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fuego» que «para mirarla me alumbra».! En el auto A Dios por raz6n de estado el Ingenio parte a la bisque- da de un dios a la vez «ignorado» y «pasible», discu- rriendo «el mundo por cuantas leyes, / cuantos ritos, cuantos fueros / una y otra religién / tienen», deidad, dice «que le cuadre a mi entendimiento».? En el senti- do de la btisqueda del Ingenio se hace operante el principio gratia supponit naturam. La verdad supre- ma en el caso del Ingenio, al que no le ha sido dada la Revelaci6n, se le hace presente por medio de un com- portamiento natural en el que va inmersa la lumen naturale. Calderén hace que el Ingenio («extensién del entendimiento», «un no engendrado ser del alma misma») se relacione con el summum bonum, o lo verdaderamente real, por medio de un habito nativo a la luz natural del entendimiento. En la primera parte del auto estamos lejos del cristianismo de las Episto- las de san Pablo (que Calderén dramatizara en otros autos) y en pleno apogeo de la primera modernidad al identificarse el Ingenio con la filosofia, con la lumen naturale, en tanto fundamento de la especulacién en busqueda de una certidumbre que roza el ambito de la fe, cuyo modelo es la otra certidumbre basada en la raz6n. La busqueda le lleva a escuchar un duelo inte- lectual entre la Sinagoga y san Pablo, descubriendo «que el Dios ignoto y pasible, / que ojos, manos y oi- dos es / y primer causa de causas / en boca de Pablo hallé». La conversién del Ingenio ocurre por medio de un proceso dialéctico de la razén natural, itinera- rio que duplican otros personajes de Calderon, in- cluyendo un caso célebre contemporaneo, la conver- sién de Cristina de Suecia que dramatiz6 en el auto La protestacion de la fe. Los protagonistas de las tragedias profanas, en cambio, deambulan en un espacio escénico del cual 1. Dramas, pag. 2069. 2. Autos, pags. 856-57. 101 estan ausentes la revelacién y la fe, como Aureliano (La gran Cenobia), Focas (En la vida todo es verdad y todo mentira), El Tetrarca de Jerusalén (El mayor monstruo del mundo), Narciso (Eco y Narciso), Fae- ton (El hijo del sol, Faetén), Semiramis (La hija del aire), Juan Roca (El pintor de su deshonra), Gutierre Solis (El médico de su honra) o Lope de Almeida (A secreto agravio, secreta venganza), entre otros muchos que pululan por el gran teatro del mundo calderonia- no. El poeta de la fe es a la vez el poeta de la blas- femia, del sacrilegio y de la transgresi6n de los limites impuestos por la ley divina y por la recta razon. El protagonista del drama mitolégico La estatua de Pro- meteo, azuzado por el deseo de conocer, hurta sacrile- gamente un rayo de luz del carro de Apolo para dotar asi de ciencia y conciencia a una humanidad sumida en la barbarie y la ignorancia.} E] mito de Prometeo en manos del dramaturgo adquiere una intencién inver- sa, pero complementaria, a la que dio al del Génesis dramatizado en los autos sacramentales. A la vez ilus- tra la salvacion por medio de la lumen naturale en tan- to ésta se define en términos de un don transcenden- tal, el del fuego que Prometeo con la ayuda de Minerva roba a Apolo, afirmando el hecho de que sélo por sus propios medios el hombre no puede asegurarse de su salvacion, en el sentido de soteria 0 redenci6n, pero sin restringirlo al significado cristiano del término. Al aventurarnos en el laberintico universo del teatro de Calderén en el que cohabitan la esperanza en la reden- cién y la implacable representacién de la existencia como castigo, el determinismo y el libre albedrio, la fe y la incredulidad, la santidad y la voluntad de poder, se nos impone la necesidad de dar los primeros pasos con la vista puesta en el orden a que sometio el dramatur- go desde la fe cristiana el enigma de la existencia, el caos del mundo y el misterio de la naturaleza. 3. Véase t. II, cap. 10 de este ensayo. 102 En uno de sus primeros autos, El gran teatro del mundo, la representacién de la «comedia» titulada Obrar bien, que Dios es Dios ocurre en un carro con dos puertas, en la una pintada una cuna y en la otra una sepultura. Esta «comedia» o drama ocupa algo mas de una tercera parte de la obra (desde el verso 629 hasta el 1254), representada en el gran teatro del mundo miniaturizado en el carro donde ocurre la re- presentacion, a la que preceden 628 versos en los que el Autor o Hacedor y director de la compafifa ordena al Mundo que ponga en escena una comedia, cometi- do que este personaje inicia con una relacién sucinta de la historia sagrada dividida en tres partes corres- pondientes a la ley natural, la ley escrita y la ley de gracia, apareciendo esta ultima personificada en el papel del apuntador que corregira los errores de los representantes en la «comedia» Obrar bien, que Dios es Dios. Tras introducir la «comedia» como una re- presentacién en la era de la Ley de Gracia, el Mundo reparte los papeles a las almas que al asumirlos se materializan como seres creados y personajes en el gran teatro del mundo, no sin comentarios, discusio- nes y protestas por parte de los representantes y clari- ficaciones del Autor que les indica que aunque el pa- pel sea fijo, cada uno posee libre albedrio para interpretarlo. La ayuda de la Ley de Gracia que en el papel de apuntador incita al hombre al ejercicio de las buenas obras, infundiéndole gracia «excitante» u «operante» al recordarle a los personajes cuando ye- rran, el titulo de la obra, Obrar bien, que Dios es Dios. La representaci6n de la misteriosa comedia concluye con la muerte de cada personaje, que se entra por la puerta del sepulcro. La ultima y tercera parte de la accién dramatica la constituye el epilogo, desde el verso 1255 hasta el 1572, con el que finaliza la obra. En esta parte de la representacién el Mundo obliga a los actores a devol- verle los emblemas y trajes, accién que ocurre en el 103

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