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BOLILLA VII

Verdad Formal y Verdad Material


Cuando se hace esta clasificación lo que se pretende es distinguir cómo en realidad ocurrieron los
hechos (verdad real o material) y qué es lo que aparece en el expediente de acuerdo a las pruebas
(verdad formal o aparente), para dar la solución prevista en la ley. Para nuestro sistema jurídico los
medios de prueba obtenidos en violación a garantías constitucionales no son admisibles como prueba
de cargo.
La verdad material es el conjunto de acontecimientos o situaciones fácticas que se condicen con la
realidad de los hechos.
La verdad formal es una garantia del debido proceso, hace referencia al resultado correcto que se
arribó a través de la postulación efectuada por las partes, la actuación del magistrado y la
consecuente aplicación de determinadas reglas procesales.
La fundamentación a este criterio se basa en que aceptar una prueba obtenida en violación a estas
garantías equivale a otorgar valor al resultado de un delito y a comprometer la buena administración
de Justicia.

Limites a la averiguación de la verdad

Alberto Bovino nos enseña que los límites impuestos por la aplicación de las garantías representan el
reconocimiento de otros valores que deben ser considerados (el respeto a la dignidad humana) y
también, son un presupuesto básico del sistema de construcción de la verdad”

 existen ciertos campos, temas y métodos que son absolutamente prohibidos, por ejemplo la
tortura, las amenazas, y la coacción para que la persona confiese.
 aquellos casos en que tal información puede ser obtenida solamente si existe una
autorización judicial expresa y específica. Por ejemplo, registros particulares, allanamientos,
intercepción de comunicaciones, etc.
 la "legalidad de prueba" e implica que no puede ingresar al proceso información proveniente
de rumores, testimonios, anónimos, etc.

La doctrina de la exclusión probatoria.


La doctrina del "Fruto del árbol venenoso". Los alcances de la regla de exclusión. Su posible
invocación por terceros.

La llamada doctrina del “fruto del árbol venenoso” tuvo su origen en los Estados Unidos de
Norteamérica. En la década del 60 los tribunales comenzaron a echar mano de esta doctrina en forma
mas decidida, con el 0bjeto de reafirmar los fundamentos éticos y disuasorios de la ilegalidad estatal
en que aquella regla se funda.
La doctrina funciona dentro del siguiente contexto. Si agentes de policías ingresan ilegalmente en el
domicilio de una persona, o si interrogan a un sospechoso por medios de apremios, los elementos
encontrados en el domicilio allanado o los dichos vertidos por quien ha sido coercionado, no
serán admisibles como prueba en contra de quienes han padecido tales violaciones de sus
garantías constitucionales. Ello, por aplicación de la regla de exclusión a que se ha hecho
referencia anteriormente, y que la Corte Suprema de nuestro país receptara en los casos
“Montenegro” y “florentino”.
Así, han entendido que siendo el procedimiento inicial violatorio de garantías constitucionales- en los
ejemplos, el allanamiento o la confesión coactiva- tal ilegalidad se proyecta a todos aquellos actos que
son su consecuencia y que se ven así alcanzados o teñidos por la misma ilegalidad. De tal manera, no
solo resultan inadmisibles en contra de los titulares de aquellas garantías las pruebas directamente
obtenidas del procedimiento inicial sino además todas aquellas otras evidencias que son “frutos” de la
ilegalidad originaria.

La aplicación de esta doctrina en nuestro país


La Corte Suprema, ha dado en ocasiones muestras de favorecer una interpretación amplia de la regla
de exclusión, mientras que en otros parece querer limitarla considerablemente.
a- Es cierto que en ambos casos (Montenegro y Fiorentino) la Corte se limito a excluir como prueba

Los tres primeros casos que dieron solidez a esta garantía


"Charles Hermanos", "Montenegro" y "Fiorentino".

“Charles Hermanos” (1891): funcionarios de la Aduana habían llevado a cabo un procedimiento en


el comercio Charles Hermanos, de resultas del cual, sin orden judicial alguna, fueron secuestradas
facturas comerciales de la firma, correspondencia y libros de contabilidad. Sobre la base de estos
elementos los titulares del comercio fueron procesados por el delito de contrabando.

