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1911
José María Arguedas Altamirano nació en Andahuaylas (Apurímac) el 18 de enero de
1911. Su padre fue Víctor Manuel Arguedas Arellano, un abogado cuzqueño que ejercía
de Juez en diversos pueblos, y de Victoria Altamirano Navarro, perteneciente a una
acaudalada familia de Andahuaylas.
1913
Cuando tenía dos años y medio de edad, falleció su madre, víctima de "colecistitis
calculosa y peritonitis"; pasó entonces a vivir a la casa de su abuela paterna, Teresa
Arellano, en la ciudad de Andahuaylas.
1915
En 1915, su padre, al ser nombrado Juez de primera instancia de la provincia de
Lucanas – Ayacucho, se trasladó a dicha sede.
Padre de Arguedas
1917
Su padre en 1917 se casó con una rica hacendada de San Juan de Lucanas, Grimanesa
Arangoitia Iturbi viuda de Pacheco. El pequeño José María viajó entonces a Lucanas,
para reunirse con su madrastra; el viaje fue todo un acontecimiento para él, como lo
recordó siempre. La familia se instaló en Puquio, la capital de la provincia, donde se
relaciona con Racila Ramírez Suarez y Malaquías Ferrel Castillo (amigos de toda la vida)
1919
En 1919, tras la ascensión al poder de Augusto B. Leguía, el padre, que era del partido
contrario, fue removido de su cargo de Juez y tuvo que tornar a su oficio
de abogado litigante y viajero, trajinar que solo le permitía hacer visitas esporádicas a su
familia.
Esta parte de la infancia de Arguedas estuvo marcada por la difícil relación que sostuvo
con su madrastra y con su hermanastro Pablo Pacheco. Aquella sentía por su hijastro
un evidente desprecio, y constantemente lo mandaba a convivir con los criados
indígenas de la hacienda, de la cual solo lo recogía a la llegada de su padre, como
relatara en el primer encuentro de narradores realizado en Arequipa en 1965. Esta
señora maltrató mucho al pequeño José María que se refugió en el cariño de los indios
peones de la hacienda.
1921
En julio de 1921 a los 10 años, se escapó de la casa de la madrastra junto con su hermano
mayor Arístides; ambos fueron a la hacienda Viseca, propiedad de su tío Manuel Perea
Arellano, situada a 8 km de San Juan de Lucanas. Allí vivieron durante dos años, en
ausencia del padre, conviviendo con los campesinos indios a quienes ayudaban en las
faenas agrícolas. Para José María fueron los años más felices de su vida.
1923
En 1923 abandonó su retiro al ser recogido por su padre, a quien acompañó en sus
frecuentes viajes laborales, conociendo más de 200 pueblos. Pasaron
por Huamanga, Cuzco y Abancay. Esta etapa de su vida quedó conmovedoramente
plasmada en su obra maestra, Los ríos profundos: “Mi padre no pudo encontrar nunca
dónde fijar su residencia; fue un abogado de provincias, inestable y errante. Con él
conocí más de doscientos pueblos. (...) Pero mi padre decidía irse de un pueblo a otro
cuando las montañas, los caminos, los campos de juego, el lugar donde duermen los
pájaros, cuando los detalles del pueblo empezaban a formar parte de la memoria. (...)
Hasta un día en que mi padre me confesó, con ademán aparentemente más enérgico
que otras veces, que nuestro peregrinaje terminaría en Abancay. (...) Cruzábamos el
Apurímac, y en los ojos azules e inocentes de mi padre vi la expresión característica
que tenían cuando el desaliento le hacía concebir la decisión de nuevos viajes. (...) Yo
estaba matriculado en el Colegio y dormía en el internado. Comprendí que mi padre se
marcharía. Después de varios años de haber viajado juntos, yo debía quedarme; y él
se iría solo.”
1925
En 1925 sufrió un accidente que lo llevó a perder dos dedos de la mano derecha.
1926
En 1926 empezó sus estudios secundarios en la Gran Unidad Escolar San Luis Gonzaga,
de Ica en la desértica costa peruana, hecho que marcó su alejamiento del ambiente
serrano que había moldeado hasta entonces su infancia. Allí sufrió en carne propia el
desprecio de los costeños hacia los serranos.
1927
Deja el internado pero continúa sus estudios en Ica. Viaja a Huaytará donde vive el
padre separado de la madrastra.
