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LO FANTÁSTICO COMO SOSPECHA EN FRANCISCO TARIO

Rogelio Castro Rocha

Indicios biográficos

Francisco Peláez Vega, mejor conocido como Franciso Tario, nace en la ciudad de México

en 1911, primogénito de una familia asturiana –cuyo hijo menor fue el destacado pintor

Antonio Peláez quien nació en Llanes Asturias, después de que la familia regresara a

España debido al movimiento armado de la Revolución, que recién comenzaba en nuestro

país. Según Gutierréz de Velasco en este pueblo asturiano situado a la orilla del mar

Franciso Peláez “formó su sensibilidad marina y nostálgica” que influiría en la

ambientación de sus universos ficcionales, principalmente en el de su novela póstuma

Jardín secreto (1993), (1997: 43). Años después, la familia regresa a México, goza de una

economía desahogada y el joven Francisco es futbolista profesional, juega la posición de

portero en el club Asturias, y como señala Alberto Arriaga recibe el sobrenombre, en una

revista deportiva, de ser “el portero de más clase en México”; este mismo autor enfatiza de

manera constante sobre este tema y señala cómo la imagen del “portero con más clase”

aparecía en la parte posterior de los cerillos La central (2006: 158). Al igual que otros

crítcos conocedores de la obra tariana, como Daniel Gónzalez Dueñas, Alejandro Toledo,

José María Espinasa, entre otros, puntualiza una escisión entre los Franciscos: el Peláez

quien dejó la portería y el campo de juego, para que surgiera Franciso Tario, el escritor y

pianista, con más tiempo y dedicación para la lectura y escritura. Pero acaso, lo anterior, se

trataría más de un desdoblamiento, Francisco Peláez se desdobla en Francisco Tario como

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varios de sus personajes, y ambos se refujian en universos familiares y cotidianos

determinados por la compañía de su esposa Carmen Farell, pero siempre con un rasgo de

ensimismamiento y acaso de extrañeza.

Es cierto que la rareza, el extrañamiento, lo fantástico de su propuesta literaria,

contraria a la literatura dominante con temática de la Revolución Mexicana, realista o social

de su época, caracterizaron la literatura de este singular escritor y de ello se deriva que se le

conozca como un escritor raro, periférico, fuera del canon –incluso hasta la época

contemporánea– desde la publicación de sus primeros libros: La noche (compilación de

relatos fántasticos y con carga hacia lo siniestro) y su novela Aquí abajo.

En este sentido, Gutiérrez de Velasco divide la producción Tariana en tres momentos

de aparición: de 1943 a 1952, en 1968 y el último se trata de sus obras editadas de manera

póstuma en 1988 y en 1993 (1997: 42). Por su parte González Suárez en el prólogo a los

Cuentos completos de Tario editados en dos tomos (2003), se detiene en esta idea con

ligeras variantes y la desarrolla al mencionar los textos publicados en cada momento. Así,

según este crítico, el primero está conformado por la publicación de su primera de dos

novelas Aquí abajo, el libro de cuentos La noche, ambos textos de 1943; en 1946 publica

nuevamente dos libros La puerta en el muro y Equinoccio, este último es considerado un

libro de aforismos, para González sería un “prontuario de maldades” para la salud mental

(2003: 21). El segundo momento se da a principios de los cincuenta; de esta etapa de

“alusionaciones amorosas” y de fantasmas son las obras: Yo de amores que sabía (1950);

Breve diario de un amor perdido (1951); Acapulco en el sueño (1951), libro temático sobre

el puerto con fotografías de Lola Álvarez Bravo; Tapioca Inn. Mansión para fantasmas

(1952) (Villalobos 2012: 61). Después de varios años de ausencia de las letras en México,

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Tario aparece con su último libro de relatos que publicó en vida: Una violeta de más en

1968; tal vez escrito en Europa, debido a que dejó de vivir en México y decidió residir en

