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La Sociedad y los Valores

Introducción
Durante la década de los noventa, comenzó a manifestarse una preocupación
mundial por el comportamiento del ser humano y sus consecuencias en todos los
ámbitos. Algunas de las causas señaladas son la perdida de la conciencia social, el
descuido de la educación de las nuevas generaciones, (entendida como la formación
total del ser humano, no sólo los niveles académicos que se pueden alcanzar), y la
perdida de los valores y el respeto social e individual.

A partir de esto comienzan a surgir una serie de corrientes en el pensamiento


social que conllevan una búsqueda de soluciones a este fenómeno. Así, aparece el
Paradigma "Desarrollo Sustentable" y con él, el "humanismo", donde destacan
elementos tales como el rescate de las normas morales y la ética, la Libertad, la
Democracia, y los Derechos Humanos, recordando que los responsables de los cambios
"positivos y negativos" que tiene el entorno, social y natural, es responsabilidad de la
propia sociedad que en él convive.

La sociedad, no ha sido ajena a este proceso, sino que se ha visto involucrada


totalmente en él, ya que uno de los objetivos de este nuevo paradigma es generar un
cambio positivo en el comportamiento de los grupos humanos. Por esto, se debe aceptar
que parte de la función como miembros de un grupo social es la transmisión de estas
corrientes a las nuevas generaciones, tomando en cuenta que la mejor enseñanza es el
ejemplo.

Los Valores Sociales E Individuales: Ética Y Moral

La filosofía maneja esta vertiente del pensamiento humano, a través de la


Axiología, definida como la parte de la Filosofía que estudia los valores, especialmente
morales. Esta, divide a los Valores en sociales, denominados "ética"; e individuales,
englobados en la "moral". En ambos casos los valores principales se aplican de manera
directa, pero además, se debe aceptar que si un valor no se aplica en lo individual, no se
ejercerá hacia los demás miembros de la sociedad.
La moral es un elemento que se asocia a las creencias religiosas, y en muchos
casos a esta parte de la educación "espiritual" es a la que se deja como responsabilidad
de otros, porque para muchos es cosa de curas, padres, pastores o cualquier otra
entidad similar, cuando la "moral", debe emanar del núcleo familiar, en principio, y
posteriormente, del resto de los elementos formadores de individuos (profesores, guías
espirituales, etc.)
La ética, por otro lado, es algo que muchos creen solo se debe aplicar en cuanto
a la profesión que se desempeña, pero la filosofía marca que el comportamiento "ético"
debe darse en cualquier actividad que se desempeñe.

Ética
El hombre por naturaleza es un ser social, y para convivir ha tenido que crear
normas de comportamiento enmarcadas, por la concepción del mundo y de la vida de
cada grupo, así como por sus aspiraciones materiales y espirituales. Estas normas deben
ser aceptadas y cumplidas en lo posible por cada uno de los miembros para ser
aceptados por la sociedad a la que pertenece. Cuando no es así, se le margina de la vida
común (por ejemplo, los que están en la cárcel, los exiliados, o los prófugos).
En cada sociedad se manifiestan 2 niveles de valores: los generales, estudiados
por la ética; y los individuales, enmarcados en la moral. La Ética, por una parte, es la
parte de la filosofía que tiene por objeto el estudio (análisis, descripción, y explicación)
de los actos libres y consientes del ser humano. La moral es la base de las normas del
comportamiento individual. En este caso, se hablará primero del campo social, para
pasar al personal

A través del tiempo han existido distintas maneras de percibir a la ética.

 Para Aristóteles la existencia o falta de moralidad se encuentra vinculada con el


concepto de fin, esta es la Ética teológica.

 Para ética ontológica, encabezada por Kant, el fin se encuentra vinculado al


concepto de deber ser.

 Para Dilthey, se considera sin referencia a normas objetivas y universales, solo


en orden a la acción, lo que significa la ética existencialista.

 La ética marxista se basa en la atención del resultado del acto humano, opinión
que comparten los pragmáticos (James).

Sin embargo, cada cultura ha generado su propio proceso de influencia de la ética


imperante en los individuos que a ella pertenecen. Esto se da a través de varias vías,
como la presentación de “actuares ideales”, es decir, ejemplos a seguir representados
por los denominados “héroes”, “santos”, hombres ilustres” y hasta “dioses”, personajes
presentes en toda cultura. Otra manera, son las frases populares en ese mismo sentido,
tales como “el fin justifica los medios”, “se hace lo que se DEBE hacer”, “el dinero no es
la felicidad, pero como ayuda” o “lo bueno no solo debe serlo, sino parecerlo”, solo por
mencionar algunas.
Lo anterior pone de manifiesto a que valor o conjunto de valores le da más
importancia cada cultura. Dentro de este marco, los valores se han clasificado de la
siguiente manera:

Valores Capacidad Física Salud Vigor


vitales

Valores Placer Felicidad Alegría Solaz


hedónicos

Valores Valor de uso Valor de cambio


Económico
s

Valores Belleza Elegancia Gracia


estéticos

Valores Santidad Bienaventuranza Piedad


Religiosos

Valores de Probabilidad Exactitud Verdad


la Ciencia

Valores Templanza Valentía Bondad Justici


Individuales a Veracidad Etc.

Moral
La moral es el medio por el cual se demuestra la validez y eficacia de la Ética y la
Axiología, a través de la “buena” o “Mala” convivencia social. Así, la moral es el puente
entre la realidad individual y el planteamiento teórico del “ideal” social. En ella se
consideran 2 planos: el DEBER SER, constituido por normas y reglas, denominado
normativo; y el práctico, referente a los actos realizados de acuerdo a lo moral, llamado
MORALIDAD, aspecto que le da contenido y significado a los principios teórico-éticos.

Para que un acto moral pueda ser considerado como tal, al ejercerse debe cumplir
con las siguientes condiciones:

 Libertad: esta manifiesta la necesidad, voluntad, decisión y elección del sujeto


que la ejerce.

 Conciencia Moral: refleja un proceso reflexivo de causa y efecto del acto


realizado o a realizar
 Responsabilidad moral: el sujeto es el principal protagonista del acto que
decidió realizar. Es el único responsable, por lo que debe enfrentar resultados.
Cualquier acto que por diferentes circunstancias no cubra estas condiciones, no
se considera un acto moral. Es decir, si lo realiza bajo coacción, sin libertad, a través de
amenazas directas o indirectas; si lo hace de manera irreflexiva, esto es, sin conciencia
de los resultados, puede ser en un estado de terror, presión o miedo, entre otros; o el
sujeto no fue en único interventor, ya que no fue un acto totalmente individual.

Por otra parte, no hay que olvidar que los elementos del acto moral son:

 Sujeto: que es la principal figura del acto moral.

 Motivos: causa que lo llevaron a realizar el acto.

 Entorno: son las circunstancias ambientales y personales que rodean al sujeto y


lo llevan a decidir ejecutar el acto.

 Conciencia: que sepa qué fin persigue, lo cual refleja la madurez del sujeto, ya
que debe tener claro el fin y los resultados que se producirán.

 Medios: que requiere el sujeto para realizar el acto.

 Poder de Elección: porque realiza ese acto y no otro.

 Decisión: en ella manifiesta su voluntad de realizar el acto.

 Resultados: Las consecuencia del acto realizado

Todo lo anterior nos lleva a ver que existen 2 tipos de valores, aplicados los
diferentes entornos de convivencia (tabla 1).

TABLA 1.
Nivel Entorno

Ante uno mismo Valentía, Pureza, Dignidad


personal, Veracidad
Personales
Ante los Demás Lealtad, Tolerancia,
Prudencia, Justicia
Relaciones sociales Trato cordial, Relaciones
simples armónicas, Respeto a los
demás, Bien común
Valores
Sociales
Participación Comunicación, Eficiencia
Colectiva ,Ejemplaridad, Servicio
Sociales
Acciones de Conservación de bienes,
beneficio común Seguridad Colectiva,
Asistencia pública,
Protección Mutua

Formas superiores Educación, Civilidad, Paz,


de convivencia Progreso

Los Valores
La filosofía se origina a partir de que el hombre experimenta asombro, admiración
y curiosidad frente a la realidad, lo que lo llevo a la reflexión sobre diversos fenómenos,
por lo que problemas de física, lógica, matemáticas y ética, entre otras, se discutieron
en el ámbito de la filosofía, ya que aún no se configuraban las ciencias. Platón y
Aristóteles fueron los iniciadores de la Ética, al preguntarse por la maldad o bondad de
los actos humanos en general.