1928
En 1928 se trasladó a la ciudad de Huancayo, continuando allí sus estudios e
iniciándose como escritor al colaborar en la revista estudiantil Antorcha.
1929
Es matriculado en el colegio de los Mercedarios en Lima.
1930
En 1930 pasó una larga temporada en Yauyos, al lado de su padre. De los cursos
correspondientes a sus dos últimos años estudiantiles (1929-1930), rindió exámenes en
el Colegio “Nuestra Señora de La Merced” de Lima, a base de los estudios que hizo sin
maestro alguno en la sierra.
1931
En 1931 ingresó de 20 años a la Universidad Nacional Mayor de San Marcos de Lima en
la facultad de Letras, estableciéndose en la capital. Algunos han asegurado que en esa
época, cuando tenía algo más de veinte años, se vinculó al Partido Comunista entonces
naciente, pero que se apartó de él porque hubo quienes le enrostraron un acendrado
“indigenismo”.
1933
En 1933 publicó su primer cuento: Warma kuyay (amor de niño).
1934
Publica los cuentos “Los comuneros de de Akola y los comuneros de Utej-Pampa" en el
semanario La Calle. Y en el suplemento dominical de la Prensa de Lima otros
dos: “Kollatay-pampa” y “El
Vengativo”.
1935
En 1935 publicó Agua, su primer libro de cuentos, que obtuvo el segundo premio de la
Revista Americana de Buenos Aires. Colección de cuentos integrada por:Agua, Los
escoleros y Warma kuyay. Traducida al ruso, alemán, francés e inglés por La Literatura
Internacional, de Moscú.
JMA
1936
En 1936 fundó con Augusto Tamayo Vargas, Alberto Tauro del Pino y otros, la
revista Palabra, en cuyas páginas se ve reflejada la ideología propugnada porJosé Carlos
Mariátegui, se expresa su definición socialista.
1937
En 1937, Arguedas seguía militando en las vertientes más avanzadas del movimiento
estudiantil universitario. Integró, en efecto, el Grupo Rojo Vanguardia, que en 1937
respondió aguerridamente a la provocación del régimen de entonces -el Mariscal Oscar
R. Benavides- echando a la pileta del Patio de Derecho de la Universidad de San Marcos,
al general Camarotta, el oficial italiano que había llegado al país enviado por Mussolini
para “reorganizar” la policía peruana.
Como se recuerda, por lo menos dos de quienes participaron en esa acción, cayeron
luego en manos de la policía: Manuel Moreno Jimeno y José María Arguedas. Y un
tercero -Genaro Carnero Checa- pudo huir del país para preservar su libertad.
1939
Lograda ya su Licenciatura de Literatura en San Marcos en 1937, inició su carrera
docente en el Colegio Nacional “Mateo Pumacahua de Sicuani”, en el departamento de
Cuzco, como profesor de Castellano y Geografía (1939-1941). Allí, junto con sus
alumnos, llevó a cabo un trabajo de recopilación del folclor local. Descubrió entonces su
vocación de etnólogo.
Paralelamente contrajo matrimonio con Celia Bustamante Vernal, promotora de la Peña
Cultural Pancho Fierro (1939), un legendario centro de reunión de artistas y
intelectuales
Conoce al padre Jorge C. Lira en la parroquia de Calca, y realiza los primeros estudios
de folklore en el departamento de Antropología de la Universidad San Antonio Abad,
con Efraín Morote Best y Josafat Roel Pineda.
Celia y José María se conocieron en la peña "Pancho Fierro", un local que ella había
fundado con su hermana Alicia Bustamante en 1936. El amor surgió entre rejas, cuando
las hermanas hacían labor social en "El Sexto", donde Arguedas estaba recluido. Se
casaron el 30 de junio de 1939 en Sicuani, Cusco, localidad en la que el escritor fue
nombrado profesor de una escuela de alumnos quechuahablantes. Ella era un año
menor que él.
1944-1945
En 1944 presentó un episodio depresivo caracterizado por decaimiento, fatiga,
insomnio, ansiedad y probablemente crisis de angustia, por lo cual pidió licencia
repetidas veces en su centro de labor docente. Este episodio lo describió en sus cartas a
su hermano Arístides y brevemente en sus diarios insertados en su novela póstuma El
zorro de arriba y el zorro de abajo; en una de esas cartas (con fecha 23 de julio de 1945)
dijo: “Yo sigo mal. Van tres años que mi vida es una alternativa de relativo alivio y de
días y noches en que parece que ya voy a terminar. No leo, apenas escribo; cualquier
preocupación intensa me abate totalmente. Sólo con un descanso prolongado, en
condiciones especiales, podría quizá, según los médicos, curar hasta recuperar mucho
mi salud. Pero eso es imposible.” Se recuperó, pero eventualmente tendría otras
recaídas posteriores.