Madrid junto con su esposa Carmen en 1960, quien fallece en 1967; este libro está dedicado

a Carmen Farell. De etapa corresponden también dos libros publicados de forma póstuma:

El caballo asesinado (1988) que incluye tres piezas dramáticas y la novela Jardín secreto

(1993). Franciso Tario fallece en Madrid en el año de 1977. A manera de síntesis sobre

estos tres momentos de la obra Tariana, considero pertinente mencionar las características

que González Suárez les atribuye:

De su primera época son las audaces obras del compromiso con la consciencia, las
del poseído que entiende lo que dice, inteligente y burlón. En la segunda época, que
coincide con una felicidad familiar y personal, produjo obras divertidas, no tan
concentradas aunque originales. La última época, que se suscitó en España, es la de
la alucinación y la melancolía; tan rica y compleja como la primera pero se yergue
aligerada de preocupaciones existenciales (2003: 24).

Es díficil ubicar a Tario en la literatura mexicana, tampoco es la intención de este trabajo,

se le ha relacionado generacionalemente con Juan Rulfo y Juan José Arreola; también

porque estos autores, cada uno a su manera, se alejaron de los temas literarios nacionalsitas

o de la Revolución en México. Sin embargo, no se debe caer en clasificaciones, pues estos

escritores aportaron una nueva visión de la lietaratura mexicana que dieron pauta o acaso se

trataba ya de una narrativa mexicana moderna, con sus obras, esto por la heterogeneidad de

narradores, la polifonía, el manejo del lenguaje y los temas asociales y fantásticos (Cajero,

2011: 41); temas que se oponían al canon de la época. Por ello, resulta significativo el

siguiente fragmento del cuento “Ciclopropano” del libro Tapioca Inn, con éste se refuerza

el rechazo de Tario hacia la tendencia estética que estaba en auge en ese momento:

Los novelistas, en general, carecen de imaginación, excepto algunos ya muy leídos.


La literatura realista no me interesa; me abruma […]. No soy de los que admiran a

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un literato porque exponga con presición algebraica la forma en que yo, mi padre,
mi hijo y los hijos de mis hijos suelan llevarse un pitillo a la boca o introducirse un
supositorio en el ano (2003: 320).

Este fragmento, además de ser revelador en cuanto a la forma en cómo Tario concebía la

literatura, deja ver de forma subyacente el humor negro y la ironía que también caracterizan

su escritura. La postura de Tario por una literatura en donde la imaginación sea lo

determinante, se problematice y custione la realidad al ponerla en duda, es la que defenderá

en su escritura, esto lo llevará a una dirección opuesta a la de una estética realista o

nacionalista predominante. A pesar de que nunca tuvo un interés por entrar en contacto con

los circulos literarios o tertulias. En este sentido, menciono las palabras de Gutiérrez de

Velasco: “A Francisco Tario, el haberse opuesto a la tendencia prevaleciente de una

literatura y un cine ‘nacionalistas’ y de denuncia social en México lo condenará a la

dispilicencia crítica y al olvido” (1997: 45).

Apuntes sobre lo fantástico

En la literatura mexicana del siglo XX se ecuentran varios escritores que han realizado su

producción literaria, ya sea de forma constante o itinerante, en la literatura fantástica. Sería

imposible nombrar a todos ellos y no es la finalidad de esta presentación hacer una

genealogía de lo fantástico mexicano en su literatura. Por tanto, sólo mencionaré aquellos

autores que considero son algunos, entre muchos otros, de los más representativos de este

tipo de literatura y por tanto tienen correpondencia con Francisco Tario. Entre ellos se

encuentran: Julio Torri (1889-1970), Alfonso Reyes (1889-1959), Efrén Hernández (1904-

1958) que serían sus predecesores; la cuentística de Tario formaría un diálogo con

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creaciones contemporáneas de autores como Juan Rulfo (1917-1986), Juan José Arreola

(1918-2001), José Emilio Pacheco (1939-2014), Amparo Dávila (1928), Guadalupe Dueñas

(1920-2002), Carlos Fuentes (1928-2012), y “serán precedente de autores más jovenes

como Emiliano González (1955), Mauricio Molina (1959) entre otros. (Pavón, 2012: 65-

66).

