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Cuenta la leyenda que hace muchos años, una bella mujer dormía en su habitación, justo a
media noche la mujer despertó cuando comenzó a escuchar un ruido extraño, al hacerlo
observo como un hombre colgaba de una soga en una esquina de su habitación, de inmediato
comenzó a gritar y el resto de las personas que Vivian en esa casa acudieron ayudarla pero al
llegar ya no había nada.
Al día siguiente la mujer fue a la iglesia a contarle al padre lo sucedido, al hacerlo el padre le
pregunto que si lo reconocía, a lo que la mujer contesto que no, entonces el padre le dijo que
era un alma en pena, que debía preguntar que necesitaba, esa misma noche el fantasma volvió
aparecer, pero lo mujer no tenía el valor para preguntar, así ocurrió el día siguiente, hasta que
otras mujeres acompañaron a la mujer durante la noche, fue entonces cuando se armó de valor
para preguntar que necesitaba, el fantasma dijo que había muerto y que su amada no lo sabía y
había pensado que el había huido, el necesitaba que ella supiera lo sucedido, y así fue, la mujer
conto lo sucedido después de encontrar a la amada del aquel hombre, y solo así pudo descansar
en paz.
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LEYENDA DE LOS VOLCANES POPOCATÉPETL E IZTACCIHUATL
Hace tiempo, cuando los aztecas dominaban el Valle de México, los otros pueblos debían
obedecerlos y rendirles tributo, pese a su descontento. Un día, cansado de la opresión, el cacique
de Tlaxcala decidió pelear por la libertad de su pueblo y empezó una terrible guerra entre aztecas y
tlaxcaltecas.
La bella princesa Iztaccíhuatl, hija del cacique de Tlaxcala, se había enamorado del joven
Popocatépetl, uno de los principales guerreros de este pueblo. Ambos se profesaban un amor
inmenso, por lo que antes de ir a la guerra, el joven pidió al padre de la princesa la mano de ella si
regresaba victorioso. El cacique de Tlaxcala aceptó el trato, prometiendo recibirlo con el festín del
triunfo y el lecho de su amor. El valiente guerrero se preparó con hombres y armas, partiendo a la
guerra después de escuchar la promesa de que la princesa lo esperaría para casarse con él a su
regreso. Al poco tiempo, un rival de Popocatépetl inventó que éste había muerto en combate. Al
enterarse, la princesa Iztaccíhuatl lloró amargamente la muerte de su amado y luego murió de
tristeza.
Popocatépetl venció en todos los combates y regresó triunfante a su pueblo, pero al llegar, recibió
la terrible noticia de que la hija del cacique había muerto. De nada le servían la riqueza y poderío
ganados si no tenía su amor. Entonces, para honrarla y a fin de que permaneciera en la memoria
de los pueblos, Popocatépetl mandó que 20,000 esclavos construyeran una gran tumba ante el Sol,
amontonando diez cerros para formar una gigantesca montaña. Desconsolado, tomó el cadáver de
su princesa y lo cargó hasta depositarlo recostado en su cima, que tomó la forma de una mujer
dormida. El joven le dio un beso póstumo, tomó una antorcha humeante y se arrodilló en otra
montaña frente a su amada, velando su sueño eterno. La nieve cubrió sus cuerpos y los dos se
convirtieron, lenta e irremediablemente, en volcanes. Desde entonces permanecen juntos y
silenciosos Iztaccíhuatl y Popocatépetl, quien a veces se acuerda del amor y de su amada; entonces
su corazón, que guarda el fuego de la pasión eterna, tiembla y su antorcha echa un humo
tristísimo… Durante muchos años y hasta poco antes de la Conquista, las doncellas muertas por
amores desdichados eran sepultadas en las faldas del Iztaccíhuatl.