Aunque se dieron pródigas discusiones en torno a valores como justicia, belleza,


valentía, vocación, felicidad y valor, no se delimito con claridad la rama del saber que
habría de estudiarlos, y fue hasta el siglo XIX cuando se inicia un estudio profundo sobre
los valores. Así aparece la Axiología, que es la parte de la filosofía encargada de estudiar
el ámbito de los valores, es decir, brinda las nociones de valor contenidos en las
creaciones humanas, definiendo “lo valioso", en campos tales como, la estética y lo
verdadero, a partir de la esencia y cualidades de lo valorado.

Esto nos lleva a decir que el objeto de estudio de la Axiología es amplio, ya que
es parte de nuestra vida diaria, pues el orden y aplicación de los valores varían
dependiendo de cada sociedad, grupo y hasta individuo, lo que conlleva a una discusión
constante de los mismos. Esta establece características y núcleos axiológicos o valores
derivados. Así, se puede hablar de virtudes éticas aceptadas desde la antigüedad y los
valores que de ellas se han derivado. (Tabla 2)

TABLA No. 2
Virtudes o Va- Caracterización. Valores que pueden
lores Éticos. derivarse.
VERACIDAD Aptitud práctica para decidir Sinceridad en el amor;
con honestidad entre la voluntad de verdad científica;
conducta digna e indigna, entusiasmo artístico;
fidelidad a la verdad honradez en el trabajo
VALENTIA Acto realizado con arrojo, Valor de verdad, lealtad,
valor o audacia. Obrar fidelidad; heroísmo (el héroe
consciente-mente ante los no lucha por sí mismo, sino
peligros inminentes de la por los ideales colectivos y a
acción. ellos).
AUTODOMINIO Regulación de las Honestidad, templanza,
MORAL necesidades vitales (como sobriedad, frugalidad.
instinto). Dominio de los
deseos primarios.
JUSTICIA Se distingue la Justicia Imparcialidad, templanza,
Distributiva, es decir, dar a rectitud, verdad y energía en
cada uno lo que es debido; de pro de la comunidad.
la Justicia Conmutativa, que En la justicia anclan las
es devolver un bien recibido virtudes cívicas.
por su equivalen-te. Estricta Es la cristalización de todas
equiparación de los individuos las virtudes.
ante la ley moral.
El término “valor” concretamente proviene del latín valere, verbo que se define
como estar sano y fuerte. A lo largo del tiempo supero la noción meramente física,
abarcando todas las esferas de la actividad humana -social, psicológica, artística, ética,
y económica, entre otras.

Diferentes pensadores preocupados por dar una definición más actual han
propuesto diferentes formas. Para Raths (1967) un valor representa algo importante en
la existencia humana. Mantovani (1962) piensa que el ser humano es un ser dotado de
voluntad y de cultura, cuyo proceso de convertirse en persona es el que lo incorpora a
participar del mundo de los valores. Por lo que “valor” es lo que es válido para el
hombre, y vale para el hombre lo que tiene significado en su vida.

Existen muchas más percepciones, pero la mayoría de los autores coinciden en


que los valores tienen dos características básicas: Su origen humano, y su naturaleza
abstracta, lo primero se percibe en la herencia cultural de cada sociedad, pues es donde
se encuentran insertados; lo segundo manifiesta se existencia ideal. Se debe partir de
cuatro puntos básicos para estudiarlos valores:

 IDEAL: por ser una creación humana, es decir, es un bien cultural, su campo de
aparición es la esfera de lo abstracto donde los valores nacen. Desde este ángulo
los valores son parámetros de comportamiento que una sociedad acepta y se
mantienen como lo que se debe alcanzar, la meta a lograr. Estos reflejan los
elementos estéticos, comportamiento aceptable, relaciones humanas, la moral
y la ética, entre otros.

 EMPÍRICO: es donde el hombre aplica los valores. Los valores que trasmite cada
sociedad a sus miembros de manera directa con el comportamiento, por lo que
son aceptados como algo “natural”, y no como algo “aprendido” y “razonado”.
En algunos casos son incuestionables.

 PERSONAL: el ser humano es quien le atribuye un valor a los elementos de su


entorno, siempre y cuando el objeto le signifique algo, por su esencia y lo que
representa en sí mismo, como cualidad de un bien cultural. Por ejemplo, el
trabajo tiene un valor por el producto obtenido, y otro por la satisfacción de
haberlo hecho bien; o un objeto tiene un valor por su forma y otro por lo que
nos significa (recuerdo, regalo, cariño).

 CULTURAL: en todos los grupos sociales los valores son el ideal a seguir, el
máximo estadio del espíritu humano, es decir, es la aspiración a buscar lo mejor,
lo más alto; como respetar la naturaleza para tener un mejor entorno; ser
honesto en la profesión, ser responsable como padre, hijo y hermano; entre
otros.

Características de los Valores


Los valores son criterios de comportamiento y motivos de conducta y sus
características fundamentales son:

Polaridad: los valores siempre se manejan en dos extremos, uno positivo y otro negativo
(desvalor, contravalor); según el grado de indiferencia del sujeto, su atracción o
aversión; por ejemplo, el bien y el mal, honestidad y deshonestidad, pudor e
impudicia, por citar algunos ejemplos. (Tabla 3)

TABLA No.3. VALORES Y ANTIVALORES.


Valor Antivalor Valor Antivalor Valor Antivalor
Bueno Malo Listo Tonto Amor Odio
Ilustre Villano Valentía Cobardía Agrado Desagrado
Sabiduría Ignorancia Gozo Sufrimiento Matrimonio Divorcio
Abundancia Miseria Alegría Tristeza Bello Feo
Verdad Mentira Pulcritud Suciedad Abstinencia Gula
Sinceridad Hipocresía Cordura Locura Creyente Ateo
Ardiente Frígido Amistad Enemistad Cortesía Grosería
Libertad Esclavitud Gloria Infierno Alabar Difamar
Castidad Lujuria Sencillez Vanidad Austeridad Ostentación

Gradación: Intensidad o abundancia de generación y reconocimiento de valores,


positivos o negativos, conforme a al ideal determinado entre los extremos.
Cualidad: Clasificación de los valores en superior e inferior, medida más cualitativa que
cuantitativa

Preferibilidad: Las cosas son valiosas o no según quien las aprecia. El valor que se elige
y se prefiere en anteposición de una cosa a otra. Los valores son un DEBER SER,
en contraposición a los hechos, o a las cosas existentes: hay cosas que encarnan
los valores, no hay valores que sean cosas; lo que caracteriza al valor no es el ser,
sino él deber ser.

TABLA No.4
M Virtudes Vicios I
A  J  N
N Sinceridad U Hipocresía J
I  Rectitud S   Villanía U
F Honestidad T Deshonestid S
ad
E Entusiasmo I Desconfianza T
S Razón  Verdad Equidad C Falsedad Parcialidad I
T Cortesía I Desatención C
A  Respeto A  Altanería I
C Amabilidad  Brusquedad A
I  
O Lealtad Temeridad
N  
E Fortaleza Debilidad D
S  Decisión D  Timidez E
Energía I Pusilanimida G
d
Constancia G Volubilidad R
A Volunta  Valentía Lucha N Cobardía Derrotismo A
d
N Limpieza I Suciedad D
I  Orden D   Desorden A
M Puntualidad A Impuntualida C
d
I  D  I
C Tolerancia Incivilidad O
A   N
S Autodominio P Incuria
 Humanidad E  Soberbia
Castidad R Avaricia P
P Paciencia S Lujuria E
E Impulso  Pureza Templanza O Desenfren Ira R
s o
R Caridad N Gula S
S  Diligencia A  Envidia O
O Desprendimien L Pereza N
to
N   A
A Prudencia Imprudencia L
L  
E
S Veracida Falsedad
d

Idealidad: Son bienes culturales procedentes del espíritu y sólo la mente puede
percibirlos como objetos

Modalidad: Cada valor se relaciona con un elemento cultural, cada uno soporta su
propio valor y cada valor se refleja en el bien que lo contiene. Por ejemplo, los
valores artísticos se aprecian en el arte, los valores éticos en el comportamiento
individual, y los valores docentes en la educación.

Jerarquización: Los valores tienen un orden escalonado de acuerdo al grado poseído


para quitar la indiferencia. Existen valores inferiores y superiores, según la
herencia cultural de cada sociedad, y a ellos se adhiere cada integrante de la
comunidad.

