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Practicando la
Presencia
UNA GUÍA INSPIRACIONAL
PARA RECUPERAR EL SIGNIFICADO
Y EL SENTIDO DE
PROPÓSITO EN TU VIDA
JOEL S. GOLDSMITH
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Practicando la Presencia por Joel Goldsmith
CAPÍTULO 1
CONCIENCIA ESPIRITUAL
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En la literatura espiritual del mundo, los variados conceptos de Dios son indicados con el uso de palabras como
Padre, Madre, Alma. Espíritu, Principio, Amor, Vida. Por lo tanto, en este libro el autor ha usado los pronombres Él,
Esto, o Por Sí Mismo refiriéndose a Dios en forma aleatoria.
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Uno de los pasajes más reconfortantes en la Escritura es: “Les dejo la paz,
les doy mi paz. La paz que yo les doy no es como la que da el mundo” Si
pudiéramos permanecer en la verdad de esta declaración por un mes, un mundo
completamente diferente se abriría ante nosotros. Podríamos preguntarnos lo
que sabemos acerca de la paz. Todos sabemos el tipo de paz que el mundo puede
dar, pero esa no es el tipo de paz que requerimos. Muchos de nosotros pensamos
que podríamos tener paz si tuviéramos suficiente provisión, o si tuviéramos
salud, o si tuviéramos la pareja perfecta. Puede ser verdad, pero tener esas
cosas no nos garantiza que no vamos a ser perturbados por alguna otra cosa. En
tanto busquemos la paz en las personas o en las situaciones, fallaremos para
encontrar una satisfacción permanente o paz: “Mi paz......... no es como la que da
el mundo,” sino “Mi paz,” “Mi paz” es un espíritu gentil que mana dentro de
nosotros y no guarda ninguna relación con el estado de nuestros asuntos,
aunque, a fin de cuentas pone en orden todos nuestros asuntos.
Gradualmente, aún y cuando una y otra vez la tentación venga a decir: “Yo
necesito; yo quiero; no tengo suficiente; yo soy insuficiente”; recordamos que
nuestra suficiencia es el Invisible Infinito. Esta práctica profundiza nuestra
conciencia espiritual. El hermano Lorenzo lo llamaba la práctica de la Presencia
de Dios. Los hebreos la llamaban mantener la mente en Dios y reconocer a Dios
en todos los caminos. Jesús la llamó morar en la Palabra. Es una práctica que
finalmente nos lleva a la total seguridad en el Invisible Infinito, que a cambio nos
trae lo visible a nuestra percepción al tener necesidad de ella.
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Una vez que captamos este principio, habremos captado el principio total de
la vida. Literalmente, el reino de Dios está dentro de nosotros; literalmente, la
ley de la vida –la sustancia, la actividad, la dirección inteligente de la vida- está
dentro de nosotros. Tan sólo tenemos que probar esto en alguna dirección y
habremos probado en cualquier dirección. Si podemos probar que doce veces por
doce manzanas sean ciento cuarenta y cuatro, podemos probamos que doce por
doce sean ciento cuarenta y cuatro, tanto como se aplica a manzanas o a
personas o a millones. Si podemos probar aunque sea de un modo, que el reino
de Dios está dentro de nosotros, y que la vida, la actividad, la sustancia, y la
armonía de nuestro ser están determinados por la ley de Dios dentro de
nosotros, no tendremos dificultad en probar esto en cada fase de nuestra vida,
en la salud de nuestro cuerpo, y en todas la relaciones de nuestra vida.
Dios es amor; Dios es vida; Dios es Espíritu; Dios es todo. Eso es verdad
tanto si somos santos o pecadores; es verdad tanto si somos jóvenes o viejos,
judíos o gentiles, orientales u occidentales, negros, amarillos o blancos. No hay
excepciones para Dios. Dios no honra personalidades. No hay manera de dejar a
Dios fuera de Su propio universo, pero nosotros nos podemos dejar fuera de él.
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Dios Es; hay un Dios, jamás lo dudes. Este Dios es infinito en naturaleza,
eterno, universal, impersonal, imparcial y omnipresente. ¿Pero cómo nos
beneficiamos de aquello que Dios es?. ¿Cómo traemos a nuestra experiencia
personal lo que sabemos de Dios?. Para demostrarlo, podemos ir al campo de la
música. El principio de la música es absoluto. Si de alguna manera, erramos en
entender su principio y los sonidos producidos se convierten en desorden de
ruidos discordantes, nos estamos yendo en contra del principio. Entonces nos
aplicamos oficiosamente a practicar el principio hasta que nos convertimos
diestros en su aplicación. Así debe ser en nuestra experiencia de Dios. Dios es,
Dios está aquí, y Dios es ahora, pero Dios está disponible en proporción a
nuestra comprensión y buena disposición de aceptar la disciplina necesaria para
lograr tener el pensamiento de Jesús.
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más allá de la verdad del Espíritu. Ésta es la más importante fase de la actividad
de la verdad en la conciencia.
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Así pasa con nosotros. Cada vez que somos llamados para ayudar, Dios
pone las palabras necesarias en nuestra boca. Algunas veces no son palabras,
sino una sonrisa. Para una persona que está pasando problemas financieros,
puede significar, “Hijo amado, vos estáis siempre conmigo, y todo lo que tengo
es tuyo”; Para alguien necesitado de compañía, “Nunca os dejaré, ni os
abandonaré”; para alguien que enfrenta problemas de físicos, “Eres íntegro y
perfecto”; Para quien está agotado bajo el peso de la culpa, “Tampoco yo os
condeno. Andad, y no pequéis más.”
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Es importante que no dejemos ir las horas del día sin algún recordatorio
consciente de que la meta en la vida es mantener esa mente que también tuvo
Jesús. La meta de la vida espiritual es alcanzar la Conciencia-Dios –para vivir,
mover y tener nuestro ser en una consciencia eterna de la Presencia de Dios.
Entender claramente que toda la sabiduría espiritual está hecha de dos
partes: Primero, saber la verdad, segundo, tener esa mente que también tuvo
Jesús. Tomar algunos de estos principios específicos que encontrarás en este
libro y vivir de acuerdo a ellos. Tómalos uno a uno. Llévalos contigo todo el día
por una semana o un mes. Entonces toma otro y vive con él, utilizándolo como
canon con el cual midas cada experiencia.
Es posible para cualquiera, cambiar el curso de su vida, no tan sólo oyendo
o leyendo la verdad, sino haciéndola parte activa de su conciencia en la
experiencia diaria, hasta que se convierta en un hábito en cualquier momento del
día, en vez de ser un pensamiento ocasional. Permite que estos principios operen
en conciencia, en la mañana, al mediodía y la noche, hasta que gradualmente la
consciencia real llegue. Entonces hacemos la transición de ser oyentes de la
Palabra a ser hacedores de la Palabra. Entonces moraremos en la Palabra y
daremos fruto.
CAPÍTULO II
DEMUESTRA A DIOS
¿Qué estamos buscando?, ¿Es Dios a quien estamos buscando o es algo de
Dios lo que buscamos? En el momento que estamos buscando casa, compañía,
provisión o trabajo, o el sanar, estamos buscando erradamente. Hasta que
tenemos a Dios, no tenemos nada; pero en el momento en que tenemos a Dios,
tenemos todo en el mundo.