En cuanto al cobarde tlaxcalteca que por celos mintió a Iztaccíhuatl sobre la muerte de
Popocatépetl, desencadenando esta tragedia, fue a morir desorientado muy cerca de su tierra,
también se convirtió en una montaña, el Pico de Orizaba y se cubrió de nieve. Le pusieron por
nombre Citlaltépetl, o “Cerro de la estrella” y desde allá lejos vigila el sueño eterno de los dos
amantes a quienes nunca, jamás podrá separar
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LEYENDA DE MORELOS
Cuentan que hace muchos años una mujer casada se enamoró de otro
hombre, ambos se veían por las mañanas mientras el esposo trabajaba.
Un día la mujer se enteró que estaba embarazada, como no sabía que hacer
le dijo a su esposo que era del aunque ella sabía que era del otro hombre.
Cuando nació él bebe comenzó a buscar a quien sería su madrina para el
bautizo, la elegida había sido una de sus mejores amigas, la cual sería la
encargada de llevar al recién nacido hasta la iglesia.
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LEYENDAS DEL PANTEÓÓ N DE BELEÓ N
Cuenta una de las leyendas del Panteón de Belén que hubo un vampiro que se alimentaba
de la sangre de los tapatíos. Todo empezó cuando encontraban pequeños animales en la
ciudad sin una gota de sangre.
Después encontraron niños muertos y lo peor sin sangre. Pánico reinaba en las calles al
caer la noche. La gente no salía al oscurecer y se quedaban en sus casas rezando por sus
vidas.
Hubo unas personas que estaban cansadas de esta situación y se armaron de valor para
acabar con la amenaza nocturna. Después de seguir la pista del Vampiro lo emboscaron. La
misma noche le pusieron una estaca de madera en el corazón que la causo la muerte.
Al día siguiente la comunidad lo sepulto y pusieron lapidas grandes sobre el cuerpo, con la
esperanza de que no surgiera otra vez por la noche.
Después de muchos meses las lapidas fueron quebrantadas. Y un árbol salió de la tumba
del Vampiro. Ese árbol todavía existe en el panteón y se cree que nació de la estaca que
fue clavada en el corazón del Vampiro. Cuando la gente cortaba pequeños pedazos del
árbol este sangraba. La sangre provenía de las victimas del Vampiro.
Durante la noche se dice que puedes ver las caras de las victimas reflejadas en el árbol.
Este árbol parece que está encantado y una de las leyendas del Panteón de Belén más
popular. La gente dice que deben tener vivo el árbol porque cuando el árbol muera el
Vampiro regresara. Actualmente, el árbol del Vampiro es protegido con un cancel porque
mucha gente acostumbraba a trozar el tronco para ver si salía sangre y por ende el árbol se
estaba secando.
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LEYENDA DEL SOL Y LA LUNA
Un día antes de que existiera el mundo, los dioses se preguntaron:
-¿Qué le dará luz al mundo?
El dios más arrogante Tecuciztécatl, contesto:
-Yo le daré luz al mundo.
Y los otros dioses se preguntaron:
-¿Y quién más? – se observaban unos a otros, y nadie se ofrecía para el
puesto.
-Otro dios dijo:
Se tu Nanahuatzin, quien era un dios callado, humilde y feo, entonces el
acepto.
Después los dos dioses comenzaron a hacer penitencia para llegar puros.
Despues de cuatro noches, los dioses se juntaron alrededor del fuego.
Iban a observar el sacrificio de Tecuciztécatl y Nanahuatzin entonces dijeron:
-¡anda pues, Tecuciztécatl! ¡Entra tu primero al fuego! y Él intento de
meterse, pero no pudo por que le dio miedo, lo intento cuatro veces más y no
pudo.
Después los demás dioses dijeron:
-¡entonces entra Nanahuatzin! ¡Intenta tú! -Y Nanahuatzin, cerró los ojos y se
aventó al fuego.
Viendo Tecuciztécatl que Nanahuatzin se arrojó al fuego, de dio vergüenza
que él no había podido y se metió al fuego.
Luego los dioses miraron al cielo y dijeron:
- ahí está Nanahuatzin hecho Sol.
Ninguno lo podía mirar por que era muy brillante
Después apareció Tecuciztécatl hecho Luna.
Aparecieron en el mismo orden que entraron al fuego.