Así, el conjunto de valores se puede definir propiamente como una guía de


conducta. Al momento de la práctica concreta, los valores deben ser para los individuos
un vehículo eficaz para el establecer relaciones humanas satisfactorias, tanto en lo
personal, como para el grupo social perteneciente; además, le permiten establecer
juicios y preferencias con relación a su comportamiento, actos, creaciones estéticas y
científicas, entre otros. Esto nos lleva entonces a aceptar a Raths (1967) quien define la
función de los valores como “guía de lo correcto o deseable y merecedor de la atención
y esfuerzo".

Teorías Y Paradigmas
A partir de los cincuenta se comenzó a confundirse la palabra Educación con
Instrucción Académica, por lo que gran parte de la responsabilidad de la formación de
los niños y adolescentes recayó en los docentes, dejando de lado la parte de la formación
"moral" de las nuevas generaciones. Además, la cuestión de los valores pasó a ser cosa
de "rucos", sin tomar en cuenta que estos son lo que permiten que una sociedad crezca
de manera sana, pacífica y ejerciendo sus derechos.

Durante los setenta, algunas porciones de la sociedad giraron su mirada hacia las
costumbres orientales, con el objetivo de buscar la recuperación de las formas de
crecimiento espiritual y de los valores, culpando al proceso de Desarrollo de los cambios
sociales operados, promoviendo el consumismo y la idea de que lo material satisface las
aspiraciones humanas, debido a la industrialización y la incorporación de la mano de
obra femenina, además de propiciar la disgregación social, ya que se define como: la
distribución social de los beneficios que deja el proceso económico de un territorio,
traducido en el mejoramiento de las condiciones de vida, a través de elementos como:
los servicios públicos, (educación, agua potable, electricidad y drenaje, entre otros);
ingreso y seguridad del trabajo. Su medida era a través de los niveles de Bienestar social,
de tal manera que su medición se basa en cuestiones estadísticas.

Este materializó los factores de satisfacción humana, dejando un poco de lado la


parte de formación y crecimiento interno de los seres humanos, no es hasta finales de
los ochenta que comienza una preocupación por la situación del medio ambiente
humano, entendido no solo como la alteración de los fenómenos naturales, sino
también la problemática social (aumento de población con adicciones, delincuencia,
dictadura, represiones, y enfermedades mentales, entre otros).

Es por ello que el concepto de Desarrollo se enriquece y se transforma en


Desarrollo Sustentable entendido como la aplicación de nuevas formas y técnicas de
explotación de los recursos para satisfacer las necesidades sociales de manera racional,
respetando los ciclos de la naturaleza, y tomando en cuenta que esas necesidades son:
alimentación, vivienda, vestido, recreación, descanso y seguridad social, entendida este
como todo aquello que permita una vivir ejerciendo la libertad, obtener los beneficios
que los derechos humanos dan al individuo (decidir religión, tendencia política,
profesión, etc.), una vida tranquila y sana. Así, su medida de base se transforma término
Calidad de Vida.

Esto es, que el proceso económico debe unirse al Humanismo, donde lo más
importante es precisamente el desarrollo integral del hombre, por lo que Calidad de vida
es un término que abarca la satisfacción de las necesidades materiales de la sociedad,
así como las no materiales, como esparcimiento, recreación, descanso, tranquilidad y
seguridad, entre muchos otros.

Para lograr esto las sociedades deben ejercer principios tales como Democracia,
Libertad e Igualdad, pero para que estas sean realmente practicadas no debemos olvidar
que están sustentadas en valores como Respeto, Responsabilidad y Honestidad.

Dentro de este marco, la ONU determino este año que México se encuentra en
el lugar 55 en cuanto a su calidad de vida, descendiendo dos peldaños respecto del año
anterior, debido al aumento en inseguridad pública, y a la inestabilidad política que
refleja la opinión pública.
Los Valores Internacionales
Así, podemos hablar de una serie de valores aceptados en el ámbito
internacional, y determinados por la ONU. y otros organismos internacionales como los
grandes Valores internacionales del presente, enmarcados dentro de la teoría
denominada “Desarrollo sustentable”, y estos son:

 Democracia y valores ligados a ella.


 Participación de la sociedad civil.
 Derechos humanos de sujetos sociales: minorías étnicas, mujeres, jóvenes,
homosexuales, colonos, etc.
 Culturas indígenas y su problemática.
 Retos a superar: terrorismo, narcopoder, alcoholismo, prostitución, violación,
hostigamiento sexual, Xenofobia, racismo neofascismo y fundamentalismo.
 Revalorización de la educación y vinculación con la producción empresarial.

Estos son resultado de las tendencias internacionales del comportamiento actual


del ser humano y sus grupos sociales. Dentro esas tendencias destacan los siguientes
procesos:

 El proceso acelerado de urbanización


 Desaparición de los espacios rurales
 Desplazamiento hacia el sector terciario.
 Modificación de la familia nuclear
 Integración de la mujer al mundo productivo y su emancipación paulatina pero
firma.
 Empleo de la tecnología educativa y la electrónica (televisión interactiva,
aprendizaje por computadoras, etc.)
 La educación privada o privatizada.

Tanto las tendencias internacionales (Neoliberalismo económico y globalización,


entre otras), unido a la propia herencia cultural de cada grupo social, modifican a nivel
local el orden e importancia de los valores mencionados, por ello La UNESCO realizo en
la década de los noventa un estudio denominado “Los Valores y el Cambio Social”,
donde se obtuvieron resultados distintos en cada continente, que reflejaba claramente
lo antes expuesto, que los valores no tienen la misma importancia o jerarquía en todo
el mundo, sino que en cada región se modifican de acuerdo a los individuos que en ella
habitan.

Por ejemplo en Europa, donde la visión trabajo en comunidad es poco utilizada


desde siempre, están apareciendo nuevas parámetros de valor, con elementos tales
como: competitividad, individualismo exacerbado, privatización de todo: deseos,
aspiraciones y necesidades como educación, salud y jubilación. Si para Latinoamérica y
el Caribe, se realizara una tabla de valores en orden jerárquico, y sus posibles cambios
en el futuro, quedaría como sigue:

Tabla No. 5: Valores presente y futuros para Latinoamérica y el Caribe.

Valores presentes Valores futuros.


Libertad personal Vivir y sobrevivir
Empleo/trabajo Democracia
Dinero Ingresos elevados
Posesión de bienes materiales Libertad individual
Religión Dinero
Familia Empleo/trabajo
Ley y orden Educación
Salud Amistad
Honestidad Ley y orden
Paz Salud
Tolerancia Cultural Solidaridad
Seguridad social/jubilación Desarrollo Personal
Responsabilidad /civismo Honestidad/valores morales
Habitación decorosa Responsabilidad /civismo
Derechos del hombre/educación Estatus social
Política Paz
Protección al ambiente Actitud prospectiva
Patriotismo/nacionalismo. Política
Ingresos elevados Religión

Las relaciones de jerarquización de valores que presentan los diversos autores


nos dan la idea de que no hay una única tabla y de que los valores cambian de acuerdo
a la finalidad y a la época.

La crisis de valores en el Perú

¿Qué necesita toda persona para ser perfecto? No es belleza descomunal, ni un millón
de amigos, mucho menos un millón de dólares. Lo que perfecciona al hombre es su
moral y las acciones buenas que realiza debido a estos. Los valores morales son todas
aquellas cosas que hace una persona para defender y aumentar su dignidad. Estos son
desarrollados y perfeccionados mediante la experiencia. Pero aun así, escoger los
valores es una decisión de cada persona y no tiene la obligación de ponerlos en práctica,
sin embargo cada decisión tendrá un efecto en la calidad de vida y de la misma persona.

Un valor se puede definir como una norma o actitud que está de acuerdo con lo correcto
según el cual nos comportamos. Los valores son las propiedades, cualidades o
características de una acción, una persona o un objeto que normalmente se consideran
positivas o importantes. El conjunto de los valores son la base para la formación
humana. Es importante que estos se forjen en principios y se deben representar en las
virtudes ciudadanas. Debemos estudiarlos y más importante que todo, ponerlos en
práctica. Cuando nos referimos al ser humano, hablamos de valores universales, los
cuales son aplicados por un grupo de personas que influyen en su sociedad y cultura. La
ética y la moral están incluidas en el concepto de los valores, y aunque no lo creas, un
valor ético es distinto a un valor moral; un valor ético es una pauta que regula la
conducta, es de carácter universal y se adquiere durante el desarrollo de cada persona,
mientras que un valor moral se transmite a través de la sociedad, muchas veces por la
religión y son cambiantes a través del tiempo. Aunque los valores son muy complejos y
hay una amplia gama de clases, debemos reconocer que todos los valores nos llevan a
un mismo propósito, el bien de nuestra comunidad.