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Las porciones en cursivas puestas dentro e un cuadro en este libro son meditaciones espontáneas que han llegado
al autor durante periodos de consciencia elevada y no son ni intentan ser usadas como afirmaciones, negaciones o
fórmulas. Han sido incluidas en este libro de tiempo en tiempo para servir como ejemplo del libre fluir del Espíritu.
El lector al ir practicando la Presencia, en momentos de exaltación, recibirá inspiraciones nuevas y frescas al
derramarse el Espíritu en él.
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Practicando la Presencia por Joel Goldsmith
En todo momento Dios está trabajando Su vida como nuestra vida. Dios es
vida individual. Dios está trabajando Su vida en lo que parece ser la forma de
nuestras vidas. Dios está trabajando Su vida como nuestra consciencia individual.
Dios está trabajando Su plan en nosotros y a través de nosotros. En este
conocimiento nos relajamos y nos convertimos en espectadores. Ya no es
nuestra vida: Es la vida de Dios desarrollándose individualmente. Dios surge en
la tierra como tú y yo individualmente, y al hacernos a un lado, comenzamos a
ver a Dios brillando a través de todo y de todos. Experimentamos la armonía en
nosotros en proporción al grado de entendimiento que tengamos de que nuestra
vida es la vida de Dios. Es solamente tu vida o mi vida cuando la aferramos o
intentamos manipularla o hacer algo con ella. Mejor debemos convertirnos en
espectadores de Dios manifestándose plenamente en la tierra, Dios encarnado en
la tierra, Dios en verdad está viviendo en esta tierra como tú y como yo.
Cuando deseamos más que nada una experiencia de Dios, el cielo mismo se
abre y se derrama por sí mismo a nuestros pies en la forma de todo tipo de bien.
Permanezcamos expectantes a la experiencia de Cristo, una experiencia de Dios,
expectantes de algún tipo de impulso sentido desde dentro. Esa es la
demostración que estamos buscando. Deshacernos de alguna enfermedad y
demostrar empleo o compañía, no tiene nada que ver con una enseñanza
espiritual. En una enseñanza espiritual, nuestro deseo es puramente que
podamos conocer a Dios como quien sabe acertadamente que la vida es eterna.
Cuando tenemos vida eterna, tenemos todo, porque la vida eterna incluye salud,
armonía, plenitud, vitalidad, juventud y abundancia.
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porque “He venido para que tengan vida, y para que tengan vida en abundancia.”
¿Cómo podemos tener la presencia de este Yo1, la presencia de ese Dios, y no
tener vida y no tenerla más abundante? Pero buscar en personas, lugares o
condiciones, sería como buscar fuera del reino de Dios. De esa manera caemos
en dificultades. Muchos han sido destruidos por las mismas cosas a las que se
han dedicado a buscar en sus vidas, pero nunca nadie ha sido destruido por
buscar y encontrar a Dios. Buscar a Dios te lleva a la realización, a la
experiencia real de Dios. El Maestro bien sabía que en esa experiencia tenemos
todo cuando dijo: “Tu Padre en el cielo sabe de todas estas cosas que
necesitas....... pues es el placer del Padre darte el reino”.
Ha habido y existen hombres que han conocido a Dios cara a cara. Podemos
estar seguros de la legitimidad de su conocimiento por el resultado de sus
enseñanzas. Juan fue uno de ellos, y para Juan, la naturaleza de Dios era amor.
Podemos tomar la palabra “amor” y ver si podemos llegar a algún entendimiento
de lo que la palabra significa, y cómo puede operar aún en nuestro nivel de
comprensión. Por ejemplo, si estuviéramos completa y exclusivamente
controlados por amor, ¿Cuál sería la relación con nuestro niño y cuál sería
nuestra conducta hacia ese niño? ¿Podríamos encontrar en ese amor algún rasgo
de un deseo que hiera o le cause algún sufrimiento? ¿Encontraríamos en nuestra
conciencia cualquier deseo de castigo o venganza? ¿Encontraríamos en nuestra
conciencia cualquier deseo de ponerlo en prisión como un castigo por sus
pecados, o apresarlo en un cuerpo enfermo o una mente enferma?
¿Encontraríamos en nuestro interior una sola señal de un deseo de castigo o
venganza? No, en el amor hay corrección o disciplina, pero no hay castigo; no se
retiene el bien.
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Donde quiera que “Yo” aparezca en cursivas, es una referencia a Dios.
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verdadera naturaleza de Dios. Dios no tiene nada que darnos. Todo lo que Dios
es, nosotros ya lo somos; todo lo que Dios tiene, es nuestro. Podemos llegar a
esta experiencia soltando el temor de lo que tendremos o no el día de mañana. Si
alguna noche nos podemos sentar y ver a través de la ventana, percibir la
oscuridad, observar el movimiento de las estrellas y de la luna, y si podemos
pasar así toda la noche hasta que aparezcan las primeras luces de la mañana, y
después con la llegada del día, cuando la luna y las estrellas se vayan y en su
lugar aparezca el sol, nos podríamos preguntar qué parte hemos jugado en todo
esto. Si podemos observar árboles o flores y cuando están floreciendo,
nuevamente preguntarnos qué parte hemos jugado en esto, cómo es que hemos
merecido o cómo hemos ganado esto, pronto encontraríamos la respuesta, y es
que Dios trajo todas estas glorias a nosotros sin preguntar por el mérito o no
mérito.
Así es con Dios. Nunca debemos pensar acerca de Dios como de alguno de
quien esperamos algún bien. Jamás debemos pensar de Dios como de aquél que
puede traer paz a la tierra. No existe tal Dios. El único Dios que existe, es un
Dios que es vida eterna; Dios no nos da vida hoy o mañana y luego retiene la
vida cuando somos ciento veinte. Dios es vida eterna, y nuestra oración es la
realización de esa verdad. Dios es plenitud. Si no nos estamos beneficiando de la
gracia de Dios, eso no tiene nada que ver con Dios sino conque nos hayamos
apartado nosotros mismos, al menos en creencia, de la gracia de Dios. El Espíritu
no está relacionado con la escena humana. Un Dios espiritual no puede ser traído
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No busco nada más que a Ti. Yo debo conocerte como a alguien de quien
conozco acertadamente que la vida es eterna. Permite que viva, me mueva y
tenga mi ser en Ti, Contigo, y yo pueda aceptar cualquier cosa que venga. ¿Qué
diferencia puede haber si tengo o no tengo cuerpo, si estoy sano o enfermo? “En
Vuestra presencia está la plenitud de la vida”.
Cuando la conciencia alcanza tal lugar de devoción, donde Dios es Dios para
nosotros, sólo por el bien de Dios, es cuando hemos alcanzado La Senda Infinita
de Vida.