1947
En marzo de 1947 fue nombrado Conservador General de Folklore del Ministerio de
Educación, para luego ser promovido a Jefe de la Sección Folklore, Bellas Artes y
Despacho del mismo Ministerio (1950-1952).
1948-1949
En 1948, se le redujeron las horas de clases y el sueldo de profesor que recibía en
el Ministerio de Educación, bajo la acusación de hacer propaganda comunista.
Finalmente fue cesado (1949). Eran los días de la dictadura de Manuel A. Odría. Sin
embargo, continuó ejerciendo diversos cargos en instituciones oficiales encargadas de
conservar y promover la cultura.
1950
Entre 1950 y 1953 dictó cursos de Etnología y Quechua en el Instituto Pedagógico
Nacional de Varones. Concluye la especialidad de Antropología en San Marcos.
1953
En 1953 fue nombrado Director del Instituto de Estudios Etnológicos del hoy Museo
Nacional de la Cultura Peruana, cargo en el que permaneció durante diez años;
simultáneamente dirigió la revista Folklore Americano (órgano del Comité
Interamericano de Folklore, del que era secretario).
1954
1958
En 1958 publicó Los ríos profundos, novela autobiográfica, por la cual recibió en 1959 el
Premio Nacional de Fomento a la Cultura Ricardo Palma. Esta novela ha sido
considerada como su obra maestra. Por entonces empezó a ejercer como catedrático
de Etnología en la Universidad de San Marcos (de 1958 a 1968).Fue reeditada
en 1978 por la Biblioteca Ayacucho de Caracas con prólogo de Mario Vargas Llosa.
Participa como Asesor Cultural del club Provincial Andahuaylas con sede en Lima.
1960-1962
CARTAS : En una carta de ese año a John Murra, comentándole la corrupción sexual en
la prisión de El Sexto, confesaba el origen de algunas de sus ideas sobre la mujer: "Yo
me crié casi sin hogar, huérfano, con una madrastra cruel y un padre vagabundo, por
causa creo que principalmente de sus desavenencias con su mujer. Pero mi padre era
muy católico; un caballero a la antigua, puro, con el sentido clásico de la pureza
moral, muy especialmente sexual. Para mí la mujer constituyó siempre, y sigue siendo,
un ser angelical, la forma más perfecta de la belleza terrena. Hacerla motivo del
"apetito material" constituía un crimen nefando y aún sigo participando no solo de la
creencia sino de la práctica" (carta del 21/11/1960). Un año después, consolidada su
amistad con Murra, se animaba a confesiones más explícitas: "He padecido en estos dos
últimos meses una aguda crisis de mi dolencia nerviosa que viene de antiguo. Tuve
una niñez y una adolescencia bárbaras, oscilando entre la ternura infinita de gente
que sufría (los sirvientes quechuas de mi madrastra) que me protegieron, la ternura
de mi padre muy o algo controlada por su antiguo concepto de la autoridad paternal y
la brutalidad de un hermanastro y una madrastra, especialmente de mi hermanastro
que era un verdadero monstruo de egoísmo y maldad.(...) Pero en ninguna parte
encontré durante la infancia la protección verdadera para recibir armoniosamente el
despertar deslumbrante y terrible ante el mundo, y en mi adolescencia estuve
solo" (carta del 12/11/1961).
El 6 de enero de 1962 escribe la primera carta dirigida a la Dra. Lola Hoffman, una
psiquiatra junguiana chilena de origen letón que atendió a Arguedas durante los años
60. Ya el escritor había comenzado a viajar a Santiago de Chile huyendo de las
inquietudes de Lima: "Ahora, a la semana de mi llegada a Lima, me siento otra vez,
abatido. En Santiago, y en casa de Gaby me sentía como en un paraíso. Todo era
afecto. Y mis entrevistas con usted me volvieron a la vida. En sus palabras encontré de
veras el fondo de donde surgían las tenazas que estaban apretándome y la más dura
de ellas cayó instantáneamente. Encontré en usted y en la mamá de Gaby algo de la
imagen de la madre, y en Gaby a la hermana que nunca tuve. (...) La noche víspera de
mi viaje recibí dos invitaciones 'muy significativas' a las que no pude aceptar. E hice el
viaje de retorno un poco desgarrado. Esas invitaciones confirmaban la principal
esperanza que usted me devolvió; que puedo interesar todavía.
