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Liber'87

5°. Salón Internacional del Libro Madrid, 29


septiembre - 4 Octubre
El punto de encuentro de los profesionales del
libro de más de 25 países Una panorámica de la
edición iberoamericana y española Negociación de
derechos
Tema del año:
Narrativa de hoy
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i Noolvide!
ANTHROPOS
REVISTA DE DOCUMENTACIÓN CIENTÍFICA DE LA CULTURA
Con la luz, con el aire, con los seres Vivir es convivir en compañía.
Placer, dolor: yo soy porque tú eres.
J. GUILLEN Aire Nuestro III, Homenaje N.° 74-75/1987
Julio-Agosto 1987
Ideación y coordinación general: Ángel Nogueira Dobarro
Director: Ramón Gabarros Cardona Consejo de redacción: María Luisa Crispí Salmerón,
María Cinta Martorell Fabregat, Esteban Mate Rupérez, Francesc Roque Cerda, Jaume Roque
Cerda y Assumpta Verdaguer Autonell
Producción y diseño: Ricard Acedo Carrés, Carme Muntané Triginer y Francisco J. Ramos
Mena
Promoción, comercialización y ventas: Rosa Bou Santos, María Teresa Galilea Puig, Elena
Gómez Monterde (Delegación de Madrid), Gabriel Ruiz Martínez (Delegación de Barcelona) y
Cristina Villar Esplugues
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Edita: Editorial Anthropos
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España: 5.846 PTA (incluido IVA)
Págs. número normal: 64 + XXXII (96) Págs. número doble: 128 + XXXII (160)
ISSN: 0211-5611
Depósito legal: B. 15318/81
Miembro de A.S.E.I.
Impresión: T.G. Soler - Esplugues
de Llobregat (Barcelona)

2 Editorial

17 Autor/Tema monográfico
Dossier
FERNANDO PESSOA
Ficha autobiográfica
18 La trayectoria biográfico-literaria de Fernando Pessoa, por Ángel
Crespo 41 Cronología de Fernando Pessoa
47 Textos y notas
Pessoa y España, por César Antonio Molina
59 L'escriptura i el fet nacional en Fernando Pessoa, por Joaquim Sala-
Sanahuja
62 Fernando Pessoa y la dictadura salazarista en Portugal, por Javier
Urdanibia
72 Los vasos comunicantes de la vanguardia portuguesa: de Orpheu al
surrealismo, por Perfecto-E. Cuadrado
83 Fernando Pessoa, recriador de mitos, por Antonio Quadros
89 Estudio semiótico de las primeras vanguardias portuguesas a través de
un fragmento de Fernando Pessoa: «Ode triunfal», por A. Cardona y J.M.
Gibert
94 Jorge Luis Borges, amigo de Fernando Pessoa e vice-versa. «As
tranquilas aventuras do diálogo», por Teresa Rita Lopes
104 Los paisajes interiores de Bernardo Soares, por Antonio Crespo
Massieu
112 Análisis temático
Fernando Pessoa, el desasosiego y su ética, por Mikel Irondo Aranguren
119 Un encuentro y la memoria. Un aspecto de la dramatización externa
de los heterónimos, por José Ángel Cilleruelo
122 El antirromanticismo esencial de Fernando Pessoa, por J. Sánchez
Reboredo
124 Alberto Caeiro Reis de Campos Alvaro Fernando Antonio Nogueira
Pessoa, por Alfonso López Gradolí
125 A Fernando Pessoa, 7 poemas, por José Sarmentó
126 Partiendo de Pessoa, tres poemas, por Rafael Kyoga-Berliner
128 Laberintos: transcurso por las señas del sentido
Diario lúcido en la oscura noche actual
Información bibliográfica y documentación cultural Bibliografía
temática (I)
DE Y SOBRE FERNANDO PESSOA
Selección y reseña (IX)
Novedades editoriales (XVIII)
Publicaciones periódicas (XXII)
Documentos y noticias (XXV)
Todos los derechos reservados. Esta publicación no puede ser reproducida, ni en todo ni en
parte, ni registrada en. o transmitida por. un sistema de recuperación de información, en
ninguna forma ni por ningún medio, sea mecánico, fotoquímico, electrónico, magnético,
electroóptico, por fotocopia, o cualquier otro, sin el permiso previo por escrito de la editorial.
Suplementos, n.° 4: FERNANDO PESSOA. Selección de textos y
análisis de su pensamiento
Cubierta: La cesta de pan (fragmento), de
Salvador Dalí, 1945. © D.D.C. 1987
Colaboraciones especiales: Asesoramiento del número y del suplemento: Ángel Crespo y Javier
Urdanibia. Creaciones plásticas: José Sarmentó y Rosa Navarro Bernal. Corrección de textos
portugueses: Deolinda F. Monteiro
«Sólo me conozco como sinfonía.»
«Vivir es ser otro. Ni sentir es posible ni hoy se siente como ayer se
sintió: sentir hoy lo mismo que ayer no es sentir: es recordar lo que se
sintió ayer, ser hoy el cadáver vivo de lo que ayer fue la vida perdida.»
«La vida es para nosotros lo que concebimos en ella.» «Me he creado eco
y abismo, pensando. Me he multiplicado profundizándome.»
«He creado en mí varias personalidades.» «Creo personalidades
constantemente.»
«Al fin , la mejor manera de viajar es sentir...»
«Más vale ver una cosa siempre por primera vez que conocerla, pues
conocer es como si nunca viéramos por primera vez, y nunca haber visto
por primera vez es sólo oír como lo cuentan.»
«Impórtenos nada más el lugar donde estamos...» «Mi ser vive en la
Noche y el Deseo,
mi alma es un recuerdo que hay en mí.»
«Yo nunca he hecho más que soñar. Ha sido ése, y sólo ése, el sentido de
mi vida...»
«Mi mundo imaginario ha sido siempre el único mundo verdadero
para mí.»
«Sólo lo que soñamos es lo que verdaderamente somos, porque lo demás,
por estar realizado, pertenece al mundo y a todo el mundo.»
(Pensamiento poético, síntesis y poema de la obra de F. Pessoa.)
Fernando Pessoa
Volver a Portugal, encontrarse de nuevo en la creación y en la cultura,
en ese estilo peculiar de mutuo talante y forma de entender la historia y la
vida, recuperar la presencia entera de los pueblos ibéricos, marineros de
todos los Océanos y pobladores de otras tierras, constituye el objetivo de
este número de la revista. Volver, estar, encontrarse y verse en la
habitación peculiar de las Españas; ser Portugal mirando la meseta y ser
España reconciliándose con la saudade del Atlántico, al Oeste. Ser y estar
en presencia y compañía: sueño y deseo de reencontrar el destino juntos
en la raíz de Europa, donde nace el hombre inventor del poema.
Últimamente, se advierte una mayor presencia de Portugal en nuestra
cultura, narrativa y poesía sobre todo. Pero una figura sobresale de forma
particular: F. Pessoa. Revistas como Poesía, Quimera, El Urogallo, Hora
de Poesía, Caligrama, Mayurqa, Arbor, Camp de I'Arpa, Cuadernos
Hispanoamericanos, Vuelta, Revista de Occidente, índice... y otras de
mayor especialización, se han ocupado con alguna reiteración de temas
pessoanos. El presente número de la revista Anlhropos pretende
incorporarse a este movimiento de diálogo y recuperación iniciando un
estudio serio, permanente y hondo. Merecen destacarse algunas
colaboraciones por su ingente labor de difusión y estudio de la cultura
portuguesa contemporánea, cuya presencia queda apuntada en la
documentación y selección de este número de la revista. El trabajo
entrañable de Ángel Crespo, la erudita labor de César Antonio Molina, la
dirección y acierto de P. Cuadrado, J.A. Cilleruelo. J. Sala-Sanahuja. J.M.
Gibert y la dedicación constante a la indagación de poesía y filosofía de J.
Urdanibia, con cuyo impulso inicial comenzamos a preparar este número.
La documentación recoge de forma selectiva y suficiente la presencia e
interés de los estudios pessoanos en España y Portugal. La colaboración
de autores portugueses es también amplia, selecta y acertada.
Recordamos asimismo las magníficas traducciones de J.A. Llardent y de
R. Santos Torroella. Nuestra intención se concreta en un primer
acercamiento a la cultura portuguesa y su documentación a través de una
de las figuras más profundas, serias y creadoras de la cultura
contemporánea: F. Pessoa.
2/ANTHROPOS
1. Ubicación cultural y poética de Pessoa
El siglo xix supone una conmoción en muchos sentidos de toda la
cultura europea y en cada uno de sus pueblos. En el siglo xx aparecen sus
múltiples frutos de una forma nítida y nueva. Todo ello sucede también
en Portugal. A.J. Saraiva nos ofrece una panorámica de la poesía
portuguesa del siglo xx, en cuyo ámbito ubicamos la valía, la presencia y
la figura de F. Pessoa:
Hoy resulta ya posible tener una perspectiva de la literatura portuguesa del siglo xx como
realidad propia, independiente del xix. Esta perspectiva nos revela una tan extraordinaria
producción que quizá los futuros historiadores tengan que encararse con un «siglo de oro» de la
literatura que nació, hace algo más de ocho siglos, en el centro y sur de Galicia. Pero no es
factible, y si lo fuese carecería probablemente de interés, intentar en un breve capítulo la reseña
del inmenso inventario de nuestra centuria: surgen sin cesar nuevas tendencias y nuevos
escritores que lo van modificando continuamente. Por tal razón, las páginas que siguen no
deben ser consideradas como una visión panorámica, sino sobre todo como una
ejemplificación. Y los ejemplos escogidos reflejarán inevitablemente la subjetividad del autor,
salvo en el caso de que los escritores citados se hayan impuesto por su relieve indiscutible —
Fernando Pessoa, Agustina Bessa Luis— o de que el público los mantenga en la categoría de
astros de primera magnitud —Aquilino Ribeiro, José Regio, Miguel Torga, Ferreira de Castro.
Consideraremos por separado la poesía, la prosa narrativa y el teatro. Hay que advertir,
desde ahora, que este último género es con mucho el más pobre de los tres, y que quizá quepa
explicar el hecho como consecuencia de dificultades ajenas al teatro propiamente dicho.
También antes de adentrarnos en el área particular de cada tema conviene apuntar una
característica general: en el transcurso del siglo xx la evolución de la literatura portuguesa se ha
venido haciendo, de un modo más acusado que en cualquier otra época anterior, según una
dialéctica interna, de tal modo que, aunque está asimilando continuamente influencias externas
—muy especialmente francesas y anglosajonas, por no aludir a las brasileñas, que no deben, en
rigor, considerarse extranjeras—, tales influencias sólo contribuyen a enriquecer un proceso
ininterrumpido de desarrollo, cuyas raíces se hunden en el suelo nacional. Fenómeno que
ciertamente hay que atribuir al considerable patrimonio legado por los escritores
decimonónicos, pero al que tampoco es ajeno el hecho de haber surgido durante el primer
cuarto de nuestro siglo un poeta genial, Fernando Pessoa, que por sí solo constituye toda una
literatura. [...]
La poesía
Cesario Verde dio el golpe de gracia a la retórica romántica. Desde
los mismos comienzos de nuestra centuria —su obra sólo sería publicada en 1901— hasta la
actualidad la influencia de Verde ha venido penetrando con la irreversible lentitud de un
corrosivo.
Esta influencia se entremezcla con la ejercida por Antonio Nobre (1867-1903), cuyo libro
So fue publicado en 1892. [...]
Al mismo tiempo, un coetáneo de Nobre, Eugenio de Castro (1869-1944), se empeñaba
laboriosamente en introducir la técnica estilística del simbolismo a través de una serie de obras
cuyo comienzo data de 1890, con la aparición de Oaristos. [...]
En realidad, el gran poeta simbolista portugués es Camilo Pessanha (1867-1926), otro coetáneo
de Nobre, muerto en Macau. Si aceptamos el precepto «la musique avant toute chose» podemos
considerarlo un hermano de Verlaine. Al impulso del ritmo de Pessanha las cosas flotan como al
son de un violín: los perfiles se diluyen, todo va desincrustándose para agregarse a una nueva
realidad ondulante. Clepsidra no sería editado hasta 1922, pero varios de sus poemas eran
conocidos en manuscrito desde antes y habían ejercido honda influencia en un selecto grupo de
poetas. De modo que la presencia indirecta de Pessanha resulta anterior a la publicación de su
obra. Fernando Pessoa y Sá-Carneiro le deben tanto, por lo menos, como a Cesario Verde y a
Antonio Nobre.
No obstante, Teixeira de Pascoais (1877-1952), que con su prestigio e influencia domina las
primeras décadas del siglo, parece ajeno a esta silenciosa revolución. Casi aislado en una aldea
situada entre el Miño y Tras os Montes, filosofa en verso como antes lo hiciera Quental, pero
procura superar el pesimismo quentaliano a través de un panteísmo en expansión. [...]
Frente al estancamiento que todo lo anterior representaba se levantó en 1915 el movimiento de
Orpheu, revista con sólo dos números publicados y ambos en el transcurso del mismo año.
Tendrían que pasar otros veinte para que se hiciera patente el significado profundamente
revolucionario de esta manifestación juvenil, acogida por sus contemporáneos como una
extravagancia exhibicionista e irreverente. La realidad es que con los jóvenes de Orpheu
afloraba un proceso oculto, casi imperceptible, en el que convergían las contribuciones de
Verde, Nobre y Pessanha, el magisterio de Pascoais, la influencia del futurismo italiano y una
repentina conciencia acerca por la atormentada y agitada vida política portuguesa entre 1908
(asesinato del rey y del príncipe heredero en las calles de Lisboa) y la primera guerra mundial
(en la que Portugal participó junto a los aliados), con intermitentes momentos de guerra civil, y
también por la presencia de un hombre genial, Fernando Pessoa, que se definía a sí mismo
como «¡ndisciplinador de almas» y que iba a ejercer una fascinación casi sobrenatural sobre
cuantos le rodearon. [...]
[A.J. Saraiva, Breve historia de la literatura portuguesa, Madrid Istmo, 1971, pp. 247, 249,
251-253 y 255.]
Ángel Crespo dice, resumiendo la obra de Pessoa:
La obra poética de Fernando Pessoa, sobre ser una de las más ricas y profundas de la lírica
contemporánea, se presta a tal número de lecturas, a veces contradictorias entre sí, que todavía
no se ha llegado, y tal vez no se llegue nunca, a un relativo consenso crítico sobre la mejor
dirección, ya que no el mejor camino, a seguir para explorar sus inagotables filones estéticos e
ideológicos. Porque, a su modo, es decir, partiendo siempre de un idealismo esotérico, y en no
escasa proporción judeocristiano malgré luí, en el que se advierten contaminaciones
nietzscheanas y neopaganas urgencias, Pessoa fue, además de poeta, narrador, pensador
metafísico y político, teórico de la economía comercial y la sociología, autor dramático, crítico
literario y, sobre todo esto y algo más, un decidido «indisciplinador de almas». No es, sin
embargo, esta multiplicidad de intereses intelectuales lo que más complica la lectura de su
poesía, sino el hecho de que su parte esencial y más extensa aparezca atribuida por este autor a
sí mismo y a otros tres poetas —Alberto Caeiro, Ricardo Reis y Alvaro de Campos— a los que
califica de heterónimos para distinguirlos de los pseudónimos y semiheterónimos —alguno de
ellos tan importante como el Bernardo Soares. [...]
ANTH ROPOS/3

Una lectura de la obra de los heterónímos nos muestra, sin necesidad de que sea muy
profunda, que cada uno de ellos tiene, en efecto, un estilo, un arte poética, una escritura —si se
prefiere— característica y original: es imposible confundir una oda de Ricardo Reis con
cualquiera de las de Campos, o un poema de uno de estos dos poetas con uno solo de los versos
de Caeiro o una sola de las composiciones firmadas por el poeta ortónimo, es decir, por Pessoa
ele mesmo (él mismo), quien, como era de esperar, no abdicó nunca de su propio espacio
poético en beneficio del de sus heterónimos, que no les cedió, sino que, por el contrario, supo
crear genialmente para ellos. Y esta es la gran complicación —y el gran desafío— que presenta
una lectura en profundidad de la obra pessoana, una obra poética eminentemente lírica, pero a
la que su autor dio el nombre de drama em gente, es decir, en personas, en lugar-de en actos.
[...]
Para entender la naturaleza de los heterónimos, hemos de considerar ante todo que son los
poemas quienes los crean —los van formando y caracterizando por medio de su texto— y no
ellos quienes crean sus poemas. Por eso los considera Pessoa personajes del drama en que se
proyecta, puesto que, como los teatrales, van caracterizándose e imponiendo su existencia a
través de sus palabras, sin el concurso de las descripciones y otros recursos propios de la poesía
narrativa. En este sentido, las observaciones que sobre ellos hizo su demiurgo son el
equivalente de las acotaciones de una pieza dramática.
[A. Crespo, Estudios sobre Pessoa, Barcelona, Bruguera, 1984, pp. 5-8 y 14.]

3.L. García Martín, en su antología sobre Pessoa, finaliza su magnífico


estudio con estas palabras:
¿Quiénes somos?, ¿quién habita en nosotros?, ¿quién
nos reconoce y cómo?
En una carta a su madre —la única que se ha conservado— fechada en junio de 1914, tras la
aparición de los heterónimos, escribió Fernando Pessoa: «Mis amigos me dicen que yo seré uno
de los mayores poetas contemporáneos —me lo dicen viendo lo que ya he hecho, no lo que
podré hacer (en caso contrario, no citaría lo que ellos dicen...). Pero ¿sé yo verdaderamente lo
que eso, aunque se realice, significa? ¿Sé yo a qué sabe eso? Acaso la gloria sepa a muerte y a
inutilidad, y el triunfo huela a podredumbre». Pessoa llegó a ser, según él preveía lúcidamente
desde el principio, «uno de los mayores poetas contemporáneos», el más traducido, leído e
imitado de los de lengua portuguesa después de Camoens (a quien es posible que supere con el
paso del tiempo).
En las páginas anteriores hemos tratado de averiguar lo que eso significa, y el difícil camino
de apagamiento y renuncia que hubo de recorrer para lograrlo.
[J.L. García Martín, Fernando Pessoa, Júcar, 1983, p. 178.]
4/ANTHROPOS
J.A. Guíemelo, en su artículo «Introducción a la obra en prosa de
Fernando Pessoa», en cuyo contenido insiste más que en el orden
temático en el intencional, distingue así tres grandes bloques:
colaboraciones en prensa y revistas literarias, obra inédita y epistolario.
En el primer grupo incluye la obra de crítica literaria y su
correspondiente polémica, siendo también de gran interés sus
observaciones sobre la obra inédita y el epistolario.
Pessoa inaugura la tradición de la modernidad. La pluralidad, la
transitoriedad, la heterogeneidad son características de las que Pessoa se
hace paradigma. El fenómeno heterónimo se sitúa como la expresión más
acusada y profunda de la conciencia de alteridad. A su vez, el
sensacionismo es la versión y una forma de la vanguardia europea. La
obra de arte es predominantemente un objeto. De ahí que los postulados
de la estética sensacionista sean: todo objeto es una sensación, todo arte
es la conversión de una sensación en objeto, y todo arte es la conversión
de una sensación en otra sensación.
Toda la creación de Pessoa es como el libro en que se renueva la creación
del universo o de universos.
El libro, entonces, es el Libro Único, obra de ese «genio anónimo y perfecto» al que alude
Mallarmé, libro colectivo del que participan todos los escritores, generalmente sin saberlo y a
menudo no queriéndolo saber, reivindicando, con colosal papanatismo, la propiedad de las
palabras, que siempre son impropias.
La muerte de Dios ha destrozado la unidad del Libro y la escritura profana recoge los
fragmentos, los encuaderna, los firma y los registra en las oficinas de la Propiedad Intelectual.
Pero el anhelo de unidad gregaria sigue latiendo al final de la historia. Todos los autores somos
falsos, somos heterónimos aproximados e incompetentes del gran autor, firmamos textos
apócrifos.
Escribir es aceptar como don esta palabra a la cual le falta la Revelación para ser palabra
total, plena y perfecta. Escribir es aceptar la proliferación de las carencias y la resbaladiza
precariedad de los significados. Escribir es aceptar que sólo somos capaces de construir
fragmentos apócrifos. El Libro Total y Único, como el Paraíso, sólo existe como texto perdido,
es decir, como promesa y ambición de lo recuperado.
[Cuadernos Hispanoamericanos, n.° 425, noviembre 1985, p. 178.]
Al buscar certezas en la permanencia de la letra escrita, el fingidor se identifica con el objeto
que la escritura produce. Allí queda fija su identidad, pero tal fijeza, como todo lo fijo, es
mortífera. La identidad es también la muerte. El ser, entonces, se dirige, para no morir, a lo otro,
y se define por esta alteración: «Somos quien no somos», define Soares.
Ser es devenir, es no realizarse, estar disponible y posible. Realizarse, como en el sueño,
donde no tenemos intervención alguna, es apartarse del mundo, rescatar la inútil pureza de un
ser que no tiene nada en común con los otros seres. El sueño es un deseo que se pone como
objeto de sí mismo, cumple su apetencia y, al quedarse exhausto de ambos, se anula como
sujeto. Es un modelo de saciedad, pero, como tal, incompatible con la vida.
[J.A. Cilleruelo, op. cit, p. 180.]
El autor no tiene mejor existencia que los personajes que se describen
en sus libros. El tema de la enajenación y la búsqueda de sí. «en el bosque
encantado o en la ciudad abstracta», constituye la contradicción de su
obra: «su vicio es la imaginación». Buscarse es inventarse: fingirse. «La
índole de nuestra sociedad es tal que el creador está condenado a la
heterodoxia, a la oposición. El artista lúcido no esquiva el riesgo moral.»
Toda la obra de Pessoa es «una fábula, una ficción». Lo importante es
existir.
Olvidar que Caeiro, Reis y Campos son creaciones poéticas, es olvidar demasiado. Como
toda creación, esos poetas nacieron de un juego. El arte es un juego —y otras cosas. Pero sin
juego no hay arte.
La autenticidad de los heterónimos depende de su coherencia poética, de su verosimilitud.
Fueron creaciones necesarias, pues de otro modo Pessoa no habría consagrado su vida a
vivirlos y crearlos; lo que cuenta ahora no es que hayan sido necesarios para su autor sino si lo
son también para nosotros. Pessoa, su primer lector, no dudó de su realidad. Reis y Campos
dijeron lo que quizá él nunca habría dicho. Al contradecirlo, lo expresaron; al expresarlo, lo
obligaron a inventarse. Escribimos para ser lo que somos o para ser aquello que no somos. En
uno o en otro caso, nos buscamos a nosotros mismos. Y si tenemos la suerte de encontrarnos —
señal de creación— descubriremos que somos un desconocido. Siempre el otro, siempre él,
inseparable, ajeno, con tu cara y la mía, tú siempre conmigo y siempre solo. [...]
Caeiro, Reis y Campos son los héroes de una novela que nunca escribió Pessoa. «Soy un
poeta dramático», confía en una carta a J.G. Simóes. Sin embargo, la relación entre Pessoa y sus
heterónimos no es idéntica a la del dramaturgo o el novelista con sus personajes. No es un
inventor de personajes-poetas sino un creador de obras-de-poetas. La diferencia es capital.
Como dice Casáis Monteiro: «inventó las biografías para las obras y no las obras para las
biografías». Esas obras —y los poemas de Pessoa, escritos frente, por y contra ellas— son su
obra poética. Él mismo se convierte en una de las obras de su obra. Y ni siquiera tiene el
privilegio de ser el crítico de esa coterie: Reis y campos lo tratan con cierta condescendencia; el
barón de Teive no siempre lo saluda; Vicente Quedes, el archivista, se le asemeja tanto que
cuando lo encuentra, en una fonda de barrio, siente un poco de piedad por sí mismo. Es el
encantador hechizado, tan totalmente poseído por sus fantasmagorías que se siente mirado por
ellas, acaso despreciado, acaso compadecido. Nuestras creaciones nos juzgan.
Alberto Caeiro es mi maestro. Esta afirmación es la piedra de toque de toda su obra. Y
podría agregarse que la obra de Caeiro es la única afirmación que hizo Pessoa. Caeiro es el sol y
en torno suyo giran Reis, Campos y el mismo Pessoa. En todos ellos hay partículas de negación
o de irrealidad: Reis cree en la forma, Campos en la sensación, Pessoa en los símbolos. Caeiro
no cree en nada: existe. El sol es la vida henchida de sí; el sol no mira porque todos sus rayos
son miradas convertidas en calor y luz; el sol no tiene conciencia de sí porque en él pensar y ser
son uno y lo mismo. Caeiro es todo lo que no es Pessoa y, además, todo lo que no puede ser
ningún poeta moderno: el hombre reconciliado con la naturaleza. Antes del cristianismo, sí,
pero también antes del trabajo y de la historia. Antes de la conciencia. Caeiro niega, por el mero
hecho de existir, no solamente la estética simbolista de Pessoa sino todas las estéticas, todos los
valores, todas las ideas. ¿No queda nada? Queda todo, limpio ya de los fantasmas y telarañas de
la cultura. El mundo existe porque me lo dicen mis sentidos; y al decírmelo, me dicen que yo
también existo. Sí, moriré y morirá el mundo, pero morir es vivir. La afirmación de Caeiro anula
la muerte; al suprimir a la conciencia, suprime a la nada. No afirma que todo es pues eso sería
afirmar una idea; dice que todo existe. Y aun más: dice que sólo es lo que existe. El resto son
ilusiones. Campos se encarga de poner el punto sobre la i: «Mi maestro Caeiro no era pagano;
era el paganismo.» Yo diría: una idea del paganismo. [...] Caeiro no es un filósofo: es un sabio.
Los pensadores tienen ideas; para el sabio vivir y pensar no son actos separados. Por eso es
imposible exponer las ideas de Sócrates a Laotsé. No dejaron doctrinas, sino un puñado de
anécdotas, enigmas y poemas. Chuangtsé, más fiel que Platón, no pretende comunicarnos una
filosofía sino contarnos unas historietas: la filosofía es inseparable del cuento, es el cuento. La
doctrina del filósofo incita a la refutación; la vida del sabio es irrefutable. Ningún sabio ha
proclamado que la verdad se aprende; lo que han dicho todos, o casi todos, es que lo único que
vale la pena de vivirse es la experiencia de la verdad. La debilidad de Caeiro no reside en sus
ideas (más bien esa es su fuerza); consiste en la irrealidad de la experiencia que dice encarnar.
Adán en una quinta de la provincia portuguesa, sin mujer, sin hijos y sin creador: sin
conciencia, sin trabajo y sin religión. Una sensación entre las sensaciones, un existir entre las
existencias. La piedra es piedra y Caeiro es caeiro, en este instante. Después, cada uno será otra
cosa. O la misma cosa. Es igual o es distinto: todo es igual por ser todo diferente. Nombrar es
ser. La palabra con que nombra a la piedra no es la piedra pero tiene la misma realidad de la
piedra. Caeiro no se propone nombrar a los seres y por eso nunca nos dice si la piedra es un
ágata o un guijarro, si el árbol es un pino o una encina. Tampoco pretende establecer relaciones
entre las cosas; la palabra como no figura en su vocabulario; cada cosa está sumergida en su
propia realidad. Si Caeiro habla es porque el hombre es un animal de palabras, como el pájaro
es un animal alado. El hombre habla como el río corre o la lluvia cae. El poeta inocente no
necesita nombrar las cosas; sus palabras son árboles, nubes, arañas, lagartijas. No esas arañas
que veo, sino éstas que digo. Caeiro se asombra ante la idea de que la realidad es inasible: ahí
está, frente a nosotros, basta tocarla. Basta hablar.
No sería difícil demostrarle a Caeiro que la realidad nunca está a la mano y que debemos
conquistarla (aun a riesgo de que en el acto de la conquista se nos evapore o se nos convierta en
otra cosa: idea, utensilio). El poeta inocente es un mito pero es un mito que funda a la poesía. El
poeta real sabe que las palabras y las cosas no son lo mismo y por eso, para restablecer una
precaria unidad entre el hombre y el mundo, nombra las cosas con imágenes, ritmos, símbolos y
comparaciones. Las palabras no son las cosas; son los puentes que tendemos entre ellas y
nosotros. El poeta es la conciencia de las palabras, es decir, la nostalgia de la realidad real de las
cosas. Cierto, las palabras también fueron cosas antes de ser nombres de cosas. Lo fueron en el
mito del poeta inocente, esto es, antes del lenguaje. Las opacas palabras del poeta real evocan el
habla de antes del lenguaje, el entrevisto acuerdo paradisíaco. Habla inocente: silencio en el que
nada se dice porque todo está dicho, todo está diciéndose. El lenguaje del poeta se alimenta de
ese silencio que es habla inocente. Pessoa, poeta real y hombre escéptico, necesitaba inventar a
un poeta inocente para justificar su propia poesía. Reis, Campos y Pessoa dicen palabras
mortales y fechadas, palabras de perdición y dispersión: son el presentimiento o la nostalgia de
la unidad. Las oímos contra el fondo de silencio de esa unidad. No es un azar que Caeiro muera
joven, antes de que sus discípulos inicien su obra. Es su fundamento, el silencio que los
sustenta.
El más natural y simple de los heterónimos es el menos real. Lo es por exceso de realidad. El
hombre, sobre todo el hombre moderno, no es del todo real. No es un ente compacto como la
naturaleza o las cosas; la conciencia de sí es su realidad insubstancial. Caeiro es una afirmación
absoluta del existir y de ahí que sus palabras nos parezcan verdades de otro tiempo, ese tiempo
en el que todo era uno y lo mismo. ¡Presente sensible e intocable: apenas lo nombramos se
evapora! La máscara de inocencia que nos muestra Caeiro no es la sabiduría: ser sabio es
resignarse a saber que no somos inocentes. Pessoa. que lo sabía, estaba más cerca de la
sabiduría.
ANTHROPOS/5

El otro extremo es Alvaro de Campos. Caeiro vive en el presente intemporal de los niños y
los animales: el futurista Campos en el instante. [...]
Poeta futurista. Campos comienza por afirmar que la única realidad es la sensación: unos
años más tarde se pregunta si él mismo tiene alguna realidad.
Al abolir la conciencia de sí. Caeiro suprime la historia: ahora es la historia la que suprime a
Campos. Vida marginal: sus hermanos, si algunos tiene, son las prostitutas, los vagos, el dandy,
el mendigo, la gentuza de arriba y de abajo. Su rebelión no tiene nada que ver con las ideas de
redención o de justicia: Nao: tudo menos ter razáo! Tudo menos importar-me com a
humanidade! Tudo menos ceder ao humanitarismo! Campos se revela también contra la idea de
la rebelión, No es una virtud moral, un estado de conciencia —es la conciencia de una
sensación: «Ricardo Reis es pagano por convicción: Antonio Mora por inteligencia: yo lo soy
por rebelión, esto es. por temperamento.» Su simpatía por los malvivientes está teñida de
desprecio pero ese desprecio lo siente ante todo por sí mismo:
No sé de quién recuerdo mi pasado, Otro lo fui. ni me conozco
Al sentir con mi alma
Aquella ajena que al sentir recuerdo. De un día a otro nos desamparamos. Nada cierto nos une
con nosotros. Somos quien somos y es
Cosa vista por dentro lo que fuimos.
El laberinto en que se pierde Reis es el de sí mismo. La mirada interior del poeta, algo muy
distinto a la introspección, lo acerca a Pessoa. Aunque ambos usan metros y formas fijas, no los
une el tradicionalismo porque pertenecen a tradiciones diferentes. Los une el sentimiento del
tiempo —no como algo que pasa frente a nosotros sino como algo que se vuelve nosotros.
Presos en el instante, Caeiro y Campos afirman de un tajo el ser o la ausencia de ser. Reis y
Pessoa se pierden en los vericuetos de su pensamiento, se alcanzan en un recodo y. al fundirse
con ellos mismos, abrazan una sombra. El poema no es la expresión del ser sino la
conmemoración de ese momento de fusión. Monumento vacío: Pessoa edifica un templo a lo
desconocido: Reis, más sobrio, escribe un epigrama que es también un epitafio:
La suerte, menos verla.
Niegúeme todo: estoico sin dureza. La sentencia grabada del Destino. Gozarla letra a letra
Siento simpatía por toda esa gente.
Sobre todo cuando no merece simpatía.
Si. yo también soy vago y pedigüeño...
Ser vago y mendigo no es ser vago y mendigo:
Es estar fuera de la jerarquía social ..
Es no ser Juez de la Corte Suprema, empleado fijo, prostituta. Pobre de solemnidad, obrero
explotado.
Enfermo de una enfermedad incurable.
Sediento de justicia o capitán de caballería.
Es no ser. en fin. esos personajes sociales de los novelistas
Que se hartan de letras porque tienen razón para llorar sus lágrimas Y se rebelan contra la vida
social porque les sobra razón para hacerlo...
Su vagancia y mendicidad no dependen de ninguna circunstancia: son irremediables y sin
redención. Ser vago así es ser ¡solado na alma. Y más adelante, con esa brutalidad que
escandalizaba a Pessoa: Nem tenho a defensa de poder ter opióes sociais... Sou lúcido. Nada de
estéticas com coráceo, sou lúcido. Merda! Sou lúcido. [...] El poeta es la conciencia de su
irrealidad histórica. Sólo que si esa conciencia se retira de la historia, la sociedad se abisma en
su propia opacidad, se vuelve Esteva o el Dueño de la Tabaquería. No faltará quien diga que la
actitud de campos no es -positiva». Ante críticas semejantes. Casáis Monteiro respondía: «La
obra de Pessoa realmente es una obra negativa. No sirve de modelo, no enseña ni a gobernar ni
a ser gobernado. Sirve exactamente para lo contrario: para indisciplinar los espíritus.»
[...]. Ricardo Reís escoge la otra posibilidad latente en la poesía de su maestro. Reis es un
ermitaño como Campos es un vagabundo. Su ermita es una filosofía y una forma. La filosofía es
una mezcla de estoicismo y epicureismo. La forma, el epigrama, la oda y la elegía de los poetas
neoclásicos. Sólo que el neoclasicismo es una nostalgia, es decir, es un romanticismo que se
ignora o que se disfraza. [... ]
Ni la forma ni la filosofía defienden a Reís: defienden a un fantasma. La verdad es que Reis
tampoco existe y él lo sabe. Lúcido, con una lucidez más penetrante que la exasperada de
Campos, se contempla:
Alvaro de Campos citaba una frase de Ricardo Reis: Odio la mentira porque es una
inexactitud. Estas palabras también podrían aplicarse a Pessoa, a condición de no confundir
mentira con imaginación o exactitud con rigidez. La poesía de Reis es precisa y simple como un
dibujo lineal; la de Pessoa, exacta y compleja como la música. [...]
La poesía lírica se ramifica en Mensagen, el Cancionero (con los inéditos y dispersos) y los
poemas herméticos. Como siempre, la clasificación no corresponde a la realidad. Cancionero es
un libro simbolista y está impregnado de hermetismo, aunque el poeta no recurra expresamente
a las imágenes de la tradición oculta. Mensagem es, sobre todo, un libro de heráldica —y la
heráldica es una parte de la alquimia. En fin, los poemas herméticos son, por su forma y
espíritu, simbolistas; no es necesario ser un «iniciado» para penetrar en ellos ni su comprensión
poética exige conocimientos especiales. Esos poemas, como el resto de su obra, piden más bien
una comprensión espiritual, la más alta y difícil Saber que Rimbaud se interesó en la cabala y
que identificó poesía y alquimia, es útil y nos acerca a su obra; para penetrarla realmente, sin
embargo, nos hace falta algo más y algo menos. Pessoa definía ese algo de este modo: simpatía,
intuición, inteligencia, comprensión; y lo más difícil, gracia. Tal vez parezca excesiva esta
enumeración. No veo cómo, sin estas cinco condiciones, pueda leerse de veras a Baudelaire,
Coleridge o Yeats. En todo caso, las dificultades de la poesía de Pessoa son menores que las de
Hólderlin, Nerval, Mallarmé... En todos los poetas de la tradición moderna la poesía es un
sistema de símbolos y analogías paralelo al de las ciencias herméticas. Paralelo pero no idéntico:
el poema es una constelación de signos dueños de luz propia.
Pessoa concebió Mensagem como un ritual; o sea: como un libro esotérico. Si se atiende a la
perfección externa, esta es su obra más completa. Pero es un libro fabricado, con lo cual no
quiero decir que sea insincero sino que nació de las especulaciones y no de las intuiciones del
poeta. A primera vista es un himno a las glorias de Portugal y una profecía de un nuevo imperio
(el Quinto), que no será material sino espiritual; sus dominios se extenderán más allá del espacio
y del tiempo histórico (un lector mexicano recuerda inmediatamente la «raza cósmica» de
Vasconcelos). El libro es una galería de personajes históricos y legendarios, desplazados de su
realidad tradicional y transformados en alegorías de otra tradición y de otra realidad. Quizá sin
plena conciencia de lo que hacía, Pessoa volatiliza la historia de Portugal y, en su lugar,
presenta otra, puramente espiritual, que es su negación. El carácter esotérico de Mensagem nos
prohibe leerlo como un simple poema patriótico, según desearían algunos críticos oficiales. Hay
que agregar que su simbolismo no lo redime. Para que los símbolos lo sean efectivamente es
necesario que dejen de simbolizar, que se vuelvan sensibles, criaturas vivas y no emblemas de
museo. Como en toda obra en que interviene más la voluntad que la inspiración, pocos son los
poemas de Mensagem que alcanzan ese estado de gracia que distingue a la poesía de la bella
literatura. Pero esos pocos viven en el mismo espacio mágico de los mejores poemas del
Cancionero, al lado de algunos de los sonetos herméticos. Es imposible definir en qué consiste
este espacio; para mí es el de la poesía propiamente dicha, territorio real, tangible y que otra luz
ilumina. No importa que sean pocos. Benn decía: Nadie, ni los más grandes poetas de nuestro
tiempo, ha dejado más de ocho a diez poesías perfectas... ¡Para seis poemas, treinta o
cincuenta años de ascetismo, de sufrimiento, de combate!
6/ANTHROPOS
El Cancionero: mundo de pocos seres y muchas sombras. [Fernando Pessoa, Antología,
prólogo, selección y traducción de Octavio Paz, Barcelona, Laia, 1985, pp. 13-18 y 20-26.]
Visión panorámica que abre ya a algunos de sus textos.
2. Poeta y pensador, creador de universos, heteronimia
Recuperamos en este apartado algunos aspectos de su teoría estética y
metafísica: proceso y laberinto de los textos y claves del pensamiento de
Pessoa.
El primero se refiere a «Apuntes para una estética noaristotélica»; en
él se expresa la idea estética de Alvaro de Campos. El arte es indicio de
fuerza y energía, un producto de la vida, cuyos elementos pasan por un
proceso de integración y desintegración, logrando el equilibrio en su
forma para sentirse. Por ello la sensibilidad se constituye en la vida del
arte, cuya dirección se concreta en lo personal, en el interior de alguien
singular como autor. Asimismo, el arte es un fenómeno social, por lo cual
ha de lograr «forma social».
Por encima de todo el arte es un fenómeno social. Ahora bien, en el hombre hay dos
cualidades directamente sociales, o sea, directamente referidas a su vida social: el espíritu
gregario, que le hace sentirse igual o parecido a los demás hombres y, por tanto, le aproxima a
ellos; y el espíritu individual o separativo, que le hace apartarse de ellos, colocarse en oposición
a ellos, ser su competencia, su enemigo o su medio enemigo. Cualquier individuo es al mismo
tiempo individuo y humano: difiere de todos los demás y se parece a todos.
Una vida social sana en el individuo resulta del equilibrio de ambos sentimientos: una
fraternidad agresiva define al hombre social y sano. Ahora bien, si el arte es un fenómeno
social, en el ser social ya se incluye el elemento gregario; falta saber dónde está el elemento
separativo. No lo podemos buscar fuera del arte porque entonces habría en el arte un elemento
extraño a él y sería menos arte; hemos de buscarlo dentro del arte —o sea, el elemento
separativo tiene que manifestarse en el arte, y como arte.
Esto quiere decir que en el arte, que es ante todo un fenómeno social, tanto el espíritu
gregario como el separativo tienen que asumir la forma social.
ANTHROPOS/7
Pero el espíritu separativo, antigregario tiene, claro, dos formas: el alejamiento de los otros y
la imposición del individuo a los otros, la sobreposición del individuo a los demás —el
aislamiento y el dominio—. De estas dos formas la segunda es la social, pues aislarse es dejar
de ser social. El arte por tanto es ante todo un esfuerzo para dominar a los otros. Hay
evidentemente varias maneras de dominar o intentar dominar a los otros; el arte es una de ellas.
Ahora bien, hay dos procesos para dominar o vencer: captar y subyugar. Captar es el modo
gregario de dominar o vencer; subyugar es el modo antigregario de dominar o vencer.
En todas las actividades sociales superiores existen ambos procesos porque forzosamente no
pueden existir otros; y si me refiero distintamente a las actividades sociales superiores es porque
son éstas, puesto que son superiores, las que implican la idea de dominio. Las actividades
sociales superiores son tres —la política, la religión y el arte—. En cada una de estas ramas de la
actividad social superior existe un proceso de captación y uno de subyugación.
En la política existe la democracia, que es la política de captación, y la dictadura que es la
política de subyugación. [...]
En la religión existe la metafísica, que es la religión de la captación porque intenta insinuarse
mediante el raciocinio y explicar o probar es querer captar; y existe la religión propiamente
dicha, que es el sistema de subyugación porque subyuga mediante el dogma no probado y
mediante un ritual inexplicable, actuando así directa y superiormente sobre la confusión de las
almas.
Así como en la política y en la religión, así en el arte. Existe un arte que domina captando, otro
que domina subyugando. El primero es el arte según Aristóteles, el segundo el arte tal como yo
lo entiendo y defiendo. El primero se basa naturalmente en la idea de belleza, porque se basa en
lo que agrada; se basa en la inteligencia, porque se basa en lo que, por ser general, es
comprensible y por tanto agradable; se basa en la unidad artificial, construida e inorgánica, y
por tanto visible como la de una máquina y por ello apreciable y agradable. La segunda se basa
naturalmente en la idea de fuerza, porque se basa en lo que subyuga; se basa en la sensibilidad
porque la sensibilidad es particular y personal, y dominamos con lo que es particular y personal
en nosotros, porque si no fuese así dominar sería perder la personalidad o, en otras palabras, ser
dominado; y se basa en la unidad espontánea y orgánica, natural, que puede ser sentida o no
sentida, pero que nunca puede ser vista o visible porque no está allí para que se vea.
Cualquier arte parte de la sensibilidad y en ella se basa realmente. Pero mientras el artista
aristotélico subordina su sensibilidad a la inteligencia para poder convertir esta sensibilidad en
humana y universal, o sea para poderla hacer accesible y agradable y así poder captar a los
otros, el artista no-aristotélico subordina todo a su sensibilidad, convierte todo en sustancia de
sensibilidad para así, haciendo su sensibilidad abstracta como la inteligencia (sin dejar de ser
sensibilidad), emisora como la voluntad (sin que por ello sea voluntad) convertirse en un foco
emisor abstracto sensible que fuerce a los otros, quieran o no, a sentir lo que él sintió, que los
domine por la fuerza inexplicable, como el atleta más fuerte domina al más débil, como el
dictador espontáneo subyuga a todo un pueblo (porque es él su síntesis y por ello más fuerte
que su suma), como el fundador de religiones convierte dogmática y absurdamente almas
ajenas a la sustancia de una doctrina que en el fondo no es sino él mismo.
El artista verdadero es un foco dinamógeno; el falso artista o aristotélico es un mero aparejo
transformador, destinado sólo a convertir la corriente continua de su propia sensibilidad en la
corriente alterna de la inteligencia ajena.
Ahora bien, entre los artistas «clásicos», o sea, aristotélicos, hay verdaderos y falsos artistas; y
también entre los no-aristotélicos hay verdaderos artistas y simples simuladores —porque la
teoría no hace al artista, sino el haber nacido artista—. Lo que sin embargo
8/ANTH ROPOS
en los asombrosos poemas de Walt Whitman; la segunda está en los poemas más que
asombrosos de mi maestro Caeiro; la tercera está en las dos odas —la «Oda Triunfal» y la «Oda
Marítima»— que publiqué en el Orpheu. No pregunto si esto es inmodestia. Afirmo que es
verdad.
entiendo y defiendo es que todo verdadero artista está dentro de mi teoría, créase él
aristotélico o no; y todo falso artista está dentro de la teoría aristotélica aunque pretenda ser no-
aristotélico. Es lo que falta por explicar y demostrar.
Mi teoría estética se basa —al contrario de la aristotélica que se asienta en la idea de belleza
— en la idea de fuerza. Ahora bien, la idea de belleza puede ser una fuerza. Cuando la «idea»
de belleza sea una «idea» de la sensibilidad, una emoción y no una idea, una disposición
sensible del temperamento, esta «idea» de belleza es una fuerza. No será una fuerza únicamente
cuando sea una simple idea intelectual de belleza. Por ello el arte de los griegos es grande
incluso en mi criterio. La belleza, la armonía, la proporción no eran para los griegos conceptos
de su inteligencia sino disposiciones íntimas de su sensibilidad. Por eso eran un pueblo de
estetas buscando, exigiendo la belleza todos, en todo, siempre. Con tal violencia emitieron su
sensibilidad sobre el mundo futuro que aún vivimos subditos de su opresión. Nuestra
sensibilidad no obstante es tan diferente —trabajada por tantas y tan prolongadas fuerzas
sociales— que ya no podemos recibir esta emisión con la sensibilidad sino tan sólo con la
inteligencia. Consumó nuestro desastre estético la circunstancia de que hemos recibido en
general esta emisión de la sensibilidad griega a través de los romanos y de los franceses. Los
primeros aunque próximos a los griegos en el tiempo eran y siempre fueron hasta tal punto
incapaces de sentimiento estético que tuvieron que valerse de la inteligencia para recibir la
emisión de la estética griega. Los segundos, estrechos de sensibilidad y seudovivaces de
inteligencia, capaces por tanto de «gusto» pero no de emoción estética, deformaron la ya
deformada romanización del helenismo, fotografiaron elegantemente la pintura romana de una
estatua griega. Ya es grande, para quien sepa medirla, la distancia que va de la Ilíada a la
Eneida —tan grande que no la oculta ni una traducción; la de un Píndaro a un Horacio parece
infinita. Pero no es menor la que separa incluso a un Hornero bidimensional como Virgilio o un
Píndaro en proyección de Mercator como Horacio de la vulgaridad muerta de un Boileau, de un
Corneille, de un Racine, de toda la insuperable basura estética del «clasicismo» francés, ese
«clasicismo» cuya retórica postuma aún estrangula y desvirtúa la admirable sensibilidad
emisora de Víctor Hugo.
Pero así como para los «clásicos» o seudociásicos —los «aristotélicos» propiamente dichos
— la belleza puede estar, no en las disposiciones de su sensibilidad sino únicamente en las
preocupaciones de su razón, así, para los no aristotélicos postizos la fuerza puede ser una idea
de la inteligencia y no una disposición de la sensibilidad. Y así como la simple idea intelectual
de belleza no habilita para crear belleza, porque sólo la sensibilidad crea verdaderamente,
verdaderamente emite, así también la simple idea intelectual de fuerza o de no-belleza no
habilita para crear más que la otra, la fuerza o la no-belleza que pretende crear. Por eso existen
—¡y en qué abundancia!— simuladores del arte de la fuerza o de la no-belleza que ni crean
belleza ni no-belleza porque positivamente no pueden crear nada; porque ni hacen arte
aristotélico falso porque no lo quieren hacer, ni arte no aristotélico falso porque no puede haber
arte no-aristotélico falso. Pero en estos casos realizan sin querer y mal, arte aristotélico, porque
hacen arte con la inteligencia y no con la sensibilidad. La mayoría, si no es la totalidad de los
llamados realistas, naturalistas, simbolistas, futuristas, son simples simuladores, no diré que sin
talento pero únicamente con el talento de la simulación. Lo que escriben, pintan o esculpen
puede tener interés, pero es el interés de los acrósticos, de los dibujos de un solo trazo y de
cosas parecidas. Siempre que no se llame «arte», está bien.
Finalmente, hasta hoy, fecha en la que aparece por primera vez una auténtica doctrina no
aristotélica del arte, sólo hubo tres verdaderas manifestaciones de arte no-aristotélico. La
primera está
[F. Pessoa, Teoría poética, Júcar, Madrid, 1985, pp. 120-125.]
APUNTE
Mi alma se rompió como cuenco vacío
Cayó escaleras excesivamente abajo. [...]
Soy una dispersión de trozos sobre un felpudo sin sacudir. [F. Pessoa, op. cit.]

Un segundo texto define el arte como forma de literatura:


Cualquier arte es una forma de literatura porque todo arte es decir algo. Hay dos formas de
decir —hablar y estar callado—. Las artes que no son literatura son proyecciones de un silencio
expresivo. Hay que buscar en todo arte que no sea literatura la frase silenciosa que contiene, o
el poema, o la novela, o el drama. Cuando se dice «poema sinfónico» se habla con exactitud y
no de un modo metafórico y fácil. El caso parece menos simple para las artes visuales, pero si
nos preparamos considerando que líneas, planos, volúmenes, colores, yuxtaposiciones y
contraposiciones son fenómenos verbales dados sin palabras o, mejor, por jeroglíficos
espirituales, comprenderemos cómo comprender las artes visuales y, aunque no las lleguemos a
comprender del todo, tendremos al menos en nuestro poder el libro que contiene la cifra y el
alma que puede contener el desciframiento. Sirve hasta que se llegue a lo que falta.
[F. Pessoa, op. til, p. 149.}
Su teoría se materializa en su obra: «Oda Triunfal», «Oda Marítima»,
«Saludo a Walt Whitman», «Estanco» y «Apunte»:
ESTANCO
No soy nada.
Nunca seré nada.
No puedo querer ser nada.
Esto aparte, tengo en mí todos los sueños del mundo.
Ventanas de mi cuarto,
del cuarto de uno de los millones del mundo que nadie sabe quién es
(y de saberse quien es, ¿qué se sabría?),
dais al misterio de una calle cruzada constantemente por gente, a una calle inaccesible a todos
los pensamientos,
real, imposiblemente real, verdadera, desconocidamente verdadera, con el misterio de las cosas
debajo de las piedras y los seres, con la muerte poniendo humedad en la paredes y cabellos
blancos
a los hombres,
con el Destino conduciendo al carro de todo por la carretera de nada. [...]
Viví, estudié, amé y hasta creí,
y hoy no hay mendigo al que no envidie sólo porque él no es yo. A cada uno miro los andrajos
y las llagas y la mentira y pienso: tal vez nunca hayas vivido ni estudiado ni amado ni creído
(porque es posible hacer la realidad de todo eso sin hacer nada de
eso);
tal vez hayas existido sólo como la lagartija a la que cortan la cola y es cola removiéndose más
acá de la lagartija.
Hice de mí lo que no supe
y lo que pude hacer de mí no lo hice.
Vestí un dominó equivocado.
Me conocieron enseguida como quien no era, y no lo desmentí, y
me perdí.
[F. Pessoa, Poesía, Madrid, Alianza, 1985, 3.a ed., pp. 220,
235-236 y 238-239.]
Vivir es pertenecer a otro. Morir es pertenecer a otro. Vivir y morir son la misma cosa. Mas vivir
es pertenecer a otro de fuera y morir es pertenecer a otro de dentro. Una y otra cosa se
asemejan, pero la vida es el lado de fuera de la muerte. Por eso la vida es la vida y la muerte es
la muerte, pues el lado de fuera siempre es más verdadero que el lado de dentro; tanto es así que
al lado de fuera es el que se ve.
[F. Pessoa, op. cit., p. 175.]
¿Cómo surgen en Pessoa los heterónimos? En el Libro del
desasosiego nos señala el hecho de su existencia: su ser muchos.
Somos, por poco que lo queramos, siervos del tiempo y de sus colores y formas, subditos
del cielo y de la tierra. Aquel de nosotros que más se embreñe en sí mismo, despreciando lo que
le rodea, ese mismo no se embreña por los mismos caminos cuando llueve que cuando el cielo
está sereno. Oscuras transmutaciones, sentidas tal vez sólo en lo íntimo de los sentimientos
abstractos, se producen porque llueve o porque ha dejado de llover, se sienten sin que se
sientan porque, sin sentir, se ha sentido al tiempo.
Cada uno de nosotros es varios, es muchos, es una prolijidad de sí mismos. Por eso, aquel
que desprecia al ambiente no es el mismo que por él se alegra o padece. En la vasta colonia de
nuestro ser hay gente de muchas especies, pensando y sintiendo de manera diferente. En este
mismo momento, en que escribo, en un intervalo legítimo del hoy escaso trabajo, estas pocas
palabras de impresión, soy yo quien las escribe atentamente, soy yo el que está contento de no
tener que trabajar en este momento, soy yo el que está viendo el cielo allá fuera, invisible desde
aquí, soy yo el que está pensando todo esto, soy yo el que siente al cuerpo contento y a las
manos vagamente frías. Y todo este mundo mío de gente ajena entre sí proyecta, como una
multitud diversa pero compacta, una sombra única —este cuerpo quieto y escribiente con que
me reclino, de pie, contra el escritorio alto de Borges, donde he venido a buscar mi secante, que
le había prestado. [...]
En general, debido al hábito que tengo de, desdoblándome, seguir al mismo tiempo dos,
diferentes operaciones / mentales / yo, al paso que me voy adaptando en exceso y lucidez al
sentir de ellos, voy analizando en mí su desconocido estado de alma, haciendo el análisis
puramente objetivo de lo que ellos son y piensan. Así, entre sueños, y sin abandonar mi
devaneo ininterrumpido, voy, no sólo viviéndoles la esencia refinada de sus emociones a veces
muertas, sino comprendiendo y clasificando las lógicas interconexas de las diferentes fuerzas de
su espíritu que yacían a veces en un estado simple de su alma.
Y, en medio de todo esto, su fisonomía, su traje, sus gestos, no se me escapan. Vivo al
mismo tiempo sus sueños, el alma del instinto y el cuerpo y actitudes suyas. En una gran
dispersión unificada, me ubiquito en ellos y creo y soy, a cada instante de la conversación, una
multitud de seres, conscientes e inconscientes, analizados y analíticos, que se reúnen en un
abanico abierto. [...]
Mi alma es una orquesta oculta; no sé qué instrumentos tañe o rechina, cuerdas y harpas,
timbales y tambores, dentro de mí. Sólo me conozco como sinfonía.
Hoy he llegado, de repente, a una sensación absurda y justa. Me he dado cuenta, en un
relámpago íntimo, de que no soy nadie.
ANTHROPOS/9
Nadie, absolutamente nadie. Cuando brilló el relámpago, aquello donde había supuesto una
ciudad era una llanura desierta; y la luz siniestra que me mostró a mí no reveló un cielo encima
de ella. Me han robado el poder de ser antes de que el mundo fuese. Si tuve que reencarnar, he
reencarnado sin mí, sin haber reencarnado yo.
Soy los alrededores de una ciudad que no existe, el comentario prolijo a un libro que no se
ha escrito. No soy nadie, nadie. No sé sentir, no sé pensar, no sé querer. Soy una figura de
novela por escribir, que pasa aérea, y deshecha sin haber sido, entre los sueños de quien no
supo completarme. [...]
Y yo, verdaderamente yo, soy el centro que no existe en esto sino mediante una geometría
del abismo; soy la nada en torno a la cual gira este movimiento, sin que ese centro exista sino
porque todo círculo lo tiene. Yo, verdaderamente yo, soy el pozo sin muros, pero con la
viscosidad de los muros, el centro de todo con la nada alrededor. [...]
Me he creado eco y abismo, pensando. Me he multiplicado profundizándome. El más
pequeño episodio —una alteración que sale de la luz, la caída enrollada de una hoja seca, el
pétalo que se despega amarillecido, la voz del otro lado del muro o los pasos de quien la dice
junto a los de quien la debe escuchar, el portón entreabierto de la quinta vieja, el patio que se
abre con un arco de las casas aglomeradas a la luz de la luna— todas estas cosas, que no me
pertenecen, me prenden la meditación sensible con lazos de resonancia y de añoranza. En cada
una de esas sensaciones soy otro, me renuevo dolorosamente en cada impresión indefinida.
Vivo de impresiones que no me pertenecen, perdulario de renuncias, otro en el modo como soy
yo.
He creado en mí varias personalidades. Creo personalidades constantemente. Cada sueño
mío es inmediatamente, en el momento de aparecer soñado, encarnado en otra persona, que
pasa a soñarlo, y yo no.
Para crear, me he destruido; tanto me he exteriorizado dentro de mí, que dentro de mí no
existo sino exteriormente. Soy la escena viva por la que pasan varios actores representando
varias piezas.
Encontrar la personalidad en la pérdida de ella —la misma fe abona este sentido de destino. [...]
La vida perjudica a la expresión de la vida. Si yo viviese un gran amor, nunca lo podría
contar.
Yo mismo no sé si este yo, que os expongo, en estas sinuosas páginas, realmente existe o tan
solo es un concepto estético y falso que he formado de mí mismo. Me vivo estéticamente en
otro. He esculpido mi vida como una estatua de materia ajena a mi ser. A veces no me
reconozco, tan exterior a mí mismo me he puesto, y tan de un modo puramente artístico he
empleado mi conciencia de mí mismo. ¿Quién soy por detrás de esta irrealidad? No lo sé. Debo
de ser alguien. Y si no trato de vivir, de actuar, de sentir, es —creedme bien— para no perturbar
las líneas artificiales de mi personalidad supuesta. Quiero ser tal cual he querido ser y no soy. Si
cediese, me destruiría. Quiero ser una obra de arte, del alma por lo menos, ya que del cuerpo no
puedo serlo. Por eso me he esculpido con tranquilidad y enajenación y me he colocado en una
estufa, lejos de los aires frescos y de las luces francas— donde mi artificialidad, flor absurda,
florezca en retirada belleza. [...]
La vida es un viaje experimental, hecho involuntariamente. Es un viaje del espíritu a través de la
materia y, como es el espíritu quien viaja, es en él donde se vive. Hay, por eso, almas
contemplativas que han vivido más intensa, más extensa, más tumultuosamente que otras que
han vivido externas. El resultado lo es todo. Lo que se ha sentido ha sido lo que se ha vivido.
Uno se recoge de un sueño como de un trabajo visible. Nunca se ha vivido tanto como cuando
se ha pensado mucho.
[F. Pessoa, Libro del desasosiego de Bernardo Soares, Barcelona, Seix Barral, 1984. pp. 43, 44,
47. 48, 51, 171 y 279.]
Ah. ante esta única realidad que es el misterio,
ante esta única realidad terrible —la de que haya una realidad—, ante este horrible ser que es
que haya ser,
ante este abismo de que exista un abismo,
ese abismo de que la existencia de todo sea un abismo, sea un abismo por simplemente ser,
por poder ser.
por haber ser
—ante todo eso, ¡cómo todo cuanto los hombres hacen, todo cuanto los hombres dicen,
todo cuanto construyen, deshacen, y se construye o se deshace a
través de ellos,
se empequeñece!
No. no se empequeñece..., se transforma en otra cosa —en una sola cosa tremenda y negra e
imposible,
una cosa que está más allá de los dioses, de Dios, del Destino aquello que hace que haya ser
para que pueda haber seres, aquello que subsiste a través de todas las formas,
de todas las vidas, abstractas o concretas,
contingentes o eternas,
verdaderas o falsas.
Aquello que cuando todo se ha abarcado aún queda fuera, porque cuando se abarca todo no se
abarca el explicar por qué es
un todo,
¡porque hay algo, porque hay algo, porque hay algo!
[F. Pessoa, Poesía, op. cit.. p. 256.]
Existir es ser inconsciente, porque existir es que sea posible que haya
ser. y hacer esto posible es mayor que todos los dioses. «Al fin. la mejor
manera de viajar es sentir.»
En carta dirigida a Adolfo Casáis Monteiro explica el origen y
surgimiento de sus heterónimos:
El origen de mis heterónimos es el profundo trazo de histeria que existe en mí. No sé si soy
simplemente histérico, o si soy más propiamente un histérico-neurasténico. Tiendo hacia esta
segunda posibilidad porque hay en mí fenómenos de abulia que la histeria, propiamente dicha,
no encuadra en el registro de sus síntomas. Sea como sea. el origen mental de mis heterónimos
está en mi tendencia orgánica y constante hacia la despersonalización y hacia la simulación.
Estos fenómenos —afortunadamente para mí y para los otros— en mí se mentalizaron: quiero
decir, no se manifiestan en mi vida práctica exterior y de contacto con los otros; hacen
explosión hacia dentro y los vivo yo a solas conmigo. Si fuese una mujer —en la mujer los
fenómenos histéricos estallan en ataques o cosas parecidas— cada poema de Alvaro de Campos
(lo más histéricamente histérico de mí) sería una alarma para la vecindad. Pero soy hombre —y
en los hombres la histeria asume principalmente aspectos mentales: así todo acaba en silencio y
poesía...
Esto explica tant bien que mal el origen orgánico de mis heterónimos. Voy ahora a hacer la
historia directa de mis heterónimos. Empiezo por los que han muerto y de algunos de los cuales
ya no me acuerdo —los que yacen perdidos en el pasado remoto de mi infancia casi olvidada.
Desde niño tuve tendencia a crear a mi alrededor un mundo ficticio, a rodearme de amigos y
conocidos que nunca habían existido. (No sé, bien entendido, si realmente no existieron o si soy
yo quien no existe. En estas cosas, como en todas, no debemos ser dogmáticos.) Desde que me
conozco como siendo aquello a lo que llamo yo, me acuerdo de necesitar mentalmente en
figura, movimienalgún punto que necesita una aclaración más lúcida —estoy escribiendo
deprisa y cuando escribo deprisa no soy muy lúcido—, dígamelo, que de buena gana se la daré.
Y, es verdad, un complemento verdadero e histérico: al escribir ciertos fragmentos de las Notas
para el recuerdo de mi Maestro Caeiro de Alvaro de Campos, lloré lagrimas verdaderas. ¡Para
que sepa con quién está lidiando, mi querido Casáis Monteiro!
tos, carácter e historia, varias figuras irreales que eran para mi tan visibles y mías como lo
que llamamos abusivamente vida real. Esta tendencia, que me viene desde que recuerdo ser yo,
me ha acompañado siempre, cambiando un poco el tipo de música con la que me encanta pero
no alterando nunca su manera de encantar.
Recuerdo lo que me parece haber sido mi primer heterónimo o, mejor, mi primer conocido
inexistente —un cierto Chevalier de Pas de mis seis años, mediante el cual escribía cartas de él
a mí mismo, y cuya figura no enteramente vaga, aún conquista aquella parte de mi afecto que
linda con la nostalgia. [...]
Hacia 1912, salvo error (que nunca puede ser grande), me vino la idea de escribir unos
poemas de índole pagana. Esbocé algunas cosas en verso irregular (no en el estilo Alvaro de
Campos, sino en un estilo de media regularidad), y abandoné el caso. (Había nacido sin que yo
lo supiera Ricardo Reis.)
Año y medio o dos años después se me ocurrió un día gastarle una broma a Sá-Carneiro —
inventar un poeta bucólico de especie complicada y presentárselo, ya no recuerdo cómo, con
alguna apariencia de realidad—. Pase unos días elaborando al poeta sin conseguirlo. Un día en
que finalmente había desistido —fue el 8 de marzo de 1914— me acerqué a una cómoda alta y,
cogiendo un papel, comencé a escribir de pie, como escribo siempre que puedo. Y escribí
treinta y tantos poemas de un tirón, en una especie de éxtasis cuya naturaleza no conseguiré
definir. Fue el día triunfal de mi vida y nunca podré tener otro así. Abrí con un título, El
guardador de rebaños. Y lo que siguió fue la aparición de alguien en mí, a quien di de
inmediato el nombre de Alberto Caeiro. Discúlpeme lo absurdo de la frase: había apreciado en
mí mi maestro. Fue ésta la inmediata sensación que tuve. Y tanto es así que, una vez estuvieron
escritos esos treinta y tantos poemas, inmediatamente cogí otro papel y escribí, uno tras otro
también, los seis poemas que constituyen «Lluvia oblicua» de Fernando Pessoa.
Inmediatamente y totalmente... Fue el regreso de Fernando Pessoa Alberto Caeiro a Fernando
Pessoa él solo. O mejor, fue la reacción de Fernando Pessoa contra su inexistencia como
Alberto Caeiro.
Aparecido Alberto Caeiro traté en seguida de descubrirle —instintiva y subconscientemente
— unos discípulos. Arranqué de su falso paganismo al Ricardo Reis latente, le descubrí el
nombre y lo ajusté a sí mismo, porque en aquella época ya lo veía. Y de repente, y en
derivación opuesta a la de Ricardo Reis, me surgió impetuosamente un nuevo individuo. De un
tirón y en la máquina de escribir, sin interrupción ni correcciones, surgió la «Oda Triunfal» de
Alvaro de Campos —la oda con este nombre y el hombre con el nombre que tiene.
Creé entonces una coterie inexistente. Fijé todo aquello en moldes de realidad. Gradué las
influencias, conocí las amistades, oí dentro de mí las discusiones y las divergencias de criterios,
y en todo esto me parece que fui yo, creador de todo, lo menos que allí hubo. Parece que
ocurrió independientemente de mí. Y parece que aún así ocurre. Si algún día puedo publicar la
discusión estética entre Ricardo Reis y Alvaro de Campos, comprobará cómo ellos son
diferentes y cómo yo no soy nada en el asunto.
En la publicación de Orpheu fue necesario a última hora conseguir algo para completar el
número de páginas. Sugerí entonces a Sá-Carneiro que yo hiciese un poema «antiguo» de
Alvaro de Campos —un poema de cómo sería Alvaro de Campos antes de haber conocido a
Caeiro y de haber caído bajo su influencia. Y así hice el «Opiario», en el que intenté dar todas
las tendencias latentes de Alvaro de Campos, conforme habían de ser después reveladas, pero
sin existir todavía ningún trazo de contacto con su maestro Caeiro. Fue entre los poemas que he
escrito el que me dio más quehacer por el doble poder de despersonalización que tuve que
desarrollar. Pero, en fin, creo que no salió mal y que da el Alvaro de Campos sin florecer...
Creo que le he explicado el origen de mis heterónimos. Si hay
Un apunte más en esta materia... Yo veo delante de mí, en el espacio incoloro pero real del
sueño, las caras, los gestos de Caeiro, Ricardo Reis y Alvaro de Campos. Les construí las
edades y las vidas. [...]
¿Cómo escribo en nombre de estos tres?... Caeiro por pura e inesperada inspiración, sin
saber ni siquiera calcular lo que iría a escribir. Ricardo Reis, después de una deliberación
abstracta que súbitamente se concretiza en una oda. Campos cuando siento un súbito impulso
para escribir y no sé el qué. (Mi semi-heterónimo Bernardo Soares, que además en muchas
cosas se parece a Alvaro de Campos, aparece siempre que estoy cansado o somnoliento,
cuando tengo algo suspensas las cualidades de pensamiento y de inhibición; aquella prosa es un
constante devaneo. Es un semi-heterónimo porque, no siendo mi personalidad, no es diferente
de la mía, sino una simple mutilación suya. Soy yo menos el pensamiento y la afectividad. La
prosa, salvo lo que el pensamiento da de tenue a la mía, es igual a ésta, y el portugués
perfectamente igual; mientras que Caeiro escribía mal el portugués, Campos razonablemente
pero con lapsos como decir «yo propio» en vez de «yo mismo», etc., Reis mejor que yo, pero
con un purismo que considero exagerado. Lo difícil para mí es escribir la prosa de Reis —aún
inédita— o de Campos. La simulación es más fácil, incluso porque es más espontánea, en
verso.)
[F. Pessoa, Teoría poética, op. cit., pp. 188-192.]

Alberto Caeiro, El guardador de rebaños:


I
[...]
No tengo ambiciones ni deseos. Ser poeta no es una ambición mía, es mi manera de estar
solo.
II
[...]
Mi mirar es nítido como un girasol.
Tengo la costumbre de andarme los caminos mirando a la derecha y a la izquierda,
y alguna que otra vez mirando atrás...
Y a cada momento lo que veo
es lo que nunca por mí antes he visto;
y me doy cuenta muy bien que veo así...
Sé tener el asombro esencial
que tendría un niño si al nacer
advirtiese que nació de veras...
A cada momento me siento nacido
a la eterna novedad del Mundo...
Creo en el mundo como en una margarita porque lo veo. Mas no lo pienso,
porque pensar es no entender...
El Mundo no se hizo para pensar en él
(pensar es estar enfermo de los ojos)
sino para al mirarlo estar de acuerdo...
No tengo filosofía: tengo sentidos...
Si hablo de la Naturaleza no es porque sepa qué es sino porque la amo, y la amo por eso,
porque quien ama nunca sabe lo que ama, ni sabe por qué ama, y qué es amar...
Amar es la eterna inocencia,
y la única inocencia, no pensar.
[...]
V
[...]
Pensar en el sentido íntimo de las cosas
es sobreañadir, es como pensar en la salud
o llevar un vaso al agua de los manantiales.
El único sentido íntimo de las cosas
es el de no tener íntimo sentido alguno.
No creo en Dios porque nunca lo he visto.
Si él quisiera que yo creyese en él
vendría sin duda a hablar conmigo,
y cruzada mi puerta, casa adentro,
me diría: ¡Aquí estoy!
(Esto tal vez suene ridículo al oído
de quien, por no saber qué sea el mirar a las cosas, no entiende al que habla de ellas
con el modo de hablar que el fijarse en ellas nos enseña.)
Pero si Dios es las flores y los árboles
y los montes y el luar y el sol,
entonces creo en él,
entonces creo en él a todas horas
y mi vida entera es una oración y misa
y una comunión con los ojos y por los oídos.
Pero si Dios es las flores y los árboles
y los montes y el luar y el sol,
¿por qué llamarle Dios?
Le llamo flores y árboles y sol y luar y montes;
porque si él se hizo, para que yo lo viese,
sol y luar y montes y árboles y flores,
si ante mí aparece como árboles y montes
y luar y sol y flores
es porque quiere que yo lo conozca
como árboles y montes y flores y luar y sol.
Y por eso, obedezco
(¿qué más sé yo de Dios que Dios no sepa de sí mismo?). Le obedezco al vivir tan
espontáneamente
como quien abre los ojos y ve,
y le llamo luar y sol y flores y árboles y montes,
y le amo sin pensar en él,
y lo pienso al ver y oír,
y ando con él a todas horas.
[F. Pessoa, Poesía, pp. 96-98, 100-101.]
Mirar las cosas con inocencia, sencillamente: la gracia de las piedras,
cuantas cosas hay en las flores. El Poeta es el Niño, el fundador de sus
sueños, de sus pensamientos junto al camino.
IX
Soy un guardador de rebaños.
El rebaño es mis pensamientos
y mis pensamientos son, todos, sensaciones. Pienso con los ojos y con los oídos
y con las manos y los pies
y con la nariz y la boca.
Pensar una flor es verla y olería,
y comer un fruto es saberle el sentido.
Por eso, cuando en días de calor
me siento triste de gozarlos tanto
y a todo lo largo que soy me tumbo en la hierba
y cierro los ojos calientes,
siento todo mi cuerpo tumbado en la realidad.
Sé la verdad y soy feliz.
X
«Hola, guardador de rebaños.
Ahí. junto al camino.
¿qué te dice el viento al pasar?»
[F. Pessoa. op. cit., pp. 106, 107.]

Por eso el amor es una compañía. Ricardo Reis y sus


Odas:
[SI RECUERDO QUIEN FUI. OTRO ME VEO]
Si recuerdo quien fui, otro me veo,
Y el pasado es el presente en el recuerdo.
Quien fui es alguien que amo.
Empero solamente en sueño.
Y la saudade que me aflige la mente
No es de mí, ni aun del pasado visto,
Sino de quien habito
Tras los ojos ciegos.
Nada que no sea el instante me conoce.
Mi mismo recuerdo es nada, y siento
Que quien soy y quien fui
Son sueños diferentes
[NO QUIERO, CLOE, TU AMOR, QUE OPRIME]
No quiero, Cloe, tu amor, que oprime
Porque me exige amor. Quiero ser libre.
La esperanza es un deber del sentimiento.
[LIDIA, IGNORAMOS. SOMOS EXTRANJEROS]
Lidia, ignoramos. Somos extranjeros
Dondequiera que estemos.
Lidia, ignoramos. Somos extranjeros
Dondequiera vivamos. Todo es ajeno;
Ni nuestra lengua habla.
Hagamos de nosotros mismos el retiro
Donde escondernos, tímidos ante el insulto
Del tumulto del mundo.
¿Qué más quiere el amor que no ser de los otros?
Cual un secreto dicho en los misterios,
Sacro sea por nuestro.
[VIVEN EN NOSOTROS INNÚMEROS]
Viven en nosotros innúmeros;
Si pienso o siento, ignoro
Quien es que piensa o siente.
Soy tan sólo el lugar
Donde se siente o piensa.
ANTHROPOS/13
Tengo más almas que una. Hay más yos que yo mismo. No obstante, existo.
Indiferente a todos.
Los hago callar: yo hablo.
Los impulsos cruzados
De cuanto siento o no siento Disputan en quien soy.
Los ignoro. Nada dictan A quien me sé: yo escribo.
[F. Pessoa, op. cit., pp. 164-165, 167, 170-171.] ¿Qué símbolo final
Muestra el sol ya despierto? En la Cruz muerta y fatal La Rosal del Encubierto.
[NADA SOY, NADA PUEDO, NADA SIGO]
Nada soy, nada puedo, nada sigo. Llevo, cual ilusión, mi ser conmigo. No comprendo el
comprender ni sé Si he de ser, siendo nada, el que seré.
Por fin. F. Pessoa con «Mensaje». «Cancionero» y «Fausto»:
El punto central de mi personalidad como artista es que soy un poeta dramático: en todo
cuanto escribo tengo, permanentemente, la exaltación íntima del poeta y la despersonalización
del dramaturgo. Vuelo siendo otro: esto es todo.
La Naturaleza esconde, no revela. Todo este universo luminoso y oscuro a cuya suma de
energías llamamos Naturaleza es una máscara, un vestido y un sueño. La Naturaleza no es (sis,
sino el velo de (sis. [...]
ULISES
El mito es la nada que lo es todo. El mismo sol que abre los cielos Es mito brillante y mudo:
El cuerpo muerto de Dios
Vivo y desnudo.
El que a puerto aquí arribó
Fue, por no ser, existiendo. Sin existir nos bastó.
Por no venir fue viniendo.
Y nos creó.
Así la leyenda se escurre
De entrar en la realidad
Y a fecundarla va yendo.
La vida, abajo, mitad
De nada, muriendo
INICIACIÓN
No duermes bajo cipreses, Pues no hay dormir en el mundo. [...]
El cuerpo es sombra de ropas Que encubren tu ser profundo.
Viene la noche: es la muerte, Y la sombra acaba sin ser. Sólo silueta, en la noche
Vas a ti igual sin querer.
En el Mesón del Espanto
Te quita un Ángel la capa.
Sin capa al hombro prosigues Con sólo lo que aún te tapa.
Arcángeles del Camino
Te desnudan ya del todo.
Nada tienes, ni tu ropa.
Eres tú: tu cuerpo sólo.
Por fin, Dioses te desnudan Aún más en la honda caverna: Los ves tus iguales cuando Cesa
tu cuerpo, alma externa
La sombra de tus vestidos
Permanece aquí en la Suerte No estás muerto entre cipreses. [...]
Pues, neófito, no hay muerte.
EL INFANTE
Dios quiere, el hombre sueña, la obra nace. Dios quiso que la tierra fuese toda una, Que el
mar uniera, que ya no separase. Ungióte, y fuiste desvendado espuma. [...]
EL ENCUBIERTO
¿Qué símbolo fecundo
Trae la aurora ansiosa? En la Cruz Muerta del Mundo La Vida, que es la Rosa.
¿Qué símbolo divino
Trae el día ya visto?
En la Cruz, que es Destino, La Rosa, que es el Cristo.
ANTE LA TUMBA DE CHRISTIAN ROSENKREUTZ I
Cuando, despiertos del sueño de la Vida, Sepamos lo que somos, qué fue aquella Caída
hasta el Cuerpo, aquel descenso
A la Noche que nos obstruye el Alma,
¿Conoceremos por fin toda esta oculta
Verdad de cuanto hay o cuanto fluye?
No: ni aun del Alma Libre es conocida,
Ni Dios creador nuestro en Sí la tiene.
Es Dios el Hombre de otro Dios más grande: Adán supremo en que también hubo Caída, Así
también, Creador nuestro, es Ser Creado,
Y en Él así también la Verdad ha muerto. Más allá del Abismo Su Espíritu la veda
Y no la hay en este Mundo, que es Su Cuerpo.
PRIMER FAUSTO
X
Es el secreto de la Búsqueda lo que no se encuentra. Eternos mundos infinitamente
Dentro unos de otros, sin cesar discurren
Inútiles: Soles, Dioses, Dios de los Dioses,
En ellos intercalados y perdidos
Ni a nosotros encontramos en el infinito.
Todo es siempre diverso y siempre por delante De Dios y Dioses: tal es la luz incierta
De la suprema verdad.
XXVIII
Para mí, ser es sorprenderme
de estar siendo.
[F. Pessoa, op. cit., pp. 20, 27, 28, 30, 57, 60-61, 66, 76, 79.]
Encontrarse con la pluralidad de universos, mundos y personas;
buscar y sentirse en compañía, responder poéticamente a la desolación
del mundo, de la sociedad, de los seres humanos. Testimonio sangrante,
profundo e indagador de F. Pessoa.
Es preciso encontrar los mares profundos, ver, sentir, estar y existir:
ahí en el hondo ser, en la inocencia inconsciente del cuerpo y del
pensamiento donde se escucha todavía la voz de los dioses.
ramente son, que es como han sido creados. No es ninguna de las siete partidas del mundo
la que me interesa y puedo verdaderamente ver; la octava partida es la que recorro y es mía.
Quien ha cruzado todos los mares ha cruzado tan sólo la monotonía de sí mismo. Ya he
cruzado más mares que todos. Ya he visto más montañas que las que hay en la tierra. He
pasado ya por ciudades más que existentes, y los grandes ríos de ningunos mundos han fluido,
absolutos, bajo mis ojos contemplativos. Si viajase, encontraría la copia débil de lo que ya había
visto sin viajar.
En los países que visitan los demás, los visitan anónimos y peregrinos. En los países que he
visitado, he sido, no sólo el placer oculto del viajero desconocido, sino la majestad del rey que
allí reina, y el pueblo cuya costumbre allí habita, y la historia entera de aquella nación y de las
demás. Los mismos paisajes, las mismas casas, yo los he visto porque los he sido, hechos en
Dios con la substancia de mi imaginación.
La renuncia es la liberación. No querer es poder.
¿Qué puede darme la China que mi alma no me haya dado ya? Y si mi alma no me lo puede
dar, ¿cómo me lo dará la China, si es con mi alma cómo veré la China, si la veo? Podré ir a
buscar riqueza al Oriente, pero no riqueza del alma, porque la riqueza de mi alma soy yo, y
estoy donde estoy, sin Oriente o con él.
Comprendo que viaje quien es incapaz de sentir. [...]
Transeúntes eternos por nosotros mismos, no hay paisaje sino el que somos. Nada poseemos,
porque ni a nosotros poseemos. Nada tenemos porque nada somos. ¿Qué manos extenderé
hacia el universo? El universo no es mío: soy yo.
[F. Pessoa, Libro del desasosiego de Bernardo Soares, Barcelona, Seix Barra!, 1984, pp. 281,
283-285.]
3. Conclusión
¿Viajar? Para viajar basta con existir. Voy de día a día, como de estación a estación, en el
tren de mi cuerpo, o de mi destino, asomado a las calles y a las plazas, a los gestos y a los
rostros, siempre iguales y siempre diferentes como, al final, lo son todos los paisajes.
Si imagino, veo. ¿Qué más hago si viajo? Sólo la debilidad extrema de la imaginación
justifica que haya que desplazarse para sentir.[...]
La vida es lo que hacemos de ella. Los viajes son los viajeros. Lo que vemos no es lo que
vemos, sino lo que somos. [...]
La erudición de la sensibilidad nada tiene que ver con la experiencia de la vida. La experiencia
de la vida nada enseña, lo mismo que la historia nada informa. La verdadera experiencia
consiste en restringir el contacto con la realidad y aumentar el análisis de ese contacto. Así, la
sensibilidad se ensancha y profundiza, porque en nosotros está todo; basta que lo busquemos y
lo sepamos buscar.
¿Qué es viajar, y para qué sirve viajar? Cualquier ocaso es el ocaso; no es menester ir a verlo a
Constantinopla. ¿La sensación de liberación que nace de los viajes? Puedo sentirla saliendo de
Lisboa hacia Benfica, y sentirla más intensamente que quien va de Lisboa a la China, porque si
la liberación no está en mí, no está, para mí, en ninguna parte. «Cualquier carretera», ha dicho
Carlyle, «hasta esta carretera de Entepfuhl, te lleva hasta el fin del mundo.» Pero la carretera de
Entepfuhl, si se la sigue toda, hasta el final, vuelve a Entepfuhl; de modo que el Entepfuhl,
donde ya estábamos, es ese mismo fin del mundo que íbamos a buscar.
Condillac comienza su libro célebre, «Por más alto que subamos y más bajo que bajemos,
nunca salimos de nuestras sensaciones». Nunca desembarcamos de nosotros. Nunca llegamos a
otro sino otrándonos mediante la imaginación sensible de nosotros mismos. Los verdaderos
paisajes son los que nosotros mismos creamos, porque así, siendo dioses de ellos, los vemos
como verdade
El universo soy yo: la experiencia del mundo termina en mi
pensamiento. Adentrarme en mí: crear universos poéticos, sentir es
viajar. Pessoa crea universos de vida interior, de adentramiento en el
sueño y en la visión.
«Ser verdadero es existir; esto, y nada más.» El pagano no define a lo
que crea. «El pagano es el creador consciente de sus dioses» (el reino de
los dioses). He ahí la creación de cultura, de universo, de mundo habitado
por el poeta, y el contenido de su drama en gente, de sus heterónimos.
Bello es el combate y la esperanza es grande. Estas palabras de Platón deben ser el lema que
nos guíe.
Somos pocos, los suficientes para no ser ningunos, pero puede ser que mañana vengan a
nuestro encuentro aquellos a quienes hablamos la lengua olvidada de la civilización.
La senda que proponemos es todavía más estrecha que la que El Cristo proponía a los que
deseaban seguirle. Por una ironía natural de las cosas, nosotros, aunque en otro sentido,
podemos decir a los hombres que aquellos que quieran seguirnos, tienen que dejar el mundo.
Pero es el mundo moderno, equivocado como está, el que deben abandonar: [...]
[...]
Mi misión era explicar. He explicado.
No he iniciado; he seguido. Pero he visto que había un camino porque, antes, dos me lo habían
señalado. A esos dos consagro el fruto de mi esfuerzo. [...]
Son... Caeiro y Ricardo Reís...
(...) ¡El gran Pan ha renacido!
Aclamo
«¡Yo saludo en Alberto Caeiro el regreso de los dioses! ¡Alegraos vosotros todos, que lloráis en
la decadencia mayor de la historia!
¡El gran Pan ha renacido! ¡ha vuelto a nacer!»
[F. Pessoa, El regreso de los dioses, Barcelona, Seix Barral, 1986, p. 101.]
F. Pessoa navega por mares intraoceánicos, indaga hondos sentires y
desasosiegos y trae a la luz nuevas presencias que se esconden en la
entraña de los fondos oscuros de la naturaleza: crea universos nuevos,
otros, porque la otredad es el sentido secreto y mistérico de cuanto está
ahí, sin secreto ni misterio, produciendo la realidad tal como la sentimos;
nuestro sueño e imaginación del otro. Donde se siente la presencia de
otro, hay un universo y nosotros somos su sueño y su imaginación.
¿Dónde estamos? Allí donde soñamos. ¿Quiénes somos? La imagen de
nuestros sueños. Toda presencia y existencia encierran un secreto, una
verdad: el sueño de otro.
Sentir otra cosa, pues, es sentir de otra forma y «la única manera de
que tengas sensaciones nuevas es que te construyas un alma nueva». Hay
que cambian de alma para que nazca un nuevo sentir, sabiendo que
«sentir cosas nuevas, es que haya novedad en sentirlas».
«¿Cambio de alma, cómo? Descúbrelo Tú.»
Finalizamos con un poema de Alberto Caeiro, anticipación de nuevas
realidades y sentires. Donde tú estás, lo que tú habitas es todo, constituye
el universo. Dice así:
Da minha aldeia vejo quanto da térra se pode ver do universo... Por isso a minha aldeia é táo
grande como outra térra qualquer, Porque eu sou do tamanho do que vejo
E nao do tamanho da minha altura...
Ñas cidades a vida é mais pequeña
Que aqui na minha casa a meio deste outeiro.
Na cidade as grandes casas prendero a vista á chave, Escondem o horizonte, empurram o nosso
olhar para longe de todo
o céu,
Tornam-nos pequeños porque nos tiram tudo e também nao podem olhar.
E tornam-nos pobres porque a nossa única riqueza é ver.
[F. Pessoa, O manuscrito de O guardador de rebanhos de Alberto Caeiro, Publicacóes Dom
Quixote, Lisboa, 1986, p. 118.]
En la propia aldea residen todos los universos y habitan todas las
presencias. Los otros por mí imaginados, sentidos y soñados. Somos del
tamaño de lo que vemos. Ver es nuestra riqueza y vemos donde estamos.
Viajar es sentir. Camino pessoano que espera nuevas indagaciones en
profundidad.
Pessoa, vocación y voz de la cultura ibérica, don ofrecido a Europa,
cáliz que encierra el secreto del Santo Grial en un poema visionado y ahí,
redundando presencia. Pessoa abre todos los caminos y navega por todos
los mares; contiene todas las direcciones. Es el poema del universo:
poemas creadores de universo, punto y eje. Todo en su sueño, en el río de
su aldea, misterio de existencia que se ofrece y transparenta en el drama
en gente.
Sobre Pessoa, por José Sarmentó AUTOR TEMA MONOGRÁFICO

FERNANDO PESSOA
DOSSIER
Pessoa a través de la ficha autobiográfica que el autor redactó en 1930
en tercera persona, del amplio estudio biográfico de Ángel Crespo, y de la
cronología elaborada a partir de las obras Vida e obra de Femando
Pessoa. Historia de urna geragáo, de J.G. Simóes, y Fernando Pessoa.
Urna fotobiografia, de M.J. de Lancastre. El Suplemento n.° 4 de la
Revista, Femando Pessoa: selección de textos y análisis de su
pensamiento, presenta una amplia bibliografía de y sobre el autor.

Ficha autobiográfica
Nome completo: Fernando Antonio Nogueira Pessoa.
Edade e naturalidade: Nasceu em Lisboa, freguezia dos Martyres, no
predio n.1 4 do Largo de S. Carlos (hoje do Directorio) em 13 de Junho de
1888.
Filiagáo: Filho legitimo de Joaquim de Seabra Pessoa e de D. Maria
Magdalena Pinheiro Nogueira. Neto paterno do General Joaquim Antonio
de Araujo Pessoa, combatente das campanhas liberaes, e de D.' Dionysia
Seabra; neto materno do Conselheiro Luiz Antonio Nogueira,
jurisconsulto e que foi Director Geral do Ministerio do Reino, e de D.
Magdalena Xavier Pinheiro. Ascendencia geral: misto de fidalgos e de
judeus.
Estado: Solteiro.
Profissáo: A designaqao mais propria será «traductor», a mais exacta
a de «correspondente estrangeiro em casas commerciaes». O ser poeta e
escriptor nao constitue profissáo. mas vocagao.
Morada: Rúa Coelho da Rocha, 16, 1.", dto., Lisboa (Enderezo postal:
Caixa Postal 147, Lisboa).
Punzóes sociaes que tem desempenhado: Se por isso se entende
cargos públicos, ou fungóes de destaque, nenhumas.

Fernando Pessoa en la época de «Orpheu»


Obras que tem publicado: A obra está essencialmente dispersa, por
amquanto, por varias revistas e publicagóes occasionaes. O que. de livros
ou folhetos, considera como válido, é o seguinte: 35 Sonnets (em inglez) ,
1918; English Poems l-ll e English Poems ¡II (em inglez tambem), 1922.
e o livro Mensagern, 1934, premiado pelo Secretariado de Propaganda
Nacional, na categoría «Poema». O folheto O Interregno, publicado em
1928, e constituindo urna defesa da Dictadura Militar em Portugal, deve
ser considerado como nao existente. Ha que rever tudo isso e talvez que
repudiar muito.
Educaqáo: Em virtude de, fallecido seu pai em 1893, sua máe ter
casado, em 1895, em segundas nupcias, com o Com
ANTH
ROPOS/17

La trayectoria
biográfico-literaria de Fernando Pessoa
Ángel Crespo
Portugal em Durban. Natal, foi alí educado. Ganhou o premio Rainha
Victoria de estylo inglez na Universidade do Cabo da Boa Esperanca em
1903. no exame de admissao. aos 15 annos. Como quiera que ya he
escrito con cierta extensión sobre la poco espectacular vida de Fernando
Pessoa,1 me esforzaré ahora, tratando de no perder de vista en ningún
momento sus datos biográficos, en ofrecer una visión lo más clara posible
de la evolución espiritual e intelectual de este poeta y, consecuencia de
ella, de su trayectoria literaria, es decir, de cómo y por qué se diversificó
su escritura, no sólo en las obras atribuidas a sus heterónimos, sino
también en una serie de papeles ortónimos asombrosa por la variedad de
los temas tratados y por la ambición de hacer, saber y entender que
revelan. Si mi difícil objetivo es una visión clara, y no una visión
exhaustiva, ello se debe principalmente a dos circunstancias de peso, la
carencia de espacio adecuado para intentarla ahora y, sobre todo, el hecho
de que todavía no hayan podido ofrecernos los abnegados investigadores
del legado pessoano
Fernando Pessoa en 1929
una
lectura de totalidad de sus 27.543 documentos. No obstante lo cual, las
mandante Joáo Miguel Rosa. Cónsul de nos trez graus menores da
(apparente
mente extincta) Ordem Templaría de
Portugal.
obras de Pessoa ya publicadas son suficientes tanto para formarnos una
buena idea de conjunto —aunque haya que prescindir de algunos detalles
— de su plural personalidad de escritor como para que las correcciones y
ajustes de la mencionada visión que sea necesario hacer en el futuro no se
prevean como muy novedosos.
Hay que tener en cuenta, para tratar de entender el desarrollo de los
estudios sobre Pessoa y su obra y la paralela difusión de ésta, así como la
influencia que una y otros han ejercido en sus lectores, que los materiales
hasta ahora editados lo han sido, en su mayor parte, postumamente, lo
que no quiere decir, ni mucho menos, que su autor muriese prácticamente
inédito y desconocido en Portugal, tal y como se ha dicho alguna vez. Por
otra parte, conviene tener en cuenta —y ello ha de influir en mi
tratamiento del asunto enunciado— que, de entre los escritos postumos,
los hay fechados o de fácil datación. mientras no pocos de ellos son
difícilmente datables. En cuanto a estos últimos, los muchos estudios
sobre la obra pessoana ya publicados en portugués y en otras lenguas,2
proveen, o sugieren en ocasiones, orientación acerca de las fechas
Ideología política: Considera que o systema monarchico seria o mais
proprio para urna nacáo orgánicamente imperial como é Portugal.
Considera, ao mesmo tempo. a Monarchia completamente inviavel em
Portugal. Por isso. a haver um plebiscito entre regimens. votaría, embora
com pena, pela República. Conservador do estylo inglez. isto é. liberal
dentro do conservantismo. e absolutamente anti-reaccionario.
Posteado patriótica: Partidario de um nacionalismo mystico. de onde
seja abolida toda infiltraqáo catholica-romana. creando-se. se possivel
fór. um sebastianismo novo, que a substitua espiritualmente. se é que no
catholicismo portugués houve alguma vez espiritualidade. Nacionalista
que se guia por este lemma: «Tudo pela Humanidades nada contra a
Nac,áo».
Posigáo social: Anti-communista e antisocialista. O mais deduz-se do
que vae dito ácima.
Posiqáo religiosa: Christáo gnóstico, e portante inteiramente opposto
a todas as Egrejas organizadas, e sobretudo á Egreja de Roma. Fiel, por
motivos que mais adeante estáo implícitos, á Tradicáo Secreta do
Christianismo. que tem intimas relacóes com a Tradicáo Secreta em
Israel (a Santa Kabbalah) e com a essencia occulta da Maconaria.
Posic,áo iniciatica: Iniciado, por communicacáo directa de Mestre a
Discípulo.
Resumo de estas ultimas considerares: Ter sempre na memoria o
martyr Jacques de Molay. Grao Mestre dos Templarios, e combater.
sempre e em toda a parte, os seus tres assassinos: a Ignorancia, o
Fanatismo e a Tyrannia.
Lisboa. 30 de Margo de 1935 Fernando Pessoa
probables de redacción de determinados escritos de nuestro poeta, aun
en ciertos casos en los que no es este el principal propósito de dichos
escritos. Sólo un minucioso análisis grafológico, mecanográfico.
papirográfico y, por supuesto, psicológico, que todavía está por hacer. 3
podrá establecer una cronología lo más segura posible de todos los
originales del legado en cuestión.
1. Los años de formación (1888-1911 )
Fernando Antonio Nogueira Pessoa nació en Lisboa, en una casa de la
céntrica plaza de San Carlos situada frente al teatro del mismo nombre y
muy cercana a la iglesia de los Mártires, el 13 de junio de 1888. día de la
tradicional festividad de Santo Antonio de Lisboa, más conocido fuera de
Portugal como San Antonio de Padua. Es el mismo Pessoa quien, en un
escrito sobre las profecías sebastianistas de Bandarra, trata tan indirecta
como claramente —y esta es una de las muchas paradojas intencionales
de su escritura— de rodear de un aura misteriosa, en la que es verosímil
que creyese, según se desprende del conjunto de sus escritos esotéricos, a
su nacimiento y, por ende, a su personalidad. «En el Tercer cuerpo de sus
Profecías —escribe—, Bandarra anuncia el regreso de Don Sebastián
(poco importa ahora lo que entiende por este "regreso") para uno de los
años comprendidos entre 1878 y 1888. Ahora bien, en este último año
sucedió en Portugal el acontecimiento más importante de su vida
nacional desde los Descimientos; a pesar de lo cual debido a la misma
naturaleza del acontecimiento, pasó y tenía que pasar inadvertido.» El
año 1888 no se produjo en Portugal ningún acontecimiento histórico de
importancia, salvo el nacimiento de Pessoa, ni tampoco ocurrió nada de
particular relieve durante los diez anteriores. Reinaba entonces Luis I y
tanto la vida social como la política se estaban desarrollando de manera
bastante más pacífica que durante los reinados de sus inmediatos
antecesores. En Lisboa, se abrió el año 79 la Avenida da Liberdade; se
inauguró el 85 el parque que después se llamaría de Eduardo VII; la
estación ferroviaria del Rossio empezó a dar servicio dos más tarde y, por
fin, el 88 se celebró la primera corrida de toros en la plaza de Campos
Pequeño, una construcción de insólito estilo neo-árabe. En el exterior, el
gobierno portugués, en pugna con las primeras potencias europeas, se
había embarcado en la empresa de crear un imperio africano que uniese
las playas del océano Atlántico con las del Indico, y el acontecimiento
importante, de sentido diametralmente opuesto al de los gloriosos
descubrimientos, fue el ultimátum inglés de 1880 —dos años después de
los contemplados por la profecía de Bandarra— que obligó al gabinete
luso a renunciar a su ambicioso y bien diseñado proyecto colonial, abuso
británico que se produjo cuando ya reinaba Don Carlos. No tenemos, por
tanto, más remedio que concluir que el acontecimiento a que se refiere el
escrito citado es el nacimiento de Pessoa. Las que escribe a continuación
de las palabras transcritas no hacen sino confirmarnos en esta opinión:
«Sólo a partir del año actual ("cierra los cuarenta", dice Bandarra) se
puede empezar a entender qué fue y qué importancia tuvo. Pero (por dar
una opinión puramente personal) no creo que antes de aproximadamente
diez años, a contar desde ahora, el pueblo poVtugués venga a enterarse de
lo que se trata y de la importancia del asunto. Entonces (y sólo entonces)
se verá que era cierta la profecía de Bandarra».4
«Cierra los cuarenta» indica que este texto fue escrito por Pessoa en
1928, cuarenta años después de su nacimiento, cuando su obra —cuyo
sentido iremos descubriendo a lo largo de estas páginas— iba ganando la
admiración de los jóvenes escritores y en el que el mismo poeta se
encontraba, tras un trienio de crisis producida por la muerte de su madre
en 1925, en plena recuperación creadora. ¿Esperaba Pessoa que diez años
más tarde, en 1938, produjese su obra, una vez publicada en libro de
acuerdo con un proyecto que acariciaba por entonces, un estado de
opinión capaz de empujar a la intelectualidad portuguesa hacia un nuevo
horizonte cultural? ¿O estaba anunciando el principio de su fama postuma
por haber calculado astrológicamente que no viviría más allá de este
último año? Es algo que nunca sabremos. Tampoco sabemos que Pessoa
relacionase la fecha de su nacimiento con el taumaturgo lisboeta, que
también se llamaba como él —Fernando de Bulhóes había sido su nombre
en el siglo— y en honor del cual le fue impuesto, como segundo, su
nombre de religioso. Y ello es bastante extraño puesto que, como es
insuficientemente sabido, Antonio de Padua obró prodigios precisamente
porque era un sabio y misterioso personaje que poseía los dones mágicos
de la visión a distancia —se enteraba, estando en Italia, de lo que sucedía
en Lisboa— y era capaz de proyectar su cuerpo astral a larga distan cia,
es decir, de desdoblarse de manera más espectacular que aquella en que
Pessoa lo haría al crear sus heterónimos.
No creo que estas consideraciones puedan parecer intempestivas al
lector que tenga conciencia, o la adquiera tras haber leído
cuidadosamente la obra pessoana, de la importancia que nuestro poeta,
con razón o sin ella, concedía a las ciencias ocultas y, de entre ellas, a la
numerología. Pues sucede también que la suma hermética de los dígitos
del año 1195, en que nació Fernando de Bulhóes, y la del año del
nacimiento de Pessoa, da el sorprendente resultado de 7, no difícil de
relacionar con la universalidad del Quinto Imperio Portugués por éste
profetizado.
Casa
natal de Pessoa en Lisboa
ANTHROPOS/19
Fernando Pessoa a los pocos meses en brazos de su madre
Fueron los padres de nuestro poeta Joaquim de Seabra Pessoa,
funcionario de la Secretaría de Estado y redactor musical del Diario de
Lisboa, y doña María Madalena Pinheiro Nógueira. El padre era
descendiente de un Sancho Pessoa de Cunha, natural de Montemoro-
Velho, que en 1706, y debido a su calidad de cristiano nuevo, había sido
condenado por la Inquisición, circunstancia bien conocida por Fernando,
quien se definió en cierta ocasión como una «mezcla de hidalgos y
judíos». Su madre, descendiente de una ilustre familia de las Azores, era
mujer de cultura extraordinaria para su época, y aun ta Don Dinís, se
remontaba al siglo XIV, mientras la segunda, la del reinado de don
Manuel en el siglo XVI —cuando los descubrimientos— fue seguida de
una decadencia que sólo empezó a ser verdaderamente superada con el
triunfo del romanticismo durante el segundo cuarto del siglo XIX,
gracias, sobre todo, a las obras de Almeida Garrett, Alexandre Herculano
y José Feliciano de Castilho y, poco más tarde, con la de Camilo Gástelo
Branco.
Los grandes escritores de los años de infancia de Pessoa no eran ya
románticos puros. Antero de Quental, que había nacido el año 42 y se
suicidaría en el 91, fue el principal responsable de la ruptura con el
romanticismo histórico. Procedente de la Universidad de Coimbra, donde
había iniciado un movimiento literario de carácter realista, fue capaz de
agrupar en torno a sí, en la Lisboa de principios de los años 70, a una
pléyade de escritores, pronto conocidos como los del Cenáculo, entre los
que se encontraban Teófilo Braga, Ec,a de Queirós, Oliveira Martins,
Ramalho Otigáo y Guerra Junqueiro. A este último, al que Pessoa admiró
o fingió admirar al principio de su carrera literaria, me referiré algo más
adelante. De los demás, me limitaré a decir que se cuentan, junto a los
poetas Joáo de Deus, Gomes Leal, que fue amigo de Pessoa, Cesário
Verde, maestro confesado por el heterónimo Alvaro de Campos, y
Antonio Nobre, entre los grandes escritores portugueses contemporáneos.
Algo más tarde accederían a una justa fama los también poetas Eugenio
de Castro, José Duro y, ya en la juventud de Pessoa, Teixeira de Pascoaes,
que era unos diez años más viejo que él, y Camino Pessanha, tal vez al
que más admiraba y de la difusión de cuya obra —la más pura del
simbolismo portugués— fue uno de los principales promotores.
Los del Cenáculo habían organizado el año 1871, en el Casino
Lisbonense, un ciclo de conferencias democráticas con intención de
divulgar y discutir su programa europeísta y modernizador, pero la
reacción de la prensa conservadora había conseguido que el gobierno
suspendiese tan progresista actividad. Lo cierto es que el propósito de la
revista Orpheu, uno de cuyos fundadores en 1915 sería Fernando Pessoa,
de poner el reloj de Portugal en hora con el europeo, fue un ideal que le
venía del Cenáculo. Y también heredó Pessoa de ellos su apasionado
interés por la política y por la regeneración de su país, puesto que
Oliviera Martins, iberista —como lo sería después Pessoa— y teórico del
socialismo, ideario que nuestro poeta había de rechazar en pro del
liberalismo de corte británico, fue un activista político, de la misma
manera que el también socialista Antero, mientras Braga fue, al
proclamarse la República, su presidente provisional.
La excepcional categoría de aquellos escritores, que se inspiraron,
como luego haría Pessoa, tanto en la actualidad como en la historia de
Portugal, vista ésta en ocasiones con enfoques tan nuevos como audaces
—lo que no fue obstáculo a un sebastianismo o unas simpatías
sebastianistas que son otro de sus trazos de unión con la futura obra
pessoana— contribuyó a iniciar de manera irreversible la transformación
del ambiente intelectual y social de Lisboa v.
no dejaría de serlo en la nuestra, pues
to que hablaba con fluidez el francés, el
inglés y el alemán, leía el latín y, cuan
do soltera, se entretenía en escribir ver
sos.5
El 21 de julio se celebró el bautizo
del futuro poeta en la cercana iglesia de
los Mártires, fundada el año 1147 junto
al cementerio de los cruzados que ha
bían ayudado a los hombres de Afonso
Henriques, uno de los personajes de
Mensagem, único libro de poesía portu
guesa publicado por el mismo Pessoa. a
expulsar a los moros de la ciudad, situa
da entonces en la colina del Gástelo. Es
un templo, decorado con motivos pa
trióticos, que fue reedificado en el siglo
XVIII con mejor intención que gusto
artístico.
La época en que nació Fernando Pes
soa era, si n duda alguna, una de las tres
más brillantes que había conocido la li
teratura portuguesa. La primera de

ellas, presidida por la figura del rey poeSu padre, Joaquín de Seabra Pessoa
en consecuencia, del resto del país, y ello a pesar del aislamiento cultural
que padecía, compartido entonces con España, respecto a las grandes
corrientes internacionales del pensamiento.
Pessoa no adquiriría conciencia de estas circunstancias sino
lentamente y a partir, como veremos, de 1906, pero lo cierto es que, una
vez adquirida, fue el verdadero motor de su plural y multifor- me
escritura. No pensemos —como se ha pensado cuando la obra pessoana
era insuficientemente conocida— en el poeta solitario y aislado del
acontecer social hasta, aproximadamente, sus treinta años, impresión que
pueden justificar en parte tanto su extremado sentido del ridículo como
una intermitente abulia que solía llevarle, tras breves explosiones de
actividad, generalmente agresiva, a apartarse de una actualidad política
que, no obstante, continuaba siguiendo y observando apasionadamente. El
Pessoa político —sea dicho desde ahora—, e incluso el economista, son
inseparables del Pessoa poeta, ocultista y profeta del Quinto Imperio. Y
es precisamente esta complejidad de carácter y de intereses la que ha
suscitado una serie de equívocos en torno a su obra, a cuya superación
tienden, aunque modestamente, las presentes páginas.
Según se desprende de la lectura de su poesía, la infancia de Pessoa
sólo fue tranquila y relativamente feliz hasta poco después de haber
cumplido los cinco años, es decir, hasta el de 1893, en el que su padre
murió, como moriría después su heterónimo y maestro Alberto Caeiro,
víctima de la tuberculosis. Dos más tarde, su madre contrajo matrimonio
con el comandante Joáo Miguel Rosa, cónsul interino en Durban, África
del Sur, ciudad a la que llegó nuestro poeta a principios del 96.
El puerto ballenero de Durban, aunque de no fácil acceso, era uno de
los más importantes de aquella región africana. La ciudad, típicamente
colonial y de clima subtropical, tenía una población blanca de origen
principalmente británico, mano de obra negra y una nutrida colonia de
origen asiático, y no parecía, dado su inexistente desarrollo cultural, la
más apropiada para educar a un futuro escritor.
En el mes de abril de 1899 —año en el que estalló la guerra de los
boers— Fernando fue matriculado en la High School (Escuela Superior),
dirigida a la sazón por W.H. Nicholas, profesor de latín y especialista en
literatura inglesa. En diciembre de aquel mismo año el nuevo alumno
ganó ya uno de los primeros premios concedidos por aquel liceo, en el
que terminó la primera etapa de sus estudios, en junio de 1901. Mien

Durban
tras tanto, había adquirido un perfecto dominio, que sería decisivo en
su vida, de la lengua inglesa, y se había dedicado a leer con
apasionamiento a los clásicos y románticos británicos. Fue un estudiante
modelo, especialmente en materias humanísticas, según atestigua, entre
otros galardones, la concesión de un premio de francés el año 1900.h
Aunque los biógrafos de Pessoa suponen que la biblioteca de su
familia le proveería durante aquellos años de buenas lecturas en su lengua
materna, lo cierto es que no daría muestras de gran interés por la
literatura portuguesa hasta después de haberse establecido
definitivamente en Lisboa. Durante aquellos años sudafricanos, sus
héroes literarios fueron Dickens, Keats, Tennyson, Ben Johnson,
Shakespeare. Poe y otros escritores de lengua inglesa. Después de todo,
era su lengua de cultura y, debido a ello, nada de extraño podemos
encontrar en que, antes de decidir convertirse en un escritor portugués,
quisiese que la lengua de la obra que se sentía llamado a escribir fuese
aquella en la que había sido educado. El tiempo y la experiencia le
enseñarían que ello era imposible.
En agosto de 1901, Fernando hizo un viaje a Portugal con su familia,
la cual se estableció en Lisboa dispuesta a pasar allí el año de permiso de
que disfrutaba el comandante Rosa, pero no estuvo todo el tiempo en la
capital, pues fue con su madre al Algarbe y, con ella y con el resto de la
familia, a las islas Azores. Todos, salvo Fernando, que les seguiría en
septiembre, regresaron a Durban en junio del año siguiente. Una vez allí,
nuestro poeta se matriculó en la Escuela de Comercio de la ciudad. En
ella debió de seguir estudiando hasta que, en diciembre de 1903, se
presentó al examen de admisión en la Universidad del Cabo de Buena
Esperanza. Parece, pues, que había dudado entre dedicarse en un futuro
próximo a lo que suele llamarse la vía práctica, ya como negociante, ya
como empleado comercial, o a los estudios literarios, pues hay que decir
que su afición a las letras era tanta que ya se había ensayado seriamente
en la poesía —sus primeros poemas en inglés son del 1901— y en la
narración, por supuesto también en lengua inglesa.
Aquel mismo año de 1903 inventó, no su primer heterónimo, sino el
primero de sus pseudónimos. Me refiero a ese Alexander Search que
tanto interés ha despertado de unos años a esta parte. A mi entender, el
mismo nombre «Search» («Busca») denuncia con claridad su calidad de
pseudónimo: el aprendiz de poeta, justamente inseguro de la calidad de
sus primeros versos —que, en efecto, no son excepcionales—, oculta,
mientras busca su estilo, su verdadero nombre. Además, los heterónimos
son prueba de una extraordinaria madurez estilística que el jovencísimo
poeta estaba muy lejos de poseer en aquel entonces. En 1905, ya en
Lisboa de nuevo, o tal vez antes, pero pensando en su definitivo
establecimiento en su país, inventó un nuevo pseudónimo tan explicable
como el anterior. Charles Robert Anón. Siendo «Anón» una abreviatura
de «Anonimous» muy usual en inglés, ¿no le venía como anillo al dedo a
quien debía de sentir la angustia de haber decidido trasladarse a Portugal,
o de encontrarse ya en él, siendo un perfecto desconocido, no ya como
escritor, pues todavía no lo era en la entera acepción de la palabra, sino
como portugués?
Sea de ello lo que quiera, lo cierto es que Pessoa, que se había
matriculado de nuevo en la Escuela Superior de Durban en febrero de
1904, recibió aquel mismo mes la noticia de que le había sido concedido
el Premio Reina Victoria de la Universidad del Cabo por el ensayo en
inglés enviado como uno de los requisitos de su examen de admisión en
dicho centro docente. Ello debió, no obstante su carácter tímido y
retraído, animarle a convertirse en un escritor. leyó a Milton y a otros
autores ingleses, entró en contacto con la poesía de Baudelaire y los
decadentes franceses y descubrió a Antero de Quental, a Cesário Verde y
a Guerra Junqueiro. De por entonces son su relato The Door («La
Puerta») y unos cuantos de los poemas pseudónimos de Search, además
de algunos en francés.7
Cuando se matriculó en el Curso Superior de Letras, Pessoa tenía 18
años, vivía en casa de una de sus tías, y su dedicación casi exclusiva a la
literatura le había tenido al margen de los círculos frecuentados por la
juventud lisboeta. Parece ser que, un a vez en la Facultad, se sintió un
extraño, en parte porque encontró pocos condiscípulos con los que hablar
inglés y, sobre todo, con los que discutir a sus autores preferidos.
poner en él una originalidad filosófica que sólo se había de manifestar
—más bien en el terreno de la teología— con la creación, unos años
después, de su heterónimo Antonio Mora. «Yo era —dice una de las notas
de su legado literario— un poeta estimulado por la filosofía, no un
filósofo dotado de facultades poéticas.»10
Pessoa leyó a últimos del año 1906 La dégénérescence de Max
Nordau, libro que es, entre otras cosas, un parcialísimo alegato contra la
«decadencia» literaria de su tiempo, y el joven poeta encontró en él una
justificación, que juzgaba científica, de los escrúpulos morales que,
procedentes de su educación un tanto puritana de Durban, había
despertado en su conciencia la lectura de aquellos autores, hacia cuyo
estilo impregnado de simbolismo se sentía —como iba a demostrar su
obra futura— irresistiblemente atraído. Semejante lectura confirmó a
Pessoa en la idea, que ya venía acariciando, de escribir una obra de
intachable moralidad. Pero ¿qué moral había de ser la suya? Desde luego,
no la católica ni la de cualquier otra iglesia. De momento, se vale, aunque
con suma libertad, de la simbología cristiana para expresar sus buenos
propósitos, según demuestra este pacto con el Diablo, que traduzco de su
original inglés:
«Compromis o entr e Alexande r Search, residente en el Infierno, en
Ninguna Parte, y Jacob Satanás, señor, aunque no rey, del mismo lugar:
»1. Nunca desalentarse ni retroceder en el propósito de hacer el bien a
la humanidad.
»2. Nunca escribir cosas sensuales, o malas en cualquier otro sentido,
que puedan ofender o perjudicar a quien las lea.
High School, Durban
»3. Nunca
olvidar, al atacar a la reli
pero en un escritor de lengua inglesa.
En vista de ello, aumenta su lista de
lecturas —Pope, Carlyle y otros Victo
rianos— y continúa escribiendo verso y
prosa. A finales de año, aprueba el In
termedíate Examinaúon de la menciona
da universidad y termina sus estudios
en la Escuela Superior. Y de repente,
una verdadera sorpresa: en lugar de
marcharse a estudiar en la universidad
en la que tan buen papel está haciendo
o. como luego harían sus hermanos, a
las Islas Británicas, decide irse a Portu
gal con objeto de matricularse en el Cur
so Superior de Letras, cosa que no ha
ría hasta octubre de 1906. es decir, y
puesto que llegó a Lisboa poco más de
un año antes, perdiendo todo un curso,
pero no perdiendo el tiempo: durante
aquella pausa de sus estudios oficiales
gión en nombre de la verdad, que la
No tiene, pues, nada de extraño que a
raíz de una huelga estudiantil, en la que
mostró cierta iniciativa, contra la políti
ca universitaria del dictador Joáo Fran
co, dejase de lado sus estudios a media
dos del año 1907. No así su interés por
la filosofía, despertado al parecer por
las clases a que había asistido.8 Pessoa
empezó a escribir por entonces una se
rie de notas sobre varias disciplinas filo
sóficas, buena parte de las cuales han
sido publicadas postumamente,9 en las
que revela su gran capacidad de asimi
lación, su claridad mental y sus extraor
dinarias dotes de razonador, proclive
—todo ha de decirse— a lo sofístico
cuando se propone ser original. Por su
puesto, la lectura de estas notas ayuda
a hacerse una idea de la formación cul
tural del poeta, pero no autoriza a su
religión difícilmente puede ser sustituida y que el pobre ser humano llora
en las tinieblas.
»4. Nunca olvidar el sufrimiento y el padecimiento de los hombres.
»E1 sello de Satanás — 2 de octubre de 1907 — Alexander Search.»11
«Atacar a la religión en nombre de la verdad» es lo que haría, desde la
suya, el ya mencionado Antonio Mora unos años después. Por lo demás,
Pessoa, tal y como demuestran algunos trechos de El regreso de los
dioses y del Libro del desasosiego, se volvería mucho menos tierno con la
humanidad o, cuando menos, con determinadas partes de ella. Lo que
quiero poner aquí de relieve es que, juntamente con su pretendido
racionalismo y con su propósito de busca objetiva de la verdad, el poeta
se siente
ya poseído por una insoslayable inquietud religiosa. Es lo que
contribuye a demostrar otra de sus notas en inglés, presumiblemente del
año 1912. es decir, del mismo en que se dio a conocer como escritor, en
la que le pide al Señor, «que [es] el cielo y la tierra, que [es] la vida y la
muerte», que le dé alma para servirle y amarle, que no haya barro en los
caminos de su pensamiento, que le torne puro como el agua y alto como
el cielo, etc.. etc.. para terminar con un angustiado «¡Líbrame de mí!».1"
No es caso de reproducir aquí, ni siquiera en parte, las demás anotaciones
pessoanas de estos años de formación, las cuales son testimonio, por una
parte, de la seriedad de sus propósitos de escritor y. por otra, del
persistente y lúcido autoanálisis a que constantemente se sometía. Así. si
no se dedicó a los negocios —aunque participase casi de lejos en alguna
empresa comercial— ni a la política, por la que tan apasionado interés
sentía, ello se debió, como demuestran los recién mencionados
documentos, a que sabía poseer «precisamente aquellas cualidades que
son negativas para los fines de influir, de cualquier modo que sea. en la
generalidad de un ambiente social».1" De igual manera, un lúcido análisis
de sus sentimientos —y aun de sus defectos de carácter— le hizo
abandonar, si es que en algún momento la acarició seriamente, la idea de
contraer matrimonio. Añádase que lo que Pessoa pensaba de sí mismo es
confirmado, no sólo por su creación literaria, sino también por el
acontecer de su misma biografía, debido a lo cual no se puede seguir
manteniendo la ya rancia idea de que fuese un desconocido de sí mismo.
Es algo que ya no permite lo mucho que se sabe del poeta.
Pero volvamos al año 1907. en el que Pessoa escribiría varias «coplas
al gusto popular» —lo que supone un intento de inmersión en la tradición
folclórica de su país— sin perjuicio de continuar fir- mando poemas con
el pseudónimo Alexander Search y de escribir una novela de misterio
titulada .4 Very Original Dinner («Una cena muy original»). Más
adelante, y hasta los años de su plena madurez, continuaría cultivando el
género narrativo, bien es verdad que sin terminar la mayor parte de lo
comenzado, bajo la inspiración, y casi la guía, de su admirado Edgar
Poe.1 4 Del año 1908. en el que Pessoa declara haber empezado a escribir
poesía en portugués, se conocen una canción y varios fragmentos del
poema inconcluso Fausto.^ intent o demasiado ambicioso para un
principiante, aunqu e pretexto, eso sí. de algunos versos excelentes.
Desde aquel año hasta el de 1933 cuando menos, se ocupó
intermitentemente, no sólo de este poema dramático, sino también de
varios otros, todavía inéditos, entre los que se cuentan los titulados
Briareu, Lygeia, A Morie do Príncipe y Calvario. Al año siguiente,
Pessoa escribiría, además de unas cuantas poesías en portugués y varios
fragmentos del Fausto, los últimos versos de Alexander Search. Tenía
entonces 21 años y ya era hora de abandonar al pseudónimo de su
adolescencia. Dos más tarde, en 1911. escribiría los primeros de entre los
poemas que. a partir de 1914. atribuiría a Alberto Caeiro.
2. Las primeras publicaciones
(1912-1915)
Mientras tanto, se habían producido en Portugal srandes cambios
constitucionaen otros puntos del país. El rey se encontró solo y aislado
del pueblo, y se embarcó a escondidas camino del exilio. Un gobierno
provisional presidido por el escritor Teófilo Braga se hizo cargo del
poder tras la proclamación de la. República portuguesa desde el balcón de
los Pagos do Conselho, a unos pasos de donde había sido asesinado el
penúltimo rey portugués.
El nuevo régimen no trajo la paz social, y Pessoa, que había de
autoproclamarse republicano a pesar de su educación británica,
reconocería más tarde que la República había incurrido y seguía
incurriendo en los mismos errores que la Monarquía. Pero no
adelantemos acontecimientos. Nuestro poeta era, desde 1908, año en el
que fracasó un negocio de imprenta que acababa de establecer con el
dinero heredado de su

