You are on page 1of 6

EXÉGESIS:

ROMANOS 6:1-4: ¿PERSEVERAREMOS EN PECADO PARA QUE


LA GRACIA CREZCA?
1¿Pues qué diremos? Perseveraremos en pecado para que la gracia crezca? 2En
ninguna manera. Porque los que somos muertos al pecado, ¿cómo viviremos aún
en él? 3¿O no sabéis que todos los que somos bautizados en Cristo Jesús, somos
bautizados en su muerte? 4Porque somos sepultados juntamente con él á muerte
por el bautismo; para que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del
Padre, así también nosotros andemos en novedad de vida.

“¿Pues qué diremos? Perseveraremos en pecado para que la gracia


crezca?” (v. 1). Pablo ha establecido nuestra culpabilidad (1:18ff), la futilidad de
depender en la ley (2:17ff.), y la esperanza que hallamos en la gracia de Dios, la
que obtenemos por medio de nuestra fe (3:21 – 5:21). Ahora, acaba de decir,
“¿mas cuando el pecado creció, sobrepujó la gracia” (5:20).

Ahora intenta clarificar lo que podría ser un grave mal entendimiento. Si nuestra
esperanza se basa en la gracia de Dios, que abunda aún más que nuestro
pecado, ¿cuenta para algo nuestra conducta? Si la gracia de Dios limpia todos
nuestros pecados, ¿importa si pecamos poco o mucho? ¿Es posible que hasta le
hagamos a Dios un servicio al pecar? ¿Debemos pecar para que Dios pueda
manifestar la profundidad y extensión de su gracia?

La manera en que Pablo trata este tema es haciendo una pregunta retórica – un
método que utiliza a menudo en esta epístola (2:21; 3:1, 8-9; 4:1, etcétera).
“¿Debemos continuar en pecado?” Es probable que le hayan hecho esta pregunta
directamente – o, por lo menos, que se haya encontrado con esta actitud.

Aunque parece preocupante que alguien malinterprete la vida cristiana de tal


manera, “siempre es una buena señal cuando aparecen estas objeciones –
particularmente cuando gente se ofende – porque significa que el evangelio
verdaderamente ha sido proclamado. El corazón, como observó Luther, es de
naturaleza legalista. No puede tolerar el hecho de que la gracia sea gratuita”
(Hunsinger, 51).

“En ninguna manera. Porque los que somos muertos al pecado, ¿cómo
viviremos aún en él?” (v. 2). La respuesta de Pablo para esta pregunta retórica
continúa a lo largo de capítulo 6, pero comienza con este fuerte rechazo – “¡En
ninguna manera!” Entonces, Pablo procede a la fundación teológica de este
argumento, que se basa en nuestra nueva identidad. Como cristianos, ya no
vivimos bajo el dominio del pecado, sino que nos hemos mudado al reino de Dios.
“Previamente estábamos muertosen pecado (Efesios 2:1); ahora estamos
muertos al pecado” (Morris, 245 – itálico añadido).
Morimos al pecado, entonces, ¿cómo podemos continuar viviendo en él? Es como
preguntarle a un preso que acaba de salir de la cárcel por qué querría seguir
viviendo en una celda – o como preguntarle a un esclavo liberado por qué querría
seguir trabajando bajo un amo abusivo – o preguntarle a uno que gana la lotería
por qué querría seguir viviendo en una chabola. Una vez que una persona ha sido
liberada de una situación infeliz, no tiene ningún sentido que permanezca bajo
esas condiciones. Hemos sido liberados del pecado – hemos “muerto al pecado” –
por lo tanto, no tiene sentido que continuemos viviendo en él.

“¿O no sabéis que todos los que somos bautizados en Cristo Jesús, somos
bautizados en su muerte?” (v. 3). “Claro que la palabra clave aquí es ‘en’:
bautizado en el Mesías, y también bautizado en su muerte. Como el Rey David en
las escrituras, se puede pensar del Mesías como uno ‘en quien’ se encontraban
aquéllos que le pertenecían. ‘Tenemos en el rey diez partes’ decía el pueblo de
Israel, ‘y en el mismo David más que vosotros’ (2 Samuel 19:43)” (Wright, 537).

