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DOLO

1. DOCTRINA DE LA CONCEPCIÓN DEL DOLO


El dolo es también un factor perturbador inconsciente del proceso formativo de
la voluntad jurídica que afecta a la función cognoscitiva del sujeto y, por tanto, a
su voluntad interna. Pero, a diferencia del error-vicio, que es espontáneo, el dolo
es una inducción al error, un engaño para provocar el error, y por eso se
caracteriza por la mala fe, por el designio de perjudicar a otro: dolus está
consilium alteri nocendi.

La doctrina es unánime en conceptuar el dolo como toda maniobra encaminada


a provocar un engaño e inducir a error. Así, los Mazeaud1 dicen que se trata de
un error, pero constituido por el hecho de la otra parte pues es un error
provocado, un engaño: la victima del dolo no sólo se engaña, sino que ha sido
engañada.

Para Stolfi2, dolo es el error provocado engañando a otro y constituye una causa
por sí suficiente para la anulabilidad del acto, de modo que éste es impugnable
aun en los casos en que el error por sí solo no afectase a la validez del negocio,
ya que el error que no provocaría la ineficacia del acto la provoca entonces
porque ha tenido por causa el dolo, pues el dolo consiste en el artificio utilizado
para engañar a una persona provocando en ella un error o aprovechando el error
en que la misma se haya a fin de inducirla a realizar un negocio jurídico.

Según resume Carranza3 los textos romanos que versan sobre el dolo han sido
utilizados en dos sentidos iguales. Algunos parecen aludir a su condición de vicio
de la voluntad, como un engaño que causa el error de quien declara bajo su
influjo; otros, muestran al dolo, no tanto como captación de voluntad ajena, sino
como maniobra enderezada a ejercer indebida influencia sobre otro.

Según el mismo autor argentino, en el antiguo derecho francés reapareció la

1
Lecciones de Derecho Civil. Parte Primera Vol.1 pág. 208
2
Teoría del Negocio Jurídico Pág. 189-190
3
El Dolo en el Derecho Civil Comercial .Pág.23 y sgtes.
condición psicologística del dolo bajo la influencia del creciente con sensualismo,
que lo convirtió en uno de los vicios del consentimiento. Este punto de vista lo
hizo suyo Domat y lo continuó Pothier, quien, sin embargo, según Carranza,
abre paso ya a. la solución objetivista al recordar que sólo lo que hiere
abiertamente a la buena fe, ante el fuero externo e interno, es considerado como
un verdadero dolo". No obstante, concluye a comienzos de siglo XIX, en los
umbrales de la codificación civil, era manifiesto el predominio de la tesis
subjetiva, que no hallaba otro lugar para el dolo que no fuese entre los vicios del
consentimiento. Así llegó al Código Civil francés y, casi un siglo después, al
Código Civil alemán.
El Código Civil alemán ubicó el dolo como vicio de la voluntad. Enneccerus4 lo
explica como toda conducta por la cual intencionalmente se induce, se corrobora
o se mantiene a otro, en una representación errónea: no son necesarias las
comunicaciones directas (palabras, escritos), ya quo ni engaño puede consistir
también en otros actos, como la ocultación do un defecto o resultar del conjunto
de la conducta, siendo indiferente que el engañó se perpetre por la invención de
hechos falsos o por la deformación, son por una referencia incompleta o por la
ocultación de hechos verdaderos. Concluye que hay dolo cuando siempre que
el medio para el engaño sea empleado con la conciencia de que con él otro es
determinado a una declaración ele voluntad que no habría emitido sin e! engaño.

La noción del dolo originada en el Derecho Romano y receptada por la


codificación civil lo ha mantenido como un (actor perturbador en la formación del
acto jurídico y como causa de su invalidez cuando es determinante de la
voluntad. La doctrinó, por su parte, guarda un criterio uniforme en su
conceptuación. Así, para De Cossio el dolo supone, en líneas generales, todo un
complejo de matas artes contrario a las leyes de la honestidad e idóneo para
sorprender la buena fe ajena, generalmente en beneficio de la persona que en
él incide. Para Espín consiste en una maquinación o fraude para engañar a una
persona, logrando que manifieste su voluntad de realizar un negocio jurídico que
no hubiese realizado sin el engaño o al menos lo hubiera hecho en condiciones

4
Tratado de Derecho Civil. T.I.Parte General II. Vol. Pág. 392
distintas más favorables. Según Albaladejo5 se trata de un error provocado por
un comportamiento engañoso, para conseguir una declaración que se emite
debido a aquél. Para Messineo el dolo consiste en el uso, por obra de la
contraparte, de engaños, maquinaciones-, artificios o mentiras respecto de una
persona con la finalidad de inducirla a omitir una declaración que, sin aquello, no
habría emitido.

Está generalizada conceptuación del dolo ha conducido a que algún sector de la


doctrina hable de un dolo civil y de un dolo penal, como dos conceptos
contrapuestos. Pero no es así, pues ambos tienen un sustento básico común
como es la intencionalidad y es a partir de este sustento común que tanto la
dogmática civil como la penal han desarrollado el tratamiento del dolo.

Ahora bien, en el Derecho Civil el dolo tiene varias acepciones y se le emplea,


fundamentalmente, en los siguientes sentidos:

como inejecución deliberada de una obligación convencional, en materia


de responsabilidad contractual;
como intención de causar el daño, en materia de responsabilidad
extracontractual; y,
como maniobra encaminada a provocar engaño, a inducir a error, esto es,
como vicio de la voluntad.
Podemos apreciar, entonces, que en los sentidos expuestos la idea del dolo va
aparejada con la intencionalidad.

2. ETIMOLOGIA
La palabra dolo (del latín dolus o del griego doloa) en su acepción general válida
para el derecho civil y penal significa la pre ordenación de un comportamiento en
daño de alguien.

3. CONCEPTOS:
Tiene varias acepciones. En materia penal, el dolo consiste en la conciencia de

5
Derecho Civil I Vol.II Pág. 199
la criminalidad del acto u omisión previsto y sancionado por la ley como delito6.

En Derecho civil la palabra dolo tiene tres acepciones:

a) Como elemento del incumplimiento de las obligaciones. El dolo es la in-


tención deliberada de inejecución de la prestación debida (art. 1318). Es la
conciencia y la voluntad del deudor, autor del ilícito, de dañar al acreedor; genera
la responsabilidad civil contractual (art. 1321). Aquí el dolo coincide con la mala
fe, para cuya existencia no se precisa la intención de dañar (como sucede en
Derecho penal), bastando infringir de modo voluntario el deber jurídico que pesa
sobre el deudor; debiendo entenderse dolosamente queridos los resultados que,
sin ser intencionalmente perseguidos, son consecuencia necesaria de la acción
u omisión del deudor que no ejecuta su prestación.
b) Como factor de atribución de responsabilidad civil extracontractual por acto
ilícito. El dolo es la conciencia y voluntad de causar un daño; en tal sentido se
opone a la «culpa» que designa al actuar negligente del agente que causa un
daño (art. 1969)..
c) El dolo como vicio de la voluntad significa engaño. Es el engaño que induce
a la otra parte a celebrar el acto jurídico, en ausencia del cual la víctima no lo
habría celebrado. De este significado del dolo nos ocupamos a continuación.