Una de las jóvenes me dijo que “era yo tierno y patético'. Es decir que en Chile uno
puede ser amado por el espíritu; aquí eso es muy raro. Y esa joven solo me oyó cantar
en quechua (...) Lo que ansió es ser amado con pureza." Luego confiesa a la doctora
Hoffman que al llegar a Lima tuvo una relación con su esposa(Arguedas escribe
"exposa", errata que no puede dejar de considerarse significativa) "prolongada y
excesiva", que le hizo mucho daño; amaneció deprimido y alejado de ella. La carta se
extiende acerca de la hostilidad que siente en su país, por el que querría poder seguir
luchando. Pero admite que ha caído en postración y se ve impotente: "No puedo
escribir, no puedo leer sino muy limitadamente”.
1961
En 1961 publicó su novela El Sexto, por la cual se le concedió, por segunda vez, el
Premio Nacional de Fomento a la Cultura Ricardo Palma (1962). Dicha obra es un relato
novelado de su experiencia carcelaria en el famoso penal situado en el centro de Lima,
clausurado en 1986.
1962
Publica su poema “A nuestro creador Tupac Amaru”. Es contratado a tiempo parcial
como profesor de Etnologia por la Universidad Nacional Agraria de la Molina en Lima.
(1962-1969)
En 1962 editó su cuento La agonía de Rasu Ñiti. Viajó en ese mismo año a Berlín
Occidental (Alemania), donde se llevó a cabo el primer coloquio de escritores
iberoamericanos, organizado por la revista Humboldt.
1963
En 1958, JMA pidió a la Unesco una beca para viajar a España y tratar de responder a la
pregunta cuánto de España hay en las comunidades peruanas. Nunca antes antropólogo
latino americano alguno había formulado un plan de trabajo como ese. Su libro “Las
comunidades de España y Perú”, fue su tesis de doctorado en San Marcos en 1963,
En 1963 fue nombrado Director de la Casa de la Cultura del Perú, donde llevó a cabo
una importante labor profesional; sin embargo, renunció al año siguiente, como gesto
de solidaridad para con el presidente de la Comisión Nacional de Cultura.
1964
En 1964 publicó su obra más ambiciosa: Todas las sangres, novela de gran consistencia
narrativa, en la que el escritor quiso mostrar toda la variedad de tipos humanos que
conforman el Perú y a la vez los conflictos determinados por los cambios que origina en
las poblaciones andinas el progreso contemporáneo. En ese mismo año se le reconoció
su labor de docente otorgándosele las Palmas Magisteriales en grado de Comendador y
una Resolución Suprema firmada por el presidente Fernando Belaúnde Terry dándole
las “gracias por los servicios prestados a favor de la cultura nacional”. Fue nombrado
también Director del Museo Nacional de Historia, cargo que ejerció hasta 1966.
1965
Se edito ese año El sueño del pongo. Cuento
En 1965, luego de divorciarse de su primera esposa, se casó con la dama chilena María
Matilde Sibyla Arredondo Guevara , quien lo acompañó hasta el final de su vida. Años
después Sybila estuvo presa en el Perú acusada de tener vínculos con el grupo
terrorista Sendero Luminoso conocida con el apelativo de "Luisa" apoyando a Socorro
Popular y tras ser liberada volvió a su país en el 2002.
1966
La depresión de Arguedas hizo crisis en 1966, llevándolo a un primer intento de suicidio
por sobredosis de barbitúricos el 11 de abril de aquel año. Desde hace algunos años, el
escritor venía recibiendo múltiples tratamientos psiquiátricos, describiendo sus
padecimientos en sus escritos: “Yo estoy sumamente preocupado con mi pobre salud.
(...) He vuelto fatigadísimo, sin poder dormir y angustiado. Tengo que ir a donde el
médico nuevamente; aunque estos caballeros nunca llegan a entender bien lo que uno
sufre ni las causas. Lo malo es que esto me viene desde mi infancia" (carta a John
Murra, 28 de abril de 1961). “Un poco por miedo otro poco porque se me necesitaba o
creo que se me necesitaba he sobrevivido hasta hoy y será hasta el lunes o martes.
