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El autor plantea una serie de cuestiones que guiaran el escrito, se pregunta por un lado por

la expansión, la consolidación de la bioética, además de su alcance y su significación. Por


otro lado, le preocupa por qué es importante la Bioética y qué la hace importante. Para tratar
estos aspectos Juliana González define tres grandes vertientes que marcaron el surgimiento
de la Bioética, a saber, el desarrollo de la Biología evolutiva molecular y de la biotecnología,
los cambios políticos, sociales, económicos, culturales y morales en el último siglo y el
desplazamiento que tuvo la filosofía moral pasando a un segundo plano su quehacer. A partir
de lo anterior González despliega una serie de argumentos que pretenden dar respuesta a
las cuestiones por la importancia de la Bioética y aquello que la hace muy importante. La
autora apelando a su formación humanística y filosófica pretende realzar el papel de la
filosofía en la fundamentación, expansión y quehacer de la multidisciplina del siglo XXI, sin
llegar a jerarquizar su aparato teórico.
La autora mexicana considera que la filosofía, aunque es una disciplina más dentro de la
bioética tiene un papel relevante respecto de las otras, ya que su papel es fundamentador,
en sus palabras: “el papel de la filosofía no es, a mi juicio, únicamente el de esclarecer
conceptos, sino el de ofrecer fundamentos y parámetros axiológicos generales, además del
de cohesionar y estructurar los enfoques de las distintas disciplinas” , es decir, es la
encargada de las reflexiones éticas de las ciencias en general.

Para el desarrollo de la tesis planteada, González se enfoca en discutir, en un primer


momento, las características que debería tener una filosofía que estuviera acorde con los,
planteamientos bioéticos, es decir, una filosofía que pretenda ser fundamentadora de la
bioética tiene que ser fenomenológica, dialéctica y ontológica. De ésta última se desprende
una interesante discusión acerca de la concepción del ser en filosofía y del ser desde la
perspectiva biológica. El diálogo entre éstas dos concepciones nos va a marcar el punto de
referencia para cualquier reflexión bioética que pretendamos abordar. La ontología del ser
humano como especie biológica y perteneciente al mundo como uno más genera una visión
más compleja pero que garantiza un análisis interdisciplinar, alcanzando los objetivos de la
bioética potteriana: “La bioética que yo vislumbro se esforzaría en generar una sabiduría, un
saber acerca de la forma de utilizar el conocimiento en vista del bien social, sobre la base de
una comprensión realista de la naturaleza biológica del hombre” . Valdría la pena afirmar que
esta podría ser la justificación de la ética como una entidad inmanente de la naturaleza
humana.

En un segundo momento, Juliana González plantea que en la bioética la filosofía adquiere


una caracterización especial, por lo tanto la bio-filosofía (la filosofía en la bioética) debe ser:
interdisciplinaria, puesto que debe abordar una problemática común desde distintas
perspectivas; teórico práctica, ya que debe llevar a la vida práctica y concreta la discusión
que se ha dado sobre los valores, principios, entre otros. Laica y pluralista en los sistemas de
valores, grupos e individuos creyentes o no creyentes. Integral o sistémica, en el sentido de
buscar el justo medio, ese punto de armonía y síntesis “de encuentro fecundo”. Y por último,
debe ser humanista, puesto que encuentra en la naturaleza humana el fundamento de la
ética. En este espacio nos vemos en la necesidad de ampliar la argumentación con los
escritos de Víctor Martínez en Bioética, derecho y derechos humanos, y con María Teresa De
la Garza en su texto Bioética y Biopolítica.

