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CONSTITUCIONALISMO

Y
NEOCONSTITUCIONALISM
O
ASIGNATURA:

FILOSOFÍA DEL DERECHO

UNIVERSIDAD NACIONAL
DOCENTE: JORGE BASADRE
GROHMANN
MGR. GEANCARLO BRACAMONTE
VIZCARRA
ESCUELA DE DERECHO Y CIENCIAS
POLÍTICAS – 6° AÑO

INTEGRANTES:

 Jefferson Condori Incacoña [2013-38427]

 Yesica R. Osco Huacoto [2013-39433]

 Isabel Cielito Aguilar Murrieta [2013-38417]

 Veronica Gutierrez Beltran [2013-38406]


FILOSOFIA DEL DERECHO – ESDE CONSTITUCIONALISMO Y NEOCONSTITUCIONALISMO

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FILOSOFIA DEL DERECHO – ESDE CONSTITUCIONALISMO Y NEOCONSTITUCIONALISMO

Contenido
Presentación................................................................................................................................................4
1 HISTORIA DEL CONSTITUCIONALISMO.....................................................................................5
1.1 EL CONSTITUCIONALISMO PRIMIGENIO...........................................................................5
1.2 EL CONSTITUCIONALISMO REVOLUCIONARIO...............................................................7
1.3 EL CONSTITUCIONALISMO DEL SIGLO XX.......................................................................8
2 CLASIFICACIÓN DE LAS CONSTITUCIONES POLÍTICAS:.......................................................9
3 CONSTITUCIONES EMBLEMATICAS SOBRE CONSTITUCIONALISMO...............................14
3.1 Constitución de Inglaterra..........................................................................................................14
3.1.1 Naturaleza..........................................................................................................................14
3.1.2 Monarquía constitucional...................................................................................................15
3.2 Constitución de EE.UU. 1787....................................................................................................17
3.2.1 La constitución como ley...................................................................................................19
3.2.2 Constitución Federal Americana como “Modelo Constitucional”......................................19
3.2.3 La constitución como ordenación de poderes...................................................................21
3.3 Constitución de Francia.............................................................................................................24
3.3.1 Supresión de los Derechos Feudales..................................................................................24
3.3.2 Importancia........................................................................................................................24
3.4 ............................................................................................................................26
La Constitución de Alemania

3.4.1 La Constitución de Weimar ......................................................................................................................26


3.4.2 La Constitución de Weimar y la Ley Fundamental de Bonn..............................................27
3.5 Constitución de Perú (1993)......................................................................................................29
3.5.1 Los rasgos generales de la Constitución de 1993...............................................................30
3.5.2 Una Constitución para una República democrática y social...............................................30
3.5.3 Una Constitución codificada y reglamentista.....................................................................31
3.5.4 Es una Constitución nominal pero también semántica....................................................31
3.5.5 La fuerza normativa de la Constitución.............................................................................32
3.5.6 La supremacía constitucional.............................................................................................33
3.5.7 Las fuentes inspiradoras de la Constitución.......................................................................33
4 EL NEO CONSTITUCIONALISMO............................................................................................37
4.1 Introducción:..............................................................................................................................37
4.2 La visión del neoconstitucionalismo..........................................................................................37
4.3 SENTIDO DEL NEOCONSTITUCIONALISMO....................................................................38

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4.4 RASGOS DISTINTIVOS DEL NEOCONSTITUCIONALISMO COMO TEORIA DEL


DERECHO............................................................................................................................................41
4.5 CONSECUENCIAS DEL NEOCONSTITUCIONALISMO.....................................................48
5 CONCLUSION:................................................................................................................................52
6 BIBLIOGRAFÍA...............................................................................................................................53

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Presentación

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CONSTITUCIONALISMO Y NEO CONSTITUCIONALISMO

1 HISTORIA DEL CONSTITUCIONALISMO

Puede afirmarse que el constitucionalismo nace y se consolida en el contexto del proceso de formación
del Estado moderno europeo. Si consideramos el estado moderno europeo como una figura histórica
compleja, puede decirse que, junto a su primera faceta, en la que se coloca el principio de soberanía y se
desarrolla el proceso de concentración del poder público sobre el territorio, se sitúa una segunda faceta
sobre la que actúa el propio constitucionalismo, la faceta de la pluralidad, de los límites, de las garantías y
también de la participación. Por este motivo puede afirmarse que el constitucionalismo nace junto al
propio estado moderno para controlar, limitar y encauzar mediante reglas los poderes públicos, que a
partir del siglo XIV comenzaron a situarse en una posición central sobre el territorio.

este es el constitucionalismo primigenio, que ya es constitucionalismo porque se dirige al objetivo


fundamental de la limitación del poder con una finalidad de garantía, pero que no conoce aún una
dimensión que pronto será decisiva, el principio de igualdad.

en el plano teórico, lo que determina la mayor diferencia del constitucionalismo de las revoluciones
respecto al constitucionalismo primigenio sigue siendo, de todos modos, el principio de igualdad
elaborado a partir de las modernas doctrinas iusnaturalistas.

1.1 EL CONSTITUCIONALISMO PRIMIGENIO

En el constitucionalismo primigenio hay, pues, una constitución que sostener y que defender, pero esta no
presupone un poder soberano que represente en conjunto a la comunidad política a la que se refiere la
constitución, ni está destinada a garantizar los derechos individuales conforme al principio de igualdad.
Todos esos grandes conceptos, como soberanía, derechos individuales, igualdad, son desconocidos para la
realidad política y social en la que adquiere firmeza el constitucionalismo primigenio.

Este constitucionalismo puede representarse, ante todo, con referencia a un espacio político y territorial
en el que actúa un conjunto de fuerzas, que pueden ser de origen feudal o corporativo, pero que pueden
ser también las fuerzas económicas y de los oficios existentes en el ámbito ciudadano. en ese espacio,
esas fuerzas se mantienen en equilibrio conforme a reglas consuetudinarias, pero también escritas,
acordadas generalmente con el señor o con aquel que ocupa una posición preeminente en ese preciso
territorio, en el espacio de esa ciudad concreta. el conjunto de esas reglas y de los equilibrios de ellas
resultantes es la constitución. La constitución, así entendida, es coherente y se mantiene en el tiempo, no

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en virtud de un principio de soberanía que la confirme desde arriba, ni con el apoyo de un principio
democrático que la legitime desde abajo, sino por su capacidad efectiva de garantizar la paz y un
equilibrio razonable entre las fuerzas existentes en el territorio o en la ciudad que comprenda el
reconocimiento de sus derechos y de sus libertades.

de Maquiavelo parte una corriente de pensamiento que podremos designar como constitucionalismo
republicano y que tendrá una aceptación considerable, sobre todo en el ámbito anglo-americano. Bastará
pensar, más de un siglo después, en James Harrington (1611-1677) y en su obra mayor, de 1656, The
Commonwealth of Oceana. En la república ideal de Harrington hay dos fundamental laws que, en su
acción conjunta y recíproca, definen el equilibrio social e institucional. Se trata de la ley agraria, que
limita el valor de la tierra que cada cual puede poseer, creando condiciones más favorables para el acceso
a la propiedad por parte de muchos, y la ley electoral, que diferencia el senado, reservado a los
propietarios con una renta elevada, de la cámara popular, en la que están presentes todos los propietarios,
con la única excepción de los asalariados, de los servants, de los indigentes y de los mendigos. Así pues,
lo que Harrington intenta es proponer el modelo ideal de una república moderada, edificada sobre una
amplia clase social media y dotada de un gobierno mixto en el que encuentran espacio y equilibrio el
elemento aristocrático y el democrático.

El discurso de Harrington, a mediados del siglo XVII, demostraba cuán vivas estaban aún las referencias
a los modelos antiguos y de la res publica romana, que en la cultura de la época seguían mostrando el
gobierno mixto como el gobierno ideal, y la constitución mixta como la constitución por excelencia.
Puede decirse que la constitución mixta es precisamente el ideal constitucional imperante en Europa hasta
mediados del siglo XVIII, cuando se impone en la escena el nuevo principio de igualdad y cambian los
rasgos del constitucionalismo, que se proyecta ya hacia las revoluciones. Pero desde luego no es
irrelevante el hecho de que antes de ese momento, a lo largo de la alta edad Moderna, la cultura
constitucional predominante en Europa fuera la de la constitución mixta. en Inglaterra, pero también en
Francia, se le confió a esa constitución la tarea de moderar la monarquía, a la que se le atribuían sumos
poderes de gobierno, pero como expresión de una comunidad política articulada y diferenciada que nadie
tenía el poder de unificar desde arriba.

Aquí se hace imprescindible la referencia al modelo constitucional inglés que construye precisamente en
esta época su propia identidad y que se convertirá luego, en el siglo XVIII, en un punto de referencia
obligado para toda Europa. A partir de unas sólidas raíces medievales, que encontramos en la Magna
Charta de 1215 que establece unos mínimos privilegios para los barones ingleses, resaltando de entre
ellos el habeas corpus.

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En Inglaterra, el importante concepto de la constitución histórica tiene también un significado jurídico-


normativo más preciso. Lo proporciona la gran figura de Edward Coke (1552-1634) por su tenaz defensa
de las ancient common laws and customs of the realm, que, en conjunto, no son otra cosa que la ley
fundamental, esto es, la constitución misma. encomendar a los jueces la tutela de esas leyes para limitar
eventualmente la fuerza normativa de la propia ley del parlamento cuando esta pretenda subvertirlas
significa, sin duda, afirmar la existencia de una ley superior, pero no en el sentido de la moderna
supremacía de la constitución y del consiguiente control de constitucionalidad. Lo que se defiende es más
bien un conjunto de leyes y de costumbres, de pactos y de acuerdos que, en conjunto, representan la
common law y que, en este sentido, son anteriores a la ley del parlamento. Por eso, con Coke se continúa
en el ámbito del constitucionalismo primigenio, de la afirmación y de la tutela de una constitución con un
fundamento histórico.

1.2 EL CONSTITUCIONALISMO REVOLUCIONARIO

El maestro en esta operación fue sin duda Thomas Hobbes (15881679). Su obra más importante, el
Leviatán, se publicó en 1651, muy próxima a los dramáticos acontecimientos de 1649: la condena a
muerte del rey, la abolición de la Cámara de los Lords y el derrumbamiento de la tradicional constitución
mixta. Hobbes reinterpreta la historia de esa constitución en un sentido opuesto al de quienes, durante
mucho tiempo, la habían alabado. en ella no existía un orden plural y compuesto con un fuerte arraigo en
la historia del reino, sino el germen de la disolución de todo orden, exactamente como estaba ocurriendo
con la guerra civil. Y ese germen se encontraba en la naturaleza mixta de la constitución, que daba cabida
a las facciones e impedía resolver de modo claro y preciso a favor de la Commonwealth, del estado.

Ahora bien, si entendemos por constitucionalismo lo que hemos conocido hasta aquí, esto es, la búsqueda
de cierto equilibrio entre los poderes y también el ejercicio, aunque moderado, de un derecho de
resistencia frente al soberano convertido en tirano, hemos de concluir que con Hobbes estamos ya fuera
de la historia del constitucionalismo: en efecto, para Hobbes, el equilibrio de poderes no es sino la
condición de un sistema político y social incapaz de resolver y, por lo tanto, condenado a disolverse,
mientras que el derecho de resistencia no es sino sedición, esto es, el intento de una voluntad particular de
atacar al soberano que, por el contrario, encarna la generalidad, y con ella, la esperanza de orden y de un
goce pacífico de los derechos.

Pero en realidad, por otro lado, con Hobbes estamos al mismo tiempo en los orígenes de otro
constitucionalismo que tendrá bastante influencia al menos en una de las dos revoluciones de finales del

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siglo XVIII, la francesa. es ese constitucionalismo, desconocido hasta el siglo XVII, que parte de la
declaración de la igualdad de los individuos en el estado de naturaleza y llega, con un pasaje ya presente
en Hobbes, a la afirmación del igual sometimiento de estos individuos al mismo soberano. en esta línea,
al constitucionalismo no le interesan tanto los equilibrios y los límites cuando la coherencia de la
voluntad del soberano. Así pues, la tarea del constitucionalismo será casi exclusivamente la de mantener
la generalidad de esta voluntad, de suerte que no se privilegie ninguna voluntad particular, y de suerte que
con ella se garanticen los derechos de todos y de cada uno en un plano de perfecta igualdad.

1.3 EL CONSTITUCIONALISMO DEL SIGLO XX


El siglo XX es el siglo de la génesis de las constituciones democráticas, comenzando por la primera, que
es la alemana de Weimar de 1919, pasando por la fase decisiva de las constituciones de la última
posguerra, como las francesas de 1946 y 1958, la italiana de 1948 y la Constitución alemana de 1949, y
acabando finalmente en la constitución española del posfranquismo de 1978. Las constituciones
democráticas son una conquista reciente del siglo que acaba de transcurrir. en efecto, en los siglos
anteriores las constituciones democráticas estaban vinculadas a fases y acontecimientos totalmente
excepcionales, como en 1848, siendo lo más habitual que resultara bastante difícil concebir y realizar una
constitución democrática. nada de esto ocurría por casualidad, sino partiendo de la base de una
importantísima tradición histórica que quería que la constitución y la democracia perteneciesen a terrenos
diferentes y con frecuencia opuestos.

Por estos motivos, las constituciones democráticas deben considerarse como la gran novedad del siglo
XX. entonces son posibles, a partir de mediados de siglo, porque en ellas se proclama la democracia
constitucional, un tipo histórico de democracia sustancialmente nuevo que se anunció en el ámbito de las
actuaciones que se realizaron solo en el contexto particular de la Revolución americana. La democracia
constitucional se basa en la desaparición de la vieja desconfianza: por una parte, la democracia acepta ser
regulada en la constitución, por otra, la constitución acepta su origen político, su procedencia de la
voluntad del pueblo soberano.

Así pues, la democracia constitucional de la segunda mitad del siglo XX, por su carácter intrínseco
históricamente dado, es una democracia pluralista en el sentido intuido por Hans Kelsen, ya en los
primeros decenios del siglo. en efecto, si la democracia constitucional fue posible, fue ante todo por la
superación de la concepción revolucionaria del poder constituyente como sujeto anterior a la constitución
y dotado, casi de modo mágico, de una voluntad originaria perfectamente coherente en sí misma. La nota
crítica kelseniana al estado como persona de la anterior tradición del derecho público se convierte, en este
sentido, en una crítica también al pueblo y a la nación entendidos como sujetos políticos formados y
completos de por sí. Y se abre así el camino para representar el ejercicio del poder constituyente como un

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proceso abierto, hecho de decisiones y de compromisos entre sujetos diferentes, partidos políticos, fuerzas
sociales y grupos de interés. Si este es el pueblo que genera la constitución, es evidente que ya no tiene
mucho sentido apelar continuamente a su voluntad originaria. en efecto, ese pueblo no es anterior a la
constitución, en el sentido de que no puede ser mitificado como autor de la constitución. en cambio, ese
pueblo existe a través de la constitución elaborada por el proceso constituyente, es más el resultado del
proceso constituyente que su origen o su presupuesto. Por este motivo, el pueblo solo puede vivir en el
seno de la propia constitución. Sin este pasaje jamás se habría efectuado la reconciliación histórica entre
el constitucionalismo y la democracia, fundamentalmente porque el primero habría seguido temiendo a la
primera, como en tiempos de la revolución.

2 CLASIFICACIÓN DE LAS CONSTITUCIONES POLÍTICAS:


1. C ONSTITUCIÓN POLÍTICA CODIFICADA / NO CODIFICADA / DISPERSA.

La Constitución Codificada es aquella formulada sistemática y ordenadamente conformando todo un


sistema a través de la ley escrita. Por ejemplo Constitución política de Francia.

La Constitución No Codificada no tiene un orden sistemático, sino ha sido recogido conforme han sido
dictadas o aplicadas las normas.

La Constitución Dispersa es aquella formulada sin unidad de sistema. Por ejemplo Reino Unido, Israel.

2. CONSTITUCIÓN POLÍTICA ESCRITA / NO ESCRITA O CONSUETUDINARIA

La Constitución Escrita es aquella formulada en un documento por una autoridad competente. Por
ejemplo Constitución política de Italia, de Bolivia.

