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Brownie de calabacín
60 m
6 pers.
Fácil
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Viajando a contra viento.
John H. Groberg
U NA VEZ aprendí una lección sobre la Me quedé atónito, incluso molesto, y le dije al
paciencia en un viaje a Uiha [mientras capitán: «¿Cómo es posible? Hemos estado
estaba en mi misión en Tonga]. viajando durante horas. ¿Qué ha estado
Habíamos partido del puerto de Pangai hacia el haciendo? ¡Deberíamos estar ya llegando a
mediodía con vientos muy favorables y llegamos a Pangai!» El capitán sólo respondió que así son las
Uiha en unas pocas horas. Pasamos el mediodía y cosas. Entonces saqué a relucir mi origen
la tarde trabajando con los misioneros y dimos occidental diciéndole que tenía que hacer algo,
algunas charlas. Salimos de Uiha justo cuando porque yo tenía que llegar pronto a Pangai para
salía el sol y estaba seguro de que llegaríamos a asistir a una reunión importante. Cuando
Pangai a primera hora de la tarde. Estuve terminé, el capitán me miró y dijo pacientemente:
despierto hasta tarde y estaba cansado, así que «Hemos estado navegando a contra viento. ¿A
después de ayudar a ponernos en marcha, me quién le vas a culpar por eso? ¿Vas a maldecir a
acosté en la barca y me eché a dormir. Dormí Dios? ¿O le dirás que no sabe lo que hace? Él
profundamente. Unas horas más tarde, cuando me controla los vientos y las corrientes, y nosotros
desperté, pude ver una isla no muy lejos. Pensé estamos en sus manos. Mas vale que te calmes y
que era nuestra isla y que no se había echo muy aprendas a vivir dentro de los límites que Él ha
tarde todavía ya que el sol todavía estaba alto en establecido y no trates de imponerle tu agenda».
el cielo. Les comenté a los demás lo contento que En lugar de hacerme enojar, su razonamiento
estaba de volver a casa, en Pangai. El capitán me tranquilo y certero tuvo un profundo efecto en
miró y dijo: «Esa no es Lifuka [la isla donde se mí. Pasé el resto del día pensando en las
encuentra la ciudad de Pangai], sino Uiha [la isla verdades que había hablado.
que acabábamos de dejar]». (John H. Groberg, In the Eye of the Storm, [Salt Lake City:
Deseret Book, 1993].)
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Pida a la familia que permanezca lo
más en silencio posible y que anoten
cada uno en su papel todos los sonidos que
escuchen durante cinco minutos. Este juego
funciona especialmente bien fuera de casa.
Después de cinco minutos, la persona con la
mayor cantidad de sonidos que haya escrito
en su lista es la ganadora. Deje que cada
persona lea su lista.
(George and Jeane Chipman, Games! Games! Games! [Salt
Lake City: Shadow Mountain, 1983], p. 26.)
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«Hermanos, entendámoslo. No logramos la vida eterna
en un sprint, esta es una carrera de resistencia.
Tenemos que aplicar, una y otra vez, los principios
divinos del Evangelio. Día tras día tenemos que hacerlos
parte de nuestra vida cotidiana».
«El camino del discípulo», Dieter F. Uchtdorf, Conf. Gral. abril 2009
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