La fascinación del hombre por lo desconocido viene quizá por un interés primigenio de

comprender el mundo, por tratar de deducirlo. El individuo se plantea interrogantes y trata

de resolver aquello que le resulta extraño y ajeno mediante diferentes estrategias del

pensamiento y de la imaginación, haciendo uso de su capacidad simbólica. En este sentido,

lo fantástico además de cuestionar la realidad, pone en duda su existencia misma; le

permite al sujeto plantearse interrogantes sobre el mundo y su validez, lo pone en duda al

proponer nuevas formas de relación con lo natural o la realidad.

Lo fantástico es una forma de construcción de mundos ficcionales que viene a

plantear preguntas sin respuesta aparente. Se trata de una conjunción de posibles que

responden a su propia lógica y por ello pueden parecer acontecimientos imposibles cuando

se quieren explicar desde el razonamiento. Esto, en cierta forma no impedirá que –en la

ficción– los sucesos fantásticos se presenten paralemente a los acontecimientos del mundo

conocido como real o normal con las leyes que lo determinan. Sin embargo en un mundo

narrado, los supuestos fantásticos pueden proponer otras posibildades de entender y

cuestionar la “realidad” frente a una forma racional de explicarla.

Estos supuestos se aprecian en la cuentística de Tario, como en el relato “La polka de

los Curitas” compilado en Tapioca Inn…, aquí el acontecimiento de ruptura espacial y con

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lo normal se origina por este tipo de música que los personajes paulatinamente escuchan en

sus cabezas y la melodía no cesa hasta el grado de llevarlos al colapso físico y mental,

finalmente uno a uno van desapareciendo, desvaneciendose corporalmente del pueblo para

aparecer en una lejana localidad del Tibet, Yaksu. Lo relevante, también consiste en la

forma en cómo los personajes asumen este suceso, lo ven como algo que llega a ser parte de

su cotidianidad, el único personaje que no escucha la polka y lo desea más que nadie es el

director de la banda, quien ya no recuerda como va melodía a pesar “de que se la sabia de

memoria”. Por tanto, el absurdo es también una caracterítca presente en este relato,

determinado por su propia lógica:

Modistas, jornaleros, escribientes, abogados, concejales, sirvientas… unos tras otros


caían enfermos y desaparecían […]. Se clausuraron los espectácuos y las
carnicerías, se prohibieron cierta clase de pescados, las reuniones públicas fueron
suspendidas y se exigió que se cocieran las frutas. También bajo pena de muerte se
prohibió escupir en las calles y en la pastelería. Sobre los muros de los principales
edificios aparecieron pasquines significativos: Cuidese usted de la polka. La polka
no es lo que todos suponen, sino una enfermedad misteriosa y muy grave. El
ayuntamiento, al cabo resolvió aquellos pegostes: La polka no causa la muerte. La
horrible gravitación os espera. Prevengámonos de las zanahorias (Tario, 2003:
261)

Para hacer una aproximación de lo fantástico existen diferentes estudios que analizan sus

características. Entre ellos destaca, por su relevancia e influencia, el de Tzvetan Todorov

con su Introducción a la literatura fantástica. Todorov define lo fantástico cómo “la

vacilación experimentada por un ser que no conoce más que las leyes naturales, frente a un

acontecimiento aparentemente sobrenatural. El concepto fantástico se define pues con

relación a los de real e imaginario”(1994: 24). De este modo, lo fantástico es producto de la

vacilación, porque los personajes del mundo narrado y el lector se enfrentan a un momento

de incertidumbre entre la explicación de lo natural o de lo sobrenatural, esto se da cuando