Conocer a Dios cara a cara es el final del camino. No hay nada más que
desear, al llegar a este punto, sabemos exactamente lo que quiso decir Pablo, “
Yo vivo, no Yo, sino el Cristo en mí”. Es como si estuviéramos buscando sobre
nuestro hombro y observando al Cristo trabajar en nosotros, a través de
nosotros y como nosotros. Va delante de nosotros. Si la provisión es requerida,
Él la provee. Si un hogar se necesita, Él lo provee. Si es transporte lo que
necesitamos Él lo provee. No tenemos que pensar en estas cosas; todo lo que
tenemos que hacer es continuar nuestra vida en contemplación, y entonces nos
daremos cuenta que en nuestro negocio, profesión, o actividad artística,
tendremos más discernimiento, más habilidad, más salud, inspiración, alegría y
más remuneración. No obstante, no estaremos orando para lograr estos
resultados: Fluirán tal como el sol sale en la mañana o se oculta en la noche sin
ningún esfuerzo consciente de parte de nadie. Todo lo que es necesario es
esperar, tan sólo esperar lo suficiente y el sol se levantará mañana en la mañana
y volverá a esconderse por la tarde. No tendremos que hacer nada excepto
contemplarlo, observarlo y mirarlo. No tuvimos que orar a Dios para eso, y no
tenemos que saber la verdad al respecto.
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Dios es la inteligencia infinita del universo, aquella que lo formó, aquella que
lo mantiene y sostiene sin el consejo humano. Si Dios puede hacer esto por el
universo, confiemos nuestro ser individual y nuestro cuerpo a esa misma
Presencia y Poder.
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“Donde existe el Espíritu del Señor, hay libertad” fuera de toda limitación, toda
discordia y toda desarmonía. Nuestra demostración debe ser la realización de
Dios, la demostración de Dios, la consciencia de la presencia de Dios.
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CAPÍTULO III
DIOS, EL PODER ÚNICO
Así dice el Señor, Rey de Israel y su Salvador, Yavé de los ejércitos:
Yo soy el primero y el último; no hay otro Dios fuera de mí
- Isaías 44:6
Amarás al Señor tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con
todas tus fuerzas.
- Deuteronomio 6:5
A través de todos los tiempos, las escrituras han revelado que Dios es el
único poder, ¿pero quién lo ha aceptado literalmente? Aún en la Biblia, hay
relatos de personas luchando, una contra la otra. La enseñanza de la mayoría de
las religiones del mundo ha sido que existen dos poderes, el poder de Dios y el
poder del demonio: El poder de Dios es bueno y bendice; el poder del demonio
es malvado y maldice. Siempre encontramos estos dos poderes; siempre
encontramos a Dios combatiendo al demonio por controlar el alma humana; y
siempre surge la pregunta: ¿quién va a ganar?
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esto decir que Dios las permite? No es que las permita, y se aplica igual que en
el principio matemático si cometemos un error aritmético o en el principio de
música si cometemos un error al cantar o tocar un instrumento musical.
De acuerdo al Génesis, “Dios vio que todo cuanto había hecho era muy
bueno” (Gén. 1:31) Por lo tanto, si hay un demonio, hecho por Dios, aún el demonio
debe ser bueno. El establecer al demonio como malo y a Dios como bueno nos
separa de nuestra armonía, física, mental, moral y financiera. No existe misterio
del mal. La enseñanza del Maestro es muy clara en este punto:
Leemos en Isaías:
Del tiempo en el que éramos niños aprendimos esta verdad, “No temas,
porque yo te rescato; te he llamado por tu nombre, tú eres mío.” (Isaías 43:1)
¿Podríamos acaso conocer el miedo?
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Pero ahora escucha Jacob, mi siervo, Israel, a quien elegí yo. Así habla
Yavé, que te ha hecho, y en el seno materno te formó y te socorre. No
temas Jacob, siervo mío, Israel, a quien yo elegí. Porque yo derramaré
aguas sobre el suelo sediento y arroyos sobre la tierra seca e infundiré
mi espíritu sobre tu simiente y mi bendición sobre tus descendientes.
(Isaías 44:1-3)
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Dios está en medio de mí. Donde yo estoy Dios está, y el amor de Dios está
envolviéndome siempre. Dios es el origen de mi ser. Dios es mi fuente de
provisión, la causa de toda la comida en mi mesa. Dios es quien me da el trabajo
de toda la vida. Dios es quien me da la fortaleza para llevarlo a cabo. “Él cumple
siempre su pacto... (Job. 23:14 KJB)... “El Señor me ha probado como el oro.
He salido purificado... (Job 23:10) ...porque mayor es el que está en ustedes,
que el que está en el mundo. (1 Juan 4:4) más grande que cualquier problema en
el mundo.
Aquí nuevamente vemos que hay una vida, y Dios es esa vida, existe un
poder, y Dios es ese poder. Una consciencia llena de la comprensión de Dios
como el único poder que no puede temer nada en el mundo de los efectos.
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dos poderes: Dios y un poder aparte de Dios, un poder que algunas veces
recompensa y otras castiga, un poder que a veces está disponible y en otras
ocasiones no nos puede alcanzar – y ahora estamos pagando la pena por tal
aceptación.
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El Maestro nos dijo: “Nada hay fuera del hombre que, al entrar en él, lo
contamine. Lo que sale de él, eso es lo que lo contamina.” (Marcos 7:15)
Hemos aceptado la creencia universal de un poder, de una presencia y de una
actividad aparte de Dios; hemos aceptado la creencia de que alguien o algo fuera
de nuestro ser puede ser un poder de mal en nuestra experiencia, y la
aceptación de esto es casi una creencia universal que causa mucha de nuestra
desarmonía y discordia.
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Más allá de las enseñanzas en dos poderes están las de filosofías que
provocan que los hombres disientan entre ellos. No hay manera de resolver
estas diferencias porque esas personas que creen en dos poderes están
trabajando desde una premisa errónea, bien y mal. Siempre el bien y el mal están
luchando uno con otro –y qué pelea. Pero ¿qué pasa cuando los hombres
renuncian a creer en dos poderes y descansan en la consciencia del Cristo?
Entonces comienzan a entender lo que quiso decir el Maestro cuando dijo:
“Ninguna autoridad tendrías sobre mí si no te hubiera sido dada desde arriba...”
(Juan 19:11)
Los místicos del mundo, tanto Krishna de la India, como Lao-Tsé de China,
Jesús de Nazaret, o Juan de Patmos, nos han dado la revelación de que Dios es
uno. Los místicos hebreos también conocían esta verdad cuando enseñaron,
“Escucha, oh, Israel, el Señor Yavé nuestro es uno.” (Deut. 6:4)
Ahora pues así dice Yavé que te creó, oh Jacob, y el que te formó, oh,
Israel: Puesto que yo te he salvado, no tengas miedo. Te he llamado
por tu nombre, porque eres mío.
Y así una y otra vez, se revela que Dios es un Dios, Dios es un poder.
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Los que hacen imágenes de talla, todos ellos son vanidad. Sus obras no
sirven para nada, no son útiles para lo que ellos las querían. Esos
artífices que las hacen son testigos contra sí mismos. Lo son, porque
las efigies que hacen no ven, ni oyen, ni entienden. (Isaías 44:9, 10)
“El reino de Dios está en ti……. El lugar donde tú estás es tierra santa” y
aún si por el momento, ese lugar pareciera, ser el infierno o el valle de la sombra
de la muerte, Dios está justo ahí con nosotros. Debemos dejar esta creencia
descabellada de un Dios que castiga y recompensa, un Dios que está presente
cuando sanamos y ausente cuando no experimentamos la sanación que
esperamos. Dios nunca está ausente excepto en nuestra creencia de que hay dos
poderes, excepto en nuestro temor de otros poderes, los cuales hemos
establecido en nuestra mente. No solamente tememos a estos poderes, -sino que
a veces tememos a Dios.