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Concluida la etapa sumarial, la defensa opuso una excepción previa de falta de acción, demandando el
desglose de los papeles y efectos secuestrados por entender que los mismos habían sido incautados
ilegalmente.
Llegado el caso a la Corte, se hizo lugar al desglose solicitado. El Alto Tribunal comenzó por señalar
que los funcionarios de la Aduana habían actuado en forma ilegal, puesto que la Ordenanza en vigor
prohibía expresamente todo acto de pesquisa o secuestro de mercadería sin orden judicial.
Refiriéndose entonces al pedido de desglose de los documentos agregó: que auténticos o falsos
(los documentos) ellos no pueden servir de base al procedimiento ni de fundamento al
juicio. Si lo primero (auténticos) porque siendo el resultado de una sustracción y de un
procedimiento injustificable y condenado por la ley, aunque se haya llevado a cabo con el
propósito de descubrir un delito… la ley, en el interés de la moral, de la seguridad y secreto
de las relaciones sociales los declara inadmisibles; y si lo segundo (si son falsos), porque su
naturaleza misma se opone a darles valor y mérito alguno. Por esos fundamentos, se
revoca… el auto apelado y se declara que deben desglosarse del proceso los documentos
aludidos.

“Montenegro” (1981): se arribó a una condena habiendo constituido su confesión extrajudicial


obtenida mediante apremios ilegales. Pese a tener por acreditados los apremios, la Cámara
consideró que la declaración prestada en tales condiciones constituía una grave presunción en
contra del acusado. Interpuesto contra la sentencia condenatoria recurso extraordinario, la Cámara
denegó por considerar que se trataba de cuestiones de hecho y prueba y Montenegro recurrió en
queja. A criterio de la Corte, la cuestión a resolver es si la utilidad que los apremios prestaron
para la investigación otorga validez a las manifestaciones que fueron fruto de ese medio
ilegal.
La Corte se pronunció por la invalidez de tales manifestaciones, no obstante su aptitud
objetivo como prueba de cargo. La Corte entendió que atribuirle a una declaración como la
prestada por Montenegro siquiera valor indiciario, implicaba una violación de la garantía del art. 18
CN, que prohíbe obligar a la persona a declarar contra sí misma. Además, en el considerando 5º
impartió una clara directiva a los jueces cuando dice: “Que el acatamiento por parte de los jueces
de ese mandato constitucional (la prohibición contenida en el art. 18 CN de obligar a
alguien a declarar contra sí mismo) no puede reducirse a disponer el procesamiento y
castigo de los eventuales responsables de los apremios, porque otorgar valor al resultado
de su delito y apoyar sobre él una sentencia judicial, no sólo es contradictorio con el
reproche formulado, sino que compromete la buena administración de justicia al pretender
constituirla en beneficiaria del hecho ilícito”.
La exclusión de la confesión de Montenegro significó el escalón inicial sobre el que pocos años
después apoyaría la Corte su doctrina de invalidación de la prueba obtenida como
consecuencia de un allanamiento ilegal, de acuerdo a “Fiorentino”. Con esto, se marca la pauta
de que toda vez que ingrese al proceso penal información obtenida mediante tortura, la única postura
armoniosa con los preceptos constitucionales es invalidar dicha información obtenida como
consecuencia de un medio ilícito de prueba, adoptando la “Teoría de los frutos del árbol
venenoso”.