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tienen que decidir si aceptan como real un determinado suceso, que ha vuelto extraño el

entorno; o bien lo rechazan al admitir que es producto de la imaginación. Si se decide que

la irrupción de dicho suceso en verdad afecta la realidad, entonces se estaría frente a un

universo paralelo, que puede coexistir con el mundo real, pero con sus propias reglas; se

hablaría entonces de lo maravilloso. Si por el contrario, se decide que el acontecimiento

irruptor es resultado de la imaginación y el mundo mantiene su acontecer de forma normal,

entonces se estaría en el terreno de lo extraño; aquí la realidad permite explicar

“lógicamente” dicho acontecimiento, y por tanto ésta no se modifica (ver Todorov, 1994).

La vacilación es la característica definitoria de lo fantástico, pero también en este

sentido permite plantear interrogantes no sólo sobre el mundo narrado y la lógica que lo

gobierna. Esta vacilación se ve acentuada no únicamente por los cuestionamientos

realizados por los personajes, sino también por la complicidad del lector con ellos, y de sus

propias confusiones derivadas de la ambivalencia del mundo narrrado. De este modo, los

relatos “Aureola y Alveolo”, “T.S.H”, “El mar, la luna y los banqueros” en Tapioca Inn,

“El mico”, “La vuelta a Francia” en Una violeta de más, presentan de manera más concreta

este desvanecimiento de fronteras entre lo racional y lo irracional; debido quizá a la

presencia de fantasmas como parte central del entramado en los textos de Tapioca Inn y,

por otro lado, a la puesta en duda de lo normal originado por un suceso extraño o

extraordinario en los relatos de Una violeta de más.

En “Aureola y Alveolo” se nos muestra a dos buscadores de fantasmas que coinciden

en la misma casa, donde dos años atrás ocurrió un asesinato, con la finalidad de tener un

encuentro con un ente espectral. Se trata de un ir y venir de la realidad al universo de los

fantasmas, pues el fantasma no sabe que lo es y asesina a su cuerpo, se entiende aquí por

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fantasma, ese evento condenado a repertirse una y otra vez, “que se ha desvanecido hasta

ser impalpalble por muerte, por ausencia, por cambio de costumbres” (Borges, Bioy,

Ocampo: 206). Entonces se presenta este desdoblamiento en que el buscador fantasma Mr.

Joergensen se asesina a sí mismo, pensando que se trata de otro, pero siempre ha sido a él

mismo al que ha dado muerte (Pavón, 2012: 71).

En “El mar, la luna y los banqueros”, se trata de un buque fantasma con ruta hacia

Hamburgo, pero naufraga y durante ese navegar a la deriva sus pasajeros se perturban y

mutan su comportamiento, pierden toda compostura al grado de que los límites entre la

cordura y la locura son borrados. El desenfreno, lo suicidios, diversiones extravagantes y lo

orgiástco domina en el buque que navegan hacia la nada (Pavón, 2012: 77): “Una locura

colectiva, espiritual y sutilísima, llena de sentido se apoderó de aquellos seres. Algo

semejante en cierto modo a un jardín encantado con tritones, fuentes iluminadas, extrañas

flores y especialísimos vapores, que se meciera seráficamente sobre las aguas. Un jardín,

digamos de reformadores sociales cuya ansiada hora había sonado” (Tario, 2003: 83). Sin

embargo, al final se nos revela cómo todo lo descrito, se trató de las alucionaciones de un

desequilibrado mantenido en cautiverio con camisa de fuerza, que prefiere sus

alucionaciones al mundo real.

Por tanto, lo fantástico también permite poner en duda la claridad de la razón, que es

figurativizada en los personajes, quienes se preguntan sobre la validez de un mundo que se

considera normal o real, frente a otro que se le presenta confuso y desconocido, que pone

en juego nuevas formas de ver y pensar el mundo. Con ello la racionalidad queda

cuestionada en torno a lo real o lo ilusorio, sin que por esto deba de existir esta dualidad o

escisión entre lo normal o lo anormal. Sería conveniente mencionar como lo real no puede

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existir sin su anverso lo ilusorio, cuando se presenta esta coexistencia permanente de ambos

permite un constante cuestionamiento sobre el mundo; no sólo en relación con

acontecimientos irruptores extraños o maravillosos, sino con aquello imposible de explicar.

