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Universidad de Chile Alumno: Nicolás López

Facultad de Filosofía y Humanidades Fecha de entrega:


Departamento de Literatura 21 de agosto de 2018
Lengua y Literatura Hispá nica
Ramo: La novela corta en América Latina
Profesora: Grínor Rojo

EL NARRADOR CRIMINAL EN “NOMBRE FALSO” DE RICARDO PIGLIA


En una conferencia celebrada por la Casa de América el año 2011 con motivo de los
veinticinco años de la muerte de Jorge Luis Borges, un ya consagrado Ricardo Piglia se
hizo cargo de la obra narrativa de Borges durante un poco más de veinte minutos. Tarea
difícil, por no decir imposible, que, sin embargo, logró aprovechar bastante bien. Quisiera
destacar en especial una anécdota contada por Piglia. Con solo dieciocho años tuvo la
posibilidad de encontrarse con Borges para acordar la logística de una conferencia que este
daría en La Plata. La simpatía de Borges fue tal que el joven Piglia entró en confianza y
tuvo la desfachatez de criticar el final de “La forma de la espada”. El famoso relato de
Borges trata sobre un hombre que cuenta la historia de una infamia como si fuese él quien
la recibió, cuando en realidad fue él quien la cometió. Al comienzo se dice que al hombre
que cuenta la historia “Le cruzaba la cara una cicatriz rencorosa” (788) y hacia el final de
su relato él cuenta que habría marcado con un cuchillo al infame para defenderse: “le
rubriqué la cara, para siempre, una media luna de sangre” (791). El hombre interrumpe su
relato y, luego de unos pocos intercambios, admite: “¿No ve que llevo escrita en la cara la
marca de mi infamia? Le he narrado la historia de este modo para que usted la oyera hasta
el fin. Yo he denunciado al hombre que me amparó: yo soy Vincent Moon. Ahora
desprécieme” (792). Para Piglia, toda esta parte final estaba de más en el cuento. Bastaba el
gesto de la cicatriz combinado con el título para que el lector entendiera que estaba siendo
engañado por el verdadero Vincent Moon. La explicación solo entorpecía la sorpresa de ese
final.
Algunos años más tarde Ricardo Piglia publicaba Nombre Falso (1975) un libro de cuentos
que incluye una nouvelle del mismo nombre. Nuestra tesis será que esta nouvelle –de ahora
en adelante nos referiremos a ella por su título- utiliza un procedimiento similar al de “La
forma de la espada” de Borges, aunque corrige aquél final que el joven Piglia consideraba
demasiado explicativo1.
1
No podemos evitar señalar nuestra deuda con el trabajo de Jorge Fornet “Homenaje a Roberto Artl
o la literatura como plagio” en donde se hace una revisión exhaustiva de los intertextos reales y

1
Lo primero que habría que decir es que “Nombre falso” está compuesto por dos grandes
apartados. El primero y el más largo, “Homenaje a Roberto Artl”, simula ser un paratexto
introductorio al segundo, el cuento inédito de Roberto Artl titulado “Luba”. Atravesando
ambas apartados se encuentran las notas al pie introducidas a posteriori por el narrador. A
su vez, pueden identificarse dos núcleos en la construcción de “Homenaje a Ricardo
Piglia”: 1) La historia de cómo el narrador consiguió “Luba” y 2) Las transcripciones del
cuaderno de anotaciones de Artl (109-128). Este último se encuentra intercalado entre el
descubrimiento de la existencia de “Luba” y su búsqueda. A riesgo de ser demasiado
esquemáticos, debemos añadir que ambos núcleos se encuentran cruzados por más de un
tipo de textualidad: la transcripción del cuaderno se encuentra intervenida por breves
comentarios explicativos que se destacan con una tipografía distinta a la del cuaderno y
dentro del relato de la búsqueda de “Luba” encontramos un catálogo de la obra inédita de
Artl y la transcripción de dos cartas. Todo este aparato discursivo, creemos, ha sido
cuidadosamente planeado por el narrador para hacernos creer que, en efecto, él ha
encontrado un texto inédito de Artl. Las relaciones que se establecen entre los distintos
tipos de textualidades que hemos señalado no son neutras, sino que están en una constante
pugna de autoridad por el sentido. Los que aparentan ser solo textos dan señales que
permiten descubrir el crimen que se ha cometido; los que aparentan ser solo paratextos
pretenden reprimir esas señales. Vayamos directo a “Nombre falso”.
El relato comienza así:
Esto que escribo es un informe o mejor un resumen: está en juego la propiedad de un texto de
Roberto Artl; de modo que voy a tratar de ser ordenado y objetivo. Yo soy quien descubrió el
único relato de Roberto Artl que ha permanecido inédito después de su muerte. (103)
Aquí se nos plantean tres aspectos centrales. Primero, el tema de la propiedad del inédito de
Artl. En efecto, esto es lo que se pone en juego en el relato y el narrador hará todo lo
posible por demostrarla. Segundo, la supuesta voluntad de objetividad del narrador al
escribir un “informe” de modo “ordenado y objetivo”. El narrador busca investirse de una

