibidas pues en esos momentos estaba el movimiento
armado que buscaba el derrocamiento del viejo régimen representado
por Porfirio Díaz. Una vez establecido el nuevo gobierno, en 1920 la
Secretaría de Salubridad decretó una serie de ‘‘disposiciones sobre el
cultivo y comercio de productos que degeneran la raza’’.
Las disposiciones, estaban dirigidas a desincentivar la siembra y
consumo de mariguana. El de la adormidera se permitía, aunque con
el permiso correspondiente. Dos años después las medidas alcanzaron
a esta planta, y el 28 de julio de 1922 el periódico El Demócrata Sinaloense
publicó a primera plana: ‘‘No se permitirá la plantación de adormideras
en Sinaloa’’. Los ataques contra la hierba continuaron acentuándose,
en lo que participaban los extractos de gente bien. En 1924 fue fundada
en Mazatlán la agrupación Pro–humanidad, con el fin de emprender
una campaña contra todos los vicios, especialmente los de la embriaguez
y uso de las drogas (Rivera, 2000).
Los ataques arreciaron desde el gobierno federal, y en 1925 el
presidente Plutarco E. Calles expidió un decreto para fijar las bases
33
Tratados similares fueron: Convenciones de Ginebra en 1931 y 1936; el Protocolo de
Lakes Succes en 1946; el Protocolo de París en 1948; el Protocolo de Nueva York en
1953; Convención de Viena en 1971 y el Protocolo de Modificación de la Convención
Única de Estupefacientes en 1972 en Ginebra (Ortiz Pincheti, Francisco, Miguel Cabildo,
Federico Campbell e Ignacio Rodríguez, 1981:7).

157
Arturo Lizárraga Hernández

que limitaran la importación de morfina y cocaína. En 1926 se prohibió


la siembra, distribución y consumo de la adormidera, con lo que los
comerciantes y consumidores pasaron a ser viles ‘‘traficantes’’ y
‘‘viciosos’’. La campaña se hizo extensiva a Sinaloa, y en 1929 el
gobernador del estado instruyó a los alcaldes para que colaboraran en
la ‘‘supresión de los vicios que enervan espiritualmente a nuestro pueblo
y que físicamente lo degeneran’’. En consecuencia, ordenó clausurar
los fumaderos de opio y destruir los plantíos de adormidera y mariguana
(Rivera, 2000). De esta manera el cultivo y la distribución, si bien no
desaparecieron, llegaron a ser medianamente percibidos. Porque
también eran medianamente combatidos.
Si bien es cierto que a partir de la prohibición se combatió su
cultivo —por lo menos en términos formales—, durante el año 1940
los mismos jefes de esa campaña, venidos de la Ciudad de México,
fomentaron tales actividades fijando un tributo a los campesinos, primero
en especie, según la importancia de la comunidad, y en años
subsecuentes en efectivo (Olea, 1987). Por tales razones y porque su
uso no era generalizado, el cultivo de la droga en Sinaloa, digamos, era
de baja intensidad.

El impulso al cultivo de amapola

Pero las cosas cambiaron entre 1942 y 1945, durante la Segunda Guerra
Mundial. En este periodo, según diversas fuentes orales, aunque ninguna
documental, el gobierno de Estados Unidos habría pedido al de México
que en este estado, cultivara amapola. Según esta versión necesitaban
la goma que de ahí se extrae —el opio— para, mediante su refinación,
obtener heroína y morfina para suministrarla a los hospitales de guerra
de las tropas aliadas. La urgencia del gobierno norteamericano era
porque la producción turca, la única legal, había quedado en manos del
Eje; y la siembra industrial de la amapola se inició en la sierra sinaloense
durante la Segunda Guerra Mundial a instancias y con financiamiento

158
Nos llevó la ventolera...

del gobierno de Roosevelt, para surtir con morfina a hospitales de las


tropas aliadas. Como la producción turca, la única legal, había quedado
en manos del Eje (Hass, 1988), Manuel Ávila Camacho, quien era el
presidente, accedió a la medida y de esa forma se inició la siembra
masiva de la planta en la entidad.
El tres veces procurador General de Justicia en Sinaloa, Manuel
Lazcano, dice desconocer si existió algún acuerdo escrito entre los
gobiernos (que dicho entre paréntesis, no podría ocurrir de manera
pública). Sin embargo, da cuenta de que por lo menos había un acuerdo
oficioso: ‘‘Yo conocí a varias personas que sembraban. Lo curioso es
que en la frontera pasaban en la aduana sin ningún problema, sin ningún
peligro. Los pasaban. A la vista de los aduaneros. La entregaban a
donde tenían que entregar la mercancía. Y regresaban tan campantes.
Era evidente que los dejaban pasar’’. Y reconoce la versión sobre su
destino: ‘‘con ella producían heroína y morfina. Por otro lado, también
venían muchos norteamericanos a México a adquirir directamente la
droga. En ese entonces el tráfico parecía estar en relación con los
negocios de guerra. Aunque después la industria en los Estados Unidos,
junto con el enviciamiento de importantes sectores de su población,
habría de adquirir carta de naturalización’’ (Lazcano y Córdova, 1992:
201-202). Así es hasta la fecha.
Los que saben de esto también dicen que, para la explotación de la
amapola (papaver somniferum por su nombre científico) se necesita mano
de obra especializada. Para cultivar la planta y para obtener la goma. Se
trabaja en cuadrillas —de seis a ocho integrantes, comandados por el
más experto de ellos–, en las que cada uno de los que la componen
tiene una función determinada ganada por la experiencia, y quien,
generalmente, es el contacto con el inversionista. El inversionista es el
que hace los gastos de adquisición de semilla e insumos y aperos, pago
a los trabajadores (alrededor de $400.00 diarios más alimentación y
bebidas, compra de armas de alto poder y parque, equipo de

159
Arturo Lizárraga Hernández

radiocomunicación), quienes son reclutados de las rancherías cercanas


a los plantíos en los tiempos de siembra y cosecha.
Una vez que ha pasado la temporada de lluvias (para evitar que el
exceso de humedad haga proliferar una plaga que es común en la
amapola) empieza el ‘‘jale’’ en las veras de los ríos, en los pequeños
valles que cuentan con facilidad de riego por estar cercanos a los aguajes
o, inclusive, en las laderas de los cerrros. En caso de no tener agua
cerca, los responsables compran mangueras para llevar agua de los
‘‘ojitos’’, donde esta nace. La ‘‘rosa’’ (quizá roza), que así es llamada
la labor, empieza por adecuar la tierra en una extensión que pocas
ocasiones sobrepasa la hectárea. La limpian de maleza, la barbechan, la
‘‘desmoronan’’ para que la humedad sea pareja. Trasplantan en ellas
las mejores matitas seleccionadas de los almácigos. Entre dos y medio
a tres meses después, empiezan a florecer. En un metro cuadrado se
siembran diez plantas, cada planta produce en promedio doce bulbos,
y de cada uno se extrae un aproximado de diez gramos de opio.
El bulbo de la planta, una vez que ha florecido, se raya con ciertos
requerimientos como el de que sea a ciertas horas del día, con
instrumentos confeccionados ex profeso, con profundidad adecuada y
con una determinada dirección; si no se cumplen la planta no
proporciona la goma y el bulbo se seca. Al día siguiente o a los dos
después del rayado, es recogida la goma que, gota a gota, escurrió por
el rayado. Estas gotas, ya secas, se van ‘‘amasando’’ hasta formar
pequeñas bolas, que son de color negro. Las bolitas, a su vez, son
vaciadas en moldes más grandes para formar barras. El kilo de opio
hoy, pagado en la zona de cultivo tiene un precio de treinta mil pesos
pero ya en la frontera norte alcanza el de mil dólares americanos según
información de Polo , campesino del municipio de Salvador Alvarado.
Cuando impulsó la explotación de la planta se contó con la asesoría
de los chinos, que a pesar de la persecución de principios de siglo
habían permanecido en Sinaloa. Una versión periodística dice que

160
Nos llevó la ventolera...

para lograr el propósito, un chino que radicaba en la comunidad Jesús


María, en Badiraguato, se trasladó a Santiago de los Caballeros para
transmitir a varias personas la técnica del procesamiento aprendida
por él. Muy pronto aparecieron sembradíos de adormidera en todo el
municipio (Valenzuela, 1979). Al tiempo, de ese municipio surgirían
los narcotraficantes más grandes del país, como los integrantes de las
familias Caro, Fonseca, Quintero, Gallardo. Así se promovió el cultivo
en el municipio de Badiraguato y después en los otros.
Los municipios donde se extendió de inmediato fueron Choix y
Mocorito, pero pronto siguió a la parte serrana de los otros del Estado
—Culiacán, Cosalá, San Ignacio—, de Durango y de Chihuahua. Para
entonces el conocimiento de la técnica ya se encontraba extendida.
Los campesinos que no quisieron o no pudieron dejar sus lugares de
origen cuando la demanda de mano de obra en Estados Unidos, por la
Segunda Guerra Mundial, se dedicaron a tal actividad.
El ‘‘jale’’ trajo bonanza no sólo en las zonas donde se cultivaba,
sino en toda la entidad. Por eso su tráfico era tolerado y hasta fomentado
desde las instancias oficiales. Muchas fortunas de ahora tuvieron su
origen en ese rubro informal de la economía, aunque hacían lo posible
por encubrirla con la agricultura legal que a fines de los años cuarenta
promovió el gobierno federal en los valles del centro y noroeste del
estado:
‘‘Eso no se podía negar. Por los cuarenta empezó también a
incrementarse la producción de legumbres, de chile, de tomate, de
hortalizas para la exportación a Estados Unidos. Ayudó el hecho de
que se podían enviar en carros refrigerados. A varios agricultores les
ganó también la tentación:
—Qué curioso, yo sembré lo mismo que mi vecino, coseché lo
mismo, vendí lo mismo; y yo estoy casi fregado y este cabrón está
millonario; dijo un agricultor amigo’’ de Lazcano Ochoa (Lazcano y
Córdova,1992: 207).

161
Arturo Lizárraga Hernández

La riqueza adquirida es explicable, ya que al inicio de los años


cincuenta, según Luis G. Astorga, el kilogramo de goma tenía un precio
aproximado de $7,000.00 a $8,000.00 (Astorga, 1995:94). Así, los
pueblos de la sierra vieron incrementar considerablemente sus ingresos
y bienestar, pues se generó una gran bonanza en todos ellos: entre los
campesinos y entre los intermediarios, quienes nunca habían visto
tanto dinero junto, ni logrado de una manera tan rápida y expedita. Al
inicio de los años sesenta muchos campesinos tenían sus propios carros
último modelo (Astorga, 1995:108), producto del cultivo de la planta.
Mientras tanto el gobierno, para cumplir las disposiciones de
prohibición formal de años antes, ni sus luces. Al contrario, pues los
funcionarios mismos estaban inmiscuidos en el negocio desde los años
cuarenta. Y ahora ni quién lo dude. Inclusive, desde las propias esferas
del poder se confirma la versión. A veces con anécdotas:
‘‘Lo extraordinario es que la llevaban a unas fiestas muy famosas
que se hacían en Tucson el 5 de mayo. Allá había festejos, e invitaban
al gobernador de Sinaloa. Y entonces llevaban todo. Eso da una idea de
la relación establecida entre los gobernadores de Sinaloa y Arizona’’,
continúa ilustrando Lazcano Ochoa (Lazcano y Córdova, 1992: 201).
Aunque no lo menciona por su nombre, el ex procurador se refiere
al general Pablo Macías Valenzuela, quien en 1947 era gobernador del
estado. Era la primera vez que se decía algo semejante de un gobernador
sinaloense. Eduardo Téllez, de El Universal, sin citar fuentes, dice que
el gobernador personalmente entregaba en Baja California la droga
enlatada: ‘‘extraoficialmente se sabe que es dueño de cuatro aviones en
que se ha contrabandeado opio’’. La federación exigió a la prensa
‘‘evitar exageraciones o falsedades que puedan comprometer el prestigio
del país’’. El asunto no pasó a mayores porque el propio presidente de
la República intervino (Astorga, 1996), luego de un zipi-zape de
declaraciones.

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Nos llevó la ventolera...

Todas las autoridades estaban perfectamente enteradas, hasta la más


alta del país. Se corrobora de nuevo con otra anécdota que cuenta
Lazcano Ochoa. Dice:
— ‘‘La frase fue del propio presidente de la República. La idea era
diáfana, clara, ilustrativa de la forma en que se contemplaba el fenómeno.
Dijo Miguel Alemán:
— ‘‘Pues es que produce divisas. Que produce divisas’’ (Lazcano
y Córdova, 1992:202).
Hace tiempo que se hace. Y que se sabe. En lo que respecta, de
manera específica, a los municipios en cuestión, Luis G. Astorga, citando
los periódicos de la época, dice que en los años cuarenta ya eran
productores de amapola particularmente Cosalá y San Ignacio. En el
primero, por cierto, en cierta ocasión se encontró un plantío de
adormidera regado por un grupo de niños en edad escolar, caso que no
era el único (Astorga, 1996:68). Aun en la actualidad, algunas fuentes
informan que durante periodos de siembra familias enteras ‘‘suben’’ a
las partes altas para emplearse en ello.
Pero toda la población regional se beneficiaba. En San Ignacio,
durante y después de la década de los cuarenta, por el narcocultivo
hubo trabajo y derrama económica en este municipio. Por ejemplo,
doña Paulina Sánchez, de la localidad de El Chaco, a unos cuantos
kilómetros de la cabecera municipal, en esos años participó como
trabajadora en un campo de amapola como ‘‘rayadora’’ de la planta:
‘‘con una navajita se raya el bulbo; al día siguiente o a los dos, se
regresa para recoger la gomita. Se van haciendo bolitas y éstas se vacían
a un molde de donde salen ‘los panes’. Todos mis hermanos y yo le
entrábamos’’. Y cuenta esto con la mayor naturalidad.
De esta manera, por los años cincuenta el cultivo de amapola era de
lo más común, y se involucraba toda la población. Y es que, además de
que producía divisas para el país significaba una importante derrama
económica entre la población de la sierra.

163
Arturo Lizárraga Hernández

La segunda prohibición y cómo los campesinos


defendieron el narcocultivo

Los campesinos nunca habían visto tanto dinero junto, pero una vez
terminada la Segunda Guerra Mundial, a petición del gobierno
norteamericano, se quiso terminar con el cultivo tan preciado. ‘‘Se les
dijo a los ‘gomeros’ (...) que volvieran a sembrar frijolito y su maicito.
Pero después de haber probado las mieles de la amapola, ¿a quién se le
podía ocurrir que aquéllos fueran a soltar la jícara?’’ (Hass, 1998: 53).
Sin embargo, la demanda de heroína y morfina por parte de los
veteranos de guerra, más los intereses de los grupos de mafiosos que
ya se habían constituido en Estados Unidos y aquí, hicieron que el
cultivo de la amapola se mantuviera. Todavía más, que se incrementara
y extendiera por toda la zona serrana: ‘‘Quizá hubieran tenido que
hacerlo si no hubieran llegado entonces otros compradores gringos que
ya nada tenían qué ver con el gobierno y que estaban dispuestos a
seguir financiando el cultivo. Su prohibición de facto había encarecido
enormemente el producto, y los veteranos de grandes guerras, Europa,
Japón y Corea, se habían hecho adictos y ya no podían vivir privados
de la droga’’, cuenta Antonio Hass (1968:53).
Posteriormente, llegaron los años sesenta con la guerra de Vietnam,
los hippies, el culto a las drogas. Después del fracaso de Estados Unidos
en aquella guerra, los veteranos quedaron convertidos en el más
importante mercado de drogas, principalmente heroína, y la novedad
de la mariguana cuyo consumo se hizo masivo en el mundo. A ello hay
que agregar que el mercado nacional de ese tipo de drogas también
creció entre los jóvenes. Así, en la sierra —en la que ya existía
experiencia en el ramo— se introdujo en grandes extensiones el cultivo
de la marihuana, con lo que las mafias dedicadas al narcotráfico se
consolidaron en el estado. De hecho, los jefes de mafias de
narcotraficantes se hicieron famosos en este periodo.

164
Nos llevó la ventolera...

Y fue entonces cuando el fenómeno se ramificó y creció, cuando


incontables habitantes serranos se involucraron. También cuando los
campesinos empezaron a armarse y aparecieron las bandas en diferentes
lugares de la sierra y la ciudad. Y creció la demanda, y siguió
manteniéndose el ingreso económico entre los productores y entre los
distribuidores, y aumentaron los traficantes que, en coalición con
norteamericanos y autoridades mexicanas, se hicieron de enorme poder.
Ante ese panorama, los habitantes de la sierra que sembraban amapola
o marihuana, fascinados. Desde el municipio de Badiraguato en el
noreste de Sinaloa, hasta los de Rosario y Escuinapa, en la región sur.
Según nos dice Ramón Osuna, de la localidad de San Juan, del
municipio de San Ignacio, durante la década de los sesenta proliferó la
siembra de ‘yerba’. ‘‘En San Juan todo mundo sembraba. Pero entonces
todavía no había mucho problema. Las autoridades hacían como que
la combatían, pero nada. Un amigo mío sembraba. Fue la razón por la
que la gente de San Juan dejó de irse para el norte: había mucho
dinero,…. Todos tenían su siembra que vendían al Cochiloco (se refiere
a Manuel Salcido, poderoso narco que fue oriundo y orgullo del pueblo).
Toda la gente estaba de acuerdo. Y se cuidaban unos a otros
estableciendo, inclusive, sistemas de protección en la que participaban
todos los integrantes de la comunidad. Dice Ramón Osuna que ‘‘una
vez que llegué (a San Juan) de Culiacán con unos amigos, un señor ya
mayor nos agarró:
–Y tú Ramón, ¿qué andas haciendo por aquí?
–No pos venimos a esto y a esto.
–Y ellos, ¿quiénes son?
–Son unos amigos de Culiacán.
–¿Y hasta cuándo van a estar aquí?
–No pos mañana nos vamos temprano.

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Arturo Lizárraga Hernández

–Ah, ¿y quieres ver a tu hermano? Porque él está por allá en el


sabinal (donde hay muchos árboles sabinos). Primero está el terreno
de fulano, luego el de zutano, y al último el de tu hermano.
‘‘Es que tenían al señor de vigía, por si llegaba alguien extraño,
para que fuera a avisar. Como él era el más respetable….’’
Cuando ‘‘se empezaron a poner difíciles las cosas por el
enfrentamiento entre los grupos de narcos, fue que la gente comenzó a
irse otra vez a EU o a Mazatlán. Unos porque no querían nada con la
yerba, otros por miedo a que los fueran a matar’’.
En El Verde, Concordia, donde ya había proliferado el cultivo de
mariguana, según dice don Ricardo Meza, había una especie de
competencia —‘‘por a´i en los años sesenta y tantos’’— que consistía
en que en las camionetas exhibían las plantas de mariguana para ver
quien era el que las cultivaba más grandes, ‘‘luego se paseaban por
todo el pueblo’’. Entonces surgieron dos grandes narcos en esta
comunidad. Ellos hicieron dinero durante ese tiempo: compraron
ganado, compraron tierras a los que necesitaban dinero. Según Plutarco
Rivera, por esos años los narcos de la región utilizaban las carreteras
de terracería para que aterrizaran las avionetas.
En aquel periodo era vox populi que el narcocultivo era una de las
principales actividades que provocaban derrama económica, al grado
de que llegó a aceptarse socialmente tal actividad. Todavía más, llegó a
convertirse en motivo de orgullo… y hasta de identidad cultural: ser
sinaloense era casi sinónimo de ‘gomero’ (cultivador de amapola), y
no necesariamente en un sentido peyorativo. Antes al contrario, como
motivo de presunción. ‘‘Por ejemplo, una nota beisbolística señala que
los ‘gomeros’ pierden su tercera serie al hilo frente al equipo de
Hermosillo’’ en el año 1959 (Astorga, 1996:89). Aún ahora el sembrar
marihuana o amapola no significa ningún problema moral para los
campesinos (en todo caso judicial, pero éste se puede salvar mediante
relaciones con los responsables de combatir su cultivo). Sembrar y

166
Nos llevó la ventolera...

cosechar drogas es una medida (de racionalidad) económica. ¿Sembrar


maíz o frijol para el autoconsumo u otros productos que no dejarán
ninguna utilidad monetaria, o sembrar drogas, que aunque de alto
riesgo, son cultivos que reditúan ganancias rápidas y considerables? La
respuesta es fácil; no requiere de grandes esfuerzos de imaginación:
Debido a lo flaco de las tierras laborables, y a lo poco redituable de los
cultivos legales, algunos de los habitantes prefieren seguir el corto aunque
sinuoso camino de la siembra de estupefacientes.
Don Antonio34, uno de los personajes de la novela Diario de un
narcotraficante (Nacaveva, 1994), no es producto de la imaginación
literaria del autor: existe en la realidad y existe en muchos de los pueblos
de la sierra. En una ocasión, un 21 de noviembre de 1998, un anciano
de Ajoya, cabecera de sindicatura en el municipio de San Ignacio,
pueblo que se encuentra metido en la sierra a media hora de la cabecera
municipal, por caminos de terracería, nos decía que «sembrar legal no
sale. Por eso se le busca el lado, pero el gobierno anda por el viento y
por la tierra quemando las siembritas. No deja trabajar a gusto. Más
antes sí». El anciano se refería, sin mencionarlo explícitamente, al cultivo
de mariguana y amapola, que por la sindicatura de Ajoya abundan.
Así es cómo el tráfico de drogas resuelve en parte el problema de
empleo y el ingreso y, aparejado con ello, el de la emigración: retiene a
la población campesina en las comunidades donde se cultivan las plantas;
si se le combate, entonces los habitantes bajan a los valles del Estado o
se van a Estados Unidos. Durante estos años comprendidos entre 1940
y 1969 cuando se fortaleció el cultivo, la disminución relativa de la
emigración se hizo patente en las localidades de la sierra.

34
Don Antonio, personaje de Diario de un narcotraficante, es un viejo patriarca en un
pueblo serrano y, por lo mismo, es el encargado de comercializar la amapola que cultivan
los habitantes del pueblo que son, todos, sus parientes. También es el que negocia con las
autoridades.

167
Arturo Lizárraga Hernández

1950-1969: Decremento relativo de la emigración


por la siembra de estupefacientes

El contexto regional

En el transcurso del periodo comprendido entre los años 1950-1969 la


política federal siguió apoyando con obras de infraestructura la
agricultura de los valles. Ya desarrollada ésta y creado el emporio agrícola
que ahora es Sinaloa, se continuó reforzando el papel que años antes se
le había asignado. Entre las obras más sobresalientes de esos años, está
la presa Miguel Hidalgo, construida entre 1952 y 1964, y este último
año (1964) fue puesto en servicio el embalse del río Humaya, cuyas
aguas irrigan las tierras de los valles de Guasave y Ahome. En ese
sentido, entre 1965 y 1969 se construyeron las presas Josefa Ortiz de
Domínguez y Lic. Eustaquio Buelna, que se terminó de construir en
1973. Luego, en 1982 se puso en operación una de las más importantes,
misma que consolidó el papel agro-exportador de Sinaloa, la presa Lic.
Gustavo Díaz Ordaz (Guerra, 1998:31) que riega las tierras de Culiacán;
más recientemente, en la década de los ochenta, se construyó la presa
Guillermo Blake.
Como se dijo anteriormente, durante los años que duró la
construcción de las presas mencionadas, los municipios donde se ubican
—la mayoría en las partes altas de Sinaloa—, se vieron favorecidos
eventualmente por la creación de fuentes de trabajo, aunque después
no se beneficiaron con sus aguas, que son canalizadas hacia los campos
de Culiacán, Ahome y Guasave.

Migración nacional

Además del fortalecimiento del narcotráfico, en el municipio de Cosalá


el mineral de Nuestra Señora —a 12 Kms. de la cabecera— que había

168
Nos llevó la ventolera...

sido abandonado, volvió a trabajarse a partir de 1952 por parte de la


compañía ASARCO (Trujillo, 1998), creando gran cantidad de empleos y
dinamizando la economía municipal; con ello se retuvo población de la
región. Distintas referencias orales hablan que tuvo hasta trecientos
trabajadores por turno: ‘‘aparte los oficinistas’’, dice don Modesto
González. Según esta persona, ‘‘en Cosalá sí había trabajo durante
estos años, mucho trabajo’’ por la derrama económica del mineral.
‘‘Nomás con decirle que ahí trabajaban más de 700 trabajadores,…
más los de oficina, que vivían en La Culebra. Andaban los ingenieros
con dos o tres ayudantes. Mucha gente de verdad’’.
Era tal la abundancia de trabajo en el mineral durante este periodo,
que a la cabecera municipal llegaban personas de otros municipios.
Incluso, del Estado de Durango. Porque las rancherías serranas de ese
estado están integradas económica y socialmente más a Sinaloa que al
propio Durango, por la cercanía y por la carencia de vías de
comunicación. No es casualidad que de las personas que capta la
encuesta MMP que realizaron su primer viaje interno fuera del municipio
en el que nacieron, el 74% del total llegó a la cabecera Cosalá proveniente
de ese estado vecino (encuesta MMP). Ambos hechos (fortalecimiento
del narcotráfico y reapertura del mineral) provocaron la afluencia de
población a la cabecera de Cosalá, lo que se manifestó en el ICP, que se
movió del negativo (–) 1.20% de la década anterior, al positivo 0.90%
durante la década 1950-1960 (anexo 1).
El ICP, por supuesto, fue todavía bajo, pues a pesar de todo las
personas preferían irse a trabajar temporalmente a los campos agrícolas
de la costa. Y es que durante julio, agosto, septiembre y parte de octubre
laboran en sus pueblos en la sierra —en cultivos legales o ilegales—,
para después bajar en busca de trabajo hacia los valles que se abrían al
cultivo. La diferencia entre la población real y la población proyectada
con los SCNP, si bien disminuyó continuó siendo negativo, según se
observa en el cuadro 23.

169
Arturo Lizárraga Hernández

Cuadro 23: Proyección de la población, 1950-1960

1950 1960 1960


Proyectada Real Diferencia
Municipio
Cosalá 13,366 19302 14,578 –4,724
San Ignacio 19,482 28139 23,212 –4,927
Concordia 19,176 27698 21,175 –6,523
Cálculos Personales, con TCNP estatal.

En lo que se refiere a la migración temporal captada por la encuesta


MMP durante el decenio 1950 y 1959, sucedió que la suma nacional e
internacional de los cosaltecos tuvo un incremento en números absolutos,
pero en números relativos este incremento fue menor que en años
anteriores: entre 1940 y 1949 se había multiplicado en más de 900%,
en tanto que en esta década lo hizo solamente en un 327 por ciento.
Ahora bien, es necesario considerar que la emigración interna si
bien aumentó en términos relativos respecto al total (85.45%, cuando
en el decenio anterior fue del 81.81%), la internacional disminuyó del
20% al 14.5%. Sucedió en este periodo que fue hacia los campos
agrícolas del propio estado a donde prefirieron irse a trabajar los
cosaltecos, dejando de correr los riesgos que representa viajar al
extranjero. Estos emigrantes se fueron, como en el periodo anterior,
hacia los municipios de las regiones centro y noreste del propio estado.
Por ejemplo, el 88% de los emigrantes nacionales se dirigieron al valle
de Culiacán, y el resto 12% hacia Los Mochis, en el municipio de
Ahome, donde también se recibía apoyo para la agricultura.
Por su parte los ICP de San Ignacio de esos años muestran que este
municipio tuvo un comportamiento demográfico similar al anterior
municipio; es decir, si bien éste tuvo decrementos en la población
entre los años 1940 y 1950 en un orden de -0.80%, para la primer
década del periodo que estamos tratando (1950-60) se tornaron en

170
Nos llevó la ventolera...

positivos alcanzando la cifra positiva de 1.70% (anexo 1), aunque


insuficientes para remontar el SNM negativo (cuadro 27). Empero los
resultados de la encuesta MMP muestran que la emigración nacional se
incrementó en un 166%, lo que significa, respecto al del decenio
anterior, que disminuyó su ritmo de crecimiento, puesto que, como
vimos, lo había hecho al 300%. La internacional, sin embargo, apareció
de nueva cuenta en el escenario, alcanzando un 5.82% del total, siendo
que entre 1940 y 1950 no apareció ningún caso en la encuesta.
Y para este municipio continuó siendo el interior de la entidad el
lugar principal de destino de la emigración nacional, pues significó un
60% del total en este rubro. Los campos agrícolas continuaron ejerciendo
su influencia como polos de atracción, ya que de ese porcentaje el
48.33% se dirigió hacia el municipio de Culiacán, 5% a Guamúchil y
sólo el 6.6% a Mazatlán. Otros lugares de destino fueron los estados
cercanos a la frontera: el 8.33% se dirigió al Estado de Baja California,
específicamente a Mexicali y a Tijuana, 11.66% hacia el Estado de
Sonora, al Valle del Yaqui, a Cd. Obregón, que son valles agrícolas, y al
puerto de Guaymas. El resto de los migrantes se dirigieron a estados
del centro del país (encuesta MMP).
Finalmente en el municipio de Concordia, por su parte, el Índice
de Crecimiento de Población disminuyó en el decenio 1950-1960,
pues pasó del 1.40% en el de 1940-1950 al 1.0% en el segundo decenio
(anexo 1); lo que significa que aumentó la emigración global. En
efecto, los verdeños practicaron una intensa migración, lo que se
manifiesta en el Saldo Neto Migratorio, puesto que se incrementó
notablemente (cuadro 24).
La emigración temporal tuvo un comportamiento similar: se
incrementó en más de 1000% (de 2 a 23 casos). En el siguiente decenio
(1960-1970) del periodo, sin embargo, disminuyó en términos relativos
puesto que fueron sólo veinte los casos captados por la encuesta, lo que
confirma que hubo decremento relativo (y en este caso absoluto) de la
emigración. En este último periodo la emigración nacional de los

171
Arturo Lizárraga Hernández

originarios de El Verde vio disminuir su proporción respecto la


extranjera —que se incrementó notoriamente35.

