Professional Documents
Culture Documents
Recibido: 28/3/2015
Aceptado: 22/6/2015
E
conjunto con los habitantes, quienes
ste artículo es fruto de una in- nos dieron acceso a sus intimidades
vestigación de mayor alcance, de esa forma, lo cual, como veremos,
en el contexto del llamado Plan tiene implicancias epistemológico-
socio-habitacional Juntos, creado por metodológicas y éticas precisas.
ley en 2011, a partir de las inquietudes
y financiación directa del presidente
José “Pepe” Mujica en su mandato co- De lo privado a lo íntimo
mo presidente de Uruguay (2010-2015)
(Poder Legislativo de la ROU, 2011). El Como hemos planteado en otra oca-
hecho de focalizar nuestra investiga- sión, resulta necesario insistir en la
ción de corte etnográfico en tal marco, necesidad de pensar y conocer más
responde a la necesidad de contribuir allá de dualismos como los de público/
con la producción de conocimiento en privado (Álvarez, 2014b). Igualmente,
dicho emprendimiento, sobre la pre- sigue existiendo una distinción no so-
misa de la necesidad también de po- lo analítica, sino más bien surgida del
ner en juego la dimensión mediacional campo de experiencias objeto de esta
de producción de subjetividad asocia- etnografía. También es una proble-
da al hábitat y las formas de habitar en mática propia de los desafíos contem-
tales circunstancias, como aporte para poráneos en torno a la producción de
pensar y conocer otras realidades. subjetividad, y en especial en aquellos
Por lo general, las investigaciones estudios focalizados en diversas ten-
en comunicación y ciudad tienen por dencias de investigación en ciudad,
objeto el estudio de los llamados “espa- comunicación y espacialidades, en el
cios públicos”, de acceso más o menos gran estuario de perspectivas llama-
directo por parte del investigador. En do estudios culturales urbanos (Gar-
esta oportunidad planteamos la necesi- cía y Román, 2011; Chaves, 2013; Álva-
dad de complementar dicha situación, rez, 2014a).
poniendo de manifiesto la relevancia En dicha oportunidad, hemos in-
del análisis de las espacialidades de la tentado plantear la discusión al respec-
intimidad y sus temporalidades aso- to a partir del esfuerzo por desustan-
ciadas. Accedimos, por tanto, a una cializar la noción de “espacio público”,
serie de narrativas discursivas refe- considerando en primer término la
ridas a sus espacios asociados. Estas descomposición de la asociación entre
se encuentran en tránsito en un doble los términos, tomada como punto de
sentido: por tratarse de un contexto de partida, cuando de hecho, se trata de
transformación gracias a la interven- uno de llegada. La conjunción también
ción del Plan, y de ser producidas en esconde la pluralidad. Es así que nos
instancias de investigación, que impli- planteamos la existencia de “espacios
y públicos” heterogéneos, a veces liga- cha entidad para nada sustancial, sino
dos a “territorios de lo público” especí- siempre circunstancial: “anclada en fi-
ficos (Álvarez, Del Castillo, Lamoglie, nitud del ser-ahí” diría Guattari (2000,
2014), donde podemos finalmente en- p. 18), intentando absorber y superar al
contrar las problemáticas clásicas de propio Heidegger y otras fenomenolo-
la “antropología de las calles” sin caer gías de corte existencial.
