You are on page 1of 67

Practicando la Presencia por Joel Goldsmith

Practicando la
Presencia
UNA GUÍA INSPIRACIONAL
PARA RECUPERAR EL SIGNIFICADO
Y EL SENTIDO DE
PROPÓSITO EN TU VIDA

JOEL S. GOLDSMITH

Traducido al español por Tere Arce, RScP, y el


equipo de traducción de Ciencia de la Mente México
bajo la dirección de la Dra. Rebeka Piña
México, D.F. julio 2004
Revisión: enero 2008 por Elisa Alvarado

Página No. 1
Practicando la Presencia por Joel Goldsmith

CAPÍTULO 1
CONCIENCIA ESPIRITUAL

El secreto de vivir en armonía es el desarrollo de la consciencia espiritual.


En esa consciencia, el temor y la ansiedad desaparecen, la vida se vuelve
significativa, con plenitud como idea central.

El grado de consciencia espiritual que mantenemos se puede medir en la


misma proporción en la que renunciamos a nuestra dependencia del mundo
exterior de la forma, y toma lugar nuestra fe y confianza en algo aún más grande
que nosotros mismos, en el Infinito Invisible, que puede superar cualquier
obstáculo. Es la consciencia de la gracia de Dios.

Hay una práctica específica que puede asistir en el logro de la consciencia


espiritual. Es una práctica que se lleva todo el día en el mundo de las
apariencias, recordándonos que no necesitamos este o tal deseo. Para cada
demanda insistente, dejemos que nuestra respuesta sea: “No, no. Esto no es lo
yo necesito o quiero. Vuestra gracia es suficiente para mí, nada más – no dinero,
no maravillas, sólo vuestra gracia.”

Aprendamos a mantenernos en esa resolución. Si la necesidad aparece,


como la renta, casa, comida o salud, reconozcamos firmemente que nuestra única
necesidad es Su gracia.

Nuestro trabajo puede requerir mayor fuerza, mayor conocimiento o mayor


habilidad que lo que parece que tenemos, o puede haber mayores demandas
sobre nuestro bolsillo que lo que podemos enfrentar. En vez de aceptar esta
falsa creencia, recordemos, “Él realizó aquello que se reservaba para mí... El
Señor perfeccionará todo lo que me concierna”, o recordemos algún pasaje de
las escrituras. La creencia humana puede ser que hay una demanda física,
mental, moral o financiera superior a nuestra habilidad para satisfacerla; pero en
el momento en el que volvemos a Aquél que está en nosotros, reconocemos que
Él1 realiza aquello que ya nos es dado. Él perfecciona aquello que nos atañe, una
carga se quita de los hombros, y el sentido de responsabilidad personal se quita.
De repente, nos es dada la habilidad necesaria, que después de todo descubrimos
que no es nuestra habilidad, sino Su habilidad para expresarse a través de
nosotros. Fuera de nuestra debilidad llega la fortaleza, pero no nuestra fortaleza;
sino Su fortaleza, y entonces realizamos el trabajo a través de Su fortaleza. Si es
descanso lo que necesitamos, volvemos a las Escrituras y encontramos: “Vengan
a mí todos aquellos que trabajan duramente y cuya carga es pesada, y yo les
daré descanso”

1
En la literatura espiritual del mundo, los variados conceptos de Dios son indicados con el uso de palabras como
Padre, Madre, Alma. Espíritu, Principio, Amor, Vida. Por lo tanto, en este libro el autor ha usado los pronombres Él,
Esto, o Por Sí Mismo refiriéndose a Dios en forma aleatoria.

Página No. 2
Practicando la Presencia por Joel Goldsmith

Uno de los pasajes más reconfortantes en la Escritura es: “Les dejo la paz,
les doy mi paz. La paz que yo les doy no es como la que da el mundo” Si
pudiéramos permanecer en la verdad de esta declaración por un mes, un mundo
completamente diferente se abriría ante nosotros. Podríamos preguntarnos lo
que sabemos acerca de la paz. Todos sabemos el tipo de paz que el mundo puede
dar, pero esa no es el tipo de paz que requerimos. Muchos de nosotros pensamos
que podríamos tener paz si tuviéramos suficiente provisión, o si tuviéramos
salud, o si tuviéramos la pareja perfecta. Puede ser verdad, pero tener esas
cosas no nos garantiza que no vamos a ser perturbados por alguna otra cosa. En
tanto busquemos la paz en las personas o en las situaciones, fallaremos para
encontrar una satisfacción permanente o paz: “Mi paz......... no es como la que da
el mundo,” sino “Mi paz,” “Mi paz” es un espíritu gentil que mana dentro de
nosotros y no guarda ninguna relación con el estado de nuestros asuntos,
aunque, a fin de cuentas pone en orden todos nuestros asuntos.

La Fe en el Infinito Invisible se profundiza e incrementa, al aprender a


profundizar conscientemente en El que realiza todo aquello que nos es dado a
hacer. Que Él, el Infinito Invisible realiza cualquier cosa que nos es encomendada
a hacer en el mundo visible. El Infinito Invisible perfecciona aquello que nos
concierne. La Gracia Invisible es nuestra suficiencia en todas las cosas. La
Presencia Invisible se adelanta para enderezar los caminos.

Gradualmente, aún y cuando una y otra vez la tentación venga a decir: “Yo
necesito; yo quiero; no tengo suficiente; yo soy insuficiente”; recordamos que
nuestra suficiencia es el Invisible Infinito. Esta práctica profundiza nuestra
conciencia espiritual. El hermano Lorenzo lo llamaba la práctica de la Presencia
de Dios. Los hebreos la llamaban mantener la mente en Dios y reconocer a Dios
en todos los caminos. Jesús la llamó morar en la Palabra. Es una práctica que
finalmente nos lleva a la total seguridad en el Invisible Infinito, que a cambio nos
trae lo visible a nuestra percepción al tener necesidad de ella.

El mundo material pone su fe en forma de bien. El mundo espiritual hace


uso de lo que está en el mundo; disfruta la forma, pero su seguridad descansa en
aquello que es la sustancia de la forma, o en aquello que ha creado la forma, el
Invisible. Toda revelación espiritual ha demostrado que la sustancia de este
universo está en nosotros. Nuestra consciencia es la sustancia de nuestro
mundo. Por lo tanto, en palabras del Maestro, “Destruyan este templo, y en tres
días lo levantaré.” Si algo en el mundo de los efectos es destruido, en poco
tiempo puede ser reconstruido, restablecido.

Grandes civilizaciones han sido destruidas, y otras han tomado su lugar.


Cualquier cosa que ha sido construida, puede ser reconstruida, porque todo lo
que existe en la esfera externa existe como una actividad de la consciencia. Si
hemos de perder nuestra casa, nuestra fortuna, o nuestra familia, podemos tener
la certeza que la consciencia que la construyó la puede reconstruir.

Página No. 3
Practicando la Presencia por Joel Goldsmith

Al volverse más espiritual la conciencia, la confianza en el Invisible Infinito


se incrementa, y nuestro amor, odio o temor por lo externo disminuye. Vemos el
Invisible Infinito como la ley, la causa y la actividad de todo lo que es y se
precipita en la forma, ya sea persona, cosa o condición. La realización del
Invisible como la sustancia de toda forma es vital para mantener la conciencia
espiritual. La forma visible es meramente el resultado natural de la actividad de
la ley y causa invisible.

Cada asunto de la vida está determinado no por condiciones externas o


cosas, sino por nuestra consciencia. Por ejemplo, el cuerpo, dentro y fuera de sí
mismo, no tiene poder, no tiene inteligencia y no es responsable por sus
acciones. Una mano, dejada por sí misma, podría permanecer ahí por siempre.
Debe haber algo que la mueva, y es algo que llamamos “Yo.” Ese Yo determina
cómo esta mano será usada; la mano no puede determinarse a sí misma. La mano
existe como un efecto o como una forma, y responde a la dirección. Como un
vehículo o herramienta, nos es obediente, y nosotros le impartimos la utilidad
que tiene. Esta idea puede ser aplicada a otras partes del cuerpo. La conciencia
que formó el cuerpo en el principio de la conciencia que la mantiene y la
sostiene. Dios nos dio dominio a través de la conciencia, y esta conciencia es el
principio creativo de nuestro cuerpo, debe ser su principio sustentador.

Una vez que captamos este principio, habremos captado el principio total de
la vida. Literalmente, el reino de Dios está dentro de nosotros; literalmente, la
ley de la vida –la sustancia, la actividad, la dirección inteligente de la vida- está
dentro de nosotros. Tan sólo tenemos que probar esto en alguna dirección y
habremos probado en cualquier dirección. Si podemos probar que doce veces por
doce manzanas sean ciento cuarenta y cuatro, podemos probamos que doce por
doce sean ciento cuarenta y cuatro, tanto como se aplica a manzanas o a
personas o a millones. Si podemos probar aunque sea de un modo, que el reino
de Dios está dentro de nosotros, y que la vida, la actividad, la sustancia, y la
armonía de nuestro ser están determinados por la ley de Dios dentro de
nosotros, no tendremos dificultad en probar esto en cada fase de nuestra vida,
en la salud de nuestro cuerpo, y en todas la relaciones de nuestra vida.

Todo el secreto radica en la palabra “consciencia”. Un conocimiento


intelectual de lo que Dios es, no tiene valor. El único valor que tiene una verdad
está en el grado de su realización. La Verdad materializada es la consciencia
espiritual. Si estamos conscientes de la presencia de Dios, si estamos
conscientes de la actividad de Dios, entonces así será en nosotros.

Dios es amor; Dios es vida; Dios es Espíritu; Dios es todo. Eso es verdad
tanto si somos santos o pecadores; es verdad tanto si somos jóvenes o viejos,
judíos o gentiles, orientales u occidentales, negros, amarillos o blancos. No hay
excepciones para Dios. Dios no honra personalidades. No hay manera de dejar a
Dios fuera de Su propio universo, pero nosotros nos podemos dejar fuera de él.

Página No. 4
Practicando la Presencia por Joel Goldsmith

Dios Es; hay un Dios, jamás lo dudes. Este Dios es infinito en naturaleza,
eterno, universal, impersonal, imparcial y omnipresente. ¿Pero cómo nos
beneficiamos de aquello que Dios es?. ¿Cómo traemos a nuestra experiencia
personal lo que sabemos de Dios?. Para demostrarlo, podemos ir al campo de la
música. El principio de la música es absoluto. Si de alguna manera, erramos en
entender su principio y los sonidos producidos se convierten en desorden de
ruidos discordantes, nos estamos yendo en contra del principio. Entonces nos
aplicamos oficiosamente a practicar el principio hasta que nos convertimos
diestros en su aplicación. Así debe ser en nuestra experiencia de Dios. Dios es,
Dios está aquí, y Dios es ahora, pero Dios está disponible en proporción a
nuestra comprensión y buena disposición de aceptar la disciplina necesaria para
lograr tener el pensamiento de Jesús.

No nos es de beneficio sentarnos e implorar “Oh Dios, ¿cuándo actuarás en


mi vida?. En vez de eso démonos cuenta que “Dios es el bien". La parte que
corresponde a Dios ya está hecha. Gracias Dios, que este principio es y ha
estado disponible durante todo el tiempo. Ahora demuéstrame lo que debo hacer
para aprovechar este principio, este amor, esta vida, este cuerpo inmortal.”
Cuando hayamos alcanzado este estado de disposición, habremos comenzado la
jornada que nos guíe a la consciencia espiritual.

La consciencia espiritual se alcanza a través de la actividad de la verdad en


la conciencia. Morar en declaraciones de la Verdad o citas de las escrituras
asiste a espiritualizar el pensamiento. Mientras más verdad leamos y oigamos,
más activa es la verdad en nuestra conciencia. De esa manera aprendemos a
permanecer en la Palabra. Este es el primer paso hacia la Senda.

El segundo y más importante paso, es ser capaces de recibir la verdad


desde dentro, ser receptivos y responder a la verdad que habita en nosotros.
Entonces no pensamos, leemos u oímos la verdad con la mente: nos estamos
convirtiendo en sabedores de la revelación de la Palabra de Dios desde dentro
porque un oído interno y un ojo interno se han desarrollado a través del
conocimiento de la verdad y habitamos en ella.

La verdad escrita está hecha de declaraciones, citas y palabras, ninguna de


ellas por sí misma es poder. El único poder es Dios mismo. Es como si dijéramos
que las persianas de las ventanas estuvieran cerradas, y nos sentáramos toda la
tarde hablando de la luz del sol: lo que es, lo que hará y cómo nos beneficiarnos
de ella. Entonces, después de varias horas, alguien muy escéptico dirá, “pero aún
está oscuro aquí, después de toda esta plática aún está oscuro”, y responder, sí,
aún está oscuro, y permanecerá oscuro hasta que no abramos las persianas. Así
es como podemos hablar de la verdad; podemos leer de la verdad; podemos
estudiar la verdad; podemos hablar de la verdad y jamás haber sentido la luz, ni
una vez haber sentido la presencia y el poder de Dios, a menos que tomemos el
paso final y abramos la consciencia a la verdadera presencia de Dios. Cuando la
verdad llega a nuestra consciencia desde el centro de nuestro ser, hemos ido

Página No. 5
Practicando la Presencia por Joel Goldsmith

más allá de la verdad del Espíritu. Ésta es la más importante fase de la actividad
de la verdad en la conciencia.

El segundo paso, que te guía a un estado de conciencia donde somos


receptivos y sensibles a la pequeña voz interior, no puede ser tomado, a menos
que el primer paso sea dominado, esto es sabiendo la verdad escrita. Todos los
años que una persona ha pasado leyendo la verdad, oyendo de la verdad,
pensando en la verdad, acudiendo a la iglesia, conferencias o clases, fructifican
en guiarlo a tal punto donde la inspiración fluye desde el centro de su ser. No
obstante esta inspiración generalmente llega cuando se aterriza la verdad
escrita.

Jesús nos dice “Mientras ustedes permanezcan en mí y mis palabras


permanezcan en ustedes, pidan lo que quieran y lo conseguirán. Mi Padre es
glorificado cuando ustedes producen abundante fruto.” Vivir en tal verdad, morar
en esa Palabra, rendir fruto, es vivir vidas armoniosas y espirituales. Pero si
olvidamos vivir en la Palabra, morar en ella y olvidamos dejar que more en
nosotros, nos convertimos en ramas cortadas y secas. ¿Cómo podemos morar en
la Palabra si no la conocemos? Debemos conocer la verdad. Debemos aprender
lo que es la correcta verdad escrita. Tengamos un principio específico con el
cual trabajar y permanezcamos en él, hasta que llegue el momento en el que
sintamos esa percepción espiritual en nosotros. Entonces sabremos que hemos
alcanzado el espíritu de la verdad, la conciencia de la verdad, que es la Palabra
de Dios y que es poder. Cualquiera con el deseo suficiente por una comprensión
de Dios puede lograr ese entendimiento –la gracia de Dios se lo garantizará.

Es posible saber toda la verdad encontrada en la verdad escrita y todavía


ser una rama seca, hasta que moremos en la Palabra y dejemos que esta Palabra
more en nosotros, es que el verdadero Espíritu de Dios habita en nosotros. Hay
un Espíritu en el hombre, en realidad hay un Espíritu – el Espíritu de Dios en el
hombre. No existe hombre falto de él, pero muchos de nosotros no estamos
conscientes de él al igual que no lo estamos de la sangre que recorre nuestros
cuerpos. Dios está en nosotros. La presencia de Dios llena todo el espacio; el
Espíritu de Dios habita en nosotros. ¿Pero cuánta gente ha sentido esa
Presencia? Se habla de ella, se ora acerca de ella, se teoriza y dan sermones,
pero no se experimenta. Es la percepción consciente, el sentimiento real o
comprensión de la Presencia lo que es necesario.

¿Cómo sabemos que el Espíritu de Dios habita en nosotros? Si dejamos ir el


odio, la envidia, el celo, la malicia, la auto-glorificación, el prejuicio y la
intolerancia, estaremos haciendo espacio para el Espíritu de Dios, porque Dios
no puede morar en medio de tales características. En tanto estas características
estén presentes en nuestra conciencia, nos costará más trabajo permanecer en la
verdad y dejar que la verdad permanezca en nosotros. Al grado en que
permitamos que el Cristo se manifieste vívidamente en nosotros, será que tales
pensamientos mortales no nos afectarán más; entonces, el Espíritu de Dios

Página No. 6
Practicando la Presencia por Joel Goldsmith

habitará en nosotros “que es el Cristo en ti, tu esperanza de gloria... Mira, yo


espero en la puerta, y vendré a él, y conviviré con él y él conmigo.”

En la mayoría de las enseñanzas religiosas, hemos sido enseñados que el


Espíritu de Dios está en todas partes, pero eso no es verdad. Si el Espíritu de
Dios está en todas partes todos serían libres, sanos, prósperos, independientes,
joviales y armoniosos. No, el Espíritu de Dios está presente solamente cuando se
hace uno consciente de Él. A menos que sintamos la presencia real de Dios, es
que tendremos este Espíritu. Nuevamente, es un caso como el de las persianas, o
es como decir que la electricidad está en todas partes, ésa es una verdad. La
electricidad está en todas partes, igual que el Espíritu de Dios está en todas
partes. Sin embargo la electricidad no nos será de valor, a menos que esté
conectada para algún uso en particular. Así sucede con el Espíritu de Dios, está
en todas partes, en un absoluto sentido espiritual, pero sólo Es efectivo en
nuestra experiencia en la medida en la que lo manifestemos.

El estudiante de la sabiduría espiritual no puede sentirse satisfecho durante


el día, si tan sólo ha leído algo de la Verdad por la mañana, o porque vaya a oír
algo de la Verdad por la tarde o noche, debe existir una actividad consciente de
la Verdad todo el tiempo, lo cual no significa que neguemos nuestras actividades
y deberes; significa que debemos entrenarnos a nosotros mismos para mantener
siempre alguna área en conciencia activa en la verdad. Ya sea que veamos las
formas de la naturaleza tales como árboles, flores u océanos, o personas con las
que nos encontremos, deberemos ver algo de Dios en cada experiencia. Nos
entrenamos a nosotros mismos a permanecer en la presencia y la actividad de
Dios en todo lo que nos rodea y para morar en la Palabra.

La meta está cercana a nosotros, no obstante mientras más cercana parece,


está más lejana, porque con cada horizonte alcanzado, otro más nos hace señas.
Al ir avanzando en nuestra búsqueda, podemos medir nuestro progreso de la
siguiente manera: “Vemos el horizonte ante nosotros y tenemos el sentimiento
de “Tengo tan sólo una corta distancia por recorrer”. Algunas veces toma unas
pocas semanas o meses para alcanzar tal horizonte, y todo el mundo del Espíritu
se extiende ante nosotros. Entonces creemos que realmente hemos entrado en el
reino de los cielos, y así es -por unos pocos días. De repente, nos
acostumbramos a esta luz y nos volvemos conscientes de otro horizonte que nos
llama, otro avance que debe ser transitado paso a paso, y de nuevo, presionamos
hacia adelante.

Es importante aprender todo lo que podamos acerca de la correcta verdad


escrita, para entender cada principio, y entonces poner en práctica estos
principios hasta que vayamos de un conocimiento intelectual a una conciencia
interna de ellos. Construimos nuestro fundamento en principios específicos,
algunos de esos principios se encuentran en las escrituras, sean cristianas,
hebreas u orientales. Algunos de ellos no se encuentran en forma escrita, pero
no obstante son conocidos por todos los místicos del mundo. Mientras más
avancemos en este trabajo, se hace más necesario que conozcamos cada uno de

Página No. 7
Practicando la Presencia por Joel Goldsmith

estos principios. Son el fundamento de nuestro entendimiento y deben


convertirse por mucho en parte de nosotros para que cuando enfrentemos un
problema, no tengamos que pensar conscientemente en cualquiera de ellos.

Después de muchos años de estudio y práctica, los matemáticos pueden dar


respuesta a cualquier problema en el momento de pronunciarlo; no requieren ni
de papel ni lápiz para hacer cálculos. Un arquitecto puede dibujar un bosquejo de
una hermosa casa en tan poco tiempo que uno se maravilla con su habilidad. Un
abogado con experiencia se hace tan familiar con estatutos y decisiones de la
corte, conocimiento de la ley, que la aplica al caso o sabe dónde encontrar la
solución inmediatamente; pero si uno le pregunta acerca de su conocimiento,
probablemente diría: “Me ha tomado veinte años el llegar a hacer esto”.

Así pasa con nosotros. Cada vez que somos llamados para ayudar, Dios
pone las palabras necesarias en nuestra boca. Algunas veces no son palabras,
sino una sonrisa. Para una persona que está pasando problemas financieros,
puede significar, “Hijo amado, vos estáis siempre conmigo, y todo lo que tengo
es tuyo”; Para alguien necesitado de compañía, “Nunca os dejaré, ni os
abandonaré”; para alguien que enfrenta problemas de físicos, “Eres íntegro y
perfecto”; Para quien está agotado bajo el peso de la culpa, “Tampoco yo os
condeno. Andad, y no pequéis más.”

Si resolvemos suficientes problemas y buscamos entender la verdad detrás


de asuntos y situaciones, día a día, durante uno, dos, tres o más años, tendremos
todas las respuestas disponibles para un uso instantáneo. Años y años de
contemplar a Dios y las cosas de Dios, meditando y comulgando con Dios,
eliminaremos la necesidad de pensar en las cosas de este mundo. Cuando llega
una pregunta, la respuesta correcta se revela de inmediato. La actitud de
escucha, desarrollada a través de la meditación, crea una especie de vacío en
donde Dios nos provee de inmediato con las cosas necesarias, sean sabiduría,
poder, gracia o aquello que se requiera.

Un entendimiento de los principios del vivir espiritual, o sea, un


conocimiento correcto de la verdad escrita. Ese es el fundamento sobre el que
construimos, para que entendamos a dónde vamos y por qué, y cuál es nuestra
relación con Dios y nuestros semejantes. Es necesario que sepamos estas cosas
para que no tropecemos en una fe ciega que alguna vez nos desampare.
Necesitamos conocer la correcta verdad escrita para saber que no nos
encontramos en un estado mental de caos, basándose en una cosa hoy y otra
mañana, no llegando a un entendimiento de aquello que Es. Una vida espiritual no
puede ser construida sin un entendimiento de Dios –la naturaleza y carácter de
Dios, la naturaleza de la ley de Dios y la naturaleza del ser de Dios.