Constitución No escrita o Consuetudinaria es aquella que no está ordenada en un solo texto, diríamos que
no están “uni-codificadas”. Ejemplo de Constitución no escrita o consuetudinaria es la Constitución
política de Nueva Zelanda, del Reino Unido.

En realidad esto de Constitución “no escrita” es más convencional, se dice así por decir “no uni-
codificada" (La Codificación es la Agrupación orgánica, sistemática y completa—generalmente un cuerpo
legal llamado código— de todas las normas que se refieren a una misma materia no permitiendo
contradicción ni ambigüedad y, teniendo ellas una vida unitaria).

Porque en su rigor, son Constituciones “no escritas” aquellas que no se han vertido al papel, al documento
y con caracteres gráficos.

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Justamente para esclarecer el significado de Constitución no escrita se da como ejemplo típico la


Constitución inglesa, pero examinándola, no se trata en realidad de tal cosa, sino de una Constitución no
uni-codificada.

La Constitución inglesa existe actualmente y es un conjunto de disposiciones fundamentales formando


leyes independientes unas de otras, que rigen la existencia, la organización y el ordenamiento del Reino
Unido.

La primera constitución escrita moderna del mundo fue la Constitución De Estados Unidos (1787) cuyos
autores fueron: Tomas Jefferson, John Adams, Alexander Hamilton, James Madison, Gouverneur Morris.

3. CONSTITUCIÓN POLÍTICA GENÉRICA O SUMARIA / ANALÍTICA O DESARROLLADA

La Constitución genérica o sumaria solo expone las líneas generales de organización del Estado. Por
ejemplo Constitución política EE.UU., Francia 1875.

La Constitución Analítica o desarrollada incluye Regímenes especiales (económicas, sociales, etc.) que
llevan a modificarlo constantemente. Por ejemplo la Constitución española de 1931, la alemana de 1919
(Rep. De Weimar).

4. CONSTITUCIÓN POLÍTICA IDEOLÓGICA / UTILITARIA O PRAGMÁTICA

La Constitución ideológica establece un sistema político determinado sobre la base de una ideología. Por
ejemplo EE.UU., China, Cuba, las constituciones latinoamericanas.

La Constitución utilitaria o pragmática es neutral en ideología, regula sólo la forma de gobierno, no los
derechos de los ciudadanos. Por ejemplo la Constitución alemana de 1871 (Rep. De Weimar), la
constitución de la III República francesa (1875).

5. CONSTITUCIÓN POLÍTICA RÍGIDA/ FLEXIBLE/ PÉTREA

La Constitución Flexible es aquella que puede ser reformada a través de una ley ordinaria. Permite
adaptarla a la realidad aunque lleva al caos jurídico. Constitución del Reino Unido.

La Constitución Rígida es aquella que no puede modificarse mediante procesos ordinarios o incorporan
procesos que dificultan su modificación. Asegura la supremacía aunque no permite adaptarla a los
cambios, creando con esto tensiones sociales u jurídicas.

La Constitución Pétrea es aquella que no se puede reformar. Por ejemplo la Constitución italiana es una
de ellas. Así, no puede cambiar la forma de gobierno republicano.

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La Teoría de la rigidez, se fundamenta en el hecho de que para el desarrollo de todo Estado le es necesario
su estabilidad política por todo el tiempo de su existencia y que tal estabilidad no podría ser posible si la
organización y estructura del Estado tuviese que variar constantemente. Por consiguiente, para evitar
cualquier inestabilidad estatal la Constitución debía ser rígida. Las modificaciones, si ellas eran necesarias
debían realizarse en los lapsos largos de tiempo. Por ejemplo la Constitución norteamericana es rígida
porque no se pueden proponer reformas ni modificaciones, sino simples enmiendas. La de Argentina que
se reforma con la intervención de un órgano especial: la Convención Constituyente.

La Teoría de la flexibilidad constitucional dice que la Constitución no es un esquema de normas


producido por la sola razón o imaginación, sino que para que tengan vigencia, debe nutrirse en la
existencia material misma de la sociedad, compulsando las aspiraciones y los modos de vida de los
miembros de ella. Y como todo esto se va modificando a medida del tiempo, no sólo por el mero
transcurso de éste, sino por el surgimiento de nuevas condiciones de vida en la colectividad, la
Constitución también tiene que variar. Como ejemplo de flexibilidad constitucional se cita la Constitución
del Reino Unido, la cual no es un conjunto codificado, sino que es un conjunto de diversas leyes
constitucionales formuladas en distintas épocas y que para su aprobación, modificación o sustitución, no
requieren de mecanismos ni procedimientos complicados ni prolongados, sino que se puede lograrlos
mediante los procedimientos y métodos ordinarios correspondientes a una ley común. La ley
constitucional, de esta manera, es fácilmente modificable o sustituible.

Sistema Intermedio. Este sistema intermedio ha puesto en práctica un procedimiento especial para la
reforma de la Constitución que requiere la declaración, mediante una ley, de la necesidad de la reforma,
para discutir el contenido de ésta, recién en una legislatura posterior. El sistema está legislado en las
Constituciones latinoamericanas.

6. CONSTITUCIÓN POLÍTICA ORIGINARIA / DERIVADA

La Constitución Originaria nace de una realidad nacional histórica de una nación. Ej. EE.UU.

La Constitución Derivada se basa en otra Constitución y por lo tanto toman una realidad ajena. Ej.
Constituciones de Sudamérica.

7. CONSTITUCIÓN POLÍTICA OTORGADA / PACTADA / PROMULGADA

Por las formas de otorgar una Constitución política del Estado estas se clasifican en:

 Cartas Otorgadas,

 Constituciones Impuestas,

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 Pactos Constitucionales,

 Acuerdos Constitucionales.

La Constitución Otorgada es aquella constitución en cuya conformación y redacción no participa el


pueblo por medio de los ciudadanos ni por medio de sus representantes, sino que es el rey o el órgano
gobernante, generalmente ejecutivo, quien tiene el derecho de “acordar” al Estado las formas de
organización y conformación que considere necesarias y convenientes, y concede al pueblo y a los
ciudadanos los derechos y garantías que estime apropiados para ellos y su misma autoridad.

Las formas de otorgar una Constitución política del Estado son a través de: Cartas Otorgadas,
Constituciones Impuestas, Pactos Constitucionales, Acuerdos Constitucionales.

Como ejemplos se citan generalmente: la Constitución de Bayona y la Carta Constitucional .

La Constitución Impuesta es aquella en la que delegados del pueblo reunidos en Convenciones,


Asambleas Constituyentes o Parlamentos los que discuten y sancionan una Constitución política del
Estado que es impuesta por el pueblo a los órganos gubernativos, ya sean republicanos o monárquicos.
Estos deben promulgarla y cumplirla obligatoria e ineludiblemente.

Como ejemplos de Constituciones Impuestas del pueblo al Soberano tenemos la Constitución francesa de
1791 y la Constitución española de 1812 (Constitución española de 1812 o Constitución de Cádiz.
Constitución de 384 artículos aprobada en 19 de marzo 1812 por las Cortes de Cádiz (asamblea
constituyente española que se reunió en Cádiz desde 1810 hasta 1814) que convirtió a España en uno de
los primeros países del mundo en adentrarse por la senda del liberalismo político-constitucional).

La Constitución Pactada nace de un acuerdo entre una autoridad y el pueblo. En esta forma de conceder
las constituciones políticas nadie las otorga en forma unilateral, ni tampoco las impone (si así fuere seria
ilegitima) existe consenso.

Estas constituciones son multilaterales, ya que todo lo que se pacte implica la voluntad de dos o más
agentes; por lo tanto, son contractuales y se dice que parten de la Teoría Del Pacto Social.

Es nada más que un “Pacto Constitucional” o contrato que se celebra entre el rey o gobernante y el
pueblo, por el cual ambas partes contratantes convienen la organización del Estado y del poder público,
con la especificación clara de los derechos y deberes que tienen ambas partes recíprocamente, o sea el
gobernante con relación a los gobernados y los gobernados con relación a los gobernantes.

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Como ejemplos podemos citar el Convenio de Medina (Pacto de Medina” firmado en el año 622 dC.
Luego de emigrar de La Meca a Medina, el profeta Mahoma estableció una nación de iguales basada en la
hermandad entre los musulmanes de Medina y los de La Meca, independientemente de la condición de la
riqueza o social. Los musulmanes de Medina compartieron su riqueza y casa con los inmigrantes de La
Meca, que dejaron sus hogares y sus pertenencias detrás al escapar de la persecución religiosa.

Muhammad invitó a los judíos a unirse a la nueva sociedad como una nación independiente, gobernada
por el tribunal rabínico, dentro de la nación musulmana. Los judíos aceptaron y firmaron un acuerdo
conocido como el Pacto de Medina (622 dC), la Magna Charta que fueron pactos entre el gobernante y el
pueblo.

La Constitución acordada nace de una revolución y que en general se aprueba en una asamblea que nace
del pueblo. En esta clase de constituciones políticas nadie las otorga en forma unilateral, nadie las impone
tampoco existe un contrato o pacto sino lo que consta es un acuerdo. Son constituciones aprobadas por
voluntad de la soberanía popular.

Esta clase Constitución aparecen con la revolución norteamericana. Por ejemplo Constitución federal en
1787.

OTRO TIPO DE CLASIFICACIÓN

1. ESTADO UNITARIO

Es la sociedad política superior cuyo poder es ejercido por una estructura u organización de autoridad
única o unitaria que constituye el motor de toda la actividad de producción de las normas jurídicas, con
vigencia generalizada para la población y el territorio. Tres características distinguen a esta forma de
Estado: * La centralización del poder político en el gobierno nacional; que extiende su accionar a lo largo
de todo el territorio del respectivo Estado, mediante sus agentes y autoridades locales, delegadas de ese
mismo poder central. * La unidad del ordenamiento jurídico (derecho público y privado) en todo el
territorio, que significa dos cosas.

2. EL ESTADO FEDERAL

Está formado por un conjunto de Estados o provincias federadas que poseen autonomía porque se
gobiernan, se administran y se legislan con total independencia del gobierno central o federal. Hay
descentralización política y administrativa porque cada unidad tiene su asamblea legislativa, que legisla
para el Estado o provincia, de suerte que la Constitución y leyes de uno pueden ser diferentes a las de los
otros; cada unidad tiene su propia organización administrativa que puede variar de las demás. Sin

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embargo esta autonomía esta subordinad a ciertos presupuestos jurídico-políticos acordados previamente
en la Constitución Federal, que deben observar todos los componentes de la federación.

Desde el punto de vista constitucional hay en el Estado Federal dos niveles claramente diferenciados: la
soberanía, que es atributo del Estado en su conjunto, en sus relaciones con el exterior y en la regulación
interna de los asuntos de competencia nacional; y la autonomía que corresponde a cada uno de los
elementos integrantes de la federación, en virtud de la cual se gobiernan, se legislan y se administran con
independencia en un plano de igualdad.

3. ESTADO MONÁRQUICO

Es una forma de gobierno en donde la jefatura del Estado o el que lleva el poder del Estado es personal,
es vitalicia, es decir que se aplica este cargo para toda la vida; y además es designada según un orden
hereditario. El significado de monarquía es gobierno de uno solo. Dependiendo del lugar, religión y
tradición a estas personas que llevan el poder de una nación son denominadas monarcas o reyes. Y se
conoce al Estado regido por un monarca como monarquía o reino.

3 CONSTITUCIONES EMBLEMATICAS SOBRE CONSTITUCIONALISMO


3.1 Constitución de Inglaterra
3.1.1 Naturaleza
El jurista Eric Barendt argumenta que la naturaleza no codificada de la Constitución del Reino Unido no
significa que no deba ser caracterizada como una "constitución", pero también afirma que la falta de una
efectiva separación de poderes, y el hecho de que la soberanía parlamentaria permite al Parlamento anular
los derechos fundamentales, la hace hasta cierto punto una constitución “de fachada”.

En un artículo, Lord Scarman presenta una argumentación enérgica a favor de una constitución escrita
para el Reino Unido, pero todavía se refiere al compromiso de 1688 y las leyes del Parlamento resultantes
como una constitución.

A. V. Dicey identificó que en última instancia, "los electores son políticamente soberanos", y el
Parlamento es legalmente soberano. Barendt argumenta que la mayor disciplina de los partidos políticos
en la Cámara de los Comunes que ha evolucionado desde la época de Dicey, y la reducción de los
controles sobre el poder gubernamental , ha dado lugar a un gobierno excesivamente poderoso que no está
legalmente limitado por la observancia de los derechos fundamentales. Una Constitución impondría
límites a lo que el Parlamento pudiera hacer sin una mayoría legal. Hasta la fecha, el Parlamento del
Reino Unido no tiene límite en su poder que no sea la posibilidad de una acción extraparlamentaria (por
el pueblo) y de otros estados soberanos (de conformidad con los tratados del Parlamento y de otro tipo).

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Los partidarios de una constitución codificada argumentan que fortalecería la protección jurídica de la
democracia y la libertad. Como un firme defensor de la "constitución no escrita", Dicey destacó que los
derechos ingleses fueron incorporados en el derecho común inglés general de la libertad personal, y "las
instituciones y las prácticas de la nación". Los opositores de una constitución escrita argumentan que el
país no se basa en un documento fundacional que le dice a sus ciudadanos que son y lo que pueden hacer.
También existe la creencia de que cualquier intromisión injustificada en el espíritu de autoridad
constitucional sería rígidamente resistida por los británicos, la percepción expuesta por el juez
estadounidense del siglo XIX , el Juez Bradley en el transcurso de la entrega de sus conclusiones en un
caso oído en Louisiana en 1873: "Inglaterra no tiene una constitución escrita, es cierto; pero tiene una no
escrita, descansando en los privilegios reconocidos, y frecuentemente declarados, del Parlamento y de el
pueblo, violar los cuales en cualquier aspecto esencial produciría una revolución en una hora".

3.1.2 Monarquía constitucional


El Reino Unido es una monarquía constitucional: la sucesión al trono británico es hereditaria.

En virtud de la Constitución británica, el soberano goza de amplios poderes ejecutivos, conocidos como la
prerrogativa real. En el ejercicio de estas facultades, sin embargo, el soberano normalmente delega en el
Primer Ministro o de otros ministros. Este principio, que se remonta a la Restauración inglesa, fue
formulada por el escritor victoriano Walter Bagehot como "la Reina reina, pero no gobierna".

El alcance exacto de la prerrogativa real nunca ha sido formalmente delineado, pero en 2004, el Gobierno
de Su Majestad publicó algunos de los poderes, a fin de ser más transparente:

Poderes internos

 El poder de destituir y nombrar a un Primer Ministro


 El poder de destituir y nombrar a otros ministros
 La facultad de convocar, prorrogar y disolver el Parlamento
 La facultad de conceder o rechazar la sanción real a los proyectos de ley (haciéndolos válidos y,
por lo tanto, leyes)
 El poder de nombrar oficiales de las Fuerzas Armadas
 El poder de comandar las Fuerzas Armadas del Reino Unido
 La facultad de nombrar a los miembros del Consejo de la Reina
 El poder para conceder y retirar pasaportes
 La facultad de conceder prerrogativa de gracia (aunque la pena capital se abolió, este poder se
sigue utilizando para subsanar los errores en el cálculo de sentencias)
 La facultad de conceder honores
 El poder de crear empresas a través de la carta real
 La facultad de nombrar obispos y arzobispos de la Iglesia de Inglaterra.

Poderes exteriores

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 La facultad de ratificar y hacer tratados


 El poder de declarar la guerra y la paz
 El poder de desplegar las Fuerzas Armadas en el extranjero
 La facultad de reconocer Estados
 El poder de acreditar y recibir a diplomáticos

Las prerrogativas más importantes todavía personalmente ejercidas por el soberano son la elección de a
quién nombrar Primer Ministro, y si se debe conceder la disolución del Parlamento a petición del Primer
Ministro. La ocasión más reciente en la cual el monarca ha tenido que ejercer estos poderes fue en febrero
de 1974, cuando el Primer Ministro Edward Heath, renunció después de no lograr la mayoría absoluta en
el Parlamento. La reina Isabel II nombró a Harold Wilson, líder del Partido Laborista, como primer
ministro, ejerciendo su prerrogativa tras una amplia consulta con el Consejo Privado. El Partido Laborista
tuvo el mayor número de escaños en la Cámara de los Comunes, pero no una mayoría absoluta. Las
elecciones generales de 2010 también dieron lugar a un parlamento sin mayoría. Después de varios días
de negociaciones, entre los partidos, la reina Isabel II invitó a David Cameron para formar un gobierno
por consejo del primer ministro saliente, Gordon Brown.

