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UNIVERSIDAD NACIONAL MAYOR DE SAN MARCOS

Universidad del Perú, Decana de América

FACULTAD DE LETRAS Y CIENCIAS HUMANAS

Escuela Académico Profesional de Literatura

Imágenes de mujer en Ximena de dos caminos. Un


análisis de los estereotipos sociales y culturales

LITERATURA ESCRITA POR MUJERES II

Medina Oré, Franz Lorenzo

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Diciembre - 2018
Imágenes de mujer en Ximena de dos caminos. Un análisis de los
estereotipos sociales y culturales

Franz Medina Oré


10030309

En el presente ensayo proponemos analizar la construcción de personajes


femeninos en la novela Ximena de dos caminos de Laura Riesco. Observamos
que la dimensión social y cultural sobre la que están construidos los personajes
es de gran relevancia para entender una de las propuestas centrales de la obra,
esta es desde nuestro punto de vista, la critica a los estereotipos de mujer en la
sociedad peruana. De esta manera, a través del análisis y la interpretación de
las imágenes femeninas que la autora construye, pretendemos evidenciar de qué
manera se elabora la crítica hacia los estereotipos de la mujer.

Para nuestro objetivo será esencial tener en cuenta el uso y la función que
tiene el punto de vista de la protagonista, pues es a través de los ojos de
“Ximena” que podemos ver los estereotipos femeninos. Nuestro análisis se
centrará principalmente en los personajes de: el Ama grande, la ahijada Casilda
y la prima Cinthia. Planteamos que cada uno de estos personajes femeninos
representa a un estereotipo social o cultural que va a ser cuestionado a través
de la mirada infantil de la protagonista.

El punto de vista

En la novela nos encontramos con un narrador heterodiegético en tercera


persona que nos narra desde fuera del mundo representado y cuya identidad se
mantiene en el anonimato durante casi toda la novela, este narrador nos
presenta los hechos desde el punto de vista de Ximena, una niña de cinco años
edad, y aunque el narrador conoce más de lo que Ximena parece saber, está
siempre orientado a expresar el punto de vista del personaje, describir su entorno
y expresar las dudas y reflexiones de la protagonista.

Ximena está configurada como un personaje en busca de conocimiento,


pues está siempre ansiosa de aprender y experimentar cosas nuevas, posee la
curiosidad natural de los niños de su edad. De esta manera, Ximena intentará
explicarse la complejidad del mundo a partir de sus escasos conocimientos, o a
través de los mitos que le han relatado; hay en ella una ingenuidad que le permite
valorar y explorar la realidad desde una perspectiva desprejuiciada y de manera
bastante sencilla e imaginativa. Así, lo que no comprende o no conoce, suele
maravillarla y le atraerla. Podemos apreciar un ejemplo de lo que decimos en su
aproximación a las incomprensibles letras árabes.

«Llega hasta donde encuentra el alfabeto árabe y lo contempla


como siempre, maravillada. Acaricia los signos pensando que hay
quienes pueden leer y cantar esos signos misteriosos. […] Las
letras árabes son ondulantes, le recuerdan peces que nadan bajo
el agua, diría que se mueven por sí solos en la página. Le traen, no
sabe porque, la memoria del mar.» (pp. 11)
Desde nuestra perspectiva, proponemos que el punto de vista del
narrador enfocado en la conciencia de una infante, es esencial para plantear una
crítica a los valores tradicionales y a los modelos de feminidad acostumbrados
en la sociedad peruana pues, la mirada de Ximena al ser ingenua y candorosa,
posibilita el cuestionamiento del orden social y cultural establecido, ya que al no
haber asimilado aún esos mismos valores, estos le resultan extraños, e
incomprensibles, pero también misteriosos y atrayentes. «Le inquieta ser testigo
de la emoción desmedida de los adultos, le mortifica que tarden en controlarse y
a la vez una curiosidad irresistible la fuerza a no moverse de donde esta» (pp.
28). Así, en el recorrido narrativo de la protagonista observamos cómo va
explorando el mundo adulto y sus avatares, y como poco a poco ira tomando
consciencia de la desigual social, de la problemática racial del país o de los
enigmas de la sexualidad.