Podemos escoger pasajes de las escrituras que encarnen principios


espirituales y vivir con ellos. Sostenerlos como un letrero en la presencia de
cualquiera y de cualquier discordia, hasta el punto en que estos principios se
vuelvan automáticos. Esto es habitar en el sitio secreto del más Alto, viviendo,

Página No. 8
Practicando la Presencia por Joel Goldsmith

moviéndose y teniendo nuestro ser continuamente en la consciencia de Dios, no


sólo por unos pocos minutos mientras leemos un libro o escuchamos una plática.
A pesar de las demandas que el mundo nos haga, debemos hacer una pausa a
intervalos frecuentes durante el día y durante la noche para practicar la
Presencia. Esta necesidad no interfiere con nuestras actividades diarias, no
supone que dejemos de hacer lo que estamos haciendo. Podemos estar frente a
la estufa o podando el pasto y mantener todo el tiempo nuestra conciencia
abierta a Dios, recordando que “Mi gracia es suficiente para vos”, nada más;
podemos estar en la calle, de compras o manejando el auto y siempre recordar:
El Espíritu de Dios está en mi, y ese Espíritu es paz y alegría para mí y todos
aquellos que lleguen a mi conciencia.2

Es importante que no dejemos ir las horas del día sin algún recordatorio
consciente de que la meta en la vida es mantener esa mente que también tuvo
Jesús. La meta de la vida espiritual es alcanzar la Conciencia-Dios –para vivir,
mover y tener nuestro ser en una consciencia eterna de la Presencia de Dios.
Entender claramente que toda la sabiduría espiritual está hecha de dos
partes: Primero, saber la verdad, segundo, tener esa mente que también tuvo
Jesús. Tomar algunos de estos principios específicos que encontrarás en este
libro y vivir de acuerdo a ellos. Tómalos uno a uno. Llévalos contigo todo el día
por una semana o un mes. Entonces toma otro y vive con él, utilizándolo como
canon con el cual midas cada experiencia.
Es posible para cualquiera, cambiar el curso de su vida, no tan sólo oyendo
o leyendo la verdad, sino haciéndola parte activa de su conciencia en la
experiencia diaria, hasta que se convierta en un hábito en cualquier momento del
día, en vez de ser un pensamiento ocasional. Permite que estos principios operen
en conciencia, en la mañana, al mediodía y la noche, hasta que gradualmente la
consciencia real llegue. Entonces hacemos la transición de ser oyentes de la
Palabra a ser hacedores de la Palabra. Entonces moraremos en la Palabra y
daremos fruto.

CAPÍTULO II
DEMUESTRA A DIOS
¿Qué estamos buscando?, ¿Es Dios a quien estamos buscando o es algo de
Dios lo que buscamos? En el momento que estamos buscando casa, compañía,
provisión o trabajo, o el sanar, estamos buscando erradamente. Hasta que
tenemos a Dios, no tenemos nada; pero en el momento en que tenemos a Dios,
tenemos todo en el mundo.

2
Las porciones en cursivas puestas dentro e un cuadro en este libro son meditaciones espontáneas que han llegado
al autor durante periodos de consciencia elevada y no son ni intentan ser usadas como afirmaciones, negaciones o
fórmulas. Han sido incluidas en este libro de tiempo en tiempo para servir como ejemplo del libre fluir del Espíritu.
El lector al ir practicando la Presencia, en momentos de exaltación, recibirá inspiraciones nuevas y frescas al
derramarse el Espíritu en él.

Página No. 9
Practicando la Presencia por Joel Goldsmith

Buscar provisión, salud o compañía es espiritualmente una imposibilidad,


porque espiritualmente no hay tal cosa. Espiritualmente, sólo hay Dios; pero
alcanzando a Dios, alcanzamos todo lo que Dios es, eso es, Dios se hace
presente como toda forma. No busquemos las formas de Dios sino busquemos la
totalidad de Dios, y buscando la totalidad de Dios, tendremos todas las formas
necesarias para nuestro propio desarrollo.

Nada es más importante que este punto: ¿estamos buscando la comprensión


de Dios, o estamos tratando de alcanzar a Dios con el objeto de obtener algo a
través de Dios?

Cuando emprendemos cualquier estudio espiritual, casi siempre en un


principio buscamos algún bien para nosotros mismos. Puede ser una sanación,
-física, mental, moral, financiera- o puede ser paz mental; pero lo que sea, es
una regla, lo estamos buscando para nosotros mismos. Prontamente, sin
embargo, descubrimos que en cuanto la luz del Espíritu nos toca, es de beneficio
no solamente a nosotros mismos sino al mundo. La persona que esta estudiando
o practicando la presencia de Dios pronto no tiene problemas, ni necesidades ni
deseos.

En todo momento Dios está trabajando Su vida como nuestra vida. Dios es
vida individual. Dios está trabajando Su vida en lo que parece ser la forma de
nuestras vidas. Dios está trabajando Su vida como nuestra consciencia individual.
Dios está trabajando Su plan en nosotros y a través de nosotros. En este
conocimiento nos relajamos y nos convertimos en espectadores. Ya no es
nuestra vida: Es la vida de Dios desarrollándose individualmente. Dios surge en
la tierra como tú y yo individualmente, y al hacernos a un lado, comenzamos a
ver a Dios brillando a través de todo y de todos. Experimentamos la armonía en
nosotros en proporción al grado de entendimiento que tengamos de que nuestra
vida es la vida de Dios. Es solamente tu vida o mi vida cuando la aferramos o
intentamos manipularla o hacer algo con ella. Mejor debemos convertirnos en
espectadores de Dios manifestándose plenamente en la tierra, Dios encarnado en
la tierra, Dios en verdad está viviendo en esta tierra como tú y como yo.

Cuando deseamos más que nada una experiencia de Dios, el cielo mismo se
abre y se derrama por sí mismo a nuestros pies en la forma de todo tipo de bien.
Permanezcamos expectantes a la experiencia de Cristo, una experiencia de Dios,
expectantes de algún tipo de impulso sentido desde dentro. Esa es la
demostración que estamos buscando. Deshacernos de alguna enfermedad y
demostrar empleo o compañía, no tiene nada que ver con una enseñanza
espiritual. En una enseñanza espiritual, nuestro deseo es puramente que
podamos conocer a Dios como quien sabe acertadamente que la vida es eterna.
Cuando tenemos vida eterna, tenemos todo, porque la vida eterna incluye salud,
armonía, plenitud, vitalidad, juventud y abundancia.

Sería una imposibilidad encontrarnos a nosotros mismos en la presencia de


Dios y no encontrar nada de Su naturaleza armoniosa en nuestra experiencia,

Página No. 10
Practicando la Presencia por Joel Goldsmith

porque “He venido para que tengan vida, y para que tengan vida en abundancia.”
¿Cómo podemos tener la presencia de este Yo1, la presencia de ese Dios, y no
tener vida y no tenerla más abundante? Pero buscar en personas, lugares o
condiciones, sería como buscar fuera del reino de Dios. De esa manera caemos
en dificultades. Muchos han sido destruidos por las mismas cosas a las que se
han dedicado a buscar en sus vidas, pero nunca nadie ha sido destruido por
buscar y encontrar a Dios. Buscar a Dios te lleva a la realización, a la
experiencia real de Dios. El Maestro bien sabía que en esa experiencia tenemos
todo cuando dijo: “Tu Padre en el cielo sabe de todas estas cosas que
necesitas....... pues es el placer del Padre darte el reino”.

Para comprender el verdadero significado de la declaración del Maestro,


debemos entender la naturaleza de Dios. Probablemente todos nosotros hemos
sido enseñados desde la infancia que hay un Dios, pero pocos de nosotros
sabemos de qué Dios se trata. Si pudiéramos poner a un lado libros, incluyendo
la Biblia, y vivir con sólo una pregunta en la mente, “¿Qué es Dios?” meditando
día y noche en esta pregunta, finalmente, Dios Mismo pudiera revelar la
respuesta. Tendríamos que hacer esto, no obstante, con una mente
completamente libre de todo concepto de Dios y comenzar como si estuviera
totalmente solo con Dios. No aceptaríamos la opinión de nadie más, la
experiencia de nadie más, o el punto de vista de nadie más: Tendríamos nuestra
propia experiencia con Dios. Si pudiéramos hacer eso, tarde o temprano
encontraríamos que Dios se nos revelaría a sí mismo en términos infalibles de
manera que nunca más tuviéramos dudas de lo que es Dios o de cómo orar.

Ha habido y existen hombres que han conocido a Dios cara a cara. Podemos
estar seguros de la legitimidad de su conocimiento por el resultado de sus
enseñanzas. Juan fue uno de ellos, y para Juan, la naturaleza de Dios era amor.
Podemos tomar la palabra “amor” y ver si podemos llegar a algún entendimiento
de lo que la palabra significa, y cómo puede operar aún en nuestro nivel de
comprensión. Por ejemplo, si estuviéramos completa y exclusivamente
controlados por amor, ¿Cuál sería la relación con nuestro niño y cuál sería
nuestra conducta hacia ese niño? ¿Podríamos encontrar en ese amor algún rasgo
de un deseo que hiera o le cause algún sufrimiento? ¿Encontraríamos en nuestra
conciencia cualquier deseo de castigo o venganza? ¿Encontraríamos en nuestra
conciencia cualquier deseo de ponerlo en prisión como un castigo por sus
pecados, o apresarlo en un cuerpo enfermo o una mente enferma?
¿Encontraríamos en nuestro interior una sola señal de un deseo de castigo o
venganza? No, en el amor hay corrección o disciplina, pero no hay castigo; no se
retiene el bien.

Al vivir en esta verdad, habremos ganado un concepto de Dios totalmente


nuevo y comenzaríamos a comprender el secreto del vivir espiritual. En tanto
nos mantengamos aferrados a un Dios que nos puede dar cualquier cosa –
incluido el bien- no habremos llegado a un verdadero entendimiento de la

1
Donde quiera que “Yo” aparezca en cursivas, es una referencia a Dios.

Página No. 11
Practicando la Presencia por Joel Goldsmith

verdadera naturaleza de Dios. Dios no tiene nada que darnos. Todo lo que Dios
es, nosotros ya lo somos; todo lo que Dios tiene, es nuestro. Podemos llegar a
esta experiencia soltando el temor de lo que tendremos o no el día de mañana. Si
alguna noche nos podemos sentar y ver a través de la ventana, percibir la
oscuridad, observar el movimiento de las estrellas y de la luna, y si podemos
pasar así toda la noche hasta que aparezcan las primeras luces de la mañana, y
después con la llegada del día, cuando la luna y las estrellas se vayan y en su
lugar aparezca el sol, nos podríamos preguntar qué parte hemos jugado en todo
esto. Si podemos observar árboles o flores y cuando están floreciendo,
nuevamente preguntarnos qué parte hemos jugado en esto, cómo es que hemos
merecido o cómo hemos ganado esto, pronto encontraríamos la respuesta, y es
que Dios trajo todas estas glorias a nosotros sin preguntar por el mérito o no
mérito.

Dios es inteligencia infinita, sabiduría infinita y conocimiento infinito. No


existe la necesidad de decir nada a Dios o de pedirle nada a Dios, excepto, tal
vez, para más luz, más entendimiento, más visión. Es la función de Dios el
gobernar Su creación, mantenerla y sostenerla y todo esto lo hace sin la ayuda
del hombre. Dios no necesita de la asistencia del hombre; Dios no requiere de
ninguna sugerencia o ningún consejo humano. Nosotros estamos gobernados por
Dios tan sólo en la proporción en la que entendamos esto y deleguemos a Dios
nuestro cuidado. Cualquier intento de decirle a Dios cuál es nuestra necesidad,
indica falta de confianza y carencia de entendimiento de la naturaleza de Dios y
actúa como una barrera, alejándonos de nuestras bendiciones que son
legítimamente nuestras como herederos de Dios, co-herederos con Cristo en
Dios. Conocerlo acertadamente es conocer la vida eterna; conocerlo
inadecuadamente es poner un sentimiento de separación entre nosotros y aquello
que realmente es nuestra vida y la continuidad y armonía en nuestro ser.

Debemos entender la naturaleza de Dios como plenitud. Eso excluye la


posibilidad de pensar en Dios como alguno de quien vamos a conseguir algo.
Dios es plenitud. Dios es plenitud por sí mismo, como el sol, brillando y
derramando su calor y luz, su propia plenitud como el sol. No oramos al sol para
que nos envíe más luz o que nos envíe más calor. Si vamos a pronunciar
cualquier tipo de oración por respeto al sol, nuestra oración debería ser una
comprensión interna de que ES- el sol está brillando; el sol es calor; el sol es
luz.

Así es con Dios. Nunca debemos pensar acerca de Dios como de alguno de
quien esperamos algún bien. Jamás debemos pensar de Dios como de aquél que
puede traer paz a la tierra. No existe tal Dios. El único Dios que existe, es un
Dios que es vida eterna; Dios no nos da vida hoy o mañana y luego retiene la
vida cuando somos ciento veinte. Dios es vida eterna, y nuestra oración es la
realización de esa verdad. Dios es plenitud. Si no nos estamos beneficiando de la
gracia de Dios, eso no tiene nada que ver con Dios sino conque nos hayamos
apartado nosotros mismos, al menos en creencia, de la gracia de Dios. El Espíritu
no está relacionado con la escena humana. Un Dios espiritual no puede ser traído

Página No. 12
Practicando la Presencia por Joel Goldsmith

a un concepto material de vida. Elevémonos por sobre el concepto material de


vida en Dios.

Buscar a Dios sin un propósito es la finalidad de la realización espiritual.


Para lograr esa comprensión, debemos llegar a ese lugar en la conciencia donde
todo nuestro corazón y alma anhelen a Dios, a Dios en Sí en lugar de cualquier
bien, armonía, salud o paz que pueda llegar a nosotros. En ese estado de auto-
entrega podemos decir:

Página No. 13
Practicando la Presencia por Joel Goldsmith

No busco nada más que a Ti. Yo debo conocerte como a alguien de quien
conozco acertadamente que la vida es eterna. Permite que viva, me mueva y
tenga mi ser en Ti, Contigo, y yo pueda aceptar cualquier cosa que venga. ¿Qué
diferencia puede haber si tengo o no tengo cuerpo, si estoy sano o enfermo? “En
Vuestra presencia está la plenitud de la vida”.

Cuando la conciencia alcanza tal lugar de devoción, donde Dios es Dios para
nosotros, sólo por el bien de Dios, es cuando hemos alcanzado La Senda Infinita
de Vida.

En La Senda Infinita de Vida, la vida no conoce limitación de ningún tipo. No


hay ninguna preocupación por si somos ricos o pobres, enfermos o sanos.
Nuestro único objetivo en la vida es Conocerlo acertadamente, estar cara a cara
con Dios, ser capaz de refugiarme conscientemente en Dios. Esta es la alegría
más grande jamás conocida por el hombre, a pesar de los millones que haya
adquirido, a pesar de los muchos honores que le hayan conferido. Ninguna de
estas condiciones iguala la alegría, la paz y la infinita y eterna armonía
experimentada por la persona que conoce a Dios. Ahora, hay una total
indiferencia por los efectos externos los cuales son el resultado de la práctica de
la Presencia. Todo el corazón, la mente y el alma están centrados en la
comprensión de la Presencia para que podamos llegar al punto, dentro de
nosotros mismos, donde el Espíritu de Dios esté en nosotros, y experimentemos
la alegría interna que es la Presencia. Sentimos el pulso del Espíritu en nuestros
dedos. Todo nuestro ser y nuestro cuerpo entero, están vivos y alertas ante Él.

Conocer a Dios cara a cara es el final del camino. No hay nada más que
desear, al llegar a este punto, sabemos exactamente lo que quiso decir Pablo, “
Yo vivo, no Yo, sino el Cristo en mí”. Es como si estuviéramos buscando sobre
nuestro hombro y observando al Cristo trabajar en nosotros, a través de
nosotros y como nosotros. Va delante de nosotros. Si la provisión es requerida,
Él la provee. Si un hogar se necesita, Él lo provee. Si es transporte lo que
necesitamos Él lo provee. No tenemos que pensar en estas cosas; todo lo que
tenemos que hacer es continuar nuestra vida en contemplación, y entonces nos
daremos cuenta que en nuestro negocio, profesión, o actividad artística,
tendremos más discernimiento, más habilidad, más salud, inspiración, alegría y
más remuneración. No obstante, no estaremos orando para lograr estos
resultados: Fluirán tal como el sol sale en la mañana o se oculta en la noche sin
ningún esfuerzo consciente de parte de nadie. Todo lo que es necesario es
esperar, tan sólo esperar lo suficiente y el sol se levantará mañana en la mañana
y volverá a esconderse por la tarde. No tendremos que hacer nada excepto
contemplarlo, observarlo y mirarlo. No tuvimos que orar a Dios para eso, y no
tenemos que saber la verdad al respecto.

De igual forma es para con nosotros. Aprendemos a no tratar de manipular


nuestras vidas con la mente, esperando que al afirmar alguna verdad algún bien

Página No. 14
Practicando la Presencia por Joel Goldsmith

será traído a nuestra experiencia. La vida se vuelve un gozo completo, porque


así como al movimiento del sol, de la luna o las estrellas no le interesan nuestras
necesidades, de igual forma nosotros no debemos sentir carga alguna de
responsabilidad por nuestro suministro o nuestra salud. Todas estas cosas son
asuntos de la gracia de Dios. Nuestra única responsabilidad es que el Espíritu de
Dios habite en nosotros. En algún momento, debemos iniciar la transición de ser
hombres, cuyo aliento sólo está al nivel de sus fosas nasales, sin tener la
capacidad de complacer a Dios y sin estar bajo la ley de Dios, a ser el hijo de
Dios. Desde ese punto de vista no podemos fallar: es tan sólo una cuestión de
devoción.

No podemos usar a Dios, pero podemos producir nosotros mismos a Dios y


dejar que Dios nos use. Podemos contemplar las cosas de Dios y meditar sobre
lo espiritual, invisible y lo no visto, hasta que verdaderamente sintamos que el
espíritu y la presencia de Dios en nuestro interior.

Un contacto ocasional con Dios, como el proverbial grano de verdad, hará


maravillas; pero no podemos esperar una completa y perfecta existencia
espiritual simplemente porque de vez en cuando nos acordamos de voltear a
Dios, o dedicar pocas horas al estudio de libros espirituales. Requiere oración sin
cesar para hacer de la vida una experiencia continua del Bien. Así descubrimos
que Dios, que es la mente que todo lo sabe, la divina omnipresencia, la divina
omnipotencia y omnisciencia, siempre va delante de nosotros para proveernos de
las cosas necesarias para nuestra experiencia. Esa es la razón por la que nunca
debemos de decirle lo que necesitamos; no debemos decirle que necesitamos
dinero, un hogar, compañía, libertad, comida o vestido. Nunca tenemos que decir
a Dios nada acerca de nuestras necesidades.

Dios es la inteligencia infinita del universo, aquella que lo formó, aquella que
lo mantiene y sostiene sin el consejo humano. Si Dios puede hacer esto por el
universo, confiemos nuestro ser individual y nuestro cuerpo a esa misma
Presencia y Poder.

Vayamos a Dios por la alegría de experimentar a Dios y veamos lo que Dios


hace.

Podemos empezar este momento dando un paso importante hacia delante -


soltar los deseos. Debemos abandonar el deseo de cualquier forma de bien. De
hoy en adelante, sólo hay un deseo que nos permitiremos, y será el deseo de
experimentar a Dios.

Debemos demostrar a Dios –no a personas, o cosas o condiciones. Esto es


en verdad el principio cardinal de la Senda Infinita. La Senda Infinita enseña que
tenemos el derecho a demostrar al Espíritu de Dios, el derecho a demostrar la
realización de Dios; pero no tenemos el derecho de demostrar a ninguna
persona, lugar o cosa. Debemos estar muy ciertos de que buscando la realización
de la gracia de Dios, estaremos buscando tan sólo estar en el Espíritu de Dios.

Página No. 15
Practicando la Presencia por Joel Goldsmith

“Donde existe el Espíritu del Señor, hay libertad” fuera de toda limitación, toda
discordia y toda desarmonía. Nuestra demostración debe ser la realización de
Dios, la demostración de Dios, la consciencia de la presencia de Dios.

Comprensión es demostración. Es la comprensión de la actividad de Dios en


consciencia lo que hace que todo el bien espiritual aparezca. Es la comprensión
de la gracia de Dios como nuestra suficiencia lo que manifiesta la demostración.
El darse cuenta de cualquier verdad espiritual trae la manifestación como efecto.
Decir solamente, “El perfeccionará aquello que me concierne”, no hará nada por
nosotros, pero la comprensión de esta verdad instantáneamente se hace efectiva
en nuestra experiencia. Comprender es demostración; pero debe ser una
comprensión del reino de Dios, comprensión de la actividad de Dios, comprensión
del Espíritu de Dios, comprensión de Dios como un solo poder, comprensión de
Dios como una sustancia, comprensión de Dios como causa única, comprensión
de Dios como todo en todo. El entendimiento de Dios es demostración.

Si conocemos la verdad escrita, y si entendemos que la voluntad de Dios es


amor, que la voluntad de Dios es vida eterna, si sabemos que la voluntad de Dios
es que experimentemos Su inmortalidad, lo infinito de Su Ser, no nos
preocuparemos de decir a Dios acerca de nuestras necesidades. Todo lo que
hacemos es vivir en el constante intento de alcanzar a Dios más y más, tener una
comprensión cada vez más profunda de Dios, de ese Dios que es nuestro propio
ser.

Hacer el contacto con el Cristo, sin otro propósito que el de experimentarlo,


es la forma más alta de demostración que existe en la tierra.

Página No. 16
Practicando la Presencia por Joel Goldsmith

CAPÍTULO III
DIOS, EL PODER ÚNICO
Así dice el Señor, Rey de Israel y su Salvador, Yavé de los ejércitos:
Yo soy el primero y el último; no hay otro Dios fuera de mí
- Isaías 44:6
Amarás al Señor tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con
todas tus fuerzas.
- Deuteronomio 6:5

A través de todos los tiempos, las escrituras han revelado que Dios es el
único poder, ¿pero quién lo ha aceptado literalmente? Aún en la Biblia, hay
relatos de personas luchando, una contra la otra. La enseñanza de la mayoría de
las religiones del mundo ha sido que existen dos poderes, el poder de Dios y el
poder del demonio: El poder de Dios es bueno y bendice; el poder del demonio
es malvado y maldice. Siempre encontramos estos dos poderes; siempre
encontramos a Dios combatiendo al demonio por controlar el alma humana; y
siempre surge la pregunta: ¿quién va a ganar?

Hoy es la misma historia. Accidentes, desastres y enfermedad son


explicados sobre la base de estos dos poderes, o por hacer a Dios responsable
por estos males. ¿Cómo puede Dios ser responsable de cualquier mal a la luz del
mensaje y misión del Maestro, quien fue el sanador del enfermo, quien levantó a
los muertos, quien alimentó a los hambrientos, triunfo sobre muchos desastres.
El Maestro dijo: “No crean que he venido a suprimir la Ley... sino para llevarla a
la forma perfecta” (Mat.5:17) así que ninguna de estas cosas tienen la posibilidad
de ser voluntad de Dios. En la presencia de Dios, no hay mal.

Si Dios tolera el pecado, la enfermedad y la muerte que estamos


experimentando, ¿Qué oportunidad tenemos para superarlos o sobrevivir a ellos?
Si Dios está permitiendo estos males, O si Dios es un padre humano enseñando
una lección, ¿cómo es que podemos sobreponerlos y regresar a casa de nuestro
Padre? Desde el inicio de nuestros estudios espirituales, hemos aprendido que
Dios es un solo poder, todo poder, y no sólo todo poder, sino todo el poder
bueno. ¿Es entonces posible para un todo poder bueno crear, permitir, tolerar o
enviar algún mal?