El Soberano normalmente acepta cualquier solicitud del Primer Ministro para la disolución del
Parlamento. Sin embargo, varias autoridades coinciden en que un Primer Ministro al cual se concede la
disolución debe ganar al menos un voto de confianza de los Comunes recién elegidos antes de que él o
ella tenga el derecho de solicitar cualquier disolución posterior. Esto significaría que, por ejemplo, un
primer ministro en funciones que sufra la derrota en una elección general, y que sea derrotado entonces en
la primera moción de confianza que él o ella haga frente a los nuevos Comunes, no se le concedería una
disolución. Ningún rechazo de una disolución solicitada ha sucedido desde el comienzo del siglo XX.

El último soberano en destituir a un Primer Ministro que no había sufrido una derrota en una moción de
confianza en la Cámara de los Comunes, o en nombrar a un Primer Ministro que claramente no disfrutaba
de una mayoría en esa Cámara, fue Guillermo IV en 1834 quien destituyó al Gobierno de Lord
Melbourne, reemplazándolo por el Duque de Wellington.

La reina Victoria fue la última soberana en vetar un nombramiento ministerial. En 1892, ella rechazó el
consejo de William Ewart Gladstone de incluir a Henry Labouchère (un radical que había insultado a la
familia real) en el Consejo de Ministros.

El último soberano en vetar una legislación aprobada por el Parlamento fue la reina Ana, quien se negó a
sancionar la Scottish Militia Bill de 1708.

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La prerrogativa real no es ilimitada; esto se estableció en el Case of Proclamations (1610), el cual


confirmó que ninguna nueva prerrogativa pueden ser creada y que el Parlamento puede abolir las
prerrogativas individuales.

3.2 Constitución de EE.UU. 1787


La Constitución estadounidense no legisla en un solo momento, sino en una etapa que empieza en 1776,
después de que las 13 colonias se declararon independientes de la Corona Inglesa; y un segundo momento
en el que después de una larga discusión y análisis que se desarrolla en todo el territorio de Estados
Unidos por más de una década, que se concreta en la Constitución de 1787, que contiene un conjunto de
enmiendas que incorporan a esta Ley Fundamental primigenia derechos humanos fundamentales con los
que se establece el otro elemento fundamental del paradigma.

Antes de entrar al análisis sobre el contenido y significado de esta Ley Fundamental, es conveniente tener
presentes algunos antecedentes. El primero de ellos es teórico y viene del movimiento de la Ilustración
francesa e inglesa, cuyos pensadores principales posgtularon y fundamentaron con claridad los principios,
criterios y valores que la Constitución estadounidense incorpora. Entre ellos es indispensable mencionar a
los franceses Barón de la Bréde y de Montesquieu, a Francois-Marie Arouet, conocido como Voltaire, al
Franco -ginebrino Jean Jacques Rousseau y al inglés Jhon Locke. Cada uno de ellos aporto argumentos y
propuestas que fueron tomados en cuenta por los constituyentes angloamericanos para la formulación de
diversos artículos de la Constitución y enmiendas que se le hicieron a partir de 1787.

Otro elemento importante es la serie de reuniones que tuvieron los representantes de varias colonias,
sobre todo en las colonias que se identificaban como la región de Nueva Inglaterra: Massachusetts, New
Heaven, entre otros, que coaligaron desde muy temprano (1643) para defender sus intereses comunes. A
la unión de ella se llamó “Colonias Unidas de Nueva Inglaterra”. El jurista James Kent, nos explica que:

“Según los artículos de esa confederación, cada colonia debía ejercer una jurisdicción privativa sobre su
propio territorio y, en caso de guerra, suministrar un contingente de hombres y dinero proporcionado a su
respectiva población, anualmente debía reunirse un Congreso compuesto de dos comisionados por cada
colonia con facultades para discutir y decidir todos los asuntos referentes a la guerra, a la paz y a los
intereses generales, y las determinaciones que fuesen aprobadas por las tres cuartas partes de los
miembros de la asamblea, debían ser obligatorias para toda la confederación”.

Este fue el modelo confederal primigenio que sirvió a los integrantes de otra colonias y que los llevó a
formar una confederación que fue reglamentada en un documento conocido como Artículos de la
Confederación en 1776.

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La guerra de Independencia se desarrollo por siete años y fue conducida normativamente por Artículos de
la Confederación ya referidos, que empezaron a redactarse en 1776 y pudieron aprobarse hasta octubre de
1777, por la mayoría de los estados, aunque hubo algunos que retrasaron en aprobarlos. Estos artículos
eran un atentico pacto que otorgaba al Congreso el derecho apremiante de la soberanía política. Al
término de la guerra y lograda la independencia, los americanos fueron experimentando diversos
conflictos y diferencias internas llegando a la conclusión de que la confederación armada por lo artículos
referidos había sido necesaria para librar la guerra, pero una vez concluida estas eran insuficientes para
conducir al enorme y complejo país que ya eran; y se hacia necesario un fortalecimiento de la unión que
otorgara mayores facultades a los poderes nacionales.

Fue así que llegó una nueva Convención que fue convocada en Virginia en 1786, da nacimiento a la
constitución primigenia, que se compone de un preámbulo y siete artículos divididos en secciones. Ha
tenido en un largo periodo 27 enmiendas, siendo las diez primeras las que conforman la famosa Carta de
Derechos (Bill of Rigts). Glosare a continuación las normas principales de los tres primeros artículos se
refieren respectivamente a los tres poderes: Legislativo, Ejecutivo y Judicial y a la Carta de Derechos, por
considerar que en esas disposiciones y enmiendas están los elementos que nos dan las claves del
paradigma constitucional.

De otro lado señal es necesario precisar en seguida que la posibilidad de tratar la Constitución federal
americana como un modelo constitucional tiene que ver solo en parte con el éxito de dicha Constitución o
con su extraordinaria longevidad. En efecto, en la historia de las constituciones hay constituciones que
jamás entraron en vigor o acabaron trágicamente y, no obstante, han sido consideradas como auténticos
modelos constitucionales, como la afortunadísima Constitución americana precisamente: basta con pensar
en la Constitución francesa de 1793, que con toda seguridad ha simbolizado el modelo de la constitución
moderna radical, o en la Constitución alemana de Weimar, que se suele considerar como el modelo de las
Constituciones democráticas y sociales del siglo XX.

Así pues, la Constitución americana se ha convertido en un modelo, no por su fuerza o por su éxito, sino
por su contenido, porque algunos de sus rasgos tienden a estar presentes en la experiencia constitucional
en los términos del modelo y a presentarse de nuevo, una y otra vez, en diversos lugares y en diversas
épocas. Se podría incluso hasta cambiar el razonamiento: la Constitución americana ha tenido fuerza y
éxito hasta hoy precisamente porque pertenece a la categoría de constituciones que están intrínsecamente
predispuestas a presentarse como modelo. Por eso es necesario continuar con la búsqueda de los rasgos
fundamentales que componen el «modelo».

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3.2.1 La constitución como ley


El primero de estos rasgos tiene que ver con la supremacy clause, con la constitución como ley
suprema del país y reconocida como tal por el pueblo soberano. Por decirlo de forma resumida, con
la Constitución federal americana comienza un modelo que prevé como primer rasgo fundamental la
supremacía de la constitución, en primer lugar frente a la ley ordinaria del parlamento y, por lo tanto,
frente a la voluntad de la mayoría.

Como sabemos, se trata de un modelo que no se realizó en aquel momento.

En Europa, la Revolución francesa dejó en este punto una herencia bastante controvertida, y con
posterioridad, el positivismo y el legalismo del siglo XIX combatieron durante mucho tiempo este
ideal de la constitución como ley suprema del país.

En la Revolución americana las cosas fueron distintas desde el primer momento, puesto que, contra
la injusta imposición de tributos del Parlamento inglés, los colonos tuvieron pronto necesidad de
invocar una norma superior a la que llamaron precisamente constitución de modo cada vez más
explícito; y luego se planteó también en seguida el problema de la limitación de la legislación de
cada uno de los Estados haciendo referencia a una norma superior, considerada como tal porque
provenía de una fuente superior a la parlamentaria y que no podía ser sino la fuente de la que nacía la
autoridad del propio parlamento, esto es, la fuente popular. Cuando se llegue a la Constitución
federal, no se desvanecerá este elemento de la supremacía de la constitución que había inspirado la
revolución y dirigido su evolución posterior. En el modelo que representa la Constitución federal
americana, el primer elemento que la caracteriza se mantendrá como un vínculo fuerte entre la
supremacía de la constitución y la voluntad popular.

En definitiva, esta es la mayor diferencia con la Revolución francesa.

3.2.2 Constitución Federal Americana como “Modelo Constitucional”


Hay una sola voluntad popular como fundamento que no distingue entre la autoridad de la ley y la de
la constitución —de suerte que la relación normativa entre una y otra resulta necesariamente
problemática al situarse entre dos fuentes fundamentalmente de igual dignidad—, en el caso
americano, el modelo tiene una estructura dual de por sí porque el sujeto-pueblo expresa dos
voluntades bien diferenciadas: por una parte la constituyente, fundamento de la supremacía de la
constitución, y por otra la política, mucho más contingente y que, a tenor de las circunstancias,
establece un solo legislador como expresión de una sola mayoría. Hay un pasaje del Federalist

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absolutamente ejemplar en este sentido: en él se invita a desconfiar del legislador, al que a veces le
sucede “fantasear con ser el propio pueblo”. Es evidente que en el modelo del que nos estamos
ocupando ningún poder puede abandonarse a tales fantasías, pues el propio pueblo, como se dice en el
fragmento citado, no puede existir más que a través de la constitución: su soberanía es idéntica a la
supremacía de la constitución. Otra cosa, menor y subordinada, es la voluntad del pueblo constitutiva
de un parlamento y de una mayoría.

Es como si se reprodujese ahora, en la democracia, la antigua doctrina de los dos cuerpos del rey, uno
más elevado y noble que el otro porque, en aquel caso, estaba presente en el parlamento junto a los
otros componentes del reino y de su constitución, según el conocidísimo principio del King in
Parliament. Ahora, de un modo no muy diferente, en nuestro modelo existen dos cuerpos del pueblo:
uno más elevado y noble que genera la constitución, y otro más restringido y contingente en el que se
expresa la voluntad de la mayoría. Y como la doctrina de los dos cuerpos del rey, que servía para
limitar los poderes del soberano fuera del parlamento, asimismo el modelo constitucional dual del que
estamos hablando tiene una función limitativa semejante que, en este caso, se ejerce precisamente
frente al parlamento. Por lo demás, el propio modelo actúa en este sentido en todas direcciones y por
consiguiente también frente al otro gran poder regulado por la constitución que sin duda es el poder de
impartir justicia a través de la interpretación y la aplicación del derecho. No es casual que, cuando en
otro célebre pasaje del Federalist Hamilton prefigura del poder de los jueces de declarar void un acto
del legislador por ser contrario a la constitución, la mayor preocupación parezca ser la de no
considerar ese acto declaratorio como expresión de una supremacía de los jueces sobre el parlamento:
cuando los primeros anulan o dejan de aplicar un acto del segundo no proclaman su autoridad, sino la
de la constitución, de la que ellos mismos no son sino un instrumento de aplicación.

Así pues, nuestro modelo comienza a concretarse. Su primer rasgo viene dado por la supremacía de la
constitución, que actúa frente a cualquiera de los poderes constituidos que en ella se fundamentan y
encuentran su límite, desde el poder de hacer la ley al poder de impartir justicia. Pero esta fuerza y esta
autoridad especiales de la constitución tienen, a su vez, un fundamento claro, la voluntad popular; pero
no en el sentido del poder constituyente de la Revolución francesa, esto es, de una voluntad que
contiene la constitución porque contiene todo un proyecto de demolición del régimen anterior y de
instauración de una nueva sociedad. Los americanos, en nuestro modelo constitucional, no necesitan
concebir el poder constituyente en estos términos para llegar al resultado de la supremacía de la
constitución. Es más, puede decirse que desconfían claramente de esta concepción del pueblo soberano
en función constituyente que lo configura casi como una persona capaz de querer y, por lo tanto, capaz
de fundar el orden político y constitucional. Y en efecto, la experiencia posterior llevada a cabo en

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Europa basándose en el modelo constitucional de la Revolución francesa mostró con claridad que lo
que se formulaba a partir de esa precisa concepción del poder constituyente acababa inevitablemente
por buscar a otra persona en quien hacer tangible el poder originario del pueblo soberano que, además,
de forma asimismo inevitable, era el legislador, siguiendo la línea que lleva de Hobbes a Rousseau. Se
partía de la retórica revolucionaria de la constitución, pero en realidad se creaban los presupuestos
para la primacía del legislador que, a su vez, era inconciliable con la supremacía de la constitución.

Muy distinto es el panorama global de referencia en el caso de la Revolución americana y del modelo
constitucional que de ella surge. En este caso, el sujeto-pueblo que es la base de la constitución no
tiene tanto la función de determinar una especie de dirección fundamental para transferírsela a los
poderes constituidos, y principalmente al legislador, cuanto la tarea de exigir la existencia de un orden
primario que es, al modo kelseniano, el presupuesto de la constitución entendida positivamente y que,
por este motivo, es indisponible y, por ello, no puede ser violado por los poderes constituidos.

3.2.3 La constitución como ordenación de poderes.


Toda constitución es una ordenación de poderes. Lo ha sido sin duda en el plano histórico incluso la
Constitución federal americana, con modalidades que pueden referirse también al plano del modelo,
que es el que aquí interesa. Ahora no es posible entrar en detalles sobre la regulación de la relación
entre los poderes. Basta más bien con aprehender el sentido global de lo que, a causa de este tercer
aspecto, es peculiar de nuestro modelo, opuesto una vez más al modelo europeo continental.

Lo que una vez más se pone en evidencia al instante, también bajo este perfil, es la gran eximente que
contiene el principio de soberanía.

Mientras una constitución que pertenezca al modelo europeo continental es inconcebible sin la
cláusula que atribuya la soberanía y sin la identificación, a continuación, de un poder que represente la
soberanía —tras la revolución, normalmente el legislativo—, en el caso de la Constitución federal
americana y del modelo que puede elaborarse a partir de ella, se buscaría en vano esa cláusula y, sobre
todo, un poder que pueda decirse que representa el principio de soberanía.

Como hemos visto ya, cuando los jueces americanos dejan de aplicar una norma no declaran la
soberanía, sino la supremacía de la Constitución, que es una cosa muy distinta. Y lo mismo debe
decirse de los otros dos poderes contemplados en la Constitución. A decir verdad, al serle conferido el
poder ejecutivo el presidente no manifiesta la soberanía. Aparte de la limitación también importante
que ejerce el Senado sobre algunos de los decisivos poderes de nominación del presidente, este último
no tiene ninguna relación con el poder de hacer la ley —en el plano formal, al poder ejecutivo se le ha
quitado, de modo intencionado, la iniciativa legislativa— ni con el poder de imponer tributos, que son

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poderes imprescindibles para la configuración de un poder representativo del principio de soberanía. Y


finalmente, el Congreso, al que precisamente se le atribuyen esos poderes, sabe que la Constitución
enumera las materias sobre las cuales puede ejercerse legítimamente la función legislativa, en
manifiesta oposición con el modelo europeo continental de la legislación como expresión de soberanía
que, como tal, no puede tolerar límites materiales prefijados constitucionalmente. Es verdad que la
última entrada de la sección octava del artículo primero de la Constitución federal contiene la célebre
“necessary-and-proper clause”, por medio de la cual se ha introducido una muy notable ampliación del
terreno normativo que cubre el Congreso, pero también es verdad que dicha ampliación se mantiene
dentro de ciertos límites gracias a todo el sistema constitucional americano, gracias a la presencia
permanente de la legislación estatal y gracias al poder de veto del propio presidente, inconcebible, no
por casualidad, en la configuración del modelo europeo continental a consecuencia de legislativos que
son expresión del principio de soberanía y que, por ello y como tales, no pueden tolerar vetos de ese
tipo.

