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TRABAJO GRUPAL
SEMESTRE 2016-1
1. Historia
Durante la segunda mitad del S. XIX se conoce que los alcaloides se introducen en la
asistencia psiquiátrica como sedantes e hipnóticos, debido al aislamiento en de la morfina a partir
del opio. En 1867 Wilhelm Griesinger defiende la utilización de esta sustancia para los
trastornos del sueño y la mejoría de pacientes con ansiedad. Sin embargo, aquellos alcaloides con
más éxito fueron aquellos que se aislaron de sus efectos alucinógenos: Hyosciamus, hiosciamina
y hioscina - alcaloides de las solanáceas (López-Munoz y Álamo, 2007). Por otro lado el primer
fármaco denominado hipnótico per se es el hidrato de coral, en base al cual se mantenía una idea
errónea que este se transformaba en ácido fórmico y cloroformo; llegando a sustituir a la
morfina y alcaloides, ya que la administración se podía dar con facilidad a domicilio, sin el
ingreso a instituciones psiquiátricas.
Así mismo, Sir Charles Locock, londinense, introduce en 1857 a los bromuros,
utilizando en asilos y manicomios europeos, por sus propiedades sedantes. Por otro lado Neil
Macleod, inglés, en 1897 en Shangai practicó la cura del sueño con estos. Sin embargo, el mayor
problemas de los Bromuros constituyó en su elevada toxicidad (Trastornos neurológicos y
gastrointestinales, irritabilidad, alucinaciones, delirios e inducción de un estado de letargia,
debido a vida media de eliminación de 12 días. Es por esto que se introducen en el S.XX a los
barbitúricos. Sin embargo, las dosis 4-6 veces superiores terapéuticas causaban síndrome de
abstinencia si se interrumpían. Es por esto que el Comité de expertos en estupefacientes de la
organización Mundial de la Salud recomendó que estos fueran expendidos sólo bajo un sistema
controlado de receta médica. A pesar de esto, las cifras en Reino Unido y Estados Unidos en los
1960’s de dependientes a los barbitúricos era realmente elevado ( 135000 - 250000 personas); así
mismo, esta situación mantenía una estrecha relación con muertes por sobredosis y también era
el método comúnmente usado para los suicidios. Debido a esto, en los años 1960
aproximadamente las Benzodiacepinas desplazan a los barbitúricos, ya que estos resultan ser más
seguros en su consumo (López-Muñoz y Álamo, 2007).
2. Comercialización
Respecto a la comercialización de los sedantes e hipnóticos en el país se tiene poca
información. La recabada, sostiene que en la actualidad existe una entidad reguladora de que la
venta de los mismos se de bajo prescripción médica. Esta institución es la DIGEMID. No
obstante, a pesar de los esfuerzos por la regulación, existen aún ventas que han sido procesadas,
ya sea por internet, por pedidos telefónicos o falsificación de recetas médicas. En un estudio
realizado en el 2011, se obtuvo que los niveles más altos de venta sin prescripción médica se
daba en las zonas urbanas. Asimismo, se observó una tendencia a la disminución desde el 2004
hasta el 2010 (DIGEMID, 2011).
3. Criterios para el diagnóstico de intoxicación por sedantes, hipnóticos o ansiolíticos
C. Uno (o más) de los siguientes signos, que aparecen durante o poco tiempo después del
consumo de sedantes, hipnóticos o ansiolíticos:
• (1) lenguaje farfullante
• (2) incoordinación
• (3) marcha inestable
• (4) nistagmo
• (5) deterioro de la atención o de la memoria
• (6) estupor o coma
D. Los síntomas no se deben a enfermedad médica ni se explican mejor por la presencia de otro
trastorno mental.
4. Componentes
En primer lugar las vía de consumo de las Benzodiacepinas son principalmente oral e
intravenosa. En cuanto a la absorción: La velocidad va a depende de la liposolubilidad (entre 30
a 240 min) (Gámez e Irala, 1996).
Por otro lado, la distribución sigue un modelo bicompartimental, una distribución al
compartimento central y una segunda redistribución a los tejidos menos irrigados, principalmente
tejido adiposo (Gámez e Irala, 1996). La mayoría de benzodiacepinas poseen metabolismo
hepático y sus metabolitos son activos.