apócrifos con los que Piglia construye su relato. Uno de los fundamentales es “Las tinieblas” del
escritor ruso Leónidas Andreiev, relato que sirve de hipotexto oculto para el supuesto relato inédito
de Artl. Además, se sugieren dos intertextos con la obra de Borges: “Pierre Menard, lector del
Quijote” y “La muerte y la brújula”. Fernet propone que lo que se está poniendo en juego en
Nombre falso es la relación entre literatura, plagio, propiedad y lectura. En lo posible, hemos
intentado omitir de nuestro análisis las consideraciones de Fernet, pues están mucho mejor tratadas
en su texto.

2
autoridad sobre su propia historia que la haga lo más verosímil posible. Finalmente, el
hecho de que el narrador afirme ser el descubridor del relato inédito nos muestra su interés
en ser reconocido. En este sentido, es particularmente interesante el uso de la primera
persona singular, ese “yo”, en contraposición a la primer persona plural que utilizará en el
catálogo para referirse al relato de Artl: “«Luba», el relato al que hemos hecho referencia
(…)” (105, cursivas mías). En efecto, la supuesta objetividad del narrador que se esconde
tras ese “hemos” se tensiona constantemente con los objetivos del “yo” que quiere ser
reconocido como el descubridor del inédito y que está dispuesto a todo para lograrlo.
Cuando Andrés Martina, un obrero que le arrendaba una habitación a Artl, le entrega de
manera gratuita el cuaderno de anotaciones, el narrador le pide “Si encuentra algo
tráigamelo a mí, no hable con nadie” (108) y cuando Kostia le sugiere que podría tener el
relato de Artl, le dice que “ Si usted lo encuentra y me lo trae o me dice cómo puedo hacer
para encontrarlo, yo le pago lo que pida” (142).
Está claro que el narrador haría lo que fuese por ser él y solo él quien publique el inédito.
Sin embargo, hacia el final de “Homenaje a Roberto Artl” se nos dan las claves para
entender por qué el narrador necesita demostrar la autoría de Artl sobre “Luba”. Luego de
que Kostia lo publicara en el diario firmado con su nombre, el narrador se desespera porque
ve como el reconocimiento que lo ha movilizado durante todo el relato se le escapa de las
manos: “Me sentía como alguien que ha perdido un objeto personal y no puede terminar de
convencerse” (152). Entonces aparece Andrés Martina con una caja que contiene algunas
pertenencias de Artl:
Era una caja de metal, una de esas cajas que se usan para guardar dinero. Adentro encontré la
explicación, el motivo, que había decidido a Kostia a publicar el relato de Artl con su
nombre. En medio del polvo y pegoteados en una sustancia gomosa que parecía caucho
líquido, había tres billetes de un peso (…); un ejemplar de Las tinieblas de Andreiev (…), un
montón de hojas manuscritas, numeradas del 41 al 75 y abrochadas con un alfiler: eran las
páginas que faltaban en el cuaderno. Escrito con tinta, borroso, estaba el original
(inconcluso) de Luba (153-4)
Aquí está la clave del relato, la cicatriz del narrador. El motivo que Kostia tuvo para
publicar el relato con su nombre es el mismo motivo que el narrador tiene para escribir su
relato: el famoso inédito de Artl se trata en realidad de un plagio de Las tinieblas de
Andreiev. El narrador lo sabe y, sin embargo, no lo dice. Por el contrario, nos entrega el