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uno . (Deut. 6:4)... No tendrás otros dioses fuera de mí. (Éxodo 20:3) ningún otro
poder, ninguna otra ley, sino una.
El aceptar a Dios como uno es aceptar sólo una ley y es aceptar que esa
ley, la ley de Dios, la ley del bien, es siempre activa y presente en nuestra
experiencia. No existe ley que nos una con ninguna condición de mal:
Dios es una vida –eterna, inmortal, infinita, sin principio ni fin. Sólo hay un
Dios; por tanto sólo hay una vida.
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Desde la mañana hasta la noche, nos enfrentamos con apariencias que nos
pueden hacer creer que existe poder en el efecto. Esto se debe a que en un
mundo provisto tan abundantemente con todas formas de bien –diamantes,
perlas, plata, petróleo, vegetales, peces, fruta- las personas aún hacen oración
por provisión. Creen que todas estas formas de bien son provisión, mientras que
la provisión está en ellas mismas. Estas cosas con efectos de la provisión, en
cambio es la consciencia la fuente de provisión. La provisión es espiritual, una
actividad de la consciencia. Al principio, estaremos de acuerdo con esto sólo
intelectualmente, pero llegará el día en que sea discernido espiritualmente, y
entonces veremos que la palabra provisión está dentro, aunque visible en la parte
exterior.
Ahora hemos aceptado como nuestro principio que: Dios es uno; Dios es la
única ley; Dios es la única presencia; Dios es la única sustancia; Dios es el único
poder, y no hay poder en el efecto. Entonces con la siguiente inhalación, nos
damos vuelta y damos poder a cualquier efecto. ¿Qué diferencia hay cómo sea la
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apariencia, si Dios es el único poder? ¿En verdad creemos que Dios es el único
poder?
Dios solo es poder. Dios es uno: un poder, una vida, un amor, un Espíritu, una
causa, un ser, una fuente. Nada llega a nuestra experiencia a menos que venga
de Dios. La próxima vez que llegue a nuestra experiencia aquello a lo que
llamamos mal, recordemos nuestro principio y volteemos para decir: “Eso
también es de Dios…. “si me acuesto entre los muertos, allí también estás”
(Salmo 139:8) Aún y cuando bajemos al infierno, encontramos a Dios, y
encontrando a Dios, el infierno es transformado en cielo. El cambio sucede en
nuestra experiencia en el momento en el que reconocemos que ninguna fuente,
causa, efecto, poder presencia o ser es, sino a Dios.
Practicar este principio –hora tras hora, día tras día, por uno o dos meses,
manteniendo a Dios como la ley de nuestro ser, Dios es la fuente de nuestro
bien, Dios es la actividad de nuestro día- cambia nuestra experiencia entera. Al
principio esto es todo en el dominio de la mente, pero con práctica constante,
deja el dominio de la mente y baja al corazón, en la consciencia, y entonces se
encarga de nuestra experiencia.
Amarás por lo tanto a Yavé Dios tuyo. Lo amarás con todo tu corazón, con
toda tu alma y con todas tus fuerzas. (Deuteronomio 6:5)
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CAPÍTULO IV
LA NATURALEZA INFINITA DEL SER INDIVIDUAL
Existe una vieja historia, acerca de un gran maestro espiritual, quien tocó a
las puertas del cielo para ser admitido en el paraíso. Después de algún tiempo,
Dios vino a la puerta y preguntó “¿Quién está ahí? ¿Quién toca?”
A esta pregunta vino la respuesta confiada, “Soy yo.”
“Lo siento, lo siento mucho. No hay espacio suficiente en el cielo. Vete.
Tendrás que regresar en alguna otra ocasión.” El buen hombre sorprendido ante
el desaire se fue desconcertado. Después de varios años, que pasó en meditación
y ponderación de esta extraña recepción, regresó y tocó de nuevo a las puertas.
Se encontró con la misma pregunta y respuesta. Nuevamente se le dijo que no
había espacio en el cielo; estaba totalmente lleno.
No hay Dios y tú o yo, sólo existe Dios manifestado y expresado como ser
individual. Tan sólo hay una vida- la del Padre. Estamos fuera del cielo sin
esperanza de tener la entrada ganada en tanto creamos que tenemos una
individualidad aparte de Dios, un ser separado e independiente de Dios. A través
de las eras, la dualidad nos ha separado de nuestro bien, sin embargo es sólo una
percepción de dualidad, no la dualidad, porque no existe la dualidad. El secreto
de la vida es la unidad, y la unidad no es algo que traigamos. La unidad es un
estado del ser.
Cuando nos es claro que el exterior y el interior de este vaso son uno y el
mismo vaso, podemos ver la relación entre Dios y el hombre. No existe tal cosa
como Dios y hombre, al igual que no hay un exterior y un interior del vaso,
separados, y apartados uno del otro. El exterior y el interior son uno solo.
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La Palabra se hizo carne; toda la carne está formada por la Palabra de Dios.
Mi cuerpo, por lo tanto, es la perfecta Palabra de Dios hecha carne, hecha
manifiesta. Mi cuerpo, siendo de la esencia y la sustancia de Dios, gobernado por
Dios, puede encarnar solamente la actividad, la armonía, la gracia, la alegría y la
belleza de Dios. Nada externo puede afectar la perfección de mi cuerpo, ya sea
en la forma de alimento, gérmenes, o los pensamientos de otras personas. Nada
ajeno a Dios puede mancillarlo o ponerlo en entredicho.
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“Yo tengo un alimento qué comer del que ustedes no saben... (Juan 4:32)
...yo soy el pan de vida. El que viene a mí nunca tendrá hambre y el que
cree en mí nunca tendrá sed.” (Juan 6:35) De este depósito infinito, alimento mi
cuerpo; administro mi negocio, proveo mi monedero; mantengo mi relación con
todos. Ya que Dios es mi consciencia individual. Es la sustancia de mi vida y
encarna todo bien. Se convierte en la ley de mi experiencia, el manantial de la
vida derramándose en la vida eterna.
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En esta relación con Dios, nos podemos relajar porque ahora que Dios es
todo lo que es, esta permitido fluir en el ser sin que la palabra “Yo” interfiera, el
“Yo” que dice: “No estoy bien educado; yo tengo suficiente experiencia; soy
demasiado joven para esto; soy demasiado viejo para aquello.” Si tan sólo
existiera Dios, ¿habría alguna carencia de educación o experiencia, o algún
problema de edad o juventud? Para Dios todas las cosas son posibles.
Nos han dicho que tengamos en nosotros la mente que también tuvo Jesús.
Y ya la tenemos, pero es necesario conservar la comprensión de ello. Es esta
mente que trasciende nuestra educación y experiencia y nos usa para su
propósito propio, cuando llegamos a una comprensión consciente de esto como
nuestra mente individual. El logro de cualquier grado de comprensión, coloca a la
persona aparte. Lo puede elevar más allá de lo ordinario, de la búsqueda diaria
de la vida y hacer de él un pintor, artista, escultor, músico, poeta, religioso
visionario, arquitecto, constructor o un trabajador creativo de una manera u otra,
porque él está extrayendo de algo más grande que sí mismo, algo más grande
que su educación o que su propia experiencia. Moisés, un pastor de las
montañas, se convirtió en el líder del pueblo hebreo. Jesús, conocido por sus
vecinos como carpintero, se convirtió en el Mesías.