Así pues, en nuestro modelo todos los poderes tienen su espacio en la constitución, incluso amplio y
relevante, pero ninguno de ellos es el poder por excelencia en el que se manifiesta el principio de
soberanía.

Por este motivo, reviste especial importancia en nuestro modelo y en la propia Constitución federal
americana la dimensión del equilibrio entre los poderes; no solo entre poderes federales y poderes
estatales, o entre poderes de dirección política y poderes de garantía —en particular a través del
control difuso de constitucionalidad—, sino también entre los propios poderes de dirección,
construidos sobre una base representativa, y por lo tanto entre el presidente y el Congreso: el primero,
oponiendo ante el Congreso su poder de veto, el segundo oponiendo ante el ejecutivo el llamado poder
de la bolsa, la recaudación financiera y tributaria.

Es también aquí donde se establece, precisamente a través de este último tipo de equilibrio entre los
poderes políticos, la mayor diferencia con el modelo europeo continental. Y de hecho, en este segundo
modelo pueden realizarse de modo satisfactorio —y efectivamente se han realizado—diversos tipos de
equilibrio, entre el poder representativo de la totalidad y las autonomías, o entre poderes de dirección
política y poderes neutros de garantía, pero lo que resulta imposible o en todo caso extremadamente
difícil —como resulta, entre otras cosas, de la experiencia concreta que deriva de la Revolución
francesa— es el equilibrio entre los propios poderes de dirección y, en particular, entre el ejecutivo y
los parlamentos, por la evidente lógica subyacente a ese modelo que empuja de modo inexorable a
soluciones monistas y, por lo tanto, a que los parlamentos dispongan con demasiada facilidad de los
ejecutivos respectivos, o viceversa.

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En efecto, lo que al final requiere el modelo europeo continental es que el poder de dirección política
se concentre en un único poder de carácter representativo, sea el parlamento o el gobierno, o por lo
menos que en la dinámica que se produce entre estos dos poderes haya uno claramente dominante. Al
contrario, el modelo que obtenemos de la Constitución federal americana, precisamente por este
aspecto, es dual de por sí, de suerte que el poder político de dirección resulta dividido en dos: por una
parte el poder de hacer la ley y de imponer tributos, por otra el poder de gobernar, de elegir a los
hombres, de administrar los recursos y de proveer a las necesidades. El poder político, que ya no se
concibe de modo monista, se organiza de este modo en distintos poderes que se atribuyen a sujetos
diferentes en una relación recíproca de equilibrio y de limitación.

En nuestro modelo, y en la Constitución federal americana, nada de esto tiene que ver con una
cuestión de mera competencia, sino que, por el contrario, es expresión de un principio fundamental, el
de la limitación constitucional del poder. Para cumplir con este principio no es suficiente el pluralismo
ínsito en la solución federal o el control difuso de constitucionalidad y, por el contrario, es necesario
penetrar en el núcleo más duro y escondido del poder político, dividiéndolo en su interior para tener el
resultado final de dos poderes, ninguno de los cuales pueda ya ser considerado como el poder por
excelencia representativo del principio de soberanía, y que también estén en una relación de equilibrio
y de limitación recíproca, como en el caso de la relación entre el presidente y el Congreso en la
Constitución federal americana.

Por consiguiente, en nuestro modelo constitucional hay una dualidad ulterior. Más allá de la
especificidad de la solución presidencial americana, se trata de esa dualidad que actúa en la historia
constitucional como contrapeso y frente a la concentración de poder en manos de quien, sobre una
base popular, ha sido nombrado para representar, para legislar y para gobernar. El principio que inspira
dicha dualidad se encuentra bajo diversas formas en todos los clásicos del constitucionalismo moderno
y se puede expresar así: quien tiene el poder de hacer la ley y de imponer tributos no puede disponer al
mismo tiempo de los medios de ejecución de la ley y tener la responsabilidad de administrar los
recursos que derivan de esos tributos; y viceversa. Y también: quien tiene el poder de hacer la ley no
puede tener el mando sobre quienes están obligados a seguirla; y viceversa. Cuando estos dos sujetos
—para simplificar: el legislador y el gobernante— tienden a convertirse en uno solo, se abre la vía del
despotismo, incluso aunque la legitimación de este único sujeto hubiera de ser popular.

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3.3 Constitución de Francia


La Constitución francesa se procesa en estos dos años y no en un solo momento cosntityente. En esto
tiene cierto parecido con la antes comentada de Estados Unidos, en dos sentidos: uno es qjue resulta de la
Revolución social de 1789 y de la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano de ese
mismo año, de la misma forma que la Constitución estadounidense es derivada de la Revolución de
Independencia y que tiene como antecedentes los Articulos de la Confederación; otra similitud es que
ambas reciben la influencia de la Ilustración y particularmente de pensadores liberales como
Montesquieu, Rouseau y Voltaire.

3.3.1 Supresión de los Derechos Feudales


Las disposiciones revolucionarias empiezan por acciones destructivas. La más notable es la que prescribe
la Asamblea Nacional Constituyente surgida de la Revolución Francesa, y que toma la decisión de
decretar en primer lugar, la cancelación de los derechos y privilegios de los señores feudales.Esra fue una
de las propuestas que Voltaire muy destacadamente hizo en diversos escritos.Los revolucionarios lo
hacían en bsuca de la igualdad que era uno de los principios fundamentales que querían establecer en la
sociedad francesa. REsa emblemática demolición de la organización feudal fue estipulada en los decretos
del 4 y 11 de agosto de 1789, apenas un mes después de la toma de la Bastill que fue el principio del
movimiento revolucioanario. La Bastilla había sido cosntruida para proteger Paris en la guerra de cien
años con Inglaterra. En ella estuvieron recluidos personajes precursores de la Revolución como Voltaire y
Diderot. El 14 de julio, trabajadores y habitantes de los barrios populares de Paris tomaron a saco la
famosa fortaleza iniciando la rebelión de las masas en Francia.

3.3.2 Importancia
Ahora precisare algunos elementos fundamentales de la primera versión de la Constitución francesa
(1791). En primer término reproduzco algunas líneas del Preámbulo de esa Constitución, que son muy
sugerentes:

La Asamblea Nacional, queriendo establecer la Constitución francesa sobre los principios que
acaba de reconocer y declarar, decreta la abolición de las instituciones que vulneraban la libertad y
la igualdad de derechos. Ya no hay nobleza, ni pares, ni distinciones hereditarios, ni distinciones de
ordenes, ni régimen feudal, ni justicias patrimoniales, ni ninguno de los títulos, denominaciones y
prerrogativas que derivan de ellas…

Esta es al parte que primero busca demoler el edificio institucional del estado despótico y establecer una
monarquía parlamentaria y, por tanto, moderada. Los constituyentes, en efecto, optan por esa forma de
gobierno que ya se trata de una monarquía limitada y no absoluta que agobiaba a la población. El articulo

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0 de la Sección Primera dice: “No hay en Francia autoridad alguna superior a la de la Ley. El rey no reina
si no es por ella, y solo en nombre de la Ley puede exigir obediencia”. Se deposita pues, el Poder
Ejecutivo en el rey, y este queda limitado por la Asamblea y el sistema judicial, que se prescribe sean
ambos electos por los ciudadanos. El Legislativo se asigna a la Asamblea Nacional, que reside en una sola
Cámara integrada por diputados. La relación de balance entre el Ejecutivo y el Legislativo queda marcada
como una de las claves para las Constituciones modernas, como la de Estados Unidos.

La Constitución Francesa de 1791. En el Titulo Primero, hay algunas disposiciones que buscan establecer
igualdad entre los habitantes. Veamos, hay una primera serie de declaraciones que recogen en buena
medida la de los Derechos del Hombre y del Ciudadano de 1789. Algunos párrafos del Título Primero
confirman ello:

“La constitución garantiza, como derechos naturales y civiles: 1° . Que todos los ciudadanos son
admisibles en los puestos y empleos… 2°. Que todas las contribuciones serán repartidas pro igual
entre todos los ciudadanos en proporción a sus facultades. 3°. Que un mismo delito será castigado
con una misma pena, sin distinción respecto de la persona.”

Otros párrafos fundamentales de este Titulo Primero deben ser repasados, por lo que me atrevo a
insertarlos a pesar de su extensión:

“La Constitución garantiza como derechos naturales y civiles: La libertad de todos de ir , de


quedarse o partir, sin que puedan ser arriesgados ni detenidos, más que en las formas
determinadas pro la Constitución; la libertad de todos de hablar, de escribir, de imprimir y
publicar sus pensamientos, sin que los escritos estén sometidos a censura o inspección alguna
antes de su publicación y de ejercer el culto religioso al cual este adherido, la libertad de lso
ciudadanos de reunirse pacíficamente y sin armas, cumpliendo la leyes de a policia, la libertad de
dirigirse a as autoridades constituidas, peticiones firmadas individualmente.

El Poder Legislativo no podrá hacer leyes que vulneren y pongan trabas al ejercicio de los
derechos naturales y civiles consignados en ele presente Titulo y garantizados por la Constitución;
pero como la libertad no consiste más que en el poder de hacer todo aquello que no perjudique ni
a los derechos de los demás, ni a la seguridad púbica, la Ley podrá establecer penas contar los
actos que, atentando contra la seguridad pública o los derecho de los demás fueran perjudiciales
para la sociedad”.

Y un párrafo más que se refiere a un derecho fundamental de la sociedad moderna; “Se creara y
organizara una instrucción pública común a todos los ciudadanos, gratuita en relación con las

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enseñanzas indispensables para todos los hombres, y cuyos establecimientos estarán distribuidos
gradualmente en consonancia con la división del Reino”.

Esta primera Constitución tuvo vigencia precaria y breve. Sintetizo los acontencimientos que explican su
corta y escasa vigencia: ante el descontrol y rebasamiento del gobierno monárquico por el movimiento
popular el 12 de agosto de 1792 el rey es suspendido de sus funciones y se convoca a una nueva
Asamblea elegida por sufragio universal, que revive el nombre de Convención Nacional. El 17 de enero
de 1793 esa Convención condena a muerte al rey.

3.4 La Constitución de Alemania

3.4.1 La Constitución de Weimar

La Constitución de Weimar constituye un hito en la historia del constitucionalismo porque es uno de los
primeros textos que reconoció derechos sociales, además de ser la primera Constitución verdaderamente
democrática de la historia de Alemania, en su primera República

Las elecciones a la Asamblea Nacional Constituyente de enero de 1919 reflejaron la moderación del
electorado alemán después de la Revolución del invierno de 1918-1919. Las elecciones fueron ganadas
por tres fuerzas democráticas, alejadas tanto del comunismo como de las tendencias de extrema derecha.
El partido más votado fue el SPD, que alcanzó 165 escaños. Fue seguido por el Zentrum católico con 91
diputados y, en tercer lugar, se situaron los demócratas del DPP, con 75 diputados. Entre los tres
alcanzaron la mayoría absoluta, y aunque eran claramente diferentes entre sí, les unía su idea de construir
un estado alemán democrático, lejos de las veleidades imperiales del pasado, pero frenando también la
tendencia hacia el ejemplo ruso. Estos tres grupos parlamentarios fueron conocidos como la Coalición de
Weimar. Ellos fueron los que elaboraron la Constitución.

La Asamblea encargó al demócrata Hugo Preuss que elaborara un anteproyecto para ser discutido. Los
debates parlamentarios fueron intensos. Al final, se aprobó el texto definitivo el 31 de julio. El 11 de
agosto de 1919 fue proclamada la Constitución.

El texto consta de 181 artículos. Alemania quedaba constituida como República. Se mantenía la estructura
federal, pero se reducían los estados, de 25 se pasó a 17. Mantuvieron una serie de competencias, pero los
padres de la Constitución procuraron que el poder federal fuera fuerte. En todo caso, quedaron sin
resolver algunas cuestiones del federalismo y sobre el inmenso peso de Prusia en el conjunto de los
estados alemanes.

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El poder legislativo estaría formado por dos cámaras. El Reichstag era la cámara baja, elegida por
sufragio universal. Votaba el presupuesto, elaboraba y aprobaba la legislación federal y controlaba al
gobierno. La cámara alta –Reichsrat- estaba compuesta por los representantes de los estados. La
representación era proporcional al peso demográfico de cada estado. Era una cámara menos importante,
como de segunda lectura. En principio, la Constitución apostaba por un poder legislativo con
competencias importantes, especialmente en su cámara baja, pero, por otro lado, la Constitución otorgaba
un fuerte poder al presidente del Reich, algo que debe tenerse en cuenta para entender parte de lo que
ocurrió a partir de 1930 cuando esos poderes fueron empleados para gobernar y legislar al margen del
parlamento. Eso permitió que los nazis accedieran a los círculos del poder mucho más que por su
irrupción en el parlamento. Debemos desterrar el mito de que los nazis fueron aupados al poder
exclusivamente por el voto de los alemanes. Nunca tuvieron mayoría suficiente en el Reichstag en el
tiempo de la democracia y, en realidad, perdieron apoyo electoral justo antes de hacerse con la cancillería.
Pero regresemos a la figura del presidente del Reich. Era elegido por sufragio universal cada cuatro años.
Podía disolver el Reichstag y convocar a referéndum leyes votadas en el legislativo. En momentos de
crisis, tenía potestad para suspender algunos derechos y emplear a las fuerzas del orden. El presidente
nombraba al canciller y, a propuesta suya, los ministros del gobierno. El gobierno sí era responsable ante
el Reichstag.

Pero la gran aportación universal de esta Constitución fue en su parte dogmática, es decir, en el capítulo
de los derechos y, especialmente por los sociales: la existencia digna, las obligaciones sociales de la
propiedad, la vivienda, el patrimonio familiar, la protección de la mano de obra y los seguros sociales. La
impronta del SPD y, en cierta medida también del Zentrum católico, fue evidente. En relación con los
derechos sociales, el artículo 161 decía que el Reich debía crear un amplio sistema de seguros para poder
atender la conservación de la salud, la protección de la maternidad y las repercusiones de la vejez y la
enfermedad. En cierta medida, en este terreno la Constitución española de 1931 es deudora de la de
Weimar.

3.4.2 La Constitución de Weimar y la Ley Fundamental de Bonn


Está basada en la Constitución de la República de Weimar, pero permite mayor autoridad de los gobiernos
de los Estados federados. Una de las mayores diferencias con la Constitución de Weimar está en el papel
del jefe de Estado: mientras que el Reichspräsident de Weimar contaba con ciertas prerrogativas a la hora
de formar gobierno y podía incluso gobernar en contra de la mayoría parlamentaria mediante los llamados
"decretos de urgencia" (uno de los factores elementales que llevaron al hundimiento de la primera
democracia alemana), el Presidente Federal prácticamente sólo tiene funciones representativas.

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Además, se trató de "blindar" la esencia democrática de la Grundgesetz contra posibles avances de


partidos totalitarios mediante una "cláusula de eternidad" (art. 79.3) que impide la modificación de los
principios formulados en los artículos 1 y 20 de la Constitución (referentes a la dignidad del ser humano y
a la organización estatal como un Estado federal, democrático y social).

La Ley Fundamental fue redactada por el Parlamentarischer Rat (Consejo Parlamentario), un órgano de
65 miembros nombrados por los gobiernos de los once estados federados de la Alemania Occidental, a
instrucción del mando militar de las zonas de ocupación estadounidense, británica y francesa. El 8 de
mayo de 1949, el Parlamentarischer Rat aprobó la Ley Fundamental con mayoría absoluta (y las voces en
contra del Partido Comunista, entre otros); el 12 de mayo fue ratificada por los gobernadores militares y,
durante los próximos días, por los parlamentos de los estados federados.

En una sesión tumultuosa durante la noche del 19 al 20 de mayo de 1949, el parlamento de Baviera
rechazó el proyecto constitucional, exigiendo mayores competencias para los estados federados. Sin
embargo, en la misma sesión se aprobó por una escasa mayoría que la Ley Fundamental también sería
válida para Baviera en caso de que dos tercios de los otros estados federados la ratificaran.