Cuadro 24. Proyección de la Población

Proyectada Real
Municipio 1960 1970 1970 Diferencia.
Cosalá 14,578 21,679.18 13,578 –8,101
San Ignacio 23,212 34520 23,332 –11,188
Concordia 21,175 31486 20,977 –10,509
Cálculos Personales, con TCNP estatal.

Los polos de desarrollo regional, como Mazatlán y los valles agrícolas


ejercían atracción sobre los grupos sociales ante la falta de oportunidades
en el propio municipio. Los verdeños, por la cercanía, cuando
abandonan su localidad, se dirigen mayoritariamente a Mazatlán. Por
lo menos en esta década es lo que sucedió: quienes hicieron su primer
viaje fuera del municipio se dirigieron hacia Mazatlán en un 70.58%;
luego hacia Culiacán en un 5.88% y, siguiendo la ruta hacia el norte, el
11.76% de los migrantes nacionales se dirigió a Baja California,
específicamente a Tijuana y Mexicali. El resto fue a Guadalajara
(5.88%) y a Tamazula, Durango (5.88%), municipio ubicado en el
llamado triángulo de oro del narcotráfico.

b) El contexto internacional: 1950-1969

A nivel nacional y después del segundo lustro de 1940 —una vez


concluida la reforma agraria— quedó claro que el deterioro de la
economía de los campesinos mexicanos estaba perdiendo su poder
35
En El Verde, aunque la emigración nacional se incrementó, en el primer decenio del
periodo -1950-59- en un 750%, en el decenio siguiente -1960-69- permaneció
exactamente igual, es decir crecimiento cero. Había dinero en el municipio.

172
Nos llevó la ventolera...

adquisitivo, de manera que, ante los influjos de las facilidades que se


les otorgaba para irse a trabajar en los fields, mediante el Programa
Bracero, la migración indocumentada también se fomentó (Durand,
1998:33).
Esta demanda se fomentó, a su vez, en el año 1951 por el estallido
de la guerra de Corea, empero, una vez terminada esta guerra, en
1953, los trabajadores norteamericanos que habían participado como
soldados en ella regresaron a su patria, con lo que disminuyó la demanda
de mano obra mexicana. Aunque la migración indocumentada ya estaba
consolidada, fue un golpe para los campesinos mexicanos el que se
terminara el convenio entre los dos países en 1964, puesto que
dificultaba la entrada a Estados Unidos sin los documentos necesarios.
Los sinaloenses, sin embargo, fueron poco afectados por ello, ya que
se en las serranías se desarrollaba el cultivo de amapola, mismo que
daba empleo a los habitantes.
A pesar del término del convenio bracero, la emigración de
mexicanos —y de sinaloenses que no quisieron participar ‘‘del jale’’
en el cultivo de estupefacientes— no se terminó, pues los campos
agrícolas norteamericanos, sin embargo, siguieron con su demanda de
brazos. Lo que sucedió, en todo caso, es que se vieron favorecidos los
coyotes, que introdujeron a aquel país a campesinos mexicanos por un
excesivo pago.

La emigración internacional

Los municipios serranos no podían escapar a los influjos de Estados


Unidos, también tuvieron su influencia en el desarrollo de la emigración
internacional temporal, que pasó a ser altamente significativa. En Cosalá,
en el primer decenio del periodo, se multiplicó pasando de dos casos
registrados entre 1940-1949 a seis en 1950-1959. Los viajes de los
sinaloenses continuaron realizándose hacia el Estado de California,

173
Arturo Lizárraga Hernández

alcanzando el 92.30% de los viajes hacia Estados Unidos, para el caso


de Cosalá. El resto de los viajeros se dirigieron hacia Arizona, Nevada
y Colorado, en la misma proporción. Y dentro de California,
comenzaron a perfilarse las comunidades dependientes (1991): Los Ángeles
aparece como el lugar de mayor afluencia: para los cosaltecos el 39.76%
del total de migrantes a California se dirigen ahí; a Bakersfield el 23.07%.
Entre los ejemplos de migrantes a Estados Unidos en este periodo,
por el municipio de Cosalá, está el de Modesto González, quien viajó a
EU en 1952. Era panadero y músico. Fue invitado por un compadre
también de Cosalá, que ya había viajado y que se llamaba José Javier
Rodríguez. Don Modesto también tenía un primo que había dejado el
municipio hacía tiempo y que vivía en Mexicali. De ese lugar don
Modesto cruzó al otro lado por Algodones. Otros que lo acompañaron
fueron El Tigre Alejandro, Guadalupe Niebla y Lamberto Niebla, también
de Cosalá. Viajó, legal, ‘‘nomás por conocer’’. Después de estar en
Mendeta, viajó a Fresno, California. Cruzó la línea indocumentado,
sin ningún problema, lo que muestra la —relativa— facilidad con que
se cruzaba la línea.
Otro caso de aquellos años es el de X Corrales. En 1958 fue a EU a
trabajar. Su diferencia del anterior es que éste se fue enganchado para
trabajar en Tracy, California, en los fields. Se pasaba de un trabajo a
otro, de manera que pasó el tiempo y prefirió la vida en Estados Unidos.
Venía cada año principalmente durante el día de muertos. Ayudó a
muchos cosaltecos a trabajar en Manteca, Cal., donde es supervisor de
campo de una empresa que siembra uvas. Trae bajo su mando más de
diez mil trabajadores. A los cosaltecos que les ayuda debe ser,
necesariamente, con papeles. A los indocumentados no les ayuda. Hace
dos años, en 1997, se nacionalizó ‘‘para mantener los derechos que me
había ganado allá. De otra manera nunca lo hubiera hecho’’. Este señor
tiene una casa en Culiacán y otra en Cosalá.

174
Nos llevó la ventolera...

Por su parte, en el caso del municipio de San Ignacio, volvió a


aparecer la emigración extranjera, aunque se presentó sólo un caso,
mismo que se dirigió a Stockton. Sin embargo, en el trabajo de campo
encontramos algunos casos de emigrantes al extranjero durante el
periodo. El Yica, quien es el hermano mayor de la familia, nació en
1938. Viajó a Estados Unidos por primera vez en 1955, a la edad de 19
años de edad. Aunque había trabajo ‘‘en algunas partes del municipio,
allá, más arriba’’ (y guiñe un ojo, pues se refiere al cultivo de
estupefacientes), se dejó llevar por los deseos de aventura que le
representaba visitar Estados Unidos. Viajó con pasaporte y en Tijuana
consiguió la visa para cruzar la línea, ya que existían muchas facilidades
para cruzar: ‘‘Ahí estaba un señor que era del mismo San Ignacio, que
ayudaba a mucha gente a pasar’’. Primero llegó a San Mateo, luego se
pasó a Palo Alto y a Santa Bárbara, siempre trabajando en los fields. La
primera a vez que viajó duró casi cinco años sin volver a su pueblo.
Regresó en 1959, estuvo casi un año en Camacho —ranchería cercana
a la cabecera municipal— y se volvió a ir San Mateo y Santa Bárbara.
En el segundo viaje perdió en Estados Unidos su pasaporte en una
borrachera, de modo tal que cuando hizo su tercer viaje fue sin
documentos. En este viaje se llevó a su hermano Miguel, es el que le
sigue en edad. Este también cruzó, como todos los hermanos sucesivos,
sin documentos. Cruzaban todas las veces por Tijuana, por la playa
(‘‘por un brazo del mar’’), con la ropa levantada, con las manos arriba
de la cabeza. Cuando crecía la marea, tenían que nadar. El Yica duró
‘‘veinte o veinticinco años yendo y viniendo a Estados Unidos’’, los
últimos ya sin documentos. Trabajó en restaurantes lo mismo que sus
hermanos, quienes también carecen de ellos. Con el dinero compraron
un rancho y ganado, que entre todos trabajan.
En el caso de la localidad de El Verde, este tipo de migración
internacional hizo su aparición en este periodo comprendido entre
1950-1969, y lo hizo de una manera verdaderamente espectacular: en

175
Arturo Lizárraga Hernández

este periodo fue del 26.86% del total, cuando entre 1940-50 ni siquiera
apareció en la encuesta. Espectacular por otro motivo también: del
total de emigrantes al extranjero entre 1950-1969, el 33.33% se dirigió
a Paramount, Cal., con lo que este lugar quedó como el predilecto de
los habitantes de aquí. Otros lugares a los que se dirigieron en ese
tiempo, son Hostville, Bakersfield, Stockton, Yuma, Sacramento y otros.
Los pueblos, así, consolidaban sus comunidades dependientes, con lo que
creaban las estructuras sociales que facilitaría la emigración de los
subsiguientes migrantes. Además, otro hecho es observable: aparte de
multiplicarse los lugares de llegada dentro de California, también
comenzaron a realizarse viajes hacia otros estados ubicados más al
norte de aquel país.

El combate al narcotráfico y la violencia institucional

A pesar de que el narcotráfico puede ser —y de hecho ha sido— un


freno a la emigración, tal actividad crea por otro lado problemas sociales,
como la persecución legal, el encarcelamiento y la muerte entre los que
se dedican al negocio, y entre ellos y las agrupaciones policiacas que
los combaten.
La lucha contra las drogas se inició formalmente en aquellos años
veinte, cuando se prohibió por primera vez su cultivo y distribución.
Pero las autoridades, en realidad, siempre se hicieron de la vista gorda.
Salvo cuando las presiones de Estados Unidos arreciaban caían algunos
‘‘peces gordos’’, por utilizar el lenguaje del bajo mundo. En una ocasión,
en 1945, el gobernador del estado hablaba de la destrucción de plantíos,
la mayoría en Badiraguato, e informaba que el mayor decomiso de
opio (noventa kilogramos) de la década se hizo en Los Mochis, al
chino Jesús Ley. Este personaje fue cabeza de una familia de las más
poderosas en la actualidad, dueña de una cadena de super mercados
distribuidos a lo largo del noroeste de México. La prensa local hablaba

176
Nos llevó la ventolera...

de otros nombres: Roberto Domínguez, propietario de un hotel (El


Mayo), en Culiacán; de Manuel Toledo Corro, hermano de quien a la
postre fue gobernador del estado, detenido en 1958 (Rivera, periódico
Noroeste, 11–V–2000). Estos personajes, al tiempo, gozaban de cabal
libertad. Pero así fue y así es en la actualidad la justicia; con unos, pues
con otros los abusos de las policías eran, y son, lo cotidiano. La violencia
directa, armada, era lugar común y la población civil la principal víctima,
ya que se sospecha —con razón o sin ella— que, por ser habitante de
las zonas de cultivo, son sembradores o traficantes.
Pero hubo una década en que las acciones de la PGR y el ejército
fueron francamente ofensivas, tanto que fueron criminales, violatorias
de los derechos humanos más elementales. Fue la década de los setenta
cuando los serranos vivieron prácticamente en estado de guerra. En
enero de 1970 se inició una fuerte campaña contra el narcotráfico. En
Culiacán se reunieron representantes de los gobiernos de México y
Estados Unidos, uno de los cuales aseguró que en aquel país nunca se
legalizaría la marihuana. Con ese elemento de partida, se inició la
colaboración entre ambos países. En 1971, el ejército perpetró una
masacre en El Realito, cerca de Santiago de los Caballeros, Badiraguato.
Doce civiles y un soldado muertos y once heridos. Coronel Payán,
Laija, Quintero, Carrillo, Caro y Elenes son los apellidos de las víctimas
(Rivera, Noroeste, 11/I/2000). En 1972 fue enviado a esta entidad Arturo
Durazo, y Francisco Sahagún Baca aparece como comandante de la
policía judicial en Hermosillo, Sonora (Astorga, 1996).
Durante el sexenio del gobernador Alfonso G. Calderón (1974-
1980), concretamente en enero de 1977, se puso en marcha la Operación
Cóndor, con la participación de diez mil soldados, para combatir el
cultivo, elaboración y tráfico de drogas (Astorga, 1996:119-125; 1995;
2000). Todos bajo las órdenes del general José Hernández Toledo, que
había participado en 1968 contra los estudiantes y en las batallas contra
la UNAM, la Nicolaíta y de la del Estado de Sonora. Se le envió a la

177
Arturo Lizárraga Hernández

sierra de Sinaloa, Durango y Chihuahua para destruir plantaciones


ilegales.
En la labor se utilizaron defoliantes de uso prohibido en otros países,
por provocar degeneraciones en el organismo humano. Es el caso del
herbicida paraquat (Gramoxone, por su nombre comercial), que fue
usado en la guerra de Vietnam. Este defoliante, a decir del doctor Luis
Cañedo, jefe del Hospital del Niño del DIF, provoca fibrosis pulmonar.
Lo mismo se usó el 2,4-D y el 2,4,5-T, altamente tóxicos para el ser
humano. La preocupación fue por los fumadores de opio y marihuana,
pero lo peor del asunto es que no sólo los fumadores son los afectados,
sino los mismos campesinos al ser contaminados los productos agrícolas
alimenticios (Ortiz, Cabildo, Campbell y Rodríguez, 1981).
Pero eso, es ‘‘lo de menos’’. Lo más grave fue el asunto de la
violación de los derechos humanos. Casos de torturas, asesinatos,
violaciones, saqueos de viviendas y localidades enteras y aprehensiones
ilegales fueron el denominador común del actuar de las policías judicial,
del estado y federal. El ejército, por su parte, no se quedó atrás. Los
ejemplos se pueden escuchar en los pueblos donde se implementó la
Operación Cóndor. En su tiempo la prensa reportó infinidad de casos.
Lo atroz quedó registrado en una serie de reportajes en una revista
nacional, Proceso (Ortiz, Cabildo, Campbell y Rodríguez, 1981).
Recientemente se escribió en Mazatlán, en un reportaje sin firma, que
‘‘fueron estos montes, sus rancherías, escenario natural de la represión
atroz, cuando a finales de los setenta la Operación Cóndor arrasó
sembradíos y vidas. Campesinos miserables (que no los jefes) sufrieron
persecución, cárcel y tortura’’ (Noroeste, 6/IX/ 1997: 6–B).
Por otro lado, Jorge de la Herrán, investigador de la Universidad
Autónoma de Sinaloa, en 1980 escribió que en ese tiempo de la
Operación Cóndor, ‘‘la población se trasladaba en grandes cantidades
hacia las ciudades de Culiacán, Guamúchil y Los Ángeles, California,
abandonando todo lo que no podían llevar consigo. En este caso, quienes

178
Nos llevó la ventolera...

emigraron lo hicieron en forma permanente, este fenómeno se


desarrolló en los años 1972 a 1978, de manera más aguda y sólo se
reflejará en las estadísticas del Censo de Población y Vivienda de 1980’’
(De la Herrán, 1980:86). Como casos específicos habla de los
municipios de Badiraguato, Culiacán, Cosalá y San Ignacio, en el Estado
de Sinaloa; de Tamazula en el de Durango, y Topia y Canelas en el de
Chihuahua. Porque los habitantes rurales (sembraran estupefacientes
o no) se vieron agredidos por las acciones del ejército y las policías
judicial federal y estatal.
En efecto, los testimonios de personas que vivieron esa etapa
abundan. En el trabajo de campo brotan historias de hechos relacionados
con la Operación Cóndor, casos de tortura, violación a mujeres,
asesinatos. En el municipio de Cosalá, en el mineral de Nuestra Señora,
el testimonio de uno de los habitantes, don Adrián, es significativo.
Esta región se caracteriza por ser gran productora de marihuana y
amapola, lo que sucede desde los años cincunta. Desde el inicio de los
años setenta parte de su población rural fue víctima de los abusos del
ejército, lo que se acrecentó con la Operación Cóndor a partir de la
segunda mitad de esa década. Al respecto, don Adrián Solórzano, de la
comunidad de Nuestra Señora, dice que en varias ocasiones el ejército
ingresó en busca de armas, y después de allanar los hogares torturó a
todos los varones: ‘‘Nos sacaron a todos de las casas a culatazos, luego
nos hicieron que nos echáramos a´i (señala el lugar), boca abajo y con
las manos en la espalda. Al que levantaba la cabeza le «sorrajaban una
patada en las costillas’’. A mí, nomás porque pregunté de qué se trataba
cuando se metieron a mi casa, me pusieron una patada en el estómago.
Hicieron que me doblara’’.
En otra ocasión, dice don Adrián, toda una familia fue víctima de
aquellos excesos: como en 1972 o 1973 su sobrina, que tenía ‘‘como
veintidos años’’, fue violada y asesinada por un oficial del ejército,
mismo que también mató al esposo (porque se opuso a la violación) y

179
Arturo Lizárraga Hernández

a uno de sus hijos. Una vez que los deudos y vecinos dieron sepultura
a los cuerpos, todos los hombres sacaron las armas y fueron en búsqueda
del militar. Cuando llegaron al campamento militar ya lo habían
trasladado al Estado de Durango.
Don Benito Cháidez, que regresó de Estados Unidos en 1944, se
estableció en un pueblo de Durango, de donde periódicamente iba a
Estados Unidos. Ahí vivió muchos años, hasta que a mediados de los
años setenta decidió mejor venirse a vivir a Cosalá, debido a que la PGR
molestaba mucho a la gente. ‘‘También el ejército. Y yo por no hacer
correr el riesgo a mi familia de algún maltrato por parte de las
autoridades o de los que andaban mal, en negocios sucios, mejor decidí
traérmelos a Cosalá. Desde entonces ya estoy aquí; ya tengo veintiún
años viviendo aquí. Aunque eso sí, siempre estuve muy relacionado
con Cosalá. Toda la vida’’. Es pensionado por el gobierno de Estados
Unidos.
En el municipio de San Ignacio, Juan Manuel Mendoza cuenta otro
caso: el ejército, por ‘‘equivocación’’, allanó todos los hogares de la
localidad de El Chaco y torturó a todos los varones, creyendo que los
de ahí habían asesinado a un teniente; cuando cayeron en cuenta que
había sido en otro pueblo (Las Lajas) se dirigieron a él, pero como los
habitantes ya estaban avisados abandonaron las casas. Cuando los
soldados llegaron y lo vieron desolado, quemaron todo el pueblo.
En la cabecera municipal de San Ignacio, uno de los casos es que
detuvieron a un hijo de Pablo Bonilla (‘‘de las familias principales’’),
de la cabecera municipal y de los más acaudalados por ser ganaderos,
agricultores y comerciantes. Lo acusaron de narcotraficante y, sin mediar
orden judicial, lo detuvo el ejército y se lo llevó. Su padre anduvo
tocando puertas de las oficinas de gobierno sin ningún resultado. Jamás
volvieron a saber nada del joven, y se rumora que se murió por la
tortura a que fue sometido. Y en efecto, a principios de mayo del año
1999 una persona que afirmó haber participado en la tortura confesó y

180
Nos llevó la ventolera...

precisó el lugar donde enterraron los restos: en una fosa echaron el


cadáver y lo cubrieron con cal para que se desbarataran los huesos. La
fosa está en las oficinas de la policía judicial. Ahí escarbaron y,
efectivamente, encontraron algunos restos óseos.
En este periodo se abandonaron muchos pueblos en la sierra. Cientos
de personas fueron arrestadas, se torturó y fueron encarceladas, pero
ni uno solo de los grandes jefes. A largo plazo, el costo social de la
operación militar fue enorme. Para los oficiales de los cuerpos
antinarcóticos mexicanos y americanos, la operación fue un éxito.
Destruyeron plantíos de amapola y marihuana en un área de quince
millones 822 mil 102 metros cuadrados (Ortiz, Cabildo, Campbell y
Rodríguez, 1981:5), ubicados principalmente en los límites de los estados
de Chihuahua, Durango y Sinaloa, «el triángulo de oro» del narcotráfico.

1970-1979: Incremento de la emigración


por el combate al narco y la violencia

En este periodo los índices de Crecimiento en los municipios estudiados


de nuevo se tornaron negativos (anexo 1). En Cosalá, sin embargo,
otra vez fue atenuado el éxodo ligeramente por la generación de empleo
que trajo consigo la construcción de la presa José López Portillo (El
Comedero) en la década de los setenta (Guerra, 1998:31). Este
municipio alcanzó un ICP del 2.90%. Sin embargo, tal indicador resulta
engañoso, puesto que este aumento se dio básicamente en la cabecera
municipal, mientras que varias localidades desaparecieron por el éxodo
de familias completas.
Los otros dos municipios en los que se ubican las localidades de
estudio, tuvieron incrementos de población con ritmos muy por debajo
de los índices que se dieron tanto nivel estatal como nacional: en el de
San Ignacio fue de 0.60%, y del 1.30% en el de Concordia (anexo 1).

181
Arturo Lizárraga Hernández

La diferencia entre la población real alcanzada y la proyectada con


las TCNP por municipio son correspondientes con ello. Por ejemplo,
siendo San Ignacio el que menor ICP obtuvo, también las diferencias
entre la población real y proyectada es negativa en mayor grado;
Concordia, presenta similar característica. Las diferencias en Cosalá,
en cambio, si bien fueron negativas, comparadas con las obtenidas en
decenios anteriores son prácticamente insignificantes (cuadro 25).

Cuadro 25. Diferencia entre población


proyectada y real: 1970-1980

Municipio 1970 Real 1980 Proyectada 1980 Real Diferencia


Cosalá 13,578 21,104 18,184 –2,920
San Ignacio 23,332 38,899 24,825 –14,074
Concordia 20,977 32,665 23,742 –8,923
Fuente: Cálculos personales con datos del anexo 1

Fue así, entre 1970 y 1979, cuando se disparó hacia arriba la


emigración, tanto al interior del país como del extranjero. Y en la
tesitura de la violencia ejercida por las autoridades en el combate del
cultivo y distribución de estupefacientes, se encuentran casos de
emigrantes en diferentes lugares serranos. Don Benito Cháidez, que
regresó de Estados Unidos en 1944, se estableció en un pueblo de
Durango, de donde periódicamente iba a Estados Unidos. Ahí vivió
muchos años con su familia, hasta que a mediados de los años setenta
decidió mejor irse a vivir a la cabecera municipal de Cosalá debido a
las acciones que ejercían las autoridades, tanto del ejército como de la
PGR, en el combate al narcotráfico. ‘‘Molestaban mucho a la gente. Y
yo por no hacer correr el riesgo a mi familia de algún maltrato por
parte de las autoridades o de los que andaban mal, en negocios sucios,
mejor decidí traérmelos a Cosalá. Desde entonces ya estoy aquí; ya
tengo veintiún años viviendo aquí. Aunque eso sí, siempre estuve muy

182
Nos llevó la ventolera...

relacionado con Cosalá. Toda la vida’’. Ya establecido en esta cabecera


municipal, sus hijos, aprovechando los viajes periódicos de don Benito
y a la permanencia de algunos de sus parientes en Estados Unidos,
también decidieron irse a trabajar a aquel país. De hecho, actualmente
tiene dos hijos y una hija al otro lado, debidamente legalizados sus
documentos migratorios para su permanencia.
Por su parte, don Adrián Solórzano, de Nuestra Señora, después de
que fue víctima junto con su familia de los excesos de las autoridades
gubernamentales, viajó una ocasión, ‘‘como en 1975’’, a Estados
Unidos: ‘‘nombre, si Nuestra Señora se quedó solo. Fíjese nomás,
pura gente ya maciza vive aquí. Estamos a dos fuegos, entre los buenos
y los malos, aunque ya no sabemos quienes son los buenos y quienes
los otros’’. Cruzó por Tijuana indocumentado para ponerse a trabajar
en los fields de California. En la actualidad, todos sus hijos —siete en
total— radican en aquel país, debido a que prefieren la vida de allá a
los graves riesgos de estar en estas tierras.
En El Chaco, ranchería cercana a la cabecera municipal de San
Ignacio, constantemente sufrían los acosos de Procuraduría General
de la República y del Ejército Mexicano. Y es que esa zona era
considerada por las autoridades como una en las que operaba Manuel
Salcido, El Cochiloco. De hecho sí había quienes sembraban amapola y
marihuana. El problema es que las autoridades, en su búsqueda,
‘‘agarraban parejo’’ (Cap. III). Miembros de la familia Guerrero
Mendoza en diferentes ocasiones fueron víctimas de esas acciones.
Ante la persistencia la familia emigró completa a la ciudad de Culiacán,
y algunos de los miembros, estuvieron largas temporadas en Estados
Unidos, incluyendo la mamá.
Tomás Zamudio nació en El Roble, municipio de Mazatlán, pero a
unos tres kilómetros de El Verde, Concordia. Entre 1976 y 1977 decidió
irse a Estados Unidos pues ‘‘ni en El Roble ni en El Verde había trabajo
limpio36 y lo que había era muy peligroso en esos tiempos. Y como a
36
Se refiere a trabajo que no tuviera que ver con el narcotráfico.

183
Arturo Lizárraga Hernández

mí me gustan los lujos y lo bueno, psss….. mejor me fui de aquí’’.


Viajó sin documentos, con unos ‘‘polleros’’. Una hermana suya, ya
radicada en Paramount, fue la que le ayudó costeando el viaje y el pago
a los polleros. Ahora Tomás es residente legal, pero aunque dice tener
la doble nacionalidad repite ‘‘yo soy mexicano. La verdad, yo quisiera
morirme en México’’.

Migración nacional

Los datos captados por la encuesta MMP hablan de lo siguiente: en lo


que respecta a Cosalá, del total de personas que viajaron por primera
vez fuera de su municipio de nacimiento, llegaron a la cabecera municipal
setenta personas provenientes de Durango, equivalentes al 45% del
total de personas que se trasladaron a un municipio diferente al que
nacieron. La explicación se encuentra en la violencia que se generaba
en la sierra de aquel estado con las acciones de la Operación Cóndor.
Y fue el propio Estado de Sinaloa el que captó la mayor parte de los
migrantes (75%) nacionales de este municipio. Ahora bien, del total
de migrantes dentro de Sinaloa es, otra vez, el municipio de Culiacán
el que captó la mayor parte, que es del 93.33%. Los otros se dirigieron
a Mazatlán (3.33%) y Elota (3.33%), municipio vecino. Otro estado
que captó parte importante de la migración nacional fue el de Baja
California con el 12.5%. Y un dato que llama la atención: el 5% de los
migrantes cosaltecos se dirigieron al Estado de Durango. Y lo hicieron
a los municipios de Otaes y Tamazula, que forman parte del llamado
triángulo de oro del narcotráfico.
Y aunque en proporciones diferentes al caso anterior, algo similar
sucede con el municipio de San Ignacio, cuyo Saldo Neto Migratorio
(SNM) fue verdaderamente alto (cuadro 29). En lo que respecta a la
migración captada por la encuesta MMP, la nacional es del 95.5% del
total y, de ésta, el 80.68% se dirigió a algún lugar dentro del propio

184
Nos llevó la ventolera...

Sinaloa. Y fueron los municipios de Mazatlán y Culiacán los que captaron


la mayor parte de los migrantes intra estatales, con el 38.70% y el
24.73 respectivamente. Los otros Estados a los que se dirigen los
sanignacenses son Baja California en un 4.54%.
En Concordia el ICP, fue de 1.30%, ritmo que denota, fuerte
emigración, lo que es constatado a través de los SNM del periodo (cuadro
29). En lo que respecta a la emigración captada por la MMP, durante el
primer decenio de este periodo, la emigración global se incrementó en
un 375% respecto al de 1960-1969. Respecto al total de la emigración,
nacional representa el 75.34%, el restante 24.66% fue de internacional
lo que significa que este tipo se incrementó notoriamente.
En lo que se refiere exclusivamente a la migración que se realiza al
interior del país, los que dejan El Verde, para ir a trabajar a otro
municipio diferente al de donde nacieron, lo hicieron en un 5.5% se
dirigen hacia el Estado de Baja California, lo que parece ser la ruta
hacia Estados Unidos. Y los que se quedan en el propio estado, que
son el 87.03%, se dirigen hacia el puerto de Mazatlán. El resto, a otros
lugares de México como son las ciudades de Guadalajara, norte de
Nayarit, DF y otros lugares.