4. CLASES

4.1. Según el código Civil Peruano


4.1.1. Dolo Causante
Artículo 210.- El dolo es causa de anulación del acto jurídico cuando el engaño usado por una de las
partes haya sido tal que sin él la otra parte no hubiera celebrado el acto.
Cuando el engaño sea empleado por un tercero, el acto es anulable si fue conocido por la parte que
obtuvo beneficio de él.7

6 El dolo es «la producción de un resultado típicamente antijurídico, con conciencia de que se


quebranta el deber, con conocimiento de las circunstancias de hecho y del curso esencial de la
relación de causalidad existente entre la manifestación humana y el cambio en el mundo exterior,
con voluntad de realizar la acción y con representación del resultado propuesto» (JIMÉNEZ DE
ASÚA, La Ley y el delito, cit., p. 365).

7
La fuente del art. 210 es el art. 1439 del Código italiano que dice: Dolo. El dolo es causa de anulación
del contrato cuando los engaños usados por uno de los contratantes hayan sido tales que, sin ellos, la otra
En el dolo como en el error hay una falsa representación de la realidad. Pero en
el dolo, la falsa representación de la realidad es provocada por el engaño usado
por la otra parte o por un tercero; precisamente esta es la característica del dolo.

Cae en error el sujeto que por propia deficiencia ignora o tiene un falso
conocimiento de la realidad (error espontáneo); en cambio, es víctima de dolo,
quien por propia deficiencia cae en error por engaño ajeno (error provocado). El
dolo es causa de anulación del acto jurídico cuando el engaño usado por una de
las partes es tal que, sin él, la otra parte no celebraría el acto jurídico. Cuando el
engaño es usado por un tercero, el acto jurídico es anulable solamente si es
conocido por la parte que obtuvo beneficio.

El engaño usado por una de las partes o por un tercero induce a la otra parte a
concluir el acto jurídico que, si no fuera por el engaño, no lo habría celebrado.
Por tanto, el dolo vicia la voluntad del sujeto induciéndolo a caer en error,
independientemente de que éste sea o no conocible, de hecho o de derecho,
esencial o no.

El dolo como vicio de la voluntad se diferencia de la figura general de dolo


prevista en el Derecho penal o en la disciplina del acto ilícito civil, en los cuales
el dolo consiste en el deseo de producir el evento y sus efectos; en cambio, como
vicio de la voluntad consiste solamente en un artificio, un engaño, orientado a
hacer caer en error a una de las partes con el fin de que celebre el acto jurídico.
El grado más alto del engaño es la maquinación, el ardid, o sea la artificiosa
predisposición de signos exteriores que conducen a una falsa representación de
la realidad que es la que conduce a la víctima a tomar la decisión de celebrar el
acto jurídico.

La relevancia del dolo como causa de anulación del acto jurídico requiere:

Que el engaño provenga de una de las partes otorgantes del acto jurídico
{dolo directo) o de un tercero en connivencia con ella {dolo indirecto) o
que no habiendo existido connivencia con el tercero, el beneficiado con el
acto haya tenido conocimiento de los artificios o maquinaciones de aquél

parte no hubiera contratado. Cuando los engaños hubieran sido empleados por un tercero, el contrato será
anulable si fuesen conocidos por el contratante que obtuvo ventaja.
y no haya manifestado a la otra parte la verdad de los hechos {dolo
omisivo), lo que significa que ha querido aprovecharse del dolo del
tercero. El engaño proveniente de tercera persona sin que lo sepa la parte
que se beneficia con los efectos del acto no es causal de anulabilidad;
Que el engaño usado por una de las partes haya determinado la voluntad
de la otra parte, de tal modo que sin él no hubiera celebrado el acto
jurídico. Dolo causante {dolus causam dans), denominado también
determinante o principal.

El dolo es determinante, y da lugar a la invalidez del acto jurídico (en la forma de


la anulabilidad), cuando es tal que sin él, el acto jurídico no se habría celebrado;
de allí, la denominación de dolo causante (el dolo es la causa de la celebración
del acto). El engaño es idóneo para inducir en error a la otra parte. Tal idoneidad
será evaluada teniendo en cuenta las particulares condiciones psicológicas,
culturales y sociales del engañado.8 Si la persona con un actuar diligente pudo
descubrir el engaño, el dolo no es determinante, por lo que la ley no le otorga
protección, por cuanto no podrá alegar que fue convencido por el autor de las
maquinaciones engañosas, cuando en realidad no hay engaño.
El dolo del tercero solamente hace anulable al acto jurídico si es conocido por la
parte que se beneficia con la celebración de dicho acto. Es necesario que el que
celebra el acto jurídico con la víctima del dolo del tercero conozca el engaño
empleado por éste, no siendo suficiente que le sea reconocible. Cuando la ley
menciona que el acto jurídico es anulable si el engaño del tercero fue conocido
por la parte que obtuvo beneficio de él, no está exigiendo que la contraparte de
la víctima conozca el engaño y además que el acto le reporte un beneficio
económico o no, sino está mencionando que la ventaja es simplemente la
celebración del acto jurídico, prescindiendo de sus consecuencia ventajosas o
no.
El engaño usado por una de las partes o un tercero es relevante cuando rebasa
los límites de la práctica normal del tráfico, donde las alabanzas de los actos por
celebrar son obviamente acentuadas, con el fin de animar a los clientes a su
celebración, lo cual constituye el llamado dolus bonus que en la actualidad se

