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Los contenidos académicos no son lo que pueden parecer al observador casual, ya que al
tomar cuerpo o concretarse en el espacio privilegiado del aula, se traman con el universo de
relaciones entre el maestro y los alumnos; son estos sujetos quienes en el microcosmos
escolar los asumen, los reconstruyen, los median, los restituyen o los olvidan.
Los contenidos académicos son un particular modo de existencia social del conocimiento y la
escuela el espacio específico donde éste es reconstruido y definido. Conocimiento escolar
entendiéndolo como construcción social, es decir, como objetivado en las relaciones y
prácticas (institucionales) cotidianas a través de las cuales los alumnos se encuentran con y
hacen suyos los conocimientos que la escuela intenta transmitir.
La forma es contenido
Los contenidos son reelaborados al ser transmitidos, a partir de la historia de los maestros y de
su intención de hacerlos accesibles a los alumnos. Así mismo, son reelaborados también por
los alumnos a partir de sus historias y sus intentos por aprender la lección.
En este estudio hemos construido dos formas de relación con el conocimiento, que hemos
llamado: relación de exterioridad con el conocimiento y relación de interioridad con el
conocimiento. Se produce una relación de exterioridad cuando el sujeto debe relacionarse con
un conocimiento que se le parece como problemático o inaccesible (…) Se produce una
relación de interioridad con el conocimiento cuando el sujeto puede establecer una relación
significativa con él. Esto se produce cuando el conocimiento que se presenta incluye e
interroga al sujeto.
Consideramos al sujeto maestro fundamentalmente como aquel que media entre los alumnos
y el conocimiento, en dos sentidos: por un lado, aquel que hace una reelaboración particular
del contenido que presenta a los alumnos y por otro aquel que “representa” la autoridad del
conocimiento escolar.
Las formas de conocimiento “tópica” y “como operación” están inscritas en una misma
legalidad científica y participan de los mismos presupuestos epistemológicos, aunque la forma
de conocimiento “como operación” es más compleja que la primera.
Consideramos que la forma de conocimiento “situacional” posibilita en mayor medida que las
otras formas, la comprensión de la realidad por y para el sujeto; conduce menos a la
enajenación del sujeto en el conocimiento; da indicios de una posición de menor
subordinación del sujeto ante la supuesta verdad anónima de la ciencia. Es necesario aclarar,
sin embargo, que no podemos adoptar esta forma de conocimiento como el “modelo del bien
hacer educativo”. La enseñanza de cualquiera de las formas de conocimiento se da inserta en
un contexto social e histórico que también le otorga un significado general, en donde lo que
hemos llamado, por ejemplo, “comprensión de la realidad” está traspasada por la alineación,
la mistificación y la reificación de las relaciones, así como por el carácter inevitablemente
prescriptivo del discurso pedagógico.
Hemos desarrollado este proceso analítico con la intención de poder comprender la situación
escolar, cómo la constituyen los sujetos y cómo éstos son constituidos por ella mediados por el
conocimiento, tal como se objetiva en la enseñanza. Esta construcción sin embargo no
pretende ser exhaustiva; ella ha sido definida entre otras cosas por mi propia historia, por mis
intereses, mis lecturas, en fin, por lo que durante este proceso de investigación situado y
fechado me resultó significativo y posible de construir.