Últimamente se habla mucho de una crisis de valores en la sociedad, que origina un claro
retroceso cultural y civilizado. ¿Será cierto? Lamentablemente, sí. Los valores no están
siendo cumplidos últimamente, lo que lleva a una grave crisis de valores que causa cada
uno de los males que ocurren en el mundo, lo que por obvias razones, nos afecta a todos
directamente. E un gran reto para nuestra sociedad afrontar este problema para darles
a las generaciones futuras un mundo más justo, libre y solidario. La crisis de valores
ocurre porque como los valores no son obligatorios, y pueden usarse en muchos
contextos, son comúnmente malentendidos, por ejemplo, aunque nos hayan enseñado
que la honestidad es un comportamiento ideal y deseado por todos, la forma de
interpretarla y usarla suele variar según la persona. Esta diferencia se convierte en actos
e incoherencias notorias. Uno de los significados de ser honesto, es cumplir con los
deberes de la sociedad, pero hay ciertos actos que no son para nada honestos; como
llegar tarde sin justificación, que no son relacionados con la deshonestidad. Poner en
práctica de una manera efectiva este valor, necesita de mucho esfuerzo y coraje
individual.

Podemos reconocer que realmente existe la crisis de valores cuando vemos que los
integrantes de nuestra comunidad, no ponen en práctica los principios que se supone
que se conocen. Al sentir que no pensamos igual, se produce una gran tensión, lo cual
es lógico, porque todo lo que hacemos nos cuesta más. La juventud es la base de todo
pueblo, a través de los años son los jóvenes los que toman las riendas del mismo. Un
joven que se basa con los principios morales correctos, llevara a su pueblo a la
superación y crecimiento en todos los ámbitos de este. Pero también pueden llevar a la
destrucción completa del pueblo; ya que también las personas jóvenes son las más
influenciables de todas, pueden adquirir los males pensares de personas que son
“modelos” para ellos.

Como hablar de dicha crisis de valores no basta, hay que buscar soluciones, soluciones
que no son creadas por alguien, soluciones que existen, obligatorias y necesarias para
corregir esta crisis. Pero ¿Cómo encontrar soluciones en este mundo mediocre y
egoísta? ¿Con pensadores de cabeza rígida? ¿Con religiosos que no cumplen las leyes
que ellos mismos han creado y tienen plegarias vacías? ¿Con sabios que divagan en los
laberintos en los que ya hace mucho se perdieron? ¿Con gente que se ríe de los modelos
a seguir? Ya no hay un camino claro por el cual ir. Qué pena. Los jóvenes
experimentamos nuevas experiencias llenas de riesgos, descontrol y anti valores.
Perdemos el sentido común y nos cegamos de la realidad de las cosas. Menospreciamos
los valores morales, e imponemos una nueva ética basada en lo que más nos conviene
para satisfacer nuestros caprichos.

En la obra de Mario Vargas Llosa, "El Héroe Discreto", podemos encontrar la


degeneración de valores existentes en el Perú, como por ejemplo la distorsión de los
valores de los hijos de Ismael, que aunque sus padres los hayan educado bien, las malas
influencias los convirtieron en niños engreídos, que creen que pueden hacer lo que
quieran, y que por dinero, le desean la muerte a su padre.

Los valores pueden y deben convertirse en el centro de la regeneración del mundo.


Debemos usar nuestras capacidades para superar la crisis moral, detener el desgaste de
los valores y la pérdida de identidad. La única manera de detener el proceso de desgaste
moral, es creando una gran unión entre todo el mundo y enfocarnos en la familia y la
educación como bases para formar personas de bien. Además debemos crear un líder
soñador, positivo, con corazón y solidaridad. Ya toca el reencuentro con los valores que
nos llevaron al progreso de la humanidad. Todavía hay esperanza.

La nueva sociedad

Es imprescindible rediseñar y volver a educar a la sociedad, empezando desde los niños


que son el pilar fundamental del futuro. Debemos introducir en las primeras etapas de
la educación asignaturas donde se siembren valores sociales; haciendo renacer
conductas morales y éticas.
Para tener una concepción positiva de la vida, hay que empezar por respetarse a uno
mismo, es lo que llamamos el autorrespeto. El autorrespeto está muy ligado a la
autoestima. Para querer y respetar a los demás, se debe comenzar por quererse y
respetarse así mismo, así como también se debe respetar al medio ambiente.
No se puede seguir buscando responsables de la violencia, más bien asumir
compromisos sobre que podemos aportar para minimizarla. Incentivar el amor entre los
semejantes y no el odio. Fomentar el amor a la patria y a la familia. La familia es la base
de la sociedad.
Incentivar no solo en los colegios sino en los foros sociales valores tales como la amistad,
cooperación, justicia, equidad, confianza y tolerancia. Que estos valores sean tomados
en cuenta como premisa del trabajo en equipo de las comunidades.
La religión también es parte fundamental de la sociedad, el ser humano debe mantener
creencias religiosas y sentir temor al castigo moral.

Ética de máximos y ética de mínimos

Desde hace unas décadas se ha hecho popular la distinción entre ética de máximos y
ética de mínimos. Esta distinción se ha vuelto atractiva y permitiría ubicar los problemas
de una manera sencilla, por eso también es una metodología de reflexión. Vamos a pre-
sentar esta clasificación a través de una de sus difusoras, la española Adela Cortina y
agregaremos las observaciones de otros autores y las nuestras. El objetivo es entender
la diferencia entre estas dos éticas, su naturaleza, funciones, pero también sus límites y
pensar en la necesidad de articularlos.
Ética de máximos

Es la ética que trata de dar razón del fenómeno moral a partir de propuestas de vida
buena, contiene una idea de vida planificada y medios para conseguirla. Por ello es
denominada ética de bienes o de la felicidad, constituyéndose en el “momento
teleológico” (Etxeberria) de la ética. Son éticas sustantivas en tanto que pro- ponen una
forma de vida digna de ser vivida, dentro de una cosmovisión que ofrece sentido global
que puede tener signo religioso o laico. Aquí podemos ubicar a las éticas griegas y
medievales, al utilitarismo y a las éticas comunitaristas. Son éticas que in- vitan a una
vida feliz, para la cual dan consejos desde la experiencia vivida. En la sociedad existen
distintas propuestas de vida buena, de felicidad, de plenitud.
Así, las éticas de máximos hablan del bien, la felicidad, las virtudes y suelen dar consejos
de prudencia para orientar las acciones. En general, estas éticas consideran que la vida
humana tiene una finalidad que es su plenitud, vivir bien y hacer el bien. En palabras de
Cortina: Las éticas de la felicidad... intentan ofrecer ideales de vida buena, en los que el
conjunto de bienes de que los hombres podemos gozar se presentan jerarquizadamente
como para producir la mayor felicidad posible. Son, por tanto, éticas de máximos que
aconsejan seguir su modelo, nos invitan a tomarlo como orientación de la conducta,
pero no pueden exigir que se sigan, porque la felicidad es cosa de consejo e invitación,
no de exigencia. (Cortina y Martínez 1998, 117-118)
En resumen, las éticas de máximos tienen una propuesta de plenitud y un camino para
lograrla. ¿Quién plantea los máximos? Las éticas de máximos son requeridas tanto por
los individuos como por las comunidades culturales. Es decir, un individuo puede
proponer un modelo de vida buena o seguir la que está presen- te en su tradición. Un
Jesús o Buda hicieron propuestas de vida buena y felicidad y no siguieron todos los
presupuestos de su tradición. Pero dichos individuos distaban mucho de ser individuos
modernos desarraigados, sino que ellos mismos fueron hijos de una tradición, la que
pretendieron reformular.
El aspecto positivo de dicha ética es que ofrece todo un horizonte de sentido y
realización personal, dentro de un contexto interpersonal. El aspecto negativo puede
mostrarse cuando dichas propuestas anulan el valor del ser humano individual y de las
libertades personales. Por ejemplo, en ese caso, no podría haber objeción de conciencia,
donde el individuo se negara a participar en actos que atenten contra la vida o la
dignidad de otros.
Sin embargo, la existencia de dichas comunidades culturales con propuestas de éticas
sustantivas no niega necesariamente la convivencia pacífica con otras culturas. Ejemplo
lo encontramos en la convivencia armónica entre el Islam y el cristianismo en España en
parte de la edad media, la convivencia de las distintas religiones hindúes en la India, la
convivencia del budismo con las distintas tradiciones asiáticas. Pero esa convivencia
depende mucho de las condiciones sociales que la permiten. Entonces, la existencia de
máximos ni impide ni promueve necesariamente los mínimos. Puede impedirlos como
posibilitarlos.
Pero, ¿cuáles son esos máximos presentes en nuestra sociedad peruana? Recordemos
que nuestro país es multicultural, donde cada cultura propone un modelo de vida buena.
¿Cómo se viven esos máximos en nuestra sociedad? ¿Conviven pacíficamente, son
armónicos, o son conflictivos, o se los ignora? Y si no es posible esa convivencia pacífica,
donde el encuentro con el otro sea enriquecedor, ¿tendremos que recurrir a una ética
de mínimos?

