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Introducción.

El neoliberalismo es una teoría muy completa que resulta de entender el mercado


como la fuente de todas las regulaciones necesarias para el adecuado funcionamiento
de la sociedad, que no considera agentes externos y que simpatiza con ideas extremo
individualistas de competencia que no sólo afectan los mercados, sino al diario vivir de
todos los miembros de cualquier comunidad. Por ello, se dice que el neoliberalismo
fundamenta el sistema político-económico de la mayor parte de los países actuales,
además de establecer las normas básicas de convivencia a partir de las libertades
individuales, y genera una definición propia de éxito con base en esas libertades, el
derecho privado, y el uso del capital.
El texto Liberalismo político y Estado social de derecho, de Pablo Dávalos, pretende
desarrollar el contexto histórico y político global en el que el ideario neoliberal tuvo
origen, y cómo estas ideas direccionaron las nuevas actuaciones de los gobiernos en el
ámbito internacional hasta el punto de crear modelos de estado que aprovecharían los
fallos del estado de bienestar para convertirse en el estándar del mundo desarrollado,
y en el ejemplo de los países en vía de desarrollo.

Neoliberalismo: contexto e historia.


El término neoliberal se asocia a la realización del Coloquio Walter Lippman, en
Francia, que fue una especie de punto central para los idealistas y pensadores liberales
del momento, reunidos para buscar la forma de contrarrestar el estado de bienestar y
las políticas de corte social, tanto como el socialismo y las herramientas de planeación
centralizada y descentralizada. Se les da ese nombre porque sus teóricos reformularon
el ideario clásico liberal del siglo XIX, que separaba completamente al mercado del
estado, formando una dicotomía en la que ambos eran paralelos.
El movimiento surge, entonces, como la contraposición al impulso que venía ganando
la planificación estratégica (apoyada por los nacientes estados de bienestar y la teoría
keynesiana) tras los conflictos bélicos del primer tercio del siglo XX, y se afianzó tras los
sucesos ocurridos durante la Gran Depresión (1929), que fueron el efecto más
reconocido de la no intervención estatal en la época, y que terminaron por asegurar la
influencia que tenían los teóricos del estado de bienestar.
La planificación, vista por los neoliberales como una afrenta a las libertades
individuales y al derecho de propiedad, se estaba convirtiendo en el principal
obstáculo para el funcionamiento del mercado, pues la característica reguladora y
racional de la primera, impedía la toma de decisiones inmediata e imprevisora por
parte del mercado hasta el punto de hacer ver el comercio despenalizado y
desproporcionado, una política liberal, como una de las principales causas de la guerra,
entendiendo que parte de esos enfrentamientos se libraron con el pretexto, no sólo de
obtener mejores y mayores ventajas competitivas y comparativas, sino de aumentar la
riqueza de los lugares centrales en relación con las periferias, y asegurar centros de
flujo de capital libre. Para ellos, la planificación constituía la pérdida del carácter
público que describía a la sociedad, y la convertía en objeto de control político, y el
estado era, pues, un leviatán manipulado por déspotas, que absorbía la civilidad para
conseguir sus objetivos, limitando todo desarrollo de las comunidades, mientras que el
mercado era una representación básica de la libertad humana y la discrecionalidad de
las acciones personales.
Así, los intelectuales neoliberales no propusieron formas para evitar el colapso
económico y financiero de las naciones por el comercio desmedido, sino que
comenzaron a debatir sobre porqué el estado debía atentar indirectamente contra los
derechos, y explicaban que la esencia misma de la libertad está en la despenalización
de las acciones enmarcadas en la moralidad y la ética liberal. Para ellos, un estado de
bienestar democrático basado en las necesidades sociales, en las proyecciones y la
estrategia, no tenía ninguna diferencia con el proyecto político totalitario impulsado
por los marxistas y la URSS.
Sin embargo, la Segunda Guerra Mundial confirmó la precaria y frágil situación