La eliminación se dará entonces principalmente por orina en forma de glucurónido, sin
actividad farmacológica (Navarro, 1998 y Gámez e Irala, 1996), Los fármacos más liposolubles
administrados en dosis única tienen menor duración de acción debido a la redistribución que
presenta el fármaco, mientras que la administración de dosis múltiples aumenta la duración de
acción debido a que el fármaco y sus metabolitos activos se acumulan en el tejido adiposo; no
obstante, esto no se refleja en el efecto terapéutico (Gámez e Irala, 1996).
5.2 Farmacodinámia
Las benzodiacepinas actúan directamente con el receptor GABA (Ashton, 2002).
Las benzodiacepinas producen inhibición, a través de los canales de Cl, de los receptores
de la membrana postsináptica; además se ha postulado la existencia de receptores específicos
para ellas. Las benzodiacepinas cambian la actividad normal del GABA; producen una
dependencia marcada y concomitante síndrome de abstinencia. La tolerancia parece nos ser tan
intensa como aquella a los barbitúricos. Su suspensión abrupta puede producir convulsiones de
tipo gran mal. Las benzodiacepinas disminuyen la ansiedad porque ocupan el receptor,
funcionando como agonistas y disminuyendo la necesidad de aquél por la endorfina así como
disminuyendo la producción de esta última (Navarro, 1998).
Por otro lado, con la abstinencia de sedantes e hipnóticos se presentan efectos opuestos a
los de la droga, como la sobreestimulación, la ansiedad, la inquietud, la insomnio y excitabilidad
son síntomas característicos de la abstinencia, en casos severos pueden ocurrir convulsiones
(OMS, 2005).
6. Epidemiología
II Estudio Epidemiológico Andino sobre Consumo de Drogas en Población Universitaria
Informe Perú, 2012
Este estudio surge como una preocupación respecto a los altos niveles de demandas de
drogas tanto lícitas como ilícitas en población universitaria y ante la evidencia de los problemas
sociales que estas traen a los países. En ese sentido, con el objetivo de estudiar el problema de
las drogas y la evolución del mismo en población universitarias, entre mayo y diciembre del
2012, se da inicio a este proyecto con miras a la prevencion y promocion. Para ello, la población
objetivo fueron los estudiantes de universidades públicas y privadas de cada país andino (Perú,
Ecuador, Colombia y Bolivia) , en ciudades con población de 300.000 habitantes o más, en los
que al menos se cuente con 60% de población urbana. El muestreo implicó dos etapas: Una
primera que abarcó la selección de universidades públicas y privadas de cada país, de acuerdo a
las condiciones poblacionales establecidas. Tras lo cual se definió incorporar a 12 universidades
en cada país, 48 universidades en total por toda la Comunidad Andina. Y, una segunda etapa que
consistió en la selección aleatoria de estudiantes en dichas universidades escogidas en la primera
etapa, considerando el tipo de institución (pública y privada) (Andina, 2012)
En el caso peruano, se seleccionó a 12 universidades y luego a estudiantes en cada una
de ellas, incluyéndose a 5.993 estudiantes de ambos sexos y de diferentes carreras: 2.977
hombres y 3.016 mujeres que representan a un universo de 207 mil estudiantes universitarios de
los 12 centros. Cabe resaltar que en todos los análisis tienen en cuenta la variable sexo (Andina,
2012).
Con relación al método, se aplicó un cuestionario estandarizado y previamente
evaluado,que fue contestado bajo una modalidad en línea disponible en un servidor de la OEA,
en Washington D. Esta modalidad fue la escogida en comparación con el método de encuesta,
sea cuestionarios autoaplicados o entrevista, dado que se pensaba que las respuestas podrían
tener una mayor calidad pues implicaba mayores niveles de privacidad, asi también por un coste
económico por el personal usado en los métodos previos asi como menor tiempo de ejecucion y
menor cantidad de errores para la transcripción de las respuestas a las bases de datos. No
obstante, como limitaciones del mismo se encontraban un menor número de respuestas por la
falta de acceso a un computador por parte de los estudiantes (Andina, 2012).
En la misma línea y en relación al objetivo general del estudio, este radica en estimar la
magnitud del consumo de drogas lícitas e ilícitas en población universitaria y sus principales
factores de riesgo/protección asociados. Asimismo, se buscaba comparar estos resultados con los
obtenidos en el estudio del año 2009. Para fines del presente trabajo, las estadísticas presentadas
serán únicamente las del uso de drogas farmacológicas tales como tranquilizantes y
estimulantes, dentro de los primeros los hipnóticos y sedantes. En el caso de los tranquilizantes,
la pregunta general incluyó Valium o Diazepam, Alprazolam, Clonazepam u otros fármacos para
calmar la ansiedad o para poder dormir, y luego se hizo referencia a sustancias específicas.