En v. 2 Pablo dice que somos “muertos al pecado.” Ahora, liga esta extraña
expresión con el bautizo. Pablo sugiere que el bautizo tiene poder de trascender
un mero simbolismo, y que incluye más que una limpieza de pecado. El bautizo en
la época de Pablo se hacía seguramente sumergiendo de creyentes ya adultos
(Craddock, 335; Barclay, 83-84; Morris, 246; Wright, 538; Hunsinger, 52;
Harrington, 51). Cuando somos sumergidos en agua bautismal, esto nos une a
Cristo en su muerte y entierro (v. 5). El pecado ya no tiene fuerza sobre una
persona muerta – las tentaciones de siempre ya no aplican – por eso, no tiene
sentido que le demos al pecado dominio sobre nosotros después de morir con
Cristo y de ser liberados del pecado.

“Porque somos sepultados juntamente con él á muerte por el bautismo; para


que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también
nosotros andemos en novedad de vida” (v. 4). Si era una buena noticia que
fuéramos sepultados con Cristo (y hay un sentido de liberación asociado con la
muerte y el entierro), es aún mejor noticia el hecho que también hemos resucitado
de la muerte con Cristo (v. 5).

Antes, Pablo dijo que Jesús “fue entregado por nuestros delitos, y resucitado para
nuestra justificación” (4:25). Ahora nos dice que, en nuestro bautizo, compartimos
la muerte y resurrección de Jesús – que nosotros, de manera personal,
experimentamos la muerte y resurrección. Hay una diferencia, claro. Jesús murió y
resucitó físicamente, pero nuestra muerte y resurrección no son físicas. Sin
embargo, por la gracia de Dios logramos el beneficio liberador de la muerte y
resurrección – logramos ser libres de pecado.

Nuestra liberación del pecado, sin embargo, es menos que completa. Aún caemos
bajo tentación y aún pecamos, pero nos hemos hecho nuevas criaturas para que
“andemos en novedad de vida” (v. 4). Ése es el propósito de nuestra muerte y
resurrección – que “andemos en novedad de vida” – que nos podamos convertir
en gente santa, digna de vivir en el reino de Dios. Esta “novedad” comenzó con
nuestro bautizo, pero el proceso de renovación continúa a lo largo de la vida y solo
se puede realizar por completo con la resurrección general al final del tiempo. No
obstante, el hecho de que hemos comenzado esta “novedad” con nuestro bautizo
y que tenemos la intención de movernos hacia una “novedad” aún más completa,
hace inconcebible que queramos “perseverar en pecado” (v. 1) – que
voluntariamente concedamos al pecado dominio sobre nuestras vidas – que
vivamos con un tranquilo desinterés de la voluntad de Dios.

ROMANOS 6:5-7: SI FUIMOS PLANTADOS JUNTAMENTE EN ÉL


EN SU MUERTE
5Porque si fuimos plantados juntamente (griego: sumphutoi – criados juntos) en él
á la semejanza de su muerte (griego: to homoiomati tou thanatou autou – en la
semejanza de su muerte), así también lo seremos á la de su
resurrección: 6Sabiendo esto, que nuestro viejo hombre (griego: ho palaios hemon
anthropos) juntamente fue crucificado con él, para que el cuerpo del pecado sea
deshecho, á fin de que no sirvamos más al pecado. 7Porque el que es muerto,
justificado es del pecado.

“Porque si fuimos plantados juntamente en él (en la semejanza de su muerte)”


(v. 5). Pablo da por hecho que la condición que resulta de la cláusula “si” ha sido
realizada – que nosotros ya estamos unidos con Cristo en la semejanza de su
muerte.