Ética de mínimos

Estas éticas ponen el acento en mínimos necesarios para vivir como ser humano. Como
esos mínimos generalmente son deberes y derechos, son denominados éticas de la
justicia y constituyen el “momento deontológico” (Etxeberria) de la ética. Aquí están los
liberalismos, la ética de Kant y la ética del discurso. La ética de mínimos o ética civil
propone mínimos axiológicos y normativos (moral y jurídicos) compartidos en una
sociedad pluralista, principios de convivencia que se obtienen por consenso social. Es
una ética cívica requerida para vivir en una sociedad pluralista. A partir de esos mínimos,
cada quien puede tener plena libertad para buscar una vida feliz.
Con... “ética de mínimos”, se quiere significar,... el mínimo de legalidad y orden que una
sociedad necesita, a tenor de valores, ideas y normas que los ciudadanos de una cultura
plural comparten y que, por compartidos, se encuentran en la base de sus
ordenamientos jurídicos. (Gómez-Hera 2002, 290)
Esos principios mínimos de convivencia que se obtienen por consenso expresan una
“maduración ética de la sociedad” (Etxeberria) porque significa respetar las diferencias
y establecer la necesidad de derechos humanos fundamentales que no se reducen a los
individuales y negativos, sino a los derechos económicos, sociales, culturales y
ecológicos.
Por esos mínimos, los miembros de la sociedad pueden llegar a decisiones morales
compartidas. Esos mínimos se manifiestan especialmente en tres áreas: a) en las éticas
profesionales y en las éticas aplicadas, para poder tomar decisiones morales a pesar de
asumir diferentes creencias morales y religiosas. Es el caso de los códigos de ética de
algunas profesiones, que representan esos mínimos a pesar de que sus profesionales
sean católicos, evangélicos o ateos. b) Una ética mínima requerida por la sociedad en su
conjunto, aunque sus ciudadanos pueden asumir diferentes creencias morales y
religiosas. Dichos mínimos están contenidos en las constituciones políticas así como en
otras normas jurídicas. c) También se manifiestan estas éticas mínimas en la búsqueda
de una ética universal, válida para todos los seres humanos. Ahí están las declaraciones
internacionales sobre los derechos humanos, entre otras. Por eso se sostiene que son
mínimos transculturales. En palabras de Cortina:
Las éticas de la justicia o éticas de mínimos se ocupan únicamente de la dimensión
universalizable del fenómeno moral, es decir, de aquellos deberes de justicia que son
exigibles a cualquier ser racional y que, en definitiva, sólo componen unas exigencias
mínimas. (Cortina y Martínez 1998, 117)
Desde esta perspectiva, la universalizabilidad del fenómeno moral sería posible. Las
éticas de máximos estarían atrapadas en las comunidades, tradiciones, situaciones y
decisiones personales, no pudiendo llegar a dicha universalización. Mientras que en las
sociedades modernas podemos encontrar unos mínimos morales, como son los ideales
de la revolución francesa, aunque cada persona sería libre de seguir el modelo de
felicidad que prefiera.
...la fórmula mágica del pluralismo consistiría en compartir unos mínimos morales de
justicia, aunque discrepemos en los máximos de felicidad. (Cortina 2000, 52)
A partir de lo cual, la filósofa española sostiene que la justicia se exige, mientras que la
felicidad es asunto de invitación. Esta aparente separación entre justicia y felicidad será
resuelta en los criterios de articulación. Lo que importa señalar aquí es que la justicia no
es un asunto subjetivo sino intersubjetivo, por lo que podemos exigir al otro
(gobernante, empresario, político, autoridad, etc.) su cumplimiento. Pero el ideal de
felicidad de uno no puede ser exigido a los demás, solamente podemos sugerir e invitar
al otro a ser feliz de un determinado modo. Enfáticamente nos dice la filósofa española:
... la fórmula del pluralismo no es “todo vale”, sino: en lo que respecta a proyectos de
felicidad, cada quien puede perseguir los suyos e invitar a otros a seguirlos, con tal que
respete unos mínimos de justicia, entre los que cuenta respetar los proyectos de los
demás; en lo que se refiere a los mínimos de justicia, debe respetarlos la sociedad en su
conjunto y no cabe decir que aquí vale cualquier opinión, porque las que no respetan
esos mínimos tampoco merecen el respeto de las personas. (Cortina 2002, 57)

Sin embargo, ¿quién requiere los mínimos? La exigencia de unos mínimos vendría de
dos lados. Por un lado, del individuo que requiere que su libertad, su modo de vida y
elecciones personales sean respetadas, aunque no sean compartidas por la comunidad
en la que vive. Por otro lado, de las comunidades culturales que requieren de dichos
mínimos para salvaguardar sus formas de vida y tradiciones, que no son compartidas
por otras comunidades culturales. En cualquier caso, esos mínimos permiten res- petar
comunidades con diferentes propuestas de máximos y des- de ahí una convivencia justa.
Ésta ética nos sugiere distintas preguntas: ¿sobre qué se sustentan estos mínimos? ¿Son
esos mínimos normas morales, valores o simplemente leyes jurídicas o deben ser las
tres cosas? ¿Cuáles son esos mínimos en nuestra sociedad peruana multicultural?
¿Cómo llegar a esa ética mínima? ¿O tendremos que aceptar los valores compartidos en
la cultura occidental? Hasta el momento, nuestros mínimos morales y jurídicos están en
la constitución pe- ruana, que adopta la Declaración Universal de los Derechos
Humanos, así como otras declaraciones internacionales. Pero, ¿nos sentimos
reconocidos todos los peruanos? Y ¿es la denominada carta magna puesta en práctica
en los distintos sectores sociales como en las instituciones políticas? ¿Qué se requiere
para que esos mínimos no sean simples aspiraciones humanas, sino experiencias de
vida?

Ética de la sociedad civil

Cortina considera que esta doble faceta de la moral nos permite dar razones de al menos
dos fenómenos:

a) El hecho innegable de que haya contenidos morales diversos y de que a la vez


ciertos juicios morales exijan universalidad.
b) El hecho del pluralismo existente en las sociedades democráticas, que... consiste
en compartir unos mínimos de justicia, desde los que se conviene en potenciar
que cada quien viva según su modelo de felicidad y pueda invitar a otros a vivir
según él (nunca imponerlos). (Cortina y Martínez 1998, 118)
Tenemos entonces que el supuesto de la ética civil es la existencia de una
sociedad pluralista, ya que trabaja en el terreno de la pluralidad tratando de
guiarla. Por eso hemos dicho que no es posible esta ética en sociedades
axiológicamente monoteístas ni en sociedades politeístas. El pluralismo adquiere
sentido ético cuando se constituye en ambiente adecuado para la expresión de
la libertad, reconociendo el “derecho al error” y no aceptando que la verdad se
imponga sobre la libertad. Además, el pluralismo es el modo más propicio para
la búsqueda de la verdad (Etxeberria 2002, 140). Por último, el pluralismo es “el
marco más adecuado para reconocer la igualdad entre los diversos grupos
ideológicos y etnoidentitarios” (Etxeberria 2002, 140).
La ética civil supone, además, la separación entre privado y público, entre hombre y
ciudadano (Etxeberria 2002, 140), entre el hombre que tiene un ideal de felicidad
personal y el ciudadano que se orienta por normas universales de justicia, condiciones
de la convivencia social. Etxeberria considera que si bien dicha distinción aporta mayor
libertad, tiene tres dificultades. La primera es que dicha distinción puede tener una
“función ideológico encubridora”, como cuando se pensó que la actividad de la mujer
era la esfera privada. La otra dificultad es que la distinción priva- do/público también
puede tener una función ideológica encubridora del orden social injusto al omitir las
condiciones materiales y psíquicas básicas en el “proyecto de autorrealización”.
Sostiene el filósofo español: Por eso, es realmente importante que cuando hablemos de
ética civil, en los mínimos universales que implica incluyamos... no sólo los derechos
civiles y políticos, sino también los derechos sociales, la justicia en su versión material.
Dicho de otro modo, el pluralismo como valor, del que se hablaba antes, sólo será tal si
está contrapesado por la solidaridad, si no es excusa para el individualismo posesivo.
(Etxeberria 2002, 141)
La tercera dificultad es que esta separación relega las creencias morales a la esfera
privada, buscando asegurar que ninguna convicción se convierta en dominante
terminan haciendo de las creencias morales algo insignificante. Dicha separación ignora
u oculta que dichas creencias pertenecen a tradiciones y comunidades, que tienen una
dinámica más flexible de lo que se supone.
Si bien es importante la diferenciación, la articulación de ambas éticas se hace necesaria
para entender cómo podemos proceder en la construcción de una ética de la sociedad
civil. Ésta supone ciudadanos que participen en la vida ética, que no sean ni vasallos ni
autoritarios. Que sepan distinguir que la justicia debe respetarse socialmente, pero que
no pueden obligar a otros a aceptar un ideal de felicidad, salvo invitarlos a ella. Que la
búsqueda dialogada de normas justas no se reduce a elaborar leyes políticas, por lo que
no puede dejar que los políticos decidan todo. Esta ética cívica requiere también una
educación, donde reconozca la dignidad humana, su compromiso dialógico en la
construcción de un mundo huma- no y saber sostener sus convicciones racionalmente
evitando el fanatismo. En esa misma dirección encontramos a Mill, para quien la
educación era importante para el cultivo de las “virtudes personales” (ética de máximos)
como para el “bienestar general” (ética de mínimos). Lo cierto es que se hace necesario
una articulación, de lo contrario la distinción y la separación serían contraproducentes.
Articulación de máximos y mínimos