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en el susurro gentil en tu oído y en el mío: “No sabéis que Yo estoy en vos y vos
en Mí, somos uno”. En el centro de vos Yo Soy todopoderoso.” Cuando
escuchamos este clamor en nuestro oído, cuando la intuición divina nos habla de
su Presencia, sabemos que ese Yo, es Dios, “más cercano que la respiración, y
más cercano que las manos y los pies”
Este Yo, que es Dios, nos ha creado a Su imagen y semejanza, nos ha dado
Su naturaleza y Su carácter. Es una Presencia que jamás nos dejará ni nos
abandona. Aún y cuando pasemos por el ardiente fogón, su Presencia, el Cristo,
nos llevará seguros, de manera que no haya el menor indicio de olor de humo en
nosotros. Cualquiera que sea la experiencia en la vida, aún “en el valle de la
sombra de la muerte... Vos estáis conmigo” Encontramos nuestro bien en nuestra
unidad con Dios, y nuestra consciencia en la presencia de Dios que aparece
externamente en nuestra provisión diaria, como nuestra oportunidad, como
nuestro vestido, transporte, alimento y como cualquier expresión de armonía y
belleza en vida.
Yo no estoy viviendo sólo de alimentos; no vivo tan sólo del pan. Hay otro
poder actuando en mí. Otro mayor que Yo, está haciendo el trabajo; Yo no lo
planeo conscientemente; Yo no estoy haciéndolo conscientemente; Yo no lo
estoy pensando conscientemente. Un poder superior a mí es responsable de ello.
“Yo tengo alimento que comer, que ustedes no conocen ........” Yo tengo
pan, vino, agua ………. Yo soy la resurrección. Todo el poder de sanar, de
redención y regeneración está dentro de mí.
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Existe un poder que nos gobierna, nos cuida, nos protege, nos mantiene y
nos sostiene. Podemos continuar siendo activos en el mundo de los negocios, en
la política o en la casa; pero siempre presente está la influencia sostenedora que
va por delante para enderezar los caminos. Se abandona la percepción de
responsabilidad personal y el temor de lo que el hombre puede hacer:
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CAPITULO V
AMARÁS A TU PRÓJIMO
Amarás al Señor tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y
con toda tu mente. Este es el más grande y el primer
mandamiento. El segundo, semejante a éste es: Amarás al prójimo
como a ti mismo.
- Mateo 22:37-39
Dios y el hombre son uno, y no existe manera de amar a Dios sin que algo
de ese amor fluya hacia nuestro prójimo.
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canastas llenas para dar. Creer que estamos dando de nuestra propiedad, de
nuestro tiempo, o de nuestra fortaleza, reduce el acto de dar a mera filantropía, y
no trae recompensa alguna. La verdadera dádiva viene del reconocimiento de
que “la tierra es del Señor.” Es entonces cuando estamos expresando el amor
que Dios es.
Dame gracia, dame entendimiento; dame paz, dame este día el pan de cada
día – dame este día pan espiritual, entendimiento espiritual. Dame el perdón, para
aquellas transgresiones inofensivas que cometí de manera involuntaria.
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¿Cómo podemos decir que reconocemos tan sólo el bien, Dios, como el
único poder, si odiamos a nuestro prójimo o hacemos mal a alguien? Cristo es la
verdadera identidad y el reconocer una identidad distinta del Cristo es alejarnos
a nosotros mismos de la Consciencia Crística.
Amad a vuestros enemigos y orad por los que os persiguen, para que
seáis hijos de vuestro Padre, que está en los cielos, que hace salir el
sol sobre malos y buenos y llueve sobre justos e injustos.
Mateo 5:44,45
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“No darás falso testimonio contra tu prójimo” Éxodo 20:16 y Deut. 5:20 ,
tiene una connotación que va más allá de esparcir rumores o entregarse al
chisme acerca de nuestro prójimo. No debemos mantener a nuestro prójimo
dentro del concepto de humanidad. Si decimos “tengo un semejante bueno”,
estamos albergando falso juicio contra el tanto como si decimos, “tengo un
semejante malo,” porque estamos reconociendo un estado de humanidad, que
algunas veces es buena, y otras veces mala, pero nunca espiritual. El dar falso
testimonio contra tu prójimo es el declarar que él es humano, que él es finito, que
él tiene fallas, que él es algo menos que el verdadero Hijo de Dios. Cada vez que
reconocemos a nuestro prójimo como pecador, pobre, enfermo o muerto, cada
vez que reconocemos que él es y no el Hijo de Dios, estamos dando falso
testimonio contra nuestro prójimo.
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Cuando nos damos cuenta que nuestra vida se desenvuelve de adentro hacia
afuera de nuestro propio ser, llegamos a la comprensión de que nadie en el
mundo nos ha lastimado, y nadie en el mundo nos ha ayudado. Cada herida que
ha llegado a nuestra experiencia ha sido el resultado directo de nuestra
discapacidad de contemplar este universo como espiritual. Lo hemos visto ya sea
con admiración o con condenación, y no importa lo que haya sido, nos hemos
castigado a nosotros mismos. Si volteamos a ver el pasado, podemos casi
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imprimir las razones para cada pedacito de discordia que ha llegado a nuestra
experiencia. En cada caso es lo mismo –siempre, porque vimos que alguien o
algo, no era espiritual.
En contraste con eso, están los pensamientos de temor, duda, odio, celos,
envidia y bestialidad, los cuales probablemente sean preponderantes en la
consciencia de muchas personas en el mundo. Nosotros, como verdaderos
buscadores, pertenecemos a la minoría de aquellos que han recibido la
revelación de que los malos pensamientos del hombre no son poder; y que no
tienen control sobre nosotros. Cuando entendemos que el amor es el único
poder, no hay absolutamente ninguna maldad o pensamiento erróneo que tenga
poder sobre ti o sobre mi.. No hay poder en el odio; no hay poder en el rencor;
no hay poder en el resentimiento, en la lujuria, la codicia o los celos.
Una vez que aceptamos esta notable enseñanza del Maestro y nuestros ojos
ven más allá de las apariencias, podemos comprender conscientemente día a día
que cada persona en el mundo está facultada con amor desde lo más Alto, y que
el amor en su consciencia es el único poder, un poder de bien para ti, para mí y
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para sí mismo; pero que el mal en el pensamiento humano, sea que tome la forma
de codicia, celos, lujuria o ambición loca, no es poder, por lo tanto no debe ser
odiado o temido.
Yo soy tú. Mi interés es tu interés; tu interés es el mío, dado que una vida
anima nuestro ser, la única Alma, el único Espíritu de Dios. Cualquier cosa que
hacemos el uno por el otro, lo hacemos porque el principio nos ata juntos.
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Cada uno está aquí, en la tierra, para algún propósito, y ese propósito es
para demostrar la gloria de Dios, la divinidad y la plenitud de Dios. En esa
comprensión, podremos llegar a tener contacto con aquellos que son una
bendición para nosotros, como nosotros somos para ellos.