Independientemente de su forma de obtención, legal o no legal (Andina, 2012).
En la siguiente tabla, se puede observar que el 10,5% de los estudiantes declaran haber
usado al menos uno de ellos alguna vez en la vida, de acuerdo a una lista de tranquilizantes que
les fuese proporcionada y que se presenta en la tabla.
Así también, el cuestionario permitió discriminar el uso o no de prescripción médica. Para
estudiar el uso según sexo bajo estas condiciones, sólo se ha considerado la categoría “cualquier
tranquilizante” que agrupa a todos los anteriores.
Como se observa, no hay importantes diferencias de consumo por sexo, con un mayor de uso
alguna vez en la vida en las mujeres (6,1%) que en los hombres (4,3%) (Andina, 2012).
Epidemiología del uso de drogas en América Latina y el Caribe: Un enfoque de salud pública
Con esta publicación, se buscó aportar una revisión sobre la situación epidemiológica
sobre el uso y dependencia de sustancias en la América Latina y Caribe. En este informe, se
describen los aspectos básicos del uso de drogas ilegales y del uso no médico de medicamentos
psicotrópicos de venta con receta; se ofrece un panorama del problema en América Latina y el
Caribe; se explica la psicofarmacología del uso de drogas; se reúnen y sintetizan los datos
disponibles; y, se formulan recomendaciones para políticas y prácticas encaminadas a prevenir y
tratar la dependencia de drogas (OMS, 2005).
El presente estudio comparativo sobre uso de drogas en población escolar secundaria
ofrece información sobre nueve países sudamericanos, con una muestra de 347,771 estudiantes
que representan a un universo de 9,376,203 escolares. La población de estudiantes secundarios se
encuentran entre los 14 y los 17 años de edad. En la encuesta se encontró que el uso de drogas de
uso farmacéutico sin una receta médica es relativamente elevado. Siendo así que entre la
población estudiantil del estudio, la prevalencia del uso de tranquilizantes en 12 meses fue para
Paraguay, 7,1%; para Bolivia, 7,0%; Colombia, 6,4%; en el caso de Uruguay, 4,0%, en Brasil de
4,0%, en Argentina, 3,0%, Ecuador, 3,0% y Perú, 2,2% (OMS, 2005).
Jóvenes y Drogas en Países Sudamericanos: un desafío para las políticas públicas. Comisión
Interamericana para el Control del Abuso de Drogas
Por último, se encontró que el l uso de tranquilizantes benzodiacepínicos, tales como
diazepan y alprazolam y el de estimulantes sintéticos como anfetaminas y metanfetaminas, sin
prescripción médica, alcanzó niveles altos en población escolar sudamericana.
De este modo, la prevalencia de tranquilizantes para el 2006 alcanzó el 7,1% en
Paraguay 7,0% en Bolivia y 6,4% en Colombia. Además, la prevalencia de último año de
estimulantes anfetamínicos alcanza al 3,5% y 3,4% en Colombia y Brasil respectivamente, y
3,1% en Bolivia. Cabe resaltar, que para este mismo año (2006), en comparación con el Perú,
los niveles más bajos de consumo sin prescripción médica por escolares lo registraron
estudiantes de Perú, con 2,2% (ONUDD, OEA, SEDRONAR, CONACE, CONALTID,
CONSEP, DEVIDA JND, 2006).
.
7. Comorbilidad
Se ha encontrado que la frecuente utilización de hipnóticos, sedantes y ansiolíticos se
asocia con mayores con síntomas depresivos y ansiosos.A este respecto, se señala que en la
población anciana, está presente el uso inapropiado de los ansiolíticos en mayores deprimidos.
