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La cumbia es la triunfadora.

La herencia cultural de Tropicalísimo Apache


Daniel Herrera

Algunos dirán que Tropicalísimo Apache es una institución musical de la Comarca Lagunera.
Después de tal declaración, seguro esas personas soltarán un tsiquiriquipow, sumergiéndose
aún más en la ignorancia.
El problema es que en mi experiencia, las instituciones siempre están muertas. Tal vez
pueden funcionar hasta cierto grado de manera ordenada, pero dentro de ellas no hay vida.
Las personas que viven de las instituciones no pueden observar más allá de las cuatro paredes
de sus oficinas. La mayoría de los institucionalizados no entienden lo que es crear algo que
dejará hechos polvo todos los memos enviados por años. La mayoría de los
institucionalizados no saben por qué cuando suena una cumbia, el cuerpo de cualquiera
comienza a balancearse hasta despertar por completo de ese aletargamiento que se llama vivir
en la institución.
Tropicalísimo Apache no puede ser una institución, porque es un ente vivo, que continua
creando cumbias legendarias que llegarán más allá del fin de las noches.
Tampoco se puede afirmar que es un grupo más de cumbia. Ellos se convirtieron en la piedra
angular de la música popular lagunera contemporánea. Los Chicos de Barrio, Los Capi, La
Mera Vena, Los Primeritos de Colombia, El Orkestón Loko y muchas otras agrupaciones le
deben a Apache más que el ritmo, sino la pavimentación del camino de la cumbia.
Entonces, ¿qué es Apache? Pues, sin temor a equivocarme, creo que es una expresión viva
de la cultura lagunera contemporánea. Entendiendo que la comarca es una metrópoli joven y
la construcción de nuestro imaginario cultural se encuentra en constante proceso, la música
de Apache se ha instalado ya con comodidad en nosotros como una expresión musical que
va más allá del ruido de fondo. Quien tenga duda de esto, que me diga que no hay cosas
maravillosas que no se olvidan y una de ellas es una cumbia acompañada por la voz de Arturo
Ortíz Solis.
Pero la mejor manera de entender todo lo que afirmo es observar de cerca la cumbia misma.
La respuesta a cómo es que la música de Apache ha viajado más allá de las fronteras de la
Comarca se encuentra en sus canciones.
Tomemos, por ejemplo, uno de los grandes éxitos de Apache. Aquellos que nacimos en los
setentas podemos reconocer esta cumbia desde la niñez. No hay adulto treintón que no la
haya escuchado en algún momento: La hierba se movía.
Esta canción se encuentra apuntalada por una sólida base rítmica. La batería, el cencerro, el
shaker y el güiro acompañan a un bajo constante. Este deja clara la armonía. Tres acordes,
una escala. No se necesita más para crear una cumbia. Esto no significa que la pieza sea
menor o sin calidad. La música no se puede medir por la cantidad de acordes que se escriben.
Apoyando al bajo, viene el piano que se desempeña como instrumento rítmico y melódico al
mismo tiempo. Más allá de hacer simples acordes, en ciertos momentos se deja caer con un
tumbao que permite a la canción balancearse en un compás de dos cuartos. Por arriba de esto
vienen los metales, quienes entregan la melodía inicial, esa que nos permite identificar de
inmediato la canción. Una línea melódica que se vuelve casi imposible olvidar. Los metales
regresan a la mitad de la pieza imprimiendo el sabor tropical característico de Apache. Luego
tenemos la letra. Escrita los dos primeros versos de cada estrofa en alejandrinos, nos cuenta
cómo una pareja decide pasar un momento solaz en el campo. La hierba respondía también
a sus actividades amatorias. Pero la mejor estrofa viene en el segundo coro: nos explica que
lo más importante de la existencia humana no es el dinero o las propiedades, sino los
recuerdos de amores pasados. Sí, una cumbia puede exponer las emociones humanas de
forma sencilla.
En cuanto a letras se trata, una de las mejores, desde una perspectiva narrativa, es Noe.
Utilizando el mito judeocristiano del antiguo testamento, el autor hace un viraje irónico en
donde la población se burla de Noe al explicarle que necesita terapia por construir un gran
barco en medio del desierto y él, cuando el agua está a punto de cubrirlos y le exigen que los
deje entrar a la arca, regresa la burla alzándose de hombros y exclamando: “ahora no se va a
poder”. La historia cierra con los pregones, en donde se afirma que a Noe le habló el dios de
los judíos un domingo como a las tres de la tarde. No sólo estamos observando aquí el sentido
del humor, sino una historia redonda contada en apenas tres minutos y medio.
Otra característica más de Apache es la clara identificación con la región a la que pertenecen.
Un ejemplo es Cumbia lagunera. Con esta pieza, Apache hace una declaración de principios:
la cumbia de la La Laguna no es como la colombiana, muy cercana a la salsa; ni como la de
Monterrey, rebajada. Quizá tiene cierto parecido a la cumbia villera argentina, pero no, el
ritmo por excelencia de la región, el cual llamaremos cumbión para distinguirlo de los demás
se puede escuchar fuera de cualquier duda, en la canción mencionada.
El ritmo doblado, el acordeón colombiano, los metales minimalistas, la voz que se acerca al
rapeo pero no pierde el fraseo tropical, la guitarra eléctrica que irrumpe con un solo rockero
mientras el bajo la acompaña con el slap y al final la letra, que nos explica que bailar el
cumbión no lo puede hacer correctamente cualquiera, pero que el ritmo lagunero le gusta a
todos. La Laguna ha conquistado al mundo a través de sus músicos y la cumbia lagunera.
Tropicalísimo Apache es culpable en gran parte de esta invasión cultural.
Este cancionero debe ser parte de esa herencia cultural. Es momento de reconocer a la nueva
música lagunera que tomó las calles de estas ciudades por asalto y no parece que vaya a
dejarlas nunca: el cumbión.

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