- Mateo 25:34-40
CAPÍTULO VI
YO SOY EL CENTRO
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Yo soy el centro a través del cual Nuestro Señor actúa, por lo tanto
entiendo la naturaleza de abastecer Nunca intentaré hacer alarde de mi
capacidad de obtener, ni intentaré obtener como fin único. El darnos es la labor
de Cristo. Cristo mismo nos da, entonces sólo hay necesidad de dejarlo fluir. Yo
y mi Padre somos uno, yo soy pues el Cristo, el hijo de Dios. Yo soy el recinto
en el que fluye Dios, por lo tanto, yo tengo el poder de cubrir cualquier demanda
que se me haga.
Esto marca una transición del ser receptor del Bien, al ser consciente de
que la inmensidad del Señor se vierte sobre aquellos que no conocen la verdad.
Nuestra relación con Dios, el conocimiento de nuestra unidad con Él, forma
una conjunción de la espiritualidad y la idea. En el momento de percatarnos de
ello, el bien fluye hacia nosotros proveniente del mundo entero. Esto es la obra
de Dios, no del hombre. Cada ser humano es portador de un regalo, de un
talento, ya que todos somos peones en la voluntad de Dios, sin embargo, si
buscamos a alguien en específico para satisfacer intereses particulares,
bloqueamos su don. Esposas que atienden a sus cónyuges, Cónyuges que se
interesan sólo en inversiones, y empresarios que sólo miran a sus consumidores,
se pierden en esta cadena interminable. El principio de la sabiduría se basa en la
asimilación de que el Reino de Dios vive en nosotros, y emana de nosotros.
Perdemos esa dependencia en lo mundano cuando andamos en la verdad y
recordamos que la Gracia Divina es lo único indispensable. Finalmente estar
consciente de la verdad permite que el Espíritu reine. La vida se convertiría en
un milagro de felicidad infinita y abundancia , si tan sólo nos acercáramos a la
verdad de que Su Gracia es la esencia.
Nuestro entorno nos tienta a creer que nuestras familias requieren ciertos
bienes, ya sea comida, un hogar, oportunidades, educación, empleo, en fin, pero
a todo esto respondemos, “El hombre no sólo vive del pan, sino de cada palabra
que proceda de Él “ porque “ Su Gracia es suficiente en cualquier situación”.
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Cada palabra verdadera que se aprenda debe ser asimilada de tal manera
que se convierta en carne de nuestra carne, hueso de nuestros huesos, hasta que
nuestro pasado, presente y futuro reconozcan que su Gracia es lo único
indispensable. En otras palabras el estar consciente de la verdad, es la fuente, la
esencia, al actividad y la ley del vivir diario.
“Aquel que tiene fe recibirá, pero aquel que no la tiene se le retirará todo
lo que posee”. Estas palabras parecen ser desalmadas sin embargo esa es la ley,
y un principio importante de la vida. Si nos enfrentamos a un problema y
admitimos que no tenemos la capacidad ni la experiencia para solucionarlo,
estaremos admitiendo que poseemos muy poco. Muy pronto se nos retirara lo
poco que tenemos, ya que al admitirnos pobres nos hacemos pobres, Al declarar
nuestra pobreza nos veremos obligados a representarla a la perfección.
Cualquiera que verdaderamente lo desee, hará una perfecta demostración de
desear. Sólo en el momento de aceptar y reconocer lo que deseamos lograremos
alcanzar nuestras metas.
“¡Al que lo posee!” ¿Pero qué es lo que tenemos? ¿Acaso existen personas
que no saben por lo menos una verdad? Entonces tú que sí sabes, toma esa
verdad en tus manos y jamas admitas que te falta, sino que eres rico. Siéntate en
silencio con esas palabras evidentes y observa cómo se multiplican rápidamente.
Serás iluminado con una segunda verdad, luego una tercera, cuarta, quinta y así
hasta la infinidad. Cuantas palabras necesites saber, sabrás, descubriendo que la
verdad no llega a ti, sino que El Señor te la brinda. Tu responsabilidad es abrir
los ojos hacia Él, y ser receptivo.
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Si estamos de acuerdo con las escrituras ”Hijo, vos estáis a mi lado, todo
lo que tengo es vuestro”, entonces seremos, junto con Cristo, herederos de las
riquezas celestiales. Comprenderemos que nada de lo que existe en este mundo
es nuestro por nuestra fuerza o sabiduría, sino por ser considerados hijos de
Dios. Así siendo hijos de Dios, ¿Cómo es que andamos por la vida pidiendo y
rogándole a los demás, esperando que aquellos respondan a nuestras peticiones?
No hay congruencia en eso.
“Hijo, todo lo que tengo es tuyo” es la verdad pero no sólo con saberlo
llegará la abundancia. Estas palabras nos dan la base para negar limitaciones e
insuficiencias, pero llegará el día en que no lo diremos únicamente, sino que lo
sentiremos, y en ese instante será la ley de nuestra experiencia. Desde ese
momento no tendremos que preocuparnos por qué comeremos, o beberemos, que
ropa nos cubrirá, porque la Divina Providencia tomará el control. El Bien nos
llegará sin intervención humana. No quiere decir que perdemos una actitud seria
y comprometida con nuestro trabajo, al contrario, ahora tenemos la capacidad de
concentrarnos en el trabajo por él en sí, como una labor noble y no como el
medio por el cual subsistimos. Podemos hacer nuestro mejor esfuerzo sin tener
otros intereses de por medio, nuestra vida no depende de él. Pronto
encontraremos que el empleo que tenemos no satisface a nuestro espíritu y Él
Señor nos mostrará otros caminos. Sin embargo, esto nunca sucederá mientras
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Una vez que entendemos que “ poseer”; que “Yo y El Padre somos uno, y
que todo lo del Padre es mío también,” de ese momento en adelante
encontraremos la manera de que el bien emane de nuestro ser. El hombre no
puede llegar y tomar para hacer suyo el amor, no puede hacerse de lo necesario,
no puede tomar la verdad, no puede tomar su hogar ni puede tomar la compañía
que quiere. No podemos agarrar y hacer nuestras todas estas cosas, pero sí
podemos verter y dar para multiplicar lo que tenemos. Si tenemos alguna
necesidad, debemos de manifestarlo, y existen varias formas de hacerlo. Algunas
personas donan recursos a instituciones de caridad para manifestar que tienen y
desean donarlo.
A los judíos les enseñaron a donar el diez por ciento de sus primeras
cosechas, ganado, y riquezas a la iglesia. De ahí proviene la práctica del diezmo
que se interpreta como la obligación de dar el diez por ciento de nuestros
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CAPÍTULO VII
MEDITACIÓN
A aquél que tiene más se le dará... ama al Señor tu Dios con todo tu
corazón... y ama a tu prójimo como a ti mismo... yo y el Padre somos uno :
Estos son principios importantes para cualquier aspirante al camino espiritual.
Pero, ¿cómo deben llevarse a cabo estos principios? Una cosa es decir cuáles
son, y otra es ponerlos en práctica o llevarlos a cabo. Es cierto que existe un
Padre del cual Jesús habló, este Cristo a través del cual podemos hacer cualquier
cosa, esto es, ¿cómo mantenemos la Presencia divina en nosotros en cada
momento de nuestras vidas? Esto es lo importante.