Migración internacional

En Cosalá, la proporción de la migración internacional aumentó del


15% del periodo anterior, al 22% del decenio 1970-1980. Fueron dos
los Estados a los que se dirigieron los migrantes cosaltecos en Estados
Unidos, aunque la desproporción es mayúscula: el 97.8% se dirigió a
al Estado de California y el resto 2.2% al de Arizona. Y otra vez los
lugares hacia donde se dirigieron son, por orden de importancia, Los
Ángeles, con un 45%, Indio con un 7.5% y Deleno, con un 5%. El
resto de los lugares fueron, con un 2.5% Bakersfield, Cobina, Chaster,
Early Mar, Gardena, Guadalupe, La Puente, etc. (ver anexos). Esto

185
Arturo Lizárraga Hernández

último, nos parece, denota que, además de incrementarse la emigración


al extranjero, comenzaron a diversificarse los lugares de destino de los
sinaloenses, aunque eso sí, dentro del mismo estado.
Esta conjetura parece ser convalidada por los datos obtenidos para
el mismo periodo en el municipio de San Ignacio. De este municipio,
emigraron además de al estado de California en un 90.9%, hacia estados
ubicados más al norte de la Unión Americana, como son los estados de
Idaho y Nevada, con un 5% respectivamente. Y en efecto, los lugares
de destino se diversificaron aún dentro del Estado de California, pues
aparecen, además de Los Ángeles como principal destino de migrantes,
lugares como Santana (10%), Fresno (10%), y otros como Long Beach,
Pomona, Regur City, San Diego, Stockton, en menor proporción con
el 5% (Ver Anexos).
Lo mismo sucedió en el caso de El Verde, Concordia, que envió
migrantes a los estados de California en un 80% y a Colorado en un
20% como a Washington, en el 20% restante. Para esta localidad —el
Verde— en este periodo se consolidó Paramount como el lugar preferido
para llegar, puesto que ahí se dirigió el 43.75% de quienes se dirigieron
a California. El resto, a San Diego en un 25%, Los Ángeles en 12.5%,
y otros lugares como San Bernardino, San Valley, Indio, principalmente
con 6.25% cada uno (ver anexos),

La violencia que genera el narco

Por su naturaleza ilegal, el narcotráfico está ligado a la violencia. La


prensa local habla de enfrentamientos entre las bandas que se dedicaban
a ello y que pretenden el control desde el año 1929. ‘‘La policía
municipal, también por ese mismo tiempo, efectuó frecuentes razzias
de tahúres y fumadores de opio en el Casino Chino, ubicado en la calle
Hidalgo entre las avenidas Morelos y Rubí’’ (Olea, 1988:79). Veinte
años después, en la década de los cuarenta, se hizo visible el desprecio

186
Nos llevó la ventolera...

que se tiene por la vida en los pueblos serranos. Un periodista la


describió con una sola frase: ‘‘En Badiraguato la vida sólo vale cuatro
reales, que es lo que cuesta el cartucho para una pistola. El Campesino,
en muchas ocasiones, se encontró frente a un dilema en que tenía que
elegir: plata o plomo’’ (Olea, 1988: 85)
Luego, en 1950 se califica a Culiacán como ‘‘un nuevo Chicago,
con gángsters de huarache’’ y en Tierra Blanca se comenten asesinatos
al estilo de la mafia. En su gira por Badiraguato como candidato a
gobernador, Leopoldo Sánchez Celis promete acciones contra abigeos
y sembradores de adormidera. Según la anécdota, Leopoldo Sánchez
Celis dijo a los gomeros: ‘‘váyanse de Sinaloa, mátense fuera. Aquí
nomás trabajen’’. Ernesto Fonseca Carrillo hace su debut en las notas
policíacas en 1955; y son calificados como ‘‘peligrosos traficantes’’,
Fidel Carrillo Elenes, su hijo Fidel Carrillo Caro y Ernesto, quienes
son detenidos en México tras enfrentarse a balazos con la Policía Federal
de Narcóticos.
Hoy, la violencia se hace patente en todos los lugares de Sinaloa. En
la sierra, donde los asesinatos y ‘‘ajusticiamientos’’ son cotidianos; en
las ciudades, donde, inclusive, son asesinados funcionarios y ex
funcionarios en lugares públicos y a la vista de todos. Pero la violencia
no es originada sólo por el narcotráfico; también lo es por la cultura
regional. En todo caso, existe un círculo vicioso compuesto por la
cultura–violencia–narcotráfico–cultura…

A manera de conclusiones

En este capítulo hicimos hincapié en la importancia del narcotráfico


como actividad meramente económica. Así, observamos que en Sinaloa
el cultivo de estupefacientes ha existido desde principios de siglo, cuando
los inmigrantes chinos llegaron al estado y cultivaron, para su uso
personal, la amapola a cuyo producto (el opio) eran adictos. Sin

187
Arturo Lizárraga Hernández

embargo, esa actividad fue tolerada por las autoridades gubernamentales


en tanto no significaban amenaza alguna; también se observó que,
mientras no significó ingresos económicos, fue prácticamente
desapercibida por todos. Esa actividad fue en incremento cuando, según
testimonios de fuentes allegadas al gobierno, Estados Unidos solicitó
al gobierno mexicano incentivara el cultivo de hierba, hecho que
significó importante derrama económica durante años entre diversos
sectores de la población.
Fueron los habitantes de la sierra los que incorporaron a su propia
cultura el cultivo de la amapola y, después, el de la marihuana; tanto es
así tanto que se le mira como una actividad económica normal y que
provoca ingresos económicos más altos que los de cualquier otro
producto agrícola. Esta actividad ha vivido dos fases principales: una
de auge, comprendida entre 1940 y 1969 y que fue, inclusive, protegida
por autoridades del gobierno; otra en que fue combatida ferozmente,
siendo víctimas principales los habitantes de la sierra, fueran
sembradores o no de las drogas.
Dada su importancia económica, el narcotráfico provoca
movimientos de población: durante la época de su apogeo, la emigración
rural se vio disminuida en términos relativos; en cambio, cuando se le
combatió, la emigración de población volvió a repuntar. Ejemplo claro
de esto último es lo sucedido durante la Operación Cóndor.
En el incremento de la emigración, desempeñó un importante papel
la violencia utilizada contra los campesinos por parte de quienes estaban
a cargo de combatir el cultivo de amapola y marihuana. Los efectos de
la violencia institucional se manifestaron en los pueblos de las partes
altas de la sierra, donde inclusive decenas de rancherías quedaron
convertidas en pueblos fantasmas.
En otro sentido, en este capítulo se observó también que con la
implementación de actividades económicas supletorias que den empleo
a los habitantes, es posible revertir las tendencias a la expulsión de

188
Nos llevó la ventolera...

población y que pueden ser capaces de atraer población a las regiones


donde se implementan. Tal es el caso de Cosalá, donde, durante el
periodo, se llevó a cabo la construcción de una presa, misma que empleó
a cientos de personas. De esta manera no sólo se retuvo población,
sino que otro tanto llegó procedente de otras regiones del Estado; tal
hecho se manifestó en una alza en los Índices de Crecimiento de Población
de ese municipio.
Ahora bien, resulta claro que no es posible substraerse a las
condiciones internacionales. Durante este periodo, las políticas
norteamericanas influyeron para que, a pesar de todo, la población se
viera atraída por la demanda de fuerza de trabajo en Estados Unidos,
y que disminuyera la atracción de ella cuando, por causas diversas,
implementan políticas duras contra el empleo de trabajadores
extranjeros. Tal sucedió durante la Guerra de Corea, en que
contingentes se dirigieron a Estados Unidos. Y a propósito de la
emigración al extranjero, durante este periodo las comunidades dependientes
fueron confirmadas en lugares muy específicos del Estado de California.

189
Arturo Lizárraga Hernández

190
Nos llevó la ventolera...

V
Cultura, violencia social, migración

«Se habla de mucha valentía,


medio me caen gordos
y me pregunto interiormente:
¿Qué será de veras ese valor interior
que viene del hombre de bien,
o sólo es de los que hacen las cosas a mansalva?
Ya tendré oportunidad de comprobarlo»
(Nacaveva, Diario de un narcotraficante).

191
Arturo Lizárraga Hernández

192
Nos llevó la ventolera...

Migración rural y violencia

En julio de 1980 el Lic. Jorge de la Herrán, investigador de la


Universidad Autónoma de Sinaloa, decía: «los ranchos de la sierra se
están quedando solos, casas deshabitadas, ancianos, algunas mujeres
jóvenes, algunos niños, y pocos, muy pocos jóvenes en edad de trabajar’’
(De la Herrán, 1980: 77). Dieciocho años después, el 6 de enero de
1998, el general Gregorio Guerrero Caudillo, en declaración que ocupó
importantes espacios en la prensa de Mazatlán, Sinaloa, afirmaba: ‘‘la
sierra se está quedando sola, las familias huyen a los centros poblados’’
(periódico Noroeste, enero 6, 1998:6–B).
¿Las causas? Para el licenciado De la Herrán, la violencia ejercida
por el ejército dedicado a combatir la siembra, el tráfico y el consumo
de estupefacientes; para el general Guerrero Caudillo, la violencia
ejercida por las gavillas de narcotraficantes. Dos puntos de vista
diferentes, dos explicaciones diferentes. Una coincidencia, sin embargo:
la violencia en las zonas rurales es considerada como causa de emigración
rural.
Pero ¿de dónde nace ésta? ¿Sólo del ejército, como considera el
investigador universitario? ¿Sólo de los grupos de narcotraficantes,
como piensa el general Guerrero Caudillo? Nosotros consideramos
que, si bien es cierto que la violencia que ronda de manera permanente
por el estado está muy relacionada con el narcotráfico de estupefacientes
—de qienes se dedican a él y de quienes lo combaten—, en su origen
ocupa un lugar importante un sustrato cultural que enaltece los hechos
de violencia y a los personajes que la ejercen: en el medio rural de
Sinaloa los símbolos que la representan han sido internalizados por
individuos y grupos sociales.

193
Arturo Lizárraga Hernández

Violencia como elemento cultural

¿Cuáles son los rasgos de lo sinaloense? Son varios, sin duda, pero para
efectos de este apartado deseamos destacar uno de ellos, es el de la
violencia, pues a ella se le presenta como uno de los rasgos sobresalientes
de la identidad cultural. Dice el investigador Julio Bernal: ‘‘distingo a
Sinaloa como a un amigo que le gusta vestir jeans, usar camisas brillantes
y llamativas y botas de pieles exóticas. En ocasiones lleva sombrero
texano y nunca le faltan las estrafalarias joyas de oro: torzal, anillo y
esclava. El señor Sinaloa es todo un extrovertido, bebedor de cerveza,
ligeramente mal hablado y lanzador de piropos. Podría decirse que es
alegre y conquistador. Tiene fama de valiente, franco y, si puede, nunca
deja la pistola. Si va al centro de la República lueguito lo etiquetan de
violento’’ (Bernal, 1998:57). Y, para representar gráficamente el carácter
violento de los sinaloenses, el mismo Julio Bernal hizo una especie de
retrato hablado, incluyendo en él diferentes características, todas
relacionadas con la violencia de uno u otro tipo: ‘‘El señor Sinaloa ha
sido motivo de muchos análisis que buscan describir su personalidad,
pero siempre terminan calificándolo de bronco (...), donde caben varios
adjetivos: Machista, inculto, cobrador de honores y venganzas a balazos
(...) dicen que nunca deja la pistola y ya le han cargado varias muertes
y secuestros’’ (Bernal, 1998:57).
Si bien es cierto que en el origen de la violencia se entreveran
variadas causales —económicas, sociales, políticas—, la naturaleza
de la violencia en este Estado es, sin duda, también de índole cultural,
como se reconoce en los medios académicos. Según un ex rector de la
Universidad Autónoma de Sinaloa, ‘‘no dejan de tener razón quienes
aducen problemas culturales para aclararse el tema de la violencia’’
(Rocha, 1993: 60).

194
Nos llevó la ventolera...

La tradición selectiva en Sinaloa

En las zonas rurales del estado los mitos, las leyendas, los cuentos, las
canciones, en fin, la narrativa que se trasmite de boca a boca y de
padres a hijos tiene que ver con hechos violentos sucedidos en los
pueblos. Y, según Nery Córdova, uno de los primeros rasgos del ser
sinaloense que llama la atención por esos lugares es el que la existencia
humana sea concebida con base en esquemas y modelos elementales de
convivencia y sobrevivencia: de lo bueno a lo malo, de lo positivo a lo
negativo, del ‘‘si no estás conmigo estás contra mí’’, sobre un argumento
que permite y da cabida a protagonistas que lo mismo pueden ser
héroes verdaderos que criminales irredentos. Lo mismo se construyen
idolatrías de quienes estuvieron dispuestos al martirologio, que de
personajes que matan porque sí (Córdova, 1993).
Y uno se pregunta: ¿Por qué los pueblos eligen ciertos personajes (y
no otros) para colocarlos en lo más alto de su admiración y respeto,
con lo que los convierten en modelos a seguir? La respuesta es que los
grupos y sociedades locales seleccionan, de entre los hechos de su
historia, aquéllos que más se empatan con su propia personalidad;
luego, condensadas las características en un personaje (real o ficticio)
sirven de modelo conductual que se refuncionaliza en una espiral sin
fin, dando fuerza y sentido al conjunto de las acciones sociales que se
realizan.
Así, no es casualidad que los héroes que están presentes en el
imaginario de los sinaloenses, son aquéllos que de una manera u otra
vivieron o viven al margen de la ley. Aquí, los que viven al margen de
la legalidad son respetados, y más si sus bienes o parte de ellos son
dedicados a la beneficencia pública. Pueden robar, delinquir, violentar
la ley y los derechos de los demás, inclusive matar, pero si son generosos
con los suyos, entonces son ubicados en los pináculos de la admiración
y del respeto: son convertidos en modelos a seguir. Todavía más: son
elevados a la categoría de santos de su devoción.

195
Arturo Lizárraga Hernández

Heraclio Bernal.
Uno de esos personajes es Heraclio Bernal. Nacido pobre el siglo
pasado, en 1855, en el municipio de San Ignacio. Se empleó en una
mina de oro, de las que abundaban en la región, propiedad de
norteamericanos. Como muchos casos de héroes populares fue acusado
con falsedad de haber cometido un robo, según narra uno de sus
corridos:
La tragedia de Bernal
En Guadalupe empezó
Por unas barras de plata
Que dicen que se robó.

Castigado y perseguido injustamente por el Porfiriato, se hizo


justicia su propia mano contra sus acusadores. Luego, después de años
de bandolerismo y persecución el gobierno ofreció una recompensa,
tan alta que hizo que un compadre suyo, brazo derecho de andanzas, lo
traicionara en 1888: en lo que ahora es el municipio de Cosalá, después
de pegarle un tiro en la frente entregó su cuerpo al ejército para cobrar
la recompensa en oro que por él se ofrecía (Sinagawa, 1986):
Estado de Sinaloa
Gobierno de Culiacán
Ofrecen diez mil pesos
Por la vida de Bernal.
Después del asesinato nunca se supo más del compadre ni del oro.
A Heraclio Bernal todos lo recuerdan en el estado a través de las crónicas,
corridos e historia oral trasmitida de generación en generación.

Jesús Malverde.
Otro de los personajes admirados es Jesús Malverde. Por las evocaciones
que provoca en sectores de la población es, quizá, el más importante.
Malverde fue un bandido generoso, según se dice, que robaba a los

196
Nos llevó la ventolera...

ricos para repartir el botín entre los pobres. Fue ahorcado en 1909.
Con el tiempo, sus admiradores le construyeron una capilla que ahora
es de las que más limosnas recaban en el estado. Su imagen es
especialmente una elaboración cultural con gran simbolismo, como un
santo de la devoción popular. Es el culto público, notorio y explícito a
una tradición que une y fusiona al folclor, a la delincuencia y a la
violencia. Por tal, es como el santo patrono de los sinaloenses y de los
narcos, quienes le agradecen el feliz término de un ‘‘negocito’’. Abundan,
en su capilla, los retablos que dan cuenta de ello: ‘‘Gracias Malverde
por ayudarme a salir con bien’’; ‘‘Gracias Malverde, por haberme
permitido salir de la cárcel’’.
También, como a Heraclio Bernal, le han compuesto corridos que
exaltan su condición social de bandido:
Voy a cantarles la historia
De un hombre muy conocido
De nombre Jesús Malverde
Un generoso bandido.

Pero lo más curioso es que la población, en el paroxismo de su


admiración, lo haya convertido en santo de su devoción desde hace
varias décadas ‘‘por milagroso, porque hace favores’’:

Te doy mil gracias Jesús Malverde


Por el favor que me has concedido
Te lo agradezco sinceramente
Que eres el Ángel a quien le pido.

La fama de milagroso, que en su origen se circunscribía a la ciudad


de Culiacán, se extgendió hasta alcanzar todo el Estado de Sinaloa y,
ahora, entre los originarios del estado que viven en el suroeste de los
Estados Unidos. Los habitantes de la sierra lo han incorporado a su

197
Arturo Lizárraga Hernández

catálogo de símbolos. Usan gorras con su figura al frente o camisas


con su imagen en la espalda, y muchos de los mayores portan en el
pecho una especie de escapularios con su imagen para ser protegidos
por él. En el aniversario de la muerte del personaje, llegan camiones
llenos de sinaloenses del sur, en peregrinación a Culiacán, donde se
encuentra una de sus capillas, la más importante. Ahí acuden sus
seguidores a pedirle milagros y llevarle ofrendas por realizarlos.
Por supuesto que los migrantes de la entidad antes de emprender su
viaje al extranjero, van a visitarlo y a pedirle sus favores:

Me voy pa´l norte con la esperanza


que me concedas un día volver.
Te encargo mucho lo que aquí dejo
son a mis hijos y a mi mujer.

Pero son los estigmatizados, los marginados sociales de todo tipo


(vagabundos, prostitutas, rateros, viajeros de trampa, presidiarios y ex
presidiarios), sus principales seguidores, porque en él encontraron un
personaje que se parece a ellos, con características que no se hallan en
ningún personaje de las iconografías civil y religiosa.
Es sabido —porque los medios de comunicación se han encargado
de que así sea— que los narcotraficantes lo convirtieron en algo así
como su santo patrono: en los sembradíos de mariguana o amapola
tienen pequeñas capillas donde diariamente le rezan para que no los
sorprendan quienes combaten el narcotráfico. Incluso, antes de
emprender una aventura de negocios, hacen visitas a la capilla que se
encuentra en Culiacán; si regresan airosos, le llevan música, flores y
rezos de agradecimiento (Rivera, 1998); lo mismo sucede cuando han
salido de la prisión. Por eso compusieron y escuchan este otro corrido
dedicado al santo:

198
Nos llevó la ventolera...

Todo este tiempo que no venía


es porque estaba en la prisión
hoy he salido y te doy las gracias
Jesús Malverde mi gran señor.

Será porque la religión y, con ella, los valores de la cultura occidental,


poco penetraron en Sinaloa?; ¿tendrá razón, acaso, aquel que dijo,
medio en broma medio en serio, que en Sinaloa ‘‘la gente se mata
porque no sabe que es pecado’’?; el propio Malverde, ¿fue convertido
en santo para llenar algún vacío que no alcanza a cubrir la religión
oficial? El punto es que todos los héroes —o por lo menos la mayoría—
que están presentes en la imaginería popular, son aquéllos que, de una
manera u otra, estuvieron —o siguen estando— al margen de la ley.
Quizá porque el pueblo los construye o los reconstruye como parte de
sus rutinas de resistencia frente a los poderosos (Scott, 1990). Quizá,
acumulados por siglos, son sus sueños de venganza contra los que lo
explotan, lo que hace que ese pueblo se refleje en unos y no en otros de
los personajes. Porque todos son como el pueblo, porque el pueblo
quiere ser como ellos.

Del corrido y su variante, el narcocorrido

Íntimamente relacionado con la percepción de la realidad sobre


esquemas de violencia en esta región cultural, es el gusto musical. El
estruendo de los metales y la tambora, la voz chillona, aunque abierta y
desinhibida de los cantantes, levantan los ánimos en cualquier reunión
social. Y el corrido, no podía ignorar las fabulosas historias que
protagonizan los personajes que mataron o murieron en enfrentamientos
a balazos —o que están dispuestos a ello—. Por defender a los suyos:

199
Arturo Lizárraga Hernández

Catarino les gritaba


Agarrándose el sombrero
Al cabo no me hacen nada
Son puras balas de acero.

Por el amor de una mujer:


Por una mujer bonita
Me dicen que he de morir
Mentira no me hacen nada
Si ella se quiere venir.

Y en estos tiempos en que la industria de la droga se ha extendido


por todo el estado, escuchar narcocorridos forma parte de la cotidianidad
de los habitantes. Permanentemente se escucha en los aparatos de radio
de la sierra:
Por tierras de Sinaloa
Hay mil gallos afamados
Modesto Osuna y Gabino
Contra la ley se enfrentaron
Murió como gallo fino
Pedro Avilés emboscado
Rafael Caro Quintero
De La Noria muy mentado
Y Miguel Félix Gallardo
Por Culiacán respetado
El don Ernesto Fonseca
Un gallo muy jugado.

Y no solamente en ‘‘los gallos’’ son resaltados los méritos y


cualidades de valientes y entrones. Las mujeres también son reconocidas
como valerosas y dispuestas a matar y morir, dispuestas a todo. El

200
Nos llevó la ventolera...

corrido También las mujeres pueden refleja la participación femenina en


ese tipo de negocios donde se arriesga la vida:
En el restaurante Durango
De La Puente California
tres muchachas esperaban
procedentes de Colombia
ahí quedaron de verse
con las dos de Sinaloa
todas vestían de vaquero
y chamarra de vaqueta
también cargaban pistola.

A través de los narcocorridos, que se repiten en cualquier punto del


cuadrante de la radio, la población hace suyas las acciones de estos
personajes y aprende las palabras relacionadas con ellos. Porque los
compositores de estos corridos están al tanto de la producción de
sinónimos, metáforas y neologismos. Gomeros son los elaboradores y
traficantes de solfia, chutama, bola de chicle o goma de opio; moteros
son los comerciantes de la mota, hierba verde, hierba buena, hierba
mala, marihuana. La cocaína es coca sin cola, polvo, carga blanca, la
buena, la fina. El cuerno de chivo es la metralleta, el AK–47 o el M–16
que deciden los enfrentamientos a favor de uno o de otro bando; los
gatilleros son los encargados de hacer hablar esas máquinas de muerte.
En los últimos puestos del escalafón están los transportistas o los
vendedores de pequeñas cantidades: burros, mulas, poquiteros, puchadores.
Los espías o confidentes son soplones o dedos. Los que participan en el
narcotráfico tienen mayor respeto que los guachos o los hombres de verde,
los policías o los militares.
Y esa es la música que se escucha a todo volumen en las casas y en
las fiestas, incorporando o confirmando los términos en el habla de la
región. De esta manera, al formar parte de la cotidianeidad, los

201
Arturo Lizárraga Hernández

narcocorridos ayudan a moldear un tipo de comportamiento en la gente


que gusta de ellos, que los escucha: la predisponen para el actuar violento.
Porque las palabras, los conceptos no sólo sirven para designar a las
cosas o transmitir un pensamiento: también generan actitudes y
pasiones.

De los nuevos héroes

Con esos y otros antecedentes, a partir de los años sesenta en el estado


surgió un nuevo tipo de héroe popular, del que se hace también apología:
el narcotraficante. Todos los que admira el pueblo son aquéllos que,
habiendo tenido una niñez pobre, emergen de ella por puro esfuerzo y
valentìa en los enfrentamientos con sus enemigos. Curiosamente, quienes
admiran a este tipo de héroe, no registran sus agravios y asesinatos,
quedàndose sólo con el registro de sus proezas.
—‘‘Bueno, hay muchos de ellos que han ayudado al pueblo. Esa
gente ayuda. Caro Quintero hizo escuelas, puso alumbrado en algunos
pueblos. Hacía más que el gobierno. Ahí está también El Cochiloco, él
fue un verdadero benefactor. Entre ellos hay gente bien derecha’’, dice
un campesino de la localidad de San Juan, en el municipio de San
Ignacio37.
Dos de los personajes más queridos son Manuel Salcido (El Cochiloco)
y Rafael Caro Quintero. El Cochiloco fue uno de los narcos más poderosos
de Sinaloa y todo el noroeste de México. Dice la narrativa apologética
que, sin padre, fue criado junto con sus tres hermanos por su abuela
—quien ‘‘para mantenerlos ponía vendimia de antojitos los
domingos’’— y durante su infancia vivió en la miseria. De joven se
37
Por eso, en torno a ello, dice un autor, que ‘‘hasta ha sido más o menos común la
creencia de que los narcos, como individuos pertenecientes a las múltiples esferas del
tejido social (sectores campesinos, sectores urbanos medios y altos), no produjeron
tantos problemas a la sociedad sinaloense, hasta que el Estado mexicano determinó
combatir el narcotráfico mediante la Operación Cóndor’’ (Córdova, 1993:40).

202
Nos llevó la ventolera...

dedicó al comercio de todo tipo de mercancías y del que obtenía buenas


ganancias, las que se incrementaron cuando floreció el cultivo de yerbas
prohibidas. Dice la gente que en numerosas ocasiones, ya siendo
poderoso, él organizaba (¡y pagaba!) las fiestas de su pueblo, en las que
la gente comía y bebía como no podría hacerlo el resto del año: mandaba
limpiar de maleza una amplia zona y hasta allí llegaban los camiones de
cerveza, las cazuelas y cazuelas de comida y las dos o tres bandas de
música sinaloense, ‘‘de las más famosas’’. Y todos a gozarla con
protección armada de las policías judicial y municipal.
Dicen también, en contradicción con la común imagen de
sanguinario e implacable que es conocida— que Manuel Salcido era
un sentimental. Platicaba con los ancianos y con los amigos de la infancia
—a los que hacía cuantiosos regalos— y las lágrimas le brotaban cuando
le recordaban su niñez, sus juegos y el maltrato de alguno de sus tíos.
Lo mismo sucedía cuando escuchaba canciones que le trajeran otras
memorias tristes; si era Los sufrimientos la que le tocaban, toda la noche
de verdad lloraba por la ausencia de sus hermanos ya muertos.
Rafael Caro Quintero, por su parte, es admirado por su generosidad.
Construyó carreteras, introdujo agua potable a varios pueblos de la
sierra, realizó obras de beneficencia pública, ayudaba a los
menesterosos. Si en su afán por obtener cuantiosas ganancias en sus
negocios tenía qué matar, ‘‘gajes del oficio; él también corría los mismos
riesgos’’. Por supuesto que éste también tuvo una infancia infeliz, a
decir de sus seguidores.
Por eso el general Guerrero Caudillo, ex comandante de la III Región
Militar, dice que el problema del narcotráfico es una lucha muy difícil:
‘‘Hay contagio de una familia a otra, entre vecinos que ven al de al lado
progresar de un día para otro, luego se dan cuenta que es narco y
posteriormente se deciden a hacer lo mismo’’ (periódico Noroeste, enero
6, 1998: 6–B). Y es que, como dice un autor sinaloense, ‘‘la conducta
de la mayor parte de los sujetos inmiscuidos en la industria de la droga

203
Arturo Lizárraga Hernández

encajaba con el espíritu y el temperamento franco, abierto, extrovertido


de la población’’ (Córdova, 1993:40). Cuando a pregunta expresa del
reportero, ya que recientemente habían asesinado a un ex presidente
municipal de Cosalá, el general, dijo: ‘‘Es producto de la violencia, allá
son terribles con sus reglas no escritas, contra quien les hace algo malo,
les pone el dedo o contra quienes se meten con ellos, se rajan y cambian
de banderas. Esa violencia es terrible en la sierra, hay muchos muertos,
diariamente se encuentra gente amarrada y ajusticiada, pero mucha
gente se entera de todo; lo saben y se callan, para ellos no pasa nada’’
(Noroeste, enero 6, 1998: 6–B, cursivas nuestras). Así, lo grave asunto
del narcotráfico ha creado condiciones propicias para la reproducción
ampliada de la violencia en esta tierra.