Con
su familia en Durban
les. Siendo jefe de Gobierno el ya mencionado dictador Joáo Franco,
el 1 de febrero de 1908. cuando la familia real regresaba a Lisboa desde
Vila Vicosa. el rey Carlos I y el príncipe Luis Felipe fueron asesinados a
tiros en la esquina del Terreiro do Pago con la calle del Arsenal. La
dictadura termin ó al ser elevado al trono Manuel II. pero fue imposible
lograr la normalidad pública. Los ministerios se sucedieron rápidamente
y. ante la ineficiencia del régimen monárquico, la idea republicana,
alentada desde hacía tiempo por la intelectualidad y por buena parte de la
burguesía, empezó a popularizarse. El 4 de octubre de 1910 varias
organizaciones revolucionarias, apoyadas por importantes sectores del
ejército y de la marina, se lanzaron a la calle en Lisboa v abuela Dionísia.
«corresponsal extranjero» de varias casas comerciales. Había renunciado
a una vida de funcionario y a empleos más lucrativos con tal de preservar
una libertad que necesitaba para dedicarse a la literatura. En el trabajo del
que iba a vivir el resto de sus días no se sometió nunca a horarios ni a
otra disciplina laboral que la de cumplir escrupulosamente su misión de
intérprete por escrito. Además, su necesidad de ser independiente le
aconsejó vivir fuera del círculo familiar, cosa que, como veremos,
sucedió unos años después. Sus frecuentes cambios de domicilio han
dado lugar a una leyenda de la que no puedo ocuparme en estas páginas,
pero debo decir que, al parecer, no perjudicaron en forma alguna a su
intenso trabajo literario.
Llegamos así al año 1912, el de su estreno como escritor. De abril a
septiembre, Pessoa publicó en la revista portuense A Águia, que acababa
de convertirse en órgano de expresión de la recién fundada sociedad
cultural llamada Renascenga Portuguesa, una serie de artículos sobre la
nueva poesía portuguesa. Se estrenó, pues, como crítico y no como poeta,
y no pudo hacerlo con mayor oportunidad puesto que durante los meses
de septiembre a diciembre de aquel mismo año el ambicioso periodista
Boavida Portugal publicó en el diario lisboeta República^ los resultados
de una encuesta en torno a la literatura portuguesa que conmovió al
cotarro de la intelectualidad de la época, la cual otorgó, como no podía
dejar de ser, gran importancia a aquellos escritos.
Para hacerse cargo de la transcendencia de aquella encuesta y de los
mencionados escritos pessoanos, que hicieron del 1912 un año crucial de
la cultura portuguesa contemporánea, será preciso referirse, aunque sea
en menos palabras de las deseables, al estado en que aquella cultura se
encontraba. Y nada mejor que hacerlo resumiendo el contenido de la
encuesta, no sin advertir que, cuando empezó a ser publicada en
República ya habían aparecido algunos de los artículos de Pessoa. En
ambos casos —el de República y el de A Aguia— se trataba de dar
públicamente una opinión sobre el estado de las letras portuguesas, y
Pessoa se aventuró, además, como luego veremos, a profetizar para ellas
un futuro esplendoroso. La pre

Fernando Pessoa a los 13 años


Lisboa
gunta más importante de Boavida —y la que, por supuesto, suscitó
opiniones más encontradas— fue la siguiente: «¿Existirá un renacimiento
literario en Portugal? ¿Cuáles [serían] sus ideas y tendencias? ¿Quién las
representa?». El encuestador, vistos el contexto de su encuesta y las
personas un tanto arbitrariamente elegidas para participar en ella —el
joven Pessoa no fue, naturalmente, uno de los llamados, aunque fuese al
final uno de los elegidos— no formuló esta pregunta inocentemente y,
con toda probabilidad, sus tiros iban dirigidos contra la Renascenga
Portuguesa. Eso es lo que parece demostrar que una persona tan tranquila
y cortés como Teixeira de Pascoaes terminase por perder los estribos.
Julio de Matos, un psiquiatra que había sido nombrado rector de la
Universidad de Lisboa, fue el primero de los encuestados, y se da la
sospechosa circunstancia de que no respondiese por escrito, sino por
medio de una entrevista sostenida con Boavida Portugal.'7 Matos llamó
«ordinaria» a la revista A Aguia, tachó de individualistas a sus poetas,
demostró su germanofilia cultural y la emprendió contra España y su
«mala fe contra la República portugue sa». Un desastre. Su intervención
se convirtió enseguida en piedra de escándalo de varios de los
sucesivamente encuestados y de algunos espontáneos. Y Boavida, más
mal que bien, trató de defenderle.
Lo que estaba sucediendo era que una tendencia importante, el
saudosismo de Pascoaes y su grupo de poetas y pensadores, había
empezado a expresarse, no con exclusividad, en las páginas de A Aguia
bajo el patrocinio ideológico de la Renascenga Portuguesa, sociedad
regeneracionista fundada aquel mismo año por intelectuales de todo el
país, pero que pronto quedó en manos de los del Norte, en vista del poco
entusiasmo de la facción sureña. Es lo que explicó Raúl Proenqa en una
réplica a las declaraciones de Julio de Matos.ls Teixeira de Pascoaes
definía a la saudade como un estado de ánimo nostálgico igualmente
influido por el sentimiento pagano de los romanos y el monoteísta de los
hebreos, los dos pueblos que más habían contado en la formación de la
cultura portuguesa. Y no era, por supuesto, un sentimiento entreguista de
vencidos, sino antes al contrario el punto de partida de una regeneración
nacional.'9 Estéticamente, el saudosismo tenía mucho que ver con el
simbolismo predominante en la Europa de finales del siglo XIX, pero
también, y en no menor grado, con la tradición de los cancioneros
portugueses y con la exaltación del paisaje natal propia del romanticismo.
Apareció, además, en el momento más oportuno, cuando había empezado
a ceder el formidable impulso impreso a las letras portuguesas por los
grandes escritores del Cenáculo y por sus inmediatos sucesores, es decir,
cuan- do una mediocridad, por fortuna pasajera, había empezado a
enseñorearse del ambiente intelectual. Pasajero sería también el aug~ del
saudosismo, pero no así sus consecuencias, una de las cuales puede
deducirse de la adhesión de
Pessoa a varios de sus principios, pues nuestro poeta hizo su aparición
en el panorama literario de su país —según demuestran sus artículos de A
Águia— como saudosista y teórico y defensor del saudosismo. Bien es
verdad que. tratándose de Pessoa. las cosas, y entre ellas su saudosismo.
nunca carecen de matices, e incluso de contradicciones, desconcertantes a
primera vista, pues nada hay más diametralmente opuesto a la estética y
el pensamiento saudosista que los poemas que escribió de 1911 a 1913 y
que más tarde, en 1914, atribuiría a Alberto Caeiro, aunque luego
descubriese en ellos un latente mesianismo —el del Caeiro Francisco de
Asís— paralelo al mesianismo saudosista. Pero, de momento, aquellos
poemas dormían un largo sueño del que serían despertados el año 1925.
Si es verdad que aún no tenía nombre, el primer heterónimo de Pessoa ya
había empezado a escribir , y a escribir en contra de lo que Pessoa
sostenía coram populo. La dialéctica de la heteronimia, a la que su
inventor lla maría drama em gente y que tanto ha desconcertado a algunos
estudiosos, ya estaba en pie, aunque no en público, en el momento en que
el poeta hizo su primera publicación. Claro es que, en aquellos
momentos, él era el único espectador del drama, pero no por ello dejaba
de haberlo. En realidad, si en algo falló Pessoa frente a sus lectores fue en
no mostrar, no desde el principio, cuando habría sido desconcertante, sino
cuando ya era un conocido y respetado escritor, todas la cartas de su
baraja heterónima y, por supuesto, las reglas del juego para el que había
sido fabricada. Ha habido que esperar a la publicación postuma de la
mayor parte de sus originales —muchos de ellos incompletos— para
empezar a entender rectamente el profundo sentido de la obra pessoana.
En sus respuestas por escrito a la encuesta, Lopes de Mendonga, un
autor teatral de moda, sostiene que los pueblos peninsulares son
románticos por naturaleza y, debido a ello, su desviación del
romanticismo ha hecho que Portugal pierda su norte literario. Está. pues,
contra las novedades procedentes del extranjero y, particularmente,
contra la influencia francesa. En cambio, parece mirar con simpatía al
saudosismo, probablemente porque esta nueva tendencia mostraba un
idealismo afín al de la época romántica. La influencia francesa
denunciada y repudiada por Lopes de Mendoga es, sin duda, la del
simbolismo y su vertiente decadentista, pues la dialéctica de la cultura
portuguesa de la época no tomaba en cuenta, por falta de información
suficiente, a los movimientos de vanguardia de principios de siglo, entre
los que se contaban el cubismo y el futurismo. Y es preciso decir que
Pessoa tampoco estaba entonces al corriente de estas novedades —aunque
no le faltase noticia de ellas— según demuestran los artículos que
publicó aquel año de 1912, puesto que en ellos se abre a la historia de la
literatura europea pero no a su verdadera actualidad. Sus lecturas de
literatura inglesa —no afectada todavía por las vanguardias continentales
— y portuguesa no podían hacernos esperar otra cosa, y él mismo declaró
cuáles eran sus conocimientos literarios a su amigo Cortes Rodrigues en
una nota redactada el año 1913.2() Habla en ella, es cierto, de sus lecturas
futuristas, que debieron de comenzar aquel mismo año a instancias de
Mario de Sá-Carneiro, que se encontraba entonces en París, pero lo cierto
es que no influyeron mucho en la técnica de su escritura. Lo que él llamó
después poesía futurista de Alvaro de Campos, de quien muestra
influencias es de Walt Whitman, incluso en lo que se refiere a la
exaltación del progreso, compartida con el futurismo, aunque con un
sentido totalmente distinto al del gran poeta norteamericano.
Teixeira de Pascoaes intervino muy modestamente 21 —y hasta con
una tonalidad más bien grisácea— en la encuesta de República. Dijo, sin
duda pro domo sua, que lo mejor del momento literario portugués era la
poesía y terminó con una declaración, que no haría buena su actuación
posterior, cuando se vio cálidamente acogido por los escritores españoles:
«La tierra de Portugal es elegiaca y divina y, por lo tanto, eternamente
hostil a la tierra española».22
Mucho más interesantes son las declaraciones de Augusto de Castro,
quien vio acertadamente que Portugal se encontraba en una época de
vacilación, y sin una corriente dominante, debido al divorcio existente
entre sociedad y literatura, pero quien consideraba también que la
decadencia actual bien podía ser una fase de la posible renovación de las
letras del país. Sentía A. de Castro la necesidad de una literatura
portuguesa no cosmopolita que fortaleciese el espíritu de nacionalidad y,
finalmente, proponía como ejemplo el «nacionalismo» español de Pérez
Galdós, Blasco Ibáñez, Felipe Trigo, Jacinto Benavente, Joaquín Dicenta,
los Quintero «y tantos otros».23 Es una posición muy cercana, como ya
veremos, a la que estaba manteniendo Pessoa, sólo que éste terminaría
por sostener la necesidad de un cosmopolitismo, el del Quinto Imperio,
alimentado principalmente por las literaturas ibéricas y, en primer lugar,
por la portuguesa. Y ni que decir tiene que el nacionalismo fue uno de los
puntos clave de la escritura pessoana.
Con Gomes Leal, el gran poeta al que tanto admiró y amó Pessoa, las
cosas no corrieron bien en la encuesta. Sus opiniones fueron, al parecer,
mal interpretadas—y, en consecuencia, desfiguradas— en la entrevista
que mantu

El
café Martinho, lugar habitual de encuentro de Pessoa con sus amigos literatos
ANTHROPOS/25
Fernando Pessoa a los 20 años
YO con él Boavida Portugal, lo que dio lugar a una rectificación del
YÍCJ O escritor, el cual «declaró» en dicha entrevista que de su
misticismo saldría un nueYO renacimiento literario y que dicho
renacimiento, una vez exportado por su país, sería un renacimiento a
escala mundial. En consecuencia. España imitaría a Portugal en un futuro
próximo. Hasta aquí pueden adYertirse indudables coincidencias con el
pensamiento pessoano de entonces y de después, pues su misticismo
significa aquí, como es natural, religiosidad —Gomes Leal, que se había
mostrado anticatólico y anticlerical, era un reciente converso—. y la
religiosidad heterodoxa de Pessoa terminó por ser el eje de sus teorías
literarias y políticas, las cuales proponían el renacimiento a escala
mundial, al que llamó, inspirándose e n el presidente Antonio Vieira.
Quinto Imperio. Pero la piedra de escándalo de las pretendidas
declaraciones de Gomes Leal fue un ataque a la reYista A Aguia. a la que
calificó de blague para épater les bourgeois.'^
Con objeto de poner las cosas en claro. Gomes Leal dirigió una cortés
carta al encuestador. pues verba volant, sed scripta manen!, en la que
muestra su admiración por los poetas de A Águia. «cuyo sueño, sólo por
sí mismo, es poético, es alto, y que han sentido y proclamado esa
nobilísima intención de prestar nueYas alas al abatido y mediocre ideal
de ese siglo, por desear arrancarlo de su fétido lodazal naiuralisia-
pornográfico» (lo de la pornografía debía de ir contra el teatro de la
época). Entre aquellos jóvenes se encontraba, por supuesto —al menos
como crítico—, Pessoa, al que. si no individualmente, auguraba en
términos hipotéticos un feliz porvenir literario. Escribía Gomes Leal:
«No podría, pues, sino por falta de pre cisión de la frase, afirmar o
aseverar que los nuevos no pudiesen un día superar a los mayores de entre
nuestros actuales Maestros». Es. precisamente, lo que Pessoa acababa de
defender en las páginas de A Aguia con su profecía del Supra-Camoens.2>
Bien o mal elegidos, los participantes en la encuesta estaban
removiendo en profundidad el ambiente literario portugués —
recordémoslo— el año del estreno de nuestro poeta. Así. Joáo Grave, si
bien advirtió que aún no se había producido en él una síntesis de ideas, sí
se advertía un lirismo místico y pagano.2'1 También había hablado
Pessoa. aunque sin nombrar directamente al paganismo, de la nueva
religiosidad de los saudosistas. entre los que entonces se contaba.
Gonqalves Viana escribió para República que los tiempos eran peores
que los años 70 a 80 del siglo XIX y que era excesiva la influencia
francesa en la literatura de Portugal. No obstante recordó a Antonio
Nobre. al que consideraba superior a los poetas franceses finiseculares, y
afirmó que sólo hay un renacimiento portugués en poesía, aunque
incompletamente esbozado,27 lo cual nos parece hoy la pura verdad.
También se mostraría Pessoa contrario a la poesía francesa, admiraba a
Nobre y creía, como sabemos, en un futuro renacimiento literario.
El primero de los encuestados que se hizo eco de los artículos
publicados por Pessoa en A Águia, aunque sin nombrar a su autor, fue el
catedrático Adolfo Cocino, quien creía que faltaban las condiciones
necesarias para una renovación literaria pero no negaba su posibilidad en
un futuro quizás próximo. Por supuesto, lo del Supra-Camoens—¿por qué
no un Supra-Shakespeare?, se pre gunta— le parece ingenua
megalomanía comparable a la de los escritores del Cenáculo. Con A
Águia y sus poetas es inclemente, pues dice: «A Águia sólo llega a soltar
píos como los siguientes, además con la admiración de un crítico del
grupo»,28 y cita a continuación algu nos de los versos alabados por
Pessoa en uno de sus artículos.
La encuesta se convirtió desde el principio en una polémica en torno
al sau dosismo, uno de cuyos protagonistas era nuestro poeta. Así, Veiga
Simóes. tras denunciar la influencia de la literatura francesa, reconoce
que A Aguia aspira a interesar al país como tal y que Pascoaes es el
profeta de los jóvenes.29 Menos elegante es la posición de Julio Brandáo,
puesto que, tras atacar al individualismo de los poetas y tomar a broma a
la Renascenga Portuguesa, llama a Pascoaes «vejiga de cerdo, que
revienta de vanidad», «tartufo», «Budita» e ignorante que escribe
«disparates» (baboseiras] «en prosa de colegial». ¿Cómo es posible que
Boavida publicase semejante libelo si no estaba prejuiciado contra el
saudosismo? Y lo más extraño es que se negase a publicar una respuesta
demasiado ad hoc —y en con
Lisboa a
principios de siglo
26/ANTHROPOS
secuencia indigna de su pluma— del atacado, quien logró que
apareciese en Mundo. En ella dice, entre otras lindezas, que Brandáo
«merece un lugar que esté sucio y tenga pesebre». No voy a seguir con las
réplicas y duplicas de ese lamentable incidente provocado por la falta de
tacto de Boavida; sí me referiré, en cambio, a la más moderada respuesta
al provocador y otro de los encuestados, escrita por Pascoaes y aparecida
en República porque, en ella, llama admirables a los artículos aquilinos
de Pessoa y dice que el saudosismo es «una nueva religión».l()
Entre los defensores de A Águia se cuentan el Visconde de Vila
Moura31 y. como ya sabemos, Raúl Proenga, quien en su respuesta a Julio
de Matos, habla de la necesidad, proclamada más tarde por los poetas de
Orpheu. de poner a Portugal «en hora» con el mundo.
Entre los detractores, hay un tal Garda Pulido, de cuyo estilo podemos
hacernos una idea por estas palabras: «El tiempo que les sobró lo
gastaron [los lectores de la encuesta] en burlarse de la Renascenqa por
haber cargado con la responsabilidad de las profecías del Sr. Pessoa
encima de una generación literaria que nada tiene que ver con el
SupraCamoens y a la que le importa tanto la Renascenga como a mí me
importa el dolor de callos que atormenta a mi vecino, un quidam
gastrálgico de pelos en las orejas».32
Pessoa intervino en la encuesta espontáneamente, es decir, sin ser
llamado por Boavida, mediante el envío de una respuesta a las
declaraciones de Adolfo Coelho. Anuncia en ella su propósito de escribir
un folleto en defensa de la Renascenga y se extiende en unas
consideraciones más ingeniosas que convincentes, aunque apuntando,
como es natural, al blanco que ya conocemos. En todo caso, sus palabras
no cayeron en el vacío y fue Hernani Cidade —entonces un joven
estudiante— quien, tras afirmar que en Portugal no había una verdadera
crítica literaria, puso de relieve la intervención pessoana cuando más
inflamada estaba la polémica. Fue un reconocimiento de su talento crítico
que tal vez cogió de sorpresa a nuestro poeta: «Oigamos de este grupo [de
críticos] al Sr. Pessoa. A sus cofrades, no vale la pena». «Es un muchacho
inteligente y estudioso. Y une a estas cualidades tan raras la cualidad
rarísima de saber responder a los adversarios con ideas y con delicadeza.
Yo veo resumida toda la encuesta en la respuesta del profesor Coelho a la
encuesta y en la réplica de Fernando Pessoa al sabio catedrático de la
Facultad de Letras. Han sido los dos críticos que más inteligente y
documen

Armando Córtes-Rodrigues
tadamente han traducido las dos ideas que circulan sobre la literatura
moderna.» Cidade analiza las de Pessoa y pone de relieve algunos de sus
fallos, el principal de los cuales es no haber visto (tal vez porque no le
convenía a efectos polémicos, pienso yo) que los versos saudosistas
citados y alabados por él como nuevos tienen claros precedentes en la
poesía simbolista francesa.33
Por su parte, un anónimo A. A. cita a Pessoa en Montanha, de Oporto,
periódico que, en un suelto de José Simóes Coelho, recomienda leer a los
españoles en vez de a los franceses, es decir, a Pío Baroja, Pérez Galdós,
J. Dicenta y Luis Bonafoux en lugar de a Marcel Prevost, Abel Hermán y
Paul Bourget, pues la española del momento es una literatura que los
portugueses tienen bien cerca y que es «esencialmente nacional en el
colorido y profundamente humana en sus propósitos». De hacerlo así,
«otro gallo nos cantaría», termina Coelho.34
Si me he detenido en esta encuesta —muy citada pero poco estudiada
—, a la que pienso dedicar una atención más exhaustiva, es porque ayuda
a situar y comprender, colocándolos en su verdadero contexto histórico,
los artículos con que Pessoa inició su carrera pública de escritor, y espero
que los lectores de buena fe estén de acuerdo conmigo. Veamos ahora
algo de lo que dicen estos escritos pessoanos.35 En el primero de ellos,
titulado «A nova poesia portuguesa sociológicamente considerada»,
observa su autor, tras haber establecido un paralelismo entre las historias
literarias de Inglaterra y Francia, que los períodos menos creadores de
cada una de ellas coinciden con lo que llama su desnacionalización,
mientras en los más creadores domina el espíritu nacional. Tomando pie
en el saudosismo, Pessoa asegura que la nueva poesía portuguesa es, tanto
por sus ideas como por sus sentimientos, «absolutamente nacional», y
ello le conduce, por medio de un razonamiento que se basa más en el
ingenio que en las pruebas aportadas, a profetizar un futuro glorioso de la
civilización lusitana iniciado por «la próxima aparición de un Supra-
Camoens en nuestra tierra». No cabe duda de que el joven crítico —o más
bien filósofo de la cultura— se sitúa decididamente en la línea de la
Renascenqa Portuguesa, pero lo hace con una audacia que jamás se
permitieron Pascoaes y sus otros cofrades, la desconfianza de los cuales
ante la audacia pessoana terminaría, juntamente con la evolución del
pensamiento de nuestro poeta, por provocar una inevitable ruptura.
Lo que me interesa destacar del segundo de esta serie de ensayos es
que su autor asegura que los primeros anuncios del ya inminente
resurgimient o literario portugués son el libro So («Solo») de Antonio
Nobre (1867-1900), aparecido en 1892; la parte de la obra de Eugenio de
Castro (1869-1944) que muestra aspectos quinientistas —es decir,
propios del tiempo de Camoens— y Os Simples de Guerr a Junqueir o
(1850-1923), obra publicada en 1892, todo lo cual pertenece, como se ve,
a la última década del siglo XIX. El precur

sor de estos poetas fue Antero de Quental, cuya obra —dice— no es


todavía enteramente nacional, mientras sí lo es la de Nobre.
No voy a discutir aquí la exactitud o nieno de esta última apreciación:
sí advertiré, en cambio, que Pessoa permanecería siempre fiel a su
temprana admiración por Antero y Nobre. se mostraría finalmente
ambiguo frente a Guerra Junqueiro y olvidaría, o así parece, a Eugenio de
Castro. Pessoa afirma en este mismo escrito que la segunda etapa de esta
evolución magnificadora se inicia en 1906 con la publicación de Vida
etérea de Pascoaes. y que la tercera, la del Supra-Camoens. está por
cumplirse. En la actualidad es un punto casi pacífico de la crítica que. al
anunciar al Supra-Camoens. Pessoa se estasaudosismo y la Renascenga.
pero no con los más importantes de sus ideales. Quiere ello decir que de
lo que Pessoa se dio cuenta fue de que la estrategia literaria de los poetas
de A Ágitia estaba mal planteada porque no era revolucionaria en sentido
estilístico. Había, pues, que provocar una ruptura, y ésta sería llevada a
cabo, tres años más tar de, por la revista Orpheu.
Volviendo al tercer artículo, tan importante para tratar de entender la
obra futura de nuestro poeta, hay de destacar que, según él, la poesía del
SupraCamoens sería metafísica y religiosa, pero su religiosidad no sería
la tradicional, es decir, la católica de Camoens. sino una religiosidad
nueva, cosa que no puede extrañarnos si se recuerdan las notas pessoanas
de adolescencia ya
los poemas «Paúis» y «Hora absurda» —vagos, sutiles y complejos—,
el primero de los cuales es el punto de partida, y en cierto sentido el
manifiesto, del paúlismo, un ismo destinado sin duda, en la intención de
su autor, a superar al saudosismo, poema que, antes de ser publicado el
año 1914 juntamente con otro, y bajo el título general de «Impressóes do
Crepúsculo», circuló manuscrito entre los amigos del poeta: Sá-Carneiro,
Cortes Rodrigues, Antonio Ferro... He aquí la traducción literal de sus
primeros versos: «Pantanos de rozar ansias por mi alma de oro... / Doblar
lejano de Otras Campanas... Empalidece el rubio / trigo en la ceniza del
poniente... Corre un frío carnal por mi alma... / ¡Tan siempre la misma, la
Hora!...».
También en 1913, Pessoa publicó en A Aguia —además de un escrito
sobre las caricaturas de Almada-Negreiros— el largo poema en prosa
«Na floresta da alienaqaáo» («En la floresta de la enajenación»), que es el
primer fragmento impreso del Libro del desasosiego, y cuya estética es la
misma que la de los dos en verso mencionados más arriba, es decir, la
decadente finisecular. Pero, ya al año siguiente, el poema «Chuva
oblíqua» («Lluvia oblicua») daría por superado y abandonado al paúlismo
en pro de un interseccionismo tan efímero —pero de mayor consecuencia
en su obra futura— como el primero.
Hemos llegado así a uno de los años más decisivos para la evolución
del pen samiento y la estética pessoanos. En 1914, el joven escritor goza
ya del suficiente prestigio como para que su opinión sea solicitada en una
nueva encuesta de República, para que A. Ferro y Augusto Cunha le pidan
que prologue su libro Missal de Trovas y para que
Mario de Sá-Carneiro
una crónica suya aparezca en el periódico O Raio. Como acabamos de
ver, y ba anunciando a sí mismo, impresión
que se ve reforzada por la importancia
que concedió, cuarenta años después de
ella y dieciséis después de haber escrito
estos artículos, a la fecha de su naci
miento. Del tercero de ellos, titulado
«A nova poesía portuguesa no seu as
pecto psicológico», interesa ahora des
tacar la afirmación de que la estética de
la nueva poesía portuguesa se caracteri
za por su «vaguedad, sutileza y comple
jidad», características que. si bien culti
vó, como veremos, en su poesía paúlis
ta. y en cierta medida en la interseccio
nista. no tardaría en abandonar en pro
de la sutileza y complejidad, pero no
vaguedad, de su poesía heterónima. ya
iniciada, por lo demás, con los versos
de Caeiro. Y este abandono supondría
su verdadera ruptura estilística con el
citadas y el interés de su autor por los
temas filosóficos. De ahí que, llegado el
momento, se insista, en el presente tra
bajo, en el sentido religioso de la he
teronimia.
La mencionada réplica de Pessoa al
profesor Adolfo Coelho, aparecida en
República del 12 de septiembre.16 trata
de los asuntos que ya conocemos y de
la nunca escrita defensa de la Renas
cenc,a. Decididamente, Pessoa no se in
sertó en la vida literaria de su país, a la
que con tan polémico entusiasmo trata
ba de vigorizar, por la vía fácil de la
adaptación a las circunstancias o la pru
dencia de los arribistas, sino jugándose
el todo por el todo.
Mientras seguía escribiendo versos de
los que al año siguiente atribuiría a
Caeiro. Pessoa escribió en el de 1913
mediante la publicación de «Impressóes do Crepúsculo», se decide este
mismo año a darse a conocer como poeta. Es la vertiente pública de su
obra poética. La todavía privada es mucho más importante, pues aquel
mismo año decide atribuir a Alberto Caeiro los poemas que en adelante
figurarían bajo el nombre de este heterónimo, escribe otros trece también
atribuidos a él, los primeros de Alvaro de Campos y quince odas de
Ricardo Reis, con lo que ha creado dos nuevos personajes del drama en
gente, al que ya tenemos en escena y, en consecuencia, disponemos de los
primeros materiales del neopaganismo portugués. Pero, sobre todo,
tenemos a un Fernando Pessoa psicológicamente pertrechado, y, al
parecer, muy seguro de sí mismo, para continuar su recién iniciada
28/ANTHROPOS
carrera de escritor. Es lo que se deduce de esta nota del 11 de
noviembre: «Hoy , al tomar irrevocablemente la decisión de ser Yo, de
vivir a la altura de mi mester, de despreciar la idea de la publicidad, la
plebeya socialización de mí mismo, del Interseccionismo, he vuelto para
siempre, de vuelta de mi viaje de impresiones por los demás, en posesión
plena de mi Genio y en la divina conciencia de mi Misión. Hoy sólo me
quiero tal cual mi carácter nato quiere que yo sea; y mi Genio, con él
nacido, me impone que yo no deje de ser.
»Actitud por actitud, mejor la más noble, la más alta y la más calma.
Postura por postura, la postura de ser el que soy.
»Nada de desafíos a la plebe, nada de cohetería para la risa o la rabia
de los inferiores. La superioridad no se disfraza de payaso; es de renuncia
y de silencio de lo que se viste.
»E1 último rastro de influencia de los demás en mi carácter ha cesado
con esto. He reconocido —al sentir que podía e iba a dominar al deseo
intenso e infantil de "lanzar el Interseccionismo"— la tranquila posesión
de mí mismo.
»Un rayo me ha deslumhrado hoy de lucidez. He nacido.» 37
Si Pessoa solía tomar sus notas en inglés, esta, de castigada prosa, está en
portugués y es, en realidad, un desiderátum, pues el año 1915 se
«lanzaría», y «lanzaría» al heterónimo Alvaro de Campos, de manera que
ambos serían tomados por «payasos» por el poco entendido periodismo
de la época. Serían, en realidad, las circunstancias posteriores las que
harían que Pessoa se resignase —y esta es una de sus frecuentes
paradojas— a cumplir, cuando menos durante unos años, el programa
recién transcrito.
El de 1915 —en el que, por fin, apareció en libro la encuesta de
República— fue importantísimo tanto para Pessoa como para la literatura
portuguesa en general. Desde el anterior —el del estallido de la guerra
europea— nuestro poeta y algunos de sus amigos acariciaban la idea de
publicar una revista que se situase a la vanguardia de A Águia, con la que
aquél acababa de romper. Dicha revista se llamó Orpheu y su primer
número apareció en marzo de 1915. Portuguesa y brasileña a un tiempo
—decían sus editores, pero portuguesa del principio al final—, su
director en Europa era el poeta Luis de Montalvor, mientras el director en
Río de Janeiro era el también poeta Ronald de Carvalho. Detrás de
ambos, como auténtica eminencia gris, se encontraba Pessoa. Además de
los directores, colaboraron en este primer número Fernando Pessoa,
Alvaro de Campos, Mario de SáCarneiro, Alfredo Pedro Guisado,
Almada-Negreiros y Armando Cortes Rodrigues. En realidad, las grandes
figuras eran Pessoa (y su heterónimo), Sá-Carneiro, y el pintor y escritor
Almada-Negreiros. La revista se vendió bien y provocó un escándalo en
cuyos detalles no es oportuno entrar en este momento. El adormilado
ambiente literario de Lisboa —ya algo revuelto, sin embargo, por la
encuesta de Boavida y sus secuelas— fue sacudido fuertemente por esta
publicación audaz y, para muchos, inesperada. Y, sin embargo, lo nuevo
se equilibraba en Orpheu con lo que ya no debía parecer tal, puesto que
junto a la novedad indiscutible de las colaboraciones de Alvaro de
Campos y Almada-NeLas cosas estaban, pues, en orden, dado que ambos
poetas fueron los verdaderos inspiradores y organizadores de Orpheu.
Junto a algunas firmas que ya conocemos, se ven las de Angelo de Lima
—el cual estaba realmente en un manicomio—, el brasileño Eduardo
Guimaraens, la poetisa Violante de Cysneiros —que no es sino un
ocasional pseudónimo de Cortes Rodrigues— y de Santa Rita Pintor, esta
última en las ilustraciones. Hasta 1916, Pessoa estuvo empeñado en que
apareciese el número 3 de Orpheu. Hasta la fecha, se han descubierto dos
juegos incompletos de capillas de esta frustrada salida, con originales tan
interesantes como las únicas poesías conocidas del heterónimo pessoano
C. Pacheco. Sá-Carneiro había comunicado a Pessoa, desde París, que ya
no

Pessoa en 1914
greiros, el resto —incluido el drama estático de Pessoa— se
encontraba claramente inserto en la línea del simbolismo y el
decadentismo, con indudables instancias paúlistas por parte de Cortes
Rodrigues y Sá-Carneiro. Pero la gente —y en particular algún periodista
— se escandalizó de ciertas audacias expresivas, como esta de Sá-
Carneiro: «Ahora se me ha caído un brazo... Mira, se va a bailar / Vestido
de etiqueta en los salones del Virrey...». Era demasiado para el
convencionalismo de la época. Se pidió que le internasen en un
manicomio.
El número 2 de la revista lleva fecha del 2." trimestre de 1915, y
aparecen en él como directores Fernando Pessoa y Sá-Carneiro, el último
de los cuales se había hecho cargo, gracias a la ayuda de su padre, de los
gastos de impresión. podían contar con la ayuda económica de su padre.
Las colaboraciones de Pessoa en los dos números publicados de
Orpheu dan testimonio de sus contradicciones estéticas de aquellos
momentos. En el número 1, tanto el drama estético «O Marinheiro» como
el poema «Opiário» de Alvaro de Campos responden perfectamente a la
fase decadente del simbolismo, mientras la «Ode triunfal» de este
heterónimo, escrita en verso libre y con una técnica que recuerda a la de
W. Withman, es, por su tema, pretendidamente futurista. Si la apertura
que significan —vistas en conjunto— estas tres colaboraciones fue
grande en el contexto portugués de la época, fue en cambio tímida en lo
que al panorama de la vanguardia internacional se refiere. Más
Pessoa en un óleo de Almada Negreiros, 1954
abiertos a la vanguardia son los poemas interseccionistas del Pessoa
ortónimo agrupados bajo el título de «Chuva oblíqua» aparecidos en el
número 2 de la misma revista, en la que también publicó la «Ode
marítima» de Campos, gran poema de mayor interés y aliento que la
«Ode triunfal», pero de estética muy semejante a la de ésta. En realidad,
es mucho más vanguardista, incluso en un contexto internacional, el
poema de SáCarneiro «Manucure», inserto en este mismo número (y al
que Pessoa no incluiría más tarde en el tomo, preparado por él, de las
poesías de su amigo). En realidad, con el estilo —maduro desde el
principio— de Campos y con el igualmente maduro desde 1911 d e las
todavía inéditas poesías de Caeiro, Pessoa había alcanzado la cota
máxima de su modernidad formal. No es, por lo tanto, como a un poeta de
vanguardia —por muy nuevo que pudiese parecer al Portugal de su
tiempo— como hemos de considerarle, y ello a pesar de la influencia que
Campos ejercería en los años 40 en la tardía vanguardia surrealista
portuguesa. Y que las cosas hayan sido así, y no de otra manera, se
comprende si se tiene en cuenta las preocupaciones, mucho más
ideológicas que estilísticas, que embargaban a Pessoa durante la época de
su estreno literario, preocupaciones que, en adelante, se afirmarían y se
harían cada vez más obsesivas.
De una parte, Pessoa no había renunciado a ser un poeta en lengua
inglesa, y aquel mismo año de 1915 escribió —además de algún poema
ortónimo y
30/ANTHROPOS
varios de Caeiro, Campos y Reis— el poema en inglés Antinous y
varias de las poesías del libro todavía inédito The Mad Fiddler («El
violinista loco»). Por lo demás, hay noticia de poemas ingleses escritos
por él hasta, por lo menos, el año 1921. De otra parte, fue con toda
verosimilitud en 1916, o todo lo más pronto a últimos del año anterior,
cuando la figura de un nuevo heterónimo que terminaría por ser Antonio
Mora, el filósofo del neopaganismo, empezó a diseñarse en su
pensamiento. Pero de esta y otras novedades se hablará en la parte
siguiente de este trabajo, pues hay bastante más tela que cortar en este
asombroso 1915.
En primer lugar, y desde el mes de febrero, empieza a menudear la
colaboración de nuestro poeta en revistas y en periódicos,38 y su trabajo
de periodista culmina y tiene un abrupto final con la sección por él
inaugurada, con el título de «Crónica da vida que passa», en el diario O
Jornal, de Lisboa, en el que publica, entre el 5 y el 26 de abril, seis
colaboraciones, la última de las cuales da lugar a una serie de protestas
debido a las cuales el director del periódico —el mismo ambiguo
Boavida de la encuesta de República— le despide con malos modos.
Tampoco se priva Alvaro de Campos de enviar una carta, un fragmento
de la cual se publicaría el 6 de julio, al diario A Capital.
En segundo y tercer lugar, Pessoa debuta aquel mismo año como
escritor político y como traductor de obras esotéricas. Así pues, su escrito
«O preconceito da ordem» («El prejuicio del orden» ) aparece en el
número primero y único de Eh Real!, Panfleto Mensa! de Crítica e
Doutrinaqao Política, publicado el 31 de mayo. Sostiene en este artículo,
frente a la preocupación por el orden de los neomonárquicos portugueses,
y lo hace tras de una prolija argumentación, que «en un país donde todos
los partidos tengan la constante preocupación del orden, se estará en
constante desorden y anarquía», pues «el orden es en las sociedades lo
que la salud en los individuos», es decir, algo de lo que sólo nos
preocupamos cuando carecemos de ello.w Aunque el poeta no tome
partido, sus reflexiones son, por supuesto, inconformistas; pero ya habrá
ocasión de ocuparse de su debatida ideología política. Digamos, en fin,
que en este mismo año aparecieron sus traducciones del Compendio de
Teosophia de C.W . Leadbeater y de Os Ideáis da Teosophia de Annie
Besant. Es claro que este interés por el ocultismo no era nuevo en Pessoa,
pues como demuestran un estudio de Yvette Centeno, 4" y la lectura de su
poesía, tanto inglesa como portuguesa, escrita hasta el momento que
consideramos, sus preocupaciones religiosas le habían llevado a ponerse
en contacto, cuando menos desde 1906, con el mundo de las ciencias
ocultas. No es de extrañar, por lo tanto, que a principios de 1916, nuestro
poeta pensase seriamente en establecerse como astrólogo en Lisboa.
Resumamos antes de seguir adelante: De 1912 a 1915, Pessoa se dio a
conocer como crítico y pensador literario, como crítico de arte, como
crítico y como autor teatral, como dos poetas en portugués (el ortónimo y
Campos), como pensador político, como periodista y como traductor.
Durante el mismo período, escribió poesía en portugués (la ortónima, la
de Caeiro, la de Campos, la de Reis y la de Pacheco) y en inglés, e inició
varios trabajos sobre política y sociología. Como quiera que la mayor
parte de estos últimos —los políticos y los sociológicos— se han
publicado postumamente y son, además, de difícil datación, me referiré a
ellos, procurando situarlos indiciariamente en el tiempo de su redacción,
al final de estas páginas. Y es claro que se hablará en el lugar
correspondiente de los pocos que publicó en vida. Pero desearía que
quedase claro que las preocupaciones políticas —realistas unas, idealistas
y utópicas otras— fueron el motor de las muchns notas que, para una
serie, casi irrealizable por su número, de trabajos fue tomando a lo largo
de los años que le quedaban por vivir. En carta de 19 de enero de 1915
había confiado a su amigo Cortes Rodrigues: «la idea pa

triótica, siempre más o menos presente en mis propósitos, crece ahora


en mí; y no pienso en hacer arte sin pensar en hacerlo para poner en alto
el nombre portugués a través de aquello que yo consiga realizar. Otra
actitud no puede tener para con su propia noción del deber quien mira
religiosamente el espectáculo triste y misterioso del Mundo».41
3. Años de plenitud (1916-1921)
Lo más asombroso del período recién descrito son las condiciones en
que Pessoa se dedicó a la publicación de sus escritos y a una producción
literaria tan extensa y tan variada. A últimos de 1912, se fue a vivir con
su tía Ana Luisa Nogueira de Freitas, y la tía, el sobrino y el resto de la
familia se mudaron de casa en mayo de 1914, aunque por poco tiempo,
puesto que, en el mes de noviembre, «tía Anica» se fue a Suiza y
Fernando, que andaba muy mal de dinero, tuvo que aceptar el alojamiento
gratuito que un ingenuo admirador le ofreció en la trastienda de su
lechería. A partir de entonces, y hasta el año 1920, en el que su madre,
viuda y enferma de apoplejía desde el 15, regresó a Lisboa, los cambios
de domicilio del poeta fueron tan frecuentes que han llegado a hacerse
legendarios. ¿Cómo le fue posible mantener en el telar, y trabajar en ellas
casi simultáneamente, tantas obras en prosa y en verso? Pues, durante
estos años, Pessoa no sólo escribió poesía en su nombre y en el de sus
heterónimos, redactó artículos, cuentos y obras dramáticas, sino que, a lo
largo de los que vamos a contemplar, montó su teoría sobre el paganismo
—cuyos autores principales fueron Mora y Reis—, siguió redactando
notas sobre política y sociología, y sobre materias esotéricas, y tradujo
varios libros. Hacer semejante trabajo con la paz y la tranquilidad de
quien disfruta de un acogedor ambiente familiar en el que uno se ha
habituado a encontrar cada libro y cada papel en su sitio, habría sido algo
excepcional; hacerlo en las condiciones en que lo hizo Pessoa raya en lo
increíble.
No voy a detenerme ahora en los fenómenos de mediumnidad que
empezaron a manifestarse en el poeta, y que tanto le preocuparon, a
principios de 1916. Y no sólo mediumnidad, puesto que su hiperestesia
extrasensorial42 le permitió no sólo ver su aura magnética y la de otras
personas, sino también gozar de la visión astral, lo que le hizo pensar en
la oculta actividad iniciadora de un maestro misterioso y desconocido
para él. Joáo Gaspar Simóes, su primer biógrafo, no toma en serio estas
confesiones de Pessoa, preciosas para nosotros, pues lo cierto es que,
realidad o ilusión —y la ilusión es un grado de la realidad—, fueron
decisivas para su vida y para su obra. Si estos fenómenos y la enfermedad
de su madre, con la que vivía desde su regreso, pudieron ser, aunque no lo
fuesen, un obstáculo a su intensa producción de aquellos años, no menor
turbación debió de producirle, cuando todavía vivía casi como un
nómada, su comunicación epistolar con Sá
Lisboa: el campanario de la iglesia de
Los Angeles
Carneiro, a la sazón en París,43 quien estuvo dirigiéndole abundantes
y a veces angustiadas cartas hasta que terminó por suicidarse el 26 de
abril de 1916.44 Ni siquiera la primera y más apasionada etapa de sus
relaciones con Ofelia Queirós —tema en el que no voy a detenerme en
este escrito—, desarrollada a lo largo de casi todo el año 1920, apartó al
entonces escritor errante de sus libros y sus cuartillas.45 Resumamos su
labor de este período.
Como poeta ortónimo, publicó el año 16, en la revista Centauro, los
catorce sonetos del poema «Passos da Cruz» («Viacrucis»), de marcado
carácter esotérico; el poema paúlista «Hora absurda», en Exilio, y la
conocidísima poesía «Ela canta, pobre ceifeira» («Canta la pobre
segadora»), en Terra Nossa. En 1917, otros poemas ortónimos aparecen
en Portugal Futurista y en un diario. En 1918, publica dos libros de
poesía inglesa, titulados 35 Sonnets y Antinous (primera versión). En
1919, una traducción de Elisabeth Barrett Browning. En 1920, en The
Atheneum, de Londres, aparece el poema en inglés «Meantime»
(«Mientras tanto»), y publica además dos poemas en portugués, uno de
los cuales es el titulado «Á memoria do Presidente-Rei Sidónio Paes»,
personaje que, tras un año de dictador, fue asesinado el 18 en la estación
del Rossio y en el que Pessoa veía a una encarnación del Deseado del
sebastianismo.
Finalmente, en 1921, aparecen dos libros más, English Poems I-ll
(segunda
El sombrero-heterónimo de Femando Pessoa, Costa Pinheiro, 1979-80 versión de
Antinous e Inscriptions)
y English Poems III (Epithalamium).
Parece como si Pessoa se hubiera olvidado de todos los heterónimos,
salvo Alvaro de Campos, del que publicó en la ya mencionada Portugal
Futurista, y bajo el título de Ultimátum, una larga y agresiva requisitoria,
muy influida por Nietzsche, contra los personajes políticos y literarios de
la Europa de la gran guerra, lo que dio lugar a la incautación de esta
revista por la policía. Parece así, pero nada está más lejos de la verdad
que esta suposición. En primer lugar, la obra poética de Caeiro, Reís y
Campos siguió creciendo ininterrumpidamente a lo largo de estos años;
en segundo lugar, Pessoa, que había atribuido a Alberto Caeiro en 1914
los poemas de O guardador de rebanhos —y que siguió escribiendo en
nombre de este heterónimo a pesar de haber declarado que murió en 1915
—, le convierte , hacia 1916, en el profeta y maestro del neopaganismo
portugués. Ello da lugar a la invención —casi con toda seguridad en el
año 16— del filósofo heterónimo Antonio Mora, que escribe, entre dicho
año y el 18, sus muchas notas destinadas al libro que había de titularse O
regresso dos deuses, 4(" y que terminaría por ser recluido en un sanatorio
psiquiátrico; y da lugar asimismo a que Reis escriba dos prólogos —uno
corto y otro largo— para la edición de las poesías de Caeiro y a que el
Pessoa ortónimo escriba, además de las notas para otro libro sobre el
paganismo —algunas de las cuales es verosímil que transfiriese a Mora
—, una larga serie de notas sobre el sensacionismo, movimiento poético
—o más bien posición estética— deducido, aunque a veces de manera no
muy convincente, de la poesía del maestro Caeiro. Todos estos escritos
sólo han visto la luz pública postumamente, y algunos de ellos hace muy
poco tiempo.47
En realidad, Pessoa proyectaba publicar entre octubre de 1917 y, todo
lo más tarde, el mismo mes de 1918, y bajo el título general de
«Neopaganismo portugués», los escritos teóricos de Mora, las poesías de
Caeiro y las odas de Reis. Más tarde, en una fecha que no estoy en
condiciones de poder precisar, a la nómina de poetas neppaganos se
suman su nombre y el de Alvaro de Campos, a los que llama «los
dolientes » del neopaganismo. El proyecto de una publicación que habría
tenido una indudable y benéfica influencia en la poesía portuguesa —
además, muy probablemente, de en las de otros países— no llegó a
realizarse, y parece como si el desánimo producido por este fracaso —no
sabemos si debido a su abulia, pues ni el libro de Mora ni el prólogo largo
de Reis están terminados, o a dificultades editoriales— le hubiese hecho
olvidar dicho proyecto durante mucho tiempo. Pero no así su adhesión a
la nueva religión portuguesa, creada —no lo olvidemos— por él. Una
creación cuyo sentido se desprende sin lugar a dudas de una nota escrita
hacia enero de 1917, es decir, cuando trabajaba incansablemente en la
preparación de sus versos y teorías paganos. Dice así:
«En mí, mi egoísmo es la superficie de mi dedicación. Mi espíritu
vive constantemente en el estudio y en el cuida

do de la Verdad, y en el escrúpulo de dejar, cuando me desnude de la


veste que me une a este mundo, una obra que sirva al progreso y al bien
de la humanidad.
«Reconozco que el sentido intelectua l que ese Servicio de la
Humanidad toma en mí, en virtud de mi temperamento, me aparta
muchas veces de las pequeñas manifestaciones que, en general, revelan al
espíritu humanitario. Los actos caritativos, la dedicación, por así decirlo,
cotidiana son cosas que raras veces aparecen en mí, aunque nada haya en
mí que represente su negación.
»En todo caso, reconozco, en justicia para conmigo mismo, que no
soy más egoísta que la mayoría de los individuos, y mucho menos lo soy
que la mayoría de mis colegas en las artes y en las letras. Parezco egoísta
a aquellos que, debido a un egoísmo absorbente, exigen la dedicación de
otros como un tributo.»48
Imposible de resumir en unas líneas la teoría del neopaganismo, en la
que Caeiro aparece como un pagano anterior al conocimiento de los
dioses, un panteísta con rasgos de animismo; Reis profesa el paganismo
de la decadencia grecorromana, el Pessoa ortónimo es un pagano de las
religiones mistéricas, un esotérico al estilo de Juliano el Apóstata, y
Campos un neopagano con rasgos teosóficos. Por su parte, Mora atribuye
la decadencia del mundo actual a la persistencia del cristianismo, y
especialmente del católico, al que considera una supervivencia degradada
del Imperio romano y al que augura un pésimo porvenir. En una época
científica, objetiva y realista, la única religión concebible para Mora es el
paganismo. El Pessoa ortónimo no está necesariamente de acuerdo con él
ni con la matizada interpretación del paganismo de Caeiro instrumentada
por Reis, cuya poética no coincide, ni mucho menos, con la de Campos.
En lo que todos están de acuerdo es en proclamar a Caeiro su maestro y
en admirarle casi sin reservas. El drama en gente es puesto en escena en
las páginas inolvidables de El regreso de los dioses, libro al que tal vez
falte la dimensión profética que suplirán sin tardanza los escritos
sebastianistas de Pessoa, a los que me referiré al final de este trabajo. En
virtud de ellos, el neopaganismo estaría llamado a ser la religión del
Quinto Imperio universal, creado y mantenido por la cultura portuguesa.
No nos engañemos: lo que Pessoa ha llevado a cabo es una
portuguesísima universalización del saudosismo
de la Renascenga Portuguesa.
Hay que atribuir al Pessoa heteróniTavira, ciudad natal de Alvaro de Campos
mo, es decir, al que escribe como discípulo un tanto heterodoxo de
Caeiro, los poemas de inspiración ocultista que serán una constante de su
producción. Y. posiblemente, los fragmentos del tratado inconcluso O
Caminho da Serpente y mucha de su producción esotérica en prosa. Pero
antes de tratar de hacer unas atribuciones justas en este sentido hay
todavía mucho que estudiar y que discutir.
Precisamente en 1916, Pessoa publicó las traducciones de cuatro
libros teosóficos. dos de los cuales son de Leadbeater y otro de la
Blavatsky. En 1919 dio a conocer un par de estudios políticos en las
páginas de la Revista Acqáo, y sus intervenciones más célebres en este
terreno —a las que anticipó el poema a Sidónio Paes— todavía se harían
esperar.
El 10 de junio de aquel mismo año, temeroso de su salud mental —
cosa que no puede extrañarnos, dadas las condiciones en que vivía y el
esfuerzo que estaba realizando—, escribió una carta, que tal vez no
llegase a poner en el correo, pues el borrador que se conserva está
incompleto, a dos psiquiatras franceses. En ella solicita información
impresa y un diagnóstico sobre su caso. Pessoa se conocía perfectamente
—fue uno de los poetas menos desconocidos de sí mismos que sea
posible imaginar— y escribió: «Au point de vue psyquiatrique, je suis un
hystéroneurasténique, mais, heureusement, ma neuropsychose est assez
faible; l'élément neurasthénique domine l'élément histérique, et cela fait
que je n'aie pas des traits hystériques extérieures —aucun besoin du
mensogen, aucune instabilité morbide dans les rapports avec les
autres»,49 ni siquiera con su compañía heterónima, es decir, con sus
correligionarios, que es la encargada de mantener, con su catártica
escritura, su admirable equilibrio mental y su increíble capacidad de
trabajo.50
4. El indisciplinador de almas (1922-1926)
Al referirse a la biografía de Pessoa, el profesor Joel Serráo opina que
mejor seria hablar de bibliografía, y creo que, cuando menos en lo que se
refiere al período que vamos a estudiar, su observación es pertinente en
grado sumo. Tres revistas y una polémica —si añadimos a ellas la muerte
de su madre el 17 de marzo de 1925— son lo único legítimamente
destacable de estos años, en los que Pessoa, a pesar de la repercusión
pública que tuvieron algunos de sus escritos, se nos antoja más solitario
que nunca. Es verdad que siguió asistiendo

Pessoa en «Martinho de Arcada», con Raúl Leal, Antonio Botto e Augusto Ferreira Gomes
a las tertulias literarias de la Baixa y el Chiado y que mantuvo
relaciones amistosas con Raúl Leal, Antonio Botto, Antonio Ferro, José
Pacheco y otros escritores y artistas, y que su trabajo de «corresponsal
extranjero» y de editor —era suya la pequeña editorial Olisipo— le
ponían en contacto con la gente, pero también es cierto que el círculo de
sus primeras amistades, es decir, el de sus ilusiones juveniles, se había
roto para siempre. Como ya he escrito en otro lugar, desde la aparición-
desaparición de Orpheu hasta la publicación de Presenta, Pessoa fue en
cuanto poeta el ejemplar pero solitario representante del movimiento
renovador iniciado por la primera de ambas revistas.
«¿Qué ocurrió —decía— con los poetas de Orpheu] Mario de Sá-
Carneiro [...] se suicidó en 1916, dejando una obra poética importante
pero no ejemplar; Raúl Leal escribió toda su poesía en francés, como
nuestro Larrea, pero no tuvo, como éste, a un Gerardo Diego que se la
divulgase en lengua materna; Armando Cortes Rodrigues se retiró a las
Azores, de donde procedía, y se dedicó al cultivo de un lirismo
tradicional; Angelo de Lima murió en un manicomio en 1922; Luis de
Montalvor, que no era sino un poeta aficionado, no pasó de escribir una
obra más o menos decadente, cuyos encantos no se niegan aquí; el
brasileño Ronald de Carvalho, que no fue una primera figura en su país,
dejó de figurar como director en el número 2 de la revista y volvió toda
su atención a los movimientos americanos; Almada-Negreiros, que fue
ante todo el gran pintor de vanguardia, publicó un libro de poesía en
1921, vivió en España de 1927 a 1932 y no publicó un segundo libro
poético hasta 1952; el brasileño Eduardo Guimaraens no dejó de ser un
extraordinario poeta simbolista o, si se quiere, postsimbolista; quedaban
Alfredo Guisado y Fernando Pessoa. El primero hizo a la poesía
portuguesa, entre 1913 y 1927, una importante aportación, pero sin
apartarse demasiado de la tradición. Quedaba pues, en realidad, Fernando
Pessoa: puede decirse que toda la responsabilidad, en lo que al
cumplimiento del desarrollo del modernismo52 se refiere, pesaba sobre
sus hombros. Unos hombros muy anchos y muy altos, pero los de un solo
poeta.»53
Y Pessoa aceptó callada y resignadamente, en espera tal vez de
tiempos mejores, sus responsabilidades. En la revista Contemporánea,
fundada aquel mismo año por su amigo José Pacheco, publicó en 1922 —
además del cuento «El banquero anarquista», en cuyo polémico contenido
no puedo detenerme ahora— una carta de Alvaro de Campos al director,
el artículo «Antonio Botto e o ideal estético em Portugal», doce poemas
ortónimos, agrupados bajo el título de «Mar portugués», que serían el
núcleo primordial de Mensagem, su poema «Natal» y un soneto de
Campos.
Conviene destacar aquí el artículo sobre Antonio Botto (1904-1959),
poeta de obra muy desigual, aunque en ocasiones de gran calidad, que en
aquellos años venía escandalizando a la opinión pública con su poesía de
carácter decididamente homosexual que suponía, por lo demás, un intento
de renovación de la tradición lírica portuguesa. Pessoa —que se
consideraba un «indisciplinador de almas» y que jamás renegó de su
paganismo ni de su admiración por la cultura griega— empieza este
trabajo con las siguientes palabras: «Antonio Botto es el único portugués,
de los que conocidamente escriben, a quien la designación de esteta se
puede aplicar sin disonancia. Con un perfecto instinto, sigue el ideal al
que se ha llamado estético, y que es una de las formas, si bien la ínfima,
del ideal helénico». Se extiende a continuación en una serie de
consideraciones entre las que destacan la de que el verdadero esteta no
tiene en cuenta a la verdad ni al bien, sino a la belleza, y la de que. puesto
que el cuerpo masculino es, debido a su hermosura, tan digno de ser
cantado como el femenino, quienes sólo cantan a este último son movidos
por el instinto sexual, mientras los que cantan también al masculino son
los verdaderos estetas. Dejando aparte lo sofístico de la argumentación,
hay que reconocer que Pessoa se expresa con suma elegancia y que nada
hay en su artículo de carácter realmente escandaloso.34
ANTHROPOS/33
En la misma revista aparecieron en 1923 tres poesías ortónimas en
francés, un poema en inglés y la primera versión del de Alvaro de
Campos «Lisbon Revisited». Pero lo más importante de este año fue la
polémica, iniciada a últimos del anterior, por el artículo que el periodista
Alvaro Maia publicó en el nú

Cubierta de la revista Contemporánea


por Almada Neg reíros
mero 4 de Contemporánea, aparecido el mes de octubre, en el que
trataba de demostrar que el culto a la belleza de los griegos no les había
conducido, como a Botto, a la homosexualidad. Estando así las cosas,
Raúl Leal publicó a principios de 1923 un folleto titulado Sodoma
divinizada, en el que salía en defensa de la tesis de Pessoa y en el que
llamaba «obras divinas» a la lujuria y a la pederastía, provocación que iba
mucho más allá de la compostura de nuestro poeta y de Maia.
La reacción más fuerte contra Botto, Pessoa y Leal procedió de los
estudiantes de las escuelas técnicas, quienes for maron un grupo
dispuesto a fiscalizar por su cuenta las librerías y a ejercer una rigurosa
censura sobre los cines y los teatros, y que publicaron en Época del 6 de
marzo un «Manifiesto de los Estudiantes de las Escuelas Superiores de
Lisboa» dirigido «a los poderes constituidos y a todos los hombres
honrados de Portugal». Poco después organizaron una manifestación
cuyos cabecillas fueron recibidos por el gobernador civil, del que
consiguieron que ordenase la incautación de los libros de Botto y del
panfleto de Leal. Pessoa respondió con otro panfleto firmado por Alvaro
de Campos, titulado Aviso por causa da moral, en el que trataba a los
estudiantes de forma irónica y con aires de superioridad. Más inflamado e
hiriente fue el manifiesto de Leal Urna lic_áo de moral aos estudantes de
Lisboa e ao descaramento da Igreja Católica («Una lección de moral a
los estudiantes de Lisboa y a la desfachatez de la Iglesia Católica»), al
que los estudiantes respondieron con otro en el que trataban de loco a
Leal. Pessoa decidió poner las cosas en claro y publicó el estupendo
escrito Sobre um manifestó de estudantes, comedido pero enérgico, en el
que demostró de tal manera su superioridad moral e intelectual que
consiguió callar a los revoltosos.55
En 1922, Pessoa fundó y dirigió la revista Alhena, en la que
aparecieron aquel mismo año varias de sus traducciones del inglés,
algunos escritos ortónimos y prosa teórica de Alvaro de Campos. Pero lo
más importante fue la publicación de veinte odas de Ricardo Reis, a las
que siguieron, en la misma revista y en 1925, primero, veintitrés poemas
de O Guardador de rebanhos y, después, dieciséis Poemas incomjuntos,
unos y otros de Alberto Caeiro. Con ello los dos personajes del drama en
gente más importantes en cuanto paganos, y hasta entonces desconocidos
para el público, comparecieron en el panorama de las letras portuguesas.
No es verosímil que estas poesías nuevas y de excepcional calidad
pasasen inadvertidas a la juventud literaria del momento, y prueba de ello
fue el público testimonio de admiración que dos años más tarde, en 1927,
le rendiría la recién fundada revista Presenta, en la que Pessoa seguiría
dando a conocer la poesía de sus heterónimos aunque sin la apoyatura
filosófica y teológica de los escritos de Antonio Mora y Ricardo Reis.
Quiero decir que la teoría neopagana de nuestro poeta sólo fue conocida
cuando, años después de su muerte, empezaron a ser publicados dichos
papeles.
Mientras tanto, el poeta ortónimo, Campos y Reis siguen haciendo
crecer el volumen de sus obras, no así la sombra, todavía silenciosa de
Caeiro. Añadamos, dada la importancia de este ensayo incompleto, que
Pessoa escribió hacia 1925 un largo ensayo en inglés titulado Erostratus
en el que, entre otras cosas, parece profetizar indirectamente el apogeo de
su fama postuma —cosa que efectivamente ha sucedido— para cincuenta
años después de su muerte.56
Aquel mismo año escribió también esta carta, cuya copia fue
descubierta por Antonio Pina Coelho: «Lisboa, 31 de agosto de 1925. / Mi
Excmo. Amigo: / Creo estar sufriendo un acceso —ligero, supongo, y si
así es curable— de locura sicasténica. Como, si es cierto lo que de mí
presumo —y si no es cierto, es probable que mi diagnóstico de lego sea
blando—, es recomendable mi internamiento en un manicomio, y como
el Decreto de 11 de mayo de 1911 permite, en un número cualquiera de
uno de sus artículos, que el mismo enfermo requiera este internamiento,
le pido el favor de que me diga cómo y a quién se hace tal requerimiento,
y con qué documentos, si algunos son necesarios, debe ser apoyado. /
Muy reconocido de antemano, le agradece su respuesta de / V.E. / Am(igo
) Resp(etuoso ) y Agrad(ecido)». Se trata, sin duda, de un desahogo del
solitario asediado por múltiples problemas e inquietudes que era entonces
nuestro poeta.
El cual superó, al parecer pronto, esta crisis, pues el año 1926 le
vemos metido en una de sus más originales empresas, la de la fundación
y publicación, con su cuñado el coronel Francisco Caetano Dias, de la
Revista de Comercio e Contabilidade, de la que será el principal y casi
único redactor. Se ha supuesto que Pessoa habría adquirido los
conocimientos necesarios para escribir sobre materias comerciales
durante sus años de estudios de la Commercial School de Durban, cosa
que no creo probable, puesto que tanto el estilo como el ideario que dan
cuerpo a sus interesantísimos artí

culos —dignos de ser leídos incluso descolaboraciones de Pessoa—


un correctivo del desánimo, que exageró llamándole locura, que informa
a la carta más arriba transcrita.
Portada del último número de la revista Athena
de un punto de vista literario y no necesariamente técnico— forman
un todo armónico con los muchos escritos suyos —completos e
incompletos— que han sido publicados hasta la fecha —estudios, quiero
decir, políticos y sociológicos que fueron producto de su observación
atenta de la vida nacional e internacional y de sus lecturas de los años
portugueses. Dichos artículos comerciales —algunos de los cuales fueron
reproducidos en revistas y periódicos— son importantes para abordar el
estudio de su ideología política, inseparable, como
5. El maestro Pessoa (1927-1935)
«Fernando Pessoa tiene madera de Maestro y es el más rico en
direcciones de nuestros llamados modernistas.» Con estas palabras de
José Regio, entonces un joven de veintiséis años, aparecidas en el número
3 de la revista Presenta, editada en Coimbra por un grupo de nuevos
escritores, empezó a crecer y a afirmarse la fama de nuestro poeta, quien
se convirtió, gracias sobre todo a la solicitud de Joáo Gaspar Simóes, en
uno de los más fieles colaboradores de aquella publicación. Sus
principales «direcciones» líricas, es decir, las de los cuatro grandes
personajes del drama en gente, encontraron una cordial y admirativa
acogida en las páginas de Presenga. Y si Pessoa no llegó a publicar en
vida sus libros de poesía —empresa de la que los presencistas estaban
dispuestos a hacerse cargo— fue, en parte, por las constantes dilaciones e
indecisiones del maestro y, sobre todo, debido a su prematura muerte. No
hay que tomar demasiado al pie de la letra estas líneas autojustificadoras
—y casi exculpatorias— de una nota íntima del poeta, escrita, con toda
probabilidad, el año 1934: «No es que no publique porque no quiero: no
publico porque no puedo. No se entiendan estas palabras como dirigidas
contra la Comisión de Censura; nadie tiene menos razón que yo de
quejarse de esa Comisión. La Censura obedece, sin embargo, a las
directrices que le son impuestas; y todos nosotros sabemos cuáles son,
más o menos, esas directrices.
»Ahora bien, sucede que la mayoría de las cosas que yo pudiese
escribir no podrían ser pasadas por la Censura. Puedo no poder cohibir el
impulso de escribirlas: domino fácilmente, porque no lo tengo, el
impulso de publicarlas y no voy a importunar a los Censores con una
materia cuya publicación tendrían forzosamente que prohibir.
»Siendo así, ¿para qué publicar? Privado de poder publicar lo que de
veras interesa al público, ¿qué empeño tengo yo en llevar a un periódico
cualquiera lo que, por ilegible, no le sirve, o qué [...]?
»Puedo, es cierto, disertar libremente (y, aun así, sólo hasta cierto
punto y en ciertos medios) sobre la filosofía de Kant [...].»5H
Pessoa parece referirse en especial a sus opiniones políticas —acerca
de las cuales conocemos hoy tantas páginas— pero ni siquiera sobre éstas
habría sido tan férrea la acción de una censura tan desorganizada como la
salazarista, prue ba de lo cual es que en 1935 —aproximadamente un año
después de haber escrito esta nota— publicase en la prensa lisboeta un
sonado artículo en contra de una ley que prohibía las asociaciones
secretas y en defensa de la masonería.''9 En cuanto a la poesía y a la prosa
literaria, no sabemos de obstáculo censorial alguno durante aquellos años
de dictadura.
Sea de ello lo que quiera, lo cierto es no podía dejar de ser. de sus
ideas so
bre la economía. En el. por otra parte
divertidísimo, titulado «As algemas»
(«Los grilletes»), aparecido en el núme
ro 2 de la revista, de 25 de febrero del
26. dice que «el Estado existe para el
individuo, y no el individuo para el Es
tado», y le alarma comprobar que. en
su tiempo, se está produciendo una ten
dencia contraria.
A lo largo de todos estos escritos,
defiende la más absoluta libertad de co
mercio y se muestra anti-intervencionis
ta y anti-monopolista. afirmando así su
ideología liberal. Es que. en este caso,
escribe, como es natural, el ciudadano
Fernando Pessoa y no el Pessoa heteró
nimo. de tendencias místicas y proféti
cas. que un par de años más tarde pu
blicaría el más discutido de sus escritos
políticos. La revista, cuyo primer núme
ro apareció en enero del 26. sólo publi
có media docena de ellos, el último de
los cuales en junio, pero fue —si juzga
mos por el tono, profundo y desenfada
do a un
tiempo, de las treinta y siete Las lentes del poeta Ricardo Reis. Costa Pinheiro, 1980
Pessoa con Utra Machado en la Rúa
Augusta
que, de 1927 a 1935, Pessoa colaboró en O Imparáal, en Noticias
Ilustrado, en Girassol, en Descobrimento. en Fama, en Fradique, en
Diario de Lisboa, en Sudoeste y en otros periódicos y revistas. Pero
donde sus colaboraciones menudearon fue en Presenta. En efecto, en
1927 y 1928, las hubo ortónimas, de Campos y de Reis; en 1929, 1930,
1932 y 1933, ortónimas y de Campos; en 1931, de los cuatro grandes del
drama en gente, y en 1934, solamente ortónimas. Mientras tanto, Pessoa,
Campos y Reis siguieron produciendo poesía con regularidad y, en 1930,
Caeiro escribió, cuando menos, seis poesías postumas. Por lo tanto, en lo
que a la lírica se refiere, todo marchó, salvo la publicación en libro, con
aceptable normalidad. La juventud literaria solicitab a los poemas del
maestro y esto no se hacía rogar.
Frente a la relativa atonía, sólo rota por la polémica con los
estudiantes, del período anterior, este último período de la vida del poeta
se nos aparece, en cierta medida, pictórico de acontecimientos de la más
diversa índole.
En 1925 hubo un movimiento militar contra la república democrática
cuyo propósito —y esto debe tenerse en cuenta para juzgar la actitud de
Pessoa frente a él— era poner en práctica las ideas de Sidónio Paes sobre
la República Nueva. El 7 de febrero de 1927 se luchó en las calles de
Lisboa en favor de la democracia, pero el ejército aplastó a los
revolucionarios. El año siguiente, Oliveira Salazar, un profesor de
Coimbra, fue nombrado ministro de Hacienda y ocupó, cuatro después, el
puesto de presidente del Consejo de Ministros. Fue el creador e
inspirador de la dictadura de corte fascista del llamado Estado Nuevo,
cuya historia es tan reciente que no creo preciso recordarla aquí.
Digamos, eso sí, que Pessoa estuvo, y se manifestó en repetidas
ocasiones, contra Oliveira Salazar y sus métodos de gobierno.
Pues bien, en 1928, Fernando Pessoa publicó un folleto, titulado
Interregno. Defesa e justificagáo da ditadura militar em Portugal, que se
ha venido interpretando desde entonces, no sólo como un manifiesto en
favor de la tiranía ejercida por el ejército y sus colaboradores civiles, sino
también como una profesión de fe fascista de nuestro poeta, lo que parece
a todas luces excesivo. No nos rasguemos, aunque así fuese, las
vestiduras, ni extrapolemos a los años posteriores a su publicación el
valor de la actitud y las ideas de Pessoa, en pri mer lugar porque la
experiencia le enseñó a odiar a la dictadura portuguesa; en segundo lugar,
porque el texto del folleto, de ninguna manera panfletario, no fue, ni
mucho menos, una defensa del fascismo, régimen con el que Pessoa
nunca estuvo de acuerdo. Examinemos Interregno desapasionadamente.
«Todo cuanto, en materia social —se lee en una de sus primeras páginas
—, es fácilmente comprensible es falso y estúpido.» Y claro es que la
manera más fácil de comprender la dictadura es considerarla garante del
orden. Pero el pensamiento pessoano es demasiado complicado como
para juzgar las cosas de manera tan simplista, pues ya en 1915 —el año
de Orpheu— había declarado, tras una larga demostración, y un artículo
aparecido en Eh Real!, titulado «El prejuicio del orden», que «en un país
donde todos los partidos tengan la constante preocupación del orden, se
estará en constante desorden y anarquía», desorden y anarquía que
necesariamente, y de acuerdo con las notas pessoanas ya publicadas,
desembocarían fatalmente en una revolución.
Ahora bien, según nuestro poeta, las revoluciones valen por lo que
destruyen, y no por lo que construyen, y su misión consiste en destruir un
orden juzgado inviable para que otros, no los revolucionarios—pues
siempre, según este autor, éstos son incapaces de gobernar bien—,
organicen un orden viable sobre las ruinas del anterior. De acuerdo con
esta teoría, la dictadura militar ¿no estaría destinada a desencadenar,
mediante el mantenimiento a toda costa del orden, una revolución que
terminase con la sociedad que a la República le había sido imposible
reformar debido a las contradicciones insolubles de la correlación de
fuerzas políticas existente en Portugal? Esta hipótesis es no sólo
verosímil, sino también la única capaz de armonizar Interregno y sus
proposiciones con el pensamiento político pessoano desarrollado en otros
escritos. El mismo título de Interregno que lleva el folleto ¿no indica que
la dictadura no ha de ser sino el paso, doloroso pero inevitable, a otro
régimen?
No es posible detenerse en la larga y sutil argumentación —tal vez
excesiva
Pessoa en la
primavera de 1935, con su hermano Luis Miguel, su cuñada Eve y su hermana Henriqueta
mente sutil, dadas las circunstancias de la época— de este opúsculo,
lleno de pruebas y analogías sospechosas y posteriormente rechazado por
su autor; baste con citar su última frase: «Es esta la Primera Señal,
venida, como fue prometido, en la Hora en que se había prometido».
Sería preciso cerrar los ojos y taparse los oídos para no darse cuenta de
que Pessoa —todo lo irrealista e inoportunamente que se quiera, si así se
quiere— apela con estas palabras a la interpretación de las profecías
sebastianistas del Quinto Imperio, del que la dictadura militar sería el
interregno. Juego peligroso de un soñador —nunca comprometido con
partido político alguno— en cuanto sólo comprensible para los iniciados,
esta defensa de la dictadura militar ha sido objeto de un estudio de Joel
Serráo que, a mi modesto entender, pone las cosas, hasta donde es
posible, en claro para quien sepa ver y oír. 60 Precisamente entre 1928 y
1934 completó Pessoa el libro Mensaje —un mensaje sebastianista sin
duda alguna—, que ya había comenzado bastantes años antes con los
mencionados poemas de «Mar portugués», y fue en este clima mental, y
mientras tomaba notas sobre el sebastianismo. cuando lanzó su
inoportuno folleto. Digamos, finalmente, que Pessoa, convencido de tal
inoportunidad, estaba escribiendo un nuevo Interregno cuando le
sorprendió la muerte.
En 1929, sin duda a instancias de su discípulo y amigo Carlos
Queirós, sobrino de Ofelia, nuestro poeta reanudó con ella, ya
desengañado y nostálgico, el idilio de nueve años antes. Las cartas a
Ofelia de esta segunda fase de su noviazgo fueron escritas entre el 11 de
septiembre del 29 y el 11 de enero del 30. En la primera de ellas, escribe
Fernando: «A mi exilio, que soy yo mismo, ha llegado tu carta como una
alegría doméstica (la da casa), y soy yo quien tengo que darte las gracias,
pequeñita». Esta mezcla de tristeza y de ternura parece augurar un
matrimonio que, sin embargo, nunca llegó a celebrarse.
En septiembre del año en que se interrumpieron definitivamente las
relaciones entre Fernando y Ofelia llegó a Lisboa, para visitar a aquél, un
célebre mago y poeta británico. Pessoa, cuya cultura esotérica se había
especializado, entre otras, en la rama de la astrología, leyó, en las
Confesiones de Aleister Crowley (1875-1947), el horóscopo que su autor
había hecho de sí mismo, se dio cuenta de que contenía un error y se
dirigió a él advirtiéndoselo. Tiempo después de recibir una carta de
Crowley en la que le daba la razón, le llegó otra en la que le anunciaba
que iría a Portu

Ophélia Queiroz
gal para conocerle. Ahora bien, Crowley se había autoproclamado «la
Bestia 666» y practicaba la magia negra, y esto llenó de temor a Pessoa,
cuyos caminos ocultistas eran otros. Pero ¿qué podía hacer para evitar la
visita? Crowley llegó a Lisboa acompañado de su amante de turno, la
alemana Anni L. Jaeger, y se hospedó en un céntrico hotel. Es indudable
que Pessoa y él debieron de hablar mucho, y hasta de hacerse amigos, una
vez superado el recelo inicial del portugués. El caso es que, pasado algo
más de un mes y medio, el 25 de octubre, la pitillera del mago y una carta
escrita por él en estilo totalmente hermético fueron encontradas en la
carretera de la Boca del Infierno de Cascaes, ciudad marítima próxima a
Lisboa. Como en la carta, que era muy breve, se leía «No puedo vivir sin
ti. La otra Boca del Infierno me agarrará, no será tan caliente como la
tuya», se pensó en la posibilidad de un suicidio pasional, pues Crowley
había desaparecido y fue inútil cuanto se hizo por dar con él. Se pensó
también en un crimen o en una simulación urdida por el mago, Pessoa y
el periodista Ferreira Gomes, que, sobre ser ocultista, fue el primero que
contó, en un reportaje aparecido en Noticias Ilustrado, las circunstancias
del misterioso hallazgo. Alertada por el reportaje, la policía comprobó
que, según sus registros, Crowley había atravesado la frontera española el
día 23. Pessoa, que ya había sido llamado para identificar la pitillera, y
para tratar de descifrar la carta, declaró en un artículo, aparecido también
en Noticias Ilustrado, que el mismo día 23 había estado hablando con el
mago y que éste le había dicho que se dirigía a Sintra, ciudad cercana a
Casaes; además, y esto era lo más desconcertante, le había visto el día 24,
es decir, el siguiente al de su supuesta salida de Portugal, en dos lugares
céntricos de Lisboa. Por supuesto, Crowley sobrevivió varios años a esta
aventura apócrifa que tanto divirtió a Pessoa.61
En el marco de los primeros años del régimen salazarista se
desarrollaron los últimos de la vida de nuestro poeta y se produjeron dos
episodios que considero de interés tratar aquí de la misma manera que ya
lo he hecho en otro lugar. 62 El primero de ellos es la aparición del libro
Mensagem, único de poesía en portugués publicado en vida por su autor.
El segundo, la oposición pública a la política salazarista instrumentada
por Pessoa a través de su célebre defensa de las sociedades secretas,
proscritas por el Estado Nuevo.
La primera idea de componer un libro profetice sobre Portugal la tuvo
Pessoa en 1913, es decir, en la época de la profecía del Supra-Camoens, y
como es natural, guardaba una estrecha relación con esta simbólica y real
figura. El resultado fue que en octubre de 1934 disponía ya de ejemplares
de dicho libro y que el 1 de diciembre fue puesto a la venta. Pero antes
había ocurrido algo lamentable: Pessoa presentó Mensaje al recién
instituido Premio Antero de Quental, que otorgaba la Secretaría de
Propaganda Nacional, pero el galardón fue atribuido a otro libro, obra de
un fraile, que carecía de todo valor poéti
ANTH ROPOS/37
Emblemas masónicos
co. Como en el jurado había admiradores de Pessoa, los cuales le
habían votado y quedado en minoría, ellos mismos consiguieron que le
fuese concedido un premio de consolación. Se ha especulado mucho
acerca de los motivos que pudieron impulsar a nuestro autor a presentarse
a aquel premio con un libro de tan oscuro significado y tan críptico
lenguaje, pero la verdad es que, siendo Mensaje, según parece, el anticipo
de otro libro que habría de ser el auténtico mensaje del Supra-Camoens,
nada parece más apropiado que el que precediese a los que recogerían las
obras ortónimas y heterónimas base y fundamento de la literatura y de las
creencias del Quinto Imperio, fuera precisamente éste.
Apenas iniciadas, en 1935, las sesiones de la Asamblea Nacional, José
Cabral presentó ante esta cámara un proyecto de ley contra las
asociaciones secretas. Fue el momento escogido por Pessoa para mostrar
públicamente su oposición al Estado Nuevo: en el número del 4 de
febrero del Diario de Lisboa lanzó un duro y razonado ataque contra
aquel proyecto de ley y contra su autor. En este artículo, Pessoa defiende
a la masonería y demuestra, de paso, un profundo conocimiento de la
historia y la organización de las sociedades secretas. Afirma que no es
masón ni pertenece a ninguna sociedad secreta pero declara su simpatía
por ellas y advierte al gobierno de las desagradables consecuencias que
pueden derivarse, para la política portuguesa, de sus ataques a la poderosa
organización francmasónica.
38/ANTHROPOS
La reacción no se hizo esperar: no sólo contestó Cabral con un
agresivo artículo, sino que hizo también que se desencadenase una
campaña de prensa contra el poeta. Éste, sin inmutarse, y alentado tal vez
por las escasas voces que se alzaron públicamente en su favor, empezó a
preparar un trabajo en el que respondería por extenso a sus
contradictores. No pudo terminarlo, o no quiso. Por una parte, estaba
empeñado en la preparación de un grueso volumen de su poesía que debía
aparecer, y no apareció, en octubre de aquel mismo año; por otra, su
salud, minada por el alcohol, no presagiaba nada bueno para un futuro
inmediato. El 28 de noviembre sufrió un cólico hepático. El día siguiente
fue internado en el hospital de San Luis de los Franceses, en el que murió
el día 30, a los cuarenta y siete años de edad.
6. Apéndice sobre política y utopía
Dice Joel Serráo que Pessoa escribió por ventura sobre temas
políticos y sociológicos —muchas veces, añadamos, con espíritu
profetice y utópico— desde 1907 hasta el año de su muerte.63 Pocos de
entre estos escritos fueron publicados, y menos aún terminados, por su
autor, lo que dio lugar a que, cuando el mencionado estudioso emprendió
la tarea de preparar los tres volúmenes64 en que, finalmente, han
aparecido muchos de ellos, renunciase a llevar a cabo la imposible tarea
de su datación. Por ahora, me limitaré a dar noticia, siguiendo los
resultados de las investigaciones llevadas a cabo por Serráo, de los
principales proyectos de libros pessoanos sobre política y sociología. El
primero de ellos estudiaría el cambio de régimen ocurrido en Portugal a
principios de siglo y se titularía Da ditadura a república («De la
dictadura a la república»). Además de para él, Pessoa tomó notas para,
por lo menos, los siguientes: A República portuguesa, Teoría da
república aristocrática, Estados contemporáneos, Introdugáo ao
problema nacional, Portugal, A teoría dos períodos nacionais, Teoría do
sufragio político, O nacionalismo liberal y Sociología política. Aparte de
las tomadas para estas obras nunca concluidas, Pessoa dejó otras series de
notas de entre las que me interesa destacar para los lectores españoles las
relativas al iberismo y al sebastianismo, dada la imposibilidad de tratar
ahora de la totalidad del rico y complejo pensamiento político pessoano.
No obstante, remito al lector curioso a los estudios puestos por Serráo al
frente de los tres libros mencionados, y posteriormente agrupados en el
volumen Fernando Pessoa, cidadáo do imaginario (Livros Horizonte,
1981).
Opinaba Pessoa que la cultura portuguesa sólo puede determinarse
con exactitud en función de las culturas del grupo de pueblos ibéricos, al
que Portugal pertenece, y tan convencido estaba de la interdependencia
cultural de nuestros países que llegó a escribir que «no es posible una
futura civilización española ni una futura civilización portuguesa. Lo que
es posible es una futura civilización ibérica, formada por los esfuerzos de
España y Portugal». «Lo que supremamente conviene —dice en otra de
sus notas— es crear desde ahora la ibericidad. Hacer que todas las
energías de nuestras almas tiendan hacia un fin que esté más allá de
cuantos fines inmediatos tengan.» Y es que, según él, «por más separados
que ambos pueblos estén o se sientan, son ruedas del mismo eje que, por
muy lejos que esté una de otra, son parte del mismo movimiento y tienen
el mismo sentido de dirección». Son razones, estas del poeta portugués,
que apuntan hacia un proyecto de unión cultural peninsular capaz de
superar los recelos y malentendidos que, durante siglos, han impedido el
entendimiento que sería de desear entre los dos estados vecinos, y que
tienen por fundamento una observación atenta y objetiva tanto de la
realidad contemporánea como de los datos proporcionados por la historia
de ambos.65 Pero ¿en qué contexto político se producirá este
entendimiento? Evidentemente, en el del Quinto Imperio; y es
aquí donde el pensamiento profético de Pessoa exige una explicación,
breve sí, pero que muestre cuando menos las líneas esenciales de su
sebastianismo.
Fernando Pessoa había publicado en 1915 un artículo que terminaba
con estas reveladoras palabras: «Educar a las nuevas generaciones en el
sueño, en el devaneo, en el culto prolijo y morboso de la vida interior,
viene a traducirse en educarlas para la civilización y para la vida. Sobre
ser fácil y agradable, el tratamiento es de resultado seguro». ¿En qué otro
sueño, en qué otro devaneo que el sebastianismo podía estar pensando al
redactar estas líneas? «Don Sebastián —escribió años después— cayó en
Alcazarquivir, y presumiblemente allí murió», lo que no impide que su
espíritu, lo que representó y todavía representaba, se encarnase en la
figura del Encubierto profetizado por Bandarra. En 1934, Pessoa insistió
en la idea: «Hay tan sólo una especie de propaganda con la que se puede
levantar la moral de una nación —declaró a Augusto da Costa—, la
construcción o renovación, y la difusión consecuente y multímoda, de un
gran mito nacional». «Tenemos afortunadamente —continuaba— el mito
sebastianista, con raíces profundas en el pasado y en el alma portuguesa.
Nuestro trabajo es, pues, muy fácil; no tenemos que crear un mito, sino
que renovarlo. Empecemos por embebecernos de ese sueño, por
integrarlo en nosotros, por encarnarlo. Hecho esto, independientemente
por cada uno de nosotros y a solas consigo, el sueño se derramará sin
esfuerzo en cuanto digamos y escribamos, y estará creada la atmósfera en
que todos los demás, como nosotros, lo respiren. Entonces se producirá
en el alma de la Nación el fenómeno imprevisible de donde nacerán los
Nuevos Descubrimientos, la Creación del Mundo Nuevo, el Quinto
Imperio. Habrá regresado Don Sebastián.»
Según Pessoa, la historia nos muestra la existencia de cuatro grandes
imperios: el griego, el romano, el cristiano medieval y el europeo, es
decir, el que compendia a los imperialismos posteriores al Renacimiento.
Falta pues, para que se cumplan las profecías sebastianistas, el futuro y
definitivo Quinto Imperio, que es, precisamente, el que anuncia en su
libro Mensaje. Ahora bien, siempre según Pessoa, hay tres clases de
imperios: los de dominio, los de expansión y los de cultura. No voy a
detenerme en las dos primeras, puesto que el Quinto, que es el que nos
interesa ahora, será un imperio de cultura, es decir, «el que procura, no
dominar materialmente, sino influir, dominar mediante la absorción
psíquica. (Es un imperio de expansión espiritual.)». Portugal está
perfectamente dotado para esta clase de imperialismo, puesto que «de las
lenguas llamadas latinas, es la portuguesa la más rica y la más compleja».
¿Se comprende ahora el porqué de la heteronimia pessoana desde el punto
de vista estilístico? Para el autor de Mensaje, el cultivo de las
posibilidades expresivas del portugués era tan urgente que no podía
esperar a que las futuras generaciones iniciasen la variada y rica literatura
que había de ser la del Quinto Imperio, y
Sidónio Pais
por eso creó a sus poetas y prosistas, portadores, además, de un
mensaje capaz de sintetizar lo que consideraba más válido del
pensamiento religioso occidental de todos los tiempos.
NOTAS
1. En Fernando Pessoa. El poeta es un fingidor (Antología poética), traducción, selección,
introducción y notas por Ángel Crespo. Madrid. Espasa-Calpe, 1982. pp. 15-85.
2. La mejor bibliografía publicada hasta la fecha es la de José Blanco. Fernando Pessoa.
Esbozo de urna Bibliografía, Imprensa Nacional Casa da Moeda / Centro de Estudos Pessoanos.
Lisboa, 1983.
3. Jacinto do Prado Coelho renunció a hacerlo en su magnífica edición del Libro do
desassossego.
4. Sobre el sebastianismo puede verse, en español, «El sebastianismo de Fernando Pessoa», en
A. Crespo, Estudios sobre Pessoa. Barcelona. Brugucra, 1984, pp. 61-94.
5. Conf. Joáo Gaspar Simóes. Vida e obra de Fernando Pessoa. Historia duma gera^áo.
Lisboa. Livraria Bertrand, s/d [1950], tomo I, pp. 17-24.
6. Sobre la vida de Pessoa. y particularmente sobre sus estudios en África del Sur. deben
consultarse estas obras: Hubert D. Jcnnings. «Alguns aspectos da vida de Fernando Pessoa na
África do Sul», en Coloquio, n." 52. Lisboa, fevcrciro de 1969, pp. 64-69; Maria José de
Lancastre, Fernando Pessoa. Urna fotobiografia, Imprensa Nacional Casa da Moeda / Centro
de Estudos Pessoanos, Lisboa, 1981; Teresa Rita Lopes e Maria Fernanda Abreu, Fernando
Pessoa. el eterno viajero, Lisboa, Secretaria de Estado de Cultura, 1981; y Alcxandrino E.
Scverino, Fernando Pessoa na África do Sul, vols. I-II. Faculdade de Filosofía, Ciencias e
Letras de Marília, Col. Teses, n." 8, 1969 y 1970.
7. Para sus lecturas, V. Cartas de Fernando Pessoa a Armando Cortes Rodrigues, introducto de
Joel Serráo. Lisboa, Editorial Confluencia Lda., s/d [1945], pp. 88-92.
8. Es difícil de estudiar este corlo período de la vida de Pessoa.
Horóscopo de Portugal que hizo Pessoa 9. Sus notas sobre filosofía han sido recogidas
en gran parte en Fernando Pessoa. Textos filosóficos (2 vols.). estabelecidos e prefaciados
por Antonio de Pina Coelho. Lisboa. Ática. 1968.
10. Fernando Pessoa. Páginas íntimas e de autointerpretagáo. textos estabelecidos e
prefaciados por Georg Rudolf Lind e Jacinto do Prado Coelho. Lisboa. Ática, s d [1966]. p. 13.
11. Op. cit.. p. 10.
12. Conf. Op. cit.. pp. 61-62.
13. Conf. Op. cit.. p. 74.
14. V. Fernando Luso Soares. A novela policialdedutiía ein Fernando Pessoa. Lisboa. Diabril.
1976: y Maria Leonor Machado de Sousa. Fernando Pessoa e a literatura de ficqáo. Lisboa.
Novaera. 1978. (En este último libro se reproduce el ms. de «A Very Original Dinner».)
15. Publicados en Fernando Pessoa. Poemas dramáticos, nota explicativa e notas de E.F.C.
[Eduardo Freitas da Costa]. Lisboa. Ática. 1952.
16. Fueron agrupados y publicados los materiales de esta encuesta en Boavida Portugal.
Inquériio literario. Lisboa. Livraria Clássica Editora. 1915.
17. Op. cit.. pp. 13-20.
18. Conf. Op. di., pp. 119-129.
19. Debe consultarse Teixeira de Pascoaes. Arte de ser portugués. Lisboa. Ediqoes Roaer
Delraux. 1978 (la primera edición es de 1915). Puede verse Ángel Crespo. «Pascoaes y el arte
de ser portugués». El País. Madrid. 28 de noviembre de 1985. en relación con Pessoa.
20. V. nota 7.
21. Conf. Inqnérito literario, pp. 28-32.
22. Op. cit.. p. 32.
23. Conf. Op. cit.. pp. 33-41.
24. Conf. Op. cit.. pp. 42-53.
25. Conf. Op. cit.. pp. 188-195.
26. Conf. Op. cit.. pp. 54-58.
27. Conf. Op. cit.. pp. 59-74.
28. Conf. Op. cit.. pp. 75-86. y en especial 83 ss.
29. Conf. Op. cit.. pp. 87-93."
30. Conf. Op. cit.. pp. 172 ss.
31. Quien responde en pp. 100-106.
32. Conf. Op. cit.. pp. 231-235.
33. Conf. Op. cit.. pp. 268-282.
34. Conf. Op. d/.. pp. 305-307.
35. Con mayor extensión he tratado este tema en «Fernando Pessoa. Caomoens y la profecía del
Supra-Camoens». en Estudios sobre Pessoa. Op. cit.. pp. 23-57.
36. Conf. Inqnérito literario, pp. 138-150 37. Páginas íntimas, pp. 63-64.
38. Consultar la bibliografía de José Blanco citada en nota 2.
39. Este escrito ha sido recogido en Fernando Pessoa. Da república (1910-1935). recolha de
tex- tos: Maria Isabel Rochela [e] Maria Paula Moráo, introducto e organizado: Joel Serráo.
Lisboa. Ática. 1979. pp. 216-220.
40. Conf. Y.K. Centeno y Sthcphen Reckcrt, Fernando Pessoa. (Tempo. Solidao. Hermetismo).
Lisboa. Moraes Editores. 1978. pp. 164 ss. 41. Cartas a Armando Cortes Rodrigues, p. 41. 42.
Conf. G. Simóes. Op. cit. . vol II. pp. 60-63. 43. Las cartas de Pessoa parecen definitivamente
perdidas: las de su amigo están reunidas en Mario de Sá-Carneiro. Cartas a Fernando Pessoa. 2
vols.. Lisboa. 1979. y en Arnaldo Saraiva. Correspondencia inédita de Mario de Sá-Carneiro a
Fernando Pessoa. Porto. Centro de Estudos Pcssoanos, 1980.
44. Son especialmente angustiosas las que figuran en Op. cit.. en primer lugar. II. pp. 161-183.
45. V. Cartas de amor de Fernando Pessoa. organizaqáo. posfácio e notas de David
MouráoFerreira. preámbulo e estabelecimento do texto de Maria da Grac,a Queiroz. Lisboa.
Ática. 1978. 46. V. mi intento de reconstrucción de este libro: Fernando Pessoa. El regreso de
los dioses, traducción del portugués y del inglés, organización, introducción y notas de Ángel
Crespo. Barcelona. Scix Barral. Í986.
47. Conf. Op. cit.. p. 19.
48. Páginas íntimas, pp. 68-69.
49. Conf. Op. cit.. pp. 69-74.
50. V. en Páginas intimas, p. ej.. el constante y acertado autoanálisis a que se sometía. En su
biblioteca, se han encontrado varios libros sobre psicología y psiquiatría con notas autógrafas
de Pessoa.
51. En Da república, p. 11.
52. En Portugal se llama modernismo al movimiento literario iniciado por la revista Orpheu, y
no al paralelo al español de finales del siglo XIX y principios del presente que lleva entre
nosotros el mismo nombre.
53. «La poesía de Eugenio de Andrade», en E. de Andrade. Antología poética (1940-1980),
versión de A. Crespo, Barcelona, Plaza & Janes, 1981, pp. 12-13.
54. Conf. Fernando Pessoa, Textos de crítica e de intervenqáo. Ática, Lisboa, 1980. pp. 119-
131. 55. Conf. G.J. Simóes, Op. cit., II, pp. 201-212. 56. Puede verse A. Crespo, «La fama
postuma, según Fernando Pessoa», en Estudios sobre Pessoa. pp. 277-287.
57. En Antonio Pina Coelho, Oí fundamentos filosóficos da obra de Fernando Pessoa, Lisboa,
Verbo, 1971. p. 28.
58. Páginas íntimas, p. 83.
59. Recogido en Da república, pp. 391-404. 60. Este trabajo de Pessoa ha sido recogido en Da
república, pp. 301-328.
61. Conf. G. Simóes. Op. cit.. II. pp. 265-275. 62. En la introducción a El Poeta es un fingidor.
cit. en nota 1.
63. En «A busca pessoana do sentido de Portugal», en Fernando Pessoa, Sobre Portugal.
Introduqao ao problema nacional, recolha de textos: Dra. Maria Isabel Rochela [e] Dra. Maria
Paula Moráo, introduqáo e organizado: Joel Serráo, Lisboa. Ática, 1979.
64. Además de los citados en las notas 39 y 63, F. Pessoa. Ultimátum e páginas de sociología
política, recolha de textos: Maria Isabel Rochela [e] Maria Paula Moráo, introduc.áo e
organizaqáo: Joel Serráo. Lisboa, Ática, 1980.
65. Los texlos sobre iberismo han sido recogidos en Ultimátum pp. 159-195.
Espacio
poético de Fernando Pessoa, por Costa Pinheiro, 1979
Cronología de Fernando Pessoa
1887 Septiembre, 19: Nace en Oporto el heterónimo Ricardo Reís.
1888 Junio, 13: Nace Fernando Antonio Nogueira Pessoa en el 4." piso,
izquierda, del Largo de S. Carlos, n." 4, a las 3,20 de la tarde. Sus padres
son Maria Madalena Pinheiro Nogueira, natural de la Isla Terceira, en
Azores, de veintiséis años, y Joaquim de Seabra Pessoa, natural de
Lisboa, de treinta y ocho años, funcionario público del Ministerio de
Justicia y crítico musical del Diario de Noticias. Vive con ellos la abuela
paterna, Dionísia, enferma mental, y dos viejas criadas, Joana y Emilia.
El 21 de julio tuvo lugar su bautizo en la Iglesia de los Mártires, siendo
sus padrinos la tía Anica, hermana de la madre, y el General Chaby.
Supuesto nacimiento de Alberto Caeiro.
1889 Agosto, 15: Nacimiento del también heterónimo Alvaro de Campos.
1890 Gran Bretaña humilla a la Corona portuguesa con su Ultimátum.
1891 Mayo, 19: Nace Mario de Sá-Carneiro.
Octubre, 15: Fecha del supuesto nacimiento de Alvaro de Campos.
1893 Enero: Nace Jorge, hermano de Fernando Pessoa.
Julio, 13: Fallece tuberculoso Joaquim de Seabra Pessoa, padre de
Fernando Pessoa, a los 43 años de edad. Noviembre, 15: La madre del
poeta cambia su domicilio a la Rúa de S. Margal, 104, 3.", tras subastar
gran parte de sus haberes.
1894 Enero, 2: Fallece el hermano Jorge.
Traban conocimiento Dña. Maria Madalena Pinheiro Nogueira Pessoa,
madre del poeta, y el comandante Joáo Miguel Rosa, su futuro padrastro.
Fernando Pessoa crea su primer heterónimo, el Chevalier de Pas.
1895 Mayo, 3: La abuela paterna del poeta Dña. Dionísia Estrela de
Elaborada a partir de las notas que Joáo Gaspar Simóos incluye en su Vida e obra de
Fernando Pessoa. Historia de urna gera^áo. Amadora, Livraria Bertrand, 1981 (4. a ed.) (1."
ed. en 1954). pp. 703-717. Corregida y ampliada a partir de la obra de María José de Lancastre.
Fernando Pessoa. Urna fotobiogafia, Lisboa, Imprensa Nacional Casa da Moeda / Centro de
Estudos Pessoanos. 1984 (3.a ed.), pp. 11-23.
Seabra Pessoa es internada en Rilhafoles. Era viuda del general
Joaquim Antonio de Araújo Pessoa y vivía en compañía de Maria
Madalena.
Junio: Joáo Miguel Rosa es nombrado cónsul interino en Durban
(África del Sur), para donde parte al mes siguiente.
Julio, 14: Se da el alta a Dña. Dionísia.
Julio, 26: Fernando Pessoa escribe su primera poesía, la cuarteta «A mi
querida mamá».
Diciembre, 30: La madre del poeta y el Comandante Joáo Miguel Rosa
(Cónsul de Portugal en Durban, en la colonia inglesa de Natal) se casan
por poderes en la Iglesia de S. Mamede. Al novio le representó su
hermano, el general Henrique Rosa.
1896 Enero, 6: Acompañados del tío-abuelo Cunha, parten para Durban
Dña. Maria Madalena y su hijo Fernando Antonio. Viajan en el navio
Funchal hasta Madeira y después en el paquebote inglés Hawarden
Castle hasta el Cabo de Buena Esperanza. Fernando Pessoa será alumno
en el convento de las hermanas irlandesas de West Street en Durban,
donde aprende las primeras nociones de inglés y hace la primera
comunión.
Fallece en la isla Terceira la abuela del poeta, Dña. Madalena Xavier
Pinheiro Nogueira.
Noviembre, 27: Nace Henriqueta Madalena, primera hija del segundo
matrimonio de Dña. Maria Madalena. 1898 Octubre, 22: Nace Madalena
Henriqueta, segunda hija del matrimonio.
1899 Fernando Pessoa se matricula en la Durban High School, Form II -
B.
Junio: Pasa a Form III - A.
Diciembre: Gana el Form Prize en la Form III - A.
Posible influencia en su formación de la figura carismática del director
del Liceo, el Headmaster W.H. Nicholas, gran humanista, profesor de
latín y profundo conocedor de la literatura inglesa. Crea al heterónimo
Alexander Search. 1900 Enero, 11: Nace Luís Miguel, tercer hijo del
matrimonio.
Junio: Femado Pessoa pasa a Form III y es premiado en francés.
Diciembre: Pasa a Form IV.
1901 Dña. Dionísia que había salido de nuevo de Rilhafoles, en donde
había sido internada por tercera vez, vive en Pedrouc,os con Dña. Rita
Xavier Pinheiro y Dña. Maria Xavier Pinheiro de Cunha, tías del poeta.
El comandante Joáo Miguel Rosa es nombrado cónsul de 1.a clase.
Junio. El poeta se examina de la Cape School Higher Certifícate
Examination.
Junio, 25: Fallece Madalena Henriqueta.
Escribe poesías en inglés.
Agosto: Visita Portugal en el paquebote alemán Kónig. Su padrastro goza
excedencia por un año. Le acompañan su mujer, el hijastro, los hijos
Henriqueta Magdalena y Luis Miguel, así como la criada Paciécia.
Transportan en el mismo barco el cuerpo de la hija difunta.
La familia se instala en Pedrouqos y luego en la Av. de D. Carlos I, n."
109. 3.' izda.
Agosto o Septiembre: Visita, con su madre, a la familia del Algarve que
vivía en Tavira.
1902 Enero. 17: Nace Joáo Mana, cuarto hij o del matrimonio .
misión en la Universidad del Cabo, realizado el año anterior.
Lee a Milton, Byron, Shelley, Keats, Tennyson y Poe. Conoce a Pope y a
su escuela. Lee a Carlyle. Escribe poesía y prosa en inglés. Crea a los
heterónimos Charles Robert Aron y H.M.F. Lecher.
Agosto, 16: Nace otra hija del matrimonio Rosa, María Clara.
Diciembre: Se presenta a la «Interme díate Examination» en Artes, en la
Universidad del Cabo, alcanza buenos resultados y concluye su formación
escolar en África del Sur.
1905 Agosto: Parte solo para Lisboa, a bordo del navio alemán Herzog,
confiado a los cuidados de un oficial de a bordo, con el fin de
matricularse en el Curso Superior de Letras.
En Lisboa permanece algún tiempo
Lee a los filósofos griegos y alemanes, a los decadentes franceses y
un libro que ejerció en él una gran influencia, La Dégénérescence de Max
Nordau. 1907 Mayo: Cuando su familia regresa a Durban, Fernando
Pessoa va a vivir a casa de las tías-abuelas maternas, Rúa de Bela Vista,
17, 1." (Lapa).
Agosto (?): Muere Dña. Dionísia Estrela de Seabra Pessoa.
Abandona el poeta el Curso Superior de Letras a causa de la huelga
estudiantil contra una medida del dictador Joáo Franco.
Agosto: Viaja a Portalegre para comprar material para instalar una
tipografía en Lisboa, que se establece en la Rúa de Conceic,áo de Gloria,
38-40 con el nombre Empresa Ibis - Tipografía Editora - Oficinas a
Vapor, y que no llega a funcionar con normalidad. El dinero provenía de
una pequeña herencia de la abuela Dionísia.
Rechaza la oferta de buenos empleos porque incluían obligaciones de
horario que supondrían un obstáculo a la realización de su obra literaria.
1908 Entra en el mundo comercial como «corresponsal extranjero».
Se instala solo en la Rúa de Gloria, n." 4, entresuelo. Cambia, una vez
más, su vivienda al Largo do Carmo, n." 18, 1.". Intercambia opiniones
sobre lecturas poéticas con el culto general Henrique Rosa, hermano de
su padrastro.
Escribe los primeros fragmentos del Fausto.
1910 Joáo Miguel Rosa es transferido a Pretoria.
Octubre, 5: Se proclama la República. (En febrero de 1908 habían sido
asesinados el rey y el príncipe heredero).
Diciembre: Se funda en Oporto la revista A Aguia, I.'1 fase.
ANTHROPOS/41
Fernando Pessoa a los 7 años
1911 Se
establece en Lisboa el americano Killoge, que organiza una an
Mayo: De visita, o para liquidar la
herencia de la abuela Madalena. Pessoa
y los suyos viajan a la isla Terceira (Azo
res) donde vive la familia materna. Allí
escribe la poesía «Cuando ella pasa».
Junio: La familia del poeta regresa a
Durban.
Septiembre: Fernando Pessoa regresa
por su cuenta a Durban en el vapor
alemán Herzog y se matricula en la
Commercial School de Durban.
Intenta escribir novelas en inglés.
1903 Diciembre: Se presenta al
examen de admisión en la Universidad
del Cabo de Buena Esperanza.
1904 Febrero: Regresa a la
High School y entra en la Form IV.
Febrero. 20: Fecha del oficio en que
se le comunica que ganó el Premio Rei
na Victoria por su ensayo en inglés pre
sentado como prueba de examen de ad
en casa de su tía-abuela María Cunha,
en Pedrouqos, para alojarse posterior
mente con la tía Anica, hermana de su
madre, y sus hijos, en la Rúa de Sc,áo
Bento. n. ' 19. 2." izda.
Lee a autores ingleses, especialmente
a Milton. Conoce a Baudelaire, a Cesá
reo Verde y percibe la influencia de
«subpoetas portugueses» leídos en la in
fancia. Sigue escribiendo poesía y prosa
en inglés.
1906 Septiembre: Vuelven a
Portugal, en vacaciones, el comandante
Joáo Miguel Rosa y la familia.
Octubre. Llegan a Lisboa y se insta
lan en la Calcada da Estrela, n." 100,
1 .•' . Fernando Pessoa va a vivir con ellos.
Se matricula en el Curso Superior de
Letras.
Diciembre, 11: Maria Clara fallece en
Lisboa.
tología de autores universales traducidos al portugués para publicar en
Brasil. Fernando Pessoa se encarga de la traducción de los poetas. 1912
Enero: En Oporto se funda la Renascenqa Portuguesa.
Abril: Fernando Pessoa publica en A Águia, órgano de la Renascenc,a
Portuguesa, dirigida en el momento por Teixeira de Pascoaes, su primer
artículo, «La Nueva poesía portuguesa sociológicamente considerada».
Mayo: Publica en la misma revista un segundo artículo, «Reincidiendo».
Nace Ricardo Reis en la mente del poeta.
Mario de Sá-Carneiro publica la pieza Amistad, escrita en colaboración
con Tomás Cabreira Júnior.
Septiembre: En el periódico República se inicia una «Indagación litera
42/ANTHROPOS
ria» promovida por Boavida Portugal.
Octubre: Mario de Sá-Carneiro viaja a París y se matricula en la
Sorbona. Comienza la correspondencia entre ambos poetas.
Noviembre: Publica en A Águia, en tres fascículos seguidos, «La
nueva poesía portuguesa en su aspecto psicológico».
Mario de Sá-Carneiro publica el libro de cuentos Principio.
Fija su residencia en la casa de su tía Dña. Ana Luisa Nogueira de Freitas,
tía Anica, en la Rúa de Passos Manuel, 24, 3." piso, izda.
1913 Enero: Proyecta publicar un libro de versos intitulado Gladio.
Febrero: Raúl Leal publica La libertad trascendente.
Febrero, 22: Mario de Sá-Carneiro envía a Fernando Pessoa su primera
poesía.
Marzo, 1: Fernando Pessoa publica en la revista Teatro un artículo de
crítica al libro de Afonso Lopes Vieira Bartolomé marinero, intitulado
«Nauragio de Bartolomé».
Marzo, 8: Nuevo artículo en la revista Teatro, «Cosas estilísticas que
sucedieron».
Marzo, 22: Anuncia a Alvaro Pinto, secretario de A Aguia, que Boavida
Portugal va a publicar su Indagación literaria, inicialmente promovida en
República, y que él, Fernando Pessoa, prepara un Panfleto en defensa de
Renascenga Portuguesa.
Piensa publicar un panfleto sobre la autoría de la obra de Shakespeare.
Marzo, 29: Escribe la poesía «Pauis» («Pantanos»).
Marzo: Se inaugura, en Lisboa, la primera exposición de José de Almada
Negreiros.
Abril: Fernando Pessoa publica en A Aguia el artículo «Las caricaturas de
Almada Negreiros» y conoce al artista.
Mayo: Mario de Sá-Carneiro envía a Pessoa las poesías para el libro
Dispersión.
Fernando Pessoa escribe en inglés el poema «Epitalamio».
Junio, 23: Sá-Carneiro llega a Lisboa.
Agosto: Fernando Pessoa publica en A Aguia, «En la floresta de la
enajenación».
Octubre, 11, 12: Escribe El marinero, drama estático.
Octubre: Revisa las pruebas de Dispersión de Sá-Carneiro.
1914 Febrero: Publica, en la revista lisboeta A Renascenqa, número
único, Impresiones del crepúsculo (poesías «El destino de mi aldea» y
«Pantanos». El «paulismo» está en franco desarrollo. Sá-Carneiro regresa
a Portugal.
Colecciona y traduce al inglés, a propuesta de un editor de Londres, 300
proverbios portugueses.
Marzo, 8: Surge Alberto Caeiro. «Día triunfal» en el que también escribe
Lluvia obliqua, texto clave interseccionista.
Marzo: Escribe la Oda Triunfal, atribuida a Alvaro de Campos, que
publica con fecha de junio. Enseguida escribe Opiario, poesía del mismo
heterónimo.
Mayo: Cambia su domicilio a la Rúa Pascoal de Meló, 119, 3." dcha.,
casa de la tía Anica —Dña. Ana Luisa Nogueira de Freitas—, con quien
reside. Escribe fragmentos de la Teoría de la República Aristocrática.
Junio, 16: Escribe la primera poesía de Ricardo Reis.
Julio, 13: En carta a Sá-Carneiro, de nuevo en París, declara haber
alcanzaEscribe fragmentos para el Libro del Desasosiego del semi-
heterónimo Bernardo Soares. Rompe con el grupo de la Renascenga
Portuguesa.
1915 Escribe en inglés el poema «Antinoo».
Febrero, 20: Entra en prensa el primer número de Orpheu.
Febrero, 25: Publica en Galera, de Coimbra, el artículo «Para la memoria
de Antonio Nobre».
Abril: Sale el primer número de Orpheu, que provoca grandes reacciones.
Dirigen la publicación Luís de Montalvor y Ronald de Carvalho y
colaboran, además de los dos citados, Fernando Pessoa, el heterónimo A.
de Campos, Sá-Carneiro, Alfredo Pedro Guisado, José de Almada
Negreiros y Armando Córtes-Rodrigues.