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Donde estamos, Dios está; donde está Dios, nosotros estamos porque somos
uno, inseparable e indivisible.
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Esto es lo que sucede cuando nos damos cuenta de que el reino de Dios se
encuentra en nosotros. La mitad del camino ha sido recorrido.
Cientos de libros han sido escritos acerca de este tema, pero aquellos que se
han escrito basándose en experiencias profundas coinciden en que la presencia
de Dios sólo se percibe cuando los sentidos están en calma, cuando nos
encontramos en una atmósfera de expectación, esperanza y fe. En este estado de
relajación y paz, esperamos. Eso es todo lo que podemos hacer, sólo esperar. No
podemos traer hacia nosotros a Dios, porque Dios está ya con nosotros, en esta
calma, en esta quietud y confianza.
Nos hemos entrenado para orar mentalmente, como si Dios pudiera ser
alcanzado a través del pensamiento. Dios nunca podrá ser alcanzado con el
pensamiento. Nadie puede alcanzar a Dios con la mente; nadie puede alcanzar a
Dios conscientemente; Dios sólo puede alcanzarse en un estado receptivo de
conciencia. Nosotros no sabemos cuándo Dios se hará conocer, pero estamos
seguros de que si vivimos en meditación, con períodos suficientes en contacto
con la Presencia, estaremos bajo el gobierno divino, y en cualquier momento de
necesidad, Dios se nos hará conocer.
Como una gran muralla entre nosotros y el Cristo, siglos y siglos de buscar
nuestro bien en el jardín del vecino, siglos y siglos pensando que nuestro bien
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Si insistimos en darnos cuenta que: “El reino de Dios está en mí... el lugar en
donde me encuentro es tierra sagrada”; si nos acordamos de repetir esto dos o
tres veces al día, cada día, muy pronto algo sucederá: nos ocurrirá una
experiencia - puede ser un sentimiento cálido, puede ser un sentimiento de
alivio; puede ser una voz al oído; pero es algo que toma lugar dentro de
nosotros, y nosotros mismos sabremos que fue una visita del Cristo. Entonces
sabremos que hemos experimentado la anunciación y la concepción del Cristo. El
Cristo en nosotros se ha despertado, y de aquí en adelante podremos decir:
Esto no será más una serie de frases: Esto será una experiencia.
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Jesús dio un paso más adelante y nos dijo que debemos de orar en secreto:
Debemos de entrar en el santuario interno, cerrar la puerta y orar donde nadie
pueda vernos. Cuando estamos solos hay una oportunidad de que algo pase,
nunca en público. ¿Por qué? Porque cuando estamos en público, el ego se
presenta. No podemos ser nosotros mismos, aún en presencia de nuestros seres
queridos. Todo aquello que provoca que el ego salga, destruye la integridad
espiritual. Entre más secreta y sagrada mantengamos nuestra relación con Dios,
sin hacerla una cosa pública, más poderosa será.
El ego debe ser destruido para hacerle camino al Ego, nuestra Consciencia
Crística. Como seres humanos, tenemos una personalidad a quien nos gusta
glorificar. Toda la enseñanza de Jesús se refería a la destrucción del ego
personal: “Las palabras que yo digo no provienen de mí, sino del Padre que
vive en mí, Él hace el trabajo... Lo que enseño no viene de mí, sino de Él”.
Jesús trascendió su ego y dejó un patrón para que nosotros lo siguiéramos: Ora
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en secreto. Él fue aún más lejos y dijo: Cuando des caridad, no dejes que tu
mano izquierda sepa lo que hace la derecha...y tu Padre, que está en lo
secreto, te recompensará abiertamente” Cada vez que hacemos públicas las
caridades y buenos actos que hacemos, cada vez que oremos en público, cada
vez que expresamos nuestras convicciones religiosas en público, estamos
glorificando nuestro ego, tratando de presumir lo mucho que hacemos o
sabemos. Olvidamos que nuestro Padre, que ve en secreto, nos recompensará
abiertamente.
Hay un gran misterio espiritual en todo esto. Es muy extraño que entre más
nos acercamos a Dios, y guardamos todo para nosotros mismos, mayor es el
desarrollo espiritual. Cuando guardamos nuestro secreto en nuestro interior,
Dios, a su manera, lo hará saber a aquellos que puedan estar interesados en
nuestra benevolencia, o en nuestra relación con Dios.
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CAPÍTULO VIII
EL RITMO DE DIOS
Una persona que vive en la meditación nunca más está sola, y nunca tampoco
sigue siendo parte de este mundo. Si es fiel en practicar la Presencia, dentro de
unos meses se encontrará la mayor parte del tiempo en el estado de ánimo
contemplativo. Al contemplar a Dios y a las cosas invisibles de Dios, se
convierte en alguien tan unificado con Dios, que no verá el lugar donde Dios
termina y él comienza. Aquello en lo cual una persona continuamente piensa,
aquello que abraza en su consciencia, es aquello en lo finalmente uno se
convierte. Es ese estado continuo de unidad el que le permitió al Maestro decir,
“El que me ve a mí ve al Padre... yo estoy en el Padre y el Padre está en mí... y
ustedes están en mí y yo en ustedes”. (Juan 14:10, 11, 20)
Padre, este es Tu día, el día que Tú has hecho. Hiciste que el sol saliera; Le
has dado luz y calor a la tierra; Nos has dado las lluvias y las nieves; las
estaciones del año son Tuyas, “la de para plantar y cosechar, el frío y el calor,
el verano y el invierno, y el día y la noche”. Este es Tu día.
Tú me has creado; Yo soy Tuyo. Me creaste en el vientre desde el inicio.
Utilízame este día, porque así como los cielos declaran la gloria de Dios y la
tierra muestra Tu creación, así debo yo mostrar la gloria de Dios. Que este día
pueda yo glorificar a Dios. Que este día, permita que la voluntad de Dios se
manifieste a través de mí. Que este día, deje que la gracia de Dios fluya en mí y
a través de mí a todos aquellos con quienes me encuentre.
En algún otro momento, durante esa breve pausa de comunión interna, en las
horas tempranas de la mañana, pueden surgir estas palabras:
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Dicha meditación surge de una profunda humildad, una gran nobleza del espíritu
que está dispuesto a admitir, “Padre, sin Ti no puedo hacer nada; sin Ti, no
puedo ser nada; sin Ti, soy nada”.
Tal vez suceda que el día contenga serios problemas que deban
conquistarse y que están más allá de nuestra habilidad o entendimiento; o es un
reto financiero que no podemos enfrentar, o tal vez haya decisiones difíciles de
tomar. La respuesta no reside en alguna habilidad personal que podamos o no
poseer, o en nuestros recursos materiales, sino en contactar la Reserva Infinita
en nuestro interior: “Él realiza aquello que me toca a mí hacer... El Señor
perfeccionará todo aquello que me concierne”. Entrar a nuestro santuario interior
y orar, sin pedir nada, sino reconociendo nuestra herencia divina y morar en las
promesas de los inspirados pasajes de las escrituras, nos llena de una confianza
que nos acompaña a lo largo del día, y que es suficiente para vencer cualquier
obstáculo al cual nos podamos enfrentar:
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Padre, tengo enormes actividades el día de hoy que van más allá de mi
entendimiento y de mi fortaleza, y por lo tanto debo confiar en Ti para llevar a
cabo aquello que me es necesario hacer. Tú has dicho que siempre estás
conmigo y que todo lo que tienes es mío. Dame hoy la seguridad de que Tu amor
está conmigo, de que Tu sabiduría me guía, y de que Tu presencia me sostiene.