La violencia internalizada

Al estar expuestos en la vida cotidiana a las diferentes formas de


violencia, mediante la socialización —primaria y secundaria—, los
sujetos sociales han hecho suyas esas formas de ser, las han
internalizado. Las pistolas, los cuernos de chivo, el uso en exceso de
joyería, las camionetas suburban, bronco o cheyene del año, el consumo
de güisqui en abundancia y la inhalación de cocaína —aunque sea del
quinto o sexto corte—, el uso de botas de pieles exóticas, las camisas
llamativas por sus colores y sus dibujos (‘‘cuernos de chivo’’, hojas de
mariguana, Malverde) y el escuchar los estéreos a todo volumen por las
calles, es lo normal entre los habitantes rurales de Sinaloa: es el contorno
simbólico en el que se desarrollan. Siempre han sido así, pero el
hecho ahora se ve reforzado por el éxito rápido y espectacular de los
que se dedican al tráfico de drogas. Los sinaloenses quieren ser o parecer
narcos, como Caro Quintero, Félix Gallardo, los Arellano Félix. Es lo
que se ha dado en llamar la narcocultura, misma que se ha generalizado
durante años y que abarca a todas las generaciones.

204
Nos llevó la ventolera...

La cultura de la violencia ha sido internalizada por los actores


sociales, decíamos, y así lo reconoce implícitamente el mismo general
Guerrero Caudillo ya citado, cuando se refiere a la ‘‘cultura de aceptación
social hacia los narcotraficantes, al grado de que incluso en muchas
partes de Sinaloa idolatran a las gentes que se dedican a esa actividad
ilícita’’38. El general señalaba en el periódico local, que ‘‘los niños en
las escuelas de la sierra poco interés le ponen a los estudios, porque
saben que para ser narco no se necesitan estudios, es una situación
preocupante, reconoce’’ quien fue comandante de la Tercera Región
Militar’’ (Noroeste, enero 6, 1998:6–B).

La violencia en Sinaloa

En términos generales, podemos decir que cualquier acto percibido


por los actores sociales que atenta contra la normalidad de lo existente
puede ser considerado como ejercicio de violencia. Cuando una
sociedad genera actos que atentan contra el orden establecido de personas
o cosas, es calificada como violenta. De acuerdo con ello la sociedad
sinaloense ha sido calificada por numerosos intelectuales como violenta.
Tanto por las acciones materiales que se llevan a cabo contra personas
y cosas, como por la generación de símbolos que las representan, que
las justifican y que las promueven. La presencia constante de la nota
roja, nos habla de la primera forma; la aparición y desarrollo de la
música que ensalza la muerte —o la disposición a ella— por parte de
ciertos personajes, son un ejemplo extremo de la segunda.
Las autoridades gubernamentales también lo reconocen así, pues
en el Plan Estatal de Desarrollo 1999–2004, como diagnóstico a este
38
En torno a ello, dice Nery Córdova, que ‘‘hasta ha sido más o menos común la creencia
de que los narcos, como individuos pertenecientes a las múltiples esferas del tejido
social (sectores campesinos, sectores urbanos medios y altos), no produjeron tantos
problemas a la sociedad sinaloense, hasta que el Estado mexicano determinó combatir el
narcotráfico mediante la Operación Cóndor’’ (Córdova, 1993:40).

205
Arturo Lizárraga Hernández

respecto dicen lo siguiente: ‘‘La incidencia delictiva en la entidad ha


ido en aumento durante los últimos años; esto ha generado un clima de
inseguridad que pone en riesgo la vida y el patrimonio de los sinaloenses.
Los promedios anuales de incidencia de delitos se han mantenido en
niveles preocupantes’’. Las cifras presentadas en ese diagnóstico de la
situación son reveladoras. Entre 1993 y 1998, reconocidos oficialmente
por las autoridades, se registraron 3,368 homicidios (Plan Estatal de
Desarrollo 1999–2004).
Pero esos rasgos que se describen como pertenecientes al sinaloense
en general, existen potenciados en los habitantes de los pueblos de la
sierra. No es casualidad que en frecuentes ocasiones, en muy frecuentes
ocasiones, se maten entre sí. En esos lugares el que no haya asesinatos
es una rareza, pues a diferencia de otros lugares del país, antes bien, es
noticia que en las fiestas tradicionales no los haya. En uno de los
periódicos regionales, a propósito del fin de la fiesta tradicional de la
cabecera municipal de Concordia, en enero de 1998, se resaltó: ‘‘Saldo
blanco durante las fiestas de Concordia, Sin. Las fiestas de
conmemoración al patrón de San Sebastián arrojaron un saldo blanco,
sólo se presentaron detenciones por riñas, aseguró el director de
Seguridad Pública Municipal José Trinidad Olvera (...)’’. Y agrega el
periódico: ‘‘Respecto al cuestionamiento sobre la forma en que
trabajaron (los cuerpos policíacos) para presentar un saldo blanco en
estas fiestas, respondió que el principal mérito fue la coordinación con
que trabajaron con la Policía Judicial y con elementos de la Policía
Federal de Caminos’’ Noroeste, enero 22, 1998:12–B). Dicho en otras
palabras: si los dejan solos, los habitantes se matan entre sí.
Por eso es que número de asesinatos es alto, principalmente en las
zonas rurales enclavadas en la sierra: En el año 1998 la tasa de homicidios
a nivel estatal fue de 23.2, por cada 100,000 habitantes, con lo que los
asesinatos ocuparon el sexto lugar como causal de muerte. En algunas
de las comunidades rurales —y principalmente en las serranas— la

206
Nos llevó la ventolera...

misma Tasa de Homicidios quintuplica a la media estatal como es el


caso de Badiraguato (en la región noreste de Sinaloa), municipio en el
que alcanza la cifra de 118 asesinatos al año por cada 100,000 habitantes;
debido a ello, ahí las agresiones físicas son la principal causa de muerte.
Ese mismo año, en Choix —también de la región noreste— la Tasa
de Homicidios alcanzó la cifra de 58 por cada 100,000 habitantes, con
lo que los asesinatos ocuparon el tercer lugar como motivo de muerte
frente a un total de 23 causales.
En lo que respecta a los municipios de esta investigación, las cifras
fueron igualmente elevadas: de 51 homicidios X000 en el municipio
de San Ignacio, 46 X000 en el de Cosalá y 28.7 X000 en el municipio
de Concordia. Es tan elevada la cifra, que los asesinatos ocuparon los
lugares segundo, tercero y cuarto respectivamente como causal de muerte
(cuadro 26).

Cuadro 26. Tasas de homicidio por municipio


1998–2000
Municipio 1998 1999 2000
39
Orden Número Tasa Orden Número Tasa Orden Número Tasa
Ahome: 8.0 37.0 10.5 11.0 28.0 7.8 12.0 17.0 4.7
El fuerte: 11.0 8.0 8.9 7.0 11.0 12.3 17.0 3.0 3.4
Choix: 2.0 22.0 58.3 3.0 16.0 42.0 7.0 4.0 10.4
Guasave: 7.0 39.0 15.2 7.0 30.0 11.8 8.0 18.0 7.2
Sinaloa: 5.0 29.0 33.1 3.0 29.0 33.4 7.0 10.0 11.6
Angostura: 7.0 6.0 13.6 8.0 5.0 11.5 16.0 2.0 4.7
Mocorito: 6.0 17.0 34.4 4.0 17.0 34.9 6.0 5.0 10.4
Salvador
Alvarado: 6.0 14.0 18.9 9.0 7.0 9.4 9.0 4.0 5.3
Culiacán: 5.0 202.0 27.5 5.0 181.0 24.2 5.0 97.0 12.8
Navolato: 5.0 34.0 27.1 5.0 28.0 22.7 5.0 20.0 16.5
Badiraguato 1.0 48.0 118.5 1.0 23.0 56.7 2.0 15.0 37.0
Cosalá: 4.0 8.0 46.0 2.0 11.0 63.6 2.0 8.0 46.5
Elota: 10.0 3.0 8.3 5.0 9.0 24.6 7.0 4.0 10.8
39
El número de orden se refiere al lugar que ocupan los homicidios como causal de suerte
respecto a un total de 23 causas.

207
Arturo Lizárraga Hernández

San Ignacio: 3.0 14.0 51.0 3.0 9.0 32.7 3.0 5.0 18.1
Mazatlán: 8.0 51.0 13.6 9.0 69.0 18.2 8.0 24.0 6.3
Concordia: 5.0 8.0 28.7 4.0 11.0 39.5 6.0 4.0 14.4
Rosario: 6.0 19.0 39.2 4.0 16.0 33.2 4.0 13.0 27.1
Escuinapa: 6.0 14.0 27.9 7.0 9.0 17.9 ND ND ND
Estado 6.0 573.0 23.2 6.0 509.0 20.5 6.0 253.0 10.1
Fuente: Secretaría de Salubridad y Asistencia, Sinaloa.

1980-1999: consolidación de la emigración por la violencia

Con frecuencia, la nota roja periodística destaca tales hechos. Por


ejemplo, el mes de febrero de 2001 la prensa nacional se estremeció
ante el asesinato de doce individuos, en la misma acción, en el poblado
El Limoncito de Alayá, en el municipio de Cosalá. Ahora, dice la prensa,
El Limoncito es un (otro)— pueblo fantasma. Y los casos similares
son más o menos frecuentes. El 10 de mayo de 2002, en Ajoya, cabecera
de sindicatura del municipio de San Ignacio, fueron masacrados, de la
misma manera, 11 campesinos. Y cierra la nota: Roberto Fajardo
‘‘dio a conocer que de esa comunidad, donde hace más de un año
había 800 pobladores y en el censo más reciente se determinó que sólo
quedaban 500, varios han ido a otras partes a vivir, por la inseguridad
que prevalece en esa parte de la serranía sinaloense, donde se han
registrado varios asesinatos en los últimos años. La gente se ha ido de
Ajoya, ubicada a 20 kilómetros al norte de la cabecera municipal, San
Ignacio, (pues) se han cometido crímenes, secuestros y asaltos en el
camino...’’ ( periódico Noroeste, 12 de Mayo de 2002, p. 12–B).
Esa violencia, que se ha vuelto cotidiana, provoca emigración, no
sólo individual sino familiar, como es de esperarse. Más aún: pueblos
enteros desaparecen por esta causa. En algunas ocasiones ha sido el
propio gobierno del estado es quien ha obligado a salir a familias enteras
de sus pueblos, pues corren el riesgo de que entre ella mismas se acaben
por acciones de venganza. Un ejemplo de ello es el de La Huaracha,
del municipio de San Ignacio, donde el gobierno del Estado tuvo qué

208
Nos llevó la ventolera...

intervenir desalojando a los habitantes ante la secuela de venganzas que


se perpetraban entre las familias Lafarga y Barraza, según cuenta Juan
Manuel Mendoza. Otro pueblo que está en la misma circunstancia es
El Lodazal, pueblo desplazado por el gobierno por ser víctimas
permanentes de la violencia de los gavilleros. Otras familias más
abandonan sus tierras ‘‘por propia voluntad’’, ante el temor o la amenaza
o la acción de los grupos gavilleros. Y es que frecuentemente los pueblos
son acosados por las gavillas: robos de muchachas, violaciones, robo
de bienes y asesinatos son una constante.
De esta manera los ejemplos de personas que prefieren dejar aquellos
lugares abundan. Uno de ellos nos lo pone Jorge Ernesto Arredondo40,
nacido en Cosalá. Jorge Ernesto tiene varios hijos en Estados Unidos:
de 18 (‘‘con la propietaria, más uno con otra mujer’’), 5 son los que
viven en aquel país. Y dice que prefiere que sus hijos se vayan al norte
a que se queden aquí pues corren mucho peligro por la violencia que
existe en el municipio porque ‘‘aquí, en Cosalá, existe mucho peligro.
Aunque anden derecho no falta algún amigo, algún pariente que ande
mal. Y porque es soplón o porque se cree que es soplón luego los
ajustician. Y lo peor es que agarran parejo los narcos, las deban o no
las deban; nomás porque van acompañando a alguien que les hizo una.
Yo les digo a mis hijos que no se vayan a meter para nada ni con nadie
que ande chueco, porque es muy peligroso. Pero pos está cabrón, ….
Mejor que se vayan para el otro lado’’.
Por todo lo anterior, entre los años 1980 y 1990 desapareció una
gran cantidad de localidades enclavadas en la sierra, pues familias enteras
se vieron obligadas a emigrar. En Cosalá, localidades que aparecen en
el censo de 1980 ya no aparecen en el de 1990. Son los casos de Agua
Caliente, que en 1980 tenía 310 habitantes; Agua Caliente de Ayala
con 107, La Llama con 515, Pueblo Nuevo con 61, El Rincón con 53,

40
Jorge Ernesto Arredondo, entrevistado en Cosalá el día 20 de mayo de 1999.

209
Arturo Lizárraga Hernández

y muchas otras de menor cantidad de pobladores (Censos de Población


y Vivienda, 1980 y 1990).
Lo mismo sucede en el municipio de San Ignacio, para el mismo
periodo. Son los casos de Agua Caliente de los Yuriar que en el año
1980 contaba con 151 habitantes, Candelero 42, Casa de Teja 45,
Gabriel Leyva Solano 264, Guaracha 152, Naranjito de Ixtitán 130
(Censos de Población y Vivienda, 1980 y 1990).
El municipio de Concordia no es diferente en este aspecto. De aquí
desaparecieron en el mismo periodo que los anteriores, La Amapa que
registraba 50 habitantes en 1980, Los Laureles con 47, La Unión con
35, El Zopilote con 55 y otras menores (Fuente: Censos de Población
y Vivienda, 1980 y 1990).
Y esto sólo por mencionar las localidades de mayor número de
pobladores de los tres municipios, pues si consideramos las más
pequeñas sumarían decenas de ellas. Los destinos principales son las
cabeceras de los propios municipios, hacia Mazatlán, Culiacán y Los
Mochis dentro del Estado, pero también tienen el extranjero es lugar
de destino.

La emigración al interior del país

El éxodo de habitantes de nuestros municipios es alto, tanto que los ICP


continuaron en el decenio 1980-1990 con signo negativo en dos de
ellos, como son Cosalá (–0.68%) y San Ignacio (–0.30%). Y si bien
Concordia presentó signos positivos en la misma década (1.03%), este
es bajo, menor que a la media estatal que fue del 1.8% (anexo 1).
Existe correspondencia entre los bajos ICP, que indican pérdida de
población, con los Saldos Netos Migratorios. Considerando los tres
municipios de estudio, nos damos cuenta que durante esta década la
pérdida de población mayor se presentó en los dos que presentan
mayores índices de violencia, como son Cosalá y San Ignacio (cuadro
27).
210
Nos llevó la ventolera...

Cuadro 27. Diferencia entre población proyectad


y real: 1980-1990

Municipio 1980Real1990Proyectada 1990Real Diferencia

Cosalá 18,184 27,040 16,975 –10,065


San Ignacio 24,825 35,207 24,085 –11,122
Concordia 23,742 34,490 26,314 –8,176
(Cálculos personales con datos obtenidos de los censos de población respectivos).

En lo que se refiere a la emigración captada por la encuesta MMP, se


observa que la practicada al interior del país va en disminución relativa
respecto a la que se practica al extranjero. En el municipio de Cosalá,
durante estos años la emigración nacional alcanzó el 73.80% del total
de los viajes, cifra menor a la del decenio anterior. Una característica
llama la atención, de manera especial: los viajes realizados al interior
de nuestro país, fue diferenciándose respecto a los lugares de destino,
ahora aparecen Durango y Chihuahua. No debemos olvidar que estos
dos, junto con Sinaloa, conforman el triángulo de oro del narcotráfico,
lo que puede explicar que haya un movimiento de personas en una
dirección y en otra. Por cierto, una gran cantidad de gente que llegó en
estos años a Cosalá —de la categoría ‘‘año en que viajó fuera de su
municipio por primera vez’’— vinieron del Estado de Durango. Ahora
bien, de los habitantes que dejaron este municipio, los que se fueron a
Culiacán representan el 31.50%, y el 4.62% que se fueron al de Mazatlán.
Otros lugares captores de migrantes son los ubicados en estados
más hacia el norte, Baja California y Sonora. Del total de los que se
fueron a Baja California, un 61.53% se van a Mexicali; y el resto se
distribuye entre Tijuana, San Quintín, La Paz y Cabo San Lucas. Los
que se van a Sonora suman el 3.17% del total de migrantes nacionales.
Los demás se fueron a Durango, principalmente a Tamazula y Otaes,
triángulo de oro del narcotráfico.

211
Arturo Lizárraga Hernández

Históricamente la emigración hacia Estados Unidos es menor en


San Ignacio que en Cosalá. En San Ignacio, la emigración nacional
ocupó el 83.39% frente a la internacional con el 16.61%, en El Verde,
la primera fue del orden del 72.72% mientras que la segunda del 27.73%,
más alta, inclusive, que la de Cosalá (Encuesta MMP). Sin embargo,
más allá de la diferencia en los montos, las tres localidades presentan
algunas tendencias similares. Para empezar, la emigración fuera del
estado es hacia los estados ubicados al norte del propio Sinaloa,
particularmente a Tijuana; de hecho, en esta ciudad ya se observa la
influencia cultural de los sinaloenses, puesto que por sus calles y centros
comerciales abundan la alimentación típica (chilorio, machaca,
aguachile) y se escucha la banda de música sinaloense.

El contexto internacional

A pesar de la disposición del gobierno de Estados Unidos por regular


el flujo indocumentado de los inmigrantes, y cuyo tratado que busca
regularlo ya no se firmó en 1962, los trabajadores indocumentados
continuaron fluyendo hacia aquel país. Lo que sucedió, en todo caso,
es que, comparativamente a los años anteriores, este tipo de migrantes
aumentó, puesto que no contaban con los requisitos de ingreso que
exigía la oficina de inmigración norteamericana.
Eso se debía, según algunos autores, a que ciertos sectores de la
economía norteamericana tendían a expandirse. Por ejemplo, la del
vestido, que en Los Ángeles, San Francisco y Oakland, se dio un intenso
proceso de reconversión desde mediados de la década de 1960. Si bien
‘‘muchas empresas líderes desaparecieron, (…) las que quedaron
entraron al esquema de subcontratación con establecimientos pequeños.
De este modo empezaron a multiplicarse los talleres, el trabajo a
domicilio y la mano de obra femenina de origen mexicano empezó a
copar ese ámbito del mercado de trabajo’’. Algo parecido sucedía en el

212
Nos llevó la ventolera...

sector servicios, como con los restaurantes y los hoteles, que se


convirtieron, según algunas Fuentes, en los terceros empleadores de
indocumentados mexicanos (Durand, 1998:46).

Migración internacional

En Cosalá, en este periodo de consolidación debido a la violencia, la


emigración que se practica al extranjero la cifra aumentó al 26.20%
del total de los viajes realizados fuera del municipio de nacimiento de
las personas y con respecto al decenio anterior. Una observación es
conveniente hacer: si bien sigue siendo California el estado que
predominantemente recibe (86.95%), ya no es el único, como unos
años atrás. Ahora viajan a otros estados ubicados más al norte de Estados
Unidos, como Idaho (7.24%), Washington DC (1.44%) e, inclusive, en
los del este de aquel país, como Carolina del Norte. A Phoenix, Arizona
se dirigió el 2.89%. El otro 1.44% lo representaron los estados de
Carolina del Norte y Colorado. Dentro del Estado de California, los
lugares de mayor incidencia son Los Ángeles 45.45%; Indio 17.35%;
Early Mar 6.61%. El resto, se distribuyó, sólo en este periodo, entre
Deleno, Norwalk y otros.
Los de San Ignacio tienen comportamiento similar, pues a California
se dirige el 85.18%, seguido por Idaho con un 5.55%, Arizona con
3.7% y otros estados como Illinois, Nevada y DC. La cifra similar a la
de El Verde, pues los migrantes internacionales de esta localidad se
dirigen a este estado en un orden del 88.88%, seguido por Texas con el
6.6% y Arizona y algún otro con el restante 4.4 por ciento.
Se diferencian en algo las tres localidades: Los de San Ignacio se
dirigieron hacia Los Ángeles en un 56.52%, mientras que los de El
Verde hacia ese mismo lugar en un 40%, seguido por Paramount en un
orden del 32.5%, lo que habla de la importancia de este destino, a
pesar de su tamaño comparado con Los Ángeles.

213
Arturo Lizárraga Hernández

A manera de conclusiones

En este capítulo se hizo hincapié en la migración de los habitantes de


las tres localidades de estudio como producto de la violencia que merodea
por todas las poblaciones rurales, especialmente de las serranas. Esa
violencia es ejercida tanto por las autoridades encargadas de combatir
el cultivo y distribución de estupefacientes, como por las gavillas de
narcotraficantes.
En lo que respecta a las gavillas, la gente participa en ellas porque se
les percibe como una forma de acceder a ganancias rápidas, pero también
porque en el medio rural existe como un sustrato cultural que impide
que sean vistas —las gavillas y sus acciones— como algo socialmente
indebido: el entorno simbólico en que cohabitan las personas, ha
provocado que las nuevas generaciones internalicen la violencia como
forma natural de vida. Así, cierta cantidad de gente se integra a ellas,
con todo lo que significa en la recreación de la violencia: por sus acciones
contra las autoridades responsables de combatir el narcotráfico, por
llevarlas a cabo contra quienes significan competencia en el negocio,
por ejercerlas contra pobladores que no se someten a sus designios, o
simple y sencillamente por venganzas contra quienes los ha delatado
—o sospechan que lo hicieron o lo pueden hacer—, las gavillas son
una amenaza permanente contra la población en general. Es tan elevada
su acción que, en los municipios donde se llevó a cabo esta investigación,
los asesinatos ocupan los primeros lugares como causal de muerte de
la población.
En ese ambiente social de asedio, persecución y muerte, los
habitantes —individuos y familias— de las localidades serranas que
se sienten amenazados en su integridad física —cualesquiera que sean
los motivos— prefieren abandonar sus comunidades. Y no sólo
individuos aislados o familias dejan los lugares, sino, inclusive,
comunidades enteras tienden a desaparecer, convirtiéndose en

214
Nos llevó la ventolera...

verdaderos pueblos fantasmas. Así, en los últimos años se consolidó la


emigración, tanto dentro del propio Sinaloa como hacia otros estados
de la República Mexicana, como hacia Estados Unidos.
Podemos decir que, hoy en día, la emigración sinaloense es una
constante en prácticamente todas las comunidades rurales, y que en
ella se ven involucrados todos los segmentos y grupos de la población.
En el capítulo que sigue se verá cuales son las principales características
que adquirió en estos últimos años.

215
Arturo Lizárraga Hernández

216
Nos llevó la ventolera...

VI
Características generales de la emigración
Miguel came from a small town in northern Mexico
He came north with his brother Louis to California three years ago
They crossed at the river levee when Louis was just sixteen
And found work together in the fields of the San Joaquin
They left their homes and family
Their father said ‘‘My sons one thing you will learn
For everything the north gives it exacts a price in return.’’

(Bruce Springsteen, Sinaloa cowboys, canción)

217
Arturo Lizárraga Hernández

218
Nos llevó la ventolera...

Introducción

En los capítulos anteriores destacamos las causas y algunas características


de las fases evolutivas de la emigración en el Estado de Sinaloa. Dijimos
que el inicio de los movimientos masivos de población fue en los años
treinta, que se incrementaron en los cuarenta y que tuvieron un descenso
relativo durante las décadas de los cincuenta y sesenta. Según la
periodización hipotética que hemos tratado de comprobar, a partir de
las acciones para el combate de la siembra y distribución de
estupefacientes durante los años setenta, la emigración —tanto nacional
como internacional— se incrementó en forma dramática para
consolidarse en las décadas de los ochenta y noventa. Durante estas
dos últimas décadas, se hizo claro que es una constante generalizada en
todos los grupos y segmentos de la población de las zonas serranas.
Y hay algunos indicadores de lo generalizada que es la emigración:
durante muchos años tuvo comportamientos ‘‘estables’’, tales como
crecimiento lineal, mayor participación femenina en la migración
nacional que en la internacional, muy alta participación masculina en
la internacional y casi exclusividad de los jefes de familia en este tipo.
A partir de los años setenta, en cambio, debido a que las condiciones
de vida y sobre todo a la falta de seguridad que pone en riesgo la
integridad física de todos los habitantes, el éxodo familiar se incrementó
de manera explosiva. Esto parece que indican los datos obtenidos por
la encuesta MMP.

La emigración por sexo

En efecto, la emigración se incrementó notoriamente en términos


generales según ya vimos, pero es la femenina la que ha tenido aumentos
más espectaculares; inclusive, la participación de la mujer en la migración
interna hasta supera a la masculina con porcentajes del 9.8 en el caso

219
Arturo Lizárraga Hernández

de Cosalá, 7.6 en el de San Ignacio y 1.6 en el de El Verde (gráficas 4,


5 y 6).

Gráfica 4. Cosalá:% de migrantes internos


según sexo, todos los periodos

45,10%
54,90%

Hombres Mujeres

Gráfica 5. San Ignacio: % de migrantes internos, según sexo

220
Nos llevó la ventolera...

Gráfica 6. El Verde: % de migrantes internos según sexo,


todos los periodos

Es de llamar la atención el hecho de la gran participación de la mujer


tanto en la migración interna como externa, puesto que en las primeras
décadas de nuestro estudio era prácticamente inexistente en estas
localidades: en Cosalá y en San Ignacio apareció hasta los años cuarenta
(anexos 6, 7 y 8; gráficas 7, 8 y 9).
120
100 Gráfica 7. Cosalá: evolución de la migración interna según
80 49,20% sexo, todos los periodos
Hombres
50,80%
60
40 Mujeres
20
Grafica No 7: Evolución de la
0
19 19Hombres
19 19 Mujeres
19 19 19 19
25- 30- 40- 50- 60- 70- 80- 90-
29 39 49 59 69 79 89 99
Periodos

221
Arturo Lizárraga Hernández

Gráfica 8. San Ignacio: evolución de la migración interna


según sexo, todos los periodos

Gráfica 9. El Verde: evolución de la migración interna según


sexo, todos los periodos

En lo que respecta a la migración internacional, de la misma manera


en los tres municipios la participación femenina presenta la firme

222
Nos llevó la ventolera...

tendencia a igualarse a la masculina (gráficas 10, 11 y 12): a partir de


los años setenta, mientras la participación masculina presentó una curva
tendiente a decrecer, la participación femenino fue marcadamente
ascendente (gráficas 10, 11 y 12).

Gráfica 10. Cosalá: evolución de la migración externa,


según sexo, todos los periodos

50 20
40
15
Absolutos.

30 Hombres Hombres
10 Gráfica 11. San Ignacio: evolución de la migración externa
20 Mujeres Mujeres
según sexo, todos los periodos
5
10
0 0
1940- 1950- 1960- 1970- 1980- 1990-
1 9 29

1 9 39
1 9 49
1 9 59
1 9 69

1 9 79
1 9 89
9
-9
-
-
-
-
-

-
-

49 59 69 79 89 99
20
30

40
50
60

70
80
90
19

Periodos.
Periodos.