Esto desencadena en sucesos que rompen con cualquier lógica esperada en el suceder de

unos acontecimientos determinados. Por ello, el relato fantástico le presenta al lector pautas

y sucesos sobrenaturales o ajenos a lo considerado “normal”, que lo llevan a cuestionarse la

“realidad” y a poner en duda el mundo y su posición en el mismo (Roas, 2001: 7).

En el relato fantástico se producen imágenes y momentos que aparentan ser

cotidianos, porque así se propicia con mayor facilidad esta aparición de los sucesos ajenos a

lo habitual, que se manifiestan de manera irruptora en relación con la normalidad para

establecer su coexistencia con el mundo “real”. Así, lo fantástico se configura frente a los

polos de lo real y lo irreal como una comprensión extraordinaria del mundo, una evocación

de aquello inexplicable –de imposibles– que encuentra su sustento y rasgos determinantes

frente a esta oposición como incertidumbtre, como vacilación, pero también como una

necesaria convivencia de estos dos opuestos.

En cierta forma, al hablar de lo fantástco se podría señalar una manera de

confrontación de la “realidad”, que se efectúa mediante la creación de mundos

caracterizados por lo sobrenatural o lo que no puede ser explicado racionalmente. Sin

embargo, antes he mencionado que lo fantástico –acaso por esta toma de distancia y puesta

en duda de lo conocido, de lo que se considera real– hace posible cuestionar la certeza que

se tiene del mundo “real” y propicia su replanteamiento.

El relato fantástico y la vacilación que lo define lleva a pensar al lector sobre la

fragilidad del entorno construido en el mundo narrado y las leyes que lo determinan, porque

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éstas se ven amenzadas o desplazadas por lo fantástico, que viene a irrumpir y proponer

posibilidades incomprensibles que no entran en la lógica de la normalidad. Lo fantástico se

puede presentar como un universo paralelo, con el fin de desestabilizar la realidad y obligar

a repensarla a partir de nuevos modelos en que puedan confluir lo real y lo anormal. En este

sentido, el lector –influido quizá por lo fantástico– se ve orientado a tomar postura frente a

los acontecimientos irruptores del mundo narrado, que traslada en otro nivel a su expriencia

vital como una forma de cuestionar el mundo real. Esto es, el relato fantástico le sirve como

una expresión más para poner en duda su mundo, en el que se mueve cotidianamente. Este

cuestionamiento no radica en la presencia de lo sobrenatural sino en la incertidumbre, en la

angustia de que lo percibido como real, y las leyes que la regulan, se puede desmoronar en

cualquier momento, para dar paso a un nuevo orden. En él no hay una plena certeza sobre

el decurso del mundo conocido, pues las fronteras entre lo “real” y lo “anormal” pueden

confundirse.

Así, el relato fantástico es una estructura de contrarios, en éste se encuentra lo

fronterizo, donde se entrecruzan lo real y lo irreal. Cuando esto sucede se reconfigura el

mundo propuesto, por otro con un nuevo “orden”. Aquí siempre está latente la invalidación

de lo conocido, por la irrupción del suceso desecandente de anormalidades que se

conjuntará con lo familiar para establecer una nueva “normalidad”. En este mundo narrado

coinciden de forma contrastante lo existente y lo aparente, en el mundo fantástico se pone

en duda la racionalidad del sujeto y su existencia misma. Lo fantástico da mayor relevancia

a lo ilusorio y lo amplifica al propiciar que la vacilación en todos los ámbitos permanezca.

Así, se afecta la percepción del mundo y la certeza del ser en el mundo, por ello se da esta

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“afirmación” y “negación” del sujeto, pues lo que aparenta ser irreal resulta una realidad

construida mediante sustentos improbables pero posibles.