Temo que el Seconal no me haga el efecto deseado. Pero creo que ya nada puedo hacer.
Hoy me siento más aniquilado y quienes viven junto a mí no lo creen o acaso sea más
psíquico que orgánico. Da lo mismo. (...) Tengo 55 años. He vivido bastante más de lo
que creí” (carta a Arístides Arguedas, 10 de abril de 1966). A partir del intento de
suicidio, su vida ya no volvió a ser la misma. Se aisló de sus amigos y renunció a todos
los cargos públicos que ejercía en el Ministerio de Educación, con el propósito de
dedicarse solamente a sus cátedras en la Universidad Agraria y en la de San Marcos.
Arguedas había roto su vínculo con Celia para formalizar su relación con Sybila
Arredondo, con quien decidió quedarse luego de cancelar un romance con otra chilena,
conocida sólo por el nombre de Beatriz. Terminó por vivir con Arredondo no obstante
que por esos días le escribió a Celia: "Sybila no me inspira nada. (...) No ama mi
trabajo; es una criatura dominada por lo material. (...) No me pregunta nunca por lo
que hago ni proyecto". Eso decía para justificar su conducta ante la mujer con la que
compartió 26 años de vida y soportó infidelidades, como lo reconoció él mismo en una
carta de julio de 1965: "Acuérdate de que olvidé por completo a la joven de Apata
(Vilma Ponce, con la que se relacionó entre 1954 y 1956). Pero ella me auxilió a
retomar el hilo de ‘Los ríos profundos’. Allá lo reempecé y seguí escribiéndolo de
seguido, como ‘Todas las sangres’, luego del estímulo, completamente extinguido, de
Beatriz ".
En reiteradas cartas, manifiesta al Alcalde Carlos Flores Pinto su profundo anhelo de
volver a descansar a su Andahuaylas
En la revista Kachkanirajmi aparece su poema ”Katatay” (temblar).
Para tratar su mal se puso en contacto con la psiquiatra chilena Lola Hoffmann, quien
le recomendó, a manera de tratamiento, que continuara escribiendo.
1967
De este modo publicó otro libro de cuentos: Amor mundo y todos los
cuentos (1967), y más adelante, su obra póstuma: El zorro de arriba y el zorro de abajo.
Se casa con Sybila Arredondo.
1968
En 1968 terminó su magisterio en la Universidad de San Marcos, y, casi
simultáneamente, fue elegido jefe del departamento de Sociología de
la Universidad Nacional Agraria La Molina, a la cual se consagró a tiempo completo. Ese
mismo año le fue otorgado el premio “Inca Garcilaso de la Vega”, por haber sido
considerada su obra como una contribución al arte y a las letras del Perú. En esa ocasión
pronunció su famoso discurso: No soy un aculturado.
Cementerio de El Angel
Sin embargo, por esta época se agudizaron nuevamente sus dolencias psíquicas y
renació la idea del suicidio, tal como lo atestiguan sus diarios insertos en su novela
póstuma: “Yo no voy a sobrevivir al libro. Como estoy seguro que mis facultades y
armas de creador, profesor, estudioso e incitador, se han debilitado hasta quedar casi
nulas y sólo me quedan las que me relegarían a la condición de espectador pasivo e
impotente de la formidable lucha que la humanidad está librando en el Perú y en todas
partes, no me sería posible tolerar ese destino. O actor, como he sido desde que ingresé
a la escuela secundaria, hace cuarentitrés años, o nada” (Epílogo, 29 de
agosto de 1969). Finalmente renunció a su cargo en la Universidad Agraria y el 28 de
noviembre se encerró en el baño de la universidad y se disparó un tiro en la cabeza, a
causa del cual murió, después de pasar cinco días de penosa agonía (2 de diciembre). El
mismo día del disparo fatal, le había escrito lo siguiente a su
esposa Sibyla: “¡Perdóname! Desde 1943 me han visto muchos médicos peruanos, y
desde el 62, Lola, de Santiago. Y antes también padecí mucho con los insomnios y
decaimientos. Pero ahora, en estos meses últimos, tú lo sabes, ya casi no puedo leer; no
me es posible escribir sino a saltos, con temor. No puedo dictar clases porque me
fatigo. No puedo subir a la Sierra porque me causa trastornos. Y sabes que luchar y
contribuir es para mí la vida. No hacer nada es peor que la muerte, y tú has de
comprender y, finalmente, aprobar lo que hago.”