Después de la ratificación por todos los demás estados federados, la Ley Fundamental fue proclamada por
el Parlamentarischer Rat el 23 de mayo de 1949, entrando en vigor el día siguiente en todo el territorio de
las tres zonas de ocupación occidentales y en los sectores occidentales de Berlín.

Desde 1949, la Ley Fundamental ha sido modificada unas sesenta veces.1 Las reformas más importantes
fueron la reintroducción del servicio militar obligatorio y la creación de las Fuerzas Armadas Federales
(Bundeswehr) en 1956; la llamada Ley de Emergencia con la posibilidad de restricciones de derechos
civiles en el caso de guerra, aprobada en 1968 por el gobierno de Gran Coalición formado por
democristianos y socialdemócratas; y la reforma del sistema de Hacienda en 1969.

La aprobación de la "Ley de Emergencia" fue muy controvertida en su momento y provocó numerosas


protestas en contra, ya que a muchos alemanes les recordó a la Ley habilitante de 1933 que permitió a los
nazis hacerse con el poder absoluto.

Después de la reunificación alemana en 1990, que se produjo formalmente mediante una adhesión de los
cinco estados federados orientales al territorio de vigencia de la Ley Fundamental, varios sectores de la
sociedad exigían una reforma profunda para dotar al país de una Constitución aprobada por todo el pueblo
alemán mediante referéndum. Sin embargo, la llamada Reforma Constitucional de 1994 solamente
consistió en retoques formales y no se sometió a un referéndum.

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FILOSOFIA DEL DERECHO – ESDE CONSTITUCIONALISMO Y NEOCONSTITUCIONALISMO

Desde 2006, se está tramitando otra importante reforma de la Ley Fundamental, la llamada Reforma
Federal, que reordenará las competencias entre el Estado federal y los estados federados.

La primera frase del artículo 1.1 de la Ley Fundamental, "La dignidad humana es inviolable", fue copiada
en 2004 al artículo II-61 (el primero de la sección de derechos fundamentales) de la Constitución de la
UE.

3.5 Constitución de Perú (1993)


Los rasgos de las constituciones históricas peruanas han variado con el paso del tiempo, respondiendo a
determinados contextos históricos, políticos y también culturales. Podemos distinguir dos etapas. La
primera que está representada por la Carta de 1828, más conocida como la madre de las constituciones,
por consolidar la República, el Estado unitario, el modelo presidencial, así como los rasgos y
características propias de una constitución del siglo XIX; es decir, avaras para reconocer un extenso
listado de derechos y libertades, inclinadas más a la organización del Estado, sin concretos instrumentos
procesales de garantía constitucional. La segunda etapa comienza con la Constitución de 1979 debido a
que marcó una diferencia con el estilo de redacción de las cartas anteriores. Si las Constituciones de 1860
y 1920 presentaron novedades tanto en la forma de gobierno como en el reconocimiento de los derechos
sociales, la Carta Magna de 1979 recogió aquellos principios, derechos e instituciones surgidos en el
derecho constitucional contemporáneo. Nos referimos a su declaración de derechos y libertades, los
instrumentos de garantía, un título especialmente dedicado a los tratados internacionales, los derechos
sociales, el régimen económico, la constitución entendida como norma jurídica, el tribunal
constitucional, instituciones de democracia directa así como la incorporación de las principales
instituciones parlamentaristas, entre sus principales rasgos.

En el caso de la Carta de 1993, el procedimiento de trabajo de los padres de la Constitución consistió en


la revisión del texto constitucional de 1979, una práctica habitual de las distintas asambleas constituyentes
peruanas. Por lo tanto, desde un punto de vista material, se puede decir que la Constitución de 1993 es
una reforma de aquella. Una de las principales diferencias de la Carta de 1993 con la Constitución de
1979 se encuentra en la decisión de los constituyentes para contar con un parlamento unicameral, la
reelección presidencial inmediata (que años más tarde fue prohibida mediante reforma constitucional), la
marcada tendencia neoliberal del régimen económico, las nuevas líneas del Tribunal Constitucional en
cuanto a su conformación y atribuciones, la aparición de la defensoría del pueblo, así como la
incorporación de nuevas garantías constitucionales.

A continuación ofrecemos las características que consideramos más importantes de la Constitución


peruana, las cuales no difieren de una constitución moderna; pero es preciso conocerlas para

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aproximarnos a sus peculiaridades. También mencionaremos las constituciones clásicas y modernas que
le han servido de inspiración.

3.5.1 Los rasgos generales de la Constitución de 1993


La Constitución peruana de 1993 se compone de un preámbulo y doscientos seis artículos distribuidos en
seis títulos, dieciséis disposiciones finales y transitorias, dos disposiciones transitorias especiales y una
declaración final. Como todas las constituciones modernas, cuenta con una estructura divida
tradicionalmente en parte dogmática y orgánica. La primera que reconoce los derechos, libertades y
principios que inspiran toda constitución y, la segunda, que establece los mecanismos jurídicos para
garantizar sus fines y que se inspiran en el principio de separación de poderes. Si bien es cierto que la
Carta de 1993 es una constitución moderna, también recoge los aportes del constitucionalismo clásico que
distinguen cualquier carta magna, además de la notoria influencia de aquellas constituciones
contemporáneas. Sus rasgos generales son los siguientes:

3.5.2 Una Constitución para una República democrática y social


La organización del Estado peruano en una república es uno de los acuerdos más firmes en la historia de
nuestras asambleas constituyentes, salvo el fallido intento republicano-monárquico surgido con Bolívar en
la Carta de 1826. Cabe resaltar que esta afirmación no puede hacerse a otras instituciones o cláusulas en
la Constitución como es el caso del bicameralismo, que fue rechazado por el último Congreso
Constituyente, o la reelección presidencial inmediata, que fue admitida por la Carta de 1993 y luego de
siete años reformada por el Congreso exigiendo al expresidente el transcurso de un mandato
constitucional para ser nuevamente candidato.

Los artículos 3 y 43 de la Constitución peruana establecen que el Estado peruano es una República
Democrática con autoridades elegidas por sufragio popular en una contienda pluralista y bajo los
principios rectores de un Estado de derecho; pero también tiene una vocación social, por el
reconocimiento de un modelo estatal que nació en el periodo conocido como de entreguerras; nos estamos
refiriendo al llamado Estado Social de Derecho, el cual se antepone a la tradición liberal para responder
ante las diferentes necesidades de la sociedad que empezaron a ser concebidas como responsabilidad de
todo Estado moderno. En ese sentido, el Tribunal Constitucional peruano se detiene en las implicancias de
nuestro modelo de Estado y nos dice que “se sustenta en los principios esenciales de libertad, seguridad,
propiedad privada, soberanía popular, separación de las funciones de poder y reconocimiento de los
derechos fundamentales”.

Al respecto, el Tribunal señala que “la seguridad jurídica y la igualdad ante la ley, a su vez, son
condiciones necesarias para el funcionamiento del Estado social y democrático de derecho, y se

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configuran en un marco de condiciones vitales mínimas y de una posición estadual vigilante a través de
órganos autónomos y transparentes que [...] velen por el respeto de la dignidad de las personas” en la
Constitución de 1993 se recogen las notas definitorias del Estado Democrático y Social, en la práctica
debemos tener en cuenta que estamos combinando dos cualidades de naturaleza un tanto diferente. En
otras palabras, de producirse su crecimiento desproporcionado no sería extraño que una resulte afectada
por la otra. Es el caso de una política populista radical que se fundamente en el pretexto de realizar los
fines del Estado Social, o viceversa, la privatización de todos los servicios públicos que puede dejar de
atender los requerimientos de agua y luz de algunas zonas populares porque no es rentable dicha
inversión. En todo caso es necesaria una interpretación teleológica para armonizar todas las normas
constitucionales con los requerimientos de un Estado Social y Democrático de Derecho, respetando el
principio de subsidiariedad.

3.5.3 Una Constitución codificada y reglamentista


La tradición constitucional europea e iberoamericana, con la clara excepción del Reino Unido, fue la de
edificar un orden constitucional supremo, completo y cerrado (aunque con cierta apertura al derecho
internacional) a partir de un texto codificado que sea la norma fundamental del ordenamiento jurídico de
cualquier Estado. En la actualidad, la teoría constitucional se sigue dictando en las escuelas de derecho
bajo estas mismas premisas pero, a finales del siglo veinte, algo empezó a cambiar. Los avances del
derecho de integración en el mundo, concretamente el ejemplo de la Unión Europea, ha sido el
laboratorio que ha hecho posible que el Constitucionalismo europeo empiece a cuestionar sus postulados
a nivel mundial.

3.5.4 Es una Constitución nominal pero también semántica


Si bien la tradicional clasificación de Loewenstein es útil para conocer los progresos de las distintas
constituciones desde un punto de vista material. De acuerdo con el mismo autor sabemos que si bien
pocas constituciones son normativas (de pleno cumplimiento en la realidad social y política), muchas son
nominales (a medio camino para ser consideradas como normativas), todavía un importante número de
cartas magnas se encuentran entre las semánticas (cuyas instituciones no reflejan lo establecido en la
Constitución) y por eso se las asocia con un disfraz que esconde una realidad política.

Con relación al carácter normativo de la Carta de 1993, vemos contiene normas de procedimiento que sí
se cumplen, como por ejemplo el artículo 105 que establece que “ningún proyecto de ley puede
sancionarse sin haber sido previamente aprobado por la respectiva Comisión dictaminadora, salvo
excepción señalada en el reglamento del Congreso”. Por otro lado, descubrimos otras disposiciones que
se encuentran progresivamente en vías de aplicación (nominales), como el artículo 7 que nos dice que
“todos tienen el derecho a la protección de la salud”, y muchas otras que no se cumplen cuando el artículo

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16 nos dice que el Estado peruano dará “prioridad a la educación en la asignación de recursos ordinarios
del Presupuesto de la República” (semánticas). Es evidente que la debida asignación de recursos
económicos se convierte en el factor determinante para la plena realización de estas cláusulas, siendo otra
la realidad de aquellas disposiciones relativas a la separación de poderes, los principios del Estado de
derecho, la independencia e inamovilidad de los magistrados, o la pronta aplicación de las resoluciones
que garantizan los derechos fundamentales frente a las arbitrariedades del Estado; en estos casos, se hace
necesario un efectivo pacto de límites al poder entre gobernantes y gobernados para fortalecer las
instituciones políticas.

3.5.5 La fuerza normativa de la Constitución


Para explicar la fuerza normativa de la Constitución peruana debemos comenzar por el pensamiento de
Hans Kelsen, que empezó preguntándose ¿Cuál es la condición bajo la que es posible interpretar el
significado subjetivo del acto de los forjadores de la primera Constitución y de los actos realizados con
apoyo en la Constitución como el significado objetivo de ellos, es decir, como normas objetivamente
válidas?

La respuesta es que semejante interpretación solo es posible si presuponemos que los hombres deben
comportarse según lo estableció históricamente la primera Constitución.

Esta presuposición es llamada la norma fundamental. Es la razón para la validez de la Constitución y, en


consecuencia, de todas las normas creadas de conformidad con la Constitución, es la razón para la validez
de un orden jurídico positivo. No es una norma creada por un acto de voluntad humana o sobrehumana,
en tanto que no es una norma establecida por una autoridad superior, por una autoridad legal superior a
los primeros constituyentes. Es una norma presupuesta en el pensamiento jurídico.

En la Constitución peruana no existe una disposición expresa referida su fuerza normativa y vinculación
inmediata como la prevista en la Ley Fundamental de Bonn (1949) y la Constitución española de 1978.
La primera establece que los derechos fundamentales reconocidos vinculan a los poderes legislativo,
ejecutivo y judicial como un derecho directamente aplicable12; la segunda, nos dice de manera más
general que los derechos y libertades reconocidas vinculan a todos los poderes públicos. De este modo,
sea cual sea la Constitución, solo si esta fundamenta todo el ordenamiento jurídico nos encontramos con
una nueva dimensión, la cual se deriva de su condición de pacto de límites al ejercicio del poder, es decir,
como el corolario de un teorema, la posibilidad de considerarla también como una norma fundamental y
con la fuerza suficiente para vincular tanto a los gobernantes como a los gobernados.

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3.5.6 La supremacía constitucional


Son dos los artículos constitucionales que hacen referencia a la supremacía en la Carta de 1993, nos
referimos a los artículos 51 y 138. El primero de ellos expresa la primacía de la Constitución frente a
cualquier otra norma del ordenamiento jurídico; la segunda, en cambio, hace alusión a un posible
conflicto de la Constitución frente al contenido de una norma de inferior jerarquía en un caso concreto,
así como predeterminar la actitud que el Estado y los ciudadanos esperan del juzgador llamado resolver el
litigio, como es la necesidad de inaplicar la norma contraria a las disposiciones de la carta magna. Por
otra parte, una norma adicional referida a la supremacía la encontramos en el artículo 57, relativa a la
solución cuando un tratado afecta disposiciones constitucionales.

En ese caso, la Carta de 1993 dispone que la aprobación del tratado se realizará a través del mismo
procedimiento que rige para la reforma constitucional. La necesidad de fundamentar la supremacía
constitucional es un problema desde el derecho positivo, por eso surge la necesidad de declararla
expresamente en los textos como en el caso peruano, a través de los artículo 51 y 138 básicamente; sin
embargo, si atendemos que la Constitución es un pacto entre gobernantes y gobernados antes que una
norma fundamental y suprema, es decir, si reconocemos que su valor normativo y máxima jerarquía son
consecuencia de un pacto, su asimilación es menos compleja debido a que no podemos entender que la
supremacía constitucional solo estaría referida a la posición jerárquica de la Constitución peruana
respecto del resto de normas del ordenamiento jurídico sino, además, de cualquier acción arbitraria
cometida por los gobernantes o gobernados y que estuviera al margen de sus disposiciones. Lo contrario
sería producto de una visión parcial y minimalista del concepto de supremacía constitucional.

3.5.7 Las fuentes inspiradoras de la Constitución


En la actualidad, la Constitución peruana recibe la influencia de más de una constitución clásica y
contemporánea. No solo de la Constitución norteamericana o las europeas, como es el caso de Francia,
España o Portugal, sino también de las iberoamericanas más influyentes, como Argentina, Brasil,
Colombia y México. Es evidente que la presencia de determinadas cláusulas que aparecen en toda
constitución, como la prohibición a ser detenido arbitrariamente, por ejemplo, forman parte del
patrimonio del constitucionalismo y por tanto sería innecesario indicar la fuente de origen; sin embargo,
no cabe duda que es formativo conocerlas para determinar en qué medida la Carta peruana
contemporánea sigue siendo receptora del constitucionalismo clásico. Desde este punto de vista debemos
tener en cuenta que la recepción de las instituciones procedentes del derecho comparado no siempre es
automática, dado que en la mayoría de los casos se encuentran acompañadas de una determinada
concepción del derecho y también a que dichas instituciones surgieron como consecuencia de una larga
tradición jurídica, política, cultural y también social:

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1. La Constitución norteamericana de 1787.

a) La cláusula de apertura a los derechos y libertades

El texto original de la Constitución de 1787 no incluía una declaración de derechos y libertades, parte de
esa resistencia inicial provenía de los representantes de los nacientes estados federados que consideraban
que los derechos individuales no deberían enunciarse con detalle para evitar que se creyera que solo se
tenían los expresamente enumerado.

b) La influencia de los modelos presidencialista y parlamentario

Las principales instituciones del constitucionalismo fueron tomadas de Francia, pero lo mismo no ocurrió
con la forma de gobierno. El presidencialismo deriva de la rígida separación de poderes, es decir, la
aplicación de las tesis del gobierno civil de Locke y Montesquieu. La concepción defendida durante la
elaboración de la Constitución de los Estados Unidos ha llevado a que el presidente pueda ejercer los
poderes que la Carta de 1787 le atribuye con absoluta autonomía, aunque con ciertos controles. No
obstante, la creación de un ejecutivo con tantas atribuciones dio origen a ciertas disidencias en la
Convención constitucional, ya que, en la práctica, a quien se estaba reflejando era al monarca inglés pero
limitado por la temporalidad de su cargo y la participación del Senado en ciertas funciones presidenciales.
Con la emancipación era evidente que las excolonias no deseaban una monarquía y los Estados Unidos de
Norteamérica les ofrecía esa alternativa.

c) El control judicial de la constitucionalidad de las leyes

El control difuso de los Estados Unidos no se encuentra reconocido expresamente en la Constitución de


1787, fue conquistado por los jueces imponiéndose tanto al ejecutivo como al legislativo gracias a la
Sentencia del caso Marbury vs. Madison (1803), una de aquellas que el tozudo Juez Marshall tuvo que
dictar durante el desempeño de su cargo de como miembro del Tribunal Supremo norteamericano.