Es a través de la coexitencia de planos paralelos como el sueño y la vigilia, de su

conjunción, como Tario construye lo fantástico en sus mundos narrados, un claro ejemplo

de ello es el texto “Entre tu dedos helados” que relata la situación del paso entre el sueño, la

muerte y la imaginación (Gutiérrez de Velasco, 1997: 51). Relato conformado por varios

sueños que se van modificando en el decurso de la trama, se intercalan los personajes y

situaciones. Los sueños se mezclan con las conjeturas de los enamorados (1997: 50) hasta

que al final del relato, los enamorados están juntos en la muerte:

El cortejo se detuvo de golpe y todos volvieron la cabeza, observándome con


desconfianza. ‘¡Estoy aquí! ¿No se dan cuenta? ¡Deténganse! –repetí por útima
vez–. Pero ya habían reanudado la marcha como si nada hubiese ocurrido. El
policía se me acercó, muy gentil, y poniéndome una mano en el hombro, expresó
con una voz muy conpungida: ‘Estas cosas son así y no vale la pena desesperarse’
[…]. Habíamos llegado a la puerta de entrada donde me aguardaba el coche de la
familia. Tenía las cortinillas echadas y el cohero me sonrió desde el pescante.
Alguien, desde el interior, entreabrió la portezuela cuando yo me despedía de mi
acompañante, quien se mostró consternado. Al estrecharle la mano todavía dijo:
‘Me lo temía. ¡Buena suerte!’ Acto seguido, ocupé mi asiento y
partimos:’¡Abrázame!’– balbució ella, con un suspiro de alivio. Y la envolví entre
mis brazos, notando que mis brazos se echaba encima (Tario, 2003: 330)

El relato fantástico además de proponer la cristalización de mundos posibles, también le

permite al individuo discernir sobre lo desconocido y tomar postura frente al suceso que

rompe con el orden normal de las cosas. Éste puede aceptarlo como una nueva posibilidad

de conformación de su entorno, sin que por ello descarte el anterior. Se trataría de una

convivencia en donde el mundo experimentado se reconfigura por los acontecimientos que

pueden ser explicados y por aquellos que no encuentran un sustento lógico, pero que están

ahí, y se manifiestan para perturbar lo conocido y propiciar un replanteamiento de parte del

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individuo en la forma de relacionarse con su mundo; esto derivado por la sospecha de lo

que puede ser real o irreal.

En lo fantástico el sujeto puede poner en duda lo comunmente aceptado y se aleja de

una posible enajenación de los valores establecidos, se propician nuevas formas de

“normalidad”, al interrogar los modelos dominantes de “realidad”. Por ello, cuando se

habla de lo fantástico se relaciona con los lindes entre una forma de percibir y experimentar

las cosas y un modo de reconfigurarlas al proponer nuevas realidades.

Acaso podría hablarse de que la forma de estar en el mundo se trata de una decisión,

en cuanto a la toma de conciencia sobre los eventos fantásticos y la ingerencia de ellos en la

alteración de un orden conocido. En este punto sería conveniente señalar las ideas de Rosie

Jackson en cuanto a lo fantástico. Para esta autora “lo fantástico aspira a la disolución de un

orden que se siente como opresivo e insuficiente”(2001:167). Desde esta perspectiva, lo

fantástico representa una forma de subversión frente a un orden que no desea ser alterado y

está regido por leyes que le permiten una continuidad en la manera de construir su mundo y

lo “real”. Lo fantástico representaría también una posibilidad de transformación y de

construcción de nuevos entornos, como respuesta quizá a una realidad que puede resultar

limitada. Líneas más adelante, Jackson puntualiza: “Mediante su intento por transformar las

relaciones entre lo imaginario y lo simbólico, la fantasía horada lo ‘real’, revelando su

ausencia, su ‘gran Otro’, sus aspectos indescibles y no vistos” (2001:152).