La mirada infantil de Ximena posibilita un cuestionamiento de la realidad,


pero debemos tener en cuenta también que la dimensión cultural de la
protagonista está, como se dice en el título, entre “dos caminos”. Observamos
que en la novela se representa una serie de valores hegemónicos asociados al
mundo occidental, a los hombres blancos, al poder social y simbólico legitimados
en las posesiones materiales y culturales como la lengua y la escritura, a la
condición de varón, entre otras; y por otra parte se representa también una serie
de valores marginales asociados al mundo andino, a la oralidad, a lo indígena, a
la precariedad material, etc.
En líneas generales los dos caminos a los que se hace referencia en título
serian la tradición cultural occidental asociada a un orden superior de valores y
la tradición andina asociada a un orden inferior. Siguiendo estos lineamientos,
Ximena es una niña a la que están educando desde la tradición cultual
occidental, pues habla el español como lengua oficial, está aprendiendo a leer y
escribir, goza de privilegios materiales en contraste con muchos de los
pobladores de los alrededores, etc. Sin embargo, también está asociada al
mundo andino, conoce algunas palabras en quechua, ha dominado cierto del
manejo del código oral, pues es muy buena contado historias y le gusta mucho
de oírlas. Esta posición entre dos culturas posibilita que la protagonista pueda
identificarse con ambas y no perciba a una como superior a la otra, además de
hacerle ver más notoriamente los contrastes sociales y culturales del mundo
adulto.

A partir de lo dicho analizaremos a continuación cuatro estereotipos


sociales y culturales presentes en la novela, y que son puestos en tela de juicio
gracias al punto de vista infantil de la protagonista y a su posición entre dos
culturas.

El Ama Grande

El Ama Grande es la niñera o nana de Ximena, la encargada de cuidarla y


atenderla en sus labores cotidianas. Es descrita como una mujer mayor a la que
caracteriza su pertenencia a la cultura andina, y con su código de transmisión
oral, pues es poseedora de un conocimiento trascendente que transmite a través
de historias y mitos que son del agrado de Ximena.

Podemos notar que en este personaje se refleja muy bien el estereotipo


de personaje andino vinculado a sujetos occidentales por una relación de
sumisión ante el poder material, sin embargo, a pesar de ser una empleada de
los padres de Ximena, su relación con la familia es se nos presenta como muy
positiva, ya que no sufre ningún mal trato ni abuso por parte de sus empleadores
y además se encuentra unida a Ximena por vínculos afectivos. La voz y la
oralidad del personaje marcan a la protagonista.
«La voz del Ama Grande es arrulladora como las ramas de los
sauces y a Ximena, acurrucada en su falda, le gustaría dormirse en
esos relatos que la han mecido desde un tiempo que ya no alcanza
a recordar» (pp. 13)
Ximena accede a la cultura andina, que no le pertenece oficialmente al
ser hija de personas blancas occidentalizadas, a través de la oralidad del Ama
Grande, y se apropia de sus códigos para poder explicar la realidad, no ya desde
un punto de vista pragmático y realista sino, desde una perspectiva imaginaria y
mítica. Observamos entonces que el Ama Grande está configurada
esencialmente dentro de la tradición de valores andinos, pero está incluida
dentro de una familia occidental en calidad de empleada, pero con lazos
afectivos con los miembros de ella, en especial con Ximena y la madre de esta
que también domina la lengua quechua.

Estas características mencionadas dotan al personaje de una serie de


valores apreciados por la protagonista a pesar de su condición de subalterna.
Por demos decir que por un lado están las características que hacen del ama
Grande un personaje marginal: es india, es anciana, su condición social es la de
servidumbre, no sabe leer, no posee un nombre propio, sino que se mantiene en
el sobrenombre que caracteriza su labor doméstica, etc. Pero todo ello no es
percibido de manera negativa por la visión de Ximena, es más, muchas sus
cualidades como su habilidad para la oralidad, son percibidas como sumamente
atractivas. A los ojos de Ximena el Ama Grande es alguien de quien puede
esperar respuestas a sus interrogantes o consuelo en caso se sienta afligida. «Si
el Ama Grande estuviera con ella le aclararía la sensación confusa que la
trastorna y le aliviaría el sentimiento de culpa que la llena cuando piensa en él»
(pp. 141). Incluso está dotada de cierto poder sobre Ximena, pues puede
castigarle suprimiéndole las historias que tanto le gustan. Además, su papel en
la novela puede ser interpretado como una especie de guiar de la protagonista,
en su recorrido por la realidad adulta.

