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MACHADO.
Nació en 1875 se Sevilla, aunque a los ocho años marchó con su familia a vivir a Madrid, donde se educó, con su hermano Manuel en la Institución Libre de
Enseñanza. En Paris comienza a escribir en publicaciones modernistas y asiste a clases del filósofo francés Henri Bergson. En 1907 ocupa una cátedra de Francés en
el instituto de Soria, donde conoció a su mujer, Leonor, que muere a los pocos años de casarse en 1912. Tras esto, vivió en Baeza, Segovia y Madrid. Por estos años,
se enamoró de la misteriosa mujer (Pilar Valderrama) que aparece en sus verbos con el nombre de Guiomar. Defensor de la República, cuando esta es derrotada al
finalizar la Guerra civil, se exilió a Francia donde murió en 1939 en Collioure.
En su temática, destacan las alusiones a su vida íntima (infancia y adolescencia, juventud perdida, familia, esposa y el amor), los temas noventayochistas
(pesimismo ante la sociedad española, visión del paisaje castellano y la gente que lo habita y esperanza de una España mejor) y la problemática existencial, religiosa
y filosófica (sentido de la vida, paso del tiempo, amor, muerte y Dios).
En la métrica se inclina por el uso de formas populares, aunque destaca su predilección por la silva con rima de romance y no faltan los sonetos. El estilo se
caracteriza por la ausencia de complejidades retóricas. Supo conjugar en su obra la preocupación estética y la existencial, desdeñando la artificiosidad de su poesía,
buscando el sentimiento y dando fe de sus inquietudes morales e ideológicas.
En su trayectoria podemos distinguir varias etapas:
1. Los inicios machadianos muestran un autor cercano al Modernismo de la época. Soledades (1903) incluía poemas modernistas que en la reedición de
Soledades, galería y otros poemas (1907) fueron suprimidos. En ellos predomina el intimismo, el tono melancólico y la evocación de ambientes quietos y silenciosos,
en los jardines y parques desiertos. La deuda con el modernismo se advierte en la métrica, el léxico, en algunas imágenes y en el predominio de los aspectos
musicales y cromáticos. Los temas fundamentales de las composiciones de este libro son: el tiempo, la muerte y Dios, es decir, el problema del destino del hombre,
de la condición humana con la visión de poeta existencial. Pero hay también nostálgicos recuerdos de la infancia finísimas evocaciones de paisaje en amor más
soñado que vivido.
Después de la presencia del simbolismo de algunos motivos recortados como la tarde, símbolo del declive del decaimiento hora machadiano, triste y
melancólica; el agua de la fuente invitan al perdón y revela un pasado efímero o un misterio o también la monotonía y el tedio de la vida… Es obsesiva su
preocupación por el paso del tiempo. También es característica de Soledades la forma del diálogo: yo lírico se comunica con el amanecer, la noche, el agua de la
fuente la tarde… Para expresar su mundo interior.
2. Su segunda etapa la noventayochista, con Campos de Castilla (1912 y 1917). Machaco dirige su mirada deliberadamente hacia afuera: hacia un paisaje más
real más íntimo, hacia los hombres y la historia misión del poeta de las tierras castellanas de su poesía más austera, más realista.
El tema fundamental de los primeros poemas de la decadencia de España, el carácter de sus habitantes censados en boca del paisaje real, pero las descripciones
se convierten en meditaciones sobre la ignorancia la envidia y otros tantos vicios nacionales muestra la preocupación patriótica (“orillas del Duero”. “Por tierras de
España”…)
Destaca el largo romance titulado “la tierra de Alvargonzález”, en plasma el tema del cainismo y de la lucha fratricida la historia de dos hermanos matan a su
propio padre impulsados por la codicia.
Otros poemas con elogios dedicados poetas admirados como Juan Ramón Jiménez, Berceo, Rubén Darío. Composiciones en recuerdo de Leonor y de Soria un
conjunto de poemas breves recoge aforismos como los Proverbios Y Cantares y Las Parábolas donde aparece el problema del “otro”.
3. Libro perteneciente a una tercera etapa fue Nuevas Canciones (1924) el que aparece el campo andaluz. Las composiciones breves inspiradas en la tradición
folclórica y poemas sentenciosos de profundo pensamiento filosófico. finalmente en su última etapa escribe cancionero apócrifo Abel Martín, canciones a Guiomar
y una veintena de poemas sobre la guerra civil como por ejemplo, “el crimen fue en Granada” sobre el asesinato de Lorca.
TEXTOS PARA PRACTICAR
Rubén Darío
VENUS DE INVIERNO
En la tranquila noche, mis nostalgias amargas sufría. En invernales horas, mirad a Carolina.
En busca de quietud bajé al fresco y callado jardín. Medio apelotonada, descansa en el sillón,
En el obscuro cielo Venus bella temblando lucía, envuelta con su abrigo de marta cibelina
como incrustado en ébano un dorado y divino jazmín. y no lejos del fuego que brilla en el salón.
A mi alma enamorada, una reina oriental parecía, El fino angora blanco junto a ella se reclina,
que esperaba a su amante bajo el techo de su camarín, rozando con su hocico la falda de Aleçón,
o que, llevada en hombros, la profunda extensión recorría, no lejos de las jarras de porcelana china
triunfante y luminosa, recostada sobre un palanquín. que medio oculta un biombo de seda del Japón.
«¡Oh, reina rubia! ?díjele?, mi alma quiere dejar su crisálida Con sus sutiles filtros la invade un dulce sueño:
y volar hacia ti, y tus labios de fuego besar; entro, sin hacer ruido: dejo mi abrigo gris;
y flotar en el nimbo que derrama en tu frente luz pálida, voy a besar su rostro, rosado y halagüeño
y en siderales éxtasis no dejarte un momento de amar». como una rosa roja que fuera flor de lis.
El aire de la noche refrescaba la atmósfera cálida. Abre los ojos; mírame con su mirar risueño,
Venus, desde el abismo, me miraba con triste mirar. y en tanto cae la nieve del cielo de París.
A UN OLMO SECO
Al olmo viejo, hendido por el rayo
y en su mitad podrido,
con las lluvias de abril y el sol de mayo
algunas hojas verdes le han salido.
¡El olmo centenario en la colina
que lame el Duero! Un musgo amarillento
le mancha la corteza blanquecina
al tronco carcomido y polvoriento.
No será, cual los álamos cantores
que guardan el camino y la ribera,
habitado de pardos ruiseñores.
Ejército de hormigas en hilera
va trepando por él, y en sus entrañas
urden sus telas grises las arañas.
Antes que te derribe, olmo del Duero,
con su hacha el leñador, y el carpintero
te convierta en melena de campana,
lanza de carro o yugo de carreta;
antes que rojo en el hogar, mañana,
ardas en alguna mísera caseta,
al borde de un camino;
antes que te descuaje un torbellino
y tronche el soplo de las sierras blancas;
antes que el río hasta la mar te empuje
por valles y barrancas,
olmo, quiero anotar en mi cartera
la gracia de tu rama verdecida.
Mi corazón espera
también, hacia la luz y hacia la vida,
otro milagro de la primavera.