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Joan Pagés – Cap.

IX: El tiempo histórico

1. La enseñanza de la historia
Uno de los principales problemas del alumnado de la escuela obligatoria es su dificultad para
ubicarse y comprender el tiempo histórico. No solo dominan la cronología sino que no
comprenden los procesos de transformación de naturaleza económica ni poseen aquellos
datos específicos para su comprensión.
Podemos señalar diferentes tipos de problemas en la comprensión del tiempo histórico y en la
enseñanza de la historia. Un primer problema es una consecuencia de la indefinición del
propio concepto en la enseñanza o su identificación exclusivamente con la cronología. Este
primer problema, de naturaleza epistemológica, y didáctica genera otros muchos que se
plasman en la selección y secuencia de los contenidos, en las relaciones entre la conciencia de
temporalidad que posee el alumnado y el concepto de tiempo que queremos enseñar. Una
segunda razón, nos remite al análisis sociológico y al problema de las finalidades de la
enseñanza de la historia y de las ciencias sociales. El tercer tipo de problema tiene relación con
lo que sabemos sobre cómo construyen los niños y los adolescentes la temporalidad y el papel
que en esta construcción tiene la enseñanza y el aprendizaje de la historia.

La concepción hegemónica de la historia y del tiempo histórico en la enseñanza.


En la enseñanza de la historia existe una tendencia abusiva a identificar lo que ha pasado con su
reconstrucción e interpretación. La permanencia de esta tendencia es una consecuencia de la
persistencia del positivismo en la historia escolar y en la divulgación histórica. La confusión entre
el pasado y su interpretación es especialmente grave en la enseñanza obligatoria porque la
persona que aprende no dispone frecuentemente del bagaje cultural intelectual suficiente para
saber que el pasado que conocemos y estudiamos no es el pasado tal como sucedió, sino una
interpretación realizada desde el presente y para el presente.
Los conocimientos históricos escolares reflejan, una tendencia, un paradigma, una visión de una
escuela historiográfica concreta que casi nunca se explicita previamente.
Los hechos históricos se presentan en muchos libros de texto como hechos naturales, objetivos,
que han sido narrados y descritos por los historiadores de la manera más ajustada posible. El
tiempo histórico es entendido como un tiempo externo a los hechos, objetivo, que actúa de
manera lineal, acumulativa. El tiempo histórico es para el positivismo el tiempo de la medida, de la
cronología. Para los críticos del positivismo, el tiempo y el hecho histórico son objeto construidos
por el historiador. Entendidos de esta manera no es posible establecer de forma definitiva,
absoluta, la naturaleza de un hecho histórico, ni su temporalidad, ya que ambos podrán ser
repensados y reinterpretados por cada generación.
En la enseñanza de la historia se trata de que los alumnos comprenden que los hechos históricos y
su temporalidad son construcciones hechas por los historiadores y que estos mismos pueden ser
construidos e interpretados de manera diferente por otros historiadores y por los ciudadanos.
Esta concepción educativa de la historia escolar está profundamente arraigada en amplios
sectores sociales, profesionales y sobre todo, en los poderes públicos, especialmente los
conservadores, y en la industria editorial de libros de texto.
Una de las principales causas de la comprensión del tiempo histórico por el alumnado tiene
relación con el valor que se otorga a los distintos contenidos, su secuencia y los tiempos reales que
en la programación, y en la enseñanza, se dedican a su estudio.
“Si la revolución francesa duró 10 años (tiempo histórico) y el tiempo de su estudio en segundo es
de 18 horas, los alumnos perciben este módulo como muy pesado (dura dos meses…). Al
contrario, la Revolución Industrial que para algunos historiadores duró un siglo, se estudia en 12
horas. Se entiende así fácilmente las dificultades que pueden tener los alumnos para comprender
las diferentes temporalidades.
La historia concebida como transmisión de los valores tradicionales y conservadores. Esto se
justifica por la necesidad de integrar a los estudiantes en el sistema de valor hegemónicos, y tiene
en el patriotismo y en el nacionalismo un marco de referencia ideológico permanente. La
finalidad: moldear la conciencia colectiva de la sociedad y la conciencia temporal de la ciudadanía.
Aunque en realidad debería ser un instrumento al servicio de la democracia y de la participación
ciudadana, un medio para ubicar al alumnado en su presente y permitirle intervenir en la
construcción de su futuro personal y social.
Esta segunda posición se inspira en las aportaciones de la Escuela de los Annales, de la Nueva
Historia y del Materialismo Histórico, y piensa los contenidos del currículo en función del alumno,
de sus necesidades, y de las necesidades en los problemas de la vida, que ha de permitir a los
estudiantes pensar y aprender el pasado a la luz de los problemas del presente.
La naturaleza del conocimiento histórico escolar y su epistemología de referencia, el protagonismo
del profesorado en la toma de decisiones, la concepción del aprendizaje de la que se parte y el
papel que se otorga al alumnado en la construcción de sus saberes.
La propuesta de seleccionare los contenidos a partir de cuatro aspectos comunes a todos los
acontecimientos y épocas históricas: el tiempo y los ritmos del cambio, el estudio de
acontecimientos, personajes y hechos históricos, la idea de cambio y continuidad en el devenir
histórico, y las explicaciones multicausal de los hechos del pasado.