Cortina se da cuenta que plantear así las cosas puede dar un cierto panorama claro, pero
en las prácticas sociales contemporáneas hay una mezcla desordenada de ambas éticas,
por lo que se re- quiere criterios para articularlos. Propone cuatro articulaciones (1998b,
120) a las que agregamos nuestros comentarios, añadiendo los de otros autores:

a) “No absorción por parte de uno de ellos”. Visto desde los máximos, evitaría que
las sociedades sólo se preocupen de mínimos axiológicos y no promuevan una
vida buena. Una sociedad que sólo esté interesada en vigilar los mínimos
axiológicos fomentaría un individualismo que atentaría contra las posibilidades
mismas de la existencia de los mínimos. Las mismas sociedades liberales
fomentan subrepticiamente unos máximos, una propuesta de plenitud personal,
pero al no hacerlo explícito desorganizan la comunidad cultural que las alimenta.
Visto desde los mínimos, esa articulación no permitiría que sociedades bajo un
monismo axiológico sean intolerantes frente a proyectos y elecciones
individuales. Sin embargo, históricamente las comunidades culturales nunca
cerraron completamente las posibilidades de creación individual. El horizonte
cultural era la condición de posibilidad de la creatividad, claro ejemplo lo
constituye la obra de arte dentro de un pueblo. El asunto es que el capitalismo
rompió todos los lazos sociales y económicos para tener in- dividuos libres
dispuestos a ser absorbidos por el mercado laboral. Eso va parejo a la exigencia
del individuo moderno de poder elegir un plan de vida y un marco axiológico
distinto al de su comunidad. Y esa exigencia occidental y moderna, ¿la podemos
pro- poner a las demás comunidades culturales?

b) “Los mínimos se alimentan de los máximos” (Cortina) o “las éticas de máximos


pueden alimentar la ética civil” (Etxeberria). Los máximos pueden brindar
criterios para la fundamentación de dichos mínimos y proveer de contenido a la
ética civil. Por ejemplo, la dignidad de la persona (que es un mínimo moral)
puede ser interpretada desde distintos marcos culturales. De ese modo, los
mínimos formales se llenan de contenidos culturales, superando los emotivismos
irracionales. Cada cultura generalmente tiene razones tradicionales que puede
dar fundamentos a los mínimos axiológicos. De no existir dicha fundamentación
por ejemplo, algunas culturas no tienen razones tradicionales para defender la
dignidad del ser humano—, permitiría que las comunidades piensen sobre sus
propias razones para sus mínimos y de ese modo enriquecer las tradiciones.

c) “Los máximos deben purificarse desde los mínimos” (Cortina) o las éticas de
máximos “deben dejarse criticar e interpelar por las exigencias de la ética civil”
(Etxeberria). Existen culturas que contienen tradiciones que atentan contra la
autonomía y la libertad de los individuos, por lo que a la luz de los mínimos deben
ser revisadas. Ello no significa promover “individuos soberanos”
descontextualizados, sino que se trata de pensar una autonomía
contextualizada, donde se articule la responsabilidad del sujeto de asumir su vida
con la conciencia de estar en un contexto comunitario y cultural determinado, el
cual le propone fines y me- dios, proyectos y estilos de vida, que tienen que ser
interpretados dialógicamente. La comunidad cultural no puede proponer un
marco axiológico que mecánicamente debe ser realizado, de ser así la cultura
habría entrado en un estado de monotonía perjudicial.

d) “Evitar la separación de máximos y mínimos”. Este criterio nos permite ver la


inevitable interrelación entre máximos y mínimos, la cual permitiría enriquecer
ambas propuestas. En otras palabras, no podemos sostener criterios de justicia
pensando que nada tienen que ver con criterios del bien y la felicidad. Ambos, la
justicia y el bien, son dimensiones imprescindibles de la vida ética. En palabras
de Cortina: Obviamente, resulta imposible diseñar un modelo y unas normas de
justicia sin tener como trasfondo la idea de qué es lo que los hombres tenemos
por bueno, en qué nos parece que puede consistir la felicidad... no nos parece,
por tanto, que el ideal de vida buena de una sociedad pueda realizarse sin
atender a unos mínimos de justicia. (Cortina 2000, 53)
Así, tenemos una interrelación entre justicia y felicidad. Si exigimos un orden económico
justo es porque aspiramos al bien que cada individuo o grupo lo podrá interpretar
dialógicamente des- de sus marcos culturales. La exigencia de justicia es pues la
condición para la aspiración a la felicidad y ésta es la que nos impulsa a la búsqueda de
la justicia.
Que toda cultura tiene mínimos para la comunidad a la que pertenece, eso es claro,
porque una cultura contiene significados compartidos. Pero cuando hoy día se hace
referencia a los mínimos es al marco axiológico necesario, especialmente cuando existe
una realidad multicultural, donde las culturas tienen que encontrarse cotidianamente
con otras. En ese encuentro no deben ser absorbidas unas a otras sino que con la
existencia de mínimos de justicia debemos tender a fortalecer las propuestas morales
de bien y felicidad de las comunidades culturales.
Aunque esta articulación muestra una actitud flexible de par- te de Cortina, dicha
articulación es hecha desde la ética de los mínimos. También se puede sostener una
articulación desde la perspectiva de los máximos. En ambos casos, esta articulación es
la que permitiría una “ética cívica democrática”, que sería aquellas que los ciudadanos
comparten y que viven a partir de máximos. Además, permitiría una aplicación en
distintos ámbitos de la vida social, como instituciones sociales donde participan
personas con distintas éticas. Por último, permitiría construir una ética universal.

¿Cómo obtener los mínimos?

El Informe de la Comisión Mundial de Cultura y Desarrollo titulado Nuestra diversidad