Desde ese momento hay sol y luna.
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EL CONEJO DE LA LUNA
Quetzalcóatl, el dios grande y bueno, se fue a viajar una vez por el mundo en
figura de hombre. Como había caminado todo un día, a la caída de la tarde se
sintió fatigado y con hambre. Pero todavía siguió caminando, caminando,
hasta que las estrellas comenzaron a brillar y la luna se asomó a la ventana de
los cielos. Entonces se sentó a la orilla del camino, y estaba allí descansando,
cuando vio a un conejito que había salido a cenar.
-¿Qué estás comiendo?, - le preguntó.
-Estoy comiendo zacate. ¿Quieres un poco?
-Gracias, pero yo no como zacate.
-¿Qué vas a hacer entonces?
-Morirme tal vez de hambre y de sed.
El conejito se acercó a Quetzalcóatl y le dijo;
-Mira, yo no soy más que un conejito, pero si tienes hambre, cómeme, estoy
aquí.
Entonces el dios acarició al conejito y le dijo:
-Tú no serás más que un conejito, pero todo el mundo, para siempre, se ha de
acordar de ti.
Y lo levantó alto, muy alto, hasta la luna, donde quedó estampada la figura
del conejo. Después el dios lo bajó a la tierra y le dijo:
-Ahí tienes tu retrato en luz, para todos los hombres y para todos los tiempos.
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EL MURCIÉLAGO DE COLORES
Una vez existioó un hermoso murcieó lago. Era la criatura maó s bella de la creacioó n, ya que
en su afaó n por parecerse al resto de las aves, subioó al cielo y solicitoó al creador poseer
plumas. EÓ ste le contestoó que teníóa su permiso para solicitar a otras aves sus mejores
plumas. Y asíó lo hizo. Se dedicoó a pedir las plumas de aquellos especíómenes maó s
vistosos y coloridos. Tras un tiempo de recoleccioó n, el murcieó lago lucíóa, ufano, su
nuevo y espectacular aspecto. Revoloteaba por toda la tierra recreaó ndose en su
imagen. Incluso, en una ocasioó n, con el eco de su vuelo provocoó un maravilloso arco
iris. Todos los animales lo observaban fascinados por su deslumbrante imagen. No
obstante, los halagos comenzaron a hacer mella en eó l. La soberbia se apoderoó de su
raciocinio. Miraba con desprecio al resto de las aves, a las que consideraba inferiores a
eó l por su belleza. Percibíóa que ninguó n otro animal estaba a su altura. Hasta reprochoó al
colibríó que no eran tan agraciado como eó l. Consideraba que no existíóa otra cualidad
maó s importante que no fuera el aspecto fíósico. El resto de aves se sentíóan humilladas
ante el vuelo del murcieó lago. Su continuo pavoneo se hizo insoportable para todo el
reino animal, y sus ofensas llegaron a oíódos del creador. EÓ ste decidioó intervenir. Tras
observar la actitud del bello murcieó lago, lo hizo llamar y subir al cielo. EÓ ste se sintioó
halagado al verse requerido por el ser supremo y su ego se elevoó con eó l. Ante la
presencia del creador, comenzoó a aletear con una alegríóa desbordada. Aleteoó una y
otra vez, desprendieó ndose, inconscientemente, de todas sus bellas plumas. De pronto,
se descubrioó desnudo, como al principio de los tiempos. Avergonzado, descendioó a la
tierra, refugiaó ndose en las cuevas y negaó ndose la visioó n. Durante díóas, llovieron
plumas de colores que eó ste no quiso observar, procurando olvidar lo hermoso que un
díóa fue. Desde entonces, el murcieó lago vivioó recluido en la oscuridad, lamentando su
egoíósta actitud.