8
Para determinar si el dolo ha sido o no la causa exclusiva del acto hay que tener en cuenta las
condiciones personales de la víctima; prescindir de ellas implicaría colocarse en un concepto.
identifica con la persuasión, ostensible u oculta, inducida por medio de la difusión
en vasta escala de técnicas y prácticas publicitarias, siempre que se mantengan
dentro de los límites tolerables por los usos. Tampoco son reprochables las
mentiras sobre datos que afectan la propia esfera jurídica o de otros sujetos,
pero que no tienen el fin de perjudicar a la contraparte, por ej., el comprador
miente diciendo que no tiene todavía idea sobre el destino que va a dar al bien
que compra, cuando, en realidad, ya tiene un comprador al cual revenderá con
un alto margen de ganancia.
El dolus bonus se caracteriza por su reconocibilidad e inidoneidad para engañar,
por tanto, no vicia la voluntad, porque la otra parte puede evitar caer en error
usando una normal diligencia. En el ámbito comercial estas prácticas son
consideradas normales y ampliamente toleradas. Sin embargo, no siempre es
fácil trazar los límites entre el dolus bonus y el dolus malus, dependiendo de la
valoración del ambiente social, específico, en el cual se opera y de la clase de
acto jurídico de que se trate. En cambio, vicia la voluntad el dolus malus
entendido como el comportamiento intencionalmente orientado a engañar a la
otra parte a fin de hacerla caer en error. Para que proceda la anulabilidad se
debe probar que el sujeto ha sido concretamente engañado, cualquiera sea el
grado de su perspicacia, de tal forma que sin el engaño no habría celebrado el
acto jurídico. La norma del art. 210° no exige que la idoneidad del engaño sea
parametrada sobre la base de un destinatario de las maniobras dolosas de
perspicacia promedio. Lo que exige es que el sujeto haya sido engañado
realmente por la otra parte de tal forma que lo haya determinado para la
celebración del acto jurídico, con lo que se amplía la tutela contra el engaño,
erosionando progresivamente al dolus bonus.
La lealtad que debe existir entre los otorgantes de un acto jurídico exige a cada
una de las partes a no afirmar nada que pueda ser contrario a la realidad
cuan¬do está en condiciones de verificar esa realidad. Por eso el Código, al no
definir el dolo, permite adoptar una concepción amplia del mismo que comprenda
tanto las maquinaciones o maniobras dirigidas a hacer caer en error a la otra
parte como el dolo sin maniobras o maquinaciones, siempre que haya un
elemento intencional, esto es, mala fe de parte de su autor destinada a persuadir
a una persona a concluir un negocio, como el afirmar un hecho inexacto o
cualquier deslealtad o negligencia grave. En este sentido se ha pronunciado la
jurisprudencia francesa que equipara el dolo a la mala fe, abandonando el
concepto muy restringido de dolo contenido en el art. 1116 del Código francés
que habla de «maniobras llevadas a cabo por una de las partes».9
Es común que por el dolo una de las partes otorgantes del acto provoque un
error en la otra parte; por eso, el dolo, al igual que el error, es un vicio de la
voluntad que afecta a la intención. Pero existe también el dolo sin error que
afecta, no a la intención, sino a la libertad del sujeto. Este dolo sin error consiste
en cualquier ardid o maquinación desleal utilizada contra una persona
determinándola a concluir un acto jurídico por sugestión o captación. Caso en el
que, la víctima del dolo no es inducida a error mediante engaño, ni tampoco es
violentada o intimidada, sino que es sugestionada por la presión, que sin llegar
a constituir violencia, es ejercida contra ella mediante maniobras que afectan su
libertad; el debilitamiento o la falta de libertad de la voluntad no se deriva de la
violencia o intimidación sino del estado mental de la víctima por la presión de
que ha sido objeto. Un ejemplo de la jurisprudencia francesa, relativo a un caso
que no es ajeno sino frecuente en nuestro medio, nos aclara el concepto sobre
el dolo sin error: Un fallo de un Tribunal de apelación de Colmar del 30 de enero
de 1970, en un proceso en el que se trataba de una dama de edad avanzada
que había accedido a otorgar una donación en favor de su hija y en detrimento
de su hijo, después de haber sido impulsada a esto mediante un cierto número
de maniobras que no constituían actos de violencia. Se estableció que la donante
había obrado con perfecto conocimiento de causa y, por consiguiente, no había
sido víctima de ningún error, pero, fue por aburrimiento o cansancio, ante las
maniobras empleadas, por lo que ella accedió a la donación. El cansancio
proveniente de las maniobras empleadas por la donataria revelaba un
consentimiento que no era libre.10

El dolo debe provenir de una de las partes que celebran el acto jurídico (por ej.,
tratándose del contrato, el dolo provendrá de la otra parte contratante). Si el dolo
proviene de un tercero, con arreglo a la norma del segundo párrafo del art. 210,
el acto solamente es anulable si el engaño es conocido por la parte que obtuvo
beneficio de él. Si el engaño proveniente de un tercero no es conocido por la

9
LARROUMET, Teoría general del contrato, cit., vol. 1, p. 268.
10
LARROUMET, Teoría general del contrato, cit., vol. I, p. 274.
parte que ha obtenido ventaja del acto jurídico, la exigencia de tutelar la
confianza que este último ha tenido de contar con dicha ventaja entra en conflicto
con la exigencia de tutelar al engañado. La ley hace prevalecer aquí la tutela de
la confianza-buena fe del beneficiado al disponer que la parte engañada por el
tercero podrá impugnar el acto por dolo sólo sí la otra parte ha actuado en
colusión con el tercero o, cuando menos, ha estado en conocimiento del engaño,
solución que corresponde por lo demás a la seguridad del tráfico.

Recordemos que no es tercero el representante, el mandatario, el dependiente,


y, en general, el auxiliar de uno de los otorgantes del acto, encargado de
cooperar en su celebración. El principal debe sufrir, aun sin culpa de su parte,
las consecuencias de los actos realizados por sus cooperadores o auxiliares. De
ahí que si el representante engaña al tercero con quien realiza el acto
representativo, el acto es anulable aun cuando el representado ignoraba que su
representante (legal, convencional o judicial) ha actuado con engaño.

De acuerdo al Código civil, el daño no constituye un elemento del dolo como vicio
de la voluntad. 11Para anular un acto jurídico por dolo no es necesario probar que
la víctima haya sufrido daño, pero si el daño efectivamente se ha producido como
consecuencia de la conducta engañosa del autor del dolo, la víctima puede
acumular a su acción de anulación del acto, la de indemnización de daños,
puesto que es principio general que todo aquel que cause un daño a otro está
en la obligación de indemnizarlo. Es obvio que la víctima del dolo puede solicitar
la anulación sin la indemnización, puesto que el acto es anulable prescindiendo
del daño que se derive para la víctima, y aun cuando no exista ningún daño. La
víctima del dolo puede renunciar a la acción de nulidad 12y demandar solamente
la indemnización de daños.

La producción efectiva del daño patrimonial tiene importancia solamente para


fines del resarcimiento, mientras que para los fines de la anulación del acto

11
Según el Código argentino, el dolo para que sea causa de anulación del acto jurídico debe haber ocasionado un daño
importante. El art. 932 dice: «Para que el dolo pueda ser medio de nulidad de un acto es preciso la reunión de las
siguientes circunstancias, la. Que haya sido grave; 2a. Que haya sido la causa determinante de la acción; 3a. Que haya
ocasionado un daño importante; 4a. Que no haya habido dolo por ambas partes». Si el dolo no provoca daño alguno o
si éste es insignificante, no habrá lugar para una sanción tan grave como es la nulidad del acto: minimis non curat
praetor (LLAMBÍAS, Tratado de Derecho civil - Parte General, cit., T. II, p. 497).
12
Cuando el acto jurídico es anulable, en el petitorio de la demanda se solicita que se declare nulo,
anulable.
jurídico es suficiente la subsistencia del vicio de la voluntad. La anulación del
acto jurídico por dolo protege la libertad del sujeto, no su integridad patrimonial.

En fin, es necesario para la anulación del acto jurídico el efectivo error en que ha
caído una de las partes por virtud del engaño de la otra; el acto jurídico no es
anulable cuando el sujeto advierte la existencia del engaño y no obstante ha
querido igualmente concluirlo.

4.1.2 Dolo Incidental


Artículo 211.- Si el engaño no es de tal naturaleza que haya determinado la voluntad, el acto será
válido, aunque sin él se hubiese concluido en condiciones distintas; pero la parte que actuó de mala
fe responderá de la indemnización de daños y perjuicios.13

Hay que distinguir el dolo causante o determinante de la voluntad (dolus :ausam


dans), que se presenta cuando sin el engaño la víctima no habría celebrado e1
acto jurídico, del dolo incidental (dolus incidens), o sea el engaño sin el cual la
víctima habría concluido el acto jurídico, pero en condiciones distintas. El dolo
causante hace anulable al acto jurídico; en cambio, el dolo incidente lo deja
válido. La víctima del daño causante tiene los remedios de la anulación del acto
y de la indemnización de daños, si es que éstos existen; en cambio la víctima del
dolo incidente tiene derecho solamente a la indemnización de daños.

