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Una de las fases del proceso compositivo que suele convertirse en un bache algo difícil de sortear (con cierta
destreza), es el de encontrar soluciones idóneas al armonizar una melodía.
Son varios los aspectos que entran en juego en esta fase, y no siempre reciben todos, la dedicación que se merecen.
Ya sea por los requerimientos del género musical en el que se trabaje la idea melódica (que suele regirse por unos
límites estéticos concretos), o por la falta de profundización técnica, cierto es que existen muchos ejemplos en los
que la armonización no ha recibido demasiada atención.
Esta primera entrega, pretende ofrecerte una visión global de los aspectos básicos más importantes que debes tener
en cuenta, a la hora de Armonizar tus melodías.
Básicamente, Armonizar comprende el trabajo de encontrar la mejor forma de sustentar o apoyar armónicamente,
el discurso melódico.
Cierto es que esto puede resolverse de forma sencilla, con la elección de unos mínimos acordes.
En varias ocasiones, suele ser suficiente la combinación de 3 o 4 acordes, para armonizar una melodía más o
menos simple.
Pero el resultado puede llegar a ser muy pobre y, sobre todo, no llegar a cumplir el mayor objetivo del arte de
Armonizar: el de potenciar el sentido melódico y el carácter propio de la melodía.
Quizás puedas pensar que es más importante (y suficiente), crear una buena melodía, ya que esto facilitará el
trabajo de armonizar.
Pero, a pesar de que cada melodía trae implícita una mínima relación de acordes, una buena y elaborada
armonización, puede enriquecer enormemente el carácter de una melodía.
Todo dependerá de las técnicas compositivas que vayas a utilizar, y de tus preferencias personales.
Es importante tener en cuenta que, toda nota es sensible a ser armonizada por tres tipos de acordes, debido a que la
misma puede ser tomada por fundamental, por 3ª del acorde, o por 5ª del acorde.
Igualmente, no solo se trata de eso. Además de estas relaciones verticales, se deben tener en cuenta las relaciones
horizontales, es decir, las relaciones de cada acorde con su antecesor y con su sucesor.
La solución para el problema de armonizar una melodía, pasa por dar con las relaciones de acordes que mejor
realcen las características expresivas de la melodía.
La tonalidad de la melodía
Analizar los puntos más relevantes de la melodía y la Armonía implícita en ella
Tu capacidad auditiva
Las relaciones entre los acordes que se sucedan
Por lo general, suelen estar sobre una tonalidad en concreto, durante toda su extensión.
Pero también es muy común que, en algún pasaje de la melodía, esta module a otra tonalidad, para volver luego a
la tonalidad original.
La tonalidad de la melodía, nos sugiere un entorno armónico en donde encontraremos diversas posibilidades de
relaciones armónicas.
Armonizar - 2º - Analizar los puntos más relevantes de la melodía y la Armonía implícita en ella
Toda melodía posee giros melódicos que la caracterizan, y llevan a su vez, una Armonía implícita.
Las notas principales, por lo general, descansan sobre tiempos fuertes del compás, y las secundarias, sobre tiempos
débiles, ya que suelen ser complementarias, y son “de paso”, como se las suele definir.
Las notas más relevantes de la melodía, marcan los pilares del entramado armónico resultante, ya que sugieren
determinados tipos de acordes.
Teniendo en cuenta lo dicho anteriormente, sobre las 3 posibilidades de acordes que pueden apoyar una nota
determinada de la melodía, estas notas principales, terminan siendo claves a la hora de armonizar.
Dependiendo de que acorde elijamos para cada una de estas notas, el carácter propio de la melodía, puede variar
considerablemente.
El vínculo entre la composición de notas de la melodía y la estructura rítmica de esta, es muy estrecho.
Habitualmente, las notas claves e importantes de una melodía, descansan sobre figuras de mayor duración, y, por
el contrario, las notas secundarias o figuraciones rítmicas características, sobre figuras de menor duración.
Todos los aspectos técnicos comentados estarán, en definitiva, supeditados a tu propio criterio auditivo.
Dependiendo del nivel de este, los resultados pueden ser simples o complejos.
Además del bagaje técnico que puedas adquirir, este debe complementarse (siempre), con la experiencia auditiva.
La evolución auditiva de cada persona será directamente proporcional al nivel de entrenamiento que esta reciba.
Ambos ayudarán al progreso auditivo. Pero es más aconsejable el entrenamiento que siga un proceso sistemático.
Todos los puntos anteriores, están implícitos en todo proceso de armonización a pesar de que puedan tenerse o no,
conocimientos sobre los principales fundamentos técnicos de las relaciones armónicas.
En fases iniciales, las relaciones entre los acordes, es decir, las progresiones de estos, se deben crear a partir del
análisis de la esencia misma de cada acorde, teniendo en cuenta principalmente, el desarrollo melódico.