Tal como se revisó en las investigaciones previas. En segundo lugar, se cree que la percepción de
condición de salud negativa y la insatisfacción vital resultaron persistentemente predictores para
el uso subsiguiente de BZD, esto en el caso también de adultos mayores (Téllez-Lapeira,
Hidalgo, Gálvez-Alcaraz, Párraga-Martínez, Boix-Gras & García-Ruiz, 2016). Tambien, en el
Perú, se encuentran relaciones entre la dependencia a tranquilizantes menores e hipnoticos y los
trastornos de pánico y ansiedad generalizada, así como los trastornos psicosomáticos, trastornos
del sueño (insomnio), patología crónica múltiple (en el caso de los ancianos), así como la
dependencia a otras drogas medicamentosas (Saavedra, 1994)
8. Investigaciones:
8.1 Estrés laboral: Prevalencia de consumo de hipnosedantes en población ocupada y factores de
estrés laboral asociados
Diversos estudios han encontrado una relación entre el estrés derivado del trabajo y la
ocurrencia de trastornos mentales como depresión o ansiedad. Normalmente, se considera que las
personas que trabajan son un colectivo que goza de buena salud. No obstante, determinadas
condiciones de empleo y trabajo pueden ser causa de estrés, y dar lugar a síntomas de ansiedad e
insomnio . En este sentido, algunos estudios han registrado que existe un mayor consumo entre
los trabajadores que reportaban un entorno laboral adverso, insatisfacción con el trabajo o
situaciones de acoso (bullying). Asimismo, se ha registrado una asociación entre el consumo de
benzodiacepinas y los trabajos con alta tensión y altas demandas y entre el bajo nivel de control-
recompensa en el trabajo y el inicio de consumo de psicofármacos. A partir de lo anterior, en el
presente estudio, el objetivo consiste en explorar la prevalencia de consumo de hipnosedantes
entre la población ocupada en España y evaluar su asociación con los factores de estrés
relacionado con el trabajo, ello a partir de la encuesta EDADES en su edición del 2007 (Colell,
Sánchez-Niubò, Domingo-Salvany, Delclós & Benavides, 2014).
La población estudiada incluyó una muestra de 23.715 individuos, cuyo rango de edad
oscilaba entre los 16 años a más y que estaban laboralmente ocupados en el momento de la
encuesta, resultando una muestra final de 13.005 individuos. A esta, se le aplicó una encuesta
(EDADES), la cual se ha utilizado desde 1995 en España para monitorizar el uso, las
percepciones y las opiniones de la población respecto al consumo de alcohol y drogas y dirigida
población no institucionalizada que va desde los 15 a los 64 años. Esta, incluyó un módulo con
preguntas relativas a factores de estrés relacionado con el trabajo con cuatro categorías de
respuesta tipo Likert, con una escala que iba de «nada» a «mucho».
1. Entorno de trabajo nocivo: trabajo peligroso, condiciones de calor o frío, y olores, ruidos
o posturas incómodas
2. Carga de trabajo, que incluyen jornadas prolongadas con escaso tiempo de descanso,
trabajo a destajo o alto rendimiento, y largos desplazamientos o ausencias de casa.
3. Precariedad: estar sobrecualificado, inseguridad respecto al futuro del trabajo y no estar
adecuadamente remunerado.
4. Apoyo social: satisfacción con superiores y compañeros, sentirse suficientemente
capacitado para el puesto encomendado.
La encuesta recoge la información mediante dos cuestionarios, uno autoadministrado
para las preguntas relacionadas con el consumo de sustancias y otro administrado por un
entrevistador para los datos sociodemográficos. Además, se incluyó una batería de preguntas
sobre condiciones de empleo y trabajo (Colell, Sánchez-Niubò, Domingo-Salvany, Delclós &
Benavides, 2014).
Respecto a los resultados, a prevalencia de consumo de hipnosedantes en el último mes
fue el doble en las mujeres (6,5%) que en los hombres (3,3%). El consumo del grupo de mayor
edad, para ambos sexos, dobló el de los más jóvenes, siendo así que un 10,2% de las mujeres y
un 5,5% de los hombres entre 45 y 64 años de edad había consumido hipnosedantes en el último
mes.
Se observó además, tanto en hombres como en mujeres, un mayor consumo en los que
vivían solos, sin embargo, la diferencia sólo fue significativa en las mujeres. Tampoco se
observaron diferencias de consumo por nivel educativo. Por otro lado, se obtuvo también que el
consumo se cuadriplicó entre los que reportaron mala salud en comparación con el grupo de
buena salud. Así, consumieron hipnosedantes el 18,9% de las mujeres y el 11% de hombres que
reportaron mala salud. No se observaron diferencias significativas de consumo entre los distintos
tipos de jornada laboral. Y, finalmente, respecto a las variables de estrés laboral, se observó un
mayor consumo en las mujeres que reportaron altas condiciones ambientales nocivas, mayor
carga de trabajo y nivel alto de falta de apoyo social, mientras que en los hombres se observó un
consumo significativamente más alto en los que reportaron mayor precariedad (Colell, Sánchez-
Niubò, Domingo-Salvany, Delclós & Benavides, 2014).
