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UNA GRANDE Y PODEROSA LATINOAMÉRICA UNIDA

Latinoamérica ha vivido procesos muy similares durante su historia reciente, pasando


por su conquista, luego su colonización y finalmente su independencia, los que han
hecho que no solo la mayor parte de la región hable el mismo idioma y que esté unida
geográficamente, sino que además tengan una identidad en común.

Orrego expresó que “Los pueblos latinoamericanos no llegarán al encuentro profundo


de sí mismos sino a través de una grande y poderosa unidad en que reside la plenitud
de su futuro. Hacia allí nos impulsa, también, como a los otros pueblos, el imperativo
dialéctico de la historia”. Sin embargo, el lograr integrar los diferentes países que
componen Latinoamérica, no es una tarea fácil, a pesar de tener elementos en común,
cada uno es distinto en cuanto a política, ideologías, formas de gobierno, economía, y
culturas. Podemos apreciar una Venezuela socialista, en donde aún pueden existir
empresarios, clases sociales, pero en donde cada vez hay más restricciones por parte
del estado. En el otro extremo se aprecia a Brasil con una cultura distinta, especialmente
por su idioma, y con un gobierno de derecha que cree en el libre mercado; también está
el caso de Chile, que ha apostado por el neoliberalismo. Y así podríamos ver grandes
diferencias entre todas estas naciones, con sus respectivas fortalezas y debilidades.
Son los matices de una América Latina muy diversa que debe esforzarse por crecer en
conjunto, por entenderse, por apoyarse e integrarse.

Una integración óptima traerá muchos beneficios, entre estos inevitablemente una
mayor estabilidad política en el continente, en donde las rencillas del pasado deberán
ser zanjadas para construir un presente en donde se hagan verdaderos esfuerzos por
trabajar bajo unión a pesar de las diferencias bilaterales. Es necesario que la clase
política y los pueblos escapen de sus limitaciones, y miren hacia un futuro en donde no
se debe velar por el propio bien, sino por el desarrollo en conjunto de toda América
Latina. La integración trae consigo colaboración del conjunto de factores involucrados,
y derriba la oposición, el egoísmo, la carencia de perspectivas globales para alcanzar el
desarrollo.

Si los gobernantes se pusieran de acuerdo, dejando de lado sus diferencias y velando


por el bien de las naciones, la gente sería la beneficiada, tanto los grandes
inversionistas, como los medianos y pequeños empresarios tendrán mejores
oportunidades de trabajo, de exportación y menores obstáculos para importar a menores
precios; esto indudablemente beneficiará a toda la población, disminuyendo las
diferencias enormes que existen hoy en día en la población de la región en general, en
donde los impuestos a las exportaciones son muy elevados y a pesar de haber
iniciativas como el Mercosur, que facilitan el comercio y la economía, aún no existen
organismos como este, que incluyan a toda Latinoamérica y por lo tanto los beneficios
no son tan notorios, ni tampoco alcanzan a toda la región como debiera ser.

Al analizar estos puntos podemos evidenciar lo necesaria que es la integración de los


pueblos en pleno siglo XXl, en donde la globalización ha hecho lo suyo, las
comunicaciones y la tecnología son un gran aporte, pero no marcarán el desarrollo que
tanto se anhela alcanzar en el continente. Es aquí en donde queda de manifiesto que
más que nunca es necesario olvidar las diferencias y trabajar por la integración
latinoamericana para beneficio de todas las personas que viven aquí, ya que este es el
verdadero camino para el desarrollo en el Pueblo Continente.

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