La
madre de Fernando Pessoa, D. Maria Magdalena, en su casa de Durban
do el período completo de su madurez literaria.
Julio: Santa Rita Pintor anuncia a SáCarneiro que piensa regresar a
Lisboa «para realizar su obra e imponerse socialmente», y traer consigo
la autorización de Marinetti para publicar sus manifiestos «futuristas».
Agosto, 5: Sá-Carneiro viaja de París a Barcelona.
Octubre: El grupo que realizará Orpheu se cita en la Cervecería Jansen,
en la Rúa Vítor Cordón.
Noviembre: La tía Anica parte para Suiza con su hija y su yerno, y
Fernando Pessoa, completamente desesperado de la familia, deprimido,
es acogido en una habitación prestada en la Leitaria Alentejana, en la Rúa
Almirante Barroso, 12.
Sá-Carneiro, que está en Lisboa, publica Cielo en fuego.
Alquila un cuarto en la Rúa Estefanía.
Abril 8: Aparece en O Jornal, gaceta de Boavida Portugal, la primera
crónica de Fernando Pessoa, «Crónica de la vida que pasa».
Abril. 11: Segunda «Crónica de la vida que pasa».
Abril, 18: Tercera «Crónica de la vida que pasa».
Abril, 21: Cuarta «Crónica de la vida que pasa».
Abril, 22: O Jornal publica la protesta de los conductores de Lisboa
contra una de las crónicas de Pessoa y éste es expulsado de la redacción
del periódico.
Mayo, 13: En el panfleto Eh Real! de Joáo Camoesas, Fernando Pessoa
publi
ANTHROPOS/43
Pessoa en sus
primeros años en Lisboa
ca el artículo «El prejuicio del orden». Junio, 11: Escribe la «Oda a
Walt
Whitman».
Julio: Se publica el segundo número
de Orpheu. Los directores son ahora
Fernando Pessoa y Sá-Carneirp. Colaboran en el mismo, amén de los
citados,
Campos, Violante de Cysneiros (seudónimo de Cortes-Rodrigues),
Eduardo
Guimaráes, Raúl Leal, Santa-Rita Pintor y Angelo de Lima, internado en
el
hospital psiquiátrico de Rilhafoles. Julio, 6: Envía al periódico A Capital,
firmada por Alvaro de Campos, una carta a propósito de la noticia
publicada en
el mismo diario anunciando un espectáculo «futurista», en la que se hace
referencias irritantes al desastre de que fuera víctima el Dr. Alfonso
Costa. Julio, 7: Los demás colaboradores de
Orpheu se dirigen a A Capital, desaprobando la carta de Alvaro de
Campos.
Alfredo Pedro Guisado y Antonio Ferro
escriben a O Mundo desligándose de
Orpheu.
Julio, 11: Mario de Sá-Carneiro regresa precipitadamente y de incógnito
a París y comunica a Fernando Pessoa que ,
por motivos económicos, había que suspender el proyecto de Orpheu 3.
Agosto: Intensa actividad de los heterónimos.
Septiembre: Fernando Pessoa traduce
para la Livraria Clásica el libro Compendio de Teosofía de C.W.
Leadbeater,
primer número de la «Colección Teosófica y Esotérica», para la que
traducirá
diversos volúmenes.
Noviembre: Posible muerte de Alberto Caeiro.
Diciembre: Enferma en Pretoria, víc
44/ANTH ROPOS
tima de una apoplejía, la madre del poeta.
1916 Enero: Fernando Pessoa piensa establecerse, como astrólogo, en
Lisboa.
Marzo: Aparecen en el poeta fenómenos de mediumnidad.
Marzo, 5: Sá-Carneiro ruega a Fernando Pessoa, en carta enviada de
París, que pida a su ama su cadena de oro, la empeñe y le envíe el dinero.
Marzo, 15: Fernando Pessoa envía a París 160 francos para Sá-Carneiro.
Marzo, 31: Sá-Carneiro escribe a Fernando Pessoa anunciándole que va a
suicidarse.
Abril, 4: En una postal declara haber suspendido el trágico desenlace.
Abril, 18: Última carta de Sá-Carneiro.
Abril, 26: Fernando Pessoa escribe a Sá-Carneiro, carta que no llega a
terminar.
Mario de Sá-Carneiro se suicida ese mismo día en París en el Hotel de
Niza, rué Victor Massé, 29.
Abril: Aparece en Lisboa la revista Exilio en la que colabora Fernando
Pessoa con el poema «Hora Absurda».
José de Almada Negreiros publica el Manifiesto Anti-Dantas.
Sus cambios de residencia son frecuentes. Vive sucesivamente en cuartos
alquilados en la Rúa Antero de Quental, Rúa Almirante Barroso y
finalmente en la Rúa Cidade da Horta.
Septiembre: Se anuncia la aparición del número tres de Orpheu, que no
llega a efectuarse, donde Fernando Pessoa piensa publicar sus poemas
ingleses.
En el número único de la revista Centauro, dirigida por Luís de
Montalvor, publica Fernando Pessoa los catorce sonetos «Pasos de Cruz».
1917 El comandante Sidónio Pais es proclamado presidente y
posteriormente es asesinado.
El gobierno portugués interviene en la guerra mundial colaborando con
Francia. La guerra inquieta profundamente a Fernando Pessoa.
Reside ahora en la Rúa Bernardino Ribeiro, 11, 1.". En la Rúa de S.
Juliáo, 45, 2.", abre, en sociedad con A. Ferreira Gomes y Geraldo Coelho
de Jesús, ingeniero, una oficina de comisiones y consignaciones, que
luego pasará a la Rúa do Ouro, 87, 2.".
José de Almada Negreiros publica La planchadora, y Mario Saa El
evangelio de S. Vito.
Abril, 14: Se pronuncia, en el Teatro República, la conferencia de José de
Almada Negreiros, «Ultimátum futurista a las generaciones portuguesas
del siglo XX».
Noviembre: Se publica el número único de la revista Portugal Futurista,
que incluye poesías de Fernando Pessoa ortónimo y el «Ultimátum» de
Alvaro de Campos.
1918 Publica en dos plaquettes, «Antinoo» y «35 Sonetos».
Abril, 29: Fallece Santa Rita Pintor. Su voluntad última fue que su obra
fuera pasto de las llamas.
Se disuelve la sociedad comercial en la que participaba Fernando Pessoa.
Antonio Botto publica Cantigas de Saudade.
Septiembre, 19: El suplemento literario del Times de Londres y el
Glasgow Herald prestan atención, en notas de crítica, a los poemas
ingleses de Fernando Pessoa.
Octubre: Muere Amadeo Souza-Cardoso víctima de la epidemia de gripe
española.
Diciembre: Es asesinado Sidónio Pais, dictador al que Fernando Pessoa
dedicó un poema, «En memoria del Presidente-Rei Sidónio Pais», en
1928. Portugal entra en una grave crisis política.
La residencia del poeta está ahora en la Rúa Sto. Antonio dos Capuchos.
1919 Abril, 12: Aunque ya tenía por muerto a Alberto Caeiro, Pessoa
escribe los Poemas Inconjuntos bajo el nombre de este heterónimo y con
fecha de 1913-14.
Ricardo Reís parte para Brasil. Antonio Botto publica Cantares. Octubre,
5: Fallece en Pretoria el comandante Joáo Miguel Rosa, cónsul, padrastro
del poeta.
Vive ahora en la Av. Gomes Pereira, en Benfica. Escribe ensayos
políticos, de los que publica «Cómo organizar Portugal» y «La opinión
pública» en Acgáo, órgano del Núcleo de Acción Nacional.
1920 Enero, 30: La revista inglesa The Atheneum publica un poema de
Fernando Pessoa intitulado «Meantime» y el soneto «Abdicación» en
Resurrección.
Marzo, 1: Fernando Pessoa escribe su primera carta de amor, dirigida a
Ophélia Queiroz, a quien había conocido en la oficina «Félix, Freitas e
Vallados». Marzo, 28: Cambia su domicilio a la Rúa Coelho da Rocha,
16, 1.° dcha., donde enseguida vivirá con su madre y hermanos.
Marzo, 30: A bordo del Lourengo Marques, Dña. María Madalena, madre
de Fernando Pessoa, y sus tres hijos llegan a Lisboa.
Llega a Lisboa el cuerpo del padrastro del poeta.
Bajo el nombre de A.A. Crosse participa asiduamente en los concursos de
acertijos del Times.
Octubre. 15: Enfermo de grave depresión. Pessoa piensa internarse en
una casa de salud.
Escribe la serie de poemas ingleses que titula Inscriptions.
Antonio Botto publica Canciones.
Noviembre: Rompe sus relaciones con Ophélia Queiroz.
1921 Almada Negreiros publica Invención del Día Claro, y Mario Saa
Poemas heroicos de Simáo Vaz de Camóes y Portugal cristiano nuevo.
Funda la editorial «Olisipo», en donde publica sus English Poems I y II y
English Poems, III.
Mario Saa publica Camóes en la Gran Mentira.
1922 Mayo: Aparece el primer número de Contemporánea, fundada y
dirigida por José Pacheco, que incluye «El banquero anarquista» de
Fernando Pessoa.
Olisipo publica la segunda edición de las Canciones de Antonio Botto.
Septiembre: En el número tres de Contemporánea publica «Antonio Botto
y el ideal estético en Portugal».
Noviembre: El cuarto número de Contemporánea incuye «Mar
portugués», un artículo de Alvaro Maia, «Literatura de Sodoma», contra
el anterior escrito de Fernando Pessoa sobre Antonio Botto, y una carta de
Alvaro de Campos a José Pacheco.
Noviembre, 16: El periódico O Dia incluye un artículo de Raúl Leal que
lleva como título «Antonio Botto y el sentido íntimo del ritmo».
Diciembre: En el númeo seis de Contemporánea publica el poema de
Fernando Pessoa, «Navidad».
1923 Enero: El número siete de Contemporánea incluye «Trois Chansons
Mortes» de Fernando Pessoa.
Febrero: Raúl Leal publica su folleto Sodoma Divinizada en la editorial
Olisipo. El escrito de Leal, que fue dado a la luz con el pseudónimo de
Henoch, provocó apasionadas reacciones. El Gobernador Civil hace
secuestrarlo, al igual que las Canciones de Botto.
Febrero, 22: El periódico A Época anuncia la formación de un grupo de
estudiantes que se propone morigerar las costumbres y que se llamará la
Liga de Acción de los Estudiantes de Lisboa.
Febrero: El número ocho de Contemporánea publica la poesía de Alvaro
de Campos «Lisbon revisited» y «Carta al autor de "Sacha"» de Fernando
Pessoa.
Marzo: En el número nueve de la citada revista aparece la poesía en
inglés «Spell».
Marzo, 6: La Liga de Acción de los Estudiantes de Lisboa publica el
Manifiesto de los Estudiantes de las Escuelas Superiores de Lisboa,
ofensiva contra la denominada «literatura de Sodoma».
Alvaro de Campos hace circular en Lisboa sus Sobre un Manifiesto de
Estudiantes y Aviso a causa de la Moral.
Abril: Fernando Pessoa sale en defensa de Raúl Leal, el cual había sido
atacado en un manifiesto de los estudiantes de Lisboa, y distribuye su
escrito Sobre un manifiesto de estudiantes.
Raúl Leal publica un nuevo manifiesto, Una lección de moral a los
estudiantes de Lisboa y el desenmascaramiento de la Iglesia Católica.
Julio, 17: Firma el escrito de protesta de intelectuales portugueses —Raúl
Brandáo, Antonio Sergio, Aquilino Ribeiro, Luis de Montalvor, Jaime
Cortesáo— contra la prohibición de la censura de Mar Alto de Antonio
Ferro.
Antonio Botto publica Motivos de Belleza.
1924 Fallece el General Henrique Rosa.
Mario Saa publica La invasión de los judíos, donde Pessoa es uno de los
personajes analizados.
Octubre: Aparece el primer número de la revista Alhena dirigida por
Fernando Pessoa y el pintor Ruy Vaz. En el número de diciembre, Alvaro
de Campos publica «Notas para una estética no-aristotélica».
Antonio Botto publica Curiosidades estéticas.
Surge en Francia el movimiento surrealista.
1925 Febrero: Se publica el número 5 de Alhena, el último de la revista.
Marzo, 17: Fallece, en la Quinta de los Mariscales, en Buraca, Dña. Maria
Madalena, madre de Fernando Pessoa.
Antonio Botto publica Pequeñas esculturas.
1926 Mayo, 28: Golpe militar que acaba con la Primera República y
establece la dictadura. Casualmente, el mismo día el Jornal do Comercio
e das Colonias publica su respuesta a una entrevista de cariz político.
Agosto: Fernando Pessoa pide la patente de invención de un Armario
indicador sintético, por nombres y otras clasificaciones cualesquiera,
que puede ser consultado en cualquier lengua.
Dirige, con su cuñado, el coronel Francisco Caetano Dias, la Revista de
Comercio e Conlabilidade, en donde Fernando Pessoa publica «La
esencia del Comercio».
Septiembre, 17: Alvaro de Campos responde a unas preguntas del
periódico La Información.
Publica en el periódico O Sol (número 1) un artículo sobre el Cuento de
Vigário.
En el primer número de la tercera serie de Contemporánea aparece la
poesía «El niño de su madre».
1927 Marzo, 10: Se publica en Coimbra el primer número de Presenta,
«hoja de arte y crítica».
Abril, 8: José Regio publica, en el número 3 de Presenta, el artículo «De
la generación modernista», primera referencia estimativa de la nueva
generación a la obra del «Mestre» Fernando Pessoa.
Junio, 4: Fernando Pessoa comienza su colaboración en Presenta con la
poesía «Marina».

Pessoa con Vitoriano Braga


Junio, 13:
Publica en bnparcial un artículo sobre Luis de Montalvor.
1928 Antonio de Oliveira Salazar es nombrado ministro de Finanzas.
Mario Saa publica La explicación del Hombre.
Fernando Pessoa publica Interregno. Defensa y justificación de la
dictadura militar en Portugal, manifiesto político del Núcleo de Acción
Nacional, que debía haber salido sin firma.
Agosto. 12: Publica en Noticias Ilustrado el artículo «El
provincianismo portugués».
Diciembre. Publica en Presenta el «índice Bibliográfico» escrito de
su puño y letra.
1929 Comienza a publicar, en Sohtqao Editora, una Antología de
poetas portugueses modernos (esta editorial había sido creada el año
anterior por el poeta. José Pacheco. Mario Saa, Antonio Botto y otros).
Junio: Se publica, en el libro Temas de Joáo Gaspar Simóes. el primer
estudio crítico sobre la poesía del poeta.
Renace la amistad con Ophélia. sobrina del poeta Carlos Queiroz.
amigo de Fernando Pessoa.
Septiembre. 9: Fernando Pessoa alimenta el proyecto de abandonar
Lisboa para establecerse en los alrededores, preferentemente en Cascáis,
para realizar su obra definitiva.
1930 Correspondenci a con Aleister Crowlev.
Septiembre, 2: Llega a Lisboa, en visita al poeta, el mago inglés
Aleister Crowley.
Septiembre, 25: Crowley desaparece en circunstancias «misteriosas»
en la Boca do Inferno, Cascáis.
Octubre, 5: El_periódico Noticias Ilustrado publica las declaraciones
de Fernando Pessoa sobre la «misteriosa» desaparición de Crowley.
Intensa producción heteronímica. 1931 Octubre: Publica en Presenga
la traducción del Himno a Pan, del citado Crowley.
En extensa carta a Joáo Gaspar Simóes en torno a la ficción literaria
ironiza sobre las teorías de Freud.
En este año debe situarse su definitiva ruptura con Ophélia Queiroz.
1932 Septiembre, 16: Solicita, mediante concurso documental, la
plaza de conservador-bibliotecario del Museo-Biblioteca Conde de Castro
Gimaráes, en Cascáis, solicitud que no es satisfecha.
Escribe un prefacio al libro de poemas Alma errante, de su amigo
Elieser Kamenezky.
Noviembre: Publica «El caso mental portugués» en la revista Fama,
dirigida por Augusto Ferreira Gomes.
Salazar es nombrado presidente del Consejo.
1933 Febrero: Atraviesa una grave crisis de neurastenia, pero
continúa su actividad literaria (ortónima).

Abril, 2: Prepara el original de los


Indicios de oro, de Mario de Sá-Carneiro, que editará Presenta.
Estado Nuevo en Portugal. Se elabora una nueva Constitución y se
promulga el Estatuto del Trabajo Nacional.
1934 Escribe el prefacio para el volumen Quinto Imperio de Augusto
Ferreira Gomes.
Gran actividad literaria de Alvaro de Campos.
Diciembre, 1: Aparece Mensaje.
Diciembre, 31: Se le concede, por la publicación anterior, el Premio
«Antero de Quental» de «segunda categoría» del Secretariado de
Propaganda Nacional; el premio de «primera categoría» se concede al
libro Romería de Vasco Reis. El pretexto para esta decisión fue el
reducido número de páginas de Mensaje. En carta de 28 de noviembre de
1935 al periódico lisboeta O Jornal, Reis Ventura (que en 1934 firmaba
como Vasco Reis) hace la siguiente confesión: «A pesar de que en aquel
tiempo era aún un muchacho hinchado de vanidad, nunca dejé de
comprender que, al lado de Mensaje, mis versitos de adolescente ni
siquiera existen. Quien ganó el Primer Premio de Poesía Portuguesa, en
1934, fue Fernando Pessoa con su libro Mensaje».
1935 Enero: Escribe una extensa carta a Adolfo Casáis Monteiro sobre la
génesis de los heterónimos.
Enero, 30: Piensa publicar antes de octubre su primer gran libro.
Febrero, 4: Publica en Diario de Lisboa su polémico artículo
«Asociaciones Secretas» contra una propuesta de ley presentada a la
Asamblea Nacional para la prohibición de las asociaciones secretas,
dirigida principalmente contra la Masonería.
En el número tres de Sudoeste, revista dirigida por Almada Negreiros,
publica la nota «Nosotros, los de "Orpheu"». En el mismo número,
Alvaro de Campos colabora con «Nota al acaso».
Noviembre. 29: Es internado, con un cólico hepático, en el lisboeta
hospital de San Luis de los Franceses.
Noviembre, 30: Fallece en el mismo hospital a las 20,30.
Muere también en Brasil Ricardo Reis.
Diciembre, 2: Enterrado en el Cemitério dos Prazeres, junto a su abuela
Dña. Dionísia. (A mediados de octubre de 1985 su cuerpo fue trasladado
al claustro de los Jerónimos.)
Última
fotografía de Fernando Pessoa, tomada por A. Ferreira Gomes
TEXTOS Y NOTAS
A través de diferentes estudios se analiza la presencia de Pessoa en
España, su incidencia en el contexto sociopolítico y cultural de su
tiempo, y se abordan diferentes aspectos de su pensamiento y de su obra.
Fernando Pessoa en un dibujo de Almada Negreiros
Pessoa y España
César Antonio Molina
Hablar de la relación entre Fernando Pessoa y España, es tanto como
hacerlo de los vínculos culturales entre su país y el nuestro a lo largo de
un amplio período de tiempo que va desde comienzos del presente siglo
hasta la guerra civil. Época extraordinariamente rica en sucesos literarios
y artísticos para ambos pueblos que, desde entonces, sentaron unas
mínimas bases para un futuro entendimiento solamente producido en
estos últimos años precisamente bajo la sombra protectora del autor de El
libro del desasosiego. 1 La múltiple obra pessoana sirvió de llave para el
descubrimiento (o redescubrimiento en algunos casos) de toda una
tradición ignorada dolorosamente por sus vecinos.
Luis Buñuel, en Mi último suspiro, 2 cuando habla una vez de un viaje
a Portugal, dice algo así como: «... Ese país que para los españoles está
más lejos que la India». A esta opinión tan compartida a través de
diferentes generaciones de intelectuales españoles, se le podría poner
como contrapartida paralela la opinión de uno de los poetas portugueses
contemporáneos más interesantes, Ruy Bello, fallecido a temprana edad
después de haber sido lector de portugués en la Universidad de Madrid.
Éste escribía en el prólogo a la segunda edición de su poemario titulado
Aquele grande rio Eufrates, «... Madrid urna das ciudades do mundo mais
distantes de Lisboa». Sin embargo, esto no siempre fue así de manera tan
categórica. Durante las dos o tres primeras décadas de este siglo (la edad
de plata que hoy intentan revivir), las relaciones culturales entre ambos
países fueron parcialmente intensas. Los pueblos continuaban dándose la
espalda, mientras que una pequeña pero inquieta élite intelectual trataba
de poner las bases para un entendimiento mucho más amplio. Prueba
fehaciente de ello lo marcan tres aspectos (habría muchos más) a los que
me referiré a continuación, una vez enunciados. La presencia de
escritores portugueses en la prensa literaria de esa época, la labor
extraordinaria de Ramón Gómez de la Serna como publicista mayor de
nuestro vecino país y, por último, la prolífica estancia de Almada
Negreiros en España.
No me voy a remontar aquí a la presencia de los escritores
portugueses en la prensa literaria del XIX, pero quisiera recordar un dato
muy poco conocido. La Revista de Galicia que fundó y dirigió D.a Emilia
Pardo Bazán, durante el año 1880, en su ciudad natal de La Coruña, sirvió
de campo de batalla para los naturalistas y antinaturalistas hispano-luso-
galos. En algún momento se produjo tal crispación que un vecino
atlántico llegó a afirmar que Emilio Zola era más importante que Miguel
de Cervantes. Avanzado ya el presente siglo, en el año 1919, se edita la
revista Cosmópolis, especie de tardío Mercure de France. Dura hasta
1922 teniendo como director a E. Gómez Carrillo y, en los últimos meses,
a A. Hernández Cata. Si la literatura francesa (como en casi todas las
publicaciones de la época) acapara el mayor espacio, aquí comparte esta
primicia con lo hispanoamericano y portugués. En casi todos sus números
se incluyeron densas crónica literarias de Portugal escritas por Carmen de
Burgos (Colombine), una inteligente «cortesana» literaria, de quien da
buena cuenta Rafael Cansinos Assens en sus memorias. 3 Colombine, que
compartió con Ramón Gómez de la Serna algo más que su amor por
Portugal, manifiesta su entusiasmo por el mundo cultural
ANTHROPOS/47
Meu Alvaro Cebreiro da Galiza Interprete da vida que murmura Ñas arvores, nos montes e
na brisa... E da alma divina que fulgura, Atravez d'esta máscara indecisa Que é nossa humana e
trágica figura, Em ti, saudo a mistica tristeza Da térra máe da térra portugueza!9
y artístico de la nación vecina. Sus magníficas crónicas periodísticas
están sazonadas de notas críticas y traducciones. Ec,a de Queirós, Guerra
Junqueiro, Camilo Pessanha, Mario de Sá Carneiro o Teixeira de
Pascoaes son, entre otros muchos, los autores más veces nombrados.
Pascoaes, el inspirador del «saudosismo», es sin lugar a dudas el más
impenitente colaborador portugués en la prensa literaria española de ese
tiempo. En Prisma, revista internacional de poesía dirigida por Rafael
Lozano desde París (1922), se le otorga un lugar preferente. Alvaro
Cebreiro le dibuja una de sus caricaturas más divulgadas. El pintor y
dibujante gallego será su mejor corresponsal en España. Las revistas
galaicas del momento (Alfar, Nos, Ronsel, etc.) lo acogen como un
maestro. Pero —curiosamente— Pascoaes no conocerá Galicia. En el año
1923 habla en la Residencia de Estudiantes de Madrid y, por invitación de
D'Ors, viaja a Cataluña. En esa conferencia madrileña comentó que: «El
alma ibérica tiene dos caras diferentes e inconfundibles, la cara "saudosa"
y la cara quijotesca; una profundamente dramática, creada en las estepas
castellanas; y la otra esencialmente elegiaca, ajena a los yermos sombríos
de Portugal y Galicia».4 Teixeira de Pascoaes mantuvo, además de con
Alvaro Cebreiro, una intensa y continuada correspondencia con otros
escritores gallegos como Vicente Risco, Noriega Várela, Xoan Vicente
Viqueira, etc.
En esas mismas publicaciones gallegas donde colabora el poeta
portugués, fundamentalmente en Nos y A Nosa Terra (esta última dirigida
en un largo período por Antonio Villar Ponte, otro de los amigos de
Teixeira a quien parece ser visitó), se recrudece la campaña en favor del
mayor acercamiento del gallego a su lengua hermana, así como son
muchas las voces que claman por un mejor intercambio cultural. Esta
sería la fase previa para una futurible unidad política. Portugal y el apoyo
en favor de la independencia de Irlanda, son dos ejes obsesivos en la
prensa cultural y literaria del noroeste. El mundo cultural del país vecino
está tan vivo en Galicia que, como algo normal, se incluyen
48/ANTHROPOS
José de Almada Negreiros
numerosos anuncios. En la revista viguesa Vida Gallega destacan
aquellos tan llamativos del Café Martinho das Arcadas.
Uno de los casos más llamativos de la presencia de la literatura
portuguesa en la prensa literaria española se produce en la revista Alfar. 5
Enrique Diez Cañedo fue quien se dedicó a traducir a poetas portugueses
como Joáo de Deus, Joáo de Barros, Afonso Lopes Vieira y Antonio
Nobre. El primero de todos era un poeta e intelectual de corte tradicional,
imbuido de cierto catolicismo popular. Para Antonio José Saraiva y Osear
Lopes, «a sua lirica amorosa e a sua sátira conservam-se muito mais
modernas do que o sentimentalismo ultraromántico e a poesia panfletária
sua contemporánea».6 Joáo de Barros era un poeta portugués del siglo
XVI vinculado, como Gil Vicente, Sá de Miranda y quizá Bernerdim
Ribeiro, a la corte portuguesa de la primera mitad del siglo.7 Antonio
Nobre (1867-1903) fue uno de los poetas portugueses contemporáneos de
mayor influencia. Su libro más importante, publicado en 1892, fue So.
Para Antonio José Saraiva, Nobre estaba poseído por la «saudade» y la
nostalgia «de un mundo que acaba —el mundo preburgués y
tradicionalista de los labradores de la región del Miño— y por la
evocación de los simples».8
Teixeira es retratado por Alvaro Cebreiro y glosado por Fernando
Maristany. Al primero de ambos le dedica el siguiente significativo
poema en Alfar: Teixeira de Pascoaes (1877-1952) entendía la «saudade»
como algo superior en el hombre que lo acercaba a la divinidad. En este
término se centraba el camino de la redención para Portugal. Y en su idea
geográfica de Portugal éste incluía el noroeste atlántico de la península
Ibérica, incluida Galicia, a la que le dedicará uno de sus libros. A esta
tendencia estética, como bien es conocido, se opondría Fernando Pessoa
con el «paulismo». La tendencia «saudosista» tuvo suma importancia en
los núcleos literarios y culturales de Oporto. Su órgano de expresión fue
la revista A Águia (segunda época), también editada en esa misma ciudad.
Afonso Lopes Vieira, que también es traducido por Enrique Diez Cañedo
en Alfar, fue otro de los componentes de la tendencia pascoana. Lopes
Vieira (1878-1947), según Saraiva, prestó al «saudosismo» el regusto
preciosista del simbolismo.10
Nuevamente Cebreiro en la publicación coruñesa realiza el retrato
esta vez d e Abili o Guerr a Junqueir o (1850-1923). Juan G. del Valle es
quien ahora escribe una glosa. También se publica el poema Cangáo
perdida. Las Odes Modernas de Antero de Quental inaugurarán una nueva
escuela de poesía vinculada a las reivindicaciones de tipo político y
social. Guerra Junqueiro fue uno de los más representativos componentes
de esta Escola Nova.
Un corresponsal muy importante lisboeta, no todo lo bien conocido
que debiera ser, es el poeta gallego-portugués, amigo del autor de
Mensagem, Alfredo Pedro Guisado. José Antonio Llardent le siguió la
pista, lo mismo que A. Lucio Vidal." Sus crónicas y poemas se
desparramaron por toda la prensa gallega. Él mismo fue uno de los
promotores de los juegos florales luso-galaicos. Guisado (1891-1975),
hijo de padres gallegos, había nacido en Lisboa. Estudió Derecho. Fue un
destacado militante republicano. diputado, vicepresidente de la Cámara
Municipal de la capital lusa, y desempeñó otros cargos políticos. Fue
igualmente el subdirector del diario República. Su padre era el dueño del
restaurante Irmáos Unidos, en el Rosio. alrededor del cual se reunieron
los jóvenes que sacaron adelante la revista Orpheti. en 1915. Utilizó
varios seudónimos como el de Joáo de Lobeira y Pedro de Meneses que.
como muy bien dice Lucio Vidal en contra de la opinión manifestada por
Joáo Gaspar Simóes en Perspectiva Histórica da Poesía Portuguesa.i: no
fue por imitación o influencia de su gran amigo Fernando Pessoa. sino
porque «o nome do poeta prestavase a chufas de mau gosto. por parte de
adversarios políticos sem espirito».
Alfredo Pedro Guisado contactó tempranamente en Lisboa con
Antonio Villar Ponte, de ahí su colaboración en A \osa Terra, publicación
coruñesa dirigida por éste. También con Alfonso Rodríguez Castelao. En
el libro de Valentín Paz Andrade. Castelao na luz e na sombra, se dice
que. en 1920. Guisado editó en gallego una «plaquette» de poesías
dedicadas al humorista.1-" Ramón Piñeiro en «Das relacións culturáis
galego-portuguesas».14 y Ramón Villares Paz en «As relacións da Galiza
con Portugal na época contemporánea».1" amplían estos datos.
Xente d'a aldea, uno de los poemarios de Guisado, llevaba una
portada ilustrada por Castelao. Corría el año 1921. Las relaciones entre
portugueses y gallegos atravesaron por diferentes fases sufridas por
Guisado quien, finalmente, fue capaz, a través de los proyectos de los
Jogos Floráis Galaico-Portugueses. de hacer meditar a los unos sobre los
otros. J.G. Simóes. María José de Lancastre y Lucio Vidal recuerdan
como Alfredo Pedro Guisado fingía haber recibido de Galicia la
colaboración de Alvaro de Campos para la revista Orpheu. El artículo que
Guisado publica en el Diario de Lisboa (20-5-1921). reproducido luego
total o parcialmente en la prensa gallega, fundamentalmente en A Xosa
Terra, es una magnífica divulgación de la literatura gallega
contemporánea en su país. El articulista trazaba un recorrido
pormenorizado desde Ro

Mário Sá-Carneiro en un dibujo de


Almada Negreiros
salía de Castro. Curros Enríquez o Pondal hasta Ramón Cabanillas o
Vicente Risco.
En las otras revistas gallegas que anteriormente mencionamos,
además hay texto y colaboraciones de Afonso Lopes Vieira. Guerra
Junqueiro. Ec,a de Queiroz. Joáo de Deus. Joáo de Barros (s. XVI).
Antonio Nobre. Eugenio de Castro. Leonardo Coimbra, J.J. Nunes, etc. El
nombre de Fernando Pessoa —quizás por vez primera— aparece varias
veces reseñado en la revista orensana Nos. dirigida literariamente por
Vicente Risco y artísticamente por Castelao. Los promotores de lo
portugués en Galicia lo fueron, sin lugar a dudas, escritores e
intelectuales como Risco, Xoan Vicente Viqueira. Antonio Villar Ponte,
etc: de la misma manera que en la prensa española desarrollarán esta
labor fundamental Fernando Maristany (murió dejando inconclusa una
amplia antología de la obra de Teixeira de Pascoaes). Enrique Diez
Cañedo, Antonio Espina o Juan Chabás. entre una nómina no demasiado
amplia.
Para no extenderse más en este apartado, quisiera concluirlo
resaltando dos de los momentos más álgidos de la penetración cultural
portuguesa en España y. por supuesto, de la aparición fugaz de Fernando
Pessoa. El primero se produce al salir a la calle el Almanaque de las Artes
y las Letras para 1928 ordenado por Gabriel García Maroto y editado por
la Biblioteca Acción en Madrid. El otro, al aparecer La Gaceta Literaria
de Ernesto Giménez Caballero.
Por esas fechas en que se publica el
Almanaque de las Artes y las Letras, reside Almada Negreiros en
Madrid. Con toda seguridad se debe a él la elección y distribución del
espacio dedicado a Portugal. El pintor contribuye con varios dibujos y un
texto-prólogo (casi un manifiesto) titulado «Norte-Sur». Su lectura hoy
todavía tiene una frescura y actualidad impresionante: «No todo el
mundo, y particularmente los latinos y meridionales, se han dado aún
cuenta de que estamos sometidos a la hegemonía nórdica.
«Europa, como toda idea vital, tiene sus propias fuerzas contrarias y
sin las cuales no hay armonía ni evolución. Estas fuerzas contrarias de
Europa, son el Norte y el Sur. Y para ser contrarias, es necesario que se
equilibren en plenitud de potencia. Lo nefasto es cuando, como hoy, ¡en
el siglo XX!, la una influencia a la otra y ésta no reacciona como su igual
o contraria.
»Ningún campo cultural será tan consciente de esta pesada hegemonía
del Norte sobre el Sur como el de las artes. En todos los campos, la
competencia técnica supera inmediatamente la conciencia del autor frente
al asunto. Sólo en arte, parece, la técnica va en favor de la conciencia del
autor.
»Por esto mismo, nadie como el artista, se dará cuenta de lo lejos que
hoy día los representantes de las artes meridionales se encuentran de una
actuación positiva en los destinos de Europa y del mundo.
»A pesar de toda contradicción, la dirección del mundo es, hoy día,
auténticamente nórdica. Nosotros, latinos y meridionales, jamás
evitaremos este tutelaje anglo-sajónico sino después de conocerlo
enteramente y superarlo.»lh
Almada se hacía acompañar de un poema de Mario de Sá Carneiro,
«O recreio»,17 y otro de Fernando Pessoa. El de este último, «Pierrot
bebado», es, con toda seguridad, el único poema publicado por el autor de
El livro do desassossego en una revista española, en vida.
Ñas rúas da feira,
Da feira deserta.
So a lúa cheia
Branqueia e clareia
As rúas da feira
Na noite entraberta.
ANTHROPOS/49 So a lúa alva
branqueia e clareia
A paysagem calva
De abandono e alva Alegría alheia.
Bebada branqueia
Como pela areia
Ñas rúas da feira,
Da feira deserta.
Na noite ja cheia
De sombra entreaberta. A lúa bagueia
Ñas rúas da feira
Deserta e incerta.1 *
Fernando Pessoa mantuvo contactos epistolares con los poetas
ultraístas españoles Adriano del Valle, Rogelio Buendía e Isaac del
Vando Villar. Antonio Pina Coelho lo menciona en Os fundamentos
filosóficos da obra de Fernando Pessoa,19 e igualmente Ángel Crespo en
«Dos cartas de Fernando Pessoa a Isaac del Vando Villar». 20 El escritor
luso le agradece a del Vando Villar el envío de su poemario La sombrilla
japonesa,21 extendiéndose en su comentario. En la primera carta que le
manda Pessoa22 se disculpa por su tardanza: «Respondo-lhe tarde: é um
mau habito meu, mas quem é se livra senao dos bons hábitos?». En la
segunda misiva de la misma fecha, Pessoa se disculpa comentándole que
no escribe en ningún periódico y que vive bastante apartado del mundo
literario. Su presencia en la prensa literaria de su país la circunscribe a la
revista Contemporánea y Alhena pendiente, esta última, de ver la luz en
los días en que escribe las cartas, y de la que será el director literario. De
esta final se desprende el poco interés de su redactor hacia la crítica
literaria. El poeta español nada menos que le pedía a su interlocutor el
favor de hacerle una reseña. Pessoa, muy cortésmente, le contesta que
puede utilizar la carta y publicarla como «ha hecho Rogelio Buendía, o
mejor dicho, Adriano del Valle a propósito de Buendía, con una carta que
le escribí a éste».
Las relaciones entre las revistas del Ultra y Orpheu sería un tema muy
interesante para desarrollar. A uno y otro lado de la frontera peninsular,
este período de tiempo significó el intento (retrasado por cuestiones
políticas) de en
trar en la modernidad. Así lo expresaba Guillermo de Torre en
Literaturas europeas de vanguardia 2* cuando afirma que: «por vez
primera, ante muecas de asombro y envidia, el Ultraísmo ponía su reloj
con el meridiano literario de Europa, y los jóvenes acelerados,
impacientes, "nunistas", aspiraban a vivir al día, a la hora, al minuto».
Esta parecida idea la expresa desde Portugal Almada Negreiros al decir:
«E preciso saber que sois Europeus do século XX»,24 en contra de «a
esperanza do pasado», opinión mantenida hasta entonces por Teixeira de
Pascoaes a través del «saudosismo». Revistas efímeras en la mayoría de
los casos, como A Renascen^a (Lisboa, 1914) con un solo número en
donde colaboraron Pessoa, Sá Carneiro y el galaico-portugués Alfredo
Pedro Guisado, Eh Real! (1915), los dos números de Orpheu (1915),
siendo directores del número uno Luis de Montalvor y Ronald de
Carvalho, así como del número dos Pessoa y Sá Carneiro; en esta revista
clave se encuentran Almada y Guisado. Otras publicaciones como
Centauro (1916), Exilio (1916), dirigida por ese personaje extraordinario
que fue Augusto de Santa Rita, o Portugal Futurista (1917). Esta última
incluyó textos de Marinetti y otros futuristas italianos, igualmente de
Apollinaire y Blai se Cendrars, junto a las firmas locales de Almada, Sá
Carneiro y Fernando Pessoa con su heterónimo Alvaro de Campos. Luego
vendrían Seara Nova (1921), Contemporánea (1922-1926), una de las
más longevas dado que llegaron a aparecer 13 números, Athena (1924-
1925), dirigida por Pessoa y Ruy Vaz, Presenta (1927-1940), pasando por
otras muchas hasta llegar a Sudeste (1935), también editada en Lisboa de
manos de Almad a Negreiros. Sus corresponsales españolas, aunque entre
ellas apenas hubo comunicación, serían Prometeo (1908-1912). la revista
del jovencísimo Ramón Gómez de la Serna que se adelanta al resto de las
peninsulares en la divulgación y adhesión futurista; Grecia (1918-1920),
dirigida por Isaac del Vando Villar y teniendo como jefe de redacción a
Adriano del Valle; Cervantes, Ultra, Cosmópolis, Tableros, Alfar,
Reflector, Vértices, Tobogán, etc.
La Gaceta Literaria instituyó unos apartados denominados
«Gacetas», donde se daba la actualidad cultural y literaria de Cataluña,
Portugal (en sus propios idiomas, incluyendo en este último a Galicia) e
Hispanoamérica. La labor de La Gaceta Literaria, dirigida por Ernesto
Giménez Caballero, para unir culturalmente a la Península con América
fue un objetivo anticipador importante. Todo quedó un tanto truncado tras
la disputa en torno a «Madrid, meridiano intelectual de Hispanoamérica».
La Gaceta, cuatro meses después, contestaba a los ataques provenientes
del «periódico quincenal de arte y crítica libre» Martín Fierro de Buenos
Aires, de La Crítica y El Hogar también de la capital argentina, así como
de La Pluma de Montevideo. Entre los firmantes hispanoamericanos se
encontraba Jorge Luis Borges. Ninguna publica ción española salió en
defensa de la madrileña, es más, alguna como la revista Nos, al publicar
la nota en donde reivindicaba para sí la primacía en la traducción de un
fragmento del Ulises de James Joyce, también, de forma solapada,
criticaba el centralismo cultural madrileño.
En el número 1 de la publicación de Ernesto Giménez Caballero
(1927), Joáo de Castro Osorio proclama la reconciliación ibérica y
supranacional en su artículo denominado «A esperanza lusiada en
fraternidade ibérica». En «Cartel de la nueva literatura», Giménez
Caballero, muy «sui generis», ofrecía una panorámica de la literatura
desde la perspectiva próxima del fin de la década de los veinte. Con una
gran intuición (digna aposteriori de mejor causa que la que defendió),
antes de afrontar su estudio, se hacía una pregunta clave muy en
consonancia con los matices impresos a su publicación. «¿España qué
es?», se pregunta el articulista. España no sólo era Madrid —a pesar del
Meridiano— sino un pentágono plural y efervescente. La literatura
española de esa década tuvo como uno de sus ejes centrales a las revistas
literarias, y sobre ellas, Ernesto Giménez Caballero, con muy buen tino,
trazaba su panorámica.25 Éste dividía el ámbito geográfico de la nueva
literatura en tres triángulos netos y uno preforme. Los tres triángulos
serán los que él denomina como Alpha (Cataluña),26 Beta (Castilla),27
Gamma (el sur),28 y el que está en situación de preformación, Delta
(Galicia-Portugal). La lista de los componentes de este último apartado
estaba formada por Evaristo Correa Calderón, Augusto María Casas,
Eduardo Blanco Amor, Luis Amado Carballo, Luis Pimentel, Manuel
Antonio, José Regio, Alfonso Duarte, Diego de Macedo, Almada
Negreiros, Antonio Ferro, Joáo Gaspar Simóes, Mario de Sá Carneiro,
Antonio de Navarro, Fernando Pessoa y Carlos Queiroz. Hay que subrayar
aquí la cita del nombre de Pessoa, otra de las pocas veces que es
mencionado en vida por una publicació n española. El autor del trabajo —
conscientemente— omite a Vicente Risco, Ramón Otero Pedrayo y
Alfonso Rodríguez Castelao, seguramente por la polémica sobre la
paternidad de las primeras traducciones del Ulises de Joyce a una de las
lenguas peninsulares. Curiosamente Giménez Caballero incluyó a
Eugenio Montes en el grupo Beta, con lo que le privó de estar al lado de
esa gran tríada formada por dos poetas como Mario de Sá Carneiro y
Fernando Pessoa, al lado del pintor y animador cultural Almada
Negreiros.
50/ANTHROPOS

Varios fueron los escritores españoles que mostraron su debilidad por


Portugal: Miguel de Unamuno, Ramón María del Valle-Inclán y
Wenceslao Fernández Flórez, entre otros. El primero de ellos escribió en
su Cancionero:

Alfredo Pedro Guisado, Antonio Ferro e


José de Azeredo Perdigáo
[...]
Mi entrañado Duero
Cantando en las entrañas de Portugal y
España.
Portugal, cuna de ensueño, purgatorio de
almas,
Portugal, Portugal,
la mar, la mar, la mar
sobre la mar, bajo la mar el cielo!
bajo el cielo, sobre el cielo el alma!29
«Se houvesse muitos escritores na Espanha com idénticas qualidades
seria tal coisa um perigo para a nossa Independencia! Felizmente para
Portugal —Nacionalidade— ha dois apenas.» Este comentario del poeta
portugués Teixeira de Pascoaes, una de las amistades personales y
literarias más longevas del escritor vasco, deja bien a las claras la gran
estima y consideración —de todo género— que causó, y todavía causa, la
lusofilia de nuestro compatriota. El autor de O espirito lusitano o A arte
de ser portugués añadió en otro momento, «es el escritor español más
leído y más amado». Todos estos elogios son todavía si cabe más
sorprendentes o gratificantes viniendo del creador del Saudosismo, teoría
en la que se tomaba a este término y sentimiento como esencia espiritual
étnica portuguesa, su estigma divino, su perfil eterno, y por eso mismo
trascendente de lo puramente poético y filosófico llegando incluso a lo
político. El Saudosismo era una reacción nacionalista, o una afirmación
en tiempos difíciles que incluso llegó a preocupar a los propios
nacionalistas gallegos cuando incluyeron al noroeste como «um bocado
de Portugal sob as patas do leáo de Castilla. A Galicia é a nossa Alsacia!»
La pervivencia y actualidad de la obra y los escritos de Miguel de
Unamuno sobre el vecino país, así como su pensamiento existencial y su
visión del iberismo, se han puesto una vez más en evidencia al celebrarse,
también allí como algo propio, el cincuentenario de su fallecimiento
coincidiendo con los meses iniciales de nuestra contienda civil. Esta
conmemoración necrológica ha dado pie a los portugueses —debería
dárnoslo también a nosotros— para reflexionar sobre sí mismos en unas
fechas en que crece por momentos su aislamiento, tras la pérdida de las
colonias y la vuelta a un ámbito geográfico tan estrecho como el que
habían tenido bastantes siglos atrás. A pesar de esa entrada en un
Mercado Común que se observa con reticencias, mientras que crece —
aquí y allí— nuevamente la idea de una península compacta, dentro del
respeto a sus diferencias. Por este camino transcurre la última novela del
gran escritor portugués José Saramago A jangada de pedra (Editorial
Caminho, 1986), en la que el territorio geográfico peninsular se adentra
en el océano separándose del resto de Europa.
La bibliografía sobre Unamuno se ha enriquecido, en estos meses, con
la reedición de la correspondencia entre él y Teixeira de Pascoaes (Ed.
Assírio e Alvim, Lisboa, 1986) que nada menos había visto la luz en
Nova Lisboa (Angola) en el año 1957, por iniciativa del Dr. Joaquim
Montezuma de Carvalho, en una pequeña editorial que dirigía y de la que
se llegaron a publicar tan sólo quinientos ejemplares, hoy prácticamente
inencontrables. Igualmente Portugal povo de suicidas (& etc., Lisboa,
1986), donde se recogen gran parte de artículos y ensayos, además de los
d e Por tierras de Portugal y de España. Pero paralelamente esta
efeméride está sirviendo también para releer y analizar, desde una nueva
óptica, la obra y la personalidad de algunos de aquellos amigos lusitanos
del autor de Niebla que más influyeron en su manera de ver y entender el
ser pesimista y angustiado del alma portuguesa. Me refiero de manera
especial al médico Manuel Laranjeira de quien se ha reeditado A doen^a

da saníidade (Editorial Labirinto, Lisboa, 1986) y sería bueno que se


hiciera lo mismo (e incluso preparar una antología de textos en
castellano) con el Diario íntimo (Portugalia, Lisboa, 1957), las Prosas
perdidas (Portugalia, Lisboa, 1958) y, por supuesto, las Cartas que, en
1943, fueron dadas a la luz por Ramiro Mourao (Portugalia Ed.). De las
Prosas y el Diario se había encargado el poeta Alberto de Serpa. La
reedición más reciente de Laranjeira, además de la ya citada, fue su
ensayo titulado Pessimismo nacional (Contraponto, Lisboa, 1985).
No voy a referirme aquí a la relación del antiguo rector de la
Universidad de Salamanca con Portugal, sino solamente a la que mantuvo
con el Dr. Laranjeira (personaje tan importante, y tan desconocido para el
lector español), y a través de él analizar brevemente su preocupación por
el tema del suicidio, camino de auto-omisión que eligieron numerosos e
importantes escritores lusitanos de finales y comienzos del siglo. Sobre
Unamuno y Portugal ya existe un magnífico libro de Julio García
Morejón con ese mismo título, aparecido en su primera edición, en 1964,
bajo los auspicios del antiguo Instituto de Cultura Hispánica, y en 1971
corregido y aumentado en la Editorial Gredos, con un prólogo de Dámaso
Alonso. García Morejón, con una exhaustiva investigación, llevaba el
tema casi hasta el agotamiento, de no ser porque el tiempo es irreductible
y otros nuevos datos, aunque pocos y apenas significativos, han salido a
la luz (otro libro posterior, Escritos de Unamuno sobre Portugal de Ángel
Marcos de Dios, Fundaqáo Calouste Gulbenkian, París, 1985, no añadía
ninguna otra novedad reseñable a no ser por incluir en este volumen los
propios textos del escritor vasco). El autor de Unamuno y Portugal, en
algún momento de su trabajo, se aventuró a dar opiniones (me refiero a
algunas colaterales a su tema) que no se han cumplido. Por ejemplo
cuando secunda otros juicios de la época, como el de Joáo Gaspar Simóes
(curiosamente uno de los pocos vivos que se trató con el creador de los
heterónimos, llegando a ser uno de sus biógrafos oficiales) que afirmaba,
a fi
52/ANTHROPOS
nales de la década de los cincuenta, la supremacía lírica (terminología
detestable máxime cuando se aplica a la creación) de Pascoaes con
respecto a Pessoa, poniendo al primero entre sus pares: Camoes y Antero
de Quental. En las tres últimas décadas, el autor de El libro del
desasosiego desmentiría tales ideas, aunque para nada empañen una
poesía como la del autor de As sombras, importante y destacada dentro de
la lírica portuguesa del presente siglo, pero más localista. Por otra parte,
el libro de G.L Morejón era la culminación de otros trabajos parciales,
poco abundantes y la mayoría de los mismos artículos, firmados por
Miguel de Fernandy, Manuel G. Blanco, J.M.G. Escudero, E. Giménez
Caballero quien se preocupó de la literatura y cultura portuguesa, con
desigual acierto, desde su revista La Gaceta Literaria, y ya en la
postguerra, en el clima fascista que vivía la península, a lo que él tanto
contribuyó, publicab a su Amor a Portugal; además de Ángel Lázaro,
Antonio Tovar, Elias de Tejada y Rafael Morales, entre otros. Estos dos
últimos fueron, prácticamente, los únicos que escribieron sendos
artículos sobre Laranjeira titulados respectivamente «Un Nietzsche
portugués» (Artes y Letras, Madrid, 15-5-43) y «Laranjeira y Unamuno»
(Escorial, XVII, 1945).
A pesar de que la atracción de Unamuno por Portugal o por las islas
Canarias (recordemos sus opiniones sobre Morales, Saulo Torón o Alonso
Quesada, cuyo centenario de su nacimiento también se cumplió en 1986),
entre otros lugares concretos de la geografía ibérica, procede
íntimamente de aspectos muy concretos de su propia personalidad y
carácter, hay que subrayar, como en su momento ya lo hicieron Dámaso
Alonso y Morejón entre otros españoles, mientras que por parte
portuguesa y con anticipación lo hiciera constar Fidelino de Figueiredo,
el paralelismo existente entre dos generaciones de escritores peninsulares
separadas apenas por muy pocos años de diferencia. Me refiero a la
generación lusitana de 1870 y a la nuestra de 1898. Durante las décadas
finales del siglo pasado, ambos países rondan parecidos problemas. El
más trágico es la pérdida, por parte española, de las pocas colonias
ultramarinas que nos quedaban, mientras que por parte portuguesa la
conservación física de parte de las mismas (en 1890 se produce el famoso
ultimátum inglés del 11 de enero, por el que el Gobierno portugués tuvo
que ceder el hinterland africano entre Angola y Mozambique) hasta casi
nuestros días, quedará subordinada al imperialismo británico y a la
prepotencia de su desarrollo industrial. La generación de «Os vencidos da
vida» que, casi cuatro décadas después tendrá un tenue reflejo en la
gallega de «Os inadaptados» más conocida como Generación Nos, está
formada fundamentalmente por Ec,a de Queirós, Oliveira Martins, Guerra
Junqueiro, Ramalho Ortigáo e incluso Camilo Gástelo Branco. En la carta
de Laranjeira a Unamuno (aquí reproducida), el médico y escritor de
Espinho menciona a alguno de estos antecedentes suyos más famosos:
Antero de Quental (en este año se han publicado las Poesías y prosas
selectas preparadas por Juan Eduardo Zúñiga y José Antonio Llardent,
junto con un prólogo de Osear Lopes, aclaratorio para muchos de los
aspectos que estamos únicamente rozando. Editorial Alfaguara, Clásicos),
Camilo Gástelo (autor de esa magnífica novela que tanto gustaba a
Unamuno Amor de perdición), el escultor Soares dos Reis, e incluso «el
mismo Herculano (que se suicidó por el aislamiento como los monjes)».
La lista la amplía el autor de Por tierras de Portugal y de España en un
artículo que incluye en este mismo libro titulado «Un pueblo suicida».
«Portugal es un pueblo triste, y lo es hasta cuando sonríe. Su
literatura, incluso su literatura cómica y jocosa, es una literatura triste»,
escribía Unamuno en su artículo fechado en noviembre de 1908, después
de haber conocido, en el verano, a Laranjeira. Unamuno incluye la carta
que aquí hemos reproducido traduciendo su versión original y siguiendo
sus espacios narrativos. Sin saberlo, incluía entre los nombres suicidas al
del médico, quedando por anotar a esta lista otro posteriormente tan
conocido como el de Mario de Sá Carneiro, sui cidado en París cuatro
años después que Laranjeira. Diversas circunstancias acabarían también
con Oliveira Martins y Antonio Nobre. A esta fascinación por las listas de
desaparecidos sucumbió igualmente Ramón Gómez de la Serna quien, en
el tomo I del Pombo nos la ofrece, así como describe ese ambiente de
tristeza y vacío que invade la Lisboa en la que vivió durante algún
tiempo. Laranjeira, nacido en 1877, participa en ese proceso de
degradación de la política nacional e internacional de su país. Asiste al
regicidio de 1908 que acabarí con la monarquía y el poder omnímodo del
dictador Juan Franco. Proclamada la República dos años después, este
régimen inestable tendría uno de sus talones de Aquiles al participar en la
conflagración europea del 14 al 18. En 1926 se instauraba nuevamente
una dictadura militar y, en 1933, se institucionaliz ba un régimen fascista.
Los del grupo de «Os vencidos da vida» lucharon por modernizar la
sociedad portuguesa desde el cambio de sus estructuras morales y
políticas. La mayoría de ellos sucumbieron a su esfuerzo que se
prolongaría por varias generaciones más. Las críticas que hacen a su país
son casi las mismas que los componentes del 98 harán de la sociedad
española. Laranjeira, como veremos, se encuentra justo en medio de todo
este proceso.
De entre las varias amistades personales y epistolares que don Miguel
de Unamuno mantuvo a lo largo de su vida con escritores e intelectuales
del país vecino, quizá dos de ellas se complementan por lo prolongado de
una y por la brevedad e intensidad de la otra. Me refiero a las mantenidas
con Teixeira de

Miguel de Unamuno, dibujo de Emilio


Ferrer
Pascoaes y con Manuel Laranjeira. Con el primero de los dos se llegó
a encontrar hasta cuatro veces y mantuvo una intensa correspondencia.
Unamuno conoció a Pascoaes en Salamanca, en el mes de junio de 1905.
Él mismo lo cuenta en el artículo «Las sombras, de Teixeira de Pascoaes»
incluido en Por tierras de Portugal y de España. El presentador había
sido el también poeta portugués Eugenio de Castro. El segundo encuentro
se produjo en Oporto (1906), y los dos últimos en la finca de Amarante de
la familia de Teixeira (1907), de gratísimos recuerdos para el escritor
español, y en el viaje que hizo Unamuno, ya jubilado, en 1935, invit do
por el gobierno portugués. Este último desplazamiento sentaría muy mal
a la mayoría de los intelectuales progresistas lusos (entre ellos, Miguel
Torga), que veían en este hecho un explícito apoyo del escritor español a
aquel régimen opresor de las libertades. El artículo de Unamuno sobre
Teixeira, firmado en 1908, además de ser bastante clarificador, significó
un gran respaldo dentro de su país para el joven creador. Sin embargo, la
admiración del portugués por su «Queridissimo Mestre», no le impidió
discrepar de la visión que uno y otro tenían de Portugal. Teixeira de
Pascoaes fue, durante los años veinte y treinta, el poeta luso más
conocido y publicado en nuestro país.
Como comenta Andrée Rocha en su interesantísimo libro A
epistolografía em Portugal (Imprensa Nacional-Casa da Moeda, Lisboa,
1985), Pascoaes nunca puso gran empeño en buscar la inmortalidad a
través de su correspondencia con otros escritores, tampoco en la que
mantuvo con su interlocutor español. Las cartas del escritor portugués
atienden más a contar asuntos familiares y preocupaciones literarias
inmediatas. La admiración que sentía hacia Unamuno lo lleva a hacerle
participar en la revista por él dirigida A Águia (ver el libro de Clara
Rocha, Revistas literarias do século XX em Portugal, Imprensa
NacionalCasa da Moeda, Lisboa, 1986), órgano del movimiento de la
Renascenga Portuguesa, en la que se divulga la doctrina místico-
sebastianista del Saudosismo. Por el contrario, su remitente busca
siempre la confesionalidad, la trascendencia más allá de lo puramente
cotidiano que lo atenaza. En este sentido están las líneas que le envía en
la misiva firmada el 30-9-1908: «... la vida es cad vez más torbellinosa.
Aunque sea cubicar las hora^ —60 al cubo = 21.600 minutos— dándole
tres dimensiones al tiempo, éste no me alcanza. El arte es más largo que
la vida. ¡Y qué vida! He de hacer aquí en España —y aun fuera de ella—
lo que otros no hacen. Profesorado, literatura, poesía, filosofía, política...
¡Y vivir! ¡Vivir muchas vidas! Y voy a los 56. ¡Y... Dios sabe...! Tengo
que aprovechar lo que me queda de vida. Lo terrible es esta necesidad
económica, que es peor, de escribir un número de artículos de diarios al
mes. Pero con ellos afilo mi voz».
Esta confesionalidad sí la tendrá, y en grado sumo, en la
correspondencia mantenida con Laranjeira. Ambos «agonistas» se
encontraron el 9 de agosto de 1908, cuando el español estaba veraneando
con su familia en el pueblo costero de Espinho, a pocos kilómetros de
Oporto, en donde Laranjeira ejercía su carrera médica. Tras varios días de
intensas conversaciones (así quedan reflejadas en el Diario íntimo del
portugués, fragmentariamente recogidas aquí), Unamuno tuvo que partir
precipitadamente hacia Bilbao para asistir al entierro de su madre. La
relación epistolar se inició casi de manera inmediata. En una carta
firmada el 30-9-1908, enviada a Teixeira de Pascoaes, le comenta su
encuentro. «En Espinho conocí a un hombre interesante, muy simpá

tico y muy culto: el Dr. Laranjeira. Salí prendado de él y me enseñó


muchas cosas. No les faltan a ustedes hombres, lo que les falta es
cohesión, espíritu de solidaridad, fe en sí mismos y en su pueblo y pueblo
mismo.»
La desesperación, el pesimismo, el tedio y la melancolía de este joven
médico (Unamuno había nacido en 1864 y Laranjeira en 1877; por lo
tanto, existía una diferencia de trece años) podría tener dos orígenes. Uno
inmediato y otro más remoto e íntimo. El primero era una herencia
proveniente de la generación anteriormente mencionada, mientras que el
segundo tenía que ver con un estado de salud (tuberculosis) decrépito.
Parte de su familia había muerto de este mal. Laranjeira combatió tam
bién por cambiar a su país, y su fracaso, sin por ello persistir, le había
hecho retirarse a este pueblo solitario. Entre otras acciones, Laranjeira
había denunciado el reparto caciquil de diferentes puestos en la Facultad
de Medicina de Oporto, así como defenderá a Joáo de Deus por sus
esfuerzos de renovación pedagógica. A doenqa da santidade (1907), su
tesis, es un ensayo en el que aplica interpretaciones psicológicas para
explicar el misticismo. Laranjeira escribió también alguna obra
dramática como Amanhá, ensayos y el libro de poemas Comigo, aunque
donde realmente quedó reflejada su personalidad fue en las Cartas y el
Diario íntimo. Este último que abarca los años 1908 1909, refleja cuatro
grandes preocupaciones resumidas por Antonio Soares Amora. La
angustia frente al amor car nal representado por Augusta (ver los
fragmentos correspondientes al viernes y sábado, 21 y 22 de agosto de
1908), curiosamente muy parejo al que sentirá Pessoa por Ofelia Queirós;
la angustia profesional como médico; la derivada de su incapacidad por
cambiar el entorno y, finalmente, la incomprensión a la que se ve
sometido.
La correspondencia entre UnamunoLaranjeira duró desde el 19 de
agosto de 1908 hasta el 15 de febrero de 1912. Tanto las cartas de éste
como las de Camilo Gástelo Branco, Antero de Quental, Antonio Nobre o
Mario de Sá Carneiro, dejan en evidencia la asfixia
54/ANTHROPOS
Caricatura de Ramón María del Valle
Inclán
vital a la que estaban sometidos en su país. El primero de todos habla
de expatriarse (algo tan común a los españoles). Antero cree que París
puede ser un lugar ideal, «cinco meses em París valem mais do que os
cinco anos de urna formatura em Coimbra». Pero la desilusión vendrá
pronto. Mario de Sá Carneiro renegará de París sin poder salir de allí y
Antonio Nobre llegará a la conclusión que —con toda seguridad—
subrayarían cada uno de ellos, «Nao me acho bem em parte alguma do
Planeta; as vezes chego a crer que so na cova serei feliz». En todos —
también de manera muy acusada en Laranjeira— hay una nostalgia
cósmica. El médico de Espinho, si bien no aportó obras magistrales a la
historia de la literatura por tuguesa contemporánea, sí lo hizo a ese
género fragmentario, tan poco considerado entre nuestros creadores,
como es el de la epistolografía. Carta como la que le envió de despedida a
Unamuno (recogida aquí), sólo es comparable a la que el poeta Mario de
Sá Carneiro le mandó a Fernando Pessoa diciéndole que: «A menos dum
milagre na próxima 2.a feira, 3 (ou mesmo na véspera) o seu Mario de Sá
Carneiro tomará urna forte dose de estricnina e desaparecerá deste
mundo». Tanta tomó que —según cuentan— no cabía en la caja de lo
hinchado que estaba. Sá Carneiro moría a los 26 años, Laranjeira a los 35.
Unamuno obtuvo de su relación personal y epistolar con el médico
suicida algunas de sus ideas sobre el alma trá gica portuguesa. Laranjeira
encontró a un confesor, quizá a un psicoanalista que en nada pudo
aminorar su anunciado fin. Dos almas gemelas, quizá una más fuerte que
la otra, una con mayor esperanza y fe, pero ambas a la búsqueda de un
absoluto inencontrable. En Laranjeira, como en muchos de los escritores
ya mencionados, hay muchos rescoldos románticos.
La carta de Miguel de Unamuno a Teixeira de Pascoaes comentándole
la muerte de Manuel Laranjeira, publicada como absolutamente inédita
por ese magnífico semanario cultural lisboeta que es el Jornal de Letras,
Artes e Ideias (n.° 230, 29 de noviembre de 1986), no fue incluida en
ninguna de las dos ediciones aparecidas conteniendo la correspondencia
entre ambos escritores. El poseedor del manuscrito (diecisiete hojas) es el
librero anticuario Ñuño Canavez de Oporto. La carta de Unamuno se
integra dentro de un lote de manuscritos firmados por Adolfo Casáis
Monteiro, Alexandre Herculano, Aquilino Ribeiro, Almeida Garrett,
Antero de Quental, Antonio Botto, Antonio Nobre, Camilo Gástelo
Branco, Herberto Helder, Gaspar Simóes, Jorge de Sena, Miguel Torga,
Eugenio de Andrade, Machado de Assis, Teixeira de Pascoaes, José
Regio, Vergílio Ferreira, Fernando Namora y otros muchos autores
importantes. El propio J.L. se hacía eco de la desidia oficial en la compra
de tan importante conjunto que se subastará públicamente en las
próximas semanas. El librero mostraba su desencanto y afirmaba que
todos estos manuscritos fueron comprados junto con una biblioteca de
más de 4.000 volúmenes con todas primeras ediciones de los siglos XIX y
XX. Esta carta, ¿podría tener que ver con las cuartillas que le mandó
Unamuno a Teixeira para publicar como homenaje a su amigo en A
Gazeta de Espinho, donde también lo hicieron el propio Teixeira y Guerra
Junqueiro? García Morejón afirma en su libro que dicho trabajo fue
redactado el 28 de febrero y publicado el 24 de marzo, mientras que la
fecha que nos da el J.L. es la del 25 de febrero de 1912.
Por su parte Valle-Inclán fue uno de los escritores que dio a conocer a
Ega de Queirós. De Wenceslao Fernández Flórez he rescatado estas
perdidas opiniones. Fueron hechas en una entrevista realizada en Madrid
(abril de 1929) por el periodista portugués Nováis Teixeira y publicadas
en el Diario de Noticias lisboeta. El escritor coruñés llega a confesar que
no le disgustaría el poder escribir en portugués. Más adelante añade: «Ha
quinze anos a esta parte reconhece-se. efectivamente, essa necessidade.
Eu pertenqo á gerac,áo que iniciou o movimento. e. despóis de nos. vieran
as Irmandades da Fala. cujo labor de compreensáo nacionalista é digno de
todo o aplauso. Ja se vai notando grande variedade de termos portugueses
em substituido de barbarismos casteIhanos. e eu confio que a minha
lingua. alentada agora pela accáo evolutiva, ha-de mais cedo ou mais
tarde ceder a este inevitavel fenómeno de encorporaqáo natural.
Fácilmente nos compenetraremos da consideravel importancia disto, se
nao esquecermos que a populacáo galega excede hoje 3.000.000 de
habitantes, numero superior a muitas naqóes europeías. e que ainda se
fala galego ñas quatro quintas partes da Galiza».
Fernández Flórez afirmaba rotundamente el mayor interés que había
de parte española por el acercamiento y el conocimiento entre ambos
pueblos, mientras que no notaba lo mismo por parte lusitana.
Pero ninguno de ellos tuvo tanta pasión como Ramón Gómez de la
Serna. En el año 1915 descubre Portugal al n poder ir a París por causa de
la guerra mundial, «allí encontré sol y aire de últimos de siglo, un lado
del mundo rezagado y cordial, lejos de todo, lejos de Europa y lejos de
América, un escondite de gaviotas. En la Lisboa que descubrí encontré la
sombra de mi tía Carolina Coronado, la poetisa de 1850. y todo tenía el
atuendo del romanticismo».'"" Lisboa. Sintra y Estoril lo fascinan. Sobre
este último lugar escribe: «... entonces era algo dulce y herméticamente
separado del mundo».3 1 En Pombo (I y II parte editado en 1918) dejó, al
igual que posteriormente en Au(omoribundia. varios testimonios sobre el
ambiente cultural lisboeta y el hervidero de cultivadores de los
movimientos de vanguardia. En Pombo I. en las car

Wenceslao Fernández Flórez


tas y postales enviadas a sus tertulianos madrileños, temporalmente
huérfanos de su presencia, desde Francia (París) e Italia (Florencia.
Ñapóles) les comenta cómo son los cafés que le salen al paso. En Lisboa
menciona con especial sorpresa al Martinho das Arcadas, frecuentado por
Fernando Pessoa: «¿Qué cafés debe tener Lisboa? —decía yo—. ¡Qué
Pombos con un aire trasatlántico, con un olor a buen café, con cierta
presencia de marinos modestos, de habla afable, de ojos grandes y
mulatos, varoniles y serenos! ¡Qué Pombos en los que habrá colgado un
cuadrito con un barco y con un mar con calidades de cola de pescado!
Tanto insiste en mí esta idea de un Pombo acrecentado, que me parece
que Lisboa será como una ciudad creada, salida de un Pombo cordial,
ubérrimo, sensato, incubador de todo con proporción, bondad y cariño.
Pues al acercarme me he encontrado con que no hay esos cafés en Lisboa.
Los he buscado con decisión, subiendo y bajando las enormes cuestas de
Lisboa, dan do vueltas a las esquinas, que parecían prometer ese café
deseado...
»He encontrado, sin embargo, cafés con cierto carácter. El café al que iba
Ec,a de Queirós y una tertulia de pintores y amigos que están retratados
en un cuadro patinóse y obscuro del tétrico Columbano. un cuadro lleno
de caballeros con grandes y altos sombreros hongos y con lentes de
aquellos que han quedado inmortalizados sobre las narices de Zola.»32
Ramón Gómez de la Serna se maravilla y describe fascinado el
hallazgo de las arañas del Leao, «en el café ideal que vamos a construir
habrá arañas así, con ese cuerpo azul y esas grandes lágrimas brillantes».
Y del Martinho dice lo siguiente: «El café de Arcada tampoco está mal, y
tiene aún las mesas, los espejos y las sillas estilo Imperio, que llevó a
Lisboa un general francés. No sé por qué se huele que allí se prepara la
restauración, la restauración que no se logrará nunca; pero la restauración
que alienta los muebles de ese café enfático, aristocrático y napoleónico,
de muebles duros, de contextura rígida, con un empaque de damas
embarazadas, pero hipócritas y aristocráticas». 33
El autor de Pombo capta a la perfección el «desasosiego», el tedio, el
«spleen», al referirse a ese especial clima lisboeta. Él lo denomina
melancolía: «¿Qué es esta melancolía que es la canela de esta placidez?
La he notado en los amigos, en la peregrinación de la gente en horas
lúcidas y alegres, en el mirar de los balcones, en el fondo de los tranvías.
Lo he estudiado, lo he reflexionado y creo haber alcanzado algo el porqué
de eso. Portugal es el último reducto de Europa, y con su gran espíritu,
con sus altas condiciones europeas, con su curiosidad europea, no puede
resistir ese alejamiento plácido, pero remoto, que le dé cierta calidad de
colonia, cuando su alma es despierta y europea. De ahí su melancolía y la
constancia de suicidios de intelectuales...».34
Ramón a continuación da una lista de estos suicidas: Camilo Gástelo
Branco, Julio César Machado, Trinidade CoeIho, Soares dos Reis y Mario
de Sá Carneiro (en el libro aparece este último como la en vez de Sa). La
explicación del escritor español es que todos estos suicidios se
produjeron «porque estaban lejos de París: porque aun viviendo en una
patria admirable, está tan remota a las ciudades inquietantes, está tan
incomunicada con las tierras centrales de Europa, tan injustamente
incomunicada, tan sin ecos, que se vive la melancolía del retiro y de la
distanciación. aun en la confortable luz, bondad e in teligencia de este
país». Aun siendo el término melancolía muy aceptable, habría que
analizar uno por uno los motivos particulares de estos suicidas. Por
ANTHROPOS/55
AUTOR - TEMA MONOGRÁFICO TEXTOS Y
NOTAS
ejemplo la explicación generalizada adaptada a Mario de Sá Carneiro
no coincidiría del todo ya que precisamente éste se suicidó en París el 26
de abril de 1916.
El autor de Cinelandia recuerda, en otro momento, el paso de Fígaro
(Larra) y Espronceda por la capital portuguesa. Este último enardecido
por su amor hacia Teresa: «Sin embargo, como sucede hoy. él sentía (se
refiere a Fígaro), en medio de esa gran ternura de que está llena Lisboa,
una gran melancolía, esa melancolía que ha hecho que en Lisboa haya
habido tantos suicidios literarios. Esa melancolía que es el pozo de esta
ciudad, algo así como si en el fondo del cráter, que es Lisboa, hubiese
quedado algo de fatalidad irreparabl e y del nihilismo absurdo que es la
fuerza del volcán, algo que es un último sorbo de licor amargo, de un
ajenjo con elementos de una fuerza suicida y misteriosa y
paradójicamente pesimista».3>
Ramón menciona revistas, círculos de encuentro, etc. «Los editores
—comenta— son muy contados, pero el movimiento intelectual es
amplio y podrá con el burgués y su indiferencia.» Más adelante añade,
«Existe en Oporto una sociedad editora llamada Renascenqa Portuguesa
que edita muchas obras y una revista mensual A Águia. de la que es
director el gran poeta portugués Teixeira de Pascoaes, fundador del
movimien- to "saudosista"». Ramón comenta también, a propósito de esta
tendencia, lo que dijo un escritor luso, «Galicia e a nossa Alsacia».
Gómez de la Serna habla «de los más brillantes poetas nuevos» como
Jaime Cortessao y Augusto Casemiro, combatiente en Francia. Por
supuesto —recordemos la temprana fecha— cita a Fernando Pessoa a
quien, con toda seguridad, llegó a conocer y tratar: «Perdidos, pero
frenéticos de inspiración, hay muchos jóvenes de corazón hijo del sol
naciente, como Veiga Simoes, como Joachim Correa da Costa, como
Mario Beirao, Alfonso Duarte, Mariano de la Carneiro, suicida, del que
otro gran poeta que fue su amigo, Antonio Ferro, ha dicho que "fue el
último suicida de su obra", Fernando de Pessoa, Augusto de Santa Rita,
Luis de Montalvor, Silva Tavares. Pedro Me
56/ANTH ROPOS
Ramón Gómez de la Serna
neses, Luiz J. Pinto, Augusto Cunha...[...]
»José Osorio de Oliveira (el CavaIheiro de Oliveira) es el que me ha
llevado al cenáculo del café Martinho y es el que ha reunido a mi
alrededor.» a todos los "novos" en un banquete íntimo...»36
Como puede observarse vuelve a producirse la errata en el nombre de
Sá Carneiro. También se le añade un de a Fernando Pessoa. Pedro de
Meneses es sin duda Alfredo Pedro Guisado. Insisto —aunque no
disponga de más datos— en el conocimiento del escritor español del
autor del Livro do desassossego. Ramón, además, acertó desde esa misma
contemporaneidad a darnos una idea climática y cultural de aquella
Lisboa. Ramón, como Pessoa (o viceversa), habla de los tranvías y de los
escritorios. Recordemos que Bernardo Soares era «ajudante de
guardalivros», seguramente en uno de esos lugares que describe así el
autor de Pombo: «Hay muchos Escritorios, el viejo Escritorio, lleno de
una obscuridad de siesta porteña, con sus pupitres cubiertos de hule
negro, con sus tinteros grandes y tristes —esos tinteros en que se refleja
foscamente toda la ciudad como en un espejo negro— sus obleas y sus
luces de gas. En esos escritorios se trabaja todo el día, y la nostalgia que
hay en ellos del día, del aire libre y de la luz libre que viven fuera, hace
que al verlos encontremos mejor el gusto de nuestra afortunada felicidad
al deambular por las calles felices y libres, envueltos por las ráfagas del
placer que hay en la luz».37
En el año 1923, Ramón Gómez de la Serna iniciaba la construcción,
en Estoril, del «chalet ideal», al que llama El Ventanal. «El único fajo de
billetes que he poseído —cuarenta mil pesetas mondas y lirondas, que me
dejó mi padre— lo he empleado íntegro en ese hotelito para la digna
soledad del novelista, sin atender el familiar consejo de "¿y con qué
vivirás si caes enfermo?".» Así lo comenta en el tomo II de Pombo. En
Automoribundia lo hace de esta otra forma: «Fija en mí la idea de vivir en
aquel recodo y regato del mundo, próximo a España y lejano de ella, en
un clima más sin muerte que el de España, aunque como buen español no
dejase de pensar en la muerte, me dediqué a construir el chalet ideal, y en
él metí además de la pequeña herencia de mi padre esos miles de pesetas
que me tocaron a la lotería, todo lo que gané en aquella época
excepcional del munífico Calpe y del más munífico El 5o/...».38
Parece ser que su intención inicial era la de denominarle «El Retiro»,
pero en Portugal esta denominación equivale a taberna. De todas formas
el sentido que él quería darle con este último nombre, a causa del gran
ventanal que lo caracterizaba, se confundió en la lengua portuguesa con
viento ya que ventana en portugués es «janella». En este lugar pasa
grandes temporadas. En el año 1926, acuciado por las deudas lo vende.
Igualmente hará con su biblioteca. «La casa fue desde el primer momento
de un prestamista que me había adelantado lo mucho que me faltó para
acabarla.» Cita a Oliveiro Girondo como el único amigo que acudió en su
auxilio ofreciéndole unos miles de pesos. La triste venta de la biblioteca
la relata así en Automoribundia: «Entonces bajé de un golpe cien contos y
lo vendí con muebles y todo, menos la biblioteca, que se llevó a bajo
precio un librero de viejo que a su vez puso un anuncio que me
sorprendió en los diarios: "Véndese a biblioteca do Excelentísimo Sr.
Ramón Gómez de la Serna". ¡Qué vergüenza! ¡Yo que por no poder llevar
mucho bagaje en mi huida había vendido algunos libros dedicados por
autores portugueses!».39
La triste conclusión de esta aventura lusitana quedó expresada así:
«Todas las ilusiones de estabilidad cerca de España y en sitio fácil para
correos y actualidades habían quedado inutilizadas». Allí había escrito El
ñor elisia (cinco capítulos están dedicados a Lisboa). Cinelandia. Seis
falsas novelas, y prepara La Quinta de Pahnyra. Tras una estancia en
Ñapóles. París y Madrid, regresa a Estoril para intentar rescatar su
antigua vivienda. «Madrid me recibe con su inefable cordialidad, pero yo
salgo en seguida para Estoril.» Más adelante añade en esta misma página
de Automoribundia: «Yo salía al atardecer y a la noche en vuelo de
murciélago que conoce todos los caminos y compraba papeles enteros de
décimos —para empapelar la desilusión—. por si podría lograr que
volviese a mi poder El Ventanal, que cada vez se poblaba de mayores
recuerdos, como si los hubiera dejado allí niños y ahora fuesen adultos.
¿Me reconocería si me volviesen a ver?»/"
Ramón no consigue sus propósitos y «volé de Portugal por última
vez». Retorna a Madrid. Valéry Larbaud. gran admirador de su obra de la
que fue el primer traductor al francés, amigo per- sonal, habla de sus
encuentros en la capital lusa en «Letre de Lisbonne a un groupe d'amis».
La Quinta de Pahnyra. de la que existe una reciente edición preparada
por la hispanista norteamerican a Carolyn Richmond.41 no sólo es una de
sus mejores novelas, sino también el retrato alegórico del país que tanto
admiró. Este palacio en la costa, no lejos de Lisboa, es propiedad de
Palmyra Talares. Solterona, se deja seducir por un español. Rota esta
relación, emprende una frenética unión amorosa con otros hombres. Tras
una enfermedad y reiterados fracasos. Palmyra acoge en su quinta a una
amiga lesbiana, «ambas comprenderán sus vejeces para las que el hombre
sería incomprensivo». Todos los pessoanos saben algunas leyendas sobre
la Boca del Infierno, en Cascaes. Allí el 25 de septiembre de 1930. el
satanista. poeta, etc.. Aleister Crowley desapareció en misteriosas
circunstancias. Ramón, en Automoribundia. definía este sitio como «el
lugar donde se

Pessoa con Augusto Ferreira Gomes


escucha hacer gárgaras a las olas lunares».
En el tomo II de Pombo hay algunos otros datos de la presencia
portuguesa en España. En la página LXXX se publicaba la foto de un
grupo de intelectuales portugueses en el gran café Martinho de Lisboa.
Estos eran: Juliáo Quintinha. Augusto d'Esaguy, Antonio Ferro y José B.
d'Oliveira. En otra página habla del pintor Guilheume Filipe. Se publica
también (página 469) una foto de Almada al lado de otras de López
Rubio. Manuel Galán. Aldecoa. Almada. Rogelio G. Pérez. Jardiel
Poncela...
Almada Negreiros llegó a Madrid en 1927. Me refiero a la etapa más
larga de su permanencia, que duró hasta el año 1932. Había coincidido
con Ramón en el homenaje que en Lisboa, en el 1925. le tributaron los
intelectuales. Ramón lo colocó en un lugar destacado en el café Pombo.
La Gaceta Literaria apadrinó una gran exposición de su obra. Gómez de
la Serna y Antonio Espina fueron sus principales promotores. El primero
publicó el artículo titulado «Cómo Ramón Gómez de la Serna aprecia a
Almada Negreiros». en el número 1 (1927) de La Gaceta. En la misma
publicación, en el número 13 (1 de julio de 1927). Espina hacía lo mismo.
Fernando Pessoa escribió en A Aguia sobre la obra pictórica de Almada.
con quien, entre los años 1915 y 1917. colaborar en la aventura futurista,
en algunas revistas ya mencionadas con anterioridad. En 1917 lanza un
«Ultimátum Futuri sta» a las generaciones portuguesas del siglo XX. En
el número 1 de la revista Sudoeste que fundó y dirigió en 1935 escribe:
«La dualidad Portugal-España es, en fin. el secreto de la vitalidad de la
península ibérica y de su civilización. Portugal y España son dos opuestos
y no dos rivales. Los opuestos son complementos iguales de un todo. Este
todo está representado geográficamente por la península ibérica y en
espíritu por la civilización ibérica». La primera parte de esa misión de la
civilización ibérica, Almada la centraba en la expansión del imperio
colonial portugués y español. La segunda parte de la misión civilizadora
ibérica consistía para el pintor «en crear la cultura del entendimiento por
tugués y la del entendimiento español», algo de lo que parece haber
indicios medio siglo .después.
Durante su estancia en nuestro país, Almada llegó a colaborar con
habitualidad en periódicos y revistas como El Sol, ABC, Blanco y Negro,
La Esfera, Nuevo Mundo. Mundo Gráfico, Crónica, Revista de Occidente,
etc. En la Novela Mundial, dirigida por J.G. Mercadal, compartió la labor
de ilustrador con Penagos y Souto. Decora la Fundación del Amo, el
teatro Muñoz Seca, el cine Barceló y San Carlos. Su anterior estancia en
París sólo le proporcionó una «conciencia nacional», mientras que en
Madrid, a decir de J.A. Franca, «le dio una especie de concienciación
cultural ibérica».42
En la biblioteca de Fernando Pessoa (al menos la conservada tras su
muerte) el apartado español es prácticamente inexistente. La mayor parte
de esta docena de libros fueron —con toda seguridad— enviados
directamente por sus autores o a través de alguna de las revistas en las
que colaboró o fue director. Esto pudiera ser el caso de las siguientes
obras: Buscón poeta, de Eduardo Dieste, hermano de Rafael; influencias
de la literatura gallega en la castellana, de Eugenio Carré Aldao; La
rueda de color, de Rogelio Buendía, con dedicatoria («A Fernando Pessoa
con la admiración entusiasta de R.B., Huelva, 14-8-1923»); La
inferioridad mental de la mujer, de P.J. Moebius, traducido y prologado
por Carmen de Burgos (Colombine), que, como ya hemos visto, truncado
de Madrid. (Entrevisión de un insulano)»:
ANTHROPOS/57
No sé
Acabo de soñar un sueño absurdo
como un hongo antiguo de alas enroscadas. Es un recuerdo. Yo hice una vez un viaje...
Jacobo Sureda, en su único poemario El prestidigitador de los cinco
sentidos,4* habla de «desasosiego» (por aquellas fechas Pessoa ya llevaba
escritos numerosos fragmentos del libro postumo que ostentaría ese
mismo título). Hay una atmósfera parecida en todos ellos, muertos a muy
tempranas edades. Sureda, en el prólogo a su poemario de trescientos
ejemplares compuesto por él mismo y editado en la Selva Negra, decía
algo que ratificarían con seguridad todos ellos desde sus diferentes
puntos: «Estos poemas —la denominación es un convenio— son poemas
sin grandes alientos cuya presencia puede ser verificada por cada quien
en su más próxima vecindad y donde quiera que se encuentre. Yo no hice
más que echarles un lazo. No intento aquí agenciarles unos justificantes
que no necesitan: toda literatura vive su vida, la que puede. La
inmortalidad: pamplina».
NOTAS
1. Livro do desassossego. Tomo I, Editorial Ática, Lisboa. 1982; Tomo II. en junio de esc
mismo año. Edición preparada por María Alíete Galhoz. Teresa Sobral Cunha y Jacinto do
Prado Coclho. Nada más aparecer la edición publique un largo artículo titulado, «Fernando
Pessoa: El livro do desassossego por Bernardo Soarcs». revista Nueva Estafeta, octubre de
1983. n." 47. La edición castellana traducida por Ángel Crespo salió en la Editorial Scix Barral.
Barcelona. 1984.
2. Luis Buñucl. Mi último suspiro. Editorial Plaza & Janes. Barcelona, 1983.
3. Rafael Cansinos Assens. La novela de un literato. Alianza Tres. Madrid. Tomo I. 1983. y
Tomo II. 1985.
4. En este sentido es interesante el artículo de Salvador Lorcnzana (Francisco Fernández del
Riego) titulado «No centenario de Teixeira de Pascoaes», publicado en la revista Grial. enero-
fcbrero-narzo de 1977, n." 55.
5. Sobre ello ya escribí en mi libro. La revista Alfar y la prensa literaria de su época (1920-
IWO). Ediciones Nos. La Coruña, 1984.
6. A.J. Saraiva y Osear Lopes. Historia da literatura portuguesa, Porfo Editora. Porlo. 1979.
era gran admiradora del país vecino. Menéndez Pelayo. Rosalía de
Castro y Campoamor eran los autores que estaban en su poder. 43
Curiosamente La sombrilla japonesa que dio pie a ese par de cartas
enviadas por Pessoa al autor del libro, Isaac del Vando Villar, no aparece
en esta relación.
La estela silenciosa de Fernando Pessoa se prolonga y agranda en
nuestro país a lo largo de la posguerra. La revista de Cuadernos de
Literatura Contemporánea, dependiente del Instituto Nebrija del Consejo
Superior de Investigaciones Científicas, se publicó dirigida por J. de
Entrambasaguas desde 1942 hasta 1946. A partir de esta última fecha se
transforma en Cuadernos de Literatura con su suplemento poético Acanto
dirigido por J.G. Nieto. En 1945 aparece como suplemento de Cuadernos
la Antología de la Literatura Contemporánea.44 En la sexta y definitiva
entrega se incluyen poemas de Pessoa y de sus heterónimos Alberto
Caeiro, Ricardo Reis y Alvaro de Campos. Es la primera vez que Pessoa
aparece ya con verdadera fuerza.45 La revista Garcüaso (Madrid, 1943-
46), dirigida por García Nieto, en el número correspondiente al mes de
mayo de 1944 incluía la traducción por Rafael Morales del poema
«Cualquier música». «El florecer del encuentro casual» de Alvaro de
Campos fue vertido al castellano por Ángel Crespo en Rocamador, n." 9,
Falencia, invierno de 1957. Lo mismo hicieron el propio Crespo y
Alejandro Gabino Carriedo en la revista que fundaron y dirigieron con la
cabecera de Poesía de España (1960-1963). La publicación de Miguel
Labordeta Despacho Literario de la Oficina Poética Internacional,
Zaragoza 1960-1963, incluía la carta a Adolfo Casáis Monteiro, «Poesía:
libertad de existir». El primer libro publica do con poemas de Pessoa en
España se debe a Ángel Crespo: Poemas de Alberto Caeiro, Rialp,
Colección Adonais, núm. CXLVII, 1957. Posteriormente, otros
traductores del poeta portugués han sido Rafael Santos Torroella, Pilar
Vázquez Cuesta, José Antonio Llardent, Pablo del Barco, Ángel Campos
Pámpano, Miguel Ángel Viqueira, etc.4¿
58/ANTHROPOS
José Pacheco, director de Contemporánea
Francisco Rivera, en Inscripciones,41 habló de «Cavafys y Pessoa:
Vidas paralelas». Esta relación podría ampliarse mucho más si para ello
nos basáramos en la importancia que cierto tipo de ciudades han tenido
en sus escritores. Esas ciudades de la «deriva» bartheana. Sin embargo y
como colofón a este trabajo, quisiera referirme muy sucintamente a una
serie de conexiones que pudieran existir entre el poeta portugués y
algunos de nuestros poetas de vanguardia más importantes, pero menos
conocidos. Me refiero al palmesano Jacobo Sureda (1901-1935), el
gallego Manuel Antonio (1900-1930), el catalán Salvat Papasseit (1894-
1924) y el canario Alonso Quesada (1886-1925). Todos ellos más o
menos ignorantes los unos de los otros, pero en unos ambientes
lejanamente paralelos. Todos (incluyendo al propio Pessoa) están
afectados por la insularidad, o mejor dicho, por el «a-islamiento» al que
se refirió Unamuno al hablar del autor de El lino de los sueños.
Fundamentalmente, las concomitancias más relevantes pudieran existir
entre Quesada y Pessoa. Las ciudades en las que viven ambos son muy
semejantes en cuanto a esa sensación de laxitud, desempeñaron oficios
parecidos y además mantuvieron una cierta distancia con respecto a la
sociedad literaria. El poeta canario escribe poemas como «Los ingleses
de la colonia» o «Un tenedor de libros» que hubiera podido firmar el
propio Pessoa, o mejor dicho, el heterónimo Alvaro de Campos. Lo
mismo sucede con grandes fragmentos de ese magnífico poema que es el
«Poema
7. Op. cit.. p. 283.
8. A.J. Saraiva. Breve historia de la literatura portuguesa. Madrid. Ediciones Istmo. 1971. p.
251.
9. Se publica en el n.° 57 de la revista coruñesa correspondiente al mes de abril de 1929.
10. Op. cit.. p. 253.
11. Es muy interesante el artículo de A. Lucio Vidal titulado «Alfredo Guisado, poeta galego-
portugués». publicado en la revista Grial. enero-febrero-marzo. 1984. n." 83.
12. Joáo Gaspar Simóes. Perspectiva histórica da poesía portuguesa, sécula XX. Brasilia
Editora. Porto. 1976.
13. Ver artículo de A. Lucio Vidal, p. 31.
14. Ramón Piñeiro. «Das relacións culturáis galego-portuguesas». en la revista Nova
Renascenc.a. Porto. 1982. p. 327. Esta publicación apareció en 1980 dirigida por José Augusto
Seabra. Antonio Corte-Real y Jacinto de Magalhaes.
15. Ramón Villares Paz. «As relacións da Galiz;i con Portugal na época contemporánea»,
revista Cría!. n.°81. p. 309.
16. Almanaque de las Artes y las Letras para 1928. ordenado por Gabriel García Maroto.
Editorial Biblioteca Acción. Madrid, p. 120.
17. Op. cit.. pp. 121-122. El poema es exactamente el mismo que está recogido en las Poesías
completas. Editorial Anagrama. Porto. 1980. p. 90.
18. Op. cit., p. 123.
19. Antonio Pina Coelho. Os fundamentos filosóficos da obra de Fernando Pessoa. tomo I,
Lisboa. 1971. pp. 20-21. Ver el libro de Ángel Crespo. Estudios sobre Pessoa. Editorial
Bruguera. Barcelona. 1984. p. 291.
20. Capítulo del libro mencionado en la nota anterior.
21. Hay una edición reciente del mismo publicada por la Colección Dendrónoma, Sevilla, 1980.
22. Op. cit., pp. 293-296. También aparecen en el catálogo-libro de la exposición que se realizó
en Madrid: Fernando Pessoa. El eterno viajero, preparado por Teresa Rita Lopes y María
Fernanda de Abreu, Fundación Juan March, Madrid, 1981.
23. Guillermo de Torre. Literaturas europeas de vanguardia, Caro Raggio. Madrid, 1925, p.
48.
24. «Entre vanguarda e tradiqao: A Presenta», del libro de Fernando Guimaráes, Simbolismo,
modernismo e vanguardas, Imprensa Nacional-Casa da Moeda, Lisboa. 1982.
25. Sobre ello tengo dedicado un capítulo de mi tesis doctoral (pendiente de publicación)
titulada: Historia de la prensa literaria en Galicia desde comienzos de siglo hasta la guerra
(1900-1936). Y su relación con la española.
26. Se refiere a las revistas Amic de les Arts y Nova Revista, y a los escritores Scbastiá Gasch,
Salvador Dalí y Luis Montanyá.
27. Aquí habla de la Revista de Occidente, a la misma Gaceta, Carmen, Verso y Prosa,
Parábola, Meseta, etc. Giménez Caballero dice que los escritores de esta área, más que estar
influenciados por autores extranjeros (Giradoux. Joycc, Coctcau, Gide, etc.) lo están por otros
españoles tales como Unamuno, Juan Ramón, Ortega, Azorín, D'Ors, Ramón, Machado, Pérez
de Ayala, además de autores clásicos como Gracián o Góngora.
28. Este apartado es el andaluz. Aquí están revistas como Gallo, Litoral, Papel de Aleluyas, etc.
Las influencias de escritores en este triángulo, a decir de E.G. Caballero, eran
fundamentalmente españolas (Góngora. Juan Ramón), aunque se fil
Fernando Pessoa, dibujo de José Sarmentó, 1987
tran autores extranjeros como Valéry. Mallarmé. Rimbaud. etc.
29. Tomo estos versos de la última edición del Cancionero. Akal Editor, Madrid. 1984. p.
11. El poema n." 26 va firmado el 13-3-1928.
30. En Automoribundia (¡888-1948). Editorial Sudamericana. Buenos Aires. 1948. p. 301.
31. Op. cit.. capítulo LXIV.
32. Tomo I de Pombo. Imprenta G. Hernández y Galo Sáez, Madrid. 1918. Páginas sin
numeración.

41. La Quinta de Palmyra. edición de Carolyn Richmond, Editorial Espasa Calpc. Madrid.
1982.
42. Fragmento del texto publicado en el catálogo de la exposición antológica realizada en la
Fundación Juan March. Madrid, 1983-84.
43. Una relación de los mismos aparece en Fernando Pessoa: El eterno viajero, op. cit.
44. Más datos sobre este tema pueden encontrarse en el libro de Fanny Rubio. Las revistas
poéticas españolas (1939-1975), Ediciones Turncr. Madrid. 1976.
45. En el libro Fernando Pessoa: El eterno viajero, op. cit., se maneja una amplísima
bibliografía. Pero todos los datos con respecto a Pessoa y España se dan a partir de la posguerra.
46. Las ediciones de la obra de Pessoa han proliferado en los últynos tiempos.
47. Francisco Rivera, Inscripciones, Fundarte. Venezuela, 1981.
48. Jacobo Surcda, El prestidigitador de los cinco sentidos. Ediciones Arxipclag, Palma de
Mallorca, 1985.
L'escriptura
i el fet nacional
en Fernando Pessoa
Joaquim Sala-Sanahuja
Universitat Autónoma de Barcelona
L'any 1915, un petit llibre somou les aigües de la cultura portuguesa:
es el moment de la publicado de YArte de Ser Portugués, recull ordenat
de reflexions sobre la cultura nacional portuguesa, per una de les
máximes plomes lusitanes de l'época, Teixeira de Pascoaes, pare del
saudosismo i capdavanter del moviment de la Renascenqa Portuguesa, i
«pare sublim» en aquells anys del jove poeta Fernando Pessoa. Els
diversos capítols de Arte de Ser Portugués, dedicáis a nocions com ara
«Rac,a» i «Patria», o «ánima patria», i a caracteritzar sobretot les
manifestacions d'una «ánima portuguesa», contenen molts del temes que
mes endavant Pessoa tractará en els seus escrits póstumament aplegáis
pels editors en dos volums: Sobre Portugal - Introdujo ao problema
nacional i Ultimátum e páginas de sociología política.' L'idealisme
saudoso preconilzal per Teixeira, el geni de la llengua porluguesa, el
sabastianisme, així com la relació de qualilals de Tánima porluguesa que
apareixen en aquesla Arte —el geni de l'avenlura, l'esperil messiánic
(sebaslianisla) , el senlimenl d'independéncia i lliberlal—, elemenls
conslilulius de la visió saudosisla de la pálria, serán desenvolupals de
forma diversa per Pessoa en els lexlos suara esmenlals. De forma diversa,
sí; car existeixen en aquesls escrils cerles conlradiccions, parlicularmenl
entre Ultimátum, signal al seu momenl (1917) per Alvaro de Campos, i
alguns deis allres lexlos, conlradiccions polser diclades per la mateixa
diferencia de lo, de llenguatge si es vol, que marca l'obra de rhelerónim
Campos. Ja a Ultimátum, publical al número únic de Portugal Futurista,
apareixen, pero, alguns deis temes centráis (falló que serán els textos
sobre «sociología política» de Pessoa: sota la ploma de Campos van
sorgint vertiginosament els elements que consagren una mena
d'aristocratisme agressiu, una condemna mes o menys nietzscheana de la
democracia entesa com a heretatge de la Revolució francesa, i l'exaltació
d'una monarquía «espontánia», anti-hereditária i consensual, en la qual el
Rei vindria a ser una mena de nou Cronwell, encarnado auténtica del destí
nacional.
ANTHROPOS/59
Es per aquesta via de conseqüéncía que sorgirá en el pensament de
Fernando Pessoa la qüestió del Quinto Imperio. En efecte, en un món
estructural peí domini d'uns pobles damunt deis altres, d'unes cultures
damunt. les altres, el fet del domini es una determinado del destí
nacional. Per Pessoa, el destí del poblé portugués, les incitacions
origináries del passat i de la cultura que n'ha sorgit, el menen per forc,a a
esdevenir un imperi renovellat peí fet d'una voluntat de domini cultural.
En la profecía pessoana del Supra-Camoens, figura del geni portugués per
esséncia, hi ha abans de tot un intent de culminado d'aquesl procés.
En comparar aquests escrits pessoans —alguns deis quals, pero, eren
tan sois anotacions incompletes, i, d'allres vegades, fragments
plausiblement manllevats deis llibres que consultava— amb la primera
referencia d'aquest article, Y Arte de Ser Portugués de Teixeira,
observarem que la profecía pessoana del Supra-Camoens pot ser també
entesa com una simple extrapolació de r«alma lusíada» en les seves
manifestacions celebrades pelsaudosismo. Particularment proper a
l'esperit portugués, el geni ¡iteran troba en la poesia, segons Teixeira de
Pascoaes, un lligam pregón amb l'ánima del Poblé: «Mitjanqant els
poetes el geni popular es va fixant en figura vivent, cada vegada mes
perfecta». I afegeix: «El poeta es Tescultor espiritual d'una Patria, el
revelador-creador del seu carácter en marbre etern d'armonia». 2 Per
aquesta i per d'altres raons, cal situar, al meu parer, l'idealisme pessoá en
l'órbita del pensament saudosis
ta, per be que les formulacions de Pessoa siguin menys «literáries»,
mes concretes, i sobretot mes modernes peí que fa al llenguatge —només
cal pensar en 1'Ultimátum d'Álvaro de Campos.
El Quinto Imperio, acompliment de l'esperit sebastianista, i que els
saudosistes consideraven el suport historie d'un element nacional, el
messianisme, es, en Teixeira, la fita máxima vers la qual convergeixen
totes les qualitats de l'«ánima patria». Es ciar que les notes de Pessoa
sobre el Quinto Imperio son molt mes extenses i precises. En deduirem
sobretot que el Cinqué será, en el pensament de Pessoa, un imperi
espiritual, un imperi de cultura que cerca «nous valors civilitzacionals
per tal de desvetllar d'altres nacions»,3 seguint el model grec i oposant-lo
al francés i a l'anglés. De la mateixa manera, la figura de D. Sebastiáo
com a inspiradora d'una nova monarquía «espontánia» trobará la seva
justificado en la mateixa «ánima» del poblé. Aquest, «O Encuberto»,
només pot reencarnar-se (el terme es nostre) en alguna 'figura envoltada
d'una auténtica «auréola mística».4 Ni D. Joáo IV, restaurador de la
monarquia portuguesa el 1640, ni el Marqués de Pombal, ni el jove
dictador Sidónio País, al qual Pessoa dedica un opuscle, no posseeixen
veritablement aquella aureola, per be que estimulessin un moment el
«misticisme subconscient de la nació».
Si el pensament polític i nacional que aquests llibres expressen deriva
visiblement, dones, del nacionalisme saudosista, cal dir també que no
constitueix cap fet a'illat en el panorama europeu de l'época —aillat, es a
dir, específicament portugués. Les seves idees son, en alguns aspectes
mes conceptuáis, un reflex de les tesis de Maurras i de Daudet, les tesis
de VAcíion Franqaise— que Y Ultimátum ataca, malgrat tot, en la figura
de Barres. Presenten també clars ressons nietzscheans i coincideixen amb
les del francesos en molts deis postulats sobre el paganisme. Pero
coincideixen sobretot amb les tesis nacionalistes que sorgeixen a
Catalunya a partir deis primers anys del segle. Ja d'antuvi el saudosismo
palesa nombroses convergéncies amb el «panteisme» que acompanya la
teoría de la paraula viva de Maragall, tal com destaca Alfons Maseras en
el Próleg de les seves versions catalanes del mateix Teixeira de Pascoaes,
publicades a Barcelona el 1938.5 Peí que fa al nacionalisme, les idees de
la Renascenga Portuguesa son llargament tributáries, igual que les del
noucentisme, del maurrasianisme, amb la parlicularitat lógica que en
ambdós casos —el portugués i el cátala— la nació ressorgeix d'un llarg
període de destret, de decadencia i, en certa forma, de colonialisme
(sobretot peí que fa a Portugal).
Mes concretament, si comparem La nacionalitat catalana de Prat de
la Riba i l'esmentat Arte de Ser Portugués, les coincidéncies son
esbaídores. El llibre de Prat, es cert, no conté cap de les referéncies ais
miles populars que, en un gest encara plenament románlic, Maragall
postulava com a models cívics, com en el cas de Sanl Jordi. Conlé pero,
en canvi, molls capílols que serán análegs ais del llibre poslerior de
Teixeira i a molts deis textos polítics de Pessoa. La idea mateixa de
nacionalitat, amb uns límits geográfics, una raga, una Mengua i un espedí
nacional, així com la seva configuració a parlir d'un etnos ibéric, lan
distinta de la que havia enunciat Pi i Margall a fináis de segle, es
conlemporánia a Calalunya de l'esplel nacionalista portugués inicial per
la Renascenga Portuguesa. L'imperialisme, en lol aixó, no es per Pral de
la Riba, igual que per Pessoa, sino la conseqüéncia exlrema
AUTOR - TEMA MONOGRÁFICO TEXTOS Y NOTAS
d'un nacionalisme projectat enfora. inspirant-se —encara que potser
abusivament— en les teories individualistes d'Emerson.
Cal remarcar, a mes. per tal de comprendre l'abast ideológic real del
nou centisme. que diversos indicis permeten de creure que en la redacció
d'alguns capítols de La nacionalitat catalana, i especialment en el
dedicar a l'imperialisme. hi intervingué a la má d'Eugeni d'Ors. aleshores
(1906) brac, dret de Prat peí que fa a qüestions culturáis. Remetré el
lector a algunes de les «gloses» que apareixien en aquelles mateixes dates
a La Ven de Catalunya. Les relacions posteriors de d'Ors amb Teixeira. i
la vinguda d'aquest darrer a Catalunya, el 1918. son factors essencials per
a qualsevol análisi del pensament polític en la Catalunya de les dues
primeres décades del nostre segle. Ni Prats ni d'Ors no s'estan. en efecte.
de preconitzar un imperialisme cátala, imperialisme cultural destinat a
projectar enfora. vers els altres pobles d'Europa. els nous valors
civilitzacionals que sorgien o havien de sorgir al nostre país (en aquest
cas els valors del noucentisme d'Eugeni d'Ors). I per comencar aquesta
projecció. d'Ors es multiplica en conferencies i articles a Portugal, de
vegades sobre temes portuguesos. i la seva influencia es fa palesa en
algún deis escrits de Pessoa sobre la cultura portuguesa, en el qual el
sitúa, juntament amb Unamuno i Dídac Ruiz (sic). com a model de gran
intel-lectual.
Tant peí que fa al noucentisme com a la Renascenga Portuguesa, la
magnitud extrema deis mots que manipulen —im- peri. domini.
projecció...— no triga a cedir el protagonisme a una evidencia molt clara:
la de la concepció conservadora d'aquestes doctrines. La cultura, en
efecte. apareix entre móduls rígids. envoltada de normes, s'identifica amb
les normes. En la política cultural del noucentisme. la primera i única
política cultural que ha conegut Catalunya, la majoria de les actuacions se
centren en quatre cristeris básics i elementáis que només faran que
endolcir els moments difícils de la reconstrucció de la nació. Per be que.
en teoria. bagues d'aplegar
el Poblé i aviar-lo vers el seu destí nacional i imperial. El
noucentisme, al capdavall. fou un ersatz opac pero forc,a práctic i
acomodador de les seves própies teories.
Pero una última qüestió. la de les avantguardes. entra a formar part
del panorama cultural d'aquells anys, originant un conflicte entre molts
intel-lectuals compromesos en la tasca cívica de reconstrucció de les
respectives nacions, i especialment entre catalans i portugueses. El
dilema es aleshores el següent: d'una banda han de romandre fidels a un
ordre. a uns principis que asseguren la possibilitat de donar una cultura a
una nació ressorgida: d'altra se senten solidaris o sol-licitats pels nous
corrents, per les noves estétiques. pels nous estatuts de la paraula. J.V.
Foix va resoldre probablement el dilema inventant, uns anys mes tard. un
estrany aliatge entre el Vell i el Nou. entre la Tradició catalana i els nous
llenguatges cosmopolites que emanaven de Dada i del surrealisme,
bandejant-ne pero els aspectes mes destructors —incompatibles
possiblement amb el sentit de la reconstrucció nacional—. i substituint-
los per un estrany ámbit de ressonáncies clássiques. Pessoa. per la seva
banda, inventa el drama em gente, l'acurada dramaturgia de les veus deis
seus heterónims, que conté, ultra la seva veu «propia», la d'un poeta
clássic. la d'un poeta avantguardista, i la d'un poeta popular, sorgit de la
térra.
Son, al meu parer, en el cas de Foix i en el de Pessoa, adaptacions
diverses a un mateix conflicte, en la culminació d'un llarg procés
d'insatisfacció política i literaria del qual els escrits polítics de tots dos
poetes constitueixen el testimoniatge excepcional.
NOTES
1. Lisboa. Ediqocs Ática. 1979. 1980.
2. Lisboa. 1915. Rccd. Lisboa. Ediqocs Rogcr Dclraux. 1978.
3. Sobre Portugal. Inlrodu^ao ao problema nacional, p. 222.
4. Ibíd.. p. 207.
5. Barcelona. Edicions de la Rosa deis Vcnts, 1938.
Pessoa, en un dibujo de Almada Negreiros
Fernando Pessoa y la dictadura salazarista en Portugal
Javier Urdanibia
«Todo vale la pena»
(«Mar portugués», Mensagem)1
«Nada vale la pena»
(«Elegía na sombra»)2
Sorprende que un mismo autor haya podido escribir de forma tan
despojada dos expresiones tan netamente contrarias. Podríamos paliar
nuestro justo asombro recordando que Fernando Pessoa no gozaba de la
virtud de la veneración y la observancia del principio de tertio excluso,
que era un audaz cultivador de todas las paradojas y de todos los riesgos
lógicos, y que su actitud ante el lector era la de quien propone versiones
diversas de acertijos, lo que era inevitable en un poeta y pensador al que
lo real se le había ofrecido como ficción y como charada. No; aquí, ante
ambos fragmentos de versos, estamos ante dos momentos intelectuales y
emocionales irreconciliables, ante dos atmósferas sucesivas y
excluyentes. ¿Qué ocurrió entre el primer fragmento y el segundo? ¿Cuál
es el acontecimiento-eje sobre el que giró el cambio de atmósfera en el
alma y en la escritura de Pessoa?
Los dos fragmentos de versículos, por otro lado, no están escogidos al
azar, sino que pertenecen a dos constelaciones poéticas de gran
importancia. El primero pertenece a Mensagem, único libro de poemas en
portugués que vio la luz en vida del poeta, libro nacionalista donde los
haya, libro optimista, providencialista y pictórico de fe. El segundo
proviene de un largo y atrabiliario poema que Pessoa escribió el 2 de
junio de 1935, medio año antes de abandonar Lisboa y el mundo. Ambos
textos coinciden, además, en que son firmados por F. Pessoa ele mesmo y
no por alguno de los otros heterónimos, significándose con ello que el
conflicto todo-nada se
al concurso literario «Antero de Quental» convocado por el
Secretariado de Propaganda Nacional que creó Oliveira Salazar y que
entregó a la dirección de Antonio Ferro, antigua amistad del poeta. 4 El
premio fue concedido a una mediocre obra poética del misionero
franciscano Vasco Reís que llevaba como título A Romana y cuyo
argumento trataba de un carretero bolchevique que acaba abrazando los
ideales de la Revolución Nacional, de Salazar y de Ferro.3 Las protestas
que la decisión del jurado levantó entre los escritores de Presenta
Pessoa, por Jorge Martins (Adolfo Casáis Monteiro, Joáo Gaspar Simóes...)
obligaron a Ferro a instituir
da, no distribuido en una obra plural, un premio de inferior rango que,
esta
sino como fases vividas por una misma vez sí, fue concedido a F. Pessoa,
cuya
persona. obra —dejando a un lado la calidad literaria— difícilmente
encajaba en el lecho de Procusto de la estética salazaris«Mar portugués»
ta, populista, santurrona, pueril e inconsistente con la efectiva vida
literaria
El tono de este poema es heroico, como portuguesa.6
corresponde al duro y doloroso destino
de la patria y a su aventura ultramari
na. Tono heroico y alma grande para ir «Elegía na Sombra»
más allá del dolor y de cabo Bojador.
Sólo así, de las cenizas del dolor y el La atmósfera de este largo poema
de
llanto, de la amenaza de las aguas inficiento treinta y seis versos es
llamativanitas, puede florecer la esperanza y remente contraria a la que
respiramos en
flejarse el benigno cielo. Para quien se «Mar portugués» y, hablando en
geneidentifica con la vida histórica de Portural, en todo Mensagem. El
ímpetu épigal, para quien tiene algún modo de co-heroico ha
desaparecido y con él toda
descodificar los símbolos que propone traza de optimismo nacionalista y
proviel sentido teleológico y el vector escalodencialista. Apenas de la
alegría de
lógico, para quien está preparado para «Mar portugués» quedan unos
versos
el don, para el magnánimo, todo vale la que inmediatamente van a
sumirse en
pena. Ignorantes, invidentes y pusilánila desesperanza y en la negra
depresión.
mes no llegan más allá del dolor de las Una estrofa como la siguiente:
aguas próximas.
El optimismo del poema —y de todo Tierra tan linda con héroes tan grandes.
Mensagem— parece participar de un esBuen So! universal localizado
tado de espíritu propicio al populismopor el mejor calor que aquí expande,
salazarista y a la épica reaccionaria del calor suave y azul sólo a nosotros dado,
Estado Novo. Precisamente en 1933, F. (vv. 25-8) Pessoa trató de usar
sus influencias per
sonales para ver incluido este poema en pertenecería al jovial Pessoa, si
no fuelos libros de lectura obligatorios en esra por la exclamación que le
sigue y le cuelas y colegios.3 Al año siguiente tiedespoja de toda viríus:
ne lugar otro acontecimiento que ha
sido estudiado y debatido por los estu¡Tanta belleza dada y gloria ida! diosos de
la biografía fernandina. El (v. 29) poeta publica y presenta su colección
de poemas Mensagem —en realidad, un El pesimismo es patético y en el
poepoema épico nacionalista y hermético— ma se disemina con la
proliferación de
vocablos con carga emocional e intelectual negativa.
La raza desfallece, despojada de toda alegría, duerme el sueño
mórbido de la nostalgia y la desgracia, la dolencia y el miedo. El alma de
Portugal fue sustraída y está ahora prisionera tras un muro, bajo un
hechizo. El despojamiento es de tal magnitud que la hora presente se
convierte en hora inútil. El esplendor heroico lusitano queda allá en la
distancia, ahogado en nieblas que lo hacen invisible.
¿Quién ha causado tal mutación? ¿De qué crimen o pecado es esta
hora estéril castigo? Enfermedad, descreencia, «inapetencia de grandes
fines», hipnosis patógena, el alma colectiva despojada sólo vive el sueño
inútil de los simulacros y de esta forma su existir carece de plenitud y
autenticidad, es mero plagio.
Nada. Ni fe ni ley. ni mar ni puerto.
Sólo el prolijo estancamiento de las aflicciones,
como en las tardes sin brillo, en el mar muerto,
la dolorosa soledad de las aguas.
Pueblo sin nexo, raza sin soporte,
que, agitada, indecisa, no repara
en que es raza y que le aguarda la propia muerte
como a un tren expreso que aquí se parase.
(w. 41-48)
¿No puede colmarse la esperanza? ¿No hay ritmo vivificador para el
corazón descompasado? Portugal, nuevo sol occidental, cuna de
aventureros y héroes, parece yacer en mortal tedio y su pueblo se ha
convertido en innoble. ¿Ya no es posible que «cualquier oscuro
sentimiento informe» sacie la sed de Profecía y Cumplimiento? ¿No
podrá vencerse la maldición del Hado que hace tediosos noche y día?
Portugal, herida y envenenada... desierto del alma... sueño demencial,
inútil, no reparador, [...] inquietud que, ¡ay!, no es revuelta ni ansia. El
Prometido vive lánguida vida , cubierto por los «sambenitos del
abandono».
... todo es nada
y nunca viene aquello que ha de venir. (vv. 119-20)
El destino de Portugal, como el de todos los entes, se acerca al cese,
al fin, a la irrealización. La angustiosa desesperanza no puede mirar al
futuro vacuo y neblinoso. Todo cuanto es se sitúa en lo pretérito. Nadie ni
nada regresa.
Fue todo, nada vale la pena. (v. 136)
Este sombrío «Elegía en la sombra» y aquel maníaco «Mar
portugués» obviamente ofrecen dos atmósferas contrarias y traducen dos
estados de espíritu también irreconciliables. Pero cabe recordar que la
experiencia de decadencia y la morbidez consecuente o, quizás,
concomitante, están presentes de forma nítida, con pesadez ontológica en
los heterónimos neopaganos Ricardo Reis y Antonio Mora, en los que la
orfandad, el exilio, la amenaza de dioses y Hado, la inadecuación a la
civilización cristista, provocan un pathos decadente y desconsolado bajo
la máscara escasamente convincente de quietud, indiferencia y
horacianismo. La experiencia y el estado de ánimo que sustenta la
«Elegía en la sombra», ¿no es equiparable a la de aquéllos? Si estos
versos fueran del mismo tipo que las odas ricardianas o los fragmentos
más atormentados de Mora, no cabría tratar de ubicar un hiatus en la
biografía de Pessoa entre «Mar portugués» y la elegía. Sería una
angustiosa vivencia decisiva y recurrente del drama em gente, la
conciencia desventurada de la inadaptación a la realidad de la vida. 1
Aparte de esta interpretación general de ambos poemas, según la cual no
tienen por qué estar relacionados inmediatamente a un momento de la
vida de Pessoa, por ser un elemento que va y viene en la danza de la
heteronimia,8 cabe otra hipótesis más «empírica», más temporal, más
biográfica, y es la que queremos dejar establecida aquí. De acuerdo con
esta segunda vía entre la redacción del «todo vale la pena» al abatido
«nada vale la pena», hay acontecimientos que empujan a Pessoa a
abandonar la fe que inicialmente había depositado en el régimen
salazarista. Conviene, además, para limitar la hipótesis, hacer la siguiente
observación: no es que el poeta abandone sus ideas nacionalistas y
providencialistas, su sebastianismo, sino que deja de considerarlas
aplicables a Salazar. Buscamos la causa de este rechazo del salazarismo.9
La sustentación de la hipótesis «empírica» (que puede vivir en
perfecta cohabitación con la «general») nos la proporcionan ciertos hilos
conductores en la vida del Pessoa-persona civil, como también ciertos
poemas muy de circunstancias que han llegado no ha mucho hasta el
lector. Poemas como: «Antonio de Oliveira Salazar» (29-3-35), «Sim, é o
Estado Novo, e o povo...» (29-7-35) y «Poema de Amor em Estado Novo»
(8 y 9-11-35), poemas, como se aprecia, contemporáneos de «Elegia na
Sombra» (2-6-35).1()
La época histórica que a Fernando Pessoa le tocó vivir era decadente
en todos los aspectos sociales, políticos, económicos, coloniales. La
pasión con que el poeta se entregó a comprender su enigmática patria
estaba animada por una vigorosa aspiración regeneradora. La decadencia
era, pues, un malestar transitorio en espera de mejores tiempos venideros.
«La "regeneración" tal como la imaginaba, habría de pasar,
necesariamente, por el impulso genesíaco o del "Presidente-Rei" o del
"genial" reinventor de mitos, papel éste para el que Pessoa, por lo menos
en algunos momentos, se juzgó dotado.»11
Dos posibilidades, pues, de regeneración: a) la política, representada
por Sidónio Pais, y b) la mitopoética, a la que se entregó el Supra-
Camóes. Imperialismo político e imperialismo de cultura. Pero las
aspiraciones políticas y culturales están estrechamente abrazadas. Y la
atención diaria y apasionada que prestó Fernando Pessoa a la política de
su época le llevó a escribir multitud de fragmentos de «sociología
política».
ANTH ROPOS/63
Como ha escrito Joel Serráo,12 tres eran las bases del proyecto
político fernandino: el nacionalismo, el anti-revolucionarismo, y la
necesidad de un golpe de fuerza militar. Conviene ser un poco más
explícito en torno a estas bases para no malentender al poeta-sociólogo.
Nacionalismo
tiempo. Mientras que los primeros inclinan su atención hacia el
pasado, remoto o próximo, para Pessoa sólo cuenta el futuro, y su tesis,
según promete, aportará la absoluta novedad.11 Obsérvese que,
justamente por su proclividad hacia lo venidero e inédito, hace de su
nacionalismo una aspiración mística. El futuro pleno es el objeto de amor
del ardor místico. Al ser la intuición —y no el hábito— el motor de la
aspiración utópica a la realización de la promesa, a la satisfacción del
ansia, «todo partido anticonservador es una asociación mística».18
Necesidad de la dictadura militar en Portugal
El nacionalismo pessoano procede del decimonónico nacionalismo de
raigambre republicana. Desde el Ultimátum ante el que Gran Bretaña
puso a Portugal en 1890, la monarquía dejó de ejercer su influencia y
aceleró irrecuperablemente su decadencia. El relevo lo tomó el proyecto
republicano con tal fuerza que República llegó a identificarse con Patria.
En efecto, para Pessoa, la República, sustituyendo como forma de Estado
a la monarquía, no sólo era un momento necesario sino beneficioso en la
regeneración nacional, un comienzo del resurgimiento nacional. Pero
pronto el proyecto regenerador republicano pareció insuficiente al poeta
de Mensagem"
A partir de 1912, si no antes, su nacionalismo adquiere las notas de un
misticismo14 y se manifiesta abiertamente su dimensión esotérica, su
mesianismo. A la división de la patria —entre republicanos y
monárquicos—, a la postración nacional generalizada, deberían poner fin
los redentores, el Cromwell venidero, un hombre de fuerza que elimine
los obstáculos. ¿Cuáles son éstos? Aquellos que hacen imposible la
inteligencia del mensaje esotérico del Supra-Camóes...
Fernando Pessoa resumió así su posición patriótica: «Partidario de un
nacionalismo místico, en el que se haya abolido toda la infiltración
católico-romana, creándose, si fuera posible, un sebastianismo nuevo, que
la sustituya espiritualmente, si es que en el catolicismo portugués hubo
alguna vez espiritualidad. Nacionalista que se guía por este lema:
64/ANTH ROPOS
"Todo para la humanidad;
nada contra la Nación"».15
Anti-revolucionarismo
En la ya citada nota autobiográfica redactada en 1935, precisamente
para servir de introducción al poema «A memoria do Presidente-Rei
Sidónio Pais», publicado en 1940 por Editorial Imperio, caracteriza su
posición política como la de un «conservador al estilo inglés, esto es,
liberal dentro del conservadurismo, y absolutamente anti-reaccionario».
Toda la enunciación es clara, pero permanece en la oscuridad lo de
«absolutamente anti-reaccionario». Porque ¿qué puede querer decir con
ello quien, como persona civil y como compañía heteronímica, dejó tanta
constancia de sus fobias contra los movimientos revolucionarios, las
doctrinas políticas igualitaristas y sus militantes y partidarios? ¿Qué
significa esa expresión tan rotunda en quien, en la nota autobiográfica
que comentamos, se define como anti-comunista y anti-socialista y
equiparó la situación instaurada por el comunismo con comer raíces?16
Su antirreaccionarismo consistía en la aversión a los grupos sociales que,
a su juicio, obstaculizaban el advenimiento y desarrollo de lo nuevo,
nostálgicos monárquicos, y turbulentos y desorientados republicanos,
impedimentos al establecimiento del interregno que abrirá los tiempos a
la Nueva Monarquía.
Su lejanía de «integralistas» y «contrarrevolucionarios» está causada
por la distinta inclinación del espíritu en el En 1928, en Lisboa, en el
órgano del Núcleo de Acción Nacional, publica Pessoa su controvertido O
Interregno. Defesa e Justificaqáo da Dictadura Militar em Portugal.^
Este agitado año, como todos los años de la República portuguesa,
establecida en 1910 y prácticamente abolida en 1926 por el general
Gomes da Costa (28 de mayo), quien, a su vez, dejará paso
inmediatamente (noviembre) a la dictadura del general Carmona y de su
ascendente ministro de Finanzas, el profesor de Coimbra, Antonio
Oliveira Salazar. Días en que se vivía un clima de despotismo y
ultranacionalismo.
En este escrito, lleno de explícitos elementos esotéricos,20 se exponen
las Doctrinas del Interregno, en número de tres, y que no son más que
justificaciones de la Dictadura Militar en Portugal como único camino y
salida hacia el futuro y lo porvenir.21
Según la primera doctrina de la justificación, al estar la nación
dividida equilibradamente entre monárquicos y republicanos, y, así,
hallarse en un estado de guerra civil latente, y al no haber, por tanto,
posibilidad de establecer uno u otro régimen, la Fuerza Armada será el
régimen. Portugal, irremediablemente, es un país dual, contradictorio,
escindido. La fractura es irreparable desde el interior de la dicotomía en
la que los polos se excluyen mutuamente. Sólo la Dictadura Militar puede
enmendar el conflicto histórico en este «país de las dos ortografías». 22
La segunda doctrina es más compleja y trata de desmitificar la
superstición constitucional. Para ello pone de manifiesto el quid pro quo
que cometen los constitucionalistas, con presunciones de cientificidad.
Han confundido la constitución con la opinión pública; el régimen
constitucional es el régimen de la opi nión pública. Pero, sin ideal
nacional ni opinión pública (lo que no es el caso de Inglaterra),23 la
constitución abre las puertas a la guerra de los partidos, guerra que, como
todas, se lleva a cabo mediante el dinero y el secreto, cosas ambas bien
alejadas de la opinión pública. Sólo el Estado de Transición puede poner
coto a los «maleficios del constitucionalismo». ¿Cuál será el cometido
del Interregno? Desde luego, no lo será el hacer, el llevar a cabo
cualesquiera tipos de medidas, porque sin ideal nacional, sin una
conciencia misional, no puede resultar fructuoso y orientado ningún
obrar. Este Estado intermedio y preparatorio «limitará al mínimo su
acción». Lo que socialmente es indispensable es el orden público. Y
concluye de forma estremecedora: «Si una nación fuese una aldea,
bastaría la policía; como es una nación, tiene que ser la Fuerza Armada
entera».24
La tercera doctrina establece que, no pudiendo haber opinión pública
en Portugal, la política péndula de un extremo al otro inacabablemente.
No hay vida política sana en Portugal porque no hay equilibrio entre
fuerzas impulsoras y fuerzas retropulsoras, entre nacionalismo y apertura
al exterior. Esta extrema pendulación política procede casualmente de la
carencia de opinión pública. Sin este imprescindible control sobre los
gobernantes, éstos instintivamente se inclinan al fraude. «Toda situación
gobernante, desde la caída de la monarquía absoluta, es sustancialmente
un fraude.»25 Sólo puede detener el nefasto vaivén una mano fuerte que
fije la trayectoria en el punto medio, en la resultante del paralelogramo
de fuerzas. Esa mano es, obviamente, la de la Fuerza Armada.
Pero Pessoa, como todos los profetas, sabe bien de las inestabilidades
históri
Octubre de 1910, barricadas republicanas
en Lisboa
cas y su espera es una paciencia desesperanzada y por ello pretende
liberarse de una identificación de sus doctrinas con la dictadura del
general Gomes da Costa. Para ello, emplea el consabido doble
procedimiento de la generalización (o universalización) y el
aplazamiento. Quien fue capaz, años más tar de, de escribir que «los que
han-de-venir es la manera más estúpida de decir los que naturalmente
nunca vienen»,26 tuvo que afinar ahora sobre la verdadera naturaleza y
alcance de sus Doctrinas del Interregno. Por ello en el Segundo Aviso
puntualiza: «Si mañana la Dictadura Militar cayera, no caerá con ella su
justificación. Que una cosa sea necesaria no implica ni que exista, ni que,
existiendo, subsista; implica tan sólo que es necesaria».27
Graves problemas y pasos en falso tuvo que vivir el poeta-sociólogo
para guardar fidelidad a su fe sebastianista e historicista en el Quinto
Imperio. Y es que, efectivamente, como ya había subrayado
Kierkegaard,28 la fe «después de haber hecho los movimientos de la
infinitud, realiza los de la finitud». La vida de fe, fundada en el absurdo,
es inseparable de aquella moción que trata de conquistar el mundo finito
«de una manera total y plenaria». Un pensamiento de lo doble es un
pensamiento del doble movimiento. El interregno es necesario porque en
él nacen los reyes, los gobernantes de la Nueva Monarquía, las
aristocracias del Quinto Imperio. El interregno no puede implantarse
históricamente en la nación portuguesa sino «por la voluntad del
Destino» y «el derecho de la Fuerza», derechos supremos,29 y deberá
«sustituir los tipos de mentalidad gobernantes por otro tipo de
mentalidad». Para ello, como intuyó acertadamente el Presidente Sidónio
Pais, se tendrá que recurrir a capas sociales hasta ahora alejadas del
poder, los militares, las clases extrapolíticas (comerciantes e industriales)
y los indiferentes, es decir, las clases medias y «cultas», también
extrapolíticas.30
El 27 de abril de 1928, Oliveira Salazar llega al Ministerio de
Finanzas, con el general Carmena como Presidente de la nación. En 1932,
Salazar se convierte en Presidente del Consejo de Ministros. Y en 1933,
la Asamblea Nacional aprueba la Constitución del Estado Novo. Con él se
establece una República presidencialista, una organización social
corporativista, en fin, una dictadura ultramontana. Pessoa, ante estos
hechos nuevos, se planteó la validez de su Interregno y aceptó
inicialmente como beneficioso este nuevo tutela je político. Sidónio Pais
y el Dr. Salazar, de Coimbra, tenían algunos rasgos personales y políticos
comunes. Pessoa caracterizo así al personaje en un principio: «La venida
de Salazar trajo por fin al Jefe de Acción Nacional. Gradualmente se
sintió su jefatura, fue primero un prestigio pasmoso por la diferencia
entre él y todas las especies de jefes políticos que el pueblo conociera; un
prestigio psicológico, sí, antes de nada, porque lo que primero se
descubrió de Salazar, aparte de su carácter ascético (rasgo que de por sí
no da prestigio, pero que generalmente refuerza el que otras cualidades
imponen), es que era, al contrario de los vulgares jefes políticos, un
hombre de ciencia, de trabajo y de pocas palabras y, al contrario de los
portugueses vulgares, incapaces de pensar claramente y de querer
firmemente, un espíritu excepcionalmente claro, una voluntad
omnímodamente fuerte. Vino después el prestigio administrativo del
financiero —prestigio que el pueblo, incapaz de criticar o percibir una
obra financiera— inmediatamente aceptó en virtud del prestigio ya dado.
Por fin, más tarde, atrayendo ya a ciertas clases cultas que quedaron un
poco retraídas, vino el prestigio del jefe político, del organizador de la
Constitución y del Régimen Corporativo».31
ANTHROPOS/65

