You are on page 1of 2

IMAGÍNESE SI LA IGLESIA...

Anónimo

http://www.homiliasdominicales.com.ar/imaginese_si_la_iglesia.htm

Imagínese si la Iglesia estuviese verdaderamente dispuesta a asumir el el hecho


de que ha sido enviada a dar la Buena Noticia a los pobres y sacara todas las
consecuencias de su compromiso histórico de levantar a los caídos, servir a los
pequeños, defender la Vida…
Imagínese si laicos y pastores pudiesen encontrarse para un diálogo fraterno,
franco y abierto sobre los signos de los tiempos que demandan, tanto en la sociedad
como en la Iglesia, el coraje del testimonio profético que denuncia, anuncia y
arriesga nuevos caminos…
Imagínese si la Iglesia tratase todas sus cuestiones internas como trata las
sociales y, para dar el primer paso, comenzase por cuestionar su propio ejercicio del
poder, respetando las diferencias y el derecho a discrepar, sin excluir a nadie, para
establecer un auténtico espíritu democrático y participativo…
Imagínese si la Iglesia hiciese el mismo itinerario de su Maestro y fuese
corriendo al encuentro de la Humanidad toda, que está falta de afecto y de pan, para
anunciarle la Buena Noticia de la dignidad y de la paz…
Imagínese si la Iglesia se empeñase de verdad en la demarcación de las tierras
de los pueblos indígenas y en la ”repatriación” del pueblo negro, para resarcirles
todo lo que les fue robado en el pasado y les ha sido negado en el presente…
Imagínese si la Iglesia invirtiese en la formación más seria y comprometida de
sus cuadros, teniendo en cuenta la realidad socioeconómica, la diversificación de las
culturas, la influencia de las ciencias humanas en la historia del pensamiento y de la
praxis, la hermenéutica bíblica, la sexualidad…
Imagínese si la Iglesia revisase toda su moral, pero, esta vez a partir del
Evangelio y, de una vez por todas, barriese de sus compendios todas las aberraciones
que escribió y proclamó respecto del sexo, para exaltar el cuerpo como fuente de
placer, de vida y de alegría, y por tanto, como manifestación del Dios Creador…
Imagínese si la Iglesia fuese consecuente en sus declaraciones contra el
machismo y, con lealtad, abriese para la mujer las mismas oportunidades, tanto en el
plano de los ministerios cuanto en el de las decisiones…
Imagínese si la Iglesia dejase a las parejas mismas la libertad de encontrar el
método que mejor les pareciese para la planificación familiar, y no los maldijese,
reproduciendo hoy la torcida moral agustiniana…
Imagínese si la Iglesia tuviese la sensibilidad de acompañar la evolución de la
humanidad, del mundo y de las culturas, y tratase con el mismo cariño de Madre a
aquellas personas que deshicieron su unión conyugal pero que continúan su camino a
la busca del amor y de la felicidad…
Imagínese si la Iglesia cuestionase la obligación inhumana y cruel del celibato,
que, impuesta a los clérigos, se hizo obsoleta en la historia, y hoy sólo contribuye
para la mentira y el desequilibrio humano y afectivo…
Imagínese si la Iglesia acogiese en un abrazo tierno y fraterno todos aquellos
hermanos en el sacerdocio ministerial que, casados, hicieron más completo su
ministerio al expresar con la vida en pareja lo que hay de más bello en la creación:
mujer y hombre a imagen de Dios…
Imagínese si la Iglesia cambiase sus criterios para seleccionar sus cuadros de
mando y sólo tuviese en su jerarquía gente capacitada, abierta, equilibrada, madura
humana y afectivamente, capaz de entregar su propia vida por amor al Reino…

El arte de imaginar pone en marcha ya los sueños y permite vislumbrar la


posibilidad de realizarlos en la práctica. Ojalá tengamos los corazones abiertos para
transformar nuestra imaginación en una realidad que transforme el rostro arrugado y
desfigurado de la Iglesia, para que presente una nueva cara y cumpla, con fidelidad y
celo apostólico, su misión de servir a la construcción de un nuevo milenio libre de
toda prisión y exclusión.

Fato e Razão, 44 (novembro 2000) 54-55, sin firma.

You might also like