Por el dolo causante, la víctima del dolo no habría concluido el acto jurídico si no
hubiera mediado el dolo de la otra parte o de un tercero o lo habría celebrado en
condiciones sustancialmente diferentes. El dolo incidente consiste en los
artificios, maniobras, etc., que sin llegar a determinar la realización del acto
induce a a víctima a realizarlo en condiciones más onerosas; sin el dolo incidental
el acto hubiese sido igualmente concluido, pero en otras condiciones. Por ej., el
comprador de una casa tomó la decisión de adquirirla, pero si no hubiese sido
engañada obre el estado de conservación del inmueble, no habría aceptado
pagar un precio tan alto. En casos de este tipo el acto jurídico es válido, pero la

13
La fuente del art. 211 es el art. 1440 del Código italiano que prescribe: Dolo incidental. Si los engaños
no hubiesen sido de tal entidad que hayan determinado el consentimiento, el contrato será válido, aunque
sin ellos se hubiese concluido en condiciones distintas; pero el contratante de mala fe responderá de los
daños.
parte en dolo debe responder por los daños. Si el dolo incidente proviene de un
tercero, responde del laño el otorgante que se ha beneficiado con el acto si
conoció del engaño. Para distinguir entre dolo causante y dolo incidental se debe
atender a todas las circunstancias del caso concreto.

El Código civil 1936 estableció: Art. 1086. «El dolo incidental sólo obliga al |ue lo
empleó a indemnizar daños y perjuicios». León Barandia14rán comentando este
dispositivo dijo que la diferencia entre el dolo causante y el dolo incidental estriba
en que el primero determina la declaración y el segundo no, haciendo sólo que
se emite en condiciones más desventajosas. De esta diferencia nacen
lógicamente diversas consecuencias de uno y otro. El primero es causa de
anulabilidad de la declaración; el segundo no, y sólo da lugar a reparación. Pero
el dolo causante e acarrear también reparación de perjuicios, ya como
complemento de la acción de nulidad, o en caso de no poder ya volver sobre los
hechos ya consumados, fin, cuando el actor quisiera renunciar a la acción de
nulidad, optando por la reparación. (SALVAT).

4.1.3 Dolo Positivo y Dolo Negativo


Artículo 212.- La omisión dolosa produce los mismos efectos que la acción dolosa.

El dolo positivo consiste en acciones del autor del engaño; el dolo negativo u
omisivo se refiere a la reticencia o silencio del autor del engaño determinante de
voluntad de la otra parte.
A la conducta de la parte que omite informar a la otra sobre elementos o datos,
cuyo conocimiento habría inducido a esta última a no celebrar el acto jurídico,
denomina reticencia o dolo por omisión, o negativo, en contraposición al dolo
comisión, o positivo.
Las omisiones dolosas sobre circunstancias esenciales tales que la víctima abría
celebrado el acto o no lo habría celebrado en las mismas condiciones hubiese
conocido la verdad sobre la realidad, se asimilan en sus efectos a las acciones
dolosas. Por ej., un vendedor omite informar al comprador sobre el verdadero
estado del bien para inducirlo a concluir el contrato; el que traspasa un
establecimiento comercial omite comunicar al adquirente que parte del local ha

14
LEÓN BARANDIARÁN, Comentarios al Código civil peruano, cit., T. I, p. 68.
clausurado por la SUNAT por incumplimiento de las normas tributarias; el
vendedor de un terreno no informa al comprador de la existencia de un proceso
expropiación.
Los principios de lealtad, responsabilidad y corrección con que deben actuar los
que celebran un acto jurídico exigen un deber de información a cada otorgante
sabe o debe saber qué importancia tiene para el otro el revelarle determinado
hecho que la víctima no pueda enterarse de otro modo. La parte que de mala fe
no informa sobre esos hechos a la otra con el fin de inducirla a concluir el
negocio, incurre en reticencia dolosa que vicia la voluntad.
La violación de la obligación de información no basta para configurar el dolo o se
encuadra en un contexto orientado a engañar a la otra parte.

4.1.4. Dolo Recíproco


Artículo 213.- Para que el dolo sea causa de anulación del acto, no debe haber sido empleado por
las dos partes.

Si el acto jurídico es bilateral y el dolo ha sido empleado por ambas partes, el de


una parte se compensa con el de la otra, de lo que sigue como consecuencia el
dolo recíproco no es causal de anulabilidad del acto jurídico.
Como dice LLAMBÍAS «la justicia no puede entrar a discutir sobre las trampas
que emplean los inescrupulosos, y para expurgar la vida jurídica de esas izas, la
ley cierra la puerta del pretorio en tales situaciones. Quipropriam turpitudinem
allegans non est audiendus».
Si las dos partes se han engañado mutuamente, ambas han actuado de mala fe
lo que no pueden demandarse la anulabilidad del acto. El Derecho no protege la
mala fe, salvo en casos excepcionales cuando hay la necesidad de dar paso a
otros principios superiores (ej., art. 950).
La compensación sólo procede entre dolos causantes o entre dolos incidentes.

5. MODALIDADES DEL DOLO


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6. REQUISITOS
El principal se encuentra como previamente se indico en el articulo 213° del código civil
donde nos dice que no debe ser empleado por las dos partes.
Hay dolo cuando, con palabras o maquinaciones insidiosas de parte de uno de los
contratantes, es inducido el otro a celebrar un contrato que, sin ellas, no hubiere hecho,
por lo cual para que el dolo produzca la nulidad de los contratos, deberá ser grave y no
haber sido empleado por las dos partes contratantes. Por tanto, para que el dolo sea
causa de anulabilidad del negocio jurídico se requiere:

Que el dolo sea grave, llevado a cabo con la intención, con la mala intención
consciente y deliberada, de engañar a otra persona con la que se pretende
celebrar un negocio jurídico. En cambio, el denominado dolus bonus o dolo
bueno, consistente en cantar las excelencias del bien o del servicio que se oferta,
no se considera como dolo propiamente dicho.
El dolo ha de inducir a la otra parte a celebrar el negocio jurídico. Es decir, ha de
tratarse de un dolo determinante, sin cuya existencia la parte que lo sufre no
hubiera manifestado su voluntad favorable a la celebración del negocio
jurídico. El dolo determinante se contrapone así al dolo incidental, que no resulta
caracterizado en el Código Civil, el cual se limita a disponer que no tendrá
consecuencias anulatorias del contrato celebrado, sino que sólo dará lugar a
indemnización de daños y perjuicios. No obstante la falta de definición legal, la
noción de dolo incidental es clara: es la conducta engañosa que lleva a quien,
libre y conscientemente, está decidido a contratar, a aceptar unas condiciones
desfavorables o perjudiciales que no hubiera aceptado de no intervenir el dolo
incidental. Por ejemplo, necesito que me arreglen el coche en el pueblo donde
se me ha averiado; pero el astuto mecánico, argumentando que es la romería de
la comarca (lo que es falso), hace que acepte un precio desorbitado.
Que el dolo no hay sido empleado por las dos partes contratantes, ya que
en tal caso la actuación malévola de ambos excluye la protección a la buena fe
que fundamenta la regulación positiva del dolo. En el caso de dolo por ambas
partes suele hablarse de compensación de dolo, para poner de manifiesto que
el de una parte compensa, anula o destruye la relevancia del dolo de la otra
parte. La compensación del dolo, evidentemente, no puede entran en juego
respecto del testamento, cuya nulidad declara igualmente el Código Civil en el
caso de que haya sido otorgado a consecuencia del dolo de cualquier persona
7. ELEMENTOS