financiera de los estados liberales, y se fuerza el nacimiento de estados encargados de
la regulación y asignación de recursos; marco en el que actores que no tenían
reconocimiento previo alguno, como las clases obreras, aparecen y se hacen parte
importante del medio internacional, y los sistemas con enfoque social adquieren más
mérito y se hacen un polo atractivo como alternativa a las políticas liberales.
Keynes estaba al tanto de la existencia de la crisis y no la ocultaba bajo el manto de los
ciclos de mercado, sino que la explicaba en la ausencia de demanda efectiva
(sobreproducción o infrademanda), entregando una mirada crítica desde el interior del
liberalismo sin obligarse a acoplarse al otro extremo, pues aplicaba el mismo
razonamiento de mercado y su concepción de derechos y potestades. Por eso, la
deconstrucción de sus propuestas serían el punto de partida para los neoliberales,
quienes respondieron a la implementación del socialismo de estado con la formulación
de su propio estado ideal, en el que el estado se comportara como un acondicionador,
un medio por el cual asegurar el respeto a las libertades individuales y, más que eso,
que abriera espacio para el funcionamiento desregulado del mercado, convirtiendo las
comunidades en sociedades de mercado. Era, a grandes rasgos, la reformulación o
reexposición de una propuesta realizada un siglo antes, y presentada de forma gentil
para no resaltar en demasía ante el comportamiento de la nueva política.
Según sus formuladores, el estado liberal era una forma de controlar el conflicto
permanente en que se encontraban las personas dentro del estado de naturaleza de
Hobbes, donde predominaban el egoísmo y los intereses particulares (curiosa
afirmación, siendo que corrientes como el anarcocapitalismo, resultante del mismo
neoliberalismo, son la representación financiera de ese estado de naturaleza egoísta e
inescrupulosa de Hobbes, y que convierte el derecho de propiedad en derecho político
y fuentes de poder), mientras que el nuevo estado propuesto, el estado social de
derecho, o estado social de mercado, era una adaptación de las políticas keynesianas
que ayudaría a definir cuánto estado y cuánto mercado serían necesarios dentro de un
país.
Tras esos eventos, el neoliberalismo dedicó sus esfuerzos a restaurar los valores
liberales dentro de las comunidades y los países, y a dar fundamentos teóricos
suficientes para demoler los resultados de los gobiernos más progresistas, para así
dominar lugares estratégicos que permitieran ganar influencia a lo largo del globo.
Este empuje dio sus frutos en la implementación del estado social de derecho dentro
de la democracia cristiana, en Alemania, que reconocía la necesidad ocasional del
estado para intervenir, no en el funcionamiento de la sociedad y el mercado, sino en el
marco legal económico. Así, el mercado dejaría de comportarse como una herramienta
de la función estatal, y cambiaría de rol con el estado, que ahora sería un ente
regulador de la tarea legislativa, encargado de evitar que el mercado se viera afectado
por impuestos o cualquier otro medio de intervención externa (entendiendo la
externalidad como todo lo que no sea parte del mercado), para que este pudiera
continuar con su propósito de control social y económico.
En este punto, los neoliberales comienzan a ganar terreno, aprovechándose de
sentimientos nacionalistas y territoriales dentro de algunos países de importancia
como Estados Unidos e Inglaterra, y en menor medida (y de forma más violenta), en
Chile. Tales países fueron sus enclaves, los puntos desde los cuales expandirían su
ideario y les ayudarían a formar un mercado potenciador y mejorador de las realidades
y cualidades del territorio y sus residentes. En veinte años, los países de occidente
basaban sus políticas y sistemas económicos, igual que sus reformas, en los objetivos
del neoliberalismo. Pero su ascenso al poder no sería tan sencillo, pues tendrían que
enfrentarse a problemas que ellos mismos causaron con anterioridad, y que minaban
el funcionamiento de sus sistemas recomendados. Asuntos como la economía de suma
cero, o los altos índices de contaminación a lo largo del globo, hablaban muy mal del
consumismo que ellos impulsaban, al igual que de la acumulación de capital.

Estado social de derecho.


