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Muchas veces hemos escuchado decir en nuestro país Perú, que el problema de
nuestro país es la corrupción y que ésta ha invadido al Estado. De esta forma,
sostienen, se ha conformado un Estado perverso, manejado por una clase
política también perversa cuyo objetivo es llenarse los bolsillos y estafar a la
sociedad. Sostenemos aquí en cambio, que estas proposiciones nos dejan
una imagen distorsionada de la realidad. Una imagen en la que nuestra
sociedad, ingenua y pasiva, se encuentra condenada al fracaso debido al mal
manejo que de ella hacen un grupo "los políticos" y a una institución "el Estado".
Como parásitos que viven y manipulan a nuestra sociedad, esta "clase" política
no ha sabido llevar a la sociedad al puerto que merece.
En otras palabras, para afirmar que, por ejemplo, en Perú rige una verdadera
democracia, no basta con que se lleven a cabo procesos electorales, sino que
también resulta necesario que el Estado garantice el ejercicio de los derechos
de los ciudadanos de cara a la satisfacción de, al menos, sus necesidades más
básicas.
Por otro lado, tenemos a los que “compran botos para llegar al poder” o se
alianza con gente de poder llegando a acuerdos o en las campañas
presidenciales cuando se ven campañas extraordinarias de dudosa procedencia
con elevadísimos costos.
Algunos autores afirman que la corrupción se puede combatir por el simple hecho
de llevar una buena educación estoy de acuerdo con ello ya que los valores que
se forjen desde el hogar van a ser reflejados en las acciones que realicemos día
con día.
Nuestro país atraviesa una crisis moral y ética, se ha perdido los principios y los
valores en la sociedad. Según un estudio de Pro ética los tres principales
problemas que afronta el Perú son: En primer lugar la delincuencia y la falta de
seguridad, le sigue la corrupción y las coimas en el sector público y el desempleo.
Si el Gobierno sabe muy bien cuáles son los puntos frágiles que afronta nuestro
país, debería iniciar a combatir estos males que están en el estado. En el Poder
Ejecutivo a través de sus Ministerios, los gobierno regionales y locales. Todos
sabemos los delitos que cometen los funcionarios públicos y servidores del
estado, que son: Concusión, peculado, malversación, cohecho, tráfico de
influencias y enriquecimiento ilícito.
Ante esta crisis moral y corrupción lo que propongo es que el Gobierno de turno
debe luchar frontalmente para combatir la corrupción y la delincuencia, dos
puntos que hasta el momento nos está venciendo ante la ineptitud del Poder
Ejecutivo, Legislativo y Judicial. Esto preocupa y debemos actuar en forma
rápida.