En la Senda Infinita, nos comprometemos en el llamado sanar espiritual, de


manera que tenemos un principio que es exacto. No debe existir divergencia en
ello, no más que la divergencia en los principios matemáticos o de música. El
principio del sanar espiritual es que Dios es amor, Dios es vida y en Él no hay
oscuridad. Él es muy puro para retener iniquidad. Pero si estamos dispuestos a
creer que Dios tolera la enfermedad, sabe de ella, la permite o está tratando de
probarnos o castigarnos, hemos perdido la oportunidad de producir una sanación.
No es negar el hecho de que este mundo consiste casi por completo de pecado,
enfermedad, muerte, carencia, limitación, guerras y rumores de guerras. ¿Quiere

Página No. 17
Practicando la Presencia por Joel Goldsmith

esto decir que Dios las permite? No es que las permita, y se aplica igual que en
el principio matemático si cometemos un error aritmético o en el principio de
música si cometemos un error al cantar o tocar un instrumento musical.

De acuerdo al Génesis, “Dios vio que todo cuanto había hecho era muy
bueno” (Gén. 1:31) Por lo tanto, si hay un demonio, hecho por Dios, aún el demonio
debe ser bueno. El establecer al demonio como malo y a Dios como bueno nos
separa de nuestra armonía, física, mental, moral y financiera. No existe misterio
del mal. La enseñanza del Maestro es muy clara en este punto:

En cambio, si alguno no permanece en mí, será echado fuera como


rama seca, que la cogen y la arrojan al fuego para ser quemada. Pero si
ustedes permanecen en mí, y mis palabras en ustedes, pidan lo que
quieran y se les concederá. (Juan 15:6,7)

Si no permitimos que la Palabra permanezca en nosotros, no debe


sorprendernos nada de lo que nos suceda, no tenemos derecho de inculpar a
Dios. Si no estamos demostrando salud, armonía y abundancia, que son nuestros
derechos espirituales de nacimiento, es porque no estamos cumpliendo con los
términos del acuerdo.

El acuerdo es que si moramos en el lugar secreto del más Alto, ninguno de


estos males vendrá a nosotros. Ese es el principio. ¿Estamos morando en el
lugar secreto del más Alto? ¿En verdad? Meditamos por cinco minutos en la
mañana y leemos un libro por 15 minutos en el día, y entonces pensamos que
estamos permaneciendo en la Palabra y morando en el lugar secreto del más
Alto. Esto no es suficiente. Debemos leer y estudiar, meditar y ponderar hora
tras hora de cada día, hasta que estemos viviendo continuamente en la presencia
de Dios, después del cual no hay nada más. Aceptemos en nuestra mente un
estado de conciencia en el cual acordemos que Dios es todo poder, Dios es
infinito y después de Dios no hay otro poder.

Leemos en Isaías:
Del tiempo en el que éramos niños aprendimos esta verdad, “No temas,
porque yo te rescato; te he llamado por tu nombre, tú eres mío.” (Isaías 43:1)
¿Podríamos acaso conocer el miedo?

Porque si atraviesas las aguas, yo seré contigo, por ríos no te


anegarás. Si pasas por el fuego, no te quemarás, las llamas no te
consumirán. Porque yo soy Yavé, tu Dios, el Santo de Israel, tu
Salvador... nada de esto te sucederá... porque eres a mis ojos de muy
gran estima. Eres de mucha honra y por eso te amo. (Isaías 43:2-4)

¿Acaso no podemos imaginar fácilmente el estado de conciencia en el cual


deberíamos vivir, como se nos enseñó continuamente en nuestra niñez, y en
donde aprendimos que Dios nos amaba y que Él nunca permitiría que ningún mal

Página No. 18
Practicando la Presencia por Joel Goldsmith

nos aconteciera? Así, podríamos vivir en la conciencia de Dios como el poder


absoluto del que nunca deberíamos temer, y en el cual jamás experimentaríamos
carencia alguna.

Pero ahora escucha Jacob, mi siervo, Israel, a quien elegí yo. Así habla
Yavé, que te ha hecho, y en el seno materno te formó y te socorre. No
temas Jacob, siervo mío, Israel, a quien yo elegí. Porque yo derramaré
aguas sobre el suelo sediento y arroyos sobre la tierra seca e infundiré
mi espíritu sobre tu simiente y mi bendición sobre tus descendientes.
(Isaías 44:1-3)

En nuestra juventud, fuimos enseñados a ver sólo a nuestros padres, pero


aquí aprendemos que Dios “en el seno materno te formó”. Somos hijos de Dios
directamente del seno materno, bajo la protección de Dios, y Dios, y sólo Dios,
ha cubierto nuestras necesidades y apoyado nuestras actividades. Aprendemos
que Dios por sí mismo es el único poder en nuestras vidas por siempre y para
siempre. En este entendimiento, podemos ver lo que podría haber pasado al
demonio: Jamás podría haber habido el temor al mal o al miedo o al castigo.
Habríamos encontrado el amor de dios en lugar del miedo a Dios, y jamás
habríamos creído que Dios nos voltea la espalda.

Conocer a Dios es amar a Dios. De hecho, es sólo a través del


entendimiento de la naturaleza de Dios que somos capaces de amar al señor
nuestro Dios, con un amor tan grande, que ni aún el esposo, la esposa o el hijo se
podrían anteponer a Dios en nuestro corazón y en nuestra alma. Entonces Dios
se convierte en un ser viviente, al cual no se le teme sino que se le honra, se le
ama, se le da la bienvenida cada mañana de cada día, no solamente una hora en
domingo. No hay un momento del día en que conscientemente no podamos
mantener vivo en nuestros corazones, con la evocación de aquello que Dios es:

Página No. 19
Practicando la Presencia por Joel Goldsmith

Dios es la inteligencia del universo, el amor del universo, el Espíritu


omnipresente que creó, mantiene y sostiene al universo. Dios es la fuente de la
belleza de los árboles, de las flores y de las frutas. Dios es la verdadera
sustancia de los vegetales y minerales. Dios es la sustancia del oro en la tierra,
de la planta, de los diamantes y de las perlas del mar. Dios es quien llena de
peces el mar. Dios es quien llena de aves el cielo.

Dios está en medio de mí. Donde yo estoy Dios está, y el amor de Dios está
envolviéndome siempre. Dios es el origen de mi ser. Dios es mi fuente de
provisión, la causa de toda la comida en mi mesa. Dios es quien me da el trabajo
de toda la vida. Dios es quien me da la fortaleza para llevarlo a cabo. “Él cumple
siempre su pacto... (Job. 23:14 KJB)... “El Señor me ha probado como el oro.
He salido purificado... (Job 23:10) ...porque mayor es el que está en ustedes,
que el que está en el mundo. (1 Juan 4:4) más grande que cualquier problema en
el mundo.

Hay solamente poder y Dios es ese poder. No hay poder en el efecto, y no


hay poder fuera de Dios. Dios es la vida de todo ser. Esta verdad ha sido a
través de todos los tiempos y se ha dado a conocer a toda la gente. En el
sagrado poema Hindú, el Bhagavad-Gita, traducido por Sir Edwin Arnold como el
hermoso poema épico, La Voz Celestial, leemos lo siguiente acerca de la vida:

Armas, os digo a vos, no alcancéis la Vida;


Las llamas no la queman, las aguas no pueden inundarla,
No puede secarla los vientos. Impenetrable,
Cerrada, inatacable, no dañada, intocable,
Inmortal, estable, segura
Invisible, inefable; por la palabra
y el pensamiento inabarcable
¡Así se declara el Alma!

Aquí nuevamente vemos que hay una vida, y Dios es esa vida, existe un
poder, y Dios es ese poder. Una consciencia llena de la comprensión de Dios
como el único poder que no puede temer nada en el mundo de los efectos.

La mayoría de las enseñanzas religiosas no nos han dado la verdad de que


Dios es omnipotente en la tierra como en el cielo, pero ya vendrá el día cuando
todos se inclinen a la verdad de que existe un solo poder. Todas las enseñanzas
metafísicas tienen su origen en la revelación de Dios como uno. ¿Pero qué les ha
pasado a esas enseñanzas? Se han perdido en el demonio moderno, en la mente
mortal. Los seguidores de las enseñanzas ortodoxas temen al demonio, y
aquellos que siguen las más nuevas y modernas enseñanzas temen a la mente
mortal. Interpretaciones erróneas e ignorantes de la verdad nos obligan a creer
en dos poderes, pero la respuesta en siempre la misma: Dios es el único poder.
Cada uno de nosotros, en la experiencia humana, de alguna u otra manera acepta

Página No. 20
Practicando la Presencia por Joel Goldsmith

dos poderes: Dios y un poder aparte de Dios, un poder que algunas veces
recompensa y otras castiga, un poder que a veces está disponible y en otras
ocasiones no nos puede alcanzar – y ahora estamos pagando la pena por tal
aceptación.

Debemos elevarnos a una dimensión superior de la vida en la que veamos


que no hay ningún poder en ningún efecto; todo el poder está en la causa que
produce el efecto:

Porque mis pensamientos no son como los de ustedes, ni tampoco mis


caminos son semejantes a los suyos, dice Yavé. Pues como los cielos son
más altos que la tierra, así son mis caminos al compararse con los de
ustedes, y mis pensamientos al ser asemejados por los suyos. (Isaías 55:8,9)

Sin embargo, si espiritualmente no estamos alertas, podemos caer en la


aceptación de cualquier clase de creencia falsa que nos dé cierta confianza o en
la aceptación de determinada publicidad. A través del hipnotismo masivo de la
prensa y de la radio, todos hemos sido víctimas de algún tipo de publicidad, pero
nada de eso puede tocarnos si aceptamos la enseñanza de que Dios, el Infinito
Invisible, es el único poder.

En nuestra carrera frenética de supremacía en armamento y fuerza material,


se vuelve necesario detenernos y preguntarnos: ¿En dónde termina todo esto?
¿Existen la superioridad y el tamaño para demostrar poder?

.....no vence el hombre por su fuerza........... (Samuel 2:9)


... No temáis ni os amedrentéis ante tan gran muchedumbre, porque no
es vuestra la guerra, sino de Yavé. (2 Crónicas 20:15)
-
“Sean fuertes y tengan ánimo, no teman ni desmayen ante el rey de
Asur, ni ante todo ese ejército, porque es más el que está con nosotros
que lo que está con él. Con él hay una fuerza humana, pero con
nosotros esta Yavé, nuestro Dios, para ayudarnos y combatir nuestros
combates. (2 Crónicas 32:7,8)
-
Aquellos de mente material tienen únicamente un “cuerpo físico”. Aquellos
que reconocen a Dios como el único poder, viven sin miedo, sin preocupación por
la dimensión de un poder externo; ya sea una fiebre alta, una pobreza terrible o
una bomba de hidrógeno, todo esto es sólo efecto visible, mientras tengamos
aquello que es invisible, tenemos aquello que no se puede tocar, ya que: “No
prosperará ninguna arma que sea fabricada contra ti. (Isaías 54:17)... Tal y como
David fue al frente a encontrarse con Goliat, armado con fe en Dios, así nosotros
podemos enfrentar cualquier desarmonía o reticencia de nuestro reconocimiento
de un poder.

En el sentido material de la vida, la palabra “protección” lleva consigo la


connotación de arma de defensa, o de un lugar oculto del enemigo, o para

Página No. 21
Practicando la Presencia por Joel Goldsmith

algunos significa el retiro del peligro. En las ciencias mentales, protección


implica algún pensamiento o idea, o alguna forma de oración que nos salvaría de
ser heridos o dañados. La palabra “protección” sugiere la existencia de una
actividad, presencia o poder destructivo o dañino y de los cuales nos debemos
proteger.

En el momento en que la idea de Dios como uno solo comience a


profundizar en la consciencia, comenzaremos a entender que en todo el mundo
no hay poder o presencia en contra de la cual requiramos protección, ya que
moramos en el lugar secreto del más Alto. Entenderemos esto al ir
permaneciendo en la palabra “omnipresencia” y darnos cuenta que en esta toda-
presencia de bien estamos completamente solos en armonía divina –una armonía
que impregna y penetra la consciencia, y es por sí misma la totalidad y unicidad
del bien.

Ponderemos esta idea y meditemos en ella. La revelación y convicción de


que esto es verdad llega a nosotros dentro de nuestro propio ser: Existe sólo
Uno, y debido a su naturaleza de ser Uno, no existe influencia externa ni para el
bien ni para el mal. No existe presencia o poder al cual orar por ningún bien que
no exista ya como omnipresencia, justo donde estamos. En nuestras épocas de
comunión sentimos lo infinito de la presencia de Dios. No existe otro poder, no
existe otra presencia; no existe influencia destructiva o dañina en ninguna
persona, lugar o cosa; no existe el mal en ninguna condición. Dios es uno, y no
puede haber una existencia separada y aparte del Uno.

El Maestro nos dijo: “Nada hay fuera del hombre que, al entrar en él, lo
contamine. Lo que sale de él, eso es lo que lo contamina.” (Marcos 7:15)
Hemos aceptado la creencia universal de un poder, de una presencia y de una
actividad aparte de Dios; hemos aceptado la creencia de que alguien o algo fuera
de nuestro ser puede ser un poder de mal en nuestra experiencia, y la
aceptación de esto es casi una creencia universal que causa mucha de nuestra
desarmonía y discordia.

Al esforzarnos por comprender, día a día, a la verdadera consciencia de


Dios como un ser infinito, Dios manifestándose y expresándose como ser
individual, entenderemos más plenamente todo el poder que fluye de nosotros y
a través de nosotros, como una bendición al mundo. Ningún poder actúa sobre
nosotros sin que sea de nuestro propio ser. Debe quedar claro para nosotros que
nada fuera de nosotros mismos actúa sobre nosotros ni para bien ni para mal, así
como hemos aprendido que los astros, la creación de Dios en los cielos, no
tienen ninguna influencia sobre nosotros a pesar de las creencias astrológicas;
por lo tanto hemos aprendido que las condiciones, ya sean el clima, infección,
contagio o accidente no pueden actuar perjudicialmente sobre aquellos que han
llegado a cierto entendimiento de la naturaleza de Dios y de la naturaleza del ser
individual, de manera que nos entenderemos como descendencia de Dios, de
quien se ha dicho “Hijo mío, tú siempre estás conmigo y todo lo mío es
tuyo. (Lucas 15:31)

Página No. 22
Practicando la Presencia por Joel Goldsmith

Debemos pensar seriamente en este asunto de la protección, porque cada


día enfrentamos recomendaciones, amenazas o peligros. Siempre alguna persona,
algún lugar o alguna cosa está siendo presentado como una fuerza destructiva a
la cual temer o buscar a un Dios que nos salve. La totalidad de Dios hace
absolutamente imposible que exista en algún lugar una influencia destructiva o
malvada - ya sea en el cielo, en la tierra o en el infierno- así que no cometamos
el error de pensar en Dios como un gran poder que si lográramos alcanzar, nos
salvaría de cualquier persona o influencia destructiva. No cometamos el error
común de pensar que practicando la presencia de Dios es tan sólo un medio de
usar a Dios, u otro método de orar para traer la influencia de Dios en nuestra
experiencia con el fin de superar la discordia, el mal, el pecado y la enfermedad.
Su propósito es traer a la conciencia individual el reconocimiento de Dios como
uno, o Dios como un ser individual e infinito, Dios como la toda presencia y el
todo poder. La creencia universal en dos poderes, bueno y malo, continuará
operando en nuestra experiencia hasta que de manera individual –recuerda esto,
tú y yo, individualmente- rechacemos a la creencia en dos poderes.

En esta época, el pensamiento protector es la comprensión de que la


totalidad de Dios excluye la posibilidad de que exista en el mundo una fuente de
maldad, y que además opere en nuestra experiencia individual. Nuestro trabajo
protector, o nuestras oraciones protectoras deben consistir en la comprensión de
que nada ha existido, existe o existirá en algún lugar, en cualquier tiempo, en
nuestra experiencia pasada, presente o futura, que sea de una naturaleza
destructiva. A través del estudio y la meditación, sentiremos, eventualmente, el
contacto de Dios en nosotros, en donde recibamos la convicción divina. “Hijo
mío, tú siempre estás conmigo y todo lo mío es tuyo. (Lucas 15:31), la convicción
continua de la única Presencia, del único Poder, del único Ser, de la única Vida,
de la única Ley, en donde no existen poderes o fuerzas destructivas. Es en este
reconocimiento de unidad que encontramos paz.

Los estudiantes deberían considerar el tema de la protección en su


meditación diaria por uno o dos meses y sin mencionarlo a nadie. No deben
discutirlo, sino mantener el secreto hasta que lleguen a un lugar en la
consciencia donde sientan que Dios es uno. El secreto de la protección no
consiste en buscar a Dios para salvarnos de algún peligro, sino en entender que
la seguridad y la paz dependen de nuestra evocación y comprensión de la verdad
de Dios como uno.

El mundo busca paz, al igual que busca seguridad y tranquilidad, fuera de su


propio ser, sin embargo, ni la seguridad ni la paz serán encontradas excepto en
nuestra comprensión individual de Dios como uno –el único ser, presencia y
poder. No podemos comentar al mundo sobre esta paz, o seguridad, pero
podemos encontrarla nosotros mismos y así dejar que el mundo se entere por
nuestra experiencia, que hemos encontrado un camino más elevado que las
creencias supersticiosas en algún poder bueno que milagrosamente nos salve del
poder del mal. No podemos decirle al mundo que no hay fuentes de peligro,

Página No. 23
Practicando la Presencia por Joel Goldsmith

influencias o poderes externos; pero nuestra comprensión de esta verdad puede


hacer que la armonía, la perfección y la plenitud de nuestras vidas sean
evidentes a otros, uno por uno, voltearán a buscar aquello que nosotros hemos
encontrado.

Más allá de las enseñanzas en dos poderes están las de filosofías que
provocan que los hombres disientan entre ellos. No hay manera de resolver
estas diferencias porque esas personas que creen en dos poderes están
trabajando desde una premisa errónea, bien y mal. Siempre el bien y el mal están
luchando uno con otro –y qué pelea. Pero ¿qué pasa cuando los hombres
renuncian a creer en dos poderes y descansan en la consciencia del Cristo?
Entonces comienzan a entender lo que quiso decir el Maestro cuando dijo:
“Ninguna autoridad tendrías sobre mí si no te hubiera sido dada desde arriba...”
(Juan 19:11)

Los místicos del mundo, tanto Krishna de la India, como Lao-Tsé de China,
Jesús de Nazaret, o Juan de Patmos, nos han dado la revelación de que Dios es
uno. Los místicos hebreos también conocían esta verdad cuando enseñaron,
“Escucha, oh, Israel, el Señor Yavé nuestro es uno.” (Deut. 6:4)

A través de las Escrituras encontramos, una y otra vez, afirmaciones del


amor de Dios por sus hijos.

Ahora pues así dice Yavé que te creó, oh Jacob, y el que te formó, oh,
Israel: Puesto que yo te he salvado, no tengas miedo. Te he llamado
por tu nombre, porque eres mío.

A todos cuantos llevan mi nombre, yo los creé, formé e hice para mi


gloria.

Ustedes son mis testigos y mis servidores que he escogido. Lo son


para que sepan y me crean y entiendan que yo soy. Ningún dios fue
creado antes de mí, ni lo será después. Yo soy el Señor. No hay otro
además de mí

Así habla Yavé, el Rey de Israel, su Salvador, su nombre el Señor de


los ejércitos: Yo soy el primero y el último. Fuera de mí no hay otro
Dios. ¿Quién como yo llamará? Que lo anuncie y lo ponga por orden,
que lo haga manifiesto desde que puse yo a los humanos sobre la
tierra para siempre. Que muestren las maravillas que están por venir.
No tengan temor ni se llenen de pánico. ¿Qué no se los anuncié y
desde mucho tiempo atrás se los hice saber? Ustedes me son testigos
de que no hay Yavé fuera de mí. Otro poderoso como yo no conozco.
(Isaías 43:1, 7, 10, 11; 44:6-8)

Y así una y otra vez, se revela que Dios es un Dios, Dios es un poder.

Página No. 24
Practicando la Presencia por Joel Goldsmith

Los que hacen imágenes de talla, todos ellos son vanidad. Sus obras no
sirven para nada, no son útiles para lo que ellos las querían. Esos
artífices que las hacen son testigos contra sí mismos. Lo son, porque
las efigies que hacen no ven, ni oyen, ni entienden. (Isaías 44:9, 10)

Cada uno de nosotros se ha hecho una imagen de Dios: uno lo ve en Buda;


otro lo ve en Jesús. Cada uno se ha formado un concepto de lo que cree que Dios
es, y entonces venera y ora a ese concepto, mientras Dios nos dice todo el
tiempo: “Sólo yo soy Dios, no tu concepto. Sólo Yo, el Invisible, soy Dios- Yo,
sólo, soy Dios.” Debemos dejar de hacer imágenes talladas en nuestra mente,
dejar de imaginar cómo se ve Dios, y confiar en lo Invisible sin forma que
penetra e impregna todo ser.

“El reino de Dios está en ti……. El lugar donde tú estás es tierra santa” y
aún si por el momento, ese lugar pareciera, ser el infierno o el valle de la sombra
de la muerte, Dios está justo ahí con nosotros. Debemos dejar esta creencia
descabellada de un Dios que castiga y recompensa, un Dios que está presente
cuando sanamos y ausente cuando no experimentamos la sanación que
esperamos. Dios nunca está ausente excepto en nuestra creencia de que hay dos
poderes, excepto en nuestro temor de otros poderes, los cuales hemos
establecido en nuestra mente. No solamente tememos a estos poderes, -sino que
a veces tememos a Dios.

En realidad, existe un solo poder: No existe el poder del mal; no existe el


poder del pecado; no existe el poder de la enfermedad; no existe el poder de la
carencia o la limitación. Dios ha hecho todo lo que está hecho; Todo lo que Dios
no ha hecho no está hecho. El mundo parece estar lleno del poder de la
infección, del contagio, de las enfermedades hereditarias, del poder de la
carencia y la limitación, del poder del mal en cualquier forma. Es una verdad que,
mientras sigamos en el mundo humano manejándonos con una mentalidad
humana, seguiremos teniendo dos poderes: el poder del bien y el poder del mal.
Esta es la imagen de la humanidad. Algunas personas permanecen más tiempo
enfermas que sanas. La mayoría de las personas en el mundo están
empobrecidas. Como seres humanos siempre tendremos leyes del pecado, leyes
de enfermedad, leyes de carencia y limitación. Habrá dos poderes en tanto haya
una consciencia humana en el mundo, porque la consciencia humana en sí es una
casa dividida; dividida en dos partes, bien y mal. Una existencia, la cual
trascienda este estado de consciencia, en la cual no funcionen estos dos poderes
opuestos, en donde haya un solo poder, una ley, traerá como resultado una
actividad en la consciencia. Nadie puede hacer esto por nosotros, únicamente
cada uno de nosotros en forma individual.

Dios debe convertirse en una actividad en nuestra consciencia, de otra


forma seguiremos luchando en la vida como seres humanos, creyendo en dos
poderes y experimentando el bien y el mal. Comenzamos el tema diciendo que
Dios es uno. Dios es uno : “Escucha, oh, Israel, el Señor Yavé nuestro es

Página No. 25
Practicando la Presencia por Joel Goldsmith

uno . (Deut. 6:4)... No tendrás otros dioses fuera de mí. (Éxodo 20:3) ningún otro
poder, ninguna otra ley, sino una.