Alemania, como se dijo anteriormente, fue el espacio en que los ordoliberales
pudieron experimentar y desarrollar sus conjeturas y teorías acerca del
funcionamiento de los estados en pos del mercado. Se distanciaron de los liberales
clásicos al asegurar que no se trataba de establecer dicotomías que separaran
obligatoriamente lo político (estado) de lo social (mercado), sino de explicar el
funcionamiento de lo político como un actor dentro del contexto económico.
En ese orden de ideas, el derecho y la legalidad se transformaron, no en herramientas
que se acoplaban al mercado, sino en las normas básicas de funcionamiento del
mismo. Es importante recalcar que esas reglas no son, como se verá más adelante,
producto de la racionalización de los estados ni tampoco la forma en que los países
controlaban el funcionamiento del mercado para asegurar su condición de
libertad/dependencia según fuera necesario, sino que provenían del mercado mismo.
El neoliberalismo, a partir de la formulación del estado social de derecho, deja de
explicar el mercado como un espacio de mancomunión en que el humano
civilizado atiende a sus necesidades y ambiciones, para mostrarlo como el
origen de la territorialización y la formación de naciones como expresión
cultural de ese mercado específico. Dicho de otro modo, el mercado es la
misma sociedad, que ya no responde al capitalismo como sistema, y que
construye instituciones superiores a la individualidad para proteger su propio
orden. Desaparece la dualidad en que el estado era, por necesidad, el
controlador de la vida civil y que hacía contrapeso al mercado, y se crea una
concepción en la que el estado era uno de los efectos del mercado, y que
existía únicamente para garantizar la posesión de derechos, que eran, a su vez,
la costumbre adoptada por esa sociedad, expuesta a modo de norma. En
consecuencia, el estado no podía ser más que el administrador de tales
derechos o, como dice Dávalos, un estado de derecho.
El estado se convierte en una institución imperante que ejecuta con firmeza y a
voluntad del mercado, el único bien que sigue siendo intrínsecamente suyo: la
violencia. Debe aprovechar ese mecanismo monopolizado para sancionar los fallos y
vigilar el desarrollo del mismo mercado, haciendo el rol de una suerte de policía. Todo
esto dejaba también al estado sin la capacidad de planear movimientos o acciones
sociales o dentro del mercado, aunque le permitía distribuir ley en un marco territorial.