Estos primeros ejercicios de armonización, deben hacerse sobre progresiones de tríadas, es decir, del acorde básico
de tres notas.
En casos avanzados de armonización, en donde se tienen sólidos conocimientos de los principios fundamentales de
las progresiones armónicas, la armonía puede independizarse de la melodía, y adquirir así, un papel más
protagonista.
Esto aportará mayor riqueza armónica, y, en consecuencia, potenciará los aspectos expresivos propios de la
melodía.
En este sentido, también ayuda a enriquecer armónicamente, el uso de acordes con notas extrañas al mismo, es
decir, con notas añadidas, que dependiendo de cuales sean, pueden aportar mayor color armónico.
La Armonía moderna transita en esta dirección, desde su composición misma al concebir el acorde propiamente
dicho, como una tétrada (o cuatríada), en donde la 7ª del acorde en cuestión, adquiere algo de protagonismo (en
algunos casos, también la 6ª del acorde).
Esta práctica fue explotada por el Jazz, quedando como una de sus principales características técnicas.
Una vez comprendidos todos los puntos comentados anteriormente, el siguiente paso es el de adaptar dichos
aspectos técnicos, a los requerimientos propios del estilo musical en el cual trabajarás.
Las características propias del estilo musical sobre el cual trabajes, y tu gusto y criterio personal, serán
determinantes a la hora de armonizar.
Es evidente que, si estás componiendo ya, sobre un género musical en concreto, serás consciente de todas sus
características estéticas.
Pero igualmente, siempre es importante un análisis concienzudo de las piezas musicales propias del género en el
que estés trabajando (o vayas a trabajar), por más que ya las conozcas.
Por otro lado, puedes encontrarte en la situación de tener que componer una pieza musical determinada, sobre un
género musical del cual no estás muy familiarizado.
El análisis es sinónimo de comprensión, tanto focal, como global. Por lo que es importante adquirirlo como un
hábito.
Es una buena opción, construirte una especie de “checklist” o plantilla, desde la que puedas hacer ejercicios de
análisis sistemáticos (hasta que logres interiorizarlos).
Te dejo un ejemplo de checklist aquí. A partir del mismo, puedes construir tu propio checklist, adaptándolo a tus
necesidades.
Antes de abordar este tema, considero oportuno recordar el concepto de Cadencia, ya que es un elemento clave en
toda progresión de acordes.
En líneas generales, una Cadencia es una combinación específica de acordes, que llevan a la melodía, a un punto
de pausa o “reposo”.
Actúa en consecuencia de la melodía, y ayuda al cierre de una idea musical o melódica.
Las cadencias establecen o afirman (y reafirman) la tonalidad, y trabajan en pos de la coherencia estructural de la
pieza musical.
En la música clásica, existen diversos tipos de Cadencias, como la Cadencia perfecta, la imperfecta, la
Semicadencia, la Cadencia Plagal, la Cadencia Frigia, etc.
Progresiones de acordes
Recordemos que una progresión de acordes, es la unión de dos o más acordes, bajo un cierto orden y control
establecidos.
Las progresiones de fundamentales, son el tipo de progresiones más usuales, aunque también se utilizan, en la
Armonía moderna, las progresiones diatónicas y las cromáticas.
Las del primer tipo (el de 4ª o 5ª), son las que mayor fuerza tonal tienen, debido a que tienen los acordes una nota
en común.
La progresión V - I, es el ejemplo más característico.
Cabe aclarar que las progresiones de 5ª descendente (o 4ª ascendente), tienen un peso menor que las anteriores.
El segundo tipo de progresiones, el de 3ª, tienen 2 notas en común.
Al tener solo una nota diferente entre sí, estas progresiones tienen un impacto menor, mucho más débil, ya que no
suele percibirse gran cambio armónico entre dichos acordes.
En el último caso, cuando el movimiento es de un intervalo de 2ª, entre las fundamentales, las notas de los
acordes, son completamente diferentes, lo que sugiere un color armónico distinto.
En este tipo de progresiones, el enlace de fundamentales se hace siguiendo el orden de la propia escala diatónica.
El movimiento puede ser tanto ascendente, como descendente, y por lo general, suelen comprender un grupo de 2
o 3 acordes como máximo.
También suelen combinarse con progresiones de fundamentales, ya sea por 4ª o por 5ª.
Un ejemplo de este tipo, es el siguiente: I - II - III, o también el formado por la progresión I - VII - VI, aunque
existen algunas combinaciones más, está claro.
Progresiones cromáticas
Son muy similares a las diatónicas, en su concepto básico, aunque este se da por movimiento por semitonos o
cromático, como su nombre lo sugiere.
Al igual que las progresiones anteriores, los movimientos pueden ser ascendentes o descendentes.