Tu gracia me basta para todas las cosas. ¡Tu gracia! Estoy satisfecho, Padre,
de saber que Tu gracia me acompaña. Eso es todo lo que pido, porque esa gracia
será hecha tangible como el maná que cae del cielo, como el recipiente de aceite
que nunca se seca, o como el pan y los peces que siguen multiplicándose.
Cualquiera que sea mi necesidad, Tu gracia la satisface este día.
Esto es suficiente para iniciar nuestro día, no como hijos del hombre, sino
como Hijos de Dios.
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Hay muchas oportunidades para cada persona durante el día, para reconocer
la Presencia. No es muy difícil desarrollar el hábito de detenernos un segundo
ante cada puerta que abrimos o cerramos para darnos cuenta de:
Que Dios está tanto del otro lado de esa puerta, como de este lado. No existe
algún lugar donde yo pueda ir hoy donde no esté la Presencia de Dios.
Dondequiera que yo esté, Dios está.
Podemos hacer una pausa antes de comer para recordar que no vivimos sólo
de pan, sino de cada palabra que procede de la boca de Dios. Por lo tanto,
mientras contemplamos la comida en la mesa, podemos expresar en silencio
gratitud por la Fuente de esa comida, por Quien lo trajo a nosotros: “Tu gracia
ha puesto mi mesa”.
No existe ningún momento del día para que una persona espiritualmente
alerta no pueda encontrar alguna razón para decir, “Gracias, Padre”. Quizá no
haya otra cosa por la cual agradecer a Dios excepto que el sol esté brillando,
pero aún eso es un reconocimiento de la Presencia. A veces, cuando nos
enfrentamos con circunstancias decepcionantes o perturbadoras, podemos
preguntarnos cómo podemos alabar a Dios, pero si estamos conscientes de ser
hijos espirituales, siempre podremos encontrar formas de reconocer a Dios. Esta
práctica continua de la Presencia, el reconocimiento de Dios en todo lo que
hacemos; proporcionándonos suficientes períodos para entrar al silencio, y en
espera de un sentimiento interno de que el Espíritu de Dios se está moviendo,
hace de Dios el principio que gobierna, apoya, y sustenta toda nuestra
experiencia. La verdadera oración de entendimiento espiritual es la oración en la
que el regalo de Dios de Sí Mismo nos es dado.
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Deja que la verdad fluya de ti al mundo. Entre más verdad liberes, más verdad
tendrás. Eres el instrumento a través del cual la verdad de Dios está fluyendo a
tu consciencia. Tú no sabes hacia dónde va esta verdad o a quién está
bendiciendo. Tú no sabes quién está sintiendo el amor que está creciendo dentro
de ti, y no es importante que lo sepas porque no es tu amor; es el amor de Dios.
Tú sólo eres el instrumento a través del cual fluye. Siempre inicia tu meditación
dándote cuenta de que el infinito mora dentro de ti, que no estás buscando que
algo llegue a ti; nunca estás buscando obtener, adquirir, o lograr; sólo buscas
permitir que fluya la gracia de Dios a través de ti, el instrumento, el Hijo de Dios.
Pudiera ser que alguien te busca para una bendición espiritual. No empieces
por creer que no tienes suficiente entendimiento, o que no has leído suficientes
libros, o que no tienes suficiente experiencia para ayudarle. Comienza con las
dos gotas de aceite que ya tienes, y lo haces sabiendo la verdad, no acerca de la
persona, sino acerca de Dios:
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la tierra así es que no puede haber poder alguno en esta situación que me
confronte. Dios es la única vida, vida eterna e inmortal sin pecado ni
enfermedad, sin mancha. La vida de Dios es perfecta. Dios es amor, y ese amor
me envuelve. El amor de Dios es mi protección, me sustenta y me mantiene.
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Puede ser que surja como una voz verdadera; puede ser que llegue como una
visión; pero no es necesario que sea así. Sólo una cosa es necesaria, y esa es
esperar hasta que haya un movimiento o un sentimiento que nos asegure que
Dios ha emitido Su voz. Cuando eso ocurra, encontraremos que la discordia se
reemplaza por armonía, la enfermedad cede el paso a la salud, y las personas
que nos encontremos ya no son seres humanos sino hijos de Dios. Al contemplar
la presencia, gracia, y el poder de Dios, Su voz se manifiesta y todo el mundo de
discordia desaparece.
Dios sostiene y sustenta Su propia vida que es mi vida, la vida del ser
individual, y Dios está sosteniendo esa vida ahora – no en un tiempo futuro, sino
ahora. Este cuerpo es el cuerpo que Dios me dio, un cuerpo espiritual, eterno e
inmortal. Dios mantiene mi cuerpo en Su eterna perfección. Dios es un estado
continuo y eterno de divinidad, y ese Ser es mi ser individual, puesto que “Yo y
el Padre somos uno”. Mi cuerpo es un instrumento para la actividad Divina, un
vehículo digno para mostrar Su gloria. Dios es la fortaleza misma de mis huesos;
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No busco algo para mí; sólo busco ser utilizado como instrumento para llevar
luz a aquellos que todavía están en las tinieblas. No utilizo la Verdad, sino
permito que la Verdad me utilice a mí. Dejo que la Verdad fluya a través de mí a
las naciones del mundo, que aún andan buscando lo que van a comer, lo que van
a beber y lo que van a vestir; pero yo vivo, no sólo de pan, sino de cada palabra
que procede de la boca de Dios. Cada verdad que viene a mi conciencia es la
longitud de mis días, mi abastecimiento diario, y mi sabiduría y entendimiento.
Todo lo que necesito o pueda llegar a necesitar es sólo escuchar la voz pequeña
y callada dentro de mí y confiar en el ritmo de Dios.
La gracia de Dios fluye al mundo como una Presencia invisible y como un
Poder invisible de bendiciones a través de mí. Soy aquel centro a través del cual
esa gracia se concede al mundo – mi mundo, el instrumento de Dios a través del
cual la sabiduría divina, el pan de la vida, el vino de la vida y el agua de la vida
están llegando a la humanidad. Las naciones de la tierra buscan pan, comida,
vestimentas y albergues, pero “no ustedes, mis discípulos” – no yo; yo sólo
busco el reino de Dios y permito que la gracia de Dios fluya a través de mí.
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tiempo para cada propósito debajo del cielo”. Nos convertimos en uno con ese
propósito eterno y confiamos en el ritmo de Dios mientras contemplamos el fluir
eterno de la gracia de Dios. El ritmo del universo fluye a través de nosotros:
Los cielos cuentan la gloria del Señor,
Proclama el firmamento la obra de sus manos.
Un día al siguiente le pasa el mensaje
Y una noche a la otra se lo hace saber.
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