“así también lo seremos (futuro) á la de su resurrección” (v. 5). En v. 4, Pablo


sugiere que vivimos la “novedad de vida” asociada con la resurrección de Cristo
aquí y ahora. Ya que el tema con el que Pablo lucha en estos versículos se trata
del comportamiento cristiano apropiado, parece lógico que aquí y ahora haya un
impacto de la resurrección (la de Cristo y la nuestra) en nuestro comportamiento
diario. Sin embargo, en v. 5 el verbo está en el futuro – así “seremos á la de su
resurrección.” Al juntar estos dos versículos, parece claro que ya estamos
experimentando la “novedad de vida” como resultado de nuestra unión con Cristo
en su muerte y resurrección, pero que también debemos esperar nuestra propia
resurrección en el futuro.

“Sabiendo esto, que nuestro viejo hombre (griego: ho palaios hemon


anthropos – nuestro viejo hombre) juntamente fue crucificado con él, para que
el cuerpo del pecado sea deshecho, á fin de que no sirvamos más al
pecado” (v. 6). En capítulo 5, Pablo contrastó Adán con Cristo (5:12-21),
refiriéndose a los dos hombres como “un hombre.” Nos dice que el pecado y la
muerte vinieron al mundo por un hombre, refiriéndose a Adán (5:12) – pero el don
gratuito de la gracia también vino al mundo por un hombre, Jesús (5:15). Mientras
que Pablo no dice que Adán es el viejo hombre y que Cristo es el nuevo hombre
en v. 6, “Está claro que ‘nuestro viejo hombre’ y el ‘cuerpo del pecado’ ambos se
refieren a la humanidad en solidaridad con Adán, que pertenecemos a la vieja era,
la era dominada por la fuerza del pecado” (Dunn). “En el bautizo, la persona
entera deja el mundo de Adán por medio de la muerte, para seguir hacia un último
viaje de una sola dirección” (Wright, 539).

ROMANOS 6:8-11: Y SI MORIMOS CON CRISTO


8Y si morimos con Cristo, creemos que también viviremos con él; 9Sabiendo que
Cristo, habiendo resucitado de entre los muertos, ya no muere: la muerte no se
enseñoreará más de él. 10Porque el haber muerto, al pecado murió una vez; mas
el vivir, á Dios vive. 11Así también vosotros, pensad(griego: logizesthe –
considerar o contar) que de cierto estáis muertos al pecado, mas vivos á Dios en
Cristo Jesús Señor nuestro.

“Y si morimos con Cristo, creemos que también viviremos con él” (v. 8). En
el Evangelio de Juan, Jesús le dijo a Nicodemo, “el que no naciere otra
vez (griego: anoten), no puede ver el reino de Dios” (Juan 3:3). Anothen puede
significar “de lo alto” o “de nuevo,” y está claro que en ese contexto significa
ambos. De ese versículo es de donde viene nuestra frase de cristianos “nacidos
de nuevo,” una frase acompañada de connotaciones negativas para mucha gente
hoy a causa del pensamiento fundamentalista de los que a menudo se identifican
como cristianos “nacidos de nuevo.” Debemos tener cuidado, sin embargo, de no
echar al bebé con el agua del baño, porque Jesús dijo “el que no
naciere anothen, no puede ver el reino de Dios.” Obviamente pretende que
todos sus discípulos “nazcan anothen” – que nazcan de nuevo y de lo alto.

En Romanos 6:8, Pablo nos dice como ocurre esto. En el bautizo, morimos con
Cristo – nuestra vieja persona muere, para que podamos vivir la vida de
resurrección con Cristo. “Morimos (tiempo aoristo) para que también viviremos
(tiempo futuro) con él.” Vivimos a medias y en el medio – habiendo muerto y
resucitado con Cristo en el bautizo, pero esperando la plena experiencia de la vida
en la resurrección cuando llegue la resurrección general.

“Sabiendo que Cristo, habiendo resucitado de entre los muertos, ya no


muere: la muerte no se enseñoreará más de él” (v. 9). La resurrección de Jesús
no fue como la de la hija de Jairo (Marcos 5:21-24; 35-43), ni la del hijo de la viuda
(Lucas 7:11-17), ni la de Lázaro (Juan 11:1-44). Esas personas fueron resucitadas
con cuerpos ordinarios que morirían de nuevo. Jesús fue resucitado con un cuerpo
que exhibía ciertas características físicas normales. Fue posible que Tomás le
tocara y examinara sus heridas (Juan 20:27). Fue posible que desayunara (Juan
21:9-14), y que partiera el pan con los discípulos (Lucas 24:30).