En la Constitución peruana, el segundo párrafo del artículo 138 nos dice que “en todo proceso, de existir
incompatibilidad entre una norma constitucional y una legal, los jueces prefieren la primera”. Igualmente,
prefieren la norma legal sobre otra norma de rango inferior.

2. La Ley Fundamental de Bonn de 1949.

La Ley Fundamental de Bonn dio lugar a un significativo cambio respecto a la Constitución de Weimar, la
cual trajo consigo las siguientes consecuencias: multipartidismo, ingobernabilidad, además de un
ejecutivo bicéfalo. Para no repetir la historia, los constituyentes alemanes tomaron las siguientes medidas:
una Constitución rígida para proteger la seguridad jurídica; en su forma de gobierno se introdujo el voto

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de censura constructivo y el estado de necesidad legislativa, un mayor protagonismo del canciller con
respecto a los demás poderes, así como unas barreras electorales para disminuir el número de partidos
políticos con escasa representación. En lo que respecta a su forma de Estado la Carta de 1949 retornó al
modelo federal, y con relación a los derechos fundamentales se reconoció un contenido esencial
intangible que ha influido notablemente en la jurisprudencia de los tribunales europeos e
iberoamericanos. La reflexión acerca de las consecuencias de la Segunda Guerra Mundial llevó a los
constituyentes alemanes a incluir el reconocimiento de la dignidad humana como fundamento de todos
los derechos en la Ley Fundamental de Bonn de 1949.

El artículo primero de la Constitución alemana establece que “la dignidad humana es intangible.
Respetarla y protegerla es obligatorio de todo poder público”; asimismo, otras constituciones modernas
tomaron su ejemplo e incorporaron el reconocimiento de la dignidad encabezando su catálogo de
derechos y libertades.

Es el caso de la Carta española de 1978, la peruana de 1993 así como la polaca de 1997. De esta manera,
la Ley Fundamental de Bonn se ha convertido en la Constitución más influyente de Europa continental, la
cual también fue observada por nuestros constituyentes.

3. La Constitución Francesa de 1958

El constitucionalismo francés influyó en Iberoamérica desde principios del siglo XIX, concretamente con
la independencia de las colonias españolas. Las constituciones peruanas del siglo XIX y principios del
XX fueron receptoras de sus instituciones y una de las más antiguas es el refrendo ministerial que, pese a
tener un origen inglés (the King can do not wrong), bajo su influencia se incorporó a la Constitución
peruana de 1823. Un dato a tener en cuenta es que en la historia del constitucionalismo casi siempre
ocurre el mismo fenómeno: el Reino Unido inventa el concepto y Francia su enunciado que luego es
difundido por las constituciones del mundo. Lo mismo ocurrió con el bloque de constitucionalidad que
explicamos líneas atrás, ya que parece un invento francés pero su origen fue anglosajón por tratarse de
una comunidad política que carece de constitución codificada.

La presencia de un primer ministro nombrado por el presidente de la República, el Consejo de Ministros,


la segunda vuelta electoral (Ballotage), las interpelaciones, la cuestión de confianza así como los
mecanismos de control político del parlamento también son parte de la influencia del constitucionalismo
francés. Con relación a la forma de gobierno de la Carta de 1958, la doctrina define al modelo francés
como semipresidencialista, es decir, un ejecutivo bicéfalo donde el jefe de Estado y el de gobierno son
personas distintas pero que comparten el ejercicio de ese poder. Por eso, cuando el presidente de la

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República se encuentra en la necesidad de nombrar a un primer ministro que no pertenece a su mayoría


parlamentaria nos encontramos ante el inicio de un periodo de cohabitación.

4. La Constitución española de 1978

La Constitución de 1978 es considerada por la doctrina como la más exitosa del constitucionalismo
español. Se inspira en la Constitución italiana de 1947, la Ley Fundamental de Bonn de 1949, la
Constitución francesa de 1958 y la portuguesa de 1976, principalmente. Una explicación a este suceso
político es que contiene un mínimo acuerdo sobre lo fundamental que ha marcado un hito en la historia de
sus constituciones.

En líneas generales, los rasgos de la Constitución española son similares a la Carta peruana de 1993. En
primer lugar destacamos su extensión en comparación a la norteamericana de 178, pero más breve que la
Constitución peruana de 206 artículos. Es codificada, pero enriquecida con el paso del tiempo, ya que hay
que agregarle los estatutos de autonomía, la Ley Orgánica del Tribunal Constitucional, su jurisprudencia,
etc. Es rígida, porque para su reforma es necesario un procedimiento especial, distinto del que hace falta
para las demás leyes. Es menos ideológica que utilitaria, pues permite a los diversos gobiernos llevar
políticas de diversa índole. Es normativa directa, por guardar relación con su aplicabilidad judicial
inmediata.

Su forma de estado es unitaria-autonómica y por último su forma de gobierno parlamentarista. En cuanto


a esto último, el parlamentarismo español ha optado por un modelo corregido, conocido como
racionalizado, siguiendo las tendencias posteriores a la Segunda Guerra Mundial, para asegurar la
estabilidad política del gobierno32. La Constitución peruana de 1979 significó un cambio en la forma de
redactar las constituciones peruanas en comparación a las cartas del siglo XIX y mediados del siglo XX.
La Asamblea Constituyente se inspiró de la Carta española de 1978 y a ella le debemos gran parte de su
nueva estructura y sistemática, la que a su vez fue recibida de la Ley Fundamental de Bonn de 1949. De
la Constitución española hemos tomado la declaración de derechos y libertades —concretamente el
esquema general sin considerar los detalles—, el catálogo de derechos sociales, y la incorporación de un
Tribunal Constitucional, que bajo la Carta de 1979 era casi copia del modelo español y que actualmente
ha recibido algunos cambios como veremos en este capítulo33. Curiosamente, la masiva incorporación de
derechos sociales de la Constitución de 1979, reproducida en la Carta de 1993, no trajo consigo el
reconocimiento a la igualdad material que contempla la Constitución española que encomienda a los
poderes públicos la remoción de las causas que impiden la plena y efectiva realización de la igualdad.

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4 EL NEO CONSTITUCIONALISMO

4.1 Introducción:
El neoconstitucionalismo es un nuevo paradigma en el derecho, que puede entenderse ya como una
ideología jurídica de finales del siglo XX y principios del XXI; así también se presenta como una
verdadera promesa para la teoría del derecho. Es, sin duda, la revolución teórica y práctica más
importante que vive el derecho continental europeo, en aras de reelaborar su concepción de ley y de
derecho, dejando atrás meras elaboraciones de códigos o leyes, y basándose más bien en acuerdos y
sentencias de los tribunales que construyen un derecho sobre la base de los textos de estos acuerdos y de
la integración de diversos sistemas jurídicos. Las decisiones ya no están más en manos de legisladores,
sino de jueces. Por otro lado, esta nueva visión puede ser entendida como un acercamiento de la ideología
jurídica continental hacia la perspectiva pragmática y menos principista del derecho norteamericano. 1

Este planteamiento exige la efectivización de la Constitución, así como la superación del positivismo
jurídico y del formalismo procesal; en países de una modernidad tardía, era urgente el despertar del sueño
dogmático, así pues, el neoconstitucionalismo aporta una nueva metodología jurídica a partir de las
bases constitucionales, otorgando nuevas ideas que permiten revisar posiciones tradicionales, incapaces
de transformar la realidad por la vía jurídica[CAMBI, Eduardo. “Neoconstitucionalismo e
Neoprocessualismo: Direitos fundamentais, políticas públicas e protagonismo judiciário” . 2° Edición.
Sao Paulo, Editoria Revista dos Tribunais Ltda. 2011, p. 21]. Por ello, debido a su gran importancia para
el mundo jurídico y para las sociedades contemporáneas en general.

4.2 La visión del neoconstitucionalismo


El término alude a un nuevo “Constitucionalismo”, o bien a una opción diferente para el “Estado de
Derecho”, donde impera un concepto distinto acerca del “Derecho”; lo cual implica una novedosa y
distinta “Teoría del Derecho”, en cuyo significado prevalece o tiene

El neoconstitucionalismo y los derechos fundamentales primacía la fuente del derecho que rige todas
normas jurídicas: “La Constitución”.

1 según Pedro GRÁNDEZ CASTRO en la presentación de la obra de PRIETO SANCHÍS, Luis. Serie Derechos y
Garantías: Derechos Fundamentales, Neoconstitucionalismo y Ponderación Judicial. Editorial PALESTRA
EDITORES, Lima, 2007, p. 11-12. Citado por CARLOS MANUEL VALDIVIA RODRÍGUEZ El
neoconstitucionalismo y su desarrollo en la jurisprudencia del TC - OCTUBRE 10, 2017 – en Legis.pe

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Bajo esta concepción, la norma suprema o “norma-normarum”, es fuente de toda la producción jurídica,
la cual está compuesta de principios, distintos a las reglas o preceptos de derecho determinados y su
forma de interpretación y aplicación también es distinta al “aleopositivismo”, teoría bajo la cual existían
únicamente reglas de derecho expedidas por el poder legislativo, de aplicación estricta, bajo el método de
“subsuncion”, muy distinto al nuevo método de la ponderación o “balancing”(balanceo).

Se puede distinguir históricamente al nuevo constitucionalismo, como uno de los dos modelos del Estado
de Derecho; el primero y mas antiguo, se refiere al “Estado Legal de Derecho”, donde el principio de
legalidad prima sobre el principio de constitucionalidad, en el primero la ley impera y en el segundo la
constitución y sus principios.

Luigi Ferrajoli menciona la existencia de dos modelos de “Estado de Derecho”, el primero denominado
“Estado Legislativo de Derecho”, con la afirmación del principio de legalidad como criterio exclusivo de
identificación del Derecho valido, con independencia de su valoración como justo; una norma jurídica es
válida no por ser justa, sino exclusivamente por haber sido puesta por una autoridad dotada de
competencia normativa. El Estado constitucional de Derecho sería el nuevo modelo en formación teórica
y práctica -no consolidado- a partir de la Segunda Guerra Mundial con ejemplos paradigmáticos en las
constituciones de Italia (1947); Alemania (1949); Portugal (1976) y España (1978), en donde surgen las
constituciones rígidas y el control de la constitucionalidad de las Leyes ordinarias, con un triple cambio
en el paradigma: a) en la naturaleza y estructura del Derecho, b) en la naturaleza de ciencia jurídica y c)
en la jurisdicción (Neoconstitucionalismos, Edición de Miguel Carbonel, Editorial Trotta p. 14)

4.3 SENTIDO DEL NEOCONSTITUCIONALISMO

La concepción de Prieto Sanchís

La definición más óptima de neoconstitucionalismo, a nuestro juicio, la brinda, entre varios autores, Luis
Prieto Sanchís[RIETO SANCHIS, Luis. Neoconstitucionalismo y ponderación judicial. Publicado en
anuario de la Facultad de Derecho de la Universidad Autónoma de Madrid, 2001], para quien esta
novísima expresión del tradicional Estado constitucional, implica, vía el Estado neoconstitucional, “un
cierto tipo de Estado de derecho, (…) una teoría del derecho (…) y una ideología que justifica o defiende
la fórmula política designada”.

En cuanto a concebirlo como un Estado de derecho, señala el autor español [ PRIETO SANCHIS, Luis.
Op cit.] que “es el resultado de la convergencia de dos tradiciones constitucionales: la tradición
norteamericana originaria que concibe a la Constitución como regla de juego de la competencia social y

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política; y la de la revolución francesa, que concibe a la Constitución como un proyecto político bastante
bien articulado”. Para nuestro dilecto profesor de la Universidad de la Mancha, el neoconstitucionalismo
reúne elementos de las dos tradiciones: de un fuerte contenido normativo y de garantías jurisdiccionales.
Entonces solemos hablar de “constituciones normativas garantizadas”.

La propuesta es sumamente interesante por cuanto la tradición norteamericana constitucional, ha sido


concebir su Constitución, la misma desde el discurso original de Benjamin Franklin- como herramienta
para la defensa de los derechos de los ciudadanos, y a su vez, como instrumento para la materialización
de los derechos a la propiedad, la vida, la libertad, en tanto que la tradición francesa ha optado por el
sentido de garantías que ofrece una Constitución. De una lectura comparativa entre las Declaraciones de
Derechos de Filadelfia y sus enmiendas (1787) y la Declaración de los Derechos del Hombre y el
Ciudadano (1789), podremos verificar lo expresado.

De la misma forma, como ideología que defiende una fórmula política designada, Prieto Sanchís señala
que “puede identificarse con aquella filosofía política que considera que el Estado Constitucional de
Derecho representa la mejor o más junta forma de organización política (…) y como modelo óptimo de
Estado de Derecho”. Naturalmente no constituye el neoconstitucionalismo una panacea frente a los
problemas de toda democracia pero las herramientas del sistema permiten enfrentar, de mejor modo, de
garantías judiciales.

Por último, el neoconstitucionalismo también es una teoría del derecho y he aquí donde vamos a centrar
nuestros esfuerzos dada la vinculación natural respecto a nuestro tema.

Prieto Sanchís indica ademas, en este extremo, que el neoconstitucionalismo “representa la incorporación
de postulados distintos y contradictorios e impone una profunda revisión de la teoría de las fuentes del
derecho”. Efectivamente, las nuevas herramientas de interpretación que esta tradición propone- entre ellas
la ponderación de intereses, el principio de proporcionalidad y la postulación de principios como
mandatos de optimización- nos plantea la interrogante válida de cuánto está cambiando nuestra
tradicional forma de resolver los conflictos. Si bien antes al juez antes solo le bastaba acudir a la ley para
resolver una controversia, hoy en día la evolución incesante de los derechos fundamentales en el plano de
las ordenamientos jurídicos nacionales, y de los derechos humanos en la justicia supranacional, con un
marcado carácter de progresividad, nos hace reflexionar sobre la insuficiencia de los métodos de
interpretación propuestos a comienzos del siglo XIX, por von Savigny, fundador de la Escuela histórica
del derecho alemana, para la dilucidación de controversias que, en forma constante, van a implicar valorar
la aplicación de principios frente a normas, e inclusive, en otros casos, van a significar la confrontación
de principios unos frente a otros.

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FILOSOFIA DEL DERECHO – ESDE CONSTITUCIONALISMO Y NEOCONSTITUCIONALISMO

Es pertinente afirmar, con certeza, que en algún momento el intérprete, al resolver conflictos de la justicia
ordinaria, aplica principios. Ello ocurre, por cierto, si el juez, al observar un vacío, se cerciora de que la
ley no acude suficientemente en su ayuda para resolver el conflicto. Sin embargo, no nos referimos
simplemente a una actividad integradora de llenar las lagunas que se producen, sino a una teoría de la
Constitución como actividad de integración. En este caso, los principios y sus distintas valoraciones,
representan una nueva concepción de teoría del derecho, en tanto propone, sobre la base de una
Constitución normativamente garantizada, producto de las tradiciones norteamericana y francesa, nuevas
fuentes de derecho en cuanto herramientas de interpretación.

Pasando revista a otras acepciones sobre neoconstitucionalismo, en relación a la vinculación entre


derecho y democracia, Fioravanti [FIORAVANTI, Maurizio. Los derechos fundamentales. Apuntes de la
teoría de las Constituciones. Trotta. Madrid, 2000. p. 133] señala: “La Constitución deja de ser solo un
sistema de garantías y pretende ser también un sistema de valores, una norma directiva fundamental”.

Por otro lado, en la misma línea de ideas, Ferrajoli [FERRAJOLI, Luigi. Pasado y futuro del Estado de
Derecho, en CARBONELL M., Neoconstitucionalismos. Trotta. Madrid, 2003] argumenta: “ Podemos
resaltar una clara diferencia entre Estado de Derecho y Estado Constitucional; un Estado Constitucional
implica un Estado de Derecho, pero no todo Estado de Derecho implica necesariamente un Estado
Constitucional.”