creativa, en el capítulo “Un compromiso con el pluralismo”, dice:
... una nación que apueste por la diversidad cultural debe crear un sentido de nación
como una comunidad cívica que se arraigue en valores que todos comparten y que esté
libre de un engañoso sentido de superioridad o exclusividad. (Comisión Mundial de
Cultura y Desarrollo 1997, 31-32)
Sin embargo, ¿cómo obtener esos mínimos en sociedades multiculturales para crear
dicha “comunidad cívica”? ¿Quién y sobre qué se fundamentan esos “valores
vinculantes”? Ese es el “primer problema de fondo” (Gómez-Hera) que debemos
resolver.
¿Por opinión de la mayoría? Eso ya excluye a las minorías culturales, las cuales tendrían
que someterse a los dictados de una mayoría no siempre dispuesta a escucharlos.
¿Hacer participar a las diferentes culturas y mediante el diálogo reconocer los mínimos?
¿Simple decisión de los políticos de turno? ¿Decisión de los intelectuales? ¿Por el
consenso cultural actual? ¿O por la participación de la sociedad civil?
El antecedente de una búsqueda de mínimos trasculturales puede encontrarse en el
estoicismo, que tuvo que enfrentarse a contextos sociales semejantes a los nuestros. El
estoicismo aparece con la decadencia de la polis griega y tiene su esplendor con el auge
del imperio romano, que había unido con violencia distintas tradiciones culturales bajo
un orden económico, político y militar. En ese contexto, los estoicos sostienen que el
hombre sabio no tiene patria, todo el mundo es su patria. ¿Pudo haberlo sostenido un
hebreo de aquellos tiempos? No. A pesar de que podemos encontrar sacerdotes aliados
al poder romano, en general hay una autoafirmación del judaísmo, que inspiraron a
movimientos rebeldes dentro de la antigua Palestina. Los pueblos no romanos sólo
quieren vivir sin dominio. ¿No será algo semejante lo que ocurre hoy? Desde los países
del primer mundo se proponen éticas de mínimos, sin tener en cuenta que de hecho ya
estamos dentro de un dominio cultural de Occidente. Quizá, como antaño los pueblos
con otras tradiciones culturales, como el Islam, no quieren do- minio cultural sino
libertad para desplegar su riqueza cultural. Así, los grupos extremistas serían hijos del
dominio violento de una cultura, más que de la irracionalidad de las tradiciones.
Y ¿de dónde sacaban los estoicos esos mínimos? Pues de toda una visión del mundo y
de la vida. Ellos consideraban que había una Razón universal y divina que dirigía todo,
por lo que el hombre sabio debe vivir de acuerdo a dicha razón. Es decir, era una razón
impersonal sostenida a partir de una metafísica. Esto también nos dice algo para la
propuesta de mínimos de nuestros días.
¿De dónde quieren secarse los mínimos hoy? Pues de una razón universal, impersonal,
no sometida a las limitaciones de las realidades sociales. Dicha razón es la que está en
cada hombre y lo que lo constituye como persona con dignidad. Así, los mínimos son
planteados a partir de la asunción de la dignidad de la persona, entendida ésta como ser
racional. Veamos lo que nos dice Gómez-Hera al respecto:
Y esa base o fundamento de una “ética de mínimos”,... no puede ser otro que el mismo
hombre, descubierto, en terminología kantiana, como ser racional, persona moral, fin
en sí mismo, digno de aprecio siempre y nunca de precio. (Gómez-Hera 2002, 293)
El filósofo español antes ha descartado que los mínimos nazcan de alguna ideología, de
algún partido único, de alguna confesión religiosa, de algún individuo con poder, de la
mentalidad cientificista o del estado de cosas. Ninguna de estas posibles fuentes no
darían mínimos aceptables. Por eso sólo el hombre ilustra- do, persona racional y digna,
puede ser el fundamento. Pero dicha propuesta ética está sostenida sobre la cultura
moderna, por- que ella es la que ofrece el marco metafísico que la hace posible. En otras
palabras, las éticas de mínimos esconden una metafísica, por lo tanto una ética con una
propuesta de vida buena. El hombre ilustrado se coloca como patrón de medida de toda
cultura.
¿Es la cultura occidental la que debe ser universalizada? Sin abandonar el imperativo
kantiano del hombre como fin en sí mismo, tenemos que dejar a las comunidades
culturales realizar sus propias fundamentaciones. Además, dentro de cada nación como
la nuestra existen diversas comunidades culturales que requieren ser escuchadas. Sin
una actitud atenta a su mundo y a sus reclamos los mínimos seguirán siendo de grupos
elitistas. Si bien es necesario la participación de la sociedad civil para la formación
dialogada de los mínimos nacionales, ella debe estar siempre atenta a esa característica
suya: la pluralidad de voces.
Muchos intelectuales trabajan con el supuesto de que como integrantes de la cultura
occidental, ya tenemos algunos mínimos que son: la libertad, la igualdad y la fraternidad.
Parece ser de esa opinión la española Cortina. ¿Qué ocurre con las culturas que priorizan
otros valores? Países como el nuestro no puede eliminar sin más su herencia occidental,
a no ser que lo haga violentamente. Pero sí requiere de los intelectuales revisar dichos
mínimos occidentales y modernos, repensar el contenido y jerarquía de los va- lores que
presentan, así como sus conflictos o posibles fusiones con valores no occidentales.

Los mínimos occidentales

La cultura occidental a través de su historia ha ido haciendo relevante distintos valores,


pero desde la modernidad se han hecho relevantes especialmente tres: libertad,
igualdad y fraternidad. Pero sería equivocado pensar que ellos han tenido definiciones
precisas. Esta pluralidad de definiciones ha permitido elaborar distintas propuestas
éticas y políticas.
La libertad.- Sin duda, es el valor predominante en la cultura occidental, aunque en la
historia de Occidente no ha tenido un único significado. Aquí también seguiremos las
líneas trazadas por Cortina, pero con nuestro propio desarrollo. Por lo menos son tres
los significados posibles:

a) Participación (Libertad positiva). Participación en los asuntos públicos. Por


ejemplo, realizada en las sociedades griegas antiguas y en las sociedades
modernas. Los ciudadanos pueden participar más de los asuntos públicos,
pero muchas veces se ven limitados por los tipos de democracia
representativa. Este concepto de libertad como participación es la que
estuvo detrás de las democracias parlamentarias, que hoy está siendo
revisada para dar mayor participación a los ciudadanos en distintas instancias
de decisión en asuntos que afectan a sus intereses. Así, la sociedad civil
organizada en instituciones de consumidores, de derechos humanos,
ecológicas, etc., comienza a dar una nueva vitalidad a la libertad como
participación social y política, tanto en los asuntos del Estado, como en los
gobiernos regionales. Es necesario fortalecer la sociedad civil para que el
espacio público no sea dominado por el poder económico ni el poder político,
con sus frecuentes consecuencias ya conocidas.
b) No interferencia (Libertad negativa). Es la libertad de origen moderno y
liberal, entendida como libertad de, la cual busca sentirse independiente
para realizar sus propias elecciones individua- les. Libertades individuales que
el Estado debe garantizar a través de mínimos, pero en los cuales no debe
entrometerse. Socialmente, eso ha permitido erróneamente que los asuntos
políticos sean considerados como diferentes de la dimensión moral,
relegándola al plano individual. Decía Mill, que sobre su cuerpo y su mente
el in- dividuo es soberano. Así, entender la libertad como no interferencia
hace que los individuos modernos cada vez sientan menos atracciones por
los asuntos públicos y el bien común, a no ser que sea visto como un negocio
más. No requerimos eliminar la libertad negativa, sino que ella sea la otra
dimensión de la libertad, especialmente la que hace frente a la arbitrariedad
del poder político.
c) Autonomía (Kant). Capacidad de dirigir por sí mismo su vida, de
autolegislarse racionalmente. Así, para Kant no existe oposición entre
libertad y deber sino que una “voluntad libre y voluntad bajo leyes morales
es la misma cosa” (Kant 1973, 136). Al respecto dice Gómez-Hera: El principio
de autonomía/libertad expresa la quintaesencia de lo que denominamos
modernidad... ¿De qué? De aquellas cosas y deseos que no permiten al sujeto
ser libre y responsable, de aquellas instancias que piensan y deciden por
otros... (Gómez-Hera 2002, 284-5) Pero la autolegislación ya no puede estar
centrada en el individuo y sus deseos, sino que debe incluirse otros
elementos de re- flexión, como los contextos sociales y culturales en los que
vive y de los que depende, así como la responsabilidad frente a los de- más.
Después de todo, es esta autonomía contextualizada la que es condición de
la autenticidad.
d) La igualdad.- Cortina nombra tres acepciones que se han propuesto:

 Igualdad de todos los ciudadanos ante la ley.


 Igualdad de oportunidades, la cual busca compensar las desigualdades naturales
y sociales de nacimiento.
 Igualdad en ciertas prestaciones sociales, que han sido universalizadas, gracias
al estado social de derecho.
El tema de la igualdad es el tema de la justicia, tan sensible en nuestros días.
Cualquiera sea la propuesta de justicia, lo cierto que está inevitablemente
relacionada con la libertad, manteniendo un delicado equilibrio. Más aún, sin la
justicia, la libertad puede degenerar en simples acciones arbitrarias e
irracionales. La justicia es lo que puede poner límites racionales a los
individualismos extremos. La fraternidad.- La fraternidad hace referencia a la
solidaridad, tan apreciada en nuestros pueblos latinoamericanos, pero
progresivamente olvidada por la influencia del individualismo que promueve el
neoliberalismo. Esta solidaridad puede tener dos extensiones:

a) Grupal: solidaridad en los grupos sociales con los cuales se comparte el


mismo interés. De la solidaridad de las personas implicadas depende el éxito
de la causa común: familia, organizaciones de vaso de leche, empresa, etc.
b) Universal: solidaridad con todos los seres humanos por interés en ellos
mismos. Ayuda a las personas damnificadas por desastres naturales,
hermanos del sur, ayuda al Tercer Mundo, los médicos sin fronteras, etc. Los
actos de solidaridad nos cohesionan más como grupo humano (como
humanidad, nación o grupo étnico) y también crea una sensibilidad personal
necesaria para enfrentar situaciones difíciles. Claro que también es un
recurso de nuestra constitución natural y social para la sobrevivencia como
especie. ¿Cómo despertar la solidaridad? Mientras que la libertad negativa
son ex- presiones del individuo y los actos de justicia suelen tener un so-
porte legal, la fraternidad no. La fraternidad o solidaridad entendida como
resultado de la vida atenta puede ser la que articule la libertad con la justicia,
además que es ella la que expresa mejor nuestra calidad humana.