La investigación educativa sobre el aprendizaje del tiempo histórico y la adquisición de la


conciencia de temporalidad
La concepción positivista propone un saber dado objetivo, una enseñanza centrada en el profesor
y un aprendizaje memorístico y repetitivo.
Según los piagetianos, era imposible aprender historia hasta la adolescencia.
Otro tipo de conclusiones, en las que se niega que la adquisición de la temporalidad dependa del
desarrollo y de la madurez cognitiva (niegan la postura piagetiana).
Para operar y pensar históricamente, que esta capacidad depende mucho más de los contenidos y
de los métodos de enseñanza que del desarrollo o la madurez de los estudiantes.
Hoy nadie discute que la experiencia de tiempo se adquiere desde el nacimiento, en el interior del
grupo y de la colectividad, en contacto con las personas y las cosas. De esta experiencia emana
una conciencia de temporalidad –de percepción mental del tiempo, el tiempo psicológico- que
cambia y se modifica con la edad y con nuevas experiencias. Lo habitual es que esta conciencia se
vaya adquiriendo de forma espontánea e intuitiva.
Las imágenes y representaciones de los acontecimientos cotidianos son el primer conocimiento
organizado, en forma de secuencia, de narrativa, de los alumnos. El crecimiento cognitivo de los
alumnos se construye a partir de estas imágenes creadas a través de su experiencia social y
cultural en situaciones reales y de la asunción de los sistemas simbólicos de la sociedad en la que
vive.
El tiempo vivido y su representación, y el tiempo social o el tiempo histórico son cosas diferentes.
El tiempo vivido se construye a través de nuestras vivencias, mientras que el tiempo histórico se
construye a través de referencias distantes. El tiempo vivido es siempre una construcción
subjetiva, “cargada de significado emocional”, mientras que el tiempo histórico es de carácter
colectivo y se ocupa de “duraciones, sucesiones y cambios en hechos sociales”. Sin embargo,
existen también notables paralelismo entre uno y otro. Ambos de dividen en pasado, presente y
futuro.
Una propuesta para la enseñanza y el aprendizaje del tiempo histórico
El tiempo social y el tiempo histórico son dos construcciones culturales creadas para explicar y
comprender los cambios y las permanencias. Son conceptos sinónimos aunque tienen aplicaciones
diferentes, según los utilicen los historiadores y otros científicos sociales.
La reflexión epistemológica sobre la naturaleza del tiempo histórico es un requisito fundamental
para la selección de los contenidos históricos, y en concreto, para determinar que se debe enseñar
y que deben aprender los alumnos sobre él.