Desarrollo

En la introducción se había expuesto que Juliana González mencionaba tres vertientes que
habían marcado el nacimiento de la Bioética, lo que agregamos ahora son tres dificultades
que la autora encuentra en ellas y que soportarán aún más la tesis de la necesidad de una
filosofía cohesione y complemente la universalidad y la particularidad de las diversas
ciencias.
La dificultad que detecta la autora al avance de la biología evolutiva molecular y de los
avances de las biociencias es la poca neutralidad que conllevan en su quehacer, teniendo
consecuencias éticas ineludibles. El problema que abarcan los cambios políticos, económicos,
sociales y culturales es la contradicción de valores y contravalores que se evidencian en la
ruina de lo humano del hombre, la deshumanización de lo humano y su respuesta ética. La
tercera dificultad la encontramos en el silencio de la filosofía moral ante la respuesta ética de
la humanidad ante los acontecimientos deshumanizadores que ocurrieron en la primera
mitad del siglo XX. Con éste escenario la filósofa mexicana retoma el espíritu filosófico griego
el cuál había sido relegado a los ámbitos de la lógica, el lenguaje y el existencialismo. El
quehacer filosófico retoma importancia en un mundo donde el análisis y la reflexión ética no
recaen solamente en la filosofía moral, sino que son ahora los médicos, sociólogos, políticos,
ingenieros, biólogos y las diversas disciplinas las que asumen el peso de la problemática
moral. Por lo tanto, se requiere de un lugar donde las ciencias sociales y las biociencias
puedan entablar un diálogo, un topos donde se trascienda al monismo y al dualismo ético. Es
en la filosofía donde cabe lo anterior, es allí donde es posible la fundamentación, el
establecimiento de valores generales, al igual que la estructuración de las diversas
perspectivas que surgen del diálogo en el que cada disciplina aporta al debate ético. Víctor
Martínez, considera que la bioética requiere de un enfoque multidisciplinario pues la
complejidad de los temas requiere contar con el aporte de los conocimientos de distintas
ciencias y disciplinas .

or lo tanto ésta filosofía debe caracterizarse por ser fenomenológica “en el sentido de
disciplina rigurosa que atiende a los hechos morales” , dialéctica, “en tanto que logra ver en
unidad o complementariedad los elementos contrarios” , generando de esta manera una
visión compleja e integradora de los hechos evitando las polarizaciones y los extremos. Por
último debe ser ontológica ya que debe incluir dentro de su debate preguntas del ser tales
como ¿qué es el hombre?, ¿qué es la naturaleza humana?; lo interesante en este punto es
que si queremos albergar a todas las disciplinas dentro del debate tenemos que pensar estas
pregunta de manera no solo desde la reflexión filosófico- metafísica, sino también desde el
ámbito científico, “en el contexto actual, la physis metafísica no se puede determinar ya, a
mi entender, al margen de la physis biológica” .
Así pues se considera que la filosofía y la biología aunque en la práctica se encuentren en
caminos diferentes (preguntas, métodos, lenguaje), hoy deben entablar un diálogo donde la
vida sea el centro de la reflexión. La biología y la ética bordean la pregunta por la vida, lo
cual hace necesaria la complementariedad de estas dos perspectivas.

Respecto a la naturaleza humana podemos considerar que el ser humano vive en una
dialéctica de cambio (desarrollo evolutivo) y de persistencia (es un ser histórico). Este es
nuestro punto de partida para pensar en una ética que hace parte de la naturaleza
ontológico-biológica de hombre. Si se comprende el ethos como las acciones humanas
(conducta o comportamiento, que se generan por el hábito o costumbre), se puede deducir
con facilidad que la vida ética no depende de actos independientes si no de una actividad
continua, citando a González: “la autonomía y la autenticidad tienen que hacerse
“costumbre”, tienen que construir una práctica cotidiana, permanentemente renovada” . Con
lo dicho hasta el momento la autora considera que la ética humana se recrea en el día a día
y depende estrictamente de la acción voluntaria, por lo que la ética proviene de los
laboratorios, no se pueden crear personas buenas y malas, es en la misma cotidianidad que
el hombre debido a su condición de ser libre y autónomo se construye como un ser
humanizado o deshumanizado.

De lo anterior, se puede concluir que la ontología planteada por González se sustenta en los
parámetros descritos arriba, es decir, una ontología rigurosa (puesto que incluye los
métodos, lenguaje de la biología y las biociencias en general), pero también es
interdisciplinar, ya que facilita un espacio donde sea posible la reflexión compleja y no
reduccionista.
Como se había enunciado en la introducción Juliana González, en un segundo momento de
su escrito plantea que en la bioética la filosofía adquiere una caracterización especial.
La bioética filosófica es el medio fundamental para el diálogo interdisciplinario que se
requiere en las discusiones contemporáneas, por tanto, es la filosofía la encargada de
cohesionar y estructurar los principios y fundamentos, sí como de conceptualizar las
abstracciones realizadas a partir del diálogo interdisciplinar , afirma la autora.
Pero estas elucubraciones filosóficas deben tener un lazo que lo conecte a la vida cotidiana,
al mundo de la vida. La bioética tiene como responsabilidad dar respuesta a los problemas
contemporáneos y en este aspecto de asemeja a las tecnociencias de la vida, su
conocimiento no es neutral tiene unos intereses prácticos. Sin embargo, para éste ejercicio la
reflexión teórica y reflexiva ocupa un lugar muy importante sin el cual no es posible bioética,
añade la autora mexicana “es evidente que la bioética se ocupa del nuevo poder que las
biociencias y las biotecnologías tienen sobre la vida humana, pero también del nuevo saber
de la vida y la naturaleza en general que conllevan las nuevas ciencias de la vida” . Lo que
no puede perder de vista es el horizonte propiamente humano de la existencia, de su
naturaleza, se requiere del avance científico sin caer en la arrogancia cientificista.