Hombre excepcional este Salazar, apolítico y admirable, único ser


capaz de capitanear a las masas en medio de la catástrofe nacional.
Dotado de tal forma que podía poner en práctica una política de verdad y
de salvación colectiva, cuyo prestigio procede de esa gran diferencia de
sus cualidades respecto del pueblo y de los políticos portugueses.32
Sidónio Pais y Salazar encarnan fuerzas salvíficas, son los «héroes» de
Carlyle y los «hombres históricos» de Hegel, los verdaderos propulsores
de la vida de la nación, biografías históricas en sentido estricto. Las
etapas que tales hombres superiores establecen nos aproximan a la etapa
final, la de la Nueva Monarquía. Hombres de interregno y de transición,
supieron intuitivamente elegir el correcto camino, el de la República
presidencialista, fórmula de transición que conserva los beneficios de la
necesaria república (esencialmente, la inhumación de la vieja monarquía
y de sus lacras) y la continuidad con el régimen establecido. La república
no es un régimen definitivo. El presidencialismo, por otro lado, apuntaba,
no como la forma republicana, a la conservación y a la continuidad, vía
hacia el futuro, pues «el poder personal comienza ya a introducir uno de
los principios fundamentales del régimen futuro y de la tradición
portuguesa.33 Tanto el presidente-rey Sidónio Pais como el dictador de
Coimbra son una transición esperanzadora. Viviendo en las épocas de las
cuales bien puede afirmarse: «todo vale la pena». O bien:
«Incluso ante la Muerte la Fe exulta: llora y confía».34
El interregno es el punto en que el doble movimiento de la fe, hacia la
infinitud y hacia la finitud, coincide o comienza a coincidir o hace
posible la ansiada coincidencia. Pero los interregnos de los dos «héroes»
nacionales se vieron truncados, traicionaron su vocación y sentido
históricos, no tuvieron conciencia de transitoriedad, de medio, sobre todo
la dictadura salazarista. Sidónio Pais fue asesinado35 y Salazar estableció
un régimen más al establecer la Consti
66/ANTH ROPOS Luís Vaz de Camóes
tución de 1933, lo que no debía haber hecho. «Con la votación de la
Nueva Constitución estamos ya en un régimen: El Interregno cesó.»36 Lo
que equivale a decir que la esperanza se desbarató y que el movimiento
hacia la infinitud dejó de conjugarse con el otro movimiento de la fe, éste
hacia el cumplimiento en la finitud. Posiblemente, en 1933 comenzó a
gestarse la ruptura del teorizador del interregno con el populismo
salazarista, ruptura que se consuma en 1935, poco antes de su muerte.
La primera causa del distanciamiento fue sin lugar a dudas el asunto
de Mensagem que ya hemos mencionado más arriba. La potencia literaria
del poeta desbordaba desmesuradamente los despreciables cauces del
Estado Novo y de la política del espíritu de Antonio Ferro. 37 La
concesión del premio de Categoría B no parece probable que pudiera
aliviar el dolor que en su autoestima (siempre secretamente muy
elevada)38 se infligió aquel 31 de diciembre de 1934. Poco ha el efectivo
ganador del premio, Reis Ventura (en 1934, firmó A Romana como Vasco
Reis), confesaba que con la concesión del premio Antero de Quental
establecido por el SPN se cometió «una espantosa injusticia». El pretexto
oficial del jurado (Mensagem no cumplía con el requisito de las cien
páginas) no pasó de ser una justificación no digna de crédito, ante lo que
el mismo Vasco Reis / Reis Ventura calificó de «mis versitos de
adolescente».39 Paradójicamente, el autor de A Romana encontró «la
crítica más elogiosa de su libro» en una breve nota que el mismo Pessoa
publicó en el Diario de Lisboa, en el suplemento literario del 4 de enero
de 1935, pocos días después de la concesión del premio del SPN. Pessoa
califica allí al franciscano (en aquel momento) de «admirable artista»,
dotado de talento, y a A Romana de «poema adorable». Las razones
confesadas para valoración tan encendida son curiosas porque, a la vez
que asumen elementos de la estética salazarista, muestran la declinación
y el inevitable desvío. Estas razones, y esto es lo más importante, son de
un tipo que volverá a aparecer en este último año de la vida del poeta con
intenciones evidentes de «desmitificar» el populismo religioso de la
dictadura corporativista. Esta singular forma de «desmitificación»
consiste en un desplazamiento semántico por el cual las creencias y los
cultos populares varían de significado latente y de tal guisa se
descristianizan y des-salazarizan en provecho del universo simbólico
neopagano en sus vertientes ortodoxa y/o trascendental. Este
procedimiento de salvación de los contenidos rituales y festivos
populares se realiza mediante la reinterpretación, mediante la ciencia
irónica de una nueva lectura o de una visión no por oculta menos
operante.
En el artículo breve sobre A Romana del misionero franciscano Vasco
Reis, se considera que el poema es católico. El catolicismo, «vasto
sistema sincrético», es tanto sobrevivencia como transmutación del
paganismo. Bajo las apariencias de lo católico se encubre la sustancia
pagana. La emoción portuguesa hace de su catolicismo una religión del
Niño Jesús, Cupido católico,40 y de María venerada aquí como Madre.
Otro tanto pasa con San Juan Bautista o San Antonio, niños, adolescentes,
como se vuelve a ver en los cantos a los santos juninos lisboetas. En la
reseña y en los poemas estamos frente al mismo modus operandi, el
desplazamiento, la transmutación. Se cohabita con las apariencias y se
disiente en los contenidos. Sintetiza Pessoa: «No conozco libro, en prosa
o verso, que interprete tan paganamente, tan cristianamente, el alma
religiosa de Portugal».41
Todos los ulteriores problemas que Pessoa va a vivir con el
salazarismo pro
ceden de su particular hermenéutica, de su valoración de las
manifestaciones de lo popular y, en suma, de las relaciones entre los
fenómenos y lo oculto.
En efecto, en este mismo año de 1935, Pessoa se enfrenta
abiertamente con el Estado Novo en relación al problema de las
asociaciones secretas y, concretamente, de la Masonería. 42 El Estado de
Salazar y su estética se mostraron como auténticos obstáculos a la vida y
al porvenir de lo que está encubierto, a su epifanía, a la Nueva
Monarquía; por tanto, no se ahormaba a las doctrinas del interregno y las
pervertía.
El 25 de enero la Cámara Corporativa comenzó a discutir el proyecto
de ley contra las asociaciones secretas, ley que finalmente tenía como
objetivo la supresión de la masonería mediante su ¡legalización. Frente a
este proyecto de ley presentado por José Cabral reaccionó Fernando
Pessoa con un extenso artículo titulado «Asociaciones Secretas» en el que
defendió «fraternalmente» a la Orden iniciática y desmoronó el
pretendido edificio argumental de los anti-masones. Él podía hacerlo
adecuadamente porque, al no pertenecer a la orden masónica, no sólo no
estaba sometido al imperativo del secreto y de la discreción, sino que
podía guardar la imparcialidad que convenía al asunto: «No soy masón, ni
pertenezco a cualquier otra Orden semejante o diferente. No soy, sin
embargo, anti-masón, pues lo que sé del asunto me lleva a tener una idea
absolutamente favorable de la Orden Masónica».43
El artículo fue escrito a finales de enero y principios de febrero,
cuando la Cámara Corporativa había comenzado (desde el 25 de enero) a
discutir el proyecto de José Cabra.
No entraremos en detalle en la argumentación fernandina, sino que
será suficiente esbozar algunos extremos de la misma, subrayando, como
lo ha hecho acertadamente Margando, 44 que en sus reflexiones está
presente, como es habitual en él, una fuerte disociación. En la ocurrencia,
se mezclan el espacio iniciático y el político-pragmático. La línea
argumental central es sobre el asunto del secreto, el cual no es privativo
de la masonería o de cualquier otra orden ini
Sidónio País
ciática, ya que «todo cuanto de serio o de importante se hace, se hace
en secreto».45 Además, si el proyecto se convirtiera en ley, sería a) inútil
en cuanto a los fines propuestos y b) perjudicial para Portugal. Inútil
porque «las órdenes iniciáticas están defendidas, ab origine symboli, por
condiciones y fuerzas muy especiales que las tornan indestructibles desde
fuera».46 Perjudicial porque ello acarrearía una corriente de opinión
internacional hostil con previsibles resultados prácticos (comerciales)
adversos. ¡Ingenuo Pessoa! El proyecto de Cabral es un despropósito que
pone en evidencia la ignorancia del proponente sobre las organizaciones
de las que habla; ignorancia consistente en presuponer, grosso modo, que
la Masonería es maléfica y dañina, lo que es un desatino que confunde la
naturaleza de la Orden con la falibilidad de los hombres que la
componen...
Sus empeños contra el proyecto de ley fueron inútiles, y el 2 de abril,
por unanimidad,47 la Cámara Corporativa lo aprueba. El 21 de mayo se
¡legalizan las asociaciones secretas mediante la ley 1901 aparecida en el
Diario do Gobernó. Pero el artículo de Pessoa conmocionó vivamente a
ciertos sectores y a ciertos individuos. La virulencia y aparato de la
reacción quizás cogieron de sorpresa a su mismo autor, por lo que pudo
escribir: «Por primera vez en mi vida fabriqué una bomba».48
El tercer punto de fricción con el salazarismo (o la tercera concausa
que le lleva del colaboracionismo a la violencia verbal crítica, de la
justificación a la desvalorización) son los conflictos aludidos por el poeta
con la censura. Los engorros que Pessoa tuvo que afrontar por la libre
manifestación de sus opiniones y de las de Alvaro de Campos
acompañaron largos trechos de su corta vida. Baste recordar los episodios
relacionados con Leal y con Botto (1923). No hace falta traer a colación
las airadas reacciones que los diversos programas y movimientos que
encabezó suscitaron (Orpheu, Portugal Futurista...}. Pero el primer
conflicto directo con la censura ya establecida por la Dictadura Militar
del general Gomes da Costa (quien ese mismo día había dado un golpe
más de la veintena de revoluciones que vivió la República desde 1920
hasta entonces) tuvo lugar con el n." 6 de la Revista de Comercio e
Contabilidade, el 28 de mayo de 1926, el cual, publicado no en junio,
como estaba previsto, sino meses más tarde, vendría presidido por una
fórmula ritual: «Este número fue modificado por la Comisión de
Censura». La experiencia no deja de ser doblemente chocante y dolorosa
al tratarse de una publicación especializada y técnica.49
Años más tarde la presión de la Censura llegó a resultarle sólo
tolerable debido a que, si bien no podía inhibir su necesidad de escribir,
podía muy bien hacerlo con el deseo de publicar.
En carta, que no llegó a enviar, a Adolfo Casáis Monteiro, miembro
activo del grupo Presenta,5(} confiesa que, a partir del discurso de Salazar
del 21 de febrero de este año de 1935, quedó de manifiesto que todo
cuanto se escriba deberá subordinarse «a las directrices trazadas por los
orientadores del [...] Estado Nuevo», cuya naturaleza confiesa
desconocer. En otro apunte manuscrito para una carta a Marques Matías
anota que tanto las «complicadísimas crisis mentales» como las
circunstancias externas establecidas por el Estado Novo, «si no me privan
del tiempo material en que pueda escribir, me reducen, no obstante, el
tiempo mental en que pueda pensar en escribir».51 Obsérvese que el
discurso de Salazar tuvo lugar pocos días después de que se publicara el
artículo contra el proyecto de Cabral. Al desencanto tras el veredicto del
premio del SPN, se unió en la atri

bulada alma del poeta la soledad casi absoluta ante las reacciones
fóbicas que su «bomba» provocó y la decepción a causa de las palabras
del dictador sobre la libertad de expresión (y, por tanto, sobre la práctica
literaria); todo ello conspiró para que tuviera lugar la ruptura de Pessoa
con el salazarismo y «política del espíritu». A partir de febrero de 1935,
ya no hay sutura posible entre el poeta y los detentadores del Poder. Las
doctrinas de la necesidad del interregno seguían siendo válidas; lo único
que había variado para Pessoa era la aplicabilidad a la situación concreta.
La depresión es completa y llega el negro tiempo del «nada merece la
pena» de su «Elegia na sombra».52
El poeta-profeta se había equivocado en sus cálculos y emociones:
¡no era la Hora! El Régimen Corporativo no era el interregno, sino una
desmesurada impostura. Y con esta constatación surge abruptamente el
problema del neopaganismo en una época no pagana, antipagana, adversa
a las vivencias paganas. ¿Qué actitud debe observar el neopagano en una
época que no es la suya? La indiferencia, la inactividad. Pero este patrios
de apartamiento ¿es un bien en sí, como quiere el decadente Ricardo Reis
haciendo de la necesidad virtud, o, como prefiere Antonio Mora, es una
imposición insalvable (y transitoria) de las circunstancias? Fernando
Pessoa oscila entre los estilos de los dos heterónimos, entre las dos
versiones de este estoicismo tardío, y tanto se sume en la apatía y la
inmovilidad como intenta la reactivación. Entiéndase bien: toda
reactivación, toda práctica, toda resistencia al Poder deberán parecerse lo
más posible a la indiferencia inactiva. Pero Pessoa, que carece de deseo
de publicar, no puede sustraerse a la voluntad de escritura que era en él
voluntad desencantada de cualquier tipo de sosiego. La frustración de las
expectativas que había puesto en la Dictadura de Salazar inyecta
violencia a esos poemas que no publica (la Censura nunca lo hubiera
permitido) y amarga angustia a los que llegan al público. Oscilación,
temblor, veleidad, es el movimiento del drama-em-gente, dominado por
el alma del péndulo y la oquedad. El pungente
68/ANTHROPOS
mecimiento que delimita y cierra lo posible de su destino se expresa
con claridad cuando Fernando Pessoa admite: «Soy, de hecho, un
nacionalista místico, un sebastianista nacional. Mas soy, aparte de eso, y
hasta en contradicción con eso, muchas otras cosas».53
El poema «Antonio de Oliveira Salazar», de 29 de marzo, está muy
alejado del fragmento elogioso que hemos citado in extenso más arriba.
Dos versos nos hablan de la carencia de justificación del estado de cosas.
Lo que no tiene sentido
es el sentido que esto tiene.
Lo establecido carece de articulación en el decurso necesario de la
historia. Se trata de un obstáculo contingente hacia el progreso de los
tiempos. El nombre mismo del dictador está hecho de sal y azar. Las
lluvias han disuelto la primera y sólo queda la arbitrariedad sin sentido
del «pobrecillo tiranillo». Su carácter ascético ahora no recibe otra
consideración que el desprecio, la ridiculez y el melindre.
Mas en fin es
cierto y certero
que esto consuela
y nos da fe.
Que el pobrecillo
del tiranillo
no bebe vino,
ni siquiera café.54
Durante los meses de abril y junio el régimen movilizó todos los
recursos para reforzar el «carisma» (!) del Dictador. El culto idólatra por
el tirano se rodea de un hinchado e hipócrita populismo que se adereza
con elementos cristianos. La dictadura recurre a las capacidades de
convocatoria y propaganda de la Iglesia católica en una sociedad
mayoritariamente feudal. Pero para entonces Pessoa había efectuado la
ruptura definitiva, sin abandonar sustancialmente sus doctrinas sobre la
necesidad de la dictadura militar en Portugal. Las fiestas lisboetas que
comienzan el 1 de junio deben enmarcarse en esta operación de
glorificación y refuerzo de Salazar. Fiestas populares y cristianas bajo el
patrocinio de los santos Antonio, Juan y Pedro. Las composiciones
poéticas a los santos juninos, escritas el 9 de este mes, son una
superación, un impulso regenerativo, respecto a la funeral «Elegia na
Sombra» escrita una semana antes.
El inicio de las fiestas de su ciudad debió de coger al poeta en el
grave decaimiento que su elegía nos transmite. Pero pronto debió de
cambiar el rumbo del humor. Un Pessoa renovado adopta la perspectiva
siguiente en torno a las fiestas: yendo de la superficie salazarista a la
profundidad, realizando una inmersión interpretativa, hallamos el
verdadero sentido de los santos juninos en el inconsciente colectivo
popular y en la recta inteligencia de los signos. Los santos y las fiestas
populares son elementos y acontecimientos paganos, de un paganismo
trascendental emparentado con la tradición oculta del cristianismo. Las
fiestas ya no son, tras esta mutación, fiestas del ferviente pueblo
cristiano, del agradecido rebaño, sino fiestas de los iniciados, de los
paganos, de los sebastianistas. Fiestas, en una palabra, irrecuperables por
el régimen corporativo, expresión de un saber inconsciente y de una
esperanza aún encendida."
Un poema escrito el día 29 de julio desenmascara el optimismo vacuo
de la propaganda populista del SPN. En él se justifica irónicamente el
adjetivo del Estado Novo por la razón de que jamás se vio impostura
tamaña. La alegría de las gentes no se ve por ningún lado, la unión
nacional no existe más que como partido único, la insistentemente
invocada civilización cristiana nadie sabe lo que es. La Nación es una
escuadra policíaca contra masas de desnutridos a los que se intenta hacer
olvidar su hambre mediante el miedo, la alegría y la esperanza, que. en
verdad, están abatidas. Las directrices estéticas hacen, de nuevo, del
Teatro Nacional el lugar de la Inquisición. El régimen corporativo es el
indisoluble matrimonio de Error y Fraude. Nadie satisface sus ansias ni
sus necesidades. Nadie se colma. La propaganda del SPN sigue repitiendo
innoble: «Hoy el almuerzo es mañana».^
Finalmente, los días 8 y 9 de noviembre, tres semanas antes de su
viaje al reino de las sombras. Fernando Pessoa escribió su «Poema de
amor en el Estado Nuevo», en el que todo el léxico de la propaganda
oficial es banalizado y ridiculizado: nota oficiosa, saldo positivo, patrón-
oro. Sindicato nacional, gastos, deuda fluctuante. Asamblea Nacional.
Cámara Corporativa. Acto Colonial. Estatuto de Trabajo. Banco de
Portugal. Consejo de Estado. Ley del Estado Nuevo. Casa del Pueblo.
Unión Nacional, plebiscito, elecciones, cuenta corriente en el extranjero...
Nombres vacíos de significación, palabras que adquieren «sentido» en la
mera repetición tediosa, instituciones que han de ser ala badas para evitar
la intervención siempre severa e imbécil de la censura. El poema rechaza
la jerga del poder y de la prensa sometida. El modelo estético carece de
atractivo y de humanidad. En el espacio del régimen no hay lugar para la
vida humana, para el universo de los afectos, para la poesía genuina y
libre. Concluye el canto al ficticio amor María Francisca de la siguiente
manera:
Lo sé bien: por mis maneras nunca me podrás amar.
Mira, discúlpame todo.
Estoy siguiendo las directrices del profesor Salazar."7
Las dificultades y sinuosidades del poeta respecto a la dictadura en
Portugal no son una mera anécdota biográfica que satisface algún tipo de
curiosidad, sino un entramado significativo y su concreción adquiere los
rasgos de lo universal.
En estos episodios y en este puñado

de escritos que hemos citado hallamos la estructura recurrente que


preside la obra y vida de Pessoa. Literatura que finge vivir el mundo
como ficción, literatura que se asienta sobre una imposible lectura
unívoca de los símbolos. No hay progreso, ni mejora, sino viaje de ida y
vuelta/"18 El balanceo entre Mora y Reis. entre paganismo ortodoxo y
trascendental, entre postración y manía, se convierte, en sus intrincadas
relaciones con el Poder dictatorial, en un mecimiento entre lo concreto y
lo universal, lo momentáneo y lo histórico, mientras que en su vida
jugaba el poeta a la imposible síntesis entre indiferencia y rechazo,
significante y significado, superficie y profundidad. Tal dinámica de la
reiteración es la navegación del Marinero, en la que es imposible
discernir el punto de llegada. ¿Patria arquetípica o fingida, real o soñada?
¿Bienaventuranza o vacío? ¿Economía o malversación? El viaje de la
dinámica de la reiteración hace también que no pueda haber
interpretación unívoca del poeta. El marinero-poeta en su frenético surcar
traza la tela de araña en que él mismo queda capturado.
Esta mudanza, que es el ritmo y la sintaxis de la obra de Fernando
Pessoa, no es una mera moda literaria, ni un proyecto estético libremente
concebido y asumido. La variación que trama el tejido es un intento
desesperado y necesario de superar el repetidas veces confesado horror a
la Realidad.^9 Con la lanzadera de la escritura se pretende suturar la
distancia entre el Sentido de los Símbolos y el Reino de la Apariencia
(con tendencia a autonomizarse, a mostrarse azaroso y arbitrario). La no-
coincidencia y la impracticable reconciliación producen una bifronte
experiencia del destino: como esperanza (interregno, todo vale la pena) o
como maldición (aplazamiento recurrente, nada vale la pena).
NOTAS
1. Obra poética. Editora Nova Aguilar. Río de Janeiro. 8. a ed., 1981 (l.¡ 1 ed. 1960). p. 16;
Ática.Lisboa. 1970. p. 70.
2. Obra poética, p. 507: Ática. Lisboa. 1973. p. 13 i.
3. El entonces Ministro de Educación Nacional, profesor Gustavo Cordciro Ramos, había
aprobado la inclusión de un poema de Zuzarte de Mcndoga Filho dedicado a Nun'Alvares.
«Mar portugués» fue. finalmente, publicado en el periódico nacional-sindicalista A Revolufáo.
Cfr. Alfredo Margando. «Introducto» a F. Pessoa, Santo Amonio. Sao Jodo, Sao Pedro. A
Rcgra do Jogo. Lisboa. 1986. pp. 12 y 76.
4. El SPN tenía su sede en 1935 en la Rúa de S. Pedro de Alcántara, n." "5. Antonio Ferro era
compañero de Fernando Pessoa desde los tiempos de la revista Orpheu. revista en la que no
colaboró literariamente, pero sí como editor de los dos únicos números aparecidos en 1915.
Ferro, poeta irregular, fue entrevistador del profesor Salazar. ayudándole a fijar su mitología y a
impulsar la «política del espíritu» (o «el espíritu al servicio de la política») y. en general, la
vacua «estética del salazarismo». De su pertenencia a la «fracción modernista» de aquel
inquieto e innovador grupo de escritores, de ser un «cultivador de la forma de lirismo
inaugurada por Alvaro de Campos: el scnsacionismo», llegó a ser «el brazo derecho», el
«agente ofieial del dictador». Sobre A. Ferro, consúltese Joáo Gaspar Simóes. Retratos de
¡metus que conhecí. Brasilia Editora. Porto. 1974. pp. 193-206. 289-291. Del mismo autor.
Heicmpsicografia de Fernando Pessoa. Editorial Nuvu. Porto. 1973. pp. 381-389; Vida e Obra
de Fernando Pessoa. Historia de urna Ceracao. Bertrand. Lisboa. 4.a ed., 1981 (l.aed. 1954).
pp. 649-662.
5. Vasco Reis abandonó su vida de misionero en Mozambique, y con el nombre de Manuel Reis
Ventura escribió recientemente a un diario lisboeta una carta en la que reconoce que el premio
del SNP debería haber ido a manos del poeta de Mensagem. Luego volveremos sobre este
extremo.
6. No obstante, hay que señalar que Pessoa se adhirió a las pautas estéticas salazaristas de forma
inequívoca en sus Quadras ao gusto popular, la mayoría de las cuales fueron elaboradas entre
1934 y 1935. El «premio de consolación» fue traído y llevado por el poeta como algo muy
meritorio. Antes de fallarse el premio había remitido un ejemplar al Dictador y otro al mismo
Antonio Ferro, que presidiría las deliberaciones del jurado, con la dedicatoria siguiente: «A
Antonio Ferro, artista in partibus infidelium, con un gran abrazo de Fernán

Salazar en una caricatura de Almada, 1932 do Pcssoa. 13-12-1934» (Fernando Pessoa o


último ano. Biblioteca Nacional, Lisboa. 1985, p. 36). 7. F. Pcssoa. Obras em prosa,
Organizaqáo, Introduqáo c Notas de Cleonice Bcrardinelli, Editora Nova Aguilar. Río de
Janeiro. 4." ed., 1985(l.acd. 1974), p. 85. Uno de los versos de «O Quinto Imperio»
(Mensagem. Obra Poética, pp. 18-9; Ática. Lisboa. 1979. 13.a ed.. pp. 82-3) define al ser
humano por su desasosiego: Estar descontento e ser hombre, pero este descontento, aquí, es
motor de búsqueda y esperanza.
8. Escribiendo Pessoa sobre la hcteronimia y los heterónimos afirma tajantemente: «No hay que
buscar en cualquiera de ellos ideas o sentimientos míos, pues muchos de ellos expresan ideas
que no acepto, sentimientos que nunca tuve» (Obras en prosa, p. 87: Páginas íntimas y de
autointerpretacicáo. Ática. Lisboa. 1966, p. 108).
9. A. Margarido, op. cit., p. 23. escribe sobre este extremo: «romper con el Estado Nuevo y con
su dictador, no puede ser interpretado como una renuncia a las bases teórico-prácticas de sus
propias ideas políticas».
10. Estos tres poemas fueron publicados sólo después del 25 de abril de 1974. Se pueden
encontrar los dos primeros en F. Pessoa. Da República (1910-1935). Introducto e organizagáo
Joel Serráo, Ática, Lisboa. 1979, pp. 347-50. Y el tercero en Fernando Pessoa, o último ano.
Biblioteca Nacional. Lisboa. 1985. pp. 134-139 (incluye fotografía del manuscrito) .
11. Joel Serráo, «A busca pessoana do sentido de Portugal», introducto a F. Pessoa, Sobre
Portugal. Introduqáo ao problema nacional. Ática, Lisboa. 1979. p. 36. En una ocasión, hacia
1930, el poeta escribió: «Deseo ser un creador de mitos, que es el misterio más alto que pueda
obrar alguien de la humanidad» (Obras em prosa, p. 84; Páginas intimas, p. 100).
12. En «Da República portuguesa e de Fernando Pessoa nela». introducción a F. Pessoa. Da
República (¡910-1935), Ática, Lisboa. 1979. pp. 89-90. 13. Cuando Fernando Pessoa rompe
con el inicial proyecto republicano, no lo hace para regresar a obsoletas y «reaccionarias»
posiciones de los nostálgicos de la felizmente ida monarquía. En 1935 todavía confesaba el
poeta que «el sistema monárquico sería el más propio para una nación orgánicamente imperial
como es Portugal. Considera —añade, siempre hablando en tercera persona—, al mismo
tiempo, la Monarquía completamente inviable en Portugal. Por eso. de haber un plebiscito entre
regímenes votaría, aunque con pena, por la República». (Joáo Gaspar Simócs. Vida v Obra de
F.P.. Livraria Bertrand, Lisboa. 1." cd., 1954: 4.J ed.. 1980. p. 694.) Mas en una nota recogida
en el citado Da República (pp. 377-8) justifica la forma republicana «en interés del principio
monárquico mismo», como un escalón hacia la Monarquía a implantar, la Monarquía Nueva,
para la que aún no se daban condiciones favorables en la opinión pública, ni el rey ni los
gobernantes requeridos. Se trata, pues, de definir cuál es el estadio intermedio entre el momento
actual (republicano) y el futuro (monárquico, novedoso); cuál es el interregno, pues «es en el
interregno donde nacen los Reyes». Y añade enigmáticamente: «No se trata, infelizmente, de
rcyes-gente sino de reyes-metáfora». (Da República, p. 380).
70/ANTHROPOS
14. En los números 4, 5, 9. 11 y 12 de la 2. a serie de la revista de Oporto A Águia, órgano
de Renascenc,a Portuguesa, animada por Teixcira de Pascoaes, publicó Fernando Pessoa su
importante ensayo «A nova poesía portuguesa», del que hay varias ediciones (el lector lo
encontrará con facilidad en F. Pessoa, Obras em prosa, Ed. Nova Aguilar, Río de Janeiro, 1985,
5.a ed. [1.a ed., 1974], pp. 361-397; y en F. Pessoa, Textos de crítica e de intervengo. Ática,
Lisboa, 1980, pp. 11-74. Todas las ediciones añaden la réplica del autor al Dr. Adolfo Coclho).
En este trabajo se nos anuncia un Supra-Camóes y se invoca el Supra-Portugal de mañana, el
hombre de fuerza que removerá los obstáculos (esto es. los políticos monárquicos y
republicanos) y un «nuevo concepto emocional —y por tanto colectivo y nacional— del
Universo y de la Vida».
15. Simóes, Vida v obra de F.P., loe. cit., en n." 13.
16. Da República, p. 325.
17. Op. cit., p. 376.
18. Op. cit., p. 321.
19. O Interregno encuéntrase en el ya varias veces citado Da República, pp. 301-328, y en
Obra em prosa, pp. 601-618.
20. Citamos, como muestra, algunos ejemplos sobresalientes de esoterismo. El escrito está
flanqueado por dos Avisos, y el autor, sin ningún pudor, escribe: «Hablo hoy, por primera vez
desde 1578. y, por esta mediación, el Núcleo de Acción Nacional» (Ed. Ática, p. 303). 1578 es
la fecha de la memorable batalla de Alcazarquivir y del encubrimiento del rey Don Sebastián...
La organización de la proclama, en dos «avisos» y tres «justificaciones», preanuncia la
organización de un libro en cinco partes correlativas, que llegará a escribirse «si la orden y la
hora fueron dadas» (p. 301); en O Interregno y en el libro anunciado «todo se liga, incluso
numéricamente» (p. 327). La relevancia del escrito —que sólo Pessoa, entre sus
contemporáneos, portugueses o extranjeros, tuvo alma y mente para componer— se manifiesta
al calificarse de Primera Señal que se exhibe en la Hora prometida (p. 328). Es oportuno
recordar que Portugal está dividida, a juicio del poeta, «porque no tenemos una idea
portuguesa, un ideal nacional, un concepto misional de nosotros mismos» (p. 305).
21. No nos detendremos en el detalle de la exposición de las tres justificaciones, a pesar de su
Pessoa. en un ejercicio de raciocinio policial, exculpa a los dos primeros grupos para dejar pesar
la sospecha sobre el tercero. El Dr. Abílio Cuaresma. Holmes lisboeta, criatura fernandina. «el
mayor razonador investigador que creo posible que exista», descifrador ocasional de problemas
de ajedrez, es más prudente y deja la sospecha abierta, en el aire. Cfr. Da República, pp. 259-
267.
36. Da República, p. 362.
37. Según informa Margarido la fórmula no pertenecía ni a A. Ferro ni a Salazar. sino a ¡Paul
Valéry!. a pesar de los esfuerzos de aquéllos por presentarla como propia. Margarido. op. cit.,
pp. 75-6. n. 3.
38. La encendida autoestima del poeta es fácilmente verificable. Desde sus cálculos
numerológicos. en los que su nacimiento ocupa un lugar privilegiado y preñado de sentido,
hasta muchas declaraciones explícitas, como la que encontramos en O Interregno: «Hoy no hay
quien, ni en nuestro país ni en otro, tenga alma y mente, aun combinándose, para componer un
opúsculo como este. De esto nos enorgullecemos» (Da República, p. 328). De todas maneras, el
poeta es capaz de disimular descaradamente cuando escribe a Tomás Ribeiro Colago (10-10-
35), quien había considerado la autoestima como una de sus características distintivas: «Dónde
diablos halló eso?» (Páginas íntimas e de Auto-ínterpretafáo, Ática, Lisboa. 1966, p. 82). 39.
Carta de Reis Ventura al director de O Jornal, de fecha 28 de noviembre de 1985, publicada
inmediatamente por el diario lisboeta.
40. Es imposible no traer a colación el poema VIII de O Guardador de Rebanhos de Alberto
Caeiro, maestro y fundador malgré luí del neopaganismo (ortodoxo) portugués. Obra poética,
pp. 143-6.
41. Páginas de Doutrina Estética, p. 251. En la misma reseña (p. 240) había ya escrito: «En su
paganismo cristianísimo, en su sobrenaturalismo humano, ese poema es orgánicamente
portugués». La reseña ocupa las páginas 249-252.
42. Las maniobras políticas para poner a la Masonería fuera de la ley estuvieron inspiradas en el
ejemplo italiano. Temiendo Salazar que las logias entorpeciesen o impidiesen su obra de
«restauración», solicitó del profesor de Derecho en Lisboa, Abel Andrade, y del diputado
Cabral, quien procedía del nacional-sindicalismo luso, un informe sobre asociaciones secretas.
Las primeras escaramuzas de la polémica se dieron en A Voz, periódico prosalazarista y
vinculado a la Iglesia. El 4 de febrero, Joaquín Méndez Guerra considera que, dado el grado de
infiltración de los masones en la máquina del Estado, el proyecto de ley era inocuo e inútil. Al
día siguiente, en el mismo rotativo, le respondió Cabral defendiendo el borrador de la ley. Los
días 9 y 12, Méndez y Cabral, respectivamente, vuelven a tomar la palabra en A Voz. El mismo
día en que se abrió la polémica en el diario derechista, Fernando Pessoa publica en el vespertino
demócrata-liberal Diario de Lisboa su artículo sobre asociaciones secretas y, especialmente,
sobre la Masonería. La réplica no se hace esperar, y al día siguiente, en A Voz, el consejero
Fernando de Sousa le replica. El día siete el erudito monárquico y antisemita Alfredo Pimienta
ataca a Pessoa en A Voz y Cabral hace otro tanto en Diario de Lisboa. Los esfuerzos contra tal
lev no fueron eficaces, la
D. Sebastiaó en un retrato del s. XVI
interés lógico, porque no es pertinente alargarse en estas consideraciones para los fines de
este escrito. Además, ciertas líneas de Fernando Pessoa nos lo autorizan. O Interregno de 1927-
8, escribirá ya en la era salazarista, «en sus líneas generales estudia mal el asunto y lo expone
mal en las particulares» (Da República, p. 362). La dictadura de Salazar desbarató tanta firmeza
y confianza con que se había escrito el opúsculo. Lo esencial —la convicción de la necesidad y
bondad del sistema dictatorial militar— siempre fue mantenido, como volveremos a repetir (op
cit., p. 376).
2 2 . Da República, p. 304. El problema de las convenciones ortográficas y del Acordó
correspondiente ha levantado periódicamente enconadas polémicas entre quienes quieren
simplificar las normas de escritura y quienes pretenden mantener modos más arcaizantes,
eruditos y acordes con las etimologías. Pessoa fue de estos últimos, si bien en las ediciones de
sus obras no siempre se han respetado sus preferencias. En la actualidad, verano de 1986, la
polémica se ha reanimado y no sólo representantes de Brasil y Portugal se han lanzado graves
acusaciones, sino que ha habido opciones encontradas en el mismo campo literario de ambas
naciones. En el número único de la revista de artes, letras y ciencias Exilio (abril, 1916) se hace
la observación de que «respeitará a ortographia [sic] dos seus collaboradores [sic]».
23. Sobre el sistema liberal de Inglaterra, léase, entre otras muchas cosas, el fragmento
recogido en Da República, p. 382.
2 4 . Da República, p. 315. Después de leer esto, la inactividad, el no-alterar y la
indiferencia, predicados por los neopaganos portugueses (heterónimos como Caeiro, Reis.
Mora...), no dejan de presentarse bajo un aura represiva.
25. Op. cit., p. 325.
26. Op. cit., p. 379. La expresión citada se escribe en un contexto en el que se quiere defender
el realismo sobre el verdadero estado de cosas —en la ocurrencia, la dictadura salazarista—,
frente a los que quieren fundamentar sobre inexistentes cimientos, pasados o venideros. Por
ello, la frase juega aquí un papel irónico y atrevido.
27. Op. cit., p. 327.
28. Temor y temblor, Guadarrama, Madrid, 1976, pp. 50-1.
29. Da República, p. 239.
30. Op. cit., pp. 243-4, 246-7, 251. La República, beneficiosa y necesaria también, no supo, a
juicio de Fernando Pessoa, llevar a buen término su cometido histórico de acabar con los
residuos tenaces de la Vieja Monarquía. Por ello, la reacción no tardó en darse: «Toda criatura
sana, en Portugal, se apartaba de la política» (op. cit., p. 257). El «partido» de Sidónio Pais lo
constituían los «no políticos» o, mejor, la opinión políticamente inorganizada (p. 258).
31. Da República, pp. 354-5.
32. Op. cit., pp. 355-6, 384-5.
33. Op. cit., pp. 378-9.
34. «Á memoria do Presidente-Rei Sidónio Pais», Obra poética, Aguilar, Río de Janeiro, 8. a
ed., 1981 (1.a ed., 1960), p. 26.
35. Sidónio Pais fue asesinado el último mes de 1918, y se abre una nueva grave crisis política.
Se quiso encontrar tras el agente directo a la Masonería, al partido democrático y a los
«bolcheviques».
ley 1.901 fue promulgada el 21 de mayo, y el lector español puede leerla en J.A. Ferrer
Benimeli, El contubernio judeo-masónico-comunista, Istmo. Madrid, 1982. Sobre la
persecución de la Masonería en Portugal, véanse las pp. 231-240; la citada ley se encuentra en
las pp. 232-5. Se apreciará que es una ley doble: contra la Masonería e imponiendo a los
funcionarios del Estado la obligatoriedad y urgencia de jurar que ni formaban parte de sociedad
secreta alguna, ni pertenecerían en el futuro. El gobierno salazarista catalogó 9.500 masones. El
día 15 del mismo mes de febrero. Cano López presentó un proyecto no de ley para prohibir a
jefes y oficiales del ejército español la pertenencia a la orden masónica. En 1936 el número de
masones españoles no llegaba a 5.000, aunque los rebeldes llegaron a abrir 80.000 expedientes
en los que, amén de las falsas acusaciones, se contabilizaba a masones de las antiguas colonias
y a otros que ya habían muerto.
4 3 . Da República, pp. 393-4. La historia iniciática de Pessoa está lejos de haber sido
aclarada. En este sentido, conviene hacerse eco de algunos trabajos importantes como el de
Gcorg Rudolf Lind, «A Iniciaqáo do Poeta e o Caminho Alquímico», pp. 257-304 de Estudos
sobre Fernando Pessoa. Imprensa Nacional Casa de Moeda, Lisboa, 1981; Ivette K. Centeno,
F. Pessoa, o amor, a marte, a iniciaqáo, A Regra de Jogo, Lisboa, 1985, especialmente pp. 49-
56, 67-78; de la misma investigadora, F. Pessoa e a filosofía hermética, Prcscnga, Lisboa, 1985.
Es también de gran interés —y no pretendemos agotar el tema— el estudio «Hcteronímia e
alquimia ou do espirito da térra ao espirito da vcrdade», pp. 277-307, en Antonio Quadros, F.
Pessoa, vida, personalidade e genio, Publicacpcs Dom Quixotc, Lisboa, 1984 (este trabajo fue
publicado previamente en Actas de 2." Congreso Internacional de Estudos Pessoanos, Centro
de Estudos Pcssoanos, Porto, 1985, pp. 457-475). Del cnsayito que venimos citando de Alfredo
Margarido, pueden consultarse las pp. 58-61. Aquél apunta la pertenencia del poeta a los
«templarios portugueses», si bien escribe: «Si en los documentos redactados con anterioridad a
1935, destinados a la publicación o al baúl, Fernando Pessoa siempre había ocultado su propia
iniciación, tal cosa deja de suceder a partir de febrero de 1935» (p. 61). En la ya citada nota
autobiográfica de Pessoa, del 30 de marzo de este mismo año, pone de manifiesto su
alineamiento religioso en la Tradición Secreta del Cristianismo, íntimamente relacionada con la
Tradición Secreta en Israel (Santa Cabala) y con la esencia oculta de la Masonería y la presencia
constante en su mente del mártir Jacques de Molay. Gran Maestre de los Templarios. Todo ello
nos ayuda a relativizar lo afirmado en el artículo sobre las asociaciones secretas. Sobre las
relaciones entre las Órdenes Templaría y Masónica, cfr. la segunda obra citada de Centeno,
especialmente la p. 56.
44. Margarido, op. cit., p. 89. n. 48.
45. Da República, p. 406. Posiblemente en febrero, escribió una nota en la que expone de
forma somera e incisiva la argumentación del artículo. Esta nota se encuentra en op. cit.. pp.
406-409.
46. Op. cit., p. 395. Los antimasones consideraban la intervención de los miembros de la Orden
como nefasta. La masonería ya había sido hostigada al menos desde los tiempos de Sidónio
Pais. y el Gremio Lusitano, sede entonces y ahora de la Masonería, y el Club Montanha habían
sido asaltados. Años antes del proyecto de Cabral la policía política detuvo a varios masones
con el propósito de desmembrar el Gran Oriente, tanto en Lisboa y Oporto, como en el resto de
la nación. El Gran Maestre desde el 30-11-29, en que fue elegido, hasta la ¡legalización, fue el
general Norton de Matos. La ley antimasónica sólo llegó a producirse tras la eliminación del
ejército de todos los representantes del espíritu de la I República.
47. El 11 de enero había tenido lugar la sesión solemne de apertura del Parlamento. La
aprobación por unanimidad por la Asamblea Nacional del proyecto de ley, con algunas
enmiendas insignificantes, le sugirió al poeta el siguiente comentario acerado: «Creo que
conviene aplicar aquí la vieja regla inglesa: cuando la Cámara de los Comunes aprueba un
proyecto por unanimidad, el proyecto es con toda seguridad una estupidez» (Da República, p.
415).
48. En febrero, o quizás más tarde, escribe Pessoa una nota que comienza de esa forma. Y
prosigue con acritud: «Cubrí su dinamita de verdad con un envoltorio de razonamiento; le puse
un detonante de humorismo. Una vez hecha, la arrojé a los opositores de la Masonería. Y el
efecto no sólo fue retumbante sino milagroso. Perdieron la cabeza sin tenerla». La nota se
encuentra en Da República, pp. 419-424. Indicaciones documentales sobre este episodio de la
vida de Pessoa, pueden encontrarse en F. Pessoa. O último ano. Biblioteca Nacional, Lisboa,
1985, pp. 43-47, 73-79.
49. La Revista de Comercio e Contabilidade comenzó su singladura en enero de 1916, y su
director fue el militar Francisco Caetano Días, cuñado de F. Pessoa y especialista en estos temas.
La sede se encontraba en el último domicilio de éste (donde moró de 1920 hasta su muerte).
Rúa Coelho de Rocha, 16, 1.". La revista era mensual. Joáo Rui de Sousa, F. Pessoa empreñado
do escritorio. Sindicato dos Trabalhadorcs de Escritorio, Comercio e Servicps, Lisboa, 1985,
pp. 73-6. Consúltese F. Pessoa, O Comercio e a Publicidade, Oganizagáo, introducto e notas:
Antonio Mega Fcrrcira, Cincvoz / Lusornedia, Lisboa, 1986 (contiene textos inéditos). O turo
do Desassossego es una buena muestra literaria de los ambientes de los oficinistas de la Baixa,
aunque su alcance es, evidentemente, más universal.

Los vasos
comunicantes de la vanguardia portuguesa:
de «Orpheu»
alsurrealismo
Perfecto-E. Cuadrado
50. Esta carta mecanografiada no llegó a acabarse, ni a echarse al buzón. Se encuentra en F.
Pessoa. O último ano. p. 123. y lleva por fecha el 30 de octubre.
51. Op. di., pp. 124-5. Encontramos en este lugar una reproducción del manuscrito. La
alusión a los laberínticos desarreglos mentales y a la agitada vida de su espíritu se encuentra
también en carta a Tomás Ribeiro Colado, de 10 de octubre de este último año de 1935. En ella
confiesa estar «bajo el influjo de estados nerviosos de diversas formas y aspectos» que le sumen
en la postración y en la apatía. De cualquier manera, sitúa la fecha del origen de la inactividad
en el 4 de febrero, cuando la publicación del artículo sobre las asociaciones secretas. (Páginas
íntimas e de Auto-lnterpretaqáo, Ática. Lisboa, 1966, p. 81.) En un fragmento manuscrito que,
aunque fechado en 1934? según conjeturas de G.R. Lind y de Jacinto do Prado CoeIho, puede
situarse en este lapso de silencio de primavera y verano de 1935, vuelve a hablar de su
impotencia para publicar: «No es que no publique porque no quiero; no publico porque no
puedo». Tras mencionar las directrices de la censura, añade: «Ahora sucede que la mayoría de
las cosas que pudiese escribir no podría pasar por la Censura» (Op. cit., p. 83).
52. Conviene recordar, para hacernos eco de la ironía de la historia, que el presidente
salazarista del SPN, Antonio Ferro, fue él mismo víctima de la censura en 1923. El 17 de julio
de este mismo año un grupo de intelectuales portugueses protestaron contra la prohibición de
Mar Alto, del que posteriormente será el gestor de la estética salazarista y de la política del
espíritu del Estado Novo. Sobre la soledad del poeta frente a los vulgares ataques de los José
Cabral, los Alfredo Pimienta y otros, apenas tuvo defensores ni siquiera en el seno de la
Masonería. Como excepción casi única cabe citar la del nacional-sindicalista Roláo Preto.
53. Carta a Adolfo Casáis Monteiro de 13-1-35 (sobre la génesis de los heterónimos). Textos
de crítica e intervenido. Ática, Lisboa, 1980, p. 200. A lo citado, el poeta añade: «Y esas cosas,
por la naturaleza misma de Mensagem, no las incluí en el libro». Pessoa se niega a considerar
este poemario como culminación y le concede el valor de una pieza más entre otras muchas,
fraternales, no jerarquizadas.
54. Da República, pp. 349-50.
55. Para este punto, debe el lector dirigirse al trabajo varias veces citado de A. Margando sobre
los tres cantos de Pessoa a San Antonio, San Juan y San Pedro.
56. Da República, pp. 347-8. Este poema («Sim, é o Estado Novo») y el dedicado a la burla de
Antonio de Oliveira Salazar, fueron publicados por Jorge de Serra en Diario Popular el 30 de
mayo y 6 de junio de 1974.
57. F. Pessoa o último ano, pp. 134-9. Incluye reproducción del manuscrito. Como nota curiosa
hay que destacar que al final de la poesía, abajo, en la tercera hoja, Pessoa escribió a lápiz: «el
demo-liberalismo masónico-comunista».
58. En una carta a Adolfo Casáis Monteiro (20-1-1935) declara Pessoa: «O que sou
essencialmente —por tras des máscaras revoluntárias do poeta, do raciocinador e do que mais
haja— é dramaturgo. O fenómeno da minha despersonali
72/ANTHROPOS
Fernando Pessoa, dibujo de José Sarmentó, 1987
zaqáo restintiva a que aludi em minha carta anterior, para explicagáo da existencia dos
heterónimos, conduz naturalmente a essa definiqáo. Sendo assináo evoluo, VIAJO» (Obras em
prosa, p. 101).
59. Alvaro de Campos, cruzando el canal de Suez, se preguntará: «¿Cuántos bajo el traje
distinguido / no tendrán como yo horror a la vida?» («Opiário», en Poesías, Ática, Lisboa,
1980, p. 142). En la carta a un poeta mecanografiada, posiblemente de 1914, rememora la
mutua confidencia de su común horror a la realidad. (Páginas de Estética, Teoría e Crítica
Literaria, Ática. Lisboa, s.d., p. 137.) No es oportuno ampliar las citas, ni traer a colación a
Ricardo Reis y Bernardo Soares.
Cualquier mediano conocedor de la literatura portuguesa
contemporánea está ya acostumbrado a identificar absolutamente al
«grupo» o «movimiento» de Orpheu como la «primera vanguardia» (o
«primer modernismo») de la literatura portuguesa, y a reducir
generalmente dicha «vanguardia» a uno de sus «ismos» contemporáneos
y constituyentes: el «futurismo».
Conviene, pues, que hagamos antes de nada algunas precisiones que
aclaren el posible malentendido que hoy parece generalizado entre
críticos e historiadores. Así, deberemos observar que:
1.") no todas las colaboraciones, ni siquiera todos los autores,
presentes en los tres números de Orpheu (publicados y distribuidos los
dos primeros; detenido el tercero en la fase de pruebas de imprenta) son
ni pueden ser considerados «futuristas»;
2.") la presencia del futurismo en Portugal no se reduciría a las
actividades y publicaciones de los «futuristas de Orpheu», como ha
demostrado, por ejemplo, Ñuño Júdice al publicar recientemente la
antología de Poesía futurista portuguesa que fuera apareciendo en las
páginas del Heraldo de Faro entre 1916 y 1917;1
3.") por su fecha de aparición y desarrollo, y por las especiales
circunstancias —literarias y extraliterarias— en que hubo de
desenvolverse, el futurismo portugués, además de sus deudas lógicas con
el tardosimbolismo y con el futurismo italiano (por no citar la particular
presencia de Whitman en Pessoa), participa también de algunas
características que suelen mencionarse como propias de otros «ismos» de
la primera vanguardia europea, como pudieran ser el cubismo (si es que
el término, trasladado a la literatura, tiene algún significado histórico
preciso), el expresionismo (más como «actitud» que como definido
«movimiento» literario) o el dadaísmo (sobre todo lo que este
movimiento heredó del intervencionismo futurista);
4.") en relación con el apartado anterior, debe también advertirse en
Orpheu la presencia actuante de los diversos «ismos» pessoanos —
paulismo, interseccionismo, sensacionismo: tal vez variantes sólo de un
único sentido o «ismo» integrador— al lado de (o diluido en) los otros
«ismos» europeos mencionados;
5.°) finalmente, sólo de una manera parcial y muy matizada podremos
hablar de Orpheu como de un genuinp «grupo de vanguardia», si por ello
entendemos lo que al respecto dejara establecido Poggioli.2
Las identificaciones o simplificaciones señaladas conducían
necesariamente a otros dos tópicos menores y también equivocados —la
fecha dada para la introducción del futurismo en Portugal (1915) y la
reducción de las manifestaciones futuristas portuguesas a un fenómeno
«exclusivamente lisboeta»— que deben ser convenientemente
puntualizados:
1.°) como en su día apuntara Fierre Rivas,3 y estudiara
definitivamente Pedro da Silveira en un artículo posterior, 4 las primeras
noticias del «Manifiesto» fundacional del futurismo (Le Fígaro, 20-2-
1909) llegaron a Portugal a través del periodista José Xavier de Carvalho
en crónica publicada por el Jornal de Noticias de Oporto el 26-2-1909 (en
el mismo diario, dicho corresponsal publicaría también, el 6-4-1909, una
reseña del estreno en París de Le Roí Bombance de Marinetti), y el
«Manifiesto» marinettiano sería publicado el 5-8-1909 por el Diario
dos.Acores de Ponta Delgada, incluido entre una serie de colaboraciones
y traducciones sobre el movimiento a cargo del periodista L.F.B. (Luis
Francisco Rebelo Bicudo).
2.") en cuanto al carácter «lisboeta» del movimiento, además de la
anticipación en la divulgación del mismo de los
citados diarios de Oporto y Ponta Delgada, y de la página especial de
O Heraldo de Faro, también mencionada, Pierre Rivas nos habla de un
«primer banquete futurista» celebrado en el Hotel de Luso de Coimbra y
organizado por F. Levita, mientras que Pedro da Silveira nos informa de
las producciones futuristas (inéditas) del poeta micaelense Luis de Ataíde
Corte Real Estrela (contemporáneas de los poemas futuristas de Orpheu,
lo que podría suponer —o no— una influencia de la revista lisboeta).
Citando a Joáo Alves das Neves, 5 Pierre Rivas tiende a aceptar la
reducción —«cronológica y oficialmente»— del futurismo portugués al
corto espacio de tiempo de unos ocho meses: «Dos acontecimientos lo
encuadran: el espectáculo del teatro República (14-4-1917) y la
aprehensión por parte de la policía del número único de Portugal
Futurista (noviembre de 1917); a través de ellos, dos hombres se
afirmaron: Santa Rita Pintor y el escritor Almada Negreiros».6
Precisemos la cronología de esta primera vanguardia portuguesa con
la ayuda de los autores citados y con el auxilio complementario de
Fátima Freitas Morna,7 Joáo Gaspar Simóes8 y Ñuño Júdice:9
1909
Xavier de Carvalho: «Urna nova poética —O futurismo», en Jornal de Noticias, Porto, 26-2-
1909 (comentario trivializante y jocoso del «Manifiesto...» fundacional del futurismo,
publicado, como se sabe, en Le Fígaro el 20-2-1909 tres días antes de la inauguración del
carnaval de aquel año; pese al tono del artículo, se trata de la primera —e inmediata—
referencia hecha en Portugal sobre el movimiento «oficialmente» fundado por Marinetti).
Xavier de Carvalho: «"O Reí Bombance" —o fiasco da pec.a de Marinetti—», en Jornal de
Noticias, 6-1V (comentario, del mismo periodista y en el mismo tono que el anterior, al estreno
—Heno de incidentes, como cabía esperar y su autor deseaba— de la pieza marinettiana en el
parisino teatro de «L'Oeuvre»).
L.F.B. [Luis Francisco (Rebelo) Bicudo]: «O futurismo» , en Diario dos Acores, 5-8-1909
(se trata ya de una seria aproximación al movimiento futurista, muy alejada, en tono y
contenidos, de las crónicas de Xavier de Carvalho; incluye una breve presentación, una
traducción del «Manifiesto...» fundacional, la polémica trabada en la revista italiana Poesía,
núms. 3-4-5-6, en torno al futurismo, una traducción también de la entrevista realizada a
Marinetti en las páginas de la revista Comedia, y un comentario final coronado por una
invitación a la participación en el movimiento y en las discusiones consiguientes hecha por el
periodista a los colaboradores de la revista azoreana Poesía).
1910
5 de octubre: proclamación de la República.
Aparece en Oporto A Águia (Teixeira de Pascoaes, Leonardo Coimbra, Jaime Cortesáo, Augusto
Casimiro y Alvaro Pinto).
1911
Del grupo, ampliado, de Teixeira de Pascoaes, surge en Oporto el movimiento de la
«Renascenc,a Portuguesa».
Pascoaes publica Marañas.

1912
A Águia se convierte en el órgano de «Renascenc,a Portuguesa», bajo la dirección de
Teixeira de Pascoaes (literatura), Antonio Carneiro (artes) y José de Magalháes (ciencias).
Pascoaes publica O Espirito Lusitano e o Saudosismo y Regresso ao Paraíso.
Leonardo Coimbra: O Criacionismo.
En los números 4, 5, 9, 11 y 12 de A Águia, Pessoa publica los artículos que después
constituirían A Nova Poesía Portuguesa.
Primeros contactos entre Pessoa y SáCarneiro.
Sá-Carneiro publica el libro de cuentos Principio y la pieza en 3 actos Amizade, escrita en
colaboración con Tomás Cabreira Júnior y representada en el mes de marzo de este mismo año.
Sá-Carneiro parte para París, donde se matriculará en La Sorbona con el propósito de seguir la
carrera de Derecho.
filosófica: "E foi assim que o Nada se criou!"».
Nuevo manifiesto de Almada-Negreiros, que serviría de presentación a la exposición de Sousa-
Cardoso: «Almada / poeta futurista / primeira / descoberta / de Portugal na Europa / no século
XX / Manifestó / da esposigáo de / Amadeo / de Sousa / Cardoso / 19 Lisboa 16».
En carta a Córtes-Rodrigues, Pessoa anuncia la próxima salida del n." 3 de Orpheu, lo que
nunca llegaría a suceder. Las 64 hojas de pruebas de imprenta, recientemente publicadas,
incluyen las siguientes colaboraciones: Mario de Sá-Carneiro, «Poemas de Paris»; Albino de
Menezes, «Apoz o Rapto», «Composiqáo»; Fernando Pessoa, «Gládio» y «Além-Deus»,
poemas; Augusto Ferreira Gomes, «Por esse Crespusculo a Morte de um Fauno»; José de
Almada-Negreiros, «A Scena do Odio»; D. Thomaz de Almeida, «Olhos»; C. Pacheco, «Para
Alem Doutro Océano, "notas"»; Castello de Moraes, «Névoa, "composic,áo"».
Publicación del número único de Centauro, dirigida por Luiz de Montalvór, donde Pessoa
publica el poema «Passos da Cruz», y Raúl Leal un cuento.
También con un único número publicado, aparece la revista Exilio, que incluye, además de
colaboraciones de Antonio Ferro y Córtes-Rodrigues, la «Hora Absurda» de Pessoa y el artículo
«Movimento Sensacionista», firmado por «Fernando Pessoa. Sensacionista».
ANTHROPOS/73
1913
Raúl Leal: Liberdade Transcendente. Pessoa escribe «Pauis», poema que dará
nombre al primer «ismo» pessoano: el «paulismo».
En marzo, primera exposición de Almada Negreiros, comentada por Pessoa en el n." 16 de
la 2.-' serie de A Aguia. lo que propiciará la amistad entre ambos.
Sá-Carneiro, que continúa en París en compañía de Santa-Rita Pintor, escribe A Confissáo de
Lucio y los poemas de Dispersáo, cuyo original envía a Pessoa poco antes de regresar a Lisboa.
Pascoaes publica O Doido e a Morte y O Genio Portugués na sua Expressáo Filosófica,
Poética e Religiosa.
Aquilino Ribeiro: Jardim das Tormentas.
1914
Pessoa escribe a Córtes-Rodrigues anunciando el lanzamiento del «interseccionismo», al
tiempo que publica sus «Impressóes do Crepúsculo» (los poemas «paúlicos») en el número
único de A Renascenqa, y aparecen (8 de marzo) sus heterónimos.
Regresan de París Sá-Carneiro, Santa-Rita y Amadeo de Sousa-Cardoso.
Sá-Carneiro publica Dispersáo y Céu em Fogo.
Primeras reuniones del «grupo de Orpheu» en la cervecería Jansen. de Lisboa.
1915
Mueren Ramalho Ortigáo y Sampaio Bruno, dos de las figuras representativas supervivientes
de la «generación del 70».
El 25 de marzo se pone a la venta el n." 1 de Orpheu. Editor: Antonio Ferro. Directores:
Luiz de Montalvór (Portugal) y Ronald de Carvalho (Brasil). Colaboraciones: Luiz de
Montalvór, «Introducto»; Mario de SáCarneiro, «Para os "Indicios de Oiro"», poemas; Ronald
de Carvalho, «Poemas»; Fernando Pessoa, «O Marinheiro, "drama estático"»; Alfredo Pedro
Guisado, «Treze Sonetos»; José de Almada-Negreiros, «Frizos» , prosas; Córtes-Rodrigues,
«Poemas»; Alvaro de Campos, «Opiário» y «Ode Triunfal». Capa de José Pacheco. Reacción
escandalizada o divertida de la prensa lisboeta (O Mundo, A Capital. Primeiro de Janeiro,
República...).
El 28 de junio aparece el n." 2 de Orpheu. Editor: Antonio Ferro. Directores: Fernando
Pessoa y Mario de Sá-Carneiro. Colaboraciones: Angelo de Lima, «Poemas Inéditos»; Mario de
Sá-Carneiro, «Poemas sem Suporte»; Eduardo Guimaraens, «Poemas»; Raúl Leal, «Atelier.
"novela vertígica"»;
74/ANTH ROPOS
Horóscopo de Orpheu realizado por Pessoa
Violante de Cysneiros (ps. de Córtes-Rodrigues), «Poemas»; Alvaro de Campos, «Ode
Marítima»; Luiz de Montalvór, «Narciso», poema; Fernando Pessoa. «Chuva Oblíqua, "poemas
interseccionistas"»; «Colaborado especial do futurist a Santa Rita Pintor (4 hors-texte duplos)».
Mario de Sá-Carneiro: Céu em Fogo. (Poemas futuristas todavía inéditos —según la
información de Pedro da Silveira— del poeta micaelense Luis de Ataíde Corte Real Estrela).
Almada-Negreiros: «Cena do Odio».
Sonia y Robert Delaunay pasan a residir en Portugal (Vila do Conde), donde permanecerán
hasta 1917.
1916
El 26 de abril, Sá-Carneiro se suicida en París.
Almada-Negreiros: «Manifestó Anti-Dan tas:
Manifestó / Anti-Dantas / e / por extenso / por / José de Almada-Negreiros / poeta d'Orpheu /
futurista / e / tudo».
En Coimbra. Francisco Levita, que había celebrado, según Pierre Rivas, el primer «banquete
futurista» en el restaurante «Luso», responde al manifestó de Almada con otro: «Negreiros-
Dantas / urna página / para a historia da / literatura nacional / por / Francisco Levita / Tip.
Popular-Coimbra». El manifiesto sólo ha sido recogido, que sepamos, por Petrus, en el vol. 1 de
Os Modernistas Portugueses, pp. 83-89, acompañado de una nota final en la que se refiere al
autor en los siguientes términos: «A sua obra capital é o livro de versos I Asitn... I Poemas
seguidos do / Elogio do I I e da tragedia em i acto I Amor! Amor!, editado em Coimbra em
1916. [...] Desde a inspirado á linha formal, seus poemas estáo, au point. Sigulariza-se entre
todos "A Criaqáo do Nada", urna fiada de versos formados de pontinhos tipográficos,
concluindo por esta afirma^ao Bettencourt-Rebelo; «O Futurismo, interpretaqóes e tradugáo
Hvre de F.T. Marinetti, Boccioni. Carra», por Bt. R.°; «Manifesté des Peintres Futuristes», por
Boccioni, Carra. Russolo. Baila y Severini; «L'Abstractionisme Futuriste. Divagation
outrephilosophique-Vertige á propos de l'oeuvre géniale de Santa Rita Pintor, "Abastraction
Congénitale Intuitive (Matiére-Force)", la supréme réalisation du Futurisme», por Raúl Leal;
«Saltimbancos (Contrastes simultáneos)», por José de Almada-Negreiros: «Arbre, poéme
inédit», por Guillaume Apollinaire; «Tres Poemas», por Mario da Sá-Carneiro; «Episodios» , po
r Fernand o Pessoa; « A l a tour-1910..., poémes inédits publiés par Mme. Sonia-Delaunay-
Terk», por Blaise Cendrars; «Mima-Fatáxa», por José de Almada-Negreiros («José de Almada-
Negreiros / mima-fatáxa sin- / fonia cosmopo- / lita e apología / do triangulo fe- / menino. /
Edic,áo de Paris / Dedicatoria: / a ti pra que nao julgues / que a didico a outra / edigáo
luxuriante / fenomenal colaboragáo do pintor Amadeo de Sousa Cardoso / encomendas
antecipadas a Amadeo de Sousa Cardoso. 27, Rué de Fleures-Paris»); «Ultimátum» por Alvaro
de Campos; «1.a Conferencia Futurista», por José de Almada-Negreiros; «Ultimátum futurista
as geragóes portuguezas do século XX», por José de Almada-Negreiros; «Manifestó Futurista
da Luxúria», por Valentine de Saint-Point; «O Music-Hall. Manifestó futurista de Marinetti
publicado pol Daily-Mail de 21 de Novembro de 1913», por F.T. Marinetti. Ilustraban el
número reproducciones de obras de Santa Rita y de Sousa Cardoso, además de las fotografías
del propio Almada-Negreiros y de «Santa Rita Pintor o grande iniciador do movimento futurista
em Portugal».
Almada-Negreiros: A Engomadeira y k4 O Quadrado Azul.
Apertura de la galería de arte de José Pacheco.
Pessoa publica dos plaquettes en inglés: «Antinous» y «35 Sonnets».
Actividad futurista en Faro: el diario O Heraldo sustituye su habitual página «Gente Nova» por
otra cuyo epígrafe reza «Futurismo», con colaboraciones, entre otros, de SáCarneiro, Almada-
Negreiros y Fernando Pessoa; en mayo, apertura de una «Exposic,áo de Arte», con
representación de numerosas piezas «futuristas».
1917
Dictadura de Sidónio Pais.
Raúl Brandáo: Humus.
Sesión futurista de Almada-Negreiros, el
14 de abril, en el Teatro República. El acto se anuncia como sigue: «1. a Conferencia
Futurista / de José de Almada Negreiros / compte-rendu pelo conferente / Teatro República /
sábado, 14 de abril as 5 h. tarde (17 h.) / Conferencia / Futurista / por José de Almada-Negreiros
/ 1.a Parte: Ultimátum futurista as geraqóes / portuguezas do século XX, / por José de Almada-
Negreiros / 2.a Parte: Manifestó futurista da luxúria, / por Mme. da Saint-Point / 3.a Parte:
Music-hall / et tuons le clair de lune, / de Marinetti / entrada 52 cts». El diario A Capital
comentaría el espectáculo en un artículo titulado «Elogio da Loucura».
En noviembre aparece el número único —aprehendido por la policía antes de su distribución
— de Portugal Futurista. Director y fundador: Carlos Filipe Porfirio. Editor: S. Ferreira.
Sumario: «Os Bailados Russos em Lisboa», por José de Almada-Negreiros, poeta futurista, Ruy
Coelho, músico, y José Pacheco, architecto; «Santa Rita Pintor», por
1918
Asesinato del «Presidente-Rei» Sidónio
País.
«Homenagem» de Fernando Pessoa a la
memoria de Sidónio Pais.
Mueren Sousa Cardoso y Santa Rita.
Interseccionismo plástico, Santa-Rita
Pintor. París, 1912
Antonio Botto publica Cantigas de Saudade y Cantares.
1920
Antonio Sergio comienza la publicación de los Ensaios.
Publicación de la Clepsidra de Camilo Pessanha.
Pessoa publica su poema «Meantime» en el diario inglés The Athenaeum.
1921
Se inicia la publicación de Seara Nova. Almada-Negreiros: A Invencáo do Día
Claro.
Mario Saa: Poemas Heroicos de Simáo Vaz
de Camóes y Portugal Cristáo-Novo. Fernando Pessoa funda la editorial Olissipo, y en ella
publica sus English Poems I &
II y English Poems III.
Manifiesto «Nos», de Antonio Ferro.
1922
Primera travesía aérea del Atlántico Sur por Gago Coutinho y Sacadura Cabral, a quienes
estaría dedicado uno de los números de Contemporánea.
En mayo, aparece la revista Contemporánea, dirigida por José Pacheco. De ella diría Pessoa
que «É, de certo modo, a sucessora do Orpheu. Mas que diferenc,a! que diferenc.a!». En el
primer número publicaría Pessoa O Banqueiro Anarquista; en el n.- 3 (setiembre 1922),
«Antonio Botto e o Ideal Estético em Portugal»; en el 4 (noviembre 1922), «Mar Portugués» (en
ese mismo número aparece un artículo de Alvaro Maia, «Sodoma Divinizada», que atacaba el
anterior de Fernando Pessoa, y una colaboración de Alvaro de Campos sobre el tema); en el 6
de (diciembre 1922), «Natal»; en el 7 (enero 1923), «Trois Chansons Mortes»; y en el n." 1 de
la 3.a serie, «O Menino da Sua Mae».
La editorial pessoana Olissipo publica la 2.a ed. de las Canqóes de Antonio Botto, que
provocarían las reacciones mencionadas y otras posteriores.
«A idade do jazz-band», conferencia de A. Ferro.

1923
Raúl Leal publica el folleto Sodoma Divinizada. Un grupo de estudiantes de Lisboa
anuncia en el diario A Época su propósito de luchar contra la «literatura de Sodoma». En
respuesta a esta iniciativa, Fernando Pessoa distribuye «Sobre um Manifestó de Estudantes» (el
manifiesto en que se había concretado el propósito citado).
1924
Primer número de Alhena, dirigida por Fernando Pessoa y Ruy Vaz.
1925
Último número de Alhena.
Publicación del «Manifestó» de Óscar (ps. de Mario Coutinho), Pereira-Sáo-Pedro (Pintor) (ps.
de Celestino Gomes), Tristáo de Teive (ps. de Abel Almada) y Príncipe de Judá (ps. de Antonio
de Navarro).
1927
Aparece en Coimbra, el 10 de marzo, el primer número de Presenta.
1932
Invitado por Antonio Ferro, visita Lisboa Marinetti.
1935
Almada Negreiros publica Sw-Sudoeste, en cuyo n." 3 aparecen reunidos representantes de
Orpheu y de Presenta (Pessoa publicaría allí la presentación del «1." modernismo», en artículo
titulado justamente «Nos, os de Orpheu»).
Muere Fernando Pessoa.
En la introducción al n." 1 de Orpheu, Luiz de Montalvór se refería en
los siguientes términos a la recién iniciada aventura: «Propiamente
hablando, Orpheu es un exilio de temperamentos ar tísticos que la
quieren como a un secreto o tormento... Nuestra pretensión es la de
formar, en idea o grupo, un número escogido de revelaciones, en
pensamiento o arte, que sobre este principio aristocrático tengan en
Orpheu su ideal esotérico y bien nuestro de sentirnos nosotros y de
reconocernos».1"
Por su parte, Almada Negreiros celebraba así el vigésimo aniversario
de la publicación de la revista: «El escándalo que la aparición de Orpheu
produjo entre el público, fue y se mantiene inédito en la vida literaria
portuguesa. El Portugal lector, de Norte a Sur. deliraba de regocijo,
exactamente como si cada portugués hubiera sido el descubridor de
aquellos locos sueltos. Ni más ni menos.
ANTH ROPOS/75
»[...] Más extraordinario parecerá aún cuando se diga que Orpheu era
exclusivamente literario, que no tenía el menor vislumbre político, que
no era como los periódicos y revistas literarias portuguesas actuales, en
las cuales es la política lo que finalmente aparece bajo la máscara de las
letras. \Orpheu era honradamente literario!
»Sin programa, a no ser el de reunir autores, así se hizo Orpheu.
Autores todos y sin jefes, lo que de verdad sólo es posible entre gente de
Arte. Independencia de las colaboraciones. Hasta la ortografía era la
propia de cada autor. Y fue esta independencia de las colaboraciones la
que al final permitía percibir una unanimidad de ideas entre sus
colaboradores: ¡La necesidad de la élite portuguesa, que en parte alguna
se encontraba!
»¡Estaba deshabitada la cabeza de
Portugal!
»La razón de Orpheu era profunda
mente aristocrática, no en su efímero
sentido de sangre, sino en su verdadera
esencia de valores.
»Orpheu era una consecuencia fatal
de determinados portugueses, desligándose de los otros portugueses,
aunque
ligados entre sí por una misma fe en la
élite de Portugal. [...]
«Otra característica de Orpheu era el
europeísmo. [...]
«Esas fueron, en fin. las dos características más importantes de Orpheu:
ser
portuguesa y europea.
«Para la conquista de la élite portuguesa encontraba Orpheu el camino
heroico: cultura individual, portuguesa y
europea. [... ]
»Es que Orpheu. señores míos, fue el
primer grito moderno dado en Portugal. »\Orpheu es el pionero del
movimien-
to moderno en Portugal! Y todavía sigue.1 1
Prescindiendo de algunas referencias
concretas, como la alusión a la libertad
ortográfica (no olvidemos la presencia
de brasileños en la revista) o a la ausencia de motivaciones políticas
(Almada
escribe este texto en 1935. cuando la
76/ANTHROPOS
Último soneto de Mario
Sá-Carneiro
presencia del neorrealismo en la literatura y la crítica portuguesas
comienza a imponerse sobre un «presencismo» agonizante), las otras
características que se apuntan, si por un lado niegan la posible
identificación del grupo de Orpheu como un «movimiento» organizado
(carecen de doctrina, programa común, jefe o jefes reconocidos, etc.). por
otro lado afirman el carácter «moderno» y hasta «vanguardista» de l
mismo («europeísmo». lo que vale por «universalismo» o
«cosmopolitismo», esto es, antiprovincianismo: «elitismo»; agresivo
rechazo de las «literaturas oficiales»), sin dejar de establecer, por medio
de aquella afirmación de elitismo aristocrático (la orteguiana
«aristocracia del espíritu»).1 2 la necesaria relación con las sec tas
cenáculos simbolistas, relación explícitamente proclamada por Luiz de
Montalvór (al fin y al cabo, simbolista y decadente él mismo) cuando
hablaba del «exilio», el «secreto», el «tormento» y el «ideal esotérico»
que los congregaba y por el que se reconocían como grupo (recordemos
que. entre Orpheu y Portugal Futurista, Luiz de Montalvór dirigiría dos
revistas, ambas de número úni- co, estrictamente simbolistas y
denominadas, respectivamente. Exilio y Centauro).
Por todo ello, y para referirse a «los hombres de Orpheu», Fátima
Freitas Moma prefiere hacerlo designándolos como una «generación», en
el sentido escarpitiano del término:
«Sin ser un movimiento... Orpheu define a un grupo de escritores, en
la medida en que quienes se sientan a la misma mesa en el Martinho, en
la Brasileira o en los Irmáos Unidos, aceptan un común laboratorio para
su trabajo, sin que ese trabajo tenga necesariamente que desarrollarse de
idéntica manera. No hay, como sí habrá en el caso de la revista Presenta,
a partir de 1927, un a lluvia de editoriales, de artículos doctrinarios que
se encarguen de pautar, de regular la producción de un grupo. Por algo
Presenta es esencialmente doctrina y Orpheu poesía, o, como dice
Eduardo Lourenqo, Orpheu es la revolución y Presenta la
contrarrevolución. [...]
»Más exactamente, me parece que Orpheu define una generación
literaria en el sentido en que Robert Escarpit la distingue de la
"generación" en sentido meramente demográfico: "Los escritores de una
misma generación son los que, sea cual sea la edad de cada uno, se
encuentran todos viviendo en un mismo topos histórico y en él mantienen
relaciones sincrónicas".» l3
No seremos nosotros tan osados o ingenuos que caigamos una vez
más en el uso y abuso del controvertido concepto de «generación», por lo
que preferimos, para referirnos a Orpheu, hablar siempre de «grupo» o
agregación (más qu congregación) de individualidades que participan de
un común afán de intervención (artístico-literaria) y del
autoconvencimiento de su excepcional situación en el chato paisaje
literario y cultural (y no sólo...) del Portugal contemporáneo como
miembros de una «aristocracia del espíritu» con unos intereses que
defender y unas responsabilidades que cumplir (en el arte y la literatura
y, desde la literatura y el arte, en la «regeneración» de Portugal).
Maria Alíete Dores Galhoz ha esbozado un esquema de las «variantes
del esteticismo órfico» que es obligada cita en cualquier trabajo sobre el
tema:
«Paulismo: Paso directo desde (y superación de) A Aguia. Raíces en
el simbolismo y decadentismo. Influencia difusa de nuestros líricos y
cuentistas afines. Fernando Pessoa; Sá-Carneiro; Alfredo Pedro Guisado;
Córtes-Rodrigues; paúlicos al margen del paulismo, Raúl Leal y Angelo
de Lima.
»Interseccionismo: Adaptación a una diferente exploración psíquica.
Vaga aproximación a la libertad futurista y al orfismo de Delaunay.
Fernando Pessoa
- Alvaro de Campos; Sá-Carneiro.
»Simultaneísmo: Traducción de una visión esencialmente plástica.
Sugestión de la técnica de continuidad de James Joyce. Almada
Negreiros.
» Futurismo: Profesión de fe en los manifiestos futuristas. Exaltación
del precursor Walt Whitman. Alvaro de Campos; Almada Negreiros;
Santa-Rita Pintor; José Pacheco; Amadeo de Sousa-Cardoso, en parte.
»Simbolismo: Persistencia casi pura o contaminada de clasicismo, de
la poética simbolista. Luiz de Montalvór; Ronald de Carvalho; Eduardo
Guimaráes; Fernando Pessoa.
^Decadentismo: Confundido casi siempre con la estética paúlica.
Empleo del verso y de la prosa. Sá-Carneiro; Albino de Meneses; Gástelo
de Moráis.
»Sensacionismo: Clasificación genérica que incluía toda y cualquier
tonalida d órfica.»14
En general, Orpheu puede (y suele) entenderse como un Jano bifronte,
una de cuyas caras mira hacia la Pre-Modernidad (simbolismo-
decadentismo) y la otra hacia la Vanguardia (futurismo y otros «ismos»
europeos; «ismos» pessoanos): «Visto desde nuestra perspectiva, Orpheu
es el espacio donde se confrontan una vez más dos discursos: uno
conservador, otro revolucionario. Queriéndose revista exclusivamente
«literaria» y presentándose sin cualquier pretensión doctrinaria, es en la
práctica poética y no en la teoría donde tal con frontación se realiza: de
un lado, la herencia del decadentismo francés; del otro, el esprit nouveau
de una Europa que, aunque en armas, no dejaba de luchar por una estética
de vanguardia».15
En cuanto «vanguardia», Orpheu establece un puente (sincrónico) con
el resto de las vanguardias europeas de su época, y otro más (diacrónico)
con las otras vanguardias portuguesas (Surrealismo y Poesía
Experimental): «En la literatura portuguesa moderna, casi todo lo que no
fue vanguardia fue... sentimentalismo. Basta con comparar Orpheu con
Presenta o el Surrealismo y la Poesía Experimental con las otras ten
Santa-Rita Pintor en una fotografía de
Vitoriano Braga
dencias contemporáneas para verificarlo».16
«Hay en Orpheu un poder de corrosión y de subversión superior al de
su mitología activa, mitología que sólo el Surrealismo nacional asumió,
si no con todos los riesgos que ello conlleva, al menos con el máximo de
la alegría devastadora compatible con la crítica radical de la realidad
histórica que aquél hubo de afrontar, transfigurando en concertado delirio
el delirio sufrido por Orpheu. »17
«En Portugal, en el momento de su aparición, esa actividad equivale a
una ráfaga violenta, como puede verificarse a través de los comentarios
de la prensa de la época, pero su impacto es rápidamente amortiguado,
como en los demás países, y sólo surgirá o resurgirá, si bien que
transformado y mucho menos virulento pero más productivo, cuando, en
1949, aparece el Surrealismo en Portugal.»1^
No entraremos aquí en el estudio detenido de la historia y
significación de Orpheu y de los futuristas marginales portugueses, ni
tampoco en el análisis de las denominadas «estéticas órficas» y de su
arquitectónica trabazón. Nos limitaremos, para ceñirnos a nuestro
propósito inicial resumido en el título del artículo, a señalar en Orpheu su
crucial situación y su importancia en la vía de continuidad de una
moderna «tradición de la ruptura» (en palabras de Octavio Paz) que en la
literatura portuguesa se anuncia tras la frustración romántica del último
Almeida Garrett, se va configurando con los poetas parnasianos, realistas
y simbolistas del «fin de siglo» (el «heterónimo plural» Fradique
Mendes, Cesário Verde, Pessanha, Eugenio de Castro, Nobre, el
«simbolismo visionario» de Gomes Leal, Angelo de Lima, Raúl Brandáo
o Teixeira de Pascoaes) y culminará con los poetas del Surrealismo
portugués, prolongándose en algunos de los autores posteriores a la
«ruptura» de Poesía 61. En este sentido, podemos ya indicar algunos de
los lazos fundamentales entre órficos y surrealistas:
1. Si el surrealismo bretoniano hun día sus raíces en la tradición de
los maestros del simbolismo decimonónico (en parte, a través del
Futurismo) y arrancaba de la experiencia de las primeras vanguardias
para, aprovechando algunas de sus aportaciones, orientarse por un camino
distinto del que había conducido al callejón sin salida dadaísta, podemos
afirmar que, en Portugal, Orpheu se nos presenta también como un
movimiento aglutinante que, al tiempo que recoge la experiencia
simbolista-decadentista portuguesa y europea y la de las primeras
vanguardias, desempeña el papel del Surrealismo bretoniano en Francia,
papel que el movimiento que le fue rigurosamente contemporáneo en
Portugal —Presenta— no supo o no pudo o no quiso desempeñar.
2. Como ya hemos dicho, un común espíritu «cosmopolita» y anti-
provinciano hermana a órficos y surrealistas portugueses (pese a la
opinión en contra de algún crítico para quien el Surrealismo portugués
sería un «surrealismo de andar por casa»19), frente a otros movimientos o
tendencias, como el presencismo o el neorrealismo.
3. Son también comunes a ambos grupos ciertas características
secundarias o superficiales, típicamente vanguardistas, como la
(frustrada) experiencia de actuación (creación) colectiva, la búsqueda
deliberada del escándalo que pueda suponer una amenaza para la
seguridad del «filisteo» (el «lepidóptero burgués», en términos de
Orpheu) trastornando sus presupuestos culturales, el espíritu inicial de
blague, de mixtificación y juego, introduciendo en el acto de creación una
dimensión gratificante y gratuita equidistante del voluntarismo. la
desmitificación y la autotelia. etc.
ANTHROPOS/77
4. A un nivel más profundo. Orpheu prologa o anticipa el
Surrealismo:
a) En el descubrimiento de la fragmentación y dispersión de la mítica
unidad que el racionalismo dominante había establecido (por ingenuidad,
ignorancia o interesado acuerdo) entre la realidad, la conciencia y el
discurso, y en la búsqueda de un nuevo principio de unidad, de una
definitiva reconciliación: una búsqueda que llevaría al descubrimiento de
la realidad subconsciente, de una «conciencia profunda» y
complementaria que en Orpheu. sin embargo, no sería sistemáticamente
explorada, sino que explotaría en el exterior de una multiplicidad de
discursos (Pessoa) o en el interior de una conciencia escindida que
descubre en la muerte la única solución conciliatoria y. también, la más
justa venganza (Sá-Carneiro).
b) En la importancia dada a la poesía —enlazando así con el
transcendentalismo inmanente simbolista— como gnosis. instrumento de
conocimiento profundo («poético») de la realidad y de creación
consecuente de una nueva realidad transfigurada por medio de la
imaginación «activa» —una realidad «mítica» o «poética»—:«La
importancia única de la generación de Orpheu reside en esa aceptación
sin límites de la seriedad de la poesía, o. si se prefiere, de la poesía como
realidad absoluta. [...] Asumir la verdad de la mitología, dar a la
imaginación aquel lugar en el mundo que de hecho ocupa en el sueño iba
a exigir el esfuerzo de la misma imaginación de Hornero a André Bretón.
En la expresión mítica la poesía vive una existencia plena: la palabra
poética es reconocida como encantatoria. mágica, actuante».2"
c) En la revolución de la palabra poética, como consecuencia de esa
capacidad demiúrgica en virtud de la cual el poeta hace visible o crea lo
que nombra: «Para ser fieles a la nueva experiencia, las palabras
habituales de la tribu llegaron a parecerles mezquinas y la sintaxis
secular se les reveló demasiado estática para soportar el alma
incoherente, múltiple y tumultuosa nacida de semejante visión».21 «El
lenguaje poético perde
78/ANTHROPOS
Sensibilidad radiográfica, Santa-Pita
Pintor. París, 1913
rá... el carácter de dato hasta llegar a pretender ser él mismo un
universo original, testimonio palpable y glorioso de la Realidad como
invención del poeta. [...] Vista así, la "blague" de "Manicure" es algo más
que una simple "blague" y los gritos de la "Ode Marítima" algo más que
una simple onomatopeya. Representan conscientemente una tentativa de
forzar al lenguaje a sobrepasar sus recursos "naturales" de significación
para convertirlo en cosa significativa de una materia y materia a su vez
de una nueva significación.»22
Entre los colaboradores de Orpheu cuyas aportaciones pueden y deben
ser consideradas desde una perspectiva de vanguardia, hemos de
mencionar necesariamente a Angelo de Lima, Raúl Leal. José de Almada
Negreiros, Mario de Sá-Carneiro y Fernando Pessoa, sin olvidar la
presencia en el grupo de un futurista que pasaría después a coordinar las
actividades artísticas y culturales del «Estado Novo» (nos referimos a
Antonio Ferro, de trayectoria personal paralela, mutatis mutandis, a la de
Marinetti. a quien por cierto invitaría a visitar oficialmente Portugal en
medio de la general repulsa de los ex compañeros de Orpheu, e
incluyendo también a los responsables gráficos de la revista, como los
pintores Santa-Rita y Sousa Cardoso o el arquitecto José Pacheco, autor
este último de las portadas y el diseño general de Orpheu, y más tarde
director de Contemporánea —una de las revistas de mayor calidad
gráfica que se hayan editado nunca en Portugal.
Loco y poeta de «Orpheu» son las señas particulares con que Angelo
de Lima se nos aparece en manuales y estudios literarios, generalmente
para descalificarlo o desvalorizarlo en función de su «anormalidad» —
vivió la mayor parte de su vida recluido en el manicomio de Rilhafoles—
o del carácter epigónico de su escasa obra literaria.
Como poeta de «Orpheu», la figura de Angelo de Lima tiene siempre
algo de marginal o de añadido: por una parte, como el resto de los
componentes del grupo, ha visto extenderse sobre él la sombra ocultadora
de Pessoa; por otra, el hecho de haber sido rescatado de una generación
inmediatamente anterior e incorporado in absentia al grupo —el
periodista Amadeu Cunha acusaba a los desaprensivos y alegres
«saltimbanquis» de Orpheu poco menos que de «secuestro de la obra del
infeliz autor»— lo sitúa en relación al grupo en una posición similar a la
que ocupa un Raúl Brandáo en relación con la gente de la Seara Nova —
figuras venerables ambas, respetadas por su obra (Brandáo) o admirables
por su marginación y el carácter subversivo de su «alienación » (Lima).
En el caso de Angelo de Lima, si bien la primera etapa de su poesía
no admite dudas sobre la influencia en ella de la poesía decadentista y
simbolista (y hasta de la «ultrarromántica» residual), la segunda, tras la
inmersión del poeta en la locura (el «abismo ante sus pies rasgado» del
admirable soneto «Párame de repente o pensamento...» que tanto
admiraba Pessoa), provocaría en la crítica un desconcierto que vino a ser
resuelto marginándola absolutamente en virtud de un «ilogismo» que
llegaba a afectar la misma gramaticalidad del texto o reduciendo su
interés al de una anecdótica conjunción de influencias: el
interseccionismo pessoano por un lado, y, por otro, la huella tardía del
parnasianismo y esoterismo léxicos de Eugenio de Castro y descendencia.
Locura y poesía han permanecido frecuentemente unidas en la
tradición cultural de Occidente (poesía-posesión, rapto de la mente, furor,
inspiración, iluminación...), pudiendo la primera ser valorada
positivamente en ocasiones como «el camino capaz de conducir fal
AUTOR - TEMA MONOGRÁFICO TEXTOS Y NOTAS
hombre] a una sabiduría superior», «fuente de un conocimiento
iluminado», «verdadera forma de comunicación, y no de alienación» y
«descubrimiento del Logos por el camino del ilogismo»: así ha visto la
relación locura / poesía en Angelo de Lima el crítico y recopilador de su
obra, Fernando Guimaráes. 23
Ahora bien, traducir en imágenes y con palabras esa experiencia y esa
sabiduría situadas —como sucede con otras formas paralelas de gnosis
irracional: sueños, alucinaciones, experiencias místicas, etc.— del otro
lado del Logos, implica el abandono del lenguaje cotidiano y hasta de los
tradicionales «grados de desviación» del lenguaje poético por un nuevo
lenguaje que, en el caso concreto de Angelo de Lima, ofrece, según F.
Guimaráes, una serie de característicos «desvíos» morfosintácticos,
léxicos y ortográficos.
Un lenguaje así concebido y estructurado supone no sólo un
experimento subversivo en la superficie misma del discurso (lo que haría
de Angelo de Lima un puente entre los primeros escarceos
experimentales decadentistas y simbolistas y la poesía experimental de
los 60, puente que aparece superpuesto o paralelo a la poesía futurista e
interseccionista de la primera vanguardia portuguesa, Orpheu) sino que
además introduce un modelo de conocimiento analógico que completa o
contradice la verdad suficiente del «logos» racionalista, y ello, junto con
la recuperación «poética» (esto es, «práctica», en un sentido surrealista)
del «pensamiento alienado» y la «belleza convulsiva» de las asociaciones
libremente desarrolladas desde el interior de una paranoia progresiva,
harían del poeta de Rilhafoles (dimensión «maldita» de Angelo de Lima)
un precedente y un modelo de los surrealistas portugueses digno de
figurar en el panteón surrealista bretoniano.
Como resumen esquemático de la posición de Angelo de Lima en el
contexto de la literatura portuguesa de la Modernidad, véase el cuadro
adjunto.
Raúl Leal es el filósofo y apóstol de la «razón vertígica»,
materializando en un discurso confuso y no ajeno a cierto

taculares encadenadas se desarrollan alternativamente en la esfera del


logos y en la de la superficie del verbo) un pensamiento que nos remite
tanto a la tradición racionalista occidental como a la cuádruple
conjunción del heraclitismo, el intuicionismo bergsoniano, el vorticismo
y el futurismo, sin que sepamos nunca con certeza lo que en ello hay de
herencia, préstamo, adivinación o encuentro fortuito.
José de Almada Negreiros sería el prototipo del «artista total» (pintor,
dibujante, escenógrafo, poeta, novelista, escritor doctrinario,...) de la
Vanguardia, animador fundamental de la primera vanguardia portuguesa
(a la que, siguiendo de cerca el ejemplo marinettiano, dotó de una cierta
teatralidad escandalosa y de su agresividad verbal —apostrofes,
invectivas, insultos personales— cuya rotundidad oculta parcialmente la
esencial inconsistencia de un pensamiento confuso) y compañero atento
(casi diríamos «el gran superviviente»: murió en 1970) de todas las
vanguardias del siglo.
Si en ciertos aspectos —como ese carácter marinettiano y superficial
de su futurismo, tan distinto del de Alvaro de Campos, por ejemplo 24—
puede ser considerado como el autor más «característico» (entiéndase: el
más limitado, el menos personal, el más ligado a la circunstancia
histórico-cultural concreta) del primer vanguardismo portugués, en otros,
sin embargo, se nos presenta como un precursor y una de las figuras
capitales de toda una corriente experimental de la literatura portuguesa
contemporánea: nos referimos al Almada de la prosa poética, de la novela
Nome de Guerra, de novelas cortas como A Engomadeira, y de otras
narraciones breves, cuentos o fragmentos narrativos dispersos.25
Por lo que se refiere a los dos autores «mayores» de Orpheu, fueron
precisamente los surrealistas quienes los confrontaron planteando la
pregunta hoy ya tópica: «¿Pessoa o Sá-Carneiro?».
Desde el punto de vista de las relaciones de Pessoa con el Surrealismo
(en particular con el Surrealismo portugués), esas relaciones han sido
estudiadas por Joáo Gaspar Simóes,26 Antonio Tabucchi, 27 y J.B.
Martinho,28 entre otros.
[poesía tardorromántica o «ultrarromántica»!
DECADENTISMO SIMBOLISMO
ANGELO DE LIMA
SURREALISMO «l.c r Modernismo» ( = 1." vanguardia»): Orpheu
Poesía Experimental
automatismo (cuyas asociaciones espec

ANTHROPOS/79
Para Tabucchi, Pessoa sería surrealista: 1) En la heteronimia,
entendida ésta como el «fraccionamiento de la personalidad desde la
perspectiva cultural de un cubismo-futurismo-interseccionismo (cubismo
aplicado sin ninguna teorización cubista y quizás de manera inconsciente,
pero justificado sólo en base a un aistanomai personal)», sin olvidar «el
simultaneísmo de Delaunay, que debió influir grandemente sobre el
interseccionismo de Pessoa». 2) En la fenomenología: «Lo que hay de
"más surrealista en la perspectiva fenomenológica de Pessoa es una
actitud de extrañeidad y, junto a ello, un rechazo hacia una realidad
fenoménica segura y cierta. [...] La realidad es ambiguamente doble y
ninguna, y nuestro mundo un misterioso escenario de confusión». 3)
Finalmente, en el ocultismo, con el que Tabucchi relaciona también
directamente el automatismo pessoano.29
Fernando J.B. Martinho ha sido quien mejor ha estudiado la
proyección de la obra pessoana en la literatura por tuguesa
contemporánea, y, de manera especial, en los poetas «de los años
cincuenta», entre ellos los surrealistas. Especialmente significativo
resulta el hecho de que lo más representativo de la obra poética pessoana,
que había empezado a publicarse en las ediciones Ática en 1943, termina
de aparecer en 1946, sucediéndose, desde esa fecha hasta 1950, algunas
antologías importantes de poesía y prosa pessoanas y los primeros
estudios biográficos y críticos sobre el poeta.30
Mil novecientos cuarenta y seis es precisamente la fecha dada por
Cesariny para situar la composición de su conocida «Louvor e
Simplificagáo de Alvaro de Campos», más tarde (1953) publicado en
folleto con algunas supresiones «obligadas» que serían añadidas
parcialmente al ser incluido el poema en Nobilíssima Visáo.31
Aunque la presencia de Campos y de algunos aspectos (la ironía, por
ejemplo) de las demás personas pessoanas puede ser detectada en otras
composiciones de Cesariny, es sin duda en «Louvor...» donde esa
presencia se transforma en una manifiesta utilización del propio discurso
de Alvaro de Campos, ma
80/ANTHROPOS
Amadeo de Souza-Cardoso, Pintura.
1915-18
nipulándolo —recurriendo sistemáticamente a prácticas de
intertextualidad y transtextualidad— hasta convertir «alabanza» y
«simplificación» en una verdadera actualización del mismo discurso,
adecuándolo a la realidad histórico-literaria del Portugal de los cuarenta y
los cincuenta, tal y como en su día señalara María de Fátima Marinho.32
La huella de Pessoa, sin embargo, puede ser apreciada en la obra de
casi todos los poetas del Surrealismo portugués, y así ha sido reconocido
explícitamente tanto por los miembros del autodenominado «Grupo
Surrealista de Lisboa» (en especial, Alexandre O' Neill) como por los
integrantes del designado como «grupo disidente» (Cesariny, Oom, etc.).
Con todo, la relación de Pessoa con el Surrealismo va más allá de sus
particulares relaciones con los surrealistas portugueses, pudiendo
establecerse esa relación más general y más profunda en torno a los
siguientes puntos:
1) Transcendentalismo. Situándose dentro de la tradición que, a través
de los simbolistas, llega desde los románticos a los surrealistas (y, antes,
a algunos expresionistas alemanes), Pessoa considera al poeta como
emisario (profeta, vate) de los dioses (un «destino» trágico que hace de
esa elección condena en el «temps des assassins»), y ve en la poesía una
vía de conocimiento interior y de «ampliación de la conciencia de la
Humanidad».34
2) El descubrimiento del subconsciente (de sus contenidos y de sus
operaciones), descubrimiento paralelo o anterior incluso a la difusión de
las teorías freudianas, según confesión del propio Pessoa, quien, por lo
demás, se mostró singularmente interesado por la cuestión hasta el punto
de criticar al mismo Freud por su «reduccionismo» doctrinal.35
3) El automatismo, manifestado tanto en el abandono al fluir
automático de la escritura de los heterónimos,36 como en la experiencia
mediúmnica creadora.
4) El interés de Pessoa por el ocultismo, la alta magia (recuérdese su
aventura con Aleister Crowley), la astrología (llegó a realizar los
horóscopos de sus heterónimos), el esoterismo y las religiones
iniciáticas. Interés de naturaleza gnóstica (búsqueda de ampliación del
conocimiento por todas las vías posibles, incluidas las rechazadas por el
pensamiento tradicional) y no religiosa (sin preocupaciones, pues,
soteriológicas, ya sean de carácter inmanente o transcendente), como en
su día apuntara Helder Macedo,37 anticipándose así Pessoa a las
manifestaciones de Bretón sobre el sentido de su propio interés por tales
cuestiones.
5) La actitud frente al fenómeno de la locura (el «pensamiento salvaje
por dentro», según Bretón), actitud que, según Georg Rudolf Lind, 38
evolucionaría en Pessoa hacia una consideración progresivamente
positiva hasta llegar a considerarla indispensable para la «realización de
cualquier gran proyecto» (artístico o no) .
6) El humor, entendido como instrumento de destrucción
(desarticulando la realidad), provocación (minando la seguridad del
«lepidóptero burgués» al dejar al desnudo las contradicciones profundas
de su aparentemente compacto y ordenado mundo de valores, creencias y
realizaciones) y creación (poniendo en relación fragmentos de esa
realidad desarticulada que contradicen el «orden natural» de las cosas y
de su representación o comprensión lógica y racional). Más allá de la
paradoja y hasta del arte mayor de la ironía, la «dialéctica contradictoria»
(afirmación-negación-afirmación) pessoana supone una directa (e
incómoda) confrontación con la idea misma de «sistema» y de «orden»,
lo que quizás explicaría tanto su marginación por parte de la cultura
«oficial» portuguesa como su condena (más o menos matizada) desde las
filas de la «oposición oficial» neorrealista.
La sombra de Fernando Pessoa ha venido cubriendo, total o
parcialmente , las aportaciones de los otros poetas de Orpheu, y de esta
ocultación u oscurecimiento ha sido víctima principalísima el amigo a
quien Pessoa nunca regateó reconocimiento y elogios: Mario de
SáCarneiro,39 La relación del poeta de Dispersáo con los surrealistas
portugueses ha sido establecida por Fernando J.B. Martinho en los
siguientes términos: «No resulta difícil comprender la fascinación que la
figura de Sá-Carneiro ejerció en los surrealistas y en otros poetas de la
década del 50, ya fuera por el desorden o el exceso presentes en su poesía,
ya por lo que su suicidio podía significar de desprecio hacia una realidad
abyecta y sin fulgor. En una estética que. como la surrealista, valora al
poeta maldito, al poeta destruido por el engranaje e incapaz de adaptarse
a la cárcel de la realidad, el recurso a semejante ejemplo era inevitable.
La inadaptación de Sá-Carneiro, además, se identifica bien con el rechazo
de lo que en un poema de Discurso sobre a Reabilitagáo do Real
Quotidiano se denomina o patrio mijo. Para los surrealistas, ene migos
del Orden Moral al que se refiere Eduardo Lourenqo en un conocido
ensayo [«Urna Literatura Desenvolta ou os Filhos de Alvaro de Campos»,
en O Tempo e o Modo, n." 42, Lisboa, octubre 1966], no podía dejar de
ser merecedora de simpatía la furia contra el burgués, el lepidóptero
proclamado por los más vanguardistas de los poetas órficos. Anti-héroe, o
"Héroe-a-su-manera", Sá-Carneiro es visto como el que no tuvo "vista
para el negocio", el que "se embarcó de polizón" por no "haberle dado
pasaporte" los mantenedores de tal Orden Moral».40
El crítico nos habla, creemos que con razón, de fascinación por la
figura y por la conducta de Sá-Carneiro, fascinación que llevaría a
Antonio María Lisboa a destacarlo repetidamente por encima de
Fernando Pessoa, poeta éste a quien Lisboa acusaría de «exceso de
literatu

ra», lo que, por cierto, nos recuerda inmediatamente descalificaciones


parecidas de André Bretón (casi siempre coronadas con la expulsión y el
anatema) a propósito de la excesiva «autocomplacencia artística» que
llevó a algunos artistas del Surrealismo (Max Ernst, por ejemplo) a
participar voluntariamente en la rueda mundana de las exposiciones y los
premios.
No debe extrañarnos la confrontación Pessoa / Sá-Carneiro llevada a
cabo por los surrealistas portugueses, ni tampoco la predilección de
muchos de ellos por el segundo de los mentores de la aventura órfica.
Para quienes entienden el Surrealismo únicamente como «discurso»
(literario, plástico, etc.), Pessoa se les presenta sin ninguna duda como el
«gran modelo», el creador de la «lengua poética» portuguesa del siglo XX
(en definitiva, el «supra-Camóes» que el propio Pessoa había anunciado)
y, más allá incluso de los márgenes de la lengua y la literatura
portuguesas, como una verdadera summa de la Modernidad, recogiendo
en su obra la pluralida d de discursos, problemas e intenciones (y también
algunas actitudes) que se habían ido configurando a lo largo del «temps
de la révolte» de la Pre-Modernidad del siglo XIX y que tendrían su
culminación (que no su solución definitiva) en los movimientos
vanguardistas del presente siglo. Pessoa es, en efecto, el poeta de la
fragmentación («dispersión», como diría Sá-Carneiro) acelerada de la
realidad, de la conciencia, del discurso; el poeta del transcendentalismo
gnóstico y soteriológico de cierta poesía decimonónica (pero también el
poeta mixtificador y desmitificador de las primeras vanguardias); el
poeta de la discursividad neoclásica de Ricardo Reís (pero también el
futurista Alvaro de Campos); es el poeta verlainiano de «Saudade dada» y
el decadentista-simbolista («paulista») de «Impressóes do Crepúsculo»
(pero también el interseccionista de «Chuva Oblíqua», más rimbaldiano
—recuérdese «Marine»— que «cubista», como algunos lo han
denominado; el poeta ortónimo, que desmenuza y expone con el rigor y la
frialdad del matemático los problemas de la creación heteronímica (pero
también el poeta ortónimo tradicional de las Quadras ao Costo Popular,
o el sebastianista-heráldico de Mensagem, o el poeta erótico de Antinous
o Epithalamium); etc., etc. Pessoa es, como se ha dicho tantas veces,
«toda una literatura». Más diríamos: Pessoa es «la literatura», la ficción
(ocultación, disfraz, invención, fuga) de la realidad.
Incapaz de enfrentarse con la vida, Pessoa se refugia en sus máscaras,
fingiendo en cada una de ellas un conflicto, una incompatibilidad, una
frustración, una agonía. Es en ese fingirse vivo en sus personajes, en esa
cobarde delegación de responsabilidades, en esa reducción de
pensamiento, pasión y voluntad a un sistemático ejercicio de alienación
literaria, donde debe buscarse la explicación a las reservas de algunos
surrealistas (Cesariny, por ejemplo, que se refiere a Ricardo Reís como el
«asesino de Fernando Pessoa», esto es, la «literatura» —en el sentido más
peyorativo del término— como verdugo de la poesía) o el desprecio de
otros (Antonio María Lisboa) en relación con la vida y la obra (una
separación que es ya, en cierta manera, una condena) de Fernando A.
Nogueira Pessoa, y la predilección por Mario de Sá-Carneiro, Poeta que
redimió, con la realidad de su suicidio, la ficción dramática del Amigo
(Pessoa) y también, por extensión, la ficción dramática de Orpheu y de
toda la vanguardia portuguesa. Repetimos: si el Surrealismo lo
entendemos simplemente como un (otro) movimiento literario y artístico
(opción generalizada entre críticos e historiadores; para los surrealistas,
una de tantas insuficiencias o aberraciones de los «funcionarios de la
cultura»), entonces debemos referirnos a Pessoa como indiscutible
precursor y maestro consumado; si, por el contrario, consideramos, de
acuerdo con la teoría y la doctrina surrealista, que el Surrealismo es una
propuesta ética y moral (en cuanto proyecto de transformación
individual), filosófica y política (en cuanto proyecto de reinterpretación y
transformación de la realidad y de la sociedad) y, sólo en último término,
estética (en cuanto ese proyecto aspira a introducir la «poesía del
corazón» en la «prosa de la vida cotidiana», fundiendo arte y vida en una
única experiencia de libertad y éxtasis a impulsos del deseo enseñado a
renovarse tras cada satisfacción), si el Surrealismo es todo eso, y el
cuadro o el poema no son sino accidentes fruto de nuestras propias
limitaciones para comunicarnos el misterio (cuando no se transforman en
ámbito o instrumento de prestidigitación, transmutación alquímica,
transfiguración o creación autotélica). entonces Pessoa se convierte en
oficiante de una liturgia (la «literatura») que disfraza la crueldad del
sacrificio y el drama o el valor de las víctimas (en este caso, Mario de Sá-
Carneiro).