Dios es la única ley, una ley que mantiene y sostiene la armonía y


perfección de su propia creación todo el tiempo. Viendo crecer los árboles, nos
maravillamos de la ley que hace que retoñen y florezcan cada año. Hay una ley
en operación que trae su fruto. El sol, la luna y las estrellas, el ir y venir de las
mareas dan testimonio de una ley divina gobernando el universo.

Estas son leyes y no pueden ser cambiadas. Todo lo que es permanente


está sostenido por la ley, pero las discordias y muertes en el mundo vienen y
van: siempre están cambiando; no tienen permanencia; no tienen ley que las
sostenga. Si la enfermedad fuera sostenida por la ley, esta ley de enfermedad no
podría ser violada, y entonces nadie podría ser sanado o estar libre de la
enfermedad. Pero la enfermedad no es permanente. Puede ser sanada – en
ocasiones físicamente, otras mentalmente y a veces espiritualmente.

El aceptar a Dios como uno es aceptar sólo una ley y es aceptar que esa
ley, la ley de Dios, la ley del bien, es siempre activa y presente en nuestra
experiencia. No existe ley que nos una con ninguna condición de mal:

Verdadero, omnipresente en mi consciencia, es la ley de eliminación de


cualquier forma de discordia en mi experiencia. La ley espiritual gobierna mi ser,
mi cuerpo, mi casa y mi negocio. La ley espiritual gobierna mi consciencia. La
ley espiritual me impregna, me mantiene y me sostiene.

Cada día nos enfrentamos con la tentación de la muerte. No hay diferencia,


ya sea que nos hayan dicho de la muerte de un amigo, de un pariente o de un
extraño en un país lejano. Cada día el pensamiento de muerte es traído a nuestra
consciencia de una manera consciente. Aunque no nos concierna directamente, el
tema de Dios como uno deber ser traído a nuestro recuerdo consciente:

Dios es una vida –eterna, inmortal, infinita, sin principio ni fin. Sólo hay un
Dios; por tanto sólo hay una vida.

Muchos estudiantes de metafísica, quienes no creen en el poder de un


demonio personal, han creado otro poder separado de Dios, un poder en la forma
de temor supersticioso de pensamiento erróneo y de una fe y dependencia de
pensamiento correcto. Abandonemos tales ideas ahora y por siempre. El
pensamiento humano no es poder; la mente humana no es un poder; ¿Acaso
Jesús no refutó tal idea cuando preguntó, “Quién de ustedes, por mucho que se
preocupe, podrá añadir un codo a su estatura? (Mat. 6:27) Pongamos la mente en
el lugar correcto como una avenida de conciencia y no como una autoridad
creativa.

Página No. 26
Practicando la Presencia por Joel Goldsmith

La autoridad creativa reside en el Alma. Con nuestra mente nos volvemos


conscientes de las verdades profundas y las leyes de Dios; pero es en el Alma,
que es Dios, en donde se encuentra el principio creativo de la existencia. Es la
actividad del Alma la que tiene poder, y de la cual fluye gentileza, humildad y
paciencia, y todo de lo que Pablo habló de las cosas de Dios, “Porque el hombre
que es natural rechaza las cosas espirituales, porque para él son insensatez; ni
las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente” (1 Cor. 2:14) El
“hombre natural” es la autoridad razonadora. Las cosas de Dios son recibidas
por el Espíritu de Dios, la consciencia de Dios, el Alma que es una capa más
profunda de la vida que lo que la mente es. Utilizamos a la mente humana como
una avenida de consciencia, pero reconocemos al Alma como una autoridad
creativa.

Dar poder a algo externo a la conciencia es idolatría. Es reconocer un poder


aparte de Dios. Debemos llegar a la convicción interna de que el poder no existe
en la forma –en ninguna forma, no importa cuán buena sea la forma. La forma
puede ir y venir, pero el Espíritu se renueva y se reforma. Como seres creados
en el sentido material de vida, nos mantenemos cautivos en la forma, y por ende
cometemos idolatría. En otras palabras, nos doblegamos y veneramos o le
tememos a alguna forma. No amemos, no odiemos o temamos, aquello que existe
en la esfera de lo externo, porque no es poder. Una vez que vemos que Dios es
el único poder, no temeremos alguna otra causa. Una vez que entendemos que
Dios es la única sustancia, no temeremos la sobre-sustancia o la sub-sustancia.
La vida es una actividad de la consciencia reflejada en el cuerpo, pero la vida no
yace en el cuerpo. Amor, paz, salud, plenitud y perfección son todas actividades
de la consciencia. Ahí reside el poder.

No debemos tratar de creer en las formas del cuerpo. No somos cuerpo;


sino que el cuerpo es un instrumento para nuestra locomoción en un momento
dado. Es un instrumento de nuestra actividad, pero no somos cuerpo. No somos
dedos, o manos, o piernas, o corazones o cerebros. Somos entidad espiritual y
tenemos un cuerpo dado por Dios, eterno en los cielos. En vez de creer en esta
forma de cuerpo, creamos en la verdad de nuestra propia identidad, y el cuerpo
se mantenido en armonía.

El Maestro promete que si deseamos perder nuestra vida, ganaremos la vida


eterna. Si dejamos de tratar de apresar nuestra vida, como si la pudiéramos
retener o perder, en vez de darnos cuenta que toda la vida es la gracia de Dios,
entenderemos que la vida es eterna.

La enseñanza es: jamás veneres el efecto; jamás odies, temas o ames


ningún efecto. El adorar la forma es entregarse a la idolatría. El momento preciso
en que cualquier forma se convierte en una necesidad en nuestra experiencia,
estamos dando lugar a la dependencia, nuestra felicidad y nuestra alegría en eso,
en lugar del Invisible Infinito que es el origen de la forma, y entonces somos
idólatras. Debemos continuar amando las buenas cosas de la vida, pero no
debemos amar de tal manera que no deseemos que la forma desaparezca y una

Página No. 27
Practicando la Presencia por Joel Goldsmith

nueva la reemplace. Todas las relaciones humanas, sean relaciones con


parientes, marido, esposa o hijos, nos son dadas para nuestra realización en esta
fase de nuestra existencia. Debemos de entenderlos, amarlos y tratarlos como
tales, pero recuerda que nuestra vida reside en el Cristo en Dios, no en una
forma externa.

Desde la mañana hasta la noche, nos enfrentamos con apariencias que nos
pueden hacer creer que existe poder en el efecto. Esto se debe a que en un
mundo provisto tan abundantemente con todas formas de bien –diamantes,
perlas, plata, petróleo, vegetales, peces, fruta- las personas aún hacen oración
por provisión. Creen que todas estas formas de bien son provisión, mientras que
la provisión está en ellas mismas. Estas cosas con efectos de la provisión, en
cambio es la consciencia la fuente de provisión. La provisión es espiritual, una
actividad de la consciencia. Al principio, estaremos de acuerdo con esto sólo
intelectualmente, pero llegará el día en que sea discernido espiritualmente, y
entonces veremos que la palabra provisión está dentro, aunque visible en la parte
exterior.

No vemos, oímos, gustamos u olemos la provisión; sino que vemos las


formas que toma la provisión. Nos volvemos conscientes de la forma de las
variadas sustancias que toma nuestra provisión; pero para darnos cuenta que
nuestra provisión es interna, una actividad de la consciencia, debemos hacer
nuestra provisión infinita, ya sea en palabras, dinero o transporte. Si vemos que
nuestra provisión es el invisible Espíritu de Dios en nosotros, entonces el efecto
de la provisión aparecerá en forma. Tan rápidamente como utilicemos las formas
en las que aparece el suministro, la provisión invisible se manifestará
nuevamente, porque es infinita; siempre es omnipresente, y la provisión por sí
misma, que es el Espíritu de Dios en nosotros, la reproducirá. No solamente
viviremos de pan, sino por la conciencia de la presencia de Dios que no requiere
de palabras, sino que se basa en que Dios es uno.

Al persistir en esto a través del día, la noche, la semana y el mes


gradualmente alcanzamos el punto en donde nuestro reconocimiento de esta
verdad es tan automático como manejar un auto. Cuando aprendimos a manejar
un auto, teníamos que observar nuestro pie izquierdo, nuestro pie derecho,
nuestra mano izquierda y nuestra mano derecha; pero al término de un mes,
estábamos manejando sin pensar en nuestras manos y pies. Así sucede con esto,
al final del mes, veremos que no tenemos que pensar conscientemente de Dios
como uno o Dios como vida. No tendremos que pensar para nada, porque se
volverá a tal grado parte de nuestra consciencia que en el momento en que nos
llegue la tentación del mal, será borrado sin ningún esfuerzo consciente de
nuestra parte.

Ahora hemos aceptado como nuestro principio que: Dios es uno; Dios es la
única ley; Dios es la única presencia; Dios es la única sustancia; Dios es el único
poder, y no hay poder en el efecto. Entonces con la siguiente inhalación, nos
damos vuelta y damos poder a cualquier efecto. ¿Qué diferencia hay cómo sea la

Página No. 28
Practicando la Presencia por Joel Goldsmith

apariencia, si Dios es el único poder? ¿En verdad creemos que Dios es el único
poder?

Dios solo es poder. Dios es uno: un poder, una vida, un amor, un Espíritu, una
causa, un ser, una fuente. Nada llega a nuestra experiencia a menos que venga
de Dios. La próxima vez que llegue a nuestra experiencia aquello a lo que
llamamos mal, recordemos nuestro principio y volteemos para decir: “Eso
también es de Dios…. “si me acuesto entre los muertos, allí también estás”
(Salmo 139:8) Aún y cuando bajemos al infierno, encontramos a Dios, y
encontrando a Dios, el infierno es transformado en cielo. El cambio sucede en
nuestra experiencia en el momento en el que reconocemos que ninguna fuente,
causa, efecto, poder presencia o ser es, sino a Dios.

Practicar este principio –hora tras hora, día tras día, por uno o dos meses,
manteniendo a Dios como la ley de nuestro ser, Dios es la fuente de nuestro
bien, Dios es la actividad de nuestro día- cambia nuestra experiencia entera. Al
principio esto es todo en el dominio de la mente, pero con práctica constante,
deja el dominio de la mente y baja al corazón, en la consciencia, y entonces se
encarga de nuestra experiencia.

Amarás por lo tanto a Yavé Dios tuyo. Lo amarás con todo tu corazón, con
toda tu alma y con todas tus fuerzas. (Deuteronomio 6:5)

Página No. 29
Practicando la Presencia por Joel Goldsmith

CAPÍTULO IV
LA NATURALEZA INFINITA DEL SER INDIVIDUAL

Existe una vieja historia, acerca de un gran maestro espiritual, quien tocó a
las puertas del cielo para ser admitido en el paraíso. Después de algún tiempo,
Dios vino a la puerta y preguntó “¿Quién está ahí? ¿Quién toca?”
 A esta pregunta vino la respuesta confiada, “Soy yo.”
“Lo siento, lo siento mucho. No hay espacio suficiente en el cielo. Vete.
Tendrás que regresar en alguna otra ocasión.” El buen hombre sorprendido ante
el desaire se fue desconcertado. Después de varios años, que pasó en meditación
y ponderación de esta extraña recepción, regresó y tocó de nuevo a las puertas.
Se encontró con la misma pregunta y respuesta. Nuevamente se le dijo que no
había espacio en el cielo; estaba totalmente lleno.

En los siguientes años, el maestro profundizó cada vez más en sí mismo,


meditando y filosofando. Después de un largo periodo de tiempo, tocó a las
puertas del cielo por tercera ocasión. Dios nuevamente preguntó, “¿Quién está
ahí?”
 En esta ocasión la respuesta fue, “Sois vos.”

 Y las puertas se abrieron de par en par y Dios dijo, “Entra. No había


lugar para mí y para ti.”

No hay Dios y tú o yo, sólo existe Dios manifestado y expresado como ser
individual. Tan sólo hay una vida- la del Padre. Estamos fuera del cielo sin
esperanza de tener la entrada ganada en tanto creamos que tenemos una
individualidad aparte de Dios, un ser separado e independiente de Dios. A través
de las eras, la dualidad nos ha separado de nuestro bien, sin embargo es sólo una
percepción de dualidad, no la dualidad, porque no existe la dualidad. El secreto
de la vida es la unidad, y la unidad no es algo que traigamos. La unidad es un
estado del ser.

Tomemos por ejemplo, un vaso de cristal y pensemos en su exterior e


interior. ¿En dónde termina el exterior y dónde comienza el interior? De hecho,
¿existe un exterior y un interior del vaso? ¿Existen dos lados del vaso o
simplemente existe un vaso? ¿No es el exterior el interior, y no es el interior el
exterior? ¿No son acaso el interior y el exterior uno y el mismo vaso? ¿No acaso
el exterior tiene una función y el interior otra?

Cuando nos es claro que el exterior y el interior de este vaso son uno y el
mismo vaso, podemos ver la relación entre Dios y el hombre. No existe tal cosa
como Dios y hombre, al igual que no hay un exterior y un interior del vaso,
separados, y apartados uno del otro. El exterior y el interior son uno solo.

Dios es nuestra Individualidad invisible: Nosotros somos la forma o


expresión externa de ese Dios, pero no somos dos, tal como los lados del vaso.

Página No. 30
Practicando la Presencia por Joel Goldsmith

Tan sólo somos dos en función: Dios es el principio creativo, la fuente, la


actividad, y la ley de nuestro ser; y nuestro ser es Dios en expresión o
manifestación. Nosotros, como individuos, recibimos nuestra vida, ley, causa,
sustancia, realidad y continuidad del Invisible Infinito, y esa actividad invisible
aparece visible como la armonía de nuestro ser. Regresemos al ejemplo del vaso,
observamos que cualquier cualidad, que parece pertenecerle, pertenece al cristal
del cual está formado. El cristal es entonces la sustancia del vaso, y es el cristal
el que determina la cualidad y naturaleza del vaso. Así con nosotros, Dios,
nuestra individualidad interna, es la cualidad, la cantidad, la causa, la realidad, y
la sustancia de nuestro ser. Todo lo que Dios es, nosotros somos; todo lo que
esta individualidad interna es, es aquello que es manifiesto como mi ser
individual y como el tuyo.

Dios no es favorecedor de personas. Dios no tiene favoritos –no hay


religión, raza o nacionalidad favorita. En tanto a Dios concierne, Dios es uno. El
grado de nuestra demostración es el grado de nuestra conciencia con esta
relación. Si una persona cree que tiene una cualidad, naturaleza o característica
propias, se ha impuesto una percepción de limitación que lo separa de la infinitud
de su demostración. Cuando hace a un lado la creencia de que tiene cualidades,
actividades o características propias, y se da cuenta de que es Dios en Sí mismo,
su Individualidad interna, que está apareciendo externamente, y que es esta
Individualidad interna la que tiene y posee todas las cualidades, actividades y
características de su ser; en ese momento, ha comenzado a morir poco a poco.

Este es el significado de la declaración de Pablo, “Muero diariamente.”


Debemos morir a cada idea de que somos o estamos separados y aparte de Dios.
Debemos morir a la creencia de salud tal como debemos morir a la creencia de
enfermedad. Espiritualmente, no hay enfermedad, y no hay salud porque no
somos ni tenemos nada por nosotros mismos. Sufrir la enfermedad o gozar de
buena salud, es tener algo propio. Dios no tiene ni enfermedad ni salud; Dios es
espíritu, y todo lo que probablemente podamos tener es el Espíritu de Dios. Nos
elevamos por encima de estos opuestos, salud y enfermedad, al darnos cuenta de
que no hay individualidad aparte de Dios. Lo único que podemos poseer es lo que
Dios posee. La individualidad de Dios es la única individualidad –rico o pobre,
enfermo o saludable, joven o viejo, vivo o muerto. Es un estado de inmortalidad,
ser eterno, sin cambio, pero sin embargo, infinito en sus formas y apariencias.
Reconocer que no hay individualidad aparte de Dios es el significado del
mandamiento del Maestro de negarse a uno mismo. Debemos negar que nosotros
mismos tenemos cualidades, carácter, fuerza, salud, bienestar, sabiduría, gloria o
potencialidades. Es nuestra individualidad interna, Dios la que aparece
externamente como tú o como yo.

La naturaleza de nuestra existencia es inmortalidad, eternidad, infinitud.


Sólo por virtud del hecho de que Dios es nuestro ser puede cualquiera decir:

Página No. 31
Practicando la Presencia por Joel Goldsmith

Yo soy infinito; yo soy eterno; yo soy inmortal – no en y por mí mismo,


separado y aparte de Dios, sino porque Dios es la vida y la sustancia de mi ser.
Infinitud es la cantidad, y perfección, la cualidad del ser.

La Palabra se hizo carne; toda la carne está formada por la Palabra de Dios.
Mi cuerpo, por lo tanto, es la perfecta Palabra de Dios hecha carne, hecha
manifiesta. Mi cuerpo, siendo de la esencia y la sustancia de Dios, gobernado por
Dios, puede encarnar solamente la actividad, la armonía, la gracia, la alegría y la
belleza de Dios. Nada externo puede afectar la perfección de mi cuerpo, ya sea
en la forma de alimento, gérmenes, o los pensamientos de otras personas. Nada
ajeno a Dios puede mancillarlo o ponerlo en entredicho.

Existe una creencia común de que el alimento tiene el poder de nutrirnos


para el bien, para morir o para hacernos gordos o delgados; pero el hecho es que
nuestra consciencia gobierna los órganos y funciones del cuerpo. Es nuestra
consciencia, la-consciencia-de-Dios, que es nuestra consciencia individual, esa
es la ley, la causa, la actividad y la sustancia de los órganos y las funciones del
cuerpo. Esa misma consciencia es la sustancia y nutrimento del alimento que
comemos. El alimento, por sí mismo, no tiene la cualidad o propiedad de nutrir
excepto la que le demos. Una vez que estemos de acuerdo con eso, nuestros
órganos de digestión y eliminación no tienen poder para actuar, sino que la
consciencia es el poder que anima y dirige el funcionamiento de estos órganos, y
así podemos avanzar otro paso y darnos cuenta que esta es la misma consciencia
que imparte valor a los alimentos.

Desde el momento en que somos concebidos como seres humanos, hemos


estado bajo leyes materiales y mentales; hemos estado gobernados por leyes de
alimento, clima, tiempo y espacio. Siempre como seres humanos hemos estado
sujetos a alguna ley, ya sea una ley natural o una ley de medicina, o de teología.
Estas son, en efecto, creencias universales, sin embargo, actúan como ley en
nuestra experiencia hasta que, conscientemente, nos damos cuenta de nuestra
inmunidad en relación a algo o alguien externo a nosotros mismos, y nos
hacemos conscientes de que los asuntos de la vida fluyen de nosotros mismos.
No somos víctimas de nada externo a nosotros. Somos identidad espiritual, no
seres mortales concebidos en pecado y puestos de manifiesto en iniquidad.
Nuestra verdadera identidad es consciencia, Espíritu, Alma; y por lo tanto, no
estamos sujetos a las leyes de la materia. Dios es ley infinita, y siendo esto la
verdad, la única ley es la ley de Dios, operando en nuestra consciencia como ley
de armonía en nuestros cuerpos.

Si esta comprensión fuera lo suficientemente profunda, podríamos de


manera automática, cancelar todas las discordias físicas de nuestras vidas; pero
no es efectiva en nuestra experiencia porque, en la mayoría de los casos, es

Página No. 32
Practicando la Presencia por Joel Goldsmith

meramente una aceptación intelectual. Hagámosla efectiva por un acto específico


de conciencia:

Mi verdadera identidad es el Espíritu. He venido por ahora y me he


separado; No soy ya de este mundo, aún y cuando esté en él, y por lo tanto, no
estoy sujeta a las leyes del mundo. Ninguna de estas creencias humanas es
obligatoria para los hijos de Dios, la descendencia del Espíritu, que soy yo. Dios
es la fuente de mi ser; Dios es la actividad y la ley de mi ser, y yo
conscientemente acepto esto. No estoy sujeta a las leyes hechas por el hombre;
yo estoy sujeta a la gracia. Vuestra gracia es suficiente para mí.

Tomemos cada detalle de nuestra vida –nuestro cuerpo, nuestro alimento,


nuestro negocio, nuestra casa- y hagamos conscientemente esta transición: Date
cuenta que todo esto no está bajo la ley de la creencia humana, ni sujeto a
circunstancia o cambio. Todo lo que nos concierne está provisto del depósito
infinito dentro de nuestro propio ser:

“Yo tengo un alimento qué comer del que ustedes no saben... (Juan 4:32)
...yo soy el pan de vida. El que viene a mí nunca tendrá hambre y el que
cree en mí nunca tendrá sed.” (Juan 6:35) De este depósito infinito, alimento mi
cuerpo; administro mi negocio, proveo mi monedero; mantengo mi relación con
todos. Ya que Dios es mi consciencia individual. Es la sustancia de mi vida y
encarna todo bien. Se convierte en la ley de mi experiencia, el manantial de la
vida derramándose en la vida eterna.

Dios se complace a Sí Mismo como nuestro ser individual. Si podemos dejar


la preocupación por de nosotros mismos, por nuestro bienestar y por nuestro
destino, Dios se ocupa y Dios se complace a Sí mismo proveyéndonos con la
sabiduría, actividad, oportunidad y prosperidad necesarias. Así en la tierra como
en el cielo. Esta tierra es únicamente tierra ya que la vemos como un lugar
distinto al cielo. La tierra se convierte en el cielo en el grado en que permitimos
que Dios se complazca a Sí mismo en nuestra experiencia individual.

Existe sólo una individualidad, y ésa es Dios. Nosotros mantenemos una


falsa percepción de ese Ser: llamamos a esta falsa percepción Pedro, María o
Juan, y entonces nos preocupamos por Pedro, María o Juan. Siempre hay algún
problema que nos mortifique: es la renta, es el corazón; es la mente; o es el
amigo. Esto será verdad en tanto nos preocupemos por nosotros mismos. La
tierra se convierte en un cielo en la medida que permitamos que Dios se
complazca a sí mismo como experiencia individual. Una vez que abandonamos la
preocupación de este sentido humano del ser y nos demos cuenta que existimos
como Dios complaciéndose a Si mismo de una manera individual, y que la
responsabilidad está en Su hombro, abdicamos este falso sentido de
responsabilidad. Entonces Dios cumple Su destino como ser individual. Para el
mundo, puede parecer que estamos saludables, felices, exitosos o prósperos;
pero nosotros sabemos mejor. Sólo Dios es saludable, feliz, exitoso o próspero, y

Página No. 33
Practicando la Presencia por Joel Goldsmith

el bien que el mundo sostiene es Dios complaciéndose a Sí mismo como nuestro


destino, cuando nos hacemos a un lado y le permitimos hacerlo.

En esta relación con Dios, nos podemos relajar porque ahora que Dios es
todo lo que es, esta permitido fluir en el ser sin que la palabra “Yo” interfiera, el
“Yo” que dice: “No estoy bien educado; yo tengo suficiente experiencia; soy
demasiado joven para esto; soy demasiado viejo para aquello.” Si tan sólo
existiera Dios, ¿habría alguna carencia de educación o experiencia, o algún
problema de edad o juventud? Para Dios todas las cosas son posibles.

Dios es la Mente Universal o Inteligencia, pero Dios es también mente


individual o inteligencia. Por lo tanto, la naturaleza de nuestra inteligencia y
capacidad es infinita por sí misma. Nuestra mente esta ilimitada en tanto
comprendamos a Dios en su naturaleza, carácter, cualidad y cantidad.