nuevamente en oposiciones clásicas Cuando Geertz (1996, p. 58) plantea
(Delgado, 2007). Esto no menosprecia que la cultura se caracteriza por parti-
el poder que tuvo y sigue teniendo el cularizar a todo nivel y escala apunta-
diseño individualista de lo humano ba a lo mismo; de igual manera Casto-
desde la planificación y las prácticas riadis, aunque en otros términos (1997,
de las instituciones modernas y con- p. 136): lo más universal de lo humano
temporáneas de tipo occidental, en es- es su singularización, propia de toda
pecial las enfrascadas en dispositivos práctica, que encuentra su trasfondo
de poder al estilo de las “sociedades de en la creatividad. Más recientemente,
control” tematizadas por Deleuze, co- Herzfeld (2004) ha elaborado su teoría
mo paso siguiente de las disciplinarias antropológica sobre una base semejan-
estudiadas a su vez por Foucault, don- te: la “intimidad cultural” se presenta
de el individuo deviene “dividual” y como dimensión de la sensibilidad y
las masas “indicadores, datos, mercado creatividad más prosaica, donde se
o bancos” (Deleuze, 1995, pp. 281-282). generan “esencializaciones” gracias a
En el mismo sentido, planteamos las cuales se lleva a cabo la producción
ahora la necesidad de pasar de pensar de subjetividad, sin necesidad de que
en términos de “lo privado” a lo “ínti- las formas institucionales sean experi-
mo”. De esta forma nos encontramos mentadas solamente como ajenas y de
con este tipo de paradojas a las que es forma coercitiva, sino más bien todo lo
necesario enfrentar para comprender contrario. Este es, para el autor, el caso
estos fenómenos aquí estudiados: el emblemático de los nacionalismos. No
hecho de que cuanto más en la intimi- por casualidad: “La casa, como una
dad nos encontremos, más aparecen forma de esencialización de las rela-
visibles los componentes sociales, co- ciones de parentesco en términos de
lectivos, inter y transsubjetivos. O sea: residencia, es un lugar para la trans-
que cuanto más adentro nos interne- misión de la substancia de la identidad
mos más en el afuera estaremos (Ál- cultural” (Bestard, 2006, p. 59). Tam-
varez, 2011a). Esto no le quita valor a bién nos encontramos con esta tenden-
la singularidad, más bien todo lo con- cia en la historia de la sensibilidad, “de
trario; de cierto modo, es la vuelta a la la vida privada” como se la denominó,
máxima ontológica aristotélica de que con sus análisis enfocados de la mis-
“el ser se dice de muchas maneras”, ma forma en los procesos de subjetiva-
pero sin dejar de problematizar di- ción, siendo el caso más extremo de la
invierno montevideano en esta zona función del habitar, así como el estar
descampada, según nos lo narraron: se muestra de la forma más despren-
había que quedarse extremadamente dida del transitar, donde los tiempos
cerca de ella para recibir las bondades parecen eternizarse, el movimiento
de la combustión de la madera en su del devenir ralentizado, pero esto no
seno. Así y todo, la espacialidad gene- quiere decir que cese, pues también
rada entre ella y la pared de la ventana, siempre se trata de una temporalidad.
donde se disponía el sofá de tres cuer- En dirección diagonal a este rincón
pos, donde el etnógrafo rápidamente por excelencia, las dos puertas de las
se sintió seducido a instalarse una vez habitaciones guardaban, como decía-
que se dispuso el tiempo para el más mos, la máxima discreción, mante-
largo y distendido diálogo posible, era niéndose como los últimos espacios
un genuino “rincón”. Según Bachelard: vedados a todo visitante. Insistir o no
“todo rincón de una casa, todo rincón en penetrarlos dependió de las cir-
de un cuarto, todo espacio reducido cunstancias del encuentro, los fines de
donde nos gusta acurrucarnos, agaza- la investigación, la calibración técnica
parnos sobre nosotros mismos, es para del etnógrafo. En este caso no hubo
la imaginación una soledad, es decir, dudas en dejar las cosas así, máxime
el germen de un cuarto, el germen de con la presencia de alguno de sus mo-
una casa” (Bachelard, 2000, p. 126). La radores detrás de las puertas.
poética social en este caso muestra su
sofisticación, por otra parte tan recu-
rrente, al disponerlo junto a la lumino-
sidad y el paisaje, la pantalla y el ojo,
que constituye la ventana más impor-
tante de la vivienda.
El rincón no es sinónimo de oscu-
ridad necesariamente, o por lo menos,
cuando se logra una composición con
este tipo de diseños se puede habitar
más allá de la dialéctica unidimensio-
nal del adentro y el afuera, y saborear,
sentir con todos los medios posibles,
las sutilezas de fronteras, umbrales y
barreras que al mismo tiempo nos se-
paran y conectan, como todo medium
(Flusser, 1994, p. 185). El rincón apare-
ce como el corazón de toda intimidad,
y ciertamente el resguardo y agazape
son genuinamente constitutivos de la 5. Puertas hacia los dormitorios.
fue igual de grata, y mientras las cria- fachada, con los colores blanco y celes-
turas pequeñas siguieron con sus acti- te fuerte, según segmentos diagonales
vidades lúdicas, los adultos nos enco- a los lados de las ventanas.