Por otro lado, a partir de una regresión logística se encontró que el consumo de
hipnosedantes era 1,71 veces mayor (intervalo de confianza del 95% [IC95%]: 1,34-2,17) en las
mujeres de 45 a 64 años de edad que entre las de menor edad, y 4,38 veces mayor (IC95%: 3,38-
5,67) en las que reportaron mala salud respecto a las que reportaron buena salud. Por otro parte,
se observó, además, un mayor consumo en los hombres con educación universitaria en relación a
los de educación primaria (OR: 1,59; IC95%: 1,03-2,45). Respecto al estrés laboral, el consumo
fue más probable entre las mujeres que reportaron un nivel moderado de precariedad (OR: 1,43;
IC95%: 1,03-1,99) y en los hombres con niveles de precariedad moderado (OR: 1,96;IC95%:
1,31-2,92) y alto (OR: 1,95; IC95%: 1,14-3,34) (Colell, Sánchez-Niubò, Domingo-Salvany,
Delclós & Benavides, 2014).
Los resultados confirman, entonces, que ser mujer, mayor de 45 años y percibir mala
salud define un claro perfil de riesgo respecto al consumo de hipnosedantes en la población
ocupada. Además, se identifica la precariedad laboral como un factor de riesgo asociado a su
consumo tanto en hombres como en mujeres. Por otra parte, la literatura sostiene que en general
las mujeres tienen peores condiciones de empleo y peor calidad del trabajo que los hombres ; sin
embargo, en el presente estudio la precariedad laboral se asoció de forma más consistente con el
consumo de hipnosedantes en los hombres (Colell, Sánchez-Niubò, Domingo-Salvany, Delclós
& Benavides, 2014).
Algunos autores mencionan, además, que los factores socio-ocupacionales serían más
importantes en el consumo de psicofármacos en los hombres, mientras que en las mujeres lo
serían factores médicos específicos . El mayor consumo de psicofármacos por parte de las
mujeres, en ese sentido, podría explicarse a partir de una mayor morbilidad psiquiátrica de éstas
respecto a los hombres. Así también, deben considerarse factores sociales y culturales que
pueden influir tanto en la demanda de este tipo de fármacos como en la prescripción (Colell,
Sánchez-Niubò, Domingo-Salvany, Delclós & Benavides, 2014).
En referencia al género, se tiene que la relación médico-paciente que establecen tanto las
mujeres como los hombres puede también ser un factor que explique las diferencias encontradas,
sea a nivel de prescripción de hipnóticos como del uso de los mismos. Diferencias en el manejo
y en la expresión de la ansiedad y el estrés entre hombres y mujeres, y la mayor propensión de
las mujeres a la búsqueda de cuidados médicos, hacen que éstas sean más fácilmente
diagnosticadas y tratadas por un trastorno mental. A este respecto, según la Organización
Mundial de la Salud , el género está en la base de las diferencias de poder y control que los
hombres y las mujeres tienen sobre los determinantes socioeconómicos de su vida y su salud, que
los hace diferencialmente susceptibles y expuestos a riesgos específicos en salud mental (Colell,
Sánchez-Niubò, Domingo-Salvany, Delclós & Benavides, 2014).
Por otra parte los sedantes e hipnóticos presentan efectos como la sedación leve, en caso
de sobredosis severa, puede llevar a la muerte. Finalmente, los síntomas más comunes del uso de
sedantes e hipnóticos son somnolencia, descoordinación motora de leve a moderada y
obnubilación de las funciones mentales (Jacobs y Fehr, 1987). En este sentido el receptor
GABA-A actuará de acuerdo : a mayores dosis, estos efectos se agudizan y producen daños
generales de la función motora, aumento en el tiempo de reacción y daños en la función
cognitiva y en la memoria. En casos severos inducen el sueño e incluso es posible la muerte por
depresión respiratoria. Asimismo, pueden ocurrir efectos posteriores de fatiga, dolor de cabeza y
náusea (OMS, 2005).
Referencias