Nos han dicho que tengamos en nosotros la mente que también tuvo Jesús.
Y ya la tenemos, pero es necesario conservar la comprensión de ello. Es esta
mente que trasciende nuestra educación y experiencia y nos usa para su
propósito propio, cuando llegamos a una comprensión consciente de esto como
nuestra mente individual. El logro de cualquier grado de comprensión, coloca a la
persona aparte. Lo puede elevar más allá de lo ordinario, de la búsqueda diaria
de la vida y hacer de él un pintor, artista, escultor, músico, poeta, religioso
visionario, arquitecto, constructor o un trabajador creativo de una manera u otra,
porque él está extrayendo de algo más grande que sí mismo, algo más grande
que su educación o que su propia experiencia. Moisés, un pastor de las
montañas, se convirtió en el líder del pueblo hebreo. Jesús, conocido por sus
vecinos como carpintero, se convirtió en el Mesías.

Dios es la consciencia infinita, y Dios es nuestra mente y nuestra


consciencia. Por lo tanto, es desde tu consciencia y de la mía que los asuntos de
la vida deben ser – la actividad de la provisión, la actividad de la salud, armonía y
plenitud. No hay lejanía de Dios. La actividad de la verdad en nuestra
consciencia aparece como el milagro de la nube durante el día y el pilar de fuego
en la noche; el maná cayendo del cielo, la apertura del Mar Rojo, y el agua que
brota de la roca. Dios en el centro de nosotros, este Yo en medio de nuestro ser,
multiplica el pan y los peces, es nuestra seguridad y certidumbre, aún en medio
de la guerra, aún en medio de bombas atómicas, aún en medio del infierno.

Yo soy el Señor, y no hay otro más. Yo en medio de vosotros soy poderoso.


Yo en medio de Moisés hice la nube durante el día y el pilar de fuego en la
noche. Yo en el centro de Jesús multiplico el pan y los peces y sano a las
multitudes.

YO SOY es el Señor; YO SOY es el Salvador; YO SOY es Dios. Este YO no el


sentido personal de individualidad que camina la tierra llamándose a sí mismo,
Pedro, María o Juan, diciendo arrogantemente, “Yo soy Dios.” No, se convierte

Página No. 34
Practicando la Presencia por Joel Goldsmith

en el susurro gentil en tu oído y en el mío: “No sabéis que Yo estoy en vos y vos
en Mí, somos uno”. En el centro de vos Yo Soy todopoderoso.” Cuando
escuchamos este clamor en nuestro oído, cuando la intuición divina nos habla de
su Presencia, sabemos que ese Yo, es Dios, “más cercano que la respiración, y
más cercano que las manos y los pies”

Este Yo, que es Dios, nos ha creado a Su imagen y semejanza, nos ha dado
Su naturaleza y Su carácter. Es una Presencia que jamás nos dejará ni nos
abandona. Aún y cuando pasemos por el ardiente fogón, su Presencia, el Cristo,
nos llevará seguros, de manera que no haya el menor indicio de olor de humo en
nosotros. Cualquiera que sea la experiencia en la vida, aún “en el valle de la
sombra de la muerte... Vos estáis conmigo” Encontramos nuestro bien en nuestra
unidad con Dios, y nuestra consciencia en la presencia de Dios que aparece
externamente en nuestra provisión diaria, como nuestra oportunidad, como
nuestro vestido, transporte, alimento y como cualquier expresión de armonía y
belleza en vida.

Toda la discordia y desarmonía del mundo provienen de un sentido personal


del “Yo” – de un sentimiento de “Yo” como la fuente o “Yo” como el hacedor, o
“Yo” soy esto o aquello. Pero “Yo” no soy nada por mí mismo; el Padre es el que
soy “Yo”, y “Yo” soy sino el instrumento de la vida del Padre, la lámpara a
través del cual brilla su luz.

“Alégrense, porque sus nombres están escritos en el cielo.” Alégrense de


encontrar su identidad como hijos de Dios. Alégrense porque han despertado a
su consciencia celestial. Si el Espíritu te toma de la mano y comienza a escribir,
si el Espíritu toma tu voz y la hace cantar, sigue la guía del Espíritu. Hasta
entonces, vive tu vida normal y natural, pero de la mañana a la anoche, y de la
noche a la mañana, recuerda el reconocer que es el Invisible Infinito que está
produciendo la armonía, la alegría, la paz y la prosperidad de la experiencia
visible. Al persistir en esta práctica, harás una transición al lugar que
verdaderamente sientes y conoces:

Yo no estoy viviendo sólo de alimentos; no vivo tan sólo del pan. Hay otro
poder actuando en mí. Otro mayor que Yo, está haciendo el trabajo; Yo no lo
planeo conscientemente; Yo no estoy haciéndolo conscientemente; Yo no lo
estoy pensando conscientemente. Un poder superior a mí es responsable de ello.

“Yo tengo alimento que comer, que ustedes no conocen ........” Yo tengo
pan, vino, agua ………. Yo soy la resurrección. Todo el poder de sanar, de
redención y regeneración está dentro de mí.

Esta es la enseñanza trascendental del Maestro.

Somos seres humanos, ponemos nuestra seguridad en personas y cosas del


mundo externo, en educación, dinero, bonos o inversiones. El hombre que tiene

Página No. 35
Practicando la Presencia por Joel Goldsmith

su ser en el Cristo pone su seguridad entera en el Espíritu y confía que brindará


todo lo necesario para su reino externo. Cada vez que nos enfrentemos con
alguna necesidad o deseo, démonos cuenta que el Espíritu es la fuente de
nuestra plenitud; comprendamos al Espíritu como la ley en él, aún la ley de
multiplicación, de ser necesario. Entonces dejemos ir los asuntos de nuestros
negocios, cualesquiera que sean, tomando los pasos humanos que sean
necesarios en el momento. Esto es vivir una vida normal y natural, pero
permitiendo que el Espíritu, el Invisible Infinito, sea la ley, la sustancia, la causa
y el protector y sostén armonioso. En conclusión, no hacemos cambio en el modo
actual de vivir, excepto como el Espíritu por Sí mismo, para que nos levante y
lleve directamente a la nueva actividad.

Existe un poder que nos gobierna, nos cuida, nos protege, nos mantiene y
nos sostiene. Podemos continuar siendo activos en el mundo de los negocios, en
la política o en la casa; pero siempre presente está la influencia sostenedora que
va por delante para enderezar los caminos. Se abandona la percepción de
responsabilidad personal y el temor de lo que el hombre puede hacer:

YO en el centro de mí está el poderoso; YO se adelanta para enderezar los


caminos; YO estoy conmigo en las aguas profundas; YO estoy a mi lado en el
ardiente fogón.

Es la memoria consciente del Yo, la naturaleza infinita del ser individual, la


cual debe ser practicada continuamente.

La plenitud llega sólo cuando tú y yo somos capaces de renunciar al sentido


personal del ego, con tal de que Dios se complazca a Sí mismo. Estemos alertas
para evitar cualquier sentimiento egoísta de que Dios se está colmando en ti o en
mí, o está haciendo algo por ti o por mí. La realización del Espíritu significa a
Dios realizándose a sí mismo, realizando Su destino. Dejemos que sea Dios la
única presencia, el único poder; dejemos que Dios sea la luz. “Levántate y brilla;
porque la luz ha llegado, y la Gloria del Señor se ha levantado entre ustedes.” La
Gloria de Dios brilla eternamente como ser infinito e individual.

Página No. 36
Practicando la Presencia por Joel Goldsmith

CAPITULO V
AMARÁS A TU PRÓJIMO
Amarás al Señor tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y
con toda tu mente. Este es el más grande y el primer
mandamiento. El segundo, semejante a éste es: Amarás al prójimo
como a ti mismo.
- Mateo 22:37-39

Los dos grandes mandamientos del Maestro forman la base de nuestro


trabajo. En el primero y más grande de los mandamientos, hemos sido enseñados
que no hay un poder aparte de Dios. Nuestra comprensión debe ser que el Padre
dentro de nosotros, el Invisible Infinito, es nuestra vida, nuestra Alma, nuestra
provisión, nuestra fortaleza y nuestra cúspide. El segundo en importancia es el
mandamiento “amarás a tu prójimo como a ti mismo” y su corolario, haz con
otros como contigo mismo.

¿Qué es el amor en un sentido espiritual? ¿Qué es el amor que es Dios?


Cuando recordamos cómo fue Dios con Abraham, con Moisés en el desierto; con
Jesús, Juan y Pablo, durante su ministerio y bajo su cuidado, la palabra “amor”
toma un nuevo significado. Vemos que este amor no es algo lejano, ni tampoco
algo que llegue a nosotros. Es ya una parte de nuestro ser, establecida dentro de
nosotros; y más que eso, es universal e impersonal. Cuando este amor universal
e impersonal, fluye de nosotros, comenzamos a amar a nuestro vecino, porque es
imposible sentir este amor por Dios dentro de nosotros y no amar a nuestro
semejante.

Dios y el hombre son uno, y no existe manera de amar a Dios sin que algo
de ese amor fluya hacia nuestro prójimo.

Entendamos que cualquier cosa de lo que estemos conscientes es un


prójimo, ya sea una persona, lugar o cosa. Cada idea en la consciencia es un
prójimo. Podemos amar ese prójimo al verlo (sea cosa o persona) sin que posea
ningún poder excepto aquel que viene de Dios. Cuando vemos a Dios como la
causa y a nuestro prójimo como aquel que está en Dios y es de Dios, es entonces
cuando amamos a nuestro prójimo, sea que este prójimo aparezca como amigo,
pariente, enemigo, animal flor o piedra. En esa forma de amar, que comprende a
todos los prójimos que provienen de Dios, derivados de la sustancia de Dios,
encontramos que cada idea en la consciencia toma su lugar correcto. Esos
prójimos que son parte de nuestra experiencia encuentran su camino a nosotros,
y aquellos que no son parte, son apartados. Decidámonos a amar a nuestro
prójimo dentro de nuestra actividad espiritual, contemplando al amor como la
sustancia de todo lo que es, no importa qué forma tenga. Al elevarnos por encima
de nuestra humanidad a una dimensión más elevada de vida en la que
entendemos a nuestro prójimo como un ser meramente espiritual, gobernado por
Dios, ni bueno ni malo, estamos amando en verdad.

Página No. 37
Practicando la Presencia por Joel Goldsmith

El amor es la ley de Dios. Cuando estamos sintonizados con el amor divino,


amando ya sea a un amigo o enemigo, el amor es algo gentil que nos brinda paz.
Pero tan sólo es gentil mientras estamos sintonizados con él. Es como la
electricidad. La electricidad es gentil y amable, dando luz, calor y energía, en
tanto obedezcamos las leyes de la electricidad. En el momento en que jugamos
con la electricidad o violamos sus leyes, se convierte en una espada de doble
filo. La ley del amor es tan inexorable como la ley de la electricidad.

Seamos claros con respecto a: No podemos herir a nadie y nadie puede


herirnos. Nadie puede causarnos daño, sino que somos nosotros mismos quienes
nos hacemos daño al violar la ley del amor. El castigo es siempre para quien
hace el mal, nunca para quien fue hecho. La injusticia que cometemos en contra
de otros reacciona en contra de nosotros; quien roba a otro se roba a sí mismo.
La ley del amor hace inevitable que una persona que parece haber sido lastimada
en realidad ha sido bendecida. Tiene una gran oportunidad para elevarse como
nunca antes, y generalmente algún beneficio mayor llega a él, algo nunca
imaginado; dado que el autor de la mala acción es perseguido por el recuerdo
hasta que llegue el día en que se perdone a sí mismo. La prueba fehaciente de
esta verdad se encuentra en las palabras “Sí Mismo” (o, “Ser” con mayúscula).
Dios es nuestra Individualidad. Dios es mi Individualidad y Dios es tu
Individualidad. Dios constituye mi ser, porque Dios es mi vida, mi alma, mi
espíritu, mi mente y mi actividad. Dios es mi “Ser. Ese Ser es el único Ser que
existe –mi Ser y tu Ser. Si te robo, ¿a quién estoy robando? A mi Ser. Si miento
acerca de ti, ¿acerca de quién estoy mintiendo? De Mí Mismo. Si te engaño ¿a
quién estoy engañando? A Mí Mismo. Existe tan sólo un Ser, y lo que haga a otro
lo hago a mí Mismo, es decir, a mi Ser.

El Maestro enseñó esta lección el capítulo 25 de Mateo, cuando dijo; “En


verdad les digo, cuando lo hicieron con alguno de los más pequeños de estos mis
hermanos, me lo hicieron a mí.” Mateo 25:40. Aquello que yo haga por ti, en
realidad no lo estoy haciendo por ti; todo es en mi beneficio. Aquel mal que te
haga, no te dañará, porque encontrarás la manera de recuperarte; la reacción
será contra mí. Debemos llegar al punto en donde en realidad creamos y
podamos decir con todo nuestro corazón: “Existe tan sólo un Ser, un “Mí
Mismo”. La injusticia que cometa en contra de otro, la cometo contra mí mismo.
La falta de consideración hacia otro, la hago hacia mí mismo. En este
reconocimiento, el verdadero significado de haz con otros como contigo mismo
es ahora revelado.

Dios es ser individual, lo que significa que Dios es únicamente Sí Mismo, y


no hay manera en que sea lastimado o que el mal profane la pureza infinita del
Alma de Dios, ni nada a lo que el mal pueda golpear. Cuando el Maestro repitió
de la sabiduría antigua: “Todo lo que ustedes desearan de los demás, háganlo
con ellos: ahí está toda la Ley y los Profetas.” Mateo 7:12, nos estaba dando un
principio. A menos que hagamos con otros como otros hacen con nosotros,
nosotros herimos, no los otros, sino nosotros mismos. En el presente estado de

Página No. 38
Practicando la Presencia por Joel Goldsmith

la consciencia humana, es verdad que los malos pensamientos, los actos


deshonestos y las palabras desconsideradas que hacemos a otros los hieren
temporalmente, sin embargo al final encontraremos que la herida no fue tan
grande como a nosotros mismos.

En el futuro, cuando los hombres reconozcan la gran verdad, que Dios es la


individualidad de cada persona, el mal dirigido a nosotros jamás nos tocará, sin
embargo rebotará de inmediato a aquel que lo envía. En el grado en que
reconozcamos a Dios como nuestro ser individual, comprenderemos que no
existe arma alguna en contra de nosotros que prospere, porque sólo Yo es Dios.
No hay temor de lo que ningún hombre nos pueda hacer, ya que nuestra
Individualidad es Dios y no puede ser herida. En tanto nos llegue la comprensión
de esta verdad, no nos debe concernir lo que nuestro prójimo nos haga. Por la
mañana, al mediodía y en la noche debemos observar nuestros pensamientos,
nuestras palabras y nuestros hechos para estar ciertos, que nosotros mismos, no
somos responsables de nada que sea de naturaleza negativa que tenga
repercusiones indeseables.

No es en nuestro beneficio el temer consecuencias dañinas. La revelación


del (Yo) Uno mismo llega más profundamente que eso: Nos permite ver que Dios
es nuestra Individualidad, y que nada de naturaleza errónea o negativa que
emane de cualquier persona tiene poder sino en el grado en el que nosotros
mismos le otorguemos poder. Así que el bien o el mal que hagamos a otros, lo
estamos haciendo al Cristo de nuestro propio ser. “En verdad les digo que,
cuando lo hicieron con alguno de los más pequeños de estos mis hermanos, me lo
hicieron a mí.” Mateo 25:40. En esa comprensión, veremos que esta es la verdad
para todos los hombres, y que el único camino a una vida satisfactoria es el
entender que el prójimo es Uno mismo.

El Maestro nos enseñó específicamente las maneras en que podemos servir


a nuestro semejante. Enfatizó la idea de servicio. Toda su misión fue sanar al
enfermo, resucitar a los muertos y alimentar a los pobres. En el momento en que
nos convertimos a nosotros mismos en avenidas del flujo de amor divino,
comenzamos desde ese preciso momento, a servir unos a otros, expresando
amor, devoción y compartiendo, todo en el nombre del Padre.

Sigamos el ejemplo del Maestro y no busquemos la gloria para nosotros


mismos. Para él, siempre era el Padre quien hacía el trabajo. No hay lugar para
la auto justificación, o auto glorificación en el desempeño de cualquier servicio.
Compartir unos con otros no debe ser reducido a una mera filantropía. Algunas
personas se preguntan por qué se quedan sin nada si siempre han sido
caritativas. Llegan a días de carencia porque han creído que lo que daban, lo
daban de sus mismas posesiones; mientras que la verdad es que “la tierra y
todas sus riquezas son del Señor.” Si expresamos nuestro amor por nuestros
semejantes, comprendiendo que no estamos dando nada de nosotros mismos,
sino que todo es del Padre, de quien viene todo bien y regalo, seremos entonces
capaces de dar libremente y descubrir que con todo lo que demos aún quedan

Página No. 39
Practicando la Presencia por Joel Goldsmith

canastas llenas para dar. Creer que estamos dando de nuestra propiedad, de
nuestro tiempo, o de nuestra fortaleza, reduce el acto de dar a mera filantropía, y
no trae recompensa alguna. La verdadera dádiva viene del reconocimiento de
que “la tierra es del Señor.” Es entonces cuando estamos expresando el amor
que Dios es.

Cuando perdonamos, el amor divino fluye de nosotros. Cuando oramos por


nuestros enemigos, estamos amando divinamente. Orar por nuestros amigos no
nos beneficia en nada. Las más grandes recompensas de orar llegan cuando
aprendemos a apartar períodos específicos de cada día para orar por aquellos
que nos han utilizado intencionadamente, orar por quienes nos persiguen, orar
por aquellos que son nuestros enemigos – no sólo por los enemigos personales,
pues hay quien no tiene enemigos personales, sino enemigos religiosos, raciales
o nacionales. Aprendemos a orar, “Padre, perdónalos, porque no saben lo que
hacen.” Cuando oramos por nuestros enemigos, cuando oramos porque sus ojos
sean abiertos a la Verdad, es cuando muchas veces estos enemigos se
convierten en nuestros amigos.

Comenzamos esta práctica con nuestras relaciones personales. Si hay


personas con quienes no estemos en términos armoniosos, nos damos cuenta, al
volvernos a nuestro interior y orar para que el amor fraternal y la armonía se
establezca entre nosotros, que en lugar de enemigos, llegamos a una relación
espiritual de hermandad con ellos. Nuestra relación con todos se torna en
armonía y en una alegría desconocida hasta entonces.

Y todo esto no es posible mientras sintamos antagonismo hacia alguien. Si


estamos albergando en nuestro interior una aversión personal, o si nos
entregamos a un odio nacional o religioso; a prejuicios, o intolerancias, nuestras
oraciones serán inútiles. Debemos ir a Dios con las manos limpias cuando
oremos, y para acercarnos a Dios con las manos limpias, debemos renunciar a
nuestros rencores. Dentro de nosotros mismos, debemos antes que nada orar por
la oración de perdón para aquellos que nos han ofendido, puesto que no sabían lo
que hacían; y en segundo lugar, reconocer dentro de nosotros mismos que: “Mi
relación con Dios es la de un hijo, y por lo tanto, estoy en relación con cada
hombre como un hermano bajo mi cuidado .” Cuando establecemos en nuestro
interior ese estado de pureza, entonces podemos pedir al Padre:

Dame gracia, dame entendimiento; dame paz, dame este día el pan de cada
día – dame este día pan espiritual, entendimiento espiritual. Dame el perdón, para
aquellas transgresiones inofensivas que cometí de manera involuntaria.

Quien torna a sí mismo en busca de luz, de gracia, de entendimiento y de


perdón no falla jamás en sus oraciones.

La ley de Dios es la ley del Amor, la ley de amar a nuestros enemigos – no


temerles, no odiarlos, sino amarlos. No importa lo que cualquier persona nos

Página No. 40
Practicando la Presencia por Joel Goldsmith

haga, no debemos devolver el golpe. Resistir el mal, desquitarse o buscar


venganza es reconocer al mal como una realidad. Si resistimos el mal, si lo
refutamos, si nos vengamos, o devolvemos el golpe, no estamos orando por
aquellos que nos persiguen o utilizan intencionadamente.

¿Cómo podemos decir que reconocemos tan sólo el bien, Dios, como el
único poder, si odiamos a nuestro prójimo o hacemos mal a alguien? Cristo es la
verdadera identidad y el reconocer una identidad distinta del Cristo es alejarnos
a nosotros mismos de la Consciencia Crística.

Amad a vuestros enemigos y orad por los que os persiguen, para que
seáis hijos de vuestro Padre, que está en los cielos, que hace salir el
sol sobre malos y buenos y llueve sobre justos e injustos.
Mateo 5:44,45

No hay otra manera de ser el Cristo, el Hijo de Dios. La mente Crística no


tiene en sí misma, crítica o juicio o condenación, sino que sostiene al Cristo de
Dios como la actividad del ser individual, como tu Alma y como la mía. Los ojos
humanos no comprenden esto porque como seres humanos, somos buenos y
malos; pero espiritualmente, somos Hijos de Dios, y a través de la consciencia
espiritual podemos discernir el bien espiritual en cada uno. No hay lugar en el
vivir espiritual para la persecución, odio, juicio o condenación de cualquier
persona o de cualquier grupo de personas. No tan sólo es inconsistente, sino
también hipócrita, hablar del Cristo y de nuestro gran amor por Dios en un
instante, y al siguiente, hablar del prójimo despectivamente porque sea de raza,
credo, nacionalidad, afiliación política o posición económica diferente. Uno no
puede ser hijo de Dios en tanto persiga u odie a alguien o algo, sino sólo si vive
en la consciencia del no-juicio y de la no-condenación.

La interpretación usual del “no-juicio” es que no juzguemos mal a nadie.


Debemos ir aún más lejos que eso; no nos atrevamos a juzgar bien a nadie
tampoco. Debemos ser cuidadosos de no llamar a nadie bueno como a nadie
malo. No debemos etiquetar a nada o nadie como malo, sino al contrario, no
debemos etiquetar a nada o nadie como bueno.

El Maestro dijo: “¿Porqué me llamas bueno? Ninguno hay bueno, sino


uno: Dios .” Mateo 19:17. Es el colmo del egoísmo decir: “Yo soy bueno; Yo he
entendido; Yo soy moral; Yo soy generoso; Yo soy benevolente.” Si cualquier
cualidad buena se manifiesta a través de nosotros, no nos llamemos a nosotros
mismos buenos, sino reconozcamos que estas cualidades son la actividad de
Dios. “Hijo, tú estás siempre conmigo, y todo lo que tengo es tuyo.” Lucas 15:31.
Todo el bien del Padre se expresa a través de mí.

Uno de los principios básicos de la Senda Infinita es que un sentido humano


bueno no es suficiente para asegurar nuestra entrada al reino espiritual, no para
llevarnos a la unidad con la ley cósmica. Indudablemente es mejor ser un buen
ser humano que uno malo, así como es mejor ser un ser humano sano que uno

Página No. 41
Practicando la Presencia por Joel Goldsmith

enfermo; pero el lograr salud o bienestar, para uno y de uno mismo, no es el


vivir Espiritual. El vivir Espiritual llega cuando nos hemos elevado por encima de
nuestro bien y mal humano y comprendemos que: “No existen seres humanos
buenos o malos. Cristo es la única identidad.” Cuando buscamos en el mundo y
vemos hombres y mujeres ni buenos ni malos, sino que reconocemos al Cristo
como la realidad del ser.