7.1.1. Elementos Objetivos


Encontramos los siguientes:
El sujeto activo: La parte que hace uso de las maquinaciones para
producir un error en la mente del otro sujeto; puede valerse de
tercera persona en colusión con ella: la parte que induce al error
directamente o utilizando a tercera persona; o callarse al reconocer
que el otro sujeto está en error (dolo omisivo).
El sujeto pasivo: Es la parte víctima de la acción dolorosa o del
fraude omisivo; puede encontrarse en esa situación por ignorancia,
descuido o negligencia, exceso de confianza, etc. Bajo esa influen-
cia decide celebrar el negocio (voluntad interna) y hace una
declaración de voluntad viciada y por tanto perjudicial a sus
intereses.
El Objeto: Es el medio del sé cuál se vale el sujeto activo:
argumentaciones, descripción de argumentaciones patéticas,
potenciales ventajas, cualidades o condiciones inexistentes o
exageradas, etc. (dolo activo); información incompleta, callar
defectos, guardar silencio, etc. (dolo pasivo)
El Propósito: Aprovechar del error provocado para perjudicar
gravemente al otro sujeto y con ello obtener un beneficio ilegitimo
para sí o para tercero.
7.1.2. Elementos Subjetivos
Son por tanto dos los elementos que integran el dolo, el elemento intelectual o
cognoscitivo y el elemento volitivo.

Elemento intelectual o cognoscitivo del dolo: Para actuar


dolosamente, el sujeto debe saber qué es lo que hace y conocer los
elementos que conforman el hecho típico (p. ej., en el caso del homicidio
doloso debe saber que mata a otra persona; en el hurto, que sustrae
cosas ajenas sin el consentimiento de su dueño, etc.). Ese conocimiento
constituye un requisito previo a la voluntad (no puede querer hacer algo
si no se sabe primero qué se va a hacer).
Pero no es necesario que el sujeto antes de actuar realice una reflexión
sobre su futura acción, basta con que reconozca que en la situación
concurren los elementos objetivos descritos en el tipo. Por otro lado, no
es imprescindible que el sujeto tenga un conocimiento exacto de cada uno
de los elementos típicos, sino que es suficiente con que posea un
conocimiento aproximado de la significación social o jurídica de los
elementos del tipo (valoración paralela en la esfera del profano). P. ej., en
el caso del hurto, no es necesario que el sujeto conozca exactamente el
significado del concepto de “cosa mueble ajena”; basta con que sea
consciente de que está sustrayendo (“quitando”) un objeto a su dueño.Si
el sujeto realiza el hecho valorando erróneamente alguno de los
elementos típicos, habrá error de tipo, cuyos efectos se analizan más
adelante.
Elemento volitivo del dolo: Para actuar dolosamente no es suficiente
con el conocimiento de los elementos del hecho típico, es preciso querer
realizarlo. Es la concurrencia de esa voluntad lo que fundamenta el
mayor desvalor de acción del tipo de injusto doloso frente al imprudente:
quien actúa con dolo se ha decidido en contra del bien jurídico protegido
en el tipo correspondiente.
Jurisprudencia
CASACION 2670 - 2001 CALLAO SUMILLA: CONFIRMACION DE
LOS ACTOS JURIDICOS

Es infundada la casación contra la sentencia de vista que desestimó la demanda de


anulabilidad de compraventa aduciendo vicios resultantes del error, dolo, violencia e
intimidación y porque el representante carecía de las facultades para transferir propiedad de
la demandada. Resulta extraño al derecho que habiendo pactado el precio y la consiguiente
toma de posesión del inmueble, el comprador demande la nulidad por hechos ajenos a la
libre disposición del propietario, si bien es cierto el representante no tenía poder para celebrar
el contrato, dicha facultad fue ratificada por la demandada al otorgarle poder a dicho
representante de acuerdo a la copia literal presentada por el accionante y la emplazada al
contestar la demanda; más aún si la demandada no solo no ha interpuesto acción de anulación
que le correspondería, sino que ella y la demandante han ejecutado el contrato en forma total
y en este caso la demandada al confirmar la compraventa, ha puesto claramente de manifiesto
la intención de renunciar a la acción de anulabilidad.