3
cuento como si se tratase en realidad de un inédito de Artl. El texto tiene variaciones
sustanciales (la eliminación de pasajes, la reducción de otros, la lunfardización del léxico y
el cambio del final) con respecto al original de Andreiev, pero tiene también pasajes
textuales que constituyen, al menos legalmente, un plagio.
En una nota al pie de página el narrador da sus excusas para publicar el inédito en este
formato tan atípico:
(…) el hecho de que al presentar un texto inédito de Roberto Artl me haya visto forzado a
usar la forma del relato, el hecho de que el cuento de Artl se lea en el interior de un libro de
relatos que aparece con mi nombre, es decir: el hecho de que no me haya sido posible
publicar este texto –como había sido mi intención- independientemente, precedido por un
simple ensayo introductorio, demuestra –ya se verá- que de algún modo he sido sometido a
la misma prueba que Max Brod (143)
Max Brod, amigo y primer editor de Kafka, fue quien se negó a quemar sus papeles, como
había sido su voluntad antes de morir. No solo los conservó, sino que los publicó y, así,
permitió que el mundo conociera a uno de los más grandes escritores del siglo XX. La
“prueba” a la que habría sido sometido Max Brod es a publicar los textos de Kafka con su
propio nombre, apropiarse de ellos y obtener su fama. La fama que obtuvo, sin embargo,
fue otra: la del editor inmoral que subvirtió la voluntad expresa de su amigo. En efecto, el
narrador se encuentra en una disyuntiva similar a la de Brod: la de publicar un relato que
sabe que su autor no quiso publicar 2. Su solución es similar también a la de Brod: hacernos
creer que Artl siempre quiso publicarlo ¿Cómo lo hace? Construyendo un relato en donde
se sugiere que “Luba” es un texto que contiene todas las claves de la poética Artliana.
Algunas nos son dadas explícitamente en las anotaciones que el narrador hace después de
leer el manuscrito por primera vez: “a) La imposibilidad de salvarse y el encierro: el lugar
artliano b)La mujer como döppleganger invertido y como espejo invertido c) La prostituta:
el cuerpo que circula entre los hombres. Como un relato (a cambio de dinero” (148). La
otra clave, la central, la que se encarga de justificar que Artl sí habría querido publicar el

2
Brod se ha defendido siempre de las acusaciones de traición con su amigo arguyendo que Kafka
siempre supo que él publicaría su obra. Al respecto, escribe Jordi Llovet: “Sin que la siguiente
declaración figure en la correspondencia entre Brod y Kafka, aquel sostiene (…) que ante el ruego
de Kafka de destruir su obra habría manifestado: «En caso de que vayas a pedirme eso totalmente
en serio, te advierto que no accederé a tu ruego»” (18)

4
relato, es la que se nos sugiere en una nota al pie de página al comienzo, en un supuesto
ensayo autobiográfico que Artl habría escrito:
Todos nosotros, los que escribimos y firmamos, lo hacemos para ganarnos el puchero.
Nada más. Y para ganarnos el puchero no vacilamos en afirmar que lo blanco es negro y
viceversa. La gente busca la verdad y nosotros le damos moneda falsa Es el oficio, el
“métier”. La gente cree que recibe la mercadería legítima y cree que es materia prima,
cuando apenas se trata de una falsificación burda, de otras falsificaciones que también se
inspiraron en falsificaciones. (105)
Si Artl no cree en la propiedad de la literatura, si considera que todo escrito es una
falsificación, si piensa que el escritor solo escribe para ganar dinero y que está dispuesto a
todo por ganar dinero, entonces que el narrador publique “Luba” está totalmente
justificado. Sin embargo, Artl no lo quiso publicar ¿Por qué? Creo que la respuesta está en
la carta que le envía Kostia al leer el primer borrador del relato:
Quiero decirte, ¿No podrías encontrarle una vuelta que sonara menos a San Petersburgo?
(…) Se me ocurre que nunca vas a entender que tenés que separar la literatura de la guita
(…). Nadie escribe porque le gusta o porque le den plata, escribe porque…vos sabrás. (130-
1)
Artl estaba escribiendo el relato por encargo para poder obtener algo de dinero que le
permitiera tener tiempo para escribir lo que sí quería escribir. Precisamente por el poco
tiempo que tiene decide plagiar a Andreiev. La carta de Kostia lo hace cambiar de opinión:
le muestra que, si bien toda la literatura es una falsificación, es decir una reescritura, no
tiene ningún sentido hacerla para ganar dinero. Es distinto falsificar un texto para criticar el
concepto de propiedad y creatividad en el arte a hacerlo para ganar dinero. Y esa delgada
línea es la que encontramos constantemente difuminada en la narrativa de Roberto Artl: la
línea que separa al revolucionario del criminal3. Y es precisamente esa línea la que también
está puesta en juego en “Nombre falso”. No se trata solo de la afirmación inocente de que
“toda literatura es un plagio”, sino las consecuencias que conlleva esta afirmación cuando
el arte está inserto en un sistema mercantil.

