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Se puede comenzar mencionando que el ser humano vive con un temor constante a la

mediana edad, miedo a envejecer, miedo a la cercanía con la muerte. Éste miedo se hace
aún mayor en las mujeres que en los hombres, por el simple hecho de su ciclo normal de
fertilidad.

Y bueno, a pesar de que las personas en su poco análisis crean que, con esa edad, que
ronda entre los cuarenta (40) y los sesenta (60) años comienza su peor etapa, solo hay
pequeñas facultades que van disminuyendo, es un deterioro normal y es en temas como la
velocidad y la competitividad cognitiva. Ahora bien, así como disminuyen estos factores
también aumentan varias de sus capacidades que al fin y al cabo sirven mucho más para
la vida y son tareas complejas como tener perspectivas, visiones, delegación de tareas y
responsabilidades, reflexiones profundas, programación y planeación a largo plazo, entre
otras.

Pero si hay que hablar del mejoramiento de esas habilidades, también hay que mencionar
que mejoran y perfeccionan destrezas emocionales. Tales aptitudes no solo llevan a la
gente a sentir y mejorar relaciones sociales y sentimentales sino también pueden compartir
y enseñar a vivir a la gente que viene detrás, ya sean hijos, sobrinos, alumnos, amigos de
edades menores y demás allegados.

Pero bueno, ahora pensando en un ámbito más profesional y vocacional. Muchos dicen y
hay teorías que argumentan que entre menos edad tenga una persona profesional, es más
el capital intelectual que le puede aportar a los mercados, a las empresas y otros ambientes
laborales. Pero entonces cabría hacer una pregunta, ¿qué es lo que en realidad están
buscando las empresas? ¿acaso son jóvenes sin experiencia? ¿sin madurez experimental?
¿sin determinación o carácter?
Si bien se ha dicho anteriormente la edad en la cual nuestra mente y habilidades cognitivas
más profundas se encuentran en una edad más avanzada y esto es algo que al parecer
solo se entiende en el antiguo continente y en algunos otros países de primer mundo o más
desarrollados. Un ejemplo muy claro de su contraparte se puede conseguir en varias
empresas alrededor de Latinoamérica, en dónde te miden por lo que hayas estudiado en el
menor tiempo posible y no en lo que puedes dar para una empresa con experiencia, análisis
profundo y proyección.

¿Será acaso por algunas “patas de gallo” o aspectos físicos donde se evidencia un poco la
elasticidad en la piel? ¿quizás algunas canas y unos kilos de más? ¿o tal vez el simple y
superficial hecho de presbicia en una persona de más edad? ¿Será en serio que existen
los síntomas de declive en las personas de ésta edad?

¿Acaso Albert Einstein no ganó su nobel luego de los cuarenta (40)? ¿O Stephen Hawking
no nos dejó sus mejores teorías, experiencias y conocimientos ya entrado y pasado la
mediana edad?

Sea cual sea la razón en concreto, está claro que la sociedad latina está convencida de que
las personas en su mediana edad están perdiendo facultades y credibilidad. Debemos
atribuir quizá a todo esto de pronto el hecho de que la sociedad va a un ritmo más veloz y
menos consciente de lo que va sucediendo o de lo que sucedía en el principio de los
postulados.

Ahora bien, al analizar el funcionamiento como seres vivos y reproductivos simplemente se


trataría de un tema que se puede identificar como “desarrollo programado”. Los niños
aprenden que el ser humano nace, crece, se reproduce y muere. Y es que es algo
inevitable, tenemos varios ciclos que son perfectos e inamovibles, entre estos el que más
preocupa a las mujeres y bueno, no deja de preocupar también a los hombres incluso por
la potencia sexual. ¿Pero es realmente lo que se pierde en la mediana edad? Es mejor que
se hable de que hay algo más que solo tener relaciones sexuales, a esa edad el ser humano
experimenta otro tipo de conexiones emocionales cuando se comparte intimidad con otra
persona, quizá cosas que no se pueden experimentar cuando tu madurez sexual se basa
en solo tener placer propio. Es claro que se disminuirá la capacidad reproductiva en algunas
ocasiones, pero hablamos de construir y sentir otro tipo de sensaciones.

Los animales por ejemplo no se pueden comparar con el ser humano en este tipo de
situaciones, ellos simplemente son impulsivos, necesitan una conexión genética, la
creación de descendencia capaz de seguir con su continuidad de la especie. El ser humano
por su parte no es consciente completamente de que lo único necesario no es sostener la
especie, también debemos seguir cadenas de cultura, historia, arte, conocimiento,
emociones y muchas otros factores que para los seres no racionales son totalmente
irrelevantes.

Hay distinciones también entre hombre y mujer como se había mencionado ya unos
párrafos atrás en la crisis de la mediana edad. En los hombres por ejemplo hay tres
condiciones que los cuestionan en ésta etapa de su vida, quizá hombres que no han
madurado completamente o que simplemente no han querido aceptar dicho momento.
Estos seres involucionados quieren chicas más jóvenes porque creen que así recuperarán
años en vivencias y recuerdos, también realizan cosas que parecen hasta descabelladas
para un adulto y es el de lucir coches nuevos o estrenar motos llamativas sin mencionar
también la depresión y el autoanálisis que los lleva a realizar los dos puntos anteriormente
propuestos. ¿Tendrán acaso más posibilidades de realizar cosas iguales o mejores que
antes?

También están las mujeres con la famosa “menopausia” y sus desórdenes hormonales en
el cual la mayoría se estancan en una depresión absoluta y que responden con
comportamientos que muchas veces los hombres se tornan totalmente desinteresados y
desentendidos sin comprender todo el proceso que debe llevar una mujer en ésta etapa.

Y aunque estás dos situaciones parecen difíciles e impensables, existen muchas personas
que con experiencia y ya camino recorrido en dichas situaciones pueden acreditar a ésta
etapa como la más tranquila, de más libertad, mayor satisfacción tanto consigo mismos y
con su entorno, viven con menos estrés y mayor plenitud.

Se sabe que existe la teoría de la “curva de la felicidad”, dos etapas que convergen en tres
edades; de entre los veinte (20) y los cuarenta y seis (46) años aproximadamente y entre
los cuarenta y seis (46) y los setenta (70). Son dos etapas totalmente diferentes y totalmente
incomparables. Pero más allá de éstas, se encuentran las actividades que realice la
persona para sobrevivir a cada una de ellas. Se deben dejar ciertas acciones de lado y
abrirse a un campo nuevo de posibilidades y momentos propios, puede ser el momento
para vivir la verdadera vida, buscar nuevos caminos, nuevos propósitos, nuevas metas,
ampliar nuevas fronteras, encontrar lugares tranquilos, terapias distintas y que los hagan
totalmente vitales de otra manera.

La conclusión para todo esto no es más que como seres humanos, nunca se debe parar,
nunca se es tarde para hacer cosas nuevas, para desenvolverse en otro tipo de campos,
despertar nuevas habilidades, crear nuevas aficiones, aprender cosas nuevas y por
supuesto potencializar la inteligencia emocional, ya que finalmente ésta raza sobre la tierra
es la única capaz de sentir, amar y vivir como ninguna otra.

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