Geopolítica neoliberal.
La aceptación del neoliberalismo por parte de las mayores potencias económicas del
globo, crearon un ambiente de conflicto entre comunidades obreras y sindicales, y los
nuevos movimientos y colectivos monetaristas lo que genera una ola expansiva que
termina por causar la generalización del sistema capitalista en casi todo el mundo.
Hablando específicamente de Estados Unidos y su adaptación a las políticas
neoliberales, se asume que el proceso fue de los menos estruendosos
económicamente, pero que afectó mucho a sus maneras, ya que la cultura
estadounidense había crecido a partir de costumbres muy individualistas, incluso
llevadas a comparaciones con los nuevos liberales, y que se reconocían como “anarco
liberalistas” o “anarco capitalistas”. Vale aclarar que, al hablar de Estados Unidos, se
debe apreciar también la influencia y dominación que tenían sobre el resto de los
países del continente americano, que se verían afectados inmediatamente por
cualquier cambio en las políticas económicas de EEUU.
Aunque la costumbre estadounidense era individualista, esta no creaba un paralelo
entre el estado y el mercado, sino que veía al estado como una forma de expandir al
mercado hacia otras fronteras, y así obtener cierto nivel de dominancia sobre las
finanzas de otras naciones. Para ellos, la dicotomía tenía que estar entre el capitalismo
salvaje y militarizado de su región, y el socialismo/comunismo de los países soviéticos.
Y es que el poder estadounidense se sostenía en su mercado, pero se originaba en su
poderío militar. En la opinión de la administración Reagan, los Derechos Humanos eran
un impedimento para sus propósitos, y nunca escatimaban en esfuerzos para
mantener su soberanía sobre territorios extranjeros, llegando al punto de realizar
genocidios o justificar acciones en el extranjero con auto atentados o el
fortalecimiento de unidades “enemigas”.
El primer experimento estadounidense de aplicar el modelo neoliberal, pero con un
formato agresivo y militarizado, se dio en su apoyo al régimen totalitario de extrema
derecha de Pinochet, en Chile, que fue uno de los momentos más sangrientos de la
historia latinoamericana, y que por poco se convierte también en el fallo más claro del
neoliberalismo, pues sus políticas casi llevaron al país austral a la quiebra definitiva.
Esta prueba terminó por demostrar la necesidad de un estilo más transicional en el
territorio latinoamericano, en donde los movimientos sociales y sindicales tenían no
sólo una gran acogida, sino que intervenían directamente en el mercado por medio del
estado y sus facultades. El fin era, pues, llegar al estado social de derecho dentro del
territorio, y hacerlo por medio de la democracia.
La intervención de Estados Unidos en esos países no se limitó al experimento chileno,
sino que impulsó constantemente la generación de focos “calientes” o de violencia,
que generaron miedo y repulsión al sistema acostumbrado, y forzaron la sensación de
necesidad de cambio en los territorios. La situación era tal, que el formato sugerido
por los países “punteros” o “globalizadores” era la única opción que la sociedad
democrática concebía para recuperar estilos de vida más dignos.
En Nicaragua, la sociedad civil sufrió los efectos devastadores de tales intervenciones
durante la revolución sandinista, que era la alternativa a eliminar por parte del estado
social de derecho. El sandinismo, que impulsaba un régimen progresista de izquierda,
se contraponía fuertemente a la dictadura de los Somoza. Era una especie de
repetición de los eventos en Cuba, y al igual que sucedió con la revolución en ese país,
la victoria de un modelo distinto al del estado social de derecho podría desencadenar
una serie de eventos que dificultara el acercamiento al horizonte impuesto por el
neoliberalismo. Este tipo de afrentas, que fueron rechazadas en la mayoría de los
países latinoamericanos, fueron objeto de control y presión por parte de las
autoridades económicas del globo. Quienes aceptaron la propuesta neoliberal, eran
sometidos a periodos de transición muy susceptibles a las acciones del gobierno
central estadounidense. Sin embargo, fueron los fenómenos de deuda externa y las
políticas financieras del FMI las que terminaron por afianzar el neoliberalismo en las
naciones latinas.

Conclusiones.
- Según Dávalos, el neoliberalismo, al ser la doctrina que sustenta el ideario de la
modernidad, se ha convertido en un tema de conversación que no es comprendido por
la mayor parte de quienes lo utilizan en sus discursos, pues su complejidad es tal que
aborda todas las partes de la vida individual y, en consecuencia, de la vida en sociedad.
Empero, como dijimos en el primer párrafo introductorio, y reafirma en su documento
el mismo autor, es casi imposible que el ciudadano, al verse completamente inmerso
en el medio neoliberal, no esté en capacidad de reconocer su entorno por medio de un
análisis que ni siquiera necesita ser de profundidad. Actualmente, hablar de cualquier
asunto de interés público general, como las condiciones laborales y educativas, la
inversión pública en materia de investigación o seguridad, e incluso de las mismas
leyes, es hablar de temas que están intrínsecamente relacionados con la idea
neoliberal, y con su aplicación dentro de los estados y sus gobiernos.
- El neoliberalismo mismo imposibilita el desarrollo sustancial de las naciones
periféricas, pues siempre van a verse obligadas a buscar referentes en las políticas de
países considerados altamente desarrollados. Sólo en el contexto de eventos de
catarsis social, podría suceder que naciones sin capacidad tecnológica y sin un marco
previa y absolutamente definido dentro del neoliberalismo, pueda ascender hasta
considerarse un país desarrollado. Aunque la economía no siempre suma cero, dentro
de un contexto de competitividad y ausencia de redistribución de los recursos como el
impulsado por el neoliberalismo, sí lo hace.

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