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El XXI será el siglo de la biología Se ha dicho que el siglo XX

fue el siglo de la física, una ciencia que sigue avanzando en


nuestro tiempo después de los grandes descubrimientos del siglo
pasado: la formulación de la teoría de la relatividad general por
Albert Einstein en 1916, los descubrimientos —en los que están
implicadas otras ciencias como la química, ciertamente—
relacionados con la estructura del átomo y la energía nuclear, el
desarrollo de la física cuántica y de la física de partículas, por no
hablar de las fascinantes construcciones de la física teórica
(agujeros negros, materia oscura, teoría del todo, etc.). Muchos
afirman, sin embargo, y es un aserto discutible, que la biología
será la ciencia preponderante en este siglo XXI que ya pisamos.
El portentoso desarrollo que están experimentando determinados
campos de la biología arranca de algunos descubrimientos clave
que se produjeron en pleno siglo XX, como el de la doble hélice
del ADN en 1953. Para Adrian Bird, padre de la epigenética,
vivimos un momento que se conocerá como «la edad de oro de
la biología».
La revolución de la biología molecular, la explosión de la
genómica, el desarrollo de ramas como la bioinformática y la
biología de sistemas, o los rápidos avances que se están
produciendo en nuevos ámbitos de investigación como la
biología sintética (centrada en el diseño y construcción de
dispositivos y sistemas biológicos que no existen en el mundo
natural), auguran que los futuros descubrimientos de la biología
serán factores determinantes que posiblemente modificarán no
sólo las condiciones económico-sociales de los seres humanos,
sino las concepciones que el hombre tiene de sí mismo y de la
vida.
Pero esta futura primacía de la biología sobre las demás ciencias
es quizá exagerada, sobre todo si tenemos en cuenta que el
avance de las ciencias las ha hecho en cierto modo
interdependientes (pensemos por ejemplo en la biofísica). En
cualquier caso, parece que el principal reto al que se enfrentan
los biólogos hoy en día es el de la elaboración de modelos que
logren dar coherencia a la gran cantidad de información
biológica disponible. Para el profesor Medina Torres, «la nueva
y sofisticada tecnología de adquisición masiva de datos
biológicos ha conducido a incrementar de forma acelerada la
brecha existente entre la cantidad de datos disponibles y de
información biológica procesada y, más aún, la brecha existente
entre ésta y la cantidad real de nuevo conocimiento». Abordar la
enorme complejidad que caracteriza actualmente el ámbito de la
biología es, al decir de muchos científicos, el gran reto de esta
ciencia para el siglo XXI.
Este reto se hace más difícil debido a la escasez de recursos
humanos, escasez motivada por la divergencia de los perfiles
vocacionales que se entregan al estudio de la biología: suele
ocurrir que los jóvenes con dotes analítico-matemáticas no se
sienten atraídos para estudiar una biología «clásica», y
viceversa, quienes sienten pasión por la biología no
necesariamente les atrae la idea de estudiarla con las
herramientas físico-químico-matemáticas.

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