Así, a través del personaje del Ama Grande se subvierten la valoración de


tradiciones asociadas al mundo indígena, pues Ximena, desde su condición
infantil, las aprecia y asimila a su percepción del mundo, ellas le dotan de una
mirada mágica y fantástica de la realidad, la cual le ayuda a encontrar respuestas
cuando la lógica tradicional es insuficiente o cuando no tiene referentes para
poder explicar algún suceso.

Casilda, la ahijada.

Casilda es la ahijada de la madre de Ximena, para nosotros representa el


estereotipo de mujer romántica y pasional, marcada por la frustración amorosa
que luego terminara en la anulación de sí misma a través del suicidio. Por otra
parte, es interesante notar que Casilda trae consigo todos los prejuicios y vicios
de la ciudad de Lima, identificada con la clase que detenta el poder, es altanera
y engreída, se siente superior al resto de pobladores y trata como a sus
empleados a toda persona que identifique como un subalterno. Así, convergen
en este personaje un estereotipo cultural y uno social.

Este personaje será uno de los que más marcará a Ximena pues a través de ella
descubrirá por primera vez la conciencia del cuerpo femenino, teniendo como
siempre esa sensación de placentera transgresión «Es la primera vez que ve el
cuerpo de un adulto completamente desnudo […] Estremecida, Ximena no
puede dejar de admirarla, aunque presiente que está invadiendo una zona
prohibida» (pp.38). y también del poder que tiene el cuerpo femenino:

«Ximena se fija que su prima no camina igual delante de todos.


Cuando pasa cerca de los hombres no da zancadas largas. Va más
bien despacio se endereza, echa atrás la cabeza, sus caderas
bailan. Al observarla Ximena se prende y se apaga por dentro, se
alumbra y se quema» (pp.35)
Además, a través de Casilda, Ximena percibirá por primera vez la fuerza
de la escritura como una herramienta para sobrellevar el peso de la realidad.
Casilda es un ejemplo de como la consciencia puede sumergirse en una
actividad y ensimismarse, perdiendo el contacto con lo real y sirviendo como
paliativo. El uso de la escritura como una suerte de refugio frente a la crudeza
de la realidad, una manera de expiar una culpa latente, luchar contra el pasado
o simplemente vivir en una realidad ficticia agradable. Frente a la revelación de
la escritura, Ximena la percibe una fuerza que abstrae a Casilda:

«Escribe y tacha, lee y corrige, rompe y empieza otra vez, vuelve a


copiar en otra hoja, elabora, vuelve a empezar. Absorta en su tarea
se sustrae del entorno. Todo el resto deja de existir: las camas, la
cómoda, los juguetes, las ventanas, Ximena misma que se va
acercando a pocos hasta quedar junto a ella, hasta sentirse
también como lo demás, invisible.» (pp. 44)
Prueba de esta marca es que, en el capítulo final, cuando la protagonista
está frente a su yo adulto y aun no es consciente de su identidad, cree ver este
rasgo peculiar en sí misma «De pronto la figura de Casilda se delinea
nítidamente en su pensamiento. No es un parecido físico. Es el mismo ademán
de ausentarse cuando se vuelcan del todo en el papel lo que tanto las asemeja»
(pp.226).

De esta manera, observamos que por una parte existe una crítica y un
rechazo al estereotipo social que representa Casilda, pues a Ximena se
desagrada la actitud con que se desenvuelve en el pueblo, una manera
orgullosamente excesiva de sí misma y prepotente con los subalternos. Sin
embargo, Ximena logra sentirse fascinada con la revelación del cuerpo femenino
adulto y con la habilidad escritural de la ahijada. Ambas cualidades aparecen
dentro de los márgenes de lo prohibido o peligroso, pero le atraen y logra
identificarse con ellas.