Si vas pues, a presentar una ofrenda ante el altar, y allí te acuerdas


que tu hermano tiene algo contra ti, deja allí tu ofrenda ante el altar, ve
primero a reconciliarte con tu hermano y luego vuelve a presentar tu
ofrenda. -Mateo 5: 23,24

Si condenamos a alguien como un ser humano bueno o malo, justo o injusto,


si no hemos hecho las paces con nuestro hermano y no estamos listos para orar
en comunión con el Infinito. Nos sobreponemos a la rectitud de los escribas y
Fariseos, sólo cuando dejamos de ver el bien o el mal, y dejamos de jactarnos de
la bondad de cualquiera de nosotros. La bondad es una cualidad y actividad de
Dios por sí misma, y por esto, es universal.

No aceptemos en nuestra consciencia que un ser humano requiere, sanar,


empleo o enriquecimiento porque si lo hacemos, somos su enemigo en lugar de
su amigo. Si hay cualquier hombre, mujer o niño que creamos está enfermo, peca
o muere, no hagamos oración hasta que hagamos las paces con ese hermano. La
paz que debemos hacer con ese hermano es pedir perdón por cometer el pecado
de juzgarlo como cualquier persona ya que cualquiera es Dios en expresión.
Todo es Dios manifestado. Dios por sí mismo, constituye este universo; Dios
constituye la vida, la mente y el Alma de cualquier persona.

“No darás falso testimonio contra tu prójimo” Éxodo 20:16 y Deut. 5:20 ,
tiene una connotación que va más allá de esparcir rumores o entregarse al
chisme acerca de nuestro prójimo. No debemos mantener a nuestro prójimo
dentro del concepto de humanidad. Si decimos “tengo un semejante bueno”,
estamos albergando falso juicio contra el tanto como si decimos, “tengo un
semejante malo,” porque estamos reconociendo un estado de humanidad, que
algunas veces es buena, y otras veces mala, pero nunca espiritual. El dar falso
testimonio contra tu prójimo es el declarar que él es humano, que él es finito, que
él tiene fallas, que él es algo menos que el verdadero Hijo de Dios. Cada vez que
reconocemos a nuestro prójimo como pecador, pobre, enfermo o muerto, cada
vez que reconocemos que él es y no el Hijo de Dios, estamos dando falso
testimonio contra nuestro prójimo.

En la violación de esa ley cósmica, traemos nuestro propio castigo. Dios no


nos castiga. Nos castigamos a nosotros mismos porque si yo digo que tú eres
pobre, prácticamente estoy diciendo que yo soy pobre. Hay un solo Yo y una sola
Individualidad; cualquier verdad que sé acerca de ti es la verdad acerca de mí. Si
yo acepto la creencia de pobreza en el mundo, eso reacciona contra mí. Si yo
digo que tú estás enfermo o que no eres amable, estoy aceptando una

Página No. 42
Practicando la Presencia por Joel Goldsmith

característica separada de Dios, una actividad separada de Dios, y de esa manera


me estoy condenando a mí mismo porque sólo hay un Uno. A fin de cuentas, me
condeno a mí mismo por dar falso testimonio contra mi prójimo y soy yo quien
sufre las consecuencias.

La única manera de evitar dar falso testimonio contra nuestro prójimo es el


comprender que el Cristo es nuestro prójimo, que nuestro prójimo es un ser
espiritual, el Hijo de Dios, igual que nosotros. Puede que él no lo sepa; puede
que nosotros no lo sepamos; pero la verdad es: yo soy Espíritu; yo soy Alma; yo
soy consciencia; yo soy Dios expresado – y así es con cada uno, sea bueno o
malo, amigo o enemigo, de la puerta de al lado o del otro lado del mar.

En el Sermón de la Montaña, el Maestro nos da una guía y un código de


conducta humana a seguir mientras desarrollamos la consciencia espiritual. La
Senda Infinita enfatiza los valores espirituales, un código espiritual, que
automáticamente da por resultado una buena humanidad. Una buena humanidad
es una consecuencia natural de identificación espiritual. Sería difícil entender que
el Cristo es el Alma y la vida del ser individual, y luego tener un altercado con
nuestro prójimo o difamarlo. Ponemos nuestra fe, confianza y esperanza en el
Invisible Infinito, y no tomamos en consideración circunstancias o condiciones
humanas. Entonces, cuando llegamos a condiciones o circunstancias humanas, las
vemos en su verdadera dimensión. Cuando decimos, “Amarás a tu prójimo como
a ti mismo,” no estamos hablando de amor, afecto u hospitalidad humana, sino
que estamos sosteniendo a nuestro prójimo como identidad espiritual, y entonces
vemos el efecto de la identificación correcta de la imagen humana.

Muchas veces encontramos difícil amar a nuestro vecino porque creemos


que nuestro prójimo nos separa de nuestro bien. Déjame asegurarte que esto
está lejos de ser verdad. Ninguna influencia externa, sea buena o mala, puede
actuar sobre nosotros. Somos nosotros mismos quienes podemos liberar nuestro
bien. Para entender el verdadero significado de esto se requiere una transición
en la conciencia. Somos seres humanos, pensamos que hay personas en el
mundo que pueden, si quisieran, ser buenos con nosotros: o pensamos que
algunos pueden tener influencia para el mal, para herir o para la destrucción.
¿Cómo puede ser cierto si Dios es la única influencia en nuestra vida – Dios,
quien está “más cercano… que la respiración, y más cerca que las manos o los
pies?” La única influencia es el Padre en mí, quien siempre es el Bien. “No
tendrías ningún poder sobre mí a menos que lo hubieras recibido de lo
alto ...” Juan 19:11

Cuando nos damos cuenta que nuestra vida se desenvuelve de adentro hacia
afuera de nuestro propio ser, llegamos a la comprensión de que nadie en el
mundo nos ha lastimado, y nadie en el mundo nos ha ayudado. Cada herida que
ha llegado a nuestra experiencia ha sido el resultado directo de nuestra
discapacidad de contemplar este universo como espiritual. Lo hemos visto ya sea
con admiración o con condenación, y no importa lo que haya sido, nos hemos
castigado a nosotros mismos. Si volteamos a ver el pasado, podemos casi

Página No. 43
Practicando la Presencia por Joel Goldsmith

imprimir las razones para cada pedacito de discordia que ha llegado a nuestra
experiencia. En cada caso es lo mismo –siempre, porque vimos que alguien o
algo, no era espiritual.

Nadie puede beneficiarnos; nadie puede dañarnos. Es lo que sale de


nosotros lo que regresa, ya sea para bendecirnos, o para condenarnos. Creamos
el bien y creamos el mal. Creamos nuestro propio bien y creamos nuestro propio
mal. Dios no hace ninguno: Dios es. Dios es un principio de amor. Si estamos a
tono con ese principio, entonces brindamos bien a nuestra experiencia; pero si
no estamos a tono con ese principio, traemos el mal a nuestra experiencia. Lo
que sea que fluye de nuestra consciencia, aquello que va adelante en secreto, se
manifiesta en el mundo como una manifestación exterior.

Lo que sea que emane de Dios en la consciencia del hombre, individual o


colectivamente, es poder. ¿Qué es aquello que emana de Dios y opera en la
Consciencia del hombre, que no sea amor, verdad, plenitud, perfección – todas
esas cualidades del Cristo? Porque sólo hay un Dios, un Poder infinito, el amor
debe ser la emoción dominante en los corazones y almas de cada persona en la
faz de la tierra.

En contraste con eso, están los pensamientos de temor, duda, odio, celos,
envidia y bestialidad, los cuales probablemente sean preponderantes en la
consciencia de muchas personas en el mundo. Nosotros, como verdaderos
buscadores, pertenecemos a la minoría de aquellos que han recibido la
revelación de que los malos pensamientos del hombre no son poder; y que no
tienen control sobre nosotros. Cuando entendemos que el amor es el único
poder, no hay absolutamente ninguna maldad o pensamiento erróneo que tenga
poder sobre ti o sobre mi.. No hay poder en el odio; no hay poder en el rencor;
no hay poder en el resentimiento, en la lujuria, la codicia o los celos.

Hay pocas personas en el mundo que sean capaces de aceptar la enseñanza


de que el amor es el único poder y que estén deseosos de “llegar a ser como
niños pequeños” Aquellos que aceptan la enseñanza básica del Maestro, no
obstante son aquellos que dicen:

..... Yo te alabo Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has


ocultado estas cosas a los sabios y prudentes y las revelaste a
los pequeños. Sí, Padre, porque tal ha sido tu beneplácito.
...... Dichosos los ojos que ven lo que vosotros veis, porque yo os
digo que muchos profetas y reyes quisieron ver lo que vosotros
veis, y no lo vieron, y oír lo que oís, y no lo oyeron.
- Lucas 10: 21, 23, 24

Una vez que aceptamos esta notable enseñanza del Maestro y nuestros ojos
ven más allá de las apariencias, podemos comprender conscientemente día a día
que cada persona en el mundo está facultada con amor desde lo más Alto, y que
el amor en su consciencia es el único poder, un poder de bien para ti, para mí y

Página No. 44
Practicando la Presencia por Joel Goldsmith

para sí mismo; pero que el mal en el pensamiento humano, sea que tome la forma
de codicia, celos, lujuria o ambición loca, no es poder, por lo tanto no debe ser
odiado o temido.

Nuestro método de amar a nuestro hermano como a nosotros mismos está


en la siguiente entendimiento: El bien en nuestro hermano es de Dios y es poder;
el mal en nuestro hermano no es poder, no tiene poder en nuestra contra, y en
última instancia, no tiene poder sobre sí, una vez que despierte a la verdad. Amar
a nuestro hermano significa saber la verdad acerca de nuestro hermano: saber
que en él, que es de Dios, está el poder y que en él, lo que no es de Dios, no
tiene poder. Es entonces cuando verdaderamente estaremos amando a nuestro
hermano. Siglos de enseñanza ortodoxa han inculcado en todas las personas un
sentimiento de separación de manera que han desarrollado intereses separados y
lejanos uno del otro, y del resto del mundo. Sin embargo, cuando dominamos el
principio de unidad, y este principio se convierte en una convicción profunda en
nosotros, es en esa unidad que el león y el cordero pueden yacer juntos.

La verdad se pone a prueba en el entendimiento del significado correcto de


la palabra “Yo.” Una vez que captamos la primera percepción de la verdad de
que el Yo de mí, es el Yo de ti, y el Mí Mismo de mí, es el Mí Mismo de ti,
entonces podremos ver por qué no tenemos intereses separados uno del otro. No
habría guerras, ni conflictos de ningún tipo, si tan sólo pudiera ser claro que el
verdadero ser de todos en el universo es el único Dios, el único Cristo, la única
Alma y el único Espíritu. Es debido a esta unicidad que lo que beneficia a uno
beneficia al otro.

En esa unicidad espiritual, encontramos nuestra paz uno con otro. Si


experimentamos esto podremos ver rápidamente cuán verdadero es. Cuando
vayamos al mercado, comprenderemos que todos a los que conocemos son lo
mismo que nosotros somos, que los anima la misma vida, la misma Alma, el
mismo amor, la misma alegría, la misma paz, el mismo deseo para el bien. En
otras palabras, el mismo Dios inherente en todos aquellos con los que entramos
en contacto. Puede que por el momento, no sean conscientes de esta Presencia
divina dentro de su ser, pero responderán en tanto Lo reconozcamos en ellos. En
el mundo de los negocios, ya sea entre nuestros compañeros de trabajo, nuestros
patrones, o nuestros empleados, ya sea entre la competencia, o ya sea en
relaciones de administración y trabajo, nosotros mantenemos esta actitud de
reconocimiento:

Yo soy tú. Mi interés es tu interés; tu interés es el mío, dado que una vida
anima nuestro ser, la única Alma, el único Espíritu de Dios. Cualquier cosa que
hacemos el uno por el otro, lo hacemos porque el principio nos ata juntos.

Una diferencia es perceptible de inmediato en nuestras relaciones de


negocios, en nuestras relaciones con comerciantes, y en nuestras relaciones de
comunitarias – a fin de cuentas, en nuestras relaciones nacionales e

Página No. 45
Practicando la Presencia por Joel Goldsmith

internacionales. En el momento en que abandonamos nuestro sentimiento humano


de separación, este principio se convierte operativo en nuestra experiencia.
Nunca ha fallado ni fallará en traer frutos ricos a nuestra vida.

Cada uno está aquí, en la tierra, para algún propósito, y ese propósito es
para demostrar la gloria de Dios, la divinidad y la plenitud de Dios. En esa
comprensión, podremos llegar a tener contacto con aquellos que son una
bendición para nosotros, como nosotros somos para ellos.

En el momento en el que vemos a una persona para nuestra propia


conveniencia, podremos encontrar hoy el bien y mañana el mal. El bien espiritual
vendrá a mí a través de ti procedente del Padre, pero no de ti. Tú no puedes ser
la fuente del bien para mí, pero el Padre puede usarte como un instrumento para
Su bien para que fluya de ti hacia mí. Así, cuando vemos a nuestros amigos o a
nuestra familia bajo esta luz, se convierten en instrumentos de Dios, del bien de
Dios que llega a nosotros a través de ellos. Estamos bajo la gracia al tomar la
posición de que todo el bien emana del Padre dentro de nosotros. Puede parecer
que viene de innumerable cantidad de personas, pero es una emanación de bien,
de Dios dentro de nosotros.

¿Cuál es el principio? “Amarás a tu prójimo como a ti mismo.” Obedeciendo


este mandamiento amamos al amigo y al adversario; oramos por nuestros
enemigos; perdonamos setenta veces siete si es necesario; no damos falso
testimonio contra nuestro prójimo al condenarlo; no juzgamos ni bien ni mal, sino
que vemos la identidad Crística a través de las apariencias– El Sí Mismo que es
Tú Mismo y Yo Mismo. Entonces se puede decir de nosotros:

..... Venid benditos de mi Padre, tomad posesión del reino


preparado para vosotros desde la creación del mundo. Porque
tuve hambre y me disteis de comer; tuve sed, y me distes de
beber; peregriné y me acogisteis; estaba desnudo y me
vestisteis; enfermo y me visitasteis; preso y vinisteis a verme.
Y le responderán los justos: Señor, ¿cuándo te vimos hambriento
y te alimentamos, sediento y te dimos de beber?
¿Cuándo te vimos peregrino y te acogimos, desnudo y te
vestimos? ¿Cuándo te vimos enfermo o en la cárcel y fuimos a
verte?
Y el Rey les dirá: En verdad os digo que cuantas veces hicisteis
eso a uno de estos mis hermanos menores, a mí me lo hicisteis.

- Mateo 25:34-40

CAPÍTULO VI
YO SOY EL CENTRO

Página No. 46
Practicando la Presencia por Joel Goldsmith

Yo soy el centro a través del cual Nuestro Señor actúa, por lo tanto
entiendo la naturaleza de abastecer Nunca intentaré hacer alarde de mi
capacidad de obtener, ni intentaré obtener como fin único. El darnos es la labor
de Cristo. Cristo mismo nos da, entonces sólo hay necesidad de dejarlo fluir. Yo
y mi Padre somos uno, yo soy pues el Cristo, el hijo de Dios. Yo soy el recinto
en el que fluye Dios, por lo tanto, yo tengo el poder de cubrir cualquier demanda
que se me haga.

Esto marca una transición del ser receptor del Bien, al ser consciente de
que la inmensidad del Señor se vierte sobre aquellos que no conocen la verdad.

Desde la infancia crecemos con la idea de que requerimos de ciertas


personas y de ciertas cosas para alcanzar la felicidad. Nos reiteran que
necesitamos dinero, hogar, compañía, familia, vacaciones, automóviles,
televisores y toda la parafernalia de lo implícito en la vida moderna. La vida
espiritual nos revela que la Gracia Divina es suficiente. No necesitamos de nada
excepto de Su Gracia. Cuando la tentación nos hace creer que lo material es
indispensable, debemos recordar la palabra verdadera que dice que lo único
esencial es Su Gracia. Mientras estamos enfrentando día tras día, llegará un
momento de transición y con él la convicción interna de que lo único es Dios. Sí
Dios es un todo , el todo es parte de Dios.

Nuestra relación con Dios, el conocimiento de nuestra unidad con Él, forma
una conjunción de la espiritualidad y la idea. En el momento de percatarnos de
ello, el bien fluye hacia nosotros proveniente del mundo entero. Esto es la obra
de Dios, no del hombre. Cada ser humano es portador de un regalo, de un
talento, ya que todos somos peones en la voluntad de Dios, sin embargo, si
buscamos a alguien en específico para satisfacer intereses particulares,
bloqueamos su don. Esposas que atienden a sus cónyuges, Cónyuges que se
interesan sólo en inversiones, y empresarios que sólo miran a sus consumidores,
se pierden en esta cadena interminable. El principio de la sabiduría se basa en la
asimilación de que el Reino de Dios vive en nosotros, y emana de nosotros.
Perdemos esa dependencia en lo mundano cuando andamos en la verdad y
recordamos que la Gracia Divina es lo único indispensable. Finalmente estar
consciente de la verdad permite que el Espíritu reine. La vida se convertiría en
un milagro de felicidad infinita y abundancia , si tan sólo nos acercáramos a la
verdad de que Su Gracia es la esencia.

“Tu Gracia cubrirá todas mis necesidades, no la Gracia que llegará a mí


mañana, sino la Gracia que existió en tiempos previos a Abraham. Tu Gracia es
suficiente hasta el fin de los días. Tu Gracia en el pasado, presente y futuro, en
este instante, lo único necesario para mí.

Nuestro entorno nos tienta a creer que nuestras familias requieren ciertos
bienes, ya sea comida, un hogar, oportunidades, educación, empleo, en fin, pero
a todo esto respondemos, “El hombre no sólo vive del pan, sino de cada palabra
que proceda de Él “ porque “ Su Gracia es suficiente en cualquier situación”.

Página No. 47
Practicando la Presencia por Joel Goldsmith

A través del uso de los pasajes de las escrituras vamos construyendo la


consciencia de su presencia infinita e invisible, y aunque disfrutemos todo lo
mundano y sepamos que es causa de todo, ya jamás sentiremos necesidad de
algo en particular. Si lo esencial es la Gracia Divina, no vivimos como resultado
de circunstancias, sino por y para la verdad que nos ha iluminado.

Cada palabra verdadera que se aprenda debe ser asimilada de tal manera
que se convierta en carne de nuestra carne, hueso de nuestros huesos, hasta que
nuestro pasado, presente y futuro reconozcan que su Gracia es lo único
indispensable. En otras palabras el estar consciente de la verdad, es la fuente, la
esencia, al actividad y la ley del vivir diario.

Cuando reconocemos a Dios como la fuente de todo Bien , y que las


personas y las circunstancias son meros instrumentos en el rompecabezas del
poseer, seguramente nos sentiremos como Moisés cuando le cayó Maná del
cielo, o como Elías cuado los cuervos le llevaban sustento, encontrando hogazas
que se horneaban sobre las piedras, o pidiendo asilo a las viudas. Todo puede
pasar, pero una cosa es segura, vendrá la abundancia.

Es nuestro deber hablar con la verdad en cada paso que damos.


Seguramente creerán que esto no es fácil, pero es aún más difícil de lo que
parece. Por eso el Señor llamó a su camino el recto y angosto. Siempre habrá
multitudes yendo hacia Él para que los alimente, pero no existen multitudes que
multipliquen los pescados y el pan.

“Aquel que tiene fe recibirá, pero aquel que no la tiene se le retirará todo
lo que posee”. Estas palabras parecen ser desalmadas sin embargo esa es la ley,
y un principio importante de la vida. Si nos enfrentamos a un problema y
admitimos que no tenemos la capacidad ni la experiencia para solucionarlo,
estaremos admitiendo que poseemos muy poco. Muy pronto se nos retirara lo
poco que tenemos, ya que al admitirnos pobres nos hacemos pobres, Al declarar
nuestra pobreza nos veremos obligados a representarla a la perfección.
Cualquiera que verdaderamente lo desee, hará una perfecta demostración de
desear. Sólo en el momento de aceptar y reconocer lo que deseamos lograremos
alcanzar nuestras metas.

“¡Al que lo posee!” ¿Pero qué es lo que tenemos? ¿Acaso existen personas
que no saben por lo menos una verdad? Entonces tú que sí sabes, toma esa
verdad en tus manos y jamas admitas que te falta, sino que eres rico. Siéntate en
silencio con esas palabras evidentes y observa cómo se multiplican rápidamente.
Serás iluminado con una segunda verdad, luego una tercera, cuarta, quinta y así
hasta la infinidad. Cuantas palabras necesites saber, sabrás, descubriendo que la
verdad no llega a ti, sino que El Señor te la brinda. Tu responsabilidad es abrir
los ojos hacia Él, y ser receptivo.

Página No. 48
Practicando la Presencia por Joel Goldsmith

La verdad que fluye y entendemos, no viene de nosotros mismos, proviene


del Padre que la vierte sobre nosotros, pues mientras más peticiones le hagas,
más fluye Él en ti. Encontraremos que el aceite de aquella vasija nunca se seca.
Simplemente al levantarla y utilizarla el aceite nunca dejará de salir. Lo mismo
sucedió en el fenómeno de los pescados y los panes. Al tomar lo que tenemos
usándolo por el Bien, nunca se acabará. Al aceptar que somos ricos en posesión,
demostraremos que poseemos. Cuando la sabiduría del Señor está dentro de
nosotros, el Bien comienza a fluir. Paralizamos nuestra propia felicidad al decir
que somos pobres aparentando una falsa humildad. La verdad no es nuestra, ni la
podemos descubrir, sino que es la que Dios siempre ha sabido.

Si estamos de acuerdo con las escrituras ”Hijo, vos estáis a mi lado, todo
lo que tengo es vuestro”, entonces seremos, junto con Cristo, herederos de las
riquezas celestiales. Comprenderemos que nada de lo que existe en este mundo
es nuestro por nuestra fuerza o sabiduría, sino por ser considerados hijos de
Dios. Así siendo hijos de Dios, ¿Cómo es que andamos por la vida pidiendo y
rogándole a los demás, esperando que aquellos respondan a nuestras peticiones?
No hay congruencia en eso.

Aceptemos que somos una simple rama mientras que el Cristo es el


viñedo, una Presencia invisible dentro de nosotros, y Dios es la cabeza de la que
todos formamos parte. Si tenemos un árbol que no ha dado fruto alguno, no le
pedimos a nadie que le adhiera una fruta. Tampoco esperamos que llegue otro
árbol a dárselos, ni que una rama vecina lo abastezca de frutos. Eso es ridículo a
la luz de la razón. Aquí yace una rama vacía, y un tronco vacío, de qué manera
aparecerán duraznos. Es misterio para nosotros, pero la naturaleza es sabia.

Es incomprensible para el ser humano aceptar que las cosas no provienen


de otras personas, - que vecinos, amigos o familiares no cubren nuestras
necesidades- sino que nosotros individualmente y con el contacto con Dios
permitimos que se cubran a través de nosotros mismos. Así como la araña teje
su hogar con la telaraña que emana de sí misma, así surge el Bien de dentro de
nuestro propio ser.