NULIDAD DE CONTRATO y OTRO


Lima, veintiuno de enero del dos mil dos.-

LA SALA CIVIL TRANSITORIA DE LA CORTE SUPREMA DE


JUSTICIA DE LA REPUBLICA; Vista la causa número dos mil seiscientos
setenta - dos mil uno, en Audiencia Pública de la fecha y producida la
votación con arreglo a Ley, emite la siguiente sentencia; MATERIA DEL
RECURSO: Se trata del recurso de casación interpuesto por doña Estela
Carola Rios Vásquez, mediante escrito de fojas ciento sesenta y uno,
contra la sentencia de vista emitida por la Sala Civil de la Corte Superior
de Justicia del Callao, de fojas ciento cincuenta y tres, su fecha veintisiete
de junio del dos mil uno, que revocando la apelada y reformándola declaró
infundada la demanda; FUNDAMENTOS DEL RECURSO: Que,
concedido el recurso de casación a fojas ciento setentidós, fue declarado
procedente por resolución del veinticinco de octubre del dos mil uno, por
la causal contemplada en el inciso segundo del artículo trescientos
ochentiséis del Código Procesal Civil, sustentada en la inaplicación de los
artículos setentiséis, mil noventiséis, mil CENTRO DE
INVESTIGACIONES JUDICIALES DEL PODER JUDICIAL noventiocho,
mil ciento diecisiete, mil ciento dieciocho inciso primero, mil ciento
diecinueve, mil ciento veintiuno, mil ciento veintidós, doscientos
veinticuatro y mil cuatrocientos treintidós del Código Civil;
CONSIDERANDO: Primero.- Que, la recurrente en casación, demanda la
anulabilidad del contrato de compraventa que celebró con la demandada
aduciendo vicios resultantes del error, dolo, violencia e intimidación y
porque al celebrarse el contrato el señor Javier Revilla Palomino carecía
de poder de la demandada para realizar cualquier acto de la transferencia
de la propiedad, por lo que la parte demandada empleó el dolo, al conducir
al demandante a suscribir el contrato materia de anulación; Segundo.-
Que, luego de analizar la sentencia de vista, objeto del recurso de
casación, se ha llegado a la conclusión de que las partes suscribieron un
contrato de compraventa en noviembre de mil novecientos noventicinco y
que la demandada adquirió la propiedad del inmueble objeto de litis, en
diciembre de mil novecientos noventitrés, de su anterior y legítima
propietaria registral, la Asociación pro Vivienda Miguel Grau; Además, se
ha logrado determinar que la recurrente está en posesión del inmueble
objeto de la compraventa; En consecuencia, resulta extraño al derecho
que, habiendo pactado el precio y la consiguiente toma de posesión del
inmueble, el comprador demande la nulidad por hechos ajenos a la libre
disposición del propietario; Tercero.- Que, basándonos en estos
argumentos, se puede establecer que no ha habido error, dolo, violencia
o intimidación, porque la vendedora acreditó su derecho de propiedad
respecto del inmueble sublitis, con la presentación de la escritura pública
de compraventa de diciembre de mil novecientos noventitrés, antes
aludida; Sino que, también, la demandada suscribió el contrato de
compraventa con la recurrente, fijando precio y la CENTRO DE
INVESTIGACIONES JUDICIALES DEL PODER JUDICIAL forma de
pago, y le otorgó la posesión del inmueble. Cuarto.- Que, a mayor
abundamiento, si bien es cierto que al momento de la celebración del
contrato don Javier Revilla Palomino no tenía poder de la entidad
demandada para celebrar contrato de compraventa, posteriormente sí se
le otorgó dicha facultad de acuerdo con la copia literal del registro de
personas jurídicas, presentado por la propia actora que corre a fojas
sesentiuno y la demandada al contestar la demanda ha ratificado el
contrato de compraventa que celebró con la recurrente. Quinto.- Que, los
artículos doscientos treinta y doscientos treintiuno del Código Civil
permiten la confirmación del acto jurídico en el caso de la anulabilidad del
mismo y la Caja de Pensiones Militar y Policial, no sólo no ha interpuesto
acción de anulación que le correspondería, sino que ella y la recurrente
han ejecutado el contrato en forma total y en este caso la Caja al confirmar
la compraventa, ha expuesto claramente de manifiesto la intención de
renunciar a la acción de anulabilidad; Sexto.- Que, no siendo anulable el
contrato de compraventa, por haber sido confirmado por la vendedora, los
artículos invocados referidos a la hipoteca no resultan aplicables, porque
tratándose de una hipoteca legal cuando se otorgue la escritura pública
correspondiente y se inscriba en los Registros Públicos, la hipoteca surtirá
todos sus efectos; Sétimo.- Que, tampoco resulta de aplicación el artículo
mil cuatrocientos treintidós del Código Civil, porque no se trata de una
prestación imposible, por cuanto el contrato de compraventa ha sido
confirmado por la vendedora; Octavo.- Que, por las razones expuestas y
no presentándose la causal contemplada en el inciso segundo del articulo
trescientos ochentiséis del Código Procesal Civil, y aplicando el artículo
trescientos noventiocho del Código Adjetivo, declararon INFUNDADO el
CENTRO DE INVESTIGACIONES JUDICIALES DEL PODER JUDICIAL
recurso de casación interpuesto por doña Estela Carola Rios Vásquez, a
fojas ciento sesenta y uno; En consecuencia, NO CASAR la sentencia de
vista de fojas ciento cincuenta y tres, su fecha veintisiete de junio del dos
mil uno; CONDENARON a la recurrente al pago de las costas y costos
originados en la tramitación del recurso, así como a la multa de una
Unidad de Referencia Procesal; DISPUSIERON la publicación de la
presente resolución en el diario oficial «El Peruano»; en los seguidos por
Estela Carola Ríos Vásquez con la Caja de Pensiones Militar Policial,
sobre Nulidad de Contrato y otro; y los devolvieron.- S.S. PALACIOS V.
CARRILLO H. LAZARTE H. SANTOS P. QUINTANILLA Q. gzg CENTRO
DE INVESTIGACIONES JUDICIALES DEL PODER JUDICIAL
CASACION 2676- 01 UCAYALI SUMILLA: APLICACIÓN DE LA NORMA
JURIDICA PERTINENTE Que si bien el actor no ha fundamentado
jurídicamente el extremo de la pretensión indemnizatoria, tal circunstancia
no exime al Juzgador a aplicar la norma jurídica pertinente en aplicación
del artículo septimo del Título Preliminar del Código Civil; por lo que la
sentencia apelada confirmada por la sentencia de vista, es insubsistente.
NULIDAD DE ESCRITURA PÚBLICA Lima, dieciocho de febrero del dos
mil dos .- LA SALA CIVIL TRANSITORIA DE LA CORTE SUPREMA DE
JUSTICIA DE LA REPUBLICA,