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LEYENDA DE CAMPECHE
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EL JINETE SIN CABEZA
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ISLA DE MEZCALA
Se cuenta que es una resistencia histoó rica, donde los espanñ oles no pudieron vencer a
nuestros antepasados, son espacios fríóos ahora, pero que por anñ os ardieron con
dramaó ticos momentos, se cuenta que hay rincones que aunque fuera de díóa teníóan
gran oscuridad, las personas cuentan que en ese lugar se guarda mucho dolor y
muchas muertes donde los enfermos nunca salíóan vivos, se dice que fue una caó rcel, de
un lado estaban los prisioneros de Jalisco y del otro lado los presos de Michoacaó n,
donde se cuenta que se encontraba un cuarto de castigo, donde los delincuentes
pagaban muy caro lo que hacíóan con torturas, en esta isla solo vive una persona que se
llama don Jorge, que cuenta que en las noches lo bajan de la cama y escuchaba
lamentos, este lugar solo es visitado de vez en cuando por turistas que tambieó n
cuentan que han visto y escuchado cosas extranñ as, lo que maó s se les ha aparecido es
un senñ or que fue lanchero y murioó en ese lugar, se les aparece a las personas que
visitan esta la isla.
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APARICIÓN EN LA BASÍLICA
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EL CALLEJÓN DE LA CONDESA
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LA LEYENDA DE LA MULATA DE CÓRDOBA
Cuentan que hace muchos años, en los tiempos de la Inquisición y el Santo oficio, en la Villa de Córdoba
existía una mujer, reconocida por su belleza, aunque curiosamente, nadie sabía sobre su procedencia. No
tenía padre ni madre y le llamaron Soledad.
Por la condición de su raza, ella vivía aislada del trato social común, pues los negros y los indios no eran bien
vistos, por lo que el color de piel de esta mujer era prueba fehaciente de la unión entre blancos y negros. A
pesar de esto, cuando se dejaba ver, su presencia era considerada como un escándalo, su belleza la hacía
blanco de habladurías, por lo que se volvió huraña. Además de ser bella, la mulata empezó a ser famosa por la
región pues usaba las hierbas que conocía para realizar curaciones que parecían maravillosas; pero no sólo
eso, se decía que también llegó a conjurar tormentas y que incluso, podría predecir los temblores y eclipses.
Los rumores empezaron a correr y las mujeres decían que ella sabía de embrujos y encantamientos. Incluso
afirmaban algunos que por las noches, de su choza se veían luces extrañas e intensas y cierta música
misteriosa. Tales hazañas y habilidades empezaron a inquietar a los supersticiosos, quienes empezaron a
correr rumores que la hermosa mulata tenía un pacto con el diablo, por lo que las autoridades y los vecinos
empezaron a espiarla, sin embargo, la mulata seguía yendo a misa, por lo que calmaba un poco los rumores.
El alcalde de córdoba era Don Martín de Ocaña, un hombre de edad que ardía de pasión por la Mulata. El
confesó sus intenciones y ofreció regalos a la sin igual mujer, pero ella no regalaba ni una sonrisa. El hombre
desairado y despechado, acusó a la Mulata de haberle hecho beber un brebaje que le provocó la pérdida de la
razón…. El castigo era probablemente la hoguera, así se vengaría del desprecio… suya o de nadie. La noche de
la acusación, el alcalde, policías, amigos y sirvientes fueron hasta la choza de la Mulata, para que en nombre
de la Santa Inquisición abriera su puerta, ella no lo hizo por miedo así que entraron a la fuerza a aprehenderla.
Fue llevada en una carreta custodiada por el Santo Oficio hasta las mazmorras de la Fortaleza de San Juan de
Ulúa, aunque hay quienes dicen que fue en el Palacio de la Santa Inquisición, en la Plazuela de Santo
Domingo, en México. A la mulata la juzgaron y la encontraron culpable de sostener pactos con el maligno, por
lo que fue sentenciada ser quemada con leña verde enfrente de los ciudadanos, como ejemplo de lo que no
había que hacer. Al estar en bajo vigilancia en la cárcel, ella se ganó la confianza de su custodio y le rogó que
le consiguiera un pedazo de gis, el hombre sin poder resistirse, aceptó y lo consiguió hasta llevárselo a su
celda. La mulata prisionera comenzó a dibujar sobre las paredes una ligera nave, durante toda la noche,
previa a su sentencia. El dibujo tenía velas desplegadas y que se mecían sobre las olas del mar. Para cuando el
carcelero fue a buscarla, se quedó asombrado por la obra de arte que había delineado: los detalles estaban
perfectamente delineados en una embarcación como si fuera a emprender una larga travesía.