Pero también le fue posible pasar a través de una puerta cerrada (Juan 20:19) y
desaparecer de la vista (Lucas 24:31) y ascender al cielo (Lucas 24:51; Hechos
1:6-11). Hemos de concluir que el cuerpo resucitado de Jesús era como los
nuestros en ciertas maneras pero no en otras. Pablo nos asegura que, no como
otros que fueron resucitados de la muerte, Jesús “ya no muere” (v. 9). “La muerte
no se enseñoreará más de él” (v. 9), porque su resurrección venció sobre la
muerte.
“Así también vosotros, pensad (logizesthe) que de cierto estáis muertos al
pecado, mas vivos á Dios en Cristo Jesús Señor nuestro” (v. 11). Esta
palabra, logizesthe, es término de contador. Aunque aún estamos dispuestos a las
fragilidades humanas, Dios ha hecho una nota en los libros eternos que nos rinde
“muertos al pecado, mas vivos á Dios en Cristo Jesús Señor nuestro” (v. 11).
Según nuestra fragilidad humana, a veces es difícil aceptar que somos,
efectivamente, “muertos al pecado, mas vivos á Dios,” pero Pablo nos clama
siempre mantener esa realidad frente nosotros – aceptar que Dios nos ha rendido,
efectivamente, “muertos al pecado, más vivos a Dios.”

Es la obra de Dios, no la nuestra, que nos rinde “muertos al pecado, más vivos a
Dios.” Si fuera nuestra obra, la podríamos aceptar más fácilmente – podríamos
estar orgullosos de nuestros logros – pero no puede ser nuestra obra. No tenemos
dentro lo que solo Cristo puede cumplir por nosotros. Por lo tanto, hasta cierto
punto se convierte en una obra de voluntad para que
nosotros logizesthe (consideremos o contemos) que somos “muertos al pecado,
más vivos a Dios en Cristo Jesús.” Pablo clama que hagamos eso mismo –
aceptar que Dios ha “manipulado los libros” en nuestro favor – aceptar la realidad
en que nos encontramos ahora, por la gracia de Dios, “muertos al pecado, más
vivos a Dios en Cristo Jesús Señor nuestro.”

TEXTO CITADO DE LAS SAGRADAS ESCRITURAS procede de Spanish Reina


Valera, situada enhttp://www.ccel.org/ccel/bible/esrv.html. Utilizamos esta versión
de la Biblia porque consta de dominio público (no bajo protección de derechos de
propiedad).

BIBLIOGRAPHY:
Barclay, William, The Daily Study Bible: The Letter to the Romanos (Edinburgh:
The Saint Andrew Press, 1975)

Craddock, Fred B.; Hayes, John H.; Holladay, Carl R.; and Tucker, Gene
M., Preaching Through the Christian Year, A (Valley Forge: Trinity Press
International, 1992)

Dunn, James D. G., Word Biblical Commentary: Romanos 1-8, Vol. 38A (Dallas:
Word Books, 1988)

Gaventa, Beverly R. in Brueggemann, Walter; Cousar, Charles B.; Gaventa,


Beverly R.; and Newsome, James D., Texts for Preaching: A Lectionary
Commentary Based on the NRSV — Year A (Louisville: Westminster John Knox
Press, 1995)

Hunsinger, George, in Van Harn, Roger E. (ed.), The Lectionary Commentary: The
Second Readings: Acts and the Epistles (Grand Rapids: William B. Eerdmans
Publishing Company, 2001)
Morris, Leon, The Epistle to the Romanos (Grand Rapids, Michigan: William B.
Eerdman’s Publishing Co, 1988)

Wright, N. Thomas, The New Interpreter’s Bible: Acts, Romanos, 1 Corinthians,


Vol. X (Nashville: Abingdon Press, 2002)

www.sermonwriter.com

www.lectionary.org

Copyright 2007, Richard Niell Donovan

You might also like