mendamos en una larga entrevista en Sobre el primer aspecto, José fue
profundidad con momentos de mayor muy elocuente acerca de la elección del
estancia, nuevamente en lo que sería el “mejor” predio para la vivienda parti-
espacio del estar de la nueva vivienda, cular dentro de las posibilidades. Se-
y otros más de desplazamiento por sus gún él, una serie de factores incidieron
otros espacios, en una nueva entrevis- en ello. La ubicación en el contexto ur-
ta recorrida o recorrida entrevistada. bano, el estar lo más cerca posible a la
Desde la llegada al lugar me lla- avenida –que es más una ruta secunda-
maron poderosamente la atención dos ria– la cual conecta a su vez con la ave-
cuestiones: en primer término, que nida principal de toda la zona cerrense
esta fuera la única vivienda conclui- y de allí a toda la ciudad, fue planteado
da y habitada plenamente de la hilera, como fundamental. Después, la cali-
frente a las demás en franca distancia dad de la sedimentación, pues según él
en los respectivos procesos construc- observó cómo rellenaban correctamen-
tivos; en segundo lugar, la forma en te ese sector en su momento los camio-
que sus habitantes habían pintado la nes con material al servicio del Plan, y
15. Cocina.
Bestard, J. (2006). Parentesco y nación Flusser, V. (1994) [1991]. Los gestos. Fe
en la cultura catalana. En X. Roigé nomenología y comunicación. Barcelo
Ventura. (Coord.), Familias de ayer, na: Herder.
familias de hoy. Continuidades y cam- Foucault, M. (1995) [1988]. Tecnologías
bios en Cataluña. Barcelona: Icaria. del yo. Y otros textos afines. Barcelona:
Castoriadis, C. (1997) [1996]. El avance Paidós.
de la insignificancia. Encrucijadas del García Vargas, A., y Román Velázquez,
laberinto IV. Barcelona: Pre-Textos. P. (2011). Latin American cultural
Chaves Martín, M. Á. (2013). Estudios studies: unique texts, ordinary cit-
culturales urbanos. Una aproxima ies. Westminster Papers in Commu
ción interdisciplinaria. Arte y Ciu nication and Culture, 8(1), 131-153.
dad. Revista de Investigación, 3(1), Recuperado de https://www.west-
extraordinario, 215-224. minster.ac.uk/__data/assets/pdf_
De Certeau, M., Giard, L., y Mayol, P. file/0017/93230/006WPCC-Vol8-No1-
(1999) [1994]. La invención de lo co- Vargas-and-Velazquez.pdf
tidiano. 2. Habitar, cocinar. México: Geertz, C. (1996) [1973]. La interpretación
Universidad Iberoamericana. de las culturas. Barcelona: Gedisa.
Deleuze, G. (1995) [1990]. Conversaciones Goffman, E. (2004) [1959]. La presenta-
1972-1990. Valencia: Pre-Textos. ción de la persona en la vida cotidiana.
Deleuze, G., y Guattari, F. (1997) [1980]. Buenos Aires: Amorrortu.
Mil mesetas. Capitalismo y esquizofre- Guattari, F. (2000) [1989]. Cartografías esqui-
nia II. Valencia: Pre-textos. zoanalíticas. Buenos Aires: Manantial.
Delgado, M. (1999). El animal público. Heidegger, M. (1994) [1954/1951].
Hacia una antropología de los espacios Construir, habitar, pensar. En M.
urbanos. Barcelona: Anagrama. Heidegger. Conferencias y artículos.
Delgado, M. (2007). Sociedades movedi- Barcelona: Serbal.
zas. Pasos hacia una antropología de las Heller, A. (1995). Where are we at
calles. Barcelona: Anagrama. home? Thesis Eleven, 41, 1-18.
Desjarlais, R. (1997). Shelter blues: Herzfeld, M. (2004). Cultural intima-
sanity and selfhood among the cy. Social poetics in the Nation-State.
homeless. Philadelphia: University of (2.a ed.). Londres-Nueva York:
Pennsylvania Press. Routledge.
Días Duarte, L. F., y Campos Gomes, Ingold, T. (2007). Lines. A brief history.
E. de (2008). Três famílias. Identidade Londres-Nueva York: Routledge.
e trajetórias transgeracionais nas Ingold, T. (2012). El diseño de ambientes
classes populares. Río de Janeiro: para la vida. En T. Ingold. Ambientes
Editorial FGV. para la vida. Conversaciones sobre hu-