CORTE SUPREMA DE JUSTICIA DE LA REPÚBLICA SALA CIVIL


TRANSITORIA CAS 3496‐2007 AREQUIPA
Nulidad de Acto Jurídico
Lima, primero de septiembre del dos mil ocho.‐
LA SALA CIVIL TRANSITORIA DE LA CORTE SUPREMA DE
JUSTICIA DE LA REPÚBLICA, vista la causa número tres mil
cuatrocientos noventiséis – dos mil siete, en Audiencia Pública de la
fecha, y producida la votación con arreglo a Ley; con los acompañados;
emite la siguiente sentencia; MATERIA DEL RECURSO: Se trata del
recurso de casación, interpuesto por Juan Reyes Ccorimanya mediante
escrito de fojas cuatrocientos noventiséis, contra la resolución emitida por
la Segunda Sala Civil de la Corte Superior de Justicia de Arequipa, de
fojas cuatrocientos ochentisiete, su fecha veinticuatro de mayo de del dos
mil siete, que Revocando la resolución apelada declara Improcedente la
demanda; FUNDAMENTOS DEL RECURSO: Que, concedido el recurso
de casación, fue declarado Procedente por resolución de fecha dieciocho
de octubre del dos mil siete, por la causal prevista en el inciso tres del
artículo trescientos ochentiséis del Código Procesal Civil, esto es, la
contravención de las normas que garantizan el derecho a un debido
proceso, describiendo que se ha contravenido las normas que garantizan
el derecho a un debido proceso, pues ya oportunamente, sobre la
presunta falta de conexión entre los hechos y el petitorio en razón de que
existirían causales de anulabilidad, el juez de la causa emitió una primera
sentencia declarando
improcedente la demanda; no obstante, dicha decisión fue revocad
a por el Ad Quem quien dispuso que el A Quo emita nuevo fallo
pronunciándose sobre el fondo del asunto, porque a pesar de que hubiera
alegado la existencia, de dolo o engaño, el juez debía de aplicar el
principio del iura novit curia y resolver el conflicto de intereses conforme
a los puntos controvertidos, fijados en la audiencia respectiva, lo que
efectivamente hizo el Juez de la causa al emitir nueva sentencia; sin
embargo, vulnerando el principio de congruencia procesal y la debida
motivación de las resoluciones judiciales, la Sala Superior señala ahora
que no procede aplicar el principio iura novit curia para adecuar las
causales de nulidad a las que realmente corresponden según los hechos
esgrimidos en la demanda y probados a lo largo del proceso,
inobservando lo dispuesto por ella misma en su anterior sentencia de
vista; CONSIDERANDO: Primero.‐ Que, el recurso de casación, tiene
como fines esenciales la correcta aplicación e interpretación del derecho
objetivo y la unificación de la jurisprudencia nacional de la Corte Suprema
de Justicia, conforme se señala en el artículo trescientos ochenticuatro
del Código Procesal Civil; Segundo.‐ Que, el actor Juan Reyes
Ccorimanya, interpone demanda de nulidad de acto jurídico y cancelación
de asiento registral señalando que el demandado les hizo un préstamo de
dinero al recurrente y a otras personas y como garantía del mismo les
hizo suscribir un contrato de compraventa, sin que la parte recurrente
haya tenido nunca la intención de vender el bien; por ello, valiéndose del
dolo y el engaño celebraron dicho acto jurídico, por lo que el acto jurídico
deviene en nulo al haberse incurrido en vicio de la voluntad (sic); refiere
que ha ido amortizando la deuda y que esta dispuesta a pagarla, previo
acuerdo con la demandada; ampara su demanda en el inciso primero del
artículo doscientos diecinueve del Código Civil; Tercero.‐ Que, la
demanda es admitida por el A Quo y, previamente a la contestación, la
parte demandada deduce la excepción de oscuridad y ambigüedad en el
modo de proponer la demanda, sosteniendo que la demanda de nulidad
del acto jurídico de compraventa por vicio de la voluntad; sin embargo, a
la vez solicita la ineficacia del mismo a tenor del inciso primero del artículo
doscientos diecinueve del Código Civil; asimismo, el demandado Luis
Miguel Haro Mendoza contesta la demanda; Cuarto.‐ Que, llevada a cabo
la audiencia de saneamiento y otros, el A Quo resuelve declarar infundada
la excepción deducida, puesto que se ha determinado cual es el petitorio
d e la demanda y la forma en que se ha presentado esta no ha impedido
al demandado contestar la misma. Asimismo, se declaró saneado el
proceso, al existir una relación jurídica procesal válida y se fijaron los
puntos controvertidos y se admitieron los medios probatorios ofrecidos;
Quinto.‐ Que, luego de admitirse nuevos medios probatorios, por
resolución de fojas trescientos dos el A Quo expide su sentencia
declarando improcedente la demanda, puesto que la existencia de error,
dolo o engaño no importa la ausencia de manifestación de voluntad,
siendo más bien aquellas causales de anulabilidad; sin embargo, esta
decisión fue impugnada por el actor y, al absolver el grado, el Colegiado
Superior, mediante resolución de fojas trescientos cincuentiuno, de fecha
dos de agosto del dos mil cinco declara nula la sentencia apelada y
dispone que el A Quo emita pronunciamiento sobre el fondo de la
controversia, toda vez que la causa fue saneada en su oportunidad,
declarándose infundada la excepción de oscuridad o ambigüedad en el
modo de proponer la demanda y fijándose los puntos controvertidos, por
lo que el A Quo debía pronunciarse sobre los mismos teniendo en cuenta
lo dispuesto en el artículo VII del Título Preliminar del Código Civil y del
Código Procesal Civil, aplicando la norma pertinente para la justa
composición del litigio; Sexto.‐ Que, renovándose los actos procesales, el
A Quo resuelve la controversia declarando Fundada la demanda
planteada y en consecuencia nulo y sin efecto legal alguno el contrato de
compraventa con pacto de retroventa contendido en la escritura pública
de fecha dos de setiembre de mil novecientos noventinueve, ordenándose
la cancelación del asiento dos del rubro c) de la ficha registral número uno
seis seis ocho seis seis; con costas y costos; Sétimo.‐ Que, contra esta
resolución, la parte emplazada interpuso recurso de apelación; sin
embargo, al absolver el Colegiado Superior el grado, resuelve revocar la
apelada y reformándola declara infundada la demanda en todos sus
extremos, dejando a salvo el derecho del actor para que lo haga valer
conforme a ley, sosteniendo que la falta de coincidencia entre la voluntad
interna (intencionalidad o no de transferir) y la exteriorización (suscripción
del acto jurídico de compraventa) no tipifica la falta de manifestación de
voluntad como supuesto de nulidad del acto jurídico (inciso primero del
artículo doscientos diecinueve del Código Civil), en tanto que hay una
expresión de declaración de voluntad, de allí que la demanda deviene en
infundada. Refiere que la existencia de vicios de la voluntad resulta del
debate de la anulabilidad del acto jurídico, conforme a lo normado en el
artículo doscientos ocho del Código Sustantivo, concordante con el
artículo doscientos veintiuno del Código acotado y, para ello, se debe
dejar a salvo el derecho del actor para que lo haga valer conforme a ley,
en aplicación del principio del iura novit curia (artículo VII del Título
Preliminar del Código Procesal Civil) que tiene como limitación la causa
pretendi, esto es, la pretensión propuesta (nulidad de acto jurídico por
vicio de la voluntad) que no puede ser alterada o modificada; lo contrario
importaría contravenir el derecho de defensa, de la parte contraria
(modificación de la nulidad por la anulabilidad del acto jurídico) que no ha
sido materia de debate con su respectivo caudal probatorio; Octavo.‐ Que,
los incisos tercero y quinto del artículo ciento treintinueve de la Carta
Magna señala que es principio y derecho de la función jurisdiccional: La
observancia del debido proceso y la tutela jurisdiccional y la motivación
escrita de las resoluciones judiciales en todas las instancias, excepto los
decretos de mero trámite, con mención expresa de la ley aplicable y de
los fundamentos de hecho en que se sustentan; por lo demás, para el
constitucionalista Marcial Rubio Correa “(...) la motivación escrita de las
resoluciones judiciales es fundamental porque mediante ella las personas
pue den saber si están adecuadamente juzgadas o si se ha cometido una
arbitrariedad. Una sentencia que sólo condena o sólo absuelve, puede
ocultar arbitrariedad de parte del Juez o del Tribunal. Si se expresa las
razones que han llevado a dicha solución y, más aún, si se menciona
expresamente la ley aplicable, la persona que está sometida al juicio tiene