Carta de despedida del Amauta Jose Marìa Arguedas antes del suicidio.
Les dejo un sobre que contiene documentos que explican las causas de la decisión que
he tomado.
Profesores y estudiantes tenemos un vínculo común que no puede ser invalidado por
negación unilateral de ninguno de nosotros. Este vínculo existe, incluso cuando se le
niega: somos miembros de una corporación creada para la enseñanza superior y la
investigación. Yo invoco ese vínculo o lo tomo en cuenta para hacer aquí algo
considerado como atroz: el suicidio. Alumnos y profesores guardan conmigo un vínculo
de tipo intelectual que se supone y se concibe debe ser generoso y no entrañable. De ese
modo recibirán mi cuerpo como si él hubiera caído en un campo amigo, que le
pertenece, y sabrán soportar sin agudezas de sentimiento y con indulgencia este hecho.
Me acogerán en la Casa nuestra, atenderán mi cuerpo y lo acompañarán hasta el sitio en
que deba quedar definitivamente. Este acto considerado atroz yo no lo puedo ni debo
hacer en mi casa particular. Mi Casa de todas las edades es esta: La universidad. Todo
cuanto he hecho mientras tuve energías pertenece al campo ilimitado de la Universidad
y, sobre todo, el desinterés, la devoción por el Perú y el ser humano que me impulsaron
a trabajar. Nombro por única vez este argumento. Lo hago para que me dispensen y me
acompañen sin congoja ninguna sino con la mayor fe posible en nuestro país y su gente,
en la Universidad que estoy seguro anima nuestras pasiones, pero sobre todo nuestra
decisión de trabajar por la liberación de las limitaciones artificiales que impiden aún el
libre vuelo de la capacidad humana, especialmente la del hombre peruano.
Creo haber cumplido mis obligaciones con cierto sentido de responsabilidad, ya como
empleado, como funcionario, docente y como escritor. Me retiro ahora porque siento, he
comprobado que ya no tengo energía e iluminación para seguir trabajando, es decir,
para justificar la vida. Con el acrecentamiento de la edad y el prestigio las
responsabilidades, la importancia de estas responsabilidades crecen y si el fuego del
ánimo no se mantiene y la lucidez empieza, por el contrario, a debilitarse, creo
personalmente que no hay otro camino que elegir, honestamente que el retiro. Y
muchos, ojalá todos los colegas y alumnos, justifiquen y comprendan que para algunos
el retiro a la casa, es peor que la muerte.
He dedicado este mes de noviembre a calcular mis fuerzas para descubrir si las dos
últimas tareas que comprometían mi vida podían ser realizadas dado el agotamiento que
padezco desde hace algunos años. No. No tengo fuerzas para dirigir la recopilación de la
literatura oral quechua ni menos para emprenderla, pero con el Dr. Valle Riestra,
Director de Investigaciones, se convino en que esa tarea la podía realizar conforme al
plan que he presentado. Voy a escribir a la Editorial Einaudi de Turín que aceptó mi
propuesta de editar un volumen de 600 páginas de mitos y narraciones quechuas.
Nuestra Universidad puede emprender y ampliar esta urgente y casi agónica tarea. Lo
puede hacer si contrata, primero, con mi sueldo que ha de quedar disponible y está en el
presupuesto, a Alejandro Ortiz Recamiere, mi exdiscípulo y alumno distinguido de Lévi
—Strauss durante cuatro años y lo nombra después. Él se ha preparado lo más
seriamente que es posible para este trabajo y puede formar, con el Dr. Alfredo Torero**,
un equipo del más alto nivel. Creo que la Editorial Einaudi aceptará mi sustitución por
este equipo que representaría a la Universidad. En cuanto a lo demás está expuesto en
mi carta a Losada y en el “Ultimo Diario” de mi casi inconclusa novela “El zorro de
arriba y el zorro de abajo”. Documentos que acompaño a este manuscrito.