Zagrebelsky[ZAGREBELSKY, Gustavo. El Derecho dúctil. Trotta. Madrid, 1995. p. 65], ex Presidente de


la Corte Constitucional italiana, nos acerca todavía más a una idea tangible del neoconstitucionalismo y
señala: “ el Derecho se hace más flexible y dúctil, más maleable, menos rígido y formal, y con ello se
amplían las esferas en las que cobra relevancia decisiva y fundamental la filosofía moral, política y
jurídica del intérprete del Derecho(…) La ley ha dejado de ser la única, suprema y racional fuente de
Derecho y comienza un síntoma de crisis irreversible del paradigma positivista.”

Podemos inferir, a tenor de lo expuesto, una tendencia común a redefinir los criterios primigenios del
Estado Constitucional, reposicionando tendencias definidas y orientadas hacia una nueva forma de
entender el Derecho, a una reformulación de las premisas tradicionales en que el sistema de fuentes fue
concebido. En el Estado neoconstitucional, variamos los supuestos de antaño de la forma del Estado,
redefinimos la fórmula política hacia una concepción más garantista de las demandas sobre derechos
fundamentales y replanteamos la forma de resolver las controversias constitucionales.

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4.4 RASGOS DISTINTIVOS DEL NEOCONSTITUCIONALISMO COMO TEORIA DEL


DERECHO
La propuesta de revisión de las fuentes del derecho en el neoconstitucionalismo conlleva caracteres
especiales, distintos de la postura tradicional a través de la cual el derecho resuelve los conflictos.

Los postulados de la propuesta de Prieto Sanchís son resumidos de la siguiente forma:

a) Más principios que reglas

Las reglas en su concepción tradicional son la norma jurídica y la ley. En el Estado neoconstitucional,
ellas son referente de los principios de legalidad y de congruencia para manifestar la estricta
correspondencia entre las pretensiones y las respuestas de los juzgadores a los conflictos jurídicos.
Dworkin[DWORKIN, Ronald. ¿Los Derechos en Serio? Ed. Planeta. Argentina, 1993. p. 146.] suele
diferenciar entre problemas fáciles y difíciles en cuanto, para la solución de los primeros, basta la
subsunción, es decir, la inserción de los supuestos de hecho dentro de la norma y en tal sentido, se
produce un decisorio que viene a ser la manifestación tangible de la aplicación de la ley. Pero a su vez
también concurren en el derecho muchos problemas difíciles, a los cuales no les basta la presencia de la
ley y respecto de los cuales, los principios generales del derecho constituyen solo parte de un marco
aplicativo integrador. En dichos casos complejos, vamos a tener necesidad sustantiva de acudir a criterios
interpretativos, en los cuales los principios van a desempeñar un rol sustancial.

Deviene entonces justificado que en el Estado neoconstitucional podamos referirnos a muchos conflictos
de difícil solución que van a exigir herramientas interpretativas que trasvasen el espíritu de la ley, en tanto
muchas veces van a referirse a controversias sobre derechos fundamentales que exigen progresivamente
distintos postulados esenciales.

La tesis de la aplicación de principios la suscribe de igual modo, Konrad Hesse[HESSE, Konrad. Escritos
de Derecho Constitucional. Traducción de Pedro Cruz Villalón. 2da. Ed. Madrid: Centro de Estudios
Constitucionales, 1992. p. 45. ] , quien propone la confluencia de principios de interpretación en sede
constitucional: de unidad de la Constitución, de concordancia práctica, de corrección funcional, de
función integradora y de fuerza normativa de la Constitución. Estos principios van a funcionar como
elementos de valoración interpretativa, permitiendo una relectura de la Constitución desde ángulos más
abiertos respecto de los derechos fundamentales que tutela.

b) Más ponderación que subsunción

¿Cuándo subsumimos y cuándo ponderamos? Aplicamos subsunción en el tradicional silogismo


aristotélico de una premisa mayor, usualmente referida a la norma, una premisa menor, vinculada a

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cuestiones fácticas, y una conclusión, que involucra la transposición de los hechos en los supuestos de la
norma.

En cierto modo, referimos “una concepción mecanicista”[ Cfr. RECASENS SICHES, Luis. La
concepción mecánica de la función jurisdiccional, especialmente en Francia y otros países latinos
durante el siglo XIX, extraído de Nueva Filosofía de la interpretación del derecho, México, Ed. Porrúa
S.A., 1980. p. 190.] de aplicación del derecho en tanto nuestros parámetros objetivos son la ley y los
hechos. En esa corriente de sujeción estricta a la ley, si el juez de la Revolución Francesa no podía
encontrar una solución al conflicto, al no existir solución directa en la norma, debía aplicar el denominado
“referé legislativo”[ Cfr. RECASENS SICHES, Luis. Op. cit. p. 190.], es decir, debía remitir el asunto
litigioso al legislador para que éste pudiera manifestarse respecto a la correcta aplicación de la ley, bajo
pena inclusive de cárcel para el juez si se excedía en su obligación de solo aplicar la ley. La subsunción
entonces implica una transposición matemática de los supuestos normativo y fáctico para una respuesta
dentro del marco de congruencia que el principio de legalidad exige.

Ponderamos, en perspectiva, cuando nos persuadimos de la manifiesta insuficiencia de la ley y cuando


recurrimos, convencidos, a la fórmula de que los principios expresan valores más allá de la norma y
cuando nos percatamos, de la misma manera, que podemos hacer un ejercicio argumentativo sólidamente
vinculado a la defensa de los derechos fundamentales como mecanismos extraordinarios de defensa de los
principios, valores y directrices que emanan de la Carta Magna.

En la ponderación, en abstracto, trazamos una línea de valoración entre los principios y fijamos valores
para la identificación de los mismos, en sus diversos grados de afectación: elevado, medio y leve. Del
mismo modo, estimamos la prevalencia de un principio frente a otro mas solo en condiciones de
“jerarquía móvil y bajo las condiciones fácticas x.y.z”

No se trata de infravalorar el concepto por cierto respetado por la doctrina constitucional de que todos los
derechos fundamentales están en un mismo nivel y que todos los derechos fundamentales gozan de las
mismas prerrogativas. Aludimos, en la ponderación, a una metodología distinta de interpretación de los
principios para que solo en condiciones fácticas determinadas, pueda el juez constitucional aseverar que
prima, en vía de ejemplo, el derecho a la vida, cuando frente a una necesaria y urgente transfusión de
sangre de un niño que ha sufrido un grave accidente, a este ser indefenso solo queda aplicarle como
medio de salvarle la vida, la transfusión inmediata como procedimiento médico de urgencia, y sin
embargo, por convicción religiosa, sus padres, se oponen a esa última alternativa, aceptando incluso el
riesgo de muerte del menor.

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La controversia aludida resulta sumamente compleja: ¿hasta qué punto los padres pueden decidir, con
amplia libertad, sobre la vida del menor? ¿En que medida el derecho fundamental a la convicción
religiosa, también un principio para efectos de nuestro estudio, debería subordinarse al bien jurídico vida?
¿Es la defensa del derecho fundamental a la vida siempre más importante que el derecho a una convicción
religiosa que rechaza una transfusión de sangre inclusive bajo riesgo?

En estricto, no existen leyes positivas y concretas que manifiesten que prime el valor jurídico vida sobre
el bien jurídico referido a la convicción religiosa. La teoría de los saltos interpretativos, la cual entiende el
resultado de la interpretación como un producto que proviene en gran medida de la interioridad del
intérprete, nos diría que opta en libertad el médico que decide hacer la transfusión de sangre al niño
herido aún sin consentimiento de los padres, pues protege el valor jurídico vida. Y por otro lado, el salto
interpretativo justifica, de igual modo, que debe respetarse el derecho a la convicción religiosa en el
sentido de observarse las valoraciones de quienes deciden incluso sobre su salud. Sin embargo, de suyo
apreciamos, en este caso, la gran dificultad que este problema representa para ser resuelto en los términos
que la ley ofrece, no existiendo, en esta situación, una norma que privilegie el derecho a la vida sobre el
derecho a la convicción religiosa.

Es aquí que la ponderación acude, como herramienta interpretativa, para expresar un redimensionamiento
del derecho respecto a la importancia que adquieren los principios en el Estado neoconstitucional. La
ponderación no va minusvalorar el derecho a la convicción religiosa en el sentido de asignarle al
problema un infravalor que el ordenamiento jurídico no tolera, ni va a restarle valor a un derecho
fundamental, minusvalorándolo. Sin embargo, se va a producir una “jerarquía móvil” que nos conduce al
criterio interpretativo expresado en los siguientes términos:”en estas condiciones x,y,z, de esta urgente
transfusión de sangre y a fin de evitar la pérdida de una vida, el derecho fundamental a la vida, expresado
como un principio, va a prevalecer frente al derecho a la convicción religiosa, y por tanto debe ser salvada
la vida del niño gravemente herido”.

La ponderación inclusive nos dice que ese concepto de “jerarquía móvil” bien podrá implicar que en otras
condiciones fácticas, el derecho no prevalente podrá primar sobre el derecho que ahora prospera, mas ello
dependerá de las condiciones de hecho que identifiquen un nivel de justificación interna y externa que nos
persuada de que la propuesta del derecho o principio a elegir, también es respetuosa de los derechos
fundamentales.

La alusión a la ponderación de intereses no puede omitir una necesaria referencia al principio de


proporcionalidad. Existen diferencias de matiz de este principio con relación a la ponderación como

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técnica interpretativa, orientándose los mismos hacia un fin común, cual es resolver conflictos vinculados
a derechos fundamentales que no pueden ser resueltos con la simple concurrencia de la norma.

Respecto al principio de proporcionalidad, la nota distintiva se traduce en que en las controversias


constitucionales que impliquen la actuación de este principio, siempre se producirá la inclusión de
poderes públicos como parte, es decir, de entidades representativas del Estado, en sus diversos grados. La
razón de ello parece residir en que a través de la aplicación del principio de proporcionalidad, medimos el
grado de intervención del poder público respecto de un derecho fundamental, valoramos en qué extensión
se ha producido la intervención del Estado en la esfera de un derecho en concreto, y por cuanto valoramos
la proporción de la intervención, a través de los subexámenes de idoneidad, necesidad y ponderación en
sentido estricto.

Es una forma de activismo interpretativo acudir a estos subexámenes en forma similar a como evaluamos
una medida cautelar, es decir, que haya concurrencia copulativa de los requisitos. Si uno de ellos no
prosperara, entonces la ley o medida sometida a valoración en sede constitucional, a través del principio
de proporcionalidad, deviene inconstitucional.

Así corresponde preguntarnos: ¿es acaso idónea la medida o la norma para intervenir eficazmente en la
regulación de un derecho, como por ejemplo, a través de una ordenanza municipal[STC 007-2006-PI/TC.
Caso Asociación de Comerciantes San Ramón y Figari.], regular la actividad de los negocios en la calle
de las pizzas en Miraflores, cuyos negocios sufrieron una restricción en el horario de atención los fines de
semana dado el ruido que se generaba en los alrededores, con el consiguiente perjuicio en el derecho al
descanso por parte de los vecinos? Prima facie, siempre respondemos en forma positiva a este examen en
tanto las entidades públicas gozan de atribuciones en abstracto para regular las materias de su
competencia. Difícilmente podríamos deducir que un gobierno local no está habilitado para regular un
tema como el de funcionamiento de los negocios en el ámbito de su jurisdicción.

El examen de necesidad es un tanto más complejo en razón de que busca materializar la imperativa
aplicación de la medida dispuesta y que no haya existido otra medida menos gravosa que la norma en
cuestión, pues si hubiera existido otra alternativa menos onerosa, la regla impuesta, sujeta a examen de
constitucionalidad, devendría inconstitucional.

Por último, la ponderación en sentido estricto, como subprincipio, refleja en su real extensión una de las
bases interpretativas del Estado neoconstitucional, cual es la real contraposición entre principios, en tanto
uno finalmente prevalece sobre otro. Así, en el caso antes referido, el principio del derecho al descanso, es
decir, a un entorno acústicamente sano como parte del derecho al descanso, prevaleció, en las condiciones

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específicas dadas, frente al derecho al trabajo que a su vez invocaban los comerciantes de la calle de las
pizzas.

En la doctrina neoconstitucional, el examen se expresa así: “cuanto mayor es el grado de afectación del
derecho al trabajo, tanto mayor es el grado de satisfacción del derecho al descanso”. En este postulado se
expresa la esencia de la ponderación en sentido estricto[CFR. ALEXY, Robert. Teoría de los derechos
fundamentales. Centro de Estudios Constitucionales. Madrid, 1993. p. 161.], en tanto cuanto hacemos es
extender un análisis valorativo de ambos principios y en una postura de “jerarquía móvil y en las
condiciones x, y, z” del problema propuesto, hacemos prevalecer un derecho fundamental sobre otro, mas
no en la postura de afirmar que uno es más importante que su opuesto, o que el derecho preterido siempre
podrá expresar un menor rango valorativo frente al derecho prevalente. No es ésa la postulación de la
ponderación en estricto, sino la propuesta fáctico- argumentativa de que en las condiciones presentadas, el
derecho prevalente expresa una posición de preferencia debidamente sostenida. Y a su vez, la situación
inclusive podrá cambiar en otras condiciones fácticas.

En la línea del mismo ejemplo, el caso Chinchorros[STC 4408-2005-PA/TC. Lambayeque. Caso Empresa
de Comerciantes Mayoristas de Productos Hidrobiológicos S.A.] representa, por oposición a nuestro
ejemplo, una situación totalmente inversa. En el caso aludido, los comerciantes chinchorreros logran la
inaplicación de una Ordenanza Municipal que precisamente afectaba su derecho al trabajo, en razón de
que la medida de gobierno local que los desalojaba de una zona de carga y descarga de pescado en el
distrito de Santa Rosa, en Lambayeque, trasladándolos a otro mercado por crearse continuamente
conflictos de tránsito y circulación en el día por las actividades de estos comerciantes, no había
contemplado una medida menos gravosa, como por ejemplo, fijar horarios de carga y descarga en
determinados horarios, medida que se pudo aplicar antes que el oneroso y perjudicial traslado. En este
caso, la norma cuestionada no pasó el examen de necesidad (aunque sí lo había hecho con relación al
examen de idoneidad) en tanto existía una medida menos gravosa para su propósito- implantación de
horarios de carga y descarga- cual era también otra forma restricción posible, menos onerosa, frente al
derecho protegido.

En suma, la ponderación en sentido estricto sí observa el sentido de “jerarquía móvil” que propone la
doctrina del neoconstitucionalismo y ello representa un punto capital para nuestra propuesta, la cual no
aduce caracteres absolutos sino esencias compatibles con la teoría de los derechos fundamentales.

c) Omnipresencia de la Constitución en todas las áreas jurídicas, en lugar de espacios exentos

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Los espacios exentos no pueden existir en un Estado neoconstitucional. No se puede alegar islas exentas
de control constitucional y por ende, espacios no sujetos a ningún tipo de control, en razón de que la
Constitución representa un valor supremo y por tanto, rige sobre todas las áreas del ordenamiento
jurídico.

Un caso que identifica con propiedad esta propuesta de carácter del Estado neoconstitucional, en relación
a nuestra realidad, es la tesis asumida por el Tribunal Constitucional[STC 5854-2005-Pa/TC. Piura. Caso
Pedro Andrés Lizana Puelles.], en relación a la interpretación del artículo 142 de la
Constitución[Constitución 1993. Artículo 142°.], respecto a un conflicto relativo al Jurado Nacional de
Elecciones JNE. El Jurado defendió, con lógica proposicional, la tesis de que sus decisiones en materia
electoral son irrevisables en sede judicial y ese es el tenor interpretativo que fluye de esta norma
constitucional. En el caso en comento, la tesis del JNE fue defendida sobre la base de la autonomía que le
asiste a este órgano constitucional y a la prohibición de interferencia en sus decisiones en materia
electoral. Creemos que no le faltaba razón al JNE desde el punto de vista de una interpretación puntual
del artículo en mención, en tanto el criterio de interpretación literal informa de que la solución de toda
controversia, debe producirse en el ámbito de la norma.