Soledad le preguntó entonces al carcelero:
¿Qué es lo que crees que le hace falta al barco?
A lo que el carcelero le contestó: Andar…
Acto seguido, ella le dijo: Pues mira cómo anda…
Y sin esperar tanto, la mulata dio un salto, se “subió” en el barco diciendo adiós al asombrado guardián
mientras la embarcación se perdía en el horizonte dibujado de la pared. Después de contar su historia, nadie
le creyó cuando contaba la misteriosa desaparición de la mulata de Córdoba….
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LA LLORONA
Consumada la conquista y poco más o menos a mediados del siglo XVI, los vecinos de la ciudad de México se
recogían en sus casas con el toque de queda, avisado por las campanas de la primera Catedral; a media noche y
principalmente cuando había luna, despertaban espantados al oír en la calle, tristes y prolongadísimos gemidos,
lanzados por una mujer a quien afligía, sin duda, honda pena moral o tremendo dolor físico.
Las primeras noches, los vecinos se resignaban a santiguarse por el temor que les causaban aquellos lúgubres
gemidos, que según ellos, pertenecían un ánima del otro mundo; pero fueron tantos y tan repetidos y se
prolongaron por tanto tiempo, que algunos osados quisieron cerciorarse con sus propios ojos qué era aquello; y
primero desde las puertas entornadas, de las ventanas o balcones, y enseguida atreviéndose a salir a las calles,
lograron ver a la que, en el silencio de las oscuras noches o en aquellas en que la luz pálida de la luna caía como un
manto vaporoso lanzaba agudos y agónicos gemidos.
Vestía la mujer un traje blanco y un espeso velo cubría su rostro. Con lentos y callados pasos recorría muchas calles
de la ciudad, cada noche tomaba distintas calles, pero siempre pasaba por la Plaza Mayor (hoy conocida como el
Zócalo de la Capital), donde se detenía e hincada de rodillas, daba el último angustioso y lamento en dirección al
Oriente; después continuaba con el paso lento y pausado hacia el mismo rumbo y al llegar a orillas del lago, que en
ese tiempo penetraba dentro de algunos barrios, como una sombra se desvanecía entre sus aguas.
"La hora avanzada de la noche, - dice el Dr. José María Marroquí- el silencio y la soledad de las calles y plazas, el
traje, el aire, el pausado andar de aquella mujer misteriosa y, sobre todo, lo penetrante, agudo y prolongado de su
gemido, que daba siempre cayendo en tierra de rodillas, formaba un conjunto que aterrorizaba a cuantos la veían y
oían, y no pocos de los conquistadores valerosos y esforzados, quedaban en presencia de aquella mujer, mudos,
pálidos y fríos, como de mármol. Los más animosos apenas se atrevían a seguirla a larga distancia, aprovechando la
claridad de la luna, sin lograr otra cosa que verla desaparecer llegando al lago, como si se sumergiera entre las
aguas, y no pudiéndose averiguar más de ella, e ignorándose quién era, de dónde venía y a dónde iba, se le dio el
nombre de La Llorona."
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Transcurrió un año sin obtener tan sólo una pista del paradero del desparecido. Se cuenta que fue
exactamente un año después de la desaparición, cuando su familia celebraba una misa de muerto
en su honor, éste apareció. Portaba la misma ropa, sin desgaste alguno, del día en que se perdió.
El desparecido contó que al acercarse al cerro del Catrín escuchó voces y música. Vio una puerta
por donde se introdujo a una cantina. Ahí bebió pulque y cerveza por una hora. A toda costa, él
sostuvo que tan sólo había permanecido dentro de la taberna una hora. Los mismos sesenta
minutos dentro del lupanar equivalieron a un año fuera de éste.
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