“Hijo, todo lo que tengo es tuyo” es la verdad pero no sólo con saberlo
llegará la abundancia. Estas palabras nos dan la base para negar limitaciones e
insuficiencias, pero llegará el día en que no lo diremos únicamente, sino que lo
sentiremos, y en ese instante será la ley de nuestra experiencia. Desde ese
momento no tendremos que preocuparnos por qué comeremos, o beberemos, que
ropa nos cubrirá, porque la Divina Providencia tomará el control. El Bien nos
llegará sin intervención humana. No quiere decir que perdemos una actitud seria
y comprometida con nuestro trabajo, al contrario, ahora tenemos la capacidad de
concentrarnos en el trabajo por él en sí, como una labor noble y no como el
medio por el cual subsistimos. Podemos hacer nuestro mejor esfuerzo sin tener
otros intereses de por medio, nuestra vida no depende de él. Pronto
encontraremos que el empleo que tenemos no satisface a nuestro espíritu y Él
Señor nos mostrará otros caminos. Sin embargo, esto nunca sucederá mientras

Página No. 49
Practicando la Presencia por Joel Goldsmith

sigamos creyendo que el trabajo es la única manera de abastecernos de lo


necesario.

Una vez que entendemos que “ poseer”; que “Yo y El Padre somos uno, y
que todo lo del Padre es mío también,” de ese momento en adelante
encontraremos la manera de que el bien emane de nuestro ser. El hombre no
puede llegar y tomar para hacer suyo el amor, no puede hacerse de lo necesario,
no puede tomar la verdad, no puede tomar su hogar ni puede tomar la compañía
que quiere. No podemos agarrar y hacer nuestras todas estas cosas, pero sí
podemos verter y dar para multiplicar lo que tenemos. Si tenemos alguna
necesidad, debemos de manifestarlo, y existen varias formas de hacerlo. Algunas
personas donan recursos a instituciones de caridad para manifestar que tienen y
desean donarlo.

El dinero no es la única manera de abrir el flujo. Podemos empezar por dar


amor, perdón, ayuda y servicio. El entregarse uno mismo es una característica
del Hijo de Dios. Es parte del principio de que el Bien no viene hacia nosotros,
sino que parte de nosotros.

¿Acaso no queda claro que la expectativa de recibir algo proveniente de lo


distinto a nosotros mismos es lo que nos separa de aquello deseado, pero que la
constante búsqueda de oportunidades de liberar el Bien que habita dentro de
uno, de compartirlo, es lo que nos abre las puertas del cielo? Hay que dar porque
tenemos, porque gozamos de la abundancia, dar por amor y gratitud. La gratitud
no tiene nada que ver con el deseo de recibir algo el día de mañana. La gratitud
es el compartir la alegría que sentimos de algo ya recibido. Es entregarse sin un
trazo de deseo de recibir algo a cambio. Cualquier forma de dar, sea de cosas
materiales o de lo inmaterial como el perdón, la comprensión, la consideración, la
amabilidad, la generosidad, el amor, la paz o la armonía, se dan porque las
tenemos en abundancia. De esta manera revelamos nuestra Consciencia Crística.

La Consciencia Crística nunca busca recibir. No existe ni un sólo registro


en el Nuevo Testamento de que El Señor haya buscado salud, fortuna,
reconocimiento, recompensa, fama, o dinero. Cristo brilla. Todo lo que hizo
brilló. Por eso nos referimos a Él como la luz. La luz no recibe nada, la luz emana
y se dispersa. Así es la Consciencia Crística. Al vivir dentro de ella no se buscan
satisfacer intereses personales. La Consciencia Crística es un siervo, no un amo.
Ella se da, se entrega y comparte, pero no espera nada a cambio, por que ya está
llena de la inmensidad de Dios.

La Consciencia Crística es semejante a la íntegridad, porque es parte de su


naturaleza y no busca recibir algo a cambio. El cristiano vive su vida como un
instrumento por el cual Dios se vierte.

A los judíos les enseñaron a donar el diez por ciento de sus primeras
cosechas, ganado, y riquezas a la iglesia. De ahí proviene la práctica del diezmo
que se interpreta como la obligación de dar el diez por ciento de nuestros

Página No. 50
Practicando la Presencia por Joel Goldsmith

ingresos a propósitos religiosos. Pero existe un significado más amplio de esto.


Sí nos danos los unos a los otros sería reconociendo que Dios es la fuente del
ser. Entregamos las primeras cosechas a nuestros amigos y familiares admirando
su verdadera identidad. Así mismo debemos entregarnos a nuestros enemigos. El
Señor nos pide que oremos por nuestros enemigos, ya que es muy fácil orar por
los amigos. Lo difícil es pedir por aquellos que no lo son. Debemos orar por
nuestros enemigos y perdonarlos. Debemos perdonar a los que abusan de
nosotros, a los que pecan en nuestra contra. No es sencillo pero eso no quiere
decir que no lo tenemos que hacer, ya que a través de estas acciones el Cristo
nace en uno. Recordemos que somos herramientas en la voluntad de Dios.

Entregar de nuestras primeras cosechas es lanzar nuestro pan sobre las


aguas. Sólo aquel pan que hallamos entregado a las aguas, regresará a nuestras
manos. No tenemos derecho a tomar el pan que nuestros vecinos hayan puesto
allí. No existirá nada que regrese a nosotros, excepto aquello que hayamos
entregamos al mundo. La vida que yace en nosotros dejamos que fluya y que
regrese. El pan que lanzamos es nuestro sustento de vida. Lanzar nuestro pan a
las aguas es saber que Dios es el alma del universo, y la vida y el espíritu del
hombre. Al poner nuestra alma en ese alimento, el pan de vida eterna nos
pertenecerá. El entendidmiento de que somos uno con Dios nos hace “sus hijos y
herederos.” Entonces tenemos la capacidad de dejar que fluya de nosotros
mismos.

Página No. 51
Practicando la Presencia por Joel Goldsmith

CAPÍTULO VII
MEDITACIÓN

A aquél que tiene más se le dará... ama al Señor tu Dios con todo tu
corazón... y ama a tu prójimo como a ti mismo... yo y el Padre somos uno :
Estos son principios importantes para cualquier aspirante al camino espiritual.
Pero, ¿cómo deben llevarse a cabo estos principios? Una cosa es decir cuáles
son, y otra es ponerlos en práctica o llevarlos a cabo. Es cierto que existe un
Padre del cual Jesús habló, este Cristo a través del cual podemos hacer cualquier
cosa, esto es, ¿cómo mantenemos la Presencia divina en nosotros en cada
momento de nuestras vidas? Esto es lo importante.

En El Camino Infinito, el antiguo tema de meditación y comunión interna se


enfatiza, la práctica que le permite a una persona a salir y aislarse – ya sea que
esté sentado en una iglesia, se haya retirado a un tranquilo rincón de su propia
casa, o esté descansando y tomando el sol en su jardín – y, se olvide de las
cosas de este mundo, adentrándose en sí mismo, y haciendo contacto con sus
fuerzas internas, aquellas a las que llamamos Dios, el Padre, Cristo.

La experiencia del Cristo es una posibilidad existente; el camino para dicha


experiencia es a través de la meditación.

Un gran número de aspirantes a la vida espiritual tienen fe en la palabra y no


necesitan mayor explicación. Yo y mi Padre somos uno es la verdadera palabra
de Dios. ¿Acaso nos ayudaría de alguna forma repetir estas palabras o buscar
una explicación intelectual? Cuantas veces decimos: “Yo soy el hijo perfecto de
Dios; yo soy espiritual; Yo soy divino”; para después darnos cuenta que somos
tan pobres como antes, o seguimos metidos en los mismos problemas. Estos son
sólo enunciados. Es semejante a sentarnos en un cuarto oscuro y repetir una y
otra vez, “La electricidad produce luz”. Este es un enunciado correcto, pero
permaneceremos en la oscuridad hasta que el activar el interruptor, lleve a cabo
la conexión a la fuente de energía. Así es que nada va a pasarnos, no importa
cuántas afirmaciones de la verdad sepamos o repitamos, a menos que surja esa
conexión con nuestra Fuente. La meditación es ese interruptor.

El reino de Dios está en nosotros; el lugar donde nos paramos es tierra


santa. En donde estemos, está Dios, en la iglesia o fuera de ella. El Maestro dice,
llegará el momento en que no se adorará al Padre ni en la montaña ni en el
Templo, porque Dios es Espíritu, y debe adorarse en espíritu y en verdad.
Dios no se encuentra en un lugar; Dios se encuentra en nosotros. . Dios está
donde nosotros estamos porque Yo y Mi Padre somos uno . No podemos
escapar de Dios.

¿A dónde iré lejos de tu espíritu,


A dónde huiré lejos de tu rostro?
Si escalo los cielos, tú allí estás,

Página No. 52
Practicando la Presencia por Joel Goldsmith

Si me acuesto entre los muertos,


Allí también estás.

Si le pido las alas a la aurora


Para irme a la otra orilla del mar,
También allá tu mano me conduce
Y me sostiene tu derecha.

Salmo 139: 7-10

Donde estamos, Dios está; donde está Dios, nosotros estamos porque somos
uno, inseparable e indivisible.

Página No. 53
Practicando la Presencia por Joel Goldsmith

Nunca te dejaré o te daré la espalda. Nunca te dejaré o te daré la espalda sin


importar en dónde estés o la religión que tengas – Hindú, Cristiana, Musulmana o
atea. Es Mi naturaleza ser tu corazón y tu alma. Ni tus errores ni tus pecados
pueden anteponerse entre tú y yo.

Temporalmente puedes separarte de mí, en realidad, creerás que te separas


de mí, y ciertamente te puedes separar del beneficio de mi Presencia, pero eso
no significa que te he dejado. Te darás cuenta que en cualquier momento, sea día
o noche, estés preparándote para el cielo o el infierno, estés caminando por el
valle de la sombra de la muerte, en cualquier momento, puedes volver y darte
cuenta que siempre camino a tu lado. Soy los brazos que te acogen. Soy la nube
de día y el fuego de noche. Yo Soy aquél que te procura y alimenta si estás
hambriento.

Nunca te dejaré. Seré tu alimento en el desierto. Seré el que abra el Mar


Rojo para ti, en caso de no tener otro camino abierto. YO SOY AQUÉL que Yo
Soy, por los siglos de los siglos. Yo he sido Aquél hasta la eternidad y Yo seré
Aquél que permanecerá en ti. A donde vayas, yo iré.

Página No. 54
Practicando la Presencia por Joel Goldsmith

Dios no se encuentra en el cielo- ni en peregrinaciones, lugares o personas.


Dios se encuentra entre nosotros. En el momento en que aceptemos esto,
habremos completado la mitad del camino de nuestra vida hacia la experiencia
del cielo en la tierra; pero falta la otra mitad. Ahora sabemos en dónde se
encuentra el reino de Dios, pero falta saber cómo alcanzarlo. Los hombres y las
mujeres que buscan el símbolo del reino de Dios, invierten toda su vida sólo para
descubrir que era un error buscar en el exterior aquello que se encuentra dentro
de ellos. Regresan de su búsqueda físicamente, financieramente y mentalmente
exhaustos, desmotivados por la misión no cumplida. De repente, miran a su
alrededor y encuentran el cáliz dorado colgando de un árbol, o escuchan el
mensaje de gozo en el canto del pájaro azul – justo en su propia casa.

Esto es lo que sucede cuando nos damos cuenta de que el reino de Dios se
encuentra en nosotros. La mitad del camino ha sido recorrido.

Cientos de libros han sido escritos acerca de este tema, pero aquellos que se
han escrito basándose en experiencias profundas coinciden en que la presencia
de Dios sólo se percibe cuando los sentidos están en calma, cuando nos
encontramos en una atmósfera de expectación, esperanza y fe. En este estado de
relajación y paz, esperamos. Eso es todo lo que podemos hacer, sólo esperar. No
podemos traer hacia nosotros a Dios, porque Dios está ya con nosotros, en esta
calma, en esta quietud y confianza.

Meditar es invitar a que Dios nos hable o se nos dé a conocer; no es un


intento de alcanzar a Dios, ya que Dios es omnipresente. La Presencia está ahí.
La Presencia está siempre, en la salud o la enfermedad, en la abundancia o la
carencia, en el pecado o la pureza; la presencia de Dios ya es y siempre será. No
buscamos encontrar a Dios, sino lograr un estado de quietud tal que nos permita
percibir la presencia de Dios.

Nos hemos entrenado para orar mentalmente, como si Dios pudiera ser
alcanzado a través del pensamiento. Dios nunca podrá ser alcanzado con el
pensamiento. Nadie puede alcanzar a Dios con la mente; nadie puede alcanzar a
Dios conscientemente; Dios sólo puede alcanzarse en un estado receptivo de
conciencia. Nosotros no sabemos cuándo Dios se hará conocer, pero estamos
seguros de que si vivimos en meditación, con períodos suficientes en contacto
con la Presencia, estaremos bajo el gobierno divino, y en cualquier momento de
necesidad, Dios se nos hará conocer.

Es a través de nosotros que el contacto puede realizarse. Hasta que se haga,


el Espíritu de Dios en el hombre es puramente una promesa, Cristo es sólo una
palabra o término. Debe ser una experiencia, pero hasta que sea una experiencia,
la pregunta persistirá: ¿Hay un Espíritu en el hombre? ¿Es real Cristo? El secreto
es llegar a nuestro interior.

Como una gran muralla entre nosotros y el Cristo, siglos y siglos de buscar
nuestro bien en el jardín del vecino, siglos y siglos pensando que nuestro bien

Página No. 55
Practicando la Presencia por Joel Goldsmith

debe llegarnos a la fuerza, o por el sudor de la frente, nos separan de


profundizar en esta interiorización. Se necesita una búsqueda constante para
remover el velo de la ilusión. La velocidad con la que removemos este velo no
tiene nada que ver con la bondad humana, ni con la profundidad de nuestros
errores: Sólo importa cuán profundo sea nuestro deseo de hacer contacto.
Cuando logramos hacerlo, no sólo nuestros pecados son perdonados, sino que
son curados. No se trata de que primero la persona se vuelva buena para poder
estar en la Gracia de Dios. No, funciona de forma contraria: Dejar que la Gracia
de Dios toque a la persona, y la hará buena. El Espíritu dentro de nosotros
cambiará la vida externa, y la gracia interna se proyectará externamente.

Si insistimos en darnos cuenta que: “El reino de Dios está en mí... el lugar en
donde me encuentro es tierra sagrada”; si nos acordamos de repetir esto dos o
tres veces al día, cada día, muy pronto algo sucederá: nos ocurrirá una
experiencia - puede ser un sentimiento cálido, puede ser un sentimiento de
alivio; puede ser una voz al oído; pero es algo que toma lugar dentro de
nosotros, y nosotros mismos sabremos que fue una visita del Cristo. Entonces
sabremos que hemos experimentado la anunciación y la concepción del Cristo. El
Cristo en nosotros se ha despertado, y de aquí en adelante podremos decir:

“Yo puedo hacer cualquier cosa a través del Cristo,” no a través de mi


sabiduría humana; no a través de mi esfuerzo; no porque sepa muchas palabras,
o porque haya leído muchos libros; sino por medio del Cristo puedo hacer
cualquier cosa. Cristo en mí me fortalece; Cristo en mí es la Presencia que va
delante de mí enderezando los caminos torcidos.

Esto no será más una serie de frases: Esto será una experiencia.

Esta experiencia interna se convertirá en la esencia de nuestra experiencia


externa. Puede fluir de nuestra boca como mensaje; puede brotar de nuestro
hogar como felicidad; puede fluir de nuestro negocio como éxito; pero debe
entenderse como la realización del Cristo, un Cristo elevado, debe de ser un
Cristo sentido conscientemente. Debe tocarnos; debe alentarnos; debe de
iluminarnos.

Luego podemos descansar, pero no por mucho tiempo, porque el hipnotismo


del mundo externo se impone sobre nosotros, y seis horas después, los
encabezados sensacionalistas y las noticias de la radio llegarán con fuerza a
nuestra conciencia, y el Cristo comenzará a entrar a un segundo plano. Entonces,
aprendemos a sentarnos otra vez y a renovarnos, a llenarnos de la realización de
esta presencia del Cristo, y seis horas después lo hacemos otra vez.

Llega el día llega en que el conocimiento de la presencia del Cristo se


practica a cada momento y finalmente, la práctica se vuelve innecesaria, porque

Página No. 56
Practicando la Presencia por Joel Goldsmith

en este punto, el Cristo entra y vive nuestras vidas, y ya no es necesario un


esfuerzo consiente. Pero antes de que esta etapa de desarrollo se alcance, es
necesario hacer el esfuerzo consiente para alcanzar aquella mente “que estaba
también en Cristo Jesús”; es decir, alcanzar el conocimiento de la presencia del
Cristo. Este esfuerzo consciente requiere horas y horas de meditación y
contemplación. Es en esas horas de meditación y contemplación que nos abrimos
al Cristo. Las palabras son innecesarias; los pensamientos se vuelven
innecesarios. Entonces, los pensamientos nos llegan de nuestro interior. La
Palabra de Dios nos habla, desde nuestro interior. Ya no pronunciamos sólo
palabras, sino la Palabra.

¿Qué tan profundo es nuestro deseo de hacernos conscientes de la Presencia


de Dios? ¿Cómo medimos nuestro amor por Dios? La respuesta es muy simple:
¿Cuánto tiempo y atención estamos dispuestos a dedicar a sentarnos en un lugar
silencioso hasta que sintamos esa Presencia? Eso determina el amor que le
tenemos a Dios. Si no tenemos el tiempo, si no tenemos la paciencia, si no
tenemos la voluntad de dar nuestro corazón, alma, y mente a la realización de
esta presencia del Cristo, no tenemos suficiente amor por Dios. Es lo mismo que
tener una madre viviendo lejos. ¿Qué tanto podemos luchar, cuánto sacrificio
podemos hacer para obtener el dinero para ir a visitarla, o para enviarle dinero
para que ella lleve una vida digna? Eso determinará el amor que le tenemos.
Debemos usar la misma medida para determinar el amor que le tenemos a Dios.
¿Cuánto estamos dispuestos a sacrificar de nuestro tiempo o esfuerzo para leer,
estudiar, o lo que sea necesario, para despertar ese Cristo invisible en nosotros?
Esa es la cantidad de amor que le tenemos.

Cuando llegamos al punto en donde tenemos cuando menos cuatro períodos


de meditación al día, estamos empezando a obedecer el dicho de Pablo “ora sin
cesar”. Los místicos revelan que en el silencio y la calma se encuentra nuestra
fuerza. En el silencio y la calma encontramos a Dios, no en una adoración
externa.

Jesús dio un paso más adelante y nos dijo que debemos de orar en secreto:
Debemos de entrar en el santuario interno, cerrar la puerta y orar donde nadie
pueda vernos. Cuando estamos solos hay una oportunidad de que algo pase,
nunca en público. ¿Por qué? Porque cuando estamos en público, el ego se
presenta. No podemos ser nosotros mismos, aún en presencia de nuestros seres
queridos. Todo aquello que provoca que el ego salga, destruye la integridad
espiritual. Entre más secreta y sagrada mantengamos nuestra relación con Dios,
sin hacerla una cosa pública, más poderosa será.

El ego debe ser destruido para hacerle camino al Ego, nuestra Consciencia
Crística. Como seres humanos, tenemos una personalidad a quien nos gusta
glorificar. Toda la enseñanza de Jesús se refería a la destrucción del ego
personal: “Las palabras que yo digo no provienen de mí, sino del Padre que
vive en mí, Él hace el trabajo... Lo que enseño no viene de mí, sino de Él”.
Jesús trascendió su ego y dejó un patrón para que nosotros lo siguiéramos: Ora

Página No. 57
Practicando la Presencia por Joel Goldsmith

en secreto. Él fue aún más lejos y dijo: Cuando des caridad, no dejes que tu
mano izquierda sepa lo que hace la derecha...y tu Padre, que está en lo
secreto, te recompensará abiertamente” Cada vez que hacemos públicas las
caridades y buenos actos que hacemos, cada vez que oremos en público, cada
vez que expresamos nuestras convicciones religiosas en público, estamos
glorificando nuestro ego, tratando de presumir lo mucho que hacemos o
sabemos. Olvidamos que nuestro Padre, que ve en secreto, nos recompensará
abiertamente.

Hay un gran misterio espiritual en todo esto. Es muy extraño que entre más
nos acercamos a Dios, y guardamos todo para nosotros mismos, mayor es el
desarrollo espiritual. Cuando guardamos nuestro secreto en nuestro interior,
Dios, a su manera, lo hará saber a aquellos que puedan estar interesados en
nuestra benevolencia, o en nuestra relación con Dios.

El secreto de la meditación es el silencio: no repeticiones, no afirmaciones,


no negaciones- sólo el conocimiento de la Totalidad de Dios, y luego, el
profundo silencio que anuncia la Presencia de Dios. Entre más profundo el
silencio, más poderosa la meditación. Las cosas que son sagradas, se mantienen
sagradas; mantenlas sacras y mantenlas en secreto. No existe algo de naturaleza
sagrada que necesitemos compartir con alguien. Cada uno es libre de buscar a
Dios a su propia manera, y debe esforzarse por encontrar aquello que está
buscando. No existe alguna ocasión para que se compartan las cosas profundas,
para compartir las cosas más sagradas de nuestra relación con Dios, porque cada
uno es libre de ir y hacer lo mismo. Lo profundo y lo secreto deben permanecer
escondidos en nuestra conciencia. Entre más mantengamos lo sagrado y lo
secreto dentro de nosotros, mayor será su fuerza.

La continua meditación interna, el tratar continuamente de llegar al centro de


nuestro ser, resultará eventualmente en la experiencia del Cristo. En ese
momento descubrimos el misterio de la vida espiritual: No tenemos que
preocuparnos por lo que comeremos, beberemos, o vestiremos; no tenemos que
planear; no tenemos que luchar. Sólo Cristo puede vivir nuestra vida por
nosotros, y encontramos al Cristo en nosotros en la meditación. El grado en que
obtenemos la experiencia o actividad del Cristo (la presencia del Espíritu de Dios
en nosotros) determina el grado de desenvolvimiento individual.

Cuando, a través de la meditación, hemos obtenido esta realización del


Espíritu de Dios, y permanecemos en él, nos retiramos al centro de nuestro ser
todos los días, de tal manera de que nunca hacemos nada sin Su asentimiento
interno, la actividad del Cristo nos alimenta, provee, enriquece, sana, y nos
conduce a la plenitud de la vida. Entonces, sabemos con certeza que “ He venido
para que puedan tener vida, y para que la tengan más abundantemente”.