ANTHROPOS/81
NOTAS
1. Poesía Futurista Portuguesa (Faro 1916-1917). Sel. e prefacio de Ñuño Júdice. Lisboa:
A Regra do Jogo. 1981.
2. Renato Poggioli: Teoría del arte de vanguardia. Trad. del italiano por Rosa Chacel.
Madrid: Revista de Occidente. 1964.
3. Fierre Rivas: «Frontiéres et limites des Futurismes au Portugal et au Brésil». Europe. n."
551. París, mars 1975. pp. 126-144.
4. Pedro da Silveira: «O que soubemos logo em 1909 do Futurismo». Revista da Biblioteca
Nacional, vol. 1. n." 1. Lisboa, janeiro-junho 1981. pp. 90-103.
5. Joáo Alves das Neves: O Movimento Futurista em Portugal. Porto: Livraria Dilvulgacáo.
1966.
6. Pierre Rivas: art. cit.. p. 131.
7. A Poesía de Orpheu. apresentaqáo crítica... de Fátima Freitas Morna. Lisboa: Editorial
Comunicac,áo. 1982.
8. Joáo Gaspar Simóes: «Sinopse cronológica do nascimento e morte do Orpheu». Cultura
Portuguesa, n." 1. Lisboa, agosto-setembro 1981. pp. 83-88.
9. Ñuño Júdice: «O Futurismo em Portugal». Portugal Futurista. 2.a ed. facs.. Lisboa:
Contexto.1982. pp. VI-XVIII.
10. Orpheu. 2.a reed. do vol. I. Lisboa: Ediqóes Ática. 1971. p. 11.
11. José de Almada Negreiros: «Um aniversario Orpheu». Diario de Lisboa. 8-3-1935
(recogido en
82/ANTH ROPOS
Obras Completas. 5. Ensaios 1. Lisboa: Editorial Estampa. 1971. pp. 23-28).
12. José Ortega y Gasset: La deshumanización del arte v otros ensavos estéticos. 10.;l ed.,
Madrid: Revista de Occidente. 1970, pp. 16 ss.
13. A Poesía de Orpheu. Ed. cit.. pp. 15-16.
14. Maria Alíete Dores Galhoz: «O Momento Poético do Orpheu». Orpheu. 2.J reed. do vol. I,
Ed. cit.. pp. XXXVI-XXXVII.
15. Eugenio de Andrade. en respuesta a un «Inquérito» de la revista Coloquio!Letras sobre «O
significado histórico do Orpheu. 1915-1975». ColóquioíLetras. n.° 26. Lisboa, julho 1975
(recogido en Cadernos d'a Coloquio/Letras, n." 2. «Modernismo e Vanguarda». Lisboa:
Fundaqáo Calouste Gulben kian. 1984. p. 12).
16. Ana Hatherly. en respuesta al «Inquérito» citado, recogido en la obra cit.. p. 10.
17. Eduardo Lourenqo: Ibíd.. p. 12.
18. Ana Hatherly: O Espaqo crítico-do simbolismo a vanguarda. Lisboa: Ed. Caminho. 1979. p.
74.
19. A. Faria: «Un surrealismo casericcio». Quaderni Portoguesi. n." 3. Pisa, primavera 1978.
pp. 65-69 (recogido, en versión portuguesa, por la revista Sema, n." 1. Lisboa, primavera 1979.
pp. 22-24).
20. E. Lourenqo: «Orpheu ou a Poesía como Realidade». Tempo e Poesía. Porto: Inova. 1975.
pp. 57-58.
21. Ibíd.. p. 52.
22. Ibíd.. p. 65.
23. Angelo de Lima: Poesías Completas, org., prefacio e notas de Fernando Guimaráes. Porto:
Inova. 1971. p. 137.
24. Las diferencias entre el futurismo de Alvaro de Campos y el de Almada, establecidas a partir
de la confrontación de textos poéticos y doctrinales de ambos autores, han sido estudiadas por
Ana Hatherly en «Éxtase e herenqa. Breve introducto ao futurismo portugués», en Loreto 13.
n." 2. Lisboa, abril 1978 (recogido en O Espado crítico-do simbolismo á vanguarda, ed. cit.,
pp. 55-75; vid., sobre todo, las pp. 68 ss.).
25. La obra de Almada Negreiros empezó en 1970 a ser publicada por la Editorial Estampa, de
Lisboa. De los ocho volúmenes previstos, aparecieron solamente seis, quedando sin publicarse
el vol. 7 (Ensaios II) y el vol. 8 (Dispersos). Los otros seis volúmenes recogieron lo esencial de
la obra completa del autor, de acuerdo con la siguiente distribución y en las fechas respectivas
que se señalan: Vol. 1: Cantos e Novelas (1970); Vol. 2: Romance (1971): Vol. 3: Teatro
(1971); Vol. 4: Poesía (1971); Vo). 5: Ensaios I (1971); Vol. 6: Textos de Intervenqáo (1972).
En otras editoriales se han publicado: Ver, prefacio, org. e notas de Lima de Freitas, Lisboa:
Arcadia, 1982. Actualmente su obra está siendo reeditada por la Imprensa Nacional-Casa da
Moeda de Lisboa.
26. Dice J.G. Simóes: «Las concepciones de André Bretón, que desde 1924, fecha de su
Manifieste du Surréalisme, se habían difundido por Europa y por el mundo, habían sido
adivinadas por Fernando Pessoa, quien escribió en nombre de C. Pacheco el poema "Para Além
doutro Océano" (destinada a Orpheu, 3). La escritura automática, el no premeditado azar, el
lenguaje liberado de estorbos contextúales, el misticismo infernal, la asociación de lo oculto y
de lo mágico, la revolución de la conciencia ética, la conciliación de los contrarios, la búsqueda
del "punto central" en la construcción de la mecánica visionaria del mundo, todo lo referido al
instinto y a la noche del alma, a la pre-lógica y a la imaginación pura [...]» (Cit. por «Petrus»:
Os Modernistas Portugueses, Porto: C.E.P., s.d., vol. V. pp. 111-112).
27. A. Tabucchi: La parola interdetta. Poeti surrealisti portoghesi, Torino: Giulio Einaudi
Editore. 1971.
28. Fernando J.B. Martinho: «A presenta de Fernando Pessoa em alguma poesía dos anos 50»,
en Actas do 1 Congreso Internacional de Estudos Pessoanos, Porto: Brasilia Editora, 1979. pp.
261-278. Sobre el tema volvería más tarde, dedicándole uno de los volúmenes de la colección
«Biblioteca Breve» del Instituto de Cultura e Lingua Portuguesa: Pessoa e a moderna poesía
portuguesa; do «Orpheu» a 1960. Lisboa: I.C.L.P., 1983. 29. A. Tabucchi: Op. cit., pp. 38-41.
30. Fernando J.B. Martinho: Pessoa e a moderna poesía portuguesa; do «Orpheu» a 1960, ed.
cit., p. 115.
31. Mario Cesariny: Nobilíssima Visáo. Lisboa: Guimaráes Editores, 1976, pp. 67-81.
32. Maria de Fátima Marinho: «Cesariny, leitor de Alvaro de Campos», Persona, n." 7, Porto,
agosto 1982, pp. 30-33.
33. Vid. Fernando J.B. Martinho: Pessoa e a poesía..., ed. cit.. pp. 120 ss.
34. Vid. Fernando Pessoa: Páginas de Doutrina Estética, sel., prefacio e notas de Jorge de Sena,
2.a ed.. Lisboa: Inquérito. s.d., pp. 22-24.
35. Ibíd.. p. 170.
36. Vid., al respecto, la famosísima carta sobre el origen de los heterónimos, escrita por Pessoa
a Adolfo Casáis Monteiro y fechada el 13-1-1935 (Páginas de Doutrina Estética, ed. cit., pp.
193-206). 37. Helder Macedo: «Fernando Macedo e as ficqóes do abismo», en Actas..., ed. cit.,
pp. 279-293.
38. Georg Rudolf Lind: «Fernando Pessoa e a locura», en Actas..., ed. cit., pp. 279-293. 39. Lo
fundamental de Mario de Sá-Carneiro ha sido publicado por la editorial Ática, de Lisboa, en los
siguientes volúmenes: I: A confissáo de Lucio; II: Poesías; III: Cartas a Fernando Pessoa (2
tomos); IV: Céu em Fogo. Para las relaciones de Orpheu y de Sá-Carneiro con el Surrealismo,
vid.: a) H. Houwens Post: «Mario de Sá-Carneiro, premier poete surréaliste portugais (1890-
1916)», en Neophilologus, Groningen (J.B. Wolters Ed.), 1965, pp. 301-306. b) Joáo Gaspar
Simóes: «Mario de Sá-Carneiro, Orpheu e o Surrealismo», en O estado de Sao Paulo, Sao
Paulo, 15-11-1958. c) Mario Cesariny de Vasconcelos: «Orpheu e Literatura de Vanguarda», en
Contraponto, Lisboa, 1950. 40. Fernando J.B. Martinho: Pessoa e a moderna poesía..., ed. cit.,
pp. 120-121.
Fernando Pessoa,
recriador de mitos
Antonio Quadros
1. «Desejo ser um criador de mitos...»
Quando se convenceu Fernando Pessoa de que o mito, so o mito, ou
fundamentalmente o mito poderia conseguir a transformado decisiva do
Portugués, o reencontró com o seu verdadeiro ser. hoje empecido e
decaído, a regeneraqáo do tecido deteriorado da Patria?
E difícil dizé-lo. O mito será o nada. como disse no poema sobre
L'lisses na Mensagem. mas é o nada que é nido. Tal implica de certo
modo um conceito de mito bastante próximo daquele que vem sendo
desenvolvido modernamen te, na nossa época intelectual pos-positivista e
pos-materialista, sobretudo despois dos estudos de O. Rank. K. Abraham.
C.G. June. D. de Rougemot. Mir cea Eliade. Gastón Bachelard. Gilbert
Durand. etc.
Efectivamente, estamos longe do tempo em que o'mito era
considerado únicamente como urna forma primitiva e infantil de
representaqáo e explicaqáo do que parecia enigmático aos espirites
ignorantes e impreparados dos antigos. Sabemos hoje que a ciencia e a
razáo nao sao chaves para o conhecimento universal, deixando fora do
seu objecto e das suas possibilidades regióes imensas. que a teoria do
conhecimento sonda através de outros meios e por outros caminhos.
Como disse Durand. se a nossa civilizacáo tem sido «desmitificante»,
colocando «o mito no "um por cento" do imaginario», tal atitude «está em
vias de se esboroar. E nao so. como sempre. outros mitos, muito antigos.
recobrem os mitos de hoje e tornam-se os de hoje. como aínda toda urna
parte do saber sabios, como vos dizia. quer das ciencias da natureza. quer
das ciencias do homem dáo-se conta da eficacia, do poder, e sobretudo da
realidade mitológica. O mito nao é urna fantasía que se opóe ao real
perceptivo e racional».1
Femando Pessoa II, Julio Pomar, 1973
A narrativa mítica tem. como assinala Jung. um sentido ao mesmo
tempo «compensatorio» (para os traumas e as crises do homem e das
sociedades) e «prospectivo» (oferecendo urna soluqáo a nivel do
inconsciente).2 Ela é. como os contos de fadas. um romance em que as
personagens sao heróis e arquetipos, isto é tipos sagrados que
protagonizan! o movimento do espirito e os obstáculos que defronta. Ña
identificac,áo inconsciente que os homens individuáis e as sociedades
situadas fazem com os seus mitos e os seus arquetipos podemos encontrar
a chave do seu destino histórico.
Mas atenqáo. ningém escapa ao mito, e os racionalistas qu e julgam
fazé-lo sao os mais dominados pelos mitos que veiculam e interiorizan!
sem o saberem. Eles sao por assim dizer os joguetes de urna luta de
mitos, que os utiliza. Denis de Rougemont pergunta: «De onde vieram os
mitos?». Seráo invengóes nossas, ou somos nos que somos invenqóes
deles? «Governaráo os nossos actos e os nossos sentimentos. ou aparecem
mais tarde, como para os ilustrar e os qualificar. porventura para tentar
torná-los exemplares?»3
Segundo Jung, do mito se pode dizer, como o fez um filósofo
patrístico que é aquilo «em que se eré sempre, por toda a parte e por
todos». Porque «a alma nao data de hoje! Conta milhóes de anos. A
consciéncia individual nao é senáo o suporte das flores e dos frutos
segundo as estagóes; ela brota do vivaz rizoma subterráneo e
aproximamo-nos muito mais da verdade quando entramos em linha de
conta com a sua existencia, pois é a rede das raízes que está na origem de
tudo».4
Daía seria interrogac,áo que o psicólogo-filósofo de Zurique se viu
obrigado a colocar a si próprio: «Qual o mito em que vivo?».
Denis de Rougemont lembra com propiedade os principáis mitos em
que vive, queira-o ou nao, o homem moderno: os de Édipo, de Prometeu,
de Fausto, de Tristáo e Isolda, de Hamlet ou de D. Joáo, principalmente.
O de Tristáo e Isolda, por exemplo, o mito do amor unitivo,
caracterizando o amor ocidental, táo diferente do amor primitivo ou do
amor oriental, tema do seu livro clássico sobre O Amor e o Ocidente? tem
urna das suas projecgóes mais origináis no episodio verídico, mas
poetizado e dramatizado por Camóes, por Antonio Ferreira, por Antonio
Patricio ou por Henry de Montherlant, de D. Pedro e D. Inés.
Para dar um último exemplo, Mircea Eliade descreveu-nos num texto
famoso «a estrutura mitológica do comunismo e o seu sentido
escatológico», ao dizer que «Marx retoma e prolonga um dos grandes
mitos escatológicos do mundo asiático - mediterránico, a saber: o papel
redentor do Justo (o "eleito". o "ungido", o "inocente", o "mensageiro":
nos nossos dias, o proletariado), cujos sofrimentos sao chamados a mudar
o estatuto ontológico do mundo. Com efeito a sociedade sem classes de
Marx e a consequente desapariqáo das tensóes históricas encontram o seu
precedente mais exacto no mito da Idade do Ouro que, segundo múltiplas
tradiqóes, caracteriza o cometo e o fim da historia».6 E acrescenta o
pensador romeno, recentemente desaparecido, que Marx «enriqueceu este
mito venerável com toda um ideología messiánica judeo-cristá: o papel
profético e soteriológico do proletariado, a luta final do bem e do mal, o
confuto de Cristo e do Anti-Cristo» ou do Proletariado e da Burguesía
capitalista...
Parafraseando Ortega y Gasset, 7 «as ideias tém-se, no mito está-se».
E é por isso que o mito, com sua narrativa teleológica, com seus
arquetipos e seus símbolos, constituí urna poderosa forc.a
ANTHROPOS/83
social, agindo por dentro do homem, na raíz da sua consciéncia e da
sua razáo. Gilbert Durand viu-se precisamente na obrigac,áo de advertir
que o mito «é alguma coisa que se pode manipular para o melhor e para o
pior». Ora conduzirá ao «desenvolvimento das virtudes do "homo
sapiens"», virtudes de «coordenac,áo colectiva» e de «elevac,áo mental»,
ou ao contrario permitirá a «arregimentagáo em aventuras tais como as
que conhecemos na primeira metade deste século».8 Referia-se o
pensador francés evidentemente ao comunismo russo-marxista e ao
nazismo alemáo, este muito trabalhado pela mitologia germánica de
Wotan e pela interpretagáo nietzchiana do Super-Homem, extrapolado
para a Super-Raga.
O mito, o arquetipo e o símbolo possuem na verdade urna «energía
própria» considerável. A experiencia do arquetipo, sublinha Jung, «é nao
apenas impressionante, mas sobretudo "dominadora". Ela produz
naturalmente a fe».9
Recordemos por outro lado o carácter sagrado e numinoso do mito,
que ao seu nivel mais alto, o religioso, é urna «imitatio Dei. O homem so
se tornou um auténtico homem», escreveu Eliade, «conformando-se ao
ensinamento dos mitos, isto é, imitando os Deuses».10 Viver o mito, diz o
mesmo autor noutro livro, implica «urna experiencia verdadeiramente
religiosa, ja que se distingue da experiencia vulgar, da vida quotidiana».
Malinowski sublinha que o mito «nao é urna explicagáo destinada a
satisfazer urna curiosidade científica, mas urna narrativa que faz reviver
urna realidade original, e que responde a urna profunda necessidade
religiosa, a aspirac.óes moráis, a constrangimentos e imperativos de
ordem social e mesmo a exigencias práticas».12
O filósofo portugués José Marinho, em sua reflexáo sobre o Sistema
dos Mitos Religiosos, de Oliveira Martins, surpreendeu os aspectos
gnoseológicos, cognitivos do mito, ao escrever que o mito «está antes do
tempo e além do tempo, ou marca, pelo menos, a relac,áo áquilo que na
própria Natureza ou na Alma persiste além do tempo». Ele «vem da
profundidade da Natureza, como da profundidade da Alma», ele é
84/ANTHROPOS
Oliver Cromwel
«o sinal de que eslava implícito ao ser e ao saber, tais como outros
homens os conceberam» e «ele diz: prestai atengáo, homens operosos e
razoáveis, áquilo mesmo a que é difícil atender!».13
Decerto, com seu carácter circular, repetitivo, necessitarista,
propiciando as religióes fechadas e os regressismos (sobretudo quando
deles se da urna interpretac,áo imanentista e temporal), o mito pode
constituir urna forga do conservantismo ou mesmo de inercia. Decerto,
ele pode ser «manipulado», como dizia Durand, no pior sentido.
Mas o que Fernando Pessoa viu no mito foi sobretudo urna potencia
regeneradora popular, ultrapassando o voluntarismo ideológico e
mediocre dos políticos e de urna classe intelectual estrangeirada e
provinciana, para Ihes impor a sua lei.
Dois mitos portugueses tradicionais tinham feito as suas provas de
fogo, dinamizando a nac,áo, lan^ando-a para a frente, salvando-a do
anonimato histórico e da ocupaqáo estrangeira: o mito do Quinto Imperio
e o mito Sebástico ou do Encuberto. O primeiro trabalhara as almas por
dentro, no ciclo da expansáo, sendo invocado por Camóes e pelo Pe.
Antonio Vieira para a sua continuidade e renovac,áo, nos séculos XVI e
XVII. O segundo, através do sentimento e da imaginac,áo populares ou da
interpretado das trovas do Bandarra, o sapateiro -profeta de Trancóse;
através da obra literaria e hermenéutica, entre outros de um D. Joáo de
Castro, e através da actividade dos historiadores e profetas de Alcobaca,
alimentara a esperanga no regresso do Rei, que nao teria morrido em
Alcácer-Quibir, e que regressaria numa manhá de nevoeiro para retomar
os seus direitos, restaurar a nac,áo dominada pelos Filipes de Espanha e
devolvé-la a sua indepedéncia e a sua gloria de antanho.
Estes mitos, em especial o sebastianista, ficaram sempre vivazes, nao
so na psique popular (Jung nao deixaria de lembrar aqui o inconsciente
colectivo e os arquetipos), mas também na literatura, no teatro e na
poesía portuguesas e brasileiras. Efectivamente, desde o século XVI até
aos nossos dias houve sempre escritores, grandes escritores que, de um
modo ou do outro, deste ou do outro lado do Atlántico, assumiram ou
expremiram o mito, requintando-o, sublimando-o ou intelectualizando-o.
Lembremos apenas, em Portugal, Manuel Socarro Francés (Séc. XVII), o
Pe. Joáo Godinho (Séc. XVIII), Joáo de Lemos, Guerra Junqueiro ou
Antonio Nobre (Séc. XIX), Afonso Lopes Vieira, Teixeira de Pascoaes,
Antonio Correia de Oliveira, Mario Beiráo, Fernando Pessoa, Miguel
Torga, Manuel Alegre, Antonio Manuel Couto Viana, Francisco de Palma
Dios ou, como dramaturgos, Almeida Garrett, José Regio e Natalia
Correia; no Brasil, Euclydes da Cunha ou Ariano Suassuna, sem esquecer
Vargas Llosa que se inspirou no fenómeno sebastianista de Canudos para
escrever La guerra del Fin del Mundo.
O Sebastianismo moderno constituiu um modo e um modelo de
afirmagáo de identidade, tendo-se intensificado, com Nobre e os homens
da Renascenga Portuguesa, depois da humilhac.áo do Ultimátum inglés
de 1890. Foi urna manifestagáo de esperanza na regenerado do homem
portugués, vencido e diminuido, e por isso identificado com o malogrado
reí, desaparecido na batalha infausta, mas ressurgido na linguagem do
mito. E também urna forma de protesto contra o pensamento
estrangeirado, que aspirava a igualizar a cultura portuguesa aos padrees
centro-europeus, despojando-nos daquilo a que os románticos chamavam
o espirito nacional. Neste sentido, D. Sebastiáo torna-se urna figura
simbólica e arquétipa, com certas seme
AUTOR - TEMA MONOGRÁFICO TEXTOS Y NOTAS
Ihangas, quanto á fungáo estrutural na nossa cultura ou na nossa
paideia, com a figura de D. Quixote para os espanhóis. figura simbólica
criada por Cervantes, mas retomada e glosada de varias formas pelos
homens da geragáo de 98 e seus discípulos, como Unamuno, Maeztu ou
Ortega y Gasset. E curiosa a tese de Jaime Cortesáo, de que Cervantes se
teria inspirado em D. Sabastiáo para criar a personagem do engenhoso
fidalgo D. Quixote de la Mancha. Com a diferencia de que o Rei
portugués vive u realmente e o seu mito nasceu na psique do povo, tendo
a sua vida um desenlace inesperado, o de um eterno ressurgimento, o de
urna eterna esperanga mesmo no absurdo, identificándose com o destino
nacional, como um fado que deixa de ser trágico porque se abre a um
futuro providencial, ao contrario da personagem literaria de Cervantes,
que foi utilizado como urna sátira, nao so da cavalaria, como também de
todo o idealismo, visto como quimérico, embora desenhando um atraente
recorte estético.
Sentidos completamente opostos, como se vé, embora ambas as
figuras polarizem e representem de algum modo a personalidade das duas
nagóes ibéricas.
O Sebastianismo teve em Portugal urna elaboragáo teórica
considerável, através das biografías, dos estudos e dos ensaios de um J.
Lucio de Azevedo, de um Carlos Malheiro Dias, de um Antero de
Figueiredo, de um Queirós Veloso, entre muitos outros, sobretudo de um
Sampaio Bruno, que no seu livro O Encuberto, escrito logo no principio
do século, em 1904, deu urna interpretado filosófica do Sebastianismo,
encerrando a obra com a assergáo de que O Encoberto é o Homem e de
que o Sebastianismo simboliza pois a procura do homem interior, do
homem empecido, sob a capa da sua exterioridade social. Este livro de
Bruno exerceu grande influencia em Fernando Pessoa que, numa carta de
1924, Ihe dizia que se sentia agora muito atraído «pelo misterioso e
porventura importantíssimo fenómeno nacional chamado o
Sebastianismo».
Como nao poderia deixar de ser o Sebastianismo suscitou também um for

Grabado de Durero
te movimento de crítica e de recusa, sobretudo por parte dos
intelectuais racionalistas e sociologistas que viriam a congregar-se em
volta da revista Seara Nova. O processo anti-sebastianista foi dirigido por
Antonio Sergio quando, reagindo contra a publicagáo do livro de José
Lucio de Azevedo, A Evoluqáo do Sebastianismo, escreveu em 1927 o
ensaio intitulado Interpretado Nao Romántica do Sebastianismo, em que
criticou ásperamente, nao so as apreciagóes daquele historiador sobre o
mito, mas também a sua influencia nos historiadores Teófilo Braga ou
Oliveira Martins. Mas foi em 1924 que se acendeu a grande polémica
sobre o Sebastianismo, com a crítica satírica de Sergio á Exortagáo á
Mocidade do romancista e historiador Carlos Malheiro Dias, com a
réplica deste e com as tréplicas subsequentes. O país mental dividiu-se
entre sebastianistas e anti-sebastianistas, alinhando Fernando Pessoa
evidentemente entre os primeiros.
Impressionara-o o éxito histórico (no sáculos XVI e XVII) dos mitos
do Encoberto e do Quinto Imperio. E reflectira seriamente acerca da
eficacia misteriosa e regenerativa da mitogenia.
Por isso escreveu, num apontamento soltó: «Desejo ser um criador de
mitos, que é o misterio mais alto que pode obrar alguém da humanidade».
(Mas pode alguém, um so homem, mesmo um poeta de genio, criar
mitos?)
2. «O Sebastianismo, o que é?»
E por isso ao ser entrevistado em 1926 pelo jornalista e escritor
Augusto da Costa, á pergunta sobre se «a moral da Nagáo» poderia ser
levantado «por urna intensa propaganda, de modo a criar urna
mentalidade colectiva capaz de impor aos políticos urna política de
grandeza nacional», repondeu o poeta: «Ha so urna especie de propaganda
com que se pode levantar a moral de urna nagáo
-a construgáo ou renovagáo e a difusáo consequente e multímoda de um
grande mito nacional».
E mais adiante, encerrando as suas declaragóes: «Temos, felizmente,
o mito sebastianista, com raízes profundas no passado e na alma
portuguesa. Nosso trabalho é pois mais fácil; nao temos que criar um
mito, senáo que renová-lo. Comecemos por nos embebedar desse sonho,
por o integrar em nos, por o incarnar. Feito isso, cada um de nos
independentemente e a sos consigo, o sonho se derramará sem esforgo em
tudo que dissermos ou escrevermos e a atmosfera estará criada, em que
todos os outros, como nos, o respirem. Entáo se dará na alma da Nagáo o
fenómeno de onde nasceráo as Novas Descobertas, a Criagáo do Mundo
Novo, o Quinto Imperio. Terá regressado El-Rei D. Sebastiáo».
N a o criar, mas recriar o mito ou os mitos profundos do povo
portugués, eis afinal o objectivo de Fernando Pessoa, que na Mensagem
se faz o profeta (mas um profeta angustiado, torturado e saudoso) do
regresso de D. Sebastiáo e da instauragáo do Quinto Imperio, embora um
D. Sebastiáo e um Quinto Imperio muito diferentes da tradigáo comum.
Na Mensagem, a figura de D. Sebastiáo, o Desejado do povo, o Rei
perdido em Alcacer e o Encoberto numa ilha de misterio, é um poderoso
arquetipo de Herói-Salvador. Arquetipo portugués na sua forma histórica
e na sua insergáo na narrativa mítica, mas centro de urna convergencia de
tradigóes lendárias e religiosas. Na verdade, ele concentra a tradigáo
religiosa crista do mártir que há-de ressuscitar para salvar o povo de
Deus, a tradigáo judaica do Messias que vira para conduzir o povo eleito
á Terra Prometida e a tradigáo cavaleiresca e céltico-bretá do Rei Artur,
escondido na ilha de Avalon, que regressará das névoas em que ela se
oculta para trazer a paz e a prosperidade a sua nac,áo.
ANTH ROPOS/85
Passou ja o tempo histórico em que o Rei. ele próprio, poderia
efectivamente, nao estando morto, retornar? Nao importa, porque nao nos
encontramos no plano da historia, encontramo-nos no plano de urna
supra-história, transcendente ao tempo, da qual a historia depende.
Afinal, interroga o poeta num dos seus textos mais claros sobre o
tema, «o sebastianismo. fundamentalmente, o que é? É um movimento
religioso, feito em volta de urna figura nacional, no sentido dum mito». E
aínda: «No sentido simbólico D. Sebastiáo é Portugal: Portugal que
perdeu a sua grandeza com D. Sebastiáo, e que so voltará a té-la com o
regresso dele, regresso simbólico —como, por um misterio espantoso e
divino, a própria vida dele fora simbólica— mas em que nao é absurdo
confiar».14
Neutro texto, tal como este escrito para um livro que deveria chamar-
se precisamente O Sebastianismo, mas que ficou so em fragmentos,
Pessoa explica a possibilidade de regresso do Encoberto pela
metempsicose ou melhor, por urna interpretado sua, singular da
metempsicose ou transmigracáo das almas, dizendo: «A alma é imortal e,
se desaparece, torna a aparecer onde é evocada através da sua forma.
Assim, morto D. Sebastiáo, o corpo, se conseguirmos evocar cualquer
cousa em nos que se assemelhe á forma de esforgo de D. Sebastiáo, ipso
facto o teremos evocado e a alma dele entrará para a forma que
evocamos. Por isso quando houverdes criado urna cousa cuja forma seja
idéntica á do pensamento de D. Sebastiáo, D. Sebastiáo terá regressado,
mas nao so regressado modo dizendo, mas na sua realidade e presenta
concreta, posto que nao físicamente pessoal».
E, a fechar o texto: «Com D. Sebastiáo morreu a grandeza da Patria.
Se a Patria tornar a ser grande, voltará, ipso facto, D. Sebastiáo, nao so
simbólicamente falando, mas realmente». I S
3. O Quinto Imperio segundo
Pessoa
No Sebastianismo ha nao so urna valorizagáo do heroísmo e do genio
do homem individual, com seu carisma descido do alto, mas também a
emergencia de urna filosofía teleológica, providencialista e mítica da
historia, radicalmente antagónica das filosofías positivistas, materialistas
ou sociologistas de um devir temporal movido por movimentos de
massas ou por interesses económicos.
Eis porque o mito sebástico se articula perfeitamente com outro mito,
o antiquíssimo mito do Quinto Imperio, que tem decerto ressonáncias,
por um lado, do mito do Paraiso Perdido e, por outro lado, das visóes
proféticas de Sto. Agostinho, com a teoría das Sete Idades do Mundo
(segundo Fernáo Lopes a Sétima Idade ter-se-ia iniciado com o advento
de D. Joáo I, Mestre de Avis) e de Joaquim de Flora, com a sua
concepc,áo das Tres Idades, a do Pai, a do Filho, e a do Espirito Santo ou
do Evangelho Eterno.
O joaquimismo, a teoria de Joaquim terá entrado em Portugal através
dos franciscanos «espirituais» e deu origem, com D. Dinis e a Rainha
Santa Isabel, Isabel de Aragáo, as Festas da Coroagáo do Imperador do
Espirito Santo, festas simbólicas e proféticas, onde em todo o país, e
ultramar, até ao sáculo XVI e á época do Concilio de Trento, era coroado
ritualmente um pobre ou um menino com coroa de Imperador, apóz o que
havia bodo aos pobres, ágape comum de toda a populacho, abertura das
portas das prisóes, indiciando a vindoura era do Espirito e da
Fraternidade Universal, em que os últimos seráo os primeiros. Estas
festas, que aínda hoje se realizam em todas as ilhas dos Aqores, nalguns
lugares de Portugal continental e do Brasil ou em diversas comunidades
luso-agorianas dos Estados Unidos, com toda a sua encenagáo e verdade,
sao sinais visíveis do singular e mal conhecido projecto imperial
portugués.
A tradiqáo do Quinto Imperio, nascida da profecía de Daniel a
Nabocodonozor na Biblia, reivindicada por Judeus israelitas, por Ingleses
e mais tarde no século XVII pelos Judeus portugueses da Holanda (v.
Menassé ben Israel e a sua Piedra Gloriosa, [ilustrada por Rembrandt] ou
as suas Esperanzas de Israel, a que respondeu o Pe. Antonio Vieira com
as suas Esperanzas de Portugal, Quinto Imperio do Mundo), surge entre
nos talvez com o ímpeto expansionista e civilizador da dinastía de Avis,
especialmente com D. Alfonso V, D. Joáo II e D. Manuel I, expondo-a
Camóes nos Lusíadas, precisamente na fala de Júpiter aos deuses do
Olimpo, a quem chama os Eternos moradores do luzeníe. Diz-lhes,
efectivamente:
Se da grande valor da forte gente
De Luso nao perdéis o pensamento, Deveis de ter sabido claramente
Como é dos fados grandes certo intento Que por eles se esqueqam os
humanos De Assírios, Persas, Gregos e Romanos.1'^
Segundo Antonio Vieira também, o Quinto Imperio, que sucederá aos
da Assíria, da Pérsia, da Grecia e de Roma, o Imperio definitivo, o
Imperio de Deus nesta térra, será Cristáo, sendo portugués o Imperador
que o há-de instaurar. A este ideal político, teleológico, mítico, dedicou o
Pe. Antonio Vieira, interpretando todo um acervo profético que vai desde
os profetas bíblicos até Joaquim de Flora e o Bandarra (e por este o
prendeu durante 2 anos a Inquisicáo), nao so a Clavis Prophetarum, a
Carta ao Bispo do Japáo e a Historia do Futuro, mas urna intensa
actividade diplomática, política e apostólica, atravessando varios
reinados portugueses.
Fernando Pessoa, tres sáculos depois. vé em D. Sebastiáo ressurrecto
como em avatar ideal e arquetípico, o Imperador do V Imperio,
modificando no entanto, a sucessáo dos Imperios, em varios escritos e
nomeadamente no Prefacio ao poema Quinto Imperio, do seu amigo
Augusto Ferreira Gomes. É que o «esquema portugués», diz, «sendo
espiritual, em vez de partir, como naquela tradigáo [a tradicional], do
Imperio material de Babilonia, parte, antes, com a civilizagáo em que
vivemos, do imperio espiritual da Grecia, origem do que espiritualmente
somos. E. sendo esse o Primeiro Imperio, o Segundo é o de Roma, o
Terceiro o da Cristandade, e o Quarto o da Europa -isto é, da Europa laica
do depois da Renascenga. Aqui o Quinto Imperio terá que ser outro que o
inglés, porque terá que ser de outra ordem». E, concluindo este periodo:
«Nos o atribuimos a Portugal, para quem o esperamos».17
O Imperio sonhado por Pessoa, o Quinto Imperio tal como o canta nos
varios poemas com este título que escreveu, o Quinto Imperio que será
levantado e criado por um D. Sebastiáo ressurrecto. arquetipo e avatar,
herói-Salvador e paradigma do Homem reencontrado, nao é um Imperio
territorial, um Imperio das armas e da forc,a. O Pe. Antonio Vieira,
quando Portugal dominava cidades, postos e vastos territorios desde o
Brasil e a África até a india, quando se dedicava especialmente á
formagáo e consolidado do Brasil portugués, a Nova Lusitánia, aínda
acreditou em tal vasta base de apoio. Mas Fernando Pessoa sublimou a
ideia seiscentista de Vieira: havendo tres imperialismos, «de dominio, de
expansáo e de cultura»,18 é este o do Portugal do futuro. E temos
condigóes para tal: urna «língua apta, rica, gramaticalmente completa,
fortemente nacional»; a existencia «de homens de genio literario»;19 um
passado literariamente forte (com os cancioneiros, os romances de
cavalaria, designadamente o Amadis) e urna tradigáo de descoberta e
criatividade. «Portugal surgiu definitivamente na civilizagáo europeia»,
escreveu, «pelas descobertas, e as descobertas sao um acto cultural; mais
que um acto cultural sao um acto de criaqáo civilizacional. Criamos o

mundo moderno; porém a nossa primeira descoberta foi descubrir a


ideia da descoberta».20
O que Fernando Pessoa teoriza e anuncia é um «imperialismo de
gramáticos» (que «dura mais e vai mais longe que o dos generáis»), um
«imperialismo de poetas» (que «dura e domina, ao contrario do dos
políticos, que passa e esquece» —dizemos Cromwell fez, Milton diz),
enfim um imperialismo do Espirito, porque «todo o Imperio que nao é
baseado no Imperio Espiritual é urna Morte de pe um Cadáver
mandando».21
Tal desiderato, mesmo quando apontado á ideia de um Imperio que
nao é da forga, do dominio e do territorio, acaso pode ser realizado por
um pequeño país como Portugal? Precisamente, escreve o poeta: «so pode
realizar utilmente o Imperio Espiritual a nacjio que for pequeña, e em
quem, portante, nenhuma tentativa de absorgáo territorial pode nascer,
com o crescimento do ideal nacional, vindo por fim a desvirtuar e desviar
do seu destino espiritual o original imperialismo psíquico».2 2
Por isso disse a Augusto da Costa, na entrevista ja citada: «Para o
destino que presumo que será o de Portugal, as colonias nao sao
precisas», muito embora, «nao sendo urna necessidade, sejam contudo
urna vantagem».23
Urna pergunta fará agora o leitor: qual no fim de contas o conteudo
propriamente espiritual, cultural, intelectual e ético desse escatológico
Imperio?
É urna pergunta a que Fernando Pessoa nao chegou nunca a responder
cabalmente, sistemáticamente, mas de que deixou bastantes pistas nos
esbozos do seu Manifestó Sobre o AÜantismo ou do seu livro Quinto
Imperio. Mas teremos que os completar mais pelo implícito do que pelo
explícito dos seus textos esotéricos, gnósticos e rosacrucianos, dos seus
textos políticos ou da sua poesia.
Fernando Pessoa almejava, em seu idealismo (o leitor terá de deixar
voar a sua imaginagáo, de levitar o seu intelecto, de abandonar os
esquemas pragmáticos contemporáneos), o futuro de Sermos tudo,
fundindo portuguésmente todas as religióes no Paganismo Superior. Nao
queiramos «que fora de nos fique um único deus! Absorvamos os deuses
todos! Conquistamos ja o Mar: resta que conquistemos o Céu, ficando a
térra para os Outros, os eternamente Outros, os Outros de nascenga, os
europeus que nao sao europeus porque nao sao portugueses. Ser tudo, de
todas as maneiras, porque a verdade nao pode estar em faltar ainda
alguma cousa!».24
Num fragmento do Manifestó sobre o AÜantismo, preconiza por outro
lado a criagáo de «um Imperialismo andrógino, reunidor das qualidades
masculinas e femininas: imperialismo que seja cheio de todas as
subtilezas do dominio feminino e de todas as forjas e estruturagóes do
dominio masculino».25
Trata-se de um pensamento sintético ou até sincrético, em que o poeta
almeja nao so urna teología de todos os Deuses, fundidos num Paganismo
Superior (como numa transposigáo teológica de ideia totalizante do
heterónimos), nao so a reuniáo das qualidades masculinas e femininas,
mas também urna política baseada na Sabedoria, urna Sabedoria onde se
juntem as duas formas de conhecimento separadas. Reflicta-se e
efectivamente neste fragmento, talvez o mais importante que escreveu
sobre o tema, e onde desponta urna escatologia rosa-cruz, relacionada
com a ideia da Idade do Espirito Santo, realizada segundo as profecías
antigás pelo acordó do Imperador do Mundo e do Papa Angélico: «Assim
temos que no Quinto Imperio haverá a reuniáo das duas forgas separadas
ha muito, mas de ha muito aproximando-se: o lado esquerdo da
sabedoria, ou seja a ciencia, o raciocinio, a especulagáo intelectual; e o
seu lado direito, ou seja o conhecimento oculto, a intuigáo, a especulagáo
mística e cabalística. A alianga de D. Sebastiáo, Imperador do mundo, e
do Papa Angélico figura esta íntima alianza, esta fusáo do material e do
espiritual, talvez sem separagáo. E o próprio Segundo Advento, ou nova
incarnagáo do mesmo Adepto em que outrora Deus projectou o seu
Símbolo, ou Filho, nao faz senáo figurar de outro modo esta mesma
alianza suprema».
E depois: «Nao é pois para urna absorgáo mística que avanzamos,
sendo para a conjugagáo clara dos dois poderes da Porga, dos dois lados
do Conhecimento. Far-se-á a aparente conquista da inteligencia material
pelo espiritual e do espiritual pelo material».26
Se o Fernando Pessoa lírico, sobretudo o Fernando Pessoa dos
heterónimos e também o Fernando Pessoa modernista, interseccionista,
sensacionista, nao esquecendo o Fernando Pessoa neopagáo e gnóstico
tém suscitado mais a atengáo de um público internacional, a verdade é
que este Fernando Pessoa, vate de Portugal, cantor do Sebastianismo e
profeta do Quinto Imperio, tem hoje também adeptos em todo o mundo.
Leambremos em especial alguns pensadores e escritores franceses,
em geral ligados a revista Exil, como André Koiné, Dominique Deroux ou
Raymond Abélio e bem assim Gilbert Durand ou o poeta austríaco Max
Hólser, que sao ou foram grandes leitores de Pessoa e da Mensagem,
especialmente interessados nos mitos do Encoberto e do Quinto Imperio.
Dominique Deroux escreveu um romance precisamente intitulado O
Quinto Imperio. Prefaciando-o, Raymond Abélio, o notável pensador e
romancista, autor da A Biblia, Documento Cifrado, de Para um Novo
Profetismo, de A Fossa de Babel ou de A Estrutura Absoluta, muito
recentemente desaperecido, escreveu que «em Portugal, fim da térra e
térra do fim, o combate so será realmente derradeiro se opuser os dois
universalismos radicáis, o marxismo e o Quinto Imperio. Dois
universalismos, isto é, um a mais. Combate na térra e combate no céu, de
resultados contrarios». Radicalismo ou exagero?
El príncipe portugués Enrique el
Navegante (1394-1460)
O certo é que, numa época difícil da vida portuguesa, de transigáo nao
se sabe muito bem para onde, o pensamento de Fernando Pessoa sobre
Portugal e os seus mitos, difícil, fragmentario, por vezes cifrado ou
aparentemente cifrado, oferece-nos urna serie de propostas que longe
estáo de esgotar todas as suas possibilidades de surpresa.
NOTAS
1. Gilbert Durand. Mito, Símbolo e Mitodologia, trad. portuguesa, Ed. Presenta. Lisboa.
1982.
2. C.G. Jung, Métamorphoses de L'Áme et ses Symboles, trad. francesa, Libr. de l'Univcrsitc.
Gene ve , 1953.
3. Denis de Rougemont, Les Mythes de l'Amour. ob. cit.
4. Jung, ob. cit.
5. Denis de Rougemont, L'Amour el l'Occident. V.G.E.. Paris, 1962.
6. Mircea Eliadc, O Sagrado e o Profano, trad. portuguesa, Ed. Livros do Brasil, Lisboa, s/data.
7. «As ideias tcm-sc; ñas crcnc,as cstá-sc», in Ideas v Creencias. Revista de Occidente, 8.:l ed..
Madrid, 1959.
8. Durand, ob. eit.
9. Jung, ob. cit.
10. Eliadc, ob. cit.
11. Eliade, Aspeéis du Mythe. Gallimard, Paris. 1963.
12. Bronislav Malinowski, Magic, Science and Religión. New York, 1955.
13. José Marinho, prefacio ao Sistema dos Mitos Religiosos, de Oliveira Martins. 3.'' cd.,
Guimarács Ed., Lisboa, 1953.
14. De «Um movimcnto religioso», in Fernando Pessoa, Obra Poética e em Prosa. Ed. Lello e
Irmáo. Porto, 1985.
15. Da «Introducto» é obra incompleta «O Scbastianismo». in ob. cit.
16. Os Lusíadas, Canto I. 24.
17. In Quinto Imperio, de Augusto Fcrreira Gomes. Ed. Parceria. Antonio Maria Percira. Lisboa.
1934.
18. «Os tres imperialismos. Obra Poética e cm Prosa», in ob. cit.
19. «Condigóes do Imperio de Cultura», in ob. cit.
20. «Tem Portugal condic,óes para ser um imperio espiritual?», in ob. cit.
21. «O Imperio Espiritual», in ob. cit. 22. Ibíd.
23. De «Portugal, Vasto Imperio», resposta ao «Inquérito» de Augusto da Costa, com este
título, in ob. cit.
24. Da entrevista dada a Antonio Alvcs Martins. «O escritor Fernando Pessoa expóc-nos as suas
ideias...». in ob. cit.
25. De «O Imperio Espiritual», in ob. cit. 26. Trad. portuguesa. Ed. Delraux. Lisboa. 1977.
Fernando Pessoa en un dibujo de Julio Pomar, 1983
Estudio semiótico de las primeras vanguardias portuguesas, a
través de un fragmento de Fernando Pessoa: «Ode triunfal»
Ángeles Cardona Jorge María Gibert
Fernando Pessoa, dibujo de Almada Negreiros
Ó tranways. funiculares, metropolitanos. Rocai-vos por mim até ao espasmo! Huía! huía!
hill-hó!
Dai-me gargalhadas em plena cara
Ó automóveis apinhados de pándegos e de
putas.
Ó multidóes quotidianas nem alegres nem tristes das rúas.
Rio multicolor anónimo e onde eu me posso banhar como quereria!
Ah. que vidas complexas, que coisas la pelas casas de tudo isto!
Ah. saber-lhes as vidas a todos, as
díficuldades de dinheiro.
As dissensóes domésticas, os deboches que nao se suspeitam.
Os pensamentos que cada um tem a sos consigo no seu quarto
E os gestos que faz quando ninguém pode ver!
Nao saber tudo isto é ignorar tudo. ó raiva.
Ó raiva que como urna febre e um ció e urna fome
Me póe a magro o rosto e me agita as vezes as máos
Em crispacóes absurdas em pleno meio das turbas
Ñas rúas cheias de encontróes!
Ah. e a gente ordinaria e suja. que parece sempre a mesma.
Que emprega palavróes como palavras usuais.
Cujos filhos roubam as portas das
mercearias
E cujas filhas aos oito anos —e eu acho isto belo e amo-o!—
Masturbam homens de aspecto decente nos vaos de escada.
A gentalha que anda pelos andaimes e que vai para casa
Por vielas quase irreais de estreiteza e podridáo.
Maravilhosa gente humana que vive como os caes.
Que está abaixo de todos os sistemas moráis.
Para quem nenhuma religiáo foi feita.
Nenhuma arte criada,
Nenhuma política destinada para eles!
Como eu vos amo a todos, porque sois assim.
Nem ¡moráis de táo baixos que sois, nem bons nem maus,
Inatingíveis por todos os progressos.
Fauna maravilhosa do fundo do mar da vida!
En la segunda página de la revista Orpheu (3.a reedigáo do volume I,
Edic,óes Ática, Lisboa 1957-58), tras una portadilla en la que en letras
mayúsculas leemos.
O Momento Poético
do
O R P H E U.
aparecen unas palabras de Fernando Pessoa (1888-1935), otras de
Mario de Sá-Carneiro (1890-1916) y, por último, cuatro líneas de José de
Almada Negreiros (1893-1970). Estos pequeños recortes de lengua que se
hallan entrecomillados a la derecha de la página sin número, con un gran
«en blanco» a la izquierda, parecen pretender definir el espíritu de esta
revista, que sólo contó con dos números, pero que fue definitiva por su
contenido de novedad y rebeldía, para los primeros «ismos» portugueses.
La revista Orpheu da a los lectores su primer número en 1915 e
intenta ser el portavoz de la inquietud vanguardist a portuguesa y
brasileña. Las dos comunidades, distantes, pero unidas por la misma
lengua, iban a estar ahí, fundidas gracias a Luis de Montalvor, que había
regresado a Lisboa del Brasil y a Ronald de Carvalho que daría su nombre
como director de la revista en el mismo Brasil. Pero Orpheu fue en su
confección, en su espíritu y maneras, una revista típicamente lisboeta y
tuvo la gracia de desplazar a otras, ya famosas, como A Águia en la que el
mismo Pessoa había publicado hasta integrarse a Orpheu.
Las palabras de Pessoa a que aludimos nos parecen muy significativas
a efectos de decodificar los signos del fragmento de la Ode Triunfal que
nos proponemos comentar. Se inician con unos puntos suspensivos, luego
aparece un punto y coma y tras él la sentencia: «...; e é o uso da
sensibilidade e nao a propia sensibilidade, que vale em arte». Es decir, a
partir de este momento —segundo año de la hecatombe mundial—, no es
el manejo de la sensibilidad personal del poeta, su «yo» que sufre o goza,
lo que va a contar, sino la sensibilidad en general frente a «el otro» o «lo
otro», lo que la poesía como arte debe plasmar. Pasamos de un «yo», de
una subjetividad, que ha dado vida a la lírica hasta el momento, a una
sensibilidad objetivista que expresará el dolor o el placer del mundo que
nos rodea, en el cual el poeta se confunde. Lo que está frente a él se
incrusta en su ser y eso va a desencadenar el acto creador, «que vale em
arte».
Por otro lado, Sá-Carneiro confiesa que aún no ha descubierto lo que
es su método o sistema artístico; apenas restauró, modernizó, corrigió,
reedificó: «Porque eu nao creio ter descoberto a minha arte. Apenas a
reedifiquei». Y Almada Negreiros es aún más duro: «A mentira é o único
processo para convencer os outros de que somos como eles nos querem.
Como se vé, os culpados sao os mentidos, os que nao acreditam em
mentiras».
La antítesis de Almada Negreiros, con su ambigüedad en la segunda
parte o conclusión, es buena muestra de lo que serán las vanguardias:
movimientos que al demoler intentan crear un mundo nuevo, pero que se
alimentan de la contradicción de las ruinas sobre las que se asientan. Ya
tenemos los primeros signos caracterizadores de este mundo que va a
llamarse mundo moderno:
ANTHROPOS/89
— Falta de seguridad en el arte propio (Sá-Carneiro).
— Mentira para llegar a ser creídos (Almada Negreiros).
— Sensibilidad de lo que nos rodea; negación de los íntimos sentimientos
en pro de elevar la sensibilidad del mundo circundante (Pessoa).
Pero la decodificación de las tres citas anteriores no da idea de lo que es
la revista Orpheu en su primer número, porque los poemas de Sá-
Carneiro «Para os "Indicios de Oiro"» o la introducción de Luis de
Montalvor pertenecen a otra pendiente de las vanguardias en la que el
simbolismo está aún presente y la música y la elaboración del verso son
signos muy distantes de los que darán vida a la Ocie Triunfal que vamos a
comentar. Esto quiere decir que Orpheu acogió todas las manifestaciones
de las vanguardias portuguesas que se inician como sabemos bajo el
nombre genérico de Modernismo, y fue un símbolo de los tiempos,
símbolo que engloba los signos más diversos y contradictorios.
Comparemos, para comprenderlo, este rítmico serventesio:
Ha ouro marchetado em mim. a pedras raras. Ouro sinistro em sons de brozes medievais
Joia profunda a minha alma a luzes caras. Ciborio triangular de ritos infernáis.
La estrofa de Sá-Carneiro se titula «Taciturno» —el título es de un
decadentismo significativo que va a corroborar cuanto decimos—. Pero si
pensamos en la manipulación del lenguaje y en la inclusión del mismo
dentro de un ritmo perfectamente conseguido, tendremos la sensación de
que aún estamos entre los parnasianos (musicalidad) y entre los
simbolistas (correspondencias). Veámoslo:
— Ouro marcheado pedras raras — Ouro sinistro bronzes medievais — Joia profunda alma
a luzes caras — Cimborio triangular ritos infernáis.
poema, como todos los poemas de «Indicios de Oiro (por ouro)»,
contienen tal laberinto de signos tipificadores del tránsito del siglo XIX
al XX que sólo se comprenden cuando se lee la definición que el poeta
suicida (decadentismo en la propia vida) daba de sí mismo: «Porque eu
era labirinto» y, precisamente, Indicios de Ouro, que entregó inédito a
Pessoa antes de morir, «revela a marcha de um genio que pouco a pouco
se vai apoderando de labirinto en que se perde, perdendo-se realmente».1
Por lo tanto, el contraste con el poema del heterónimo de Pessoa que
vamos a comentar es grande, si pensamos en Indicios de Ouro y ello
demuestra la diversidad de tendencias poéticas que se encuentran en este
primer número de Orpheu en el que aparece la Ode Triunfal. Para el
mismo Pessoa en Sá-Carneiro veíamos «o vago, a sutileza, a
complexidade. el "além-alma"», cuestiones que distinguían a varios
representantes de la «Renascenc,a Portuguesa» y también en otros que
colocaríamos al final del «Paulismo». Y la sensibilidad del Paulismo era,
como la de Sá-Carneiro, decadentista. Leamos la segunda estrofa de
«Taciturno» para pasar a la Ode Triunfal:
No meu mundo interior cerraram-se armaduras.
Capacetes de ferro esmagaram Princesas.
Toda urna estirpe rial de herois d'outras bravuras
Em mim despojou dos seus brazóes e presas
Hemos visto el poema con el que abren los poetas órficos este primer
número de su revista, pues bien, cierra Orpheu este título, transcrito tal
como nosotros lo hacemos:
O PIÁR I O
E
OD E TRIUNFA L
Duas composic,óes de
ALVARO DE CAMPOS
publicadas por
FERNANDO PESSOA
Saltamos «Opiário», dedicado «Ao Senhor Mario de Sá-Carneiro»:
É antes do opio que a minh'alma é doente. Sentir a vida convalesce e eslióla
E eu vou buscar ao opio que consola Um Oriente ao oriente do Oriente.
En primer lugar, el poeta elabora su verso a base de elementos
lingüísticos
90/ANTHROPOS
paralelos: Nombre + Adjetivo. Sólo falla una vez la fórmula, pero ésta
ni destruye el ritmo, ni se aparta del contexto: «Joia profunda / alma a
luzes caras». Pero los paralelismos son incluso reiterativos para que la
melodía sea más perfecta:
Ouro marchetado em mim
Ouro sinistro em sons
De acuerdo con los poetas malditos, el último verso relaciona un
símbolo que engloba, por un lado, la imagen de una iglesia y califica al
cimborio con el adjetivo «triangular», signo de la masonería, acaso más
como congregación ocultista que como asociación que se opone a la
ortodoxia. Y, finalmente, este último verso nos introduce, si lo leemos
entero, en la logia masónica, tal como era entendida desde fuera en 1915:
Cimborio triangular de ritos infernáis
Si unimos la última decodificación al signo primario de la estrofa que
es el que más se repite, con su nombre y sus sinónimos —Ouro—,
veremos que el cuadro completo de «la fin du siécle» proyectado en el
derrumbamiento de la Europa tradicional, cuestión que la Guerra Europea
consiguió, ha sido trazado por Sá-Carneiro en esta primera estrofa de su
poema «Taciturno». La magia de los vocablos se une a la magia de un
contenido esotérico que suscita dimensiones y mundos para iniciados.
La segunda estrofa, de un decadentismo lingüístico insuperable
—«mundo interior / capacetes de ferro / Princesas / herois de outras
bravuras...»— tiene sabor prerrafaelista y, en su conjunto, este La
tentación era tan grande que hemos transcrito la primera estrofa, un
cuarteto, como réplica al serventesio de «Taciturno» con la que la revista
se inició. Nos interesa sólo decodificar el ritmo del último verso:
Um Oriente ao oriente do Oriente.
El ritmo es un signo que entraña un estado interior del alma.
Musicaliza el verso y fía más en las notas que en el contenido de la línea
poética. Es además una maestría, un oficio poético que no tienen todos
los versificadores por elevado que sea su lenguaje. Fernando Pessoa,
como genio de la poesía portuguesa, conoce la maestría del ritmo y el
lenguaje de las vocales, que ha aprendido de los simbolistas y que él lleva
dentro de su espíritu y hubiera volcado al papel en sus poemas, aunque no
hubiera leído a los simbolistas, porque el ritmo poético es el deseo de
devolver la musicalidad anímica al mundo que lee el poema. Contemos la
vocal /o/ sin profundizar en sus distintos alófonos: 4 veces se transcribe
la vocal /o/ en el verso y, si pensamos en su aproximación a la /u/, el
verso pende de esta vocal que es la nota dominante: «Um Oriente ao
oriente do Oriente». ¿En qué «ismo» colocaremos a la estrofa y al verso?
En el Paulismo, en el Simbolismo, y en el Decadentismo, tres corrientes
bien definidas por Maria Aliete Dores Galhoz en el estudio preliminar de
la edición facsímil de Orpheu que estamos manejando.2
Pasemos al gran contraste: Pessoa, por boca y pluma de su
heterónimo Alvaro de Campos, da a conocer la Ode Triunfal, que había
de aparecer en un libro «chamado Arco de Triunfo a publicar». La fecha
en Londres, donde Pessoa nunca estuvo, en «Junho de 1914». Se abre con
un versículo, según la denominación moderna de la línea larga e
incontable en sílabas que se aproxima a la técnica de la prosa, y el
versículo se rompe con un verso de cabo roto:
Á dolorosa luz das grandes lámpadas eléctricas da fábrica
Tenho febre e escrebo.
Pero transcribamos el quinto verso, antes de pasar a nuestro
fragmento, y
veamos la extravagancia de la onomatopeya, un signo que, a partir de
este verso, ubicará a la Ode en otro «ismo»:
Ó rodas, ó engranagem, r-r-r-r-r-r-r eterno!3
La exclamación, no gozosa, sino de signo negativo, abre también
nuestro fragmento:
Ó tramways, funiculares, metropolitanos, Roc,ai-vos por mim até ao espasmo!
Alvaro de Campos ha introducido el anglicismo tramways con toda
intención, abriendo un campo semántico compuesto por signos cuyo
«sema-base» está más allá de lo expresado. En efecto, ningún lexema
común aparece entre tramways, que además es un extranjerismo,
«funiculares» y «metropolitanos», y, sin embargo, podemos articular este
pensamiento como se muestra en el esquema I.4
De acuerdo con Julia Kristeva,5 hemos atravesado las barreras del
simbolismo en poesía, porque el autor actúa con tres distintos
significantes. Esta diversidad de significantes encadenados por una triple
base, /motor/ruido/prisa/, se articula a manera de dispositivo lingüístico
que produce una «pulsión» o «choque» emotivo en el lector; pero el
lector no vibra de acuerdo con el mundo interior de Pessoa, representado
por «espasmo» y por el pronombre «mim» que es un deíctico intencional
que mete al autor en el mismo poema. No, el lector vibra porque se repite
en él la descarga del nuevo monstruo, aquí en cadena, «Ó tramways,
funiculares, metropolitanos». Y Pessoa ha conseguido lo que pretendía en
aquellas palabras que anotamos al empezar «e é o uso da sensibilidade e
nao a propia sensibilidade, que vale em arte». Ahora todos nos sentimos
atacados por la amenaza de la máquina en un inconsciente colectivo de
pavor. Pero, aunque hayamos saltado a otro «ismo», camino del
futurismo, que no se daría plenamente en Portugal hasta 1916-17, cuando
se preparaba, de cara al escándalo, el tercer número de Orpheu, en la Ode
Triunfal hay aún un deseo de exploración psíquica («por mim até ao
espasmo»), lo cual está dentro del «interseccionismo»;6 y vemos además
la traducción de un mundo que nos llega a través de la plástica y cae
dentro del «simultaneismo».7 Véase el esquema 2.
En esta primera parte de la Ode destacamos también el valor de los
efectos fónicos que son signos que actúan sobre dos sistemas: a) en el
verso: repeticiones de fonemas; uso reiterado de la onomatopeya;
insistencia rítmico-fónica; b) en la significación: ritmo interno conse
tramways tráfico rodado,
impulsado por el "^ funiculares motor »~ máquina,
•metropolitanos
movimiento
ruido prisa
espasmo [«Roqais-vos por mim até ao espasmo»] espasmo Esquema 1
ANTH ROPOS/91
AUTOR - TEMA MONOGRÁFICO TEXTOS Y NOTAS

noradas y anónimas «das rúas», vidas con «dificultades de dinheiro»,


«gente ordinaria e suja, que parece sempre a mesma»..., provoca en el
poeta otro doble grito significativo: es gozoso porque la última línea de
nuestro fragmento dice.
Fauna maravilhosa do fundo do mar da vida!
y es gozosa porque esa es la única gente pura versus la burguesía
putrefacta, cargada a conciencia de defectos, de envidias, de mentiras, de
traiciones y cuyo móvil es únicamente «o dinheiro».
También es interesante considerar que las tres últimas exclamaciones
que hemos analizado tienen un verso de cabo roto o pie partido. Veamos
estos versos cortos: En un primer momento /«das rúas»/ con relación
directa en /«de tudo isto»/, /«de dinheiro»//«a mesma»/. Son
significativos: /«das rúas»/ contactando con /«de dinheiro»/. Es decir,
todo el movimiento de las calles con su tránsito rodado exige un dinero
circulante; pero, como contraste, aparece, bohemia y vagabunda, una
multitud anónima, indiferenciada, que «parece sempre a mesma». La
exclamación continúa en la indignación del poeta que sigue gritando
contra los contrastes del dinero y la pobreza:
Nao saber tudo isto é ignorar tudo, ó raiva,
Ó raiva que como urna febre e um ció e urna fome
Me póe a magro o rostro e me agita as vezes as
máos
El significante «raiva» reiterado al fin y principio de verso, /ó raiva,
Ó raiva.../, coloca a la figura del poeta dentro de su composición. Ahora
es él, en primera persona, el que rompe su sistema expresivo —narración
expositiva en 3.a persona, como «punto de vista»— para clamar por boca
propia, comprometiendo su «yo», fundido en la metonimia, máos (la
parte por el todo). Él, que es todo manos que tiemblan y se crispan en
medio de una multitud que lo arrastra a empellones por esas calles que
sólo son ríos humanos, él es manos que tiemblan y se crispan. Por eso
/máos/ forma un solo verso, que se transcribe en medio del versículo
anterior para que el lector lo decodifique concienzudamente y vea, a
través de cuatro grafemas muy bien colocados por las técnicas de
imprenta, que Pessoa está ahí, clamando con rabia, fundido en sus manos.
Por este motivo, decodificar poesía es tan difícil y más aún poesía de
vanguardia, en la que todo —fonemas, grafemas, tipografía,
significantes...— son signos de un sistema nuevo que elabora el poeta. De
acuerdo con D.M. Segal sobre el modelo poético* y su imposibilidad de
traducción mecánica, según V.V. Ivanov, «el lenguaje de los textos
poéticos es un lenguaje criollizado, y se ha formado gracias a la
interacción del
tramways
funiculares
metropolitanos automoveis
mundo rodado máquina lugar:
«ñas rúas» impresión espiritual:
«Río multicolor anónimo...»
pándegos putas
multidóes mundo humano ANONIMATO hacia el futurismo
Esquema 2
guido por la acumulación de signos que forman un doble sistema
significativo, arriba esquematizado: la máquina / el hombre.
Veamos algunas muestras de repetición de fonemas:
8
rranways ... metropolitanos predominio de la vocal clara /a/
/t/ /t + r
sistema interdental + sistema vibrante con sus alófonos
/n/ /m/
sistema nasal: determinación de alófonos
c) de donde resulta que elfenotexto, la simple lectura del texto, ya
impresiona al lector. Y a esta simple lectura se añade la pulsión que sufre
el lector al combinar velozmente la cinegética de los significantes en
movimiento, los cuales no dejan pensar, ni sentir, y son la expresión de la
estructura profunda del texto o genotexto: ruido, prisa, automatismo,
anonimato.
Empezamos una segunda parte con la exclamativa —Ah!...— que
ahora no va a abandonarnos hasta llegar a la conclusión. La primera se
abrió con otra exclamativa —Ó—. lo cual supone un paralelismo de
estructuras. Veámoslas:
Ó tramways, funiculares, metropolitanos. Ah. que vidas complexas, que coisas la pelas casa de
tudo isto!
Ah. saber-lhes as
vidas de todos, as
dificultades de dinheiro.
Ah. e a gente ordinaria e suja. que parece sempre a mesma.
Hemos recogido cuatro exclamaciones entre jubilosas y doloridas
encabezadas por la interjección /Ó!/ /Ah!/. La antítesis
«jubilosa/dolorida», incluida en una máxima ambigüedad poética, luego
en un grado de poeticidad que tiende a infinito, es propia del sistema que
crea Pessoa en sus poemas más o menos cerebrales. Por un lado, ahí está
el ruido y la máquina, démosle un grito de bienvenida a la civilización
triunfante; pero, por otro, ahí tenemos —casi en sentido profético—. al
instrumento que va a aniquilar lo que de humano tiene la humanidad.
Sigamos. El desfile de vidas igsistema sígnico de la poesía y del sistema
sígnico del lenguaje vulgar», y nunca mejor aplicada esta definición de
poesía que a nuestro texto de Pessoa. La elevación poética en la técnica
termina en una feliz conjunción acriollada con el más vulgar de los
lenguajes, tanto en su estructura superficial, como en su estructura
profunda. Sigamos leyendo y veremos cómo estas gentes sucias tienen
hijos que roban en las puertas de las tiendas de comestibles
(relacionémoslo con el significante anterior «fome»), y sus hijas, que
sólo tienen ocho años, masturban a hombres de aspecto decente (¡pura
apariencia!) en los descansillos de las escaleras. También este último
hecho hay que relacionarlo con «dinheiro» y con «fome», y con los
significantes que ahora se suceden:
92/ANTHROPOS
Por vicias quase irreais de estreiteza e podridáo.
El último significante, multisignificativo, es intraducibie, si bien
tenemos en castellano su equivalente, «pudrición». Este significante
entraña mal olor, olor nauseabundo, desperdicios de toda clase,
diseminados por una estrecha calleja intransitable, vómito y
fermentación... Esa es la gráfica situación que presenta Pessoa al lector,
en contraste con el mundo de la civilización y el dinero, de los
«tramways, funiculares, metropolitanos». Y ahora viene el largo quiasmo
o inversión de sentido (compárese con «Un rey cantaba abajo, arriba
moría un Dios» de Víctor Hugo o con el ejemplo vulgar «Hay que comer
para vivir, no vivir para comer», para «acriollar» también nuestros
ejemplos):
Maravilhosa gente humana que vive como os caes.
Pessoa quiere y ensalza a esta gente marginada, fundida también en
un magistral significante «caes». Y el fragmento termina con un verso de
gran altura poética (de aquí la perfecta calificación de lenguaje
acriollado, al lenguaje de la poesía):
Fauna maravilhosa do fundo do mar da vida! El mito de la modernidad de que
nos
habla Guillermo de Torre, 10 antes de empezar a tratar el Futurismo,
queda excomulgado por Pessoa en este fragmento de la Ode Triunfal en la
que, por boca de su heterónimo, Alvaro de Campos, celebra en triunfo
(Ode Triunfal)) la miseria, de la que son culpables los tramways,
funiculares, metropolitanos, en esta «farsa mágica» de que hablan los
compañeros órficos de Pessoa, que es la vida humana para el poeta de
Mensagem:
Como eu vos amo a todos, porque sois assim,
Nem imorais de táo baixos que sois, nem bone nem maus,
Inatingíveia por todos os progresos,
Fauna maravilhosa do fundo do mar da vida!
NOTAS
1. Vid. Gaspar Simoés, Joá o: Prespectiva Histórica da poesía Portuguesa (Dos Simbolistas
aos Novissimos). Porto, Brasilia Editora, 1976, p. 238.
2. Vid. Orpheu, 3.a reediqáo do Volume I, Lisboa. Ediqóes Ática. 1957-58, p. XXXVI. «a)
Paulismo: Directa ultrapassagem de A Águia. Raices no Simbolismo e Decadentismo. Influencia
difusa dos nosos líricos e contistas afins [...]. b) Simbolismo: Persiténcia quase pura ou
contaminada de classicismo, da poética simbolista, c) Decadentismo: Quase sempre confundido
ha estética paúlica. Emprego de verso ou de prosa».
Por lo que se refiere al Decadentismo y al Simbolismo de «Um Oriente ao oriente do
Oriente» preferimos las palabras de Joáo Gaspar Simóes. oh. cit.. p. 30. cuando comenta otro
poema y otro poeta, palabras que podemos aplicar a este verso: «Onde eslava, estáo, essc
vertiginoso correr do "expresso da Originalidade"? —Eslava na liberdade dos ritmos, eslava no
uso deliberado das alilerac,óes: "Um Oriente ao oriente do Oriente"».
Y este uso deliberado de las aliteraciones cumpl e su función semiótica, como demuestra
Julia Krislcva en La révolution du language poétiqíie . obra a la que vamos a referirnos en otra
nota. Según Julia Kristeva. que se apoya en I. Fonagy. «Les bases pulsionclles de la phonation»
(en Revue franqaise de psychanalyxe. 1970-71). «el ritmo semiótico dis
pone de los recursos vocálicos, y, como consecuencia, de unos recursos pulsionales,
variados, que se hallan subyacentes en e\fenotexto, pero que lo desdoblan e intensifican por
medio de un sustrato semiótico, susceptible de actualizarse en distintas significaciones, ya sea
por desplazamiento, ya sea por condensación. Este sustrato tiene una función parecida a la del
"timbre" en música y produce las más diferentes experiencias subjetivas por medio de este
sistema de signos fónicos que no es otra cosa que la lengua». Apliquémoslo, pues, a «Um
Oriente ao oriente do Oriente».
3. Estamos denlro de los cánones futuristas de Marinetti, con su «verbalización abstracta»,
con el abuso de la onomatopeya ruidosa y caótica, como la califica Guillermo de Torre en su
Historia de las Literaturas de Vanguardia, Madrid, Guadarrama, 1965, p. 131. Compárese el
comienzo de Machine tinque de Marinetti, «Pistón chaudiére pistón chaudiere pisssstton pis ss-
tton piss sston...» etc., con: «Ó rodas, o engranagem, r-r-r-r-r-r-r cierno»; o con «Eh-lá-hó
fachadas das grandes lojas! / Eh-láhó elevadores dos grandes edificios! / Eh-lá-hó
recomposic,óes ministeriais» de la Ode triunfal de Pessoa. Decodifica el audilorio o el lector la
pulsión que en él producen las onomatopeyas, cuya función semiótica es clara.
4. Advirtamos que, como Marinetti, Pessoa canta a la máquina, pero, como advierte
Guillermo de Torre, no se escapa de la fraseología y la retórica romántica: «Roqais-vos por mim
até ao espasmo».
5. La obra de Julia Kristeva, que hemos mencionado, y que aprovechamos, prácticamente
en su totalidad, está publicada por las Éditions du Seuil, Collection «Tel quel», París, 1970.
6. «¡nterseccionismo: Ajustamenlo a urna diferente explorado psíquica. Vaga aproximado á
liberdade futurista e ao orfismo de Delaunay». Se encuentran en esta corriente Fernando Pessoa,
Alvaro de Campos, Sá-Carneiro. Vid. Orpheu, ya cit. p. XXXVI.
7. Simultaneismo: «Traduc,áo duma visáo essencialmente plástica. Sugestáo da técnica de
continuidade de James Joyce. Principal representante: Almada Negreiros». Vid. Orpheu, ya cit.
p. XXXVI.
8. Consúltese Julia Kristeva, ob. cit., p. 227: «Lorsque la distiction phonematique est ainsi
surchangée de nouvelles economies (pulsions, allitérations, répétitions, desplacements,
condensations, etc.), l'univocité de tout Ítem lexical se perd: "Le Mot dans sa personnalité si
difficile á reconnaitre"».
9. Vid. artículos de D.M. Segal y V.V. Ivanov en Semiótica de la cultura, Madrid, Cátedra,
1979. Esta obra no debe consultarse sólo en las páginas 275 y siguientes, artículo de D.M.
Segal, «Las investigaciones soviéticas en el campo de la semiótica», o pp. 149 y ss., artículo de
V.V. Ivanov, «La semiótica de las oposiciones mitológicas de varios pueblos», sino en su
tolalidad, con la extensa «Introducción a Lotman y la Escuela de Tartu», de Jorge Lozano,
recopilador de los artículos y autor de las notas del libro.
10. Vid. Guillermo de Torre, ob. cit., pp. 114 y ss. Véase en p. 115: «Cierto es que a la
/"belleza de la velocidad"/ cupo muy pronto volver a preferir la contraria, el /"odio del
movimiento que desplaza las líneas"/ —según un verso de Baudelaire—, y que el esplendor
geométrico y mecánico del mundo moderno se resquebrajó al día siguiente con la primera
guerra europea [...] La modernolatría fue siempre un milo, y como tal, inactual, lejano».
Jorge Luis Borges, amigo de Fernando Pessoa e vice-versa. «As
tranquilas aventuras do diálogo»
Teresa Rita Lopes Universidade Nova de Lisboa
Este texto é dedicado á memoria do pessoano Emir Rodríguez
Monegal, autor da comunicagáo «Jorge Luis Borges, el autor de Pessoa»,
in Actas do 2." Congresso Internacional de Estados Pessoanos, Porto,
Centro de Estudos Pessoanos, 1985, pp. 399-406.
Ha menos de dois anos, precisamente a 2 de Janeiro de 1985, Jorge
Luis Borges escrevia a Fernando Pessoa, de Genebra, a seguinte «carta»:
«La sangre de los Borges de Moncorvo y de los Acevedo (o Azevedo) sin
geografía puede ayudarme a comprenderte, Pessoa. Nada te costó
renunciar a las escuelas y a sus dogmas, a las vanidosas figuras de la
retórica y al trabajoso empeño de representar a un país, a una clase o a un
tiempo. Acaso no pensaste nunca en tu sitio en la historia de la literatura.
Tengo la certidumbre de que te asombran estos homenajes sonoros, de
que te asombran y de que los agradeces, sonriente. Eres ahora el poeta de
Portugal. Alguien, inevitablemente, pronunciará el nombre de Camoens.
No faltarán las fechas, caras a toda celebración. Escribiste para ti, no para
la fama. Juntos, hemos compartido tus versos; déjame ser tu amigo».
Este pacto de amizade que a frase final parece selar com um aperto de
máo, profundo e caloroso como so os cegos sabem dar, abre a
homenagem que ao poeta portugués foi entáo prestada em París, no
Centro Georges Pompidou.1
Estou certa de que Pessoa nao foi insensível á invocagáo de Jorge
Luis Borges, a quem, alias, era habitual e grato estremunhar os mortos
para com
Fernando Pessoa, por Almada Negreiros
eles conversar e conviver. Assim fez, por exemplo, com Abramovicz,
chamando-o a vida pelo seu nome (como na carta a Pessoa): «Esta noite,
nao longe do cume de Saint-Pierre, urna valerosa e venturosa música
grega acaba de revelar-nos que a morte é mais inverosímil do que a vida e
que, por conseguinte, a alma perdura quando o corpo é caos. Isto quer
dizer que Maria Kodama, Ysabelle Monet e eu nao somos tres, como
ilusoriamente julgávamos, somos quatro, ja que tu também estás
connosco, Maurice. Com vinho tinto brindamos á tua saúde. Nao fazia
falta a tua voz, nao fazia falta o rogar da tua máo, nem a tua memoria.
Eslavas ali, silencioso e, sem dúvida, sorridente, ao perceber que nos
espantava e maraviIhava esse facto táo conhecido de que ninguém pode
morrer».2
Um outro amigo, seu mestre, Macedónio Fernandez, ficará para
sempre vivo na cidade natal, táo amada e cantada, urna Buenos Aires que
habita «no secreto centro» das suas rúas ao abrigo de todas as
devaslagóes. E ao dobrar duma esquina la está ele, á sua espera, para o
habitual encontró: «Macedónio Fernandez, que morreu, caminha ao meu
lado explicando-me que a morte é urna ilusáo».3
Reinventar um ausente para com ele dialogar é, para Borges, um
milagre de amor. Também com sua máe dialoga no prefacio-dedicatoria á
sua Obra Poética que colige em 1977: «Aqui estamos fal ando um com o
outro —escreve— et tout le reste est littérature como escreveu, com
excelente literatura, Verlaine».4
Leopoldo Lugones é outro ausente que ressuscita trinta anos depois da
sua morte para Ihe entregar, em máos, o livro que Ihe dedica (El
Hacedor}: «Entro: trocamos urnas quantas convencionais e cordiais
palavras e dou-lhe este livro. Se nao me engaño vocé nao me quería mal,
Lugones, e teria gostado de gostar de algum trabalho meu. Isso nunca
aconteceu, mas neste momento vocé passa as páginas e le com ar
aprovativo um ou outro verso...».5
Mas trata-se de um sonho que se desfaz «como agua na agua»,
reconhece Borges. E acusa-se: «A minha vaidade e a minha nostalgia
armaram este palco impossível». Mas justifica-se: «Assim será (digo a
mim próprio) mas amanhá também eu terei morrido e os nossos lempos
se confundiráo e a cronología se perderá mima orbe de símbolos: e de
certo modo será verdade afirmar que eu Ihe Irouxe esle livro e que vocé o
aceilou».
Ao escrever a caria a Pessoa, no cinquenlenário da sua morle, Borges
inslala-se nesse «palco impossível» para que gosla de alrair os ausenles
de quem apetece o convivio. Dirige-se-lhe, como a Leopoldo Lugones,
directamenle, pronuncia-lhe o nome, comega a Iratá-lo por lu. Lembra,
com veeméncia e quase redundancia de frase, que ja eram companheiros:
«junios lemos comparliIhado os leus versos». E eslende-lhe nao um livro,
corno a Lugones, mas o gesto de um abrago: «Deixa-me ser teu amigo».
De repenle percebi que eles eslavam ali. Na minha frente. Pessoa e
Borges. E que reclamavam o direito á sua própria voz no discurso direclo.
Ah, brincar com as palavras é como soprar o fogo adormecido ñas brasas!
Ei-los. Dianle um do oulro como duranle urna viagem de comboio.
Com a elernidade á sua frenle. Por isso o silencio os nao constrange.
Ouve-se o ruido do comboio. Seria nalural que fosse Pessoa o primeiro a
falar para agradecer a carta. Mas é Borges que se manifesta. Como se ja
fossem velhos conhecidos:
—Tenho, de facto, a impressáo de o conhecer ha muilo lempo...
Pessoa, púdico, sorri, sem ruido. Mas Borges ouve:
AUTOR - TEMA MONOGRÁFICO TEXTOS Y NOTAS
—E nao apenas por ter antepassados portugueses... —esclarece.
—Gosto muito desse seu poema em que fala da «vaga gente I Que
continua obscuramente em sua carne...» —é a voz baixa de Pessoa.
Borges, caloroso, corrige e prossegue:
—... vaga gente
Que continua em minha carne,
obscuramente
seus hábitos, seus rigores e temores. Tenues como se nunca tivessem
existido, Alheios sao aos trámites da arte, Indecifrávelmente fazem parte
do tempo, da térra e do olvido.
Antes assim. Cumpridas suas vidas Sao Portugal, sao a famosa gente Que
forgou as muralhas do Oriente E se fez ao mar e ao outro mar de arela.
Sao o reí que no seu místico deserto se perdeu e sao esse que jura que ele
nao morreu.6
—Além de serem portugueses, sao cristáos novos, alguns dos nossos
antepassados comuns... —diz urna voz desembarcando súbitamente duma
cara até ai oculta por um jornal: tem um «ar vagamente de judeu
portugués»... Pessoa apresenta-o:
—Alvaro de Campos, «engenheiro naval (por Glasgow) mas agora está
aqui em Lisboa, em inactividade». E baixando aínda mais a voz: «o mais
histéricamente histérico de mim»...7
Borges está nítidamente deliciado. Estende-lhe urna máo calorosa e pede:
—Descreva-mo.
—«Alvaro de Campos é alto (1,75 de altura, mais dois centímetros do que
eu) magro e um pouco tendente a curvarse.»
Borges: —como vocé...
Pessoa: —Sim, de facto.
Borges: —Continué! Nasceu em Portugal?
Pessoa: —«Nasceu em Tavira no dia 15 de Outubro de 1890 (á 1.30 da
tarde, diz-me o Ferreira Gomes; e é verdade, pois feito o horóscopo para
essa hora, está certo)».
Borges, sorrindo: —ainda Ihe hei-de pedir que me faga o horóscopo...
Pessoa sorri, também.
—Agora...? E porque nao...? Seria óptima maneira de entreter o tempo,
isto é, a eternidade... —Mas Borges
Jorge Luis Borges
pede o resto da descríelo, ansioso como um menino a quem contam
urna historia.
—É loiro ou moreno?
Pessoa: —«Entre branco e moreno, tipo vagamente de judeu
portugués, cábelo, porém, liso e normalmente apartado ao lado»...
—Como vocé... —interrompe Borges.
—... «Monóculo.» —continua Pessoa, sem negar nem confirmar.
—Andou pelo mundo como nos, nao foi? —Borges está interessadíssimo.
—«... Foi mandado para a Escocia estudar engenharia, primeiro mecánica
e depois naval. Numas ferias fez a viagem ao Oriente de onde resultou o
"Opiário"» —esclarece Pessoa.
Campos, como um menino que se exibe para as visitas, recita:
Pertengo áquele género de portugueses Que depois de estar a India
descoberta Ficaram sem trabalho...
E Pessoa, um tudo nada baboso, como máe de prendada criancinha:
—Sao versos desse poema, o «Opiário»... Por sinal muito interessante.
Publiquei-lho no n." 1 de Orpheu. Nao sei se conhece... Foi mais do que
urna revista, foi o palco das nossas experiencias literarias modernistas...
O Alvaro estreou-se la, no número 1, com a «Ode Triunfal» e o
«Opiário».
Borges: —«Descreio das escolas literarias que me parecem simulacros
didácticos para simplificar o que ensinam mas se me obrigassem a
declarar a procedencia dos meus versos, indicaría o Modernismo, essa
grande liberdade...»8
Desta vez foi Pessoa que interrompeu a eloquéncia de Borges:
—Como muito bem disse na mensagem que me enviou «nada me custou
renunciar as escolas e aos seus dogmas»...
E Borges:
—«Um crítico disse de mim que eu tinha deixado de ser poeta ultraista
mal acabei de fazer o meu primeiro poema futurista...»9
Campos interrompe:
—E eu, deixei de ser futurista a meio da «Ode Triunfal»...
E Pessoa:
—O Alvaro nunca foi futurista. Ja nesse seu primeiro poema representava
o papel de um poeta futurista á portuguesa, isto é, Sensacionista...
Alvaro de Campos tem urna coisa a crescentar, isto é, um poema:
Pomos o ¿magismo, o cubismo,
os conventículos e seitas
que as crédulas universidades veneram...
como diz o Jorge Luis, no seu poema «Invocagáo a Joyce»...10
E riem-se, os tres, mansamente, de serem levados a serio pelas «crédulas
universidades»...
Alvaro de Campos repara:
—James Joyce, outro dos vossos... Isto é, dos nossos, se permitem que
me senté á mesa dos deuses... Porque será que todos nos sentimos
Ulisses...
—... a caminhar para a nossa «Itaca de verde eternidade, nao de
prodigios»11 ...recita Borges.
—So que Ulisses voltou e foi reconhecido pelos que amava. Nos, nao. Eu
e o Fernando nao fomos reconhecidos. Picamos eternamente fora das
portas da cidade (Recita):
Outra vez te revejo —Lisboa e Tejo e tudo—
Transeúnte inútil de ti e de mim, Estrangeiro aqui como em toda a parte
[...]
Outra vez te revejo,
Mas, ai, a mim nao me revejo!
Partiu-se o espelho mágico em que me revio idéntico,
E em cada fragmento fatídico vejo so um bocado de mim—
Um bocado de ti e de mim!...n
Pessoa, desvanecido: —E o fim de um poema dele que se chama «Lisbon

Revisited». Alias tem dois com esse título...


Campos sentiu-se um tanto constrangido com o paterno enlevo e sugeriu
que voltassem a falar das suas vidas, que a conversa estava a ficar
demasiado literaria.
Entáo Borges lembrou:
—Nao ha dúvida que os nossos destinos se parecem: nascemos ambos
numa cidade marítima, em que as árvores e os mastros se misturam,
como no seu poema «Chuva Oblíqua»...
E Campos atalhou:
-Por isso vocé escreve, Jorge Luis, que um verso tem o dever de «nos
tocar físicamente como a proximidade do mar»...13
Pessoa: —Sao duas cidades em que «hoje as rúas se lembram de que
foram campo, um dia»14 como vocé escreve de Buenos Aires: «Julgo-a
táo eterna como a agua e o ar»...15
Emocionado, Borges repele urna das inúmeras confissóes de amor que ao
longo da vida balbuciou a cidade natal. Ama «una calle» das suas como
se fosse urna mulher:
Os meus anos percorreram os caminhos
da térra e da agua
mas so te sinto a ti, rúa quieta e rosada.16
Campos lembra:
—É impressionante a sua «sombría lealdade»,17 como diz, a esse «fervor
de Buenos Aires» do seu primeiro livro... Borges, como um jovem
apaixonado a quem nomeiam a mulher amada, nao para de falar déla:
Esta cidade que eu pensava ser o meu
passado
E o meu porvir, o meu presente; os anos que viví na Europa sao ilusorios,
ja estava (e sempre estarei) em Buenos Aires.1*
Campos:
—Mas vocé teve sorte, foi um Ulisses feliz: voltou e foi reconhecido pela
cidade, pela casa... como diz naquele seu poema «O Regresso».
Borges recita-o:
Quando acabaram os anos do desterro regressei á casa da minha
infancia mas permaneció estranho ao seu
ámbito.19
Campos: —Assim me senti também quando voltei.
96/ANTHROPOS
Pessoa: —Assim escreveu no poema «Lisbon revisited»...
Campos, recitando:
Ó céu azul —o mesmo da minha infancia—
Eterna verdade vazia e perfeita!
Ó macio Tejo ancestral e mudo, pequeña verdade onde o céu se reflete! Ó
mágoa revisitada, Lisboa de outrora de hoje!
Nada me dais, nada me tiráis, nada sois que eu me sinta.20
Pessoa:
—Mas vocé supera o desencontro inicial e sente-se «reconhecido» pela
casa, como diz no fim desse último poema que recitou...
Borges ia dizer: Ah conhece esse meu poema...? mas dá-se conta da
inutilidade da pergunta. Agora que ja nao possuem coisa nenhuma das
que se agarram na máo, tem de cor, isto é, no coraqáo, todos os versos, os
próprios e os alheios...
Campos acrescentou:
—No seu segundo livro continua a cantar esse amor sem treguas...
Borges, desencadeado:
... regressei das velhas térras antigás do Ocidente
e recuperei as suas casas, e a luz das suas casas...
/.../
e cantei o acarinhado costume de estar so21
Pessoa:
—O último verso podía, de facto, ser de qualquer de nos tres... Alias as
suas longas inumeragóes de lugares, de rúas, como quem acaricia
longamente um corpo amado...
Borges sorriu e pensou: como se desinibiu!...
Pessoa ouviu-lhe o pensamento e sorriu também e pensou: «claro que
sim! Senáo qua l seri a a vantage m de morrer?!» mas nao precisou dizer
em voz alta porque também Borges ouvia o que ele pensava. Por isso
continuou apenas:
—... lembram as do Alvaro... Por exemplo, o «Acordar da cidade de
Lisboa, mais tarde do que as outras»...
Campos continua:
—... «Acordar da Rúa do Ouro. Acordar do Rossio as portas dos cafés...»
Pessoa (interrompendo-o):
—Creio que o sopro de Walt Whitman anda por ai á solta nos poemas de
ambos... Ou nao...?
Borges:
—«Por algum tempo achei que Whitman nao era so um grande poeta
como também o único.»22.
Campos:
—Mas a quotidiana ternura por urna cidade-regaqo foi sobretudo
Bernardo Soares que a exprimiu...
Borges conhecia, e exclamou:
—«Lisboa, meu lar!»23
Campos:
—Espero nao ser inconveniente lembrar outra afinidade vossa: esse
permanente e confessado amor pela presenta materna por excelencia, a da
máe de verdade.... Se calhar o amor pela cidade natal é apenas urna
sombra desse...
Ha coisas grandes demais para abarcar com palavras. Pessoa e Borges
sorriem apenas ao que Campos acaba de dizer... E ficam calados longo
tempo.
Campos, saboreando o pudor violado dos seus interlocutores, retoma a
palavra:
—É bonito imaginá-lo a viajar pelo mundo com a sua máe por guia e
companheira... Também o Fernando fez tres grandes viagens por mar com
a máe: quando abalaram para a África do Sul, tinha ele sete anos, quando
vieram a Portugal, seis anos depois (por sinal que nao devia ter sido urna
viagem divertida: traziam, a bordo, para sepultar em Lisboa, o corpo de
urna irmázinha que em Durban tinha nascido e morridp) e urna terceira
viagem, de regresso á Áfri
ca do Sul... A quarta e última grande viagem da sua vida Pessoa fé-la
sozinho, com 17 anos, de Durban para Lisboa, donde nunca mais arredou
pe. Borges seguía, interessadíssimo, o relato de Campos apesar do
silencio levemente contrariado de Pessoa. E arriscou um palpite:
—Nao admira que vocé tivesse ficado vacinado contra as viagens... Por
mim fui «um grande viajante». Fiz, de facto, muitas das «minhas
peregrinaqóes» na companhia de minha máe.24
Campos:
—Também o Fernando foi sempre um peregrino mas dentro de si próprio.
As viagens de verdade fi-las eu por ele. Borges sorria ainda ao
pensamento de viajar com a máe. E perguntou: —E verdade que o seu
primeiro poema foi feito aos seis anos e inspirado pela sua máe,
Fernando?
Pessoa nao quería nítidamente falar desse assunto. Campos salvou-o do
constrangimento em que estava: —E a sua primeira confissáo de amor á
máe, e ao mesmo tempo as «térras de Portugal»... E com essa simples
quadra conseguiu comover a máe e seguir com ela para Durban... Porque
tinham encarado a possibilidade de ele ficar com a familia em Portugal...
—É comovedor também esse poema de 1935 em que se dirige a sua
máe... —Nota Borges.
—... que ja tinha morrido ha dez anos... —esclarece Campos.
—... numa linguagem de menino... —continua Borges—. Por sinal em
francés... Porqué?
Pessoa nao se admira que Borges conhec,a um texto táo íntimo porque
nada é de espantar na situagáo em que estáo. E ilude a pergunta:
—Escrever em francés correspondía, as vezes, a urna necessidade
íntima... —Também escrevi sonetos franceses «que á sua maneira
chorosa imitavam a poesia simbolista»...25 —faz notar Borges.
—Por mim libertei-me da influencia dos Decadentes franceses quando li
La Dégénérescence de Max Nordau e praticando ginástica sueca... —
ironiza Pessoa.26
Borges, sonhador: —«Durante a primeira guerra, enquanto os homens se
matavam, sonhámos os dois sonhos que se chamavam Laforgue e
Baudelaire».27 E também Verlaine, «inocente como os pássaros». 28 Mas
sempre detestei a ideia de que, la porque «París tinha panelinhas literarias
que nadavam em publicidade e disputas, nos devíamos actualizar e fazer
o mesmo».29
Pessoa:
—«A Franga so faz revolugóes para exportagáo...»30
Borges sorriu mas temperou:
—«O francés, bastante paradoxalmente, tem urna óptima literatura apesar
de seu amor por escolas e movimentos, mas a língua em si é bastante
feia, pensó eu. As coisas tendem a soar triviais quando sao ditas em
francés.»31 Campos intromete-se:
—Acho que o Fernando gostava do francés...Talvez porque aprendeu com
a máe as primeiras palavras dessa língua... Aos seis anos até inventou um
interlocutor com un nome francés, o Chevalier de Pas...32
Pessoa:
—Ja sei que vai falar a seguir do meu Jean Seúl de Méluret... Mas, por
favor, nao Ihe chame o meu heterónimo francés, como toda a gente...
Campos:
—Nao cairia nunca nesse grosseiro erro... (E como quem repete urna
ligáo:) Precisa que acrescente que bem sei que heterónimos so teve tres,
entre os quais tenho a honra de me contar e que o resto sao
«personalidades literarias», como vocé especificou?...
Pessoa:
—Nunca será demais lembrar...
Borges está desde ha pouco para acrescentar qualquer coisa:
—Sabe que também eu «e minha irmá inventamos dois companheiros
imaginarios, chamados, por urna ou outra razáo, de Quilos e O Moinho.
Quando finalmente nos aborreceram dissemos a nossa máe que tinham
morrido». Talvez porque, como vocé «passei grande parte da minha
meninice dentro de casa».33
Campos nao resistiu a dar a sua opiniáo:
—Mas vocé, de qualquer maneira, tinha urna irmá da sua idade, enquanto
que o Fernando brincou sempre so.
Borges, dirigindo-se a Pessoa:
—Fomos ambos dois meninos tristes e debéis. «Durante toda a minha
meninice pensei que ser amado equivaleria a urna injusticia. Nao me
parecía merecer qualquer amor em particular, e lembro que meus
aniversarios me enchiam de vergonha, porque todos me cumulavam de
presentes e eu achava que nao tinha feito nada para merecé-los.»34
Campos recita:
No tempo em que festejavam o día dos meus anos,
Eu era feliz e ninguém estava mono. /-../
Que meu amor, como urna pessoa, esse tempo!
Desejo físico da alma de se encontrar ali outra vez,
Por urna viagem metafísica e carnal, Com urna dualidade de eu para
mim...35
Borges, sorrindo:
—Agora essa viagem ja é nosso privilegio...
Ninguém disse nada e tornou, de novo, a ouvir-se o ruido do combóio.
Borges quebra o silencio:
—Cometamos ambos a escrever com a mesma idade, seis ou sete anos...
Campos:
—Até o Bernardo Soares escreveu no seu diario que em crianza ja
escrevia versos...
Mas ninguém Ihe pegou na palavra. Pessoa devia achar que aquela
«personalidade literaria» nao era para ali chamada. Ou que nao gostava
de viajar em grupo. Ou de que, assim como assim, ja tinha fechado o
leque desse arco-íris numa luz so.

Campos nao gostou que tivessem ignorado a sua última observado.


Hesitou entre o amuo e a provocaqáo e decidiu-se pela última:
—Mas é estranho que voces falem tanto da máe e táo pouco ou táo nada
do pai... O Fernando, pelo menos.
Borges:
—Nao deve lembrar-se dele... Era táo pequeño quando morreu.
E Campos:
—Claro que se lembra. Tinha cinco anos quando o pai morreu.
Pessoa olha pela janela (haverá janela neste comboio...?) e faz que nao
ouve. Campos torna á carga:
—Além disso viveu com o pai e a avó materna, nesses últimos tempos, na
casa de campo para onde o pai tinha ido tentar curar-se da tuberculose. O
pai fala dele, ñas cartas que escreve á máe36 que tinha ficado em Lisboa
com o filho de meses.
Borges está muito interessado na conversa mas o silencio de Pessoa
constrange-o. Contraria Campos:
—A memoria alija os seus mais pesados fardos. Ja pensou o que pode ter
representado para a crianza conviver com esse pai intocável que nao Ihe
fazia sequer urna festa com receio de o contagiar...? Ele, que era um
homem carinhoso...
Pessoa teve um sobressalto: —Como sabe...?
Borges sorriu e nem respondeu porque sabia que depois dessa súbita
reacc,áo, ainda memoria de ser corpo mortal, Pessoa ja estava a dar-se
conta da inutilidade da pergunta... Mas Borges jogou o jogo de serem
como dantes e usou argumentos de vivo porque se encarassem a verdade
em toda a sua dimensáo o diálogo deixaria de ter sentido. Aprazia-lhe
estar ainda «agarrado á velha vida», pensou Campos, em voz alta ou
baixa, tanto faz.
Assim Borges tornou, mansamente:
—Até nessas cartas a sua máe, meses antes de morrer, se vé que era um
homem inteligente, sensível e bom. E ñas fotografías... Também «o meu
pai era muito inteligente e, como todos os homens inteligentes, muito
amável».37 «Escreveu e destruiu um livro de ensaios e publicou urna
tradugáo de Ornar Khayyam.»38
98/ANTHROPOS
Ai Pessoa reagiu de novo e Borges sentiu. Ou viu. Por que havemos
também de fingir com Borges que continua a ser cegó?
—Nosso mestre comum... —acrescentou com muita dogura. Tém
feito tantos ensaios sobre si, Fernando, e nunca ninguém reparou
nisso...39
Campos nao podía estar muito tempo calado:
—E contudo, todos Ihe devemos muito... É mestre dos nossos mestres.
Alberto Caeiro e Ricardo Reis guiam-se por ele, cada um a seu jeito.
(Anima-se ao súbito claráo duma «trouvaille»:) De certa forma é meu avó
espiritual porque é pai do meu mestre Caeiro... Finalmen- te todos se
divertem com as descobertas de Campos. Ele, sobretudo, claro.
Borges é, como ele, «intarissable» (a qual dos tres ocorreu a expressáo
em francés...?). Tem nitidamente vontade de continuar a falar do pai. Nao
Ihe faremos, evidentemente, urna pergunta que ocorre: se ja a ele se
reuniu nesse seu novo estado. Aparentemente ainda nao, porque fala dele
como dum ausente que quer tornar presente:
—«A poesía veio-me em inglés —Shelley, Keats, Fitz Gerald,
Swinburne, aqueles grandes favoritos de meu pai, que era capaz de citá-
los extensamente, e multas vezes o fazia mesmo.» 411
Campos exulta de novo, sob o impulso de nova «trouvaille».
(Decididamente a conversa sobre a Franca deixou os seus vincos no
diálogo):
—Além da língua materna, voces tiveram ambos urna língua paterna, a
mesma, o inglés... No caso de Borges, até o sentido próprio do termo
coincide com o figurado...
Borges leva agua ao seu moinho:
—«Alguns dos meus compatriotas mais nacionalistas» chegaram a
apodarme de «inglés»...41
Campos, exuberante por ser levado a serio por Borges:
—Mas regressaram ambos ao regado da língua materna e da cidade
natal...
Borges:
—Apesar das minhas experiencias durante a minha permanencia na
Europa —escrevi sonetos em inglés e francés— «sabia que o espanhol
seria o meu destino inevitável». 42
Campos continua ansioso por expór a sua ideia:
—O Fernando chamou patria ao que o Jorge Luis chama destino...
—«A minha patria é a língua portuguesa.» (Quem disse? Pessoa é pouco
provável. Deve ter sido Campos mas também pode ter sido Borges.)
Borges saboreia a frase, palavra por palavra, letra por letra. —Que língua
gostosa voces tém! Antes de si, Fernando, era em Camóes que saboreava
a vossa língua. . , 43 Minha máe era em E<ja de Queirós, seu autor de
cabeceira...44
Campos ilumina-se a urna nova ideia:
—Como voces se parecem nisso de, afinal, terem varias patrias...
Borges: —«numa das minhas patrias, Genebra», ditei o meu último livro,
Los Conjurados^ e a carta que Ihe escrevi...
Campos, no auge da excitagáo:
—Achei um soberbo título para um contó seu: o homem que tinha varias
patrias! Talvez com um subtítulo elucidativo: o exaltado patriotismo do
apatrida.
Pessoa, sorrindo: —parece um exercício de pronuncia do-p, para
desembaragar a língua...
E fica-se pela brincadeira, ele que tanto teria para acrescentar sobre esse
assunto: ele que escolheu, aos dezassete anos, regressar á pátria-máe-
pobre e comegou a alimentar um «patriotismo» (palavra que sem
impudor usava) em que se nao sentia compreendido pelos seus
compatriotas, ele que sonhou com o despertar da Raga Bela Adormecida
e desde o seu regresso se preparou para ser esse Super-Camóes que a
despertaría com um beijo.46 Mas ele que ridicularizou também todo e
qualquer provincianismo que volte as costas aos ventos vindos do largo.
Alguém (Campos. Borges. um de nos?) pensou isto por ele. E. claro, foi
como se alguém o tivesse dito em voz alta. Borges. entáo. lembrou o seu
regresso a Buenos Aires:
—«Quando voltei da Europa, em 1921. cheguei trazendo os estandartes
do ultraismo. Para os historiadores da literatura, aínda sou conhecido
como "o pai do ultraismo argentino".» 4 «Esquecendo-me que ja o era.
quis também ser argentino. Incorri na arriscada compra de um ou dois
dicionários de argentinismos que me abastecerán! de palavras que hoje
mal posso decifrar...»4*
—Abandonou esses argentinismos mas nao a sua «argentinidade».. . —
lembrou Campos.
—O trago argentino que mais prezo é o culto da amizade: «é a única
paixáo argentina redentora».49
—Isso vé-se. isto é. sente-se... —disse Campos. Urna longa pausa. Pessoa
fumava. longamente.
—Se o Fernando nos quisesse falar do seu fervor lusitano... Mas nao
tenho grandes esperanzas.
E tinha razáo para nao ter porque ele nao tugiu nem mugiu. por assim
dizer. Foi Campos, claro, quem acrescentou:
—O Jorge Luis escreveu «milongas» e fez o elogio do tango pela mesma
razáo que levou o Fernando a compór quadras: «comungar a alma do
povo»/°
Borges pensou que estava bem visto, que aquele rapaz era. de facto.
fino...
Sentindo-se apreciado. Campos prosseguiu:
—Mas o Fernando teve tres cidades natais: ao centro. Lisboa, em que nas
ceram ele e o Alberto Caeiro: ao sul. Tavira. em que eu nasci; e ao norte,
o Porto, em que fez nascer o Ricardo Reis.
Pessoa quebrou um longo silencio, que ja comec,ava a parecer hostil e
sorriu:
—Se calhar foi para realizar o seu desejo no fim da «Ode Triunfal»...
Campos cita-se: —«Ah. nao ser eu
Fernando Pessoa, dibujo de José Sarmentó,
1987
toda a gente e toda a parte!» (Dá-se conta que Pessoa, finalmente,
falou) —Ah. finalmente! Nunca mais ninguém o tinha ouvido. Comegava
a ficar nervoso corn o seu silencio!
Pessoa: —falar de patrias é assunto delicado. Do «patriótico» ao
«patriotinheiro» vai um passo, urna escorregadela... A pátria-língua-
portuguesa se cal har é um arquetipo...
Campos cita: —«Falta cumprir-se Portugal». (Um silencio.) Acha
mesmo?
Borges, para abafar a impertinencia de Campos, recita (em portugués!
competencia que continua a maravilhá-lo. a ele que declarou toda a vida
ter professado «a paixáo da linguagem»!):
Patria [... }
É mais do que o ten ampio territorio, e do que os días do ten ampio
lempo, es mais do que a soma inconcebível Das tuas geraqóes. Nao
sabemos
Como es para Deus no seio
vívente dos arquetipos eternos,
Mas por esse rosto vislumbrado
Vivemos e morremos e ansiamos, Ó inseparável e misteriosa patria.5*
Pessoa, percebe-se, gostou do poema. Muito, mesmo. Campos, entáo,
nem se fala. Exulta:
—Acho que acabo de entender a Mensagem\ E esse «rosto vislumbrado»
que Pessoa quis fixar e ajudar a «cumprir»: um rosto que ha quatro
sáculos resplandecía e súbito desapareceu, encoberto pela nuvem de
algum mau olhado, mas continua vivo no «seio dos arquetipos»...
Borges aprecia visivelmente o talento verbal do rapaz... E comenta:
—Vocé tem muito talento para metáforas...
Campos nao aprecia o comentario:
—Nunca tinha dado por isso?
Borges percebe o desagrado e nao quer magoá-lo. Campos teria preferido
que ele quisesse. Que historia era essa de o tratar com divertida
complacencia, como a um jovem irreverente que se nao leva a serio...?
Borges naturalmente ouviu a indignagáo deste pensamento. Deitou agua
na fervura:
—Nao leve a mal, Alvaro, este meu tom...
Campos finge risonha superioridade:
—Afinal sou quase dez anos mais veIho do que vocé...
Borges reconhece: —É verdade... Mas para mim vocé tem a idade com
que aqui chegou...
—Muito antes de vocé, Jorge Luis! (Faz as contas) Cinquenta e um anos
antes, se quer saber!
Borges sorri longamente, com tanta doc,ura: mas que é isso de antes e
depois...?
Entáo Pessoa resolve intervir. Desconversou:
—Que é feito do seu Bustos Domecq...?
Borges sabia que nao era para responder e sorriu. Campos também:
—Se se póem a falar de «historias policiárias», como diz o Fernando, tem
para o resto da eternidade... E sorriu do que disse. E pensou: como se a
etermidade tivesse resto... E teve urna ideia:
—O seu Abílio Quaresma é que gostaria de ter conhecido o Bustos
Domecq do Borges... E vice-versa...
Borges entáo retribuiu a pergunta a Pessoa: —É o seu Quaresma, ja o viu
por ai...? —«belo na sua imortalidade de orvalho», como o Fernando
escreveu, que esperava vir a encontrar as suas criaturas, «um día, depois
de morrer»...52
Pessoa, entáo:
—Vocé bem sabe que Quaresma nao chega a ser meu filho. Nem meu pai.
Nem meu verdadeiro outro.
Borges:
—Nao «voou outro»,53 através dele?
Pessoa:

—Nao. de facto. Desdobrei-me apenas, na horizontal, como um leque


que se abre...
Campos (como quem repete ligáo aprendida):
—... Por isso é apenas urna «personalidade literaria», como vocé Ihe
chama, tal como os irmáos Search. o Anón, o Jean Seúl de Méluret, o
Bernardo Soares. o Vicente Guedes. o Baráo de Teive...? (Desvanecido)
De facto. sempre me senti mais existente que esses todos! Até o disse ao
Reis e ao Caeiro. que concordaran!.
Sabia que Borges morria por perguntar por estes dois e abafou-lhe a
curiosidade:
—Gostei muito do livro de Bustos Domecq. Seis problemas para Don
Isidro Parodi...
Borges precisou:
—É o primeiro. de 1942... Vocé leu mesmo?
Campos abespinhou-se com a dúvida:
—Claro que li! Sabe bem que o simples facto de ja termos entáo morrido
ha sete anos nao é razáo para eu nao ter lido o livro! Pelo contrario...
Todos se abandonaram entáo a essa suave certeza de terem passado para
la do espelho. O que os nao impediu (antes pelo contrario, diria o
Campos...) de se rirem como meninos com as «burlas» de Borges. os
pseudo-ensaios sobre livros imaginarios que contou ter feito. os seus
pseudo-nomes... Partidas que pregava as «crédulas universidades» e a
toda e qualquer credulidade. individual ou colectiva...
Riram muito e depois calmar-se todos. Durante muito tempo. Isto é. seni
tempo. porque se fóssemos trocar por medidas de tempo esse intervalo
teríamos que inventar novas fórmulas. Houve. de repente, um ligeiro
solavanco. e Pessoa teve a impressáo de que o comboio tinha parado.
—Onde estamos? —perguntou, sem querer. Alvaro de Campos. E Borges,
semi-cerrando os olhos cegos:
Chego a meu centro,
a minha álgebra e minha chave,
a meu espelho.
Breve saberei quem sou.^4
Ouviu-se longamente o eco da última palavra. Todos pensaram: é um
efeito
100/ANTHROPOS
muito banalizado. Mas era mesmo assim. Ha muito, alias, que Jorge
Luis tinha comec,ado a reabilitar a banalidade das coisas, das pessoas e
das palavras. Entáo Campos falou, como quem fere a superficie lisa das
aguas com urna pedra, a ver se a faz saltitar:
Quem son e quem fui
Sao sonhos diferentes
dizia o Ricardo Reis Borges ainda está no poema anterior, que
comegou a lembrar do fim para o principio:
Sempre em minha vida foram
demasiadas as coisas;
Demócrito de Abdera arrancou-se os ohos para pensar;
o tempo foi meu Demócrito.
Esta penumbra é lenta e nao doi;
fluí por um manso declive
e parece a eternidade.
Campos olha, estupefacto, para Pessoa. E pensa: mas será que ele ainda
nao percebeu que...? Pessoa, com um
sorriso, mete-o na ordem:
—Nao o interrompa...
Borges, de facto, continua:
—Tudo isto deveria atemorizar-me,
mas é urna dogura, um regresso.
Campos, iluminado por urna súbita
descoberta, nem percebe que torna a
interromper Jorge Luis:
—«O mal destes homens todos —do
Ricardo Reis, do Antonio Mora, do
Fernando Pessoa— é que so véem, a
realidade. Diversamente, todos a véem
com clareza; todos sao objectivistas, até
o Fernando Pessoa, que é subjectivista
também. Mas eu nao so vejo a realidade —palpo-a. Por isso eles sao,
mais ou menos declaradamente, politeístas, e eu sou monoteísta. É que o
mundo considerado com a vista é duma essencial diversidade.
Considerado com o tacto, nao tem diversidade nenhuma. [...] As vezes
pensó que Milton so pode ascender a um sentimento sublime de
divindade quando, privado de vista, voltou á grande primitividade do
tacto, á grande unidade da materia.»55
Pessoa assiste a tudo, definitivamente. Com um leve sorriso. Borges
retoma o poema interrompido por Campos, isto é, o caminho para o seu
próprio centro:
Do Sul, do Este, do Oeste, do Norte,
convergem os caminhos que me
trouxeram
a meu secreto centro.
Esses caminhos foram ecos e passos,
mulheres, homens, agonías,
ressurreigóes,
días e noites,
entressonhos e sonhos,
cada ínfimo instante do ontem
e dos ontens do mundo,
a firme espada do dinamarqués e a lúa do persa,
os actos dos morios,
o compartilhado amor, as palavras,
Emerson e a nevé e tantas coisas.
Agora pos so esquecé-las.
Campos abandona-se aos caminhos
que nele se abrem também para os quatro pontos cardeais. Mas sao
caminhos
que ainda levam, nao trazem:
Vem, Noite, antiquíssima e idéntica,
Noite rainha nascida destronada,
Noite igual por dentro ao silencio /.../
Vem, la do fundo,
do horizonte lívido,
Vem e arranca-me
do solo de angustia e de inutilidade
Onde vicejo.
Apanha-me do meu solo, malmequer esquecidc.
Folha a folha le em mim nao sei que sina
e desfolha-me para teu agrado,
para teu agrado silencioso e fresco.
Urna folha de mim langa para o Norte,
Onde estáo as cidades de Hoje que eu tanto amei;
Outra folha de mim langa para o Sul,
onde estáo os mares que os Navegadores abriram;
Outra folha minha atira ao Ocidente,
Onde arde ao rubro tudo o que talvez se ja o Futuro
Que eu sem conhecer adoro;
E a outra, as outras, o resto de mim
Aura ao Oriente,
ao Oriente donde vem tudo, o dia e a fe,
ao Oriente pomposo e fanático e quente,
ao Oriente excessivo que eu nunca verei,
ao Oriente budista, bramánico, sintoísta,
ao Oriente que é tudo o que nos nao somos,
que é tudo o que nos nao somos,
ao Oriente onde —quem sabe?— Cristo talvez aínda hoje viva,
Onde Deus talvez exista realmente e mandando tudo...56
Entáo o combólo da um solavanco
maior. Borges, sorrindo:
—Teremos chegado ao seu Oriente...?
Entáo Pessoa, pela primeira vez, leva
agua ao moinho de Campos:
—Cada um procura como pode o seu
próprio centro...
Campos: —... «por urna geometría do
abismo» escreveu o Bernardo Soares. Pessoa: —Quando vocé escreveu no
poema a Spinoza «um homem engendra
Deus» [...], «desenha Deus com geometría delicada»57 fazia equivaler
Centro a
Deus...?
Borges sorriu: —quem sabe... Campos: —Levou a vida toda a caminhar
para o seu centro...
Borges: —vida, nao... Na juventude
«buscava os entardeceres, os poentes e
a infelicidade; agora, as manhás, o centro e a serenidade».58
Campos: —agora, quer dizer... Pessoa tossiu, para abat'ar a indiscrigáo de
Alvaro e depois espraiou-se
num sereno sorriso, «como se estivesse mais perto de [si] e comenc,asse
ja a
conhecer de quem é a voz que é
[sua]...».
Borges sentiu-se inteiramente compreendido: —«Anterior ao tempo ou
fora do tempo (ambas as frases sao vas)
ou num lugar que nao é do espago ha
um animal invisível e talvez diáfano que
nos homens procuramos e que nos procura»...
Campos reconheceu o poema e recitou-lhe o título: —«Aquele que habita
os espelhos»...^
Junto de Borges dir-se-ia que Pessoa
e Campos perderam o medo de caminhar ao seu próprio encontró e de
conhecer de quem é a voz que é sua e de quem é o olhar que espreita
pelos seus olhos. Borges senté que a sua voz é ansiosamente esperada:
... «na sombra derradeira do outro reino estarei, eu, a minha espera».61
Alvaro compreende entáo que é cedo para tudo compreender. Que aínda
váo os tres a caminho.
—«Busca pelo agrado de buscar, nao
pelo de encontrar...» 62
—É a voz de Borges que soa mais
longínqua como se ja estivesse menos
ali.
Alvaro percebe que nao perdeu aínda inteiramente o medo —isto é, o
corpo. Que apenas rompeu um casulo mas
que esse casulo está dentro doutro casulo e esse de outro ainda que, por
sua
vez... Assím sempre nao sabe até quando, até onde.
Borges ouviu o seu temor e lembrou
o seu poema «Everness»:
E tudo é urna parte do diverso
cristal dessa memoria, o universo;
nao tém fim os seus arduos corredores
e as portas fecham-se atrás de ti;
apenas do outro lado do ocaso
verás os Arquetipos e Esplendores.^ Campos percebeu entáo que nao
eslava completamente curado nem da sua
claustrofobia nem das suas vertigens. E
quase bateu com a cabera na parede
(da cela? da carruagem? Nem sabia ja):
—«Cárcere do Ser, nao ha libertado
de ti?»
Entreviu as portas sucessivas e nao
conseguiu divisar a última porta e muito menos o que ainda estava para
além déla. E acordou a voz de Pessoa, que nem moveu os labios. Mas era
de facto a voz dele que soava assim: Porque nao seremos nos —homens,
deuses e mundo— sonhos que alguém sonha, pensamentos que alguém
pensa, postos sempre fora do que existe? E porque nao será esse alguém
que sonha ou pensa alguém que nem sonha nem pensa, subdito ele mesmo
do abismo e da fic<;áo?M
Entáo Campos voltou-se para Borges. Como podia ainda sentir aquela
vertigem, aquela náusea física...? Ou seria essa memoria, essa
ressonáncia de sensagáo que é a dor dos mutilados...? Mas as palavras de
Borges faziam coro com as de Pessoa. Sonhava alto um dos seus últimos
sonhos sobre essa serie sem fim de sonhos que o fizera ja dizer: «talvez a
serie dos sonhos nao tenha fim, talvez a chave esteja no último»65
—«Alguém sonha. [...] Sonhou urna esfera de marfim que encerra outras
esferas. [...] Sonhou que Alguém o sonha.»66
Pessoa tentou sossegar esse temor que de repente os envolvia a ambos
como urna súbita, enorme vaga de um mar até ai sereno:
—«E Deus, a grande Ogiva, ao fim de tudo.»
Campos voltou-se para Borges que era capaz de traduzir as iluminagóes
sem corpo de Pessoa para coisas concretas (como esse jogo de esferas
concéntricas de marfim) e deve-lhe ter pedido com o olhar que Ihe
contasse um contó para o sossegar. E Borges contou-lhe um dos seus
contos, este até mete um bicho como os meninos gostam, um tigre, por
sinal, chama-se «a escrita do Deus».67 Como pode manipular a vertigem
com dedos táo macios, com táo mansa voz! É o monólogo de um
prisioneiro: —«O caree re é profundo e de pedra; a sua forma, de um
hemisferio quase perfeito...»
Campos grita, sem ruido, como nos sonhos:
—«Cárcere de pensar, nao ha libertagáo de ti?»
Borges prossegue o contó. Urna ou outra passagem fica a latejar, como
urna ferroada de abelha:
—«Um dia ou urna noite —entre os nes e desencadeou este
«intermezzo», esta ficc,áo táo ao gosto de Jorge Luis como de Fernando.
E do Alvaro! —lembrou, agastada, a voz do próprio. E quis ter a última
palavra:
Quando é que passará este drama sem teatro,
Ou este teatro sem drama,
E recolherei a casa?
Onde? Como? Quando?
Gato que me fitas com olhos de vida, que tens la no fundo?
É esse! É esse!
Esse mandará como Josué parar o sol e eu acordarei;
E entáo será dia.
Sorri, dormindo, minha alma!
Sorri, minha alma, será dia!12
Entáo, mais cántico do que fala —ja
nao interessa dizer de quem— com um
certo ritmo de cangáo de embalar, como
para adormecer a insónia ou o sonó de
Campos, confundindo-se com o ruido
do comboio, ouve-se o poema «Iniciagáo»:
Nao dormes sob os ciprestes,
Pois nao ha sonó no mundo.
/.../
O corpo é a sombra das vestes
Que encobrem teu ser profundo.
ANTHROPOS/101
Vem a noite, que é a morte,
E a sombra acabou sem ser.
Vais na noite so recorte,
Igual a ti sem querer.
Mas na Estalagem do Assombro Tiram-te os anjos a capa:
Segues sem capa no ombro,
Com o pouco que te tapa.
Entáo arcanjos da Estrada
Despem-te e deixam-te nú.
Nao tens vestes nao tens nada:
Tens so teu corpo que es tu.
Por fim, na funda caverna,
Os Deuses despem-te mais.
Teu corpo cessa, alma externa,
Mas vés que sao teus iguais.
[...]
A sombra das tuas vestes
Ficou entre nos na Sorte.
Nao estás morto, entre ciprestes.
[...]
Neófito, nao ha morte.13
meus dias e as minhas noites que diferenca cabe?— sonhei que no
chao do cárcere havia um grao de areia. Voltei a dormir indiferente;
sonhei que despertava e que havia dois graos de areia. Voltei a dormir;
sonhei que os graos de areia eram tres. Foram, assim, multiplicando-se
até encher o cárcere e eu morria debaixo desse hemisferio de areia.
Compreendi que estava sonhando; com um enorme esforgo acordei. Mas
acordar foi inútil: a areia inumerável sufocava-me. Alguém me disse:
"Nao acordaste para a vigilia mas apenas para um sonho anterior. Esse
sonho está dentro de outro, e assim até ao infinito, que é o número dos
graos de areia. O caminho que terás que andar é interminável e morreras
antes de ter despertado realmente".
»Senti-me perdido. A areia esmagava-me a boca mas gritei: "Urna
areia sonhada nao me pode matar nem ha sonhos que estejam dentro de
sonhos". [...] Entáo aconteceu o que nao posso esquecer nem comunicar.
Aconteceu a uniáo com a divindade, com o universo (nao sei se estas
palavras diferem). [...] Vi o deus sem cara que ha atrás dos de uses.»68
Borges parou para respirar fundo e Pessoa e Campos gritaram com o
olhar, ao mesmo tempo: —«E depois?» Entáo ele contou que de súbito
entendeu a fórmula-abre-te-sésamo de tudo:
—«É urna fórmula de catorze palavras casuais (que parecem casuais)
e bastar-me-ia dizé-las para abolir este cárcere de pedra, para que o dia
entrasse na minha noite, para ser jovem, para ser imortal [...] Quarenta
sílabas, catorze palavras e eu, Tzinacán, regeria as térras que regeu
Moctezuma. Mas eu sei que nunca direi estas palavras, porque ja nao me
recordó de Tzinacán.
»Que morra comigo o misterio que está escrito nos tigres. Quem
entreviu o universo, quem entreviu os ardentes designios do universo, nao
pode pensar num homem, ñas suas triviais ditas e desventuras, mesmo
que esse homem se ja ele. Esse homem foi ele e agora nao Ihe interessa.
Que Ihe interessa a sorte de aquele outro, que Ihe interessa a nagáo de
aquele outro se ele, agora, é ninguém. Por isso nao pronuncio a
102/ANTHROPOS
fórmula, por isso deixo que os dias se esquegam de mim, deitado no
escuro.»69
Será impressáo deles ou Borges está mesmo a ficar mais tenue, a
caminho de «diáfano» como diz que é esse tal «animal invisível» que o
espera «por detrás dos mitos e das máscaras» para com ele fazer corpo,
isto é, perder corpo...?
Até a voz é, de facto, mais transparente, por assim dizer: —«Quando
a sina me libertar do triste hábito de ser alguém»...70
E, semi-cerrando os olhos cegos como quem formula um voto ou um
adeus: —«Quero ser recordado menos como poeta que como amigo [...]»
«Quero morrer de todo: quero morrer com este companheiro, meu
corpo.»71
Pessoa e Campos viram-no desvanecer lentamente (parecía evaporar-
se!) até se esvair de todo.
Com Jorge Luis, seu irmáo mais novo onze anos Pessoa e Campos
teriam aprendido o que nunca souberam, o que nunca tiveram: a doce, a
terna, a mansa, a pobre, a materna companhia do corpo. So se pode perder
aquilo que antes se ganhou, so se pode abalar do sitio a que ja se chegou.
(Aparentemente ninguém disse nada, sao palavras pairando, ressoando no
lugar que Borges deixou vazio.) Ninguém pode desprender-se senáo do
corpo que abragou. Entáo ouviu-se a voz de Campos (ou foi a de
Pessoa...?) acrescentar: —E abarcou. Como quem póe um ponto final.
Como se corresse a cortina desse «palco impossível» —a expressáo é de
Borges, a que usou, no inicio, ao invocar Lugo
NOTAS
1. Publicada, em traduc,áo francesa, no catálogo da exposigáo Fernando Pessoa Poete
Pluríel. cd. Centre Georges Pompidou et ed. de la Différence. París. 1985. p. 7. O texto original,
em castelhano. foi enviado ao comissário portugués da dita exposigáo. o destacado pessoano Dr
José Blanco, que mo facultou.
2. Os Conjurados, Lisboa. Difel. 1985 (traduqáo de María de Piedade M. Ferreira e Sálvalo
Teles de Meneses). p. 31. «Abramowicz».
3. Jorges Luis Borges. Obra Poética. Alianza Tres/Emecé Editores. 1979 (Abreviado BOP).
p. 355. A traduqáo é minha como a de todos os poemas citados desta obra.
4. Ib¡d..p. 17.
5. Ibid.. p. 117.
6. Ibid.. p. 146.
7. Carta a Adolfo Casáis Monteiro de 13 de Janeiro de 1935 in Páginas de Doutrina Estética,
Lisboa, ed. Inquérito, s/d. p. 198 e seguintes.
8. BOP. pp. 365-366.
9. Elogio da Sombra e Perfis. Porto Alegre, ed. Globo. 1971, p. 89.
10. BOP, p. 347.
11. BOP, p. 162.
12. «Lisbon Revisited» (1926), in F. Pessoa, Obra Poética, Rio de Janeiro, ed. Nova Aguilar,
1977 (abreviado: POP), p. 360.
13. BOP, p. 420.
14. Ibid., p. 59.
15. Ibid.. p. 96.
16. Ibid., p. 73.
17. Ibid., p. 112: «lealtad oscura».
18. Ibid., p. 45.
19. Ibid., p. 49.
20. «Lisbon Revisited» (1923), POP, p. 357.
21. BOP, p. 89.
22. «Perfis —um ensaio autobiográfico» («Europa»), in opus cit., nota 9.
23. B. Soares, Livro do Desassossego, I, Lisboa, Ática, 1982, p. 65.
24. «Perfis» («Anos cheios»), in op. cit., nota 9, p. 120: «Recordando esta última década, parejo
ter sido um grande viajante. [...] La, também, de novo na companhia de minha máe, fiz minhas
peregrinajes».
25. Ibid. («Europa»), p. 80.
26. Pessoa escreve numa carta a José Osório de Oliveira (in Páginas de Doutrina Estética, ed.
cit., pp. 218-219): «No que posso chamar a minha terceira adolescencia, passada aquí em
Lisboa, vivi na atmosfera dos filósofos gregos e alemáes. assim como na dos decadentes
franceses, cuja acgáo me foi súbitamente varrida do espirito pela ginástica sueca e pela leitura
de'Dégénérescence, de Nordau».
27. Os conjurados, «Elegía», p. 29.
28. BOP, p. 268.
29. «Perfis» («Buenos Aires»), p. 99.
30. F. Pessoa, Páginas íntimas e de Auto-Interpreíaqáo, Lisboa, Ática, 1966, p. 151.
31. «Perfis» («Europa»), p. 79.
32. Ver Teresa Rita Lopes, «O encontró de F. Pessoa com o Simbolismo francés», in Les
Rapports culturéis et littéraires entre le Portugal et la Frunce, París, ed. Fundacjáo
Gulbenkiasu, 1982, pp. 571-572.
33. «Perfis» («Familia»), p. 70.
34. Ibid.
35. «Aniversario», in POP, p.379.
36. Referencia e carta facsimilada no catálogo da exposic.áo que organizamos (eu e Maria
Fernanda de Abreu) para ser apresentada em Madrid, en Junho-81, na Fundaqáo March:
Fernando Pessoa. el eterno viajero.
37. «Perfis» («Familia»), p.67.
38. Ibid.,p. 73.
39. Desenvolvo o paralelo no capítulo «Pessoa e Ornar Khayyam» do livro a publicar: Pessoa e
seus mes tres.
40. «Perfis» («Familia»), p. 72.
41. Ibid. («Maturidade»), p. 116.
42. Ibid. («Europa»), p. 80.
43. Borges tem mesmo um poema dedicado a Camóes: «A Luis de Camoens» (in BOP, p. 147)
e referencias noutros textos y nomeadamentc no poema «El mar» (in BOP, p. 395).
44. Na dedicatoria que faz á máe da sua Obra Poética y escreve: «tu amor a Dickcns y a Ec,a
de Queirós»... (BOP, p. 17).
45. p. 10.
46. Assunto por mim desenvolvido no cstudo «A Rac.a Bela Adormecida —para Pessoa c para
os Saudosistas», in Afecto as Letras, Lisboa, Imprcnsa Nacional-Casa da Moeda, 1984.
47. «Perfis» («Buenos Aires»), p. 88.
48. BOP, p. 71 («Prólogo» de Luna de Enfrente).
49. «Perfis» («Buenos Aires»), p. 100.
50. «Quem faz quadras portuguesas, comunga a alma do povo», escreve Pessoa no prefacio ao
Missal de Trovas de Augusto Cunha e Antonio Ferro (Lisboa, Livraria Almedina, 1914). Sobre
as milongas de Borges, ver o seu prefacio a Para las seis cuerdas (in BOP, 287). No longo
poema «El tango» (in BOP, 209-201), Borges explica a sua rclagáo com o que chama cssa
«leviana melodía».
51. BOP, p. 150.
52. Páginas íntimas e de Auto-lnterpreta^ao. cd. cit., pp. 132-133.
53. PDE, p. 227 (Carta de 11-12-1931 a Joao Gaspar Símóes: «voo outro, cis tudo»).
54. BOP, p. 362.
55. Texto inédito, no espolio de Pessoa da Biblioteca Nacional, em Lisboa.
56. «Dois cxccrtos de Odcs», POP. pp. 211-213.
57. BOP, p. 498.
58. «Prólogo», de 1969. a Fervor de Hítenos Aires, in BOP, p. 26.
59. Fala duma personagem duma pega mal conhecida de Pessoa. Cito-a no meu Théátre de
l'Etre. París. Ed. de la Différence. 1985. p. 368. 60. Os Conjurados, p. 77.
61. BOP, p. 391.
62. BOP. p. 358.
63. BOP. p. 258.
64. Fala duma personagem duma pec,a mal conhecida «A Morte do Príncipe», de que publico
parte no meu livro: Fernando Pessoa et le árame symboliste (héritage et création). París, ed.
Fondatíon Gulbenkian, 1985. p. 533.
65. Nueva Antología Personal. Emecé Editores. Buenos Aires, 1968. p. 226.
66. Os Conjurados, pp. 39-41.
67. In Nueva Antología Personal, p. 279 e seguintes.
68. Ibid., pp. 283-285.
69. Ibid.. p. 286.
70. Os Conjurados, p. 17.
71. Elogio da Sombra, ed. cit.. «Urna Oraqao». pp. 55-56.
72. «Magníficat», in POP. p. 387.
73. In POP. p. 161.
Este texto constituí a segunda parte de um todo intitulado Pessoa, Borges e as tranquilas
aventuras do diálogo. A primeira vai aparecer em francés, num volume de homenagem ao prof.
Paul Teyssier, numa edigáo do Centro cultural portugués, de Paris, da Fundac,áo Gulbenkian
em Junho 1987, e intitulase: «F. Pessoa et J.L. Borges, deux poetes de la Modernité», a terceira
(inédita) «Notas para recordagáo do meu mestre J.L. Borges, de Alvaro de Campos».
Nota: esclarec,o que esta «ficgáo» assenta rigoramente em elementos colhidos ñas obras de
Pessoa e Borges e muitas vezes mesmo em citaqóes, como as aspas indicam.
ANTHROPOS/103 Los paisajes interiores de Bernardo
Soares
Antonio Crespo Massieu
«No distingo entre la realidad que existe y el sueño que es la realidad
que no existe [...] ¿Qué sé yo de la diferencia entre un árbol y un
sueño?»,1 afirma el ayudante de contabilidad Bernard o Soares meditando
en la soledad de su oficina desierta. ¿Cuáles son, para Bernardo Soares,
los límites de lo real? ¿Cuál es, si es que existe, la frontera que separa la
realidad exterior y el mundo interior de los sueños?
Esta cuestión, central en el pensamiento de Pessoa, está presente
también, no podía ser de otra forma, en cada una de las páginas del Libro
del desasosiego.
José Augusto Seabra, en su ya clásico estudio sobre Fernando Pessoa,
señaló la importancia decisiva que adquiere en toda su obra esta
problematización constante de las relaciones entre sujeto y objeto y como
«una de las oposiciones metafóricas en la que mejor se manifiesta es la
que se expresa en la dicotomía interioridad-exterioridad».2 Esta
oposición es dolorosamente sentida por Soares y constantemente re-
presentada ante el lector, nunca resuelta y siempre presente en estas
páginas de íntimo desasosiego. Pues, en la diferencia que pueda haber
entre un árbol y un sueño, en la angustia de no saber si esta diferencia
existe, está la raíz misma del desasosiego. En la pregunta, en la
conciencia triste de saber que no existe respuesta, lo que se pone en duda
es la misma realidad: «No hay problema sino el de la realidad, y ese es
insoluble y vivo» (171; 163).
Caricatura de Fernando Pessoa por
Teixeira Cabral, 1944
Apenas un intervalo entre un árbol y un sueño
En Soares existe, por una parte, el mismo afán de objetivismo
absoluto que enseñaba el maestro Caeiro. La afirmación de la realidad
exterior como pura objetividad, su primacía sobre el mundo del sujeto. Y
por lo tanto se llega incluso a afirmar la total exteriorización del sujeto,
su inexistencia como tal. Citando de nuevo a J.A. Seabra «el sujeto se
asume, finalmente, en cuanto objeto: el mundo interior se confunde de
modo indisoluble con el mundo exterior».3 Es esta, la primacía del
mundo objetivo, la gran lección de Caeiro. Y de ella nacen Reis, el
doliente Alvaro de Campos, Antonio Mora filósofo neopagano, un tal
Fernando Pessoa, y por supuesto también Bernardo Soares que afirma en
su libro: «Para crear me he destruido; tanto me he exteriorizado dentro de
mí, que dentro de mí no existo sino exteriormente. Soy la escena viva por
la que pasan varios actores representando varias piezas» (34; 31). La
clave de la heteronimia reside en esta exteriorización radical y múltiple.
No es que el mundo sea un teatro, es que yo mismo soy un gran teatro en
el que el mundo se representa.
El acto de crear es en sí mismo objetivar y en un cierto sentido
destrucción, puesto que el sujeto se destruye y ni siquiera su creación le
pertenece. «He escrito frases cuyo sonido [...] es absolutamente el de una
cosa que ha cobrado exterioridad absoluta y alma enteramente» (32; 29).
Este afán de absoluto objetivismo se manifiesta también en el muy
significativo fragmento 36 (33). En él se invierte la feliz fórmula de
Amiel «un paisaje es un estado de alma». Lejos está Pessoa, o Soares, del
enfermizo subjetivismo de Amiel a quien se califica de «soñador débil»,
lejos de esa su «insoportable interioridad». Se afirma lo contrario: «un
estado de alma es un paisaje».4 Es el propio sujeto el que se convierte en
escenario, el que se exterioriza en paisaje, el que a sí mismo se contempla
como espectáculo. Fuera de sí, hecho paisaje, realidad exterior tal como
si fuera la ciudad de Lisboa contemplada desde el alto de San Pedro de
Alcántara.
Hay en el fragmento una sensación de plenitud que nace de este
abandonarse a la realidad exterior; un entregarse gozoso a la sencilla
verdad de las cosas que tan sólo existen, que no tienen misterio. «Amo la
verdad de lo exterior absoluto con una virtud noble del entendimiento.»
«Que los dioses me conserven la noción clara y solar de la realidad
exterior.» Anhelo de objetivismo absoluto que en este pasaje tanto
recuerda, también en el estilo, al maestro Caeiro y a la clásica serenidad
de Ricardo Reis.
Pero junto a esta total exteriorización del sujeto, se da igualmente en
Soares el fenómeno contrario: una interiorización radical del mundo. Y
así puede afirmar: «Todo lo que sucede donde vivimos es en nosotros
donde sucede. Todo lo que cesa en lo que vernos es en nosotros donde
cesa» (158; 150). Mundo exterior y mundo interior se confunden, pero
ahora es por un proceso de interiorización: «Soy un hombre para quien el
mundo exterior es una realidad interior» (509; 464).
La realidad exterior, el mundo, los otros, surgen entonces como una
amenaza; irrupción violenta de lo real en un mundo de sueños que es a la
vez refugio y condena. Refugio porque en el soñar se expresa la plenitud
que la vida nos niega, condena por lo que tiene de imposible renunciar a
la vida. Soñar y vivir se oponen, realidad y sueño se enfrentan.
Conciencia escindida la de Soares entre el vivir y el soñar, distancia
infinita que le separa del mundo y que destruye igualmente toda ilusión
de subjetividad. En palabras de Eduardo Lourengo: «la conciencia poética
de Pessoa glosa el abismo que separa conciencia y realidad, abismo que
vive como insoportable ausencia de sí a sí mismo y de sí mismo al
mundo».3
104/ANTHROPOS
Así este proceso de radical interiorización no sólo no refuerza la
subjetividad sino que supone la destrucción misma del sujeto que se
define por la ausencia, que existe sólo en el vacío de la distancia:
intervalo entre la realidad que es y la realidad que sueña. El sujeto no
existe, está fragmentado, roto en pedazos, es múltiple: escena viva en la
que varios actores representan varias piezas. Soares se define como
ausencia: «Soy el intervalo entre lo que soy y lo que no soy, entre el
sueño y lo que la vida ha hecho de mí» (154; 147).
Una geometría del abismo
Esta confusión de los sueños y la realidad exterior, este continuo
vaivén entre el soñar y el vivir —saber que vivir es sólo soñar— dan a la
propia existencia de Soares un aire fantasmagórico, irreal. Convertido en
el centro inexistente de una geometría del abismo; porque él es el centro
—sin ni siquiera serlo— de mundos diversos y superpuestos. Tal como él
señala: «quien, como yo, no es quien es, vive no sólo en el mundo
exterior, sino en un sucesivo y diverso mundo interior» (23; 20).
Por eso la existencia de Soares adquiere un aire fantasmal, alegórico,
«centro de todo con la nada alrededor». Numerosos son los pasajes del
libro en los que se expresa esta idea. En el fragmento 28 (25), el mismo
en el que se alude a la geometría del abismo, se nos dice: «Soy los
alrededores de una ciudad que no existe, el comentario prolijo a un libro
que no se ha escrito. No soy nadie. [...] Soy una figura de novela por
escribir, que pasa aérea, y deshecha sin haber sido, entre los sueños de
quien no supo completarme».
A la anterior cita habría que añadir, por señalar sólo algunas de las
más evidentes, estas otras tres: «Nubes... Son como yo, un pasar
desfigurado entre el
Alvaro de Campos visto por Almada
Negreiros
cielo y la tierra, al sabor de un impulso invisible» (154; 147). «No sé
si existo, siento como posible ser un sueño ajeno, se me figura, casi
carnalmente, que podré ser personaje de una novela» (200; 189). «Sigo
inseguro y alegórico, irrealmente sintiente. Soy como una historia que
alguien hubiese contado y, de tan bien contada, anduviese carnal, pero no
mucho, en este mundo novela, en el principio de un capítulo» (183; 175).
Figura de novela por escribir, nube arrastrada por un impulso
invisible, historia por alguien contada, la vida como representación:
metáforas que ilustran el enigma de la existencia, tan frecuentes —tan
significativas— no ya en el Libro del desasosiego sino en la obra toda de
Pessoa.6
Y es este pasar desfigurado, esta silueta aérea y deshecha, la que
pasea Soares por los alrededores de una ciudad que no existe: una Lisboa
estática y fantasmal, detenida en el tiempo y en el espacio; irreal en su
misma materialidad, en la densa trivialidad de su existencia —o tal vez,
todo puede ser, de su inexistencia—. Una Lisboa que se confunde con
Bernardo Soares, en todo caso para siempre confundida ya con Pessoa.
Pero ¿cómo mira la realidad este personaje alegórico que pasea
inseguro por las calles de Lisboa? ¿Cómo es la mirada de Soares? ¿Cómo
mira las cosas, la realidad objetiva, este emperador de los sueños
disfrazado de ayudante de contabilidad?
El amante visual
En el proceso de mirar se expresa la relación del sujeto que contempla
con la realidad que es contemplada. El mirar ilustra así la relación sujeto-
objeto y es un momento privilegiado en el que se manifiesta la oposición
metafórica interior-exterior que ocupa un lugar tan decisivo en el Libro
del desasosiego.
En ocasiones esa mirada es absolutamente objetiva, casi
despersonalizada, un completo olvido del yo (un yo múltiple y
fragmentado) para quedarse en la pura contemplación de lo externo. En el
fragmento 279 (245), significativamente titulado «Anteros. El amante
visual» se nos dice: «Amo con la mirada, y no con la fantasía [...]».
«Vivo, en visión pura, el exterior animado de las cosas y de los seres.»
«Mi destino natural de contemplador indefinido y enamorado de las
apariencias y de la manifestación de las cosas —objetivista de los sueños,
amante visual de las formas y de los aspectos de la naturaleza.»
Objetivista de los sueños, «placa fotográfica prolijamente
impresionable», la mirada de Soares taladra la realidad. Pues su mirar es
un vivir las vidas ajenas, vivir aquello que los ojos ven con toda nitidez,
registrando el mínimo detalle sobre el que todo un mundo de sensaciones
se construye. Un viaje en tranvía por Lisboa es para Soares la vuelta al
mundo: «voy en un tranvía, y voy fijándome lentamente [...] en todos los
detalles de las personas que van delante». «Todo el mundo se despliega
ante mis ojos.» «Toda la vida social yace ante mis ojos.» «Salgo del
tranvía agotado y sonámbulo. He vivido la vida entera» (163; 155). Una
mirada, una simple mirada, condensa el mundo.
Aunque Soares se defina como amante visual de las formas, a lo largo
del libro se trata más bien de un anhelo, del deseo imposible de ver sin
pensar, de contemplar el mundo sin conciencia, de aceptar «la asombrosa
objetividad del mundo». Es en definitiva la lección del maestro Caeiro,
tan dolorosamente imposible para Alvaro de Campos y Soares (y tal vez
para el mismo Pessoa). Soares quisiera ser ese eterno contemplador de las
apariencias que, inmóvil y

sin sufrir, mira el mundo desde lejos. Anhelo, deseo imposible, que le
hace exclamar: «¡Si nuestra vida fuese un eterno estar a la ventana...!»
(277; 244).
Mucho más frecuente en el Libro del desasosiego es que la mirada de
Soares se defina por la ausencia y se exprese mediante una paradoja en la
que se condensa, con la fuerza de la imagen feliz, todo el proceso de
radical interiorización que antes hemos analizado. Es un «mirar sin ver»,
una contemplación fugitiva de las cosas, un estado de semiinconsciencia,
intermedio entre la vigilia y el sueño. Sonambulismo de quien avanza a
ciegas, apenas refugiado en sus sueños, entre la densa niebla de lo real.7
Son numerosas en el libro las veces en que se utiliza la expresión
«mirar sin ver» u otras similares que hacen referencia a este estado de
sonambulismo en que la realidad y el sueño se confunden. A modo de
ejemplo se pueden citar algunas muy representativas: «Se mira pero no se
ve» (159; 151). «Desde lo alto de mi ventana de la oficina, yo los estoy
viendo, con ojos lentos en los que los párpados están durmiendo» (167;
159). «Veo sin ver» (168; 160). «Y, cuando me asomé desde la ventana
altísima a la calle que miré sin verla» (172; 164). «Una visión que se
extingue en el mismo momento en que se la tiene, un intervalo entre nada
y nada» (181; 173).
Este mirar sin ver expresa metafóricamente la ausencia de
delimitación, la indeterminación de las fronteras que separan al sujeto del
objeto, lo interior y lo exterior, los sueños y la realidad objetiva. Mirar es
para Soares cerrar o entrecerrar los ojos y ver siempre el mundo desde
lejos, desde la ventana altísima que separa sus sueños de la realidad: al
igual que el Alvaro de Campos de «Tabacaria», con el que tiene tanto en
común, contempla el mundo desde una ventana.
Un ruido de lo diferente
En este mundo de sueños, en este perder la mirada buceando en el
hondón del alma, la irrupción de los otros, de la realidad exterior, se
produce primero
106/ANTHROPOS
Horóscopo de Alberto Caeiro por Pessoa
por los ruidos que suben de la calle y penetran en el espacio interior
de los sueños. Sistemáticamente a lo largo del libro el oído precede a la
mirada; primero es «oír el mundo» y sólo después se mira, aunque sea
con ojos semiabiertos, la realidad.
Abandonado a los sueños, dejándose invadir por el tedio («un tedio
sin sueño ni esperanza»), Soares deja transcurrir el tiempo, incapaz de la
más leve acción, del más mínimo movimiento. Pero el mundo existe, y la
realidad exterior llega hasta él y se confunde, se interfiere con sus sueños
y reflexiones. Y llega en forma de ruido, ruidos de la calle (del mundo
exterior) que ascienden a través de la ventana.
Así en el fragmento 160 (152), «Lluvia», en el que la primera claridad
del día significa tener que abandonar el refugio de la inacción, de la
pasividad absoluta en que reinan los sueños. En este sueño no dormido, la
irrupción de lo real, la vida con su horror de siempre, es una llamada
apocalíptica en la forma trivial de los primeros ruidos que ascienden de la
calle. «Son ruidos alegres y dispersos y me duelen en la conciencia como
si viniesen, con ellos, a llamarme para un examen o una ejecución. Cada
día, si lo oigo rayar desde la cama donde ignoro, me parece el día un gran
acontecimiento mío que no tendré el valor de afrontar.»
Soares se aferra a sus sueños, a esa «muerte leve» que es el dormir,
con la determinación de un condenado a muerte. Pero la realidad existe,
la vida es un ruido que asciende: «de nuevo [...] oigo el alarido brusco de
la lluvia [...]. Siento un frío hasta en los huesos supuestos, como si
tuviese miedo». «El ruido del día aumenta de repente.» «Oigo unas
zapatillas en un pasillo absurdo.» «El ruido de la lluvia se esfuma.» Y
finalmente el mirar la realidad, el acto heroico de contemplar el día a
través de la ventana, es casi una liberación, y el fragmento termina:
«quiero refrescarme, e inclino el cuello ante la vida, como ante un yugo
inmenso».
Paralelo al anterior es el fragmento 145 (138), en el que el despertar
supone enfrentarse inevitablemente a la realidad, al hecho de tener que
vivir: «una náusea física de la vida entera nació con mi despertar. Un
horror a tener que vivir se levantó conmigo de la cama». Aquí, la primera
luz de la mañana es casi una liberación de ese «tedio incomprensible,
absoluto y completo» que atenaza a Soares. Liberación de fantasmas
interiores, abandono a la realidad objetiva, sensación de plenitud de la
mirada limpia y exacta que enseñó Caeiro. Aquí, hay incluso un
sentimiento de ternura, no demasiado frecuente en el libro, en este
abandonarse a la contemplación de las cosas: «casi lloro, viendo aclararse
ante mí, debajo de mí, la vieja calle estrecha».
Y el ruido es otra vez la realidad concreta que desvanece, irrumpiendo
con su materialidad, el mundo interior de los sueños. El fragmento
termina: «¡Qué mañana esta amargura! ¿Y qué sombras se apartan? ¿Y
qué misterios ha habido? Nada: el ruido del primer tranvía como un
fósforo que va a iluminar la oscuridad del alma, y los pasos altos de mi
primer transeúnte que son la realidad concreta que me dice, con voz de
amigo, que no esté así».8
En el fragmento 156 (148), de nuevo Soares está dominado por el
tedio, adormilado, sumido en la inacción más absoluta. Estado que es una
defensa ante la realidad, ante el hecho inevitable de tener que vivir. Si
antes ha hablado de su «refugio de estar echado», ahora es un ser
«acorazado contra el mundo». En este fragmento aparece con claridad
como ese su «mirar sin ver», ese no querer ver la realidad objetiva, es un
refugio en el mundo interior de sus sue
ños. «No miro al día, para ver lo que tiene que me distraiga de mí
[...].» «No miro al día, e ignoro con la espalda inclinada si es sol o falta
de sol lo que hay ahí fuera, en la calle subjetivamente triste...» La
oposición dentro-fuera, el interior del cuarto (mundo de los sueños)
frente a la claridad del día, el exterior de la calle. Y la renuncia a mirar la
realidad objetiva, el querer refugiarse en ese mundo interior que es como
una coraza que aisla del exterior. Pero si Soares se niega a la mirada, no
puede impedir que sea el ruido el que desde fuera, desde la calle, ascienda
y penetre en ese su refugio imposible. La frase anterior termina otra vez
con la presencia del ruido: «en la calle subjetivamente triste, en la calle
desierta por la que pasa el ruido de la gente».9
Se aprecia con más claridad la insistente presencia de los ruidos en el
fragmento 184 (176). La mirada está ausente y sólo se escuchan ruidos en
la noche. El sonido del agua, el chirriar de la lluvia incesante, el ruido
casual de un carro tardío que asciende desde la calle al «vago sueño» del
entredespierto Soares. El sonido es el protagonista de todo el fragmento;
la realidad exterior, el mundo que hay más allá de la ventana, se expresa
sólo mediante ruidos. La mirada no existe pues sólo hay sombras difusas,
objetos vagos que apenas se dibujan en el silencio lleno de ruidos de la
noche. Y la ventana, el ruido que desde ella asciende, es la realidad
concreta que irrumpe en un mundo interior hecho de sombras, en el que
nada se contempla excepto la propia desolación. «En cuanto a la ventana,
[yo sólo] la oía.»10
En la oficina de la calle de los Doradores los ojos de Soares están
cansados (y su alma «más cansada que los ojos») y sólo contempla las
páginas de su libro de contabilidad. La realidad llega, por los oídos, desde
la calle: «en la ventana hay un ruido de lo diferente, y el ruido diferente
es vulgar». La realidad que llega de fuera, que se escucha desde la calle,
es sórdida y vulgar; y por ello se rechaza. La mirada entonces descubre en
un libro de contabilidad a «los grandes navegantes, a los poetas de todas
las épocas» y se pierde en un viaje interior y llega hasta el Indo y
Samarcanda.
Alberto Caeiro visto por Almada
Negreiros
Los ojos miran sin ver, sirven para soñar y revivir —a partir de una
hoja de registro— «la vasta prole expulsada de los que hacen valer el
mundo». La realidad es otra. Está fuera, detrás de la ventana. Tiene «el
sosiego de lo vulgar». Y sólo se escucha. Fragmento 150 (143).
La elección de estos fragmentos del Libro del desasosiego es una
pequeña muestra de la presencia, a veces casi obsesiva, que tienen los
ruidos en el conjunto del libro. Muchos más ejemplos podrían aducirse.
En todo caso lo que parece más importante es entender el sentido que
tiene esta presencia. El mirar sin ver de Soares que le caracteriza y que
expresa su deseo (en última instancia siempre frustrado) de refugiarse en
su mundo interior, de aislarse de la realidad objetiva, se complementa,
viene acompañado por la presencia de sonidos. Soares renuncia a mirar el
mundo, pero no puede evitar «oir el mundo». Los sonidos son así la
realidad concreta que irrumpe en sus sueños, que viene siempre de fuera
y desde la calle asciende a través de la ventana. Dentro y fuera, interior
de una habitación-exterior de la calle, mirada ausente-ruidos concretos
son oposiciones metafóricas que expresan con nitidez la oposición
fundamental (nunca resuelta, y más aún contradictoriamente resuelta)
sujetoobjeto.11
Hay un fragmento muy significativo en el libro en el cual esta
oposición interior-exterior, sueños-realidad, se hace aún más evidente. Es
el 132 (125), que guarda una estrecha relación con el poema «Tabacaria»,
cumbre de la poesía de Alvaro de Campos. En él Soares aparece
refugiado en sus sueños; frente a la realidad mezquina y trivial, se alzan
las grandiosas evocaciones de Soares. Es la plenitud de soñar
contrapuesta al mundo «sin ideal ni esperanza» de la realidad concreta:
«Estoy cansado de haber soñado, pero no cansado de soñar [...]. En sueños
lo he conseguido todo. También he despertado ¿pero qué importa?
¡Cuántos Césares he sido! [...]. He sido verdaderamente imperial mientras
he soñado, por eso nunca he sido nada. Mis ejércitos fueron derrotados,
pero la derrota fue blanda, y nadie murió».
Cómo no reconocer aquí al Alvaro de Campos que exclama: «Tenho
sonhado mais que o Napoleáo fez. / Tenho aperlado ao peito hipotético
mais huma nidades do que Cristo / Tenho feito filosofías em segredo que
nenhum Kant escreveu».
Embebido en la grandeza de sus sue ños, la irrupción de lo real viene
otra vez desde fuera, es simplemente un sonido que significa el contraste,
el abismo, que separa los sueños de la realidad. «Tiro la caja de cerillas,
que está vacía, al abismo que es la calle más allá del antepecho de mi
ventana sin voladizo. Me levanto de la silla y escucho. Nítidamente,
como si significase algo, la caja de cerillas vacía suena en la calle que se
[me] declara desierta. No hay más sonido ninguno, salvo los de la ciudad
entera.»
La ventana es así la imagen del límite que separa el mundo de los
sueños, el espacio interior del cuarto de Soares, de la realidad objetiva
que está fuera de él, en la calle. Y la distancia es un abismo que se
expresa por el sonido de la caja de cerillas que asciende desde la calle.
Sonido estremecedor por lo que significa: fin de las mejores
meditaciones, de los más altos sueños, de las más profundas metafísicas.
Si en «Tabacaria» es la visión de la niña que come chocolatinas, del
dueño del estanco, o de Esteves, aquí es el sonido de una caja de cerillas
lo que reconstruye un universo ausente de toda metafísica, en el que sólo
queda la nostalgia de lo soñado.
Pero en ambos casos el contraste entre los sueños y la realidad viene
expre

sado por la distancia, el abismo, que separa la realidad interior de los


sueños de la realidad exterior del mundo. Tal como A. de Campos
expresa: «Estou hoje dividido entre a lealdade que devo / A Tabacaria do
outro lado da rúa, como coisa real por fora, / E á sensac,áo de que tudo é
sonho, como coisa real por dentro».
Y la ventana es la imagen preferida y recurrente —tanto en Campos
como en Soares— para simbolizar esta oposición de lo real por fuera y lo
real por dentro. Límite, frontera, entre el mundo interior de los sueños y
la realidad exterior. Lugar privilegiado en que ambos mundos confluyen,
y se superponen; cristal que separa pero también, a través de la mirada o
del oído, une y hace entrar en conflicto ambos mundos. Pero siempre esa
relación se establece desde la distancia, a través de un cristal que
simboliza el abismo que separa a Soares de la realidad objetiva.
El mundo a través de una ventana
Firma y apuntes de Alberto Caeiro
Bernardo Soares contempla el mundo a través de una ventana, desde
arriba, desde lejos, separado por un cristal que simboliza la distancia
infinita que le aleja de las cosas o de las gentes. Asomándose desde la
ventana de su cuarto o, mucho más frecuente, desde su oficina de
contable, Soares mira el mundo: pues el mundo se condensa en una calle:
«en esta calle de los Doradores que es para mí la vida entera» (96; 91).
Pero siempre desde la distancia, a través del cristal. Incluso cuando
Soares pasea por Lisboa lo hace «desde lo alto de un tejado espiritual»,
guardand o una infinita distancia entre él y los demás, aislado en medio
de la multitud, extranjero siempre y tan distante como cuando se asoma
al mundo desde la ventana de su oficina.
Mundo como espectáculo al que asiste desde la distancia, amante
visual que rehuye sentir la vida y tocar las cosas, que se refugia siempre
tras unos cristales; Bernardo Soares contempla el mundo desde la lejanía,
altísimo en su inmensa soledad.
Numerosos son los pasajes del libro
108/ANTHROPOS
en los que se utiliza la imagen del cristal, la ventana o el balcón para
transmitir esta sensación de distancia, de contemplación lejana, de
aislamiento frente a los demás. Valgan las siguientes citas para ilustrar lo
que estamos diciendo.
«Para mí la humanidad es un vasto motivo de decoración que vive
gracias a los ojos y los oídos. Nada más quiero de la vida que asistir a
ella.» «En todo soy ajeno a ella. Hay entre mí y ella una especie de
cristal. Quiero ese cristal siempre muy claro para poderla examinar; pero
quiero siempre el cristal» (515; 470). «Entre mí y la vida hay un cristal
tenue. Por más claramente que vea y comprenda la vida, no puedo
tocarla» (344; 306). «Entre mí y la vida ha habido siempre cristales
oscuros» (196; 185). «Ni con pintar en ese cristal sombras de colores me
oculto el rumor de la vida ajena a mi mirada, del otro lado» (323; 288).
«Estoy de verdad en el balcón de la vida, pero no exactamente de esta
vida. Estoy por cima de ella. Yace delante de mí» (316; 281). «De
repente, estoy solo en el mundo. Veo todo esto desde lo alto de un tejado
espiritual. Ver es ser distante. Ver claro es parar. Analizar es ser
extranjero. Toda la gente pasa junto a mí sin rozarme. Me siento tan
aislado que siento la distancia que hay entre mí y mi traje» (435; 393).
«Más terribles que cualquier muralla, he puesto verjas altísimas para
demarcar el jardín de mi ser, de modo que viendo perfectamente a los
demás, perfectísimamente los excluyo y mantengo otros» (241; 230).
«Para mí [la vida] es un simple cuadro exterior, que me incluye a mí, y al
que asisto como a un espectáculo sin enredo, hecho sólo para divertir a
los ojos» (212; 201). «Aquello a lo que asisto es un espectáculo con otro
escenario. Y aquello a lo que asisto soy yo» (21; 18).
Desde la ventana, tras los cristales, Bernardo Soares contempla la
realidad. Desde un espacio interior observa el mundo exterior
simbolizado en la calle que se ofrece a su mirada. Y es, casi
exclusivamente, la ventana de su oficina el observatorio desde el que se
asoma al mundo.
El otro espacio interior en el que transcurre la vida de Soares se
reserva preferentemente para servir de refugio a los sueños. El humilde
cuarto de alquiler, ese cuarto piso en el que se suceden las horas lentas de
su existencia, es el espacio interior en el que por unos instantes puede
quedar la vida en suspenso y, con los ojos cerrados, sentir la plenitud o el
dolor de soñar.
El cuarto es, sobre todo, el espacio inmenso de los sueños, entre sus
cuatro paredes se encierra el mundo. En él se cumple una de las máximas
aspiraciones de Soares: la inacción absoluta. La extrema pasividad en la
que sólo existe el mundo interior de los sueños, cerrados los ojos a la
realidad exterior: «Tener un puro caro y los ojos cerrados es ser rico»
(291; 257).
Bernardo Soares pasa así las horas echado en la cama de su cuarto,
incapaz de la más leve acción, dejándose llevar por los sueños o invadir
por el tedio. Oyendo el mundo, pero incapaz de mirarlo. Y levantarse de
la cama y mirar por la ventana, romper la inercia con esa mínima acción,
exige un valor inmenso, adquiere proporciones heroicas. Pues para él
«todo gesto es un acto revolucionario». La mayoría de los fragmentos que
se sitúan en la habitación de Soares tienen este carácter, y han sido
anteriormente analizados.
En algunas ocasiones, no muy frecuentes, contempla el mundo desde
la ventana de su cuarto. La ciudad se ofrece a sus ojos a las primeras
horas del amanecer o durante las largas noches de insomnio. Por ello, en
muchas ocasiones, no hay choque entre sus ensue
ños y la realidad exterior, incluso éstos se prolongan en el paisaje. La
ciudad que mira desde su ventana es refugio y bendición; pues Soares se
queda sólo frente a las cosas. La ciudad que duerme o que amanece se
caracteriza por la ausencia de vida: es sólo naturaleza en la que el
hombre, los otros, apenas existen. Y su mirada puede tener la misma
limpieza, e incluso la misma ternura, que tenía la de Alberto Caeiro. Y
como el maestro, Bernardo Soares exclama: «Soy del tamaño de lo que
veo». «Miro la vasta metafísica objetiva de todos los cielos» (140; 133).
Desde lo alto de todos los sueños
Es desde la ventana de su oficina desde donde se enfrenta al
mundo,.protegida su mirada tras los cristales que le defienden de la vida
que bulle en la calle. Ya es significativo que el primer encuentro, el
primer intercambio de palabras, entre Fernando Pessoa y Soares tuviera
lugar contemplando, desde la ventana de un restaurante, una escena
vulgar, la riña de dos transeúntes. Dos contempladores de la vida ajena se
conocen observando desde la distancia.12
Pero veamos ya como Soares contempla la realidad encaramado en su
oficina de la Baixa lisboeta. La soledad parece ser una primera condición,
Soares se encuentra solo en la oficina desierta, es frecuente que sea
mediodía, la hora del almuerzo. Así se especifica en los fragmentos 44,
125, 136 (41, 118, 129). En soledad, aislado de los otros, observa la vida
que se desarrolla en la calle. Analicemos algunos fragmentos
significativos.
En el 44 (41), tras una afirmación de la superioridad de los sueños
sobre la realidad («amo los paisajes imposibles y las grandes zonas
desiertas de las llanuras en que nunca voy a estar»), Soares se asoma a la
calle desde la distancia de su meditación. Es, de nuevo, un ensimismado
mirar sin ver. Hay una distancia infinita entre él y los demás, la gente que
transita por la calle, un «alejamiento mental», una sensación, de total
aislamiento: «se me aisla el espíritu de la mitad de la materia». Los otros
ad
Ricardo Reís visto por Almada Negreiros
quieren ante sus ojos un carácter fantasmagórico, irreal: «la gente que
pasa es siempre la misma [...] manchas sin movimiento, voces de
incertidumbre, cosas que pasan y no llegan a suceder». Y, finalmente,
interrupción del ensueño, de la «investigación con la imaginación» en la
que se ha convertido el mirar. La realidad trivial de la oficina; «la
llamada metafísicamente abrupta del mancebo» que suena a sus espaldas
acabando con el proceso simultáneo de mirar y soñar. Esa doble mirada: a
la vez exterior, contemplando la calle, e interior, perdiéndose en los
paisajes imposibles del ensueño.
En el fragmento 167 (159), la mirada de Soares, dolorosamente
perdida en su eterno soñar, es también un mirar sin ver, contempla la
realidad «con ojos lentos en que los párpados están durmiendo». Pero lo
que interesa señalar es como todo el pasaje es un continuo borrar las
fronteras que separan lo interior de lo exterior, la realidad contemplada
más allá de la ventana y la realidad soñada más acá de los cristales. El
dolor de existir es tan profundo que no se puede distinguir si es del alma
o del cuerpo: «mi alma está hoy triste hasta el cuerpo».
Y más aún, la confusión entre el sujeto que contempla y el objeto que
es contemplado se hace total: «Estoy triste allí afuera, en la calle
sembrada de cajones, [soy] mezcla de varias especies de yo y de calle
ajena [...] que también me pertenece, forma parte de mí». Fragmentación
del sujeto que, múltiple, se exterioriza; a la vez que la realidad objetiva,
el mundo exterior, se integra en el sujeto que la contempla. La
culminación de esta superposición de mundo interior y mundo exterior se
produce al final del pasaje cuando se afirma: «Y algo sutil,
incomprensible, ata lo que siento a los cargamentos que estoy viendo
hacer, una sensación desconocida hace un cajón de todo este tedio mío, o
angustia, o náusea, y lo sube, a hombros de quien bromea en voz alta, a
un carro que no está aquí».
Pero la mirada de Soares no es sólo ensimismada y aislada
altivamente de los demás, tal como hemos visto en el fragmento 44 (41).
Es también una mirada atenta y en la que aflora a veces un sentimiento de
identificación, e incluso de ternura, con los demás. Con esos pobres
diablos que pasean por las calles de Lisboa. Ellos también, como Soares,
son soñadores derrotados en una guerra inútil, niños descendidos del
columpio al parque municipal, también ellos no tienen más literatura que
la propia alma.
Así en el fragmento 125 (118), en el que Soares observa a un viejo:
«no va borracho; va soñador». Como él mismo, soñador de paisajes
imposibles; pues «cualquiera de los sueños es el mismo sueño» y en el
soñar se hermanan Bernardo Soares —el altivo, el siempre distante— y el
viejo vagabundo que cruza la calle. Pero la realidad contemplada señala
más allá de la apariencia, lo que los ojos ven no es sólo un hombre: es un
símbolo. Una presencia que apunta más allá de sí misma, que se hace
significativa en la ausencia. «En el intervalo de pensar esto, el viejo se ha
salido de mi atención. Ya no lo veo [...]. Se ha salido. Ha tenido, para
conmigo, el valor visual del símbolo; ha terminado y ha doblado la
esquina.»13
Un desarrollo paralelo al anterior tiene el fragmento 168 (160).
Soares mira desde la ventana «la alegría de dos triviales», hablando
sonrientes. De repente, aparece en el campo de visión un viejo
«mezquino, pobre, y no humilde». Lo mira con atención porque era «el
símbolo de nadie». Luego sale de escena, Soares lo pierde de vista porque
el proceso de meditación ha interrumpido la mirada. Sólo permanecen los
ruidos de las conversaciones de los que trabajan en la calle.
ANTH ROPOS/109
En este fragmento se encuentra una frase clave para entender la
mirada de Soares. Se nos dice: «le miré con la atención, no ya distraída,
que se presta a las cosas, sino definidora, que se presta a los símbolos».
Es decir, que la mirada de Soares es a la vez distraída y definidora.
Intensa, definidora, hacia los símbolos y a la vez indiferente, distraída,
hacia las cosas. Para Soares importan las cosas en la medida en que dejan
de serlo y se convierten en símbolos: mirar es saber ver más allá de la
apariencia, por eso sus ojos son capaces de ver lo que suele escapar a la
mirada, aquello que los otros no miran. La mirada de Soares es intensa
por definidora, por captar la imagen de lo significativo, de lo
trascendente, y distraída, ajena, indiferente a lo que es sólo apariencia, a
la imagen externa que nada encierra, que nada sugiere. Así se comprende
esa alternancia que hay en el libro entre aquellos pasajes en que su mirar
es una pura ceguera para lo externo, mirada distraída hacia las cosas,
atenta sólo al íntimo soñar, y aquellos otros en que su mirada es una
cámara cinematográfica que con toda nitidez registra la vida que pasa
ante él. Y aquellos otros en que ambas miradas se complementan y
superponen.
Para entender esta doble mirada, a la vez intensa y distraída, es
también muy significativo el fragmento 177 (169). en el que Soares
afirma: «Hay momentos en que cada detalle de lo vulgar me interesa en
su existencia propia y tengo por todo la inclinación de saber leerlo todo
claramente. Entonces veo [...] lo común con singularidad... Pero también
hay momentos [...] en que me siento a mí mismo más que a las cosas
exteriores».
En otro pasaje del libro nos confiesa: «No puedo entretenerme en la
contemplación inocente de las cosas y de los hombres, porque el ansia de
profundizar es inevitable» (191; 183). En efecto, su mirada no es nunca
inocente. Siempre es intensa, definidora. Aún cuando se distraiga y mire
sin ver las cosas que nada significan.
Horóscopo de Ricardo Reis por Pessoa
Los alrededores de una ciudad que no existe
Un sórdido cuarto de alquiler, la oficina de la calle de los Doradores
donde Soares enmascara su grandeza, con amarga lucidez, tras un
escritorio de contable, son los espacios en que su vivir transcurre, que
definen en lo exterior, ante los demás, su vida. Espacio interior en que la
contemplación del mundo es siempre distante (en lo alto, desde una
ventana), y estática: contemplador inmóvil del absurdo ajetreo del
mundo.
Pero si algo define el Libro del desasosiego es la presencia de la
ciudad, la irrupción de Lisboa en sus páginas. Constante deambular de
Soares por sus calles, callejeando sin rumbo fijo, paseante ocioso y
ensimismado, atento y distraído. Este ir y venir sin rumbo fijo le define a
la vez que dibuja también una imagen, la única posible, de Lisboa. Entre
sus sueños y la realidad, entre el ensimismamiento más profundo y la
captación fotográfica y precisa de lo objetivo, entre el mundo interior y el
exterior, hay un continuo ir y venir, un devaneo constante. Y nada expresa
mejor este fluctuar de la conciencia, este vaivén del espíritu, que su
callejear impreciso pero siempre significativo por Lisboa. El deambular
es la expresión del devaneo de su espíritu.
Así su deambular por Lisboa le define, pero a la vez dibuja la única
Lisboa posible para Bernardo Soares. Lisboa es «un trazado de calles al
acaso», sin nexo, mínimo espacio, apenas la Baixa, en que el mundo se
condensa, topografía incierta, surgir imprevisto de plazas bulliciosas o
desoladas, vagabundeo indefinido por sus calles, llegarse al Terreiro do
Pago y meditar en vano a la orilla del río. Lisboa fantasmal y
absolutamente precisa, irreal y minuciosamente retratada, estática,
inmóvil, detenida en el tiempo. Lisboa, metáfora de la existencia.
Para Bernardo Soares la vida es «danza sin nexo, moverse de hojas al
viento, nubes en que la luz del sol cambia de colores, trazados de calles
antiguos, al acaso, en puntos inadecuados de la ciudad» (212; 201).
Deambular al acaso por las calles, sin nexo, guiado sólo por el azar.
Soares es la Lisboa en la que se pierde, sus calles y plazas, tan
fantasmales, tan reales, son una objetivación de su alma. Entre él y las
calles del lado de la Aduana no existe diferencia, pues «hay un destino
igual, porque es abstracto, para los hombres y para las cosas» (65; 62).l4
Para Bernardo Soares, ya lo hemos dicho, un paisaje es un estado de alma
pero más aún, expresado con la verdad de una metáfora, «un estado de
alma es un paisaje». Callejear sin rumbo fijo de Bernardo Soares por
Lisboa. Pisando con él las calles de su ciudad una imagen surge: Lisboa,
su propia alma.
Este deambular sin sentido (pues la vida carece de sentido), este
devaneo exterior del alma, viene a corresponderse con la forma
fragmentaria, laberíntica, de trechos a veces inconclusos, circular, que el
Libro del desasosiego adopta, al menos en la forma en que ha llegado
hasta nosotros.
Tal vez dispuesto así, más por el destino que por su propio autor, el
libro que nos ha llegado, el único que tenemos, fragmentario, incompleto,
nos obliga también al juego de perdernos entre sus pasajes, de avanzar o
retroceder al acaso por sus páginas, a entrar y salir de ellas o a
demorarnos en la contemplación de su fragmento lleno de sosiego y
misterio.15 El libro nos obliga a deambular por sus páginas, a callejear
indolentemente entre ellas. El libro, fragmentario, circular, laberíntico, es
Bernardo Soares. El libro es Lisboa.
Porque en definitiva el misterio de Bernardo Soares, el misterio de
Lisboa, no es más que el misterio de existir: «Soy los alrededores de una
ciudad que no existe» (28; 25).
110/ANTHROPOS
Se cumple así, voluntad del autor o ironía del destino, la sentencia de
Bernardo Soares: «Soy, en gran parte, la misma prosa que escribo» (212;
201).
NOTAS
1. Fernando Pessoa, Livro do desassossego. por Bernardo Soares; recolha e transcribo dos
textos: María Alíete Galhoz y Teresa Sobral Cunha; prefacio e organizaqáo: Jacinto do Prado
Coelho; Ática, Lisboa. 2 vols.. I. p. 193. En el artículo utilizo la excelente traducción de Ángel
Crespo. Fernando Pessoa. Libro del desasosiego de Bernardo Soares. traducción, organización,
introducción y notas de Ángel Crespo, Seix Barral, Barcelona. 1984, p. 149. En lo sucesivo,
para simplificar las referencias, identificaré los fragmentos por su número escrito entre
paréntesis, sin citar el tomo ni la página en que se encuentran. Figurará siempre en primer lugar
la referencia a la edición original, y en segundo lugar, la de la traducción de Ángel Crespo.
Cuando algún fragmento se mencione directamente en el texto, sin ir entre paréntesis, se referirá
a la edición de Ática. A continuación, entre paréntesis, figurará su localización en la edición
española.
2. José Augusto Seabra, Fernando Pessoa ou o poetodrama. Perspectiva, Sao Paulo, 1982,
p. 61.
3. Op. Cit., p. 63.
4. Idéntico pensamiento y casi idéntica expresión se encuentra en Miguel de Unamuno. La
única diferencia estriba en la referencia literaria: Unamuno no cita a Amiel, cuyo diario conocía
tan a fondo, sino a Lord Byron. Así, en 1932 escribe: «Que si un paisaje es un estado de
conciencia —lo dijo Lord Byron—, un estado de conciencia es también un paisaje».
Pensamiento que, además, aparece con frecuencia en sus escritos. Recuérdese la expresión
«paisajes del alma» con la que Unamuno tituló uno de sus más impresionantes artículos
paisajísticos. Por lo demás, muchas otras afirmaciones sobre el paisaje del escritor español, no
extrañarían lo más mínimo en el Libro del desasosiego. Valga un ejemplo. Unamuno escribe:
«No sé apreciar la naturaleza más que por la impresión que en mí produce». Véase la
Introducción de Manuel García Blanco en: Miguel de Unamuno, Obras completas, ¡: Paisajes y
ensayos, Escelicer, Madrid, 1966. Para la comprensión de la actitud de Unamuno ante el paisaje
es indispensable el riguroso estudio del profesor Eugenio de Bustos «Unamuno: Ávila de los
Caballeros» incluido en el volumen colectivo: El comentario de textos. Castalia, Madrid, 1973,
pp. 214-239.
5. Eduardo Lourenqo, Fernando Pessoa revisitado, Moraes, Lisboa, 1981, p. 37.
6. De nuevo es inevitable la referencia de Unamuno. La coincidencia, en ciertos aspectos, de
ambos autores ha sido señalada por algunos críticos. Está todavía pendiente un estudio que
relacione la
j^* ^ATÍ:/v 7Tc7
Dibujo de José Sarmentó
obra de estos dos grandes escritores peninsulares. Recientemente E. Lourenqo ha arrojado
nueva luz sobre el famoso y polémico poema VIII de «O Guardador de Rebanhos» al señalar la
influencia de Guerra Junqueiro en el humanizado Jesús, la «eterna crianqa» de Pessoa-Caeiro.
Influencia que llega a Pessoa a través de Unamuno. y en concreto de su libro de paisajes Por
tierras de Portugal y España. El poema VIII no sería sino la paráfrasis de una reflexión sobre
«el Cristo portugués» que Unamuno pone en boca de G. Junqueiro. Por lo demás Lourenc,o
recalca el innegable interé s de Pessoa por toda la obra de Unamuno. Véase E. Lourenqo, «De
Junqueiro a Pessoa» en Fernando reí da nossa Baviera, Imprensa Nacional-Casa da Moeda,
Lisboa, 1986, p. 111. La referencia a G. Junqueiro se encuentra en: M. de Unamuno, Obras
completas. I: Paisajes y ensayos, Escelicer, Madrid. 1966, p. 213. Es esta la cita utilizada por
Lourenqo; la misma reflexión, con ligeras variantes, aparece también en la p. 197 de la misma
obra. Para la relación de Unamuno con G. Junqueiro véase Julio García Morejón, Unamuno y
Portugal, Gredos, Madrid, 1971, pp. 371-389.
7. Robert Bréchon ha señalado: «L'état premier de la conscience de B. Soares, c'est une état
de distraction, qui lui voile non sculement la réalité extérieure mais aussi la vcrité intérieure». Y
añade: «Elle ne pergoit pas les choses mais leurs traces, leurs rumeurs, l'intervalle qui les separe,
le vide qui les entoure». Robert Bréchon, «La conscience et le réel dans le Livro do
desassossego», en Actas do 2." Congresso Internacional de Estudos Pessoartos, Centro de
Estudos Pessoanos, Porto, 1985, p. 96.
8. En la expresión «¡Qué mañana esta amargura!» se aprecia como para Pessoa las fronteras
que separan el paisaje, la realidad objetiva, del mundo interior son, no ya frágiles, sino
inexistentes en algunas ocasiones.
9. Nótese de nuevo como la indefinición de fronteras entre el mundo objetivo y el subjetivo
se condensa en expresiones aparentemente contradictorias.
10. Ángel Crespo ha señalado como los estados de ánimo depresivos, aquellos en que
Soares se deja invadir por el tedio, están frecuentemente asociados a paisajes de lluvia o
tormenta. Tal sucede en este fragmento y en el 152 antes analizados. «El paisaje y el tiempo
atmosférico en el L.D.», en: Ángel Crespo, Estudios sobre Pessoa. Bruguera. Barcelona, 1984.
11. A lo largo del libro la vista y el oído parecen ser los sentidos más vivos en Soares. A
ellos se asocia en ocasiones el olfato, pero parece ocupar un lugar secundario en su aprehensión
de la realidad. Tal vez el único caso en que ocupa un lugar central, más bien exclusivo, es en el
fragmento 149 (142). En él la mirada no existe, tampoco los sonidos. Es el olfato el que
reconstruye paisajes: «El olfato es una vista extraña. Evoca paisajes sentimentales».
12. Con acierto ha situado Ángel Crespo este fragmento al principio de su ordenación del
libro.
13. Nótese, de paso, cómo Soares está desarrollando una perfecta secuencia cinematográfica.
Picado, desde la ventana a la calle. Cámara fija. El viejo entra y sale de cuadro. Se repite en el
fragmento 168 (160).
14. Fragmento citado por J.A. Seabra como ejemplo de identificación entre mundo interior y
mundo exterior. Op. cit.. pp. 64-65.
15. Parece evidente el carácter fragmentario, de diario íntimo, de impresiones sin nexo, que el
libro hubiera igualmente adoptado aún en el caso de que Pessoa no lo hubiese dejado
inconcluso.
Tal es la opinión de Jacinto do Prado Coelho. Ángel Crespo, Jorge de Sena y Eduardo
Lourencp. El hecho de llegar el libro inconcluso hasta nosotros afecta más a la calidad de
algunos fragmentos que a su misma estructura. Para los aspectos que se refieran a la
composición del libro es indispensabl e consultar, además de las introducciones de J. do Prado
Coelho y Ángel Crespo, el magnífico estudio de Jorge de Sena. Jorge de Sena. Fernando
Pessoa & C." Heterónima. Edic.oes 70, Lisboa. 1984. pp. 179-242.
ANTHROPOS/111
ANÁLISIS TEMÁTICO
Análisis y comentarios sobre la obra de Pessoa,
Poemas de A. López-Gradolí, J. Sarmentó y R. Kyoga-Berliner.
Fernando Pessoa, el desasosiego y su ética
Mikel Iriondo Aranguren Universidad del País Vasco
El Libro del desasosiego, por ser uno de los escritos más tardíos a la
hora de ver la luz pública, ha gozado durante estos últimos tiempos de
abundantes referencias, comentarios y alabanzas. Algunos espíritus han
visto refrendadas sus sensaciones vitales y cotidianas, que jamás habían
alcanzado semejante grado de lucidez, y otras almas han rechazado el
libro por producirles cierto malestar espiritual. En definitiva, ha habido
para todos los gustos, pero creo que pocos libros han iluminado con tanta
inteligencia y sensibilidad los recovecos del alma humana.
No he de entrar en la innumerable literatura escrita acerca del carácter
heteronímico o no de Bernardo Soares. Soy de la opinión de que el Libro
del desasosiego (LD) es una especie de diario íntimo pessoano. El mismo
Fernando Pessoa, divagó, dudó..., a la hora de atribuir dicha obra a uno de
sus heterónimos, a sí mismo, a un seudónimo, etc.
Le creaba excesivos problemas debido a su carácter eminentemente
autobiográfico. «En prosa es más difícil otrarse», decía en sus Ficciones
del interludio.
Por ser el LD un texto muy propiamente pessoano, su complejidad
personal, su identidad múltiple, cobran aquí vida. Y cobran vida por ser
un recreo doloroso del sentimiento que piensa sobre los avalares de la
existencia, de una existencia irrepetible.
La explosión, la fragmentación del Yo-Pessoa, permite abordar la
experiencia cotidiana con la vida, que por ser vista desde la
fragmentación, es variada, es múltiple y por todo ello contradictoria. De
ahí también la multiplicidad de la obra pessoana, el Drama en gente,
como él la definía, y que como todo drama tiene dinamismo, siendo un
error incurrir en lecturas estáticas y objetivadoras: «Crear dentro de mí
un estado con una política, con partidos y revoluciones, y ser yo todo
esto, ser yo Dios en el panteísmo real de ese pueblo mío...» (LD, frag. 29,
según traducción castellana de A. Crespo para Seix Barral).
La contradicción ahuyenta el espíritu especulativo, porque no es
contradicción en el objeto sino que es el sujeto quien es contradictorio.
Esta es la verdadera contradicción y no aquella que se da en el dominio
del Ser, el dominio del lenguaje filosófico.
Mientras la contradicción filosófica es un continuo generarse y
resolverse, suponiendo los pasos adelante del Espíritu Absoluto, la
contradicción existencial nos sitúa ante lo absurdo, por ser seres que
queremos certeza.
Certeza que la filosofía trata de aportar pero sin preocuparse del
individuo existencial, individuo existencial preocupado
fundamentalmente por su conducta y su felicidad, ambas tan
indisolublemente unidas y, sin embargo, nunca sinónimas.
De ahí que el LD resulte difícil, escandaloso, desapaciguador (un
libro sobre el desasosiego, en definitiva), para quienes quieran verse
libres del polvo y la paja de la contradicción existencial. Mejor no
ponerse nerviosos, cerrar el libro, en definitiva.
Pero hete aquí que también produce el efecto contrario: apacigua al
desasosegado por encontrarse con un alma próxima, tan semejante en
muchos aspectos. Nos aclara aquellos estados del alma que nosotros no
fuimos capaces de vislumbrar con tamaña transparencia y sagacidad. Y
esto, ¡aunque nos descubra el absurdo! Más vale absurdo descubierto que
vanas esperanzas.
112/ANTHROPOS
Es frecuente el análisis por BS-FP de la cotidianidad de la vida, el
desvelamiento de la inanidad y del absurdo de los esfuerzos cotidianos,
mezclado todo ello con una ironía mordaz: «... me pregunto a mí mismo
como es posible que me sobreviva, como es posible que ose tener la
cobardía de estar aquí, entre esta gente, con esta igualdad exacta respecto
a ellos, con esta conformidad verdadera con la ilusión de basura de todos
ellos...
»... cae el telón sobre lo que no ha sucedido; y yo arreglo la casa —
aquel cuarto en el que es sórdida el ama de casa que no está allí, los hijos
que raras veces veo, la gente de la oficina a la que solo veré mañana—
con el cuello de una chaqueta de empleado de comercio levantado sobre
el pescuezo de un poeta, con las botas compradas siempre en la misma
tienda evitando inconscientemente los charcos de lluvia fría, y un poco
preocupado, mezcladamente, de haberme olvidado siempre del paraguas
y de la dignidad del alma» (LD, 169, traducción A. Crespo).
El absurdo de toda acción que FP denuncia es una consecuencia de su
escepticismo, de ese escepticismo lúcido que configura todo el LD. Todo
deseo es inútil y, por ello, toda acción tendente a su satisfacción es vana.
El problema de que existan problemas se debe, según BS a la acción.
«Mejor no pensar, mejor no sacar conclusiones.» De ahí que el
escepticismo pessoano desemboque en un estoicismo y con él, en la
ataraxia: «La acción es una enfermedad del pensamiento, un cáncer de la
imaginación.»
Como muy bien dice A. Crespo, hay en BS una inadaptabilidad a la
realidad, es más, su repudio. Ante esta situación, BS-FP prefiere soñar:
«El sueño que nos promete lo imposible ya nos priva con eso de ello, pero
el sueño que nos promete lo posible se entromete en la propia vida y
delega en ella su solución. Uno, vive exclusivo e independiente; el otro,
sometido a las contingencias del acontecer» (LD, 41, traducción A.
Crespo).
Sabio es para FP quien se contenta con el espectáculo del mundo. El
mundo está para ser observado y todo aquello que vaya más allá de la
observación es una estupidez y un nido de complicaciones.
Nos quedamos, pues, con la observación del mundo y,
consecuentemente, con la observación del observador, observación de la
propia interioridad individual, subjetivismo absoluto, simbolización de la
propia vida: «Vivimos casi siempre fuera de nosotros, y la misma vida es
una perpetua dispersión. Pero es hacia nosotros hacia donde tendemos,
como hacia un centro en torno al cual hacemos, como los planetas,
elipses absurdas y distantes» (LD, 382).
El intento de búsqueda del propio yo choca con la imposibilidad,
encuentra la dispersión, la fragmentación. Pessoa, lejos de tratar de lograr
la quimera, tan de moda, de la unificación del yo, da rienda suelta a su
multiplicidad, a sus distintas posibilidades, instaurando una nueva forma
de ver la existencia, que como se ve en el LD, acarrea a BS innumerables
problemas. Si el ser se define ahora como múltiple y variable, ser es
desconocerse y en este desconocimiento, paradójicamente, uno descubre
verdades que jamás hubiese imaginado: «El alma humana es un
manicomio de caricaturas. Si un alma pudiera revelarse con verdad, no
hubiese un pudor más profundo que todas las vergüenzas conocidas y
definidas, sería, como dicen de la verdad, un pozo, pero un pozo siniestro
lleno de ecos vagos, habitado por vidas innobles, viscosidades sin vida,
babosas sin ser, mucosidades de la subjetividad».
Para FP-BS, la ignorancia de nosotros mismos y del prójimo es la
base del entendimiento humano. La tentativa de conocer al prójimo,
profundizar en su ser, además de ser un disparate y una indelicadeza, lo
único que puede traernos es el descubrimiento de nuestro enemigo
metafísico. «Nadie se amaría a sí mismo si de verdad se conociese», dice
en el frag. 396, y debido a ello, «nos entendemos con el prójimo porque
nos ignoramos».
La vida sería, pues, como un baile de máscaras, donde cada uno ha de
empeñarse en renovar el vestuario con cierta asiduidad y prudencia. Esto
puede confundirnos, porque nos sitúa en lo imprevisible, ante el prójimo
de las mil caras, como un laberinto de espejos, albergando en nosotros, no
obstante, el ansia de la claridad, de la senda recta, sin reflejos confusos y
carcajeantes; porque la máscara y el espejo ríen, se carcajean hasta caer
hechos trizas y descubrir el horror que hay tras ellos. Conviene entonces
volver a cubrirnos y adquirir un nuevo billete para el salón de los espejos:
«En el baile de máscaras que vivimos, nos basta el agrado del traje, que
en el baile lo es todo» (LD, 396).
La experiencia interior como alternativa al saber filosófico, equiparan
a FP con pensadores intimistas como Kierkegaard, Bataille, etc. La
creación y ensoñación pessoanas con su propia experiencia existencial,
hacen de la vida una
obra de arte, una estética: la preocupación por el disfraz, por el
fingimiento, la certeza absoluta de que las profundidades del ser jamás
serán holladas y, debido a ello, la consiguiente recreación de la vida
como literatura, como ficción que fugazmente cree tener dimensión real.
La dimensión ética que de aquí puede derivarse es la de «No hacer a
nadie ni bien ni mal», la indiferencia, la inactividad, la ataraxia.
Estos son sus fundamentos; sólo sentir es necesario y querer
comprender el universo es ser menos que hombres, porque ser hombre es
saber que no se comprende. De ahí que pensar tenga que ser para
Fernando Pessoa un ejercicio estético, una recreación y representación de
la propia subjetividad infinita y, por ello, un camino abierto a la
posibilidad, fuera de la necesariedad del pensamiento especulativo. «Para
el hombre vulgar, sentir es vivir y pensar es saber vivir. Para mí, pensar
es vivir y sentir no es más que el alimento del pensar» (LD, 226).
El intento de Fernando Pessoa es, en resumen, el intento de hacerse
inexistente en vida, denunciar su escisión interior, hacerse una
personalidad literaria que crea otros personajes y diferentes estilos
literarios: la manifestación del asombro de un hombre que no acreditaba
en su propio ser, salvo fugazmente.
«Ser es para mí asombrarme de estar siendo», dice el llamado
ortónimo FP, pero lo dicen a la vez todos los fragmentos de su
personalidad. Fugazmente se asombra de ser, porque la mayor parte del
tiempo, como pasa en todo ser humano, no es consciente de ello. Cuando
trata de ser consciente, se asombra, y de este asombro a contemplarse
como un sueño, como una ficción, media un instante.
Bernardo Soares no es más que una literaturización de Fernando
Pessoa o, dicho de otro modo, FP no es más que la literaturización del
Fernando Pessoa del registro civil de Lisboa: «Ni siquiera he
representado, me han representado. He sido, no el actor sino sus gestos»
(LD, 188).
«A veces, en plena vida activa, en que, evidentemente, me siento tan
claramente como todos los demás, viene a mi suposición una sensación
extraña de duda; no sé si existo, siento como posible ser un sueño ajeno,
se me figura, casi carnalmente, que podré ser el personaje de una novela,
moviéndome en las ondas largas de un estilo, en la verdad hecha de una
gran narración.
»... si no será todo, en este total del mundo, una serie entre-insertada
de sueños y novelas, como cajitas dentro de cajitas mayores —unas
dentro de
114/ANTHROPOS

otras y éstas en más—, siendo todo una historia con historias, como
las Mil y Una Noches, sucediendo falsa en la noche eterna» (LD, 189).
La reivindicación pessoana de la vida nos lleva a una crisis de
identidad tras otra. Contra la tan manida búsqueda de la autenticidad, se
nos pide aquí todo lo contrario, la inautenticidad. Frente a todas las
disciplinas que tratan de reintegrar personalidades, FP está por la
dispersión. Esto, como veremos, trae una nueva visión a la ética.
¡Aun en la propia existencia, convertirse en ficción literaria!, ¡qué
envidia para el estoico más esforzado! Naturalmente, semejante proceder
exige una gran dosis de esfuerzo, de disciplina, porque es más fácil
abandonarse a la inactividad. En cambio, en Pessoa la actividad literaria,
¡y qué actividad!, es su vida en todos los sentidos.
Lo familiar, lo armónico a nuestro propio límite, se muestra en el LD
revelador y portador de misterio y secretos que habíamos olvidado por
represión. La obra artística carecería de fuerza si lo siniestro no se hallara
presentido. Como dice Eugenio Trías, el arte transforma y transfigura
esos deseos semisecretos, semiprohibidos, eternamente temidos, y les da
una forma y una figura. Hay un velo a través de cuya forma ordenada
debe traslucirse, resplandecer, el caos. Por ello, el arte no puede ser
realista. Esto es lo que se da a la visión cuando se descorre el velo, esto es
lo que hay tras la cortina rasgada.
Bernardo Soares rasga también esta cortina, nos muestra el horror que
la existencia entraña, el dolor, el desasosiego, el hastío... y por
mostrarnos semejante cosa, su obra conjunta ética y estética, es bella y
sublime a la vez, es sublime y verdadera, porque surge desde lo más
hondo, desde esa dimensión de la que nada podemos decir.
Elaborar como placer lo que es dolor, este es el humanitarismo del
arte. El arte produce siempre, cuando es arte, un efecto benefactor,
placentero; linda el límite de lo soportable y, de esa fuente de horror,
extrae beneficios que producen intensificación vital, elevación del poder
propio en el agente y en el paciente. Sólo el arte es capaz de producir
verdadero consuelo en un mundo sin religión.
El arte contemporáneo se especializa en este territorio, apurando la
experiencia estética hasta ese límite insondable en donde el sujeto vive la
experiencia radical del vértigo.
Esta característica hace de FP un autor moderno, lejos de muchos de
sus contemporáneos.
Quien esté convencido de la benigna realidad de lo que le circunda,
hallará grandes dificultades para la comprensión de este lenguaje
existencial-literario-intelectual. Ciertamente, hay en BS una conjugación
de la vida y de la inteligencia, del pensamiento y de la pasión.
La contemplación estética de la vida es el único fundamento de la
existencia, la renuncia y. la aceptación del destino.
No era Pessoa amigo de ampliar sus conocimientos sobre la realidad
circundante, se movía con mayor seguridad entre lo conocido que entre
aquello que le era novedoso.
Recordemos aquel fragmento del LD en el cual BS, habiendo salido
antes de la hora habitual de la oficina, retorna rápidamente a ella por
encontrarse con un mundo completamente diferente al conocido. Allí, en
la oficina, su seno familiar, encuentra el sosiego apropiado.
Puede ser esta una metáfora que nos muestra la capacidad de
impresión del alma pessoana. Un perturbarse por detalles que la mayoría
de los mortales nunca echamos en cuenta. Una capacidad de análisis de la
realidad circundante fuera de lo común. Cualquier movimiento
desconocido, una alteración mínima de su universo, le causan gran
desasosiego y perturbación. ¿Será este el motivo de su gran horror a las
tormentas? El horror ante lo azaroso, ante lo imprevisible, tantas veces
mostrado a lo largo del libro.
Apenas salió FP de Lisboa durante toda su vida, a excepción de aquel
famoso viaje para comprar la tipografía, cuando todavía tenía ideales y
ganas de esforzarse en proyectos maravillosos. Tampoco podemos omitir
su estancia en Durban, durante su niñez y adolescencia, pero esto forma
parte de las circunstancias familiares.
Por todo ello, son curiosos los relatos y poemas que hablan de otras
tierras y experiencias (aquel famoso poema, no perteneciente al libro que
tratamos, donde FP conduce por la carretera de Sintra) jamás vistas ni
realizadas. El LD es una permanente apuesta por esta ensoñación, por esta
insinceridad. Vivirlo todo como si de una novela se tratase: «Mi ideal
sería vivirlo todo en plan novela, reposando en la vida —leer mis
emociones, vivir mi desprecio de ellas—. Para quien tenga la
imaginación a flor de piel, las aventuras de un protagonista de una novela
son emoción propia suficiente, y más, porque son suyas y nuestras».
«... Sólo lo que soñamos es lo que verdaderamente somos, porque lo
demás, por estar realizado, pertenece al mundo y a todo el mundo. Si
realizase
algún sueño, tendría celos de él, pues me habría traicionado con el
dejarse realizar. He realizado todo cuanto he querido, dice el débil, y es
mentira: la verdad es que ha soñado proféticamente todo cuanto la vida
ha realizado de él. Nada realizamos. La vida nos arroja como una piedra y
vamos diciendo por el aire "por aquí voy moviéndome"» (LD. 342).
FP tenía su capacidad para crear mundos propios y por ello, al
describirlos, más sinceros que la propia realidad de los hechos. «Sólo
estamos verdaderamente donde no vemos», escribía a Vando Villar.
La calle de los «Douradores» es para FP-BS el mundo entero, el
sentido global de las cosas, desde ahí lo ve todo, lo siente todo, lo recrea
todo en su imaginación. En otras palabras, crea su mundo. Y crea arte,
porque arte es comunicar a los demás lo que nosotros vislumbramos
como diáfanos, comunicar lo propio a almas ajenas que quizás vengan a
padecer de lo mismo.
Ética y desasosiego. Análisis de la indiferencia pessoana
Para iniciar el análisis de los posibles contenidos éticos del LD.
partiré de aquella concepción que plantea a lo largo del texto y al mismo
tiempo le da su coherencia.
Aparece claramente manifiesto en el fragmento 228:«Así como, lo
sepamos o no. todos tenemos una metafísica, así también, lo queramos o
no. todos tenemos una moral. Tengo una moral muy sencilla: no hacer a
nadie ni bien ni mal. No hacer a nadie mal. porque no sólo reconozco en
los demás el mismo derecho, que creo que me corresponde, de que no me
molesten, sino porque me parece que los males naturales bastan para el
mal que puede haber en el mundo. Vivimos todos, en este mundo, a bordo
de un navio zarpado de un puerto que desconocemos hacia un puerto que
ignoramos: debemos tener los unos para con los otros una amabilidad de
viaje. No hacer bien, porque no sé lo que es el bien, ni si lo hago cuando
parece que lo hago...».
Puede decirse, siguiendo el texto, que FP o siente miedo y temor a la
vida cotidiana con sus inevitables obligaciones sociales, o anda bastante
descaminado a la hora de analizar qué es esto de la moral.
Su apuesta moral es no hacer a nadie ni bien ni mal: pues bien, esto
no tiene nada de apuesta moral, todo lo contrario: esto es lo que asemeja
a las personas con las piedras. La indiferencia mo
, v-,
ral produce quietismo. Si nada tiene un valor por encima o por debajo
de cualquier otro, no hay acción, ya que no podemos elegir. Recordemos
el asno de Buridán. En este sentido, nos hemos convertido en asnos.
Vladimir Jankélévitch, en su obra La paradoja de la moral, nos aclara
estas cuestiones. Veamos la página 46: «Es imposible encontrar una
doctrina filosófica que pueda mantener con rigor la apuesta de la
indiferencia respecto de cualquier toma de posición moral: una
indiferencia, aunque sea infinitesimal, entre mal y bien, una parcialidad
imperceptible, una invisible polaridad, es decir, un prejuicio, pueden
detectarse siempre; sin el principio elemental de la preferencia
incipiente, sin un mínimo "más que", ni la elección, ni la vida, ni el
movimiento, serían posibles. Además, el inmoralismo absoluto, tiene
algo de cadavérico».
Seguro que FP escribió este fragmento 228, anteriormente reseñado,
con toda la lucidez: se trataba de dar coherencia a todo el libro, de
mantener la lógica en su intento de literaturizarse, de convertirse en
ficción.
Pero incluso los personajes de ficción tienen su propia moral, y FP, en
cambio, construye un ente ficticio llamado BS-FP, que carece de ella. Su
moral es abstenerse de moral.
Los males naturales bastan en el mundo, dice, no quiere más males
añadidos por la conducta humana. ¿Y por qué llamar a determinadas
circunstancias naturales, males? Lo natural no es ni bueno ni malo,
puesto que carece de intención. Otra cosa es que los individuos lo
consideremos de otra manera, en virtud de la incidencia que estas
circunstancias tengan para nuestro cuerpo y alma. Pero, si hay una
valoración de lo natural que no necesita ser valorado, esto se produce por
mimetismo: es una antropomorfización de lo natural. Por ello, ¿cuánto
menos no existirá una valoración de lo humano?
El mismo FP cae en su propia contradicción cuando dice que hemos
de tener los unos para con los otros una amabilidad de viaje. ¿Por qué
amabilidad?, ¿no podríamos tener esa indiferencia que momentos antes
propugnaba, o cierta mala disposición, por ejemplo? Introduce aquí una
clara valoración: hay que tener amabilidad, no causar molestias, hacer al
prójimo la vida más fácil, sin causarle complicaciones y problemas.
Bueno, ¿y cómo se logra esto? Aventura complicada me parece. FP
nos ha introducido irremisiblemente dentro de aquella problemática que
quería ignorar: la ética. Tener amabilidad en el via

AUTOR - TEMA MONOGRÁFICO ANÁLISIS


TEMÁTICO mismo tiempo, que es una quimera.
Su afán ético va tan lejos, que por no hacer mal al prójimo, no quiere
ni siquiera perturbarlo con su presencia. Odia al activo porque en sus
afanes lleva la desgracia y la noche a otros hogares.
La solución es «sentir de verdad», llegar a la dolorosa conciencia de
sí. Conciencia que por no herir al prójimo, nos sume en el estoicismo y
quietismo más radicales.
Pero es inevitable la acción, el hombre no es hombre si no la hay. Y
FP se aleja de la moral porque se aleja de la acción, alejándose de esta
última porque su moral es tan rigurosa que no permite el más mínimo
incomodo al prójimo.
Si hay un moralista hasta el paroxismo, éste es FP. Mejor, digamos
hombre con un profundo sentido ético. No cree en sistemas morales, que
son el escudo de la acción. Si se construye un sistema moral, es por
salvaguardar determinadas acciones con respecto de otras y también,
claro está, determinados intereses. Porque, ¿es posible una moral sin
interés? Esta es la búsqueda que, fundamentalmente desde Kant,
emprendió la Ética.
De tanto que pide al hombre, BS ya no puede creer en él, porque no
hay nadie que ofrezca lo que él demanda. Lo pide todo a la vez, quiere
hacer del hombre una especie de ángel o Dios, y esto no es posible.
Rechaza hacer el mal porque no gusta de molestar a nadie. Rechaza el
bien porque desconoce las consecuencias de la acción buena. Y pone
ejemplos de buenas acciones: dar limosna, educar e instruir. Duda de sus
consecuencias, y si lo hace es que esto no le es indiferente; si supiese que
dichas consecuencias no iban a ser perjudiciales, no dudaría un instante.
Pero, ¿quién lo sabe? Actuar con esta incertidumbre a cuestas es el
paradigma ético, nadie puede darnos la certeza.
FP no opta por criterios morales establecidos, criterios que consideran
bueno aquello que lo es y lo será siempre: él duda, sabe que no hay
criterios eternos y que, por lo tanto, sus acciones quedan sujetas a la
incertidumbre moral. En consecuencia, proclama la indiferencia, única
solución a su ansia y afán éticos. En la duda, me abstengo, dice.
Y en la duda no hay abstención: se elige lo que se elige, o se sigue
dudando. FP no se abstiene, opta por la amabilidad y con ello ingresa de
nuevo en la ética, de donde, por cierto, nunca salió.
je supone actuar de una cierta manera que inevitablemente el prójimo
«lee» e interpreta. Uno quiere ser inofensivo, no causar molestias,
abstenerse de intervenir en la vida ajena.... pero interviene para bien o
para mal, depende cómo entiendan nuestra conducta: «Las palabras de los
demás son errores de nuestra audición, naufragios de nuestro
entendimiento. Con qué confianza creemos en (nuestro) sentido de las
palabras de los demás. Nos saben a muerte las voluptuosidades que otros
ponen en palabras. Leemos voluptuosidad y vida en lo que los otros dejan
caer sin intención de darle un sentido profundo» (LD. 398).
Si las palabras se «entienden» una vez filtradas por esa especie de
código personal que cada uno tiene, las dotamos de un significado que
bien podrían no tener, también dotamos de significado a otras acciones
que no necesitan ser verbales: el hombre es un ser que busca significados
aunque sea inconsciente de ello, un ser que interpreta continuamen te y.
al mismo tiempo que interpreta, valora.
Quizás sea esta falta de objetividad lo que irrita profundamente a FP.
pero es inevitable, y esta inevitabilidad no nos dispensa de apostar por el
valor: todo lo contrario, entre tantas vallas y contradicciones, el sujeto
ético ha de apostar sin triunfar nunca, es una apuesta al infinito.
Si el desasosiego ante la vida, su apuesta por el individuo y el
desprecio por las masas, «los que verdaderamente sufren no se hacen
plebe, no forman conjunto», llevan a FP a refugiarse en una especie de
fotografía de sí mismo, que aborrece molestar al prójimo tanto como que
el prójimo le moleste a él.... todo esto no le impide escribir y publicar y.
por ello, incidir en las vidas ajenas.
Aunque uno intervenga para apostar por la no intervención,
interviene, y no puede escapar a la moral. Se refugia en sus sueños, en sus
sentimientos, construye su mundo en la calle de los Douradores: a FP no
le hace falta lidiar con la realidad de un determinado problema, él ya lo
ha creado y analizado en sus sueños: «He sufrido en mí. conmigo, las
aspiraciones de todas las eras, y conmigo se han paseado, a la orilla oída
del mar. los desasosiegos de todos los tiempos...» (LD. 251).
Ante el problema moral, es comprensible que Pessoa construya la
ética de la indiferencia porque sabe de las dificultades del valorar y.
todavía más. la dificultad de la puesta en práctica de un determinado
valor: «Todo esfuerzo, cualquiera que sea el fin al que tienda.
116/ANTHROPOS
sufre, al manifestarse, los desvíos que la vida le impone; se convierte
en otro esfuerzo, sirve a otros fines, consuma a veces exactamente lo
contrario de lo que pretendía realizar» (LD, 366.)
Por todo ello, la ética pessoana es una ética de sueño literario, no es
una ética de la vida cotidiana. Pero no se puede ser amable siendo
indiferente, no se puede ser indiferente.
La indiferencia acarrea más problemas que aquellos que pretende
eliminar, es más, no elimina ninguno. De alguna manera determinada, el
indiferente nos irrita, por lo tanto el afán de ser indiferente del
indiferente jamás consigue su propósito. Siempre que estemos dentro de
la relación entre personas, la indiferencia ética no ha lugar. Si. dando un
paso, pasamos a tener amabilidad de viaje, estamos ya muy lejos del afán
del indiferente.
El hecho de vivir en sociedad supone todo esto, no nos queda más
remedio que aceptar que el prójimo lea nuestros gestos, nuestras palabras,
nuestras acciones, y consiguientemente valore. «El valor es la razón de
ser del ser» (V. Jankélévitch, La paradoja de la moral p. 101). No entro
en consideraciones sobre el valor de la valoración; esto es labor posterior
y objeto de la ética.
Por tanto, la ética es el obstáculo que encuentra BS-FP para
convertirse en ficción, para no pasar de ser mera literatura. Escribe el
frag. 228 para que su intento quede atado y bien atado, pero patina
irremisiblemente frente al valor, porque no todo da lo mismo y eso él lo
sabe perfectamente. La indiferencia le permitía pasar por la vida como un
sueño literario, pero la amabilidad que propugna (porque siempre y
necesariamente tiene que haber un desplazamiento de la indiferencia
hacia algún lado) lo sitúa ante esa realidad de la vida que él trataba de
evitar: «He equivocado el método de fuga. He huido, mediante un rodeo
incómodo, hacia el mismo lugar en que estaba, con el cansancio del viaje
sobre el horror de vivir allí» (LD, 215).
Está claro que ese aislamiento total que él propugnaba es imposible,
nada puede ser indiferente, lo más mínimo nos implica
comprometedoramente. Y el suicidio tampoco es solución porque FP odia
a la vida por amor a ella, esto es, la vida es lo que más quiere y aprecia
pero se le hace insoportable y odiosa debido a los resultados del actuar
humano. Está contra la acción y sabe también que es tonto estarlo, porque
nadie puede sustraerse a ella. Es la situación contradictoria de un hombre
que ama sobre todo la pureza en la relación human a y que sabe, al
El prójimo en un mundo de desasosiego
Ya hemos visto como en la misma reivindicación de la indiferencia
moral por parte de FP, podemos descubrir algo más que indiferencia. Hay
una preocupación por su prójimo expresada en numerosos fragmentos:
«Siento ante el envilecimiento de los demás, no un dolor, sino una
incomodidad estética y una irritación sinuosa» (LD, 230).
Poco nos importa que sienta lo que siente por bondad o no, el caso es
que lo siente. No hay aquí indiferencia ninguna, hay compasión por
aquellos seres que, como él, están condenados a vivir y a soportar lo que
la vida trae consigo: «Estamos todos acostumbrados a considerarnos
como primordialmente realidades mentales, y a los demás como
directamente realidades físicas; vagamente nos consideramos como gente
física, para efectos en los ojos de los demás; vagamente consideramos a
los demás como realidades mentales, pero sólo en el amor o en el
conflicto adquirimos verdadera conciencia de que los demás tienen sobre
todo alma, como nosotros para nosotros» (LD, 222).
Así, uno puede sentir la injusticia que contra él se comete y no se
percata de aquella a la que puede someter al prójimo. Plantea aquí FP el
problema de los fines y los medios, de una manera indirecta.
La comprensión de los demás como entes físicos, es, en definitiva, su
consideración como objetos que pueden servir a nuestros fines. Una
realidad física se utiliza o se ignora como un pedrusco.
En cambio, la consideración del prójimo como realidad mental, con
alma, está más cercana al ideal ético que pide considerar a los demás
como fines y no como medios. Tomar consciencia de esta realidad del
sujeto como ser dotado de alma, capaz de gozar y de sufrir, sería el paso
primordial para construir un mundo justo: «La única actitud intelectual
digna de una criatura superior es la de una tranquila y fría compasión por
todo cuanto no es él mismo. No es que esta actitud tenga el menor
carácter de justa y verdadera [pero es tan envidiable que es preciso
tenerla]» (LD, 412).
Volvemos a ver en este fragmento, que BS trata de evitar cualquier
acercamiento a lo moral; para él, la compasión que propugna ni es justa
ni verdadera, solamente es envidiable. Y, ¿por qué esta envidia?, ¿no
estará producida por un afán de justicia social? Creo que el intento
pessoano de indiferencia encuentra en la compasión otro obstáculo. Quien
es indiferente no se compadece del prójimo.
La conciencia de sí pessoana (tan lúcidamente contradictoria) encuentra
el sufrimiento de vivir, el absurdo, el desasosiego... y busca su liberación
en la literatura. Comunica al resto de seres humanos su experiencia
porque la juzga análoga en las cuestiones primordiales. Otra cosa es que
el prójimo sienta esta problemática, que esté preparado para sentirla.
Quien, como FP, cree ver la comunidad de almas que se afanan por
distintos derroteros y con los mismos puertos de partida y de llegada, no
es extraño que sienta compasión, él es de aquellos pocos hombres dotados
de sensibilidad, que, curiosamente, sólo será reconocido por las
generaciones futuras.
Hay un constante equilibrio para que el poeta no pierda pie. Cuando
siente compasión, la siente porque es envidiable, nunca trata de darle una
dimensión moral, no busca la universalidad, él reivindica como ciertas
sólo sus emociones y sentimientos. Trata pues de mostrarnos su universo
propio, sin referencia a las almas ajenas, pero siempre hay un desliz, una
muestra de que hay otros por los cuales, de alguna manera, se preocupa:
«La violencia, sea la que fuere, ha sido siempre para mí una forma
desencajada de la estupidez humana» (LD, 437).
No logra evitarlo; aunque sólo sea para rechazar, hay continuas
referencias a los quehaceres humanos. Y, quien rechaza, valora; pide que
todo sea de otra forma.
Hay una dimensión ética en muchos de los fragmentos del LD, un
amor al hombre en cuanto es hombre mezclado de un sentimiento de odio
hacia aquellos, que siendo llamados también hombres, no han aprendido a
serlo, no han profundizado en su esencia, en su radical soledad y su
sujeción a un absurdo destino.
La reivindicación de la soledad, de la subjetividad, de la conciencia
de la soledad esencial del ser, es la bandera de batalla de FP.
Comprendida esta dimensión, el hombre pasa a tener aquella amabilidad
de viaje para con sus semejantes: «Si voy a traducir esta emoción en
frases que la ciñan de cerca, cuanto más de cerca la ciño, más la doy
como propiamente mía, menos, por lo tamo. la comunico a los demás. Y
si no se da el comunicar a otros, es más justo y más fácil sentirla sin
escribirla» (LD, 459).
Hay en FP una necesidad de comunicar, no se guarda sus impresiones,
trata de extenderlas, de identificarse con el alma ajena. Es solitario,
reivindica dicha soledad, pero desde ella busca al prójimo, necesita
comunicar con él. La
l^ *w«
palabra es social y nadie puede renunciar a esta dimensión. Se puede
rechazar esto y aquello, puede pensarse que todo es obra de locos, pero la
esperanza en el hombre es más fuerte en estos espíritus radicales-oscuro-
negativos que en muchos moralistas de tres al cuarto que sólo creen en
ellos mismo y someten la libertad de los demás a la constricción de las
normas.
Pero la indiferencia de BS es una indiferencia que surge desde su
dimensión ética. Es para él la mejor manera de comportamiento.
Ni que decir tiene que, a primera vista, a nivel práctico, la
indiferencia pessoana o la indiferencia no pensada desde la ética, tienen,
las dos, la misma incidencia para el sujeto paciente. El sujeto paciente no
puede averiguar cuáles son los sentimientos éticos del agente, a no ser
que le sean explicados por él, con lo cual el sujeto agente deja de ser
indiferente.
Quizás, el mundo esté lleno de personas que han llegado a la
conclusión de que lo mejor es no molestar al prójimo y, precisamente por
ello, ser indiferente hacia él. Pero éstos, en nada se diferencian de
aquellos que no han reparado en las vidas ajenas y actúan ignorándolas.
Su diferencia sólo podría ser establecida por quien pudiese leer nuestra
alma.
Pero hay otra versión más profunda de toda esta problemática. A
través de esta nueva visión comprobaremos que hay una sustancial
discordancia entre ambas indiferencias y que no hace falta ningún Dios
para vislumbrarla.
La indiferencia pessoana lo es en todos los aspectos: para el bien y
para el mal. Por ello, por ser indiferencia ante la acción, trata de no hacer
ni una cosa ni otra. La indiferencia habitual, indiferencia no pensada
éticamente, lo es normalmente para el bien, pero ante el mal , ante el
dolor que pueda causar al prójimo no se mantiene también indiferente,
actúa y elige hacer el mal, porque aquí quien es indiferente es la persona,
pero no la acción.
En resumen, para FP el hombre no es indiferente y por ello elige la
indiferencia de la acción: no hacer ni bien ni mal. Para el indiferente
habitual, quien es indiferente es el hombre y por ello elige actuar de la
manera que más satisfaga a sus intereses, porque lo único importante es
él, él es lo único en el mundo que no es indiferente.
Sirva todo esto para denunciar, ahora, el carácter profundamente ético
de la indiferencia pessoana, la indiferencia elegida desde el
reconocimiento del prójimo. Por ello, esta indiferencia no puede ser tal,
es sólo una propuesta ética
118/ANTHROPOS
ideal e irrealizable que abre el camino para una comunicación más
justa y racional con el prójimo.
Su alejamiento social, su apuesta por la indiferencia y la falta de fe en
lo que sea, que hace la vida soportable y combativa, llevan a BS-FP a un
solo reducto: la introspección.
En el abismo en que penetra, no encuentra cuerda de salvación, antes
bien, todo se vuelve aún más complicado. La vida del hombre normal
acredita en un yo bien configurado, pero la única dimensión sólida de ese
yo viene dada por el pronunciamiento de nuestro nombre propio por los
demás. El reforzamiento de ese nombre, léase éxito social, parece
consolidar nuestro yo al henchir nuestro narcisismo, pero nada de propio
pusimos en esta investigación, el refrendo es ajeno, exterior, y por eso
tambaleante. Quizás el yo no sea más que esto, una ficción personal y una
realidad social derivada de la posesión y pronunciamiento de un nombre.
En la soledad pessoana el yo se diluye, cobra conciencia de la
quimera de la identidad. Así como el prójimo nos ve, que por ser prójimo
es múltiple y variado, FP quiere verse. Desde las interrelaciones de la
multiplicidad ajena, un yo va tomando cuerpo, pero nunca lo hace de
manera absoluta, está abierto a la interpretación, a la lectura, a la
posibilidad, aunque también parece poseer rasgos definitorios que muy
probablemente el propio sujeto (el quimérico yo)ignore.
También en determinados casos, el yo es absolutizado, demarcado
definitivamente en el interior de un cerco de hechos y valoraciones sin
salida. Es evidente que en estos casos el sujeto cercado busca escapatoria,
busca un hueco en el cerco que pueda borrar esa falsa imagen de
identidad atribuida por el entorno humano.
Así, lo personal demanda a lo social una lectura de su identidad
abierta a la posibilidad; en cambio, lo social añora, pretende y, hoy en
día, actúa, introduciendo lo personal en un archivo informatizado, o
mejor, haciendo de lo personal una ficha de uso social (mejor, estatal).
En Pessoa hay un intento de romper con esta doble dimensión: en lo
propiamente personal nadie puede ser absolutizado, el mismo yo
encuentra su propio abismo y se espanta de su complejidad; la
persecución del yo es una quimera y un sinsentido. En la dimensión
social se produce la ruptura pessoana al tratar de personalizarse
socialmente, esto es, ofreciendo una tremenda complejidad al mundo que
por mucho que se analice, nunca podrá ser reducida a las dimensiones de
un cerco. El cerco puesto a FP tiene infinitos agujeros por donde se nos
escapa. Esta lucha entre lo personal, que pone orificios de escape, y lo
social, que pone o trata de poner una presa explicativa ante cada orificio,
caracteriza la obra de FP.
Visto desde otro punto de vista, es la lucha entre el convencimiento
de la incapacidad del conocimiento, pero que opta por conocer (FP), y el
convencimiento de que cuatro dimes y diretes, apoyados por las palabras
ciencia y técnica, son el conocimiento.
Este tema del conocimiento es, como señalaba Nelly Novaes Coelho
en su introducción a la novena edición de la obra poética de FP (ed. Nova
Aguilar), el problema central de toda la producción pessoana. La obra de
FP es uno de los exponentes más significativos de la crisis del
conocimiento accesible al yo. Esto es lo que lo sitúa en la Modernidad,
tras la ruptura con el Romanticismo y lo que en él se implicaba: la
exaltación del yo como sujeto cognoscente.
El yo es el gran obstáculo entre el poeta y el conocimiento del mundo;
de ahí la despersonalización pessoana y sus heterónimos creados después
de la elaboración de sus escritos filosóficos y como respuesta a la
problemática allí vislumbrada y planteada.
Es, por tanto, la situación de un hombre en la vanguardia de su época,
lo cual siempre acarrea problemas. Su falta de creencia en aquello que a
las demás personas les da fe y seguridad, su convencimiento de que todo
es engaño y falsedad, de que la verdad es inalcanzable... le llevan ante el
abismo y el horror de la vida y de ahí al tedio y al desasosiego.
Curiosamente, FP tomó parte activa en la vida social de su época,
aunque sólo fuese con sus artículos y comentarios. Creyó que esta era la
mejor manera de servir a su país y a sus ciudadanos. También sabemos
que sus escritos produjeron abundante polémica. Tuvo que esforzarse por
actuar y no alejarse demasiado de su ideal ético.
No faltaron quienes, lejos de rebatir sus escritos, rebatieron su
persona (conducta siempre de moda) y así lo condenaron a una especie de
ostracismo del loco-degenerado, que sólo los años se encargaron de
suprimir. Él mismo lo decía: «los hombres sólo aprenden de sus
bisabuelos, que ya han muerto».
Los años le han traído la gloria que le faltó en vida, los hombres de
acción le veneran y le rinden homenajes... ¿Será esta la posteridad que
buscaba? Nunca se sabe, habría que preguntárselo a él. Lo cierto es que
los años lo asumen todo.
Un encuentro y la memoria. Un aspecto de la dramatización
externa de los
heterónimos
José Ángel Cilleruelo
I
El asombroso volumen de inéditos que Fernando Pessoa dejó como
herencia de una vida aparentemente gris —aunque secretamente intensa
— a los hombres del futuro, ya que sus coetáneos poco tiempo invirtieron
en comprenderle, no se explica sin una continuada «crisis de abundancia»
—como nombró el propio poeta a su grafomanía visceral— a lo largo de
toda la vida. Las hechuras de esta producción interior, que se venían
midiendo a ojo desde la fecha de su muerte, sorprendieron una vez más
cuando en 1982 vio la luz ese manuscrito de manuscritos que es el Livro
do Desassossego. Nadie ajeno al secreto podía imaginar que un material
tan valioso y decisivo permaneciera durante 50 largos años oculto en el
baúl. Esta aventura interior tuvo también su reflejo, aunque de una
manera precaria y parcial, en el exterior, es decir, en los medios de
comunicación literaria habituales en la Lisboa de la primera parte del
siglo XX.
Durante su juventud, Pessoa pretendió —desde revistas como Orpheu
o Portugal Futurista— intervenir directamente en la sociedad para
modificar sus ya obsoletos gustos y adaptarlos a las nuevas exigencias
artísticas. Tarea ésta de la que no recolectó sino incomprensión y rechazo
en su momento; y admiración en la posteridad por el noble empeño que la
orientaba.
Durante la madurez Pessoa optó por una exposición elaborada y
concienzud de su quehacer poético; la agresividad vanguardista deja paso
a un sereno y ejemplar desarrollo de sus intuiciones literarias —visible
en Contemporánea o en la diestra dirección de Athena. Coincidió, sin
embargo, esta segunda actitud en un aspecto con la primera: la
indiferencia y el fracaso de entonces, y la admiración actual. Tan sólo en
el último tramo de su vida Pessoa decidió modificar sus planes
publicitarios, simplificándolos notablemente, para así obtener una
consideración social como escritor, a la vista de que el público que le era
natural estaba incapacitado para comprenderle en toda su complejidad.
Todavía en 1948 —antes de los primeros ensayos sobre su obra— un
crítico escribía, literalmente: «se trata de un escritor [Pessoa]
singularmente original y oscuro (algunas de sus poesías son incluso
incomprensibles)».1
La adaptación a los angostos horizontes de sus anhelados lectores
presenta dos caras: antes de nada primó, a la hora de publicar, la parte de
su obra que pudiera ser asimilada más rápida y fácilmente, la edición de
Mensagem; escribió, después, textos inspirados en una concepción mucho
más simple de la literatura, por lo tanto de inmediata comprensión, como
es el caso de las Quadras ao gosto popular. 2 Algún resultado obtuvo
Pessoa de estos esfuerzos: un lugar en la prensa diaria —pretendido
durante muchos años, no siempre consiguió que los directores aceptasen
o solicitaran sus originales— y un premio institucional del que hoy
guardamos memoria no precisamente por la bondad del libro que lo
mereciera —Mensagem— sino por lo que, en esas fechas, no hubiera
despertado ni siquiera la curiosidad del jurado, es decir, los poemas
heterónimos.
A estas tres actitudes sobre el modo de revelar sus escritos,
someramente esbozadas, la consideración pública respondió de tres
maneras diferentes: a la provocación juvenil contestó con una polémica
tanto o más agresiva y la descalificación ad hominem; la estela de Athena
fue el silencio; y a la reducción final siguió un discreto reconocimiento
institucional digno del menor de los poetas. Ahora bien, alguien debió de
darse cuenta, en algún momento, de que su labor literaria poseía rasgos
extraordinarios; pues sin ese alguien Fernando Pessoa continuaría siendo
para el mundo un nombre de nadie. No parece plausible que ese
descubrimiento ocurriera en la etapa vanguardista, donde Pessoa se
perdía entre una turba de jóvenes díscolos y, en general, miméticos, entre
los que tal vez destacara sólo por sus especiales dotes expresivas e
imaginativas. Tampoco parece convincente pensar que Mensagem,
considerado aisladamente, hubiera atraído la atención de la posteridad.
No es abusivo concluir, por lo tanto, que el germen del interés por el
poeta del desasosiego habrá de encontrarse en el territorio de su máximo
hallazgo poético: los heterónimos. Pero la revelación primera de los
heterónimos, en todas sus dimensiones, está vinculada a la publicación de
los 5 números de Athena.3 Evidentemente, la pública indiferencia con que
fue acogida Athena de ningún modo descarta la posibilidad de un
asombro y un entusiasmo particulares: alguien en Portugal, es obligado
pensar, debió de comprender el alcance de la articulación heterónima, o
por lo menos, debió de disfrutar con los aciertos estéticos de los poetas
del poeta. Y, claro está, así ocurrió: «Creo que fue en 1925. Había entrado
un día, en Coimbra, con José Regio, en la antigua Livraria Moura
Marques, y encima de la mesa estaba un número de la revista Alhena,
aparecida poco antes. Regio hojeó el infolio de portada verde, donde se
leía, debajo del título impreso en negro, en caracteres rojos muy nítidos,
el subtítulo Revista de Arte [...].4 En cierto momento Regio me llamó.
Tenía la revista abierta en la página 18. En tipo negro, en lo alto de la
página, leí: Odes, y debajo, en caracteres más menudos: Livro Primeiro.
Apuntándome una de las odas —eran veinte en total— Regio me dijo: —
Lee. Leí. [... ] Regio me explicó: —Este Ricardo Reis es, creo yo, un
pseudónimo de Fernando Pessoa, el director de la revista. Y, puedes
creerme, Fernando Pessoa es un personaje muy importante. Veo en él el
mayor poeta del modernismo»? Nos lo cuenta Joáo Gaspar Simóes,6 que
tenía entonces 22 años, dos menos que su compañero José Regio.
ANTH
ROPOS/119
Como desmesurada o tal vez provocativa, si no decididamente
absurda, hubiera sido calificada en 1925 la última afirmación de Regio.
Hoy, una frase análoga sería considerada como una trivialidad, lugar
común que nada aporta más allá de un asentimiento generalizado.
Ese mismo año José Regio leyó en Coimbra su tesis de licenciatura;
el último capítulo de su trabajo estaba dedicado al modernismo portugués.
Este es el primer intento de interpretación crítica que mereció la
generación de Pessoa, las primeras palabras escritas de una tradición
exegética que alcanza hoy dimensiones inquietantes.
II
Un buen día ambos jóvenes universita rios —editores a partir de 1927
de una revista en Coimbra donde reconocen a los modernistas como
mentores propios, situándolos a idéntico nivel que sus preferencias
clásicas—7 deciden visitar en Lisboa al poeta que inspiró Alhena y tanta
admiración despertaba en ellos. Los citó Pessoa en el Café Montanha un
domingo de junio en 1930. El encuentro tiene hoy un valor emotivo, un
encanto que la distancia temporal dora; aunque si alguna trascendencia
tuvo esa tarde no fue precisamente la esperada por los más jóvenes. A
raíz de lo ocurrido entonces, por ejemplo, Regio se desinteresó casi
completamente por la figura humana de Pessoa. Pero, ¿qué ocurrió en el
encuentro? En pocas palabras: Pessoa se mostró superficial y lejano, o
como dice uno de los testigos, «cortés en exceso, artificial sin precisión y
difícilmente escritor».8
La memoria del hecho se reduce a las sucesivas evocaciones
posteriores de uno de sus protagonistas: Joáo Gaspar Simóes, quien ha
dejado constancia de su recuerdo al menos en tres ocasiones. La primera
de ellas escrita inmediatamente después de la muerte del lisboeta, y dos
veces más, ya avanzados los años, los estudios y el relieve universal que
la obra de Pessoa paulatinamente alcanzaba. Los textos son: a) «Imagen
rectificada do poeta Fernando Pessoa», en Diario de Lisboa, 17 de abril
de 1936; b) «Posfácio: Fernando Pessoa e a revista Presenta», en Cartas
de Fernando Pessoa a Joáo Gaspar Simóes, Lisboa, 1957 (2.a ed. Lisboa,
1982); c] «Fernando Pessoa», en J.G.S., Retratos de poetas que conheci,
Porto, 1974.
Al margen de otros recuerdos circunstanciales o de las divagaciones
con que Simóes justifica el olvido de las palabras que se cruzaron —o
dejaron de cruzarse— aquel domingo en el Café Montanha —empeño
sospechoso en sí mismo dada su excelente memoria en otros casos—, lo
interesante de comparar las distintas versiones del episodio es verificar
en ellas un evidente proceso de mixtificación, de mixtificación
parapessoana además. El caso ilustra de un modo paradigmático el
desmedido edificio de viento que cierta crítica con predisposición mística
ha ido construyendo con la personalidad humana de Fernando Pessoa.
Veámoslo.
No parece arriesgado calificar como «fracaso comunicativo» lo
ocurrido aquella tarde de 1930 entre la ilusión juvenil de unos y la
desesperación escéptica del otro. Pessoa no concedió mayor importancia
al incidente y, en carta posterior, se refiere al acontecimiento de un modo
convencional, de cínica trivialidad incluso: «Me hubiera gustado hablar
más con usted y con José Regio cuando tuve la alegría de conocerlo; pero
la prisa no dejó a la ocasión más que el privilegio de la oportunidad».9 No
más bella que huera, la frase no acaba de dar la razón del desencuentro,
¿fue la prisa la causa de una conversación —todo parece indicarlo—
plagada de incómodos silencios?
Por su parte, los jóvenes, o mejor, Gaspar Simóes, no podían
contentarse con una explicación tan simple. El hecho de que no resultara
el primer encuentro lo colmado y natural que se deseaba, despertó la
necesidad de una interpretación más compleja, más acorde con la materia
literaria, que sustituyera las deficencias de la precaria realidad de aquel
domingo de junio en Lisboa. Echó mano para ello Gaspar Simóes de la
paradójica personalidad lírica del poeta de Orpheu, pero la falta de
perspectiva y la carencia de los criterios interpretativos que surgirían en
sus estudios posteriores, dejaron la explicación en un confuso
circunloquio heteronímico, escaso de significado y orientación:
«Fernando Pessoa intentó inútilmente, falseando todas la personalidad,
ser una de ellas. Alvaro de Campos no quería comparecer a la llamada:
Fernando Pessoa hizo desesperadas llamadas a su ingeniero Alvaro
Campos [sic], positivo y dinámico; Alberto Caeiro no compareció porque
ya había muerto; Ricardo Reis aparecía y desaparecía, delicado, exacto,
metafórico, o sea, muy poco humano» (a). Pero concluye la tentativa de
interpretar literariamente un hecho de tan adversa realidad cuando la
evidencia del recuerdo, todavía fresco, se le impone: «Fernando Pessoa se
veía obligado a ser Fernando Pessoa malgré luí, por lo que no llegaba a
ser propiamente ninguna personalidad» (a). Pessoa fue Pessoa, se dice
Simóes, aun a costa suya, con muchos mundos interiores pero muy poco
mundano.
Cuando veinte años después, en 1957, Gaspar Simóes decidió hacer
pública su correspondencia privada con Pessoa, éste había dejado de ser
el poeta casi desconocido que era en el momento de la muerte. En esas
dos décadas se habían sucedido reconocimientos y homenajes; se habían
publicado infinidad de artículos exegéticos; en las librerías se hallaban
dos libros capitales que descubrían sin ambages su importancia literaria,
el de Jacinto do Prado Coelho (1949) y la esmerada biografía del propio
Simóes (1950); no sólo se le traducía a otras lenguas, sino que también
empezaba a levantar el interés crítico fuera de Portugal, como demuestra
el libro de Joaquín de Entrambasaguas (1955). En 1957, por otra parte,
Gaspar Simóes había aplicado una serie larga —y polémica— de criterios
interpretativos a la vida y obra pessoana; sobre ambas sus comentarios se
extendieron con profusión y afán de exhaustividad. Por ello, cuando en el
epílogo al epistolario publicado en 1957 (b) el biógrafo trató de
rememorar el instante primigenio de su conocimiento del biografiado, la
impronta del hecho estaba ya, tal vez sin él quererlo, cubierta por la
niebla de la distancia, prácticamente perdida; en su lugar bullían las ideas
y concepdones suscitadas por la lectura y relectura de la vida y obra del
hombre cuya mano había estrechado por primera vez un domingo de
junio en 1930. Algo similar ocurre cuando más tarde esboza el retrato del
poeta de Alhena (c).
120/ANTH ROPOS

Ahora las razones del «fracaso comunicativo» son ya otras, otro es ya


el sujeto evocador y. al final, parece como si fuera otra la realidad
evocada. «Ese primer contacto con la singular personalidad del hombre
de Orpheu [...] provocó en José Regio, creo, cierta decepción. ¿Por qué?»
(b). La cuestión se plantea en 1957 en términos parecidos a como se había
enfocado en 1936. pero la respuesta es sorprendentemente otra: «Porque
Fernando Pessoa [...] en lugar de comparecer personalmente a la
entrevista, envió por él. digámoslo así. a una tercera persona: ¡ni más ni
menos que el Ingeniero Alvaro de Campos! De forma que. mucho menos
natural que su progenitor, el hombre de la Ode Marítima se nos mostró
tal como era: además de ingeniero, algo así como una sofisticada
personalidad» (b). La misma respuesta que consolidará el retrato de 1974:
«Tímido como era. sin ninguna duda. Pessoa. el Pessoa corresponsal
extranjero, prefirió encargar al Ingeniero Alvaro de Campos, hombre de
mundo, espíritu sensacionista. hacer las honras de la casa a los jóvenes
críticos de Coimbra» (c). Idea ésta que reitera en términos análogos nada
menos que cinco ocasiones en las cuatro páginas que dedica a relatar el
episodio.
¿Estamos ante una traición de la memoria? No parece el caso. Repite
Simóes. al referir la suplantación de la personalidad real por la ficticia, la
frase «así nos pareció». Pero evidentemente no debió de ser esta la
impresión original del momento, en el Café Montanha. puesto que en ese
caso el texto de 1936 (a) la expondría con nitidez. Más bien parece una
impresión a posteriori en la que la crítica literaria ha prestado sus
esquemas interpretativos a la narración de la realidad. La diferencia no es
únicamente de matiz: quien se interese por el episodio no puede obviar
que no está frente a un hecho de la realidad aportado por la memoria de
un testigo, sino ante una postura crítica que toma partido a favor de una
concreta interpretación de la obra pessoana.
La mayor y más formal difusión de las versiones (b) y (c) ha
generalizado la idea de Pessoa como dramatizador también externo —en
la realidad— de su «drama en gente». La comparación que precede no
quiere decir que no lo fuera; apenas demuestra que en este caso no pasó
de la imaginación de un crítico.
III
Una interpretación anómala, una construcción crítica predispuesta
más hacia el misticismo que hacia la realidad, acaba por desalentar
incluso a sus difusores. No ha de resultar extraño, por lo tanto, que un
crítico como Joáo Gaspar Simóes, que ha escrito miles de páginas
exegéticas sobre el quehacer pessoano —no todas tan desfortunadas como
las aquí citadas, claro— sea capaz de dudar, en un momento dado, de la
validez literaria del objeto de su paciente estudio, y escribir algo tan
increíble como esto: «Pues bien: estoy absolutamente convencido de que
todos nosotros somos víctimas de una misma equivocación, y no me
excluyo del número de engañados. Fernando Pessoa no quiso ser otra cosa
sino eso mismo: un mixtificador. [...] Hemos caído en la trampa. Hemos
sido realmente burlados, como fueron burlados sus amigos para quien él
preparó, conscientemente, la gran payasada de sus heterónimos».10
Por fortuna no es difícil advertir que Fernando Pessoa no es más que
una triste excusa para el ascenso y súbito derrumbe de cierta manera de
entender la literatura. Ni Pessoa representó su ficción heterónima en el
Café Montanha, ni por supuesto sus ficciones heterónimas son una
payasada. Simplemente el crítico mixtificador ha caído víctima de su
propia mixtificación. Quede como aviso a los futuros navegantes de la
vida y la obra del genial portugués.
NOTAS
1. Raimundo de Castro Meircles. «O modernismo: Fernand o Pessoa», Navidades, Lisboa.
27-IV-1948.
2. Tal como ha enfocado el problema recientemente Alfredo Margarido en diversas
publicaciones.
3. Alhena, Revista de Arte dirigida por Fernando Pessoa y Ruy Vaz. publicada entr e octubre
de 1924 (n." 1) y febrero de 1925 (n.° 5).
4. Continúa aquí la descripción de la portada que suprimimos por estar disponible una
edición facsimilada de la revista en Contexto Ed. (Lisboa. 1983).
5. El subrayado es nuestro: indica que la palabra modernismo se toma en el sentido
portugués, es decir, equivalente a «vanguardia», muy distinto a su homófono castellano .
6. Fragmento extraído del texto (c).
7. Desde sus primeros números la «Folha de Arte e Crítica» Presenta —nombre que recibe
además la generación literaria que nace con la revista— reivindica a los modernistas como
maestros, aunque en el proceso de madurez abandonen las características vanguardistas y
representen casi una contrarrevolución, como ha mostrado Eduardo Lourenqo.
8. Fragmento extraído del texto (a).
9. Carta del 28 de junio de 1930. en Cartas de Fernando Pessoa a Joáo Gaspar Simóes, p. 44.
10. Citado por Eduardo Lourenqo, Fernando Pessoa Revisitado. Lisboa, 1981.
ANTHROPOS/121
El antirromanticismo esencial de
Fernando Pessoa
José Sánchez Reboredo
En mayor o menor medida, el diálogo con el romanticismo, la
aceptación o el rechazo de sus planteamientos críticos, están en la base de
la reflexión sobre la literatura, y más en concreto sobre la poesía lírica,
que se hicieron los espíritus más inteligentes de la Europa occidental del
siglo XX.
Fernando Pessoa, que es un escritor sumamente consciente de los
problemas técnicos de la obra poética, que se interroga continuamente
sobre los fundamentos de su propia estética, no podía ser ajeno a esa
pregunta por la vigencia de los ideales románticos.
En Fernando Pessoa se conjugaba la práctica de un gran artista con la
inteligencia de un agudo teórico. Y, a pesar de que es un tópico extendido
decir que la práctica poética y la inteligencia teórica se excluyen, la
verdad es que muchísimos ejemplos de este siglo y del anterior (Eliot,
Machado, Juan Ramón Jiménez, E. Pound, Valery, etc.) destruyen con su
ejemplo tan repetida afirmación.
En las Páginas de estética e de teoría e crítica literaria,1 que
reunieron y prologaron Georg Rudolf Lind y Jacinto do Prado Coelho, se
encuentran varias reflexiones sobre diversos aspectos de la teoría
romántica. Es verdad que, como nos advierte Prado Coelho, en el prólogo
a la recopilación citada, los textos allí reunidos tienen que ser juzgados
como fragmentos, muchas veces como simples apuntes para trabajos
futuros. Pero, a pesar de todo, una serie de ideas se repiten formando
como el núcleo de una teoría propia y meditada.
Uno de los peligros que Fernando Pessoa advierte en la escuela
romántica es que, al privilegiar el sentimiento individual, al hacer que un
rasgo propio del genio sea la intensidad con que se sienta la angustia vital
o la inapetencia ante la acción, se descuidan aquellos otros aspectos que
en el arte clásico eran considerados como esenciales. «O discípulo dos
antigos apoiava a sua crenga em que era poeta en faculdades de
construgáo e de coordenado, em urna disciplina interior que nao é táo
fácil a qualquer presumir, para si mesmo, que possui». 2 Esas cualidades
no pueden improvisarse, ya que requieren una labor previa de aprendizaje
y estudio. Mientras que es fácil considerarse poeta en el romanticismo
(aunque luego el resultado de las obras no lo justifique) cuando «as
qualidades fundamentáis exigidas sao um senimento de vacuo nos
desejos, un sofrimento sem causa, e urna falta de vontade para trabalhar
—característicos que mais ou menos todos possuem, e que nos
degenerados e nos doentes do espirito assumen um relevo especial».
Esa peligrosidad esencial de la teoría romántica para el surgimiento
de l auténtico poeta reside sobre todo en el hecho de que el aspirante a
escritor, al creerse señalado por esas características anímicas tan
generales, descuide el proceso de formación y el cuidado formal, como
elementos accesorios.
Reprochaba Pessoa a ciertas tendencias románticas el que, en aras de
la expresión directa de la personalidad del genio, descuidara todo aquello
que significa diseño formal, elaboración constructiva. En su «carta a un
editor inglés»3 afirma que el romanticismo «has indisciplined the
capacity of constructing which, at least, low classicism had».
Pessoa, que, en alguna ocasión, se presentó como enfermo de
clasicismo, creía ver en él un esfuerzo por canalizar las fuerzas del artista
y sus impulsos espontáneos, para lograr así una expresión más depurada y
un análisis más inteligente de los sentimientos.
En la crítica del romanticismo de Pessoa ocupa, por tanto, un lugar
central el tema de las relaciones entre sentimiento y razón, base de la
polémica histórica entre una y otra escuela. Si bien Pessoa señala, en
algún momento, que el romanticismo vino a superar un clasicismo
caduco, que había venido a sustituir el acertado discurrir libre del crítico
y del poeta por la sumisión a ciertos principios heredados, sin embargo
(desde el punto de vista actual, del poeta que como él o sus heterónimos
ha de enfrentarse a la creación del poema con los útiles teóricos que tiene
a su alcance) el principal reproche que se le hace al romanticismo es que
el intelecto ocupe en él un papel secundario: «The real decadent art is that
of the romantics. Here the point of departure is feeling; intellect is used
to interpret that feeling. Romanticism is nothing else. Henee the
intolerable waste stretches of Hugo, where one trite or feeble feeling is
drawn out by a subsidiary application of intellect, till the reader is
tired».4
A Pessoa el camino romántico le parece equivocado. No que la razón
creativa ilustre el primer sentimiento del poeta, con lo cual se cae muchas
veces en tediosas reiteraciones de conceptos, sino el proceso contrario.
Según Pessoa, los auténticos artistas clásicos: «think his poem first. and
then feels on the basis of that thought».
122/ANTHROPOS
Sería interesante comparar estas ideas con las de otro gran teórico del
arte, estrictamente contemporáneo del portugués, Ortega y Gasset, que,
recordémoslo, nace unos cinco años antes que Pessoa. Así, en La
deshumanización del arte establece como una de las diferencias entre la
nueva literatura y la del siglo pasado, el rechazo del papel primario del
sentimiento; «el poeta román tico con unos u otros medios aspiraba a
envolver en patetismo su existencia cotidiana». No establecía distancias
entre lo sentido y lo escrito, y ello va contra la primera obligación del
artista. «Arte es contemplación, no empujón. Esto supone una distancia
entre el que ve y lo que ve». (O.C., II, 243). En anterior ocasión, el ropio
Ortega contraponía «el romanticismo, el anarquismo, el energumenismo
[que] acaso no sean más que ensayos para justificar la debilidad del
hombre en la pugna con su orangután interior. Para mí el clasicismo
significa, por el contrario, el amor a la ley, el lujo del hombre fuerte que
se posee a sí mismo y somete a un cauce de normas la fluencia excesiva
de su energía, en suma el sistema de la ironía, de la continencia» (O.C., I,
462).
En sus ideas programáticas sobre el sensacionismo, afirma Pessoa que
lo que tal escuela rechaza del romanticismo es su teoría básica del
momento de inspiración. «Nao eré que, a obra de arte deva ser produzida
rápidamente, por um jacto, a nao ser que o artista haja conseguido (como
alguns de facto conseguem) de tal modo ter o espirito disciplinado que a
obra nasc,a construindo-se.»5
De lo que se trataría sería de una necesidad de distanciamiento. Frente
al arrebato la disciplina, frente a la espontaneidad el orden. Ya nos
llevaría lejos relacionar estas ideas con el pensamiento político, tan
discutible, del gran poeta portugués.
En ese sentido, la postura de Pessoa debe compararse con la de T.S.
Eliot, que también sentía esa misma preocupación por buscar un correlato
con el que expresar la emoción y así objetivar de algún modo los
sentimiento personales. Eliot procuraba que fuese el poema y no la
persona del autor la que suscitase el interés del lector. Como dice Vicente
Gaos, al prologar su traducción de los Cuatro cuartetos, «en la poesía
romántica, el poema, más que suscitar atención en sí, nos remitía al
poeta. Pero ya hemos visto que, para Eliot, lo que importa no es el poeta
sino el poema; no las emociones personales del poeta, sino su correlato
objetivo en el poema».6
En el caso de Pessoa, no estaría alejada la creación de los heterónimos
de esa necesidad que sentía teóricamente de objetivar los sentimientos, de
no caer en el espontaneísmo o la rápida expresión de lo vivido sin
filtrarlo, de no partir primero de la inteligencia y de la voluntad de
construcción formal. Al hacer un esfuerzo de adaptación a las
características de cada uno de los personajes por él creados veía sus
poemas como algo externo a él, como algo, en cierta medida, externo a su
persona.
Ángel Crespo, a quien tanto deben los estudios de literatura
portuguesa en España, en un interesante artículo ve la obra del poeta
como un «drama em gente» que «tendría cuatro personajes principales
(Caeiro, Pessoa, Reis y Campos), uno episódico (C. Pacheco) y un
semipersonaje (Soares)».7 ¿No es verdad que todo drama (aunque éste sea
tan peculiar y sui generis como el de Pessoa) no supone contemplar desde
fuera los propios problemas, colocar entre nosotros y nuestros personajes
el límite de un escenario? ¿O, si como en este caso no existe el escenario,
el crear un sostén ficticio para que no sea el propio autor quien exprese
espontáneamente sus vivencias?
A ello habría que añadir un dato que se puede considerar
significativo. Aquellos libros (como muchos de los Poemas ingleses,
como Mensagem, como sus Quadras ao gosto popular) que Pessoa se
atribuye a sí mismo, es curioso que sean, en buena parte, sus obras menos
íntimas, por decirlo así, ya bien porque en ellas procure adaptarse el
poeta portugués a un tipo de composición con unos rasgos métricos y
estilísticos ya dados, ya sea porque, como ocurre en los más logrados de
los poemas ingleses, tome como correlato objetivo una figura mitológica,
o ya sea porque la propia historia portuguesa y el mito del sebastianismo
político le ofrezca un marco al que deba adaptarse. Quizás se podría
afirmar que Pessoa no sintió en estos casos la necesidad de atribuirlos a
alguno de su heterónimos, porque ya la propia índole de las obras le
permitía verlas con la necesaria objetividad, con el imprescindible
alejamiento. Por eso nos parece inteligente (y no sólo ingeniosa) la
postura de Jorge Sena cuando escribe que «lado a lado com os
heterónimos, o Pessoa ele-mesmo nao é menos heterónimo do que eles.
Isto é: o poeta que na vida civil se chamou Fernando Antonio Nogueira
Pessoa, nao é de modo algum mais ele mesmo em seu próprio nome que
quando se deu a escrever no estilo e nos esquemas formáis peculiares das
outras personalidades que assumiu».8
A la hora de explicar el nacimiento de los heterónimos, Fernando
Pessoa establece como una gradación en lo que él mismo llama escala de
despersonalización. Desde el poeta que expresa su propio sentimiento,
hasta el que crea una serie de personajes distintos, cada uno con su propio
estilo, cada uno con sus sentimientos diferentes. Se llegaría así, piensa
Pessoa, a un poeta que sea «varios poetas, un poeta dramático escrevendo
en poesía lírica».
De esta explicación tan conocida,9 quisiéramos resaltar dos aspectos,
que vienen a incidir en este proceso al romanticismo que Pessoa
emprendió. El primero viene a coincidir con lo ya señalado de superar los
valores emotivos por la preeminencia de los intelectivos. Así en el poeta
que supera ese primer grado de despersonalización «el temperamento está
sustituido por la imaginación y el sentimiento por la inteligencia». Pero,
además, toda esta concepción es un decidido ataque a la que fue creencia
central en el romanticismo: la propia personalidad como sujeto de
exaltados sentimientos. Dice, por ejemplo, Rafael Argullol en El héroe y
el único: «incluso, más estrictamente, puede decirse que la mente
romántica sólo existe si existe aquella identificación por la que el poeta
se siente absolutamente solidario con su criatura poética».10 En Pessoa la
solidaridad viene a ser sustituida por el distanciamiento. Se pasa a
expresar estados de ánimo de un ser ficticio, tan dudoso en su existencia
como el propio poeta.
NOTAS
1. Fernando Pessoa, Páginas de Estética e de Teoría e Crítica literarias, ed. y pról. de Georg
Rudolf Lind y Jacinto de Prado Coelho, Lisboa, Eds. Ática, 1973, 2.a ed.
2. Op. cit., pp. 144-5.
3. Fernando Pessoa, Páginas íntimas e de Autointerpretaqao , ed. y pról. de Georg Rudolf Lind
y Jacinto de Prado Coelho, Lisboa, Eds. Ática, s.a., p. 132.
4. Páginas de Estética, p. 149.
5. Páginas íntimas, p. 189.
6. Vicente Gaos, Traducciones poéticas completas, tomo 2, Valencia, Institución Alfonso el
Magnánimo, 1986, p. 272.
7. Ángel Crespo, Estudios sobre Pessoa, Barcelona, Bruguera, 1984, p. 181.
8. Jorge de Sena, en el pról. a Fernando Pessoa, Poemas Ingleses, Lisboa, Eds. Ática, 1974, p.
21.
9. Rafael Argullol, El héroe y el único. El espíritu trágico del Romanticismo, Madrid, Taurus,
1984. p. 29.