Declaro haber sido tratado con generosidad en la Universidad Agraria y lamento que
haya sido la institución a la que más limitadamente he servido, por ajenas
circunstancias. Aquí, en la Agraria, fui miembro de un Consejo de Facultad y pude
comprobar cuán fecunda y necesaria es la intervención de los alumnos en el gobierno de
la Universidad. Fui testigo de cómo delegados estudiantes fanatizados y algo brutales
fueron siendo ganados por el sentido común y el espíritu universitario cuando los
profesores en lugar de reaccionar sólo con la indignación lo hacían con la mayor
serenidad, energía e inteligencia. Yo no tengo ya desventuradamente, experiencia
personal sobre lo ocurrido durante los trece meses últimos que he estado ausente, pero
creo que acaso los cambios no hayan sido tan radicales. Espero, creo, que la Universidad
no será destruida jamás; que de la actual crisis se alzará más perfeccionada y con mayor
lucidez y energía para cumplir su misión.
Las crisis se resuelven mejorando la salud de los vivientes y nunca antes la Universidad
ha representado más ni tan profundamente la vida del Perú. Un pueblo no es mortal, y
el Perú es un cuerpo cargado de poderosa savia ardiente de vida, impaciente por
realizarse; la Universidad debe orientarla con lucidez, “sin rabia”, como habría dicho
Inkarri y los estudiantes no están atacados de rabia en ninguna parte, sino de
generosidad sabia y paciente. ¡La rabia no!
Dispensadme estas póstumas reflexiones. He vivido atento a los latidos de nuestro país.
Dispensadme que haya elegido esta Casa para pasar, algo desagradablemente, a la
cesantía. Y, si es posible, acompañadme en armonía de fuerzas que por muy contrarias
que sean, en la Universidad y acaso sólo en ella, pueden alimentar el conocimiento.
La Molina, 27 de noviembre de 1969
En el “¿Último diario?”, que integra la obra El zorro de arriba y el zorro de abajo, José
María Arguedas nos dice: “… si el balazo se da y acierta. Estoy seguro que es ya la
única chispa que puedo encender…”, la única luz, fuego, pulso y calor. Confesó también
que todos los latidos de su vida eran de amor, devoción y consagración al Perú."
El día de su entierro, tal como el escritor había pedido en su diario, el músico
andino Máximo Damián tocó el violín ante su féretro, acompañado por el arpista
Luciano Chiara y los danzantes de tijera Gerardo y Zacarías Chiara, y luego pronunció
un breve discurso, en palabras que transmitieron el sentimiento del pueblo indígena,
que lamentó profundamente su partida. Su amiga Racila Ramirez Suárez de Ferrel le
canto en Quechua.
Jaime Guardia, Máximo Damián y Luis Durand, tocando el arpa, el violín, la quena y el
charango, como contorsionándose detrás de su ataúd fueron los danzantes de tijeras.
** "A Jaime Guardia Neyra, de la Villa de Pauza, en quien la música del Perú está
encarnada cual fuego y llanto sin límites" (José María Arguedas)
Jaime Guardia
Los restos del escritor andahuaylino José María Arguedas Altamirano fueron enterrados
en el cementerio El Ángel y luego trasladado a Andahuaylas.
1983
En 1983 la editorial Horizonte de Lima editó las obras completas de José María
Arguedas en cinco tomos, compilada por Sybila Arredondo de Arguedas, viuda del
escritor.
2004
En junio del 2004 fue exhumado y trasladado a donde descansa actualmente, el lugar
donde nació Andahuaylas "PRADERA DE LOS CELAJES" (paqchaq).
La producción intelectual de Arguedas es bastante amplia y comprende unos 400
escritos, entre creaciones literarias (novelas y cuentos), traducciones de poesías y
cuentos quechuas al español, trabajos monográficos, ensayos y artículos sobre el idioma
quechua, la mitología prehispánica, el folclore y la educación popular, entre otros
aspectos de la cultura peruana. La circunstancia especial de haberse educado dentro de
dos tradiciones culturales, la occidental y la indígena, unido a una delicada sensibilidad,
le permitieron comprender y describir como ningún otro intelectual peruano la
compleja realidad del indio nativo, con la que se identificó de una manera intensa. En
Arguedas, la labor del literato y del etnólogo no está nunca totalmente disociadas;
incluso, en sus estudios más académicos encontramos el mismo lenguaje lírico que en
sus narraciones.