223
Arturo Lizárraga Hernández

Gráfica 12. El Verde: evolución de la migración externa


según sexo, todos los periodos

En efecto, en la última década de nuestro estudio —la de los


noventa—, las diferencias en la partición es demasiado baja: la mayor
diferencia la encontramos en Cosalá la que es de 33.6%, pero en San
Ignacio es del 7.2%. Algo similar a lo que ocurre en Cósala, sucede en
El Verde, donde en la diferencia en la participación por sexo la masculina
supera a la femenina con 37% (gráficas 13, 14, 15); cifras inéditas en
otros lugares de la República Mexicana.41

Gráfica 13. Cosalá: % de migrantes según sexo, todos los


periodos

En el estudio comparativo que hacen Massey et al (1991), la cifra más alta alcanzada de
41

migración al extranjero es del 20%, para el caso de la comunidad de San Marcos.

224
Nos llevó la ventolera...

Gráfica 14. San Ignacio: % de migrantes al extranjero,


según sexo, todos los periodos

Gráfica 15. El Verde: % de migrantes al extranjero según


sexo, todos los periodos

31,50%
46,40%

53,60%
68,50%

Hombres MujeresMujeres
Hombres Las nuevas generaciones

El crecimiento natural de la población, las tierras flacas, la carencia de


fuentes de trabajo, la internalización de nuevos valores culturales, la
facilidad para la movilidad geográfica proporcionada por los medios
de transporte, la violencia generalizada, las redes sociales y la tradición
migratoria hacen que las nuevas generaciones sean las que emigren
ahora en mayor proporción que en las décadas anteriores. En Cosalá,
en el decenio 1990-1999 la proporción de migrantes según posición en
la familia fue de cada trece hijos por un jefe de familia, exactamente

225
Arturo Lizárraga Hernández

igual que en San Ignacio, lo que hace pensar que la emigración afecta
primordialmente a las nuevas generaciones. Esta proporción entre los
segmentos migrantes cambia en El Verde, pues ahí son siete hijos por
cada dos jefes de familia, lo que lleva a suponer que en este lugar la
emigración es más generalizada. Es decir: en los dos pueblos son
principalmente las nuevas generaciones las que propenden a emigrar,
en tanto que en El Verde —la localidad pequeña— el fenómeno afecta
de igual manera a los diferentes segmentos de la población.
La conjetura anterior —la emigración es más generalizada en El
Verde— puede ser convalidada por otro tipo de datos: en esta localidad
el promedio de edad en que emigran las personas es mayor que en dos
localidades mayores, pues mientras que en Cosalá y en San Ignacio
están emigrando a los vinticuatro y veintidos años en promedio, en El
Verde lo están haciendo a los veintiseis años en promedio, es decir,
emigran también los de mayor edad (cuadro 35).
Al analizar la participación de todos los miembros de la familia en
la migración, en cada uno de los periodos en que dividimos la emigración
claramente se observa un incremento a partir de la década de los setenta,
cuando en las primeras fases era exclusiva de los jefes de la familia; hoy
en día son los hijos y otros miembros de ella los que tienden a
predominar en las estadísticas, alcanzando hasta el 85.13% del total de
la migración a Estados Unidos en el caso de Cosalá, o 68.42% en el de
El Verde (cuadros 28, 29 y 30).

226
Nos llevó la ventolera...

Cuadro 28. Cosalá: migración a Estados Unidos según


posición en la familia, todos los periodos

Periodo Jefes % Esposas % Hijos % Otros %


1930-1949 2.0 100.0 0.0 0.0 0.0 0.0 0.0 0.0
1950-1969 4.0 26.7 0.0 0.0 11.0 73.3 0.0 0.0
1970-1989 27.0 26.7 6.0 5.9 66.0 65.3 2.0 2.0
1990-1999 7.0 9.2 4.0 5.4 63.0 85.1 2.0 2.7
FUENTE: Encuesta MMP

Cuadro 29. San Ignacio: migración a Estados Unidos según


Posición en la familia, todos los periodos
Periodo Jefes % Esposas % Hijos %
1930-1949 1 100 0 0 0 0
1950-1969 2 50 1 25 1 25
1970-1989 11 25 3 6.8 30 68.18
1990-1999 2 7.14 0 0 26 92.85
Fuente: Encuesta MMP

Cuadro 30. El Verde: migración a Estados Unidos según


posición en la familia todos los periodos
Jefes % Esposas % Hijos %
1950-1969 6.00 66.60 1.00 11.10 2.00 22.20
1970-1989 13.00 28.80 3.00 0.60 29.00 64.40
1990-1999 4.00 21.05 2.00 10.52 13.00 68.42
Fuente: Encuesta MMP

Algo que refuerza la idea de que en los años setenta la participación de


otros miembros de la familia fue en aumento, es que en esa década el
promedio de edad de los migrantes disminuyó de dieciocho años a
dieciseis en el municipio de Cosalá, y de veintiuno a diecisiete años en
el de San Ignacio (cuadro 31), mismos en los que la famosa Operación
Cóndor actuó más intensamente.

227
Arturo Lizárraga Hernández

Cuadro 31. Promedio de edad de los migrantes


al primer viaje

Periodo Cosalá San Ignacio El Verde


1940-1949 23 0 ND
1950-1959 18 30 18
1960-1969 18 21 18
1970-1979 16 17 19
1980-1989 22 21 21
1990-1999 24 22 26
Fuente: Encuesta MMP

Es tan intensa y tan extendida la emigración rural a partir de aquella


década que los rasgos principales ya quedaron marcados en los flujos
de los años posteriores, particularmente en los años noventa. A
continuación veremos algunas características de la emigración en los
años noventa.

Otras características de la migración en la actualidad

La decisión de emigrar o de no hacerlo es tomada, en última instancia,


por el individuo. A no ser que se le obligue por un poder superior, en
su intimidad el sujeto decide si permanece en su lugar de origen o sale
de ahí. Esa decisión final es tomada de acuerdo a sus experiencias
personales —mediatas e inmediatas— y a sus características
psicológicas.
Pero si bien es cierto que el individuo es el que toma la decisión, lo
hace en medio de las circunstancias en las que le tocó vivir y sobre las
cuales nada o muy poco puede hacer. Un primer elemento de las
circunstancias son los grupos de pertenencia, como la familia y la
comunidad en las que está inserto. Como sostiene la nueva economía de
la migración, en conjunto con la familia se tomará la decisión (insinuando,
sugiriendo, presionando, ordenando) de que emigre el individuo

228
Nos llevó la ventolera...

—solo o en compañía de otros miembros de la familia— para buscar


ingresos que permitan mejorar el poder adquisitivo o, inclusive, realizar
algunas inversiones productivas; esta decisión se tomará según los
niveles de ingreso, posesiones, niveles de educación y servicios con
que cuenten.
El individuo, la familia, la comunidad, están ubicados en un contexto
socioeconómico más amplio: la existencia de un mercado local o
regional, comunicaciones con el afuera, servicios públicos; este contexto
hace llevadera o difícil la existencia en el lugar (factores de expulsión). Lo
mismo sucede cuando existen elementos que amenazan la integridad
física de algún miembro de la familia o de toda ella, y que ésta no
puede o no quiere hacer algo para evitarlos: si pueden, los integrantes
de la familia o algunos de ellos abandonarán el lugar; si no por lo
menos lo anhelarán. Si se dispone de información sobre lugares en los
que existen posibilidades de mejora en los ingresos o de superar las
condiciones de vida en general (factores de atracción), la ‘‘propensión’’ a
emigrar será mayor.
Pero existen otros elementos que influyen en la toma de la decisión
final. La cultura local es uno de ellos. Las condiciones materiales de
vida pueden ser muy adversas, pero si existe un gran apego a la tierra
culturalmente determinado, el sujeto preferirá permanecer ahí. Pase lo
que pase él y su familia se las arreglarán desarrollando estrategias de
sobrevivencia. Aunque lo contrario también puede suceder: se puede
contar con buenas tierras, buena posición económica y reconocimiento
social, pero si se piensa que ‘‘la vida está en otra parte’’, … pues está
en otra parte. Y esto es solamente un ejemplo.
Entre todos los factores se establece un juego o un sistema de fuerzas
centrípetas y centrífugas que ‘‘jalonean’’ la voluntad del individuo hacia
una u otra dirección.
Pero existe otro grupo de factores producto y productores de la
emigración. Esos factores no existirían sin la migración, pero ésta no

229
Arturo Lizárraga Hernández

alcanzaría las magnitudes que alcanza de no ser por esos factores.


Digamos que su función es fomentar la migración entre los actores
sociales y darle fluidez a sus acciones. Un factor es de índole cultural,
el otro es de índole social. El primero es lo que se ha nombrado tradición
migratoria, el segundo se denomina redes sociales. Ambos se constituyen
a través de los años. La primera alienta la migración, la segunda la
sostiene y la facilita.

La tradición migratoria o cuando la vida está en otra parte

La tradición migratoria es creada y fomentada en los lugares de origen


por los migrantes que regresan: mediante la socialización de sus
experiencias practicadas en su ir y venir, provocan fascinación entre
los que no conocen ‘‘el otro lado’’. Y provocan la fascinación por su
forma de hablar, por la presunción de su bonanza —real o ficticia—, por
la narración de sus aventuras —por supuesto nunca hablan de la
desgracia que pasaron— y la forma de vida diferente, llena de confort,
que dicen llevar en el extranjero. También provocan fascinación por
las marcas simbólicas que portan sobre su propio cuerpo —como los
tatuajes— y por la ropa que visten, diferente de la típica de la región,
tanto en calidad como en estilo. Lo mismo sucede por las palabras y
frases que sueltan al aire los migrantes en inglés…o en spanglish: la
troca, el market, el ‘‘me compré una baica’’, el ‘‘jau ar you’’...
Existen espacios sociales donde se realizan esas socializaciones. La
familia, los grupos de amigos, los encuentros en la plaza pública. Las
fiestas tradicionales, son el escenario ideal para ello. Cuando éstas se
celebran, en una gran cantidad de localidades del Estado de Sinaloa es
común ver por las calles de los pueblos camionetas con placas de Estados
Unidos y a sus ocupantes vistiendo a las usanzas de Estados Unidos
(cap. II). Son los migrantes que vinieron ex profeso a la celebración de la
fiesta principal del pueblo, misma que está dedicada a la fundación del

230
Nos llevó la ventolera...

ejido o al santo patrono. Ellos, consciente o inconscientemente,


transmiten nuevos significados culturales a los jóvenes; los muchachos
por su parte, que son buenos receptores, una vez que han internalizado
los significados diferentes, ponen sus motivaciones fuera de la localidad:
empiezan a identificarse empáticamente con ‘‘el allá’’. Ya inoculado en
ellos el virus de la partida, difícilmente pueden resistir la monotonía
del pueblo: en el otro lado hay movies, markets, dólares, mujeres con
otra idiosincrasia, confort, oportunidades de educación y de trabajo;
aquí, en las localidades de Sinaloa, sólo hay monotonía y pobreza.
Salvo por los asesinatos y su amenaza permanente, los jóvenes pueden
decir que ‘‘en este pueblo nunca pasa nada’’.
Por eso ir al extranjero —por lo menos en una ocasión—,
proporciona estatus en la jerarquía social de la comunidad. Entre las
mujeres, los jóvenes migrantes tendrán ‘‘más pegue’’; de hecho los que
recién regresaron de Estados Unidos son las estrellas de las fiestas.
También por esta razón —además de las causas ya vistas— en
localidades de Sinaloa todos los varones esperan cumplir los diecisiete
o doeciocho años para irse a Estados Unidos. Si ya dejada la adolescencia
no realizan el viaje, se enfrentarán al desprecio o ‘‘ninguneo’’ de las
chicas y estarán expuestos a las burlas y sátiras de los jóvenes que ya
tienen esa experiencia. Hasta se puede decir que, entre ellos, es un rito
de tránsito para entrar a la edad adulta. No sólo eso, también se puede
afirmar que es una necesidad impuesta a los individuos social y
culturalmente. Está tan internalizada la posibilidad de vivir al menos
una temporada en el otro lado que todos los integrantes de las nuevas
generaciones tienen, entre sus expectativas de vida, realizar por lo menos
un viaje al extranjero. Así, además de ‘‘juntar unos dólares’’ para sí
mismos y para la familia, lograrán reconocimiento social como
individuos en la comunidad.
El origen de la tradición migratoria en las localidades de este estudio
se encuentra, quizá, cuando los primeros soldados colonizaron lo que

231
Arturo Lizárraga Hernández

ahora es el suroeste de Estados Unidos (cap. III); sin embargo, ante la


dificultad de hacer un seguimiento histórico desde entonces —además
de la inutilidad para los fines de esta investigación— situamos
convencionalmente su origen en los años treinta y cuarenta, cuando se
dio el éxodo por la falta de trabajo debido al declive de la minería, y
por el factor de atracción que ejerció la demanda de mano de obra
provocada por la Segunda Guerra Mundial.
Muchos casos de emigración se presentaron desde los años treinta,
los cuales casi siempre regresaron a sus localidades en uno u otro
momento de su vida. Una vez iniciada la tradición por los primeros
migrantes de retorno, se desarrolló tanto que, en la actualidad, está tan
arraigada que prácticamente es imposible encontrar algún sujeto que
no tenga en su mente —como recuerdo o como proyecto— un viaje al
extranjero.

Relación entre antigüedad y magnitud de la migración

Existe una relación entre antigüedad de la emigración (y, por lo tanto,


tradición) y la magnitud de ésta en la actualidad. En Cosalá, como
hemos visto, la emigración se inició hace más tiempo que en las otras
dos localidades. Si nos remitimos a las historias de vida, la más antigua
encontrada en este municipio es el de la familia Cháidez, que emigró a
Estados Unidos en 1923. Y en efecto, en Cosalá encontramos mayores
índices migratorios: el 48% del total de las familias encuestadas tiene
por lo menos un miembro que ha hecho un viaje a trabajar al otro lado
de la línea (gráfica 16).

232
Nos llevó la ventolera...

Gráfica 16. Cosalá % de familias con al menos un miembro


con experiencia migratoria

En San Ignacio la historia de vida de alguna persona que viajó a Estados


Unidos fue posterior a la encontrada en Cosalá, fue localizada en los
años treinta y es el caso de la familia Vivanco Fonseca. Así, en San
Ignacio la migración afecta a menor número de familias que en el
primer municipio, pues es apenas el 28.6% de ellas las que cuentan
28,60%
con por lo menos un miembro con experiencia migratoria (gráfica
48% 17).
52% Gráfica 17. San Ignacio: % de familias
71,40% con al menos un migrante

Migrantes:
Migrantes: NoNo
Migrantes:
migrantes:

233
Arturo Lizárraga Hernández

En cuanto a esta relación entre antigüedad y magnitud de la emigración


llama la atención el caso de El Verde, pues no parece haber una correlación
directa entre una y otra variables. Ahí, el caso más antiguo localizado
mediante entrevistas fue en los años cuarenta (se trata de don Florentino
Peraza), pero la cifra que refiere la extensión de la migración es más
elevada que en San Ignacio y casi tan alta como la de Cosalá, municipios
en los que es mucho más antigua: en El Verde afecta al 44% de las
familias (gráfica 18). Tales características en la magnitud migratoria
por localidad (en primer lugar Cosalá, en segundo El Verde y en tercero
San Ignacio) se repiten al revisar los casos de migrantes de quince
años: en Cosalá el 18.36% ha estado por lo menos una vez en Estados
Unidos, en San Ignacio es el 9.83%, y en El Verde 14.6% los que han
realizado su rito de tránsito.

Gráfica 18. El Verde: % de familias


con al menos un migrante

En lo que respecta exclusivamente a los jefes de familia, en Cosalá el


20% de ellos ha estado por lo menos una vez en Estados Unidos; en
San Ignacio el 10.66% y en El Verde el 23%.
¿Por qué en El Verde pese a que el origen de la emigración está más
cercana a nuestros días, ésta es más intensa que en San Ignacio y de
más rápido crecimiento que en Cosalá? Puede haber una explicación

234
Nos llevó la ventolera...

en las actividades económicas: en El Verde, están menos diversificadas


que en los otros dos municipios, por lo que sus habitantes dependen de
las actividades agropecuarias —mismas que están sujetas a recursos
naturales limitados—; al ser así, las posibilidades de empleo se ven
estancadas o, inclusive, disminuidas por la utilización de nuevas técnicas
que desplazan mano de obra. Pero tal explicación, si bien pertinente,
puede ser limitada pues asigna todo el peso a la estructura económica.
Habría qué pensar en la cohesión social, que es más fuerte en El
Verde que en las otras dos localidades, por ser de menor tamaño y
porque las relaciones de parentesco y de amistad son más cercanas. Es
decir: El Verde es una comunidad más pequeña que las otras (apenas la
tercera parte de San Ignacio), por lo que las relaciones familiares deben
ser más tradicionales y sólidas; al ser así, cualquier acción que realicen
cualesquiera de los miembros, afecta a mayor cantidad de personas,
proporcionalmente hablando. Tratándose de la emigración, basta que a
alguno de los miembros de la comunidad le vaya bien en el extranjero
para que tal hecho sea compartido por todos los demás. En ese sentido,
los postulados de la nueva economía de la migración parecen aplicarse con
claridad aquí: las decisiones de migrar no son practicadas exclusivamente
por los actores individuales, sino que las personas actúan dentro de
unidades familiares o comunales para aumentar al máximo el ingreso,
minimizar los riesgos y aumentar el estatus dentro de una jerarquía
social (Stark 1991; Taylor 1986, 1987). De esta manera, si bien
pudiésemos aceptar que la escasez de fuentes de trabajo es el elemento
material que propicia la emigración, la cohesión comunal pone a
disposición de los individuos un enorme capital social que les facilita la
partida del pueblo.

235
Arturo Lizárraga Hernández

Organización social de la emigración

Para realizar los viajes, a los migrantes potenciales no les es suficiente


con tener capital económico para los gastos del traslado y cruce de la
frontera. Es conveniente —y hasta necesario— que cuenten con lo
que algunos han llamado capital social, entendido este como ‘‘la suma de
recursos, reales o virtuales, que incrementa un individuo o un grupo
en virtud de poseer una red duradera de relaciones más o menos
institucionalizadas de conocimiento y reconocimiento mutuo’’ (Bordieu
y Wacquant, 1992: 119).
Las redes sociales son parte importante del capital social. En el contexto
de la migración las redes son juegos de lazos interpersonales que
relacionan a trabajadores migratorios, ex migrantes, migrantes
potenciales y no migrantes en los lugares de origen y de destino, a
través de lazos de parentesco, amistad y comunidades de origen
compartidas.
Las redes sociales desempeñan un papel fundamental en el proceso.
Sin ellas el éxodo de las personas se haría más difícil. No es lo mismo
salir solo del pueblo, llevando consigo únicamente el deseo de aventura
o superación pero sin alguien que lo aliente en el camino y en el punto
de llegada, que hacerlo invitado por alguien y sabedor de que, sin lugar
a dudas, por allá se contará con el apoyo económico y moral de quienes
ya están establecidos en caso de que haya dificultades. Y siempre hay
alguien del propio pueblo, quien se presta con gusto para ello.
El migrante sinaloense, hoy por hoy, invariablemente se apoya en
alguien más. Para la salida de su pueblo puede requerir apoyo de los
integrantes de su familia, quienes se solidarizan con él para costear los
gastos de su viaje; durante el traslado recibirá asesoría de quienes ya
tienen la experiencia del ‘‘cruce’’, máxime cuando se carece de
documentos legales para ello; si el cruce se realiza indocumentado son
los ya establecidos los que se encargan de contratar al ‘‘pollero’’ (previo

236
Nos llevó la ventolera...

pago del 50% de la suma acordada) e indicarle específicamente cuál


será el lugar en el que lo ‘‘entreguen’’. Ya ingresado al país, los familiares
o amigos le brindarán hospedaje mientras consigue trabajo, le
proporcionarán alimentos y hasta ayuda para gastos menores mientras
lo consigue. Inclusive el trabajo lo logra también con la ayuda de sus
conocidos (Durand (1988:41). Los apoyos pueden provenir de
parientes, amigos, vecinos, compadres. A propósito de los compadres,
no es casualidad que, cuando se lleva a cabo una boda o un bautismo
en el pueblo, los padrinos generalmente sean los que ya viven ‘‘en el
allá’’. El padrino, mediante esa acción reforzará su sentido de
pertenencia a la comunidad; en reciprocidad, cuando ahijados y
compadres decidan salir del pueblo él les brindará su ayuda. ‘‘Mi casa
es su casa, compadre’’.
Una vez establecidos en el lugar de llegada, a su vez esos nuevos
migrantes están obligados moralmente a prestar ayuda a los que llegarán
después, de manera tal que las acciones siguen una espiral de ayuda y
solidaridad que no termina nunca: ‘‘el nuevo migrante, tendrá la
obligación —no siempre explícita—, de brindar el apoyo y la
solidaridad a aquellos que en el futuro decidan seguir los mismos pasos.
Con ello pagará los favores recibidos, con lo que amplía la red y estrecha
su tejido; de esta manera, los nuevos, ya no corren los riesgos que
tuvieron los primeros viajeros’’ (Massey, Durand, González y Alarcón,
1991:171).
Estas redes sociales desempeñan otra función dentro de los lugares de
origen, que es el apoyo moral para las personas —familiares, amigos,
novias— que se quedan en espera del retorno. Todos ellos utilizan los
lazos para enviar —o recibir— mensajes o bienes materiales de quienes
se fueron, lo que les permite hacer pasadera la situación de tener un
ser querido lejos, en un lugar lejano (Massey, Durand, González y
Alarcón, 1991:171). La llamada telefónica les ayuda, el telegrama les
ayuda, la carta les ayuda, pero si reciben en la mano un regalo que les

237
Arturo Lizárraga Hernández

envió su esposo, padre o hermano a través de un recién llegado del


otro lado, la interacción es mucho más intensa, se siente más cercana.
Es diferente el contenido simbólico.
Las redes sociales también permiten mantener relaciones permanentes
entre quienes han salido y los que permanecen en sus lugares de origen:
facilitan el intercambio de favores, saludos e información. A propósito,
se puede aceptar que en Sinaloa, como en otros lugares, desempeñan la
función de mantener informados a los migrantes potenciales de las
posibilidades de empleo en otro lugar: todos los migrantes potenciales
de las distintas comunidades que entrevistamos, confesaron que sólo
esperaban una llamada de algún pariente para ‘‘dejarse ir a la frontera’’,
o esperaban que al pueblo llegara gente del otro lado al pueblo para irse
con ellos y trabajar. En Sinaloa se puede decir lo que dice Jorge Durand
para Guadalajara: ‘‘no es extraño que un obrero de Guadalajara sepa,
en cualquier momento, cómo andan las ‘chambas’ en Los Ángeles o lo
manden llamar de urgencia sus parientes que viven en Chicago para
algún trabajo. (…) La opción de irse a trabajar al otro lado en un
momento u otro, va a depender de múltiples factores, pero no del
desconocimiento de oportunidades de allá o la imposibilidad de cruzar
la frontera’’ (Durand, 1988:2).
En los casos que nos ocupan, la función es claramente ilustrativa de
lo que se dice sobre ellas. Los casos de los migrantes establecidos en
Estados Unidos que entrevistamos, quizá no hubiesen tenido el mismo
destino. Son, por lo menos, los casos de la familia Cháidez, de Jorge
Guillermo Urrea, de Blanca Olivia Corrales, de Cosalá; la familia
Vivanco, los Valdez Manjarrez ,de San Ignacio; los Lizárraga, de El
Verde. Todos ellos, cuando se fueron, lo hicieron apoyados por parientes
que ya estaban establecidos en algún punto del circuito migratorio: en
Tijuana o en Mexicali, Baja California del lado mexicano; en Los
Ángeles, en Paramount o en La Puente, California, ya en Estados Unidos.
Pero ellos mismos, a su vez, son multiplicadores de las redes. Y las
han multiplicado tanto y es tanta su influencia en el proceso migratorio,

238
Nos llevó la ventolera...

que en el decenio pasado —,1990-1999, el 100% de los migrantes de


las tres localidades de estudio dijeron que para realizar sus viajes y
establecerse se apoyaron en algún familiar o en un paisano. Tanto así se
han extendido las redes en el tiempo y en el espacio físico. En las
localidades de Sinaloa, hoy por hoy, su tejido es sumamente denso, de
manera tal que es prácticamente imposible encontrar una persona que
no tenga por lo menos, un hijo, un hermano, un primo, amigo o pariente
residiendo en un lugar de Estados Unidos.
Y hay personajes que desempeñan roles muy marcados; son como
un punto en el que converge el conjunto de las relaciones entre los
integrantes de las redes sociales: ellos las refuerzan; sin ellos tenderían a
deshilvanarse. Un caso típico lo encontramos, en Estados Unidos, entre
los originarios de El Verde, Concordia. Se trata de don Rogelio Lizárraga
Delgado, quien viajó por primera vez a EU en 1959. Se estableció en
Torrance y ahora es un próspero ciudadano, con hijos nacidos en aquel
lugar. El siempre está informado de quiénes desean ir a la Unión
Americana. Inclusive, se pone de acuerdo con ellos o sus parientes
para ir a recogerlos en algún lugar previamente acordado y llevarlos a
salvo con sus familiares. Dice don Rogelio que él ayuda a sus paisanos
‘‘porque cuando emigró, recibió un gran apoyo de otro personaje
—El Tarrangas—, que vivía en Tijuana’’ y contaba con contactos en
las principales ciudades del valle de Los Ángeles. La lista de los emigrantes
—permanentes y de retorno— de los años más recientes a los que
don Rogelio ha ayudado hacen una lista muy larga, tanto que si
incluyéramos las historias de vida de todos los que han recibido favores
de él —directa e indirectamente— desde los años sesenta,
prácticamente ningún migrante quedaría fuera.
Cerca de la cabecera municipal de San Ignacio, como a quince
kilómetros, existe un pueblo famoso en la región, San Javier, por ser
semillero de migrantes a Estados Unidos. Entre los que nacieron ahí y
que ahora viven en California está Beatriz Lafarga y dos de sus hermanas.

239
Arturo Lizárraga Hernández

Beatriz es presidenta del Club de San Javier en Los Ángeles, Cal., filial
de la Fraternidad de Sinaloenses en California. Ella y su marido son muy
queridos en el pueblo, entre otras cosas porque cuando algún paisano
quiere cruzar la frontera política le ayudan a hacerlo y le proporcionan
la información que requiera para emplearse en Estados Unidos.
Ahora bien, las redes sociales están ubicadas en puntos geográficos
específicos; se inician en Sinaloa y se integran en las meras entrañas de
Estados Unidos. Estos puntos conforman una suerte de puntos
intermedios y lugares de destino que es relativamente fácil localizar, y
que conforman claramente un corredor migratorio que tiende a ampliarse
cada día.

Corredor migratorio/circuito migratorio

La emigración nacional y la internacional están íntimamente


relacionadas. Al menos eso se puede deducir de los lugares a los que se
dirigen los sinaloenses. Parece ser que, durante años, construyeron
una ruta que une diferentes puntos a lo largo de todo el noroeste de
México, en los cuales se encuentra gente nacida o descendiente de este
estado; parece, también, que tal ruta fue construida para facilitar la
llegada de los sinaloenses a Estados Unidos.
Dentro del Estado de Sinaloa los lugares más importantes de llegada
de los originarios de las comunidades rurales serranas son Mazatlán,
Culiacán y Los Mochis; de estas ciudades la red se abre hacia los valles
agrícolas del propio estado. Continúa su ruta hasta cruzar la división
política estatal con el Estado de Sonora, se establece en las principales
ciudades de esa entidad —Hermosillo, Cd. Obregón— y en sus valles
agrícolas. La ruta continúa hasta el Estado de Baja California, en donde
las ciudades de Tijuana y Mexicali, destacan por ser receptoras. De
ahí, se extiende hasta el otro lado de la frontera (gráficas 19, 20, 21).

240
No. de viajes.
Número de viajes.
Cu

0
20
40
60
80
100
120
140
160
ca lia
bo
san Ma cán

0
50
100
150
200
250
á
luc zatl
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Ta los n ajara
Gu ma mo
ad Mzaula chis
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Lo lajar zanil
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Lugares.
cd, Si pal
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Lugares
o. reg
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Ot Ot o. J.ua
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Ot Otroin. aloa
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z,D do
go s .
.

