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FACULTAD DE DERECHO Y CIENCIAS POLITICAS

CURSO:
ETICA PROFESIONAL
TEMA:
LA ÉTICA Y LA FUNCIÓN PÚBLICA
DOCENTE:
Dr. Emilio Prado Macalupu
ALUMNO:
CHRISTIAN RENE YACTAYO CASTILLO

SAN VICENTE DE CAÑETE


NOVIEMBRE DEL 2018
La Ética en la Función Pública

Con mucha preocupación, aunque sin mucha sorpresa, la ciudadanía viene


observando algunos comportamientos reñidos con la ética en las nuevas gestiones,
locales y regionales. Es evidente que las antiguas prácticas del “acuerdo bajo la
mesa”, el “tarjetazo”, el “padrinazgo”, el “tráfico de influencias” y otras modalidades
conocidas, aún persisten en los pasillos y sillones de la administración pública
nacional.
La Contraloría General de la República ha calculado que en el país los actos de
corrupción perjudican al Estado, es decir a todos los peruanos, con una suma que
varía entre 6 y 10 mil millones de soles (no hay una cifra exacta) anuales, y si no
hacemos nada, esa cantidad y más se perderá todos los años venideros.
Esta realidad es innegable no obstante que el Estado, en los últimos años, ha dado
importantes pasos en la lucha contra este flagelo. Existe un conjunto de normas que
orientan la construcción de un Estado eficiente, transparente y al servicio del
ciudadano. Sin embargo, esto no es suficiente para detener esta lacra social que
merma las arcas del Estado, desprestigia a la administración pública y descompone
a la sociedad nacional.

Las autoridades y funcionarios públicos deben recordar que existe un Código de


Ética de la Función Pública, sustentado en principios y valores, que se propone
lograr un desempeño ético de los cargos públicos. Mediante una Directiva de la
Presidencia del Consejo de Ministros, aprobada por Resolución Ministerial N° 050-
2009-PCM/SGP, del 4 de febrero de 2009, se establece que la promoción de este
Código está a cargo de la Secretaría General de cada entidad del Estado. Se
dispone la conformación de Grupos de Trabajo para el Fomento de la Ética,
encargados de difundir el Código entre los servidores y funcionarios de cada
dependencia estatal. ¿Alguna institución pública, sectorial, municipal o regional del
país, habrá cumplido con este encargo?
Además, desde el año 2008 se aprobó el Plan Nacional de Lucha contra la
Corrupción, instrumento consensuado entre organismos del Estado, instituciones
privadas, colegios profesionales y organizaciones de la sociedad civil. Entre otros,
este Plan tiene el objetivo de institucionalizar en la Administración Pública las
prácticas de buen gobierno, la ética, y la transparencia, y de lograr el compromiso
de la sociedad para que participe de manera activa en la lucha contra la corrupción.
Por otra parte, para ahondar en el análisis, en las instituciones públicas debe
recordarse que la Vigésimo Sexta Política de Estado aprobada por el Acuerdo
Nacional, establece compromisos sobre promoción de la ética y la transparencia y
la erradicación de la corrupción, el lavado de dinero, la evasión tributaria y el
contrabando en todas sus formas.
Finalmente, en Piura por ejemplo, mediante Ordenanza Regional N° 202-2011 se
ha puesto en marcha el Sistema Regional de Lucha contra la Corrupción, con la
finalidad de articular las acciones de las instituciones del Estado en la Región Piura,
para la promoción de la ética en la función pública y la prevención y lucha contra la
corrupción.
Poner en práctica estas disposiciones requiere promover la vigilancia ciudadana,
que demande de los gestores públicos transparencia y rendición de cuentas; se
necesita también eliminar las trabas burocráticas para el acceso a la información
pública, sobre planes, programas y gasto público; asimismo, capacitar y sensibilizar
a los funcionarios públicos resaltando y premiando las buenas prácticas
gubernamentales; y, principalmente, erradicar la ilegal e indecorosa práctica de
gestión de intereses particulares, realizada mayormente por regidores, consejeros
y altos funcionarios, que genera conflictos en el desempeño de su función y les
procura la obtención de ventajas indebidas.

Si no es así, todos estos esfuerzos normativos, las acciones positivas desarrolladas


por muchas instituciones estatales (como el Sistema Regional Anticorrupción de
Piura), los valiosos instrumentos introducidos en el proceso de modernización del
Estado, y el generoso esfuerzo de honestos servidores públicos (que los hay, y
muchos), se habrán quedado solamente en el nivel de las “buenas intenciones”,
lejos de un desempeño basado en principios y valores, y en el cumplimiento de
deberes que garantice el profesionalismo y la eficacia en el ejercicio de la función
pública, puesta al servicio de los ciudadanos y de la sociedad en general.

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