La prima Cintia

El personaje de la prima Cintia es hija de la tía Constanza, hermana de la madre


de Ximena, se construye inicialmente como una antípoda a la protagonista, pues
ambas tienen casi la misma edad y representarán dos estilos de crianza distintos.
En Cintia observamos a una niña sumisa, temerosa de los castigos que puede
recibir de parte de su madre o de su hermano mayor Enrique, al que ella admira
de sobremanera. Siendo esto así, Cintia es temerosa e insegura, a aceptado
seguir los códigos disciplinarios que le imponen, por eso cuida excesivamente
su apariencia personal y cree en las figuras de poder que para ella representa
su madre y su hermano.

«Bajo la tutela estricta de su madre, Cintia pasa mucho tiempo en


el piano lloriqueando que no es culpa suya si las notas suenan mal
[…] No le gusta que le lean cuentos, ni le interesa mirar las láminas
hermosas de los libros del abuelo, ni mirar el álbum de fotos» (pp.
59)
A pesar de los distintas son y del rechazo inicial, Ximena siente
fascinación por los bucles dorados de su prima, este elemento simbolizará la
sumisión de su prima a los códigos disciplinarios pues, es su madre la que le ha
impuesto el excesivo cuidado con que los trata. «… cuando Ximena acerca por
detrás una mano temblorosa, Cintia, de costumbre tan pasiva reacciona con
violencia. “No me toques me vas a despeinar” protesta poniéndose fea» (pp. 59).

El desenlace del personaje subvierte esta posición, pues al decidir cortase


los bucles, se ha revelado simbólicamente contra el orden impuesto. Esto se
logra a causa de que Ximena logra desafiar la autoridad de Edmundo, probando
que es capaz de realizar una proeza que a la que él no se atreve. Así, apelando
a una explicación mágica y fantasiosa, Ximena convence a Cintia que solo podrá
realizar la proeza si sacrifica antes hasta el último de sus rulos.

A través del ritual del corte de pelo, observamos que Cintia se ha


transformado, gana seguridad en sí misma y establece por primera vez amistad
con Ximena. Podemos notar que es gracias a la mirada mágica y a la creencia
en lo sobrenatural a la que tiene acceso la protagonista que esta ritual de
liberación cobra sentido. Gracias a que funciona todas las posiciones iniciales
entre ambos personajes se invierten, se convierten en amigas y Cintia se ha
revelado contra la sumisión. La transformación que ambas sufren queda
aclarada en las últimas líneas del capitulo

«Ximena lo piensa y se le van empañando los ojos. Se irán y se


quedará sola otra vez. Presiente también que cuando los vuelva a
ver ya no será lo mismo, ni siquiera con Cintia. Las dos habrán
cambiado, se mirarán con desconfianza, será como regresar al
primer encuentro de hace unas semanas. Y será peor porque
tienen juntas tanto que recordar y que olvidar.» (pp. 88)
De esta manera, podemos ver que el estereotipo con el que inicia el
personaje, es transgredido gracias a la perspectiva mítica que posee Ximena

Conclusiones

Podemos concluir que la novela Ximena de dos caminos, la protagonista


atraviesa su recorrido narrativo encontrándose con personajes que representan
tanto estereotipos culturales como sociales. Estos son criticados o subvertidos
gracias a la mirada peculiar de Ximena. Así, tanto en el Ama Grande, la ahijada
Casilda o la prima Cintia, los estereotipos sociales y culturales se muestran
cambiantes y maleables, y son percibidos de distinta manera por los demás
personajes. Es solo a través de la mirada de Ximena que estos pueden adoptar
una perspectiva distinta, no negativa o ser subvertidos por ella.

Bibliografía:

Riesco, Laura

2007 [1994] Ximena de dos caminos. Lima: Edit. Peisa.

Westphalen, Yolanda.

1999 “Visión social y de género en Ximena de dos caminos”. En Escritura y


Pensamiento, Año II, N°4, pp. 107 – 116.

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