241
Nos llevó la ventolera...

Gráfica 19. Cosalá, lugares destino, migración interna

Gráfica 20. San Ignacio: lugares destino migración interna


Arturo Lizárraga Hernández

Gráfica 21. El Verde: lugares destino migración interna

Un ejemplo de este tipo de conexiones es el caso de Crisóstomo


Guerrero Manjarrez. Crisóstomo nació en la cabecera municipal de
San Ignacio, pero dejó el lugar en el año 1932 para irse a trabajar en la
zona minera del mismo municipio —en la sindicatura de Ajoya—.
Cuando se acabó el trabajo porque las explotaciones mineras ya estaban
en declive, se fue a trabajar en el campo de Elota, municipio colindante
con el de San Ignacio. De ahí, porque no ganaba lo que él quería, se
fue en 1938 a trabajar a la ciudad de Culiacán, en la ‘‘obra’’ (como
albañil). Aprendió el oficio, lo que le valió para conseguir trabajo en
Navojoa, Son., en el mismo 1938. Unos pocos años después, en 1954,
se fue a Cd. Obregón, luego a Hermosillo ,trabajando en la
construcción. En el año 1976, puesto que tenía parientes en Some
Town, Cal., se fue a ese lugar, para emplearse en los fields. Ahí duró
ocho años, hasta 1984, cuando invitado por otros parientes, también
de San Ignacio, buscó emplearse en Valle Imperial, Cal., otra vez en el
trabajo agrícola. Ahí estuvo trabajando hasta el año 1992, cuando se
fue a Compton, Cal., para trabajar en los fields. En 1996, por
recomendación médica —por su edad— logró ser pensionado del
gobierno norteamericano. Ahora vive en La Puente, Cal., en una casa

242
Nos llevó la ventolera...

albergue, haciéndose compañía de otros parientes y amigos también


originarios de San Ignacio.
El principal Estado al que se dirigen en el otro país es California,
Estado al que se dirigió el 89.79% del total de los primeros viajes al
Estados Unidos realizados por los cosaltecos en todos los periodos; el
87.65% del total de los de San Ignacio, y el 85.88% de los viajeros
nacidos en El Verde (Cuadro No. 32).

Cuadro 32. estados destino en el extranjero

Todos los periodos


Estado Cosalá San Ignacio El Verde
%. %. %
Arizona 2.55 2.47 3.52
California 89.79 87.65 85.88
Carolina Norte 0.50 0.00 0.00
Colorado 0.50 0.00 2.35
D.C. 0.50 4.90 0.00
Idaho 5.10 4.90 0.00
Nevada 0.50 2.46 0.00
Illinois 0.00 1.23 0.00
Texas 0.00 0.00 3.52
Wapato 0.00 0.00 1.17
Desconocido 0.00 0.00 3.52
Fuente: Encuesta: MMP

Tan altos porcentajes del total de viajes hacia California como lugar de
destino, no es ninguna casualidad: se debe a que históricamente ese ha
sido el destino ‘‘natural’’ por a la relación que ha existido desde siempre
entre Sinaloa y aquel estado (cap. III). Otra causa está en las vías de
comunicación. Los puertos de Mazatlán, Altata y Topolobampo, Sin.,
siempre han recibido barcos que vienen de San Francisco, Cal., y allá
llegan algunos de los que salen de los puertos sinaloenses. Inclusive,
algunos miembros de la familia paterna de quien esto escribe, en los
años treinta llegaron a California utilizando ese medio de transporte.

243
Arturo Lizárraga Hernández

La línea del Ferrocarril Pacífico de México, SA de CV —antes


Subpacífico de México— construida entre los años 1881 y 1907, y la
Carretera Internacional durante la década de los cuarenta, luego de
cruzar todo lo largo de Sinaloa, conducen al estado norteamericano de
California. Y esos medios transportan no sólo mercancías sino que
facilitan la movilización geográfica de las personas. Pero si bien los
factores anteriores (vías de transporte) son importantes, otro lo es el
que, una vez establecidos los primeros migrantes en diferentes lugares
de California, posteriormente todos los que viajan se dirigen ahí pues
saben que contarán con el apoyo de aquellos paisanos.
Pero, según parecen indicar los datos, una vez establecidas las
comunidades dependientes en una ciudad o estado, los migrantes las utilizan
como ‘‘bases’’ para buscar nuevos horizontes. En los casos de nuestro
estudio, los estados de destino se están diversificando, si bien lentamente:
en la actualidad encontramos sinaloenses en Arizona, Colorado, Texas,
Nevada, Idaho, Carolina del Norte, Illinois, Washington (cuadro 49),
con lo que las redes migratorias están viviendo una gran expansión.
Ahora bien, dentro del Estado de California existen lugares muy
localizados a donde llegan los migrantes de cada una de las localidades.
Por ejemplo, los de Cosalá se dirigen predominantemente hacia Los
Ángeles, Early Mar y Bakersfield. Los migrantes de San Ignacio se
dirigen en primer término hacia Los Ángeles, San Francisco y Stockton.
El caso que llama más la atención es el de El Verde, pues sus migrantes
se van principalmente a Paramount en una incidencia mayor, inclusive,
que a Los Ángeles. Al respecto los mismos verdeños dicen, medio en
broma medio en serio, que ‘‘hay más gente de El Verde en Paramount
que en el propio El Verde’’ (gráficas 22, 23 y 24).

244
Nos llevó la ventolera...

Gráfica 22. Cosalá: lugares de destino en California

Grafica 23. San Ignacio: lugares de destino en California


Lugar
Lugar de de destino.
Destino: San Ignacio

40 50
Porcentaje.

30 40
Porcentaje.

20 30
10
20
0
10
0
na
Pa .A .
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De

No
ke

Lugares.
Ba

Lugares.

245
Arturo Lizárraga Hernández

Gráfica 24. El Verde: lugares de destino en California

Y en esa concentración de los migrantes en lugares específicos, hay


otro elemento de interés que ha llamado la atención de los investigadores
del tema. Este elemento es el que ahí se reproducen las tradiciones y
costumbres de las propias comunidades. Por esa razón se les ha llamado
comunidades dependientes (Massey, Durand, González y Alarcón, 1991).
Son una suerte de clonaciones de las comunidades de origen de los
migrantes. Desempeñan una función de suma importancia en el proceso
migratorio, pues a ellas es a donde se dirigen las personas para mitigar
los riesgos y los efectos shock que conlleva el viajar a lugares en los que
se habla una lengua extraña y se tienen costumbres diferentes. De no
ser por su existencia una gran cantidad de los migrantes o desistirían
de realizar el viaje o, al menos, una vez realizado se verían presionados
emocionalmente para regresar a sus comunidades de origen.
El caso de Paramount, para los migrantes de El Verde, es el ejemplo
más claro de esta función social a la que nos referimos. En este suburbio
los verdeños intercambian bienes materiales y simbólicos de la tierra
natal, información, solidaridad y se establecen relaciones de parentesco
y de compadrazgo, tal como antes de que emigraran. Es común que se
visiten entre sí los fines de semana, las fechas de cumpleaños y sobre la

246
Nos llevó la ventolera...

situación familiar. Además, en Paramount se organizan para conmemorar


a Santa Cecilia —patrona del pueblo— o el 5 de mayo, cuando se
realiza la fiesta más importante de El Verde.
Ese sentido de pertenencia que proporcionan las comunidades
dependientes es importante para el que emigra, máxime cuando cruza la
frontera sin los documentos legales para ello, como es el caso de los
nacidos en Sinaloa.

Características de los viajes

Porque en su inmensa mayoría, los sinaloenses llegan a Estados Unidos


sin los documentos legales para ello. Siempre ha sido así. De hecho,
aun en los periodos en que se firmaron los programas braceros entre
México y el país vecino debido a la escasez de mano de obra que
padecía su industria y campos agrícolas. Solamente en las décadas de
los treinta (un caso en Cosalá) y cincuenta en las tres localidades hubo
migrantes contratados como braceros, aunque la proporción de éstos,
respecto a los que cruzaron indocumentados, haya sido muy baja: un
caso en Cosalá, un en San Ignacio y dos en Concordia, y se trata de
personas que fueron contratadas para irse a los campos de California
en el marco de la Guerra de Corea. Migrantes con la Green Card
encontramos en los tres últimos decenios en las tres localidades, siendo
el municipio de San Ignacio el que alcanzó la cifra más alta de todos los
periodos: 27.3% durante la década de los setenta (anexos 12, 13 Y
14; gráficas 26, 27 y 28).

247
Arturo Lizárraga Hernández

Gráfica 26. Cosalá: situación legal al primer cruce

Gráfica 27. San Ignacio:situación legal según


primer cruce a EU

248
Nos llevó la ventolera...

Gráfica 29. El Verde: situación legal según primer


cruce a EU

Ocupación de los migrantes


120
100 Los migrantes sinaloenses a Estados Unidos tienden históricamente a
Contratado
80 ocuparse, en proporción, cada vez menos en las actividades
Porcentaje.

Sin documentos
60 agropecuarias que en las propias de la ciudad, como obreros o
40 empleados.Turista
Ello se debe quizá a que, dado su carácter indocumentado,
20 es más fácilGreen Card
su contratación clandestina y temporal, muy sujeta a las
veleidades de los patrones: del 100% de los migrantes cosaltecos que se
0
ocupaban en los fields en la década de los treinta, disminuyeron hasta el
1950- 1960- 1970- 1980- 1990-
59 69 79 89
25%
99
en la década de los noventa. El mismo fenómeno sucede, aunque
más notorio, en los otros casos, pues en San Ignacio en la década de los
Periodos treinta los de migrantes se ocuparon en su totalidad en actividades
agropecuarias; en cambio, en la década de los noventa sólo fue el 3.57%;
los verdeños, por su parte, que en la década de los cincuenta se
emplearon en actividades agropecuarias en un 44.44%, en la década de
los noventa ya no lo hicieron en ellas: no se encontró un solo caso
captado por la encuesta (cuadros 33, 34 y 35).

249
Arturo Lizárraga Hernández

Cuadro 33. Cosalá: ocupación de los migrantes EUA, todos


los periodos

Ocupación 1930-1949 %1950-1969 %1970-1989 %1990-1999 %


Fuera de la fuerza
laboral 0.0 0.0 0.0 0.0 3.0 3.8 18.0 3.0
Pensionado 0.0 0.0 0.0 0.0 0.0 0.0 0.0 0.0
Turista 0.0 0.0 0.0 0.0 0.0 0.0 0.0 0.0
Actividades
agropecuarias 2.0100.0 9.0 60.0 38.0 48.1 25.0 2.0
Elaboración de
alimentos 0.0 0.0 0.0 0.0 4.0 5.1 0.0 0.0
Trabajadores fabriles 0.0 0.0 1.0 6.6 0.0 0.0 2.0 2.5
Construcción 0.0 0.0 2.0 13.3 2.0 2.5 1.0 1.5
Otros Obreros 0.0 0.0 0.0 0.0 15.0 19.0 15.0 19.0
Alimentos y bebidas 0.0 0.0 0.0 0.0 0.0 0.0 0.0 0.0
Conductores
maquinaria 0.0 0.0 0.0 0.0 2.0 2.5 0.0 0.0
Otros conductores 0.0 0.0 1.0 6.6 2.0 2.5 1.0 1.5
Comerciantes 0.0 0.0 0.0 0.0 0.0 0.0 0.0 0.0
Meseros 0.0 0.0 0.0 0.0 0.0 0.0 1.0 1.5
Conserjes 0.0 0.0 0.0 0.0 0.0 0.0 0.0 0.0
Desconocido 0.0 0.0 0.0 0.0 5.0 6.3 1.0 1.5
Otros 0.0 0.0 2.0 13.3 8.0 10.2 14.0 17.5
Total 2.0 0.0 15.0 100.0 79.0 100.0 78.0 100.0
Fuente: Encuesta MMP.

250
Nos llevó la ventolera...

Cuadro 34. San Ignacio: ocupación de los migrantes EUA


primer viaje, por periodo

Ocupación 1930-1949 %1950-1969 %1970-1989 %1990-1999 %


Fuera de la
fuerza laboral 0.0 0.0 2.0 33.3 16.0 32.7 2.0 7.2
Pensionado 0.0 0.0 0.0 0.0 0.0 0.0 0.0 0.0
Actividades
agropecuarias 1.0 50.0 2.0 33.3 6.0 12.3 1.0 3.6
Elaboración
Alimentos 0.0 0.0 0.0 0.0 2.0 4.1 2.0 7.2
Artesano 0.0 0.0 0.0 0.0 11.0 22.5 8.0 28.6
Construcción 0.0 0.0 0.0 0.0 2.0 4.1 1.0 3.6
Ayudantes
alimentos 0.0 0.0 0.0 0.0 0.0 0.0 1.0 3.6
Otros ayudantes
peones 0.0 0.0 0.0 0.0 1.0 2.0 0.0 0.0
Comerciantes 0.0 0.0 0.0 0.0 0.0 0.0 0.0 0.0
Meseros 0.0 0.0 0.0 0.0 0.0 0.0 0.0 0.0
Conserjes 0.0 0.0 0.0 0.0 1.0 2.0 4.0 14.3
Desconocido 0.0 0.0 0.0 0.0 3.0 6.1 2.0 7.2
Otros 1.0 0.0 2.0 33.3 7.0 14.3 7.0 25.0
20
No. de casos.

15 Total: 2.0 100.0 6.0 100.0 49.0 100.0 28.0 100.0


10 Fuente: Encuesta MMP
5 1930-49
0 1950-69
Gráfica 31. San Ignacio: ocupación de los migrantes
Fuera de la

Artesanos

Ayudantes

Comerciantes

Conserjes

Otros
Actividades

1970-89
1990-99
en EU según primer viaje

Ocupación.

251
Arturo Lizárraga Hernández

Cuadro 35. El Verde: ocupación de los migrantes USA,


primer viaje por periodo

Ocupación 1950-1969 % 1970-1989 %1990-1999 %


Fuera de la fuerza de trabajo 0.0 0.0 6.0 13.3 8.0 42.1
Pensionado 0.0 0.0 0.0 0.0 1.0 5.3
Actividades agropecuarias 4.0 44.4 6.0 13.3 0.0 0.0
Elaboración de alimentos 0.0 0.0 4.0 8.9 0.0 0.0
Artesanos 0.0 0.0 9.0 20.0 1.0 5.3
Comerciantes 0.0 0.0 1.0 2.2 0.0 0.0
Meseros 0.0 0.0 2.0 4.4 0.0 0.0
Conserjes 0.0 0.0 4.0 8.9 1.0 5.3
Desconocido 0.0 0.0 1.0 2.2 1.0 5.3
Otros 5.0 55.6 12.0 26.7 7.0 36.9
Total 9.0 100.0 45.0 100.0 19.0 100.0
Fuente: Encuesta MMP

De cualquier manera, como todos lo migrantes de México, los de


Sinaloa siguen ocupando las posiciones más bajas de las jerarquías
ocupacionales en áreas urbanas, tal y como sostiene la teoría del mercado
de trabajo segmentado. Ello a pesar de que los sinaloenses emigran una
vez que han logrado cierta preparación escolar.

La emigración por grado escolar

Existen algunos periodos en la vida de los sinaloenses que los hacen


propensos para emigrar. Además de la edad, parece que los jóvenes se
deciden una vez que han terminado alguno de los ciclos escolares. Los
mayores números de emigrantes los encontramos una vez que han
terminado los seis años de estudios primarios: 25.35% en Cosalá, 25.93%
en San Ignacio y 55% en El Verde. Inmediatamente después de este
grupo están las personas que han terminado los estudios de secundaria,
con el 19.71% de los migrantes de Cosalá, el 25.93% de los de San
Ignacio y el 10% de los migrantes de El Verde (cuadro 36).

252
Nos llevó la ventolera...

Pero llaman la atención los casos de Cosalá y San Ignacio, ya que


altos porcentajes de los migrantes —23.94% y 22.23%
respectivamente— tienen estudios de preparatoria (cuadro 36). Dicho
al paso, esto significa un problema para las sociedades locales, ya que
es una pérdida de población los grupos que tienen mejor preparación
para desempeñarse en diversas labores, y no sólo en las agropecuarias.
En contrario, es un ahorro para la sociedad receptora en salud, educación
y alimentos de la fuerza de trabajo que allá se ocupa; unque sea en los
segmentos más bajos de las jerarquías laborales.

Cuadro 36. años de estudio de migrantes al primer viaje,


1980-1999

No. de casos por municipio


No. de años Cosalá % San Ignacio % El Verde %
0 0.0 0.0 0.0 0.0 2.0 10.0
2 2.0 2.8 1.0 3.7 0.0 0.0
3 3.0 4.2 0.0 0.0 1.0 5.0
4 2.0 2.8 0.0 0.0 0.0 0.0
5 0.0 0.0 0.0 0.0 1.0 5.0
6 18.0 25.3 7.0 25.9 11.0 55.0
7 8.0 11.3 0.0 0.0 1.0 5.0
8 1.0 1.4 1.0 3.7 1.0 5.0
9 14.0 19.7 7.0 25.9 2.0 10.0
10 2.0 2.8 0.0 0.0 0.0 0.0
11 2.0 2.8 0.0 0.0 0.0 0.0
12 17.0 23.9 6.0 22.2 0.0 0.0
13 1.0 1.4 2.0 7.4 0.0 0.0
14 0.0 0.0 0.0 0.0 0.0 0.0
15 0.0 0.0 0.0 0.0 0.0 0.0
16 0.0 0.0 0.0 0.0 0.0 0.0
17 1.0 1.4 3.0 11.1 1.0 5.0
Total: 71 100 27 100 20 100
Fuente: Encuesta MMP

253
Arturo Lizárraga Hernández

Impacto socioeconómico

Desgraciadamente para Sinaloa, la emigración significa grandes pérdidas


en recursos humanos. El talento de los que se van sólo es aprovechado
por la sociedad que los recibe. Una forma de recuperar lo perdido por
las sociedades locales vía el ingreso a la economía regional de los migra
dólares. Un ex presidente municipal de Cosalá decía, en entrevista,
que más del 60% de los ingresos económicos municipales vienen de la
migración a Estados Unidos, y el resto del narcotráfico y las actividades
agropecuarias.
En San Ignacio, fuera de la inversión en vivienda, a decir del director
de Promoción Económica, Social y Cultural del Ayuntamiento, no
existen otros beneficios. Pero es el caso exclusivo de esta cabecera
municipal, puesto que la emigración es muy baja si hacemos la
comparación con las otras localidades estudiadas. En El Verde los
migrantes, además de invertir en la adquisición y mejoramiento de
casas habitación, sostienen económicamente a los familiares que no
pueden o no quieren ir a Estados Unidos, además de realizar algunas
inversiones en actividades agropecuarias, según dice el señor Clemente
Lizárraga, ex migrante y líder de la comunidad.
Pero si las localidades reciben beneficios de la migración, a cambio
sufren la transformación de sus elementos culturales y la introducción
de otros nuevos, traídos desde la cultura anglosajona por los migrantes.
Estamos en la posmodernidad.

A manera de conclusiones

Gracias a la información obtenida de la encuesta del Mexican Migration


Project aplicada entre diciembre del año 1998 y febrero de 1999,
pudimos observar algunas de las características de la migración actual,
tanto por las formas que adquiere como por los segmentos de población

254
Nos llevó la ventolera...

que participan en ella. Dichas características fueron adquiridas,


primordialmente, cuando se masificó el éxodo debido a las distintas
formas de violencia en las zonas serranas (cap. V y VI), según se puede
coludir de los años en que se presentaron los incrementos más
notables:los setenta.
Así pudimos observar que el éxodo de población es tan amplio que
abarca todos los segmentos sociales. Un primer ejemplo de ello lo
tuvimos en la participación de la mujer de Sinaloa en los viajes al
extranjero, tan alta que casi iguala la de los hombres del estado, algo
inédito en otros lugares de la República Mexicana. Un segundo ejemplo
lo tenemos en el hecho de que, durante aquellos años la migración se
hizo extensiva a los miembros del núcleo familiar en altos porcentajes;
ello, a su vez, trajo como consecuencia la disminución en el promedio
de edad de los migrantes, específicamente en Cosalá y San Ignacio.
Si bien es cierto que los sinaloenses de las primeras épocas
emigraban a Estados Unidos contratados legalmente (braceros), ahora
en la mayoría de los casos encontrados cruzan sin documentos la línea
fronteriza. Y puede llamar la atención un hecho: los sinaloenses se
dirigen, en más del 90%, hacia el Estado de California, a diferencia de
originarios de otros estados del país. Sin embargo, esto no es ninguna
rareza, ya que el corredor migratorio de los originarios de Sinaloa se ha
construido históricamente a lo largo del noroeste del país teniendo
como destino el suroeste de Estados Unidos. En efecto, según pudimos
observar, los lugares a los que se dirigen los sinaloenses en su propio
país son Culiacán y Los Mochis, Sin.; Cd. Obregón y Hermosillo,
Son.; y Tijuana y Mexicali, BC.
Ahora bien, en términos generales podemos afirmar que existe una
regularidad en cuanto a la relación entre antigüedad y magnitud de la
migración para Cosalá y San Ignacio: a mayor antigüedad mayor
magnitud. Sin embargo en el caso de El Verde existe una diferencia, ya
que en esta localidad la antigüedad del fenómeno en cuestión es menor,

255
Arturo Lizárraga Hernández

pero la migración es más intensa proporcionalmente hablando. La


explicación de tal diferencia está en que esa localidad se encuentra más
cohesionada socialmente, por lo que la acción de un actor social —un
migrante, en este caso— afecta a mayor número de integrantes de la
comunidad. Este hecho parece confirmar la tesis de la nueva economía
de la migración, en el sentido de que la decisión no es tomada sólo por el
individuo, sino que lo hace considerando al grupo social de pertenencia.
A propósito de que los migrantes se dirigen específicamente a un
lugar en el que reproducen las tradiciones de sus pueblos, es claro que
los de la entidad lo hacen al valle de Los Ángeles, donde establecen sus
comunidades dependientes. Una vez afianzadas estas comunidades, son
utilizadas por los migrantes como ‘‘bases’’ para buscar nuevos horizontes
en lugares cada vez más lejanos. Ello se obser va a partir de la
diversificación de los estados de la Unión Americana que componen
los circuitos migratorios de Sinaloa, si bien la cantidad de casos encontrados
se presenta en bajas cantidades.
También se pudo observar, en las estadísticas de este capítulo, que
una tendencia generalizada es que los grupos de migrantes son los que
están mejor preparados en cuanto a años de estudio, lo que significa
pérdidas de recursos para las sociedades locales. Sin embargo, un
beneficio obtienen los municipios, el de la incorporación al mercado
regional de los migradólares que envían los de la diáspora sinaloense.

256
Nos llevó la ventolera...

VII
Migración y cultura: caben dos patrias
en el mismo corazón
Para quien dice que soy un malinchista
Y que traiciono mi bandera y mi nación
Para que rompa con mi canto la frontera
Les voy a abrir de par en par mi corazón.
(Mis dos patrias, canción de Los Tigres del Norte).

257
Arturo Lizárraga Hernández

258
Nos llevó la ventolera...

Debido a la influencia en el orbe (cada vez más contundente) de los


mass media, y a las condiciones que facilitan la ida y vuelta de humanos,
bienes materiales y simbólicos, los rasgos culturales específicos de las
regiones socioculturales se hacen cada vez más difíciles de asir. Vivimos
hoy día en un mundo confuso, un mundo de economías y significados
culturales cruzados o intersectados. ‘‘Ya nada es como antes’’ en el
estudio de la cultura, se podría decir, pues están desapareciendo las
fronteras establecidas entre lo rural y lo urbano, entre el centro y la
periferia, entre los Estado-nación.
La aldea global es, cada vez más, una realidad. Sin entrar en discusión
sobre la paternidad del concepto ni sobre las causas que provocan el
fenómeno, con fines de establecer un código de entendimiento
consideremos las palabras de Richard Adams. Cuando dice, refiriéndose
a este fenómeno, que ‘‘la globalización refiere la condición en la cual la
información y el impacto de los sucesos que ocurren en alguna parte
del mundo se comunican rápidamente a muchos otros puntos saltando
fronteras nacionales y barreras ambientales’’ (Adams, 1994:104).
¿A qué se debe el proceso de globalización? Se debe a dos causas
fundamentales: al movimiento de información y al movimiento de
personas (Morán Q., 1997:27). Son la comunicación satelital y las
modernas vías y medios de comunicación los que así lo promueven,
pues prácticamente en todas las sociedades locales son cada vez más
frecuentes la presencia de la radiodifusión, de la TV y los medios
carreteros que permiten la movilización geográfica de las personas. En
esa tesitura es tan frecuente, tan rápido y tan intenso el intercambio de
símbolos que se realiza entre las localidades más alejadas entre sí, que
los sistemas de las culturas locales se ven estremecidos en sus contenidos,
ante la presión por incorporar a ellos los elementos derivados de otras
culturas. Así, en el mismo espacio físico se da una suerte de presencia,
y hasta tolerancia, multicultural.
Este fenómeno no es nuevo en realidad. Su origen lo ubican algunos
autores en aquellos tiempos en los que, debido a los grandes viajes de

259
Arturo Lizárraga Hernández

exploración y conquista, se presentaron desplazamientos de personas a


través de las distancias que separan a los continentes; otros en los periodos
de la historia en los que se dio la internacionalización del capital; otros
más aducen que el proceso de globalización surgió con el origen de los
medios de comunicación masiva, la radiodifusión, la prensa y la
televisión. Para efectos de este estudio cuya pretensión no es discutir
el concepto, podemos citar las palabras de Nivón en el mismo sentido:
‘‘no es necesario decir que el proceso de globalización no es un hecho
reciente. Los grandes descubrimientos, el surgimiento de un mercado
mundial, las migraciones internacionales e interoceánicas, la visión de
la ciencia y la cultura promovidas por el renacimiento y otros fenómenos
que cuando menos datan del siglo XV, contribuyeron a configurar el
escenario actual de nuestra cultura moderna’’ (Nivón, 1994:10).
Las migraciones desde los países del sur hacia los del norte en busca
de mejores condiciones de vida, son parte de este proceso que día con
día se intensifica. Y, consecuentemente, las regiones que proveen de
migrantes, y los pueblos que los alojan, viven esas transformaciones
culturales de las que estamos hablando. En Sinaloa, podemos ver gran
cantidad de casos, aparte de los que hasta aquí les hemos dado
seguimiento: en esos pueblos de migrantes, así como en los propios
actores sociales individuales, la dificultad para asir lo cultural específico
es cada día mayor.

260
Nos llevó la ventolera...

El caso de los migrantes sinaloenses.


De allá, del otro lado.

261
Arturo Lizárraga Hernández

262
Nos llevó la ventolera...

Dejé las tumbas de mis padres, mis abuelos


Llegué llorando a tierra de anglosajón
Yo trabajaba y mis hijos iban creciendo
Todos nacieron bajo de esta gran nación.
(Mis dos patrias, canción de Los Tigres del Norte).

En Estados Unidos —en el Estado de California— integrantes de


generaciones recientes nacidas allá reproducen signos de identidad
pertenecientes a una cultura lejana a ellos geográficamente: en La Puente,
una familia —los Vivanco— tiene entre sus objetos de orgullo una
fotografía de la entrada a la cabecera del municipio de San Ignacio;
otra que vive por 21 St. de Huntington Park —la familia Trujillo—
venera un busto del santón Jesús Malverde; en Los Ángeles, por Amalia
Av. vive un joven profesor —Jaime Martínez— que platica a sus alumnos
sobre la música, las tradiciones y la gente de Cosalá; en Long Beach,
por Snowden St., una señora joven —Sandra Hojo— charla con soltura
sobre la historia regional y los lugares más importantes del municipio
de Concordia, Sinaloa.
Como estos ciudadanos estadunidenses que tienen en su imaginario
símbolos de Sinaloa, existen otros miles al norte del río Bravo. Los
integrantes de la generación anterior a ellos emigraron hacia allá en
diferentes periodos, y todos lo hicieron buscando oportunidades de
vida que no encontraron en su tierra natal. Los Vivanco se fueron de
San Ignacio al iniciar los años cuarenta; los padres de quienes veneran
a Malverde —los Trujillo— dejaron su tierra en los años cincuenta; la
madre del joven profesor —Blanca Olivia Arellano Corrales— dejó
Cosalá en los años sesenta, casi al tiempo que salían de El Verde los
padres de Sandra Hojo —la señora que habla de la historia de
Concordia—. Sus tierras, sus casas y sus muertos se quedaron
esperándolos, pues la estadía allá era por poco tiempo.