Sin embargo, la propuesta argumentativa del supremo intérprete de la Constitución, en este caso, fue
sustancialmente distinta a la posición del JNE, pues acudió a los principios de unidad de la Constitución y
de concordancia práctica, para sostener que no existían espacios exentos de control constitucional, así
como que no podía producirse una interpretación aislada del artículo 142 de la Constitución. Entendió el
Tribunal que no podía asumirse una interpretación literal del artículo acotado y que era necesario
concordarlo con los principios, valores y directrices que emanan de la Carta Magna, para luego asumir
que no se había consagrado en nuestro ordenamiento constitucional, la irrevisabilidad de las decisiones
del JNE, sino que ante afectaciones de carácter constitucional, de vulneraciones sustanciales a los
postulados de defensa de los derechos fundamentales de la Ley Fundamental, aún de órganos
constitucionales autónomos, entonces quedaba habilitado el juez constitucional, en forma por demás
extraordinaria, para hacer un examen de las decisiones aún autónomas del JNE.

El argumento sustentado merece capital importancia pues implica entender la Constitución como un todo,
en concepción similar a la de Bobbio[BOBBIO, Norberto. Teoría del Ordenamiento Jurídico, 1960.
En Introducción al Derecho de José Luis del Hierro. Editorial Síntesis, Madrid, 1997. p. 95], cuando
proponía la unidad como un carácter del ordenamiento jurídico. Según el Tribunal, debemos entender el
principio de unidad de la Constitución como un todo, como la existencia de muchas normas jurídicas que,
aún todas ellas con contenidos distintos e incluso a veces hasta incompatibles, están en su totalidad,
subordinadas a la Constitución, es decir, le deben obediencia, en una estela de acatamiento de los

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FILOSOFIA DEL DERECHO – ESDE CONSTITUCIONALISMO Y NEOCONSTITUCIONALISMO

postulados de la Norma normarum. En consecuencia, podrán existir normas que en apariencia contradicen
a la Constitución pero sin embargo, tras una interpretación del principio de unidad, debemos entender que
dichas normas se subordinan y sujetan a los postulados de la Carta Fundamental.

A su vez, por el principio de concordancia práctica, asumimos una relación sistemática entre distintos
postulados constitucionales para elaborar una tesis de interpretación más cercana de la realidad que
promueven los principios, valores y directrices como plexo normativo de argumentación de los derechos
fundamentales. Bajo esta pauta, hay necesidad de concordar el artículo 142 de la Constitución, sin
sacrificar su contenido, con otros valores constitucionales, entre ellos, a modo de ejemplo, el principio del
debido proceso, como postulado fundamental. Esto es, en términos materiales, si se produce, en vía de
ejemplo, la afectación sustancial del derecho al debido proceso en un procedimiento de carácter electoral,
entonces dicha vulneración grave, habilita al juez constitucional, en forma extraordinaria, para asumir
competencia en un proceso constitucional, en el cual podrá revisar la constitucionalidad de la decisión del
supremo órgano electoral.

En suma, no podrán existir espacios exentos o blindados contra la justicia constitucional y habrá
necesidad de que, aun a pesar de normas que les asignan a algunos órganos constitucionales cierta
autonomía, ésta se mantendrá vigente en tanto no se produzca una vulneración ostensible de un derecho
fundamental.

d) Omnipotencia judicial en lugar de autonomía del legislador ordinario

La propuesta de Prieto Sanchís incide en un redimensionamiento del concepto de Estado desde la


perspectiva de la interpretación judicial. Autores como Schmitt[SCHMIT, Karl, Legalidad y legitimidad,
en Héctor Orestes Aguilar (comp.), Karl Schmitt, teólogo de la política, México, Fondo de Cultura
Económica, 2001. p. 26], afirman “la última palabra la pronuncia el juez al dirimir un litigio, no el
legislador que crea las normas”, y en esa tesis explaya la tesis de que vivimos en un Estado jurisdiccional,
en el cual el poder de los jueces, al interpretar la Constitución, se refuerza en grado máximo cuando éstos
ejercen la atribución de definir y resolver los conflictos jurídicos desde la lectura de los valores que
informa la Constitución, por sobre las tareas interpretativas del legislador.

Lo antes afirmado parece una contradicción: si el legislador elabora la ley, ¿no es acaso el mismo, a través
de la interpretación auténtica, quien determinará los alcances de la ley elaborada? ¿No reviste lógica que
el creador de la norma sea el intérprete natural de la misma? Asumimos posición cuando afirmamos que
la ley, al ingresar al ordenamiento jurídico, se aleja de su creador, en términos puntuales, para resultar
patrimonio del ordenamiento jurídico y del plexo normativo de principios, valores y directrices, y por
tanto, su compatibilidad con estos postulados, estará en función de cumplir los parámetros de validez

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correspondientes. No bastará el control estático de la ley sino por el contrario, el control dinámico de la
misma será determinante para concluir si la norma es compatible con la Carta Magna.

Y esa tarea de control constitucional, por extensión, se encuentra reservada normativamente a favor del
juez constitucional, quien a través de los procesos de tutela de derechos fundamentales y de control
normativo, determinará si la norma es constitucional o si por el contrario, en procesos de la libertad,
resulta inaplicable, y en procesos de control del principio de supremacía normativa de la Constitución, la
norma debe resultar expulsada del ordenamiento jurídico.

e) Coexistencia de una constelación plural de valores en lugar de homogeneidad ideológica

Prieto Sanchiz, sintetiza esta propuesta en el siguiente postulado: “El neoconstitucionalismo no representa
un pacto en torno a unos pocos principios comunes y coherentes entre sí, sino más bien un pacto logrado
mediante la incorporación de postulados distintos y tendencialmente contradictorios.” En efecto, la
constelación plural de valores representa un concepto amplísimo que traduce el criterio de apertura del
neoconstitucionalismo al albergar soluciones interpretativas frente a colisiones de principios cuya
solución resulta compleja.

En el neoconstitucionalismo la esencia de la fortaleza argumentativa de la propuesta se expresa, del


mismo modo, en la ponderación de intereses cuando a través de ella, inferimos soluciones a los problemas
concretos, reconociéndose el valor de derecho fundamental de cada principio en pugna. Es decir, se logra
acrisolar un resultado material a la luz de los supravalores de la Constitución, luego de una confrontación
que bien puede expresar, en la posición de otras teorías, la prevalencia de un puñado de principios apenas
coherentes entre sí. En el neoconstitucionalismo valores diferentes coexisten entre sí. Ello representa un
indudable avance frente a otras teorías.

4.5 CONSECUENCIAS DEL NEOCONSTITUCIONALISMO


Las reflexiones que anteceden han resultado contextualmente muy útiles para describir los rasgos más
sustanciales de un Estado neoconstitucional. La propuesta tiene mucha vigencia y actualidad en el sentido
de que nos persuade de que los criterios de interpretación constitucional en los ordenamientos jurídicos,
están cambiando de sitio, que apuntan hacia nuevos sitios de producción jurídica, en una forma de
fraternidad de intérpretes constitucionales, una especie de “sociedad abierta de intérpretes de la
Constitución”, concepto enunciado por Haberle [Cfr. HABERLE, Peter. La sociedad abierta de los
intérpretes constitucionales. Una contribución para la interpretación pluralista y procesal de la
Constitución, en Retos actuales del Estado constitucional, Bilbao, IVAP, 1996, Pág. 15-46. Id., El
Estado, cit., nota 18, Pág. 149 y ss], para significar que los argumentos de interpretación van asumiendo
un carácter de criterios comunes.

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FILOSOFIA DEL DERECHO – ESDE CONSTITUCIONALISMO Y NEOCONSTITUCIONALISMO

La propuesta hecha se acerca también a la teoría de la fertilización judicial cruzada, o “Juditial cross
fertilization”, es decir, el uso de precedentes extranjeros por parte de los jueces. Este concepto alude a que
los tribunales internacionales deberían alentar y promover la interacción o fertilización cruzada judicial,
tomando en cuenta los fallos judiciales de los demás. La propuesta de la fertilización judicial cruzada
también comprende, en casos específicos, diferenciar el pronunciamiento de aquellos tribunales cuya
competencia en la materia les concede un mayor rango de autoridad en un caso determinado. Sin
embargo, tal puntualización no resulta definitiva en tanto las técnicas interpretativas implican puntos en
común.

Las redes judiciales permiten la fertilización cruzada de ideas, compartir las experiencias respecto de la
resolución de problemas similares, y sobre todo el fortalecimiento de las propias instituciones judiciales a
través de su legitimidad internacional.

Hechas estas descripciones resulta ahora importante, a modo de consolidación de nuestra tesis,
puntualizar cuáles son las consecuencias más relevantes de la propuesta de un Estado neoconstitucional.

a) Cambio de tesis en la definición del Derecho

Refleja Prieto Sanchís que: “En tanto el positivismo sostiene la tesis de la separación entre el derecho y la
moral, el neoconstitucionalismo plantea la tesis de la necesaria vinculación entre el derecho y la moral”.

Esta vinculación resulta de capital importancia para el neoconstitucionalismo, en tanto que el concepto de
dignidad de la persona, nos lleva a juicios de valoración de orden moral. Kelsen proponía la
interpretación del Derecho como un producto puro, sin la participación de ninguna otra disciplina. En el
neoconstitucionalismo, por el contrario, reafirmamos la tesis de la necesaria interrelación entre moral y
derecho. Expresión tangible de ello lo es el artículo 1 de nuestra Constitución [Constitución 1993.
Artículo 1. La defensa de la persona humana y el respeto de su dignidad son el fin supremo de la sociedad
y del Estado], el cual propone el parámetro de valoración de la dignidad de la persona como postulado
base de todo el ordenamiento constitucional.

b) Mayor complejidad del Derecho

Otra conclusión de relevancia respecto al Estado neoconstitucional, es que el Derecho se hace más
complejo, por la evolución sin pausa de los derechos fundamentales, por la concurrencia de los principios
y sus relativos márgenes de indeterminación para la resolución de conflictos constitucionales. Antes el
Derecho podía ser definido como un sistema de reglas, en el cual la subsunción era la tarea sustancial del

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juez. Hoy, el Derecho es igual a valores, principios, y directrices, que concurren en forma conjunta con las
reglas, normas jurídicas y leyes en la solución de los conflictos.

Por cierto, la propuesta de que optemos por proponer la prevalencia de más principios que reglas, no
implica en modo alguno que las reglas desaparezcan en la resolución de controversias. Todo lo contrario,
ellas van a seguir subsistiendo en la medida que van a representar, siempre, la base de definición de una
controversia. Es decir, solo ante la insuficiencia de las reglas, concurren los principios. Algunas veces los
conflictos serán resueltos en parte por el contenido de las reglas y de la misma forma, en otros casos,
cuando se configuran extremos sumamente complejos en una controversia, la resolución tendrá en cuenta
los márgenes de activismo de los principios y de las herramientas interpretativas que conciernen a
derechos fundamentales. Todos estos elementos, en forma cohesionada, juegan un rol fundamental en la
solución de conflictos y constituyen la base del Estado neoconstitucional.

c) Plena vigencia de los derechos fundamentales

Estimamos que solo los principios conceptuales y las pautas procedimentales que informan el Estado
neoconstitucional, permiten una aplicación plena de los derechos fundamentales, cuyo norte aplicativo, en
la definición de Peces Barba [PECES BARBA, Gregorio. Curso de Derechos Fundamentales. Teoría
General. Madrid: Universidad Carlos III de Madrid. Boletín Oficial del Estado, 1999. p. 37], es la de
poseer una juricidad y una moralidad básicas. Juricidad porque los derechos fundamentales contienen
mandatos vinculados a realizaciones para la protección de un derecho; y moralidad, porque la vinculación
a la protección de la dignidad de la persona, representa una impostergable obligación para el juez
constitucional.

En consecuencia, premunido el juzgador de que no solo concurre un mandato respecto al derecho


fundamental, en cuanto a su juridicidad, sino también un contenido de optimización respecto a la
moralidad, entonces, puede aplicar plenamente los criterios de protección del contenido
constitucionalmente protegido de un derecho fundamental.

d) Reposicionamiento del rol de los jueces constitucionales

Con esta expresión queremos significar la importancia capital de las tareas que desarrollan los jueces
constitucionales en la protección de los derechos fundamentales.

Esta premisa es verificable de suyo en el Perú en el sentido de que no solo existe jurisdicción
constitucional como tal, sino que ya existen, además de lo reseñado, órganos constitucionales
especializados. Esto es, no solo nuestro país es el primero en Iberoamérica en haber adoptado un Código
Procesal Constitucional, desde 2004, sino que ya dispone de jueces constitucionales a exclusividad. Así,

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ya existe en Lambayeque la primera Sala Constitucional del país, desde abril de 2006, como plaza
permanente, con jueces superiores titulares y con competencia exclusiva para procesos de amparo, habeas
corpus, habeas data y cumplimiento en segunda instancia, y procesos de acción popular, en primera
instancia. En adición a ello, existe un Juzgado Constitucional en Ayacucho con titular designado. A ello se
suma la creación en la ciudad de Lima de 10 juzgados constitucionales, con competencia para procesos de
amparo, habeas data y cumplimiento. Esta realidad nos conduce inevitablemente a la premisa de que
existe preocupación por la defensa amplia y con sistematicidad jurisdiccional para la defensa de los
derechos fundamentales.

Concurrentemente, la tarea interpretativa de los jueces de dichos órganos debe significar una
materialización de los derechos fundamentales demandados, naturalmente concediendo tutela cuando
corresponda. En ese orden de ideas, deviene pertinente reforzar la labor de los mismos y en esa línea, el
neoconstitucionalismo presta un apoyo invalorable al constituir, como nuevo planteamiento en la teoría
del Derecho, un medio invalorable para la defensa de los derechos fundamentales.

En ese norte de ideas, el fundamento de que las sentencias constitucionales resulten prevalentes frente a
las de los demás órganos jurisdiccionales[Código Procesal Constitucional. Artículo 22. Actuación de
Sentencias La sentencia que cause ejecutoria en los procesos constitucionales se actúa conforme a sus
propios términos por el juez de la demanda. Las sentencias dictadas por los jueces constitucionales tienen
prevalencia sobre las de los restantes órganos jurisdiccionales y deben cumplirse bajo responsabilidad],
tiene su razón de ser en el ámbito de protección de la jurisdicción constitucional, vinculado a la tutela, en
vía de urgencia, de los derechos fundamentales. La necesidad de esta tutela preferente obedece, en gran
medida, a que las controversias vinculadas a derechos fundamentales manejan parámetros interpretativos
distintos, como los principios pro homine, favor processum y el ámbito de los principios, por oposición
distintos a los presupuestos de la justicia ordinaria, de suyo vinculados a las expresiones del principio de
legalidad, la supremacía de la norma jurídica y la ley, y el principio de congruencia procesal, como
valores máximos del positivismo jurídico.

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FILOSOFIA DEL DERECHO – ESDE CONSTITUCIONALISMO Y NEOCONSTITUCIONALISMO

5 CONCLUSION:

La actual constitución Peruana, presenta una influencia variada, siendo la principal de estas, la
Constitución española, no obstante recibe está a la vez influencia de la Constitución Norteamericana,
Constitución Alemana, que asegurar la partición de poderes y operan desde un punto de vista más social
frente a la ciudadanía, siendo una de las novedades de nuestra actual constitución, la implementación de
la Defensoría del Pueblo, institución que permite al ciudadano cautelar sus intereses.

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6 BIBLIOGRAFÍA

 FIORAVANTI, M. (2014). Constitucionalismo. Experiencias históricas y tendencias actuales.


Italia: Bologna. Ed. Trotta.
 Raymundo Gil Rendón - EL NEOCONSTITUCIONALISMO Y LOS DERECHOS
FUNDAMENTALES
 https://edwinfigueroag.wordpress.com/9-neoconstitucionalismo-e-interpretacion-constitucional/
 página web: legis.pe
 https://www.diferencias.cc/unitarios-federales/
 https://jorgemachicado.blogspot.com/2012/04/cc.html
 QUISBERT, Ermo, "Clasificación De Las Constituciones Politicas", Apuntes
Juridicos™, 2012 http://jorgemachicado.blogspot.com/2012/04/cc.html
Consulta: Lunes, 19 Noviembre de 2018

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