mayores garantías de recibir una adecuada administración de justicia (...)”
(Para conocer la Constitución de mil novecientos noventitrés; Pontificia
Universidad Católica del Perú; Fondo Editorial; Primera Edición; junio de
mil novecientos noventinueve); lo que hace evidente el que las decisiones
de los jueces, que constituyen actos de poder del Estado, estén
debidamente sustentadas; Noveno.‐ Que, asimismo, la tutela
jurisdiccional efectiva puede ser definida como: “(…) el derecho a la tutela
jurisdiccional efectiva, es aquel derecho que todos tenemos de acudir a
los tribunales estatales para obtener la protección de nuestros derechos
o intereses (abstractamente reconocidos por el ordenamiento jurídico), a
través de un proceso que respete tanto los derechos del demandante
como del demandado, y cuyo resultado práctico y concreto se encuentre
asegurado por un adecuado conjunto de instrumentos procesales puestos
a disposición del órgano jurisdiccional por el propio ordenamiento jurídico
procesal (…)” (Eugenia Ariano Deho: En Revista Cátedra; Año II; número
tres; septiembre de mil novecientos noventiocho); Décimo.‐ Que, de la
revisión de lo actuado, en este proceso han intervenido dos Colegiados
que han emitido decisiones que se les opone una a la otra, puesto que,
efectivamente, la primera decisión del Ad Quem hace ver que el A Quo
debe emitir un pronunciamiento sobre el fondo de la controversia; en
cambio, la segunda decisión del Ad Quem señala, por el contrario, que la
falta de correspondencia entre la voluntad interna y externa no es causal
de nulidad; Décimo Primero.‐ Que, siendo esto así, vemos que el
Colegiado no puede contradecir lo expuesto por el mismo órgano
jurisdiccional en un momento procesal anterior, puesto que, si bien es
cierto, todos los magistrados tienen independencia y autonomía judicial,
consagrada en la misma Constitución Política vigente, también lo es que
“(…) la verdadera legitimación de los jueces está esencialmente en cómo
cumplen diariamente su función garantizadora de los derechos de los
ciudadanos (…)” (Independencia Judicial: Visión y perspectivas;
Asociación de Jueces para la Justicia y el desarrollo; Primera Edición;
agosto del dos mil siete; página diecisiete); por ende, no se les puede
permitir a los magistrados que emitan resoluciones donde estos se
contradigan con lo expresado en una oportunidad procesal anterior y no
justifiquen, de manera adecuada e idónea, su cambio de decisión; Décimo
Segundo.‐ Que, este Colegiado no considera que se haya presentado una
incongruencia procesal, puesto que está definida por la doctrina procesal
como la falta de “(...) conformidad que debe existir entre la sentencia y la
pretensión o pretensiones que constituyen el objeto del proceso, más la
oposición u oposiciones en cuanto delimitan este objeto (y también) la
adecuación entre las pretensiones (en sentido amplio) de las partes,
formuladas oportunamente, y la parte dispositiva de la resolución
judicial (en conclusión es) la correlación que debe existir entre la
pretensión procesal, otras pretensiones y alegaciones de las partes y la
actividad decisoria o resolutoria que se plasma en la sentencia (…)” y
también (Ortells Ramos, M y otros Derecho Jurisdiccional – Volumen II;
Buenos Aires – Argentina; mil novecientos noventiocho; página
doscientos ochentiuno – doscientos ochentidós); situación que en auto no
se presenta, aún cuando un sector de la doctrina hace extensiva esta
concepción a la propia decisión del magistrado, que vendría a constituirse
una incongruencia acontecida dentro de la misma resolución judicial, pero
emplear extensivamente este concepto para hacerlo respecto del
comportamiento contradictorio de un magistrado respecto de otro
comportamiento inmediatamente anterior podría significar un exceso
respecto de la interpretación de este instituto jurídico procesal; Décimo
Tercero.‐ Que, en este caso, éste Colegiado Supremo considera que
estamos ante una afectación al derecho al debido proceso de ambas
partes procesales, puesto que a estas (actor y demandado), el
comportamiento del Colegiado Superior les crea indefensión, al tornar en
volubles sus propias decisiones, aún cuando las circunstancias del caso
no hayan cambiado; Décimo Cuarto.‐ Que, siendo esto así, en este
particular caso se aplica la teoría de los actos propios, puesto que el
comportamiento del Colegiado Superior atenta contra la regla de derecho
derivada del principio general de la buena fe (venire contra factum
propium non valet), y que se materializa en la teoría de los actos propios,
según la cual “(…) a nadie le está permitido ir contra sus propios actos.
(…)” (Carlos Soto Coaguila; Revista hechos de la Justicia); por ende, las
partes (o sujetos procesales, entre los que se incluye a los propios
magistrados) no pueden contradecir en el proceso sus propios actos
anteriores, deliberados, jurídicamente relevantes y plenamente eficaces;
es más, de acuerdo con la doctrina, la configuración de esta Teoría – que
es aplicable tanto en sede judicial como en la administrativa – exige la
concurrencia de tres requisitos: a) una conducta anterior relevante y
eficaz, que en este caso, está materializada por la decisión del primer
órgano superior colegiado; b) el ejercicio de una facultad o de un derecho
subjetivo por la misma persona que crea la situación litigiosa debido a la
contradicción – atentatoria de la buena fe – existente entre ambas
conductas, es así, que, en este caso, el primer órgano Colegiado emitió
una sentencia válida, que no fue objeto de cuestionamiento por ninguna
de las partes; c) la identidad de sujetos que se vinculan en ambas
conductas, es obvio, que se trata del mismo Colegiado, aún cuando sus
integrantes puedan haber cambiado, el órgano que la expidió sigue siendo
el mismo. Por ende, de acuerdo al caso de autos, puede válidamente
aplicarse la teoría de los actos propios, puesto que lo resuelto por un
Colegiado, si ha sido válidamente dictado y debe ser respetado por el
mismo, en momento procesal posterior, sin que ello implica, una afrenta
al derecho constitucionalmente reconocido de la independencia judicial;
Décimo Quinto.‐ Que, por ende, se configura el vicio denunciado, puesto
que se ha afectado el derecho a la debida motivación de una decisión,
que contempla no emitir una decisión manifiesta y evidentemente
contradictoria a otra anterior, así como se ha violado el derecho a la tutela
jurisdiccional, puesto que los litigantes no están a la merced de los
magistrados y de los criterios que estos, en algún momento determinado,
puedan tener, sino que responden a lo estrictamente descrito por la ley,
lo cual debe ser ordenado y coherente, y en la medida de lo posible,
predectible, por lo que se dispone que la Sala Superior vuelva a expedir
un nuevo fallo, teniendo en cuenta absolutamente todo lo evaluado por el
A Quo y lo querido, por las partes, de acuerdo a sus manifestaciones
procesales; por las razones descritas, de conformidad con el apartado dos
punto uno del inciso segundo del artículo trescientos noventiséis del
Código Procesal Civil; declararon: FUNDADO el recurso de casación,
interpuesto a fojas cuatrocientos noventiséis por Juan Reyes Ccorimanya,
en consecuencia NULA la resolución de vista de fojas cuatrocientos
ochentisiete, su fecha veinticuatro de mayo del dos mil siete;
ORDENARON que la Segunda Sala Especializada en lo Civil de la Corte
Superior de Justicia de Arequipa, vuelva a expedir un nuevo fallo, en
donde se ajuste estrictamente a lo pedido por las partes y ofrecido como
prueba; DISPUSIERON la publicación de la presente resolución en el
Diario Oficial “El Peruano”, baj o responsabilidad; en los seguidos por
Juan Reyes Ccorimanya con Luis Miguel Haro Mendoza sobre Nulidad de
Acto Jurídico; y los devolvieron; interviniendo como Vocal Ponente el
señor Palomino García.‐

S.S.
TICONA POSTIGO
SOLIS ESPINOZA
PALOMINO GARCIA
CASTAÑEDA SERRANO
MIRANDA MOLINA

Legislación comparda
Bibliografía

 Concepto de dolo - Definición en DeConceptos.com


http://deconceptos.com/ciencias-juridicas/dolo#ixzz4hCp8iy9P
 Clases de dolo | La guía de Derecho http://derecho.laguia2000.com/parte-
general/clases-de-dolo#ixzz4hCqdaHFA
 http://www.monografias.com/trabajos37/vicios-de-voluntad/vicios-de-
voluntad3.shtml#ixzz4hCrpjhxg
 http://teoria-del-derecho.blogspot.pe/2011/10/el-
dolo.html#sthash.kanD1t1Y.dpuf

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