263
Arturo Lizárraga Hernández

Unos y otros —los que por acá reproducen los símbolos anglosajones
y los que por allá los de Sinaloa—, se mueven de manera intermitente
cruzando las fronteras políticas y culturales: son los que integran los
hogares transfonterizos, que cada vez son más frecuentes de uno y otro
lado de la línea que separa a México de Estados Unidos. Son los
ciudadanos de nuevo tipo, los que junto a otros que viven en las
mismas circunstancias conforman ‘‘las agrupaciones de inmigrantes
que participan de una base rutinaria en un campo de relaciones, prácticas
y normas que incluyen ambos lugares, el de origen y el de destino’’
(Roberts s/f:1, traducción libre) es decir, son los que integran las
comunidades migrantes transnacionales, por utilizar el concepto de Bryan
Roberts.
A partir de fenómenos sociales como éstos, los investigadores de la
cultura han considerado necesario demostrar conceptos nodales de la
teoría social tales como comunidad, territorio, nación, identidad y ciudadanía.
Así, por ejemplo, al abordar las cuestiones de la territorialidad y la
identidad cultural, en algunas posturas que asumen el llamado modelo
‘‘posnacional’’ se argumenta que los transmigrantes y las organizaciones
sociales en las que se apoyan ha trascendido al Estado nacional, según
se le concibe desde el siglo XIX42.
Pero se puede contra argumentar que las imágenes presentadas arriba
son ejemplificadas por actores individuales, lo que permite rechazar el
que comunidades de Sinaloa y los nacidos en ellas se encuentren en la
tesitura de la multiculturalidad. Lo cierto, sin embargo, es que esos
casos representan lo que sucede en escenarios más amplios: según la
Fraternidad Sinaloense en California, AC, tan sólo en el valle de Los Ángeles
viven más de 250,000 sinaloenses o descendientes de ellos, quienes se
mueven a través de las fronteras políticas llevando y trayendo sobre sí,
por un lado, elementos de las culturas en que se formaron sus padres,
por otro, y los componentes culturales de la sociedad que los aloja.
Como colectivo ubicado en un territorio, con leyes únicas, gobiernos específicos y
42

mercado interno más o menos delimitado.

264
Nos llevó la ventolera...

Como los mencionados arriba existen otros casos de originarios de


alguna de las localidades que estudiamos en este escrito, cuya vida se
desarrolla en las mismas circunstancias. Podemos poner algunos
ejemplos más a través de breves historias de vida: Pedro Ovalle nació
en El Capule, sindicatura de Ajoya, municipio de San Ignacio, en 1956.
Esta sindicatura es de las más alejadas de la cabecera municipal, ya
metida en la sierra y a la que sólo es posible llegar a través de maltrechas
carreteras de terracería. A pesar de que en un tiempo hubo riqueza
debido a las explotaciones mineras, una vez decaída esta actividad fue
sustituida por el cultivo de amapola en los años cuarenta y cincuenta,
y por la mariguana a partir de los sesenta y setenta. Como gran cantidad
de habitantes de esa zona, la familia de Pedro Ovalle, ‘‘cuando había
ocasión’’, también se dedicaba a cultivar la flor de la amapola, que era
una actividad completamente permitida social y culturalmente hablando
en la región. A raíz de la Operación Cóndor, sin embargo, su familia
fue vejada en diferentes ocasiones mediante la tortura, con el propósito
de que dijeran ‘‘dónde tenían sus siembras y dónde guardaban la droga
y las armas’’. En una ocasión, como el papá de Pedro no confesaba fue
encarcelado en Culiacán, después de que fue concentrado en alguna
mazmorra de la Policía Judicial. A pesar de ello, durante mucho tiempo
la familia continuó siendo asediada. Ante esta situación, aprovechando
la relación de parentesco con algunos en Culiacán, prefirieron mejor
abandonar el lugar y vivir en aquella ciudad. Pedro, una vez que realizó
sus estudios de secundaria y algunos de preparatoria, decidió irse a
Estados Unidos, donde tenía parientes. Ahora vive en ese país, con
hijos que llevan a cabo sus estudios de licenciatura en universidades
prestigiadas. En su casa el idioma que se utiliza es el inglés, pues es el
que prefieren sus hijos. Pedro, que de vez en vez regresa a San Ignacio
a visitar la tumba de sus padres, se ha integrado a esa sociedad con
éxito y sus hijos, quizá por lo mismo, hablan de que prefieren vivir en
el país que los aloja antes que regresarse a vivir a México.

265
Arturo Lizárraga Hernández

Casos similares, que se multiplican tanto en las megalópolis como


en pequeñas y alejadas comunidades son los que han llevado a los
investigadores sociales —en este caso a etnógrafos y antropólogos— a
realizar intentos por sustituir los observatorios y los instrumentos de
análisis que venían utilizando; éstos, argumentan, han perdido su
potencial heurístico para captar los aspectos más importantes de los
hechos sociales que hoy se estudian. A decir de los investigadores
prosmodernistas, los conceptos ya no pueden dar cuenta de los
aconteceres socioculturales del mundo contemporáneo.
Específicamente, Renato Rosaldo dice que ‘‘las normas clásicas del
análisis social, condicionadas por un mundo cambiante, se han
erosionado desde finales de 1960, dejando al campo de la antropología
en una crisis creativa de reorientación y renovación’’ (Rosaldo, 1981:
37).
Y los conceptos cuestionados son centrales en la antropología clásica.
Para empezar el mismo autor desde su perspectiva, a la que llama procesal,
dice que es conveniente renovar el concepto cultura, pues ya no da
cuenta de las nuevas formas de convivencia simbólica: ‘‘Si se define a
la cultura como un grupo de significados compartidos, las normas
clásicas de análisis dificultan el estudio dentro de zonas de diferencia y
entre culturas’’ (p.37), pues en ellas se entrecruzan significados de
sistemas diferentes, y que los actores sociales que ahí conviven no
siempre los comparten. Por tal razón, y en tanto esas zonas son cada
vez más numerosas y extensas, el concepto ‘‘ya no es sostenible, excepto
quizá como una ‘ficción útil’ o una distorsión reveladora [...] Todos
nosotros habitamos en un mundo interdependiente de finales del siglo
veinte, marcado por el prestar y el pedir en las porosas fronteras
culturales y nacionales que están saturadas de desigualdad, poder y
dominación’’ (Rosaldo, 1991: 198).
Efectivamente, en el mundo se observa que todas las sociedades,
unas más otras menos, están intersectadas, creando amplias zonas de

266
Nos llevó la ventolera...

convivencia multicultural. A esos espacios culturales se les ha denominado


de diferentes maneras: Renato Rosaldo los llama zona fronteriza, pues
ahí culturas diferentes quedan cara a cara en franca convivencia,
Lomnitz–Adler espacios de mestizaje y Néstor García Canclini las
denomina culturas híbridas, por ser donde se observan circulando en la
misma geografía —portados por las mismas personas— símbolos de
culturas diferentes. Éstas, como las llamemos, se crean de este y del
otro lado de la frontera que separa a los Estados-nación.
La vida cotidiana de las personas, en ese tipo de zonas que no son
necesariamente circunscritas a delineados espacios geográficos, se
desarrolla en una variedad continuamente cambiante, impredecible,
sin las homogeneidades que encantaban a los etnógrafos tradicionales.
Se puede agregar que no solamente ellas cruzan las fronteras culturales
de manera permanente haciendo, las adecuaciones en su actuar
dependiendo del sistema simbólico en el que se desarrollan, sino que,
inclusive, también las fronteras culturales, en tanto movedizas, cruzan
a las personas y a las familias aun cuando éstas no pongan en práctica
su movilidad geográfica. Las migraciones de retorno así lo condicionan.
Esas son las causas, dice Rosaldo, por las que en los estudios culturales
se deben considerar ‘‘las prácticas mundanas de la vida cotidiana’’
donde el sujeto aprende a hacer malabares constantes con los elementos
de diferentes culturas y desarrolla una personalidad plural, pues opera
en un mundo pluralista, se ve obligado a no echar fuera nada,
manteniendo contradicciones aparentes (Rosaldo, 1991:198)43 por
portar representaciones simbólicas de culturas diferentes.

43
Renato Rosaldo propone una forma de acercamiento a los hechos humanos, en la que
el cambio y no la estructura se convierte en el centro de atención, ya que ésta es la
condición permanente de la sociedad. En sus propias palabras, ‘‘según mi perspectiva,
el análisis social debería estudiarse más allá de la dicotomía de orden contra caos hacia
el reino menos explorado de la ‘falta de orden’ (p. 100).

267
Arturo Lizárraga Hernández

«No me llamen traicionero


Que a mis dos patrias las quiero
En la mía dejé a mis muertos
Aquí mis hijos nacieron
(Mis dos patrias, canción de Los Tigres del Norte).

De los sinaloenses que entrevistamos para realizar de este trabajo


con casi todos podemos ejemplificar lo que estamos aduciendo, pero
existen algunos muy representativos: en Alhambra, Cal., vive una joven
señora, Cristina Montenegro, nacida en Cosalá44. Cristina llegó a aquel
país en compañía de sus padres y hermanos en 1969. Cristina y otros
de sus hermanos obtuvieron la ciudadanía en 1987. Su esposo, Jesse,
habla español con dificultad aunque es descendiente de migrantes
procedente del estado mexicano de Sonora. En su casa, la familia habla
inglés y sigue las tradiciones de la cultura anglosajona, pero Cristina
prefiere escuchar la música de origen sinaloense. Comenta que cuando
habla con otros latinos, si bien empiezan a comunicarse en español,
‘‘cuando menos pensamos ya estamos hablando en inglés. También al
revés: empezamos platicando en inglés y terminamos platicando en
español’’. Viaja a Cosalá sólo cuando algún pariente cercano fallece o
para ser partícipe de algún rito religioso, como una boda o bautismo.
Ella, dice, no regresaría a México para quedarse a vivir de manera
definitiva. Sus hijos nacieron en Los Ángeles, California.
Ángela Lizárraga y su esposo, don Ricardo45, radican en Norwalk,
Cal. Cuando pregunto a doña Ángela y a don Ricardo si regresarían a
El Verde, Concordia, donde nacieron, el señor contesta que sí, ‘‘si
tuviera un buen trabajo’’. La señora contesta con toda seguridad que
no, de ninguna manera: ‘‘a mí me gusta mi tierra, me gusta ir, pero a

44
Entrevistada en Alambra, Cal., el 4 de agosto de 1999.
45
Entrevistados en abril de 1999, durante las fiestas de Semana Santa, en El Verde,
Sinaloa, y después en agosto del mismo año en Norwalk, California.

268
Nos llevó la ventolera...

quedarme a vivir allá no. Mire, aquí tenemos nuestra casa y nuestro
trabajo. Los hijos, pues ya están establecidos también aquí. Además,
¿a qué me iría a El Verde?, ¿para irme a lavar la ropa al río en la
piedras y a cocinar con leña? No, aquí vivo muuuy a gusto’’.
La familia Osuna es originaria de alguna ranchería de Cosalá. Se
dedicaba a la siembra de marihuana hasta los años ochenta. Una vez
que el jefe, don Ángel Osuna46, fue víctima de una agresión ‘‘por no
querer trabajar para Fulano de Tal’’ —acción en la que recibió dos
balazos de los que ‘‘me salvé de puro milagro’’, decidieron irse de
indocumentados al otro lado. Algunas veces van a Cosalá, pero de
manera cada vez más esporádica, pues temen que ‘‘ahora sí se las
vayan a hacer buena’’, refiriéndose a la amenaza de muerte. Él cuenta,
sin embargo, que si bien hizo un ‘‘dinerito’’ en la actividad, le va
mejor en Estados Unidos, donde trabaja de obrero. Dice que en su
casa, en La Puente, tiene varios recuerdos de Cosalá. Cuando viene,
sin embargo, viste a la usanza gringa y presume su inglés cuando entabla
conversación con los que quieren escucharlo.
Pero lo que puede parecer una paradoja, íntimamente relacionado
con el fenómeno que estudiamos, en el sentido de la asimilación de
significados de otras culturas, se encuentra el hecho de que, a pesar de
todo, las relaciones entre los originarios de una localidad, siguen
manteniendo relaciones sociales, aun cuando se encuentren a miles de
kilómetros de distancia unos de otros. Esto indica que, efectivamente,
a pesar de las fronteras políticas mantienen relaciones sociales como si
estuvieran en lugares vecinos y en a la misma entidad. Si bien no es
posible que la interacción se efectúe cara a cara, a través de los medios
de comunicación, como el teléfono, telégrafo y, recientemente, el
internet, sí lo hacen sin que importen mucho las distancias. Y las
relaciones son, como la comunidad de antaño, para intercambiar bienes
materiales y simbólicos, información sobre la situación de la familia y
los trabajos existentes en alguna parte.
46
Entrevistado en Cosalá, Sin., el 22 de septiembre de 2001.

269
Arturo Lizárraga Hernández

Respecto a la necesidad de sustituir los instrumentos conceptuales


de la antropología, por situaciones como todas las mencionadas, Roger
Rouse dice que el de comunidad ya es inadecuado. Y es que, según él,
combina dos ideas principales, mismas que para estudiar casos
parecidos a los que aquí presentamos son insuficientes: porque el
concepto remite a un espacio físico limitado, donde las relaciones
sociales —se supone— son más intensas, y porque expresa coherencia47,
como si fuera un todo perfectamente integrado, funcional: ‘‘En primer
lugar, identifica una población definible con un espacio único y limitado
—un territorio o sitio—. Al hacerlo se indica que las relaciones sociales
de los miembros de la comunidad serán mucho más intensas dentro
que fuera de este espacio, y también que los miembros tratarán el sitio
de la comunidad como el medio principal al que ajustan sus acciones[...].
En segundo lugar implica una cierta comunidad y una coherencia,
expresadas en el sueño funcionalista de una entidad cuyas partes
institucionales se ajustan a la perfección para formar un todo integrado,
o bien en la visión estructural-funcionalista de una forma compartida
de vida que existe no sólo en la multiplicidad de acciones similares
sino, más profundamente, en un conjunto único e internamente
consistente de reglas, valores o creencias’’ (Rouse, 1988:8). Su crítica,
sin embargo, no es válida, ya que está dirigida a una definición
tradicional, la utilizada hace décadas pero que ahora está en desuso. Ya
nadie, en la actualidad, utiliza tal noción: su crítica está desfasada.
Otra de las nociones criticadas por los posmodernistas es aquélla
según la cual las regiones socioculturales están estructuradas de acuerdo
con un centro y una periferia. En efecto, según esta noción toda región
sociocultural tiende a ser polarizada, generalmente por un centro urbano
47
Se entiende por coherencia un modo de evaluar, aunque sin una medida precisa, la
compatibilidad mutua de las diversas principales creencias e instituciones en una cultura:
‘‘La coherencia se refiere al grado en que las instituciones culturales —y las creencias
producidas en el contexto de las instituciones —son mutuamente referenciales y
compatibles’’ (Lomnitz-Adler, 1995: 57).

270
Nos llevó la ventolera...

que suele ser una ciudad-mercado: ‘‘En términos culturales, el centro


regional es el lugar de una cultura dominante representada por la Gran
Tradición, es decir, la Religión oficial, el Poder y la Ciencia [...], mientras
que su periferia pueblerina y rural es la sede de las culturas populares
representadas por las pequeñas tradiciones’’ (Giménez, 1994: 167).
Y es que, dice la crítica, esta noción implica gradaciones de poder,
y que éste se encuentra distribuido como si estuviera en una serie de
círculos concéntricos. En segundo lugar, la imagen implica un proceso
de cambio en el que el centro ejerce una capacidad privilegiada para
moldear los resultados, ya sea extendiendo su influencia hasta los
márgenes o bien moldeando a la gente de la periferia que se interna en
su terreno. En tercer lugar, supone que los territorios ordenados de
esta manera son autónomos: cada lugar de la periferia está orientado
hacia un solo centro y cada centro es independiente de todos los demás
del mismo nivel.
¿Cómo estudiar, en términos de la cultura, las comunidades
sinaloenses que proveen migrantes a Estados Unidos, si ahí se entrecruzan
significados de los cuales se ignora si son propios o asimilados?, ¿cómo
estudiarlas si no cuentan con un centro donde estaría mejor representada
su condición? Y hay una pregunta que merodea, como un duende, en
la cabeza de los investigadores de la cultura en zonas del tipo que estamos
siguiendo: ¿realmente, como afirman algunos, cuando el sujeto social
está frente a otra cultura se refuerza, por ello, su identidad cultural?
Todo el conjunto de casos observados de sinaloenses en este y el otro
lado de la frontera, nos llevan a pensar que los comportamientos
culturales no son de reproducción mecánica de los símbolos de identidad
de la tierra de origen. La aceptación de realidades del tipo que estamos
siguiendo, en las que los sujetos internalizan valores ajenos a los de su
lugar de origen, no debería causar tanto revuelo entre los científicos
sociales.

271
Arturo Lizárraga Hernández

Lo que acontece, según nos parece, es que se presenta una suerte


de aceptación (a veces resignada, a veces oponiendo resistencia) de lo
nuevo, manteniendo en el caso de las primeras generaciones de
emigrantes el recuerdo de lo viejo. Pero en las siguientes, en tanto
tienen vivencias distintas a las de sus padres el recuerdo se va diluyendo,
creándose un nuevo imaginario. Las manifestaciones de los pochos o
chicanos en la música o la literatura, que ya no son tan mexicanas
—aunque tampoco terminan por ser otras—, son ejemplos de cómo
los pobladores emergentes son capaces de compartir e internalizar
valores y creencias de (por lo menos) dos culturas.
Como hemos podido observar, en las historias personales reseñadas
en este capítulo hay una característica común: en general, son los que
han aprovechado las disposiciones legales en Estados Unidos para
regularizar su residencia en ese país, obteniendo la ciudadanía, pero
por lealtad a sus padres y al lugar en que nacieron, ninguno de ellos
renunció (nunca lo harían) a su ciudadanía mexicana ni a reconocer
sus raíces culturales mismas que buscan transmitir a sus hijos. Sin
embargo, los descendientes han tenido que adaptarse a las nuevas
circunstancias, ‘‘haciendo malabares’’ con las culturas en que se
desenvuelven: por un lado la de sus padres; por otro la de los grupos en
que socializan. Son los que, como dice una canción de los Tigres del
Norte, llevan ‘‘dos patrias en el mismo corazón’’.

272
Nos llevó la ventolera...

El caso de (pueblos) migrantes en Sinaloa

De acá, de este lado.


Pero que importa si soy nuevo ciudadano
Sigo siendo mexicano como el pulque y el nopal».
(Mis dos patrias, canción de los Tigres del Norte)

A estas alturas podría resultar ocioso repetir que la migración de retorno


tiene efectos en las culturas locales. Pero mencionemos algunos casos
de la zona sur de Sinaloa: en Escuinapa, en Cristo Rey —comunidad
tradicional de origen sinarquista—, mujeres rechazan contraer nupcias
con los originarios de ahí pues, dicen ‘‘quelos hombres tienen muchas
posibilidades, y a la mujer no se le da su derecho ni para opinar;
nomás las dejan embarazadas y las entretienen llenas de chamacos
encerradas en la casa’’.48
En el municipio de Concordia, en El Verde, del 15 al 31 de diciembre
se lleva a cabo una boda o un bautizo cada día. Además de cerveza en
abundancia, se toma whisky Buchanan’s —una botella en cada mesa
de los comensales—, mientras que por las calles ‘‘rolan’’ las ‘‘trocas’’
con placas ‘‘gringas’’ y ‘‘estéreos’’ a todo volumen, que lo mismo tocan
música de la Banda de El Recodo que de algún grupo de «rap» en inglés.
En la yhacienda El Tamarindo, municipio de El Rosario, al frente
de la procesión religiosa del 12 de diciembre resaltan tres símbolos: al
centro la virgen de Guadalupe; a la derecha la bandera mexicana y a la
izquierda la bandera de Estados Unidos (Reyeros, 1985).
Las causas de anécdotas de este tipo que se (re)producen en lugares
apartados de Sinaloa, se relacionan con el movimiento de personas
hacia uno y otro lado de la frontera norte: las mujeres de Cristo Rey
que se niegan a casarse con los originarios del pueblo regresaron de
Phoenix, Arizona; los recién desposados y los que manejan escandalosas
48
Marisela Lemus, migrante nacida en Cristo Rey. Entrevistada por Norma D. Morales.

273
Arturo Lizárraga Hernández

‘‘trocas’’ en El Verde, Concordia, son quienes por esos días de diciembre


llegaron procedentes de Paramount o Los Ángeles, California; la bandera
de Estados Unidos es portada por trabajadores agrícolas que regresaron
de los fields de Santa Bárbara, California.

A manera de conclusiones

Es larga la historia de la emigración sinaloense hacia el sureste de los


Estados Unidos. Durante estos periodos se construyó un amplio circuito
migratorio de este y del otro lado de la frontera, que incluye los lugares
de origen y los de llegada. A través de este circuito los migrantes se
mueven rutinariamente, conformando lo que Bryan Roberts denomina
comunidades migrantes transnacionales.
Esta condición de movilidad geográfica permanente cruzando no
sólo las fronteras políticas, sino las fronteras culturales, ha llevado a los
actores sociales a ‘‘hacer malabares’’ con los elementos de las culturas
en las que se ven obligados a sobrevivir. Por un lado, mientras están
inmersos entre los elementos de la cultura anglosajona los asimilan y
los utilizan casi con la misma soltura que los propios; por otro, debido
al grado de internalización de los elementos del sistema cultural en que
nacieron, siguen utilizándolos tal y como lo hacían cuando estaban en
sus lugares de origen: no se pueden despojar de unos u otros al cruzar
las fronteras políticas; los siguen portando sobre sí, indistintamente del
lugar geográfico en que se encuentren.
De esa manera, como el caso de los migrantes de las localidades de
estudio, al ser tan generalizada la ida y vuelta de los nativos se ha
empezado a crear una especie de mixturización cultural en la que
conviven elementos de las dos sociedades: en el otro lado se reproducen
los símbolos sinaloenses, mientras que de este lado de la frontera política
los de la cultura anglosajona: allá existe una ‘‘sureñización’’; acá una
‘‘norteñización’’ cultural.

274
Nos llevó la ventolera...

VIII
Conclusiones finales

275
Arturo Lizárraga Hernández

276
Nos llevó la ventolera...

1. Pese a apreciaciones más o menos generalizadas en el sentido


de que Sinaloa es un estado que atrae población de otras
entidades del país y que, por lo tanto, la emigración al
extranjero de los nativos es escasa o nula, en realidad ésta
tiene un comportamiento tendencial comparable al de otros
estados de la República Mexicana. Y, además, es tan antigua
la emigración que, según referencias orales data del siglo XIX,
cuando se inició en el suroeste de Estados Unidos la
construcción de vías férreas y se ampliaron los campos
agrícolas. A partir de entonces el proceso histórico ha
atravesado diferentes fases, cada una de las cuales con causales
propias de la región y otras generadas en marcos más amplios,
tanto nacionales como internacionales. Y, como una
característica general podemos decir que, en Sinaloa, la
emigración externa está íntimamente ligada a la que se practica
al interior del país: no podemos explicar plenamente una sin
considerar a la otra.
2. Un aspecto llama la atención: visto a nivel estatal parece
paradójico el comportamiento demográfico, pues mientras
gran cantidad de personas llega a Sinaloa en busca de empleo
provenientes de otras entidades del país, como Oaxaca,
Guerrero y Michoacán, otra cantidad de sinaloenses emigra
de la entidad (a otros estados del país y de Estados Unidos)
por la carencia de fuentes de trabajo. La explicación de la
aparente paradoja se encuentra, fundamentalmente, en la
distribución geográfica de las actividades económicas:
enormes valles agrícolas en las regiones centro y centro norte,
con la consecuente generación de empleo; pero abandono y
falta de trabajo en las zonas ubicadas en la sierra. Estas últimas
zonas de intensa actividad minera en un tiempo, entraron en
profunda crisis cuando las explotaciones se vinieron abajo,

277
Arturo Lizárraga Hernández

con la consecuente caída de las economías locales, el desempleo


de la población, la merma del poder adquisitivo, y la
emigración.
3. En esos municipios, cuya población se encuentra ubicada
mayoritariamente en la sierra —en los que está centrada esta
investigación— es posible detectar los periodos de mayor o
menor flujo de migrantes: importadores de mano de obra en
un largo periodo, el éxodo de la misma se hizo significativo
en la década de los treinta y hasta los cuarenta del siglo veinte,
cuando la actividad minera, que era el eje dinamizador de las
economías municipales, sufrió un importante declive. Este
periodo se caracterizó porque la migración predominante fue
la interna —dirigida hacia los campos agrícolas del propio
estado y del de Sonora—, la cual fue practicada en su mayoría
por hombres, aunque las mujeres también se incorporaron
en menor medida; la emigración externa fue exclusivamente
practicada por los hombres, quienes se dirigieron hacia los
campos agrícolas estadunidenses mediante contratación ex
profeso. El éxodo de población total vio una disminución relativa
entre el fin de la Segunda Guerra Mundial y la década de los
sesenta, cuando en las partes serranas el cultivo y tráfico de
estupefacientes —amapola y marihuana— tuvo un
importante auge (y hasta se puede decir protección
gubernamental). A pesar de todo, hubo migrantes y los casos
encontrados hablan de que el tipo predominante fue la
migración interna a la cual se incorporaron las mujeres de
manera notable, al grado que en la década de los sesenta
emigraron al interior del país en mayor cantidad que los
hombres. En este periodo la emigración al exterior —indocu-
mentada— fue practicada mayoritariamente por el sexo

278
Nos llevó la ventolera...

masculino, alcanzando una cifra superior al 70% del total de


la emigración según sexo.
4. La emigración total repuntó a partir de los años setenta, y se
ha mantenido hasta la fecha debido a la violencia de que son
víctimas las personas: primero la violencia institucional, es
decir, la que proviene de las autoridades encargadas de
combatir los ilícitos, en este caso la producción, distribución
y consumo de estupefacientes; segundo la violencia ejercida
por las gavillas de narcotraficantes, que es ejercida ya sea
para ganar terrenos de producción o recuperarlos, y es
practicada contra los productores de quienes se sospecha están
relacionados con grupos de narcos ajenos a los que operan
en alguna zona; y finalmente la violencia social como producto
cultural de la región, que es ejercida por los integrantes de
los diferentes segmentos de la población. La suma de estos
tres tipos de violencia tiene como producto un estado que es
prácticamente de guerra y que obliga a emigrar a todos los
habitantes, pues se ven amenazados en su integridad física:
familias enteras son las que abandonan sus lugares para irse a
vivir a los valles del propio estado, a otras entidades del mismo
país y a Estados Unidos. Esto ocurre con tal intensidad que,
por ello, existen pueblos fantasmas. Ocurre en los tres
municipios de estudio. Una aclaración, sin embargo: si bien
es cierto lo anterior, ello no se manifiesta necesariamente en
los indicadores respectivos en el nivel municipal, pues algunos
movimientos de personas se llevan a cabo dentro de los límites
municipales, de localidades muy pequeñas hacia las cabeceras.
5. Podemos decir que, en tanto el proceso del éxodo de población
se ha consolidado, también sus rasgos principales son
claramente observables. Tiene las siguientes características
generales: el número de quienes se dirigen al extranjero se