“Fiorentino” CSJN (1984). Allanamiento sin orden judicial. Valor del consentimiento. Necesidad de
evaluar el valor del consentimiento en cada caso particular (inexistencia de una regla abstracta).
Regla de exclusión.
Hechos: Fiorentino, un menor de 19 años de edad, había sido detenido por una comisión policial
integrada por cuatro agentes en oportunidad en que ingresaba en compañía de su novia, en el hall de
entrada de edificio de departamentos en el que vivía junto con sus padres. Al ser interrogado por los
oficiales había reconocido, al parecer espontáneamente, ser poseedor de estupefacientes que
guardaba para su consumo propio en el dormitorio de su departamento. Haciendo uso de las llaves
que Fiorentino tenía en su poder, los agentes ingresaron junto con el detenido y su novia a la vivienda
en cuestión. Al encontrarse con los padres del menor, aquéllos les manifestaron – aunque sin exhibir
identificación alguna – que eran miembros de la división toxicomanía, que se quedaran tranquilos,
pero que no podían presenciar el operativo que cumplirían en el dormitorio del menor. Allí, en
presencia de éste y de su novia, los oficiales de policía procedieron a secuestrar 5 cigarrillos de
marihuana por cuya tenencia fue Fiorentino sometido a proceso. En ningún caso fue requerida orden
judicial.
Fiorentino fue condenado en las instancias ordinarias.
Su defensa acerca de que el allanamiento practicado había sido ilegítimo por carecer de orden judicial
previa, y que por tanto la prueba obtenida no podía ser utilizada en su contra, fue desechada.
La Cámara consideró que había mediado un consentimiento válido, prestado tanto por el procesado
como por sus padres.
Según la Alzada, el consentimiento del menor Fiorentino debía inferirse del hecho de que en ninguna
oportunidad hubiese objetado los procedimientos cumplidos en su contra. Respecto del consentimiento
dado por los padres, dijo que: “si bien no había sido expreso, debían reconocerse que aquéllos
tampoco se opusieron pudiendo hacerlo… consintiendo así que la inspección se llevara a
cabo en la habitación de su hijo”.
La defensa de Fiorentino interpuso recurso extraordinario, basado en la violación de la garantía que
consagra la inviolabilidad del domicilio.
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La Corte hizo lugar al recurso; comenzó señalando que el planteo de la defensa conducía en definitiva
a determinar el alcance de la referida garantía constitucional. Por tal razón, concluyó que el
agravio suscitaba cuestión federal. Dijo que aunque en rigor no resulta exigencia del art. 18 CN
que la orden de allanamiento emane de los jueces, el principio es que sólo ellos pueden
autorizar esa medida, sin perjuicio de algunos supuestos en que se reconoce a los
funcionarios la posibilidad de obviar tal recaudo.
A continuación indicó que era claro que en este caso no se había configurado ninguna de las
excepciones previstas en el ordenamiento procesal para permitir un ingreso sin orden
previa, ni tampoco ha mediado consentimiento válido que permitiera la intromisión del
personal policial en el domicilio del procesado. Ello, puesto que el permiso que podría haber
otorgado el menor Fiorentino carecería de efectos por las circunstancias en que fue prestado,
esto es, habiendo sido ya detenido e interrogado sorpresivamente. Con respecto al consentimiento
de los padres, la Corte descartó que el mismo pudiese ser prestado tácitamente, máxime cuando
el ingreso al domicilio se había ya consumado al momento en que aquéllos tomaron contacto con la
comisión policial. En base a estos antecedentes, y a la falta de extremos de necesidad que
impidieran proceder de acuerdo a la ley recabando la pertinente orden judicial, la Corte
decretó la invalidez del registro domiciliario y del secuestro practicado en tales condiciones.
Declaró así procedente el recurso extraordinario, dejando sin efecto la sentencia condenatoria.

Excepciones a la regla de exclusión de la prueba:


 La existencia de una fuente independiente: Se trata de una fuente autónoma, es decir,
una vía distinta de adquisición de la prueba, que aquella que se considera ilícita; la
autonomía implica la existencia de otras vías de investigación que permiten llegar a la
obtención de medios de prueba que acrediten la existencia del hecho delictivo.
 Actuación de la policía de buena fe: Es común, sobre todo en materia de allanamiento y
requisas, que por error se lleve a cabo un procedimiento que vulnera la garantía
constitucional en juego o su reglamentación, en el cual ha existido buena fe de los
funcionarios que actuaron. Un ejemplo sería el caso que un policía escucha gritos de auxilio
en el interior de una casa e ingresa sin orden, encontrándose con una fiesta en la que se
consumía droga y los gritos eran proferidos en broma.
 La teoría del descubrimiento inevitable: Consiste en que si se demuestra que la
evidencia excluida por derivar de un quebrantamiento constitucional, se habría descubierto
en forma casi inevitable de acuerdo con las investigaciones que ya se estaban llevando a
cabo por parte de la policía, la evidencia es válida.

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