- Pasado, presente y futuro


El tiempo social es por definición histórico, ya que se conforma a través de la relación dialéctica
entre lo que ya ha sido –el pasado-, lo que es –el presente- como resultado de lo que ha sido, y lo
que será –el futuro- como consecuencia de lo que somos y estamos haciendo.
La relación dialéctica pasado/presente/futuro ha de permitir entender nuestra experiencia de
presente como un puente entre el pasado y el futuro, dentro del continuum. Consiste en entender
las causas y consecuencias de los hechos, y de las transformaciones en relación con otros tiempos,
y con el futuro que pretendemos construir.

- Cambio y permanencia
Resultado de investigaciones para comprender y explicar los cambios operados en las sociedades
humanas en su devenir, desde el pasado más alejado hasta el presente. Los cambios y las
continuidades o permanencias producidos en el pasado han creado el tiempo social presente. Es
necesario considerar la existencia de una pluralidad de tiempos como reflejo de los cambios en los
diferentes fenómenos que coexisten en cada sociedad.

- La explicación y la comprensión de los cambios y de las permanencias: la duración.


Se pueden establecer tres tipos de duraciones:
- Las que corresponden a hechos y fenómenos de corta duración, a los acontecimientos, al tiempo
corto de la vida de las personas.
- Las que corresponden a la larga duración, al tiempo largo de las sociedades y a sus estructuras.
- Las que corresponden al tiempo medio de las coyunturas, unos tiempos más largos que los
tiempos de los acontecimientos, a los que incluyen y explican, pero mucho más cortos que los
tiempos de las estructuras.
La capacidad de distinguir, los ritmos y los niveles de la duración se puede considerar como uno de
los objetivos fundamentales del aprendizaje del tiempo histórico. El dominio de la historicidad y de
la temporalidad supone que el alumno es capaz de situar los acontecimientos puntuales y
características de la cotidianidad, del tiempo corto, en una perspectiva temporal alejada, de
diferenciar los hechos puntuales y relacionados con los factores coyunturales y estructurales
dentro de los cuales se insertan y adquieren sentido, de analizar causas y consecuencias, de
comprender las intenciones de sus protagonistas. Asimismo, supone conocer los mecanismos
conceptuales y metodológicos que utilizan los historiadores para construir los hechos a través de
sus evidencias, y saberlos utilizar críticamente para construir su propia interpretación.

- Mediciones y clasificaciones: la cronología y la periodización


Los mecanismos temporales son instrumentos, la cronología y la periodización, permiten ordenar
la secuencia de acontecimientos y procesos y clasificarlos en etapas.
A diferencia del tiempo histórico, la cronología (día, año, siglo) es un instrumento técnico de
medida y un instrumento social de referencia para la regulación de las acciones individuales y
colectivas. Los hechos se relacionan entre sí según hayan pasado antes o después (sucesión) o
pasen a la vez (simultaneidad).
Pero también se ha de construir un modelo de periodización que permita identificar las divisiones
que se han creado para diferenciar las formaciones sociales del pasado, las etapas y las épocas en
que se ha dividido la historia y poder establecer una continuidad temporal entre ellas. La
periodización es un elemento para organizar y secuenciar los fenómenos históricos y la evolución
de las sociedades. Un elemento problemático porque supone poner límites, establecer fronteras
entre los cambios y sus duraciones. Porque la existencia de ritmos evolutivos diferentes en el
interior de cada sociedad hace que cualquier periodización difícilmente pueda generalizarse para
el conjunto de la humanidad e incluso para colectivos sociales afines. La periodización más
habitual de la historia escolar se ha basado en fecha y acontecimientos concretos de la historia
político-militar.
Esta concepción ha sido cuestionada ya hace tiempo en el campo de la historiografía y se han
hecho intentos de articular nuevas formas de periodización más flexibles y acordes con la realidad
de los cambios sociales.
Periodizar es individualizar una serie de aspectos de un proceso social, diferentes de los que
existían antes y de los que existirán después.
Para construir y aprender cualquier periodización se han de utilizar las fechas. Éstas se hallan en el
inicio del proceso, pero en realidad son el final, la conclusión, en tanto que ejemplifican un
periodo o resumen y sintetizan una interrelación bastante complicada de muchos fenómenos
sociales de diferente origen.

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