279
Arturo Lizárraga Hernández

incrementó de manera notable respecto al de los que tienen


como destino el propio México; es practicada casi
indistintamente por ambos sexos (al parecer por llevarse a
cabo en grupos familiares); y es indocumentada. La
migración interna, por su parte, es en su mayoría femenina
(entre el 52% y 53%) y se dirige hacia los polos de desarrollo
del propio estado. Todo esto lo observamos en los municipios
seleccionados: Cosalá, que pertenece a la región centro del
estado, y San Ignacio y Concordia, que forman parte de la
región sur.
6. Y a propósito de los municipios de estudio; aunque existen
constantes en todos ellos, podemos decir que cada uno tiene
sus particularidades, tanto en condiciones específicas como
en los rasgos particulares que adquiere la emigración: Cosalá
es el municipio que presenta peores condiciones de vida, como
gran dispersión de la población, carencia de servicios públicos
y analfabetismo; y es donde quizá por lo mismo el narcotráfico
y la violencia alcanzan los niveles más elevados; también es
Cosalá donde, salvo algunos periodos intercensales, los saldos
netos migratorios negativos son mayores. En cambio San
Ignacio, que presenta mejores recursos naturales, menor grado
de dispersión de la población y mejores servicios en las
comunidades —aún cuando la violencia es alta—, es donde
los saldos netos migratorios son menores, a pesar de que la
migración tiene una antigüedad la de Cosalá. De acuerdo
con ello similar a otra conclusión general que podemos obtener
es que, tal como se ha demostrado en otras investigaciones,
son las condiciones materiales de vida en general la base sobre
la cual se inicia la emigración.
7. Pero los municipios y localidades se encuentran en medio de
un marco más amplio, compuesto por las políticas económicas

280
Nos llevó la ventolera...

desarrolladas en el país y por las condiciones internacionales;


y es, en este marco general, en el que se deben buscar también
las explicaciones de la emigración. En lo que se refiere a las
políticas económicas, al crear polos de desarrollo económico
dentro de la entidad o región, provocan cambios en los
mercados de trabajo, pues atraen personas para emplearse en
ellos. El ejemplo más notable es el del influjo que ejercen los
campos agrícolas de los valles del estado: éstos, y las ciudades
cercanas a ellos, son hacia donde se dirigen en un primer
momento los migrantes serranos de los tres municipios, según
lo pudimos observar en las estadísticas sobre el destino de los
migrantes. Estamos hablando de los campos agrícolas ubicados
en los municipios de Culiacán, Navolato y Guasave, dentro
de Sinaloa, y de Ciudad Obregón y Hermosillo en el Estado
de Sonora, que tuvieron apoyo gubernamental a partir de los
años cuarenta mediante la construcción de obras para la
irrigación.
8. Las fluctuaciones en el mercado de trabajo en Estados Unidos
también ejercen influjo en la población sinaloense. Cuando
allá han necesitado fuerza laboral (factores de atracción), los
efectos se han dejado sentir en estas localidades proveyendo
trabajadores. La encuesta captó los primeros casos de braceros
en los años cuarenta, cuando Estados Unidos abrió sus puertas
durante la Segunda Guerra Mundial, y en los años cincuenta
cuando se llevó a cabo la Guerra de Corea. Esos primeros
casos tuvieron un efecto multiplicador en el proceso, que a
partir de ahí siguió su propia dinámica. En principio por los
beneficios que redunda, pero también por verbalizaciones de
los migrantes en su regreso, que formaron una tradición que
creó en los sujetos la necesidad de emigrar hasta formar (la
emigración) parte de su cotidianeidad. Esta tradición, de una

281
Arturo Lizárraga Hernández

manera u otra, coerciona a los jóvenes para que salgan de sus


comunidades y vayan al extranjero pues, de no hacerlo, serán
vistos con menosprecio por los otros miembros de la
comunidad.
9. En el desarrollo histórico del proceso se creó un extenso
corredor o circuito migratorio. Inicia en las localidades serranas,
sigue hacia las principales ciudades del estado —Mazatlán,
Culiacán y Los Mochis—, continúa a los valles agrícolas del
centro y noroeste de Sinaloa. De ahí continúa hacia el Estado
de Sonora —a las ciudades y los valles agrícolas—. De aquella
entidad continúa a las ciudades fronterizas de Tijuana y
Mexicali, lugares en los que de acuerdo con los informantes
se reproducen cada vez más las costumbres alimenticias, gustos
musicales y formas de vestir propios de Sinaloa. De aquellos
lugares —Tijuana y Mexicali—, luego de cruzar la frontera
con Estados Unidos continúa el circuito hacia el Estado de
California, donde se pueden localizar algunos puntos
específicos de llegada: Los Ángeles, Paramount, La Puente,
Indio, Deleno. De estos lugres, los sinaloenses continúan su
peregrinar hacia el este y el norte de Estados Unidos,
específicamente a Arizona, Idaho, Nevada y otros, aunque
en menor proporción. Este corredor, al proveer de alojamiento
y apoyo, facilita el movimiento de las personas en busca de
nuevos lugares de destino. Algunas historias de vida,
principalmente hasta los años cincuenta, ilustraron este
caminar.
10. Existen estructuras sociales que facilitan la migración. Nos
referimos a las redes sociales. Estas redes son un enorme capital
social que facilita la integración al proceso de nuevos individuos,
pues disminuyen los riesgos que conlleva el llegar a tierras
extrañas con desconocimiento casi total de lo que allá ocurre.

282
Nos llevó la ventolera...

Quien esté mejor relacionado con parientes, vecinos, amigos


y paisanos migrantes, tendrá mayores facilidades para dejar
sus lugares y realizar el viaje en mejores condiciones, aun
cuando pudiera carecer de medios económicos para ello. Según
la información proporcionada por migrantes de las tres
localidades, todos ellos realizaron sus viajes apoyados por otras
personas, que pudieron ser amigos o parientes.
11. En el estudio específico en las comunidades, se pudo observar
que los flujos de población coinciden con los vaivenes de los
ejes dinamizadores de las economías municipales y otros
elementos de la calidad de vida, tal como sucedió en el nivel
municipal. Pero aunque existen regularidades generales en el
comportamiento migratorio, existen también particularidades
en las localidades de migrantes. Veamos: las localidades de
nuestro estudio fueron seleccionadas de acuerdo a su rango
poblacional: una, Cosalá, por tenermás de cinco mil
habitantes; otra, San Ignacio, por ser de menos de cinco mil
pero de más de tres mil; y, finalmente, El Verde, por tener
menos de tres mil habitantes. En las dos primeras localidades
es el sector terciario de la economía el que ocupa la mayor
parte de la Población Económicamente Activa (PEA) con
57.25% y 59.9% del total, respectivamente; en la tercera, en
cambio, es en el sector primario donde se emplea la mayor
parte de la PEA, con el 54.3%. Las dos primeras localidades
son cabeceras de municipio, en tanto que la tercera lo es de
sindicatura. Si bien el fenómeno migratorio ha ido en aumento
a través de los años en las tres localidades, éste presenta ritmos
de crecimiento diferentes: es más rápido en El Verde, que es
la localidad más pequeña. La explicación la podemos
encontrar, por una parte, en los recursos naturales, que están
destinados a la agricultura y a la ganadería: al ser éstos

283
Arturo Lizárraga Hernández

limitados no es posible que proporcionen empleo a las nuevas


generaciones. Pero hay una explicación más: en tanto que los
lazos de parentesco y amistad son más marcados por ser una
comunidad en la que todos los integrantes se solidarizan entre
sí, la acción de cualesquiera de los actores tiene influencia
directa en una mayor parte de los habitantes,
proporcionalmente hablando. Si eso es correcto, entonces la
teoría de la nueva economía de la migración es aplicable en este
caso.
12. Pero los factores de expulsión o de atracción no se deben
tomar como condición sine qua non de la emigración, pues
los actores sociales no son receptores inermes de lo que sucede
en el contexto: ante determinadas condiciones materiales,
unos individuos emigran en tanto que otros se aferran a la
tierra en que nacieron, desarrollando estrategias de
sobrevivencia en sus lugares de origen. El cultivo de
estupefacientes en baja escala, en el caso sinaloense, puede
ser una de ellas.
13. Podemos decir, como conclusión más general, que el proceso
de emigración en Sinaloa es como una espiral compuesta por
economía– narcotráfico–violencia–cultura–migración–
tradición migratoria, aunque no necesariamente en ese orden.

Ahora bien: ¿Quiénes son los que emigran, hoy, en Sinaloa?

1. En las tres comunidades quedó demostrado que en el


desarrollo de la emigración las mujeres han venido
aumentando su participación, al grado que en la nacional su
participación es mayor que la de los hombres en la actualidad;
en lo que respecta a la migración internacional, la participación
de la mujer es menor que la de los hombres, pero alcanza

284
Nos llevó la ventolera...

niveles altos —más del 40% del total— que no se ven en


otras entidades del país. Esta puede ser otra característica
propia de Sinaloa, misma que ha sido propiciada por la
violencia que amenaza a la familia en su integridad física: las
mujeres, al igual que otros segmentos de la población,
prefieren correr el riesgo del cruce indocumentado antes que
ver amenazadas sus vidas y la de sus hijos.
2. Son los jóvenes, y de éstos los mejor preparados de cada
comunidad, los que tienden a emigrar en proporciones cada
vez mayores. En los tres lugares fueron quienes tienen edades
entre los dieciseis y los veintiun años los que emigran; así
mismo, los mejor preparados, los que ya han terminado sus
estudios de primaria y secundaria. A pesar de ello, los
migrantes ocupan los puestos más bajos del mercado laboral
en Estados Unidos —inclusive en la ciudad—, lo que
demuestra la pertinencia de la teoría del mercado laboral
segmentado según la cual los migrantes de los países pobres
satisfacen necesidades estructurales propias de las sociedades
más desarrolladas.
3. El hecho de que sean los mejor preparados quienes emigran,
por otro lado, significa pérdidas sociales para la entidad, aun
a pesar de los beneficios que obtiene por las remesas de migra–
dólares. A propósito de esto último, es Cosalá el más
beneficiado por estos ingresos, según lo dio a conocer uno de
los ex presidentes municipales, alcanzando, junto con el
narcotráfico, un alto porcentaje de los ingresos económicos
de la población. En El Verde los ingresos por migración se
han destinado sobre todo a la adquisición y remodelación de
las casas.
4. En cuanto a los efectos de la emigración en las culturas locales,
se observa una suerte de penetración de elementos propios

285
Arturo Lizárraga Hernández

de la cultura anglosajona: se está creando una ‘‘norteñización’’


cultural. Pero lo mismo sucede al otro lado de la frontera,
donde los originarios de Sinaloa reproducen y transmiten a
las nuevas generaciones los símbolos propios de esta región
sociocultural. Son las comunidades migrantes transnacionales las
que nos ponen ante este fenómeno novedoso que, por lo
mismo, es conveniente (y necesario) seguir investigando. Lo
mismo se podría decir en cuanto a los derechos ciudadanos y
políticos propios de quienes participan en esta permanente
rutina transmigrante que, dicho sea de paso, no es exclusiva
de Sinaloa.

286
Nos llevó la ventolera...

Anexos

287
Arturo Lizárraga Hernández

288
Anexo 1: Población e Índices de Crecimiento Intercensal por Municipio 1930–2000

Mcpio/Año 1930 % 1940 % 1950 % 1960 % 1970 % 1980 % 1990 2000 %


Ahome 30,394 39,208 2.6 60,175 4.4 89,593 4.1 164,719 6.3 254,681 4.40 303,558 1.77 359,146 1.69
Angostura 9,113 9,515 0.4 10,512 1 12,631 1.8 29,309 8.8 44,529 4.30 47,324 0.06 43,827 –0.76
El Fuerte 25,849 32,558 2.3 40,406 2.2 44,674 1.1 61,558 3.3 81,330 2.80 86,074 0.56 89,515 0.39
Guasave 26,940 36,960 3.2 54,631 4 91,024 5.2 149,663 5.1 221,139 4.0 258,130 1.55 277,402 0.72
Salv.Alvarado 29,046 ** 52,079 66,659 2.49 73,303 0.95

Badiraguato 22,258 26,505 1.8 27,615 0.4 28,138 0.2 29,252 0.4 39,170 3.0 37,988 –0.3 37,757 –0.06
Choix 14,565 22,753 4.6 27,939 2.1 21,541 –2.6 26,859 2.2 32,522 1.90 26,167 –2.15 29,355 1.15
Mocorito 29,330 36,797 2.3 44,256 2.2 55,256 2.2 49,025 –1.2 59,687 20 51,674 –1.43 50,082 –0.11
Sinaloa de Ley 27,617 35,693 2.6 42,784 1.8 49,886 1.5 52,942 0.6 80,820 4.30 88,002 0.85 85,100 –0.33

289
Navolato 131,973 * 145,622 0.99
Culiacán 71,348 93,346 2.7 147,106 4.6 208,982 3.6 360,412 5.6 560,011 4.50 601,123 0.71 745,537 2.17
Elota 5,911 7,138 1.9 8,765 2.1 12,290 3.4 17,572 3.7 24,766 3.50 30,319 2.04 49,471 5.01
Cósala 12,940 15,075 1.5 13,366 –1.2 14,578 0.9 13,578 –0.6 18,184 2.90 16,975 –0.68 17,269 0.17
Nos llevó la ventolera...

Concordia 18,045 16,614 –0.8 19,176 1.4 21,175 1.0 20,977 –0.1 23,742 1.30 26,314 1.03 27,815 0.55
Escuinapa 6,019 10,232 5.4 14,949 3.9 17,994 1.9 30,807 5.5 37,666 2.0O 45,928 2 50,438 0.94
Mazatlán 54,339 63,298 1.5 76,866 2 112,619 3.9 167,616 4.1 249,988 4.10 314,345 2.31 380,509 1.92
Rosario 24,181 26,017 0.7 27,303 0.5 34,881 2.5 39,728 1.3 44,740 1.20 47,416 0.58 47,934 0.10
San Ignacio 16,769 21,112 2.3 19,482 –0.8 23,212 1.7 23,332 0.05 24,825 0.60 24,085 –0.3 26,762 1.05
ESTADO 395,618 492,821 2.22 635,681 2.57 838,404 2.8 1,266,528 4.21 1,849,879 3.86 2,204,054 1.8 2,536,844 1.49
PAIS 1.75 2.68 3.06 3.4 3.2 2 1.9
Fuente: Censos de Población y Vivienda de los años respectivos. tomados de monografías municipales.
*Nota: El Municipio de Navolato se desprendió del de Culiacán en los años 80 y el de Salvador Alvarado del de Mocosito en los años
60.
Arturo Lizárraga Hernández

Anexo 2: Población proyectada y real, 1980–1990

Proyectada Real
Municipio 1980 1990 1990 Diferencia
Cósala 18,184 27,040 16,975 –10,065
San Ignacio 24,825 35,207 24,085 –11,122
Concordia 23,742 34,490 26,314 – 8,176
(Cálculos personales con TCNP municipales).

Anexo 3: Población proyectada y real, 1990–2000

Proyectada Real
Municipio 1990 2000 2000 Diferencia
Cósala 16,975 22,859 17,269 –5,590
San Ignacio 24,085 34,984.54 26,762 –8,223
Concordia 26,314 39,816.40 27,815 –12,001
(Cálculos personales con TCNP municipales.

Anexo 4: Evolución de la población, 1930–000

Año Cosalá San Ignacio Concordia

1930 12,940 16,679 18,045


1940 15,075 21,112 16,614
1950 13,366 19,482 19,176
1960 14,578 23,212 21,175
1970 13,578 23,332 20,977
1980 18,184 24,825 23,742
1990 16,975 24,085 26,314
2000 17,269 26,762 27,815
Fuente: Censos de población, años respectivos

290
Nos llevó la ventolera...

Anexo 5: Evolución de la emigración interna


e internacional, 1929–1999

Periodo Cosalá San Ignacio El Verde


1920–29 1 0 0
1930–39 1 3 2
1940–49 10 6 2
1950–59 36 19 23
1960–69 74 66 50
1970–79 195 113 72
1980–89 270 159 118
1990–99 258 172 70
Fuente: Encuesta MMP

Anexo 6: Cosalá: Primer viaje al interior


del país según sexo

Periodo Hombres Mujeres Subtotal %Hombres %Mujeres


1925–29 1 0 1 100.0 0.0
1930–39 1 0 1 100.0 0.0
1940–49 7 2 9 77.7 22.23
1950–59 17 13 30 56.6 43.4
1960–69 23 41 64 35.9 64.1
1970–79 76 78 154 49.3 50.7
1980–89 93 113 206 45.1 54.9
1990–99 73 106 179 40.7 59.3
Total 290 353 643 45.1 54.9
Fuente: Encuesta MMP

291
Arturo Lizárraga Hernández

Anexo 7: San Ignacio: Primer viaje dentro


del país, según sexo

Periodo Hombres Mujeres SubTotal % Hombres % Mujeres


1920–29 0 0 0 0.0 0.0
1930–39 2 0 2 100.0 0.0
1940–49 2 4 6 33.3 66.7
1950–59 9 7 16 56.2 43.8
1960–69 34 29 63 53.9 46.1
1970–79 42 49 91 46.1 53.9
1980–89 71 60 131 54.1 45.9
1990–99 50 94 144 34.7 65.3
Total 210 243 453 46.3 53.9
Fuente: Encuesta MMP

Anexo 8: El Verde: Primer viaje al interior


del país, según sexo

Periodo Hombres Mujeres SubTotal % Hombres % Mujeres


1920–29 0 0 0 0.00 0.00
1930–39 1 1 2 50.00 50.00
1940–49 1 1 2 50.00 50.00
1950–59 6 11 17 54.50 45.50
1960–69 13 4 17 76.40 23.60
1970–79 24 31 55 43.60 56.40
1980–89 32 36 68 47.05 52.95
1990–99 28 24 52 53.80 46.20
Total 105 108 213 49.20 50.80
Fuente: Encuesta MMP

292
Nos llevó la ventolera...

Anexo 9: Cosalá: Primer viaje al extranjero, según sexo,


todos los periodos

Periodo Hombres Mujeres Total % Hombres % Mujeres


1940–49 2 0 2 100.00 0.00
1950–59 3 3 6 50.00 50.00
1960–69 7 2 9 77.70 22.30
1970–79 33 8 41 80.50 19.50
1980–89 42 18 60 70.00 30.00
1990–99 44 34 78 56.40 43.60
Total: 131 65 196 66.80 33.20
Fuente: Encuesta MMP

Anexo 10: San Ignacio: Primer viaje al extranjero,


según sexo

Periodo Hombres Mujeres Total % Hombres % Mujeres


1920–29 0 0 0 0.00 0.00
1930–39 1 0 1 100.00 0.00
1940–49 0 0 0 0.00 0.00
1950–59 1 0 1 100.00 0.00
1960–69 2 1 3 66.60 33.40
1970–79 12 10 22 54.50 45.50
1980–89 13 14 27 48.10 51.90
1990–99 15 13 28 53.60 46.40
Total 44 38 82 53.60 46.40
Fuente: Encuesta MMP

Anexo 11: El Verde, Con., Primer viaje


a Estados Unidos según sexo

Periodo Hombres Mujeres Total % Hombres % Mujeres


1920–29 0 0 0 0.00 0.00
1930–39 0 0 0 0.00 0.00
1940–49 0 0 0 0.00 0.00
1950–59 3 3 6 50.00 50.00
1960–69 3 0 3 100.00 0.00
1970–79 16 2 18 88.88 11.12
1980–89 17 10 27 62.90 37.10
1990–99 11 8 19 57.90 42.10
Total 50 23 73 68.50 31.50
Fuente: Encuesta MMP
293
Anexo 12: Cosalá, Cos. Situación legal al primer cruce

Contratado % Sin Documentos % Turista % Green Card %Ciudadano % Subtotal.


1940–49 0 0.0 2.0 100.0 0.0 0.0 0.0 0.0 0.0 0.0 2.0
1950–59 1 16.7 4.0 66.7 1.0 1.7 0.0 0.0 0.0 0.0 6.0
1960–69 0 0.0 8.0 88.9 1.0 11.1 0.0 0.0 0.0 0.0 9.0
1970–79 0 0.0 38.0 92.7 1.0 2.4 2.0 4.7 0.0 0.0 41.0
1980–89 0 0.0 53.0 88.3 2.0 3.3 5.0 8.3 0.0 0.0 60.0
1990–99 0 0.0 59.0 95.2 0.0 0.0 2.0 3.2 1.0 1.6 62.0
Fuente: Encuesta MMP

Anexo 13: San Ignacio, Situación legal al primer cruce

294
Contratado % Sin documentos % Turista % Green Card % Sub Total
1930–39 1 100 0 0 0 0 0 0 1
Arturo Lizárraga Hernández

1940–49 0 0 0 0 0 0 0 0 0
1950–59 1 100 0 0 0 0 0 0 1
1960–69 0 0 1 33 0 0 2 67 3
1970–79 0 0 14 63.6 2 9.1 6 27.3 22
1980–89 0 0 23 85.2 3 11 1 3.7 27
1990–99 0 0 24 85.7 0 0 4 14.3 28
Fuente: Encuesta MMP
Anexo 14: El Verde Concordia: Situación legal al primer cruce

Contratado % Sin documentos % Turista % Green Card %Sub Total


1950–59 2 33.33 4 66.67 0 0 0 0 6
1960–69 0 0 7 100 0 0 0 0 7
1970–79 0 0 16 94.11 1 5.89 0 0 17
1980–89 0 0 26 96.3 0 0 1 3.7 27
1990–99 0 0 17 94.4 0 0 1 5.6 18
Fuente: Encuesta MMP

295
Nos llevó la ventolera...
Arturo Lizárraga Hernández

Anexo 15: Estadísticas vitales

Cosalá:
Natalidad: 1980: 44.98 X 000
Mortalidad: 1980: 4.50 X 000
Crecimiento Natural de Población 1980: 40.48 X 000

Natalidad: 1990: 38.80 X 000


Mortalidad: 1990: 4.15 X 000
Crecimiento Natural de Población: 1990: 35.56 X 000

San Ignacio:
Natalidad: 1980: 37.26 X 000
Mortalidad: 1980: 4.14 X 000
Crecimiento Natural de Población 1980: 35.56 X 000

Natalidad: 1990: 38.78 X 000


Mortalidad: 1990: 3.22 X 000
Crec. Nat. De Pobl: 1990: 35.56 X 000

Concordia:
Natalidad: 1980: 58.87 X 000
Mortalidad: 1980: 6.82 X 000
Crecimiento Natural de Población 1980: 52.05 X 000

Natalidad:1990: 42.29 X 000


Mortalidad: 1990: 3.79 X 000
Crecimiento Natural de Población 1990: 38.05 X 000

Fuente: Monografías Municipales; SSA

296
Nos llevó la ventolera...

Anexo 16: Mortalidad por municipio: 1998–2000

1988 1999 2000


Número Tasa Número Tasa Número Tasa
Ahome: 1,406 398.1 1,648 461.9 813 225.7
El Fuerte: 470 524.4 298 333.3 273 306
Choix: 150 397.6 101 265.3 75 195.4
Guasave: 1,150 449.5 1,075 424.4 627 249.9
Sinaloa: 401 457.5 266 306.3 197 228.9
Angostura: 196 443.6 122 281.5 112 263.2
Mocorito: 283 572.3 223 458 122 254.3
Salvador Alvarado: 300 404.9 247 331.6 156 208.4
Culiacán: 2,578 350.6 3,056 409.2 1,549 204.4
Navolato: 497 396.7 331 268.7 249 205.4
Badiraguato 187 461.5 96 236.7 79 194
Cosalá: 65 374.1 73 422.3 34 197.7
Elota: 138 382.7 106 290.3 82 221.9
San Ignacio: 90 328.1 70 254.4 57 206.6
Mazatlán: 1,640 438.6 1,821 480.9 914 238.5
Concordia: 129 463.2 92 330.3 77 276.4
Rosario: 284 586.1 176 365.2 138 287.8
Escuinapa: 262 522.2 237 470.7 147 291
ESTADO: 10,230 413.5 10,038 403.5 5,701 227.9
Fuente: Secretaria de Salubridad y Asistencia.

297
Arturo Lizárraga Hernández

Anexo 17: Cosalá: Principales lugares


de destinoen California. Todos los periodos
Lugar Número
Bakersfield 7
Bell Flower 1
Cantua 2
Cobina 1
Cochela 1
Chaster 1
Deleno 12
Desconocido 1
Early Mar 9
Fontana 1
Fresno 4
Gardena 1
Guadalupe 1
Hostville 2
Indio 27
La Puente 1
Lompock 2
L.A. 77
Madera 1
Mercedes 1
Modesto 5
Norwalk 4
Porosville 10
San Diego 1
Sn. Fco. 2
San José 1
Santa Ana 1
Sta. María 2
Stockton 1
Tierra Bella 1
Valle Borrego 1
warning park 1
Fuente: Encuesta MMP

298
Nos llevó la ventolera...

Anexo 18: San Ignacio: Lugar de destino


en California. Todos los periodos

Lugar Número
Corona 4
Desconocido 1
Fresno 2
La Puente 1
Long Beach 1
L.A. 36
Paramount 3
Pomona 1
Regur City 1
San Diego 2
San Fco. 7
San Joaquín 1
San Mateo 4
Santana 2
Stockton 5
Fuente: Encuesta MMP

Anexo 19: El Verde: Lugar de destino en California.


Todos los periodos
Lugar Número
Monte Pico 1
Indio 1
Long Beach 1
L.A. 19
Norwalk 1
Orange 1
Paramount 26
Pico Rivera 2
Pomona 4
Sacramento 1
San Bernard 1
San Diego 8
San Valley 4
Sealt Beach 1
San Fco. 1
Wirrian 1
Fuente: Encuesta MMP

299
Arturo Lizárraga Hernández

Anexo 20:

Mis dos patrias


(Canción de Los Tigres del Norte).

Para quien dice que yo soy un malinchista


Y que traiciono mi bandera y mi nación
Para que rompa con mi canto la frontera
Les voy a abrir de par en par mi corazón.

Dejé las tumbas de mis padres, mis abuelos


Llegué llorando a tierra de anglosajón
Yo trabajaba y mis hijos iban creciendo
Todos nacieron bajo de esta gran nación.

Y mis derechos los han ido pisoteando


Van formulando leyes de constitución.
Que haría ya viejo si me quitan mi dinero
Yo solo quiero mi seguro y mi pensión.

Pero que importa si soy nuevo ciudadano


Sigo siendo mexicano como el pulque y el nopal.
Y mis hermanos centro y sur americanos
Caribeños o cubanos traen la sangre tropical
Pa´ que respeten los derechos de mi raza
Caben dos patrias en el mismo corazón

(Hablado)
El juez se paró en la corte
La tarde del juramento
De mi corazón brotaba una lágrima salada

300
Nos llevó la ventolera...

Que me quemaba por dentro


Dos banderas me tumbaban
Una verde, blanco y rojo
Con el águila estampada
La otra con su azul llena de estrellas
Con sus rayas blancas y rojas
La bandera de mis hijos
Que alegre me contemplaba.
No me llamen traicionero
Que a mis dos patrias las quiero
En la mía dejé a mis muertos
Aquí mis hijos nacieron
Por defender mis derechos
No puedo ser traicionero.

(Cantado)
Pero que importa si soy nuevo ciudadano
Sigo siendo mexicano como el pulque y el nopal.
Y mis hermanos centro y sur americanos
Caribeños o cubanos traen la sangre tropical
Pa´ que respeten los derechos de mi raza
Caben dos patrias en el mismo corazón.

301
Arturo Lizárraga Hernández

Anexo 21:

Sinaloa cowboys
( Bruce Springsteen).

Miguel came from a small town in northern Mexico


He came north with his brother Louis to California three years ago
They crossed at the river levee when Louis was just sixteen
And found work together in the fields of the San Joaquin
They left their homes and family
Their father said «My sons one thing you will learn
For everything the north gives it exacts a price in return.»
They worked side by side in the orchards
From morning till the day was through
Doing the work the hueros wouldn’t do
Word was out some men in from Sinaloa were looking for some
hands
Well deep in Fresno county there was a deserted chicken ranch
There in a small tin shack on the edge of a ravine
Miguel and Louis stood cooking methamphetamine
You could spend a year in the orchards
Or make half as much in one ten hour shift
Working for the men from Sinaloa
But if you slipped
The hydriodic acid could burn right through your skin
They’d leave you spittin’ up blood in the desert
If you breathed those fumes in
It was early one winter evening as Miguel stood watch outside
When the shack exploded lighting up the valley night
Miguel carried Louis’ body over his shoulder down a swale to the
creekside

302
Nos llevó la ventolera...

And there in the tall grass Louis Rosales died


Miguel lifted Louis’ body into his truck and then he drove
To where the morning sunlight fell on a eucalyptus grove
There in the dirt he dug up ten thousand dollars all that they’d saved
Kissed his brother’s lips and placed him in his grave

303
Arturo Lizárraga Hernández

304
Nos llevó la ventolera...

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Arturo Lizárraga Hernández

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