Mínimos Éticos Para Una Convivencia Ciudadana En El Perú

Francisco Merino, hace mención a la diversidad y las distintas tradiciones culturales


presentes en nuestra historia, como ejemplo de ellos la gastronomía peruana.

 Para construir reglas de juego compartidas dentro de un orden democrático,


deberían considerarse la voz y los intereses de todos los grupos y sectores
involucrados.

Diversidad Y Pluralismo Como Punto De Partida

Partiendo de este contexto, cuando afirmamos que nuestro país es diverso, también es
notable que no vivimos en la sociedad que quisiéramos, ya que siempre se ha
comentado que la pobreza y la falta de oportunidades afecta a todos los peruanos; esto
es debido a que nuestro sistema político es muy débil. Este tipo de problemas que se
menciona en el párrafo anterior es compartido por muchas sociedades pertenecientes
a llamados “países en vías de desarrollo”.

En la actualidad se aún se pueden identificar grupos sociales que se encuentran en


situación de vulnerabilidad del ejercicio de sus derechos con formas de discriminación y
falta de reconocimiento, tales como: los pueblos indígenas amazónicos, la población de
origen andino, los afrodescendientes y otros colectivos.
Existe una escasa e inefectiva promoción de acciones dirigidas a promover el
reconocimiento y respeto de las diferencias culturales en el marco de un Estado
democrático.
Tenemos un pluralismo cultural valorado socialmente aunque distante aún de un
efectivo reconocimiento y respeto de las diferencias.
Es posible dar cuenta de un pluralismo religioso en el Perú donde las distintas ofertas
incluyen el respeto por las creencias de quienes no profesan la misma fe.
El pluralismo político se constituye como una condición para la confianza en el sistema
político y para la canalización de esas demandas por la vía política.
La valoración de la diversidad y del pluralismo nos remite a la posibilidad de una
convivencia pacífica entre personas y grupos diversos, donde se respeten las diferencias
y se propicien oportunidades equitativas para que las personas puedan llevar a cabo sus
ideales de vida.

Pluralismo Moral Y Mínimos Éticos Para La Convivencia

Para fortalecer el contexto del párrafo anterior, explicaremos ¿qué es una sociedad
moralmente pluralista? Una sociedad pluralista es aquella donde conviven diferentes
concepciones morales acerca de lo que es una vida buena. Estos ideales de vida buena
vienen de las distintas tradiciones culturales y religiosas presentes en esa sociedad y dan
respuestas distintas a los problemas morales que se plantean en la vida personal y social.
Una segunda respuesta, seria es aquella, si es posible encontrar o construir puntos de
vista y acuerdos comunes, unas normas y valores compartidos que sean válidos para
todas las personas que forman parte de esa sociedad.

 Una sociedad pluralista es aquella donde conviven diferentes


concepciones morales acerca de lo que es una vida buena, las cuales
provienen de distintas tradiciones culturales y religiosas presentes en la
sociedad.
 Lo que define específicamente a una sociedad pluralista es que en ella sí
es posible encontrar o construir puntos de vista y acuerdos comunes,
unas normas y valores compartidos, que sean válidos para todas las
personas que forman parte de esa sociedad.
 La idea de tolerar las distintas concepciones de vida buena que pueden
profesar las personas supone valorar sus capacidades para elegir sus
propios caminos.
 A pesar de las actitudes y prácticas de exclusión, intolerancia y falta de
reconocimiento entre diversos, las exigencias éticas hacen posible
encontrar algunas normas y valores compartidos que sean la base de
unos mínimos éticos para la convivencia de personas y grupos plurales.
 Los retos de la diversidad y el pluralismo a escala internacional plantean
con intensidad creciente la necesidad de compartir criterios éticos y
normas transculturales para la convivencia entre países y en su interior.

Ética De Mínimos Y Éticas De Máximos

Haciendo referencia a la propuesta de Adela Cortina, acerca del tema de los mínimo
éticos y a la distinción que establece entre “ética de mínimos” y ética de máximos”. La
ética cívica se entiende como una ética de mínimos, mientras que las éticas que ofrecen
propuestas de vida feliz son como éticas de máximos

 En sociedades concretas que se comprenden como moralmente


pluralistas, la ética cívica se entiende como una ética de mínimos,
mientras que las éticas que ofrecen propuestas de vida feliz son
consideradas como éticas de máximos.
 La ética de mínimos no tiene como prioridad pronunciarse sobre
cuestiones de felicidad y de sentido de la vida, sino sobre sentido de
justicia, lo que puede exigirse moralmente como mínimo a todos los
ciudadanos.
 Una ética de mínimos es una ética intersubjetiva, en la que resulta
necesario que los distintos grupos puedan discernir cuáles son aquellas
exigencias y normas éticas que todos deberíamos tener como justas.

Las éticas máximas intentan mostrar caminos de cómo ser feliz, desde concepciones
globales del ser humano y de su realización en la vida social, es decir concepciones de
vida buena que conviven en una sociedad pluralista. En cambio la ética de mínimos se
basa en cuestiones de justicia, lo que puede exigirse moralmente como mínimo a todos
los ciudadanos; de esta manera se comparte en una sociedad pluralista se comparten
unos mínimos de justicia.
La ética de mínimos y las éticas de máximos están mutuamente interrelacionadas, existe
entre ellas un vínculo de complementariedad, no de mutua exclusión. Apostar por el
desarrollo de una sociedad pluralista implica reconocer que ambas buscan conformar
una sociedad justa y feliz.

Los Derechos Humanos Como Mínimos Éticos: Límites Y Condiciones

Se podría decir que contamos con reglas y derechos democráticos que están
reconocidos formalmente pero somos testigos de que nuestras prácticas cuestionan el
sentido de estas reglas y no construimos proyectos inclusivos y respetuosos de las
diferencias.
Es posible entender los derechos humanos como la expresión de unos mínimos éticos
universales en sociedades moralmente pluralistas y culturalmente diversas.
Convivencia supone la valoración de básica de la vida e identidad de cada persona
humana.
Es posible entender los derechos humanos como la expresión de unos mínimos éticos
universales en sociedades moralmente pluralistas y culturalmente diversas.

Derechos Humanos, Diálogo Y Cultura Cívica En El Perú

 Es necesario que los derechos humanos permanezcan abiertos a la


pluralidad que no es otra cosa que una universalidad definida por el
diálogo intercultural.
 Esta apertura a las diferencias es la que posibilita enriquecer los
contenidos normativos de estos derechos desde la experiencia misma del
diálogo entre diferentes, proceso que podría alcanzar el nivel de
normativa jurídica.
 Resulta fundamental la implementación y promoción de políticas
públicas interculturales, sobre todo en los terrenos más sensibles para la
afirmación y supervivencia de las culturas.

Observaciones finales

a) Buena parte de los peruanos formamos parte de la cultura occidental, por lo


tanto estamos influenciados por sus valores. Pero también es cierto que esta
cultura tiene serios problemas morales. Por lo que debemos repensar esos
valores, sea para recrear los con- tenidos, sea para añadir otros, sea para
darles una nueva jerarquía o conjugarlas con valores de nuestras tradiciones.
b) Sin embargo, ¿qué pasa con las comunidades étnicas peruanas que no han
sido tan influenciadas por los valores occidentales? Se requiere mayor
sensibilidad para respetar sus tradiciones, pero también para que sus
derechos sean reconocidos y no vulnerados por grupos de poder alguno.
c) Por último, ¿y la naturaleza? Parece que la ética de mínimos occidental
tiende siempre a olvidarse el factor ecológico. Estos tres valores mínimos
occidentales deben ser pensados desde los problemas ecológicos, sin obviar
a las generaciones futuras. Si no resisten a esta prueba, es decir, si no pueden
darnos propuestas significativas ante el desastre ecológico, es hora que
cambiarlos.

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