Ahora bien, para que se pueda establecer un diálogo entre las biociencias con la filosofía y
las demás ciencias debe ésta circunscribirse en un ámbito laico y secular, lo que no equivale
a “antirreligioso”, añade la autora, sino que se deben analizar las diversas ideas con la
misma rigurosidad y no bajo algún dogma. González considera que las discrepancias y
controversias son necesarias para la formulación de principios éticos universalizables , de tal
forma que sea posible el diálogo y la construcción de consensos reales, no meramente
pragmáticos y provisionales, de esta manera fueron pensados los derechos humanos. Víctor
Martínez asevera que “los derechos humanos tienen la capacidad de ampliar sus contenidos
y enriquecerse para salvaguardar la dignidad del hombre frente a las nuevas realidades que
plantean las trasformaciones sociales, como las que provienen de los desarrollos científicos y
tecnológicos, que son susceptibles de usarse o aplicarse de forma negativa para los seres
humanos lastimando su dignidad” . Es precisamente en este punto donde el autor retoma su
tesis inicial y nos plantea una propuesta para la bioética actual, en el que emerja un
humanismo renovado de la misma naturaleza humana que se construya desde la libertad y
la autonomía humana.

onclusiones

A la propuesta hecha por Juliana González se une María Teresa de la Garza argumentando
que para la salvaguarda de la dignidad humana la bioética debe intervenir desde la misma
naturaleza humana, de ella debe tomar los argumentos para la reconstrucción de su
identidad. Actualmente son los derechos humanos quienes propenden por la dignidad
humana, “los derechos humanos contienen y tutelan los bienes y valores necesarios para el
desarrollo de la vida humana en condiciones acordes a su dignidad” y añade “a la persona a
la que no se le respetan sus derechos humanos se le está negando por ese solo hecho la
condición de ser humano, no se le da el trato que merece como persona y se violenta su
dignidad” . De acuerdo con Martínez los derechos humanos son condición necesaria para
amparar la dignidad humana, la dificultad surge cuando nos cuestionamos si son los
derechos humanos una condición suficiente para salvaguardar la dignidad humana. Que
sucede si se irrespetan derechos que atenten contra su especie, tales como el exterminio de
bosques y la biodiversidad, la contaminación del aire y el agua, entre otras, será que de ésta
manera, ¿se estaría atentando contra la dignidad humana?

Notas
Juliana González Valenzuela, coordinadora del texto que se está trabajando es Doctora en
Filosofía por la Universidad Nacional Autónoma de México. Ha impartido cursos y seminarios
en el Colegio y el Posgrado en Filosofía de la Facultad de Filosofía y Letras por más de 40
años. Sus especialidades dentro de la Filosofía son la Ontología, la Ética y la Bioética. Dentro
de sus obras más sobresalientes encontramos: 1981: La metafísica dialéctica de Eduardo
Nicol. 1996, 2007: El ethos, destino del hombre. México; 2000: El poder de eros.
Fundamentos y valores de ética y bioética. Y 2005: Genoma humano y dignidad humana.
Barcelona: Anthropos/UNAM. Tomado el 06 de febrero de 2012 en: <a
href="http://www.foroconsultivo.org.mx/comisiones_sni_2010/cv/a4_juliana_gonzalez_vale
nzuela.pdf"target="_blank">http://www.foroconsultivo.org.mx/comisiones_sni_2010/cv/a4_
juliana_gonzalez_valenzuela.pdf</a>
GONZÁLEZ VALENZULA, Juliana (Coordinadora) Perspectivas de Bioética. 2008. pp. 22.
Cita de Van R. Potter extraída del documento de Juliana González, Ibíd., p.9
Véase nota 2. MARTÍNEZ, VÍCTOR, “Bioética, derecho y derechos humanos”. En Perspectivas
de Bioética. 2008. pp. 90.

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