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1. Elaborar un mapa conceptual sobre las ramas y disciplinas filosóficas que se relacionan
con la ética.
2. Del caso proporcionado por el docente, debes explicar el impacto que tiene con la ética y
con qué disciplina se relaciona.
El fabricante alemán Volkswagen reconoció haber equipado modelos diésel en Estados Unidos
con un software que falseaba datos de emisiones contaminantes, un escándalo que le costará
caro en dinero e imagen. La empresa que en el primer trimestre del año vendió más de cinco
millones de vehículos, cifra que le situó en el trono mundial, ha reconocido en un comunicado
enviado el martes que el software con el que trataba de engañar a las autoridades
medioambientales sobre las emisiones de sus vehículos diésel podría afectar a once
millones de automóviles en todo el mundo.
Hasta ahora, la cifra que se manejaba era los 482 mil vendidos en EU.
El caso Volkswagen es un claro ejemplo del manejo de la crisis desde un punto de vista no
ético, donde podemos identificar las tres dimensiones de la ética, tal y como lo señala De
George (2011): ética económica, ética empresarial y ética personal.
La primera, la ética económica, que analiza desde un entorno económico, político y social de
las empresas, ocupándose de cuestiones entre s como la justicia, el desarrollo sostenible, la
redistribución de la riqueza, el papel del Estado, la necesidad de una responsabilidad social de
las empresas, o el respeto por el medio ambiente. Precisamente, en esta última es en la que
Volkswagen cometió su infracción.
Aquí, se puede apreciar también que la falta de transparencia, el manejo de los procedimientos
y políticas de Volkswagen ponen en entredicho el compromiso de la organización con la ética.
Su actuación afecta a la moralidad de las prácticas empresariales de sus ejecutivos y de los
empleados implicados en el escándalo. También se puede hablar de la ética de los negocios, ya
que afecta a la moralidad de las prácticas empresariales de sus ejecutivos y de los empleados
implicados en el escándalo. Sobre la ética personal, el comportamiento de su CEO dio mucho
que hablar durante la crisis ya que se condujo de una manera muy indiferente y exculpándose
del fraude alegando desconocimiento.
La actuación personal tanto de la persona que cometió el acto ilegal como aquellas personas
que conocían de este hecho (bien sean los mecánicos hasta los altos directivos), faltó a este
compromiso. Otra de las actuaciones faltas de ética personal fue cuando Michael Horn,
presidente de la compañía en Estados Unidos, admitió que conocía desde 2014 el trucaje de los
motores y era conocedor de las notificaciones de estar siendo investigados sobre este tema.
Desde el punto de vista de comunicación, resulta inexplicable entonces el no disponer de una
respuesta inmediata cuando se podía sospechar que en algún momento saliera a la luz. Y desde
luego, desde el punto de vista de la ética personal, demuestra su comportamiento antiético
De esta manera, es muy cuestionable no sólo el fraude como tal a los clientes de la marca, sino
también el manejo de la situación durante todo el escándalo. Indudablemente, todo ello afectó a
su reputación, e indudablemente a sus finanzas. Desde que la compañía aceptó su
responsabilidad en el escándalo, sus acciones se desplomaron más de 30% en dos días.
Además, la empresa tuvo que enfrentar multas millonarias de las autoridades estadounidenses.
Si hubiera que adjudicar a los sentimientos de sus públicos unas palabras serían las de
confianza traicionada.
La compañía alemana precisamente había presumido siempre de ser ecológica (su mensaje era
poderosos y, al mismo tiempo, mejores en el medio ambiente; o autos: símbolos de fiabilidad,
pericia técnica y máxima ingeniería), y nada de eso era cierto. Además, este problema escalaba
a uno mayor: los daños colaterales a la marca “Made in Germany”. El “hecho en Alemania” es
una marca de calidad y confianza que vale el dinero que se paga por ella. Si esa imagen se
torna en un engaño, lógicamente impactaría en la economía alemana, donde muchos empleos
están ligados al sector automotriz. Para Manuel Velásquez (2012), la ética es un elemento
estratégico que sirve para asegurar una ventaja competitiva en los negocios, y es necesario
que en las organizaciones se considere el aspecto ético para la resolución de problemas
morales en los negocios. Si la ética hubiera estado muy presente en sus tres dimensiones en
Volkswagen seguramente este escándalo no se habría producido.
La idea de una sociedad automatizada, plagada de robots tanto en el hogar como en el trabajo,
fue una de las utopías —y distopías— con las que reaccionó la literatura a la introducción de
los sistemas de automatización. A principios del siglo XX, el uso de automóviles y semáforos
popularizó la automatización a pie de calle. Desde entonces, el número de máquinas y procesos
automáticos en nuestras vidas ha aumentado exponencialmente: las lavadoras, los cajeros
automáticos, el enfoque de las lentes de una cámara de fotos, las puertas, el lavado de coches,
el termostato… Y el temor inicial que en su día despertaron ha dejado paso a una sensación de
rutina. La automatización es tan corriente, que ni siquiera nos percatamos cuando nos topamos
con ella.
Sin embargo, la inteligencia artificial (IA) y las máquinas automáticas no son lo mismo. La IA es
una forma de automatización avanzada. En los dispositivos convencionales se crean reglas de
programación muy exactas con las que una máquina ejecuta tareas determinadas. La eficiencia
depende del detalle y la exactitud con el que se haya programado la tarea: por ejemplo, trazar la
ruta más corta entre Sevilla y Madrid. Lo que permite la IA es una automatización más
abstracta. Eso significaría trazar la ruta más rápida entre Sevilla y Madrid teniendo en cuenta
las obras, el número de semáforos, los horarios previsibles de mayor intensidad de tráfico, así
como imprevistos como accidentes de tráfico o las condiciones meteorológicas. Es decir, la
programación se centra en la creación de reglas con las que medir la eficiencia en ese contexto
y en el desarrollo de parámetros de actuación. Siguiendo esas reglas, los sistemas de
automatización inteligentes escogen el proceso más eficaz. Ese nivel de abstracción es un hito
en la historia de la tecnología.
Estas mismas cuestiones fueron precisamente objeto de debate en los tribunales de diversos
países tras la comercialización del automóvil a principios del siglo XX. El hecho de que las
mismas incertidumbres y preguntas surgidas con la introducción de un nuevo medio de
transporte resurjan un siglo después con la llegada de la IA, requiere de una revisión del debate
de antaño. Desde el punto de vista normativo, tres aspectos merecen nuestra atención.
Referencias Bibliográficas:
Articulo: Por qué no hay que tener miedo de la inteligencia artificial, publicado por el
periódico El País recuperado el 27 de septiembre del 2018 del Sitio Web:
https://elpais.com/tecnologia/2018/03/16/actualidad/1521204443_913487.html