Página No. 58
Practicando la Presencia por Joel Goldsmith

CAPÍTULO VIII
EL RITMO DE DIOS

Una persona que vive en la meditación nunca más está sola, y nunca tampoco
sigue siendo parte de este mundo. Si es fiel en practicar la Presencia, dentro de
unos meses se encontrará la mayor parte del tiempo en el estado de ánimo
contemplativo. Al contemplar a Dios y a las cosas invisibles de Dios, se
convierte en alguien tan unificado con Dios, que no verá el lugar donde Dios
termina y él comienza. Aquello en lo cual una persona continuamente piensa,
aquello que abraza en su consciencia, es aquello en lo finalmente uno se
convierte. Es ese estado continuo de unidad el que le permitió al Maestro decir,
“El que me ve a mí ve al Padre... yo estoy en el Padre y el Padre está en mí... y
ustedes están en mí y yo en ustedes”. (Juan 14:10, 11, 20)

Todo lo bueno debe entrar en la experiencia de los Hijos de Dios. ¿Quiénes


son los Hijos de Dios? ¿Somos nosotros? Sólo hasta que el Espíritu de Dios more
en nosotros – “y el espíritu de Dios mora en ustedes ” (I Corintios 3:16)
entonces, nosotros somos los hijos de Dios, y sólo entonces estamos sujetos a
las leyes de Dios. Si salimos de nuestros hogares sin el reconocimiento interno
de que el Espíritu del Señor está en nosotros, salimos al mundo como seres
humanos sin ninguna ley de Dios que nos sostenga; somos seres humanos
sujetos a las leyes humanas – las leyes de los accidentes, contagios,
enfermedades y muerte. Hemos descuidado la oportunidad de permitir la entrada
a una influencia divina en nuestra experiencia, y nuestra actitud es una de,
“Puedo vivir bien este día bajo mi propio poder; puedo manejar este día sin la
ayuda de Dios”, en lugar de hacer que Dios sea la actividad del día y de esta
forma establecernos en el ritmo de Dios:

Padre, este es Tu día, el día que Tú has hecho. Hiciste que el sol saliera; Le
has dado luz y calor a la tierra; Nos has dado las lluvias y las nieves; las
estaciones del año son Tuyas, “la de para plantar y cosechar, el frío y el calor,
el verano y el invierno, y el día y la noche”. Este es Tu día.
Tú me has creado; Yo soy Tuyo. Me creaste en el vientre desde el inicio.
Utilízame este día, porque así como los cielos declaran la gloria de Dios y la
tierra muestra Tu creación, así debo yo mostrar la gloria de Dios. Que este día
pueda yo glorificar a Dios. Que este día, permita que la voluntad de Dios se
manifieste a través de mí. Que este día, deje que la gracia de Dios fluya en mí y
a través de mí a todos aquellos con quienes me encuentre.
En algún otro momento, durante esa breve pausa de comunión interna, en las
horas tempranas de la mañana, pueden surgir estas palabras:

Padre, es Tu inteligencia la que necesito hoy – no mi visión limitada, sino Tu


sabiduría infinita. Este día, necesito todo el amor con el que puedas llenarme.
Dame en buena medida Tu sabiduría y Tu amor.

Página No. 59
Practicando la Presencia por Joel Goldsmith

Dicha meditación surge de una profunda humildad, una gran nobleza del espíritu
que está dispuesto a admitir, “Padre, sin Ti no puedo hacer nada; sin Ti, no
puedo ser nada; sin Ti, soy nada”.

Tal vez suceda que el día contenga serios problemas que deban
conquistarse y que están más allá de nuestra habilidad o entendimiento; o es un
reto financiero que no podemos enfrentar, o tal vez haya decisiones difíciles de
tomar. La respuesta no reside en alguna habilidad personal que podamos o no
poseer, o en nuestros recursos materiales, sino en contactar la Reserva Infinita
en nuestro interior: “Él realiza aquello que me toca a mí hacer... El Señor
perfeccionará todo aquello que me concierne”. Entrar a nuestro santuario interior
y orar, sin pedir nada, sino reconociendo nuestra herencia divina y morar en las
promesas de los inspirados pasajes de las escrituras, nos llena de una confianza
que nos acompaña a lo largo del día, y que es suficiente para vencer cualquier
obstáculo al cual nos podamos enfrentar:

Página No. 60
Practicando la Presencia por Joel Goldsmith

Padre, tengo enormes actividades el día de hoy que van más allá de mi
entendimiento y de mi fortaleza, y por lo tanto debo confiar en Ti para llevar a
cabo aquello que me es necesario hacer. Tú has dicho que siempre estás
conmigo y que todo lo que tienes es mío. Dame hoy la seguridad de que Tu amor
está conmigo, de que Tu sabiduría me guía, y de que Tu presencia me sostiene.

Tu gracia me basta para todas las cosas. ¡Tu gracia! Estoy satisfecho, Padre,
de saber que Tu gracia me acompaña. Eso es todo lo que pido, porque esa gracia
será hecha tangible como el maná que cae del cielo, como el recipiente de aceite
que nunca se seca, o como el pan y los peces que siguen multiplicándose.
Cualquiera que sea mi necesidad, Tu gracia la satisface este día.

Esto es suficiente para iniciar nuestro día, no como hijos del hombre, sino
como Hijos de Dios.

En nosotros reside una Presencia, una Presencia Transcendental que no


puede ser descrita, pero a la cual se le reconoce en la meditación. No existe
mayor regalo que pueda llegarle a cualquier hombre o mujer que la convicción
inquebrantable de que le importamos a Dios, pero nadie puede tener esta
seguridad si descuida la realización continua y consciente de la Presencia de
Dios. Si la Palabra mora en nosotros, produciremos frutos en abundancia. Se
glorifica Dios por medio de los frutos de nuestras vidas, y no se glorifica a Dios
de alguna otra manera. En la misma proporción que vivamos esta Palabra y
permitamos que ella viva en nosotros, experimentaremos una vida humana
armónica y llena de frutos. Inevitablemente surgirán algunos problemas, ¿pero
qué importa? A nadie se le ha prometido inmunidad completa de las
contrariedades de la vida mientras esté en la tierra viviendo una vida humana.
Los problemas deben inevitablemente surgir, pero sólo pueden ser bendiciones,
porque es a través de ellos que nos elevamos en consciencia y a través de esa
elevación la armonía llega a nuestra vida diaria.

Las experiencias que nos llegan cuando vivimos en obediencia a la voz


interna son milagros de belleza y alegría. No tengamos miedo de seguir esa voz
aún cuando al principio estemos tan pobremente sintonizados con ella, que no la
escuchemos de manera correcta. Mucha gente va por la vida sin lograr algo,
porque no están dispuestas a actuar por miedo a cometer un error. No hay
necesidad de tenerle miedo a los errores ni a los fracasos. Los errores que
pueda cometer la persona que obedece a la quieta voz interna serán pocos, y no
lo suficientemente serios que no puedan corregirse; podrá rápidamente
levantarse de nuevo y pronto estará sumergido por completo en el Espíritu. Los
errores no son fatales; ninguno es para siempre: El éxito es para siempre, pero
el fracaso es sólo por un día.

Página No. 61
Practicando la Presencia por Joel Goldsmith

Si hacemos contacto con el Reino de Dios dentro de nosotros, viviremos a


través de Dios por el resto de nuestros días. Entonces, ser hijos espirituales –
Dios expresándose a Sí Mismo como Seres individuales – se revelará en la tierra.
Dios nos formó para manifestarse a Sí Mismo en la tierra, para mostrar Su gloria,
y ese es nuestro destino. Dios plantó Su abundancia infinita entre nosotros. Nada
necesita llegar a ti o a mí, sino que debe fluir de nosotros. Y, ¿por qué medios?
Por esa Presencia, esa Presencia que sana, abastece, multiplica y enseña. Esa
Presencia ejecutará cada función legítima de la vida, pero sólo se activa en
nuestra vida en la medida en que nos consagramos a la meditación. Se necesitan
la devoción y la consagración que nos dé el propósito suficiente para que
recordemos una docena de veces al día, no hacer ningún movimiento sin la
realización de la Presencia, o cuando menos sin el reconocimiento de Ella.

Hay muchas oportunidades para cada persona durante el día, para reconocer
la Presencia. No es muy difícil desarrollar el hábito de detenernos un segundo
ante cada puerta que abrimos o cerramos para darnos cuenta de:

Que Dios está tanto del otro lado de esa puerta, como de este lado. No existe
algún lugar donde yo pueda ir hoy donde no esté la Presencia de Dios.
Dondequiera que yo esté, Dios está.

Podemos hacer una pausa antes de comer para recordar que no vivimos sólo
de pan, sino de cada palabra que procede de la boca de Dios. Por lo tanto,
mientras contemplamos la comida en la mesa, podemos expresar en silencio
gratitud por la Fuente de esa comida, por Quien lo trajo a nosotros: “Tu gracia
ha puesto mi mesa”.

No existe ningún momento del día para que una persona espiritualmente
alerta no pueda encontrar alguna razón para decir, “Gracias, Padre”. Quizá no
haya otra cosa por la cual agradecer a Dios excepto que el sol esté brillando,
pero aún eso es un reconocimiento de la Presencia. A veces, cuando nos
enfrentamos con circunstancias decepcionantes o perturbadoras, podemos
preguntarnos cómo podemos alabar a Dios, pero si estamos conscientes de ser
hijos espirituales, siempre podremos encontrar formas de reconocer a Dios. Esta
práctica continua de la Presencia, el reconocimiento de Dios en todo lo que
hacemos; proporcionándonos suficientes períodos para entrar al silencio, y en
espera de un sentimiento interno de que el Espíritu de Dios se está moviendo,
hace de Dios el principio que gobierna, apoya, y sustenta toda nuestra
experiencia. La verdadera oración de entendimiento espiritual es la oración en la
que el regalo de Dios de Sí Mismo nos es dado.

El infinito está dentro de nosotros en éste y en todo momento: toda la


sabiduría espiritual, toda la gracia divina, la eternidad y la inmortalidad – todos
ellos están personificados en nosotros en éste y en todo momento. Dejemos ver
este infinito. ¿Cómo? Empieza a derramarlo. Busca en tu hogar espiritual, en tu
consciencia, y busca encontrar algún pasaje bíblico, alguna muestra magnífica de

Página No. 62
Practicando la Presencia por Joel Goldsmith

amor y exprésalo a alguien, o derrama algunas gotas de perdón. Encuentra algo


en tu casa. Permite que las pocas gotas de aceite que encuentres allí fluyan de
manera silenciosa, secreta y sagrada. Déjalas que sigan fluyendo, y mientras lo
hagas, sé receptivo a las revelaciones que surjan de tu interior. No intentes
hacer declaraciones o pensamientos. Espera pacientemente en un estado
relajado de receptividad a que lleguen a ti. Pronto, una segunda idea se añadirá
al pensamiento original. Contempla las dos. Profundiza en su significado; penetra
su posible efecto en tu vida o en la vida de otros. Mientras meditas sobre estas
dos ideas, llega un tercer pensamiento, a veces de manera gentil, a veces de
manera explosiva, algo que no habías pensado antes. Y, ¿de dónde vienen estas
ideas? Vienen de tu interior. Recuerda que siempre han estado ahí, pero ahora
les estás permitiendo que salgan. Dentro de ese Interior está la reserva que es tu
reserva individual, y sin embargo, es infinita porque es Dios. El Reino de Dios
está dentro de ti, y durante la meditación estás extrayendo de Él.

Si no hay suficiente amor en tu vida, sólo es porque no eres suficiente


amoroso, y eso significa que no estás conectándote con la fuente infinita de amor
dentro de tu propio ser. Permite que fluya ese amor: Ama este mundo; ama al
sol, a la luna, y a las estrellas; ama a las plantas y a las flores; ama a todas las
personas. Deja que el amor fluya. Ese amor que fluye a raudales de la reserva
infinita de tu interior será el pan de vida que regresará a ti.

Deja que la verdad fluya de ti al mundo. Entre más verdad liberes, más verdad
tendrás. Eres el instrumento a través del cual la verdad de Dios está fluyendo a
tu consciencia. Tú no sabes hacia dónde va esta verdad o a quién está
bendiciendo. Tú no sabes quién está sintiendo el amor que está creciendo dentro
de ti, y no es importante que lo sepas porque no es tu amor; es el amor de Dios.
Tú sólo eres el instrumento a través del cual fluye. Siempre inicia tu meditación
dándote cuenta de que el infinito mora dentro de ti, que no estás buscando que
algo llegue a ti; nunca estás buscando obtener, adquirir, o lograr; sólo buscas
permitir que fluya la gracia de Dios a través de ti, el instrumento, el Hijo de Dios.

Pudiera ser que alguien te busca para una bendición espiritual. No empieces
por creer que no tienes suficiente entendimiento, o que no has leído suficientes
libros, o que no tienes suficiente experiencia para ayudarle. Comienza con las
dos gotas de aceite que ya tienes, y lo haces sabiendo la verdad, no acerca de la
persona, sino acerca de Dios:

¿Cuánta verdad sé acerca de Dios? Sé que Dios es omnipresente, y que por lo


tanto toda la presencia de Dios y todo el poder de Dios están fluyendo a través
de mí. Donde Dios está, no puede haber nada más que el bien; no puede haber
pecado, ni enfermedad, ni muerte, ni carencia ni limitación. En la presencia de
Dios, está la totalidad del bien.

¿Qué más sé acerca de Dios? Dios es el único poder. Y si Dios es el único


poder, no existen otros poderes fuera de Dios; no existen poderes negativos en

Página No. 63
Practicando la Presencia por Joel Goldsmith

la tierra así es que no puede haber poder alguno en esta situación que me
confronte. Dios es la única vida, vida eterna e inmortal sin pecado ni
enfermedad, sin mancha. La vida de Dios es perfecta. Dios es amor, y ese amor
me envuelve. El amor de Dios es mi protección, me sustenta y me mantiene.

Es así como se hace el trabajo de sanar: Ve a tu interior; entra al silencio;


aquiétate hasta que la paz que va más allá de todo entendimiento descienda.

La verdadera sanación espiritual no es algo que se lleve a cabo en el cuerpo


o en los asuntos de alguien; se lleva a cabo en la consciencia del individuo a
medida que se abre el alma. Es una regeneración más que una sanación. Todo lo
que abarca la consciencia – el cuerpo, el negocio, el hogar – responde a medida
que el Alma se abre a la luz de la verdad y a la Actividad Divina como
consciencia individual.

En realidad, no hay otra sanación espiritual aparte de aprender a vivir


espiritualmente, y no se puede vivir espiritualmente fuera de la experiencia de
Dios. Debemos experimentar a Dios; debemos comulgar con Dios en nuestro ser
interno. El Infinito Invisible que llamamos Dios y nuestra identidad individual que
llamamos Hijo, son uno y lo mismo. Es dentro de nosotros que debemos hacer un
punto de contacto para que una convicción absoluta de esta Presencia divina
pueda llegar a nosotros. Esta convicción sólo puede provenir de dentro; y
percibimos un sentimiento de paz a medida que este Espíritu de Dios nos llena,
sentimos una respiración profunda dentro de nosotros, una liberación como si
nos hubieran quitado un peso; y después continuamos con nuestra vida normal,
diaria, serenos y seguros, descansando en el regazo del Padre, porque ahora
Dios, el Hijo, tiene con él a Dios, el Padre.

Dios no es un curandero de enfermedad; Dios es una infinidad del ser. Dios es


Espíritu, y aparte de Él no hay nadie más. La gracia de Dios quita cualquier
obstáculo de nuestro camino porque la luz de la verdad revela que nunca hubo
poder en el supuesto obstáculo. Cuando encontremos nuestra paz interior,
encontraremos que esa Omnipotencia, omnipresente, nos gobierna, y todas las
cosas a las cuales temíamos – personas o condiciones – desaparecen
automáticamente debido a su insignificancia. Ese es el milagro de la enseñanza
espiritual: No es la verdad que vence al error; no es Dios que vence al mal; no
es algún grandioso Dios combatiendo a un espantoso mal aun mayor que Él. Una
enseñanza espiritual es una revelación de Dios como infinito, un ser individual;
como el Espíritu omnipotente, omnisciente, omnipresente, y fuera del cual no
existe algo más. En ese entendimiento, la oscuridad desaparece y surge la luz.

“Él pronunció su voz, se derritió la tierra”. Si nos volvemos tan eficientes en


la práctica de la Presencia, al grado de que podamos sentarnos quietamente y
enfocar nuestra atención en nuestro Interior, la pequeña y callada voz retumbará,
y todo el mundo de maldad se derretirá y desaparecerá de nuestra experiencia.

Página No. 64
Practicando la Presencia por Joel Goldsmith

Puede ser que surja como una voz verdadera; puede ser que llegue como una
visión; pero no es necesario que sea así. Sólo una cosa es necesaria, y esa es
esperar hasta que haya un movimiento o un sentimiento que nos asegure que
Dios ha emitido Su voz. Cuando eso ocurra, encontraremos que la discordia se
reemplaza por armonía, la enfermedad cede el paso a la salud, y las personas
que nos encontremos ya no son seres humanos sino hijos de Dios. Al contemplar
la presencia, gracia, y el poder de Dios, Su voz se manifiesta y todo el mundo de
discordia desaparece.

Más cercano a mí que mi respiración está mi Dios, la Omni-Presencia y la


única Presencia, aparte de Él no hay ninguna otra presencia. “El Señor es mi luz
y mi salvación; ¿a quién le tendré miedo? El Señor es la fortaleza de mi vida; ¿de
quién temeré?”

¿Entonces, qué es esta discordancia que clama mi atención, que me hace


temerla? ¿Es una persona? No, Dios es el Padre de todos: “No llames padre a
algún hombre en la tierra: porque sólo uno es tu Padre, y está en los cielos”. Por
lo tanto, todos los hombres son espirituales, dotados sólo con las cualidades de
Dios. Dios hizo todo lo que fue hecho y lo nombró bueno. En los inicios sólo era
Dios. ¿Algo se le ha añadido a Dios? ¿Se le ha añadido algo al universo de Dios?
No, y entendiendo eso, no pueden hipnotizarme y hacerme ver o creer aquello
que no sea semejante a Dios. Dios es el único principio creativo del hombre.
Todo lo que Él crea es creado en Su propia imagen y semejanza, en imagen y
semejanza de la perfección.

El Padre dentro de mí es el único poder que opera en este universo; el Padre


dentro de mí es el único poder que opera en esta habitación; el Padre dentro de
mí es el único poder que opera en mi propio ser. Sólo existe un Dios, que es el
poder que fluye en este mundo, que bendice a todos a quienes toca, tanto al
amigo como al enemigo.

“Pronunció Su voz, se derritió la tierra” –la discordia desaparece. La


desarmonía y la persona se funden en una, a Su imagen y semejanza. Esta
persona que me estaba molestando, ¿dónde está ahora? No está aquí; se ha
elevado; se ha elevado de la tumba, ya no más el hombre carnal, sino el hijo de
Dios. En la quietud, al silenciar todos los juicios acerca del bien o el mal, “nace
un infante”, la realización del Cristo toma lugar, y “porque estaba ciego, y ahora
veo”. Percibo la visión infinita – Dios, el Padre; y Dios el Hijo.

Dios sostiene y sustenta Su propia vida que es mi vida, la vida del ser
individual, y Dios está sosteniendo esa vida ahora – no en un tiempo futuro, sino
ahora. Este cuerpo es el cuerpo que Dios me dio, un cuerpo espiritual, eterno e
inmortal. Dios mantiene mi cuerpo en Su eterna perfección. Dios es un estado
continuo y eterno de divinidad, y ese Ser es mi ser individual, puesto que “Yo y
el Padre somos uno”. Mi cuerpo es un instrumento para la actividad Divina, un
vehículo digno para mostrar Su gloria. Dios es la fortaleza misma de mis huesos;

Página No. 65
Practicando la Presencia por Joel Goldsmith

Dios es la salud de mi semblante; Dios es mi fortaleza y mi atalaya, mi seguridad


y protección.
El mundo muestra Su obra; los cielos declaran Su gloria. ¿Cómo pueden los
cielos – el sol, la luna y las estrellas – mostrar esa gloria, y no el hombre, a quién
se le dio dominio sobre el sol, la luna y las estrellas? El hombre muestra la
plenitud de la Supremacía Divina personalmente, no luchando y peleando para
llegar a alcanzar esa plenitud, sino sólo al relajarse y permitir que el ritmo de
Dios se cumpla a Sí Mismo en él. El trabajo de Dios es un trabajo completo; el
trabajo del hombre es confiar en ello:

Dios en mí es todopoderoso, y puesto que Dios está en mí, no necesito nada;


no me falta nada. Por mí mismo, no tengo ninguna habilidad; no tengo
entendimiento que sea mío, pero el entendimiento de Dios es infinito. “Él que
está dentro de mí, realiza aquello que me toca a mí hacer... Él que está dentro de
mí, es más grande que él, que está en el mundo”. Me convierto en el instrumento
disponible de Dios, y a través de mí, Él pronuncia Su voz y la tierra se derrite.

No busco algo para mí; sólo busco ser utilizado como instrumento para llevar
luz a aquellos que todavía están en las tinieblas. No utilizo la Verdad, sino
permito que la Verdad me utilice a mí. Dejo que la Verdad fluya a través de mí a
las naciones del mundo, que aún andan buscando lo que van a comer, lo que van
a beber y lo que van a vestir; pero yo vivo, no sólo de pan, sino de cada palabra
que procede de la boca de Dios. Cada verdad que viene a mi conciencia es la
longitud de mis días, mi abastecimiento diario, y mi sabiduría y entendimiento.
Todo lo que necesito o pueda llegar a necesitar es sólo escuchar la voz pequeña
y callada dentro de mí y confiar en el ritmo de Dios.
La gracia de Dios fluye al mundo como una Presencia invisible y como un
Poder invisible de bendiciones a través de mí. Soy aquel centro a través del cual
esa gracia se concede al mundo – mi mundo, el instrumento de Dios a través del
cual la sabiduría divina, el pan de la vida, el vino de la vida y el agua de la vida
están llegando a la humanidad. Las naciones de la tierra buscan pan, comida,
vestimentas y albergues, pero “no ustedes, mis discípulos” – no yo; yo sólo
busco el reino de Dios y permito que la gracia de Dios fluya a través de mí.

El Espíritu de Dios en mí es el Cristo. Su función es sanar, resucitar a los


muertos, abrirle los ojos a los ciegos – los ciegos material y espiritualmente– e
iluminar la conciencia humana. “Mi paz”, la paz de Cristo, me es dada a mí, y al
mundo a través de mí. Esa es la función de la luz que se derrama a través de mí.
La verdad de lo que yo soy se convierte en el pan de vida para este mundo que
todavía no conoce su propia identidad. Mi Conciencia divina se convierte en el
vino y el agua. Esta luz que Yo soy se convierte en la luz del mundo para los no
iluminados y mi presencia en una bendición.

Existe un eterno ritmo en el universo – “tiempo para sembrar y cosechar,


frío y calor, verano e invierno, y día y noche... para todo hay una estación, y un

Página No. 66
Practicando la Presencia por Joel Goldsmith

tiempo para cada propósito debajo del cielo”. Nos convertimos en uno con ese
propósito eterno y confiamos en el ritmo de Dios mientras contemplamos el fluir
eterno de la gracia de Dios. El ritmo del universo fluye a través de nosotros:
Los cielos cuentan la gloria del Señor,
Proclama el firmamento la obra de sus manos.
Un día al siguiente le pasa el mensaje
Y una noche a la otra se lo hace saber.

¡Ojalá te gusten las palabras de mi boca,


Esta meditación a solas ante ti,
Oh Señor, mi Roca y Redentor!
-Salmos 19:1-3, 15

Página No. 67

You might also like