ANTH ROPOS/123
Alberto Caeiro Reís de
Campos Alvaro Fernando Antonio Nogueira Pessoa
Alfonso López-Gradolí
Nota: Los versos en cursiva son del escritor portugués Femado Pessoa.
Es otro camarero
un café una ciudad distinta
y han pasado años recuerdo
a Fernando Pessoa en este antiguo local con pavimento de madera
crujiente pisadas y monotonía
un día sea siempre igual a otro
en mí hay sobre todo cansancio cualquier pequeño sucedido
es maravillosa aventura algo
que parece un privilegio dentro de unos minutos solamente
volveré a mi trabajo en la oficina pero habré tenido el acontecimiento
cotidiano minúsculo observando al camarero que hace muchos años
trabaja en este lugar hace el mismo recorrido siete ocho pasos hasta una
mesa cinco seis a otra
con sabiduría ese viaje podría
eliminar su tristeza porque un hombre puede tener el mundo y su
espectáculo completo sin moverse de una silla solamente con ojos y oídos
crear paisajes con el sentimiento también mi biografía carece de hechos
historia vendida por horas
a diferentes dueños que la compraron (Pessoa escribía de Vasques
«su sonrisa ancha y humana
como el aplauso de una multitud» el patrón de su despacho
en la calle de los doradores
vigilante y trivial achaparrado
de media estatura) Pessoa anotando las ajenas cuentas él mismo era el
cansancio enteramente
la palabra ausencia podría definirlo vestido de negro sombrero de ala
vuelta y orlada lentes corbata
de lazo así es definido a los treinta y un años Fernando Antonio
Nogu soa enteramente
desapercibido durante años
redactor de cartas comerciales
sin horario definido durante una de sus dos vidas la práctica falsa o útil
pasada con los otros
que le rodeaban sin darle compañía vida diferente de la soñada
o verdadera del arte lo que nos agrada sin que sea nuestro el poniente
el poema la sonrisa a otro
ofrecida lo que nos libera
ilusoriamente del sórdido cercado
agobiante y al escribir simulamos
la vida para olvidarnos admitida
la ilusión desde el principio
por eso no hay desilusión en el arte
su mundo en el que la presencia
se desvanece y la ausencia es anuncio de que lo presente no está y apenas
despunta aquello que tal vez va a ser Pessoa utopista perspicaz
preocupado observador al intervenir en la vida política y nuestra gran
raza partirá en busca
de una vida nueva que no existe
en el espacio en naves construidas
con aquello de que están hechos los sueños el Quinto Imperio de don
Sebastián su vuelta que devolvería la grandeza al pueblo portugués el
futuro consiste en serlo todo (protestante católico más las creencias
orientales lo beneficioso del paganismo para integrar todas estas piezas
en el Paganismo Superior) el desierto urbano se cubre de signos las
piedras dicen algo el viento dice
la ventana iluminada y el árbol
solo de la esquina todos dicen siempre la misma cosa que nunca se dice
el silencio la ausencia es un presentimiento de lo que jamás se muestra
enteramente algo está presente en la identidad nuestra miro al camarero
que saluda
me despide retorno a la oficina
termino este conjunto de palabras
como cuerpos tocables (Pessoa
las llamaba así) palabras
o sirenas visibles para un poeta
único vuelvo a mi tarea parecida
a la del poeta sin tintero
viejo ni olor a polvo ni gato
cariñoso pero mi mesa
es también un baluarte contra la vida atónito entre gentes y cosas
el poeta camina por el barrio
viejo entra en un parque y las hojas
se mueven todo está inmóvil
en espera Fernando carece de identidad como esas casas casi doradas
y casi reales suspendidos
árboles él también zarpa de sí mismo no aparece el otro el verdadero
Pessoa nunca aparecerá pues no existe poesía es seguridad de la ausencia.
A Fernando Pessoa 7 poemas
José Sarmentó
i
Brancas as máos o rosto fita
tantos rostos tantas portas e janelas a rúa é um rio sem sossego
crescendo na volta se adensa o movimento «tudo o que senté está
pensando»
Secreto segredo o do misterio
de tudo o que vive, se anima e morre Todo inteiro o homem é sempre
meio meio ponto, meio mundo
e a vida, hemisferio do homem.
esfera cortada pelo meio.
II
Muita gente numa so pessoa
tantas as gentes dentro de Pessoa
Pessoa drama em gente
ingente demiurgo de humanos continentes
Poeta fronte coragáo ponte
urna e múltiple a fonte
caudalosa a criacáo perdura
criador e criatura
continente e continente
literatura e literatura
reflectidos em espelhos
ao lado e á frente
todos os Pessoa companheiros
afluentes varios de um mesmo
velho rio lusitano universal marinheiro
Dentro de si a viagem
Fernando Pessoa desassossego andante eterno viajante grande
companheiro.
Pessoa, José Sarmentó
III
Fernando um
tantas as pessoas
Fernando Pessoa
na pessoa de Fernando um Pessoa repartido uno Fernando
Pessoa dividido.
IV
Fernando Pessoa é ele, eu, os outros Fernando é meta Pessoa é
morfose metamorfose de pessoas
heterónimos de um ortónimo Pessoa Fernando Pessoa osmose.
V
Fernando Pessoa desdobrado
é Alberto Caeiro poeta natureza
naturalismo em pessoa
pré-Arcádia elegia bíblico rio
apascentador de rebanhos
jamáis guardados ponte quebrada a meio
entre o ser e o nao ser
e tudo sendo e nao sendo nada
é e nao é tudo isso e a fundo
remexendo o tudo e o nada
Pessoa, José Sarmentó em místico íntimo sentido.
ANTHROPOS/125 Pessoa, José Sarmentó
VI Alvaro de Campos engenheiro do mar
companheiro compadecido das maquinariasmodernas
marinheiro antigo brutal e vulnerável
de rítmicas e descompassadas abordagens
capitáo cantor de longo curso
poeta macánico de odes marítimastriunfáis
Mastro. vela, amarra, corda, timáo
veleiro luz. escuma esbelta
sulcando indescobertos mares siderais.
Partiendo de Pessoa tres poemas
Rafael Kyoga-Berliner
a
Limitada eternidad tenue
inmóvil perfil sereno de áfonos y mansos años
fuente cierta de futuras añoranzas
de honda nostalgia
de una súbita melancolía sofocante
de un inútil mirar vacío hacia atrás
entre silenciosos llantos duros
de nudez absoluta, diáfana y mortuoria
De los conciertos barrocos de ayer
de las páginas leídas
de la dulce compañía de lo que amo y quiero
me llega este fuerte y sólido deseo de un presente inmutado
definitivo presente sordo a invectivas
a polución mental
a bárbaros ruidos disonantes
a incoincidencias
a oxidadas tesituras
Muda voluntad de perenne duración
deseo insólito de que todo transcurra lúcidamente o de una interrupción
armoniosa
sin hiatos
ni soluciones de continuidad
Limitada eternidad tenue
amenazada pero real
leda es la pútrida fuga que se nos depara
—solución de profundo e insondable cansancio, de mortuoria sed,
en silentes jornadas míticas de banderas flébiles—
Mensaje de lentas horas colgadas del tiempo
mensaje que nos llega ya a esta biosfera proteiforme
reproductora estereotipada de una creciente
tentacular
y estratificada capa de protoplasma gris.
VII
b
Ricardo Reis, grande mestre,
sacerdote de Asclepius
médico político, arcade emigrante, iniciado iluminado de Eleusis
Deus antigo reincarnado, Orfeu vivo, clássico platónico amante de Lidias
de louras trancas ideiais
clepsidra medindo a vida
compassada
por si so sonhada
em plácidos eternos retornos
de olímpicos, deuses exilados.
Dispersos
simbólicos y silentes puntos de moho,
perdidos
inmersos
avasallados en el nuevo océano
denso y opaco
de gélido nitrógeno
—parálisis mental, infinito y mediocre torpor,
hibernación controlada, sin despertar virtual—.
Es progresiva esta densa mácula de plasma inútil, difuso y débil que
irrumpe e inunda,
en la clamorosamente vacía y áfona transparencia de las horas sin
horizonte que nos son propuestas
más allá de las fronteras de silentes y embrionarios tropismos difusos y
perdidos
Fugaz y neutra sombra
insegura y reseca
callada inmolación en cenizas calientes
calientes todavía de un rebelde y lejano fuego
—explosión mortuoria y programada de silencios frío y brusco despertar
de siestas
pánico grito de una translúcida imagen
abierta a sueños muertos
Presente
presente apenas
un paisaje de dunas olvidadas
restos deshechos de álgidos y desiertos continente s de memoria muerta.
c
Paréntesis singular de recuerdos sueltos
de perdidas lecturas
—desgarradas franjas de un viejo tejido,
harapiento hoy—
en aislados continentes de memoria gangrenada. con inútiles y pétreas
islas en penumbra difusa
contrapunto del mediocre avance demoledor y turbio
hondo y glauco que nos hunde ya estática presencia de la noche anunciada
Pessoa,
Rosa Navarro Bernal
premonición
inevitable perfil sordo y denso
surgiendo ahora en el horizonte inmediato
con una sinfonía disonante de ruidos lacustres
llegados de la infinita distancia de un continente singular Erectas estatuas
de terciopelo
marchitadas
desteñidas
medio deshechas
pulverizadas
hundiéndose confundidas en el ocre polvo de caminos
[imprecisos, en un fúnebre derrumbar de nuevos mitos muertos
proyectados en la dura
espesa
rugosa muralla de vacíos signos perdidos
desconocidos ya
venidos de un tiempo de palabras pulcras
de llamas cálidas y discretas
de arroyos y lagunas
de brisas y algas
de ledos gestos
de cadenciados y armoniosos tropismos
genésicos
Erectas estatuas de terciopelo
desteñidas, pulverizadas,
hundiéndose entre obeliscos grises como faros exánimes
Pessoa, Rosa Navarro Bernal
ANTHROPOS/127 LABERINTOS
Transcurso por las señas del sentido
DIARIO LÚCIDO EN LA OSCURA NOCHE ACTUAL
E l Libro del desasosiego es un documento impresionante por su
sensibilidad, hondura y capacidad de asumir la realidad histórica: la raíz
negadora de la cultura contemporánea. F. Pessoa tiene la capacidad
estética de introducirnos en el laberinto y dejarnos en él como acto de
misericordia y cordialidad: nos introduce en el sueño y en el sentir, en la
pluralidad de hilos humanos. Sus textos no necesitan comentario.
Seleccionamos éstos como señal de valía intelectual y apertura a uno de
los temas más graves de nuestro momento: la cobardía del intelectual, de
los pro fesionales constructores de la ciudad frente a los declarados y
definidos mandarines. Su silencio es genocidio y exterminio de las
gentes, congelación vital de los cálidos aires del Mediterráneo. Pessoa no
calla; se hace poema múltiple, voz y silencio en el desierto, flor en la
arena, sueño y elevación. Canto de existencia: Diario lúcido y audaz,
atrevimiento y aventura en soledad, marginación interior, queda, eficaz.
«Mi vida, tragedia fracasada bajo el pateo de los dioses y de la que
sólo se ha representado el primer acto.
»Amigos, ninguno. Sólo unos conocidos que creen que simpatizan
conmigo y que tal vez sentirían pena si un tren me pasase por cima y el
entierro fuese un día de lluvia.
»E1 premio natural de mi distanciamiento de la vida ha sido la
incapacidad, que he creado en los demás, de sentir conmigo. En torno a
mí hay una aureola de frialdad, un halo de hielo que repele a los demás.
Todavía no he conseguido no sufrir con mi soledad. Tan difícil es
conseguir esa distinción de espíritu que permite al aislamiento ser un
reposo sin angustia.
»Nunca he concedido crédito a la amistad que me han mostrado,
como no lo habría concedido al amor, si me lo hubiesen mos trado, lo
que, además, sería imposible. Aunque nunca haya tenido ilusiones
respecto a quienes se decían mis amigos, he conseguido siempre sufrir
desilusiones con ellos: tan complejo y sutil es mi destino de sufrir.
»Nunca he dudado que todos me traicionasen; y me he asombrado
siempre que me han traicionado. Cuando llegaba lo que yo esperaba, era
siempre inesperado para mí.
»Como nunca he descubierto en mí cualidades que atrajesen a nadie,
nunca he podido creer que alguien se sintiese atraído por mí. La opinión
sería de una modestia estulta, si hechos sobre hechos —esos inesperados
hechos que yo esperaba— no viniesen a confirmarla siempre.
»No puedo concebir que me estimen por compasión, porque, aunque
sea físicamente desmañado e inaceptable, no tengo ese grado de
encogimiento orgánico con que entrar en la órbita de la compasión ajena,
ni tam poco esa simpatía que la atrae cuando no es patentemente
merecida; y para lo que en mí merece piedad, no puede haberla, porque
nunca hay piedad para los lisiados del espíritu. De modo que he caído en
ese centro de gravedad del desdén ajeno en el que no me inclino hacia la
simpatía de nadie.
«Toda mi vida ha sido querer adaptarme a esto sin sentir en exceso su
crudeza y su abyección.
»Es necesario cierto coraje intelectual para que un individuo
reconozca valerosamente que no pasa de ser un harapo humano, aborto
superviviente, loco todavía fuera de las fronteras de la internabilidad;
pero es preciso todavía más valor de espíritu para, reconocido esto, crear
una adaptación perfecta a su destino, aceptar sin rebeldía, sin resignación,
sin gesto alguno, o esbozo de gesto, la maldición orgánica que me ha
impuesto la Naturaleza. Querer que no sufra con esto es querer
demasiado, porque no cabe en el ser humano al aceptar el mal, viéndolo
bien, llamarle bien; y, aceptándolo como mal, no es posible no sufrir con
él. [...]
»He comprendido que le era imposible a nadie amarme, a no ser que
le faltase del todo el sentido estético; y, entonces, yo le despreciaría por
ello; y que incluso simpatizar conmigo no podía pasar de ser un capricho
de la indiferencia ajena.
»¡Ver claro en nosotros y en cómo nos ven los demás! ¡Ver esta
verdad frente a frente! Y, al final, el grito de Cristo en el Calvario,
cuando vio, frente a frente, su verdad: Señor, Señor, ¿por qué me has
abandonado? [...]
»Uno u otro de nosotros, liberado o maldito, ve de repente —pero
hasta ése raras veces ve— que todo cuanto somos es lo que no somos, que
nos engañamos en lo que es verdadero y no tenemos razón en lo que
concluimos justo. Y ése, que , durante un breve período, ve el universo
desnudo, crea una filosofía, o sueña una religión; y la filosofía se divulga
y la religión se propaga, y los que creen en la filosofía pasan a usarla
como una veste que no ven, y los que creen en la religión pasan a
ponérsela como una máscara de la que se olvidan.»
(F. Pessoa, Libro del desasosiego, Seix Barral, Barcelona, 1986, pp. 195-
196, y 313.)
«El creador del espejo envenenó al alma humana.» Ironía profunda de
la indagación pessoana: la cobardía para asumir la producción, para
enfrentarse con la responsabilidad del mundo que estamos creando,
negación especular de la producción, porque entonces sí habríamos de
cambiar nuestra alma y nuestro sueño, reconocer que depende de
nosotros.
Hoy es claro ya y contundente que el otro es el sentido de nuestra
producción, él es raíz, motivo y valor; pero el otro somos nosotros. He
ahí la tragedia, la contradicción y la paradoja, el veneno definitivo,
mortal. Lo producido en comunión y compañía en el sentir y en el soñar.
Sólo ahí habitan, somos habitantes de nuestros sueños: no hay otra
realidad.
SUPLEMENTOS N.° 4
FERNANDO PESSOA
Breve antología de poemas, prosas y cartas El pensamiento filosófico de
Fernando Pessoa: análisis y textos ti pensamiento de hernando Pessoa:
iiiosoíia y teoría económica Documentación
Próximo número de ANTHROPOS
N.°76 SEPTIEMBRE 1987
Autor M. VÁZQUEZ ABELEDO

Tema monográfico
Astrofísica: historia, pensamiento y datos
128/ ANTHROPOS ANTHROPOS, Revista de Documentación
Científica de la Cultura n.° 74-75 / julio-agosto 1987
INFORMACIÓN BIBLIOGRÁFICA Y
DOCUMENTACIÓN CULTURAL
Bibliografía
temática
DE Y SOBRE
FERNANDO PESSOA
Pessoa: el poeta de los muchos nombres
José Costero
Difícil es asociar la envergadura e importancia de la obra literaria de
Fernando Pessoa con su figura magra y miope, propia de un oscuro
oficinista, que recorría diariamente el mismo itinerario, siempre a las
mismas horas, con el paso algo cansino de un hombre vestido de negro,
con una vieja maleta portátil, que solía acudir a las oficinas de
importación-exportación en demanda de cartas comerciales en inglés para
su traducción. Las apariencias engañaban totalmente. No hay que
asombrarse. La literatura está repleta de casos semejantes. Recuérdese a
Kafka, a Cavafis o a nuestro entrañable Antonio Machado.
Así se ganaba la vida, traduciendo meros textos comerciales, aquel
caballe ro tan metódico, bastante atildado, con redondas lentes,
ceremonioso y un tantico pedante, de aspecto retraído, que frecuentaba
por las tardes los cafés, en tertulia con otros oficinistas, que ignoraban
que era poeta, comía en algún restaurante barato de la Baixa y. al
anochecer, regresaba a su habitación alquilada, en la periferia de la
ciudad, subía una estrecha escalera que olía a madera seca y. ya en su
cuarto, sentándose ante una pequeña mesa, comía un bocadillo,
bebiéndose, sorbo a sorbo, una botella entera de aguardiente, de «bagaco»
de 46 . Y escribía.
Y escribía, lenta y cuidadosamente, una infinidad de papeles que
luego guar daba en un baúl. Se llamaba Fernando Pessoa y era un hombre
consciente de su propia irrealidad e insignificancia en la sociedad que le
había tocado vivir. Y su escritura era como un juego de escisión que le
llevaba a crear desviviéndose, para dar vida a unos personajes que
dejaban de ser ficticios, personajes que surgían de su interioridad, en un
parto doloroso, para cuajar en obra literaria, como única posibilidad de
dar escape a las tensiones dialécticas que impedían al poeta la captación
plena de la realidad por vía racional.
Estaba obsesionado por saber quién era y por saber si los otros no
eran asimismo su yo en variación de perspectivas. ¿De dónde procedía
esta capacidad de desdoblamiento, de creación de otras personalidades
que necesitaban ser completamente asumidas? Fue conscientemente
contradictorio y no pretendía proyectar un mensaje unívoco, sino que
jugaba con máscaras diversas para evitar, en todo momento, en un
ocultamiento irónico y siempre lúcido, sus pensamientos reales.
Su sutil malabarismo de heterónimos, de diversificación y
encantamiento, logra seducir a quien se acerca a él. Fue Pessoa un
rastreador sarcástico de sus propias impresiones, un amante de lo
impreciso y de los vestigios. Afirmó que quien escribe un libro lo hace
para mentirse a sí mismo y para traicionar su propia teoría. «Yo no soy
pesimista, soy triste», dijo en cierta ocasión, y confesaba ser una persona
para quien el mundo exterior era más bien una realidad interior y esta
percepción la experimentaba no de forma metafísica, sino con los
sentidos usuales. Sentía el tedio como una sensación física de caos y
consideraba que el que padecía la estrechez de la vida, podía sentirse
prisionero en una celda grande, pero al que le dominaba el tedio era un
preso en libertad ordinaria en una celda infinita.
Las sombras
«De tanto pelear con las sombras, yo mismo me he convertido en
sombra.» Forzado a vivir imaginando se pierde la facultad de configurar
lo tangible. Viviendo mentalmente lo que no existe, se acaba por no poder
imaginar lo que puede haber. Dijo que se sentía mosca cuando se
comparaba con una mosca. Su identificación era tal que incluso se dormía
creyéndose ese insecto. Incomprensibles para cualquier mente racional,
tales ejercicios mentales. Sucede que al persistir en vivir lo abstracto, se
quede uno indefenso y, contra el propio sentimiento o voluntad, se
transformen en fantasmales las cosas más inmediatas.
Tenía la capacidad especial de sentir al mismo tiempo sensaciones
distintas, de vivir —simultáneamente— por fuera, y por dentro,
sintiéndolas, las vidas de distintas criaturas. Contemplaba con parsimonia
el espectáculo del mundo, el flujo y reflujo de la mutación de los hechos,
convenciéndose cada vez más del oropel y falso valimiento de la mayoría
de las realidades.
«Mis hábitos son los de la soledad.» Y ese aislamiento total y
voluntario le modeló a su imagen y semejanza. El tedio y la tristeza
fueron inseparables compañeras suyas en tantos y tantos días. Quizás por
eso deseaba ser otra persona. La ficción es un hilo delgado y no se oculta
que el mayor propósito del escritor era testimoniar los estados de ánimo,
las asociaciones, las crisis, que le resultaba insoportable a su propia
lucidez. Era su caparazón, su autodefensa, el medio o actitud que le
distanciaba del dolor, de la opresión de su sensibilidad.
Fue un hombre que sintió en lo más hondo la inutilidad de la vida. Ver, re
II
BIBLIOGRAFÍA TEMÁTICA
cordar, olvidar: escribir. Todo eso se confundía con los ruidos de la
existencia externa, procedentes de la calle y de las gentes. Le perturbaba
tener que verse con alguien, acudir a un acto público, a un hospital, a un
entierro, a la estación... Estaba intranquilo desde la misma víspera y
dormía mal. Hablar directamente con otra persona podía producirle
incluso vértigo y era incapaz de sostener una conversación fluida. A solas
sí, a solas era capaz de idear frases y respuestas rápidas y brillantes. Sólo
sus conversaciones con unos amigos espectrales tenían para él
autenticidad y en ellas estaba presente el espíritu, como una imagen en un
espejo.
Los heterónimos
La cuestión de los heterónimos se convirtió en el núcleo central de la
exégesis pessoana. Reconocía que su origen residía en la histeria anidada
en sí mismo. No sólo las ideas y los sentimientos eran diferentes a los
suyos, sino que cada personaje era creado totalmente distinto, y no sólo
diferentemente pensado: «Sufro de no sufrir, de no saber sufrir. ¿Vivo o
finjo que vivo? ¿Duermo o estoy despierto?».
Son los heterónimos sus máscaras poéticas, no olvidemos que pessoa
significa máscara en portugués. Cada heterónimo es una individualidad
que debe ser considerada distinta del propio autor y a cada una le inventa
biografía y rango propio. Es un desdoblamiento de la personalidad que
obligaba al poeta a crear el nombre de su contra-yo, de dotarle de un
perfil físico, unos antecedentes humanos, un horóscopo. Pensar hasta el
máximo la existencia del heterónimo en un proceso dramático e
imaginativo inigualable. Sentir, en todo instante, la necesidad de
escindirse.
Y de un tal Fernando Pessoa surge Ricardo Reis, un poeta arcádico,
epicúreo, cuidadoso de la forma: «Poco los dioses nos dan, y ese poco es
falso. Empero si lo dan, por falso que sea, la dádiva es verdadera. La
acepto. Cierro los ojos: basta.¿Qué más quiero?».
Y Alvaro de Campos, futurista, ingeniero, que rinde culto a la
máquina y al despliegue técnico, con un fondo de escepticismo
dionisiaco: «Comienzo a conocerme. No existo».
Y Alberto Caeiro, el maestro de los anteriores, que aborda la
consciencia del absurdo desde la negación de toda metafísica: «No tengo
ambiciones ni deseos. Ser poeta no es una ambición mía. Es mi manera
de estar solo».
La disolución del yo
A sólo dos años del centenario de su nacimiento y recién cumplido el
50 aniversario de su muerte, buena ocasión es para acometer un estudio
en profundidad de su opus creativo. Por de pronto, Pessoa es un autor casi
inagotable. Se asegura que existe un arcón con más de veinte mil
documentos inéditos que dejó al morir. Textos y documentos, algunos
escritos a lápiz, guardados en sobres. En esta aproximación apasionada,
casi exacerbada diríamos, que parece haberse desatado últimamente en
torno al quehacer y proyeccción pessoana, tras tantos años de completo
olvido, una saturación de ensayos complacientes y de ciego y absoluto
culto puede resultar tan nociva como el silencio total.
Fernando Antonio Nogueira Pessoa nació en Lisboa, en 1888.
Quedóse huérfano de padre a los cuatro años, y con su madre, al volverse
ésta a casar con el cónsul portugués de Durban (África del Sur), fueron a
residir en aquel país, donde el niño estudia y empieza a escribir, apenas
un adolescente, poesía en inglés, hasta que en 1905, con 17 años de edad,
regresa a su Lisboa natal. Tres años más tarde, en 1908, ya colaboraba
con artículos en lengua portuguesa en algunas revistas literarias.
Ya no se movió de Lisboa, hasta su muerte, a los 47 años, de un cólico
hepático, en un hospital de su ciudad. Aparte de haber escrito
infatigablemente, creíase de verdad que poseía facultades de médium e
incluso pensó en establecerse como astrólogo. Pese a sus innumerables
manuscritos, el único libro que publicó en vida fue Mensagem, editado en
1934, un año antes de su fallecimiento, con el hígado quemado por tanto
aguardiente. Se sabe también que rehusó ser catedrático de literatura
inglesa de la Universidad de Coimbra, porque prefería la libertad de un
trabajo transitorio, que le ocupara unas horas a la semana, e incluso no
quiso casarse, festejando largos años, sin decidirse a matrimoniar, para
no perder su independencia.
Fernando Pessoa nace y muere encuadrado en una época que se
caracterizó por la transgresión total de la vida cultural y la renovación de
los esquemas costumbristas. Vivió inmerso en el vanguardismo y en el
futurismo de un Portugal agrario y tradicional que buscaba con dificultad
su modernidad. En su obra se concita una contradicción típica mente
pessoana: la de un gnosticismo conservador. Fue vastago de un período
ambivalente, en un contexto político-social de inseguridad y de transición
que hace aflorar una personalidad fragmentada.
La identidad no es más que una configuración azarosa, que cambia de
hoy para mañana, y Pessoa se internaba continuamente en una arriscada
aventura: la negación de la personalidad, la disolución del yo. Los
heterónimos no solamente eran una invención literaria; eran también una
necesidad psicológica. Cada afirmación del poeta está erosionada por una
floración de negaciones e iluminada por un haz de sutilezas. Es una
asimilación del mundo a través del ánimo, cambiante y múltiple. Cada
cosa y cada hombre es lo que es y, al mismo tiempo, lo que
infinitivamente podría ser. Nunca somos de la misma manera. La única
felicidad podría estar en la inconsciencia, pero ésta es imposible. Y este
caballero extraño, enigmático, que fue Pessoa, que deambulaba por las
calles de una Lisboa provinciana y querida, desazonado y esperanzado,
soportando las obstinadas lloviznas, era un hombre que intentaba no
sentir el palpito de lo real, no tocar las cosas concretas, ya que cualquier
sensación de vida real le era sumamente dolorosa. Aunque esto
representara acrecentar su soledad. Víctima de la inanidad, en esa
percepción agudísima del tiempo y del espacio que tuvo el poeta, sufría
una lúcida agonía que reflejaba, al desnudo, la fugacidad de todo y su
incapacidad de amar: «El poeta es un fingidor. / Finge tan completamente
/ que hasta finge que es dolor / el dolor que en verdad siente».
Persiguió más el gesto que la realidad que lo produce. Se sentía
atravesado por una conciencia impersonalizada, y los tres poetas
imaginados, junto con su creador, el oficinista de la Rúa dos Douradores,
engendrándose a sí mismo, y en sí mismo, incidían y se interrelacionaban
en los planteamientos filosóficos, distinguiéndose por el estilo y la
actitud con que se enfrentaban cada uno con la realidad circundante.
Fernando Pessoa es un poeta insólito, críptico, que desconcierta hasta
que uno penetra en la esencia de su quehacer, vertebrado en secretas
iluminaciones. Lector de Poe, de Shelley, de Byron, de Milton, este
hombre de aire melancólico, de sonrisa silenciosa, entre la ironía y el
misterio, obsesionado por la astronomía y el ocultismo, es, en definitiva,
uno de los grandes del modernismo europeo.
BIBLIOGRAFÍA
TEMÁTICA III
Notas adyacentes sobre el «caso Pessoa»
Rafael Kyoga-Berliner
La riqueza y la profundidad de los diversos textos que constituyen el
sumario del presente número especial dedicado a Fernando Pessoa, nos
permiten esta incursión en tono menor, de reducida densidad
metodológica y crítica, incidiendo, preferentemente, sobre temas
secundarios o, por lo menos, no esenciales.
I
Una lectura exhaustiva y lúcidamente atenta de la obra de Fernando
Pessoa —y de sus heterónimos— revela al estudioso que son difusos los
límites y contornos, formales o de fondo, de la programación onomástica
diversificada; en Pessoa, en Caeiro, en Campos y en Reís hay inevitables
espacios de coincidencia, evidentes interpenetraciones e intersecciones
permitiendo que se atenúe así, a nuestro juicio, una dificultad exegética
resultante de la tradicional compartimentación reductora y aislante de los
distintos subconjuntos del poeta. La preocupación de Pessoa en crear sus
heterónimos, con sus curiosas biografías burocráticas y psicológicas,
ilustra la extremada y refinada sensibilidad suya, casi enfermiza,
diríamos, a los matices mentales y de visión del mundo que coexisten en
el cotidiano de un mismo individuo. Construcción aleatoria, candida;
artificio que no conduce a separadas cristalizaciones críticas toda vez que
permanece, a medida que se profundiza en el conocimiento de lo que,
tanto bajo su nombre como en el de sus heterónimos, la noción precisa de
una ejemplar y compleja unidad de concepción y de formulación.
II
Hace precisamente treinta años que fueron editados, en España, los
Poemas de Alberto Caeiro; cinco años después de esta primera muestra
en versión de Ángel Crespo, se publicaba, en Barcelona, en versión de
Rafael Santos Torroella, una antología intitulada Poemas escogidos y, en
1978, la Antología de Alvaro de Campos en edición de José Antonio
Llardent. Estas viejas emergencias editoriales con las que se proponía al
público español material literario para el conocimiento de un gran poeta,
pasaron casi desapercibidas en el vacío cultural de la época —me refiero,
sobre todo, al momento comprendido entre 1957 y 1972, particularmente
caracterizado por una total ausencia de sensibilidad y disponibilidad
específicas hacia el universo poético de Pessoa—. Sólo treinta años
después de la primera versión española de los Poemas de Alberto Caeiro
podemos hablar de una notable receptividad al mundo mental, psíquico y
quizás formal también de Fernando Pessoa. Cambios acaecidos a nivel
socioeconómico, mutaciones culturales verdaderamente significativas, y
una modificación intelectual y de sensibilidad afectando a franjas
estadísticamente importantes de la inteligencia española y del limitado
pero existente público consumidor de poesía hicieron que fuera el pasado
año el tiempo de una explosión estelar de Pessoa en el espacio cultural
español. Se recibe y entiende a Pessoa, toda vez que a un tiempo de
marcada «orienta
ALIANZA
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124
CornellWoolrich
En el crepúsculo
1242
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El dinamitero
1244
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1245
Alejo Carpentier
Ese músico que llevo dentro
Prólogo Je Eduardo Rincón
1251
EdwardPeters
La tortura
1252
José Deleito
La mala vida en la España de Felipe IV
1253
J.D.Salinger
FrannyyZooey
Alianza
Tres
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Prólogo de Ana Suárez Miramón 192
Thomas Bernhard Relatos
193
Nadine Gordimer
Hay algo ahí fuera
194
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490"*^^^"**^
Vilfredo Párete
Escritos sociológicos Selección de María Luz Moran
491
GaryBecker
Tratado sobre la familia 494
AlbertSoboul
Los sans-culottes.
Movimiento popular y gobierno revolucionario
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Estadística. Modelos
y métodos
2. Modelos lineales y series temporales
114
Sergio Scalise
Morfología generativa
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ción» emocional, a nivel político e ideológico, se siguió un tiempo de
más amplia y evidente apertura hacia formas de pensamiento menos
viscerales, instintivas o programáticas. De la creciente extensión de un
espacio cultural más abierto, estadísticamente menos engagé, resulta una
mayor y más comprensiva disponibilidad hacia una poesía de sobria y
diáfana meditación existencial; ideológicamente antidiscursiva, prototipo
de un inteligente, plácido e inexorable modernismo europeo llevado a
extremos de prosaica y definitiva serenidad de inventario fundamental, en
las antípodas de la galaxia variopinta de los discursos y mensajes
emocionalmente comprometidos, de vocación redentora, y a menudo
ridiculamente apasionados. Es otro el universo de Fernando Pessoa, por
lo que sólo recientemente se le abrieron nuevas y extensas franjas
sociales e intelectuales ávida s de una plácida, fría y ejemplar capacidad
para un balance cotidiano, sencillo en apariencia, pero denso y profundo;
radicalmente lúcido.
sancio generalizado, un desencanto creciente, el descubrimiento día a día
más evidente de que efectiva desalienación y calendas griegas coincidirán
en un tiempo mental esencialmente mítico, hacen que se incremente la
receptividad, hoy considerable, a la obra seria de Fernando Pessoa.
V
Mi primer contacto con la poesía de Pessoa data de la atenta y
sorprendida lectura que de algunos poemas suyos hice en París, a final de
los años cincuenta, gracias a una traducción cuidada de mi amigo Armand
Guibert. Me surgió, súbitamente, el universo escéptico, sencillo,
desapasionado y antiemocional de Pessoa, cogiéndome en un momento de
mi trayectoria en que me fue fácil rechazar, como terriblemente extraño,
el cuerpo intelectual y formal de aquella muestra de su obra. El
transcurso del tiempo me llevó, después, a una creciente coincidencia con
el universo poético de Pessoa.
III
VI soa fue copiando uno a uno los poemas del heterónimo Caeiro. El
hecho de que utilizara cuatro tintas diferentes, efectivamente, desmitifica
la gesta triunfal de marzo, pero mayor trascendencia crítica poseen las
muchas correcciones que el poeta realizó sobre la primera versión y que
fueron despreciadas por su primer editor, Luís de Montalvor. Un ejemplo:
donde, en el poema VI, se leía desde siempre: «E Deus amar-nos-á
fazendo de nos I Belos como as árvores e os regatos», a partir del
manuscrito, haciendo caso de las correcciones del puño y letra del autor,
deberemos leer: «E Deus amar-nos-á fazendo de nos I Nos, como as
árvores sao árvores I E, como os regatos sao regatos».
Este cuaderno había desaparecido de entre los papeles de Montalvor
tras su súbita muerte en 1947. Y hasta la presente edición facsimilada ha
permanecido oculto, indiferente su poseedor ilegítimo a la fama universal
que había alcanzado el creador de los heterónimos. Atento tan sólo a un
hecho: la desaparición a los 50 años de los derechos de autor. ¿Quedan
todavía otros manuscritos inéditos? Pues es posible.
«Y el hombre se calló mirando hacia el poniente / pero ¿qué le imorta
el poniente a quien odia y ama?» El sistemático alejamiento de Pessoa de
espacios mentales dominados por la o las emociones, es uno de los
aspectos fundamentales de toda su obra (inclusive en momentos en que
parece el poeta transigir con algún comportamiento mental telúricamente
instintivo, pagano o menos serenamente panteísta —panteísmo de
integración vital, y no de concepción teísta...—).
IV Tal tipo de coincidencia, que constatamos se generaliza —es de
ella sintomática la ya aludida «explosión estelar» del conocimiento de su
obra aquí en España—, es más de actitud mental y de libertad psíquica
relativamente a yugos ideológicos eminentemente emocionales, que de
identificación de vivencias o de formulaciones precisas, a nivel cotidiano,
entre los lectores del poeta y el contenido efectivo de sus poemas. Esa es,
también, una razón plausible para este largo y hondo movimiento de
adhesión a la obra de Pessoa.
«¿Qué me importan a mí los hombres / y lo que sufren o suponen que
sufren? / Sed como yo; no sufriréis.» Semejantes versos, que además de
corresponder a una efectiva actitud general —jamás confesada, es
evidente— corresponden, también, a la opción verdadera que se esconde
bajo discursos ideológicos de distintos signos y que sólo la dosis
emocional y posromántica puede hacer pasar por honestos programas de
salvación material y de redención cívica si no ética, semejantes versos,
decía, no podían sino «justificar» la desconfianza de las derechas, el
rechazo de algunos sectores conservadores, y el silencio de las
izquierdas: unos y otros espacios del abanico político portugués
desconocieron, así, a Pessoa, durante decenios. Un canPESSOA, Fernando
O manuscrito de O Guardador de Rebanhos de Alberto Caeiro Edigáo
facsimilada, Apresentagáo e texto crítico de Ivo Castro, Pub. Dom
Quixote, Lisboa, 1986, 172 pp.
Había nacido Alberto Caeiro en el alma de su creador un día de marzo
de 1914 —según nos cuenta éste en carta de 1935—, día triunfal en el
que, en pie, escribió de un tirón los poemas de O Guardador de
Rebanhos. No es esta, sin embargo, la creencia crítica más importante
que queda en entredicho tras la publicación —¡50 años después de su
muerte!— del cuaderno en el que Pes
Clemente Casín
PESSOA, Fernando
Una sola Moltitudine
A cura di Antonio Tabucchi, 2 vols., Adelphi Edizioni, Milán, 1979 y
1984, 445 y 256 pp.
«Hay, a veces, algo excesivo en la biografía de este portugués que con
el paso de los años corre el riesgo de llegar a ser uno de los más
importantes poetas del siglo XX»; con estas palabras el profesor y
novelista italiano Antonio Tabucchi presenta la figura de Fernando
Pessoa a sus compatriotas. Y para descubrirles ese «algo excesivo» que
hay en Pessoa ha preparado dos volúmenes con sus traducciones,
precedidas por un prólogo en el que sitúa al lisboeta en su contexto
europeo, un censo de heterónimos —16 personajes ficticios en total— y
una bibliografía comentada.
El modo de organizar la variopinta obra pessoana posee cierta
singularidad: rechazando el criterio al uso de situar en compartimentos
estancos prosa y poesía, Tabucchi prefiere dar una visión completa de
cada uno de los heterónimos, y selecciona para ello lo má representativo
de cada personalidad lírica, ya sea prosa o verso. Por ejemplo, de Alvaro
de Campos traduce algunos fragmentos críticos, dos cartas, sus poemas
BIBLIOGRAFÍA
TEMÁTICA v
y el «Ultimátum»; proporcionando de esta forma una imagen global
del heterónimo.
Así suena Pessoa en italiano: «II poeta é un fingitore. I Finge cosí
completamente I che arriva a fingiré che é dolare í il dolore che davvero
senté».
Clemente Casín
BLANCO, José
Fernando Pessoa. Esbozo de urna bibliografía
Imprensa Nacional / C.E. Pessoanos, Lisboa, 1983, 476 pp.
Un total de 132 textos en prosa y 286 poemas —de los cuales 229
están escritos en portugués. 54 en inglés y 3 en francés— publicó
Fernando Pessoa en vida. Las publicaciones postumas se cuentan ya por
centenas. La bibliografía pasiva es laberíntica. Pessoa no dejó obras
cerradas, sino centenares de poemas y miles de fragmentos sueltos, que
los editores e investigadores posteriores han ido dando a la publicidad
con los más variados criterios y en los más diversos lugares. Una
verdadera diáspora textual que —tal vez— adopte también un carácter
radicalmente pessoano. Tan radical —parece— como el anarquismo del
barquero en aquel famoso cuento.
Como cualquier navegación difícil, la travesía por el océano literario
de Pessoa exige un cúmulo de instrumentos d precisión que orienten y
encaminen los pasos de quien se aventure a adentrarse en él. Y. para este
menester, el exhaustivo —a pesar del modesto «esbozo» del título—
repertorio bibliográfico de Blanco es sin duda la herramienta de mayor
utilidad. En él se encuentra detallado, por una parte, todo cuanto se puede
leer de Pessoa en papeles impresos, sea cual sea la época o el lugar de
aparición: por otra parte, el libro contiene una amplia guía de la
bibliografía pasiva seleccionada temáticamente, hecho éste de capital
importancia en un autor que en un escaso período de tiempo ha merecido
ingentes cantidades de escritos exegéticos.
Clemente Casín
SIMÓES, Joáo Gaspar
Vida e Obra de Fernando Pessoa. Historia de urna Geracáo
Liv. Bertrand, Lisboa, 1980, 736 pp.
Tal vez sea este el libro más admirado y discutido al mismo tiempo
de todo lo que se ha escrito sobre el poeta de Mensagem. Admirado
porque ya en 1954 —su primera edición— aportaba un conjunto
documental sobre la generación de Orpheu exhaustivo. Discutido porque
toda esa ingente investigación biográfica fue utilizada por Simóes para
explicar algunos aspectos de la poesía y el caráter de Pessoa de un modo
ciertamente parcial.
Actualmente, para una lectura correcta de la Vida e Obra es
conveniente distinguir ambas facetas: por una parte, en lo que se refiere a
las cuestiones de historia literaria, el estudio ofrece aportaciones de gran
riqueza; por otra parte toda la vertiente interpretativa ha sido puesta en
causa en múltiples ocasiones por la crítica posterior, y no es prudente
soslayarlo.
Muchos de los tópicos que circulan oralmente sobre la vida de Pessoa
—la pobreza, el malditismo...— y no siempre son exactos, tienen su
origen en las páginas de este libro. En ellas Gaspar Simóes recorre el
itinerario vital de Pessoa, desde el nacimiento lisboeta hasta el instante
de su muerte. Por cierto, según las anotaciones del biógrafo, las últimas
palabras pronunciadas por Pessoa fueron un escalofriante «Déme las
gafas»; un gesto antirromántico hasta en el suspiro final.
Clemente Casín
CENTENO, Yvette K.
Fernando Pessoa e a filosofía hermética
Ed. Presenga, Lisboa, 1985, 82 pp.
Ya había dedicado Y.K. Centeno algunos estudios de interés a
desvelar las claves herméticas de Fernando Pessoa en un libro firmado al
alimón con Stephen Reckert (F.P. Tempo, solidáo, hermetismo, 1978), así
como otros artículos posteriores recogidos en F.P. O amor, a morte, a
iniciaqáo, 1985. Sin embargo, es en el prólogo de esta antología donde
expone de una manera más completa, primero, las fuentes herméticas del
poeta —para ello se basa la profesora Centeno en un examen de la
biblioteca de Pessoa—, y, segundo, del análisis de los principales
símbolos utilizados por éste.
LOUIS-FERDINANI)
CE
II NE
MUERTE A CRÉDITO Louis Fertlmand Colme
De un castillo a otro Norte
Muerte a crédito

Editorial Lumen
Completa el volumen una amplia selección de fragmentos inéditos
dedicados a estos temas, y ordenados en cuatro apartados: «El Camino de
la Serpiente», «Subsuelo», «Atrio» y, finalmente, un curioso «Ensayo
sobre la Iniciación», en el que no es difícil encontrar —mezclados con la
preocupación hermética— nociones de su singular poética: «Supongamos
—dice uno de los fragmentos de Pessoa— que el escribir gran poesía es
el fin de la iniciación. El grado de Neófito será la adquisición de los
elementos culturales con que el poeta ha de tratar al escribir poesía y que
son, grado a grado y en lo que parece una analogía exacta: 0) gramática,
1) cultura general, 2) cultura literaria particular, 3)... —incompleto— El
grado de Adepto será, siguiendo la misma analogía, 5) el escribir poesía
lírica simple como en un poema lírico común. 6) el escribir poesía lírica
compleja como en... 7) el escribir poesía lírica ordenada o filosófica
como en la oda. El grado de Maestro será, de la misma manera: 8) el
escribir poesía épica, 9) el escribir poesía dramática, 10) la fusión de todo
tipo de poesía, lírica, épica, y dramátic a en algo superior a todas ellas»
Clemente Casín
PRADO COELHO, Jacinto do
Diversidade e Unidade em Fernando Pessoa
Ed. Verbo, Lisboa, 1982, 268 pp.
Este libro es un clásico de la bibliografía pasiva pessoana, todavía
hoy, indispensable. Cuando apareció su primera edición en 1949, Pessoa
había sido objeto, desde su muerte, de un centenar de artículos, al margen
siempre de las instituciones académicas y escritos sobre todo con un
escaso aliento integrador de todos los pessoas que se iban conociendo
entonces. Diversidade e Unidade vino a satisfacer, por vez primera,
ambas carencias. Despreciando las posibles interpretaciones biográficas
para desentrañar la complejidad literaria pessoana, que tanto furor harían
a partir del libro de Gaspar Simóes, Prado Coelho intentó explicar la obra
heterónima desde dentro, desde la obra misma: «adopté un método que
me parece más ventajoso que otros: el de la crítica inmanente (motivos,
formas), más descriptiva que explicativa». Bajo esta perspectiva—
temática y estilística— analiza una a una las caras de ese poliedro que es
la personalidad lírica de este poeta, para después ensayar una visión única
donde se conjugan las diferencias.
Prado Coelho ha ido corrigiendo y ampliando el libro en las sucesivas
ediciones; asimismo ha añadido un apéndice bibliográfico y unas notas
críticas de otros ensayos sobre Pessoa posteriores al suyo, todo ello de
enorme utilidad.
Clemente Casín
ANTUNES, A.
Saudade e profetismo em Pessoa Braga, Faculdade de Filosofía, 1983
El saudo-matriarcalismo galaico-portugués
El libro del Prof. A. Antunes trata de reconstruir la sauade adherente
a la obra del poeía F. Pessoa en las dos vertientes de una saudade
reconciliadora del pasado (saudade como amor ausente) y del futuro
(profetismo). Tras exponer la dialéctica de la saudade como «presencia
de una ausencia» y, así, como ser y no-ser, el autor redefine con Pascoaes
al propio espíritu como «el estado saudoso de la materia». Y aquí ubica el
propio espíritu de la obra de Pessoa como dis-locado, disolutivo y
disuelto en un «presente alargado y circular»: un tiempo sin ser
(ontología negativa), un presente absoluto y abierto (todo y nada)
«envolvedor» de una fusión de elementos opuestos. Nostalgia del
MarMadre, reversión temporal, alejamient o como acercamiento —
podríamos decir nosotros con Camóes. El «sentimiento oceánico» de la
Saudade es nostalgia de un «paraíso perdido»: la saudade como soledad
consigo mismo cual correlato de la abrigadora Madre ausente (véase el
trabajo de Rof Carballo en el libro de conjunto sobre el tema intitulado
La Saudade, Ed. Galaxia, 1953).
La Saudade galaico-portuguesa —esa especie de «morriña» o «estar-
larri» ontológico— remite así a un concepto psicofilosófico fundamental:
el de «inadecuación». Mientras que la verdad clásica se autodefine como
adecuación de hombre y mundo, la verdad céltico-portuguesa de tipo
saudoso expresa una inadecuación entre el hombre ensoñador y un mundo
vacuo u hostil, es decir, una inconformidad, desajuste o desnivel entre la
realidad y la surrealidad del sujeto queriente. De aquí nace una «nostalgia
de lo imposible», compresente en los «fados» y «fadas», así como un
anhelo de «fraternidade» y un deseo de fusión: como afirma e implora
Pessoa a la Noite (Noche), suprema desdiferenciadora, «Vem, la no fundo
I e desfolhame para teu agrado. I Vem, e embala-nos».
Podría entonces decirse que la Saudade es un sentimiento matriarcal-
femenino. En efecto, frente al deseo típicamente masculino-activo de
amar-a, el regessivo sentimiento saudoso es pasivo ser-amado por el/lo
Deseado: el arquetipo de la Madre (personificado o como naturaleza), es
el auténtico sujeto o «querer queriente» de alguien que se siente así
«atrapado» por una virtualidad cuasi mágica (inobjetivable, diluida):
«Restam-nos hoje, no silencio, hostil, I O mar universal e a saudade»
(Pessoa).
La conclusión, que deberemos profundizar en otra ocasión, es obvia:
puédese hablar, sin lugar a dudas, de un saudo-matriarcalismo portugués,
es decir, de un matriarcalismo saudoso.
Andrés Ortiz-Osés
QUADROS, Antonio
Fernando Pessoa
Ed. Arcadia, Lisboa, 1960, 301 pp., Col. A Obra e O Homem, 3
Alienta el libro de Antonio Quadros la intención divulgativa de la
figura del poeta: contiene una correcta presentación biográfica y un
somero repaso por las diversas facetas de su obra. Ambas tareas las
realiza Quadros mediante una continua referencia a textos de Pessoa, lo
que permite, en una primera aproximación, entrar ya en contacto con la
escritura original del poeta. Más que una monografía al uso parece una
antología de textos comentada.
Clemente Casín
VV.AA.
Fernando Pessoa. Poete Pluriel Centre Georges Pompidou et Editions de
la Différence, París, 1985
Que Fernando Pessoa está de moda es un hecho. Hoy se habla, se
escribe, se realizan programas de televisión y exposiciones monográficas
sobre su figura y su obra por todas partes. Sólo hace falta ojear la revista
Persona del Centro de Estudios Pessoanos, y nos daremos cuenta de la
gran cantidad de países que, de una u otra forma (desde las antologías
más sencillas a las obras de erudicción más avanzadas), conocen alguna
de sus facetas, tales como: ocultismo, filosofía, sociología, astronomía.
BIBLIOGRAFÍA
TEMÁTICA Vil
teoría política, crítica literaria y creación poética. Fernando Pessoa.
Poete Pluriel es ante todo un libro singular: un librocatálogo-homenaje,
que simboliza el resultado final de la exposición que en torno a Pessoa
tuvo lugar, con inolvidable éxito, en el Centro Georges Pompidou de
París. Todo un éxito también el que para la publicación de este libro
hayan colaborado el Ministerio de Asuntos Extranjeros, el Ministerio de
Cultura de Portugal y el Fondo Internacional para la Promoción de la
Cultura de la Unesco. La dirección y coordinación del volumen corren a
cargo de Philippe Arbaizar. que además colabora con un sugestivo escrito
titulado «A la recontre des fantómes...». en el que tras disertar sobre
diversas peculiaridades heteronímicas en Caeiro. Campos y Reis.
sentencia que la obra entera de Pessoa supone la perpetuidad de un cielo
poético para la literatura de todos los tiempos. Mas nuestro libro-
catálogo-homenaje se estructura en ocho interesantes apartados,
introducidos por una carta de Jorge Luis Borges a Fernando Pessoa que.
como ya se ha escrito en alguna parte es «una falha inevitável». Sin
embargo, es necesario destacar el texto «Futurisme et modernisme au
Portugal» de Fierre Rivas. que es una acertadísima visión de las
vanguardias literarias portuguesas en vida de Pessoa. Y cómo no.
subrayamos el trabajo de uno de los mejores conocedores, en España, de
la obra de Pessoa: nos referimos a Ángel Crespo y a su artículo
«Hétéronymie et néopaganisme». que el acreditado lector puede leer en el
original castellano, bajo el título «Los poetas heterónimos y el
neopaganismo portugués de Fernando Pessoa». publicado posteriormente
en el número 425 de la revista Cuadernos Hispanoamericanos, que
también homenajeaba a Pessoa. No obstante, para el leyente español, una
de las curiosidades de F. P. Poete Pluriel es la antología poética de
Pessoa en lengua francesa, seleccionada y traducida por Armand Guibert.
que además de ser uno de los mejores conocedores, en Francia, de la obra
de Pessoa. también es el autor de la primera traducción pessoana editada
fuera de Portugal en 1955, concretamente Burean de Tabac et autres
poémes. Finalmente, la última parte de este esmerado libro nos ofrece una
selección bibliográfica extensísima de José Blanco, interesante para el
investigador que quiera saber qué se piensa y qué se escribe de Pessoa al
otro lado de los Pirineos.
/osé M. Giben Cardona
PERRONE-MOISÉS, L.
Fernando Pessoa. Aquém do eu, além do outro
Martins Fontes Editora, Sao Paulo, Brasil, 1982
La mejor prosa de
La crítica especializada se ha ocupado ya de este pequeño, pero
sustancioso libro de Leyla Perrone-Moisés, y alabarlo como «um dos
poucos livros fundamentáis» sobre Pessoa. La obra está dedicada a la
memoria de Casáis Monteiro y a sus cercanos familiares. No en vano la
autora fue su alumna y sabe cuánto hizo Casáis Monteiro por Pessoa.
Leyla P. Moisés nos explica en la introducción cómo «descubrió» al
hombre y al poeta, y la «presencia» de la poesía de Pessoa. Por ello nos
dice que todo trabajo sobre Pessoa «e una indagac,áo sobre a identidade».
La estructura del libro es simple, cuatro apartados más o menos iguales y
de vital interés progresivo. En el primero, «Pessoa ninguém?», Leyla P.
Moisés se pregunta y nos cuestiona también a nosotros, sobre la
personalidad de Pessoa. ¿Quién es? ¿Cuántos hay?... Originalmente, este
capítulo se publicó en francés en la revista Tel Quel número 60 (París,
Seuil, 1974) bajo el mismo título inquietante: «Pessoa personne?». La
discusión está al alcance del lector. La gran tentación pessoana es dejarse
engañar por su propia duplicidad. El «estar» pasajero y sucesivo y el
«ser» ontológico. Pessoa en portugués quiere decir «persona», pero...
¿cuál es —o cuáles son— su/s identidad/es?, ¿las tiene verdaderamente?,
¿o se trata de un juego, de un continuo intercambio de máscaras? ¿Será
que su constante fingimiento define su propio drama heteronímico y
viceversa? Leyla P. Moisés esribe: «O reconhecimento de sua falta de ser,
por Pessoa "ele mesmo", é o resultado da experiencia de poeta como náo-
sujeito —aquele que, ao escrever, se rasura e, exibindose, suprime-se». Y
más adelante: «O Vácuo-Pessoa revela-se, assim, com um Excesso-
Pessoa». En el segundo apartado, «O Genio Desqualificado», nos
encontramos con una visión indagadora de Pessoa, cubierta por la lectura
de Walter Bejamin. En la obra de Pessoa hay una reflexión sobre la
condición natural del genio, ese ir más allá de la aptitud y del talento, una
especulación que pasa de la concepción romántica a la originalidad
moderna. Pero Pessoa parece descalabrar y desacreditar su propio
«Genio» y experimentar así su propia frustración de artista que se siente
descalificado. Aunque como dice nuestra autora: «Pessoa definiu-se
claramente pela
FERNANDO PESSOA
EL LIBRO DEL DESASOSIEGO DE
BERNARDO SOARES
(7 ediciones)
(7 ediciones)

EL REGRESO
DF I (R DIÍRF1!
L/L Lvv UlvwLw
Traducción, organización, introducción y notas de ÁNGEL CRESPO
Ambos libros en
Seix Barral Biblioteca Breve VIII BIBLIOGRAFÍA TEMÁTICA
ac,áo indireta, específica do artista, e aceitou a "desqualificagáo"
social inerente a ela». Y se pregunta: «Para que dizer que Pessoa foi un
Genio?». Es verdad que no se puede discutir lo que es obvio. Con el tercer
apartado, «O Vácuo-Pessoa», llegamos al eterno laberinto pessoano. No
se trata de ver solamente la revolución formal de la obra pessoana.
Hemos de descubrir lo insólito, su particular maestría cuando manipula
los diferentes recursos lingüísticos del idioma portugués. Hemos de
indagar lo extraño, lo raro, lo oculto. Por esto Leyla P. Moisés nos habla
de: «A brecha do inconsciente»; «O sujeito como significante vazio»; «O
desejo como falta-de-ser (manque-á-étre)»; «O sujeito como ficqáo»; «A
ficgáo heteronímica»; etc., en la obra y en el hombre que fue Pessoa. Por
último, en el cuarto apartado, «Caeiro Zen», se nos sugiere una nueva
lectura —entre las muchas que la poesía pessoana permite— de Caeiro, el
poeta-pensador, y descubrimos apuntadas «notáveis coincidencias da
filosofía de Caeiro com o Zenbudismo, para assinalar em seguida, na
própria poesía desse heterónimo, resultados estéticos semelhantes aos
alcangados pelo Zen na arte verbal». Y es que alterando una idea inicial
de este libro evocando Portugal, Pessoa sorprende. No es sorprendente:
Pessoa siempre nos sorprenderá.
Jorge M. Giben Cardona
PRADO COELHO J. de
Camóes e Pessoa, poetas da utopia Publicagóes Europa-América,
Colecgáo Estudos e Documentos, 1983
Jacinto do Prado Coelho es una de las figuras de la docencia
universitaria portuguesa más relevantes de los últimos tiempos. Fiel a su
profesión, su imagen es recordada como modelo de ciudadano-pedagogo,
gran humanista, reconocido filólogo, crítico literario y ensayista inquieto.
El presente libro, publicado un año antes de la muerte del ilustre profesor,
está dividido en dos partes («Camóes e Pessoa» y «Temas Portugueses e
Brasileiros»), que bien podrían corresponder a dos pequeños libros
independientes. Estas dos secciones aparecen después de un lúcido
preámbulo que da unidad a toda la obra, titulado «Literatura e Utopia».
Nada en este preámbulo tiene desperdicio, posee el tono, el matiz, el
carácter de un testamento literario, crítico y juicioso al mismo tiempo.
Coelho inicia su andadura desvelando seducciones. «A utopia, nao apenas
como género literario mas como categoría mental, seduz-me por dois
motivos: o seu valos prático e as suas virtualidades estéticas». Y más
adelante confiesa: «Escrevo por necessidade de evasáo, para ver mais
claro, para prolongar o exercício de leitura, para me aproximar dos
outros, para os influenciar, para substituir a vida, para me sentir vivo.
Motivos, em parte, contraditórios. Se alguma coisa aprendí (julguei
aprender) ao longo dos anos foi a importancia do irracional em mim e nos
outros, quanto ha de imprevisível nos comportamentos, como é
problemática toda a possível verdade —e recordei que ern mim a
tolerancia se antecipou a esse aprendizado, em vez de lógicamente ir
resultando dele». Todo ello, acompañado por toda una serie de
sorprendentes afirmaciones y conclusiones sobre la defensa de la
condición portuguesa, sobre la demora de una evolución tangible en un
mundo en crisis, sin dejar de reconocer «a forc,a da utopia latente na
literatura». Y por si fuera poco, una revisión a las semblanzas y
divergencias entre Camóes y Pessoa y su irradiación en la colectividad
del sentir portugués. Una revisión que no olvida la voz que abarca el
conjunto de una filosofía vital, «Saudade: distanciamiento no espago e/ou
no tempo»; sin cuestionar los límites de cohesión de lo real y lo irreal.
(Sobre ello escribió antes Torrente Ballester, «¿lo real?, ¿quién sabe hasta
dónde llega?».) Por tanto, no es de extrañar que en «Camóes e Pessoa»,
Coelho hable de la intemporalidad del primero y la perdurabilidad del
segundo, de la deuda infinita de nuestra cultura con el Renacimiento, de
«Um humanismo de raíz portuguesa», de la dependencia de Pessoa hacia
Camóes (es en este momento cuando viene a la memoria aquello que más
tarde escribió Ángel Crespo: «porque, al profetizar al SupraCamoens,
Pessoa estaba profetizando al poeta que él mismo se había propuesto
ser»). Coelho habla del largo camino recorrido «D'Os Lusíadas a
Mensagem»), en donde tanto Camóes como Pessoa se manifiestan
embebidos de una concepción mística y misionaria de la Historia
portuguesa. Finalmente, Jacinto do Prado Coelho describe un «Portugal
imaginario e verdadeiro na poesía portuguesa». Es comprensible que
después de leer este libro pensemos que la literatura es un arma cargada
de Utopía; pero... ¡qué Utopía, amigos! GUYER, LR.
Imagística de espago fechado na poesía de Fernando Pessoa Impresa
Nacional Casa da Moeda / Centro de Estudos Pessoanos, 1982
Imagística do espado fechado na poesía de Fernando Pessoa es la
versión de Ana Hatherly en lengua portuguesa con la que Leland R. Guyer
se doctoró en Lenguas y Literaturas Hispánicas, en la Universidad de
California, Santa Bárbara, en 1979. La obra se inició bajo la dirección de
Jorge de Sena, fallecido en el transcurso de su elaboración, por lo que su
posterior orientación se debe al profesor Frederick G. Williams. Este
estudio no intenta explorar detalles biográficos a partir de la poesía
examinada; ciertamente se trata de un análisis de las realidades supra-
biográficas del yo y de sus arquetipos. Si un objetivo tiene esta
investigación es el de demostrar y examinar el relevante papel que las
imágenes desempeñan en la percepción, definición y realización del yo en
el universo poético de Pessoa. A partir de aquí se desvelan las semejanzas
y diferencias substanciales de la consciencia mítica de las
«personalidades» más destacadas del poeta. De esta manera cada uno de
los diferentes heterónimos Fernando Pessoa crea una literatura, bajo
diferentes puntos de vista y con una desenvoltura superior a la del propio
Pessoa, el ortónimo. Leland R. Guyer insiste siempre en dar a sus
investigaciones una exégesis que tiene en la psicología y el psicoanálisis
un arma de doble filo, en donde los sueños son a menudo considerados
como la vía más segura del inconsciente poético. Hay en este libro una
constante referencia a la obra de Cari Gustav Jung, y en menor medida,
pero influyente, al pensamiento de Gastón Bachelard, Ernst Cassirer,
Edward Edinger, Mircea Eliade y Erich Neumann. Sorprende entonces —
de forma muy grata para el lector— que la lectura de este libro sea
atractiva y poco oscura, más si tenemos en cuenta que cuando se pasa
revista (como se hace en él) al mundo de lo arquetípico de las imágenes,
los símbolos, los espacios cerrados, los sueños y los recuerdos infantiles,
toda ayuda es de agradecer. Y más aún si el motivo de tales disertaciones
se refiere a la poesía de un poeta como Fernando Pessoa, que como es
sabido vivía inmerso en su propio aislamiento, con pocas amistades y
cultivando su propia introspección e imaginación.
Jorge M. Giben Cardona Jorge M. Giben Cardona IX

Selección y reseña
HEIDEGGER, M y FINK, E. Heráclito
Barcelona, Ariel, 1986, 215 pp., Col. Ariel Filosofía
Reflexiones en torno a un libro sobre Heráclito
«Durante el invierno de 1966/67, tuvo lugar en la Universidad de
Friburgo un Seminario sobre Heráclito que fue dirigido por Martin
Heidegger y Eugen Fink. Este libro refleja la transcripción literal de ese
encuentro», frontispicia Eugen Fink, en Friburgo, y en 1970, fecha en que
la editorial Vittorio Klostermann publicó el libro. Ahora, la colección
Ariel Filosofía, magníficamente asesorada por Eugenio Trías, da a la luz
tan valioso texto, impecablemente vertido al castellano por Jacobo
Muñoz y Salvador Mas.
Los helenistas nos congratulamos de la publicación de tan importante
obra. A nosotros, que nos hemos ocupado intensamente de los griegos, y
de Heráclito, claro está, nos es especialmente grato comentar esta obra y
reflexionar sobre ella, que ya conocíamos en su edición alemana.
Heráclito es un pensador singular por muchas razones, pero
fundamentalmente por dos: a causa de sus textos fragmentarios y
crípticos, como por ser, y téngase esta como una opinión nuestra, el
primer filósofo de Occidente. Nosotros hemos escrito, para justificar esta
segunda razón: «Por mor de la precisión, diré que en la cristalización de
cosmovisiones, al menos por lo que al mundo de los griegos se refiere, se
suele proceder de la siguiente manera: tanto el lenguaje generado por
formas de vida y organizaciones sociopolíticas determinadas, como éstas,
se erigen en paradigmas interpretativos del cosmos físico exterior, para, a
la luz de éste, interpretar al individuo, al hombre. Nos hallamos, pues,
ante tres niveles: socio-político, físico-cósmico e individual.
Reformulado a la luz de la legalidad: las leyes sociales devienen leyes
cósmicas —en parte— que regulan al individuo. Cuando un pensador
tiene el acierto de reunir los tres niveles en un lenguaje conceptual, a los
tres mentados referido, podemos decir que ha nacido un filósofo. A tenor
de lo dicho, sostengo que el primer filósofo occidental fue Heráclito de
Éfeso» (A. Alegre Gorri, Estudios sobre los presocráticos, Barcelona,
Anthropos, 1985, pp. 13 y 14).
Volviendo a Heidegger / Fink: les hubiera sido muy difícil desarrollar
un Seminario tan enjundiosamente filosófico, como el presente, a
propósito de, por ejemplo, Tales, Anaximandro o Anaxímenes. Por lo que
a la cripticidad de los fragmentos de Heráclito se refiere, escribe E. Fink:
«El lenguaje de Heráclito tiene una ambigüedad y una
multidimensionalidad internas tales que no podemos darle unívocamente
cualesquiera referencias. Se agita en una expresión gnómica, sentenciosa
y de ambiguas referencias hasta una extrema extravagancia del pensar»
(p. 8) Ya, de entrada, se plantea un problema; a saber, ¿cómo ordenar los
fragmentos de Heráclito? La edición canónica es la de DielsKranz; en ella
los fragmentos se ordenan de manera puramente funcional; en Kirk &
Raven se organizan temáticamente; en el Seminario de Heidegger / Fink
se ordenan de otra forma, que supone una toma de posición para el
filosofar; se arranca del fragmento 64 (se utiliza, por supuesto, la
numeración de la edición de Hermann Diels), que reza «xa óé Jtávxa
oíaxí^ei KeQcnjvóc;», es decir, «el rayo gobierna todas las cosas». La
espléndida y potente metaforización de Heráclito saca a la luz el más
genuino pensar filosófico. Con TCC JTÓVta se nombra «todo» y significa
«todas las cosas». Pero hay una relación entre TQ Jiávia y Kepauvóg.
«Expresa con ello una relación de las muchas cosas con lo Uno del
relámpago» (p. 9). El relámpago, en su brillar, unifica la multiplicidad.
Estamos ante un tema y problema conceptual. ¿Cómo se puede unificar la
multiplicidad? ¿Quién o qué unifica a la multiplicidad? ¿Cómo, en qué
sentido, a la luz de qué, las muchas cosas devienen una? El fuego, por
ejemplo, unifica la multiplicidad, en cuanto que el fuego es ¿XQX^ de
todas las cosas y el regulador de todos los procesos que acaecen en el
Kósmos físico-material. Así, el frag. 30 reza: «Este cosmos —el mismo
de todos— no lo creó ningún dios ni ningún hombre, sino que siempre
fue, es y será fuego eterno, que según medida se enciende y según medida
se extingue»; y el frag. 31: «Revoluciones del fuego: es, primeramente,
mar, y de este mar la mitad es tierra y la otra mitad exhalación brillante...
[la tierra] se desparrama en mar y se mide en la misma proporción que
tenía antes de convertirse en tierra»; y el 90: «Todas las cosas se cambian
recíprocamente con el fuego, y el fuego, a su vez, con todas las cosas,
como las mercancías con el oro y el oro con las mercancías».
¿Cómo se puede, además, unificar la multiplicidad? Por medio de la
sabiduría. El frag. 14 dice: «Una sola es la sabiduría: comprender el
pensamiento que sabe gobernar todo a través de todo». La sabiduría y el
pensamiento verdadero es el Aóyog, entendido a dos niveles: como ley
objetiva que refleja el movimiento continuo de los opuestos (sean cosas o
cualidades) y como ley ínter-subjetiva (método), de acuerdo a la cual
captamos la primera. Los hombres que tienen Aóyog están despiertos;
quienes no, dormidos, poseyendo una inteligencia particular, léase, errada
(Véase frag. 1). Pero nos la habernos ya con el hombre. Por eso,
Heidegger, frente a la audaz y difícil lectura de E. Fink, comienza la suya
de Heráclito con el Aóyoc; y la 'AXr|éeia (Véanse pp.96 y ss.). Un tema
apasionante, no sólo a propósito de la filosofía de Heráclito, sino de toda
filosofía griega arcaica, es saber si emerge el tema del hombre como algo
específico, como sujeto, como individuo, o si es sólo, como ente, algo
perteneciente a ict jiávia. Al hilo de esta problemática, en el cap. VII, se
rememora la relación de Hegel con los griegos. Heidegger recuerda (p.
103) cómo «Hegel caracteriza todo el pensar griego como estadio de la
inmediatez. Para él, sólo con Descartes toca la filosofía tierra firme con
su apoyo en el yo». Pero, nos preguntamos ahora nosotros, ¿no es, a pesar
de Hegel, la sofística un giro y camino hacia la subjetividad? Creemos
que sí. ¿Cómo entender el fragmento, espléndido, de Heráclito, núm. 119,
«fjftog dvOgeójito óaíuxov —el carácter del hombre es su démon»?
¿Como patencia y reivindicación de lo subjetivo? Heidegger diría que no.
Y nos recuerda una conferencia, Sprache ais Rhythmus, y un libro, Musik
una Rhythmus bei den Griechen, una y otro de Thrasybulos Georgiades.
«En ambos trabajos —y citamos a Heidegger— ha dicho cosas
extraordinarias sobre el lenguaje. Entre otras, pone la pregunta por el
ritmo y muestra que £uouós nada tiene que ver con peco (fluir), sino que
hay que entenderlo como carácter. Recurriendo a Werner Jáger, se apoya
aquí en un verso de los fragmentos de Arquíloco, 67a, donde el §uouÓ5
tiene esta significación. El verso dice YÍYVCOOX E 6'oioo QUO|¿Ó<;
ávdQüxrtovc; ¿xei, a saber, erkenne, wel
X SELECCIÓN Y RESEÑA
cher Rhythmus die Menschen hált (es decir, reconoce cuál ritmo
guarda al hombre). Además, menciona un lugar del Prometeo de Esquilo,
al que en cualquier caso ya había aludido Werner Jáger y en el que el
(Suauóc;, o sea ^íiduígto tiene la misma significación que en el
fragmento de Arquíloco: d) 6' fe Qoúftuioum (Prom. 241). Aquí dice
Prometeo de sí mismo, "in diesem Rhythmus bin ich festgebannt" (en
este ritmo estoy fijamente retenido). Él, que está capturado inmóvil en la
malla de hierro de sus cadenas, está ritmado a los peñascos, es decir,
encajado. Georgiades alude al hecho de que los hombres no hacen el
ritmo, sino que, para los griegos, el ^uftnóc es el substrato del lenguaje,
el lenguaje que va a nuestro encuentro. En esta dirección entiende
Georgiades el lenguaje arcaico. Debemos, pues, tener a la vista el
lenguaje antiguo hasta el siglo v, para entender a Heráclito
aproximadamente. Este lenguaje no conoce frases». Puntualiza Fink:
«Que tengan una significación determinada». Y añade Heidegger: «En las
frases del lenguaje arcaico habla la cosa y no la significación».
Toda esta discusión sobre el lenguaje es muy singular, interesante,
pero discutible en algunos aspectos. Estamos de acuerdo en que se
comete un error cuando, al modo moderno, se quiere introducir un fuerte
subjetivismo en el mundo arcaico, que es objetivo y en el que las cosas,
incluido el nombre, resuenan al unísono, y la physis brilla conjuntamente.
El hombre, y en parte es bien heraclítea tal visión, es una parte o aspecto
de ese fluir continuo de las cosas. En este sentido es tentador recordar el
frag. 119 «rt/'Sog dvfrQtójioo óaí^cov», que, a tenor de lo anterior, podría
leerse así: lo que otros han llamado démon, en sentido religioso, no lo es;
el démon es el carácter, es decir el fluir continuo y cadencioso de aquello
a lo que el hombre está ritmado. Si hemos subrayado la expresión «en
sentido religioso» es para recordar a todo lector que nos referimos a la
religión, en griego pensada, y no en el sentido cristiano trascendente.
Entre paréntesis, convendría recordar cómo insignes autores han
malinterpretado a los griegos. El mismo Heidegger nos pone un ejemplo,
a propósito de la discusión sobre el frag. 108, que reza: «ooyóv ÉOTI
JiávTcov XE/cooiauÉvov », es decir, «la sabiduría es algo separado de
todo». Ahora citamos a Heidegger: «Lo XEXWQIO^ÉVOV constituye la
más difícil cuestión en Heráclito. Karl Jaspers dice sobre esta sentencia
de Heráclito: "Aquí se alcanza el pensamiento de la trascendencia como
lo absolutamente otro, y ciertamente con plena consciencia de lo
inaudito" (Die grossen Philosophen, T I, p. 634). Esta interpretación del
XEXCOQIOHÉVOV como trascendencia es totalmente desacertada» (p.
36).
Cuando se adquiere conciencia de la subjetividad se gana la
significación. Vamos a citar tres fragmentos de Heráclito, así como una
opinión distinta a la de Heidegger. Los fragmentos son: 101, que dice
«£Ói¡¡r|aáur|v éuícouoóv », «anduve buscándome a mí mismo», en el que
se inicia un camino claro hacia la subjetividad; el 93, tan espléndido, «ó
&va| o{> TÓ navTEióv é creí TÓ EV AEXcpoTc;
OÍITE XÉyEl OÍJTE XQÓJTTEl CtXXá OT||J,aí
VEI », «el señor, cuyo oráculo está en Delfos, ni habla ni oculta nada,
sino que se manifiesta por señales», que apunta claramente hacia una
validación y toma de conciencia de la significatividad; el tercero, el 67,
«Dios es día-noche, invierno-verano, guerra-paz, hartu ra-hambre...» etc.,
del que comenta Elvira Gangutia Elícegui, y esta es la opinión distinta a
la de Heidegger: «Así, ÜEÓg viene a ser el archilexema de una serie de
términos aparentemente antitéticos y opuestos entre sí: -&£Óg es
idéntico a los demás términos, es decir, es el verdadero significado de la
serie de opuestos. Incluso el Zí]vÓ5 6vo¡¿a, "el nombre de Zeus", aunque
imperfectamente, representa el contenido de í. v TÓ oocpóv en Fr. B 32»
(E. Gangutia Elicegui, «Teorías Semánticas en la Antigüedad», pp. 3-60,
en Introducción a la lexicografía griega, Madrid, Consejo Superior de
Investigaciones Científicas, 1977).
En la pormenorizada hermenéutica filológico-histórica (de
resemantización de términos) y de ejercicio del pensamiento y del
filosofar a propos de Heráclito, que se lleva a cabo en el libro que
comentamos, se aborda la aparente oposición E v-jtávia a la luz de un
fenómeno humano. Y subrayamos lo de aparente porque, según Heráclito,
la verdadera naturaleza de las cosas ama ocultarse. Tras el análisis quizás
no exista la contradicción o haya que enfocarla de manera distinta a la
portical. Se toma el frag. 29: «CCÍQE ÚVTCII yáQ EV ávti ajiávTcov oí
¿t QIOTOI, xAéoc; á évaov
•&vr]Tü)v», es decir, «pues una cosa hay que los mejores prefieren a toda
otra la gloria eterna a las cosas perecederas». Aquí se observan las
siguientes oposiciones: 'EV, lo Uno, representa a la aristocracia —no
olvidemos que Heráclito era un aristócrata—, unificada en y por el poder,
su paideía y Weltasnschauung correspondientes, que se opone a JiávT<x,
es decir, a jtoXXoí, los muchos, dicho siempre despectivamente, que son
las otras clases, los otros hombres; lo EV es también la gloria, la
permanente gloria, el brillo, el prestigio de una clase (¡tan bien cantada
por Píndaro!), de los &QIOTOI, que es un Kósmos bellamente ordenado.
¿Cómo se puede unificar, ver a través de lo Uno a los muchos
despreciados? Imponiendo para siempre el dominio de la aristocracia,
atrayendo a los muchos a lo Uno o eliminándolos. Pero no habrá una
disolución de oiávta ¿Por qué no la habrá desde el punto de vista del ser
social? Nosotros hemos escrito, y en eso coincidimos con la opinión de
Heidegger / Fink, aunque creemos que nuestra interpretación profundiza
más en la historia, lo siguiente: «¿Cuál es la situación y posición políticas
de Heráclito? Defiende denodadamente los intereses de la nobleza —así,
son muchos los fragmentos en los que Heráclito destila un amargo
desprecio por el pueblo, que él denominaba populacho—, pero se percata
con lucidez de la irreversibilidad del proceso democrático. Por otro lado,
testimonia la oposición entre libres y esclavos, oposición —mejor
diríamos opresión— sobre la que se construye la base del progreso
económico griego. Por eso dice "La guerra es el padre de todas las cosas;
a unos los muestra como dioses, a otros como hombres; a unos hace
esclavos, a otros libres" (frag. 53) La esclavitud era considerada como un
factum natural. Pero Heráclito consignó la diferenciación entre libres y
esclavos, diferenciación que desde el punto de vista objetivo, productivo,
económico, era oposición. La sociedad está basada en una oposición que
genera el desarrollo de la producción, como la polis está fundamentada en
la oposición entre nobles y campesinos y comerciantes. La oposición es,
pues, doble: nobles frente a comerciantes y campesinos, a nivel objetivo
y de consciencia, y de todos los anteriores frente a los esclavos, a nivel
objetivo. No todos se percataron de este cuadro de oposiciones. Los
románticos de la ley creyeron que una constitución equilibrada,
consensuada, era un gran logro político. Y ciertamente lo era. Los griegos
aborrecían la tiranía, porque era considerada una usurpación de la
libertad, libertad expresadora de la polis. Mas la perspicacia de heráclito
radica en la constatación de que todo consenso político-legal se basa en la
oposición de las fuerzas sociales; pero no sólo eso, sino que el consenso
legal ha de ser, en cualquiera de sus determinaciones, efímero,
contingente. Se reformulará de acuerdo al cambio de las
SELECCIÓN Y RESEÑA XI
bien como adecuación entre las cosas y el intelecto que las aprehende
o bien lógicamente, es decir, es verdadero aquello que, según unas reglas,
se deduce correctamente de unos axiomas. Según Heidegger, la verdad
auroral, la verdad en el mundo de los griegos, se debe entender como
presencia, como arrancarse al ocultamiento. 'A^rjfreía es un término
negativo: se descompone en d (que es un prefijo negativo) y Xrjdr]
(olvido) (el verbo Xavftávw significa estar oculto). Se coextiende, pues,
con cpvoic;, que significa nacimiento, crecimiento, aparición, y se
isomorfiza con elvau que es el sustrato de los entes. Por eso. la filosofía
griega fue una lucha, una tensión entre la luz y las sombras, entre los
despiertos y los dormidos, entre el Sol-Bien y la obscura Caverna
(Platón), entre la iluminación y la ocultación. Los modernos (los
postmodernos son aún un enigma) no pensamos así. La propuesta
heideggeriana consiste en volver a repensar existencialmente lo
originario. Se trata de un maravilloso esfuerzo, o reto, planteado por
Heidegger. aquí a propósito del filósofo auroral por excelencia, Heráclito.
Estas teorías nos lleva derechamente a la gran obra de Heidegger, Ser y
Tiempo (cfr., en concreto, el parágrafo 44b).
La propuesta heideggeriana de repensar radicalmente lo auroral se
basa en nuestra opinión, en una exigencia y en un condicionante: la
exigencia lo es filológica; consiste en un estudio pormenorizado de las
palabras, recreando su semántica, yendo a los textos culturales que
entornan los discursos filosóficos; el condicionante radica, creemos, en
que Heidegger, situado en la conjunción de un cierto agotamiento del
pensar especulativo con una época de crisis, reivindica lo existencial que
le lleva a lo prístino.
Mas, en nuestra opinión, como ya hemos escrito, hay á propos de
Heráclito una cierta carencia de referencia a las variables político-socio-
legales que entornaron al llamado Obscuro. Si se hubiese recurrido a
ellas, el resultado hubiera sido mejor. De todas formas, se trata de un
excelente libro, un reto para el pensar filológico-especulativo.

PRE-TEXTO S
LITERATUR A PORTUGUES A
EL BANQUERO
ANARQUISTA
Fernando Pessoa [Versión de J. A. Llardent]
EL MARINERO
DRAMA ESTÁTICO EN UN CUADRO
Fernando Pessoa
[Versión de A. Campos] (Poesía / Edición bilingüe)
CICLO DEL CABALLO Antonio Ramos Rosa [Versión de A. Campos]
(Poesía / Edición bilingüe)
De próxima aparición MICROPAISAJE Carlos de Oliveira [Versión de
A. Campos] (Poesía / Edición bilingüe)
instancias sociales» (A. Alegre Gorri, Estudios sobre los
presocráíicos, Barcelona. Anthropos. 1985, pp. 17-18).
Muchos fragmentos avalan esta interpretación. Además, si se tienen
en cuenta los avatares político-sociales que le «ritmaron» a Heráclito. en
Éfeso, es impensable suponer que no se hubiera visto influido por ellos.
M. Heidegger y E. Fink filosofan agudamente, debatiéndose con el pensar
originario, el del Obscuro, pero, en nuestra opinión, dejan de lado, en
exceso, el hinterland político-social.
No se debe interpretar a los griegos desde los pensadores modernos:
así. por ejemplo, todos los conceptos que han emergido «en la polémica
sobre el realismo y el idealismo (en Cap. VIII) son insuficientes para
caracterizar el manifestarse, el salir a la luz de lo ente» (pág. 113). Sin
embargo, se intenta ganar comprensión sobre los griegos comparándolos
con la modernidad, a veces con los poetas, caso Hólderlin. a veces con
Hegel. y. por supuesto, con el propio Heidegger. La novedad de la
comparación con Heidegger radica en que éste lanza una propuesta
original de comprensión de los griegos; ésta, que está diseminada a lo
largo de todo el libro, pero que se concreta en «La cuestión final: los
griegos como desafío», del cap. XIII. podría formularse así: «¿Y que
ocurriría si en los griegos hubiera algo impensado que determinara
precisamente su pensamiento y lo pensado de toda la historia?».
Esta pregunta de Heidengger viene a cuento de la aseveración de E.
Fink de que los griegos constituyen para nosotros un gigantesco desafío.
El problema se puede plantear desgranado en preguntas: ¿somos
herederos de la ontología griega, por mucho que. por otra parte, nos
hayamos alejado de los griegos y de su comprensión del ser y del mundo?
¿hemos de intentar superar el pensamiento griego? ¿o acaso es imposible,
por no disponer de un mundo conceptual adecuado, asumir o reabsorber a
los griegos?, ¿es nuestra experiencia del ser radicalmente distinta de la
griega?, ¿sólo podremos, como dice Fink, hablar como nihilistas con los
griegos?
El fragmento 64 de Heráclito, xa óé rrávta oiax.íuei xeoca'vó; (el
relámpago gobierna la totalidad del mundo), pone de manifiesto, si
sabemos rasgar el velo de la metáfora, cómo tá rrávia, o sea. ovia, se
patentiza en lo 'EV del fuego, del Sol. del Aóvoc. es decir, del Ser.
¿Qué es la á /.r^eía? Habitualmente,
ESPAÑA el
concepto verdad se ha entendido, o
Antonio Alegre Gorri
LUIS SANTANGEL, 10 46005-VALENCIA
XII SELECCIÓN Y RESEÑA
MARISTANY, J.
Sartre. El círculo imaginario: ortología irreal de la imagen
Presentación de E. Trías, prefacio de X. Tilliette, Barcelona, Anthropos
(en prensa), Col. Autores, Textos y Temas / Filosofía
Ni sartriana ni antisartriana, pretende esta interpretación anudar
genéticamente la doble dimensión imaginativa y conceptual del autor.
«Con una inteligente minuciosidad y sin desdeñar la distancia crítica...
Maristany se interna en el taller de ideas de Sartre y desentraña sus
procesos más soterrados y decisivos (Trías). Cristaliza en la obra una
paciente rumia de varios años mediando la estancia en París con beca del
gobierno francés auspiciada por el propio Sartre. «Nos ofrece otro Sartre
que el canónico, o nos devuelve al primer presentimiento de que el
polifacético escritor, filósofo, novelista y dramaturgo es más filósofo de
buena estirpe de lo que mucha crítica, fiada en apariencia, es capaz de
saber reconocer» (id). En diálogo con otras interpretaciones,
preferentemente francesas (Varet, Jeanson, Gorz, Merleau-Ponty, Girard,
George) e intentando subsumirlas en la suya propia, se desplazan los
acentos de gravedad de las influencias recibidas por Sartre y se desplaza,
sobre todo, la perspectiva interpretativa: se prefiere L'imaginaire a la
Critique de la raison dialectique en la dilucidación del sistema.
«Haber conseguido orientarse tan precisamente en medio de la
literatura sartriana... y haber seguido un hilo de Ariadna tan exacto y con
frecuencia —casi siempre— olvidado como el que relaciona L'imaginaire
y L'étre et le néant es ya toda una conquista» (Via i Taltavull). El método
y la construcción de la obra son doblemente circulares: desde el círculo
que se constituye entre la autobiográfica Introducción y el resto hasta la
versión, circular también, del corpus sartriano. Lo resume certeramente
Tilliette: «II était passionnant de surprendre le monstre naissant.
L'habilité de Maristany consiste a le lire a rebours, c'est-á-dire a la
lumiére rétrospective de L'étre et le néant. Or L'étre et le néant aussi est
l'objet d'une lecture régressive, á reculons». La circularidad de las tres
partes del libro está claramente indicada en el índice: «Explicitación
lógica de una mítica, L'étre et le néant» —parte 1.a— retrotrae a la
fundamentación del término néant en L'imaginaire: «Mítica de los
reflejos» —parte 2."—, pero la imagen, a su vez, ha de ser tematizada en
cuanto tal; «La imagen irreal autentificada: realidad de los reflejos» —
parte 3."— o retorno a L'étre et le néant. «Maristany —de nuevo Tilliette
— boucle son étourdissante démonstration avec l'évocation d'un Sartre
ersatz et analogon.» Sartre es imagen, no-ser en el arcano sentido
mediante el cual atrapara la «alteridad» el Sofista platónico.
Pero la interpretación minuciosa del texto no excluye una meditación
personal —«un agüe essai de critique philosophique» (Tilliette)—. «En
torno a la imagen y a su doble nexo aporético con la realidad (y el
consiguiente problema del percibir) y con el concepto (y el problema
correlativo del conocer), circula el núcleo de esta investigación...
Estamos, pues, ante un libro sobre Sartre y, sobre todo, ante un verdadero
libro de filosofía» (Trías). Pese a que el autor, por razones personales que
él expone en su Introducción autobiográfica, no dialogue con las exégesis
españolas de Sartre, opina Via i Taltavull: «En la literatura sartriana
española carecíamos de un texto de la envergadura, tino y densidad del de
J. Maristany»; valora, en especial, la progresión de la parte I/1 y el 3."
capítulo de la tercera parte, «Ontología trágica de Sartre».
Joaquín Maristany es profesor de filosofía en la Universidad
Autónoma de Barcelona. Ha publicado Introducción a los filósofos.
Creencias o sistemas, Homenatge a Jaume Bofill y una quincena de
artículos. Se dedica, desde 1979, a la obra de Meister Eckhart y, más
recientemente, al pensamiento de fray Luis de León. Intenta el primer
estudio dilucidar algunos aspectos de la modernidad desde su génesis.
Deletrea el segundo estudio en el siglo xvi español —a partir de un
ejemplo de excepción, fray Luis— ciertas constantes del país que
fraguaron entonces (De la edad conflictiva de Américo Castro, o el
extraordinario Erasme et l'Espagne de Bataillon) y continúan hoy bajo
nuevos nombres. tipo de filosofía, propugnando por el autor, en la que el
ser se dice y se muestra a través del lenguaje —el cual sirve como vía de
acceso al ser. La ontofántica sería un decir del ente, en el cual el ente
mismo se muestra diciéndose.
El estudio se divide en dos secciones. El primero se titula: «La
relación entre existencia y ser-así en la tradición filosófica». En ella se
hace un recorrido histórico de las principales tentativas sucesivas que
durante 23 siglos ha ido efectuando el pensamiento occidental al
enfrentarse con el problema. En este recorrido el autor hace una lectura-
interpretación desde una perspectiva que él llama de tipo crítico
argumentativo, que se corresponde con un estilo de filosofar propio de
una filosofía analítica. En esta lectura de ningún modo se pretende
atribuir a autores históricos posiciones ajenas a su inquietud, sino que
Peña las ve como estimulantes y orientativas. Para el autor la tradición
filosófica es una fuente viva que conserva una fuerza estimulante
gigantesca, puesto que encierra teorías de argumentación y de
sugerencias que nunca se habrán explotado totalmente.
La Sección II, «Concepción ontofántica del existir», persigue el
propósito de exponer de una manera concisa una ontología que dé
respuesta satisfactoria a las cuestiones centrales sobre la existencia. «En
mi concepción, cada ente es su ser. Cada ente es, pues, un ser; es
indiferente hablar de los entes o hablar de los seres (mientras que no es lo
mismo hablar de los pensantes y de los pensares, p. ej.). Y lo supremo de
todo es el Ser, no un no-se-qué que dé el ser, estando más allá de él. [...].
Lo prioritario y supremo es, siempre, el Ser, la Existencia, que es Dios,
cuyo ser es el Ser, que es lo único absolutamente existente y que, por ser
polo de convergencia de todas las propiedades —cada una en la medida
en que existe —es tal que su quididad es idéntica a su Existencia, o sea: a
Él mismo» (p. 337).
PEÑA, Lorenzo
El ente y su ser. Un estudio lógico-metafísico
León, Universidad de León, 1985, 568 pp.
El problema que se plantea en esta obra es la relación entre el ser-así
y la existencia o ser a secas, es decir el viejo problema filosófico de
esencia y existencia planteados desde el marco de lo que el autor llama la
«metafísica ontofántica». Con el adjetivo ontofántico aplicado a la
metafísica se quiere significar un QUADROS, A.
Portugal, razáo e misterio. Livro I: Urna arqueología de tradicáo
portuguesa. Introducáo ao Portugal arquetipo. A Atlántida
desocultada. O país templario.
Lisboa, Guimaráes, 1986, 214 pp.
En los tres libros que constituyen esta obra, Antonio Quadros nos
ofrece una lectura en profundidad, no sólo de los momentos cruciales de
la historia portuguesa, sino también de la identidad psi
SELECCIÓN Y RESEÑA XIII
cológica y de los valores, de los arquetipos, de los mitos, de las
creencias e ideales del hombre «lusíada», en los laberintos de su
itinerario sinuoso en el tiempo y en el espacio.
El autor procura discernir, por una parte, la razón (razón Ideológica)
que guió la inteligencia portuguesa en la aventura de su ser y de su estar
en el mundo y, por otra, el misterio subyacente a su destino glorioso e
infeliz, universalista y siempre problemático. Para ello recoge
intertextualmente los diversos elementos históricos, ¡cónicos, simbólicos,
literarios, filosóficos e incluso teológicos.
CALLE, R. de la
Repertorio bibliográfico
de investigación estética
Valencia, Federico Doménech / Fundación Edivart, 1986, 654 pp., Col.
Pliegos
Este repertorio recoge, por secciones y epígrafes, en torno a las 9.000
referencias bibliográficas completas y cubre con holgura el área
plenamente interdisciplinar de la investigación estética.
Se ha dado prioridad referencial a la versión castellana de las distintas
obras (por la lógica facilidad que ello supone siempre para su
localización y uso), indicándose no obstante también —sobre todo en las
fuentes y obras consideradas clásicas o fundamentales— la fecha de su
edición original, entre corchetes, junto al título correspondiente.
Por otra parte este repertorio refleja claramente en sus 654 páginas, a
través de la selección bibliográfica llevada a cabo, el particular interés y
la atención que se ha prestado a las cuestiones filosóficas y generales de
la Estética, así como a los planteamientos comunicativos que subyacen al
desarrollo del arte contemporáneo y de manera muy especial al ámbito de
las artes visuales, aunque no por ello se han orillado (como se podrá
constatar en los epígrafes que componen el índice) otros sectores de la
creación artística.
Si en la primera parte se ha dado amplia cabida a las referencias
bibliográficas de carácter general —fuentes y textos básicos— en
relación al campo de la reflexión estética y de la teoría del arte, en la
segunda se recopilan —por «géneros» artísticos-— los títulos más
significativos en cada uno de tales sectores. En tal sentido, dentro del
marco global establecido por dichas partes, se han diferenciado a su vez
diez epígrafes con el fin de dar mavor unidad a las indicaciones
bibliográficas, por temas, a la vez que se apuntan las conexiones
bibliográficas existentes entre estos bloques, para facilitar así la
búsqueda de la información oportuna dentro de una cierta programación.
Se adjunta finalmente un doble apéndice donde se atiende tanto a las
revistas de Estética y afines, como a obras generales de contextualización
bibliográfica interdisciplinar.
En resumen, pues, este Repertorio Bibliográfico se constituye en
instrumento fundamental e imprescindible para el trabajo de
investigación dentro de un campo tan extenso y diversificado como es el
de la Estética.
Su autor, el profesor Román de la Calle, dirige desde 1970 el
Departamento de Estética y Teoría de las Artes de la Universidad de
Valencia. Ha publicado diversos libros de ensayo sobre temas de su
especialidad así como estudios monográficos relativos a la plástica
contemporánea.
GARCÍA MARTÍN, J.L.
La segunda generación poética de posguerra
Badajoz, Diputación Provincial, 1986, 360 pp., Col. Rodríguez Moñino, 5
DEBICKI, A.P.
Poesía del conocimiento. La generación española de 1956-1971
Madrid, Júcar, 1987, 346 pp.,
Col. Los poetas, Serie mayor, 9
Los poetas del medio siglo
El fenómeno más notable en la poesía española durante la década de
los ochenta —al margen, claro, de las sorpresas que los más jóvenes estén
dispuestos a dar— es la entrada en la Historia de la Literatura de la
generación del medio siglo. Los poetas de los cincuenta, o segunda
generación de posguerra, empiezan a merecer asentimiento generalizado
y dedicación crítica, pese a que, teóricamente, continúe en activo.
Ejemplos de asentimiento se encuentran en cualquier declaración de
poeta joven, en citas y referencias en prensa reiteradas, en el interés
creciente que sus obras despiertan —definitivamente popularizadas en
colecciones de bolsillo—, y también en ciertos homenajes de cuya
seriedad y convicción es difícil dudar. Basta recordar el número
realmente extraordinario de la revista Olvidos de Granada (n." 13:
«Palabras para un tiempo de silencio»). Aunque menos espectaculares,
los estudios más recientes culminan la importancia de la generación y
son, además, fuente de no pocos descubrimientos. Este es el caso de dos
ensayos críticos que, desde perspectivas distintas, se plantean la
investigación, análisis y valoración de los poetas del medio siglo.
El primero lo firma el poeta y crítico José Luis García Martín,
profesor de la Universidad de Oviedo, quien bajo el título La segunda
generación poética de posguerra realiza una minuciosa exposición, ante
todo, de la historia literaria del período, hasta este libro dispersa y
utilizada siempre parcialmente. Para llegar a establecer el marco
tangencial de la generación, parte García Martín del estudio de los
diversos grupos generacionales que se fueron dando a conocer en la
España de los años cincuenta —fundamentalmente los andaluces, el
llamado grupo de Barcelona y los manchegos— a través de revistas,
antologías y actos de afirmación colectiva. La distinción entre generación
(en el sentido perfilado por la teoría de Ortega-Marías) y grupos
generacionales (que se corresponden con las condiciones propuestas por
Petersen) resulta imprescindible a la hora de situar el decorrer histórico
literario de estos autores, puesto que la inercia provocada por ciertas
antologías de éxito ha impuesto una lista cerrada de nombres a los que se
atribuye un tronco común, soslayando lo que a veces fue enfrentamiento
y polémica. Era, pues, necesario desbrozar y ordenar el, en ocasiones,
oscuro pretérito de esta generación. Y una vez cumplida esta tarea de
descripción externa —hechos y acontecimientos— García Martín se
aplica en la labor de trazar las coordenadas, ahora basándose en los
textos, que enmarcan tanto su teoría como su práctica creativa, lírica.
En torno a dos ideas giró la teoría poética de estos autores: la poesía
entendida no como comunicación —ideal asumido por la generación
anterior— sino como conocimiento (Debicki encontrará en este hecho el
germen de todas sus innovaciones, que no son pocas); y la superación,
desde dentro o desde fuera, de la poesía social. (En un postrer momento
se sumaría una tercera idea: el culturalismo, caballo de batalla de la
generación siguiente). Ambas ideas vertebran, frecuentemente con
polémica, sus opiniones y les proporcionan una coherencia, por encima
de los grupos, propiamente generacional. En el capítulo final de su libro.
García Martín repasa los temas más gratos a los poetas de esta época: la
experiencia de la guerra vivida en la infancia, la tenden
cia erótico-amorosa. el paso devastador del tiempo, e incluso los
restos del saturado tema de España. Un estudio, en resumen, que pone los
puntos sobre las íes en la historia literaria de la generación poética del
medio siglo, tal vez su parcela más desconocida, y después establece el
marco tangencial que la articula como una generación con entidad propia
en la literatura contemporánea española.
De este mismo período literario, aunque con un enfoque distinto —el
puramente crítico—. se ocupa el hispanista Andrew P. Debicki en su
Poesía del conocimiento. La generación española de 1956-1971. «El
poema es una relación entre dos modos, muy especializados y
determinantes, que adoptan a veces los seres humanos: el modo de poeta
y el modo de lector», había escrito Gil de Biedma en 1955: J.M. Castellet
—crítico vinculado de manera directa a estos poetas— había publicado
un ensayo con este significativo título: La hora del lector; «Agotadme,
cegadme con vosotros», le había gritado Brines al lector desde sus
versos... no es. pues, novedad hablar del renovado papel que el «lector»
parece asumir en los presupuestos teóricos de esta generación. Ahora
bien, ¿esta especial atención al lector, repercute de forma directa en la
obra lírica de estos escritores? Tal es la pregunta que implícitamente se
hace Debicki. y responde en los sucesivos análisis de su libro. Se vale
para ello del método ideado por una reciente corriente crítica —
denominada «Crítica del lector»— cuyos teóricos son Wolfgang Iser.
Stanley Fish y el Umberto Eco de Lector in fábula. La aplicación de tan
modernísimo método a los poetas del cincuenta constata que es
precisamente la función otorgada al «lector», en la ideación y desarrollo
del poema, la fuente de su mayor originalidad, o en palabras de Debicki:
«su modo de crear [...] visiones complejas que obligan al mismo lector a
entrar en el proceso del poema, y que ofrecen, en últimas cuentas, no
significados resueltos, sino invitaciones a participar en su proceso de
conocimien to» (la traducción es de Alberto Cardín).
Consta el volumen de una introducción metodológica y diez estudios
particulares de otros tantos poetas de la segunda generación de posguerra.
Se basan éstos sobre todo en el análisis de poemas, hecho que contribuye
a incrementar el escaso corpus de textos comentados que posee la
generación: tarea ésta que sin duda habrá de ocupar en futuros
acercamientos críticos a los investigadores del período, una vez que
libros como el de García Martín y el de Debicki han contribuido a
iluminar la lectura de los poetas que empezaron a escribir a mitad del
siglo XX.
José Ángel Cilleruelo
SAWICKI, Piotr
Wojna domowa w hiszparískiej prozie literackiej. Ideologiczne
konteksty literatury i jej misja Spoleczna [Guerra Civil 1936-1939 en
la prosa literaria española. Contexto ideológico de la literatura y su
misión social]
Varsovia, PWN, 1985, 646 pp.
La obra reseñada apareció a comienzos del año 1986, en el
cincuentenario de los eventos memorables en España —la victoria del
Frente Popular y el estallido de la Guerra Civil. El autor del libro, joven
profesor en la Universidad de Wroclaw, vicedirector del Instituto de
Filología Románica, es una persona central en la renaciente hispanística
polaca que en los últimos años ha marcado un progreso considerable. La
monografía de Sawicki desarrolla el tema, no elaborado antes en Polonia,
de la imagen muy diversificada de la guerra civil tal como surge de la
literatura española, sobre todo de sus libros de prosa, publicados en
España durante los años 1936-1975.
El mérito del libro es la presentación de obras literarias analizadas en
un contexto social, político e ideológico sólidamente documentado, lo
que es raro entre hispanistas y otros historiadores polacos de literatura.
La parte primera, casi 200 páginas, trata sobre la historia de España y
su cultura en el período desde la caída de la monarquía en 1931 hasta la
muerte de Franco en 1975. Sawicki ha mostrado bien el papel
desempeñado por los intelectuales —no solamente novelistas— en la
formación y divulgación del ideario de ambos bandos del conflicto
fratricida, y después la vida intelectual bajo el franquismo. Ha destacado
sobre todo las actividades de la Alianza de Intelectuales Antifascistas
para la Defensa de la Cultura y el valor de la revista Hora de España.
En la segunda parte (más de 400 páginas) el autor analiza algunos
cientos de obras literarias que surgieron duran te la Guerra Civil en
ambas zonas para proseguir la evolución del tema de la guerra en novelas
publicadas en la Era de Franco. Sawicki muestra cómo los escritores
españoles comenzaron —a pesar de la circunstancia desfavorable
producida por la censura franquista— a superar la imagen simplificada de
la guerra civil presentada como Cruzada, de la lucha maniquea del Bien
con el Mal. Poco a poco estos autores superan el odio de los vencedores
hacia los vencidos, forman una nueva conciencia de los españoles,
procuran comprender motivos sociales, ideológicos y dilemas morales
que inquietan a los participantes del conflicto sangriento. Conquistando
cada vez más amplio margen de la libertad, la literatura de este tipo
superaba el espíritu de venganza y favorecía la reconciliación de las dos
Españas en pugna. Según Sawicki muchos escritores han contribuido a la
negación de la guerra civil como manera de eliminar contradicciones
sociales, han contribuido a la eliminación de muchos estereotipos
superficiales, en fin, al paso relativamente tranquilo de la dictadura a la
democracia.
El contexto social e ideológico del funcionamiento de la literatura,
mostrado aquí sobre materiales españoles, tiene un signifcado más
amplio, casi universal.
El dramatismo de las actitudes humanas en períodos de agudos
conflictos sociales y de clase ha sido mostrado en la monografía en toda
su complejidad y versatilidad. Toma en cuenta tanto el odio extremo de
los «nacionales» hacia los republicanos y comportamientos neutrales,
interiormente desgarrados, como también la pasión ardiente de la
izquierda intelectual y casos de los excesos revolucionarios dentro de
ella.
La monografía de Sawicki constituye un complemento importante a la
relativamente escasa y excesivamente empobrecida literatura polaca
sobre la guerra civil española y el franquismo, la literatura limitada en su
mayoría a los aspectos político-militares del conflicto y a la participación
de los polacos en las Brigadas Internacionales.
Algunos párrafos del libro, el detallado análisis de algunos autores ya
olvidados, y las notas finales sobre la naturaleza psicológica de conflictos
destructivos, podrán tener interés también para lectores extranjeros del
trabajo de Sawicki.
Eugeniusz Górski
SELECCIÓN Y RESEÑA XV
OSUNA R.
Las revistas españolas entre dos dictaduras: 1931-1939
Valencia, Pre-Textos, 1986, 246 pp., Col. Poesía y crítica, 78
Inteiesante estudio en el que el autor hace un análisis global de la
hemerografía del período que describe. «Aunque se pretende indicar la
importancia absoluta o relativa de cada revista tratándola como una
singularidad, al mismo tiempo tratamos de mostrar la evolución que ese
sistema hemerográfico padece como conjunto de individualidades no
conscientes de su posición histórica individual». «Se ven las revistas
como conjuntos cuya vida es inseparable del ritmo de la historia. Dicho
de otra forma: aplicamos a las revistas la visión global que se aplica a la
literatura en libro, pues aunque podemos estudiar éstos individualmente,
también los estudiamos en cuanto grandes conjuntos que comparten
características comunes».
Otra novedad que aporta esta obra es su enfoque sociológico. «Las
revistas están hechas casi siempre por grupos pequeños de escritores y
estos grupos necesitaban analizarse, aunque fuera globalmente. desde una
perspectiva sociológica crítica. La revista, como producto que es del
grupo, tenía que explicarse también desde el dinamismo inter no de éste y
no sólo como un producto textual suprasocial meramente estético». «El
sistema hemerográfico al que hacíamos referencia no podría
comprenderse —de hecho, no existiría— si no lo hubiéramos insertado en
unos parámetros sociales e históricos de los que el grupo no es más que el
reflejo. La historia de nuestras revistas es la historia de nuestra sociedad,
y sin esta historia no se explicarían ni la formación de los grupos que las
hacen, ni las reagrupaciones que efectúan los individuos que los
componen, ni la ruptura que como grupos sufren. Desde estas
coordenadas, nuestro libro ofrece las vicisitudes del grupo cultural
pequeño desde la literatura de los mismos hasta la formación de los
grupos del exilio. En el mismo centro —es decir, después de una
dictadura y antes de otra— se sitúan los grupos de la República, que ven
polarizaciones extremas e institucionalizaciones que los llevan a
convertirse en macrogrupos y de aquí a la pertenencia a verdaderos
movimientos sociales contrapuestos. En la guerra los bandos antagónicos
se enfrentarán en todos los campos de la cultura y el escritor verá
reflejada en sí mismo y en su grupo la cosmovisión uniforme del
macrogrupo.» El libro está compuesto de cuatro capítulos precedidos por
una introducción. El primero, a manera de prólogo, comprende Las
revistas antes de la República. El segundo trata de la República: La crisis
de la literatura y los años 1931 a 1936. El tercero, «la guerra», incluye
tres apartados: El 18 de julio, Revistas facciosas y Revistas republicanas.
Y el cuarto, a manera de epílogo, lo componen las revistas después de la
guerra: Las revistas del exilio y Las revistas del franquismo. Completan
el volumen las notas, un apéndice bibliográfico y un índice de autores y
publicaciones.
El valor de la obra consiste en ser un estudio documental de primera
mano acerca de la cultura que incide en las revistas y en la sociedad con
una metodología científica y actual.
GÓMEZ BEDATE, P.
Mallarmé
Madrid, Júcar, 1985, 232 pp., Col. Los Poetas, 61
Libro que reúne un ensayo sobre la obra de Mallarmé (1842-1898) y
una traducción de sus poemas, presentados por Pilar Gómez Bedate como
una guía cuya compleja escritura obliga —según expresión de Paul
Valéry— a «reaprender a leer». Una obra que, aceptada hoy
fervorosamente y fruto de «noches de desesperación y días visionarios»,
fue criticada acerbamente por la crítica de su tiempo.
La propia autora dice en su introducción: «La poesía como un
fenómeno sagrado (o cuasi sagrado), el aislamiento aristocrático del
poeta en cuanto tal y con relación al lector no iniciado, fueron un
concepto y una posición defendidos a ultranza por Stéphane Mallarmé,
autor de la obra probablemente más enigmática de la literatura moderna y
maestro de varias generaciones de intelectuales que, entusiasmados por
su atractiva personalidad y su deslumbradora inteligencia, acudieron
durante años a sus tertulias parisienses de la calle de Roma cuando, tras
el exilio de provincias, el poeta pudo instalarse en la capital de Francia.
Las páginas que siguen van a intentar una aproximación a la vida de este
personaje singular, a su extraordinaria aventura espiritual y a su compleja
y difícil obra».
BARGA, C.
Crónicas literarias
Madrid, Júcar, 1985, 443 pp., Col. Los Poetas-Serie Mayor, 3
La presente edición de Crónicas literarias, llevada a cabo por Arturo
Ramoneda Salas, incluye, además, dos entrevistas a Corpus Barga —una
realizada con Antonio Núñez y otra de José Miguel Oviedo—, un
apartado en el que se indica la procedencia de los trabajos del autor
recogidos en la obra, un índice de nombres citados en la misma y, a modo
de presentación, una extensa introducción de la que citamos las siguientes
líneas: «No pretendemos en esta introducción trazar una biografía
completa de Corpus Barga. Insistiremos únicamente, y con obligada
brevedad, en sus relaciones con el mundo literario de su época, con el fin
de ayudar a un mejor entendimiento de los artículos y ensayos que de él
se recogen en este volumen.
»Creemos que son dos las notas que habría que destacar ante todo. La
primera de ellas, su atención preferente y casi exclusiva, en los inicios de
su carrera literaria, a escritores de generaciones bastante alejadas, por la
edad de sus componentes, de él (Corpus había nacido en 1887). Es
sintomático que mientras cultivaba el trato y la amistad de Pío Baroja, de
Valle-Inclán o de Silverio Lanza, se mantuviera distante de su sobrino
Ramón Gómez de la Serna, sólo un año más joven, y que, si exceptuamos
una breve nota autocrítica, que ni se molestó en firmar, de su novela La
vida rota, nunca colaborara en la revista Prometeo.
»E1 segundo aspecto en el que conviene insistir es en su
extraordinaria precocidad (con diecinueve años ya colabora en los
prestigiosos "Lunes" de El Imparcial y hasta se atreve a ponerle reparos a
su admirado Nietzsche), lo que le permitió en una ocasión, y sin falsas
molestias, colocar su hora literaria al compás de la de Rimbaud.»
BRASCHI, G.
La Comedia Profana
Barcelona, Anthropos, 1985, 194 pp., Col. Ámbitos literarios / Poesía, 79
La Comedia Profana, libro original, exasperante, caótico y
satisfactorio, todo a la vez, es el segundo poemario de Giannina Braschi,
con el cual la autora, utilizando las dos convenciones literarias de la vida
como escenario y la vida como manuscrito, aporta un texto que se vive,
se escribe y se representa.
Importa saber cómo describe un autor su obra, aunque no se le tome
al pie de la letra, y Braschi, tal vez con una buena dosis de ironía en su
auto-contemplación, decribe así este poemario (que por cierto, se redacta
como si fuera prosa) en su advertencia:
«Fue escrito para el mundo y para la vida y para las muchedumbres y
las masas. Y fue escrito para las élites y los pensadores y los filósofos. Es
el libro de las exclamaciones y las interjecciones. Y es el libro de Baco y
Fausto. Y del poeta niño. Y del poeta actor. Y del poeta filósofo...»
Según se ve, hay de todo, como en botica. Tanto, que Braschi se ha
visto precisada a ofrecer su baúl-mundo en seis sub-libros, que
comienzan con «Alfabeto de Dios». Este libro inicial entronca con el
primero que publicó Braschi, Asalto al tiempo, del cual me ocupé al salir
en 1981. El tema de la vida como manuscrito presenta al hombre como
atrapado entre letras, caminante entre palabras, atento a los policías de
tránsito que son los signos de puntuación: «Hola. Como regresaste tarde
olvidé que te había escrito una línea, y recordé que la línea había
recogido un papel que me mandaste para que le escribiera al libro un
recuerdo. Otra vez te has olvidado de las comas. No, no me olvidé. Ellas
olvidaron ponerle un punto final a la memoria...».
El texto resalta el ancho trecho entre lo que se dice y lo que se
precisa; no hay conversación; en lugar de diálogos, todo es un largo
soliloquio, un monólogo coreado.
Entradas y salidas son las mismas: «yo estaba regresando por el
desenlace cuando me encontré con la entrada». ¿De qué me sirve —se
pregunta la autora— estar en la dimensión desconocida?
Hay una cualidad onírica en muchos de estos textos. A veces dan la
impresión de que la poeta ha caído por casualidad en otro sueño que no es
el suyo; inmediatamente, sin saber principio ni fin, trata de incorporarse a
este sueño invadido con resultados fascinantes, desconcertantes. Todo
muy borgiano. Hacia el final (poema 30) el espacio ha quedado abolido.
En el segundo texto, «El Libro de los Payasos y los Bufones»,
estamos en el circo de la vida, poblado de bufones, payasos, locos,
magos; «yo he sido adivina», anuncia de entrada Braschi, la pitonisa.
La metamorfosis, lo proteico, son el signo de este libro; nada es lo
que es, todo es intercambiable, transformable: «Quién sabe si mañana
podrá dormirse la liebre con el sueño del conejo, y si el conejo podrá
volar con las alas del avestruz, o si el avestruz podrá ladrar con el
maullido del gato, o si el gato entre las patas de la gata pudiera hacerse
león o liebre que corre para tocarle el corazón a quien procure entregarle
su otra parte, ala, ladrido o palabra...»
Esa equiparación de elementos disímiles en serie alcanza a la llamada
enumeración caótica: «Mundo. Universo. Planeta. Pronto, pronto, pronto,
—Por poco cae.— No se cayó. Periódico vacío. Día, dolor, cantimplora.
Explota, pólvora, bomba...».
En ese final del poema 48, pongamos por caso, la aglomeración de
elementos, el atropellamiento verbal hacen algo ilegible el discurso.
Tal vez todo esto tenga que ver con el concepto de poesía como
locura, tan presente en la lírica vivencial de Francisco Paoli. Véase el
principio del poema 51: «Todo parece poesía. Los locos miran alto. Todo
parece locura. Los locos no temen, no temen al fuego. Las quemaduras
del cuerpo son poesía. Las heridas de los locos son poesía...».
«Los Poemas del Mundo», tercer libro, abren bajo el signo de lo
báquico: la orgía, lo bacanal, la fiesta, la ceremonia, el rito. Lo proteico
resurge como característica del amor: «Todo poblado y abastecido de ti.
No hay nada vacío. Y estás vacío y lleno y me cazas como animal y me
destrozas la piel, y eres cazador de mi bosque, y yo soy el rinoceronte, y
tú el buitre, amor, y yo el canguro...».
Lo intertextual se incorpora al texto que se redacta, en las alusiones a
los libros que lo preceden: «Yo inventé el alfabeto de Dios. Inventé el
Libro de los Payasos y los Bufones...».
El cuarto libro, «La Pastora», se inicia inocentemente como un nuevo
canto arcádico: «Yo quiero hablarles ahora desde el fondo de mi alma. Yo
quiero hablarles de los cántaros de agua. Y de los Pastores. Quiero
hablarles de las zamponas y de las flautas. Y de los rebaños. Y de las
manadas de ovejas que hay en mi alma...». Pero no nos llamemos a
engaño; no estamos ante «el dulce lamentar de dos pastores, / Salicio
juntamente y Nemeroso» que cantó Garcilaso. Esta pastoral es una égloga
virada al revés; lo bucólico patas arriba.
Como El Poeta en Muera York, de Lorca, tenemos ahora El Pastor en
Nueva York, de Braschi, quien reside en aquella urbe: «En el último piso
del Empire State Building se ha parado un pastor a cantar y a bailar. Qué
cosa más grande. Que la ciudad de Nueva York haya sido invadida por
tantos pastores, Que ya no se trabaja y que sólo se canta y se baila. Y que
los periodistas. El New York Times, En titulares. Y el Daily News griten.
Los pastores han invadido a Nueva York...».
Como lo hiciera Norman Mailer en su título Advertisements for
Myself, la poeta se hace su propaganda: «Lean La Comedia Profana...
Esto es un anuncio. Un anuncio hecho libro...».
Giannina se desdobla en Arlecchino, y con la comedia pastoril
tenemos a la vez la Comedia del Arte. Los enigmas, los problemas sin
resolver del texto se plantea n desde el propio texto : «...Quiénes eran los
porteros. Por qué se cerraron las puertas. Qué ocasionó la orgía. Y por
qué hay más de cinco huevos. Por qué los prodigios. Y por qué la lotería.
Por qué un libro así, Señor Arlecchino. Por qué...».
Se hace además una evaluación, pues se acerca el fin de La Comedia
Profana propiamente: «Este ha sido un cuento tonto. Un cuento que
todavía no se acaba. Y que renace cada dia. Y que tiene que contarles
hasta siempre otras cosas. Espérenlas...»
El «All the World's a stage» shakespiriano preside esta sección en
particular, aunque es emblemático de todo el libro, en el cual es evidente
la presencia del Bardo de Strafford.
El poemario, sin embargo, sigue. Queda aún «El Canto de la Nada»,
que se describe como «esta nueva ficción literaria», y cuyo tema parece
resumirse en el verso: «Todo se reduce a la mismísima nada».
Surge en un momento un «Salid, sin duelo, lágrimas corriendo», que
nos remite, en la alusión garcilasiana, a aquella anti-égloga anterior.
Queda, además, y a manera de coda, un «Manuscrito final», que
estaba prefigurado en «El Canto de la Nada», con el verso: «en sombra,
en polvo, en nada». Estamos, pues, en ese libro último, ante un homenaje
a Góngora, el de aquel soneto que empieza «Mientras por competir con tu
cabello», y acaba: «en tierra, en humo, en polvo, en sombra, en nada»,
palabras con las que juega Braschi en el cierre de esta «comedia», que a
diferencia de la dantesca, que es divina, o la balsaciana, que es humana,
ella llama profana.
Curiosamente, aunque La Comedia Profana se fundamenta en un
supuesto metafórico (la vida es teatro, la vida es manuscrito), no abunda
en ella la imagen, aunque sí el juego verbal. Es como si la poeta quisiera
una transcripción li
SELECCIÓN Y RESEÑA XVII
teral, pero no del mundo en que vive sino de uno alterno, como esos
universos paralelos que se presentan en algunas obras del mundo real
¡pero con cuánta diferencia, cuánto disloque!
Podría decirse que la autora ha desmontado el mundo y lo ha vuelto a
armar ¡pero cuántos tornillos le han quedado en el suelo! (¿olvidados o
dejados adrede?) O tal vez. como Alicia, ha pasado a través del espejo...
Como sea, hay un elemento esperanzador de esta Comedia Profana que
no debe pasarse por alto, ante la influencia del título «El Canto de la
Nada» del penúltimo libro.
En «Los Poemas del Mundo», hay uno en que se alude, como siempre,
al propio texto («Este libro no es un libro. Yo no lo leí. Yo lo viví»), y se
puntualiza: «Yo estoy dispuesta a terminar el libro con otra vida. Con
otra Afirmación de la vida. Con otro Sí bien grande».
Ese sí gigantesco a la vida, después de todo, es el «mensaje» de esta
comedia, lúdico breviario para actores, autores, espectadores, lectores,
poetas y locos.
Juan Martínez Capó
GÓMEZ-ARCOS, A.
Un pájaro quemado vivo
Madrid, Debate, 1986, 232 pp., Col. Debate Literatura, 39
Un pájaro quemado vivo, de Agustín Gómez-Arcos, es la primera
novela de este autor español, nacido en 1939 en Enix (Almeria), que
vamos a leer en castellano. Hasta ahora había publicado, y triunfado,
escribiendo en francés en el país vecino, siendo esta obra finalista en
1984 del prestigioso Goncourt. La historia de esta novela se desarrolla en
una ciudad de provincias cerrada en sí misma, donde la protagonista,
Paula Martín, tras la muerte de su madre Celestina, echa de su casa a su
padre, el brigada de intendencia Abel Pinzón, hombre el cual le era
negado el débito marital y por ello se refugiaba en el burdel «El jardín de
las Huríes», el cual regentaba La Luciérnaga, que se convertiría en su
amante, en esposa más tarde, y le dará una hija: Araceli.
Paula se consagra en su finca de «Las Tres Palmeras» a hacer
fructificar la escasa herencia materna no dilapidada por su padre y a
facilitar la venganza a su madre, venganza simbólica, habilitand o un piso
de su casona para ello, contando con la ayuda de su criada La Roja. El
piso ha sido poblado de maniquíes representativos de todos sus
fantasmas.
La protagonista, consagrada a estos menesteres, se mantendrá virgen
para su matrimonio, pero será una virgen nada virtuosa, pues sostiene
relaciones culposas (sodomía) con su sempiterno novio, Félix Rosal, ocho
años más joven que ella e hijo de su notario. A toda esta vida le dará
beneplácito su confesor, confesor también de su madre.
Los cuarenta años de esta piadosa libertina, que se aferra a sus
símbolos, son descritos de una manera atroz, a la par que toda la sociedad
española provinciana queda reflejada en dichas páginas, haciendo
especial hincapié en los tres hechos más significativos del final del
régimen franquista: el asesinato del almirante Carrero, la muerte del
general Franco y el último estertor de la victoria militar del 39, la
irrupción del teniente coronel Tejero en el Parlamento. Para al final, la
protagonista, última representante de ese pretérito exangüe, cuando
rompe a cantar el pájaro Libertad, lo lanzará a la pira, signo inequívoco
de nuestras reminiscencias inquisitoriales.
Obra asombrosa y que asombra, en la que se describe la represión que
sufrían los cuerpos y las mentes en nuestro más reciente pasado. Y en la
que nuestra ancestral imaginería novelística se nos muestra con todo su
esplendor: personajes de temperamento enfermizo, situaciones sinuosas,
atmósferas de noche y de sueños frágiles, siendo toda ella una galería de
personajes femeninos donde se nos ofrecen mujeres dominadas por la
histeria, esa histeria lenta y perniciosa; mujeres enfermas
constantemente, deslizándose entre el deseo y el arrepentimiento;
mujeres que, agobiadas por esa hipocondría, se niegan a sus maridos y les
inducen a frecuentar los prostíbulos.
Paula se enfrentará a esa memoria de vencedores y vencidos; atrapada
por sus deseos insatisfechos e isospechados, será presa de
remordimientos.
Gómez-Arcos hace justo empleo de la metáfora y de la elipsis en la
narración, dos figuras retóricas que contribuyen al desarrollo del relato y
a describirnos nuestra realidad pasada más cercana: la posguerra, que, sin
duda, fue demasiado brutal. En la novela todo comienza con la muerte:
«una muerte largo tiempo esperada» y acaba con «la jaula y el pájaro se
queman ya en el atrio». Crónica negra de su memoria.
Gran obra, hasta cierto punto cruel, pero el autor es un escritor duro,
profundo y comprometido con la palabra. Texto que se fundamenta en la
transfiguración literaria de la anécdota.
Enrique Villagrasa
GARCÍA, Concha
Por mí no arderán los quicios ni se quemarán las teas
León, Colección Claraboya, 1986, Accésit II Certamen Claraboya de
Poesía (León, 1984)
La hebra del remolino de viento
I
La poesía, tomada como manejo privado de la realidad, aparece igual que
un aceite mineral que empapara las horas extendiéndose al modo de algún
vegetal recién inventado, a veces obsceno y en ocasiones tierno, pero
siempre con cierta calidad precisa de pájaro ciego, inseguro, vacilante,
aunque en su vuelo negro, exacto.
II
Durante la poesía de Concha García (Córdoba, 1956), en tanto que dura
Por mí no arderán los quicios ni se quemarán las teas, el aceite mineral
pasa por ser la virtud poética, el rasgo que define la palabra indecible, el
chasquido que le trae al poeta los signos y las sílabas; el vegetal es la
palabra definida, separada del pathos y hecha explicitación, experiencia;
y el pájaro ciego es la lectura, son los gestos del lector que en su
escondrijo reproduce el verso, y lo retiene, y lo habita.
III
«Para ser justa, es decir, para tener justificación, la crítica ha de ser
parcial, apasionada, política...» (Charles Baudelaire).
IV
Tenga la poesía de Concha García, si acaso, un hálito extraño, un
inaprehensible esbozo de mística ocurrencia. Pase la poesía de Concha
García desde los tibios gozos del aquí absoluto de la concreción más
abstrusa, a la coloración, a la recepción del último vaho que exhalara
alguna sustancia agotada, angélica o pedernal.
V
Y es que el descoyuntamiento del léxico, la adecuación de un orden
sintáctico diferente y personal a la expesión, la captación precisa de los
rasgos aspectuales del verbo y el uso sucinto, a veces chato, angustioso,
de la forma, consiguen crear un clima, un estado, virtualmente, un
posicionamiento, que acaso sea la sabia consecución a la que abocan los
versos rotos y las sinestesias sutiles y las personificaciones presentes
pero elididas del poemario. Un cosmos construido con un orden
indispensable que gira en su propia danza, habitada por