3
Pienso en el Astrólogo de Siete Locos, por ejemplo.

5
En una de las tantas notas al pie, el narrador afirma que “Un crítico literario es siempre de
algún modo, un detective: persigue sobre la superficie de los textos, las huellas, los rastros
que permiten descifrar su enigma” (144). Al igual que el narrador de “La forma de la
espada”, el narrador de “Nombre falso” ha manipulado al lector para ponerlo de su lado.
Nos ha hecho creer que él, el crítico, es el policía, cuando en realidad es el criminal. Es él,
a fin de cuentas, el que ha montado una fantástica escena del crimen con huellas
perfectamente organizadas para despistar al detective. Como todo criminal, sin embargo,
ha dejado rastros imborrables. Al igual que Borges con “La muerte y la brújula”, Piglia
parece estar burlándose aquí de cierto tipo de lector. En Borges es el lector de novela
policial el que sufre las consecuencias de su excesiva racionalidad; en Piglia, es el crítico el
que se ve estafado4.
En nuestra opinión, uno de los temas centrales de “Nombre falso” es la relación entre
medios y fines existente en una concepción de la literatura como falsificación. Desde la
vanguardia en adelante, tanto la crítica como los artistas han tendido a criticar la relación
entre arte y mercado. Sin embargo, muchas veces han sido los mismos artistas y críticos
los que han terminado por convertir esa crítica en una pose, un nuevo mercado. El arte
moderno ha cruzado muchas veces la línea que separa a los revolucionarios de los
criminales. Así, el narrador de “Nombre Falso” pretende hacernos creer que su decisión
responde a criterios artísticos, cuando en realidad lo que persigue es la fama y el dinero. El
plagio, la falsificación, en fin, el crimen, pueden tener sentido cuando están dirigidos a la
liberación y a la destrucción de las estructuras de explotación del hombre por el hombre,
pero cuando se conducen por el camino del egoísmo lo que queda es la infamia.
Para finalizar, diremos que lo que el narrador dice de Kostia podría aplicarse perfectamente
a sí mismo:
(…) era visible que trataba de convertirlo en una propiedad personal, como si de algún modo
Artl le perteneciera, o mejor, como si sólo él conociera los secretos de Artl. Kostia existía por
Artl, por el recuerdo de Artl: sin él su figura se borraba, se transformaba en lo que era, un
mediocre, un fracasado que se entretenía con balones de cerveza y citas falsas (144)
Sin una crítica comprometida, el falsificador no es más que eso.

4
Un hecho muy borgeano: algunos críticos han creído que “Luba” es un cuento original de Piglia,
cuando no de Roberto Artl (cf. Fornet, 120-1).

6
BIBLIOGRAFÍA

Artl, R. Los siete locos. Madrid: Confabulaciones, 2015.

Borges, J.L. “La forma de la espada” en Obras completas I. Buenos Aires: Sudamericana,
2011. pp. 788-92.

__________ “La muerte y la brújula” en Obras completas I. Buenos Aires:


Sudamericana, 2011. pp. 797-806.

Fornet, J. “Homenaje a Roberto Artl o la literatura como plagio”. Mexico: Nueva Revista
de Filología Hispánica, T. 42, No. 1, 1994. pp. 115-141.

Llovet. J. “Prólogo” en Kafka, F. El silencio de las sirenas: escritos y fragmentos


póstumos. Chile: Debolsillo, 2012.

Piglia, R. “Nombre Falso” en Nombre Falso. Argentina: Debolsillo, 2014. pp. 103-181.

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