2011
En 2011, con motivo del centenario del nacimiento de José María Arguedas, se han
programado diferentes actividades en honor al novelista indigenista. La primera de ellas
fue la propuesta de que elGobierno del Perú declare el 2011 como el Año del Centenario
del Nacimiento de José María Arguedas, sin embargo, ésta fue dejada de lado y el 31 de
diciembre del 2010 el presidente Alan Garcíadeclaró el año entrante como Año del
Centenario de Machu Picchu Para el Mundo, al conmemorarse también el centenario
del redescubrimiento de la ciudadela inca en el 2011. La polémica sobre esta decisión
aún continúa, puesto que aún muchos opinan que ha sido una mezquindad no otorgarle
el 2011 a uno de los más grandes estudiosos del Perú profundo.
Poesías:
Escritos primero en quechua, y luego traducidos al español por el mismo autor, los
poemas de Arguedas asumen conscientemente la tradición de la poesía quechua, antigua
y moderna, convalidan la visión del mundo que la anima, revitalizando sus mitos
esenciales y condensan en un solo movimiento la protesta social y la reivindicación
cultural.
1962 - Túpac Amaru Kamaq taytanchisman. Haylli-taki/ A nuestro padre creador
Túpac Amaru. Himno-canción.
1966 - Oda al jet.
1969 - Qollana Vietnam Llaqtaman / Al pueblo excelso de Vietnam.
1972 – Katatay y otros poemas. Huc jayllikunapas. Poemas en versiones quechua y
española. Publicado póstumamente por Sybila Arredondo de Arguedas.
1938 - Canto kechwa. Con un ensayo sobre la capacidad de creación artística del pueblo
indio y mestizo. Edición bilingüe preparada en la prisión.
1947 - Mitos, leyendas y cuentos peruanos. Recogidos por los maestros del país y
editados en colaboración con Francisco Izquierdo Ríos.
1949 - Canciones y cuentos del pueblo quechua.
1953 - Cuentos mágico-realistas y canciones de fiestas tradicionales - Folclor del valle
del Mantaro.
1956 - Puquio, una cultura en proceso de cambio.
1957 - Estudio etnográfico de la feria de Huancayo.
1957 - Evolución de las comunidades indígenas. Premio Nacional Fomento a la Cultura
Javier Prado en 1958.
1958 - El arte popular religioso y la cultura mestiza.
1961 - Cuentos mágico-religiosos quechuas de Lucanamarca.
1966 - Poesía quechua.
1966 - Dioses y Hombres de Huarochirí. Hermosa traducción directa al castellano, de
los mitos de la creación del mundo de la recopilación hecha por el sacerdote cuzqueño
Francisco de Avila a fines del siglo XVI, en la provincia de Huarochirí.
1968 - Las comunidades de España y del Perú.
1975 - Señores e indios - Acerca de la cultura quechua. Compilación de Ángel Rama.
1976 - Formación de una cultura nacional indoamericana. Compilación debida a Ángel
Rama y cuyo título "busca interpretar... una preocupación central de Arguedas".
OBRAS PUBLICADAS DE JOSE MARIA ARGUEDAS
2. Diamantes y pedernales
Lima: Norma, 2004
Esta selección de textos realizada por Ricardo González Vigil reúne lo mejor de la
narrativa breve de uno de los escritores que exploró con maestría la "quechuización! del
español. Afín al mestizaje de nuestras artes plásticas del siglo XVII.
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3. Los ríos profundos Lima: Horizonte, 2001
Esta novela de Arguedas es importante, según el crítico Julio Ortega, no sólo "por
habernos descubierto un mundo nativo sino también la de revelarnos una nueva
literatura, que él iniciaba con esta novela, clausurando por una parte el viejo
indigenismo de buena voluntad y comenzando, por otra, nuestra moderna lectura de ese
mundo discordante que resultaba ser el más nuestro, el más próximo y propio".
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7. El Sexto
Lima: Horizonte, 1980 (6ta. Edición)
Esta novela tiene como escenario la cárcel, el Sexto, escuela del vicio y -extrañamente-,
como Arguedas mismo lo sugiere en sus palabras citadas, "escuela de generosidad". En
la cárcel se encuentra lo peor que la sociedad ha elaborado y la esperanza de los que, por
cambiarla, lucharon a viva voz y en la acción.
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8. Páginas escogidas
Lima: Universo S.A., 1974 (2da. Edición)
Selección de la obra de Arguedas, efectuada por Emilio Wesphalen, tiene el propósito de
mostrar las diversas facetas de este gran escritor: como cuentista, novelista, etnólogo y
folklorista y poeta, que revelan a un creador y estudioso de un vasto sector del Perú
menospreciado por el país oficial. Con prólogo de Abelardo Oquendo.
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