XVIII
sujetos ausentes pero necesarios, cargados de costumbre, una danza
regida por el orden que trae desde su verso Concha García.
VI
Que me regale la hebra del remolino de viento
ya que acostumbra a ponérsele sobre mentolada
cristalera, o que se acuse multipliada y divinice
todo lo trágico de la trompeta armstroniana
yo la destituyo ahora mientras maldigo
perra instinto codicia en la entrepierna
con movimiento diástole.
VII
Mostrada vierto la inestable sombra, se fustiga el pellejo sólo
y discrepo. He apenado la pléyade salutando un plomizo atardecer
y va dejando en el sendero sobriedad la longitud de mi espalda. Nadie
diría que nací desempeñando un grito ex profeso.
Fernando del Castillo
TABUCCHI, A.
Dama de Porto Pim
Barcelona, Anagrama, 1984, 93 pp., Col. Panorama de narrativas, 40
Este libro fascinante e inolvidable es el relato, a la vez imaginario,
real y cultural, de un viaje a las Azores, en pos de los últimos balleneros,
de las escasas ballenas supervivientes. Pero aunque los paisajes puedan
recordar a Melville y Conrad, el autor advierte ya en el prólogo que no se
espere el habitual libro de viajes. Relatos breves, fragmentos,
transcripciones y apéndices componen Dama de Porto Pim, un libro de
frontera, un bellísimo artefacto literario de estructura tan dispar como
profundamente unitaria.
TABUCCHI, A.
Nocturno hindú
Barcelona, Anagrama, 1985, 110 pp., Col. Panorama de narrativas, 61
Un narrador parte en busca de un amigo desaparecido, sombra de un
pasado sellado, según se adivina, por una definitiva ruptura. Bombay,
Madras, Goa, hitos de un itinerario por una India avistada desde
habitaciones de hotel, que sin embargo relampaguea en extraños
encuentros. Bajo la desaparición del amigo, un mito literario: la renuncia
a la escritura, la fuga a tierras lejanas, la transformación del intelectual
en hombre de negocios. «Las sombras del Nocturno hindú se multiplican
a cada tentativa de esclarecerlas, parecen hacer un guiño socarrón a la
teoría psicoanalítica del Doble, a la narrativa romántica y surrealista del
Otro. Pero este encantador ballet de sombras es, sobre todo, un himno a la
facultad creativa el lenguaje» (E. Golino, La Reppublica).
Novedades

editoriales
RIERA, J.
Historia, medicina y sociedad Madrid, Pirámide, 1985, 439 pp.
El autor realiza una valiosa aportación en cuanto a la enseñanza de la
historia de la medicina en el ámbito universitario con esta obra, que es el
resultado de más de veinte años de experiencia docente. «La redacción
del volumen pretende —según el autor— dos objetivos básicos: el
acercamiento de los alumnos a la consideración histórica y social de los
grandes problemas médicos y, asimismo, intenta sugerir en el lector una
clara reflexión en torno al sentido que la medicina, como saber y
quehacer, como teoría científica y actividad humana, tiene y debe tener
en la futura dimensión personal del destinatario.»
El contenido del texto está dividido en tres partes. En la primera se
estudian los saberes antropológicos, es decir, los aspectos concernientes a
la historia de la medicina, a la evolución de los conocimientos
morfológicos y de los principios constitutivos de la materia viva, al
desarrollo de las distintas teorías fisiológicas y al pensamiento
psicológico contemporáneo y actual.
La segunda parte está dedicada a la patología y a la terapéutica y a sus
respectivas evoluciones históricas, incluyendo la psicoterapia en la
medicina actual. En la última parte se estudian la sociedad y la
enfermedad. En ella se analizan: las diferentes concepciones sociales que
se han dado sobre la enfermedad y el enfermo hasta la actualidad, y las
distintas respuestas dadas por la sociedad a las mismas, sean éstas
científicas, mágicas o religiosas, que constituyen las distintas formas
habidas de medicina; la profesión médica y la enseñanza de la medicina a
través del tiempo; la evolución histórica del hospital; la constitución de
la medicina social y, por último, la medicina en el mundo actual, donde
se estudian la realidad del enfermo hoy en día, la patología actual y los
nuevos métodos de diagnóstico.
El autor da en esta obra una visión clara del sentido social e histórico
del médico como terapeuta.
A.H.
Alianza (Madrid)
BOYER, C.B., Historia de la matemática, Madrid, Alianza, 1986,
808 pág., Col. Alianza Universidad, Textos.
Esta Historia de la matemática ofrece una amplia descripción del
proceso conceptual en que se ha desarrollado la matemática. Esta obra,
ideada con fines didácticos, abarca desde el período de la prehistoria
hasta el siglo xx, y desde la creación de conceptos como el número hasta
la creación del álgebra abstracta. Siendo una historia de una ciencia, no se
detiene solamente en la evolución, desarrollo o creación de un
descubrimiento, sino que aporta los elementos necesarios para la
comprensión del mismo.
Anaya (Madrid)
MOLE, R.H., Cálculo numérico. Teoría, problemas y aplicaciones
en BASIC, trad. J.A. Feberero, 1986, 172 pp. , Col. Temas universitarios
con microordenador.
Con una introducción a la programación de microordenadores y a la
teoría del cálculo numérico se expone la automatización de cálculos
complejos que faciliten el análisis y resolución de otros problemas. Para
realizar dicho objetivo se incluye el listado de gran cantidad de
programas, ejercicios y principios matemáticos fundamentales, toda vez
que muestra cómo utilizar un ordenador para resolver otros tipos de
problemas a los que se enfrente el usuario
Ariel (Barcelona)
GARCÍA DE CORTÁZAR. J.A. y otros. Organización social del
espacio en la España medieval. La Corona de Castilla en los siglos
VIH a xv, 1985, 245 pp.. Col. Ariel Historia.
El objetivo del libro es reflexionar sobre la organización social del
espacio protagonizada por la comunidad humana asentada en los
territorios que acabaron constituyendo el ámbito político de la Corona de
Castilla a fines del siglo xv. El punto de partida de la obra es el
reconocimiento de tres realidade que, históricamente, se relacionan de
manera dialéctica: un espacio; una sociedad: una organización del
primero por la segunda.

El Ateneo (Madrid)
GARCÍA POQUET. J. . Computación para todos, 1986. 108 pp.
La intención del libro es orientar a toda persona que se enfrenta por
primera vez a la
compra de un computador. La primera parte
muestra cómo encarar la adquisición del
equipo y del programa necesario para solucionar algún problema
particular. La segunda consta de una introducción a la programación con
ejemplos sencillos en BASIC, uno
de los lenguajes de desarrollo de aplicaciones más común en el mundo de
los microcomputadores.
Hermann Blume (Madrid)
VV. A A.. Atlas Gaia de la gestión del planeta, Coord. Norman
Myers. Prol. David Bellamy. 1987. 272 pp. "
No es un atlas en el sentido convencional del término. Esta obra
cartografía y analiza el estado actual de la situación de nuestro planeta y
ofrece soluciones para una gestión buena y equilibrada. Cada una de las
siete secciones que componen el trabajo (la Tierra Firme, el Océano, los
Elementos, la Evolución, la Humanidad, la Civilización y la Gestión) es
estudiada desde tres perspectivas: recursos potenciales, crisis y
alternativas de gestión. Merece destacarse la abundancia y sistematicidad
de los datos que ofrece, así como la calidad de su ilustración gráfica, que
complementan y ayudan a la comprensión de la información que ofrece.
De Vecchi (Barcelona)
ALLES. F.. Cómo evitar errores de ortografía y de gramática,
1986. 189 pp.
Es desconocer las reglas propias del lenguaje
escrito lleva a que se cometan en la escritura
una serie de errores que indican una laguna
en la formación de quien los comete. Con
esta obra, el autor expone un conjunto de
normas nemotécnicas de fácil asimilación que
ayudan a evitar las faltas ortográficas más
comunes. Es un breve texto de gran utilidad
para toda persona que utilice el lenguaje escrito como forma de
expresión.
MIGLIAVACCA. R. y OLIVER. J.M.. El gran libro de la astronomía
moderna, 1986. 336 pp.
La finalidad de esta obra es facilitar a los
aficionados a la observación astronómica un
conocimiento sólido de las constelaciones y
de la proyección que tienen ante ellas todos
los astros. Se trata de un libro que orienta
sobre lo que se debe conocer al hacer las
primeras observaciones que no requieren
más que noches despejadas. Sólo al fina l se
comentan algunas instrucciones par a el empleo de prismáticos o de un
telescopio en
algunas observaciones. Merece destacar en
el texto su contenido rigurosamente científi-
co, desarrollado con un método y una exposición muy claros que facilita
n su comprensión a los lectores que se inician en el tema. DOLZ. M. y
RIBERA SANZ, J. , El Balance. 1986. 159 pp. AZPIAZU MONTEYS,
A.. Compra-Venta, transmisión y fusión de Empresas. Guía jurídica
completa, 1986. 157 pp. AZPIAZU, A.. CARNE, X. y AUGET. C. Todas
las actas de las sociedades anónimas, 1986, 157 pp. DOLZ, M..
Contabilidad para la pequeña y mediana empresa, 1986, 160 pp.
ROSELL FERRER. J.. Todas las normas y los documentos mercantiles
en las relaciones internacionales, 1986, 149 pp. HOLZMILLER. J. y
ROSELLI, A., Comprender la economía, 1986. 157 pp.
Todas estas obras forman parte de una misma colección, cuya temática y
objetivo es introducir a las personas que lo deseen o precisen para el
trabajo empresarial en diversos aspectos concretos de la actividad
comercial y mercantil. Cada libro, preparado por especialistas sobre el
tema, abordaje! estudio de los conceptos fundamentales y la práctica
actual de la materia a la que está dedicada. Se ofrecen abundantes
ejemplos prácticos que complementan todos los puntos estudiados en
ellos. Es este un aspecto a destacar por la suma utilidad que representa
para la comprensión y la posible aplicación concreta de las ideas
expuestas en los respectivos textos.
Diputación General de Aragón (Zaragoza)
Seminario de Investigación para la Paz (Centro Pignatelli), En busca
de la paz, 1986, 301 pp.. Col Actas, 2.
La publicación recoge todo el material acumulado por el Seminario
durante el curso 1984-85. El programa académico de este primer curso
procuraba abarcar, en una primera visión, los diversos aspectos
implicados en el tema de la paz.
Edhasa (Barcelona)
LE GÜÍN. Úrsula, Un mag de Terramar y Les tombes d'Atuan.
1986. 275 y 213 pp.. Col. Clássics moderns.
Primer y segundo volúmenes de la trilogía de Terramar. novela de
ficción en que la experiencia de Ged. dotado de extraordinarios poderes
que encamina en el estudio de la carrera de mago, es. al final, la de las
novela iniciática. donde todo confluye en el descubrimiento de uno
mismo.
BACHMANN, Ingeborg, A los treinta años,
1986. 229 pp.. Col. Ficciones.
Serie de relatos —uno de los cuales da título a esta edición— que tienen
en común el tono poético y la preocupación filosófica por temas de
nuestra cotidianeidad.
Edicions del Malí (Barcelona)
ESPRIU, S., Primera historia de Esther, ed. bilingüe, coed. con
Marca Hispánica y Diputación de Barcelona, 1986, 195 pp.. Col. Marca
Hispánica.
Salvador Espriu, en 1948, recurrió a la autoridad bíblica para ofrecer
en Primera historia de Esther una gran síntesis histórico-mítica de la
Cataluña contemporánea y, al mismo tiempo, una exposición de las
propias actitudes públicas y personales. La traducción es de Juan Ramón
Masoliver y la edición y prólogo de R. Pinyol-Balasch.
Fontamara (Barcelona)
FISAS ARMENGOL, V., Una alternativa a la política de defensa en
España, 1985. 292 pp., Col. Paz y conflictos.
«Las políticas de defensa actuales, y la de España, no consiguen crear
seguridad ni permiten defender a las sociedades.» «La idea de crear
alternativas de defensa nace de esta convicción de inutilidad y
peligrosidad de las políticas convencionales...» (p. 13) Este sería el punto
de partida de la obra, que se divide en tres partes: Alternativas de
defensa: condiciones y propuestas; La política de defensa en España; y
Propuestas generales para una política de defensa alternativa en España.
En cada uno de los capítulos se dan una serie de datos y estadísticas para
analizar mejor el tema.
Gedisa (Barcelona)
LE GOFF. J., Los intelectuales en la Edad Media, trad. Alberto L.
Bixio, 1986, 170 pp.. Serie Meditaciones, 18.
Publicada por primera vez en 1957, la obra es un clásico para el
estudio del tema. En ella se entiende por intelectuales a los maestros de
las escuelas, a quienes tienen por oficio pensar y enseñar su pensamiento.
Esta alianza de la reflexión personal y de su difusión en una enseñanza es
lo que caracteriza al intelectual, figura que se va estudiando en la obra. El
interés del autor al utilizar la palabra intelectual expresa su intención de
querer desplazar la atención de las instituciones hacia los hombres, de las
ideas hacia las estructuras sociales, las prácticas y las mentalidades, en
situar el fenómeno universitario medieval en el largo plazo. Lo decisivo
del modelo que elige el autor es el vínculo del intelectual con la ciudad,
la evolución escolar del cual se vincula con la revolución urbana de los
siglos x al xni. El punto de inflexión está en la división entre la escuela
monástica, reservada a los futuros monjes, y la escuela urbana, en
principio abierta a todo el mundo, incluso a estudiantes que continuarán
siendo laicos.
VERNANT, J.P., La muerte en los ojos,
1986, Serie Mediaciones.
En la línea investigadora, ya iniciada hace algunos años por el autor,
sobre la forma de simbolizar lo divino en la antigua Grecia,
XX NOVEDADES
EDITORIALES
aparece este estudio sobre los dioses griegos cuyo símbolo era una
máscara o que su culto implicaba portar máscara (Gorgo, Dioniso y
Artemisa). Pero, en el fondo, el trabajo del profesor Vernant versa sobre
el concepto de alteridad entre los griegos; de cómo civilización helénica
representa a lo Otro: el caos, la irrupción, y el éxtasis; en suma, lo que se
escapa a la civilización, a lo cultural.
Instituto Nacional de
Investigagáo Científica (Lisboa)
Gabinete de Estudos de Simbologia, Cavalaria espiritual e
conquista do mundo, 1986, 255 pp.
Del 16 al 23 de abril de 1983 se realizó en Tomar un coloquio
internacional sobre «Imaginario Cavaleiresco e Conquista do Mundo».
Durante una semana especialistas de diferentes áreas confrontaron sus
opiniones acerca del imaginario del caballero en su doble dimensión
espiritual y terrena. El presente volumen ofrece una importante selección
de dieciséis comunicaciones presentadas en el Coloquio. Entre ellas, la de
Gilbert Durand «O Imagináiro Portugués e as Aspirac,óes do Ocidente
Cavaleiresco», la de ML. Machado de Sousa, «D. Sebastiáo, um
Cavaleiro no Século XVI», y la de Y.K. Centeno, «Fernando Pessoa: A
Ordem do Templo, a Ordem de Cristo e a Terceira Ordem de Portugal».
de extravagancias, y ofrece una guía sencilla y fácil, basada en
investigaciones científicas. Esta obra es de interés para todas las personas
que, además de comer y beber, quieren conocer la verdad acerca de los
alimentos y las dietas.
Learned Information (Oxford)
SCHWERIN, J.B. y otros, CD-ROM Standards: the book, coed. con
Infotech (Vermont, USA), 1986. 113 pp.
El libro va dirigido a las industrias editoriales y de ordenadores. En él
se explica muy bien la necesidad de conseguir unos estándares referentes
a los discos compactos que se utilizan en el campo editorial como
«sustitutos» de los libros. El objetivo del libro es dar a conocer los
estándares que se han conseguido en el campo de la publicación óptica,
tanto desde la perspectiva técnica como desde la de negocios. En él se
recogen los acuerdos a que llegaron el grupo de trabajo High Sierra. Este
grupo estaba integrado por representantes de las grandes firmas de
ordenadores, de editoriales y potenciales grandes clientes del sistema
CD-ROM. Los acuerdos a que llegaron han sido adoptados como norma
de fabricación por los grandes de estos sectores. Estas normas están
recogidas en el libro.
Molino (Barcelona)
Col. Despega y juega, 1986.
Cuentos de tapas duras y troqueladas, de forma que pueden sacarse piezas
en plan desmontable y volverlas a poner, dirigido a los más pequeños,
muy llamativo por su forma de maletín. Hasta ahora dos títulos. Soy un
mecánico y Soy una enfermera. Existe la versión en catalán y en
castellano.
Col. La ratita Mili, 1986.
El librito de tapas gruesas en forma de casa, nos cuenta historias de la
ratita Mili, incorporando nuevo vocabulario, conceptos etc., siempre
relacionados con la historia. Cuatro títulos aparecidos, La ratita Mili y
los números, La ratita Mili y los colores, La ratita Mili y el reloj, La
ratita Mili y los días de la semana. Versión en catalán y en castellano.
Col. Abre y Mira, 1986.
Colección dirigida a los muy pequeños, sin texto prácticamente y con
dibujos troquelados en parte, para dejar ver en la parte interior motivos
alusivos al tema del cuento. Los cuatro títulos aparecidos hasta el
momento son Contrastes, Números, Colores y Formas. Todos han sido
publicados en catalán y en castellano.
Col. Caja de sorpresas, 1986.
Cuatro cuentos desplegables que llevan «sorpresa», dirigidos a los
menores de 5 años; una ayuda educativa, divertida y original. Los títulos
aparecidos hasta la fecha son Payasos saltarines, Monstruos golosos.
Animales glotones y Niños traviesos. Han sido publicados en catalán y en
castellano.
Llar del Llibre (Barcelona)
ABRAHAMS, P., Cridem llibertat! trad. Manuel de Pedrolo, 1986,
327 pp. Col-lecció Nova Terra, 55.
La novela es una historiación autobiográfica de la infancia del autor
en el África del Sur de los años veinte, cuando todo el tema del apartheid
estaba en su apogeo y no se veían indicios de que fuera a terminar algún
día. En contraste con la realidad del momento, el único atisbo de salida
que se ve es la esperanza del autor.
La Magrana (Barcelona)
CABANA, F., Les multinacionals a Catalunya, 1986, 2.a ed., 154 pp..
Col. Els origens, 16.
La obra trata de las principales multinacio nales que tienen su centro
en Catalunya cuando se trata de actuar en el mercado español. La obra se
divide en tres partes. La primera parte es una presentación de lo que son
las multinacionales, su filosofía, su historia, etc. La segunda presenta
unas treinta multinacionales. La tercera es de información
complementaria, la constituyen listas de empresas y sus actividades.
Molí (Palma de Mallorca)
PICÓ, M., Ses memóries d'un reclam, 1986.
126 pp.. Col. Biblioteca «Les illes d'or».
143.
Manuel Picó, escritor y periodista, ha reunido en Ses memóries d'un
reclam una selección de la serie de «contarelles» que con este mismo
título aparecieron hace algunos años en el diario Última Hora. Las
memorias d'en Sortet, una perdiz macho que narra sus peripecias
asumiendo el papel de observador objetivo e implacable, constituyen una
lectura amena y muy cómica. A la vez. también plasman un vigoroso
aguafuerte de un tiempo y de un país: la Mallorca de la postguerra.
VERDAGUER, P., La gosseta de Sírius,
1986, 195 pp.. Col. Biblioteca «Raixa».
140.
La fecunda obra narrativa de Pere Verdaguer, periodista y profesor de la
Universidad de Perpinyá, es conocida en toda Cataluña. El presente
volumen pertenece al género narrativo de ciencia-ficción. Se trata de una
novela con un ritmo vivísimo y una perfecta agilidad. La fantasía del
autor es inagotable y la sorpresa está siempre al acecho. Por otro lado, la
ironía y el humor de Pere Verdaguer dan peso y dimensión al libro al
ofrecer una aguda visión de la vida cotidiana de su tierra.
Labor (Barcelona)
BENDER, E., ¿Salud o fraude? La verdad sobre los alimentos y las
dietas, 1987, 215 pp.
De una manera tan entretenida como reveladora, el profesor Bender,
una autoridad en nutrición, analiza las contradicciones existentes en el
campo de los alimentos dietéticos o de régimen, las «dietas
maravillosas», los remedios herbarios, los alimentos libres de aditivos,
los suplementos vitamínicos y los productos básicos como el pan, la
carne y los vegetales. El autor pone en duda la reivindicación de que los
alimentos «naturales» son mejores que la comida procesada o «comida
basura» y, al mismo tiempo, recuerda que muchos de los análisis
realizados han mostrado que los llamados «alimentos sanos» no tienen
valor nutritivo y, que a veces, incluso son perjudiciales.
También se examinan críticamente, con la imparcialidad del
científico, los últimos «descubrimientos» del movimiento de la
alimentación sana: los remedios «místicos» y las panaceas, las pastillas
para prolongar la vida, los tratamientos con hierbas y los alimentos
«mágicos» como el ginseng, la miel o el vinagre de sidra. En el ámbito
del adelgazamiento, caen por tierra los mitos sobre los alimentos bajos en
calorías, los inhibidores del apetito, los bloqueadores de la fécula, el té
adelgazante o los repletores estomacales.
Finalmente, el profesor Bender indica la forma de seguir una dieta
saludable y libre
Mundi-Prensa
(Madrid)
GÓMEZ TORÁN. P.. La informática, una herramienta al servicio
del agricultor, 1986, 258 pp.
La información recogida en esta obra es una aportación importante en
el acercamiento del útil informático al sector agrario. Tras una
exposición del interés de esta tecnología para el agricultor y una
descripción de la herramienta informática, y de los principios de su
funcionamiento, se expone la descripción de algunas aplicaciones
dirigida s a explotaciones agrarias, cooperativas y técnicos dedicados al
asesoramiento y promoción del medio agrario.
Pirámide (Madrid)
ABBOTT. P.. Mecánica, trad. Julio Usaola García. 1987. 327 pp..
Col. Aprende tú solo.
Es importante comprender los principios que han llevado, a través de
los tiempos, a los complicados mecanismos actuales.
Esta obra nos ofrece una introducción práctica a los principios básicos
de la mecánica. Destacamos como un aspecto de sumo interés su
planteamiento pedagógico que es de gran utilidad para que cada persona
pueda estudiar y evaluar el resultado de los temas tratados, a partir de los
ejercicios prácticos que se ofrecen al final de cada capítulo y los
ejercicios de recapitulación con las soluciones correspondientes que
permiten su comprobación.
ABBOTT. P.. Álgebra, trad. Santiago García y Jesús Pedraza. 1987. 363
pp.. Col. Aprende tú sólo.
Es un texto que sirve de introducción a los principios y fundamentos
del álgebra. Es adecuado para la persona autodidacta qu e desea inciarse
en el estudio y comprensión de esta área.
En cada capítulo, y de forma progresiva. se incluyen nuevos ejercicios
con sus soluciones para que el estudioso pueda comprobar y evaluar la
comprensión de los temas trabajados.
HUGHES. V. Tratamiento de textos, trad.
Alfredo Cruz. 1987. 247 pp.. Col. Aprende tú solo.
Este texto es una introducción orientada a
personas que deseen o precisen para el trabajo (secretarias,
mecanógrafas...) conocer
y practicar esta técnica.
El libro está pensado para ser utilizado
junto con un ordenador; para ello, dedica
varios capítulos a actividades prácticas, con
una serie de ejercicios planteados de forma
progresiva para que el autodidacta adquier a
experiencia y confianza en esta técnica. Completa la obra un amplio
glosario de términos
técnicos.
Prensa Universitaria (Palma de Mallorca)
Colección Documentación / Filología: Serie de monografías de
filología, lingüística y literatura que abordan temas, autores o aspectos
particulares de especial interés filológico, lingüístico o literario tratando
de conjugar el rigor del investigador especializado con la claridad y la
perspectiva panorámica del divulgador científico.
Cada monografía se completa con una bibliografía organizada y
puesta al día que aspira a constituirse en guía insustituible de lectura
sobre cada uno de los asuntos tratados.
PAVERAS GRAU, M., Poesía española de
postguerra. Corrientes principales, 1986, 169 pp.. n." 1.
Se ha sabido condensar en este libro la abundantísima y con frecuencia
contradictoria información que sobre el tema anda dispersa por manuales,
monografías, ensayos y artículos casi siempre difícil localización y
acceso y trazarnos la sinuosa trayectoria de convergencias y divergencias,
que jalonan dialécticamente el panorama de nuestra poesía posterior al
conflicto incivil que de una u otra forma la marcó, y nos sigue en buena
manera condicionando todavía.
índice: Introducción a la poesía de postguerra: Etapas, tendencias y
problemas. Breve nota en torno al exilio. Reflexiones sobre la generación
del 36. La poesía de los años 40. Algunas cuestiones sobre poesía social.
Los marginales. Los consagrados, El lanzamiento de los «Novísimos» y
sus repercusiones posteriores. Nuevas direcciones apuntadas por la
crítica.
LIBROS RECIBIDOS
Alfaguara (Madrid)
MERINO. J.M. . El oro de los sueños. 1986. 186 pp.. Col. Juvenil Alfaguara. 245. WOLF,
Ch.. Casandra. 1986. 163 pp.. Col. Literatura Alfaguara, 199. MARTÍNEZ CEREZO. A.,
Odisea blanca, 1986. 282 pp.. Col. 15-20 Nostromo. HINTON, S.E.. Rebeldes. 1986. 192 pp..
Col. Juvenil Alfaguara. 128. HINTON. S.E.. La ley de la calle. 1986. 128 pp.. Col. Juvenil
Alfaguara, 219. PINERA. V.. Pequeñas maniobras. Presiones y diamantes. 1986. 334 pp..
Col. Literatura Alfaguara. 190.
Anava (Madrid)
TSU-DER CHOL. G . d BASE III. Guía del Programador. 1987. 432 pp.. Col. Anava
Multimedia.
Bosch (Barcelona)
RIBO DURAN . Z.. Presente y futuro de las sociedades de garantía recíproca. 1986. 159 pp.
Cátedra (Madrid)
BRUNETTA. G.P.. Nacimiento del relato cinematográfico. (Grifíith 1908-1912). 1987, 141
pp.. Col. Signo c imagen. 6. MELVILLE. H.. Bartleby, el escribiente. Benito Cereño. Billy
Budd, 1987. 305 pp.. Col. Letras Universales. 71.
De Vecchi (Barcelona)
FUENTES, F.. Los mejores chistes del año. 1986, 190 pp. ROSELL FERRER. J.. Todas las
normas y los documentos mercantiles en las relaciones internacionales. 1986. 149 pp.
HOLZMILLER, J. y ROSSELLI. A., Comprender la economía, 1986. 157 pp.
FRANCESCH1N1. L., Los tests de los colores. 1986. 157 pp. ALLES. F., Cómo evitar errores
de ortografía y gramática. 1986. 191 pp. FERNÁNDEZ-ARAMBURU . J.M.. Todo sobre los
gastos de la comunidad de propietarios, 1986, 153
ciencia.pensamiento y cultura
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Miguel Ángel Quintanilla Comité de Redacción: José Manuel Orza
Luis Alberto de Cuenca Carlos Solís
ñafael Pardo
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INVESTIGACIONES CIENTÍFICAS
XXII
pp. DOLZ, M. y RIBERA SANZ, J.. El balance, qué es y cómo se interpreta, 1986, 159 pp.
DOL GUERRI, M.. Contabilidad para la pequeña y mediana empresa. 1986, 160 pp.
Fontamara (Barcelona)
VV.AA., Anuario sobre armamentismo en España, 1986, 1986, 245 pp.. Col. Paz y Conflictos.
Fundesco (Madrid)
HOLTZ-BONNEAU, F.. La imagen y el ordenador. 1986. 270 pp.. Col. Hcrmcs, 20.
Gedisa (Barcelona)
LYOTARD, J.F.. La posmodernidad (explicada a los niños). 1987, 123 pp.. Col. Hombre y
Sociedad, Serie Mediaciones. 22.
Icaria (Barcelona)
TABOADA, L., La maternidad tecnológica: De la inseminación artificial a la fertilización in
vitro, 1986. 80 pp.. Col. Ocho de marzo. 4. SACRISTÁN, M.. Pacisfismo, ecología y política
alternativa. 1987. 208 pp.. Col. Antrazyt. 45.
Junta Castilla-León (Valladolid) VV.AA., Literatura contemporánea en
Castilla y León. 1. 1986, 561 pp.
Lucina (Madrid)
GARCÍA CALVO. A.. Razón común (Lecturas presocráticas II), 1985. 411 pp. GARCÍA
CALVO. A.. De la construcción (Del lenguaje II). 1983. 470 pp. GARCÍA CALVO. A., Del
lenguaje, 1979. 438 pp. GARCÍA CALVO. A.. Lecturas presocráticas. 1981. 234 pp.
Muchnik (Barcelona)
NÉM1ROVSKY. I.. Las moscas del otoño o La mujer de otrora. 1987, 96 pp. DUVERNOY. J..
La captura del cátaro Bélibaste. 1987, 137 pp. Pirámide (Madrid)
ABBOTT, P.. Mecánica, 1987, 327 pp.. Col. Aprende tú solo. VV.AA.. Psicoestadística.
Estimación y contraste. 1987. 373 pp.. Col. Psicología.
Plaza & Janes (Barcelona)
MANN , T., Diarios 1918-1936 (edición y traducción de Pedro Gálvcz), 1986, 277 pp.
Ediciones del Serbal (Barcelona) LEGER SIVARD, R.. Gestos militares y sociales en el
mundo. 1986. 79 pp. URTEAGÁ, L., La tierra esquilmada, 1987, 221 pp.
Taurus (Madrid)
JAUSS, H.R., Experiencia estética y hermenéutica literaria, 1986. 436 pp.. Col. Persiles, 167. Se
rie Teoría y crítica literaria. FRYE, N., El camino crítico, 1986, 149 pp.. Col. Persiles, 166, Serie
Teoría y crítica literaria. VERNON, K.M., Juan Benet, 1986. 296 pp.. Col. Persiles . 170, Serie
El escritor y la crítica. GÓMEZ MOLLEDA, M.D., La Masonería en la crisis española del siglo
XX, 1986, 537 pp.. Col. La otra Historia de España, 11 . DOVER, K.J., Literatura en la Grecia
Antigua, 1986. 207 pp.
Torre Tavira (Cádiz)
MARRODÁN. M.A.. Sonetos en la noche, 1986, 59 pp.. Col. de Poesía.
Publicaciones

periódicas
Poder y Control. Revista
hispano-latinoamericana de disciplinas sobre el control social
Craywinckel, 2, 08022 Barcelona
Bajo el título «Prevención y teoría de la pena: presente y
alternativas», que corresponde al Seminario celebrado en 1985 y cuyas
ponencias constituyen el bloque fundamental del número, aparece el n."
O de esta nueva publicación que dirigen los profesores Roberto Bergalli y
Hernán Hormazábal Malarée, de la Universidad de Barcelona, Juan
Bustos Ramírez y Victoria Camps, de la Universidad Autónoma de
Barcelona, y el magistrado Antonio Dónate.
Con la reproducción de algunos párrafos del número, se hace patente
a grandes rasgos el proyecto que la nueva revista se propone: «Una
sociología crítica no puede plantearse en la actualidad el problema del
poder como objeto abstracto de conocimiento. La asunción de que sólo
existen poderes concretos para órdenes concretos y la interpretación de
esos dos factores por su implicación con el problema (central) del control
social, imponen la necesidad de plantear el estudio sociológico desde una
nueva perspectiva. En la investigación de las relaciones entre el poder y
el control, tendrían cabida, entonces, cuestiones como la prevención o
como la reacción ante las desviaciones que se pro duzcan.
»La complejidad de este nuevo planteamiento del estudio del poder y
del control social no permite su acotación desde una perspectiva
disciplinaria concreta. El poder no es un elemento que pueda ser
analizado al margen de los procesos que dan vida a los sistemas sociales.
El tema del poder y del control es, por ello, una cuestión política,
perfectamente individualizada, que surge de los sujetos organizados. De
ahí que un planteamiento crítico frente al poder y el control que pretenda
presentar esta realidad libre de enmascaramientos ideológicos tenga, en
último término, que plantear una revisión crítica del Estado.
»Ha de recordarse que en el resto de Europa existen publicaciones que
afrontan derechamente esta problemática como ya se pone de manifiesto
en sus títulos. Pensamos en Dei delitti e delle pene en Italia y Kristiche
Justiz en Alemania Federal, por ejemplo. En cambio, en España y
Latinoamérica no ha sucedido lo mismo. Quizás ello se deba a que, por
tratarse de países que están cerca o en la periferia de los centros de
decisión, cobra prioridad la preocupación de encubrir ideológicamente las
antinomias del sistema. En esta perspectiva se ha hecho primar el saber
especulativo sobre el pragmático. La regulación del orden social se hace a
partir de dogmas normativos o metafísicos. Todas las disciplinas, aun
cuando están orientadas a la especialización, coinciden en dar, desde
posiciones ocupadas por el detalle, una visión ideológica de la realidad
concreta, pasando por alto la individualidad y la globalidad de lo social.
»Esta publicación quiere llenar este vacío presentando la realidad del
poder y del control, libre de enmascaramientos dogmáticos hechos a
partir de una determinada concepción del mundo. Ello significa, como se
ha señalado precendentemente. huir de las manipulaciones demagógicas
que, con pretensiones de universalidad, se hacen de realidades sociales
diferentes. Estas fantasías son las que han servido para justificar, por
ejemplo en Latinoamérica, la brutalidad y la barbarie como estrategia de
control social, cuando se presentó envuelta en la "doctrina de la seguridad
nacional". Se trataba de terminar con la conflictividad social, de crear las
condiciones para que los capitales de las empresas transnacionales
pudieran circular libremente, de que el "subcontinente" ocupara el lugar
que se le había asignado en el nuevo orden económico internacional. Para
ello el Estado fue reducido a la fuerza de los ejércitos. El poder y el
control se ejercieron sobre los cuerpos mediante el hambre, la miseria y
la desaparición del disidente; esta fue la estrategia del control de la
década anterior. Hoy se trata de volver a una «normalidad» . Estamos
frente a un problema estético; los ejércitos deben volver a los cuarteles.
Así es como se han creado, con las nuevas democracias, las condiciones
para una nueva estrategia de control. La estrategia del control de la
década de los años 80 no se desarrolla ya a nivel físico (o no solamente),
sino directamente sobre los gobiernos que están condicionados por la
enorme deuda externa que han acumulado los países latinoamericanos.
Estas nuevas condiciones habrán de concretar nuevas estrategias de
control social.»
RID. Resúmenes de Tesis
Doctorales publicadas
en Microficha
Pentalfa Microediciones. Apartado 360, 33080 Oviedo.
N." 1, 1987
Incluye este primer número los resúmenes de las treinta primeras tesis
publicadas en la colección Tesis Doctorales en Microficha. En números
sucesivos se irán difundiendo los resúmenes de las nuevas tesis editadas.
Por ahora la suscripción a RTD es gratuita.
El criterio que se ha seguido en la edición ha sido el de ordenar los
resúmenes según el ordinal que tienen en la colección general (frente a
una ordenación, por ejemplo, por materias). Para facilitar la búsqueda
temática se incluyen un índice onomástico (materias y asuntos tratados),
un índice de autores y otro de Universidades en que fueron leídas.
Mediante futuros índices temáticos acumulativos, será fácil conocer el
contenido de RTD cuando se hayan publicado varios números.
PUBLICACIONES
PERIÓDICAS XXIII
y muy sencillo localizar en la revista un resumen determinado. Como
en RTD sólo aparecen los resúmenes de tesis que ya han sido publicadas
en microficha. el lector tiene la seguridad de poder adquirir por muy bajo
precio un ejemplar (una tesis que ocupe dos microfichas cuesta menos de
mil pesetas).
Las ediciones de Tesis Doctorales en Microficha permiten la difusión
de trabajos que. por sus características, es dificil lleguen a ser publicados
en papel. Como toda la comunidad investigadora conoce, en otras
culturas es este el modo habitual de publicar tales obras: en esta
colección española se consideran para su edición las Tesis Doctorales y
Memorias de Licenciatura, de cualquier disciplina, independientemente
de la fecha de su elaboración o Universidad en que hayan sido
presentadas, sean o no inéditas y que preferentemente estén escritas en
lengua española o que. en todo caso, hagan referencia a la cultura
hispana. Para intentar ofrecer el mayor número de títulos, se invit a a
Universidades y autores, tanto de España como de las repúblicas
americanas y Portugal, a integrarse en este proyecto. Si usted quiere
publicar su tesis doctoral, ahora ya puede hacerlo.
En cada una de nuestras microfichas se reproducen unas 32^ páginas
del original de la tesis, siguiendo las normas internacionales en este tipo
de ediciones y utilizando las tecnologías más avanzadas en
microfilmación. Las ediciones se presentan en unas carpetillas que llevan
impreso el resumen de la tesis. Una de las ventajas de este tipo de
ediciones, aparte del conocido ahorro de espacio (treint a tesis
presentadas en carpetillas individuales ocupan el espacio de un solo
libro), es su permanencia indefinida en catálogo: en ninsún momento
estarán en la situación de -«agotadas», importante ventaja respecto de las
publicaciones convencionales, gracias a la facilidad de realizar copias del
negativo original.
Con la Colección Tesis Doctorales en Microficha y la publicación
RTD. se ofrecen importantes herramientas en la línea de lograr un mayor
conocimiento y difusión de la investigación que se hace en español.
Colaboran: José Luis Abellán, Agustín Albarracín, Mario Boero, Mariano
Brasa Diez, José Luis Cano, Antonio Carreño, Ramiro Flórez, Luciano
González Egido, Ricardo Gullón, Pedro Laín Entralgo, Iván Lissorgues,
José Antonio Maravall, Franco Meregalli, Carlos París, Pedro Ribas,
Enrique Rivera, Amancio Sabugo Abril, Francisco Javier Satué, Adolfo
Sotelo, Jorge Uscatescu y Emilia de Zuleta.
Precio del volumen: mil pesetas, IVA incluid o
REVISTAS RECIBIDAS
Arbor. Ciencia, pensamiento y cultura. N. 494. febrero 1987. S. Giner. "Avalares de la
sociedad civil»; R. Pardo Avellaneda. "El "neocorporatismo" como paradigma de la sociología
política'-: F. Alvira Martín. "Nuevas técnicas de recogida de datos-: etc.
Boletín de Estadística Socioeconómica. Centro de Investigación Económica \ Social de
Canarias (CÍES) . N. ' 2. febrero 1987. 188 pp. Información estadística socioeconómica del
Sector Público de Canarias: Cuerpo I: Macromagnitudes regionales. Cuerpo Jí: Administración
Centra l en Canarias. Cuerpo III : Comunidad Autónom a de Canarias. Cuerpo IV:
Corporaciones locales.
La Burbuja. Revista de Literatura y Creación. Grupo Catolepras. Apartado 14.9hO. Madrid .
Se propone recoger y difundir el quehacer literario, poético y artístico de nuestro tiempo.
Catálogo de Publicaciones Universitarias Españolas.
CUADERNOS
HISPANQ\MERKANOS
Han dirigido esta publicación: Pedro Laín Entralgo, Luis Rosales y
José Antonio Maravall. Director: Félix Grande. Jefe de Redacción: Blas
Matamoro. Secretaria de Redacción: María Antonia Jiménez.
Administrador: Alvaro Prudencio.
De reciente publicación:

Homenaje a Miguel de Unamuno


Un volumen doble de 344 páginas. Febrero-Mar20 1987
Dirección, secretaría y administración : CUADERNOS
HISPANOAMERICANOS INSTITUTO DE COOPERACIÓN
IBEROAMERICANA Avenida de los Reyes Católicos 4, 28040 MADRID
Teléfono: 244 06 00, extensiones 267 y 396
XXIV PUBLICACIONES PERIÓDICAS
Suplemento 1986, 108 pp. Con índices de «Centros Participantes», de orden de aparición
que sigue el Código Decimal Universal, de «Publicaciones por Centro» y de «Autores».
CEAM. Revista de Economía y Técnica Industrial. Centro de Estudios y Asesoramiento
Metalúrgico. N.° 197. septiembre-octubre 1986. Nuevos materiales: aleaciones con memoria de
forma. Esquema de control por sumas acumuladas. Montaje de una lámpara de pie. mediante un
robot dotado de capacidad decisoria.
Campo Abierto. Revista de la Escuela Universitaria de Formación del Profesorado de
E.G.B. de Badajoz. N.° 3. 1986. 179 pp. En una amplia sección de estudios se recogen
artículos sobre ei periodismo en Extremadura (1899-1910). valores vigentes en una sociedad
pluralista, la metáfora, figura semántica, incidencia de la escuela en la inadaptación escolar, etc.
CEUMT. La Revista Municipal. Centre d'Estudis Urbanístics. Municipals i Tcrritorials N."98.
1987. Las formas del espacio rural y sus instrumentos de ordenación.
El Ciervo. Revista Mensual de Pensamiento y Cultura. Año XXXVI. n." 433. marzo 1987.
«La revolución de las cristologías». por J.I . González Faus. El Cardo de Bronce. Cuadernos
de Poesía y Pensamiento del Grupo Artístico y Literario «Jaraíz» de Tomelloso (Ciudad
Real). Año II. n." VIL otoño 1986. Traducciones de poemas de Léelo Ivo; Estudios; Poemas;
Pliego de Poesía; Vasar y Empotro de «Jaraíz».
Cuadernos Americanos. N." 2 (nueva época), marzo-abril 1987. 222 pp. Estudios de I. Díaz
Ruiz. «Arguedas. un aporte a la identidad peruana», y de A. Moreiras. «La conciencia
hermenéutica de Américo Castro». Secciones «Ccntroamcrica», «Identidad Iberoamcrieana».
«Quinto centenario» y «Reseñas».
Cuadernos de Pedagogía. N." 147. abril 1987. Tema del mes; los padres van a la escuela.
Cuadernos Inacabados. laSal. edicions de les dones. N." 8. 1987. 77 pp. Estudio de Eli Bartra,
«Mujer, ideología y arte. Ideología y política en Frida Kahlo y Diego Ribera».
Cultura. Dcpartament de Cultura de la Generalita t de Catalunya. Marc, 1987. Dossier dedicado
a la música contemporánea.
Dirigido por... Revista de Cine. N." 146, abril 1987. Entrevista con Neil Jordán. Estudio
Nicholas Ray (1) . Dossier Comedia Americana. Etc.
Estudios humanísticos. Filología. Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de León. N."
8, 1986. 174 pp. Contiene estudios sobre literatura infantil-juvcnil . sobre el estilo directo en
español y diferentes estudios filológicos y lingüísticos. Estudios Humanísticos. Geografía,
Historia, Arte. Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de León. N." 8. 1986, 224 pp.
Contiene, entre otros, un estudio sobre la geografía humana española (1975-1983). Notas y
reseñas.
Hora de Poesía. N." 48, noviembre-diciembrc 1986. Dossier: Seis poetas chícanos. «Cordelia
Candelaria: una introducción crítica», por Tcresinka Pcrcira. Noticias de poetas. Críticas.
Ibérica. Actualidad Científica. N." 287. abril 1987. La optoelectrónica y las comunicaciones
ópticas. índice Médico Español. N." 87. julio-agosto-scptiembre 1986. 170 pp. La publicación
consta de cuatro partes: 1. Revistas incluidas en este número. 2. Reproducción facsímil de los
sumarios de los fascículos de las revistas. 3. índice de autores. 4. índice de materias.
ínsula. Revista de Letras y Ciencias Humanas. N." 482, enero 1987. Contiene los interesantes
estudios dedicados a Eugenio F. Grancll. «E.F.G. y sus revistas», de Cesar Antonio Molina, y
«Presencia y ausencia de E.F.G. en la literatura», de Francisco López.
Investigación y Ciencia. N." 126, marzo 1987. Receptorpatías. Urano. El virus del sida.
Aprendizaje instintivo. Energía extraída del mar Crecimiento fractal. Liposomas. Evolución del
vellón de la lana. N." 127. abril 1987. Las aguas subterráneas en el paisaje. El microtúbulo.
motor intracelular. Los pulsares más antiguos del universo. Recombinación genética. Etc.
Laberintos. Revista de Creación Literaria. II época, n." IX, otoño 1986. Poemas inéditos de
Vladimir Holán traducidos por Clara Janes. Sección «Poesía», con poemas de Manuel Andújar.
Rafael de Cozar. Julio Martínez Mesanza. Javier Salvago. María Victoria Atcncia. Fernando de
Villcna, Nicolás del Hierro. «Poemas», de Javier Aguirre Gandarias. Cuento: «Sopa de vidrio»
de María de la Luz Uribc. Ensayo: «Antonio Enrique y la armónica montaña» de Tomás Ramos
Orea. Crítica: «Las lecturas del minotauro» y «Dibujos» de Nazih Nader.
Lápiz. Revista Mensual de Arte, índice 82/86. índice de autores ordenado alfabéticamente, con
829 referencias, índice de temas, con 2.679 referencias. Lapsus Calami. Universidad Popular
de Zaragoza. Marzo 1987.
Letras de Deusto. Vol. 17. n." 37, cnero-abril 1987. Estudios: Dignidad de la persona y
fundamento de los derechos humanos. Sistemas de transporte en la cuenca minera vizcaína.
Concepto y límites de lo infantil en la literatura. Comentarios sobre el «Alzamiento Nacional»
de 1936 en San Sebastián: la actitud del Coronel Carrasco. Ortega y la doctrina de la realidad
radical. Los partidos de izquierda en el Gobierno Vasco. Lucicn Febvrc, Combates por el
socialismo. Notas y bibliografía.
Leviatán. Revista de Hechos e Ideas. N." 26. invierno 1986. Contiene entre otros el estudio de
J. Solé Tura, «Una lectura autonomista y federal del modelo de Estado constitucional», y el de
C. Martínez Ten. «La participación política de la mujer en España». Entrevista: Claudc Lévi-
Strauss.
Litoral. Revista de la Poesía y el Pensamiento. N." 171. Homenaje a Ángel Caffarcna. creador
de una Málaga impresa que tiene sonido y luz.
Manxa. Grupo Literario Guadiana. N." 36. marzo 1987. Amplia colección de poemas de
diferentes autores. Poemas premiados en el IX Certamen Poético convocado por el grupo.
Comentario de libros. Noticias.
Meta. Revista de Filosofía. Facultad de Filosofía. Universidad Complutense. Vol. 1. n." 1,
enero 1987. 222 pp. La nueva publicación ha sido promovida por un grupo de estudiantes de
filosofía de la Universidad Complutense. Recogemos el contenido del número: Mardomingo
Sierra. J.. «En torno a las nociones de principio y fin»: Martínez López. L.. «Del olvido»;
Rivero Paz, J., «El deporte de la divinidad»; Ortega, C., «Crítica a la pscudo-paradoja de Russell
sobre la clase de todas las clases propias»; Narbona Montcagudo, R., «El presente eterno»;
Rampérez. F., «Sobre la metáfora de la luz en la estética del gótico»: Sánchez-Cuenca. L.
«Inconmensurabilidad más allá de la filosofía de la ciencia. Un cambio parcial en la metáfora
del mundo»; Racionero. O.. «La suerte del marxismo»; Oñatc, T.. «Al final de la modernidad»;
Fernández, R.. «Del engaño en la filosofía». Revista de Libros. Congresos.
Mientras Tanto. N." 29. marzo 1987. Notas editoriales. Fernández Buey. F.. «Las razones de
Albcrt Einstein (II) : Su filosofía moral y política». Recio. A.. «Trabajadores desiguales: II.
Crisis y perspectivas». Etc.
Mirall de Glac,. Apartado 426. Terrassa. Poesía XIXII. diciembre. 1986. Poemas de Joscp
Ballester. Jordi Bilbcny. Joscp M. Blasco. Joan F. Bolufer. etc.
Mundo Científico. N." 68. abril 1987. Dossier: Los efectos indeseables de los medicamentos.
Las Nuevas Letras. Revista de Arte y Pensamiento. N.° 6, invierno 1987. 112 pp. Los
intelectuales: ¿la otra cara del poder? Miscelánea. Creación. Almería. Entrevista: Sobre la
trayectoria narrativa de Luis Goytisolo. Crónicas.
Olvidos de Granada. N.° 15. 131 pp. «Alabanza y aroma de la poesía hispanohcbrea». páginas
inéditas de Rafael Albcrti; «Falcon Crest». «Dallas v
Dinastía: la era de Reagan como intcrtexto». por T.A. López Pumarejo; «Las hadas, un mito
para la historia», por J.C, Rodríguez; «Entrevista con ítalo Calvino», por C.A. Molina;
«Unamuno en su poética», por J. García Leal: «Unamuno: catalanizar España», por L. Sánchez
Rodrigo: «José María Blanco Whitc. La mujer y el cura ilustrado», por P. Alcázar; etc.
Papeles de Economía Española. N." 29. 1986. 472 pp. «La nueva minería española»: Estudios
generales, estudios sobre recursos energéticos, sobre minería no energética, estadísticas mineras
básicas y colaboración especial sobre las tendencias mundiales de los minerales no energéticos.
Perspectiva Escolar. Rosa Scnsat. N." 113, marzo 1987. «Buscant el cinema a l'cscola».
El Proyecto. Revista de Teoría y Práctica Sindical de USÓ. Universidad Sindical. Ñ." 1,
marzo 1987. 188 pp. 25 Aniversario de la Carta Fundacional USO: 1961-1986: Origen e
ideología de USO. USO y el movimiento obrero. El movimiento obrero bajo el franquismo.
Perfil político sindical.
El Público. Cuaderno n." 21. 84 pp. Viaje al teatro de Francisco Nieva. Cuaderno n." 23. 72 pp.
Directores de escena.
Punto y Coma. Expresión de Ideas Actuales sobre Literatura, Ciencias, Artes e Imágenes.
N." 6. 1987. Tema central: El cómic, su valor cultural. Revista de Ciencias de la Educación.
Instituto Calasanz de Ciencias de la Educación. N." 129. cncro-marzo 1987. Estudios sobre las
diferencias inter scxos en EGB. la formación de la personalidad autónoma y responsable, y
sobre las dimensiones psicológicas y sociológicas de los exámenes. Notas. Panorama educativo
y Bibliografía.
Revista de Comunicado e Linguagéns. N." 4. diciembre 1986. «Tecno-lógicas»: pensar la
técnica y/o tecnificar el pensamiento. En este quiasma se proyectan los interrogantes sobre el
lugar del sujeto, sobre el significado y el sentido de la alteridad, del mundo y de su
manipulación. Interrogantes que no son de hoy sino que atraviesan toda la historia. ¿Que es lo
que hace de la cuestión técnica un tema urgente y actual? ¿A qué urgencias corresponde la
proliferación de discursos técnicos, eufóricos o disfóricos. de angélico optimismo o de
pesimismo diabólico?
Revista de Occidente. N." 71. abril 1987. Cambio tecnológico.
Revista de Psicología General y Aplicada. Exponente Científico de la Sociedad Española de
Psicología. Vol. 41 (3). (4) y (5). 1986. Volúmenes de algo más de un centenar de páginas cada
uno que recogen una buena colección de investigaciones sobre las temáticas que les son
propias. Citamos el título del primer estudio de cada uno de los tres volúmenes: «El doctor
Gonzalo R. Lafora y la psicología en España . Reflexione s en su centenari o (1886-1986)»;
«Un estudio empírico del valor predictivo de la motivación de logro en adolescentes»;
«Evolución del nivel piagetiano de desarrollo cognitivo en alumnos de bachillerato. Un estudio
longitudinal».
Ritmo. Año LVIII. n." 572. Extraordinario. 114 pp. Reportajes sobre la actividad musical
realizada por diversas instituciones del país. Conmemoraciones del centenario de diferentes
músicos importantes. Estudio sobre Otto Klemperer. Entrevista con Elizabeth Sódcrstróm.
Saber Leer. Revista Crítica de Libros. N." 4. abril 1987. Sumario: Díaz, E.. «Guerra en la
guerra: Unamuno, 1936». Sampedro. J.L.. «La comunidad pendiente». García de Enterría. E..
«De Gaulle: la historia con nombres propios». Gallego. J.. «¿Hubo un estilo clementino?».
Caballero Calero. R.. «Los clíticos en gallego-portugués». Zamora Vicente. A.. «Valle-Inclán
otra vez». Lázaro Carreter. F.. «La lógica de la literatura». Prieto. C.. «Reflexiones en torno al
legado Barbieri».
Telos. Cuadernos de Comunicación, Tecnología y Sociedad. N." 9. marzo-mayo 1987. 187
pp. Cuaderno Central: El video: arte, lenguaje y comunicación.
XXV

Documentos y noticias
Entre «A Águia» y
«Presenca»: las revistas literarias del «primer modernismo» portugués
Perfecto-E. Cuadrado
Introducción
Hasta ahora, y salvo algunos trabajos aislados (como los de F.
Guimaráes o las recientes y valiosas aportaciones de Clara Rocha y
Daniel Pires), la atención que los investigadores de la literatura
portuguesa habían prestado a las revistas literarias, a los suplementos
literarios de diarios y revistas de información general o a las secciones
literarias de revistas «culturales» no específicamente literarias, había
sido siempre escasa, parcial, marginal y complementaria del estudio de
obras, autores, movimientos, tendencias, períodos, etc.
Nadie ignora, sin embargo, la importancia que dichas publicaciones
han tenido a lo largo de la reciente historia literaria, y el papel
fundamental que han desempeñado en la génesis y evolución de grupos,
escuelas, movimientos y tendencias literarias desde el último tercio del
siglo XIX hasta nuestros días: con razón mencionaba Poggioli la
existencia, función, características y contenidos de esos «little
magazines», como uno de los elementos constitutivos esenciales de todos
los «movimientos» artístico-literarios de la «Modernidad».
El interés por las revistas literarias crece de día en día, y se
manifiesta actualmente no sólo por la gran cantidad de trabajos
monográficos o de conjunto que a ellas se dedican, sino también por las
abundantes reediciones facsimilares que instituciones y empresas
editoriales vienen realizando desde hace algunos años, y entre las cuales
podríamos citar, a título de ejemplo, las efectuadas por Jean-Michel Place
en Francia o las de Ed. Turner y Leteradura en España. En Portugal, esta
labor está siendo espléndidamente realizada por la editorial Contexto
(con el apoyo del Instituto Portugués do Livro), habiéndose centrado
hasta la fecha en las revistas del «primer modernismo» portugués
(Portugal Futurista, Centauro, Exilio, Alhena, Contemporánea, etc.),
aunque es de justicia mencionar la reedición anterior (no facsimilar) que
de la revista Orpheu hiciera la editorial Ática, como complemento a la
publicación de las obras de los poetas más significativos del simbolismo
y del «primer modernismo» portugués.
Para quien no conozca de cerca la riqueza y dinamismo de la vida
cultural y literaria portuguesa (sobre todo en términos relativos, si la
comparamos con las posibilidades reales de producción y consumo del
país), podría resultarle sorprendente y hasta incomprensible la gran
cantidad de publicaciones culturales y literarias portuguesas, sobre todo
durante los últimos cien años. Menos sorprendente resultará, sin duda, el
hecho de que tales publicaciones se concentren geográficamente (como,
por lo demás, el resto de las actividades culturales) en las tres grandes
capitales peninsulares (Lisboa, Oporto y Coimbra), y que en ese proceso
de concentración se vaya acentuando progresivamente el predominio de
la capital de la República. Baste decir que, de 253 colecciones de revistas
consultadas para el período 1889-1985, 118 correspondían a Lisboa, 55 a
Oporto y 52 a Coimbra (es decir, el 46,6 %, el 21,7 % y el 20,5 %,
respectivamente, del total).
Un repaso detenido y ordenado a todas esas publicaciones puede
ofrecer al desconcertado lector una visión dinámica de la literatura
portuguesa de los últimos cien años, más viva —si no más rica, incluso—
que la ofrecida por las diferentes perspectivas históricas tradicionales, a
las que nunca sustituye pero sí complementa y enriquece.
Agrupaciones, escisiones, reagrupaciones, polémicas, expulsiones,
noviciados, ingresos...; creación, crítica, historia literaria, textos teóricos
y doctrinales, programas y manifiestos, parodias, pastiches...; tipografía,
portadas, ilustraciones, papel, formato y otros signos icónicos y
materiales de afirmación estética y social...: todo ello, sin ser
exactamente otra historia, es, eso sí, una manera distinta —más
conflictiva, menos esquemática— de ver la misma historia. Paisaje de
fronteras diluidas y de guadianas que se comunican, la historia así
entrevista se resiste a toda ordenación sistemática que no sea la de una
rigurosa sucesión cronológica, si bien pueden ser pedagógicamente
válidas algunas de las aproximaciones realizadas desde distintas
perspectivas metodológicas, como son, por ejemplo: a) la ordenación por
«etapas históricas» (variante de la perspectiva cronológica absoluta); b)
la agrupación por «corrientes» estéticas y/o ideológicas; c) la más
artificial por «contenidos» (exclusivamente de creación, con un apartado
especial para las «poéticas»; de creación y crítica; exclusivamente de
crítica y ensayo); d) otras posibles clasificaciones y distingos (por ej.,
entre revistas «académicas» o «especializadas» y las que no lo son, o
entre «revistas», «suplementos» literarios y culturales de diarios,
«secciones» literarias de publicaciones periódicas de información
general, volúmenes colectivos con o sin continuidad, etc., etc.).
Por razones obvias de espacio, y para ser fieles a las intenciones y
contenidos de este número especial de Anthropos, hemos seleccionado
para nuestra reseña una parcela significativa de esa historia: la que se
refiere a las revistas del «primer modernismo» portugués. Debemos
aclarar, sin embargo, que dicha delimitación estética y cronológica no ha
sido absoluta y estrictamente respetada. No hemos incluido referencias al
suplemento futurista de O Heraldo de Faro (el lector las encontrará en
otro trabajo de este mismo número), ni a revistas o publicaciones no
literarias en las que colaboraron protagonistas destacados del «primer
modernismo» (por ej., la Revista de Comercio e Contabilidade o el
panfleto político Eh Real!}, ni a revistas que, sin ser modernistas,
acogieron en su seno algunas polémicas estéticas y literarias
fundamentales (nos referimos, obviamente, a la Seara Nova), ni, en fin, a
aquellas revistas que, como Sw I Sudoeste (1935), quisieron en alguna
medida prolongar, resucitar, resumir o conmemorar la aventura de los
«dos modernismos» portugueses (Orpheu y Presenqa). Sí hemos
incluido, en cambio, las revistas en las que, respectivamente, nace y
desemboca la aventura del «primer modernismo» portugués: A Águia y
Presenta.
Para el lector que desee ampliar la información sobre el tema, hemos
incluido al final una bibliografía mínima orientativa.
Descripción de las principales revistas modernistas portuguesas
A Águia
Oporto, 1910-1932 (se publicaron 5 series: 1.% 1910-1911, 10 núms.;
2.a, 1912-1921, 120 núms.; 3.a, 1922-1927,
XXVI DOCUMENTOS Y NOTICIAS
Conjunciones y disyunciones en el «primer modernismo» portugués a
través de sus revistas más significativas
Revistas simbolistas,
decadentistas, tradicionalistas, etc.
NOVA SILVA Oporto, 1907
A ÁGUIA A RENASCENQAOporto, 1910-1932 Lisboa, 1914
A VIDA PORTUGUESA Oporto, 1912-1915
'ORPHEU^ EH REAL! Lisboa (panfl.)
1915 Lisboa, 1915 GENTE LUSA
Praia de Granja, 1916
EXILIO Lisboa, 1916
CENTAURO págs. literarias de Lisboa, O HERALDO 1916 Faro,
1916-1917
PORTUGAL FUTURISTA Lisboa, 1917
PELA GREI Lisboa
(Oporto),
1918-1919
SEARA NOVA SEARA NOVA
CONTEMPORANEA Lisboa, 1922-1926
(1 núm. espécimen en 1915)
ATHENA
Lisboa, 1924-1925
CANCIONEIRO Lisboa, 1930
PRESENQA Coimbra, 1927-1940PRINCIPIO
Oporto, 1930
SW/SUDOESTE
Lisboa, 1935
DOCUMENTOS Y NOTICIAS XXVII
60 núms.: 4.'. 1928-1930, 12 núms.; 5.a,
1932, 3 núms.).
Una de las revistas fundamentales de la vida cultural y literaria
portuguesa contemporánea. Su antecedente inmediato es la revista
portuense Nova Silva. A Águia se presenta como una revista literaria,
artística, científica y filosófica, surgida a raíz de la proclamación de la
República portuguesa y con el propósito de dar a ésta, una orientación
cultural y filosófica que sirviera de base para una «regeneración» o
«renacimiento» portugués desde presupuestos nacionalistas y
republicanos, aunque en el seno de sus colaboradores habituales,
comenzara pronto a manifestarse una profunda discrepancia entre el
pensamiento irracionalista saudosista y creacionista (Teixeira de
Pascoaes y Leonardo Coimbra). y el racionalista de Antonio Sergio. Raúl
Proenc,a y Jaime Cortesáo (que finalmente abandonarían la revista para,
en 1921. lanzar la revista Seara Nova, órgano de lo que vendría a
denominarse el «Grupo da Biblioteca Nacional»). Desde el punto de vista
estrictamente literario. A Águia albergaría no sólo producciones
saudosistas. sino también contribuciones tardo-simbolistas y
modernistas, para acabar reuniendo en sus páginas a los que serían
fundadores y directores de Presenta.
Destacan, en la primera serie, los nombres de Manuel Laranjeira. Julio
Brandáo. Leonardo Coimbra. Jaime Cortesáo . Afons o Duarte . Raú l
Proenc,a. Teixeira de Pascoaes. Augusto Casimiro. Carlos de Lemos. Joáo
de Barros. Veiga Simóes. Aaráo de Lacerda (promotor, más tarde de
varias revis tas que se pretenden «órganos» sucesivos de la actividad de
los «novos» o «modernos»). Mario Beiráo. Antonio Correia de Oliveira,
Lopes Vieira, Antonio Sergio. Alvaro Pinto. Manuel de Silva Gaio o
Antonio Patricio.
Entre sus corresponsales en el extrajero. cabe señalar los nombres de
Miguel de Unamuno. Ribera i Rovira (lusófilo catalán íntimamente
ligado al saudosismo de Pascoaes y a quien se deben numerosas
traducciones en catalán y castellano de los principales poetas y prosistas
portugueses, así como algunos ensayos importantes sobre diversos
aspectos de la vida y cultura portuguesas de su tiempo) y Philéas
Lebesgue. A partir del fin de la 1 / serie, A Águia pasó a ser el órgano del
grupo Renascenqa Portuguesa, que publicaría también la revista A Vida
Portuguesa y, más tarde, Principio. En la 2." serie, la revista tuvo como
director y orientador principal a Teixeira de Pascoaes; en la 3. a, al
filósofo «creacionista» Leonardo Coimbra, que tendría como secretario a
Hernáni Cidade, el cual pasaría en la 4.' serie a dirigirla, para dar paso
después a Casáis Monteiro y Sant Anna Dionisio (es precisamente a partir
de la 4.' serie cuando en la revista aparecen reunidos ya los futuros
presencistas: José Regio, Gaspar Simóe.;, Branquinho da Fonseca y el ya
citado Casáis Monteiro).
Cabe destacar en las páginas de A Agida la polémica entre Pascoaes y A.
Sergio a propósito del «Saudosismo» (raíz de la futura disidencia de los
«seareiros») y los tres artículos de Fernando Pessoa sobre «A Nova
Poesía Portuguesa», que suponen la consagración del saudosismo y de
Pascoaes como etapa «inaugural» de la nueva poesía portuguesa (cuya
culminación vendría con la producción del «Supra-Camóens» portugués,
es decir, el propio Pessoa) y, a la vez, el comienzo de la disidencia
pessoana en el camino de una búsqueda personal, que desembocaría en
las creaciones heteronímicas y en la aventura de Orpheu.
[Sobre A Águia, ver, entre otros: Alvaro Pinto: «Para a historia da Águia e
da "Renascenc,a Portuguesa"» en Ocidente. núms. 1 y 2, Lisboa, 1938.]
Orpheu. Revista Trimestral de Literatura
Lisboa, 1915 (dos núms.: Janeiro-Fevereiro-Margo 1915 y Abril-
Maio-Junho; el número 3.'\ ya impreso, no llegó a aparecer por
dificultades económicas).
La revista que cumpliría el sueño de Pessoa y serviría de órgano de
expresión del primer vanguardismo portugués («I.1 Modernismo», en
Portugal); en Orpheu se dan cita autores portugueses y brasileños, con
composiciones que abarcan un amplio arco de influencias y estilos, desde
el simbolismo y decadentismo, hasta el «paúlismo», interseccionismo,
sensacionismo, simultaneísmo y futurismo. Como corresponde a un
«little magazine» de vanguardia, la revista tuvo una escasa difusión —
casi restringida a los cenáculos literarios de los cafés lisboetas— y fue
violenta y visceralmente contestada por los escasos medios que le
prestaron atención.
1." núm.: Editor: Antonio Ferro. Dirs.: Luiz de Montalvór (Portugal)
y Ronald de Carvalho (Brazil). Sumario: Luiz de Montalvór,
«Introducto»; Mario de Sá-Carneiro, «Para os "Indicios de Oiro"»
(poemas); Ronald de Carvalho, «Poemas»; Fernando Pessoa, «O
Marinheiro» (drama estático); Alfredo Pedro Guisado, «Treze sonetos»;
José de Almada-Negreiros, «Frizos» (prosas); Córtes-Rodrigues,
«Poemas»; Alvaro de Campos, «Opiário» y «Ode Triunfal». Portada: José
Pacheco.
2." núm.: Editor: Antonio Ferro. Dirs.: Fernando Pessoa y Mario de
SáCarneiro. Sumario: Angelo de Lima, «Poemas Inéditos»; Mario de Sá-
Carneiro, «Poemas sem Suporte»; Eduardo Guimaraens, «Poemas»; Raúl
Leal, «Atelier» (novela vertígica); Violante de Cysneiros (Córtes-
Rodrigues), «Poemas»; Alvaro de Campos, «Ode Marítima»; Luiz de
Montalvór, «Narciso» (poema); Fernando Pessoa, «Chuva Oblíqua»
(poemas interseccionistas). Colaboragáo especial do futurista Santa Rita
Pintor (4 hors-texte duplos).
3." núm. (no publicado): Sumario: Mario de Sá-Carneiro, «Poemas de
Paris»; Albino de Menezes, «Apoz o Rapto»; Fernando Pessoa, «Gládio»
y «Além-Deus»; Augusto Ferreira Gomes, «Por Esse Crepúsculo a Morte
de um Fauno...»; José de Almada-Negreiros «Poeta Sensacionista e
Narciso do Egypto», «A Scena do Odio»; D. Thomaz de Almeida,
«Olhos»; C. Pacheco, «Para Além doutro Océano»; Castello de Moraes,
«Névoa».
El primer vanguardismo portugués se prolongaría en otras revistas de
tirada y fortuna similares, como Exilio, Centauro y Portugal Futurista,
para culminar en Alhena y Contemporánea, la primera dirigida por
Fernando Pessoa y la segunda —una de las mejores revistas literarias
portuguesas— por José Pacheco.
[Hay reedición de los dos números publicados de Orpheu, y de las
pruebas del n." 3: Orpheu I, reed. do Vol. I, Lisboa, Ática, 1971 (se trata
de la 2.a ed.). Tiene un importantísimo prólogo de Maria Alíete Dores
Galhoz, «O Momento Poético do Orpheu». Orpheu 2, preparagáo do texto
e introdugáo de Maria Alíete Galhoz, Lisboa, Ática, 1976. Orpheu 3,
preparagáo do texto, introducto e cronología de Arnaldo Saraiva, Lisboa,
Ática, 1984. Orpheu 3 (provas de página), Porto, Édic,óes Nova
Renascenc,a, s.d. (1983), prólogo de José Augusto Seabra.]
Centauro. Revista trimestral de Literatura
Lisboa, 1916 (1 núm.). Editor: Lemos de Ñapóles. Dir.: Luiz de
Montalvór. Sumario: Luiz de Montalvór, «Tentativa de um ensaio sobre a
Decadencia»; Gamillo Pessanha, «Poemas Inéditos»; Alberto Osório de
Castro, «Quatro Sonetos»; Raúl Leal, «A Aventura de um
XXVIII DOCUMENTOS Y NOTICIAS
Satyro ou a Morte de Adonis» (contó); Fernando Pessoa, «Passos da
Cruz» (quatorze sonetos); Julio de Vilhena, «Ultima Ñau» (poema em
prosa); Silva Tavares, «Poemas da Alma Doente»; Hors-texte especial de
Christiano Cruz.
[Hay reedición facsimilada en Contexto Editora (Lisboa, 1982), con
prólogo de Ñuño Júdice, «Da afirmagáo simbolista a Decadencia».]
Exilio. Revista mensa!. Artes, Letras e Sciencias
Lisboa, 1916 (1 núm.). Editores: Rodrigues & C.' Fundadores:
Augusto de Santa-Rita, Pedro de Menezes, Antonio Ferro y Córtes-
Rodrigues. Dir.: Augusto de Santa-Rita.
El sumario de la revista se diversifica en tres apartados:
Literatura/Música/Sciencia, Philologia e Crítica. Por lo que se refiere a la
parte literaria, estas son las colaboraciones: Augusto de Santa-Rita,
«Exilio-Sua Justificagáo»; Pedro de Menezes, «O Médo de Satán pela
Noite»; Theophilo Braga, «Bragangas e Jesuitas-A independencia de
Portugal»; Fernando Pessoa, «Hora Absurda»; Antonio Sardinha, «A
colina inspirada»; Augusto de Santa-Rita, «Signal da Raga», «Tua
Presenga» y «Céu»; Antonio Rita-Martins, «Memorias d'um espelho»;
Martinho Nobre de Mello, «Poente de Ñero»; Córtes-Rodrigues, «Via-
Sacra».
[Hay reedición facsimilada en Contexto Editora (Lisboa, 1982), con
prólogo de Teresa Almeida, «Nacionalismo e Modernismo. O proyecto
Exilio».]
Portugal Futurista. Publicando eventual Lisboa, 1917 (1 núm.). Dir.:
Carlos Filipe Porfirio.
Se trata de la revista futurista por excelencia del primer
vanguardismo portugués. No llegó a distribuirse regularmente, por orden
policial. Ilustrada con reproducciones de Amadeo de SouzaCardoso y
Santa-Rita Pintor, he aquí el Sumario de la revista: José de Almada
Negreiros (Poeta Futurista), Ruy Coelho (músico) y José Pacheko
(architecto), «Os Bailados Russos em Lisboa»; Bettencourt-Rebello,
«Santa-Rita Pintor» (con fotografía del pintor); Bt. R.° (Bettencourt-
Rebello), «O Futurismo»; Boccioni, Carra, Russolo, Baila y Severini,
«Manifesté des Peintres Futuristes»; Raúl Leal, «L'abstractionisme
futuriste»; José de Almada Negreiros, «Saltimbancos (contrastes
simultáneos)»; Guillaume Apollinaire, «Arbre»; Mario de Sá-Carneiro,
«Tres Poemas»; Fernando Pessoa, «Episodios» (engloba las cinco
secciones del poema «Múmia » y los cinco poemas de «Ficgóes do
Interludio»); Blaise Cendrars, [poema]; José de Almada-Negreiros,
«Mima-Fatáxa Sinfonía Cosmopolita e Apologia do Triángulo
Femenino»; Alvaro de Campos, «Ultimátum»; José de Almada-
Negreiros, «1.a Conferencia Futurista», «Ultimátum Futurista as
Geragóes Portuguesas do Século XX»; Mme. Valentine de Saint-Pont,
«Manifestó Futurista da Luxuria»; F.T. Marinetti, «O Music-Hall,
manifestó futurista de Marinetti publicado pío Daily-Mail de 21 de
Novembro de 1913».
Entre las aportaciones portuguesas al Futurismo, cabe destacar
también las colaboraciones aparecidas en las páginas del diario de Faro O
Heraldo, recogidas en volumen por Ñuño Júdice (Poesía Futurista
Portuguesa. Faro, 79/6-7977, Lisboa, A Regra do Jogo, 1981).
[ D e Portugal Futurista hay edición facsimilada por la Contexto
Editora (Lisboa, 1981), con textos introductorios de Ñuño Júdice («O
Futurismo em Portugal») y Teolinda Gers-áo («Para o estudo do
Futurismo literario em Portugal»).]
Contemporánea.
Grande Revista mensal
Lisboa, 1922-1926 (13 núms.; en 1915 se publicó un número
espécimen anunciado por la «Sociedade de Propaganda de Portugal»;
José-Augusto Franga ha dado a conocer recientemente la existencia de un
n." 14 que quedó listo para la imprenta y no llegó a aparecer). Editor:
Agostinho Fernandes. Director: José Pacheco.
La última de las grandes revistas del primer vanguardismo portugués,
y también la más lujosa y cuidada de todas ellas. A sus páginas se
acogieron por igual autores venidos del saudosismo de A Águia, del
futurismo de Orpheu y descendencia, del nacionalismo integra lista... En
el n." 1, encontramos, a modo de presentación de la revista, una
colaboración de Afonso Cabral titulada «Carta a um Esteta» en la que
leemos: «Le envío, mi querido amigo, el primer número de
Contemporánea. No soy administrador de la revista, y mucho menos su
"compére". Soy sólo un pobre joven que vivía la vida estéril de la
generación que lo ha precedido y que un día fue despertado para vivir la
vida de su propia generación. ¡ Ah, querido amigo! No sabe Vd. el trabajo
que cuesta esto tan simple —vivir la propia vida. Todos nosotros, desde
hace generaciones, venimos al mundo sin desligarnos de la vida que nos
precedió. Todos nos olvidamos, artísticamente, de cortar el cordón
umbilical. Mi generación está realizando ese trabajo. No son, como Vd.
ingenuamente los titula —futuristas. Son simplemente —
contemporáneos. ¡Y a costa de qué esfuerzos, en un país que no lo es! ¿Y
sabe Vd. lo que quiere decir contemporáneo? Es Vd. capaz de haberse
reído. De suponerse Vd., perfecta e innegablemente, "contemporáneo". Y
sin embargo, se engaña Vd. Es Vd. un antepasado —un antepasado de sí
mismo. El aeroplano Fourey —tela y aluminio— que va camino del
Brasil [todo el número está concebido como un homenaje a Gago
Coutinho y Sacadura Cabral, héroes de la travesía atlántica, y cuyos
nombres aparecen en los márgenes de todas las páginas de este n." 1 de la
revista], motor "Rolls-Royce" movido a gasolina, guiado por un hombre
sereno, práctico, de bigote a la americana y por un lobo de mar, lampiño e
irónico —despertó en Vd., amigo mío, una emoción romántica. ¡Vd. los
vio partir como quien ve partir —una carabela! [...] Cuando Vd. supone
que hace arte, está Vd. haciendo tan sólo —anacronismo. Piensa que
resucita Grecia —y apenas si consigue un "reprise" de la "Phi-Phi". Ha
leído Vd. en Anatole: "El Arte Griego inspira Bondad!". Pues bien, el
Arte moderno inspira Alegría. Alegría y Fuerza. ¿Más belleza, menos
belleza? No. Otra. Ha sido la Belleza la que ha cambido. Y la Belleza que
envejece, —deja de serlo... Pero, querido amigo, esto es ver la lucha del
Arte Moderno contra el Arte consagrado por su lado más heroico y más
elevado. [...] Vds. agotaron la vida. Y lo que es peor —agotaron Portugal.
Portugal, como Vds. mismos, no es "contemporáneo". Ni europeo. Perdió
su lugar en el tiempo y en el espacio por culpa suya. ¿Qué es lo que nos
queda? Volver al principio. Comenzar de nuevo. Nosotros somos los
"primitivos" de una nueva vida que se está comenzando a dibujar. Vamos
a vivir de nuevo Portugal —con otros ojos, otras tintas, otras almas.
Vamos a vivirlo con alas, con motores, con movimiento. Vamos a dar la
vuelta a Portugal —mas recorriéndolo en el sentido de la rotación del
mundo».
La parte artística de la revista (ilustra - ciones de las portadas y
«hors-texte» interiores) pertenecían a Almada-Negreiros, José Pacheco,
Amadeo de SouzaCardoso, Eduardo Viana, Milly Possoz, Barradas,
Vázquez Díaz, etc.
DOCUMENTOS Y NOTICIAS XXIX
Por lo que se refiere a la parte literaria, cabe destacar las
colaboraciones de Fernando Pessoa (entre otras, su ensayo «Antonio
Botto e o ideal estético em Portugal», contestado por Alvaro Maia en su
artículo «Literatura de Sodoma»), Alvaro de Campos («Lisbon
Revisited»), Almada-Negreiros («Histoire du Portugal par Coeur» y otros
textos), SáCarneiro, Raúl Leal. Mario Saa, Afonso Lopes Vieira. Correira
de Oliveira, Afonso Duarte. Antonio Botto. Eugenio de Castro, Alfredo
Pimenta, Homem Cristo Filho, Leonardo Coimbra, Joáo de Barros, Veiga
Simóes. Vergilio Correia. Aquilino. Antonio Ferro. Marinetti. Gómez de
la Serna. José Francés, etc.
[Vid.: José-Augusto Franca. «Nota sobre a Contemporánea», in Sema,
n.° 3. Lisboa. Outono 1979. pp. 51-55. La editorial Contexto ha
comenzado a publicar la edición facsimilada de la revista, habiendo
aparecido hasta ahora los dos primeros volúmenes.]
Alhena.
Revista de Arte
Lisboa. 1924-1925 (5 núms.). Dirs.: Fernando Pessoa y Ruy Vaz.
Colaboración literaria:
N/ 1 (Outubro 1924): Fernando Pessoa. «Athena»; Henrique Rosa.
«Oito Sonetos»; José de Almada-Negreiros, «Pierrot e Arlequim»;
Ricardo Reis, «Odes-Livro I»; Antonio Botto. «Cartas que me foram
devolvidas»; Edgar Alian Poe. «O Corvo» (trad. de Fernando Pessoa).
N." 2 (Novembro 1924): Fernando Pessoa. «Mario de Sá-Carneiro»;
Mario de Sá-Carneiro. «Os últimos poemas de...»: Raúl Leal. «A Loucura
Universal». «Da Anthologia Grega»; Augusto Ferreira Gomes. «A Lata
Velha»; Francisco Beliz. «Rimas da Loa Nova e do Bom Desejo»; Walter
Pater. «La Gioconda», (trad. de Fernando Pessoa); Alvaro de Campos. «O
que é a Metaphysica?»; Gil Vaz. «Quatro Sonetos»; Castello de Moraes.
«Névoa».
N. 3 (Dezembro 1924): Fernando Pessoa, «Alguns Poemas»; O.
Henry, «Dois Contos de...»; Luiz de Montalvór. «Dois Poemas»; Mario
Saa, «Poemas da Razáo Mathematica»; Henrique Rosa, «Rajadas»;
Alvaro de Campos, «Apontamentos para urna Esthetica Náo-Aristotélica-
I».
N.1 4 (Janeiro 1925): Carlos Lobo de Oliveira, «Chrismas Cake»;
Antonio de Séves. «Urna Noite»; Alberto Caeiro, «Escolha de Poemas
de...»; Alvaro de Campos, «Apontamentos para urna Esthetica Náo-
Aristotelica-II»; Edgar Poe, «Os Poemas Finaes de...»; Mario Saa, «A
Alvaro de Campos».
N." 5 (Fevereiro 1925): O. Henry, «A Decisáo de Georgia» (trad. de
Fernando Pessoa); Francisco Costa, «Sonetos»; Antonio Alves Martins,
«O Meu Instincto-Página da Adolescencia»; Alberto de Hutra, «Prologo e
Oragáo Sobre a Montanha»; Alberto Caeiro, «Escolha de Poemas de...».
[Hay reedición facsimilada de la revista hecha por la Contexto
Editora (Lisboa, 1983), con prólogo de Teresa Sousa de Almeida
(«Athena ou a Encenac,áo Necessária»).]
Presenga.
Folha de Arte e Crítica
1927-1940 (56 núms.) : 1." serie (1927-1939, 54 núms.), Coimbra; 2.a
serie (1939-1940, 2 núms.) Lisboa, con distinto formato, mayor número
de páginas y el subtítulo de «Revista de Arte e Cultura». Fundadores:
Branquinho da Fonseca, Gaspar Simóes y José Regio.
A partir del n." 27 (1930), se separa de la dirección Branquinho da
Fonseca debido a disidencias internas, disidencias compartidas también
por Edmundo de Bettencourt y Adolfo Rocha (Miguel Torga). En 1931, y
a partir del n.° 33, se incorpora a la dirección Adolfo Casáis Monteiro. En
los dos últimos núme ros actuaría de Secretario Alberto de Serpa.
Con motivo del cincuentenari o (1977), se publicó un número único
conmemorativo que, en contraportada, ofrece una lista completa de todos
los colaboradores de Presenta. Entre ellos, hombres venidos de Orpheu
—Alberto Caeiro, Almada Negreiros, Alvaro de Campos, Angelo de
Lima, Fernando Pessoa (ortónimo), Luiz de Montalvór, Mario de Sá-
Carneiro, Raúl Leal o Armando-Cortes-Rodrigues—; «presencistas»
propiamente dichos —como los arriba mencionados—; neorrealistas (en
la última etapa) —como Fernando Ñamora, Joáo José Cochofel, Joaquim
Ñamorado, José Gomes Ferreira o Mario Dionisio—; «modernistas» y
otros autores «no clasíficables» —como Irene Lisboa—; algunos
brasileños —Cecilia Meireles, Mario de Andrade, Manuel Bandeira,
Murilo Mendes, Vinicius de Moráis, etc.—; y otros autores extranjeros
no brasileños como Henri Michaux, Pierre Hourcade o Jules Supervielle,
amén de traducciones de (o referencias a) Proust, Valéry, Ortega y
Gasset, J. Benda, Joyce, Ibsen, Gide, Cocteau. etc.
A diferencia de lo que sucedería con Orpheu, en Presen^a,abundan los
textos de carácter doctrinal, destacando entre todos los artículos de José
Regio, «Literatura Viva» (n.° 1) y «Literatura Livresca e Literatura Viva»
(n." 9), considerados ambos generalmente como verdaderos
«manifiestos» del movimiento presencista.
Entre la ya abundante bibliografía sobre el «movimiento» presencista,
seleccionamos algunos títulos significativos: Joáo Gaspar Simóes,
Historia do Movimento da «Presenta» seguida de urna Antología,
Coimbra, Atlántida, 1958; Adolfo Casáis Monteiro, A Poesía da
«Presenga». Estudo e Antología, Nova ed., Lisboa, Moraes Editores,
1972; José Regio, Páginas de doutrina e crítica da «Presenta», prefacio e
notas de Joáo Gaspar Simóes, Porto, Brasilia Editora, 1977; Eduardo
Lourenc,o, «"Presenta" ou a Contra-Revolugáo do Modernismo
Portugués?», in Tempo e Poesía, Porto, Inova, 1974, pp. 165-194; Joáo
Gaspar Simóes, José Regio e a Historia do Movimento da «Presenta»,
Porto, Brasilia Editora, 1977; David Mouráo-Ferreira, Presenta da
«Presenta», Porto, Brasilia Editora, 1977; Jorge de Sena, Regio, Casáis, a
«presenta» e outros afins, Porto, Brasilia Editora, 1977; Fernando
Guimaráes, A Poesía da Presenga e o Aparecimento do Neo-Realismo,
Porto, Inova, 1969; Eugenio Lisboa, O segundo modernismo em Portugal,
9.11 ed., Lisboa, Instituto de Cultura Portuguesa, 1977; A Poesía da
Presenta, apresentagáo crítica, selecgáo, notas e sugestóes para análise
literario de María Teresa Arsénio Nunes, Lisboa, Seara
Nova/Comunicac,áo, 1982; Presenta I Folha de Arte e Critica I Coimbra,
margo, 1977, I Cinquentenario / numero único / 1927-1977, Porto,
Brasilia Editora (distr.), 1977; Presenta I Folha de Arte e Critica,
publicado comemorativa do cinquentenário da fundagáo da Presenta,
Lisboa, Edic,áo da Secretaria de Estado da Cultura, Junho 1977
[Presentación de David Mouráo-Ferreira. Colaboraciones de Joáo Gaspar
Simóes («A posteridade da "Presenta"»), Fernando Guimaráes («O que
foi a "Presenc,a"?») y Luís Amaro («Subsidios para urna bibliografía do
movimento presencista»), además de abundante material gráfico].
Referencias bibliográficas
A) Algunas indicaciones (sobre todo para el período anterior a
Presenta) pueden encontrarse en los diccionarios
XXX DOCUMENTOS Y NOTICIAS
de literatura portuguesa: Diccionario de Literatura, direcgáo Jacinto
do Prado Coelho, 3.a ed., 5 vols., Porto, Livraria Figueirinhas, 1978;
Grande Dicionário da Literatura Portuguesa e de Teoría Literaria,
dirigido por Joáo José Cochofel, Vol. 1, A-Bo, Lisboa, Iniciativas
Editoriais, 1977.
B) Para la etapa simbolista-decadentista, consultar: José Carlos
Seabra Pereira, Decadentismo e Simbolismo na Poesía Portuguesa,
Coimbra, Centro de Estudos Románicos, 1975.
C) Para la etapa presencista y neorrealista: Fernando Guimaráes, A
Poesía da Presenta e o Aparecimento do Neo-Realismo, Porto, Inova,
1969 (2.a ed., Porto, Brasilia Editora, 1981); Carlos Reis, O Discurso
Ideológico do Neo-Realismo Portugués, Coimbra, Livraria Almedina,
1983; Textos Teóricos do Neo-Realismo Portugués. Apresentaqáo... de
Carlos Reis, Lisboa, Seara Nova / Comunicac.áo, 1981.
D) Abarcando un período más amplio: A. Carneiro da Silva, J'ornáis e
Revistas do Distrito de Coimbra, Coimbra, Separata de Arquivo
Coimbráo, 1947 [Se trata de dos artículos inicialmente publicados en
Arquivo Coimbráo, vol. IX (1946) y X (1947)]; la revista Vértice publicó
durante algunos años un fichero de «Revistas e Jomáis Culturáis
Portugueses do Séc. XX» en el que se daban, en forma de fichas, una serie
de datos sobre dichas publicaciones (título, género, fecha y lugar de
publicación, directores, editores, administradores, propietarios,
colaboradores, índices, etc.).
E) Los repertorios más completos de revistas culturales y literarias
portuguesas pueden encontrarse en las siguientes obras: Fernando
Guimaráes, Simbolismo, Modernismo e Vaguardas, Lisboa, Imprensa
Nacional-Casa da Moeda, 1982, pp. 141-148; Clara Rocha, Revistas
Literarias do Século XX em Portugal, Lisboa, Imprensa Nacional-Casa da
Moeda, 1985; Daniel Pires, Dicionário das Revistas Literarias
Portuguesas do Século XX. Lisboa, Contexto, 1986.
F) Puede verse también, para completar el panorama: Perfecto-E.
Cuadrado Fernández, Modernidad y vanguardia en la poesía portuguesa
contemporánea-Perspectiva histórica del Surrealismo portugués. Palma
de Mallorca, Universitat de les Ules Balears, 1986, vol. 2, Apéndice II
(«Revistas Literarias y Culturales Portuguesas, 1889-1985»), pp. 524-
693, tesis dactilografiada.
G) Finalmente, debemos citar los diversos artículos publicados en las
revistas Sema (en parte debidos también a Fernando Guimaráes) y JL I
Jornal de Letras, Artes e Ideias (referidos en este último caso, a las
publicaciones más recientes):
Sema I Revista Sazonal de Artes e Letras, n.° 3, Lisboa, Outono 1979.
Incluye: Fernando Guimaráes, «Revistas literarias dos anos 20 e 30» (pp.
44-46); Jorge Fernandes da Silveira, «Arvore e poesia» (pp. 56-58); José-
Augusto Franga, «Nota sobre a Contemporánea» (pp. 51-55); E.M. de
Meló e Castro, «As revistas dos novíssimos» (pp. 59-69).
JL i Jornal de Letras, Artes e Ideias, ano IV, n." 91, Lisboa, 3-9 abril
1984. Incluye un «dossier» con los siguientes artículos: «Mesa-redonda:
Quatro revistas a quatro vozes», intervienen representantes de Nova
Renascenga, Plural, O Tempo e O Modo y Vértice (pp. 22-24); Cecilia
Barreira, «As revistas em Portugal: em jeito de travessia» (p. 25); «Para
todos os gostos» [reseña de numerosas revistas agrupadas por secciones
tales como: «ler» / «pensar» / «falar» / «ver (formas)» / «ver(cinema)» /
«ouvir» / «recordar» / «mulher» y «sobras»] (pp. 26-27); Carlos Oliveira
Santos, «Outras, de certa maneira», reseña de las revistas «marginales».
JL í Jornal de Letras, Artes e Ideias, ano IV, n:' 92, Lisboa, 10-16
abril 1984. Completa el «dossier» anterior con otro titulado «Do que nao
falamos», en el que se hace referencia a revistas de economía, ciencia,
geografía, publicaciones «marginales» como Artitude o Serpente, y otras
de temas diversos (revistas deportivas, académicas, científicas o
culturales muy especializadas en determinados temas, etc.).
O Gabinete de Estudos de Simbologia na
Universidade Nova de Lisboa
O Gabinete de Estudos de Simbologia foi fundado na Universidade
Nova de Lisboa, Faculdade de Ciencias Sociais e Humanas, em 1980.
A iniciativa ficou a dever-se a um grupo de docentes interessados
pelo estudo da Simbólica e do Imaginario, numa perspectiva comparatista
e de interdisciplinaridade, a semelhanc.a de Centros ja existentes em
Universidades estrangeiras, como o Centre de Recherches sur
l'Imaginaire, criado em Chambéry em 1967 ou o Laboratoire
Pluridisciplinaire de Recherches sur l'Imagination Littéraire, criado na
Universidade de Bordeaux III em 1973.
Pretendeu-se deste modo valorizar na nossa cultura aspectos que tém
sido menos tratados, e que neste momento, por haver estudiosos com
suficiente interesse pela materia, podem dar origem a projectos conjuntos
de investigagáo. Psicólogos, sociólogos, historiadores das ideias, das
artes, das literaturas, tém trabalhado em conjunto com outros
especialistas, das ciencias da comunicado e da linguagem, na análise e
estudo da linguagem profunda que é o símbolo.
As actividades do G.E.S. repartem-se pela organizado de seminarios e
conferencias, em colaborado com Centros e Professores estrangeiros da
mesma especialidade; pela organizagáo de coloquios internacionais; pela
publicagáo de volumes colectivos sobre temas específicos ligados aos
seminarios organizados. Sao seus Fundadores: Yvette Centeno, Helder
Macedo, Joel Serráo. Directora: Yvette Centeno.
De 1980 a 1986, colaboraram com o G.E.S. os seguintes professores
convidados: Marjorie Reeves (Oxford), Helder Macedo (Londres), Luís
Sousa Rebelo (Londres), Ronald Cueto (Leeds), Claude-Gilbert Dubois
(Bordeaux), Antoine Faivre (Bordeaux), Gilbert Durand (Grenoble), Paul-
Georges Sansonetti (Paris), Michel Maffesoli (Paris), Roger Navarri
(Paris), Emir Monegal (Yale), Almir Bruneti (Tulane), Alfredo Margando
(Paris), Eduardo Lourengo (Nice), Georges Gusdorf (Strasbourg),
Antonio Tabucchi (Genova), Fierre Gorceix (Poitiers), José Ángel
Cilleruelo (Barcelona).
Em 1983 organizou-se um primeiro Coloquio Internacional, em
Tomar, no ámbito da XVII Exposic,áo Europeia de Arte, Ciencia e
Cultura, subordinado ao tema «Imaginario Cavaleiresco e Conquista do
Mundo». Teve a participaqáo da France-Culture.
Em 1985 teve lugar no Centro de Arte Moderna da Fundagáo Calouste
Gulbenkian um coloquio intitulado «O Imaginario da Cidade».
Em 1987 prevé-se a realizaqáo de um Coloquio sobre o tema: «A
Simbólica do Espado: Cidades, Ilhas, Jardins», com a colaborado do
Cine-Forum do Funchal.
Promovidos pelas actividades do G.E.S., publicaram-se os seguintes
volumes: Helder Macedo, Camóes e a Viagem Iniciática, Lisboa, Moraes,
1980; Y.K. Centeno. Helder Godinho, Ste
La creación cumplida de un personaje vigoroso,
profundamente arraigado
MARÍA ZAMBRANO. Senderos
La voz íntima de María Zamhrano hecha revelación de nuestra vida e
historia española
Revista ANTHROPOS, n." 70-71
María Zambrano, Pensadora de la Aurora
SUPLEMENTOS Anthropos, n.° 2
María Zambrano. Antología, selección de textos

en su humanidad
•El diario de Hamlet García es un libro de extraordinario valor
literario, de perfecta madurez técnica y estilística, de una poco común
verdad humana»
Santos Sanz Villanueva
«Con alegría profunda debe saludarse
la primera edición en España de El diario de Hamlet Garda, la
extraordinaria novela de Paulino Masip»
ABC/Literario 23/5/87 Miguel García Posada
Otros autores:
EDUARDO DIESTE
Obra selecta
Cuentos, Teatro y Teoría estética
Prólogos de Rafael Dieste y de C Gurméndez
«La reflexión es tanto más difícil cuanto más contraríe la velocidad
interna de una visión o de un afecto: esta es la gracia del Arte»
MANUEL ANDÚJAR
Cristal herido
Prólogo de José Ramón Arana
Constituye, temáticamente, el núcleo de todo el gran ciclo novelístico
«Lares y penares» de Manuel Andújar
Historias de una historia
(Por primera vez, texto íntegro)
Con Historias de una historia culmina Cristal herido. Es la historia
íntegra, sin trabas ni censura, de la guerra civil bajo la mirada
literariamente humanizada de Manuel Andújar
Revista ANTHROPOS, n.° 72
Manuel Andújar. La cultura como creación y mestizaje
ANTHROPOS
EDITORIAL DL HOMBRE
Enric Granados, 114, 08008 BARCELONA, T:(93)2172545 Jorge Juan
41, 3° C, 28001 MADRID, T:(91)2755717
XXXII DOCUMENTOS Y NOTICIAS
phen Reckert. M.C. Almeida Lucas. A Viagem de Os Lusíadas:
símbolo e mito. Lisboa. Arcadia. 1981: Alberto Pimenta. Eulalia Barros.
Joáo Bárrente. Y.K. Centeno. A (Más)cara diante da Cara, Lisboa.
Presenta. 1982: Stephen Reckert e Y.K. Centeno. A Viagem, entre o Real
e o Imaginario, Lisboa. Arcadia. 1983: Luís de" Sousa Rebelo. A
Concepqáo do Poder em Fernáo Lopes. Lis boa. Livros Horizonte. 1983:
Gilbert Durand. Mito e Sociedade. Lisboa. A Regra do Jogo. 1983:
VV.AA. . Cavalaria espiritual e conquista do mundo. Lisboa. Instituto
Nacional de Investigaqáo Científica. 1986. Incontra-se em tipografía o
volume O imaginario da Cidade.
Na sala 40 do Bloco 1 das instalacóes da Faculdade de Ciencias
Sociais e Humanas, o G.E.S. mantém ao dispor de docentes e
investigadores urna pequeña biblioteca especializada.
Premio
Ámbito Literario 1988
Narrativa / Poesía / Ensayo
Editorial Anthropos convoca en su décima edición el premio Ámbito
Literario. La invitación a participar tiene por objeto descubrir y potenciar
pensamientos innovadores en los campos de la narrativa, la poesía y el
ensayo.
Bases
1. Se admitirán a concurso obras de narrativa, ensayo y libros de
poemas rigurosamente inéditos, escritos en castellano y con extensión,
orientación y temática totalmente libres.
2. Los originales deberán presentarse mecanografiados y por
triplicado, antes del 10 de noviembre de 1987. a: Premio Ámbito
Literario, Editorial Anthropos, c/ Enríe Granados. 114, entlo. 2.", 08008
Barcelona.
3. Las tres copias de la obra deberán ir firmadas*)' las páginas
numeradas. Se indicará asimismo el nombre completo, las señas y el
teléfono del autor, quien, caso de presentarse con seudónimo, incluirá
plica con estos mismos datos.
4. El jurado otorgará un solo premio para cada género, que consistirá
en una placa de plata y la publicación de la obra. La edición de las obras
premiadas se realizará con arreglo a las condiciones generales de
contratación de derechos intelectuales de la Editorial, que pueden ser
consultadas por los interesados en las señas arriba indicadas.
5. El fallo se hará público el día 28 de enero de 1988, a las 20 horas,
en Editorial Anthropos, c/ Vía Augusta, 64-66, entlo., 08006 Barcelona,
tel. (93) 2174039.
6. Las obras presentadas no serán devueltas por la Editorial, si bien
podrán ser retiradas por sus autores respectivos o personas en quienes
deleguen, en el plazo máximo de tres meses a partir de la concesión del
premio.

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