Por tanto, lo fantástico influye en el sujeto y en su percepción de las cosas, al grado

de que se interroga sobre la certeza de su mundo. Sin embargo, esta ingerencia radica más

en el ámbito perceptivo, no provoca un cambio o transformación de su mundo real y

cotidiano, solamente influye en la forma de verlo; pero esta ingerencia sugiere y puede

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derivar en un cambio en su relación con su mundo. Se trata de un recurso que le permite al

sujeto poner en duda las leyes de su entorno, que inquieta a la razón, estimula la

imaginación, pero a su vez enriquece el pensamiento.

La percepción es relevante en lo fantástico porque mediante ella se aprecian y

validan los acontecimientos anormales que afectan y originan un nuevo orden de realidad,

esto es significativo debido a que, desde una perspectiva racional, los sentidos resultan

poco confiables para la comprensión del mundo y de la realidad, ya que confiar en estos

llevarían a confusión y engaño y se estaría bajo el dominio de los sentidos y no de la razón,

esto conduce a ideas poco claras que devienen en cuestiones ilusorias sobre la comprensión

del mundo. En lo fantástico lo percibido y su materialización estará relacionado con un acto

de creencia en el acontecimiento irruptor o con aquellos factores ajenos a la realidad que la

modifican. Se trata entonces de “creer” o “no creer” en los sucesos que afectan el orden

natural de la realidad o generan una “realidad” paralela. Por ello, la mirada que se tiene del

mundo resulta un factor importante para formarse una mejor comprensión del mismo. Tal

vez aquí sea pertinente anotar un fragmento de “La noche de los cincuenta libros”, pues se

podría interpretar como una postura de Tario, figurativizado en el narrador con sus matices,

ante la literatura y su correspondencia con el mundo:

escribiré libros. Libros que paralizarán de terror a los hombres que tanto me odian;
que les menguarán el apetito; que les espantarán el sueño; que trastornarán sus
facultades y les emponsoñarán la sangre. Libros que expondrán con precisión
inugualable lo grotesco de la muerte, lo execrable de la enfermedad, lo risible de la
religión, lo mugroso de la familia y lo nauseabundo del amor, de la piedad, del
patriotismo y de cualquier otra fe o mito. Libros, en fin, que estrangulen las
conciencias, que aniquilen la salud, que sepulten los principios y trituren las
virtudes. Exaltaré la lujuria, el satanismo, la herejía, el vandalismo, la gula, el
sacrilegio: todos los excesos y las obsesiones más sombrías, los vicios más
abyectos, las abrraciones más tortuosas… Nutriré a los hombres de morfina, peste
y hedor. Mas no conforme con eso, daré vida a los objetos, devolveré la razón a

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los muertos, y haré bullir en torno a los vivos una heterogénea muchedumbre de
monstruos (Tario, 2003: 62)

La visión que tiene el sujeto sobre el mundo resulta un factor importante para considerar su

relación con lo fantástico literario y su aceptación del mismo. Por ello, es necesario tomar

en cuenta la mirada que tiene el sujeto respecto del mundo. Acaso resulta imposible que en

estos entornos el individuo pueda estar indiferente frente a los acontecimientos que en

ocasiones transforman o trastocan el entorno conocido y lo alteran completamente. La

mirada contribuye a desvelar la inestabilidad y la incertidumbre de una realidad que se

presenta construida aparentemente con certezas infranqueables.

Lo fantástico propicia la vacilación en el sujeto y en el mundo debido a un

acontecimiento irruptor que perturba la realidad, entonces la posición del inidviduo frente a

ese universo –que se le muestra inquietante– es de indecisión. La subjetividad define la

construcción del individuo y su relación con el mundo, tiene un papel decisivo para la

aprehensión del mismo, que en este caso se verá determinado por el convencimiento y

aceptación de que lo anormal es parte de la “realidad” y de sus experiencias en esos

mundos con sus propias leyes, alejados de la razón.

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Bibliografía

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